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EN LO PRINCIPAL: REPOSICIÓN; EN EL OTROSI: MEDIDA

DISCIPLINARIAS

S.J.L. EN LO CIVIL DE CALAMA (1º)

ALEJANDRO EDUARDO ALANO PALAVECINO, abogado, en

representación, de los demandantes de autos, caratulados

“ESCALIER con APAZ”, causa rol C-1944-2020, de vuestro

tribunal, con respeto a S.S; digo:

Encontrándome dentro del término legal, interpongo recurso de

reposición, en contra de la resolución dictada por este

tribunal, con fecha de 21 de diciembre de 2020, en el

apartado que señala “...Por evacuada la duplica.”,

solicitando que sea acogido el presente recurso y que, se

deje sin efecto lo recurrido y, en su lugar, se declare lo

siguiente; “...Por evacuada la duplica. No ha lugar a la

excepción perentoria de falta de legitimidad activa, en base

a los argumentos de hecho y derecho que a continuación

expongo:

Que la demandada hizo uso de su derecho establecido en el

artículo 312 del Código de Procedimiento Civil, adicionando

una excepción a su contestación. La excepción agregada,

consiste en la excepción perentoria de falta legitimidad

activa, sobre este aspecto nuestra Excelentísima Corte

Suprema ha dicho “Llámase legitimatio ad causam, la


demostración de la existencia de la calidad invocada, que es

activa cuando se refiere al actor y pasiva cuando al

demandado. Correspondiendo al actor la prueba de las

condiciones de su acción, a él incumbe demostrar su calidad

de titular del derecho y la calidad de obligado del

demandado. La falta de calidad, sea porque no existe

identidad entre la persona del actor y aquella a quien la

acción está concedida, o entre la persona del demandado y

aquella contra la cual se concede, determina la procedencia

de la defensa por falta de legitimidad, que debe ser opuesta

al contestar la demanda y apreciada en la sentencia

definitiva. Por consiguiente, la legitimación de la calidad

de obrar no es un requisito para el ejercicio de la acción,

sino para su admisión en la sentencia”1( LO DESTACADO ES

NUESTRO)

Así las cosas, el demandado opuso su excepción, en el escrito

de dúplica, el cual es definido por el profesor Fernando

Orellana, “como aquel acto jurídico procesal del demandado,

que se traduce en un escrito en el cual se hace observaciones

a la réplica presentada por el demandante”. Además, el

académico, agrega: Dentro de la dúplica, utilizando el

artículo 312, puede el demandado, ampliar, modificar o

1
Excelentísima corte suprema causa Rol Nº 5242-03.
adicionar las excepciones opuestas. Así en el escrito de

dúplica puede el demandado.

 Oponer la excepción de prescripción extintiva.

 Oponer la excepción de cosa juzgada.

 Oponer la excepción de transacción.

 Oponer la excepción de Pago efectivo de la Deuda.

No puede el demandado oponer otro tipo de excepciones

perentorias.”2

En consecuencia, en virtud de lo expuesto, la excepción

opuesta por el demando es de carácter extemporánea y debe ser

rechazada de plano por el Tribunal.

No obstante, lo anterior es menester aclar, sólo para efectos

de demostrativos, que el contrato de compraventa establece

una serie de obligaciones para el vendedor, las que podemos

clasificar en Principal y de Garantía.

Obligación Principal del Vendedor: Conceder la Posesión Útil

y Pacífica de la Cosa.

El artículo 1793 del Código Civil, que define el contrato de

compraventa, señala que “una de las partes se obliga a dar

una cosa y la otra a pagarla en dinero”. Atendido lo literal

2
ORELLANA TORRES FERNANDO, Manual de Derecho Procesal, tomo II, editorial librotecnia. Año 2009,
p.204.
de esta norma y aplicando las reglas de interpretación de

nuestro Código Civil (artículos 19 y 20 del cuerpo legal),

habría que necesariamente concluir que el vendedor está

obligado a transferir el dominio sobre la cosa vendida, pues

una obligación de dar se define precisamente como aquella

“que tiene por objeto transferir el dominio de una cosa o

constituir sobre ella algún otro derecho real”3. Sin embargo,

esta conclusión se opone a la que se obtendría del análisis

literal del artículo 1824 del mismo Código, que a su vez

señala que “las obligaciones del vendedor se reducen en

general a dos: la entrega o tradición, y el saneamiento de la

cosa vendida”. De acuerdo a esta última norma –en los

términos en que ha sido interpretada por la doctrina

mayoritaria- la obligación del vendedor sería de hacer, sin

que fuera necesario constituir al comprador en propietario de

la cosa vendida para dar cumplimiento al deber contraído.

Alessandri se posiciona como el principal exponente de la

posición mayoritaria –según la cual la obligación principal

del vendedor es constituir al comprador en poseedor de la

cosa-, pues es él quien conceptualiza en detalle el contenido

de esta obligación, además de justificar por qué la

contradicción literal de las normas antedichas debe ser

resuelta en aquel sentido. Alessandri es tajante: “La primera


3
PEÑAILILLO, Daniel. Obligaciones. Teoría general y clasificaciones. La resolución por incumplimiento.
Santiago: Editorial Jurídica de Chile (2003), p. 189
obligación que el contrato de venta impone al vendedor es

entregar la cosa vendida”4. ¿Implica esto que el vendedor que

es dueño cumplirá con su obligación principal siempre que

entregue materialmente la cosa vendida, a pesar de que no

transfiera al comprador el dominio sobre la misma? No. Si

bien Alessandri conceptualiza recurrentemente la obligación

del vendedor como “de entrega”, el mismo entiende que “la

entrega de la cosa vendida se hace por la tradición” 5, y por

tanto el vendedor que es dueño estará obligado a efectuar tal

tradición, con el efecto correlativo de transferirle al

comprador el dominio. En este sentido es que Alessandri

señala “que sí [sic], jurídicamente el vendedor no tiene la

obligación de transferir el dominio al comprador,

prácticamente se lo transfiere, pues su obligación la cumple

mediante uno de los modos de transferir el dominio, mediante

la tradición”6. En otras palabras, el hecho de que la

obligación principal del vendedor sea de entrega, no lo exime

de la obligación paralela de ceder al comprador todos los

derechos que tenga sobre ella.

La adhesión a esta tesis mayoritaria tiene implicancias en

relación con dos cuestiones distintas, pero íntimamente

relacionadas: la determinación del incumplimiento y los

4
ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo. El contrato de compraventa (2011), Tomo I, p. 577. 24 Ibíd., p. 660
5
ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo. Op. cit. (2011), Tomo I, p. 577. 24 Ibíd., p. 660
6
Ibíd., p. 660.
remedios o acciones que se siguen de él. En nuestro Código

Civil existe una norma especial que se refiere al caso de

falta de entrega –incumplimiento de la obligación principal

del vendedor, según la tesis mayoritaria- y que además regula

las acciones que puede ejercer el comprador consecuentemente.

El artículo 1826 CC al respecto, señala: “El vendedor es

obligado a entregar la cosa vendida inmediatamente después

del contrato o a la época prefijada en él. Si el vendedor por

hecho o culpa suya ha retardado la entrega, podrá el

comprador a su arbitrio perseverar en el contrato o desistir

de él, y en ambos casos con derecho para ser indemnizado de

los perjuicios según las reglas generales. Todo lo cual se

entiende si el comprador ha pagado o está pronto a pagar el

precio íntegro o ha estipulado pagar a plazo”.

Obligaciones de Garantía: Saneamiento de los Vicios

Redhibitorios y de la Evicción: Además de la obligación

principal impuesta al vendedor, nuestro ordenamiento

establece dos obligaciones de garantía en protección del

comprador: la obligación de saneamiento de los vicios

redhibitorios y de la evicción. Ellas son consideradas como

garantías ya que no es necesario que el vendedor haya actuado

con culpa o dolo para hacerlo responsable, ni son admisibles

las excusas de caso fortuito o fuerza mayor. Además, ambas

son obligaciones de la naturaleza de la compraventa, pues se


entienden incorporadas al contrato sin necesidad de mención

expresa -salvo que las partes declaren su voluntad de

excluirlas.

En razón de la obligación de saneamiento de los vicios

redhibitorios, el vendedor garantiza al comprador que el bien

vendido no tendrá vicios ocultos que imposibiliten o limiten

su goce conforme a su destino natural o el convenido entre

las partes (artículo 1857 CC). Para el caso que el comprador

pruebe la existencia de estos vicios, nuestro ordenamiento le

concede dos acciones distintas: la acción redhibitoria y la

acción de rebaja de precio o de quanti minoris.

Adicionalmente, si el vendedor conocía o debía conocer los

vicios que afectaban la cosa, podrá el comprador exigir

además indemnización de los perjuicios sufridos (artículo

1861 CC)

En el caso de marras, se ha celebrado un contrato de

compraventa, y sólo por eso, surgen las obligaciones para

ambas partes, en efecto la acción rehibiditoria, como ya se

dijo, es una acción que tiene su fuente en el contrato de

compraventa, no en el dominio, ni en la posesión, puesto que

no es una acción protectora del dominio o de la posesión,

sino que busca el resguardo de una de las partes del contrato

de compraventa, el comprador, calidad que ostentan mis


representados, jamás el legislador hace alusión al

propietario, siempre habla de las partes del contrato, por lo

tanto, basta la celebración del contrato, para que el

vendedor y el comprador, deban cumplir con las obligaciones

que nacen de él, así las cosas, queda de manifiesto que la

alegación de falta de legitimidad activa, efectuada por la

contraria, es un construcción falaz y muy conveniente para

sus pretensiones, pero sin sustento jurídico alguno.

A mayor abundamiento, es la misma demandada, la que indica:

“En el caso de autos los actores ni tienen una escritura de

compraventa dado que la suscrita se está rectificando y

complementando ni tienen una inscripción de dominio a su

nombre, además de que, no han pagado el precio del contrato”

Queda claro y no es controvertido, que la tradición no se ha

producido, por un error en la escritura, error que escapa de

la esfera de control de ambas partes, es una cuestión

fortuita, de la cual el demandado está tratando de sacar

provecho, cuestión que es sumamente reprochable, puesto que,

si bien no se ha efectuado la tradición, el demandado ha

tratado de hacerla y además ha cumplido con la obligación de

entrega, en el plazo prefijado por las partes para ello,

cumpliendo el vendedor con su obligación principal, que emana


justamente del contrato y como tal, también debe cumplir con

sus obligaciones de garantía.

Por otra parte, mis representados están llanos a cumplir, de

hecho, se han constituido en deudores hipotecarios para

satisfacer la obligación que le impone el contrato, por lo

tanto, resulta imprudente, decir sin más, que no se ha pagado

el precio, puesto que, en esta situación, no estamos ante un

incumplimiento, en definitiva, mis representados se

encuentran plenamente legitimados para entablar la presente

acción, en su calidad de compradores.

POR TANTO, en mérito de lo expuesto y las normas legales

pertinentes.

RUEGO A S.S., se sirva tener por interpuesto recurso de

reposición en contra de la resolución dictada por este

tribunal, con fecha de 21 de diciembre de 2020, en el

apartado que señala “...Por evacuada la duplica.”,

solicitando que sea acogido el presente recurso y que, se

deje sin efecto lo recurrido y, en su lugar, se declare lo

siguiente; “...Por evacuada la duplica. No ha lugar a la

excepción perentoria de falta de legitimidad activa.

EN EL OTROSI: Sírvase S.S., en aplicar cualesquiera de las

sanciones que estime convenientes, de las contempladas en el

artículo 531 del Código Orgánico de Tribunales, respecto del


abogado de la parte demandada, por una directa y gratuita

falta de respeto en la confección de su escrito de fecha 17

de diciembre del año en curso.

En el escrito en comento, el abogado señala textualmente, lo

siguiente:

“En relación a los desperfectos del condominio, esta defensa

letrada no tiene conocimiento de acciones colectivas,

reclamos Sernac o demandas del condominio por fallas. Eso si

y desde ya, hacemos expresa reserva de acciones civiles y

criminales por la imputación gratuita de la existencia de

dolo y engaño en el proceso de venta de nuestro cliente y

solicitamos a la defensa de los actores medir sus

imputaciones, por muy histriónicas que ellas sean. La

imputación infundada de un delito es en sí mismo un delito”.

(lo destacado es nuestro)

Como usted sabrá S.S., señalar que la parte ha actuado dolosa

o engañosamente no constituye la imputación de un delito, de

hecho, es justamente, una de las cosas, que trataremos de

acreditar en este juicio.

Si bien el dolo o el engaño, pueden ser conductas que se dan

en ciertos tipos penales, este abogado de ninguna manera

estima que la contraria ha incurrido en un acto catalogado

como delito por nuestra legislación, de haberlo estimado así,


hubiésemos recurrido en sede penal, para satisfacer nuestras

pretensiones. Tampoco, hemos manifestado, ni siquiera

insinuado, en ninguno de nuestros escritos, la comisión de un

delito, tal imputación, es obra de una tergiversación mal

intencionada del abogado de la demandada, lo cual salta a la

vista ¿Cuál es delito de engaño? ¿Dónde está regulado? ¿Cuál

es su tipo?

Dicho esto, yo puedo tolerar que la contraria me trate de

histriónico y otros adjetivos calificativos, que no debiera

ni siquiera referir en un escrito, pero no puedo permitir,

que me impute directa e inequívocamente, el delito de

calumnias regulado en el artículo 412 de nuestro Código

Penal, porque derechamente al imputarme un delito, me está

tratando de delincuente, entendiéndose, por tal, como aquel

que comete un delito, y eso como abogado no puedo dejarlo

pasar. Lo que yo estoy diciendo S.S., no es una

interpretación, no es producto de mi imaginación o estado de

salud mental, está allí, está expresamente la acusación del

delito de calumnias, en base a nada, una acusación gratuita,

en resumidas cuentas, una total y absoluta falta de respeto,

de las tantas que ya lleva cometiendo el abogado a lo largo

de este juicio.
En mi caso, no puedo perder el tiempo en efectuar acciones

legales en contra del abogado de la contraria, y, además, yo

no tengo un pleito personal con él, ni siquiera con la

demandada, sólo ejerzo mi labor profesional. Afortunadamente

nuestra legislación ha previsto que uno se puede encontrar

con personas falta de respeto en la sustanciación de un

proceso y le ha dado facultades disciplinarias a S.S,

reguladas en el artículo 531 del Código Orgánico de

tribunales el cual señala: Podrán también los jueces de

letras, para la represión o castigo de las faltas de respeto

que se cometieren en los escritos que se les presentaren:

1°) Mandar devolver el escrito con orden de que no se admita

mientras no se supriman las palabras o pasajes abusivos;

2°) Hacer tarjar por el secretario esas mismas palabras o

pasajes abusivos; y dejar copia de ellos en un registro

electrónico privado que al efecto habrá en el juzgado;

3°) Exigir firma de abogado para ese escrito y los demás que

en adelante presente la misma parte, cuando ésta no esté

patrocinada por un abogado en conformidad a la ley;

4°) Apercibir a la parte o al abogado que hubiere redactado o

firmado el escrito, o a uno y otro a la vez, con una multa

que no exceda de cinco unidades tributarias mensuales, o con

una suspensión del ejercicio de su profesión al abogado por


un término que no exceda de un mes y extensiva a todo el

territorio de la República;

5°) Imponer efectivamente al abogado, o a la parte, o a

ambos, las penas expresadas en el número anterior.

Podrán los jueces de letras hacer uso de cualquiera de estos

medios, o de dos o más de ellos simultáneamente, según lo

estimaren necesario.”

Por lo tanto S.S., solicito que se le aplique al abogado de

la demandada, alguna de estas sanciones disciplinarias, para

que cese en ese actuar, y concentre sus argumentos en la

defensa de representado y no en mí, porque el litigio, no es

conmigo.

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