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CAPITULO II: ALBACEAS

2.1. DEFINICIÓN

Existe en el Derecho Sucesorio una institución jurídica denominada


“Albaceazgo”, misma que se ocupa de dar un efectivo cumplimiento a la última
voluntad del testador. Comúnmente se entiende que deberían ser los sucesores
quiénes hagan cumplir las disposiciones testamentarias del causante; sin
embargo, en vista de un posible conflicto de intereses entre ellos el Derecho ha
dado la facultad al testador de poder designar de propia voluntad a una o varias
personas en su testamento para que sean estas quiénes se ocupen de hacer
cumplir su última voluntad. Y es precisamente a estas personas a las que el
derecho le ha dado el nombre de albaceas, como observamos en el artículo 778°
de nuestro Código Civil, en el que se establece lo siguiente:

“El testador puede encomendar a una o varias personas, a quienes se denomina


albaceas o ejecutores testamentarios, el cumplimiento de sus disposiciones de
última voluntad”.

De esta manera Ferrero (2016) define los albaceas como: “Los ejecutores
testamentarios a quienes el testador nombra para que cumplan sus
disposiciones de última voluntad” (p. 531).

En el mismo sentido y agregando un poco más Aguilar, B. (2010) señala que:


Son personas designadas por el testador para cumplir en todo o en parte su
voluntad; la institución es propia de la sucesión testamentaria, no se da en la
sucesión intestada en tanto que tiene por finalidad ejecutar un testamento”.

El autor agrega algo muy resaltante y es que si decimos que los albaceas son
aquellas personas que se encargan de dar fiel cumplimiento a las disposiciones
testamentarias y al referir que es una institución que se enmarca dentro del
Derecho Sucesorio, es necesario aclarar que esta figura no tendría lugar en una
sucesión intestada, puesto que sólo es admitida cuándo el testador
voluntariamente lo señala en su testamento.
Por su parte Fernández, J. (2010) describe el albacea como: “la persona(s) en
la(s) que el causante deposita su confianza para que, a su muerte, se encargue
de llevar a buen término, entre otras funciones, las que resulten más urgentes al
tiempo del fallecimiento, o incluso las propias disposiciones testamentarias” (p.
195).

Queda claro entonces que el albacea o ejecutor testamentario, como lo establece


nuestra norma civil, es aquella persona que el mismo testador es quién ha
designado en su testamento para que sea esta quien se encargue de llevar un
buen cumplimiento de su última voluntad expresada en las disposiciones
testamentarias; el nombramiento de esta persona depende de la voluntad del
testador quién en base a una confianza o atendiendo a su profesionalismo la
elige como su ejecutor testamentario.

CLASIFICACIÓN

A) POR LA FORMA DE SU NOMBRAMIENTO

a) Testamentarios: Los que son designados exclusivamente por el


testador en su testamento.
b) Legales: Los mismo herederos del causante, cuando este no designo
alguno o cuando el que fue designado no quiere o no puede ejercer
los cargos del mismo.
c) Dativos: Los designados por el juez cuando los herederos del
causante no se ponen de acuerdo.

B) POR LA EXTENSIÓN DE SUS FACULTADES

a) Universales: Los designados para ejercer las facultades del cargo sin
limitaciones.
b) Particulares: Los designados para cumplir tan solamente con
determinadas funciones.
C) POR EL NÚMERO

a) Singulares: Una sola persona es designada como albacea.

b) Plurales: Varias personas son designadas como albaceas.


- Simultáneos: Ejercen conjuntamente el cargo, pueden ser
mancomunados o solidarios.
- Sucesivos: Designados para sucederse unos a otros en el cargo.

2.2. FORMALIDAD DEL NOMBRAMIENTO

Como lo mencionábamos anteriormente, el nombramiento del albacea deberá


efectuarse por el testador en el testamento, designándose en este la identidad
del nombrado. Así pues, lo establece el artículo 779° de nuestro Código Civil al
señalar lo siguiente: “El nombramiento de albacea debe constar en testamento”.

Es por ello que podemos deducir entonces que, para que una persona sea
considerada albacea debe constar su nombre en el testamento como una
manifestación de voluntad del propio testador. Sin embargo existe la posibilidad
de nombrar un albacea dativo, según el artículo 792° C.C.

Por otro lado Pazos, J. (2010) explica que:

La razón para que el nombramiento del albacea deba consignarse en el


propio testamento parece tener su origen en la necesidad de hacer de la
última voluntad del testador una unidad (contextual, mas no
necesariamente documentaria). De esta forma, la última voluntad del
testador se vincula necesariamente al cargo del ejecutor testamentario.
Lo anterior permitirá a este último, y a los legítimos interesados, delimitar
claramente sus facultades y el objeto de las mismas. Se establece, de
esta forma, un marco de seguridad jurídica que permite apreciar las
dimensiones del encargo.
Cabe agregar que el nombramiento del albacea es posible en cualquier tipo de
testamento, sea cerrado, ológrafo, por escritura pública o cualquier otro de los
testamentos considerados por nuestro Código. Así también podrá el testador
nombrar no sólo a una persona para que sea su albacea sino también y si así lo
desea, podrá designar una pluralidad de albaceas.

2.3. PLURALIDAD DE ALBACEAS

Según la clasificación que mencionábamos la designación de los albaceas por


testador no se limita a una sola persona, sino que este, puede nombrar las
personas que considere necesarias para que sean quienes se encarguen de
ejecutar sus disposiciones testamentarias. Así el artículo 780° de nuestro
Código Civil establece lo siguiente:

“Cuando hay varios albaceas testamentarios nombrados para que ejerzan el


cargo conjuntamente, vale lo que todos hagan de consuno o lo que haga uno de
ellos autorizado por los demás. En caso de desacuerdo vale lo que decide la
mayoría”.

Podemos inferir que este artículo se refiere a los albaceas simultáneos; es decir
aquellos que han sido designados para ejercer el cargo conjuntamente, por lo
que, según lo establece el código deben actuar de común acuerdo o en su caso
por mayoría. Como lo refiere Fernández, J. (2010) “Deben actuar unánimemente
(consuno), por delegación a uno de ellos o atendiendo a la democracia (por
mayoría)” (p. 196).

2.4. RESPONSABILIDAD SOLIDARIA DE LOS ALBACEAS

En este caso la norma civil en el artículo 781° hace mención respecto a cuál
sería la responsabilidad de los albaceas: “Es solidaria la responsabilidad de los
albaceas que ejercen conjuntamente el cargo, salvo disposición distinta del
testador”.
La norma en mención establece que en vista que el testador no señale
expresamente cual debe ser la responsabilidad de los albaceas designados, se
deberá entender que esta será solidaria entre todos los albaceas designados.
Debemos entender esta interpretación como una imposición por la ley a causa
de la omisión del testador de pronunciarse respecto a la no procedencia de la
responsabilidad solidaria, por lo que al no haberlo hecho regirá este tipo de
responsabilidad.

Sin embargo Aguilar, B. (2010) explica que el hecho de que la norma imponga la
responsabilidad solidaria, si el testador no ha hecho mención a cual debería
operar, recaería en una injusticia ya que:

Ante la pluralidad de albaceas y exista desacuerdo entre ellos, lo que


obliga a tomar los acuerdos por mayoría, de hecho va a haber albaceas
que hayan fundamentado su discordia, e incluso pidan que se levante acta
sobre el particular; ahora bien, si ese acuerdo mayoritario causa perjuicios
a los herederos en tanto que se ha mermado el patrimonio hereditario, no
entendemos por qué los que estuvieron en desacuerdo tengan que
responder solidariamente ante los sucesores, más aún al salvar su voto
no debería alcanzarles ningún tipo de responsabilidad, sin embargo lo
cierto y concreto es que el Código Civil se pronuncia por la
responsabilidad, y no cualquier responsabilidad sino la de mayor
gravedad como es la solidaria.

De hecho es muy cierto lo que señala el autor ya que se pueden presentar casos
en los que el testador por considerar un mejor cumplimiento de su última voluntad
establece en su testamento a dos personas como albaceas, los cuales según lo
señala la norma ejercerían el cargo en conjunto, pero si bien es cierto la norma
prevé que estos puedan tener diferencias para lo cual la solución sería tomada
por la mayoría; en este caso no se podría ya que solo son dos personas y las
mismas están en discordia por lo que no habría mayoría que decida y una mala
decisión adoptada haría al otro caer en una responsabilidad solidaria. Es por esto
que lo mejor sería no permitir el nombramiento de una pluralidad de albaceas o
en su caso al menos tener presente el testador pronunciarse respecto a la no
procedencia de este tipo de responsabilidad.

2.5. EJERCICIO CONCURRENTE O SUCESIVO DEL ALBACEA

Ahora en el caso de que el testador haya manifestado una pluralidad de


albaceas designados en su testamento; pero no haya previsto su actuación
conjunta el desempeño del cargo se hará de manera sucesiva, pues así lo
dispone nuestro Código Civil en su artículo 782º: “Si el testador no dispone que
los albaceas actúen conjuntamente, ni les atribuye funciones específicas a cada
uno de ellos, desempeñarán el cargo sucesivamente, unos a falta de otros, en
el orden en que se les ha designado”.

En otras palabras para que opere esta regla de sucesión, el testador no ha


tenido que haber prescrito en su testamento la actuación conjunta de las
personas que ha designado para sus albaceas, tampoco ha debido haberles
asignado alguna función en específico que haga que cada uno se desempeñe
individualmente según lo encomendado, de esta manera podrán sucederse en
la forma que lo establece la norma.

Así pues ante la falta de un albacea que ha sido designado principalmente por
el testador para que desempeñe tal cargo, lo podrán suceder los demás que
también han sido designados por el testador en la medida del orden que fueron
determinados.

2.6. IMPEDIMENTOS PARA SER ALBACEAZGO

Nuestra norma civil más que señalar quiénes podrían ser albaceas, se ha
limitado de una forma más breve a considerar y establecer aquellas personas
que no calificarían para desempeñar este cargo. Es por esto que el artículo 783º
establece que: “No puede ser albacea el que está incurso en los Artículos 667º,
744º, 745º y 746º”; mismo que se refieren a la indignidad, desheredación de
descendientes, ascendientes y cónyuge respectivamente. De tal manera que se
entiende que las personas que no incurra en alguna de estas causales, podrá
libremente ser designada como albacea.

Por su parte el artículo 667º establece que: “Son excluidos de la sucesión de


determinada persona, por indignidad, como herederos o legatarios”:

a) Los autores y cómplices de homicidio doloso o de su tentativa,


cometidos contra la vida del causante, de sus ascendientes,
descendientes o cónyuge. Esta causal de indignidad no desaparece
por el indulto ni por la prescripción de la pena.
b) Los que hubieran sido condenados por delito doloso cometido en
agravio del causante o de alguna de las personas a las que se refiere
el inciso anterior.
c) Los que hubieran denunciado calumniosamente al causante por delito
al que la ley sanciona con pena privativa de libertad.
d) Los que hubieran empleado dolo o violencia para impedir al causante
que otorgue testamento o para obligarle a hacerlo, o para que revoque
total o parcialmente el otorgado.
e) Los que destruyan, oculten, falsifiquen o alteren el testamento de la
persona de cuya sucesión se trata y quienes, a sabiendas, hagan uso
de un testamento falsificado.
f) Los que hubieran sido sancionados con sentencia firme en un proceso
de violencia familiar en agravio del causante.
g) Es indigno de suceder al hijo, el progenitor que no lo hubiera
reconocido voluntariamente durante la minoría de edad o que no le
haya prestado alimentos y asistencia conforme a sus posibilidades
económicas, aun cuando haya alcanzado la mayoría de edad, si
estuviera imposibilitado de procurarse sus propios recursos
económicos. También es indigno de suceder al causante el pariente
con vocación hereditaria o el cónyuge que no le haya prestado
asistencia y alimentos cuando por ley estuviera obligado a hacerlo y
se hubiera planteado como tal en la vía judicial.
Así también por lado el artículo 744º establece que: Son causales de
desheredación de los descendientes:

a) Haber maltratado de obra o injuriado grave y reiteradamente al


ascendiente o a su cónyuge, si éste es también ascendiente del
ofensor.
b) Haberle negado sin motivo justificado los alimentos o haber
abandonado al ascendiente encontrándose éste gravemente enfermo
o sin poder valerse por sí mismo.
c) Haberle privado de su libertad injustificadamente.
d) Llevar el descendiente una vida deshonrosa o inmoral.

De la misma manera el artículo 745º establece que: Son causales de


desheredación de los ascendientes:

a) Haber negado injustificadamente los alimentos a sus descendientes.


b) Haber incurrido el ascendiente en alguna de las causas por las que se
pierde la patria potestad o haber sido privado de ella.

Por último el artículo 746° establece que: “Son causales de desheredación del
cónyuge las previstas en el artículo 333, incisos 1 a 6”. Es decir las siguientes:

1. El adulterio.
2. La violencia física o psicológica, que el juez apreciará según las
circunstancias.
3. El atentado contra la vida del cónyuge.
4. La injuria grave, que haga insoportable la vida en común.
5. El abandono injustificado de la casa conyugal por más de dos años
continuos o cuando la duración sumada de los períodos de abandono
exceda a este plazo.
6. La conducta deshonrosa que haga insoportable la vida en común.

2.7. ALBACEAZGO POR PERSONAS JURÍDICAS


Nuestra norma civil ha admitido mediante artículo 784° la participación de
personas jurídicas como albaceas, pues ha dispuesto lo siguiente: “Pueden ser
albaceas las personas jurídicas autorizadas por ley o por su estatuto”.

Ferrero A. (1999) considera que:

La redacción del nuevo Código es más adecuada y clara que la del Código
derogado, ya que es comprensible que una persona jurídica pueda ser
considerada por el testador como la persona más idónea para ejecutar su
testamento, como puede ocurrir con una entidad financiera o cualquier
otra que su estatuto lo permita, dado el prestigio que pueda tener la
entidad.

Respecto a la autorización legal para que una persona jurídica ejerza el cargo
de albacea, debe tenerse presente que además de la existencia de una norma
autoritativa, se requerirá de un acto de designación por el testador o el juez y en
ese último supuesto, la aceptación del encargo por parte de la persona jurídica
(salvo prohibición estatutaria). En el caso de los bancos, la Ley N° 26702, Ley
General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la
Superintendencia de Banca y Seguros, en el inciso 5) de su artículo 275 los
autoriza expresamente a "ejercer el cargo de albacea testamentario o dativo".

En cuanto a la autorización estatutaria, debe decirse que, igualmente, no será


suficiente que exista un dispositivo en el estatuto que autorice al ejercicio del
cargo de albacea, sino que además exista un acto de designación previa como
tal y que la persona jurídica la acepte.

Frente a esto LOHMANN G. (1998) considera:

Inconveniente la decisión legal de exigir autorización estatutaria expresa


para ejercer el cargo de albacea, siendo suficiente que el estatuto no lo
prohíba y que no esté en contradicción con los fines u objeto que el
estatuto faculta realizar a los órganos de la persona jurídica.
2.8. EXCUSA Y RENUNCIA DEL ALBACEA

Así como el testador de propia voluntad ha designado a una persona para que
a su muerte sea su albacea, esta última puede también de manera voluntaria
decidir entre aceptar o no el cargo. Así pues el artículo 785º dispone que: “El
albacea puede excusarse de aceptar el cargo, pero si lo hubiera aceptado, no
podrá renunciarlo sino por justa causa, a juicio del juez”. Entendemos por
excusa aquel término que supone una declaración de voluntad negativa, en este
caso, por parte del albacea de no querer ser tal.

Ahora bien, si por un lado, la excusa significa voluntad de no querer asumir


el cargo, la renuncia implica existencia de aceptación previa y decisión de
no continuar ejerciendo el cargo de albacea. Nuestro Código Civil
establece que el cargo de albacea no puede renunciarse sino por la
existencia de justa causa, la cual será apreciada por el juez. En este
sentido, la norma deja sin especificar qué haya de entenderse por justa
causa y como que deja la apreciación de la misma al prudente arbitrio del
juez, constituyéndose ésta en una cuestión a dilucidar ante cada caso
concreto, teniendo en cuenta la función que cumple el albacea en nuestro
ordenamiento jurídico (Aguilar, B. 2010).

2.9. PLAZO PARA ACEPTACIÓN DEL CARGO

Si por el contrario el albacea no decide excusarse de su cargo y más bien lo


acepta, este deberá hacerlo según lo dispone el artículo 786º: “Mientras el
albacea no acepte el cargo o no se excuse, el juez al que corresponda conocer
de la sucesión, a solicitud de parte interesada, le señalará un plazo prudencial
para la aceptación, transcurrido el cual se tendrá por rehusado”.

Así se tiene que a diferencia del derecho a la herencia, esta se presume


aceptada si el heredero no ha renunciado a ella; en el albaceazgo sucede lo
contrario, el albacea tiene que manifestar su aceptación, pues, si no lo hace será
el juez quién intervenga según lo establece el artículo.
Respecto al plazo prudencial que señala la norma que tendrá el juez de
establecer a pedido de solicitud de parte interesada si el albacea no ha
manifestado su aceptación ni rehusamiento del cargo, debe entenderse según
Lohmann, G. (1998) que:

Nuestro Código Civil no establece un límite temporal para que el albacea


decida si acepta o renuncia. Es el juez el que, a solicitud de parte
interesada, le fija un plazo para que exprese su decisión, de donde se
deduce que mientras nadie formule el pedido judicial, el llamado al
albaceazgo puede abstenerse de todo pronunciamiento. Y tal abstención
no implica ni aceptación ni renuncia ni la demora es causa de
responsabilidad.

2.10. OBLIGACIONES DEL ALBACEA

Según el artículo 787º: “Son obligaciones del albacea” las siguientes:

1. Atender a la inhumación del cadáver del testador o a su incineración si


éste lo hubiera dispuesto así, sin perjuicio de lo establecido en el Artículo
13º.
2. Ejercitar las acciones judiciales y extrajudiciales para la seguridad de los
bienes hereditarios.
3. Hacer inventario judicial de los bienes que constituyen la herencia, con
citación de los herederos, legatarios y acreedores de quienes tenga
conocimiento.
4. Administrar los bienes de la herencia que no hayan sido adjudicados por
el testador, hasta que sean entregados a los herederos o legatarios, salvo
disposición diversa del testador.
5. Pagar las deudas y cargas de la herencia, con conocimiento de los
herederos.
6. Pagar o entregar los legados.
7. Vender los bienes hereditarios con autorización expresa del testador, o de
los herederos, o del juez, en cuanto sea indispensable para pagar las
deudas de la herencia y los legados.
8. Procurar la división y partición de la herencia.
9. Cumplir los encargos especiales del testador.
10. Sostener la validez del testamento en el juicio de impugnación que se
promueva, sin perjuicio del apersonamiento que, en tal caso, corresponde
a los herederos.

2.11. PERSONERÍA ESPECÍFICA DE LOS ALBACEAS

Según el artículo 788º: “Los albaceas no son representantes de la testamentaría


para demandar ni responder en juicio, sino tratándose de los encargos del
testador, de la administración que les corresponde y del caso del Artículo 787º,
inciso 10”.

Para dar cumplimiento a las disposiciones de última voluntad el albacea o


ejecutor testamentario no requiere, ordinariamente, de la facultad de
representación de la sucesión testamentaria, ya sea para demandar, ya
sea para responder en juicio. Sin embargo la representación de la
sucesión testamentaria que pueda otorgarse o reconocerse al albacea no
constituye finalidad del albaceazgo. Esta facultad tiene, en todo caso, la
condición de medio o de instrumento para el mejor cumplimiento de la
última voluntad del testador, es decir de la finalidad del albaceazgo
(Aguilar, B. 2010).

Es así que como excepción a dicha regla, la parte final del artículo en comentario
otorga tal representación a los albaceas o ejecutores testamentarios designados
por el testador, facultándoles a interponer demandas o a responder en juicio, en
tres situaciones que expresamente considera.

Así, esta representación procede tratándose del cumplimiento de los encargos


del testador; de la administración que corresponde a los albaceas; y, finalmente,
de la obligación de éstos de sostener la validez del testamento en el juicio de
impugnación que se promueva y a que se refiere el inciso 10 del artículo 787,
caso este último en que tal representación de la sucesión testamentaria por el
albacea se ejerce sin perjuicio del apersonamiento que corresponde a los
herederos.

2.12. CARÁCTER PERSONAL DEL ALBACEAZGO

El cargo de albacea además de ser voluntario es también personalísimo, es


decir, este cargo no se puede delegar a otra persona, ya que, solo lo puede
desempeñar la persona designado por el testador. Sin embargo el artículo 789º
de nuestro Código Civil establece que: “El albaceazgo es indelegable; pero
pueden ejercerse en casos justificados algunas funciones mediante
representantes, bajo las órdenes y responsabilidad del albacea”.

Se consagra el carácter indelegable del albaceazgo, estableciéndose la


posibilidad de que, cuando las circunstancias lo requieran, el albacea se
apoye en representantes para asuntos específicos. No obstante,
adviértase que los representantes que se designe jamás podrán ser
considerados albaceas o ejecutores testamentarios, habida cuenta que se
trata de un cargo indelegable, debiendo entenderse que obran bajo las
órdenes y responsabilidad del albacea. (Aguilar, B. 2010).

2.13. POSESIÓN DE BIENES HEREDITARIOS POR EL ALBACEA

Según el artículo 790º: “Si el testador no instituye herederos, sino solamente


legatarios, la posesión de los bienes hereditarios corresponde al albacea, hasta
que sean pagadas las deudas de la herencia y los legados”.

Respecto al artículo en comento, conviene aclarar que si bien el testador


solamente instituye legatarios pero no herederos, no debe entenderse que estos
últimas no existan, sino simplemente que no fueron designados en el testamento
respectivo.

En tal sentido, el legislador ha tratado de proteger a los acreedores del


testador, quienes no pueden ser perjudicados por los actos de liberalidad
de éste, derivando la responsabilidad del cumplimiento de las
obligaciones al albacea nombrado. Por ello, el albacea se encuentra
facultado para iniciar cualquier acción judicial o extrajudicial orientada a
lograr la posesión de los bienes hereditarios, de conformidad con lo
dispuesto en el inciso 2 del artículo 787 del Código Civil que dispone que:
"son obligaciones del albacea: ejercitar las acciones judiciales y
extrajudiciales para la seguridad de los bienes hereditarios" (Aguilar, B.
2010).

2.14. ACTOS DE CONSERVACIÓN DEL ALBACEA

Según el artículo 791º: “Los herederos o legatarios pueden pedir al albacea la


adopción de medidas necesarias para mantener la indemnidad de los bienes
hereditarios”.

Debemos entender por indemnidad aquella seguridad, caución o fianza dada a


una persona o corporación de que no experimentará daños o perjuicios por la
realización de algún acto. Condición o estado del exento de padecer un mal en
su persona o bienes.

Así pues según Aguilar, B. (2010) el artículo en mención:

se orienta a proteger los bienes hereditarios, facultando a los herederos o


a los legatarios para exigir al albacea la adopción de medidas con dicha
finalidad; debiendo aclarar que no solamente debe suponerse la adopción
de medidas judiciales sino también extrajudiciales, en concordancia con
lo dispuesto en el inciso 2) del artículo 787 del Código Civil, el mismo que
dispone que "son obligaciones del albacea: ejercitar las acciones
judiciales y extrajudiciales para la seguridad de los bienes hereditarios".

2.15. ALBACEA DATIVO

De acuerdo a la clasificación a la que hacíamos referencia en la definición de


albaceazgo, es posible la existencia de un albacea dativo, es decir aquel
nombrado por un juez cuando el testador no designó alguno o cuando los
herederos no quieren desempeñar el cargo del albacea que no acepto el mismo.
El artículo 792º de nuestra norma Civil dispone que: “Si el testador no hubiera
designado albacea o si el nombrado no puede o no quiere desempeñar el cargo,
sus atribuciones serán ejercidas por los herederos, y si no están de acuerdo,
deberán pedir al juez el nombramiento de albacea dativo”.

De esto se tiene que el albacea dativo tiene su participación cuándo:

En primer lugar cuando el testador no hubiese nombrado albacea,


amparando su decisión en que dicho nombramiento es un acto libre,
voluntario y facultativo del testador. En segundo lugar, cuando el albacea
designado por el testador no puede aceptar el cargo, pues podría estar
inmerso dentro de las causales de impedimento establecidas en el artículo
783 del Código Civil, o simplemente carecer de capacidad legal de
ejercicio. Y en tercer lugar, cuando el albacea nombrado no quiera
desempeñar el cargo encomendado, en cuyo caso podrá excusarse antes
de aceptarlo, pues si lo hubiera aceptado no podría renunciar, salvo que
exista una causa que lo justifique a criterio del juez. Consecuentemente,
cualquiera de las situaciones precedentes obligará a los herederos del
testador a asumir las atribuciones del albacea, y a falta de acuerdo será
el juzgador quien designe a la persona que desempeñe dicho cargo
(Aguilar, B. 2010).

2.16. REMUNERACIÓN DEL ALBACEA

Se tiene también que el cargo de albacea además de ser voluntario y


personalísimo, es también remunerativo, ya que, si el albaceazgo implica un
trabajo por parte del albacea, este debería ser compensado; sin embargo nuestra
norma prevé que este cargo pueda ser gratuito si así lo dispone el testador.

Así se tiene que el artículo 793º de nuestra norma civil, dispone que: “El cargo
de albacea es remunerado, salvo que el testador disponga su gratuidad. La
remuneración no será mayor del cuatro por ciento de la masa líquida. En defecto
de la determinación de la remuneración por el testador, lo hará el juez, quien
también señalará la del albacea dativo”.

Se entiende que el establecimiento de la gratuidad debe ser expresa, pues en el


caso de que no se haya hecho mayor referencia al pago, se toma como
remunerado y se aplica lo dispuesto en el último párrafo de este artículo, cuando
se prescribe que en defecto de la determinación de la remuneración por el
testador lo hará el juez

2.17. RENDICIÓN DE CUENTA DEL ALBACEA

Según el artículo 794º de nuestro Código Civil se establece que: “Aunque el


testador le hubiera eximido de este deber, dentro de los sesenta días de
terminado el albaceazgo, el albacea debe presentar a los sucesores un informe
escrito de su gestión y, de ser el caso, las cuentas correspondientes, con los
documentos del caso u ofreciendo otro medio probatorio. Las cuentas no
requieren la observancia de formalidad especial en cuanto a su contenido,
siempre que figure una relación ordenada de ingresos y gastos”.
También cumplirá este deber durante el ejercicio del cargo, con frecuencia no
inferior a seis meses, cuando lo ordene el Juez Civil a pedido de cualquier
sucesor. La solicitud se tramita como proceso no contencioso.
El informe y las cuentas se entienden aprobados si dentro del plazo de caducidad
de sesenta días de presentados no se solicita judicialmente su desaprobación,
como proceso de conocimiento. Las reglas contenidas en este artículo son de
aplicación supletoria a todos los demás casos en los que exista deber legal o
convencional de presentar cuentas de ingresos y gastos o informes de gestión.

De esta manera se debe entender por, rendición de cuentas: La presentación, al


conocimiento de quien corresponda, para su examen y verificación, de la relación
minuciosa y justificada de gastos e ingresos de una administración o gestión. La
obligación de presentar el informe y las cuentas por parte del albacea no solo
surgen con la terminación del albaceazgo -como se establece en el primer
párrafo del artículo 794-. Esta obligación puede surgir también durante el
ejercicio mismo del cargo, ante la solicitud tramitada por cualquier sucesor como
proceso no contencioso, y consecuentemente ordenada por el juez civil. Se
establece asimismo, un plazo de caducidad de sesenta días desde que fueron
presentados el informe y las cuentas, para solicitar judicialmente su
desaprobación, mediante el proceso de conocimiento. Transcurrido dicho plazo
se entienden aprobados ambos.

2.18. REMOCIÓN DEL ALBACEA

Artículo 795º: Puede solicitarse, como proceso sumarísimo, la remoción del


albacea que no ha empezado la facción de inventarios dentro de los noventa
días de la muerte del testador, o de protocolizado el testamento, o de su
nombramiento judicial, lo que corresponda, o dentro de los treinta días de haber
sido requerido notarialmente con tal objeto por los sucesores.

Cabanellas, G. (1981) define la remoción como "la privación del desempeño de


esa función, ejecutoria en lo testamentario, por iniciativa de herederos o
legatarios o por decisión judicial" (p.128).

2.19. CESE DEL CARGO DEL ALBACEA

El artículo 796º de nuestro Código Civil dispone que: “El cargo de albacea
termina” por las siguientes razones:

1. Por haber transcurrido dos años desde su aceptación, salvo el mayor


plazo que señale el testador, o que conceda el juez con acuerdo de la
mayoría de los herederos.

Esto explica que la norma consagra dos excepciones: el mayor plazo que hubiera
señalado el testador o el mayor lazo que conceda el juez con acuerdo de la
mayoría de los herederos. En consecuencia, en la hipótesis de que el testador
no hubiese señalado plazo mayor para el ejercicio del albaceazgo por la persona
designada por él en su testamento, el cargo termina al cumplirse los dos años a
que se contrae el numeral 1 de la norma en comentario.
2. Por haber concluido sus funciones.

Si el albacea designado ha dado ya cumplimiento a todas y cada una de las


obligaciones que le corresponden de acuerdo con la norma del artículo 787, así
como a las disposiciones de última voluntad del causante, habrá terminado el
cargo.

3. Por renuncia con aprobación judicial.

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 785°, si bien el albacea tiene la


facultad de excusarse de la aceptación del cargo, el albacea designado que
hubiese aceptado ya ejercer el cargo, no podrá renunciarlo sino por justa causa,
a juicio del juez.

4. Por incapacidad legal o física que impida el desempeño de la función.

Como se aprecia de la normatividad relativa a la institución del albaceazgo, ella


no contiene disposición alguna dirigida a establecer las causas de incapacidad
legal o física o, en todo caso, a fijar un criterio general que permita determinarlas,
como sí hace el Libro Derecho de Familia a efectos de determinar quiénes no
pueden ser tutores, curadores o miembros del consejo de familia. Es más, el
Título VIII del Libro de Derecho de Sucesiones, dedicado a la institución del
albaceazgo, no contiene artículo alguno que permita establecer las situaciones
en que la persona designada o nombrada albacea pueda excusarse del
desempeño del cargo o renunciar al mismo. Finalmente, tampoco determina los
casos que configuran o pueden configurar impedimento para su ejercicio
(Aguilar, B. 2010).

5. Por remoción judicial, a petición de parte debidamente fundamentada.

Según lo dispuesto por el artículo 795°, la remoción que origine el término del
cargo de albacea debe reunir, para ser eficaz, las siguientes notas
características: Debe originarse en petición de parte. Ella podrá estar constituida
por uno o más de los sucesores; por uno o más de los acreedores de la sucesión;
por cualquier persona con legítimo interés económico o moral, siendo que este
último -salvo disposición expresa de la ley autorizará la acción solo cuando se
refiera directamente al agente o a su familia. Debe sustentarse o responder a
una petición de parte que se halle debidamente fundamentada. Y debe ser
dispuesta mediante resolución judicial.

6. Por muerte, desaparición o declaración de ausencia.

La primera situación obedece al hecho de que, tal como declara el artículo 61


del Código vigente, la muerte pone fin a la persona. En cuanto concierne a las
otras dos si bien es cierto la persona continúa existiendo pues ni la desaparición
ni la declaración de ausencia equivalen a la muerte y por tanto no ponen fin a la
persona, pero este albacea desaparecido o declarado ausente no podrá ejercer
el cargo para el que fue designado por el testador o para el que fue nombrado
judicialmente como albacea dativo.

2.20. EXIGIBILIDAD DE CUMPLIMIENTO DE LA VOLUNTAD DEL


TESTADOR

Artículo 797º.- El albacea está facultado durante el ejercicio de su cargo y en


cualquier tiempo después de haberlo ejercido, para exigir que se cumpla la
voluntad del testador. Carece de esta facultad el que cesó por renuncia o por
haber sido removido del cargo.

Lo dispuesto, reconoce al albacea la facultad para exigir que se cumpla la


voluntad del testador, tanto durante el ejercicio de su cargo como en cualquier
tiempo después de haberlo ejercido. En su parte final, este artículo limita esta
facultad, privando de ella al albacea que cesó por renuncia o por haber sido
removido del cargo. Se entiende esta carencia referida, obviamente, al tiempo
después de haber ejercido el albaceazgo. Durante su ejercicio, es imposible
prever en el caso concreto que dicho cargo va a terminar por renuncia o por
remoción de su titular.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Aguilar, B. (2010) Reproducción del Código Civil comentado, T. IV Derecho de


Sucesiones. Perú: Gaceta Jurídica.
Cabanellas, G. (1981) Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, tomos IV y
VII, 16va Edición. Buenos Aires: Heliasta.
Fernández, J. (2010) Derecho de Sucesiones. 1ra Ed. Madrid, España: Reus.
Ferrero, A. (1999) Tratado de Derecho Civil: Derecho de Sucesiones. T. V,
Volumen 11. Lima: Universidad de Lima.
Ferrero, A. (2016) Tratado de Derecho de Sucesiones 9na Edición. Lima:
Instituto Pacífico.
Lohmann, G. (1998) Derecho de Sucesiones. En la colección "Para leer el
Código Civil". Lima - Pontificia Universidad Católica del Perú. Tomo 11-
2da parte. Lima.

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