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Cognitivismo

Teoría y Práctica
de la Motivación
y Promoción

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La Psicología cognitiva
El cognitivismo analiza el proceso de cognición, que consiste en la
investigación de los procesos mentales que se involucran en toda instancia
de conocimiento.

Su objeto de estudio se asocia con los procesos básicos que facilitan el


conocimiento (percepción, memoria, aprendizaje), por lo que intenta
descubrir el modo en que memorizamos, reconocemos, recuperamos,
comprendemos y organizamos la información que recibimos (y
procesamos).

Concepciones iniciales
El cognitivismo le da continuidad al conductismo. Si bien parte de allí,
evoluciona hasta entender la mente no como una “pizarra en blanco”, sino
como un espacio de actividad, en donde la información percibida deja
huellas, lo que requiere de un proceso de organización interna.

Aquí es válida la idea de “percepción individual”, por lo que otorga un lugar


especial a las diferencias individuales, como también al factor emocional y
a la relación del individuo con el entorno (García García, 2007).

Teoría del aprendizaje social

Albert Bandura es el principal exponente en materia de aprendizaje social.


En su desarrollo teórico, desde los que toma aportes de Vygotsky y Lave,
explica que el aprendizaje involucra aspectos cognitivos y conductuales
(Bigge, 1985).

De este modo, el aprendizaje conductual implica la consideración del


entorno, que predispone a las personas a comportarse de una manera
determinada. El aprendizaje cognitivo, por su parte, explica la presencia de
factores psicológicos que influencian la conducta de las personas.

Asimismo, la perspectiva cognitiva social que mantiene el autor le permite


hablar de un modelo de “determinación recíproca” (Bandura, 1987),
constituido por el ambiente, la conducta y los factores personales.

La influencia que ejerzan estos tres aspectos entre sí va a depender de las


características individuales y de la situación en sí misma.

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Por ejemplo, podemos pensar en aquellos entornos que no dejan grandes
posibilidades de elección al individuo. Intentemos imaginar una institución
educativa que tenga como reglas de convivencia fuertes restricciones en el
plano comportamental. Aquí los alumnos no tendrían grandes
posibilidades de expresión, la política sería el acatamiento de normas sin
cuestionamiento, y las sanciones serían severas cuando estas no fueran
cumplimentadas.

En entornos como el anterior, que determinan situaciones casi sin dejar


margen de elección, la manifestación de la conducta no depende tanto del
individuo como del medio exterior, que condiciona y determina los modos
de actuar gracias a su presión y poder.

Por el contrario, podemos pensar en situaciones en donde el entorno (o la


situación) es más flexible y le da la posibilidad al individuo para decidir
respecto a su conducta. Pensemos en una organización en donde no estén
prestablecidas las tareas, se apele a la autogestión, y donde la dirección se
perciba como democrática. Aquí veríamos en plena acción las condiciones
individuales, y cada empleado optaría por la conducta que considere más
pertinente de acuerdo con las características propias de su personalidad.

Pero, en definitiva, ¿de qué depende el aprendizaje?, ¿qué aspectos actúan


como facilitadores de la acumulación de conocimiento?, ¿existen algunas
influencias al respecto?

Bandura (1987) nos dice que, para que un individuo logre “aprender” (y,
por consiguiente, modelar su conducta), deben existir tres condiciones
básicas:

 retención (entendida como la posibilidad de almacenar y recordar


lo aprendido);
 reproducción (que es la habilidad para ejecutar la conducta);
 motivación (asociada al grado de interés de ejecutar una conducta
determinada).

El aprendizaje vicario

Este tipo de aprendizaje fue postulado por Bandura luego de un


experimento realizado con niños (Bandura, Ross y Ross, 1961).

Este experimento se caracterizó por la presentación del llamado “muñeco


bobo”, que se ofrecía como pieza fundamental para analizar la conducta de
estos niños.

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El muñeco bobo es inflable, tiene una altura similar a la de un niño y figuras
similares a la humana. En el experimento, se tomó un grupo de control, y
otro se expuso al estímulo diseñado.

El grupo experimental (compuesto por niñas y niños) permaneció en una


sala de juegos junto con un adulto que mantenía conductas agresivas
(físicas y verbales) hacia este muñeco bobo. Por el contrario, los niños del
grupo control compartieron la habitación con un adulto que no
evidenciaba ese tipo de comportamiento.

Los resultados demostraron que aquellos niños que habían estado en


presencia del adulto con comportamiento agresivo tendían a manifestar
actitudes de ese tipo con mayor facilidad que el grupo control.

De aquí deduce el concepto de “aprendizaje vicario” o “aprendizaje por


observación”, el cual explica que no solo aprendemos por las experiencias
personales, sino también por aquello que percibimos (y analizamos) de las
experiencias ajenas.

De este modo, podemos pensar que nuestros modelos primarios (padres,


adultos) actúan como pieza fundamental en el aprendizaje de conductas
saludables.

Es sencillo durante la niñez replicar conductas de nuestros mayores, pues,


en definitiva, ellos son nuestros modelos a seguir. Así mismo, los
reforzadores que nos transmiten en la primera infancia certifican o anulan
la manifestación de diversas conductas.

Pensemos, por ejemplo, en la actitud de muchos padres frente a las


tendencias integradoras a nivel social. Pueden decirle a sus hijos que es
importante compartir, jugar con todos, ser respetuosos con sus
compañeros, etc., pero si, al momento de querer invitar algún amigo a su
casa, la respuesta que el niño obtiene es: “No, no me gusta esa compañía
porque no vive en un barrio agradable”, vale más la conducta en calidad de
aprendizaje que la palabra.

La autoeficacia

Si nos preguntasen: “¿Crees en ti mismo?”, “¿crees que eres capaz?”, ¿qué


responderíamos?

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Figura 1: La autoeficacia personal

Fuente: [Imagen sin título sobre un corredor en el punto de largada]. (2016). Recuperada de
https://goo.gl/3h1NGW

El concepto de autoeficacia, desarrollado también por Bandura (1987),


habla de la concepción que tenemos de nosotros mismos. En principio,
quién creemos que somos y luego de lo que creemos que somos capaces.

¿De qué depende esta construcción? Básicamente, del aporte que nos
hacen diversas fuentes, las cuales podemos clasificar como sigue:

 Los logros: constituyen nuestras experiencias pasadas exitosas. Esto


alimenta nuestra confianza personal.
 Experiencias vicarias: se dan por observación y nos hacen pensar en
nuestra capacidad conforme a los logros (o fracasos) ajenos.
 Persuasión verbal: generada por la opinión que los demás tienen de
uno mismo.
 Estado fisiológico: asociado a aquellas respuestas fisiológicas que
tenemos en determinados eventos (la ansiedad, muchas veces,
puede sentirse como un grado de incapacidad para alcanzar algo).

El cognoscitivismo

Bajo esta perspectiva, se analizan, entonces, todos los procesos que tienen
lugar detrás de la conducta, por lo que se intenta conocer qué pasa en la
mente de las personas que se encuentra en proceso de aprendizaje.

Este proceso (el aprendizaje) se da en instancias formales e informales. A


diario estamos aprendiendo, pero también lo hacemos en instituciones que
utilizan métodos específicos para facilitar y promover la incorporación de
conocimiento.

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Los teóricos del cognitivismo le dan un lugar especial al reforzamiento
(postulado que toman de Skinner), pero lo consideran como aquel
elemento que facilita la retroalimentación en un proceso de corrección de
la conducta y como aspecto motivador (García García, 2007).

Así mismo, los cognitivistas estudian los pasos que entienden como
necesarios para la incorporación de conocimiento. Registran, básicamente,
tres:

 la recepción correcta de la información;


 la organización y el almacenamiento de la información;
 la adecuada vinculación de la información.

Explican que, sin la presencia de estos tres pasos fundamentales, no es


factible hablar de aprendizaje y, por ende, de modificación del aspecto
comportamental.

Desde la hipótesis cognitivista, la mente funciona por medio de la


interacción de símbolos. Cuando este funcionamiento es correcto, dichos
símbolos representan de manera adecuada la realidad externa, y es el
procesamiento de esta información simbólica lo que permite dar solución a
los problemas suscitados.

Figura 2: La mente como ordenador

Fuente: [Imagen sin título sobre una computadora junto con un celular, un café y una agenda].
(2013). Recuperada de https://goo.gl/MqmwHM

Esta hipótesis es la que presenta el paradigma del “procesamiento de la


información” y la “metáfora del ordenador”, que aún sigue siendo utilizada
por muchos cognitivistas para sustentar sus ideas y explicar el
comportamiento humano.

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Referencias
Bandura, A. (1987). Teoría del Aprendizaje Social. Madrid: S.L.U. Espasa Libros.

Bigge, M. (1985). Teorías de aprendizaje para maestros. México: Trillas.

García García, E. (2007). Primera ponencia: teoría de la mente y ciencias


cognoscitivas. En E. García García (2007). Nuevas perspectivas científicas y
filosóficas sobre el ser humano. Madrid: Universidad Pontificia de Comillas.

[Imagen sin título sobre un corredor en el punto de largada]. (2016). Recuperada


de https://unsplash.com/?photo=YadCgbsLHcE

[Imagen sin título sobre una computadora junto con un celular, un café y una
agenda]. (2013). Recuperada de https://unsplash.com/collections/141056/desk-
work?photo=xII7efH1G6o

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