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Para Gadamer lo importante es lograr una nueva comprensión de esos fenómenos

que pueden ser analizados a partir de la hermenéutica. Con ésta, vista no de


manera como lo hacían los modernos desde Descartes, sino a partir de la
perspectiva temporal del estar-ahí. Esto se fundamenta en las ideas
heideggerianas sobre el ente arrojado al mundo ya que desde ahí es posible
generar una herramienta de las ciencias del espíritu. Con la conciencia
hermenéutica-espiritual, desde la apertura del ente a la opinión de otro inserto en
un texto, implica un reconocimiento del saber. Pues este saber hermenéutico no
se basa en el afán científico por la predicción, propio de la modernidad, sino que
del texto tradicional al interpretarlo se mantenga alejado ‘‘todo lo que pueda
dificultar el comprenderla desde la cosa misma’’ (p. 336).

Aquí aparece el presunto problema que ven los modernos entre el prejuicio y el
juicio razonable, pues siendo este ultimo el que nos lleva a la verdad metódica, el
prejuicio es visto por el moderno como un juicio sin fundamento. Así llegan a creer
que la tradición, en tanto prejuicio, forman una manera de comprensión sin
fundamento y por ello vista de manera negativa. Es justificado lo anterior desde,
por un lado, la contraposición que se impone en el siglo XVIII entre mito y logos; y,
por otro lado, gracias al concepto de Estado natural, el surgimiento del
conocimiento histórico a distancia donde es posible dar valor superior a ciertos
momentos del pasado. Con esto se logra una ‘‘ruptura con la continuidad de
sentido de tradición’’ (p. 343).

A partir de estas concepciones es que Gadamer pretende hacer la crítica a la


ilustración moderna y su concepción de la tradición y los prejuicios, pues su
tendencia es ‘‘no dejar valer autoridad alguna y decidirlo todo desde la catedra de
la razón (…) la posibilidad de que la tradición sea verdad depende del crédito que
le concede la razón’’ (p. 339). Pero esta manera de acercarse al mundo, dejando
de lado los prejuicios y tradiciones, es ella misma un prejuicio. Gadamer lo dice
mejor cuando afirma que ‘‘La superación de todo prejuicio, esta exigencia global
de la ilustración, es ella misma un prejuicio’’ (p. 343).
Ahora bien, teniendo el prejuicio moderno, es posible repensar el papel de la
autoridad en el ejercicio hermenéutico que propone Gadamer.

Con el párrafo anterior es posible entender el sentido en que la modernidad


ilustrada tomo a la razón de manera inapropiada, pues ella ‘‘siempre está referida
a lo dado en lo cual se ejerce’’ (p. 343). Esto quiere decir que todos estos
fenómenos que se le aparecen a la razón no son mas que vivencias
predeterminadas por una historia, sociedad. En otras palabras, con la razón no se
logra apercibir la historia, sino que en ella nos encontramos, ella es quien nos
domina.

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