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Estudiar da asco si no sabes cómo hacerlo

ISBN 978-84-09-00371-6
Número de Registro 2018017527

Primera edición
05/03/2018
Estudiar da asco si no sabes cómo hacerlo

Giacomo Navone
Michele D’Antino
Katia Brunetto
Marco Bevanati
Theo Scacchi
Filippo Bruni
Lucrezia Vattimo
Alessandro Fornelli
Valerio Sepe
Laura Revilla
Giulia Nicoli
Andrea Ainciburu

Ed. Crecimiento Personal, 2018


Índice

Introducción Pág. 1
Valerio Sepe

Instrucciones de uso Pág. 9


Giacomo Navone

Capítulo 1 – La concentración Pág. 16


Alessandro Fornelli

Capítulo 2 – Lectura rápida Pág. 33


Laura Revilla

Capítulo 3 – Cómo tomar apuntes Pág. 53


Marco Bevanati

Capítulo 4 – La comprensión Pág. 63


Andrea Ainciburu

Capítulo 5 – La elaboración del texto Pág. 67


Filippo Bruni

Capítulo 6 – Mapas Mentales Pág. 79


Katia Brunetto

Capítulo 7 – Cómo recordarlo todo Pág. 88


Theo Scacchi

Capítulo 8 – A largo plazo Pág. 99


Lucrezia Vattimo
Capítulo 9 – Hablar en público Pág. 111
Giulia Nicoli

Capítulo 10 – Varios tipos de examen Pág. 119


Marco Bevanati

Capítulo 11 – Los ciclos de estudio Pág. 143


Giacomo Navone

Capítulo 12 – Aproximación al estudio Pág. 158


Michele D’Antino

Conclusiones Pág. 174

Apéndice Pág. 179


Introducción
Valerio Sepe, Instructor del Curso Genius en Madrid

Si hay una cosa que me gusta de mi trabajo es conocer las viven-


cias de la gente. De dónde vienen, a dónde quieren llegar, por qué.
Qué les mueve, qué les motiva. Cuando las técnicas que enseña-
mos han empezado a formar parte importante de su historia, hace
que me de cuenta que hemos dado en la diana.
A menudo me gusta compartir los testimonios de los asistentes a
los cursos porque contienen todos los ingredientes de lo que co-
mentamos en el curso. Lo veremos en este libro, son verdaderos,
posibles y concretos. De ellos siempre extraigo enseñanzas impor-
tantes y me recargo de una energía que tan solo las grandes em-
presas son capaces de crear. Esto vale también para otros muchos
campos: saber que hay personas que consiguen hacer cosas extra-
ordinarias es una fuente de inspiración para volver a encender el
entusiasmo, las ganas de hacer cosas y la motivación para mejorar-
lo todo. Por esto te quiero hablar de Lucrezia. Su historia, por ex-
traordinaria que parezca, es una historia de resultados que hemos
visto con frecuencia en Genius. Si he escogido su caso es porque
me ha llamado particularmente la atención al ser una de las perso-
nas osadas, y tal vez un poco ingenuas que, hace cuatro años, de-
cidió venir a España para expandir nuestra actividad, hasta ese
momento presente solo en Italia. En el apéndice de este libro, si
quieres profundizar, te contamos cómo fue aquella aventura.
Hablaré de Lucrezia porque me gustaría que un día tú pudieras
pudieras estar en su piel.
Conocí a Lucrezia hace muchos años. Desde el primer momento
aprecié que era una de esas personas que no pierden tiempo en
quejarse de lo que no funciona en su vida, sino que se arremangan
y crean el camino que quieren recorrer si éste no existe. Créeme, si
un día la conoces y te cuenta su historia, te darás cuenta que la
suya no ha sido una vida fácil. Pero ella decidió no perder tiempo
quejándose, sino que ha preferido dedicar su atención y energía en
construir su futuro.

En septiembre de 2013, cuando nos subimos al avión para llevar


el Curso Genius a esta tierra maravillosa que es España, que nos
conquistó y acogió enseguida, Lucrezia todavía estaba inscrita en
la Facultad de Economía de la Universidad de Siena. Le faltaban
tres exámenes y la tesis para graduarse. Lo que os cuento ahora lo
he vivido en primera persona. Justo antes de irnos, había hecho y
aprobado el examen de Derecho Internacional. La próxima con-
vocatoria sería en noviembre y en su expediente académico falta-
ban solamente el examen de Derecho Público y el de Derecho
Comercial, de un total de 1.400 páginas. Nuestras jornadas espa-
ñolas eran muy intensas: las mañanas estaban dedicadas al estudio
del español. Las tardes y noches, en cambio, trabajábamos para
involucrar personas en el curso Genius. Salíamos de casa a las
ocho de la mañana y nunca estábamos de vuelta antes de las diez
de la noche. Lucrezia, por supuesto, seguía este ritmo, por lo que
estudiaba una hora cada noche, de las once a medianoche, durante
cuatro días a la semana porque los otros tres también hacíamos
presentaciones por la tarde hasta altas horas de la noche. Con es-
tas cuatro horas semanales, entre octubre y noviembre, logró pre-
parar las 1.400 páginas que le faltaban para concluir los exámenes.
Se presentó a la convocatoria de otoño y aprobó los últimos dos
exámenes que le faltaban: seiscientas páginas de Derecho Público
y ochocientas de Derecho Comercial. Si te preguntas en este mo-
mento cómo hizo para presentarse a exámenes tan complejos es-
tudiando tan solo una hora al día, creo que estás leyendo el libro
correcto.
Como habrás intuido, no era suficiente tener a su disposición un
método que le permitiera aprender rápidamente, sino también y
sobretodo una técnica que le diera la garantía de recordar a largo
plazo todo lo estudiado.
¿Cuántas veces te ha pasado haber estudiado algo, pero te has ol-
vidado de casi todo en un par de semanas?. Lucrezia no se lo po-
día permitir: tenía que aprender y memorizar todo en un plazo de
por lo menos dos meses. Lo que había estudiado el cinco de sep-
tiembre tenía que estar perfectamente grabado en su mente el cin-
co de noviembre y con tal contundencia que no tuviera la necesi-
dad de repasarlo. Esto, lo sabes, habría sido imposible de haber
tenido que hacerlo de la forma que se imparte en los institutos. En
cambio, usando un método distinto y eficaz, que es el que vas a
aprender leyendo este libro y asistiendo al curso, tú también ten-
drías la posibilidad de estudiar más rápidamente, conseguir ópti-
mos resultados y recordar las informaciones memorizadas a largo
plazo.
Pero volvamos a Lucrezia, pues la historia no acaba ahí. Como os
comentaba, todavía le faltaba la tesis. Elige el tema de la suya con
un profesor de estadística y matemáticas, prepara un proyecto so-
bre un algoritmo muy particular que se usa en Crotone (Calabria,
Italia) para calcular el recorrido correcto para la retirada y entrega
del correo. La última fecha para inscribirse y poder conseguir la
licenciatura era el 12 de enero de 2014. El día 4, Lucrezia le entre-
ga la tesis al profesor para una última revisión y éste se da cuenta
en aquel momento que no le ha dicho que, si quiere conseguir la
licenciatura y validarla, tiene que estar dos meses en Siena para
poner el proyecto en marcha y hacer una serie de investigaciones
adicionales in situ. Lucrezia le recuerda que ahora vive y trabaja en
España y que no le es posible desplazarse, pero el profesor no
cede: si no acepta estas condiciones, no presentará su tesis. Días
que faltan para la fecha límite: ocho. Tesis alternativa lista en algún
cajón: cero.

La perspectiva más aceptable en aquel momento era perder seis


meses y presentarse a la próxima convocatoria. ¿Qué reprochar a
Lucrezia si hubiera escogido esta solución?
Pero como ya te decía antes, Lucrezia había descubierto hacía
tiempo cuanta satisfacción se experimenta cuando no te limitas a
lo que la vida te pone por delante y buscas una salida incluso
cuando parece que sea imposible que la haya. En este momento te
parecerá que es solamente un juego de motivación, pero la verdad
es que cuando adquieres una fuerza tan grande como la que nace
tras aprender a estudiar como nosotros enseñamos, ya no hay
nada que te parezca imposible. Tras darle un par de vueltas, Lu-
crezia llamó por teléfono al profesor de Derecho Comercial con
quién había presentado los últimos dos exámenes en noviembre,
le encuentra receptivo y acuerdan que hará una tesis sobre el regis-
tro de marcas, tema sobre el cual no tenía ni idea, igual que yo no
tengo ni la más mínima idea del apareamiento de los monos suri-
catos en África.
En siete días, del cinco al doce de enero de 2014:
• Leyó más de 2.000 páginas sobre estrategias de registro de
marcas, aplicando nuestro método de lectura rápida.
• Escribió una tesis en la cual comparaba las marcas Apple,
Citroën y el Curso Genius, explicando también la creación
del logo.

El doce de enero presentaba su tesis, el 20 de febrero se graduaba.


Hay una foto en recuerdo de aquel día, aparece radiante, con la
toga en la cabeza y un bonito ramo de flores en la mano.
Cada vez que veo esta foto, pienso en la diferencia que nuestro
Sistema de Estudio puede aportar en la vida de la gente.
Lucrezia, lo dice ella misma, nunca hubiera podido leer dos mil
páginas, escribir una tesis y además trabajar tantas horas sin un
método de estudio eficaz y rápido. Esto es lo que ha marcado una
diferencia fundamental en su caso. Por esto te queremos presentar
la potencialidad del método Genius y que tomes consciencia de
los aspectos del método tradicional de estudio que has aprendido
en el colegio que no funcionan.
Lo haremos de forma menos intensa que si estuvieras presente en
el curso, pues a solas con el libro no tienes a tu lado a la persona
que te ayuda a poner en práctica del mejor modo el conjunto de
información que adquirirás, pero podrás empezar a disfrutar de
los potenciales objetivos que puedes alcanzar con este método. Y
quién sabe si la próxima foto de graduación que reciba, después
de unos brillantes resultados, no será la tuya.

También quiero hablar en esta introducción de una herramienta


exclusiva de Genius que es esencial para entenderse a sí mismo y
orientarse mejor en la organización del estudio.
Me refiero al test AMOS, sigla en italiano de Abilità y Motivazione
allo Studio, es decir Habilidad y Motivación en el Estudio.

Son muchos los estudiantes que, a pesar de tener buen potencial


en el aprendizaje, no consiguen aprovecharlo adecuadamente. Por
este motivo aplicamos el Test AMOS a todas las personas que
quieren aprender el Método Genius. Concretamente este test nos
permite evaluar las habilidades de estudio, los estilos cognitivos y
la componente emocional y motivacional del aprendizaje. Permite
revelar los puntos fuertes y débiles de las modalidades de estudio,
preparar perfiles detallados para promover métodos eficaces y
equilibrar los aspectos emocionales y motivacionales. Resumiendo,
es una especie de radiografía de una persona que nos ayuda a en-
tender cómo funciona el software y cuáles son los únicos progra-
mas que se pueden instalar para ir más rápido. Instalar otros pro-
gramas significaría ralentizar el ordenador impidiéndole trabajar
como debería.

Aprender técnicas de aprendizaje sin conocer y aprovechar los re-


sultados de este test nos podría llevar a vivir momentos de atasco
que bloquean la resolución de los problemas que puedan existir en
el origen de la adquisición del método.
Un dato importante que se conoce gracias a los resultados de este
test es el estilo cognitivo.
¿Qué es?
Técnicamente es la modalidad de elaboración de la información
que el sujeto adopta de manera prevalente, que permanece en el
tiempo y que se extiende a diferentes tareas.
En otras palabras, es la estrategia principal que usamos para
aprender y para recordar a largo plazo.

Los expertos del aprendizaje definen seis estilos cognitivos princi-


pales.

Recuerda que también en este caso no se trata de un estilo único,


sino de uno predominante. Esto significa que podrías tener un es-
tilo cognitivo principal y otros secundarios para determinadas
asignaturas o actividades.
1) El estilo global/analítico: aquellas personas a las que les gusta
concentrarse en los detalles y/o en la totalidad.
2) El estilo dependiente/independiente del campo: se refiere,
como el anterior, a la percepción del conjunto o detallada, pero
tiene también en cuenta la capacidad de resolver problemas y
las características de personalidad.
3) El estilo verbal/visual: basado en la diferencia entre las perso-
nas a las que les gusta escuchar/hablar (verbal) o a aquellas que
prefieren imaginarse algo en la mente (visual). Este es un estilo
del que hablaremos largo y tendido.
4) El estilo convergente/divergente: los convergentes normal-
mente parten de una afirmación y tienden hacia una respuesta
única y previsible a través del uso de la lógica. Mientras que los
divergentes funcionan al contrario, partiendo de la afirmación
se mueven de manera creativa y original.
5) El estilo sistemático/intuitivo: se refiere al modo con el que se
llega a individualizar una regla o un criterio de clasificación. Si
se es sistemático, te mueves de manera que se pueda controlar
todo individualmente, una cosa a la vez. Si se es intuitivo, pro-
cedes a confirmar o rechazar por hipótesis.
6) El estilo impulsivo/reflexivo: se refiere al tiempo y los proce-
sos que adoptamos para resolver problemas difíciles. Este esti-
lo es muy intuitivo. Delante de un problema, puedes pararte a
reflexionar y al final llegar a la conclusión o puedes dar una so-
lución inmediatamente y luego corregirlo para ver los errores.

¿Cuál es tu estilo cognitivo?

¿Qué es lo que te permite hacerlo bien de manera natural?

¿Cómo puedes aprovecharlo a tu favor y evitar los límites?

No conocer la respuesta a estas preguntas es como no saber si mi


coche funciona con un motor diesel o gasolina, o si es un coche
eléctrico. Entonces es normal si has intentado usar estrategias en
tu vida que a lo mejor les funcionaban a tus amigos pero a ti no,
porque no respetaban tu estilo cognitivo.
Es verdad, “Estudiar da asco si no sabes cómo hacerlo” y esto
significa que tienes un mundo increíble aún por descubrir, aunque
desde siempre hayas sido un fenómeno en el aprendizaje.
Sé que este libro no puede tener el mismo efecto que el Curso
Genius, pero te aseguro que aplicando todo lo que encontrarás en
los próximos capítulos, tendrás la posibilidad de adquirir una ma-
yor consciencia y mejorar instantáneamente todas y cada una de
las fases del estudio.
¡Será más o menos como hacer un pit stop en una carrera de fór-
mula uno, poner a punto los ajustes y salir a por todas. Recárgate
de curiosidad y empeño y será un viaje maravilloso.
Espero conocerte pronto o leer los resultados que has obtenido
gracias a lo que aprenderás en estas páginas.
Instrucciones de Uso
Giacomo Navone, creador del Curso Genius

Fui un estudiante con muchas dificultades en mis primeros exá-


menes en la Facultad de Jurisprudencia de Torino. Así que tras pa-
sar por ello sin mucho bagaje sobre cómo aprender, -con muy
poco material disponible entonces, que era una pequeña parte del
que hemos desarrollado a día de hoy y miles de estudiantes- y tras
haberlo aplicado todo primero sobre mi mismo, hace dieciséis
años decidí que no iba a pasar mi vida en los pasillos de los tribu-
nales, sino que me iba a dedicar a enseñar cómo revolucionar a
mejor la vida de los estudiantes.
Desde entonces me dedico a la enseñanza y puesta a punto del
método de estudio que hoy es el Curso Genius, seleccionando de
forma casi compulsiva las estrategias y los estudios más avanzados
conocidos en los ámbitos científicos de todo el mundo para supe-
rar cualquier tipo de bloqueo o de problema que pueda existir en
el ámbito del aprendizaje.
Tras haber impartido decenas de conferencias en Institutos y Uni-
versidades, haber formado personas en empresas y haber tenido
miles de estudiantes en mis clases he creado el Curso Genius, que
ha sido definido por muchos como la “revolución del estudio".
Creo que esta definición es correcta porque si bien he empezado
aplicando sobre mí mismo las técnicas de memoria y lectura rápi-
da conocidas hace veinte años, con el tiempo me he dado cuenta
de que estas técnicas no eran suficientes: el aprendizaje y el estu-
dio son mecanismos mucho más complejos que las simples fases
que los componen.

Estudiar no es solo leer y memorizar la información. El éxito en el


estudio depende de una serie de fases y factores consecutivos y
acumulativos. Pocos saben que cometer errores durante una o más
de estas fases de estudio es en realidad la verdadera causa de todos
los problemas de cualquier estudiante: pocas ganas de estudiar y
poca concentración, demasiado tiempo tener resultados y dema-
siado estrés, mucho aburrimiento en el estudio y poca capacidad
de recordar los datos estudiados a largo plazo. Pero la mayoría de
la gente, sin tener bien clara la causa, acaba estrellándose, buscan-
do falsas soluciones que no resuelven la causa del problema.
Cuando decimos que estudiar da asco si no sabes cómo hacerlo,
¡es exactamente lo que queremos decir!
No nos referimos solamente a las técnicas de memoria o a la lec-
tura, sino al hecho de que hay un método para estudiar y para en-
frentarse a cada una de las fases del estudio que te permite cam-
biar drásticamente tus resultados, tu entusiasmo, tu capacidad de
concentración, el tiempo que necesitas para aprender, seguridad
en ti mismo/a en los exámenes, etc. Si nos sigues, descubrirás que
no es verdad que estudiar es aburrido o que hay que quedarse pe-
gado al escritorio durante muchas horas para conseguir los resul-
tados que quieres. Te darás cuenta que tener ansiedad y estrés, no
mantener la atención o no recordar de forma duradera lo leído, no
son males incurables.
Cada una de estas situaciones problemáticas deriva del único he-
cho de que hasta ahora nadie te ha enseñado cómo estudiar de
verdad.
Hasta este momento nadie te ha explicado que el aprendizaje es
un proceso compuesto por fases precisas, cada una de las cuales
debe abordarse con unos instrumentos específicos.

Si tienes problemas en el estudio, si no tienes un método eficaz, si


no consigues los resultados que te mereces o que consideras que
serían los justos en base a tu esfuerzo, o quieres mejorarlos, esto
significa que cometes errores en al menos una de estas fases de
estudio. El aprendizaje funciona de la misma forma para todo el
mundo, en la medida en que cada uno de nosotros pasa por las
mismas fases cuando aprende algo, la diferencia está en que unos
lo hacen muy bien y otros no tanto.
Hay personas, comúnmente denominadas “empollones", que por
algún motivo han encontrado por sí solos el modo para activar
una o más fases de la técnica de estudio, sin conocer necesaria-
mente el proceso entero.
Si eres una de estas personas, conocer el proceso entero y poner a
punto las estrategias para cada una de las fases hará de ti un Termi-
nator imparable y te regalará una montaña de horas de tiempo libre
para dedicarte a todo lo que te apetezca o te sirva.

Si, en cambio, eres de aquellos que a la pregunta “¿qué haces


cuando empiezas a estudiar?” responde más o menos así: “me
tengo que arrastrar hasta el escritorio porque no me apetece para
nada”, descubrirás cómo las ganas no tienen nada que ver con el
asunto y que, si no las tienes no es tu culpa, que no eres un vago,
sino que, sencillamente, no tienes la llave para abrir el engranaje de
tu aprendizaje natural. Descubrirás que es algo muy rápido y agra-
dable, si sabes cómo hacerlo.
Descubrirás también, siguiendo con la lectura de este libro hasta el
final, que las pocas ganas que tienes de estudiar están unidas a las
preocupaciones que tienes en relación al estudio.
Pensar que no eres alguien al que se le da bien a estudiar, no saber
por dónde empezar, no tener esperanzas de mejorar, haber proba-
do inútilmente todo, no es la aproximación más útil para cambiar
tus resultados.
Por el contrario, pensar que se tiene habilidad para el estudio, te-
ner un buen método y ser un estudiante asiduo producen resulta-
dos muy diferentes. Una mala aproximación casi siempre deriva de
tentativos fallidos y resultados insuficientes. Verás que, al acabar el
libro, aplicando cada consejo, te encontrarás en una situación
completamente distinta. Entendiendo y mejorando cada fase del
aprendizaje, conseguirás los resultados que quieres sin renunciar a
algo importante, como puede ser el deporte, la pareja o salir a di-
vertirte, y podrás evitar de una vez por todas, el estrés pre-exa-
men.
Volviendo a las fases –que veremos en detalle en los próximos ca-
pítulos gracias a doce personas especiales que te presentaré muy
pronto- la primera es la adquisición de datos de la cual hablaremos
en el capítulo 2.
Aquí se encuentra la verdadera causa de un problema que afecta a
mucha gente: la concentración. Por esto le hemos dedicado un ca-
pítulo entero a este tema. 

La adquisición de datos se hace o a través del canal auditivo o el
canal visual, es decir, escuchando a alguien cuando habla, por
ejemplo un profesor durante una lección, o leyendo un texto.
Ambos son canales de asimilación de información. Te explicare-
mos una modalidad de lectura más productiva y cuál es la modali-
dad de aproximación correcta para la información que solo po-
demos escuchar, por ejemplo cuanto tienes que tomar apuntes o
hacer esquemas.
Tan solo descubrir esta información te dará una ventaja competi-
tiva muy importante: se acabó transcribir horas de clases grabadas
por miedo a perder datos importantes.
Tras haber adquirido estos datos, tienes que entenderlos y luego
elaborarlos. Éstas son las dos fases sucesivas del aprendizaje.

Dentro de las mismas, te explicaremos:


• Cómo subrayar de manera eficaz sin gastarte un dineral en
las papelerías.
• Qué son y cómo seleccionar palabras clave y datos técni-
cos.
• Cómo y cuándo hacer esquemas.
• Cuáles son y cómo aplicar las técnicas más eficaces para
elaborar un texto.

Llegaremos por fin a la fase de memorización, la que precede al


momento de la presentación de los contenidos aprendidos. Ade-
más de explicarte las técnicas más eficaces y rápidas para aprender
cualquier tipo de contenido a largo plazo, daremos también res-
puesta a una serie de preguntas que casi nadie se plantea pero que
son indispensables: ¿Cuándo tengo que estudiar?, ¿cuánto tiempo
tengo que estudiar?, ¿cuándo conviene hacer pausas? y “¿cuánto
tienen que durar?
En este libro analizaremos todas estas fases: cómo aproximarse al
estudio, cómo adquirir los datos y seguir concentrado, cómo en-
tender más y mejor, cómo elaborar un texto, memorizar y recordar
más contenidos, cómo recordar a largo plazo los mismos conteni-
dos, cómo exponerlos y cuál es la dinámica más inteligente para el
estudio, o sea, cuándo estudiar, cómo estudiar, en qué lugar etc.
Durante los últimos años no solo he preparado a muchas personas
para la aplicación de este método, sino también he formado a mu-
chas personas para la enseñanza de estas técnicas.
Algunas de ellas, formadas en Italia, han decidido seguirme en la
aventura española y tras un año juntos en Barcelona, se han trasla-
dado a los varios centros esparcidos ahora por el territorio nacio-
nal.
Su preparación es extraordinaria: han aplicado con éxito las técni-
cas en su vida personal, cada uno de ellos ha tenido miles de estu-
diantes. A través de la enseñanza han madurado una consciencia
propia y siguiendo con su formación personal ha mejorado a dia-
rio como personas y como instructores del Curso Genius.
Para mí es un honor y un placer presentártelos a lo largo de este
libro. Cada uno de ellos ha escrito un capítulo que estás a punto
de leer. Cada argumento que estudiaremos corresponde a una de
las fases fundamentales del proceso de estudio y del método de
aprendizaje que te proponemos. Cada capítulo está escrito, pues,
por uno de nuestros docentes, experto en el tema que le corres-
ponde.
Mi consejo es que leas el libro de forma secuencial, y que busques
todos los errores que has cometido hasta ahora en cada una de las
fases, para corregirlos y mejorar tu método. Esto te permitirá te-
ner mejores resultados en tu ciclo de estudio desde el primer capí-
tulo. Si por cualquier motivo no consiguieras leer el libro en una
sola secuencia y leyeras tan solo un capítulo al día, notarías de to-
das formas mejoras inmediatas, porque en cada tema encontrarás
una crítica constructiva hacia el método tradicional y tendrás con-
sejos prácticos para mejorar.
Si bien el libro no es un curso presencial, te aseguro que leyendo
atentamente cada página y tomando algunos apuntes sobre tus
puntos débiles y la forma de mejorarlos, en pocos días verás mejo-
ras muy evidentes, tan solo atribuibles a una mejor gestión de tu
modo de estudiar.

Miles de estudiantes han utilizado el Curso Genius en Italia, Reino


Unido, España, Suiza y Estados Unidos, y cada uno de ellos ha
encontrado su revolución personal en el estudio. Tú puedes ser el
próximo. Es importante que sigas las indicaciones que encontrarás
en las próximas páginas.

¿Estás listo para descubrir el primer tema?


La concentración, esa presencia mental casi mística que muchos
creen que hay que invocar, en vez de crearla. Te dejo en las sabias
manos de Alessandro y te deseo una excelente concentración.
Capítulo 1. La concentración
Alessandro Fornelli, Instructor del Curso Genius en Sevilla

¡Bienvenido al Club!

Tengo el placer de darte la bienvenida entre nosotros, comunes


mortales que luchamos constantemente contra el poder de la frus-
tración, del aburrimiento y de la pérdida de tiempo.
Hasta hace pocos años habría empezado así cualquier artículo, ca-
pítulo, libro o intervención sobre la concentración. Luego por
suerte, entendí que no hay nada de místico en la concentración.
No es necesario una pasión mágica para no perderse en las pági-
nas de un libro. No debes renunciar a nada para estudiar un texto
sin tener que volverlo a leer cuatro veces porque las primeras tres
estabas pensando en algo aparentemente más interesante cómo
puede ser el plan de la tarde, lo que ibas a comer o la nueva serie
de Netflix.
Es cierto que para concentrarse hace falta voluntad, pero no es
suficiente. Cualquier cosa que hagamos, que sea un trabajo manual
o conceptual o un paseo, siempre hay una estrategia para hacerlo
mejor.
Las cadenas de montaje han sido creadas para optimizar las dife-
rentes fases de producción; los procedimientos de trabajo sirven
para darle un sentido lógico a cada fase de un proceso burocrático
o mental y las deportivas son más adecuadas para un paseo en el
campo que un par de mocasines. Pueden parecer ejemplos banales
pero, ¿qué pasaría si llevaras unos zapatos de tacón afilado para
caminar sobre un césped apenas regado?, ¿si le entregaras a tu jefe
un contrato de venta apenas negociado sin estar firmado por el
cliente?, ¿si pusieras rositas de azúcar glass en la masa del pastel en
vez de colocarlas como decoración?
Son todas situaciones que se pueden arreglar pero ¿cuánto can-
sancio inútil, cuántos recursos hemos derrochado, cuánto tiempo
hemos perdido?, ¿no es así cómo te sientes cuando tienes que vol-
ver a leer por enésima vez la misma línea del texto porque no te
estás escuchando a ti mismo?
A partir de hoy será distinto, porque mi papel es el de enseñarte
algunas estrategias sencillas y eficaces para mantener un buen nivel
de concentración. De hecho, ahora que ya has entendido que la
actitud mental con la que decides abrir tu libro de texto es funda-
mental para lograr el resultado que te propones, estás listo para
dar un paso adelante y pasar a la siguiente fase que es la adquisi-
ción de datos. Como verás más en detalle en los próximos capítu-
los, la adquisición de datos se hace por dos canales principales: el
oído y la vista. Para lograr que el tiempo que les dedicas a estas
dos actividades sea bien aprovechado, te tienes que ocupar en
primer lugar de un tema común a los dos: la concentración. Más
allá de la sensación difusa que experimentas cuando no consigues
imponerle a tu cerebro que se concentre en lo que quieres, ¿te has
parado a pensar alguna vez en el hecho de que la concentración es
la parte más importante del aprendizaje?
Por desgracia, no todo el mundo se da cuenta de ello y se siguen
desperdiciando horas y horas en el intento de aprender cosas que
no se asimilarán nunca si antes no se entiende que hay que saber
concentrarse. Hay quien piensa que el nivel de recuerdo de las in-
formaciones depende de la velocidad de lectura y de la compren-
sión del texto, pero en realidad solo un muy pequeño porcentaje
del resultado está unido a estos dos factores.
Está claro que si eres un experto en música que se reta a sí mismo
con la lectura de un libro de astro-física, la compresión de los con-
tenidos juega un papel fundamental, pero en la vida normal de un
estudiante, no suele ser así. Estar concentrado cuando no se en-
tiende nada de lo que se está leyendo es complicado, porque no
hay pasamanos a los que agarrarse y no es un buen método para
aplicar, sino la concentración siempre será una lotería.
Lamentablemente, la gran parte de los estudiantes no puede per-
mitirse aprobar un examen con la misma probabilidad con la que
jugaría a la lotería, pero aquí es donde llega la estrategia correcta
en tu ayuda, y es una suerte, porque la calidad de tu aprendizaje
tiene que ver, sobre todo, con tu capacidad de concentrarte cuan-
do estudias.
Es fácil empezar con buenos propósitos, ponerse sobre del libro y
repetir cada palabra como si fuera un mantra, pero es igual de fácil
que algo más interesante atraiga nuestra atención. Un ruido que
viene de la habitación de al lado, un olor que llega de la cocina, el
teléfono al que le has quitado el sonido pero que se enciende con-
tinuamente y otras mil distracciones están al acecho para poner tu
atención a prueba… y créeme que ganarán las tentaciones, por lo
menos hasta que aprendas a jugar mejor tus cartas.

El compromiso que tengo contigo en este capítulo es el de trans-


mitirte estrategias, técnicas y astucias que podrás utilizar para re-
solver uno de los problemas más habituales de los estudiantes. La
concentración depende de muchos factores: empecemos a cono-
cerlos.

Pensamientos recurrentes, casi obsesivos.

“No consigo concentrarme, tengo que volver a leerlo todo porque


me he distraído y se me ha olvidado todo lo que he estudiado”,
son las frases más comunes. ¿Te has dicho alguna vez alguna de
estas frases?. Seguramente si, por eso te propongo un pequeño
test. Recuerda los años de instituto y universidad, piensa en tus
profesores y responde a la siguiente pregunta: “¿Te han enseñado
alguna técnica para concentrarte?”. Probablemente no.
Te han enseñado a leer, a escribir, y quizás con un poco de suerte
a hacer esquemas y resúmenes, pero nunca a concentrarte. Esta
laguna es tan importante que perjudica toda tu relación con el
aprendizaje. Como verás, es uno de los primeros anillos de la ca-
dena del estudio y si no está bien atada no aporta las bases sobre
las que construir el resto. Es normal que tu falta de concentración
tenga consecuencias en cascada sobre las siguientes fases:
• La velocidad de lectura: cuando tienes que volver continuamente
hacia atrás para volver a leer las frases que no has entendido.
• La comprensión: es difícil seguir el hilo de las cosas si tu cerebro
no participa de forma activa.
• El recuerdo: ¿cómo puedes recordar una cosa si no recuerdas ni
entiendes que la has leído?
• Los resultados.

Cada día encuentro decenas de estudiantes de edad y profesión


distintas (cualquiera que aprende se puede definir estudiante) que
resumen sus problemas de estudio y de motivación en una sola
frase: falta de concentración.
“Me gustaría estudiar, pero ya sé lo que va a pasar: me siento, cojo
el libro, empiezo a leer y poco después me doy cuenta de que es-
toy pensando en otra cosa y tengo que volver a leer porque no he
retenido nada”. Seas un estudiante de ESO preparando los debe-
res, un universitario al que le falta solo un examen o un profesio-
nal consolidado que tiene que mantenerse al día, el mecanismo es
el mismo, al igual que lo es el nivel de frustración. Habitualmente,
tras haber superado con bastante irritación las primeras dos o tres
relecturas, la mayoría de las veces tendemos a aplazar y posponer
la tarea. Pero ¿crees que mañana será distinto?, ¿crees que si espe-
ras a la víspera del examen o de la reunión con un cliente estarás
más motivado para concentrarte y que cómo por arte de magia vas
a conseguir en una hora lo que no has logrado durante toda la se-
mana anterior?
No quisiera parecer pesimista, pero hay una frontera muy pequeña
entre la positividad y la ciencia ficción. De vez en cuando, trabajar
bajo presión nos vuelve más productivos pero no podemos basar
nuestros resultados sobre este mecanismo. Una cosa es memorizar
alguna información en el último momento para perfeccionar nues-
tra preparación y otra preparar un examen entero en dos días. El
hecho de que se pueda hacer no significa que sea lo mejor. Pero de
esto hablaremos en los próximos capítulos.
En la mayor parte de los casos, aplazar las cosas no hace sino au-
mentar el nivel de estrés y ansiedad con el que nos acercamos a los
contenidos de las asignaturas que tenemos que aprender y este es-
tado de ánimo no es ciertamente el más productivo para enfren-
tarnos a los textos.
Te cuento esto porque he pasado por ello, porque he vivido en
primera persona todas las fases que te he contado y de las que te
hablaré. Cuando tienes que aprender algo nuevo, ¿quién mejor
para indicarte el camino que una persona que ha conocido todos
los problemas posibles e imaginables, y los has superado? Yo era
el típico estudiante del que los profesores decían “con lo que va-
les, si solo te aplicaras un poco más…”. Buscaba siempre el mejor
modo de estudiar lo menos posible para llevar un resultado acep-
table a casa. Mientras eres pequeño y vas al colegio, incluso en la
ESO, a lo mejor puedes encontrar alguna artimaña, pero con el
tiempo y la cantidad de material a estudiar que se acumula, todos
los truquitos que me había inventado estaban agotados; tenía que
comprometerme más, estudiar más horas y encontrar nuevas es-
trategias.
Era lamentable el momento en el que bastaba el fascinante vuelo
pirotécnico de una mosca para desviar mis ojos del libro de estu-
dio. ¿Has observado alguna vez una mosca mientras vuela?. ¿Te
has puesto alguna vez en su lugar para entender lo que piensa, has
intentado alguna vez a adivinar dónde se iba a parar?, ¿te has pre-
guntado en alguna ocasión si tiene amigas en el gremio con quie-
nes volar?, ¿te has parado a pensar que a lo mejor pasa a propósito
una y otra vez delante de ti, apoyarse en tu mano para provocarte
picores, y no abandonarte en ningún momento mientras intentas
estudiar?. Cualquier cosa, incluso este tipo de locuras absurdas,
eran suficientes para distraerme.
Quién busca, encuentra.

Tras un primer año universitario, concluido con algún examen de


más para septiembre, me di cuenta de que había llegado el mo-
mento de buscar, y sobre todo de encontrar, una solución eficaz a
mis latentes problemas de motivación.
Google y Youtube fueron mis primeros intentos, luego Wikipedia,
pero ninguno me sirvió. Hay que reconocer que si buscas un
modo para concentrarte en los libros, meterte a internet es una
contradicción en sí misma, porque dispersa y distrae, y las únicas
sugerencias que encontré no fueron reveladoras.
Vaciar la mente, estudiar en un ambiente tranquilo, eliminar dis-
tracciones inútiles del escritorio, alejarse de los dispositivos elec-
trónicos o apagarlos, instalar la iluminación correcta, mantener
una postura adecuada, etc. Eran consejos útiles y sensatos pero
ciertamente no decisivos. Tal vez ya conocías y aplicabas estas in-
dicaciones, pero ¿son suficientes para garantizarte un buen resul-
tado?. Para mí definitivamente no lo eran.
Yo buscaba un método para encender a mi conveniencia el inter-
ruptor de la concentración que había posicionado en el centro de
mi cerebro. Hasta el momento había funcionado según unas mis-
teriosas reglas que no me habían explicado, pero ahora había lle-
gado el momento de tomar las riendas de la situación: quería
aprender a usar mi mente y evitar que siguiera ella siguiera usán-
dome a mi. Empecé a probar técnicas de todo tipo, con velas, fre-
cuencias, tomates, mandarinas, tortugas y otras tantas. Después de
haber probado de todo y haber superado el escepticismo inicial
decidí experimentar cada estrategia antes de calificarla. Evitaré re-
ferirme a algunas de las más incomodas que he llegado a probar,
mi recomendación es: pruébalas por ti mismo. Pon en práctica las
técnicas que estoy a punto de desvelarte porque funcionan, las he
probado por ti. Si, en cambio, has decidido que no lo vas a hacer,
te conviene cerrar el libro y ponerte a estudiar: ya has perdido
demasiado tiempo.
En caso contrario, comprométete a seguir fielmente las indicacio-
nes que te voy a dar. No tengo la varita mágica, pero te garantizo
que notarás desde el primer minuto una notable mejora de tu ca-
pacidad de concentración y la disminución de tu distracción. Usa
una técnica a la vez, pruébala durante unos días y cuándo te sien-
tas seguro con ella, pasa a la siguiente, y sigue así, sumándolas
progresivamente. Si no entiendes porque no activarlas todas simul-
táneamente, el motivo es muy sencillo: tu cerebro solo puede en-
focarse simultánea y conscientemente en un número reducido de
informaciones. Si acumulas técnicas nuevas de concentración, tu
atención al final estará más centrada en memorizar estas técnicas
que en aprender lo que estás estudiando. Sería como leer pensan-
do continuamente “no me estoy concentrando, no estoy enten-
diendo, es muy difícil…”. Tu cerebro estará más preocupado por
estas consideraciones negativas que por absorber la información
del texto.

The Pomodoro Technique® – La Técnica del Tomate

Un nombre un poco raro para una técnica verdaderamente eficaz.


Esta técnica, ideada por Francesco Cirillo, sirve para mantener la
concentración durante el estudio. Habrás notado que tu capacidad
de concentración merma con el paso de las horas, un error muy
común entre estudiantes es hacer un maratón de horas de estudio,
quedarse ad infinitum en los libros sin hacer pausas, porque se sabe
que el estudiante es un ser inteligente y sobre todo equilibrado,
que o no estudia nunca o lo hace cómo si se hubiera olvidado que
de vez en cuando hay que respirar. Y con esa lógica, las pausas son
evidentemente una pérdida de tiempo.
En realidad, muchos estudios han demostrado que el máximo
rendimiento coincide con un correcto compromiso entre trabajo,
o estudio, y descanso.
Un ejemplo concreto es el entrenamiento en el gimnasio. El atleta
que entrena dieciocho horas diarias sin parar, no da tiempo a sus
músculos para descansar y no podrá entrenar al máximo de su po-
tencial. De la misma manera, una correcta gestión del tiempo de
estudio te permite concentrarte de forma óptima e incrementar tu
nivel de atención.
Entonces, ¿cuál es el mejor momento del estudio, cada cuánto
tiempo puedo o tengo que hacer una pausa? El tiempo óptimo, si
sigues las pautas que enseñamos en nuestro curso, es de cincuenta
minutos.
La técnica del Tomate tiene tiempos más cortos, pero te garantiza
un óptimo nivel de concentración. Piensa que el nombre de la
técnica deriva de un minutero de cocina que tenía esta forma y
dura exactamente 25 minutos.
Antes de poner en marcha el minutero, es determinante que sigas
estas dos indicaciones:

1. Determina tu objetivo: Decide cuántas páginas quieres


estudiar o qué actividad quieres hacer en el tiempo de
un Tomate. El objetivo tiene que cumplir con tres reglas
sencillas: tiene que poder medirse de tal forma que
puedas controlar fácilmente si lo has alcanzado; debe
ser razonable para no pasarte de ambición, o sea, tienes
que saber que puedes cumplir con ello; y finalmente
tiene que ser motivante, pues debes tener ganas de im-
plicarte para lograrlo. Tiene que ser una motivación que
vaya más allá del sentido del deber.
2. Cuando se pone la temporizador, no existe nada en el
mundo que no sea tu objetivo. No existe teléfono, or-
denador o madre que llame o España que gane el Mun-
dial. Estáis solos tu objetivo y tú. Cuando suene la tem-
porizador tendrás tiempo de ver lo que ha pasado en el
mundo. Podrás mirar tu Instagram, asegurarte que tu
madre está bien y celebrar el Mundial, pero solo duran-
te cinco minutos. No te preocupes, el mundo puede so-
brevivir sin ti durante veinticinco minutos ¿y tú?

Otra pregunta del millón es: “¿Qué hago durante la pausa?”.


Casi todo lo que no es estudiar va bien. La mejor actividad es sin
duda el deporte. En cinco minutos te puedes mover un poco, salir
al jardín o al balcón a tomar un poco de aire, subir y bajar escale-
ras o hacer unas cuantas flexiones. El cuerpo es parecido a la di-
namo de una bicicleta: crea energía con el movimiento.

Presta atención a un concepto muy importante: el objetivo de la


pausa no es que descanses. El objetivo es que puedas ser más efi-
caz en el estudio, aprovechar a fondo el tiempo del que dispones,
conseguir que puedas estudiar diez horas diarias sin tener el cere-
bro quemado por la noche. Por eso la parte más importante del
tomate es precisamente la pausa.
Otra indicación muy importante es que cada cuatro Tomates tie-
nes que hacer una pausa de treinta minutos. En aquella media
hora, desconecta de verdad, haz lo que te dé la gana.

Sigue estas indicaciones y ve a fondo con el método Tomate evi-


tando tres errores muy comunes entre los novatos:

• El coleccionista de Tomates: Tu objetivo no es hacer mu-


chos o pocos Tomates, tu objetivo es aprender mejor y más
rápido. Coleccionando Tomates te arriesgas a confundir el
fin con el medio. Para evitarlo, por la mañana tienes que
ver cuántos Tomates vas a dedicar a cada parte del estudio
o actividad y por la noche comprobar cómo ha ido.
• El bombero: Si te llaman por teléfono, no te engañes, no es
para apagar un incendio. Para huir de las tentaciones exter-
nas, Cirillo sugiere la estrategia de “Informar, negociar,
volver a llamar". Informa a tus padres, colegas y amigos, de
que no estarás disponible durante veinticinco minutos.
Negocia otro momento para comentar el tema y no te ol-
vides de volver a llamar.
• "El dormilón”: La clásica frase del alba, “Tres minutos,
nada más…”. Aquí no funciona, cuando suena el tempori-
zador no son los tres minutos del despertador, es la pausa.
Al igual que cuando suena el temporizador te levantas, de-
cuando suena el temporizador tienes que parar. El peligro,
de no cumplirlo a rajatabla es perder el control del tiempo,
alargar los veinticinco minutos y por ende la pausa y luego
el resto va en cascada. Ser preciso te sirve para no echar a
perder todos tus objetivos.

Resumiendo:
1. Escoge el objetivo y el número de Tomates.
2. Gestiona las interrupciones: informa, negocia y vuelve a
llamar.
3. Veinticinco minutos de estudio y cinco de pausa.
4. Cada cuatro Tomates haz una pausa de treinta minutos.
5. Evita los errores más habituales.

Ahora que has entendido cómo funciona la técnica del Toma-


te, solo tienes que aplicarla. Te darás cuenta enseguida de la
gran mejora que habrá en tu estudio o trabajo.

En el año 2015, hice un curso de fisioterapia con Esther, una


profesional muy competente y considerada en Granada. Ense-
guida me di cuenta de que la cantidad de trabajo que tenía que
gestionar era enorme. Tenía dos secretarias pero a pesar de ello
siempre iba con retraso, particularmente con los mails. Le ex-
pliqué la técnica del Tomate, que le pareció fantástica, y deci-
dió dedicar un Tomate al día a contestar a los correos electró-
nicos, todo cambió a partir de entonces. Dedicando un tiempo
limitado a esta actividad, fue capaz de concentrarse mejor,
contestar a más correos electrónicos que antes y optimizar su
tiempo. Quedó entusiasmada con el resultado y las secretarias,
viendo la diferencia, decidieron apuntarse al Curso.

Las listas de las distracciones.

Para sacar el mayor provecho de la técnica del Tomate, es muy


importante saber gestionar el tema de las distracciones. Hemos
hablado ya de las distracciones externas, pero también existen
las internas. Con la palabra interna me refiero a todo lo que
pasa por la cabeza, como cuando estás leyendo y piensas en
otras cosas. Para muchos estudiantes, es más difícil gestionar
los pensamientos internos que los externos, porque el teléfono
lo puedes apagar, mientras que la pequeña voz interior que te
distrae no tiene interruptor.
La técnica que te voy a explicar ahora sirve precisamente para
eliminar estas molestas distracciones. A diferencia del Tomate,
no verás los resultados enseguida, es más, te adelanto que al
principio puede parecer hasta contraproducente. Resiste por lo
menos un par de días y verás como también desaparecen las
distracciones internas. El nombre científico de esta técnica es
“Lista de las distracciones”. La técnica es muy fácil, basta tener
a tu lado una hoja blanca mientras estudias. Empieza a estudiar
y cuando te des cuenta de que tu mente se dispersa, apunta en
la hoja el motivo de tu distracción. Aquí va un ejemplo: si
mientras estás estudiando te das cuenta de que estás pensando
en los planes del fin de semana, escribes: “he estado pensando
que este fin de semana me gustaría ir a la playa con mis ami-
gos”. Cada vez que te distraes, describe sobre una hoja de pa-
pel la causa de la distracción. Al final del Tomate y cuando ha-
yas aprendido e integrado todas las técnicas, no antes, vuelve a
leer todo lo que has escrito. Al principio tardarás un poco por-
que tendrás que escribirlo, pero verás qué pronto pasará algo
mágico, tu mente, leyendo las estupideces a las que les has
prestado atención, intentará alejarse cuanto antes de ideas tan
inútiles, consiguiendo el resultado deseado: te centrarás en el
texto.

Lo importante es que tienes que escribirlo todo, incluso si tie-


nes la tentación de no hacerlo. Pensarás: “vale, lo hago des-
pués, no puedo escribir esto, etc.”. Pero la única regla es preci-
samente ésa, escribirlo todo. De esta manera, también habre-
mos eliminado las distracciones internas.

Sé que puede parecer un consejo nimio, pero todas las perso-


nas que conozco que lo han aplicado han reducido más de la
mitad la cantidad de tiempo perdido. ¡Pruébalo!

Si has seguido mis indicaciones hasta este punto, tienes los ins-
trumentos necesarios para gestionar tu tiempo de forma eficaz
y puedes estudiar correctamente muchas horas consecutivas,
además de eliminar distracciones internas y externas. Por lo
que podemos dar otro paso adelante.

¿La música?

Muchos estudiantes me preguntan si es oportuno estudiar con


música de fondo y mi respuesta siempre es la misma: depende
de qué música. No todos los tipos de música son igual de con-
venientes, es más, son muy pocos los que no reducen tu velo-
cidad de aprendizaje. Existen muchos estudios sobre los bene-
ficios de la música en los diferentes ámbitos de la vida. Hay
música para relajarse, la que ayuda a dormir mejor, la que es
idónea para despertarse con más energía, la que ayuda a quitar
el dolor de cabeza, entre otras. Cuando estudias, la música que
permite una mejor concentración es la que tiene una frecuen-
cia de 432 hercios.
En este punto, tu mente entra en una fase de mejor concentra-
ción y puedes subir tu CI hasta diez puntos. No serás más inte-
ligente de por vida, pero conseguirás ser más productivo mien-
tras estudias. En Youtube puedes encontrar la sonata en D, K
448 para dos pianos de W.A. Mozart, ya demás dura exacta-
mente 24’18’’. Es la música perfecta para un Tomate y luego
hacer la pausa habitual.

La técnica de la mandarina

La última técnica que te quiero enseñar es la de la mandarina.


Tiene un doble beneficio, porque también sirve para incremen-
tar la velocidad de lectura. Encontré la explicación de esta ma-
ravillosa técnica en un libro de photoreading. Me pareció una
tontería y no la utilicé. Te recomiendo que no cometas el mis-
mo error. Unos años más tarde conocí a una persona que usa-
ba este método y lo describía como una herramienta sorpren-
dentemente eficaz, así que decidí probarla yo también. Me
quedé estupefacto desde el primer minuto, porque mejoré in-
mediatamente mi nivel de atención y la sensación de estar
completamente inmerso en el estudio era indescriptible. Sobra
decir que no me había sentido nunca tan bien hasta la fecha y
puedo afirmar con alegría que esta sensación se repetía cada
vez que lo necesitaba.
Para aplicar esta técnica de concentración, tendrás que utilizar
la imaginación y seguir seis pasos. Te aconsejo leerlos todos
juntos con atención y luego cerrar los ojos e imaginarlos sin
interrupción.

1. Cierra los ojos. Imagínate que tienes una mandarina en


tus manos. Concéntrate en los detalles, como si sintieras
su consistencia, la rugosidad de su piel. Siente su peso.
Visualiza su color y enfócate en ella. Intenta añadir el
máximo número de detalles a esta imagen. Percibe su
olor. Nota su temperatura, si está caliente o fría.

2. Imagínate que pasas la mandarina de una mano a


la otra.
Pásala entre tus manos, lánzala de una mano a otra fi-
jándote en cada detalle. Intenta reducir la velocidad de
la imagen para verla lo más precisa posible.
3. La mandarina tiene un poder mágico: puede fluc-
tuar en el aire. Mentalmente, déjala frente a ti. Aleja
tus manos y mira cómo se queda frente a tus ojos sin
caerse. Fíjate en cualquier minúsculo movimiento. Man-
tenla inmóvil frente a ti, suspendida en el espacio.

4. Ha llegado el momento de mover la mandarina.


Visualiza que la mandarina empieza a levantarse lenta-
mente e imagina que se posiciona exactamente detrás
de tu cabeza. Déjala allí, parada, fluctuando en el aire.

5. Lentamente imagínate que tu campo visual em-


pieza a expandirse. Intenta abarcar con tu mente todo
lo que te rodea. Visualiza cada detalle y aprecia cómo te
encuentras cada vez más tranquilo y relajado.

6. Abre los ojos, y sin romper este estado de concen-


tración, empieza a estudiar.

¿Qué tal ha ido? ¿Has conseguido concentrarte? Independiente-


mente de tu respuesta en este primer intento, sea positivo o nega-
tivo, concentra tu atención en estos aspectos:

• Relájate. No hay prisa. Dedica un par de minutos a concen-


trarte.
• Imagínate cada paso muy lentamente.
• Añade el mayor número de detalles posibles a las imágenes,
te ayudarán a visualizar.
• Ponte cómodo. Siéntate bien y evita estar tumbado para
hacer este ejercicio.

Repite el ejercicio para mejorar su eficacia hasta que te salga es-


pontáneo, la práctica es tu mejor aliada. Al principio será un poco
mecánico, a lo mejor te saltas algún paso, pero recuerda que uno
de los secretos del éxito es la constancia. Dispones ahora de estra-
tegias únicas para aumentar tu nivel de atención y derrotar a la
competencia con una preparación extraordinaria. Tendrás que ser
disciplinado, aplicar las técnicas aprendidas y ser constante incluso
en los momentos de dificultad. Siempre los hay cuando se sale de
las hábitos para adquirir nuevas competencias.
Verás que con el tiempo obtendrás resultados y satisfacciones con
los que ni siquiera soñabas. Cualquier habilidad aprendida en la
vida mejora con el tiempo y la experiencia.
Piensa en la lectura, cuando tenías seis años era muy difícil leer,
ahora ya no lo es. Piensa en aplicar la técnica del Tomate, las pau-
sas correctas, la lista de distracciones, la música idónea y la técnica
de la mandarina durante algunos días, luego semanas, meses y al
final para toda tu vida. Se volverá una cosa tan sencilla y automáti-
ca como respirar.
Te prometo que, si te aplicas y cumples con todo lo que has leído,
llegará el día en que no sabrás lo que es la distracción o perder
tiempo por tener la cabeza en otro sitio. En ese momento, tus ob-
jetivos estarán más cerca que nunca y sabrás que has llegado a la
línea de meta, porque te has comprometido a mejorar día tras día.
No puedes dar un paso de un kilómetro, pero puedes dar mil pa-
sos de un metro.
Ahora solo queda empezar. Recuerda que el conocimiento es el
primer paso, y aunque es imprescindible no es suficiente.
El verdadero sabio no es el que sabe mucho, es el que aplica lo que sabe.
Capítulo 2 – Leer lento, uno de los mayores problemas en el
estudio
Laura Revilla, Instructora del Curso Genius en Zaragoza

Coge un cronómetro. Ponlo a cero y actívalo cuando empieces a


leer. El primer paso para el cambio es darse cuenta de la situación
actual. Mídete y entenderás de qué estoy hablando.

Si lo que quieres es empezar a leer sin poner en práctica las indica-


ciones que te ha dado mi compañero Alessandro sobre la concen-
tración, puedes hacerlo sin problema. Pero te doy dos consejos al
respecto: primero, te aconsejo que las practiques de cara al si-
guiente capítulo y que compares el resultado que obtendrás en la
lectura; segundo, te aconsejo que pruebes todas las técnicas que
encontrarás en este libro, solo después de haberlas aplicado nota-
rás una verdadera diferencia en tu estudio. A veces basta un pe-
queño detalle para crear una revolución en nuestro estudio.

“Si leo lento, basta con leerlo una vez”.

Una vez leí un libro sobre estrategias de venta en el que al co-


mienzo explicaba una historia que me impactó mucho, pero que
sobretodo ha sido muy útil hasta el día de hoy en muchos aspectos
de mi vida.
Esta historia relataba que somos “animales de costumbre”, porque
copiamos una y otra vez los comportamientos y estrategias que
hemos visto en nuestros padres, profesores, amigos, etc. sin plan-
tearnos si es la manera más eficaz de conseguir nuestro objetivo.

En resumen, lo que explicaba la historia era que las mujeres de


una familia que cocinaban pavo por Navidad lo metían en el hor-
no con con los dos extremos cortados, con la forma de ese típico
cilindro que todos conocemos o hemos visto alguna vez en una
una película. La nieta le preguntó a la madre por qué se cortaba el
pavo de esa forma en las puntas, y la madre le respondió “no lo sé,
mi madre siempre lo hacía así”; la madre le preguntó a la abuela lo
mismo, y la abuela contestó “mi madre siempre lo hacía así”; al
final descubrieron que antiguamente los hornos eran mucho más
pequeños de modo que el pavo se cortaba ¡para poder meterlo
dentro!. La historia se repetía sin preguntarse el “por qué”, o si
había una estrategia mejor. Así que, durante años, esa familia y
quizás muchas otras cortaban el pavo de esta manera, desperdi-
ciando inútilmente una parte.

Quizás te estás preguntando por qué te estoy hablando de pavos.


Lo que intento es hacerte entender un mensaje importantísimo
que tiene que ver con tu forma de leer, aunque también puede
servirte en muchos otros aspectos.

Cuando era niña oí muchas veces una frase que decía mi padre,
abogado, y por tanto persona se pasaba todo el día leyendo por su
trabajo, textos densos y llenos de palabras y frases casi ininteligi-
bles: “yo cuando leo soy muy muy lento, pero cuando termino, he comprendido
todo a un nivel súper profundo, de tal forma que no necesito volverlo a leer”.
Como podéis imaginar empecé a pensar que para enterarme bien
de lo que estudiaba, tenía que leerlo muy muy despacio. No pre-
tendo criticar ni juzgar, sólo utilizo mi ejemplo como una estu-
diante que era como vosotros antes de empezar a formarme cor-
rectamente sobre estrategias de estudio. En definitiva, cada vez
que me ponía a estudiar y pretendía entender lo que leía tardaba el
doble o triple que algunos de mis compañeros, me desconcentraba
constantemente o no entendía bien de lo que hablaba el texto.
Todo mi estudio estaba contaminado por la idea que equivocada-
mente había desarrollado sobre cómo tenía que ser un buena lec-
tura. Vivía muchísima frustración, pero así era mi vida.
Un día oí hablar de lectura rápida, y pensé “¿a quién le importa
leer?, lo que quiero es memorizar rápidamente”. Quizás tú tam-
bién has pensado esto antes de empezar el capítulo. Pues bien,
cambiar mi método de lectura, o más bien, TENER un método de
lectura, ha sido lo que realmente ha hecho que disminuya en pica-
do el tiempo en mi estudio.

Es la segunda fase y ya te sientes frustrado.

Mi objetivo, planteándote el panorama un poco oscuro no es de-


smoralizarte sino hacerte despertar.

Cuando empiezas a estudiar, tienes los apuntes delante y lo prime-


ro que haces es leer.

Hay una frase que me gusta mucho: “Quien bien empieza bien acaba”.
Esta frase puede replicarse al contrario “Quien mal empieza mal aca-
ba”. Es una frase que se puede aplicar perfectamente en una tarde
de estudio.

Si te paras a pensar, lo más normal es que te desconcentres, que


leas y no te enteres, tengas que volver a leer, avances lento en la
comprensión y ésta solo es la primera fase. Automáticamente tu
cerebro se dice: “mira todo lo que me queda, aún no te sabes
nada, solo en entenderlo y ver de qué va la cosa te estás perdien-
do”.

Leer rápido y sin interrupciones, corrijo, leer MUY rápido y sin


interrupciones, sin desconcentrarse, comprendiendo a la primera a
nivel profundo y haciendo ruido en la biblioteca de lo rápido que
pasas las páginas, es absolutamente posible. Solo tienes que estar
dispuesto a dejar de cortar el pavo, no ser cabezota, y probar algo
diferente. Pruébalo y nunca podrás dejar de usarlo. Te parecerá
que tu antigua forma de leer es como volver a la prehistoria.
“¿Por qué debería hacerlo?”.

Da igual que seas un estudiante o que seas un profesional, que


tengas o no buenas notas, que te guste leer o que no te guste. Sea
cual sea tu punto de partida, puedes mejorar en la lectura y conse-
guir resultados que ahora te parecen inalcanzables y que para mí y
todos mis alumnos son normales. La lectura rápida es para todo el
mundo.
Si eres un estudiante que está a punto de graduarse y te parece que
al acabar la carrera ya no tendrás que leer más, siento decepcionar-
te pues está comprobado que leer mejora tu calidad de vida, tu
estatus en el trabajo, tus recursos etc. Creo que esto ya lo sabías,
pero puede ser que en tu mente ronden las excusas porque todavía
ves la lectura como algo que conlleva mucho tiempo.

“Yo necesito leer en profundidad”.

Lamentablemente, cuando hablo de lectura rápida, mucha gente a


menudo me pregunta si por ello entiendo una lectura superficial,
de esas lecturas que no llevan consigo la comprensión del texto, e
incluso si se trata de una lectura que salta las palabras. No es así.
La lectura rápida es una herramienta que permite a las personas
transformarse en términos de velocidad de lectura. Es como pasar
de ir en bicicleta a ir coche.

Quiero desmitificar algunos mitos, no solo porque no son produc-


tivos para tus resultados sino porque tampoco se basan en datos
específicos que demuestren que leer de la manera clásica es mejor.

Tengo muchos recuerdos de mi escuela primaria donde los profe-


sores de lengua nos prohibían leer con el dedo encima de la línea
a modo de guía, como hacíamos cuando aprendimos. Además, re-
forzaban la idea que también mi padre, como os he contado antes,
me había dicho tantas veces, “¡No corráis chicos, una lectura más lenta
os dará mejores resultados!”.

He aquí dos de los más grandes mitos y a la vez entorpecimientos


de la lectura: Hay que leer con una guía (puede ser el dedo o un
soporte que le sirva de referencia al ojo) y hay que leer lo más rá-
pido posible.

El mayor problema de la lectura lenta es la concentración. La


mayor parte de las veces que no entiendes el texto es porque te
distraes, porque piensas en cualquier otra cosa que pasa a tu al re-
dedor o que te apetece pensar en ese momento. Te cuento un se-
creto, nuestro cerebro trabaja con imágenes, cuando vas al cine
consigues retener una infinidad de detalles de una sola escena,
pero si eso estuviese escrito necesitarías 10 páginas para leer todos
los detalles que tu cerebro acaba de captar en esa escena de cine.
No estamos hechos para la lentitud de las palabras, estamos he-
chos para ver y entender. Cuando lees rápido el cerebro puede
crear ese efecto, en cambio cuanto más lento lees es casi imposi-
ble.

Volviendo a la concentración en relación a la lectura, te pongo un


último ejemplo, no se si tienes el carné de conducir pero sé que te
puedes identificar con lo que voy a explicar ahora. Imagínate con-
duciendo un coche a 30 km/h, estás de acuerdo conmigo de que a
esa velocidad puedes pensar en qué cenarás hoy, la conversación
que tuviste ayer con tu vecino, en si has puesto comida a tu perro
o en el chico o chica guapa que pasa por la calle. Lo haces porque
puedes permitírtelo, aunque es evidente que estás más desconcen-
trado.
Ahora imagina que vas a 200 km/h, ¿cambiaría tu nivel de con-
centración?. A esa velocidad no puedes pensar en nada más que
no sea la carretera. Bien, esto es exactamente lo que ocurre cuan-
do lees.
El cerebro mantiene un alto nivel de concentración cuando usa-
mos un ritmo de lectura más rápido, y a mayor concentración,
mayor comprensión del texto.

“¿Será difícil?”.

Estoy convencida de que como meta te suena bien, pero quizás


sientes miedo de que el proceso para llegar ahí sea lento o dema-
siado difícil. Te recomiendo que cuando empieces cualquier acti-
vidad nueva lo hagas con una idea positiva de cómo será, en este
caso te alegrará saber que el proceso es rápido y fácil.

Si te sirve como dato, nuestros alumnos, después de tan solo tres


horas de clase de lectura rápida consiguen doblar su velocidad y
comprensión en la lectura. Es decir, lo que leían en una hora lo
leen en media. Imagínate el resultado después de un mes. Yo mi-
sma sextupliqué mi velocidad de lectura y con ello mi compren-
sión.

“No creo que sea posible”.

Entre las varias objeciones que argumentan quienes no conocen el


método Genius, también figura esta observación: “Soy escéptico,
dudo que se pueda leer rápidamente y además entenderlo todo”.
Hay personas que ven todo como algo imposible. Siempre existe
esa persona que está convencida de que hay algún engaño detrás
de una propuesta que parece demasiado bonita para ser verdad. O
aquella que no cree en una posibilidad de futuro porque está de-
masiado vinculada a problemas del pasado. Bien, que sepas que
estas personas, cuando participan al curso, obtienen los resultados
que te he comentado porque al margen de los prejuicios que pue-
dan tener, el cerebro, fisiológicamente, funciona de la misma ma-
nera en todos los seres humanos sanos. La técnica de lectura rápi-
da que enseñamos en cada una de las sedes que tenemos en el
es una técnica que funciona y que se integra a la perfección con
todas las otras técnicas del método. Claro que si soy muy rápido
leyendo pero no tengo ninguna técnica que me permita recordar
los datos a largo plazo, resulta un poco inútil comprender mejor el
texto, evidenciar sus principales talantes y destacarlos de todo lo
que hay que memorizar. Mejor dicho, puede ser útil al inicio pero
no lo es más adelante. Al final, en vez de ahorrar un 100% de
tiempo, tan solo sería un 30% lo que ganarías y sería un terrible
desgaste de potencial. Los extraordinarios resultados que logran
nuestros alumnos se deben al hecho de que proporcionamos un
método completo que se compone de muchas fases.
La técnica de lectura rápida tiene varios usos según las fases. Pue-
de emplearse para una primera lectura de familiarización con el
contenido, para buscar palabras específicas en un texto, repasar
rápidamente los principales conceptos y para leer con atención
para lograr una buena comprensión y la selección de las palabras
clave. Cada una de estas actividades es muy importante para el
conjunto del proceso de aprendizaje. Enseñarle al cerebro a traba-
jar por objetivos, incluso cuando lees es, sin lugar a dudas, una
gran revolución tanto para tu cerebro (será un actor activo y dejará
de ser pasivo como ha sido hasta ahora) como para ti (disminuirás
el tiempo y la frustración en pos de resultados y satisfacciones).
El método de estudio clásico no nos prepara para organizar la in-
formación ni para enfocar la búsqueda de lo que es importante
saber. El problema reside en que no propone un “pre-estreno’”
del texto, no te hace preparar la mente para almacenar la informa-
ción necesaria y no te ayuda a centrarte en lo que tienes que en-
contrar en el texto. Mucha gente se cree que los problemas de
comprensión o de resultados que se encuentran en los exámenes
dependen de su forma de leer, pero están confundiendo el efecto
con la causa. Los problemas que afectan a la lectura no dependen
de la lectura en sí misma, sino de otros factores que influyen en
ella. Hemos visto, por ejemplo, que la comprensión depende de la
concentración, que el conocimiento de los temas depende de la
capacidad de preparar el cerebro para un almacenamiento correcto
de los datos y que la velocidad de lectura depende de la atención
que somos capaces de implantar.

Cambia tus hábitos de lector lento.

¿Has comprado alguna vez un libro en Amazon? No quiero dar


publicidad a ninguna empresa pero he citado ésta porque quiero
hablarte de una señora, Harriet Klausner (1952-2015), que ha os-
tentado hasta su último día un récord muy especial: es la mujer
que más libros ha analizado en amazon.com. Hablamos de 31.014
revisiones. De media, leía entre cuatro y seis libros diarios. Por tu
parte, intenta pensar en todas las veces en las que has tenido que
leer sin ganas, o cuando te has encontrado con un libro y has teni-
do que decidir si dormir o estudiar, si descansar o producir. Y lue-
go te enteras de que hay personas que tienen tiempo para leer tan-
to y constantemente incluso cuando trabajan. Seguramente dispo-
nes de poco tiempo y tienes muchas actividades que desempeñar
durante el día, pero la distracción figura seguramente entre tus há-
bitos equivocados; no hablo de hábitos de lectura, pero probable-
mente están conectados. Para dejar de ser un lector lento, tienes
que estar dispuesto a renunciar a lo que te distrae. Lo sé, es una
obviedad, pero piensa en cuanto tiempo pasas en Instagram u
otras redes sociales. ¿Y queremos hablar de what’s app? ¿O de las
numerosas App que salen cada día y se añaden a la larga lista de
distracciones asentadas?
El lector rápido no se deja distraer durante la lectura, ni siquiera
tiene tiempo para ello pues está muy concentrado en su lectura. Si
empiezas a interesarte por el súper-lector, que sepas que tú tam-
bién puedes llegar a serlo si quieres. ¿Sabes lo que tienes que ha-
cer? Empezar a preocuparte por la evolución de tu método de lec-
tura. Creo que nadie te ha explicado hasta ahora cómo explotar al
máximo tu potencial. Ningún colegio, universidad o profesor de-
dica tiempo para enseñar a sus alumnos cómo mejorar sus presta-
ciones de estudio. Recuerda cómo aprendiste a leer: al principio te
enseñaron las letras una por una, luego las sílabas, las palabras, y
por último las frases. Y cada vez que lees, una pequeña voz inte-
rior (que es la tuya) articula las palabras y se las transmite a tu ce-
rebro para darle un significado. La única diferencia entre la perso-
na que eres hoy y la que eras en primaria es la experiencia que po-
sees ahora. La que te permite ser más rápido y entender textos
más complicados que entonces. ¿Y sabes por qué puedes hacerlo?
Porque ha aumentado tu vocabulario, aunque mecánicamente tu
método de lectura siga siendo el mismo. Los tiempos cambian, las
exigencias aumentan, pero el método de lectura sigue siendo el
mismo. Incluso nuestros abuelos aprendieron a leer de la misma
forma, y eso que el mundo ha cambiado, y mucho, desde enton-
ces, incluida la escuela y todo aquello que tiene que ver con el
mundo de los estudios. Hoy en día se exige una gran preparación
y mayor competitividad a estudiantes y profesionales. Piensa que
la velocidad media de lectura de un estudiante universitario es en-
tre 200 y 400 palabras por minuto mientras la de un niño de pri-
maria va desde las 70 palabras por minuto a los siete años hasta
150 aproximadamente cuando cumple 11 años y está en sexto de
primaria. Si piensas en las horas de lectura y estudio que tendrás
que dedicar en tu formación universitaria es fácil ver los motivos
por los cuales un método de lectura y de estudio eficaz puede
marcar la diferencia en la vida de un estudiante, en tu vida. Ha lle-
gado el momento de aprender un método de lectura diferente.
Aplicando las técnicas de lectura rápida que enseñamos en el Cur-
so Genius puedes dar un enorme salto de calidad y obtener resul-
tados que ahora mismo ni siquiera imaginas.

A lo mejor te estás preguntando por qué tus profesores nunca te


han hablado de estas técnicas. Lo más probable es que ni siquiera
ellos las conocen o tal vez tengan convicciones que les impiden
progresar. Ellos también son humanos y por lo tanto están sujetos
a los mismos problemas cognitivos y emotivos de todo ser hu-
mano, es una lástima. Pero si la escuela no te da las actualizaciones
necesarias en el campo del aprendizaje, entonces no tienes alterna-
tiva: tienes que moverte por tu cuenta, darte a ti mismo la posibi-
lidad de aplicar los mejores métodos disponibles y conseguir aque-
llos resultados que harán de ti una persona competitiva en los es-
tudios y en el trabajo. No es para vencer a la competencia, sino
sencillamente para dar lo mejor de ti.

¿Cómo puedo hacerte entender cuánto tiempo puedes ahorrar


gracias a nuestras técnicas? Quizás, la mejor forma es proponerte
ejemplos concretos de tiempos de lectura (lenta, rápida y súper-
rápida) de algunos textos muy conocidos. Quiero que entiendas
con exactitud cómo aumentar tu productividad de tal manera que
puedas darle el justo valor a tu tiempo.
¿No crees que si pudieras reducir a la mitad el tiempo que le dedi-
cas a la lectura estarías más motivado? Me apuesto a que alguna
vez has dicho que no tenías tiempo para leer…Ha llegado el mo-
mento de olvidarte de esta frase. Si quieres y te organizas, te da
tiempo de hacerlo todo.
Pero veamos qué diferencia hay entre un lector lento, un lector
rápido y un súper-lector, excluyendo los 15/30 minutos adiciona-
les de preparación necesarios para dar el salto de la segunda a la
tercera categoría.
Espero que te gusten los números, porque es de eso precisamente
que vamos a comentar. Aquí van algunos libros y el número de
palabras que contiene cada uno de ellos. Si eres un apasionado de
la fantasía, esta saga te puede interesar: Harry Potter y la Piedra Filo-
sofal es uno de los libros más cortos con 76.944 palabras. Un lector
lento tardaría una media de seis horas aproximadamente, un lector
medio la mitad y un súper-lector que llega a leer tranquilamente
unas 1000 palabras por minuto, tardará una hora y cuarto. No está
nada mal. Y si el libro te gusta y quieres seguir con la serie, puedes
leer Harry Potter y la Orden del Fénix, con 257.045 palabras. Un lec-
tor lento tardará cerca de 21 horas y media, uno rápido menos de
once horas y uno súper-rápido 257 minutos, o sea cuatro horas y
diecisiete minutos. Si en cambio quieres leer Guerra y Paz, con sus
561.304 palabras, el tiempo aumenta un poco, sobre todo para el
lector lento: 47 horas aproximadamente, frente a las 23 horas de
un lector rápido y las poco más de nueve horas de un lector súper-
rápido.
Tras muchas horas de lectura, es evidente que el cansancio se hace
notar e influye sobre las prestaciones, pero esto pasaría también
con la lectura normal. Es más, el cansancio empezaría antes.

A este punto, tal vez te estés preguntando por qué este capítulo se
titula “Sálvale la vida, lee rápido tu también”. He escogido este
título en honor a los orígenes de la lectura rápida. Se refiere a la
primera guerra mundial, la Royal Air Force (RFA) necesitaba
adiestrar los pilotos de tal forma que no confundieran un avión
amigo con uno enemigo, era una cuestión de vida o muerte. Ga-
nar a los otros en velocidad era determinante y esta necesidad
animó a los investigadores a estudiar los mecanismos de la visión.
El primer ejercicio se hizo con un taquistocopio, una máquina ca-
paz de proyectar imágenes de dimensiones y velocidades distintas.
Este instrumento mostró que el ojo es capaz de percibir imágenes
muy pequeñas a una velocidad sorprendente y que el cerebro es
capaz de distinguir y procesar estas imágenes. Se hicieron varias
pruebas en ambientes militares y posteriormente se continuó con
un estudio sobre el potencial del ojo con las letras del alfabeto.
Si me preguntas si de verdad estoy intentando decirte que apren-
derás a leer rápido gracias a la aeronáutica británica, te contestaré
que mi objetivo es que entiendas que un resultado se logra gracias
a una exigencia concreta desarrollada a fuerza de entrenamiento, y
ahora tú también tienes acceso a esta técnica. Si no quieres morir
en los libros, ha llegado el momento de pasar de la teoría a la
práctica. También tienes que saber una cosa: leer lentamente
cuando aprendes es síntoma de miedo, miedo a no entender el
100% del texto y tener que empezarlo otra vez desde el principio,
algo que también pasa con la lectura lenta, sobre todo a causa de
la falta de concentración. Ten confianza en tu potencial. Ahora
que hemos llegado al final del capítulo, puedes parar el cronóme-
tro.

¿Cuánto tiempo has tardado en leer hasta aquí?

Escríbelo aquí : __________________

¿Quieres conocer tu velocidad de lectura?


En este capítulo has leído 4939 palabras.
Para calcular tu velocidad de lectura, haz este cálculo: multiplica
4.939 por 60 y divide el resultado entre el tiempo en el que lo has
leído, en segundos.

PPM (Palabras por minuto) = 4.939 X 60


Tiempo (en segundos)

Bien, ahora que conoces el número de palabras que lees por minu-
to, ¿quieres saber qué clase de lector eres? Si has leído este capítu-
lo en un tiempo comprendido entre 20 y 26 minutos, eres un lec-
tor normal, sin ninguna habilidad especial en este ámbito. Si has
tardado entre 14 y 20, se nota que lees a menudo y estás entrena-
do, por exigencias laborales o académicas, ¡estupendo! Con un
buen método obtendrás resultados aún más extraordinarios, te
hace falta solamente un poco más de preparación.

“Increíble, ¿por dónde empiezo?”.

Las cosas que puedes hacer son muchas, algunas son preparatorias
al aprendizaje de la técnica de lectura verdaderamente rápida y
propia pero como sé que prefieres empezar en seguida a aplicar
una estrategia que te de resultados inmediatos en vez de entrenar
para una gloria lejana, tengo una pequeña sorpresa para ti.
Ya que no te puedo enseñar las técnicas de lectura puesto que la
forma de aprenderlas es presencial, te regalo la técnica del pre-es-
treno que puedes empezar enseguida y más adelante hacer el cur-
so.
Este pre-estreno te permitirá acelerar enseguida tu ritmo de lectu-
ra, pero sobre todo te permitirá una mejor concentración y recor-
dar más información de un texto. La técnica es tan sencilla como
eficaz y consiste en ponerse en modo activo frente al texto que vas
a leer. Pero, ¿cómo estar activo frente a un texto que todavía no
conoces? Una actitud positiva y una gran sonrisa no bastan, ayu-
dan, pero no son suficientes.
Por eso, desata tu creatividad y empieza:

1. Antes de leer el texto en detalle, lee y capta todos los


datos sobresalientes, particularmente los títulos, los pá-
rrafos, las palabras en negrita, aquellas en cursiva y, si
los hay, los breves recuadros que a veces se encuentran
al final o en el lateral de los textos.
Selecciona la cantidad de páginas que quieres leer o es-
tudiar durante el día. A lo mejor es un capítulo entero.
De éste lee todo lo que está resaltado, como hemos vis-
to ahora: los títulos, subtítulos, palabras en negrita o en
cursiva etc. Haciendo este trabajo, vas recogiendo in-
formación preliminar sobre lo que luego leerás en deta-
lle.
2. El paso siguiente consiste en plantearte todas las pre-
guntas que se te pasen por la cabeza relativas a ese tema
y recordar todo lo que ya sabes sobre el mismo. Se trata
de ser muy curioso.

3. Haz hipótesis sobre todo lo que no sabes. Si no tienes


respuestas válidas a las preguntas que te planteas duran-
te esta pre-lectura sobre lo que está destacado, haz hi-
pótesis sobre lo que encontrarás a lo largo del texto.

Naturalmente, este tipo de aproximación tiene sentido cuando se


trata de un texto de estudio, ya que el objetivo de una lectura aca-
démica es aprender los contenidos. Pero también podrías aplicarlo
para la lectura de una novela, si bien descubrir su trama progresi-
vamente forma parte de su encanto.

Este es el mejor modo de proceder, te explico por qué. Activar tus


conocimientos previos mejora tu nivel de atención, de concentra-
ción y de elaboración de datos, por no decir que aumenta la asimi-
lación de los contenidos además de darte la posibilidad de leer
más rápidamente, no tanto como una técnica de lectura rápida
pero sí para hacerlo más rápido de lo habitual.

Te pongo un ejemplo muy sencillo pero muy claro: supongamos


que eres un experto en robles y estás convencido de que estos ár-
boles tienen una altura media de 10-12 metros. Un día, mientras
estás esperando tu turno en la sala de espera de un centro de ma-
sajes o en el dentista, ves en la mesa una revista en cuya portada se
anuncia un artículo sobre robles. Te llama la atención, buscas el
artículo, lo lees con atención y descubres que el autor afirma que
un roble alcanza una media de seis a ocho metros de altura. ¿Te
llamaría la atención esta afirmación? Claro, porque contradice tu
conocimiento previo al respecto. Podrías pensar que estabas equi-
vocado o que el autor no es un gran experto sobre el tema, pero
mientras tanto tu cerebro apuntará y almacenará la discrepancia.
Lo mismo ocurre si el autor hubiera dicho que los robles crecen
entre diez y doce metros, pero en aquel caso hubieras pensado “lo
sabía”. Con esto quiero decir que no hay diferencia en que tú co-
nozcas o no la información correcta, la diferencia se basa en que
has activado un conocimiento previo y has tenido la posibilidad de
compararlo con la información contenida en el texto. Además de
esto, preparas a tu cerebro para recibir la información contenida
en el texto y a catalogarla de tal forma que sea más fácil recuperar-
la posteriormente.

No infravalores la importancia de esta estrategia. Te sugiero po-


nerla a prueba como todas las otras técnicas que te proponemos
en el libro, es la única forma de verificar que funcionan de verdad
y también es una forma de revisar un conocimiento previo.

Verás como cambia tu velocidad de lectura, tu capacidad de con-


centración, tu nivel de interés hacia temas que todavía no conoces
y, sobre todo, verás un gran cambio en tus resultados.
Si luego quieres aprender de verdad una técnica de lectura rápida
que te lleve a ser un súper-lector tienes que asistir al curso presen-
cial. Recuerda que cuando se habla de tiempo disponible, nunca es
el momento para malgastarlo, ¡pero siempre es el momento ade-
cuado para aprovecharlo!
Capítulo 3. Cómo Tomar Apuntes
Marco Bevanati, Instructor del Curso Genius en
Barcelona

Estamos adentrándonos en el mundo del aprendizaje y llegados a


este punto no podemos dejar al margen una de las actividades más
importantes para los estudiantes: los apuntes.
Hay muchos modos y ocasiones en las que es útil y necesario to-
mar apuntes, pero por ahora me detendré en los apuntes que se
toman durante una clase o durante reuniones y conferencias, o sea
los más difíciles, ya que a menudo no nos da tiempo a recogerlo
todo mientras escuchamos. Escuchar, escribir, pensar, razonar…
son aparentemente muchas cosas simultáneamente.

Apuntes sí, apuntes no.

No sé si te habrá pasado estar en clase, ir a una conferencia o a


una reunión y, pocos segundos antes de que el conferenciante em-
piece a hablar, encontrarte con el mismo dilema de siempre: ¿es
mejor tomar apuntes o escuchar para seguir mejor la intervención?
El mero hecho de que estas dos actividades —por la forma en la
que tomamos apuntes— sean la antítesis la una de la otra, nos
tendría que hacer reflexionar.
Estamos acostumbrados a un sistema educativo poco eficaz. La
prueba está en los cada vez más numerosos jóvenes que se enfren-
tan desorientados y confundidos al mundo del trabajo. La forma-
ción adquirida durante los años de educación a menudo no basta
para ejercitar la profesión escogida y nos obliga a seguir con más
años de estudio, cursos de perfeccionamiento, adquirir más cono-
cimientos. Muchos estudiantes no tienen la más mínima idea de
cuál es el mejor modo de adquirir estos conocimientos, bien escu-
chando, bien tomando apuntes en clase, seguir una conferencia o
una reunión, organizar una clase en su complejidad y con el obje-
tivo de que su repaso sea fácil una vez de vuelta a casa.
La mayor parte de los estudiantes se divide en dos categorías:
1. Quien intenta escribir cada palabra que dice el profesor sin
saltarse ninguna, pensando que lo entenderá todo cuando
repase los apuntes.
2. Quien escucha e intenta estar atento para entender lo que
dice el profesor, pensando que tomará apuntes después,
directamente en el texto mientras estudia.

Está claro que cada sistema tiene sus ventajas y desventajas.

El estudiante escritor.

En el primer caso la ventaja es que se puede repasar el contenido


de la clase en casa, en esta categoría suelen estar habitualmente las
personas que tienen una cierta manía de control que puede ser sín-
toma de una gran ambición, de poca seguridad en sí mismo, o de
ambas cosas. Generalmente, estas personas se presenta en clase
cargadas de cuadernos, bolígrafos de varios colores, rotuladores
fluorescentes, papel y post-it y ordenadores y se dedican a escribir
frenéticamente en cuanto el profesor empieza a hablar. Su credo
es “si lo escribo, lo recordaré”. Por desgracia, la manía de escritor
frenético contrasta con la realidad de los hechos. Puede que Eins-
tein no esté de acuerdo conmigo, pero cuando estamos en clase, la
relatividad del tiempo tiene que hacer cuentas con la velocidad de
escritura. Intentando transcribir las palabras exactas del profesor,
es inevitable que pierdas la mitad de las clases. O conoces y aplicas
a la perfección las técnicas de estenografía, o estás destinado a
perder el tiempo pues unos apuntes incompletos equivalen a
apuntes inútiles, sobre todo si para tomarlos no has escuchado o
entendido los conceptos que se explicaban. Una vez en casa,
cuando te encuentras con frases sin sentido y palabras ininteligi-
bles, agujeros en los conceptos y confusión en la cabeza, el resul-
tado es una situación de ansiedad causada por una estrategia inco-
rrecta. Por no hablar de la frustración de haber ido a clase y des-
pués de la tensión y el esfuerzo acabar sabiendo menos que los
colegas que se han pasado la clase hablando. Pero incluso si hubie-
ras logrado escribirlo todo, te habrías encontrado seguramente
con la necesidad de añadir alguna nota por aquí o por allá cada vez
que el profesor recapitulaba una idea. Una clase clara, lineal, bien
organizada y sin notas al margen es algo más bien raro, a menudo
se salta de una idea a otra, hay frases sin acabar, anécdotas, citas, o
la clásica frase del profesor “a propósito de lo que os decía antes,
hay que añadir…”, que provocan caos y terror en la cabeza del
estudiante que busca soluciones creativas para no perder nada. Di-
seños absurdos, asteriscos, flechas, figuras geométricas, recuadros
y post-it adornan las páginas como setas de montaña a finales de
agosto, todo decorado de colores y de rotuladores fluorescentes
para resaltar la importancia de unos datos que tal vez tampoco son
importantes.
Sin un orden claro, una posible revisión en casa es bastante difícil.
Para entender mejor, es necesario dedicar una parte del tiempo a
poner orden en las notas antes de empezar, luego buscar las lagu-
nas y finalmente llenarlas con la información contenida en los li-
bros de texto. A partir de entonces, podrás afirmar que tienes
todo el material de estudio necesario, a pesar de que te costará
leerlo. Para ello la solución más frecuente es re-escribir una nueva
síntesis del texto, ordenada y completa, que será la base para estu-
diar, lo cual te hace solo perder más tiempo.
Cuando llego a este momento del curso, siempre hay alguien que
dice que, si toma apuntes en su ordenador portátil, no tiene nece-
sidad de volver a escribir una nueva síntesis de la clase, que le bas-
ta corregirla. Es verdad, pero en este caso también hay ventajas y
desventajas: incorporar correcciones en el texto resulta todavía
más lento con respeto a la escritura tradicional, estamos hablando
de trazar una línea en vez de seguir el texto, seleccionar el fallo,
borrarlo y corregirlo. Una operación frente a cuatro.
Un buen resumen de este primer acercamiento podría ser: mucho
trabajo y pocos resultados.
El estudiante concentrado.

En el segundo caso —escuchar sin tomar apuntes—, la ventaja es


sin lugar a dudas una mayor comprensión de los contenidos y la
posibilidad de hacerse una idea personal del tema tratado. Nor-
malmente, es la elección típica del estudiante desganado que se
conforma con un resultado mediocre o del estudiante ambicioso
seguro de sí mismo que está convencido de que recordará todo
una vez entendido el concepto central del tema que se estudia. Es
una elección que ahorra en material escolar y propicia la interac-
ción en clase.
Pero también hay desventajas. Como veremos más adelante, cuan-
do abordemos el tema de la memoria a largo plazo, Tony Buzan
nos enseña que el olvido de un tema empieza a las cinco o seis ho-
ras desde el momento en el que hemos obtenido la información.
Significa que al final del día, la memoria empieza a anular parte de
la información asimilada durante la mañana, desordenando la
mente de quien escoge este método de apuntes mentales y corro-
yendo la certeza que tenía de saber reconstruir todos los concep-
tos tratados durante la clase. Piensa en lo que luego puede pasar
durante los exámenes, dos o tres meses más tarde.
Otro factor que no se puede ignorar es la tendencia a la distrac-
ción. Escuchar sin escribir, a no ser que el profesor sea un gran
orador, lleva al estudiante a perderse fácilmente en distracciones
como charlas con los compañeros, bromas, las redes sociales o
mensajes. Además, a largo plazo, no queda nada sobre lo que po-
damos basarnos, ni siquiera para un pequeño repaso. ¿Cuántas ve-
ces nos ha pasado estudiar para un examen en un semestre para
luego decidir aplazarlo hasta la siguiente convocatoria? Intenta re-
cordar una clase, conferencia o reunión a la que hayas asistido sin
tomar apuntes hace por lo menos seis meses, e intenta reconstruir
mentalmente las palabras, las frases y el hilo conductor del tema.
Probablemente no recordarías si hubieras tomado apuntes y no
los hubieras repasado, imagina si te fías tan solo de tu memoria
natural y sin la ayuda de una estrategia. El término técnico es “ta-
bula rasa”.
Alguien diría que puede utilizar una grabadora, aunque no lo
aconsejo. No sé si lo has probado, pero te puedo garantizar que
no es una sensación agradable caer en la cuenta de que has em-
pleado el doble de tiempo (como mínimo) para volver a escuchar
lo que has oído en clase. Tienes que volver a escuchar la lección
por segunda vez, a lo mejor el mismo día, y tomar apuntes con la
estupenda opción de oír al profesor todas las veces que quieras.
Quiere decir que escucharás palabra por palabra, incluyendo todas
las onomatopeyas, sin contar que todas las referencias a conceptos
ya explicados anteriormente.
La cantidad de tiempo empleada es excesiva, como dice el refrán
“el juego no vale la vela”, es decir, que no vale la pena. Pero el
mayor problema de esta situación se pone un evidencia en el mo-
mento de los exámenes, cuando te das cuenta de repente de que
no tiene nada concreto para prepararte y empiezas a buscar deses-
peradamente los apuntes de algún compañero. Más tiempo des-
perdiciado, con la consecuencia de atrasar el calendario y la prepa-
ración que se traduce en largos días de encierro justo antes de los
exámenes. A menudo renunciamos a relaciones sociales, a hobbies,
al deporte y empezamos a buscar compañeros de estudio y cual-
quier material listo como locos. Es absurdo ver cómo pasamos de
ser un estudiante diligente a ser un toxicómano en crisis de absti-
nencia. ¿Cuántas veces te has encontrado con el agua al cuello
mientras te estabas preparando o tan solo pensando en un exa-
men?.

En el trabajo.

En el mundo laboral, las cosas no mejoran porque si nadie nos ha


enseñado a tomar apuntes en el colegio, eso será todavía menos
posible el día en el que nos incorporemos al trabajo. Como resul-
tado, el vacío sigue aumentando.
A menudo me encuentro con profesionales que manifiestan su
dificultad para tomar apuntes durante los seminarios de especiali-
zación, las reuniones, las videoconferencias o conferencias presen-
ciales. La mayor dificultad reside en la elaboración de los datos y la
memoria a largo plazo.
Para estar preparado y ser competitivos a los ojos de los directivos,
muchos jóvenes dejan de lado su vida privada, descuidan su fami-
lia y su propio bienestar y tiempo de ocio.

Cuatro problemas, una solución.

Sería fantástico si hubiera un método para eliminar las desventajas


de las situaciones que hemos visto y sustituirlas por alguna técnica
que favoreciera los puntos fuertes.
Imagínate un método que te permita tomar apuntes de forma
completa y en detalle, entender cada uno de los conceptos expli-
cados por el profesor y también interactuar haciendo preguntas,
garantizándote así un estilo de aprendizaje activo y una visión glo-
bal del argumento estudiado. Seguir una clase no sería tan solo
muy provechoso sino también muy interesante. Este método exis-
te y se llama “Técnica de los mapas mentales”.
Los mapas mentales son un instrumento gráfico increíble para
tomar apuntes. Permiten el uso del principio de las palabras clave
para distinguir los temas más importantes y organizarlos según un
orden lógico y claro que aporta una visión global del tema tratado,
mantiene siempre la visión global del mismo y ofrece la posibili-
dad de gestionar fácilmente posibles añadidos posteriores.
Me explico mejor. En el capítulo dedicado a los Mapas Mentales,
verás en detalle cómo se estructura un mapa de manera eficaz,
pero te quiero adelantar ya rápidamente algunas de las ventajas de
esta técnica que te permitirá mejorar la calidad de tus apuntes en
muy poco tiempo.

Los mapas mentales:


1. Recogen solamente las palabras clave, no evidencian con-
ceptos o frases enteras. La capacidad de síntesis adquirida
te hace ganar tiempo y concentración.
2. Promueven un aprendizaje activo. Para escoger una palabra
clave, hay que escuchar (o leer) y entender.
3. Te ayudan a seguir concentrado. Cuando estás centrado en
la organización de las informaciones, no hay manera de
distraerte.
4. Te dan una visión completa de lo que se habla en el aula.
En casa, ya no tendrás la desagradable sensación de no sa-
ber si te has perdido algo de la clase.
5. Te permiten memorizar a largo plazo. Unos apuntes bien
elaborados son una garantía de resultados a largo plazo.
6. Son fáciles de revisar. La ventaja de tener una visión global
ofrece la posibilidad de repasar centenares de informacio-
nes en pocos minutos.
7. Pueden enriquecerse en un segundo tiempo. Se acabaron
las flechas, post-it o recuadros para adornar tus apuntes.
8. Te ayudan a establecer el orden de prioridad de los temas.
Un buen truco para entender cuáles son los argumentos
que el profesor destaca es dividir la hoja de papel en cuatro
partes antes de empezar la clase. Al final de la misma, vien-
do la cantidad de informaciones anotadas en cada división
sabrás cuáles son las más importantes para él según el
tiempo que le haya dedicado a cada uno de ellos.
9. Dan orden y claridad. Apuntes muy claros en un papel sig-
nifican datos claros en la mente.
10. Te distinguen de los demás. Suelen generar mucha curiosi-
dad y ser tema de conversación, incluso con el profesor.

Ya verás que pronto no podrás prescindir de esta estupenda técni-


ca, aunque también con esta técnica encontramos dos tipos de ca-
sos: el de quien ha entendido más o menos cómo funciona y lo
aplica de vez en cuando, y el de quien ha entendido el potencial
enorme de esta estrategia y se propone dominarla.
Te aconsejo que leas atentamente el capítulo dedicado a los Ma-
pas, que lo pongas en práctica inmediatamente y que luego pidas
consejo a un experto para que te apoye en el perfeccionamiento
de tu estilo personal. Para mí, la ayuda de un tutor fue fundamen-
tal porque en poquísimo tiempo conseguí darle la vuelta comple-
tamente a mis resultados, algo que no habría logrado solo, y mu-
cho menos tan rápidamente.

El salto de calidad lo di después de tener un tutor personal en el


Curso Genius, cuando caí en la cuenta de que mi primer mapa no
aplicaba ni siquiera la mitad de las reglas específicas que me había
explicado el instructor. Tener un experto a mi lado me permitió
alcanzar resultados que ni siquiera hubiera soñado y hoy soy capaz
de seguir el ritmo de las clases universitarias, reuniones y confe-
rencias presenciales participando activamente en ellas y asimilando
simultáneamente todos los mensajes más importantes.
Para la aplicación de los mapas, es fundamental aumentar el nivel
personal de concentración, entender cómo trabajar con las pala-
bras clave y los detalles técnicos y aprender a gestionar el espacio
físico del mapa. Lee por lo tanto con mucha atención los tres pró-
ximos capítulos porque analizaremos en detalle todas sus fases.

Pero el verdadero secreto es…

Todo lo que te he dicho hasta ahora es verdad, útil e importante,


pero he dejado el concepto más importante para el final. La escu-
cha activa durante una clase o conferencia será el secreto de tu éxi-
to, porque es la forma más simple e inteligente de adquirir cono-
cimientos; sea cual sea tu forma de tomar apuntes, si quieres que
tengan sentido, tienen que pasar por la puerta de tu cerebro. Y
para que esto ocurra, la relación tiene que ser activa. Luego, si
mientras escuchas eres capaz de activar conocimientos previos
como te hemos explicado en el capítulo dedicado a la lectura rápi-
da, entonces verás cómo la información se te queda grabada con
una fuerza extraordinaria. Ser participativo es un paso muy impor-
tante de tu formación que puedes mejorar solo y exclusivamente
siendo proactivo.
Si conoces con antelación el tema de la clase siguiente, dedica al-
gunos minutos a la lectura del material. Verás que cuando sepas
aplicar las técnicas de lectura rápida, tardarás muy pocos minutos
en ello, de tal forma que lo que comente el profesor durante la
clase no te sonará nuevo. Además, conocer a grandes rasgos los
contenidos te permitirá razonar con antelación y estarás en mejor
posición para entender y acoger las novedades en tu bagaje cultu-
ral.
Capítulo 4. La Comprensión
Andrea Ainciburu, Instructora del Curso Genius en Pamplo-
na

La compresión es la base del aprendizaje, vaya secreto que te aca-


bo de desvelar. Pero si te digo que es también uno de los mayores
problemas a los que se enfrenta cualquier estudiante, ¿qué pensa-
rías? Alguien puede pensar, no es mi caso porque yo soy inteligen-
te, o alguien puede sentirse ofendido, y decir: “¿me estás llamando
tonto?” Si me lo hubieran preguntado a mi hace algunos años ha-
bría contestado con la primera opción. De hecho, si me hubiera
encontrado con un capítulo así probablemente me lo habría salta-
do directamente pensando: yo entiendo bien las cosas porque soy
inteligente, si alguien no las entiende es porque será un poco ton-
to... y así habría dado por zanjado el tema. ¡Esa sí que habría sido
una afirmación estúpida! Qué equivocada estaba. No comprender
lo que leemos no depende exclusivamente de la inteligencia, si no
que está mucho más relacionado con la cantidad de información
de la que ya disponemos sobre ese tema.

Podemos considerarnos inteligentes, aunque probablemente tú


también hayas oído que usamos solamente una pequeña parte de
nuestro potencial intelectual. Hay que reconocer que no se nos da
mal, con ello conseguimos auténticos milagros. Pero, por desgra-
cia, no siempre captamos el sentido completo de lo que estudia-
mos a primera vista. Si tratamos la comprensión no como un en-
tendimiento superficial del texto, si no como una comprensión
real que nos permite integrar el contenido profundo del texto nos
podemos dar cuenta de que no sólo hay que tener en cuenta la in-
teligencia, si no también la organización de nuestras ideas y refle-
xiones, la concentración que somos capaces de mantener, las bases
de las que ya disponemos, nuestra capacidad de reelaborar los
conceptos que hemos leído y la capacidad de asociarlos con lo que
ya sabemos.
Evidentemente, no podemos actuar sobre nuestro cociente inte-
lectual con pastillas mágicas como las de Limitless, pero estoy se-
gura de que no venías buscando eso en este libro. Lo que sí que
podemos hacer es crear las condiciones ideales para que nuestra
mente dé lo mejor de sí.
Si sigues todas las indicaciones que te hemos dado hasta ahora y
que seguiremos dándote, sin necesidad de actuar sobre tu CI serás
capaz de rendir mucho más y mejorar tus resultados tanto en cali-
dad como en cantidad que incluso ¡alguien sospechará que tu CI
ha aumentado!

¿Entender o recordar?

Sorprendentemente, todavía hay quien se plantea esta pregunta y,


o bien no sabe muy bien cómo contestar, o se decanta completa-
mente por una de las dos opciones. Sin embargo, no veo por qué
estas dos actividades tengan que estar reñidas.

‘Yo no memorizo, yo entiendo las cosas’, cuantas veces me habré


encontrado con afirmaciones parecidas a esta. Es obvio que en-
tender influye positivamente en recordar el contenido, pero no es
suficiente, después de haberlo entendido hay que ser capaz de re-
cuperar esa información en el momento en el que haga falta,
como puede ser el día del examen, por lo tanto es inteligente
complementar estas dos actividades, primero entender y luego
memorizar.

“Cuando no tengo tiempo o no lo entiendo bien lo memorizo y ya


está”, ya hemos dicho que la comprensión mejora el recuerdo,
pero no es solo eso, memorizar datos y conceptos sin entenderlos
y por lo tanto sin ser capaces de insertarlos correctamente en su
contexto equivale a no saber utilizarlos, lo que convierte esa me-
morización automáticamente en inútil y habrás perdido el tiempo
empleado en aprenderlas como un loro.
¿Y qué decir del día del examen? Perder puntos se convierte en
algo demasiado fácil, aprendiendo todo de memoria, no serías ca-
paz de contestar a alguna pregunta que fuera diferente del título
del párrafo que le corresponde, o preguntas que pidan relacionar
conceptos o incluso dar una opinión basada en los conceptos
estudiados.

Vale, me he has pillado, no soy fan de la memoria pura y dura. Así


que a no ser que se trate de recordar datos puros que no hay que
comprender, como pueden ser números de teléfono, fechas, códi-
gos, o vocabulario de idiomas extranjeros, no pienso que la me-
morización pura sea una opción viable.
Sin embargo, por otro lado, a veces tratamos la comprensión
como si se tratara de un don divino que escapa de nuestro control.
Por eso cuando descubrí que tenía la posibilidad de echarle una
mano a mi mente en este ámbito, se me abrió un mundo de opor-
tunidades.

Por desgracia, me doy cuenta de que a pesar de que sepamos y di-


gamos que la comprensión es fundamental, a la hora de la verdad,
es decir cuando estamos estudiando, la comprensión se vuelve uno
de los factores menos relevantes para un estudiante medio, que
generalmente, tiene la mala costumbre de pensar (porque le resulta
cómodo, no porque sea tonto) que si un concepto no le resulta
claro en este momento, se le irá aclarando a lo largo del estudio.
¿Te has encontrado alguna vez delante de un concepto un poco
más complicado, a lo mejor ni siquiera bien expresado y pensar:
“Bueno esto no lo entiendo. Ahora lo subrayo y así sé que lo ten-
go que repasar, pero mientras sigo adelante para no perder tiem-
po, y cuando vuelva a mirarlo lo tendré mas claro, y si no pues
bueno me lo aprendo tal cual y a lo mejor ni me lo preguntan… o
quizás me lo salto directamente…”. Si fuera tan solo un concepto
por cada examen, tal vez el riesgo fuera asumible, pero no suele
ser así, y además dejándonos trozos por el camino no construimos
el conocimiento que nos hará falta para seguir adelante con facili-
dad, por lo que estaremos complicándonos también los próximos
conceptos y los próximos cursos de esa misma materia.
Cuando aplicas esta filosofía de estudio, empieza la debacle por-
que a cada mínima dificultad de comprensión el mecanismo men-
tal se pone en marcha, y el “ya lo veré mas tarde” se acaba convir-
tiendo en nunca jamás. Si no te ha pasado nunca, enhorabuena,
estás por encima de la media.
Pero simulemos que eres un ser humano y que como tal has co-
metido algún error… es solo un simulacro. La idea común es que,
subrayando un texto, mantendremos los conceptos que aclaran la
mente, por una especie de osmosis mística, y estos quedarán pe-
gados a nuestras neuronas como bolas de azúcar glas en el pastel.
La comparación me parece correcta ya que este tipo de creencia se
explica solo si vives en el mundo de los cuentos.
Ahora, bromas aparte, ¿por qué extraño motivo tendría que ser
así? Ninguno. Exacto. Y, de hecho, no pasa. ¿Resultado? Cuando
vuelves por segunda vez al texto, cuando tendrías que haberlo en-
tendido todo, si tu plan genial hubiera funcionado, entonces te das
cuenta de que nada ha cambiado. Sino que has leído todos los te-
mas que se presentaban sin haber tenido el soporte de un concep-
to que tal vez te habría permitido comprender mejor lo que venía
a continuación, y que por lo tanto no tenía sentido no entenderlo
antes de avanzar con la lectura. Yo bromeo con esto porque uno
de los estudiantes brillantes que conozco prefería saltarse el es-
fuerzo de profundizar (o hacerle una pregunta al profesor) o de
pararse a razonar un momento sobre la vía más inteligente a adop-
tar. No tenía tiempo. Tenía que estudiar. Para él, era mejor dedicar
tiempo a leer, repetir y transcribir en vez de entender.

Sé que si estás leyendo este libro es porque estás por encima de la


media de los estudiantes pues te interesas por tu método de estu-
dio, tus resultados e incluso, sobre todo, por tu mejora personal.
Entonces, ¿cómo se aumenta la comprensión?.
Mejorar la comprensión.

Para que nuestra mente pueda dar lo mejor de sí misma es útil tra-
bajar sobre los conceptos que comentábamos al principio del capí-
tulo, es decir, concentración, organización y elaboración de las
ideas, el contexto, y las bases de las que disponemos. A continua-
ción encontrarás nuestras sugerencias, que son fruto de decenas
de años de estudio y de experiencias personales, ¡aprovéchalas!

Contexto.
Para poder comprender mejor un texto resulta importante tener
una visión global del tema y ser capaz de poner la información en
su contexto. Antes de proceder con la lectura del texto es inteli-
gente preparar nuestro cerebro para recibir esa información. Ha-
cer la vista previa del texto, como te comentábamos en el capítulo
dedicado a la lectura, te permitirá entender cuáles son las ideas
principales del texto, dónde quiere ir a parar el autor y cómo ha
organizado el texto, además te resultará más fácil mantener la con-
centración y encajar y comprender mejor la información que estás
a punto de recibir.

Concentración.
Para trabajar en la concentración, empieza poniendo en práctica
las indicaciones que te hemos dado en el capítulo dedicado a este
tema. Por otro lado, sé activo en clase, escucha, participa, haz pre-
guntas y sé curioso como cuando eras un niño de cuatro años.
Nada podía pasar entonces en tu entorno sin que tú te hicieras mil
preguntas sobre el cómo, cuándo, quién y por qué. Si no lo re-
cuerdas, pregúntaselo a tus padres.

De todas maneras, para ser más concretos en este ámbito, ten-


dríamos que revisar nuestra conexión entre la concentración y la
comprensión. La mayoría de la gente piensa que no entiende por-
que no consigue concentrarse, estoy leyendo me distraigo y por
eso no comprendo bien el texto. Esta afirmación en parte es cier-
ta, pero funciona también al revés: cuando no comprendo bien un
texto, pierdo concentración, porque cuando leo mi cerebro no en-
tiende bien una palabra o un grupo de palabras y se distrae. Mu-
chos de los problemas de concentración derivan de una falta de
comprensión. Cuando leemos un texto y no tenemos la capacidad
de entenderlo perfectamente y con claridad, nuestra concentración
disminuye y nuestra mente invierte la causa con el efecto, se dice:
“ves, no entiendo porque no estoy suficientemente concentrado”,
mientras muchas veces la realidad es que “no estoy suficientemen-
te concentrado porque no entiendo”. Y esta nueva toma de con-
sciencia nos lleva directamente al siguiente grupo de consejos.

Las bases.
Lo hemos dicho ya pero no me cansaré de repetirlo, el nivel de
comprensión depende de la inteligencia, la lógica, etc, pero sobre
todo de la cantidad de información que ya tengo sobre ese tema.
Mucha gente no quiere aceptarlo, porque aceptar no comprender
bien un texto es como aceptar que soy tonto. Si entiendo es por-
que soy inteligente, si no entiendo soy estúpido, pero no es para
nada cierto. Puedo ser la persona más inteligente del mundo, pero
si no sé las bases de física no podré entender varios teoremas o
fórmulas de esa materia. Esto no tiene nada que ver con mi inteli-
gencia, solo con las bases que tengo y la información que conozco
sobre ese tema.

Probablemente lo hemos vivido todos alguna vez, no captar bien


las bases de una asignatura en el colegio y el año siguiente necesi-
tar mucho más esfuerzo para ponernos al día en esa materia y po-
der seguir y entender las clases. Pero te pongo un ejemplo más in-
teresante. ¿Has visto la última película de los Vengadores (Aven-
gers: Endgame)? ¿Te ha gustado? Sin ser adivina, podría asegurar
que la has disfrutado mucho más si previamente habías visto las
21 películas de Marvel donde se explican los personajes, las histo-
rias, etc. Y que si no las has visto probablemente no hayas enten-
dido la mitad de la película, y no porque seas tonto, sino porque te
faltan las bases, los conocimientos previos. Ocurre exactamente lo
mismo cuando nos enfrentamos a un texto sin tener las informa-
ciones previas necesarias, nos cuesta más esfuerzo, entendemos
menos, y lo disfrutamos menos. Por lo tanto es muy importante
antes de leer un libro y ponerse a estudiar adquirir esa informa-
ción y esas bases que nos permitan fluir mejor en los conceptos.

Vocabulario.
Una de las bases previas más importantes para comprender un
texto serán precisamente las palabras del mismo.

El español es un idioma que cuenta con más de 90.000 palabras,


¿las conoces todas? O mejor, ¿tendrías una definición clara o una
imagen nítida de cada una de ellas? La respuesta probablemente
sea que no, por eso muchas veces cuando nos encontramos con
palabras que nos suenan pero que no conocemos perfectamente
tendemos a interpretarlas y tratar de adivinarlas. Muchos términos
los hemos aprendido así, interpretándolos por el contexto, el pro-
blema es que cuando se utilizan en un contexto diferente o cuan-
do directamente no conocemos esas palabras es como si se forma-
ra una imagen opaca en nuestra mente que nos dificulta la com-
prensión. Basta con una palabra relevante poco clara para conver-
tir en difícil la comprensión de un párrafo completo.

Este problema es más evidente cuando hablamos de vocabulario


específico que aparecen mucho en algunas asignaturas como pue-
den ser por ejemplo las materias jurídicas o de anatomía. Nos en-
contraremos con muchísimos términos nuevos que dificultarán
nuestra comprensión y ralentizarán nuestro aprendizaje. Además,
nos hemos acostumbrado desde el colegio a estudiar de manera
poco constructiva, casi siempre estudiando con prisa y en esos
momentos de urgencia resulta difícil pararse a buscar en el diccio-
nario la definición exacta de lo que estamos aprendiendo, por lo
que decidíamos aprenderlo de memoria, y esa información se bor-
rará pronto, y por lo tanto, estudiando así no hemos ido con-
struyendo conocimiento. De esta manera se llega a la universidad
o a los cursos superiores con faltas en las bases o con varias pala-
bras fundamentales poco definidas, por consiguiente llegamos a la
universidad con un nivel de dificultad mayor del que deberíamos.

Por eso el mayor consejo que te puedo dar sobre este tema es que
antes de entrar en la universidad, antes de enfrentarte a una mate-
ria con mucho vocabulario específico, es que lo estudies, que me-
morices ese vocabulario técnico. Si conoces las técnicas de memo-
ria, hazlo evidentemente con las técnicas y el largo plazo, si no con
tu método tradicional, sea como sea memorízalas. Cuando cono-
ces todas las palabras que estás leyendo, tu mente comprende el
concepto.
Es evidente que tendrás que invertir tiempo en memorizar las pa-
labras, pagarás un precio, pero ahorrarás una cantidad inmensa de
tiempo y esfuerzo después, porque será mucho más fácil estudiar
esa materia y quedarse concentrado leyendo. Si te encuentras en
esa situación, párate, coge un glosario y estudia el vocabulario. Si
no entiendes algo, busca palabra por palabra cuál es el problema,
ve al diccionario y verás como se esclarece el párrafo. Probable-
mente, no te estés dando cuenta de cuánto tiempo pierdes en pre-
parar un examen porque te estás distrayendo, no estás concentra-
do, no estás entendiendo, y por eso tienes que leer varias veces...
es verdad que tendrás que dedicar tiempo al principio a estudiar el
vocabulario pero valdrá la pena, te valdrá para siempre y para va-
rias asignaturas.

Para acabar, si me lo permites, te cuento una pequeña anécdota


mía que ilustra el efecto de no comprender una materia como
consecuencia de no entender el vocabulario y recoge las dificulta-
des que hemos analizado aquí.
Te cuento un trozo de mi historia, siempre he sido una buena
estudiante, aplicada, sin tener que pasar muchas horas sobre los
libros y que me gustaba tener buenos resultados. Siempre me ha-
bía llamado la atención el hecho de tener un buen curriculum por
satisfacción personal, y digamos que también abre puertas. Así que
al estar acabando el grado en ingeniería decidí hacer un Erasmus,
para vivir la experiencia, conocer mundo, mejorar mi inglés, mejo-
rar mis capacidades de adaptarme a situaciones nuevas, etc. A la
hora de elegir destino, y entre muchas ciudades apetecibles de Ita-
lia y su maravillosa comida, o Polonia y su fiesta barata encontré
un destino un poco diferente ¡Suiza! Y la verdad es que o eres un
apasionado del esquí o de la alta montaña o quizás no es el primer
destino que elegirías para pasar una de las mejores experiencias de
tu vida. Pues yo sí, y no, entre mis talentos no está la habilidad so-
bre los esquís. Había oido comparar mi universidad de destino
(EPFL) con el MIT europeo, una formación por encima de la me-
dia, una preparación de los estudiantes envidiable, etc. El caso es
que allí fui, y a pesar del frío, los disparatados precios y los hora-
rios poco habituales para un español (¡a las 18 de la tarde ya estaba
todo cerrado!), fue una experiencia única. Y qué tiene que ver esto
con la comprensión?
El caso es que fueron los 6 meses donde más tuve que estudiar de
todo mi periodo universitario, no hacían descuentos a los Era-
smus, y me toco ponerme las pilas. Por una parte porque por pri-
mera vez en mi vida tuve que enfrentarme a exámenes orales, y
esta no fue una bonita experiencia (pero no te preocupes, para
esto también tienes la solución en los próximos capítulos).
Pero por otro lado, porque en muchas de las asignaturas a las que
me inscribí me faltaban las bases para poder seguir el razonamien-
to de las lecciones con facilidad. Y un detalle más, las clases como
podrás imaginar no se impartan en mi idioma nativo, si no en in-
glés. Tenía una buena base de inglés, sus títulos correspondientes y
unas buenas notas en mi expediente académico, pero es cierto que
un idioma que has aprendido de manera tradicional, si no lo
usas… se olvida, estoy segura de que a ti también te ha pasado. Es
cierto también que al encontrarme allí en una full inmersión de
este idioma, lo recuperé y mejoré con relativa facilidad. Pero
igualmente en clase me encontraba varias veces con términos que
no conocía y por lo tanto que dificultaban mi comprensión y ra-
lentizaban mi aprendizaje, teniendo que dedicarle más esfuerzo al
mismo. Un día durante una clase sobre las pilas de hidrógeno de-
sde un punto de vista de la química orgánica tuve el ejemplo gráfi-
co de la importancia del vocabulario para comprender.
No me resulta difícil admitir que en esa asignatura me sentía ba-
stante pez, rodeada de ingenieros químicos, con un profesor que
daba por hecho la mitad de las bases que yo no tenía y que impar-
tía las clases a un ritmo vertiginoso. El caso es que yo llevaba me-
ses intrigada sobre varias de las cosas que decía el profesor, pero
había una palabra que se había vuelto mi dolor de cabeza, parecía
relevante, la repetía cada dos por tres, y parecía ser la base del fun-
cionamiento de estos elementos… el problema es que yo esta pa-
labra no conseguía entenderla: “calen” era lo que alcanzaban a
escuchar mis oídos, buscaba por internet a ver si encontraba coin-
cidencias pero no había manera… yo trataba de seguir avanzando
y estar concentrada en lo que explicaba el profesor, pero cada vez
que aparecía esta palabra, mi cabeza se distraía pensando en que
diantres significaría eso y que tendría que ver con lo que estaba
explicando. ¡Hasta que un día por fin vi la luz! Mientras este hom-
bre decía la palabra “calen” nos mostró un gráfico en el que la pa-
labra estaba escrita: “current”, ¡la corriente eléctrica! y por fin en-
tendí a qué se refería. En ese momento en mi mente empezó a
sonar música celestial y vi sucederse una tras otra las imágenes de
los conceptos que por fin estaba consiguiendo asimilar gracias a la
comprensión de esta única palabra. Se me aclararon 3 meses de
asignatura, desde ahí pude recuperar y por fin estudiar esa asigna-
tura entendiendo algo de lo que hacíamos en clase. Ese día salí del
aula con una felicidad enorme, pero pensando también en que si
hubiera entendido esa palabra antes, me habría ahorrado mucho
esfuerzo y mucho tiempo.
Si te interesa, la historia acabo bien y ¡conseguí aprobar también
esa asignatura!

Pero sobre todo, con esto entendí que tan solo una palabra que no
conoces o no sabes encajar en un contexto puede marcar la dife-
rencia.
Cómo puedes ver, entender y tener una definición clara y precisa
de los términos con los que tenemos que trabajar pueden marcar
la diferencia entre no entender los conceptos, entenderlos de una
manera superficial o entenderlos de verdad. Por eso a partir de
entonces, prestó mucha más atención a las palabras que no conoz-
co y me ocupo de definirlas claramente y memorizarlas para poder
utilizarlas de manera fluida. Es sin duda un tiempo que merece la
pena invertir.

Como consecuencia, por todo lo que hemos hablado hasta ahora,


te aconsejo que antes de ponerte a estudiar una materia técnica, le
dediques el tiempo necesario a adquirir un vocabulario que te
permita entender bien los conceptos con los que te encontrarás,
utilizar las técnicas de concentración, y antes de leer un texto apli-
car la vista previa. Ya con esto notarás una mejora enorme en tu
comprensión, pero para terminar el proceso con los mejores resul-
tados posibles lee con atención los próximos capítulos donde en-
contrarás explicado más al detalle cómo elaborar y organizar las
ideas de un texto y por lo tanto cómo seguir mejorando la com-
prensión.
Capítulo 5. La Elaboración Del Texto
Filippo Bruni, instructor del Curso Genius en Valencia

Los errores más comunes.

Comparo a menudo el momento en el que un estudiante se sienta


frente al escritorio con la manera en la que se muestran los duelos
en las películas del oeste: músculos tensos, mirada asesina, la mano
que coge un lápiz como si fuera el cañón de una pistola, mata o te
matarán. De hecho, a menudo los estudiantes acaban tumbados en
el libro, por suerte sin un agujero en la cabeza. Disparos aparte, el
momento de la elaboración de un texto es fundamental para la
asimilación real de los temas, no tanto desde el punto de vista
mnemotécnico, sino desde el cognitivo. Retomar un concepto que
has entendido es mucho más fácil que cuando no te ha quedado
claro, porque la lógica viene en nuestra ayuda. Pero antes de llegar
a la comprensión, en la mayor parte de los casos, se pasa por una
serie de errores comunes.

En la fase de adquisición de datos, la gente suele leer y subrayar,


leer y hacer un esquema o leer y volver a escribir. Por desgracia,
ninguna de estas opciones es útil, solamente te hacen perder tiem-
po.
Si utilizas uno de estos tres métodos, seguro que en alguna oca-
sión habrás defendido tu elección en base a alguno de estos argu-
mentos:

1. “Subrayo todo pues así me será más fácil recordarlos”. Fal-


so. ¿Crees que es más fácil recordar una frase completa o
una palabra aislada? La palabra clave es más fácil de memo-
rizar.
2. “Recuerdo todo lo que subrayo”. Falso. ¿Según qué princi-
pio mágico basta pasar un rotulador fluorescente por la
página para recordar su contenido? La memoria fotográfica
ayuda, pero si no tienes una memoria fotográfica, no tienes
muchas probabilidades de recordar algo solo habiéndolo
subrayado. Ya hemos visto que a veces llegamos a estudiar
un concepto, que no lo entendemos del todo y nos deci-
mos “ahora lo subrayo, ya veremos más adelante”. Sigo sin
entender cómo sigue siendo un método que se considera
válido, la verdad es que no funciona esperar tiempos mejo-
res con la esperanza de que, por osmosis, este concepto se
aclare sólo. No pasa nunca y no cambia nada. La única di-
ferencia es que tu libro ha dejado de ser blanco y negro y
es ahora un cuaderno policromado.

En realidad, lo que necesitas para recordar los temas son las pala-
bras clave y los detalles técnicos.

Antes y después de la cura.

La verdad es que cuando me propusieron escribir este capítulo


sobre las técnicas de elaboración de textos y la identificación e
importancia de las palabras clave, vi claramente que tenía dos op-
ciones. Podría haber escrito que para mi la lectura siempre había
sido una actividad fácil, o habría podido decir la verdad.
La verdad es que si bien estas habilidades existen en mí, mi sensa-
ción íntima es que no es así. Durante mis años de universidad
siempre pensé que era una persona que estudiaba lentamente y
con gran esfuerzo. Esa era la imagen que tenía de mí.
He decidido contarte cómo era y cómo soy hoy en día, con algún
truco más en el bolsillo. Lo que defino como truco representa
para muchos una estrategia de aprendizaje, para mí ha significado
la posibilidad de entender que existía otro acercamiento posible al
estudio. Quiero hablarte de mí, del niño que fui y de por qué,
siendo estudiante, llegué a odiar el momento en el que tenía que
abrir un libro.
Mi infancia la pasé dentro del agua, de los nueve a los veinte años,
mi prioridad siempre fue el entrenamiento en la piscina, lo que me
llevó a sacrificar el tiempo dedicado al estudio. Por la mañana iba
al cole y por la tarde me pasaba cuatro horas en la piscina, sobre
las siete de la tarde intentaba echar un ojo a los libros, luego llega-
ba casi de milagro a la hora de la cena para caer después rendido
en la cama. En realidad, fue al llegar a la Universidad cuando me
encontré de verdad cara a cara con los libros. Era un esfuerzo
enorme, muy diferente al que hacía en la piscina. Era para mi, una
auténtica prueba de voluntad y determinación. No estaba acos-
tumbrado a leer tanto. Parecerá raro, pero para mí la lectura era un
lujo que no tenía tiempo de concederme, además de representar
un verdadero esfuerzo.
De lunes a viernes, tenía una rutina, y los fines de semana me los
pasaba compitiendo. Tener que aprender todo el temario universi-
tario era una auténtica tortura, sin metodología, sin que estuviera
acostumbrado, sin ayuda, era un calvario. La única ayuda que tenía
era la gran disciplina adquirida haciendo deporte de manera agó-
nica, pero nadie me había enseñado nunca cómo estudiar. Era rico
en disciplina y pobre en metodología. Recuerdo que abría los li-
bros de anatomía y leía lentamente, llegaba al final del texto, y a
menudo lo tenía que volver a leer, todo me parecía de la misma
importancia y por supuesto subrayaba cada palabra con la espe-
ranza de que colorear la página ayudaría a imprimir esos concep-
tos en mi cerebro.
Era el perfecto estereotipo de estudiante que coloreaba los textos
por falta de formación, pero como dice Marco en su capítulo
“Cómo tomar apuntes”, yo cogía todo y al final me quedaba con
las manos vacías. Cuando había acabado el libro, no me quedaba
casi nada en la cabeza, y en más de una ocasión, por no decir
siempre, tuve que volver a empezar de cero. Hice prácticamente
todos mis años de carrera de aquella forma, me presentaba a los
exámenes muy poco a poco, pero los iba sacando.
Fue una larga agonía que por lo menos dio sus frutos. Cuando
pienso en tantos compañeros de facultad que no solo se perdían
igual que yo en los libros, sino que ni siquiera aprobaban los exá-
menes, me siento afortunado. Hoy en día, sonriendo, reconozco
que he sido determinado pues si bien era rehén de mi falta de me-
todología, por lo menos me centré en el resultado que me había
propuesto lograr.
Poco antes de los exámenes me llegó un golpe de suerte: tuve la
oportunidad de asistir al Curso Genius de técnicas de aprendizaje
rápido que me hizo cambiar completamente la visión de mí mis-
mo. Recuerdo perfectamente la sensación que experimenté al aca-
barlo: el aprendizaje era todavía un mundo inexplorado para mi
pero al mismo tiempo se me abría otro lleno de posibilidades. En-
seguida me di cuenta de que había usado mi cerebro de manera
muy poco productiva hasta la fecha. Cambió completamente la
percepción que tenía de mí mismo en cuanto a la inteligencia y fue
en aquel momento cuando cambió mi perspectiva sobre mi po-
tencial de futuro.
La gran diferencia fue incrementar mi capacidad de comprensión
de un texto. Piensa en lo que puede significar para una persona
pasar de compararse con otros estudiantes y creerse que no llega a
su nivel, a tener la certeza de poder aprender cualquier texto en un
tiempo que daría envidia a cualquiera. Finalmente podía cerrar el
libro y recordarlo todo.
Con esta metodología, podrás aprender a adueñarte de todas las
informaciones que el autor ha escrito, porque un concepto es tuyo
tan solo cuando lo puedes explicarlo con tu estilo y tus palabras.
Entonces es cuando puedes decir que lo has aprendido, es la única
prueba que confirma que lo has asimilado totalmente. Tuyas las
palabras, tuyo el concepto.

Preguntas inteligentes.
En primer lugar, la capacidad de plantear las preguntas correctas
juega un papel muy importante en este proceso. La primera pre-
gunta que deberías hacerte después de acabar de leer una parte del
texto es: “¿Qué he leído?”. Esta pregunta juega un papel funda-
mental porque te sirve para programar tu cerebro a buscar una
respuesta. En ese momento, lo más importante es lanzarse y em-
pezar a explicar lo leído lo mejor posible. El truco es aprender a
hacerlo sin usar partes determinadas del texto, o sea sin volverlo a
leer o a mirarlo. Al principio puede parecer un gran esfuerzo, es
normal, con un poco de entrenamiento será automático.
Personalmente, empecé aplicando este método en pequeños pasa-
jes de los textos para evitarle una sobrecarga inútil a mi mente.
Luego, poco a poco, aumenté la importancia de los contenidos
hasta llegar a la lectura de capítulos enteros. Te pasará igual si si-
gues estas indicaciones.
La segunda pregunta fundamental que aprendí a plantearme y que
te aconsejo repetir es la siguiente: “¿Este concepto es importante
para mi?”. Claramente, la respuesta difiere según tus objetivos.
Pero si adquieres la costumbre de guardar en tu mente solamente
lo que te es útil, aprenderás a eliminar todo lo que no es importan-
te o que puedes dar por descontado. ¿Tienes idea de lo que se
ahorra en términos de tiempo y energía?
Si la información es importante puedes pasar a la tercera, que es:
“¿Cuál es la palabra que me permitiría sintetizar todo el
concepto?”, o mejor aún: “Si tuviera que usar una sola palabra
para describirlo, ¿cuál sería?” Éste es el punto en el que entran en
juego las palabras clave, es el método que hará tuyas todas las in-
formaciones importantes que tienes que asimilar.
Cuando quiero explicar a mis estudiantes lo que son las palabras
clave, recurro a menudo a ejemplos. En mi opinión el mejor de
todos es el de Dory. ¿Has visto la película "Buscando a Nemo"?.
En un cierto punto de la película, Dory, un pez adorable que pier-
de constantemente la memoria, se da de bruces en el fondo del
océano con un trozo de tubo que tiene escrita la palabra “Sidney”.
Leyéndolo, le vienen a la cabeza unos cuantos flashback sobre su
vida con Nemo. Con una sola palabra clave, Sidney, nuestra prota-
gonista empieza a recordar todas las informaciones importantes
que le ayudan a encontrar otra vez a su amigo. Ésto es lo que se
llama una Palabra Clave.
Es una palabra muy personal, por lo tanto muy sugestiva, que tie-
ne un alto poder evocador. Una palabra clave tiene un significado
para mí, pero no necesariamente será el mismo que tiene para ti.
Normalmente la palabra clave ni siquiera está en el texto que se
estudia, sino que es fruto de tu creación. Lo que importa es que
sea un gancho para el concepto que quieres recordar. En resumen,
la palabra clave es la que te sirve para abrir la puerta de un con-
cepto que has entendido y que podrás luego explicar con tus pala-
bras.

Una vez entendido el concepto de palabra clave, hay que saber


distinguirla del detalle técnico.
Un detalle técnico es una palabra, o un conjunto de palabras, que
sirve para recordar o explicar un concepto o una información que
no puedo explicar con mis palabras. Aquí va un ejemplo para acla-
rarlo:
La Revolución francesa estalló en 1789. Esta fecha es un detalle
técnico en la medida en que no lo puedes decirla con tus palabras.
Es un dato fijo, que así es y así seguirá siendo. En cambio, el he-
cho de que la Revolución francesa estallara porque el pueblo pasa-
ba hambre mientras los reyes vivían en condiciones de opulencia
exagerada sin siquiera tener consciencia de ello, es un concepto
que puedes recordar con una palabra clave.
Dentro del texto buscarás una o más palabras clave que se ajusten
al concepto que quieres recordar y que luego podrás explicar con
tus propias palabras.
Recuerda que si el detalle técnico es objetivo, todas las palabras
clave son por regla general subjetivas, lo que significa que una pa-
labra que puede ser clave para ti no lo es necesariamente para tu
vecino de pupitre. Lo que importa es que lo sea para ti, que te dé
la llave justa para abrir la puerta adecuada para aplicar la técnica.
En el caso de la Revolución Francesa, estas palabras pueden ser,
por ejemplo, “pueblo”, “hambre”, “pobreza extrema” o “gober-
nantes inconscientes”. Pero también podría ser “brioche” con re-
ferencia al famoso episodio en que la reina María-Antonieta sale al
balcón de palacio y pregunta a su asistente el motivo por el que el
pueblo protesta, el hombre le contesta que pasan hambre, que no
tienen pan, y la reina contesta, ¡que les den brioches!
Si conozco la anécdota y sobre todo si he entendido su significa-
do, esta sola palabra me permitirá retomar el concepto de igno-
rancia de los gobernantes hacia la pobreza total del pueblo francés
y de su distancia con la realidad.
Así que “brioches” es una palabra clave, así como “pueblo”, “po-
breza extrema” y “gobernantes inconscientes”, pero ¿dónde están
los detalles técnicos?. Estas palabras no te indican cuándo tuvo
lugar aquello, ni dónde pasó, ni quiénes fueron los protagonistas.
Si quieres precisión, necesitas tanto las palabras clave como los
detalles técnicos. María Antonieta, por ejemplo, es un detalle téc-
nico, tal y como lo es la fecha del año 1.789
En definitiva, cuando estés frente a un texto, no tienes que subra-
yar los conceptos sino las palabras que te recuerden ese concepto
y los detalles técnicos que te permitan conseguir toda la informa-
ción que no tienes que explicar, sino simplemente saber.

El Control.

La última parte del procedimiento es igual de importante que las


anteriores para el resultado final, porque sin ella todo el trabajo de
atenta selección que has hecho corre el riesgo de desvanecerse. El
control no se hace inmediatamente después de haber encontrado
la(s) palabra(s) clave(s) porque las informaciones llevan muy poco
tiempo en la memoria y se corre el riesgo de no realizar el control
adecuado. Lo suyo es hacerlo el día después, pero también se pue-
de realizar después de una corta pausa. La pausa es esencial para
desviar la atención de lo que has hecho hasta entonces.
Para controlar la eficacia de la palabra clave que has escogido, hay
que seguir una pauta muy sencilla. Vuelve a leerla sin tener el texto
contigo. Si no te evoca nada, es porque no es correcta o no has
entendido bien el concepto. Si en cambio, te devuelve a la mente
los temas que has estudiado, entonces quiere decir que lo has he-
cho bien.
Esta parte, si bien es fundamental, está poco valorada por muchos
estudiantes que no aprecian su utilidad sobretodo por aquellos que
se encuentran con el agua al cuello y consideran que no pueden
perder más tiempo. El problema es que ninguno de ellos se da
cuenta de que es al contrario: ahorrarían mucho tiempo y energía
si estudiaran con palabras clave eficaces.
Encontrarse con esquemas y apuntes compuestos por palabras
que no nos dicen nada es totalmente inútil, al igual que los apuntes
desordenados y llenos de fallos y agujeros de algún capítulo ante-
rior. Hacer un control de la información es el feedback más eficaz
que te puedas regalar.
Sé que es muy difícil al principio, pero es un paso necesario si
quieres de verdad dar un salto de calidad, en vez de un salto al va-
cío.
Si estudias como lo hacía yo hace años, pasarás de libros subraya-
dos y pintados a destajo a libros mucho más sobrios, con palabras
en círculo de vez en cuando y palabras clave escritas en el margen.
Si estudias según nuestros consejos, pasarás de tener una serie de
cuadernos llenos de esquemas y resúmenes a tener una sencilla
lista de palabras clave.
Tener a mano estas palabras clave te permitirá transformarlas en
esquemas de forma eficaz, pero de esto hablaremos en otro capí-
tulo.
La revolución de este método de estudio es que te obliga a enten-
der lo que estás leyendo y a implicarte, a leer de forma activa y a
participar en el tema con todo tu potencial.
Plantear preguntas fue lo que marcó la diferencia para mí. Ha
creado una línea de demarcación entre una modalidad de lectura
pasiva y exenta de comprensión hacia una aproximación activa,
que me permite dominar todos los conceptos que estudio.
Lo más importante de todo ello es, sin embargo, otra cosa. No es
la técnica, ni los exámenes aprobados en mitad de tiempo, ni la
graduación lograda con un nota superior a las anteriores y ni si-
quiera el maravilloso trabajo que hago hoy en día. Lo que es im-
portante de verdad es la comprensión real y profunda de lo que
valgo como persona. Tal vez es por esto que no soy muy imparcial
al explicar estas técnicas, pues les debo una imagen de mí mismo
totalmente distinta de la que tenía antes.
Cada mes, tengo prueba de ello cuando entro en aula con un nue-
vo grupo de personas (estudiantes, profesionales o sencillamente
personas) y veo que tiene efecto en cada uno de ellos.
Sé que cuando la mente se abre hasta regalarte satisfacciones que
nunca hubieras imaginado, el corazón te recuerda que tienes que
superar tus hábitos y miedos para contribuir a crear la vida que
siempre soñaste tener.
Y así fue como cambió mi vida, con un sencillo curso de aprendi-
zaje rápido; cuando aprendes a conocer tu potencial, te das cuenta
de que no hay vuelta atrás.

La vida pasada.

Seamos sinceros, si eres un subrayador empedernido, la idea de


dejar de hacerlo te dará miedo, he pasado por ello. “¿Me acordaré
de ello, será fácil recordar la información?” Podría estar horas re-
cordando las dudas que tenía cuando empecé a usar esta estrate-
gia, pero prefiero proponer una solución que alguien a quien res-
peto mucho me ofreció hace tiempo. Compartir su experiencia fue
muy importante para mí, porque consiguió convencerme de que
tenía que acabar con un viejo hábito improductivo porque me re-
sistía a romper con la inercia y tenía miedo a lo novedoso.
Giacomo, mi instructor en Genius, me contó su primer encuentro
con las palabras clave:
Cuando llegué al curso, acababa de matricularme en Derecho. Era un “sub-
rayador” empedernido y estaba atemorizado con la idea de que las palabras
clave no sirvieran para nada. Me ilusionaba el curso, pero cuando llegamos al
capítulo de las palabras clave, mi entusiasmo se quedó congelado unos cuantos
segundos. Ya había aprendido unas cuantas cosas y estaba impaciente por em-
pezar a estudiar con las nuevas técnicas, pero las palabras clave no me conven-
cían para nada.
Durante una pausa, hablé con mi instructor que intuyó enseguida que algo no
iba bien, así que me preguntó cuál era mi problema y yo le contesté de la mis-
ma forma que contestan todos los que tienen problemas con las palabras clave:
“no sé si usaré esta técnica, porque estudio Jurisprudencia, una materia muy
técnica y compleja”.
Aprecié mucho que no intentara convencerme de la validez de la técnica. En
cambio, me propuso un compromiso que me permitió experimentar la poten-
cialidad de la misma, demostrándome al mismo tiempo lo infundado que era
mi temor. Concretamente me dijo: “para tu próximo examen, sigue subrayan-
do como siempre. Pero hazme un favor: dentro de lo que has subrayado, busca
y marca también las palabras clave y los detalles técnicos. Memorízalos y verás
que cuando llegues al examen, la primera cosa que recordarás, no será el con-
cepto sino que serán las palabras clave, las cuales te llevarán al concepto. De
esta forma, te habrás dado cuenta de que las palabras clave funcionan para ti
también”.
Le prometí que cumpliría y empecé a estudiar para el primer examen universi-
tario de mi vida, el de Derecho Constitucional. Eran seiscientas páginas y
tenía menos de diez días por delante. Habían pasado ya once días desde el
comienzo del curso y me enfrentaba a mi primer examen. Estaba muy tenso.
Hice todo lo prometido: leí, subrayé y redondeé.
Fue una pena que tardara seis días en leer y subrayar las seiscientas páginas
pues cuando llegué al séptimo día, a tan solo dos del examen, sabía ya que no
podría nunca releerlo todo y repetirlo para memorizar. Cuando terminé el cur-
so había aprendido a memorizar palabras.
Si has asistido a la presentación de nuestro curso, ya sabes que uno
de los ejercicios que hacemos es recordar dieciocho palabras se-
guidas, en orden.
Así que memoricé todas las palabras clave y los detalles técnicos que había
encontrado, uno tras otro, como si fuera una larga lista.
Por mi parte, te diré que no es la técnica que aconsejo para prepa-
rar un examen, hay métodos mucho más eficaces, pero en esta
ocasión y visto las circunstancias, ha demostrado ser la correcta,
mucho más eficaz que la tradicional. Usando una técnica que no
se enseña en el curso, sino en la presentación del mismo, Giacomo
memorizó todas las informaciones y se presentó al examen.
Todavía recuerdo la primera pregunta, sobre la derogación. Tenía en la cabeza
la palabra clave correspondiente y así empecé a desgranar la lista de las pala-
bras aprendidas. Pensaba en lo que iba a ser la fase siguiente, abría la puerta
de aquella información y le decía al profesor todo lo que conllevaba, conectán-
dolo con los detalles técnicos. De hecho, seguí hablando hasta que él me inter-
rumpió. Inauguré mi cuaderno de notas con un estupendo 9,5 conquistado en
apenas diez días.

Ahora te propongo el mismo acuerdo que me propuso Giacomo.


Usa las palabras clave, experimenta su potencialidad y la eficacia
de tu método de aprendizaje aumentará exponencialmente.
Capítulo 6. Los Mapas Mentales
Katia Brunetto, Instructora del Curso Genius en
San Sebastián y Pamplona

Cómo las instrucciones de Ikea me han recordado una vez


más que las imágenes resuelven cualquier problema.

Me llamo Katia, soy italiana y llevo algún tiempo viviendo en San


Sebastián, una ciudad maravillosa por muchos motivos entre los
cuales destacan sus playas, los surfistas, sus pinchos en cada esqui-
na y la sidra como sustitutivo habitual del agua; es algo menos se-
ductora en cuanto a mercado inmobiliario. Encontrar una casa en
el centro, que fuera grande y estuviera disponible todo el año y no
solo durante el verano pagando cifras exorbitadas o durante el in-
vierno para los estudiantes, parecía una misión imposible. Después
de mucho peregrinar, el verano pasado vi la luz al final del túnel
cuando la encontré: una casa muy grande y en el centro, era per-
fecta. En pocos días, mi firma al lado de la firma de la dueña de
mi futura casa transformaba este sueño en realidad. ¡En septiem-
bre me mudaba!
Quedaba un paso importante, llenar ese espacio de paredes blan-
cas que todavía olían a pintura para evitar comer y dormir en el
parquet. Y aquí empezó otra aventura, pero digamos que encon-
trar los muebles, con las medidas correctas, comprarlos, cargarlos
en la furgoneta, llevarlos a casa y descargarlos no ha sido tarea fá-
cil.
Ahí estábamos, en mi nueva casa, dos buenos amigos y yo carga-
dos de una infinidad de muebles suecos desmontados en sus res-
pectivas cajas. Podían habernos confundirnos con un centro
IKEA.
Era el momento de dar vida a todos esos trozos de madera y
transformarlos en sillas, mesas, estanterías, etc. Yo no tenía ni idea
de por dónde empezar mientras veía que mis amigos estaban im-
pacientes por abrir las cajas y empezar con el ensamblaje de las
piezas. De repente me di cuenta de que se habían vuelto niños
otra vez y que volvían a sentir las mismas emociones que experi-
mentaban cuando construían la estación de bomberos de Lego.
Algo preocupada, no sabiendo muy bien a dónde me iba a llevar
aquello, abrí las instrucciones y allí donde esperaba encontrar ex-
plicaciones incomprensibles e infinitas, encontré únicamente
IMÁGENES. Con gran sorpresa, veo que no hay ni sombra de
texto, solamente palabras clave y muchas imágenes, todo era muy
comprensible, nunca había visto instrucciones tan simples como
esas. Era prácticamente imposible equivocarse, incluso para mí.
Puedo afirmar con orgullo que cumplí con el arduo deber de dar
vida correctamente a las piezas de madera.

Llevamos toda la vida estudiando textos llenos de frases y nos pe-


leamos para convertirlos en infinidad de resúmenes al estilo rótulo
medieval, convencidos de que eso pueda, de algún modo, ayudar-
nos a entender o a recordar mejor la información. Recuerdo tantas
tardes estudiando horas enteras, en la época del Instituto o el pri-
mer año de Universidad, repasando y resumiendo libros que tenía
que estudiar, esperando haber entendido los temas y deseando re-
cordar una parte de lo que había escrito en mis cuadernos al llegar
la hora de la cena. Llegado el final de la sesión de estudio, estaba
aburrida, tenía la mano anquilosada, y sobre todo, sabía más o
menos las mismas cosas que antes de haberme estado todo el día
estudiando, por no hablar del sentimiento de frustración.
¿Cómo es posible pasarse el día entre libros logrando tan poco s
resultados?. Si piensas un poco en ello, entender los límites del sis-
tema es fácil. En primer lugar, el nivel de concentración que tienes
que tener para copiar y pegar una frase de un libro a un cuaderno
quitando algo aquí y allá es claramente más bajo que el nivel de
concentración que necesitarás si tuvieras que extrapolar los con-
ceptos clave del texto.
Otra cosa importante, teniendo ante tus ojos una página de resu-
men, no podrás ver de una ojeada cuáles son los argumentos prin-
cipales, cuáles lo son menos y cuáles son solo detalles; tendrías
que volver a leer todo para entenderlo. Además, otra cosa obvia,
pero que descubrirás en los próximos capítulos, ya que la memoria
es visual y trabaja mejor con imágenes, es cómo puedes pensar
que unos largos resúmenes, compuestos solamente por palabras,
puedan ser agradables para tu cerebro. Estos son algunos motivos
por los cuales no es productivo el modo en el que nos han acos-
tumbrado a estudiar.
Por desgracia, el sistema escolar no nos enseña CÓMO estudiar,
solo se limita a decirnos QUÉ estudiar, de qué página a qué pági-
na, pero no nos explica cómo hacerlo. Esta es la raíz de todos tus
problemas. El sistema escolar no está al día de las mejores formas
de aprendizaje, siguen pensando que la mejor manera para memo-
rizar es repetir. De hecho, el sistema escolar sigue organizado más
o menos de la misma forma que cuando fue creado.
Visiblemente, no se dan cuenta de que el mundo está cambiando y
que cambia de prisa y continuamente.
Te hago un ejemplo: piensa en lo que era un coche en el siglo XIX
y en uno actual… ¿ves alguna diferencia?
Bien, piensa en un teléfono de finales del siglo XIX y en uno de
hoy en día, son dos objetos totalmente distintos.
Por último, piensa en una escuela de los años 1800 y en una de
hoy, prácticamente ninguna diferencia.
No hay gran diferencia en la manera de impartir las clases, los es-
pacios y sobre todo el método de enseñanza continúan siendo los
mismos. No es difícil ver que estamos muy atrasados desde este
punto de vista.
Para conseguir mejores resultados, tienes que aprender a usar
otros sistemas, porque existe una parte de tu cerebro que habla un
idioma que todavía no conoces, pero que es muy simple de enten-
der si lo comparas con el sistema que estás acostumbrado a usar.
Este nuevo sistema es tan sencillo de usar y de aplicación inmedia-
ta, que una vez aprendido ya no puedes prescindir de él. Entre to-
das estas técnicas fantásticas y eficaces que existen, hoy una que es
mi preferida. Me gusta porque es muy divertida y porque me ha
aportado resultados increíbles a lo largo de mis estudios universi-
tarios, hablo de los MAPAS MENTALES.

Finalmente tenemos una forma inteligente de tomar apuntes, re-


sumir cualquier texto, organizar las ideas sobre un argumento es-
pecifico, preparar un discurso para presentarlo ante una platea con
público o preparar un examen.
El mapa mental es una especie de esquema que parte de un núcleo
central y se expande hacía el exterior de la hoja de papel, pero con
reglas muy claras y totalmente distintas de cualquier otro modelo
de esquema que hayas visto antes. Se basa exclusivamente en pala-
bras clave, o sea palabras sueltas que trasladan la mente a un único
concepto, en vez de largas frases que te obligarían a perder mucho
tiempo para componerlas, por no hablar de la re-lectura.
Gracias a esta técnica, en un folio DIN A4 puedes condensar en
un solo mapa mental la cantidad de 10, 20, 30, 40 o más páginas
de un libro o manual, según su tema y la necesidad de entrar en
detalle sobre este determinado argumento. También depende de
tu capacidad de síntesis, que tal vez no te parezca muy importante
en este momento, pero que también puedes desarrollar.
Otra gran ventaja de los mapas mentales es que podrás tener una
visión de conjunto inmediata sobre un determinado tema: de
acuerdo a su estructura, sabrás exactamente y en una ojeada las
cosas fundamentales que tienes que aprender, cuáles son secunda-
rias y cuáles son meros detalles.
Además, mientras creas un mapa mental, tu cerebro se activará de
forma espontánea, no adoptará la pasiva y típica actitud de quién
copia y pega, sino que entenderá y reelaborará inmediatamente los
conceptos que le llegan.
Sé que estoy hablando de tu cerebro come si fuerais dos entidades
separadas, pero ¿cuántas veces has acusado a tu cerebro de no co-
laborar contigo?, ¿cuántas veces ha sido fuente de distracción,
como si tuviera vida propia?.
Volviendo a las instrucciones de IKEA, los mapas mentales apro-
vechan lo mejor de nuestra memoria visual: en primer lugar utili-
zan los colores, creando referencias y dibujos muy fáciles de per-
cibir. Por ejemplo, supongamos que estoy preparando mi clase de
Historia, y que durante mi tiempo de estudio aparece varias veces
el nombre del mismo personaje. Seguramente será un dato impor-
tante, por lo que a lo mejor me conviene subrayar su nombre cada
vez que lo veo del mismo color y así tendré un conocimiento in-
mediato de todo lo que le concierne.
Lo mismo podemos hacer hablando por ejemplo de las causas de
la Segunda Guerra Mundial. Podemos decidir qué color usar para
cada campo y usar el mismo color cada vez que encontremos una
referencia a este tema preciso a lo largo del manual. Una vez he-
cho esto, leer y repasar un mapa mental es cosa de niños. Es tan
simple e inmediato que requiere de muy pocos minutos.
¿Recuerdas que hemos dicho que la memoria trabaja bien a base
de imágenes? Entonces, ¿por qué no darle esta satisfacción?.
Igual que en las instrucciones de IKEA, los mapas están llenos de
palabras clave y dibujos. Son pequeños dibujos que sirven para
recordar las informaciones con mayor facilidad. Nuestros amigos
suecos están muy adelantados, creo que han encontrado la solu-
ción perfecta al crear los folletos de instrucciones a base de pala-
bras clave y medios visuales.

Pero déjame dar un paso atrás para contarte porque estoy tan
agradecida a los mapas mentales. Tengo que ser sincera, antes de
conocer este método de aprendizaje avanzado no había tenido
grandes problemas de estudio, pero jamás habría pensado que es-
tudiar hubiera podido ser tan rápido, fácil y divertido. Nunca pen-
sé que hubiera podido conseguir los resultados que he logrado.
Conocí el Curso Genius durante mi segundo año de Universidad,
mientras estudiaba Historia del Arte, y aunque nunca había tenido
grandes problemas de estudio, tenía grandes problemas de tiempo
y estrés. En aquel momento de mi vida, no solo estudiaba sino
que también tenía un trabajo a tiempo parcial para conseguir algu-
nos ingresos y también entrenaba cinco veces por semana. No
quería renunciar a ninguna de estas cosas, así que iba dando tum-
bos de un lado a otro como una peonza.
Quería estar orgullosa de mí misma y que lo estuvieran también
mis padres, quienes, en cambio, visto los sacrificados horarios de
estudio que tenía, estaban más preocupados que orgullosos.
Cuando me ponía a estudiar, me costaba mucho concentrarme, y
aunque al final siempre aprobaba los exámenes con buena nota,
no quiero ni pensar en cuántas noches pasé encima de los libros y
cuántas veces perdí el apetito por el estrés de los exámenes. Todo
esto cambió cuando descubrí el Curso Genius, que revolucionó
literalmente mi vida: más tiempo libre, más exámenes en menos
tiempo, más seguridad en mí misma, más apetito. Desde que em-
pecé a usar los mapas mentales, no he dejado nunca de hacerlo.

Al estudiar Bellas Artes, tenía libros enteros que leer, mirar y reca-
pitular. Si antes hacía decenas de esquemas inútiles, después de
descubrir el Curso, reducir el texto a pocas hojas se había vuelto
una rutina. Con el tiempo, me he vuelto una experta, hasta llegar a
sintetizar mi tesis de graduación (85 páginas) en un solo mapa
mental. Tener a mano todos los argumentos de mi tesis durante la
presentación ha sido una enorme ventaja. Nadie sabía lo que era
aquella hoja llena de colores que tenía a mi lado.
Pero antes de llegar a la tesis, me he divertido mucho viendo la
expresión de mis compañeros de examen cuando veían las pocas
hojas que utilizaba para repasar todo el programa mientras ellos se
ahogaban entre las miles de apuntes de sus libros.

Recuerdo mi época de estudiante universitaria con mucha como-


didad y satisfacción, sobre todo porque no tuve que renunciar a
nada. Trabajo, deporte, hobbies, amigos y obviamente óptimos
resultados han contribuido a hacer de aquel momento uno de los
más bellos de mi vida.
A día de hoy sigo pensando que los mapas mentales son un ins-
trumento indispensable. Ya no preparo exámenes universitarios
pero sí clases, reuniones, discursos y proyectos, resuelvo proble-
mas y pongo orden en todo aquello que quiero ver con más clari-
dad. Creo que cualquier persona (estudiante, profesional o jubila-
do), tendría que saber que existen y tener la posibilidad de apren-
derlos para utilizarlos en su vida diaria. ¿Por qué perder tiempo si
se puede usarlo para algo mejor?, ¿por qué tener miedo de olvidar-
te de las cosas cuando puedes recordarlas?, ¿por qué utilizar mé-
todos obsoletos cuando puedes finalmente aprender uno más efi-
caz?
Aquí va un pequeño adelanto:
Capítulo 7. Cómo recordar todo y para siempre en la mitad
de tiempo.
Theo Scacchi, Instructor del Curso Genius en Madrid

Tres estrategias que nadie te ha enseñado para usar mejor tu


memoria.

En el capítulo “Sálvale la vida, ¡lee rápido tú también!, te hemos


hablado de una película que se llama Limitless y de los poderes mi-
lagrosos de una pastilla capaz de liberar el potencial no expresado
del cerebro. En todos los años en los que me he dedicado al mun-
do de la enseñanza, e incluso antes, he visto de todo. Me he dado
cuenta de que la gente está dispuesta a cualquier cosa con tal de
aprender de forma eficaz. Nunca entendí si era porque, al no tener
un método de estudio, no se daban cuenta de lo que estaban ha-
ciendo o si era porque les iba bien cualquier cosa con tal de no
hacer esfuerzos.
Durante estos años, he visto gente con aparatos conectados a la
cabeza durante la noche, auriculares programados para repetir ad
infinitum los conceptos grabados con anterioridad, hasta chicles
que contenían sustancias estimulantes para la memoria… En fin,
una serie de cosas que tal vez tendrían alguna credibilidad en una
película, pero que en definitiva son solo un desperdicio de tiempo
y dinero. De todas formas, la pregunta queda en el aire, ¿qué es lo
que estás dispuesto a hacer para que fueran reales los resultados
que consigue el protagonista de esta película?, ¿te gustaría poder
utilizar al máximo tus habilidades y recordar cualquier informa-
ción que consideres importante, sin efectos colaterales o fecha de
caducidad? Bien, pues estoy aquí para darte una gran noticia.

Tú también puedes ser el protagonista de Limitless, puedes ser tan


brillante como él, saber siempre lo que toca decir, en el idioma
que quieras, y sin recurrir a las pastillas que él toma. En la vida real
no existen pastillas que puedan darte este resultado, no existen
pociones mágicas para aumentar tu potencial, ser más eficientes y
aumentar tus capacidades mentales, pero ¡existen técnicas!
Este es el objetivo de este capítulo, explicarte cómo funciona la
memoria y proponerte estrategias y técnicas que te permitirán me-
jorar muchísimo tu capacidad de aprendizaje.

¿Aprender de memoria o usar la memoria?

El asunto que me importa es ver la diferencia entre aprender de


memoria y usar la memoria. ¿Te parece lo mismo?

Hay una gran diferencia, a partir del momento en que aprender de


memoria concierne a una actividad, como leer y repetir (ya sea en
voz alta o mentalmente), leer y volver a escribir las informaciones
mil veces para intentar recordarlas, copiar y volver a copiar los
apuntes de las clases con la esperanza de memorizar lo que te in-
teresa. Hablo de todo lo que probablemente te han enseñado en el
colegio cuando has empezado a estudiar. Todo esto dista mucho
de usar la memoria; lo definiría más bien cómo agotar la memoria,
y también tus días. Empecemos desde un supuesto irrefutable: sin
recuerdo, no existe aprendizaje.

La memorización es una de las partes más sufridas de la educa-


ción, y es que a partir del siglo XVIII se dejó gradualmente de en-
señar a memorizar. Es verdad que los progresos técnicos y tecno-
lógicos derivados de la invención de la imprenta de Gutenberg
han llevado al hombre a apoyarse cada vez más en soportes exter-
nos para el archivo del conocimiento que en su memoria interna,
pero es evidente que no todo puede confiarse a un disco duro.
Entiendo que esta afirmación puede parecer contradictoria, ya que
en el colegio los profesores todavía pretenden que memoricemos
la información, pero a esto no añaden ningún tipo de apoyo en
cuanto a cuál es el mejor modo de hacerlo. Si bien la didáctica de
la comprensión ha desplazado a la de la memorización, los estu-
diantes son, a menudo, estimulados (por no decir obligados) a
memorizar poesías, tablas, palabras, frases y otros datos a veces
carentes de sentido.
A causa de estas evoluciones del método de enseñanza, todo el
patrimonio de conocimiento del arte de la memoria se ha ido per-
diendo progresivamente. Ha sido tan solo en los últimos decenios
del siglo pasado cuando se ha visto una lenta recuperación de es-
tos mecanismos, que han llevado a redescubrir la importancia de la
memoria artificial.

¡Pero la enseñanza no ha ido a la par! ¿Cuántos profesores, de he-


cho, ayudan a los alumnos a memorizar la lección que les han
dado? Muy pocos. ¿Y cuántos de ellos utilizan conscientemente
una técnica de memoria y enseñan su potencial a sus estudiantes?
Ninguno.
Los únicos consejos que se imparten, esporádicamente, consisten
en la repetición frecuente, a la memorización visual de la página o
en la subdivisión del temario en conceptos principales y subcon-
ceptos relacionados.
De la lucha con la memoria nace, además, un fenómeno muy cu-
rioso que afecta a muchos estudiantes: lo que defino como el sín-
drome del “luchador mnéstico”.
Es el fenómeno del libro subrayado línea a línea, lleno de marcas
de varios colores a veces, palabras sueltas o frases enteras, con co-
lores múltiples que crean un efecto de caleidoscopio y obligan a
los padres a ponerse gafas de sol cada vez que encuentran algún
libro por la casa.
Este método de estudio, además de perjudicar la lectura del texto
lo convierte, paradójicamente, en idéntico a un libro totalmente
inmaculado: subrayarlo todo equivale a no subrayar nada.
Este comportamiento sin normas se pone en marcha con la ilu-
sión de poder aumentar la capacidad de memorización, pero no
funciona.
¿Cuáles son las consecuencias de un aprendizaje meramente
nemotécnico? Las conoces igual que yo, pero aquí van las más sig-
nificativas:

• Aburrimiento total durante el estudio. ¿Qué puede haber


de divertido o por lo menos estimulante en leer, repetir,
volver a leer y volver a escribir?
• Desperdicio de tiempo y energía. ¿Por qué tienes que usar
el doble o el triple de tiempo cuando podrías obtener un
excelente resultado con un mínimo esfuerzo si usaras co-
rrectamente tu memoria?
• Recordar por poco tiempo. ¿No te parece un esfuerzo inú-
til aprender algo que olvidarás en pocos días?
• Inseguridad en los detalles. ¿Qué sentido tiene estudiar ho-
ras y horas si luego basta una pequeña confusión sobre un
detalle para comprometer tus resultados en los exámenes o
en la presentación de un proyecto?

Habría muchas más desventajas por nombrar y apuesto a que tú


tienes alguna que aportar, pero no quiero perder tiempo pensando
en los problemas, prefiero centrarme en las oportunidades. Sería
una pena echar por tierra la maravillosa potencialidad de tu cere-
bro, así que lee con atención las páginas que siguen y descubrirás
un modo diferente para utilizarlo mejor.

Ante todo, es importante saber que el objetivo del estudio es el


aprendizaje y no la memoria. Solamente si te centras en la com-
prensión serás capaz de recordar, por lo que tienes que desplazar
la atención de la memoria a la capacidad de comprensión y orien-
tar tus esfuerzos hacía una organización más eficaz de tus cono-
cimientos. Para lograrlo, basta que te centres en la profundidad de
la codificación, o sea, que personalices mucho la información.
Cuantas más asociaciones personales de datos puedas hacer (es-
quemas, estudio crítico, reorganización personal etc.), más durade-
ros serán tus recuerdos a largo plazo.
La comprensión es un proceso creativo que depende de un com-
promiso personal y activo, orientado a descubrir e inventar la
realidad más que a ‘sacarle una foto’. Comprender significa orga-
nizar mientras se inventa. Solo así el aprendizaje adquiere su senti-
do. Cuanto más se construye el estudio (con el uso de asociaciones
personales, creación de mapas cognitivos, esquemas, referencias y
conexiones), tanto más provechoso resulta. Incluso durante la fase
de escucha, tomar apuntes activamente es más eficaz que hacerlo
pasivamente.

¿Estás listo para descubrir cómo usar tu memoria como un cam-


peón?

Consejo nº 1

Lee el texto con un objetivo. Pensarás que me refiero al objetivo


de entenderlo, en realidad no. Te recomiendo leerlo como si supie-
ras que luego lo tendrías que explicarle a alguien lo que acabas de
leer. Como has visto en los capítulos anteriores, leer cualquier tex-
to con el objetivo de buscar y encontrar información elevará tu
nivel de concentración. Ahora te pido que des otro paso más, por-
que para explicarle un argumento a alguien, hace falta haberlo en-
tendido muy bien. Hay que dominar la situación. Una de las bri-
llantes frases atribuidas a Einstein es: “No has entendido un tema
hasta que no sepas explicárselo a la abuela”.
Créeme, el nivel de atención y elaboración que pondrás en marcha
es directamente proporcional al nivel de recuerdo que obtendrás.

Consejo nº 2

Activa y recupera tus conocimientos previos mediante la pre-vi-


sualización, como te hemos sugerido en el capítulo dedicado a la
lectura.
Hablábamos de un método de estudio construido sobre la base de
asociaciones personales, que implica que antes de empezar a leer
un texto, párate un momento. No te lances a la lectura sin conec-
tar el cerebro, lee primero el título del capítulo y de los párrafos
que siguen.
Con estas sencillas iniciativas, tu cerebro se activará y preparará
para afrontar los argumentos que vas a encontrar en las páginas de
la asignatura que vas a estudiar.
Ahora ya sabes que es fundamental que recuperes de tu memoria
todo lo que se ha archivado con relación a un asunto, pero la cues-
tión es ¿sabes cómo hacerlo?
Aquí te presento una estrategia muy simple y eficaz para recuperar
los datos archivados en tu memoria.
Imagínate que eres un periodista que tiene que escribir un artículo
de fondo sobre un asunto y contestas a las cinco W (what, who,
when, where y why que se traducen por “qué, quién, dónde, cuán-
do, y por qué", y luego vas pensando en las informaciones que te
faltan. No te preocupes si cometes algún error en este paso, ya lo
irás corrigiendo leyendo el texto, tampoco te preocupes por las
discordancias entre lo que sabes (o crees que sabes) y la realidad,
son datos que te serán útiles para recordar mejor.

No hace falta que seas un experto en la materia, puedes haber es-


tudiado previamente una materia similar, puedes haber asistido
años antes a una conferencia o tan solo haber leído una artículo en
alguna revista mientras esperabas mesa en un restaurante japonés,
todo vale.
Aplicar esta simple y rápida estrategia mejorará exponencialmente
tu nivel de concentración y de comprensión del texto. Ya te ima-
gino leyendo el texto y produciendo una exclamación de stisfac-
ción en tu interior: “¡He dado acertado!”.
También puede pasar que recuerdes un concepto tan solo hasta
cierto punto pero leyendo el texto recuperas la parte que falta y
recordarás también el resto. También puede pasar que estés fir-
memente convencido de saber algo que en cambio no sabes, le-
yendo te darás cuenta de tu error, te producirá un sobresalto, pero
te acordarás del concepto correcto.

La memoria es emocional, y donde hay emoción, hay recuerdo.


Por eso, sentirse un fenómeno mejora el recuerdo, al igual que
sentir una desilusión por un fallo personal, estupor por una noticia
con la que no contábamos o encontrar un recuerdo que creíamos
perdido.
Para acabar, puede suceder que te des cuenta de que no sabes ab-
solutamente nada de nada sobre un determinado tema.
En este caso, estás listo para el…

Consejo nº 3

Después de haber leído los títulos y recuperado los conocimientos


previos, te recomiendo plantearte preguntas sobre el texto. No
con las cinco W que te sirvieron para recuperar informaciones so-
bre tu bagaje cultural, sino otras preguntas. Antes de decirte cuá-
les, quisiera que te resultara claro el poder de las preguntas. Ya lo
hemos hablado, pero no sé si sabes que te permiten activar tu sis-
tema de activación reticular (S.A.R).

Te propongo un pequeño ejercicio: si estás en una habitación (es-


pera a estar en un recinto cerrado para hacerlo), echa una mirada
rápida y graba en tu mente todos los objetos de color negro que
hay en ella. Hazlo ahora mismo. Cierra los ojos y haz la lista de
estos objetos de color negro. Ahora, sin mirar la habitación, dime
cuántos objetos hay de color azul. ¿Cuántos recuerdas? Pocos o
ninguno, pero seguro que había uno por lo menos, a lo mejor es-
taba justo delante de ti
No te preocupes, no es grave, solo te he distraído activando tu
S.A.R. Te pedí que centraras tu S.A.R en los objetos negros, los
cuales se te han quedado grabados, mientras es como si no hubie-
ran existido los objetos azules.

¿Entiendes ahora el enorme potencial de las preguntas? Despier-


tan tu atención y la mandan hacia una dirección determinada. En
el momento en el que no dispones de información a la que afe-
rrarte para empezar a plantear las preguntas, como en este caso,
pides a tu cerebro que te dé respuestas genéricas, no basadas sobre
datos concisos (que no puedes conocer), sino sobre conceptos y
aspectos relacionados con ese argumento en concreto. Aquí van
algunos ejemplos:

• ¿Para qué me sirve saber algo de este tema?


• ¿Qué es importante que recuerde de este texto?
• ¿Cómo podré usar las informaciones que aprenderé?
• ¿A qué parte de mis estudios afecta?
• ¿Qué vínculos puede tener respecto a los ámbitos que ya
controlo?
• ¿Qué ventajas tendré del conocimiento de este argumento?
(Además, claro, de una buena nota en el examen).
• ¿Qué otras materias enseña este profesor?
• ¿En qué otros temas es experto este conferenciante?
• ¿Cuáles son las materias de competencias de este profesio-
nal?
Es obvio que estas preguntas genéricas se tienen que perfeccionar
según lo que estés estudiando y el contexto de tu vida (estudio,
trabajo, cultura personal, objetivo fijado, etc.)

Un pequeño bonus

Hasta ahora te he hablado de las características de la memoria, de


cómo aprovechar que la memoria sea asociativa y emocional, reva-
lorizando lo que ya forma parte de tus conocimientos. Falta la re-
ferencia a la característica más evidente de la memoria, la memoria
visual.
Puedes utilizarla para visualizar en la mente los conceptos que
quieres recordar (después de haberlos entendido, obviamente). O
también para convertir palabras en imágenes y, quizás, dibujarlas
en tus esquemas.
Podría darte un ejemplo, porque supongo que estás intentando
entender cómo tendrías que aplicar estos consejos o que te pre-
guntas si te has saltado algún capítulo y por eso no te queda muy
claro el procedimiento.
Es complicado explicar estas técnicas simplemente con una hoja
de papel, pero sobre todo es difícil transmitirte mi nivel de expe-
riencia sin hablar directamente contigo. Pero como habrás visto, ni
mis colegas ni yo nos amilanamos fácilmente, por eso te hacemos
un regalo. Mira lo que hemos preparado para ti en la página www.-
cursogenius.es/curso. Hemos seleccionado 50 + 1 consejos para
que lo recuerdes mejor.
Es evidente que las indicaciones técnicas serían más eficaces si se
proporcionaran a lo largo del Curso, en un contexto adecuado
para recibir las indicaciones, aplicar la técnica, plantear alguna
duda y resolverla inmediatamente con la ayuda de un experto;
pero a falta de ello me parece que este regalo es un paso impor-
tante. Podrás aplicar cada consejo desde el primer momento y ve-
nir al Curso más adelante para profundizar tus conocimientos.

Teniendo en cuenta que todavía no has descubierto la máxima po-


tencialidad de tu memoria, sigo con algunos ejemplos.
Tienes toda la capacidad necesaria para recordar palabras clave de
centenares de páginas leyendo el texto tan solo una vez, aprender
hasta mil vocablos de un idioma extranjero sin olvidarte ni uno e
invirtiendo tan solo veinte minutos al día, aprender números de
cuarenta cifras o fórmulas de cualquier tamaño en menos de cinco
minutos.
Limitless era el título perfecto para aquella película pero hay que
decir que también se adapta al potencial que puedes alcanzar gra-
cias a las técnicas de memorización. Con la estrategia correcta, no
hay límites.

Fue fundamental para mí apuntarme al Curso Genius, y te confie-


so que a veces me siento como Eddie Morra… Sé que es un per-
sonaje nacido de la fantasía de un escritor y que yo no soy él, pero
te aseguro que cuando aprendes un idioma extranjero en un mes,
aprendes perfectamente veinte páginas de cualquier texto en una
hora, y recuerdas horas y horas de clases y discursos con la seguri-
dad de quien parece haber nacido solo para hacer eso, ¡entonces sí
que te cambia la vida!.
Capítulo 8. Memoria a Largo Plazo
Lucrezia Vattimo, Instructora del Curso Genius en
Palma de Mallorca

La verdadera cultura es saber usar lo que se aprende cuando


hace falta.

Hoy vivimos en un mundo donde es obvio que cuanta más gente


conoces, más vales; cuanta más gente conoces, más útil puedes
ser; cuanta más gente conoces, más problemas puedes ayudar a
resolver.
Pasamos por lo menos doce años en la escuela, estudiando una
infinidad de contenidos que nos tendrían teóricamente que formar
y prepararnos para competir en la sociedad moderna. Cuando es-
taba en el colegio, tenía una estupenda profesora de Historia.
Amaba su materia y nos transmitía su gran pasión. Daba mucha
importancia al hecho de que nosotros memorizáramos las fechas
de los eventos importantes, pero por desgracia yo siempre tuve
grandes dificultades para recordar detalles como esos.
Cuando era pequeña, estaba convencida de que mi padre era el
hombre más fascinante del mundo porque sabía un montón de
cosas, las mismas cosas que para mí, en cambio, constituían una
gran fuente de estrés. Me preguntaba: “¿Estaré alguna vez a su ni-
vel?”.
Cuando fui haciéndome mayor, seguía pensando: “¿Cómo haré
para aprender todas estas cosas si cuando hago un examen que
apruebo, a los diez días no recuerdo la mayor parte de su conteni-
do?”.
Cada edad tiene sus preocupaciones y perspectivas. De niños es-
tudiamos para que no se enfaden nuestros padres, de adolescente
estudiamos para aprobar y de adultos, si lo hacemos, es porque es
necesario o porque amamos nuestro trabajo y queremos ser com-
petitivos y estar siempre al día.
La cuestión es ¿sabemos cómo estudiar?, nuestro método de estu-
dio ¿nos permite superar la prueba justito o también recordar los
contenidos a largo plazo?”. Lamentablemente, recordar los temas
a largo plazo no es algo que se enseñe en el colegio.

Habitualmente los estudiantes no se preocupan seriamente de


memorizar los contenidos de sus cursos a largo plazo, pues lo que
les interesa es aprobar los exámenes. De pequeña, cuando escu-
chaba a médicos, ingenieros o arquitectos hablar con mis padres,
me sentía asustada pensando que un día yo también tendría que
saber tantas cosas. Pero, ¿cómo podría hacerlo?
Me gradué en Ciencias Económicas y Bancarias, pero antes de es-
coger esta Facultad, mis sensaciones no eran muy positivas mien-
tras analizaba el plan de estudios. Me asustaba más bien el largo
camino por recorrer y la cantidad de horas de estudio que me es-
peraban. Las cosas no mejoraron cuando empecé a estudiar y me
di cuenta de que todo el tiempo que le dedicaba a estudiar en
realidad valía solamente hasta el momento del examen. Pasaba ho-
ras y horas estudiando -con buenos resultados- pero al mes de un
examen no habría sido capaz de repetir la prueba con un resultado
igual. Para mí era fundamental cumplir con los exámenes, pues me
daba acceso a una beca de estudios. No quería ser un peso para mi
familia y por ello también realizaba algunos trabajos de estudiante.
Las prisas por hacer cuantos más exámenes mejor, unidas a la falta
de un método realmente eficaz se había convertido en una conde-
na, un laberinto del cual no conseguía salir. El motivo de mi ma-
yor frustración cuando estudiaba era que muchos de los exámenes
que tenía que presentar eran acumulativos. Cuando llegaba el
momento de volver a los conocimientos vinculados a un examen
ya realizado, me daba cuenta de que ya no recordaba nada. O sea
que tenía que hacer doble trabajo: preparar el examen y repasar el
examen anterior que ya había realizado. Horas, días, meses y años
de estudio que al final no se traducían en la adquisición de una
cultura personal.
Estaba tan convencida de que no había otra forma de estudiar que
nunca se me había ocurrido preguntarme a mí misma lo que podía
hacer para cambiar esta situación. Notaba que los profesores no
eran precisos en clase: no recordaban nombres, fechas o números,
sino que los leían. Oía decir a los adultos que todos sus conoci-
mientos no provenían de su paso por la Universidad sino que lo
habían aprendido trabajando, desarrollando una profesión.
Pensaba que todo ello era normal, que era así. Casi sin darme
cuenta, cultivaba dentro de mí la creencia que decía “preocúpate
solamente de sacar los exámenes, total lo que te hace falta es el
papel, el resto lo aprenderás luego sobre la marcha”.
Leer, repetir, volver a leer, volver a repetir, eran las únicas fórmu-
las que me habían enseñado y las únicas que yo aplicaba religiosa-
mente, convencida de que era la única vía posible. De vez en
cuando, en el colegio, nos planteaban hacer esquemas, utilizar
nuestra memoria fotográfica pintando alguna información de co-
lores distintos o subrayándolas de otra forma, pero teniendo en
cuenta que cada semana yo cambiaba el orden de los colores, al
mes de haberlo hecho no recordaba ya qué criterios había aplica-
do. Aunque la idea de aplicar un color distinto me parecía revolu-
cionaria….
Había decidido inscribirme en la Universidad para ser una experta
en Economía y Finanzas y en cambio tan solo sabía estudiar, vo-
mitar palabras y tirar de la cadena, se que es una comparación un
poco fuerte, pero es lo que sentía.
De lo que estudiaba, no me quedaba nada. Si ahora me pides ex-
plicar la legislación bancaria que estudié en segundo año, y saqué
un 30 cum laude, ¡no sabría por dónde empezar!
No saber cómo recordar a largo plazo es un problema, y no de los
menores.

Las oposiciones, por ejemplo.


Hay personas cuya máxima ambición es presentarse a una oposi-
ción. Por experiencia propia, te puedo decir que están locos si
piensan poder hacerlo sin tener un método para recordar las in-
formaciones a largo plazo, porque la competencia es implacable. A
menudo hay miles de personas que se presentan para muy pocas
plazas disponibles, ¡se han visto casos de hasta 4000 candidatos
para 50 plazas! Esto quiere decir que la posibilidad de éxito es del
0,0125%. Un solo error por culpa de un fallo en la preparación o
por distracción equivale a centenares de personas por delante en la
calificación. Personas que no han cometido ese minúsculo error.
¿Resultado? Adiós a la oposición. Es inútil pensar que la ansiedad
y el estrés son unos factores comprensibles y banales que pueden
influir negativamente sobre el resultado, sobre todo a niveles altos,
porque el resultado no cambia. No nos salvarán de la quema solo
porque confesemos que nos hemos equivocado por culpa de los
nervios que nos han debilitado. Si en el momento de leer estas lí-
neas, te pasa algún improperio por la cabeza, no te pongas nervio-
so. Te entiendo y apoyo, pero una vez más el resultado no cambia.
Ser buenos no basta, los conocimientos exigidos a los candidatos
son muchos, por no hablar del tiempo que una persona media
emplea para estudiar. Si empiezas a estudiar demasiado tarde tam-
bién aparece el factor comparación con aquellos que han empeza-
do meses antes, que por supuesto estarán mejor preparados que
tú. La única forma de aprobar una oposición es memorizar la base
de datos que contiene todas las preguntas, de la cual saldrán las
que se preguntarán en el examen, total unas cuantas miles de pre-
guntas y otras tantas respuestas para aprender de memoria no son
tantas. En resumen, no es como dar un paseo por las nubes.

Te parecerá extraño, pero si intentas aprobar de verdad una oposi-


ción, tu verdadero problema no tiene nada que ver con lo que has
leído hasta ahora. Tu problema es la falta de un método que te
permita memorizar a largo plazo. Es probable que el método que
estés usando ahora provenga de la Edad de Piedra y te confine a
un grado mediocre, ya que hace de ti uno más de los muchos que
lo han intentado y te recuerda -por lo menos eso- que de todos
estos años de estudio tan solo te queda el recuerdo de la nota que
sacaste y a lo mejor el diploma que has logrado. Y si tienes suerte,
igual te has quedado con algún conocimiento de un tema que te
apasionaba. Aparte de eso, está todo vacío.
¿Y dónde ha ido a parar lo que estudiaste? Se ha perdido para
siempre por culpa del método de estudio. O más bien, por culpa
de la falta de un buen método de estudio.

Quien para, se pierde.

El aprendizaje es, para mí, una verdadera disciplina: es cómo co-


rrer, puedes hacerlo sin la guía de un experto, lo sé, salvo que ten-
gas alguna dificultad de carácter físico, pero sígueme en este ejem-
plo un poco absurdo.
Si tuvieras que correr 100 metros para recoger una maleta con
cien mil euros, estoy segura de que lo harías a lo grande; pero si te
estuviera observando Usain Bolt, ¿te parece que tardaría mucho
tiempo en darse cuenta de que no eres un corredor profesional?
Seguro que no.
Dejando a un lado tu capacidad física, bastaría que te observara en
los metros de salida para entender que eres uno de los muchos
que sabe ir rápido, pero nada más, uno de los que piensa que sabe
correr. No te digo nada nuevo si afirmo que existe una Técnica
para la carrera, tal vez tan solo un profesional o un aspirante lo
puede notar de verdad. Para sobresalir, hay que considerar algunos
pormenores, como por ejemplo la tensión de los músculos de la
cara y del cuello, dónde apuntar la mirada durante cada fase de la
carrera y con qué inclinación doblar los brazos. El concepto vale
al 100% para el aprendizaje. Las indicaciones serán distintas, por
supuesto, pero igual de minuciosas e igual de importantes.
Puedes tener ganas de hacer grandes cosas pero no estar al nivel
del cometido que quieres que te confíen; puedes ponerte, como
guía, a la cabeza de un grupo pero no recordar las indicaciones
que tienes que dar; puedes tener una media muy alta pero no lo-
grar estudiar varios exámenes simultáneamente porque se confun-
den los contenidos; puedes ir a una entrevista de trabajo pero no
saber cómo contestar a las preguntas porque ha pasado mucho
tiempo desde que estudiaste aquella asignatura… Todos estos
guiones representan un grave problema para una persona que
quiere tener éxito en su profesión y, a lo mejor, ambiciona ganar
mucho dinero.

Cada mes en el Curso Genius, entro en contacto con profesiona-


les y estudiantes que tienen muchos talentos atrapados en las pa-
redes de pequeños instrumentos. No utilizar todo su potencial
personal es una fuente de gran frustración para cualquiera, sobre
todo después de haberlo descubierto, pero por suerte las técnicas
del Curso permiten resaltar al máximo cualquiera de tus habilida-
des, sea cual que sea la actividad que estés desarrollando.
Estoy muy agradecida por haber hecho el último año de Universi-
dad y todos mis años de trabajo conociendo ya las técnicas de
aprendizaje avanzado, porque gracias a la eficiencia mental que he
desarrollado, he conseguido resolver retos tanto para mí como
para mis clientes, tanto de empresas como particulares.
En nuestra vida diaria, cada día pasa algo que nos trae algún viejo
recuerdo a la cabeza, una imagen o un perfume bastan para des-
pertar el recuerdo de una experiencia pasada y desplazar nuestra
atención del libro que estamos leyendo. Tras leer diez veces la
misma frase, el resultado es que perdemos tiempo y después del
examen no recordamos nada de lo que hemos estudiado.
Por todo ello, decidí matricularme en el Curso Genius, para dejar
de malgastar mi tiempo, de desperdiciar más energía y no lograr
resultados dignos de mi esfuerzo. Había llegado a perder las ganas
de estudiar por lo desmotivada que estaba. A los seis años y me-
dio de haber hecho el Curso, te puedo decir que no podría haber-
me hecho mejor regalo. La primera vez que memoricé casi 30 pa-
labras en siete idiomas diferentes en tan solo diez minutos, no me
lo podía creer. ¡Y al mes todavía las recordaba! Yo era de aquellas
personas que dice “no tengo el don para los idiomas”. En el arco
de diez minutos había destruido esta creencia negativa que durante
años me había impedido probarlo, me parecía una especie de mi-
lagro.
Cuando me contaron cómo funciona la memoria y me dijeron que
existe un método para memorizar a largo plazo, fui la persona más
feliz del mundo.
Tony Buzan, un gran experto en técnicas de aprendizaje, ha ahon-
dado en sus estudios llegando a la definición de una curva que ex-
plica los movimientos de la memoria. Aquí va la síntesis de sus
investigaciones.
Una vez memorizados unos datos, informaciones y conceptos a
corto plazo, perdemos más de un 80% en unas 24/48 horas. Para
evitar que esto suceda y alargar los tiempos de rendimiento de la
memoria, hasta no olvidar potencialmente nunca más un dato, es
necesario repasar los datos según unos esquemas temporales muy
precisos. Hay que hacerlo después de una hora, de un día, una se-
mana y luego cada seis meses… Repasar no significa repetir, sino
sencillamente controlar que la información esté en su sitio, y enco-
far nuestra mente sobre cuál es este sitio suyo. Procesando así, nos
aseguramos con certeza poder recuperar una determinada infor-
mación en cualquier momento.
Repasar los contenidos en momentos puntuales y con precisión
nos permite almacenar la información en la parte de la memoria
donde se ubica el largo plazo. La memoria a largo plazo es un al-
macén que tiene una capacidad de depósito teóricamente ilimitada
y la habilidad de registrar datos de manera indefinida, siempre que
no hayan daños cerebrales. Los repasos que menciona Tony Bu-
zan necesitan muy poco tiempo para hacerse.
¿Te gustaría poder usar tu memoria como la de un ordenador por-
tátil? Sin límite de uso, con batería de recarga automática y enchu-
fes múltiples para input y output… un ordenador de última genera-
ción, ¡el más eficiente!. Tu cerebro es exactamente eso.
O, mejor dicho, potencialmente es todo esto. En la práctica, es
solo lo que le permites que sea…un hardware poco más que fun-
cional.
Cada mes, como decía, tengo la suerte de conocer personas muy
distintas. Y cada vez descubro que las técnicas tienen un valor dis-
tinto para cada una de estas personas:

• El estudiante que consigue organizar mucho mejor su


tiempo gracias a las técnicas de estudio, que puede permi-
tirse algún trabajo extra para pagarse la Universidad o algún
capricho.
• El ingeniero, líder de un grupo de empleados, que se
acuerda de todas las modificaciones de los proyectos sin
revisar cada vez miles de hojas.
• La profesora que mejora el nivel de sus clases al tener más
tiempo para profundizar en su programa ya que no tiene
que repasar los temas cada día.
• El camarero que se puede divertir mientras trabaja.
• El abogado que puede estar siempre al día y no tiene que
consultar sus códigos mientras está reunido con su cliente.
• El personal trainer que recuerda los datos de todos sus clien-
tes sin tener que consultar cada vez su ficha.
La memoria a largo plazo -o mejor dicho, su correcto uso- repre-
senta la diferencia entre saber y conseguir la habilidad de utilizar la
información cuando es necesaria.
Uno de los motivos por los cuales me siento muy agradecida por
el trabajo que tengo es ver la mirada de las personas cuando en-
tienden que pueden ser dueños de su propia memoria. Cuando se
aprende a usar el potencial de la mente, muchas cosas que pare-
cían fuera de su alcance se vuelven posibles. Elevar su nivel, añadir
nuevos objetivos a los ya existentes, adquirir nuevos compromisos
consigo mismo y con las personas cercanas, organizar sus días sin
perder un minuto (lo que no significa privarse de descanso sino
decidir cuando hacerlo), etc. Esto y mucho más es lo que conse-
guirás cuando uses tu mente a un nivel superior.

Quiero hablarte de Andrea, una chica de 16 años que hizo el Cur-


so por amor al deporte. Tenía miedo de tener que abandonar el
voleibol por falta de tiempo. No conseguía compaginar los entre-
namientos con el tiempo que le hacia falta para estudiar y sacar las
notas suficientes para aprobar. Tras haber hecho el Curso, Andrea
ha logrado excelentes notas, hasta el punto de que a finales de año
no solo se había inscrito en el campeonato de voleibol sino que
también aceptó el puesto de entrenadora de minivolei.
¿Cómo puede ser que pasara de no tener tiempo para hacer dos
actividades a hacer tres? En más de una ocasión, Andrea ha con-
testado a esta pregunta subrayando la importancia de la memoria a
largo plazo que le permitió disfrutar mejor de su tiempo.

Yo misma, antes de hacer el Curso, perdía tiempo entre una clase y


la otra porque me parecía poco para concentrarme y estudiar bien.
¡Ahora me parece que he desperdiciado mucho tiempo! Después
del Curso, de hecho, cada hora libre era un regalo, un momento
perfecto para hacer un repaso útil y traspasar los datos a la memo-
ria a largo plazo. Las personas de éxito hacen muchas cosas simul-
táneamente e intentan hacerlas todas bien. Dominar la informa-
ción que te entra te permite sentirte muy seguro, aumentar tu au-
toestima y aumentar el nivel de tu ambición.
Mi hermana estudia biología, y sus exámenes están muy relaciona-
dos entre ellos, lo que significa que si no consigue asimilar los co-
nocimientos que adquiere, le será muy difícil, por no decir imposi-
ble, tener una visión global, y tampoco poco podrá comprender
los contenidos de los siguientes exámenes. El curso le ha ayudado
mucho, pero antes de eso tuvo que hacer demasiados esfuerzos.

La música, por ejemplo, es una actividad que favorece el desarro-


llo de la memoria a largo plazo. Un estudio de la Universidad de
Texas (Arlington, EEUU) ha demostrado que el proceso de res-
puesta del lóbulo parietal y frontal de los músicos es muy diferente
del de una persona que no hace música. Las personas formadas en
el campo de la música elaboran el material lingüístico en una frac-
ción de segundo menos que los demás y este factor facilita mucho
su capacidad de retener datos. Antes de que se inventaran las gra-
badoras modernas o los sistemas digitales actuales, la función de
la música estaba muy vinculada a la capacidad de recordar.

Añado una nota personal a la cual doy mucha importancia. En mi


opinión, hay categorías de profesionales que me parece que ten-
drían que aprender obligatoriamente estas técnicas: médicos y do-
centes encabezan la lista.
El médico pone sus manos sobre el cuerpo de seres humanos.
¿Cómo puedo fiarme de un médico si no estoy convencida de su
formación y preparación? ¿Si no estoy segura de que además de
estar al día también tiene claro mi historial?
Nos quejamos cada día de errores o diagnósticos equivocados en
los hospitales…. No se puede pretender la perfección de un ser
humano, pero sí que sea competente.
Si una información puede ser recordada y que de ésta depende la
vida de una persona, tengo la obligación moral de conocerla y
usarla mejor. Perdí a mi padre con 17 años, la interpretación del
TAC en la primera planta del hospital fue distinta de la que se
mandó y se hizo en la cuarta planta... ¿de cuál de las dos nos te-
níamos que haber fiado?
La otra clase de profesionales a los que me refería son los docen-
tes de todos los niveles. Porque asumen un papel muy importante.
Son ellos los que están frente a los jóvenes, y los guían con su
ejemplo. Enseñar es más que explicar y preguntar.
Ver a tu profesor en dificultad mientras explica algo que repite
desde hace años o sentir que es poco preciso porque afirma que
no tiene tiempo (o ganas) de exigirse más, es un daño enorme
para los chavales que aprenden que a verlo como un comporta-
miento normal… pero no es así.
Nosotros, en el Curso Genius asumimos la responsabilidad de
ayudar la gente a dar lo mejor de sí mismos, de tal forma que otras
personas puedan hacer lo mismo.

Decidí estudiar Economía porque mi profesora de Matemáticas


hablaba de fórmulas y cálculos con mucho amor, siempre la veía
estudiando y no me explicaba el motivo por el que estaba siempre
enfrascada en los libros. Solo hoy lo aprecio plenamente y entien-
do que ella era una persona fuera de lo común.
Las instituciones escolares están llenas de docentes que no se
preocupan mínimamente de aprender algo nuevo para enseñarlo a
los chavales, para permitirles a todos ellos -chavales y profesores-
ser mejores. La primera inspiración en la vida de los adolescentes
viene precisamente de los profesores. De hecho, creo que escoger
serlo equivale a tener una misión en la vida. Creo que es una de las
profesiones más bonitas del mundo y que exige mucha entrega.

Concluyo diciendo que cuando hablamos de nuestra memoria y de


nuestro cerebro, tendríamos que exigirnos a nosotros mismos sa-
ber gestionarlos al máximo, saber cómo moverlos y usarlos cada
vez que sea necesario. Aceptar la mediocridad no te sienta bien ni
a ti ni a quien te mira. Piensa un minuto en cómo te sentirías si en
este momento pudieras acceder al recuerdo de todos los temas
que has estudiado a lo largo de tu vida. Lo seguro que estarías du-
rante un examen, sereno durante un coloquio, curioso durante una
clase etc. Recordar las informaciones a largo plazo te hace libre.
¿Estás seguro de querer seguir siendo esclavo de tu memoria ac-
tual?
Capítulo 9. Hablar en público
Giulia Nicoli, Instructora del Curso Genius en Bilbao

Es tu momento, tienes que levantarte de la silla y dirigirte al estra-


do, te gustaría estar en cualquier otro sitio, pero ya no puedes
escapar. Las piernas te pesan, el camino se hace infinito mientras
tu temperatura interna empieza a aumentar sin control, las manos
te sudan y tiemblan, notas la boca seca y el corazón que se acelera
sin parar, sigues avanzando y ves que todos los espectadores su-
surran al oido de la persona que tienen al lado, y tú empiezas a
preguntarte en tu mente: “¿qué se estarán diciendo, estarán ha-
blando de mi, habré hecho algo mal…?”
Llegas a tu destino, estás al frente de la sala, te giras hacia el públi-
co y te encuentras con los ojos de todos tus compañeros clavados
sobre ti, listos para escuchar tu discurso o tu presentación. Tragas
saliva con esfuerzo y te dispones a empezar a hablar, te gustaría
decir algo o por lo menos empezar, pero no consigues emitir nin-
gún sonido, de tu boca no sale una sola palabra, bloqueo total,
mente en blanco, te pones rojo, tu respiración se agita y te das
cuenta de que todos tus compañeros se burlan de ti… eres el ha-
zmerreír de la clase, tu reputación perdida en un instante…
y de repente, ¡te despiertas! te das cuenta de que tan solo se trata-
ba de un sueño horrible, y ahí por fin puedes volver a respirar.

Hablar en público es uno de los mayores miedos del ser humano,


incluso hay curiosas estadísticas que dicen que llega a ser más an-
gustioso que el miedo a la muerte. Resulta sorprendente, pero la
explicación es sencilla, hablar delante de un público implica expo-
nerse al juicio de los demás, y no todos hemos desarrollado a lo
largo de los años la capacidad de aceptar las críticas, y por eso mu-
chas personas sienten miedo y vergüenza al levantarse para hablar
y exponerse a esa situación.
Sin ninguna duda, yo formaba parte de ese grupo de personas.
Recuerdo todo el estrés, miedo, sufrimiento, y agobio que sentía
todas las veces que me tocaba hablar delante de un público. Ade-
más, lamentablemente eran muchas las veces que tenía que pasar
por este proceso en clase, porque en Italia la mayoría de los exá-
menes son orales.
Solo el hecho de pensar en tener que presentarme delante de la
clase y del profesor, listo para evaluarme, me causaba muchísimo
pánico. Incluso antes de encontrarme en la situación ya estaba
agobiada por lo que iba a pasar, ya que constantemente pensaba
en todo lo que podría ir mal y en las cosas que habían ido mal an-
teriormente.
Y cuando llegaba la hora de la verdad era aun peor, recuerdo níti-
damente la sensación de miedo en el cuerpo, la inseguridad, el
temblor de las piernas y el latido acelerado de mi corazón.
Además, uno de los problemas añadidos a todas estas sensaciones
es que estaban fuera de mi control, porque eran independientes de
mi nivel de preparación. Quizás alguna vez te has sentido muy
preparado para una presentación, una reunión o un examen, has
estudiado muchísimo y sin embargo has vuelto a casa con un mal
resultado, para nada adecuado a tu nivel de esfuerzo y sobre todo
impropio de tu nivel de preparación. Y a lo mejor, el mismo día
has visto a un compañero de facultad hacer una presentación
estupenda volver con mejores notas que tú, sin estar mejor prepa-
rado que tú. El problema es que la valoración del profesor no de-
pende solo de tu preparación sino que depende en gran parte de la
capacidad que tengas de “vender” lo que has estudiado y tus co-
nocimientos, significa saber darle valor a lo que sabes.

Un talento innato.

Estaba segura de que estas dificultades a la hora de hablar en pú-


blico nunca habrían podido cambiar, yo no tenía el don de la ora-
toria. Por eso mismo trataba de convencerme de que no era algo
importante en el día a día y que no sería necesario en mi vida labo-
ral. Pero tanto tú como yo sabemos que no conseguía creérmelo,
porque todos conocemos la importancia de comunicar indepen-
dientemente de lo que te dediques. Piensa en las mismas profesio-
nes que te comentaba mi compañera Lucrezia, para cada una de
ellas es fundamental el public speaking. Un estudiante se encuentra
con presentaciones orales continuamente, un ingeniero que es el
líder de un grupo, un empresario tiene que negociar con sus clien-
tes o hacer reuniones con sus empleados, una profesora tiene que
dar clase y hacer llegar su mensaje a sus alumnos, un abogado tie-
ne que defender a su cliente y convencer a quien le escucha duran-
te los procesos jurídicos, etc. Podría seguir escribiendo y dando
ejemplos pero el listado sería muy largo, porque la comunicación
es una de las bases fundamentales para cualquier profesión.

Consciente de la importancia de esta capacidad y de mi falta de


habilidad me sentía frustrada al preguntarme si el problema era yo,
si era yo quien no tenía esa capacidad, no era lo mío el hablar en
público y no se me habría dado bien nunca, era un pensamiento
poco agradable, porque era consciente de que antes o después la
vida me pondría delante situaciones en las que tendría que hacerlo.
Pero me di cuenta de que nadie en toda mi vida se había ocupado
de enseñarme a mejorar mis habilidades oratorias o mi manera de
exponer. La cultura escolar y la empresarial, por lo general, centra
más la atención en el contenido técnico del mensaje, que en las
modalidades comunicativas, en definitiva se le da más importancia
al qué se dice que al cómo se dice, y esto provoca deficiencias co-
municativas que determinan frustraciones personales.

Pero tranquilo, te desvelo un secreto… ¡todo esto se puede apren-


der! Para aprender a comunicar eficazmente delante de un público
basta tener las técnicas y las indicaciones correctas por parte de un
experto, los resultados que se pueden obtener son increíbles.
Es exactamente lo que hice yo, me encontré con el curso Genius
cuando cursaba primero de pedagogía y significó un antes y un
después. Además de obtener todas las ventajas que ya has enten-
dido a lo largo de este libro, de memorizar y retener de la mejor
manera todo lo que quería decir, trabajé en cómo expresar y darle
valor al contenido que sabía. Este proceso me ha llevado a sentir-
me tranquila y segura a la hora de hablar delante de un público y
llegar a cogerle el gusto a impartir cursos incluso delante de 70
personas en un idioma que no es mi lengua materna, y por lo tan-
to olvidarme para siempre de la pesadilla que revivíamos juntos al
inicio de este capítulo.

Soy consciente de que no tengo la varita mágica y que para obte-


ner mejores resultados y más rápidos es necesario exponerse a ha-
blar en público con las indicaciones y correcciones de un experto,
pero si aplicas los consejos que encontrarás a continuación ya po-
drás ver una mejora en tus resultados.

Consejos.

El punto central que hay que entender es que la calidad de tu pre-


sentación es tan importante como la calidad de tu preparación di-
dáctica. Por eso, después de haber preparado el examen, siempre
debes tener en cuenta dos factores muy importantes a la hora de
presentarte delante del profesor de la mejor forma posible:

1. Cuidar las formas de expresarte durante la prueba


2. Escoger un estilo de comunicación eficaz

Cinco consejos para gestionar la emotividad.

Un examen, así como una entrevista de trabajo, una cita con un


cliente o cualquier cosa que se tenga que hacer en público y que
suponga una presentación de contenidos, genera como hemos
mencionado antes, en la mayor parte de la gente, estrés, ansiedad
de prestaciones, miedo y una serie de emociones desagradables y, a
veces, incapacitantes.
El miedo previo a un examen es una situación muy habitual entre
los estudiantes y es por esto que quiero darte cinco consejos prác-
ticos para gestionarlo lo mejor posible.

1. Muévete. Si tienes que hablar en público (tan reducido como


puede ser un par de profesores o tan amplio como un aula llena
hasta la bandera), y estás de pie, camina mientras hablas, no te
quedes inmóvil (equivale a decir petrificado, si además la expre-
sión de la cara acompaña). Muévete de forma armoniosa y cohe-
rente con lo que estás contando; no corras como un loco o un ti-
gre enjaulado, no te balancees como los niños de San Idelfonso en
el día del sorteo de la Lotería Nacional, limítate simplemente a dar
algún paso a la derecha y a la izquierda mirando a tu audiencia. De
esta manera, la adrenalina que produces cuando estás estresado se
‘consume’ (total o parcialmente) gracias a este movimiento con-
trolado.

2. Tensa tus músculos. Si no puedes aplicar el consejo número


uno porque hablarás sentado y estás esperando a que salga tu
nombre, obviamente no podrás salir de la sala ni hacer un mini
maratón para quemar la adrenalina y luego volver sudoroso a tu
sitio; entonces, minutos antes de afrontar la prueba, tensa todos
los músculos de tu cuerpo, ténsalos todos al mismo tiempo duran-
te un minuto aproximadamente. Puede parecer poco pero te ase-
guro que vas a quemar bastante energía. Si no aguantas un minuto
entero, hazlo durante treinta segundos; de esta forma, puedes
quemar la energía que te sobra mediante una actividad física está-
tica pero muy potente.

3. Visualiza. En los días previos al examen, visualiza su desarrollo


en detalle, soñando con las mejores condiciones: te ha tocado un
catedrático simpático que te hace las preguntas que quieres, visua-
lízate mientras contestas con un nivel de competencia que dejará
con la boca abierta al mismísimo profesor. Visualiza también la
forma en la que te presentas, la seguridad con la que te expresas, la
claridad mental y la serenidad que sientes en tu cuerpo. Selecciona
un léxico adecuado y refinado, de tal forma que reducirás tu nivel
de estrés y al mismo tiempo mejorarás la calidad de tu vocabulario.

4. Estudia de forma eficiente. Puede parecer banal, pero una


buena preparación funciona siempre como un ansiolítico: cuanto
más preparado estés, más fácil te resultará pensar que todo irá
bien; usa las técnicas que has aprendido para estar listo de forma
cualitativa y cuando te oigas contestar todas las preguntas durante
la fase de revisión, te darás cuenta de que no tienes nada que te-
mer, que eres muy capaz de gestionar cualquier situación.

5. Relájate. En este caso también, sé que podrías pensar una fra-


se del tipo “ni que fuera fácil”. No cedas al pánico e intenta, en
cambio, dominar tu cuerpo y tu mente para llevarlos a unas ópti-
mas condiciones de productividad. Relajarse es la mejor manera
para gestionar la prueba con pleno uso de tus facultades. ¡Y no es
poco!

Una comunicación ganadora.

¿Te has fijado alguna vez en una persona que ha cautivado por
completo tu atención? Tal vez un profesor durante una clase, un
amigo durante una salida por ahí, el profesor de un curso de for-
mación… Cada vez que escuchas una persona hablar y percibes la
autenticidad de sus palabras, estás delante de un caso de comuni-
cación adecuada.
Es una habilidad que puedes desarrollar teniendo en cuenta cuáles
son los principales factores de la comunicación y el resultado al
que debes apuntar cuando estás delante del profesor.
Aparte del hecho de que los profesores a veces hacen preguntas
para luego no hacerte caso mientras hablas. Lo que es importante
es que transmitas tu mensaje con el nivel de convicción correcto.
No tienes ni idea de qué correctas parecen respuestas equivocadas
cuando las enuncias con el tono correcto.

Los tres factores que componen la comunicación son la parte ver-


bal, la para-verbal y la no-verbal.
La parte verbal comprende todas las palabras que usamos, o sea la
elección del léxico. Palabras como “basta, para, lárgate” sustan-
cialmente quieren decir lo mismo pero suscitan normalmente
reacciones de distinto tipo, sin contar con la diferencia que nace
del tono de voz usado para pronunciarlas.
Aquí entra en acción la comunicación para-verbal, que atañe a la
forma en la que decimos las cosas. Está constituida por los soni-
dos que emitimos más allá de las palabras, incluyendo las cosas
que no pronunciamos como son los silencios. Se trata pues del
tono de voz, el timbre, las pausas y el ritmo.
El no-verbal, en cambio, aglomera la gestualidad, la prosémica
(gestión del espacio), el contacto visual y la postura.

Estos tres elementos fundamentales e indispensables de la comu-


nicación son eficientes solamente cuando son coherentes entre
ellos, es decir, cuando las palabras que pronunciamos encuentran
eco en la forma en la que las decimos y que nuestro cuerpo las
acompaña.
No ser congruente resulta mucho más fácil de lo que puedes pen-
sar. Basta un poco de estrés, de cansancio o una preocupación ex-
cesiva para crear una desconexión comunicativa que debilita el
mensaje.

Cuando llegan ideas así, sucede a menudo que el estudiante pierda


esta especie de sincronía mágica consigo mismo e inserte en su
lenguaje onomatopeyas en vez de palabras como, por ejemplo,
“ohm, mmmh, eheh” o también alargando las palabras casi como
si fuera a juntarlas con las siguientes.
Esta incongruencia comunicativa es uno de los motivos por los
cuales a veces te ponen un 5 cuando en realidad te merecías un 10
(a veces pasa), mientras que los momentos de mágica congruencia
comunicativa te regalan un 10 cuando estabas preparado para un 5
(es una pena aunque ¡esto no pasa tan a menudo!).
Querrías transmitir seguridad y en cambio tu comunicación para-
verbal transmite inseguridad, incertidumbre y dudas, dejando per-
cibir a tu interlocutor que no estás tan seguro de lo que estás con-
tando. Entrénate para ser congruente recordando que la mejor
manera de conquistar este arte es empezar con una buena prepa-
ración, si bien lamentablemente, no basta con ello.

Pongamos un ejemplo concreto: ¿qué tienes que hacer cuando te


presentas al examen? Te adelanto ya que a partir del próximo capí-
tulo tendrás consejos muy apreciables sobre la gestión de los exá-
menes escritos con preguntas abiertas, con respuestas múltiple y
exámenes orales. Pero antes volvamos un momento sobre la for-
ma más beneficiosa de presentarse a un examen oral.
La primera iniciativa es gestionar la posible ansiedad. Maximiza al
máximo tu nivel de preparación, aplica las técnicas y pide la ayuda
de un tutor si has hecho el Curso Genius. Visualiza perfectamente
las preguntas y las respuestas.
El día del examen, dos o tres minutos antes de tu turno, descarga
la tensión tensando los músculos y luego usa una técnica de relaja-
ción para mantener la calma y dar rienda suelta a todo tu poten-
cial.
Con estas condiciones emocionales positivas y una buena prepara-
ción didáctica, te puedes sentar tranquilamente delante del profe-
sor para presentar tu examen.
En este punto, vista la excelente preparación que tendrás y el esta-
do de ánimo sereno y productivo, solo tendrás que desplegar tu
energía, centrarte y prestar atención a tu forma de transmitir las
palabras.
Habla con tono seguro y si tienes alguna duda, haz como si no la
tuvieras, ‘dispara’ la respuesta como si estuvieras seguro al 100%
de lo que afirmas. Es más fácil que el profesor no se dé cuenta de
una respuesta equivocada dicha con firmeza que de una respuesta
correcta enunciada tartamudeando.

Haz todo lo que puedas para hacer lo más congruente posible la


comunicación verbal, para-verbal y no-verbal. El resto lo descubri-
rás en el próximo capítulo.
Capitulo 10. Diferentes exámenes, diferentes soluciones.
Marco Bevanati, Instructor del Curso Genius en
Barcelona

A cada uno el suyo.

Como aprenderás en el curso, cada materia tiene su técnica. La


base del método de aprendizaje es común porque se basa en los
principios que regulan el cerebro, pero el método que se aplica a
las diferentes materias depende de la estructura de la materia mis-
ma. Lo mismo vale para los exámenes.
Cada tipo de examen tiene una estructura específica según sea es-
crito, oral, con preguntas abiertas o cerradas, y una lógica de cons-
trucción que, si se comprende bien, te servirá para enfrentarte a la
prueba con mayor seguridad y mayor provecho.
El breve párrafo siguiente estudia los elementos que son comunes
en cualquier tipo de examen que tengas que preparar y afrontar.

Los evergreen.

• Cuando puedas, prepara las clases con anterioridad. Antici-


par el estudio o repaso del contenido te ayudará a concen-
trarte y entender mejor el tema.
• Marca los argumentos que el profesor explica con más én-
fasis, aún más si los propone como preguntas de examen.
• Pregunta siempre si algo no te queda claro. Te lo agradece-
rán tus compañeros de clase y el profesor apreciará el inte-
rés que demuestras, el valor que tienes al levantar la mano,
hará que te recuerde mejor.
• Escucha lo que cuentan tus compañeros sobre sus exáme-
nes o pregúntales cómo les ha ido. Recoge la máxima in-
formación.
• Sigue con mucha atención la corrección de los deberes es-
critos y en clase presta atención a tus puntos débiles.

El examen oral.

Este tipo de examen no solo es un test para entender cuál es tu


nivel de preparación sino también para medir tu capacidad de ges-
tión emocional. Además de aplicar los consejos del capítulo ante-
rior “Presentar un examen o hacer una presentación”, te invita-
mos a considerar los próximos puntos; representan un método
eficaz de preparación para presentarte a un examen oral.

• Prepara dos temas de tu elección de tal forma que si el pro-


fesor te preguntara uno de los dos, tendrías ya listo un
tema que controlas a la perfección si tuvieras la posibilidad
de presentar un tema de libre elección. Sería una pena
quemar una oportunidad solo porque has preparado un
tema en vez de dos.
• Antes de empezar a hablar, tómate un par de segundos
para organizar tus ideas y organizar mentalmente tu pre-
sentación.
• Contesta enseguida con voz decidida, empezando con la
pregunta directa. A continuación añadirás los detalles de
relleno para enriquecer tu respuesta.
• Cuando hablas, ten siempre en cuenta el estilo del profesor.
¿Ama los detalles?, ¿hay preguntas recurrentes?, ¿habla len-
ta o rápidamente?, ¿hay temas que privilegia y a los que
puedes llegar haciendo conexiones coherentes?
• Cuando llegue tu turno para el examen, ve hacia la mesa
con paso decidido, siéntate en posición recta, mantén la
cabeza alta y usa un tono de voz audible.
El examen escrito.

Este tipo de examen suele provocar más ansiedad en las personas


que se preocupan por la preparación del examen que en aquellas
que tienen miedo a hablar en público, son dos tipos de estrés dife-
rentes que conducen al mismo resultado: el suspenso.
Aquí van algunos consejos prácticos para superar las pruebas es-
critas.

• Intenta conseguir siempre más información que la mera


fecha del examen. ¿Habrán temas especiales?, ¿serán pre-
guntas abiertas o cerradas?, ¿cuántas preguntas habrán?,
¿también habrán ejercicios?
• Organiza bien el tiempo. Lee las preguntas y empieza a
contestar teniendo en cuenta el tiempo del que dispones
para cada pregunta. Redacta unas líneas de respuesta para
cada pregunta en vez de perderte en profundizar aquella(s)
que dominas. Se equilibrado en la gestión del tiempo en
relación con los contenidos y la cantidad de trabajo para
poder acabar dentro del plazo fijado.
• No pierdas tiempo en los ejercicios que no conoces. Si no
sabes por dónde empezar, no te esfuerces, pasa a la si-
guiente pregunta, volverás a ésta cuando hayas contestado
las demás. Pero, por favor, no te saltes todas las preguntas
porque no conoces la respuesta al 100%. Si hicieras esto,
correrías el riesgo de llegar al final sin haber rematado
nada.
• Lee atentamente y varias veces las preguntas. Incluso aque-
llas que piensas que no sabes contestar. Si te paras deteni-
damente en ellas, tal vez encuentres alguna idea para resol-
verlas. En cambio, las que estás seguro de controlar pueden
esconder una trampa, así que no tengas prisa, lee con aten-
ción todos los planteamientos, es tiempo muy bien em-
pleado.
• Deja un poco de tiempo al final para volver a leerlo todo.
La revisión es esencial para darse cuenta de algún fallo en
los contenidos y en la forma. Si te da tiempo, controla cada
cosa por separado: sintaxis, gramática, léxico y lógica.
• Haz lo que puedas para ser ordenado. Sé que con los ner-
vios del examen es en lo último en lo que piensas, pero
ponte en el papel del profesor, ¿cuál será su disposición
ante un escrito del que corre el riesgo de no entender nada,
o ante otro que se presenta claro y bien legible?

Bien, después de este calentamiento, me parece que estás prepara-


do para la parte más consistente de este capítulo: las mejores es-
trategias para superar los tests y exámenes de respuesta múltiple.

Trucos y consejos prácticos para superar tests y pruebas de


respuesta múltiple.

“La vida es como un test de respuesta múltiple: a veces son las


respuestas las que te confunden, no la preguntas”. Anónimo.

Dicen que en la vida nunca se acaban los exámenes. Tienen razón:


selectividad, examen para el carné de conducir, ECDL, prueba de
ingreso en la Universidad, oposiciones, exámenes universitarios,
etc. Vivimos en un estado permanente de exámenes.
Aprender unos cuantos trucos para superar estas pruebas es un
arte que hay que valorar en su justa medida. Evidentemente, cada
examen es un mundo en sí mismo, pero nos encontramos casi
siempre con uno de estos infames test de respuesta múltiple.
Con este capítulo, queremos ayudarte a tomar las decisiones co-
rrectas en momentos de duda, a mejorar tu puntuación, basándo-
nos en un simple cálculo estadístico y descubrir gracias a éste los
secretos de la creación de un test, de tal forma que puedas distin-
guir las preguntas absurdas de las plausibles.
En las próximas páginas encontrarás cálculos estadísticos, obser-
vaciones que no te parecerán verídicas al 100% y puede que a lo
largo de la lectura te parezca que pierdes el tiempo o que podrías
estar estudiando en vez de leer esto. También puede que pienses
que no eres bueno con los números y sería mejor dejar este tema.
Te invitamos a pararte un momento y reflexionar: invertir ahora
un poco de tiempo para intentar entender como está estructurado
un test te permitirá evitar bastantes quebraderos de cabeza más
adelante. ¡Empecemos!

Cuándo conviene contestar en un test de respuesta múltiple.

Cualquiera que se haya tenido que enfrentar a un test de respuesta


múltiple, sobre todo en la universidad o una oposición, se habrá
dado cuenta de que incluso un insignificante 0,01 puede adelantar-
te en la clasificación o hacerte retroceder decenas de posiciones.
¡Es mejor no dejar las cosas al servicio del azar!
Cuando hay una o más preguntas a las que no has sabido contes-
tar, ¿te has preguntado si valía la pena contestar o era mejor dejar-
la en blanco?
La respuesta varía en cada examen. Veamos entonces cómo pro-
ceder para decidir si contestar o no a las preguntas que no contro-
lamos.

Hay dos posibilidades si tienes un test de respuesta múltiple:

1. Conoces la respuesta correcta


2. No conoces la respuesta correcta

En el primer caso, marcarás la respuesta correspondiente. En el


segundo caso, en cambio, te conviene proceder por exclusión e
intentar reducir las opciones a una sola respuesta correcta. Si lo
consigues, el juego está ganado. Pero si no lo logras, como a me-
nudo ocurre, tendrás que elegir: contestar o dejarla en blanco.
¿Cómo tomar esta decisión? En base a las consecuencias, ¿hay pe-
nalizaciones?

A. Si no hay penalizaciones previstas en caso de respuesta inco-


rrecta (a veces sucede pero es muy raro), conviene, sin lugar a du-
das, tentar la suerte y no dejar nada en blanco. Te sugiero que si las
preguntas a las que no sabes contestar son muchas y no has con-
seguido descartar ninguna alternativa de respuesta, te conviene
marcar siempre la misma alternativa. Seguramente una de ellas
será correcta.

B. Si hay penalizaciones en caso de respuesta equivocada, tienes


que ser más preciso. Empieza por contestar a todas las preguntas
que conoces a la perfección, evitará que te pares demasiado tiem-
po en las que no conoces, que te harían perder tiempo. Hecho
esto, vuelve a las preguntas que no sabías y si, después de haber
procedido por exclusión, no has conseguido entender cuál podía
ser la alternativa correcta, tendrás que decidir si contestar o no en
base a las siguientes consideraciones:

• La puntuación atribuida en caso de respuesta correcta.


• La puntuación atribuida en caso de respuesta equivocada.
• La puntuación atribuida en caso de omisión de respuesta
(suele ocurrir que quiten puntos en este caso)
• El número de respuestas alternativas que presenta cada
pregunta y cuántas has conseguido descartar del número
de preguntas a las cuáles no sabes contestar.

Para utilizar todos estos datos, tienes que hacer un cálculo estadís-
tico. Convendrá que des una respuesta cualquiera cuando la pro-
babilidad de tener puntos a tu favor sea mayor o igual que la pro-
babilidad de obtener una puntuación negativa.

Ejemplo nº 1
• Hay diez preguntas a las cuales no sabemos contestar.
• Hay 5 alternativas de respuestas para cada pregunta y no
hemos podido descartar ninguna.
• Se atribuye un punto a cada respuesta correcta.
• Se atribuyen 0,5 puntos a cada respuesta incorrecta.
• No se atribuye nada a las casillas en blanco.

Veamos como razonar:

Para cada pregunta tenemos una posibilidad sobre cinco de adivinar la res-
puesta (1/5 = 0,2) por lo tanto cuatro sobre cinco de fallar (4/5 = 0,8).
Las preguntas a las cuales no sabemos contestar son diez,, entonces:

Puntuación por respuesta correcta (sobre 10): 0,2 x 10 x (+1) = + 2


Donde 0,2 es la probabilidad (calculada antes) de acertar la respuesta correc-
ta, 10 es el número de preguntas irresueltas y (+1) es la puntuación atribuida
en caso de respuesta correcta.

Puntuación por respuestas erróneas (sobre 10): 0,8 x 10 x (-0,5) = - 4.


Donde: 0,8 es la probabilidad (calculada antes) de equivocarse, 10 es el nú-
mero de preguntas irresueltas y (-0,5) es la puntuación atribuida en caso de
respuesta correcta.

Total de los puntos si decidimos contestar: + 2 – 4 = -2


Total de los puntos si decidimos no contestar: 10 x 0 = 0

Conclusión: en este caso ¡es mejor no contestar!

Ejemplo nº 2

• Hay diez preguntas a las cuales no sabemos contestar.


• Hay cinco alternativas de respuesta para cada pregunta y
no hemos podido descartar ninguna.
• Para cada respuesta correcta, se atribuye un punto.
• Para cada respuesta incorrecta, se atribuye 0,25 puntos.
• Cada respuesta no contestada no altera la puntuación.

Veamos cómo pensar en este caso:

Para cada pregunta tenemos una posibilidad sobre cinco de adivinar (1/5 =
0,2) y por lo tanto cuatro posibilidades sobre cinco de equivocarnos (4/5 =
0,8). Las preguntas a las cuales no sabemos contestar son diez, entonces:

Puntuación por respuesta correcta (sobre 10): 0,2 x 10 x (+1) = + 2


Donde 0,2 es la probabilidad (calculada antes) de acertar la respuesta correc-
ta, 10 es el número de preguntas irresueltas y (+1) es la puntuación atribuida
en caso de respuesta correcta.

Puntuación por respuestas erróneas (sobre 10): 0,8 x 10 x (-0,25) = 2


Donde: 0,8 es la posibilidad (calculada antes) de equivocarse, 10 es el número
de preguntas irresueltas y (0,25) es la puntuación atribuida en caso de res-
puesta equivocada.

Total de los puntos si decidimos contestar: + 2 – 2 = 0


Total de los puntos si decidimos no contestar: 10 x 0 = 0

Conclusión: en este caso es indiferente dejar las casillas en blanco


o tirar por casualidad y acertar.

Ejemplo nº 3

• Hay diez preguntas a las cuales no sabemos contestar.


• Hay cuatro alternativas de respuesta para cada pregunta y
no hemos conseguido descartar ninguna.
• Para cada respuesta correcta, se atribuye un punto.
• Para cada respuesta incorrecta, se atribuye 0,33 puntos.
• Cada pregunta no contestada deja la puntuación inalterada.
Veamos el razonamiento:

Para cada pregunta, tenemos una posibilidad sobre cuatro de adivinar (1/4
= 0,25) y por lo tanto tres posibilidades sobre cuatro de equivocarnos (3/4 =
0,75). Los planteamientos a los que no sabemos contestar son 10, así que:

Puntación por respuesta correcta (sobre 10): 0,25 x 10 x (+1) = + 2,5


Donde 0,25 es la probabilidad (calculada antes) de acertar la respuesta co-
rrecta, 10 es el número de preguntas irresueltas y (+1) es la puntuación atri-
buida en caso de respuesta correcta.

Puntuación por respuestas erróneas (sobre 10): 0,75 x 10 x (-0,33) =


2,475.

Donde: 0,75 es la posibilidad (calculada antes) de equivocarse, 10 es el nú-


mero de preguntas irresueltas y (-0,33) es la puntuación atribuida en caso de
respuesta equivocada.

Total de los puntos si decidimos contestar: + 2,5 – 2,475 = 0,025


Total de los puntos si decidimos no contestar: 10 x 0 = 0

Conclusión: en este caso es casi igual dejar las casillas en blanco o


contestar aleatoriamente, aunque a lo mejor conviene optar por la
respuesta aleatoria, sobre todo cuando se trata de una oposición o
prueba eliminatoria en la que tiene mucha importancia la clasifica-
ción, por si ese poco que se obtiene marca la diferencia en el resul-
tado final.

Ejemplo nº 4

• Hay diez preguntas a las cuales no sabemos contestar.


• Hay cinco alternativas de respuesta para cada pregunta y
no hemos conseguido descartar ninguna.
• Para cada respuesta exacta, se atribuye un punto
• Para cada respuesta incorrecta, se atribuyen 0,3 puntos.
• Para cada pregunta no contestada, se atribuyen 0,1 puntos.

Veamos el razonamiento a seguir:

Para cada pregunta, tenemos una posibilidad sobre cinco de adivinar (1/5 =
0,2) y por lo tanto cuatro posibilidades sobre cinco de equivocarnos (4/5 =
0,8). Los planteamientos a los que no sabemos contestar son 10, así que:

Puntación por respuesta correcta (sobre 10): 0,2 x 10 x (+1) = + 2


Dónde 0,2 es la probabilidad (calculada antes) de acertar la respuesta correc-
ta, 10 es el número de preguntas irresueltas y (+1) es la puntuación atribuida
en caso de respuesta correcta.

Puntuación por respuestas erróneas (sobre 10): 0,8 x 10 x (-0,3) = 2,4


Dónde: 0,8 es la posibilidad (calculada antes) de equivocarse, 10 es el número
de preguntas irresueltas y (-0,3) es la puntuación atribuida en caso de respues-
ta equivocada.

Total de los puntos si decidimos contestar: + 2 – 2,4 = 0,4


Total de los puntos si decidimos no contestar: 10 x (-0,1) = - 1

Conclusión: en este caso, incluso si la puntuación final es negati-


va, conviene contestar para limitar los daños. En el peor de los
casos, se consigue un 0,6 adicional.

Claramente hablamos de cálculos estadísticos, o sea que el recuen-


to final efectivo podría ser algo diferente de lo que se ha visto
arriba, pero hay que considerar una cosa que el margen de error
en cada pregunta es determinante para la puntuación final. Si lo-
gráramos reducir este margen disminuyendo la posibilidad de fa-
llo, claramente sería más fácil obtener un mejor resultado. Razo-
nemos por exclusión, en cada test de respuesta múltiple siempre
hay una respuesta correcta, una absurda y otras que pueden ser
engañosas. En la mayor parte de los casos, la duda queda entre
dos o tres posibilidades de respuesta.
Cuando te das cuenta de que no yogas encontrar la respuesta co-
rrecta, puedes hacer el razonamiento inverso y buscar todas las
respuestas que te parecen incorrectas; a veces no conocemos la
respuesta correcta, pero nuestra cultura personal, incluso en otros
ámbitos, puede ayudarnos a eliminar las respuestas que nos pare-
cen erróneas.
No se trata de engañar, sino de hacer valer todos los conocimien-
tos que tenemos para intentar conseguir ese pequeño resultado
adicional a una pregunta que, en caso contrario, habríamos dejado
en blanco. Claramente, para aprobar un examen, sea escrito, oral,
o tipo test, no hay más remedio que llegar preparados.

Nueve consejos para superar una prueba.

Además de fórmulas estadísticas, ciertamente muy útiles, quere-


mos darte también unos cuantos consejos más de letras para en-
tender mejor cómo seleccionar las respuestas.

1. NO te fíes de ti mismo.
Durante un test, cuando no sabes responder enseguida a una
pregunta, a menudo te entran ganas de seguir tu intuición. No
te metas por ahí, puede llevarte a cometer grandes errores.
Los test de respuesta múltiple son construcciones artificiales
que responden a unas reglas muy precisas. En este caso, tu in-
tuición no vale. Haz referencia solo y exclusivamente a lo que
se ha comentado en el aula, a lo que está en los libros y ma-
nuales usados para la preparación de la prueba o a lo que sale
en el material de apoyo del test.
Si en las respuestas encuentras palabras o frases que te suenan
nuevas y que no has oído nunca durante la fase de prepara-
ción, puedes eliminar razonablemente esta opción de respues-
ta.

2. Dios los cría y ellos se juntan.


Las peores opciones son aquellas que se parecen entre sí, en
las que como máximo cambian una o dos palabras.
Son precisamente en éstas en las que te tienes que concentrar:
esconden la respuesta correcta. El objetivo de estas alternativas
es probar tu conocimiento sobre definiciones exactas, por eso
las respuestas correctas se presentan en dos variantes: si con-
testas en base a la casualidad, tienes un 50% de posibilidades
de acertar con la respuesta.

3. Evita las respuestas que dicen lo mismo.


Otra cosa son las respuestas aparentemente distintas entre
ellas, pero que dicen lo mismo.
En este caso, si dos respuestas afirman exactamente lo mismo,
no te queda más remedio que centrarte en otras dos respues-
tas, pues en un test de respuestas múltiples no suele ser posible
marcar más de una casilla. Por lo tanto, este tipo de respuesta
nos permite excluir a priori algunas opciones, favoreciendo la
probabilidad de encontrar la respuesta correcta.

4. Ojo a los absolutismos.


A menudo encontrarás afirmaciones absolutas y en este caso,
para nosotros es perfecto.
Si en un test te encuentras con respuestas que incluyen las pa-
labras mágicas “nadie, cualquiera, todos, etc.”, abre tus ante-
nas: existen pocas cosas en la vida que sean verdades absolutas
y los que preparan los test a menudo utilizan adjetivos y pro-
nombres indefinidos para que caigas en la trampa.

5. Escoge siempre el camino medio.


En los test, a menudo sucede que entre las opciones posibles
hay respuestas extremas, que enseguida notas que están fuera
de contexto. Buen ejemplo de ello son los tests matemáticos.
Supón que te encuentras con una pregunta y estas cuatro op-
ciones de respuesta:
a. 36
b. -82
c. 24
d. 1.837
En este caso, es evidente que las opciones b. y d. son incohe-
rentes con respecto a las otras dos: una tiene un valor negativo
y la otra presenta un valor fuera de escala. Muy probablemen-
te, la respuesta se encuentra en una de las dos opciones que
quedan.
Recuerda que todo lo que te estamos contando, no tiene la
pretensión de funcionar con la precisión de un reloj suizo.
Siempre habrán excepciones, pero si quieres superar brillante-
mente un test tienes que intentar razonar con los criterios de
quien lo ha elaborado, pues puede ser de gran ayuda.

6. Usa el Comodín.
Muchos test de respuesta múltiple ofrecen entre sus varias op-
ciones de respuesta la opción "todas las precedentes”. Se en-
tiende que valen todas las opciones. Esta opción comodín pre-
senta mucho riesgo pero si estás razonablemente seguro que
dos de las respuestas incluidas son correctas y no tienes ni la
más remota idea de la tercera, seleccionar la casilla "Todas las
anteriores” es, estadísticamente, la respuesta más correcta.

7. Repetir ayuda.
De todas las categorías de respuestas múltiples con las que
puedes encontrarte, la más fastidiosa sin lugar a dudas es aque-
lla en las que preguntan qué parejas de afirmaciones son ver-
daderas o falsas. Por ejemplo:
¿Cuál de las siguientes afirmaciones es verdadera?
A. XXX y YYY
B. ZZZ y XXX
C. XXX y TTT
D. TTT y ZZZ

Si no tienes la más mínima idea de cuál es la respuesta correc-


ta, tienes que ir por exclusión. En estos casos, la primera res-
puesta que hay que descartar es la que tiene la opción que se
repite menos de todas, en este caso la A, que es la única que
presenta la opción “YYY”. Otra respuesta que podemos des-
cartar con relativa tranquilidad, es la que NO contiene la op-
ción más repetida, o sea, la respuesta D, que es la única que no
contiene la mención “XXX”. Ahora no quedan más que las
opciones B y C.

8. Sigue las pistas.


A veces, superar un test de respuesta múltiple es un poco
como resolver una novela policíaca: tienes que seguir las pistas.
No todos los profesores o examinadores quieren hacerte la
vida imposible, ya hemos visto que muchos test están diseña-
dos de tal forma que ofrecen indicios sobre la respuesta que
hay que dar. ¿Sabes dónde puedes encontrar estas pistas? En la
mismísima pregunta. Presta una atención muy especial a aque-
llas palabras de la pregunta que se repiten a menudo y de for-
ma bastante explícita en alguna de las opciones de respuesta.
Si, por ejemplo, una pregunta dice: “¿Cuál es una de las parti-
cularidades de los mamíferos? Y una de la opciones de res-
puesta contiene algo similar a “la homotermia es peculiar…”
probablemente estás delante de la respuesta correcta.

9. Los opuestos se atraen.


Cuando dos opciones tienen un significado opuesto, es muy
probable que la clave esté en una de estas dos alternativas.
Efectivamente, este truquillo es usado por los profesores para
controlar que hayas entendido el contenido del material, o que
por lo menos que lo hayas leído. Por ejemplo:
El volumen del agua, en estado sólido:
A) Aumenta
B) Disminuye
C) No varía

Evidentemente, las opciones A y B tienen un significado


opuesto, es precisamente en estas dos en las que hay que cen-
trarse.

En conclusión…

Aplicando los nueve trucos presentados hasta ahora, aumenta-


rán considerablemente tus probabilidades de éxito en un test
de respuesta múltiple. Estos trucos son particularmente útiles
en el caso de que no hayas tenido tiempo para profundizar
todo el material de estudio o, peor, en caso que te pille un im-
previsto fallo de memoria. Aunque después de hacer el Curso
no volvería a pasarte.

Ciencia y humanismo

Veamos lo que pasa si aplicando los nueve consejos que has


visto ahora conseguimos descartar por lo menos una de las
respuestas múltiples relativas a las preguntas que, de otra for-
ma, dejaríamos en blanco.
Retomo los ejemplos anteriores:

Ejemplo nº 1:
• Hay diez preguntas a las cuales no sabemos contestar
• Las alternativas de respuesta son cinco para cada pregunta
y no hemos podido descartar a ninguna
• A cada respuesta correcta se le concede un punto
• A cada respuesta incorrecta, -0,5 puntos
• Las casillas en blanco dejan no alteran la puntuación

Este es el caso más complicado porque el margen de error que


tenemos es verdaderamente muy pequeño, podemos razonar
de forma absurda y buscar las respuestas incorrectas, pero
como podrás observar, son muy raros los casos en los que
conviene contestar.
Podemos tentar la suerte si tenemos dudas entre tres probabi-
lidades, si bien en este caso el cálculo estadístico no ayuda por-
que el resultado sería el mismo que si hubieras dejado la casilla
en blanco. Por contra, conviene contestar si puedes eliminar
tres de las cinco respuestas posibles.
En este caso, tu elección se limitaría a dos posibilidades y pasa-
ría lo siguiente:

Para cada pregunta tenemos una posibilidad sobre dos de acertar (1/2 =
0,5) y por lo tanto una posibilidad sobre dos de equivocarnos (1/2 = 0,5).
Los planteamientos a los que no sabemos contestar son diez así que:

Puntuación por respuesta correcta (sobre 10): 0,5 x 10 x (+1) = + 5


Dónde: 0,5 es la probabilidad (calculada antes) de acertar la respuesta correc-
ta, diez siendo el número de preguntas a las cuales no sabemos contestar y la
puntuación atribuida a una pregunta correcta es (+1).

Puntuación por respuesta incorrecta (sobre 10): 0,5 x 10 x(- 0,5) = - 2,5
Donde: 0,5 es la posibilidad (calculada antes) de equivocarnos, 10 es el nú-
mero de preguntas a las que no sabemos contestar y la puntuación aplicada a
una respuesta incorrecta es (-0,5).
Total de puntos si decidimos contestar: + 5 – 2,5 = + 2,5
Total de los puntos si decidimos no contestar: 10 x 0 = 0

Conclusión: Consigues 2,5 puntos adicionales por cada diez pre-


guntas de las cuales no conoces la respuesta pero de las cuales
eliminas tres respuestas que consideras absurdas.

Ejemplo nº 2:

• Hay diez preguntas a las que no sabemos contestar


• Las alternativas de respuesta son cinco para cada pregunta
y no hemos podido descartar a ninguna
• A cada respuesta correcta se le concede un punto
• A cada respuesta incorrecta se le concede -0,25 puntos
• Las casillas en blanco dejan no alteran la puntuación

En este caso, el discurso es más interesante, porque se reduce mu-


cho el impacto de un error sobre la puntuación final. Aquí con-
viene de verdad razonar por absurdo y buscar las respuestas co-
rrectas, porque verás que conviene contestar en prácticamente en
todos los casos. Además, podemos decidir si tentar a la suerte o
no en el caso en el que no hayamos conseguido eliminar ninguna
de las cinco posibilidades, porque no varía el resultado final si he-
mos dejado las casillas en blanco, como hemos visto antes con las
estadísticas. Por contra, conviene contestar siempre cuando, por
exclusión, hayamos logrado descartar por lo menos una de las cin-
co posibles respuestas.
En este caso, la elección se reduce a 4, 3 o 2 alternativas (clara-
mente cuanto más descartes, mejor) y pasa lo siguiente:

Para cada pregunta tenemos una posibilidad sobre cuatro de acertar (1/4 =
0,25) y por lo tanto tres posibilidades sobre cuatro de equivocarnos (3/4 =
0,75). Los planteamientos a los que no sabemos contestar son diez, así que:
Puntuación por respuesta correcta (sobre 10): 0,25 x 10 x (+1) = +2,5
Dónde: 0,25 es la probabilidad (calculada antes) de acertar la respuesta co-
rrecta, diez siendo el número de preguntas a las cuales no sabemos contestar,
la puntuación atribuida a una pregunta correcta es (+1).

Puntuación por respuesta incorrecta (sobre 10): 0,75 x 10 x (- 0,25) = –


1,875
Donde: 0,75 es la posibilidad (calculada antes) de equivocarnos, 10 es el nú-
mero de preguntas a las cuales no sabemos contestar, la puntuación aplicada a
una respuesta incorrecta es (-0,25).

Total de los puntos si decidimos contestar: + 2,5 – 1,875 = 0,625


Total de los puntos si decidimos no contestar: 10 x 0 = 0

Conclusión: Consigues 0,625 puntos por cada diez preguntas cu-


yas respuestas no tienes, pero para las cuales logras descartar por
lo menos una de las alternativas que te parecen absurdas y contes-
tas a las otras que quedan. Si descartas dos alternativas de respues-
tas (hay una posibilidad sobre tres de adivinar correctamente), es
1,65 puntos más. Si consigues eliminar tres (una posibilidad sobre
dos de acertar), son 3,75 puntos más. Son unos puntos que no ha-
brías obtenido dejando las casillas en blanco.

Ejemplo número 3 :

• Hay diez preguntas a las cuales no sabemos contestar


• Las alternativas de respuesta son cinco para cada pregunta
y no hemos podido descartar a ninguna
• A cada respuesta correcta se le concede un punto
• A cada respuesta incorrecta, -0,33 puntos
• Las casillas en blanco no alteran la puntuación

En este caso, como en el anterior, conviene contestar.


Podemos empezar probando suerte en el caso en el que no haya-
mos conseguido eliminar ninguna de las cinco posibilidades de
respuesta porque, como hemos visto antes, el resultado final varía
de forma positiva. Conviene contestar si, yendo por eliminación,
hemos podido descartar por lo menos una de las cuatro respuestas
posibles. En este caso, la elección se reduce a tres o dos alternati-
vas (claro que cuanto más opciones eliminamos, mejor), y pasa lo
siguiente:

Para cada pregunta tenemos una posibilidad sobre tres de acertar (1/3 =
0,33) y por lo tanto dos posibilidades sobre tres de equivocarnos (2/3 =
0,66). Los planteamientos a los que no sabemos contestar son diez, así que:

Puntuación por respuesta correcta (sobre 10): 0,33 x 10 x (+1) = + 3,3


Dónde: 0,33 es la probabilidad (calculada antes) de acertar la respuesta co-
rrecta, diez siendo el número de preguntas a las cuales no sabemos contestar,
la puntuación atribuida a una pregunta correcta es (+1).

Puntuación por respuesta incorrecta (sobre 10): 0,66 x 10 x (- 0,33) = -


2,178
Donde: 0,66 es la posibilidad (calculada antes) de equivocarnos, 10 es el nú-
mero de preguntas a las cuales no sabemos contestar y la puntuación aplicada
a una respuesta incorrecta es (-0,33).

Total de los puntos si decidimos contestar: + 3,3 – 2,178 = + 1,122


Total de los puntos si decidimos no contestar: 10 x 0 = 0

Conclusión: si eliminas al menos una de las opciones que te pare-


cen absurdas y marcas una de las restantes, consigues 1,122 puntos
por cada diez preguntas de las cuales no sabes la respuesta. Si eli-
minas dos opciones de respuesta tienes una posibilidad entre dos
de acertar, lo cual son 3,35 puntos adicionales. Son puntos que no
hubieras conseguido de no haber contestado.
Ejemplo nº 4:

• Hay diez preguntas a las cuales no sabemos contestar


• Las alternativas de respuesta son cinco para cada pregunta
y no hemos podido descartar a ninguna
• A cada respuesta correcta se le concede un punto
• A cada respuesta incorrecta se le concede -0,3 puntos
• A cada casilla en blanco se le concede 0,1 puntos

En este caso también conviene contestar siempre. Podemos tentar


la suerte ya que, si no hemos logrado eliminar ninguna de las cin-
co posibilidades de respuesta, porque como hemos visto antes el
resultado final cambia en función de si se dejan casillas en blanco,
conviene contestar más aún si, yendo por eliminación, hemos lo-
grado descartar por lo menos una de las cinco opciones posibles.
En este caso, la elección se limita a 4, 3 o 2 alternativas (claro que
cuanto más se eliminan, mejor) y pasa lo siguiente:

Para cada pregunta tenemos una posibilidad sobre cuatro de acertar (1/4 =
0,25) y por lo tanto tres posibilidades sobre cuatro de equivocarnos (3/4 =
0,75). Los planteamientos a los que no sabemos contestar son diez, así que:

Puntuación por respuesta correcta (sobre 10): 0,25 x 10 x (+1) = + 2,5


Donde: 0,33 es la probabilidad (calculada antes) de acertar la respuesta co-
rrecta, 10 es el número de preguntas a las cuales no sabemos contestar y la
puntuación atribuida a una pregunta correcta es (+1).

Puntuación por respuesta incorrecta (sobre 10): 0,75 x 10 x (- 0,33) = -


2,25
Donde: 0,75 es la posibilidad (calculada antes) de equivocarnos, 10 es el nú-
mero de preguntas a las cuales no sabemos contestar y la puntuación aplicada
a una respuesta incorrecta es (-0,3).
Total de los puntos si decidimos contestar: + 2,5 – 2,25 = 0,25
Total de los puntos si decidimos no contestar: 10 x (-0,1) = -1

Conclusión: Obtienes 1,25 puntos más por cada diez preguntas


que no sabes contestar y que si hubieras dejado en blanco supon-
drían una penalización de -1 punto, así consigues descartar por lo
menos una de las respuestas que consideras nula y contestar a las
que quedan.
Si descartas dos (una posibilidad sobre tres de acertar), son 2,32
puntos adicionales. Si consigues eliminar hasta tres posibilidades,
logrando una posibilidad sobre dos de acertar, son 4,5 puntos
más.

Ahora que conoces alguna estratagema más para tentar a la suerte,


tus posibilidades de adivinar la respuesta correcta aumentan con-
siderablemente, aunque cuando intentas aprobar un examen como
si jugaras en el casino una parte de ti sienta el miedo de un resul-
tado incierto. En este caso no es una sensación, es la realidad.
Por eso, antes de presentarte a un examen que te importe mucho,
usa estas nuevas estrategias para hacer una simulación del examen
pero, sobre todo, ESTUDIA. Descarga de internet algún examen
anterior y procede como si fuera el examen de verdad. Contesta lo
mejor que puedas, deja en blanco las respuestas que desconoces y
calcula tu puntuación final. Luego vuelve de nuevo a las preguntas
dejadas sin respuesta e intenta contestar aplicando las estrategias
que hemos descubierto juntos.
No lo hagas una sola vez, porque como sabes, las estadísticas fun-
cionan mejor cuando los números son altos. De esta forma te da-
rás cuenta por ti mismo qué estrategia te conviene más.

Una última cosa. Si piensas que para aprobar un test basta con
aplicar algún truquillo estadístico, nos disculpamos sinceramente
porque te hemos llevado por el camino equivocado. Estas estrata-
gemas son útiles para un estudiante preparado que no quiere per-
derse ni una décima por culpa de un test lioso.
El mejor truco para aprobar un test de respuesta múltiple, y en
general cualquier examen, se reduce a uno solo: Estar preparado.
Capítulo 11 – Los ciclos de estudio. ¿Te gustaría duplicar tu
tiempo?
Giacomo Navone, creador del Curso Genius

Cornudo y apaleado.

¿Te parece que sabrías cómo usar tu tiempo si, de improviso, te


encontraras con que se ha duplicado? Deporte, aficiones, amigos,
familia, lectura, paseos, cursos de cocina o escalada... seguro que te
sale alguna idea. Ha llegado el momento de hablar de los ciclos de
estudio.

Existen esquemas para estudiar, esquemas que si los aplicas co-


rrectamente te hacen ganar una enorme cantidad de tiempo y te
permiten aprovechar mucho mejor las horas que tienes disponi-
bles para estudiar.
Me gustaría mucho decirte que cuando iba al colegio, los profeso-
res me enseñaron varias técnicas de aprendizaje para organizar
mejor las materias de cara a los exámenes, recordar todas las in-
formaciones que nos explicaban un día y sobre lo que nos inter-
rogaban el día después, tomar apuntes y no olvidar todo lo apren-
dido apenas acabado el examen. Me gustaría mucho, pero sería un
cuento, estaría mintiendo.
Apenas explican cómo tomar apuntes, hacer un resumen o repetir
en voz alta hasta el agobio. “Así aprendes a exponer correctamen-
te”, decía el profesor de turno. Es cierto que si repito en voz alta
aprendo a expresarme, pero solo sirve para esto, ¡seguro no sirve
para recordar! Lo único que recuerdo son las interminables horas
empleadas en repetir como si fuera un autómata, hacer esquemas
y garabatos de todas las formas y dimensiones usando múltiples
rotuladores de colores para intentar grabar en mi memoria datos y
conexiones que luego olvidaba inevitablemente. Y esto, a pesar de
leer y volver a leer continuamente mis apuntes, a ver si la veinté-
sima vez era la definitiva. A partir de la tercera vez, por no decir la
segunda, cualquier cosa es más interesante que repetir un texto.
Esta tortura culminaba siempre con una prueba, una interrogación
o un examen y con suerte, una buena nota y luego todo empezaba
otra vez desde cero con una nueva asignatura.
Si Dante hubiera vivido en nuestra época, estoy convencido de
que habría revisado algunos de los conceptos de su Infierno… ¡yo
le podría sugerir alguna idea!
Estoy seguro que a ti te pasa más o menos lo mismo. Horas y ho-
ras en los libros, aburrido e impaciente con todas esas páginas por
delante, pero ¿para qué?. Si estás entre las personas afortunadas
que sacan buenas notas, fantástico, por lo menos te quedas con el
gusto de que tus padres, profesores y amigos te aprecian. Aunque
después, en pocos días, te olvidas de todo y aquel sentido de ale-
gría que experimentas apenas acabado el examen se desvanece
cuando te das cuenta de que no recuerdas ni siquiera lo que has
escrito.
Si, en cambio, eres de las personas que “ni aunque me lo pegaran
con Loctite me acordaría”, además del esfuerzo que habrás hecho
al estudiar, vives también la desilusión de no haber sacado buenas
notas, con todas las consecuencias que trae: frustración porque
tendrás que recuperar, sermón de los padres y profesores porque
no has estudiado bastante, inseguridad porque no sabes cómo re-
solver una situación para la cual ya has intentado poner tu máximo
esfuerzo, etc. En pocas palabras, cornudo y apaleado.
En definitiva, nos han enseñado un método para vivir frustrados
de por vida. ¡Muchas gracias colegio!

El Cambio.

Por suerte encontré un curso de aprendizaje y luego desarrollé un


método, por más que a estas alturas del libro ya lo sepas.
No me voy a detener más de la cuenta ya que lo hemos comenta-
do en varias ocasiones, pero como sabéis, que con el método Ge-
nius se consiguen resultados extraordinarios y se puede olvidar (de
una por todas) este sentido de insatisfacción típico de los días en
los que hay que estudiar. Para ti podría ser así si decides aprender y
aplicar todas las técnicas al 100%. Dicho esto, si ya has empezado
a aplicar los consejos que has encontrado en este libro, vas por el
camino correcto. La próxima vez que tengas que aprender algo
nuevo, verás que tu reacción será “qué bien, quiero empezar ense-
guida”. So todavía no te lo crees sigue leyendo.

¿Te gustaría transformar cinco de tus antiguas horas de estudio en


dos horas mucho más eficientes? En primer lugar, tienes que cui-
dar el lugar donde te sientas con el libro. Efectivamente, una de las
cosas menos valoradas es el lugar donde se estudia. Vayamos por
orden. Cuando eres niño, estudiar es casi un juego que haces en la
sala con los lápices de colores repartidos en la mesa y a lo mejor te
ayuda tu madre, o por lo menos está cerca.
Luego creces y la mesa se cambia por el sofá, la cama, una butaca
o la misma hierba. Vale cualquier cosa que sea cómoda y que pue-
da engañar a tu cerebro. El inconsciente suena más o menos así:
“Tranquilo, cerebro mío, no estás estudiando, ¡te estás
divirtiendo!”. Al final, ¿dónde conviene ponerse para estudiar?
Sé que en el capítulo sobre la concentración, Alessandro Fornelli
ha dicho que algunas sugerencias para sacar el máximo provecho
al estudio podrían parecer banales, pero yo soy de la idea que no
se puede dar nada por supuesto, por lo que te daré unas pocas
premisas sobre el ambiente de estudio.
Lo más seguro es que hayas entendido que tienes que trabajar en
una mesa, mejor un escritorio, con una silla suficientemente có-
moda como para estar horas en ella sin que te fastidies el cuello y
la espalda, pero que no sea demasiado confortable para no te que-
des dormido.
Otra cosa muy importante es la luz, necesitas una buena ilumina-
ción para que no se canse tu vista, lo que dificultaría la continui-
dad de la concentración y haría que tu comprensión se resienta: si
evitarás tener que volver a leer tres veces la misma frase por culpa
de ello. Sé que cuando llega la noche y la habitación se oscurece a
medida que desaparece el sol, es un gran esfuerzo levantarse para
encender la luz, pero confío en tu capacidad deportiva. Considera
el momento de encender el interruptor como una pausa bonus.

En primer lugar, crea un pequeño altar para el estudio, que facilite


la actividad que desempeñas: estudiar, repasar, programar etc.
Otro factor que te ayudará a centrarte en lo que haces es definir
muy bien los objetivos. Hace falta tener objetivos claros. Quizás
estás pensado que tienes un objetivo, a saber quitarte en cuanto
antes este rollo de en medio. Es fantástico, por supuesto, pero no
es esto lo que estoy pensando, sino más bien en lo que quieres lo-
grar hoy, esta semana, este mes y más adelante.
Tienes que hacer un plan temporal muy bien estructurado que te
recuerde el motivo por el cual estás dispuesto a estudiar incluso
cuando no tienes ganas, cuando te sientes cansado o frustrado o te
ha llegado una invitación por parte de la persona de tu vida. Un
programa tiene que respetarse. Y si ahora estás pensando que sue-
na fácil decirlo pero que lo tuyo consiste en hacer siempre las co-
sas en el último minuto y que no tienes ni idea de por dónde em-
pezar a organizarte, te entiendo porque yo hacía igual, ¿sabes por
qué?
Porque si empezaba a estudiar un mes antes del examen, la sema-
na anterior no recordaba nada de lo que había estudiado el primer
día, porque todavía nadie me había explicado cómo hacerlo.
Cuando aprendí esta técnica, fue una auténtica revolución para mí.
¿Puede uno recordar algo sin tener que repetir hasta desmayarse?
¿Es de verdad posible no tener que repetir veinte veces las mismas
cosas para no olvidarlas nunca jamás? ¿Es posible prepararse en
enero para un examen que harás en septiembre? Sí, sí y otra vez
SÍ.
El plan de acción.

Ahora que sabes que existe una técnica que te puede permitir re-
cordar las cosas a largo plazo, ya no tienes excusas; hasta puedes
hacer un plan de estudio para todo el año. Así podrás empezar a
prepararte con mucha antelación y llegar al día del examen seguro,
satisfecho y, sobre todo, muy descansado. Sí, has leído bien, ¡des-
cansado! Todavía recuerdo noches enteras pasadas con los libros,
con un bolígrafo en la mano y una cafetera en la otra, para inten-
tar repasar todo a tiempo para el examen del día después. Lo peor
es que en lugar de llegar fresco y descansado al examen que habías
preparado con tanto cuidado, llegas estresado, cansado y con una
única idea en la cabeza: que esto acabe ya. ¿Te parecen las mejores
condiciones para llegar a una prueba para la cual habías trabajado
tanto? Como habrás visto en los capítulos anteriores, la respuesta
es negativa. Es determinante llegar al examen con una mente pro-
ductiva, y las técnicas que te voy a comentar son esenciales en este
sentido.
Ha llegado el momento de precisar dos cosas. O, mejor, contestar
a dos preguntas que me plantean continuamente.
1. “Yo nunca aprendí con mucha antelación lo que me hacía
falta para un examen. Este método, ¿funcionará también
para mí?” ¡Por supuesto que sí! Las técnicas de aprendizaje
que enseñamos en el Curso Genius son fantásticas incluso
si tienes poco tiempo a disposición y se te exige una prepa-
ración de alto nivel (una cosa habitual en los exámenes), es
más, es exactamente en estas situaciones en las que el po-
tencial de este método se luce, porque obtienes un alto
rendimiento en muy poco tiempo. ¡Verás que dejarás a to-
dos con la boca abierta en muy poco tiempo!
2. “Estudio, trabajo y me ocupo de mi familia, la montaña de
cosas que tengo que hacer cada día y mi organización son
muy distintas de la vida de un estudiante. ¿Cómo puedo
hacer para conciliar el conjunto de cosas sin volverme
loco?”.
Entiendo que una organización perfecta es determinante
para evitar abandonar o deslizarse lentamente en una crisis
nerviosa. Inútil decir que ninguna de estas dos opciones es
aceptable. En el Curso Genius vas a adquirir las herramien-
tas para gestionar todos tus compromisos familiares, per-
sonales y profesionales de forma eficaz y productiva.

El master plan.

A cada estudiante del Curso Genius se le asigna un tutor para


crear, junto al alumno, una organización temporal que sea sosteni-
ble y en línea con los objetivos personales de este último. Piensa
en lo divertido y motivador que será planificar tus objetivos junto
a tu tutor. Aprenderás a aprovechar al máximo tu tiempo, las téc-
nicas y todas las oportunidades que se te presentarán, tanto desde
el punto de vista personal como profesional.
En primer lugar, tienes que aprender a calcular y tener claro en tu
mente un parámetro esencial para la creación de tu master plan:
estoy hablando del tiempo que te hace falta para estudiar cada
asignatura.
¿Cómo se calcula con precisión? Con la ayuda del tutor, que con
su experiencia en aplicar las técnicas descubrirás todo su potencial.
Este es el motivo por el cual nuestro curso es tan eficaz, porque
no solo te enseñamos las mejores técnicas disponibles en el mer-
cado, sino también porque te ayudamos a impregnarte de ellas
para disfrutarlas de la mejor forma posible en cualquier circuns-
tancia y ser capaz, por tu cuenta, de pequeños retoques de sastre-
ría.
Antes te dije que es importante recordar el motivo por el cual es-
tudias, pero ¿cómo hacer para tenerlo siempre presente en la ca-
beza? La primera solución es muy simple: escríbelo en grandes
letras en una hoja de papel y déjala expuesta en tu lugar de estudio,
así, cada vez que levantes la cabeza, la primera cosa que verás es el
motivo por el cual estás listo para agachar otra vez la cabeza en el
libro. Recuerda: uno de los principales motivos por el cual la ma-
yor parte de la gente abandona sus objetivos, ¡es porque no los
recuerda!.
Y, cómo decía Séneca: “Un hombre sin objetivos es como una
nave sin timón, no sabe dónde ir”.

Los ciclos de estudio.

Ahora que sabes dónde estudiar y que conviene invertir un poco


de tiempo en organizarte, estás listo para el próximo punto. He-
mos llegado, por fin, al momento más importante de este capítulo,
cuando te presento los ciclos de estudio.
Hablamos de ciclos porque nuestro nivel de atención se mueve
según espacios muy claros. Cuando llegamos a 45/50 minutos de
estudio, nuestro cerebro se sale del estado de concentración en el
que estaba y empieza una lenta e inexorable caída hacia la distrac-
ción. Una vez que ha tocado fondo, suele producirse un efecto
que se traduce en estas palabras: “basta por hoy, esto lo hago ma-
ñana, total no consigo concentrarme, no tengo ganas etc.”. ¿Algu-
na vez te ha pasado empezar a estudiar y tener la sensación de que
sería un día fructífero (por lo menos los primeros cincuenta minu-
tos) para luego abandonar desanimado pues no es tu día? Proba-
blemente sí, por eso hemos creado ciclos de estudio basados en la
capacidad de concentración de la mente, para garantizar que ten-
gas siempre el mejor resultado en relación con el número de horas
que tienes para prepararte.

¿Cómo funcionan los ciclos de estudio? Es muy simple.


A partir de ahora tendrás que hacer ciclos de estudio de 45/50
minutos máximo, seguidos por una breve pausa de cinco o diez
minutos. Si te encuentras a gusto con ella, puedes por supuesto
aplicar la técnica del Tomate ® (ver capítulo de la concentración).
Durante cada ciclo de estudio, aplica las técnicas aprendidas en los
capítulos anteriores (luego haremos un pequeño resumen), pero
¿qué harás durante las pausas? Seguro te parece correcto echarte
en el sofá. Aunque te parezca raro, lo siento, no va a ser posible.
Tras cincuenta minutos de estudio, tu nivel de energía será muy
bajo. Recuerda lo que has aprendido con la técnica del Tomate ®:
el cuerpo es como una dínamo, cuanto más lo mueves, más ener-
gía crea. El objetivo de la pausa es regenerarse, moverse, crear
nueva energía. Por esto, echarse en el sofá no es una opción válida
y la cama tampoco. Puedes poner una canción que te guste, bailar,
saltar, hacer flexiones, cualquier cosa que te apetezca siempre que
sea físicamente activa.
¿Y si tienes hambre? Tu cabeza seguro que te dice “ya es la hora
de la merienda” o patatitas, pastas, donuts, etc.
Te invito a no caer en la tentación por muy apetecibles que sean,
porque el azúcar refinado atonta el cerebro. En los últimos años,
han salido muchos estudios sobre los efectos del azúcar en el
cuerpo y se ha visto que actúa como una droga. Al principio te da
un subidón de energía pero luego crea dependencia e intoxica
exactamente como una droga.
También te aconsejo evitar comidas demasiado pesadas, como el
cocido por ejemplo. Necesitas que la sangre vaya al cerebro y no al
estómago. Entonces, ¿qué puedes comer o beber? Un puñado de
frutos secos, una fruta, agua fresca…. Sé que no es tan apetecible
pero te puedo garantizar que el resultado me dará la razón. ¿Y
para los amantes del chocolate o del café?. El chocolate negro es
perfecto, siempre y cuando no te comas la tableta entera.También
puedes tomar café sin problema. Claro que tampoco conviene
tomarse uno en cada pausa porque si estudias ocho horas al día,
no tendremos que hablar de cómo recordar a largo plazo ¡sino de
cómo poder dormir!
Digamos que el secreto es no pasarse, así tu cuerpo te acompañará
hasta la consecución de tus objetivos.
Hagamos ahora un breve repaso de todos los pasos del estudio. El
objetivo de este capítulo, lo sabes, es cerrar el círculo y acceder al
secreto para transformar cinco de tus antiguas horas de estudio en
dos mucho más productivas. ¿Listo? Empezamos.

En los anteriores capítulos hemos visto en detalle cada fase del


estudio, aquí van por orden:
1. Técnica de la concentración
2. Pre-visualización del capítulo, fase de lectura con lectura
rápida (si has hecho el Curso, en caso contrario usa la lec-
tura normal)
3. Técnica de las palabras clave, control de las mismas.
4. Mapas mentales.
5. Memorización del Mapa (técnica PAV para quién ha hecho
el Curso).
6. Memoria a largo plazo.
7. ¡Gran resultado!

Lo que haremos ahora es repasar cada fase de forma que tengas


muy claro el cuadro general.

1. La concentración. ¿Por qué es tan importante concentrar-


se antes de empezar? Por muy absurda que te parezca la
pregunta, ¿cuántas veces te has sentado a estudiar pero tras
los primeros veinte minutos intentando en vano concen-
trarte, sientes esa sensación de frustración que notas cuan-
do ves que el tiempo pasa sin que concluyas nada? ¡Por
esto figura en la primera posición de este resumen! No solo
hace falta saber qué hacer sino también recordar hacerlo en
el momento correcto. En primer lugar, tienes que aplicar la
técnica de la concentración. ¿Te gustaría no distraerte
mientras lees?, ¿y no estresarte durante una prueba impor-
tante?, ¿estar seguro de ti mismo durante un examen?. En
el Curso Genius te enseñamos una técnica para que te con-
centres rápida y eficazmente en cualquier situación, sea an-
tes de estudiar o antes de presentarte a una prueba impor-
tante. Por ahora, lo que puedes hacer es poner música para
ayudarte a concentrarte. ¿Qué música? ¿Heavy Metal? Por
supuesto que no, busca una música que tenga una frecuen-
cia de 432 Hertz. Prueba y notarás sus beneficios.

2. La lectura. Pasamos a la segunda fase. Cuando toca estu-


diar, habitualmente aplicamos lo que nos han dicho en el
Instituto, a saber: “Abre el libro y estudia”. Nada es más
equivocado. Es cierto que abrir el libro y empezar a estu-
diar es fundamental, es más que obvio, sobre todo si for-
mas parte de esta categoría de gente a la que le cuesta par-
ticularmente empezar. Pero ten en cuenta que para estudiar
de forma eficaz no basta abrir el libro y estudiar. Hay que
empezar por los pasos esenciales que sirven para activar tu
SAR (Sistema de Activación Reticular), es decir, estar pre-
dispuesto a entender lo que vas a leer, encontrar informa-
ción nueva y recordar lo que es más importante. En el capí-
tulo dedicado a la lectura rápida, habrás entendido que la
lectura tradicional te frena mucho en la obtención de los
importantes resultados que buscas. Por esto es muy impor-
tante, hoy en día, ser un súper lector. Durante el Curso
Genius, es precisamente lo que hacemos: prepararte para
explotar al máximo la potencialidad de tu cerebro y de la
lectura rápida.

3. Palabras clave. Si bien no estoy muy convencido de que


domines ya esta técnica, estoy seguro de que has entendido
su importancia y las ventajas con respecto a la técnica tra-
dicional de subrayar los textos. ¿Recuerdas los asteriscos de
mil colores que componías en los libros cuando intentabas
estudiar y recordar la materia? O cuántos lápices compra-
dos para subrayar las cosas más importantes que, al final,
eran todas. Y la frustración que te invadía cuando te dabas
cuenta de que al final no sabías a qué color correspondía
tal cosa. Bien, utilizando las palabras clave, te quitarás de
en medio toda esta problemática. En efecto, durante el
Curso Genius, prestamos mucha atención a la búsqueda y
control de las palabras clave porque es la fase que nos
permite mantener el nivel de atención y comprensión en su
mejor cota. La comprensión, si, aquella que parece tan im-
portante, aquella de la cual en el Instituto nos dicen que es
fundamental aunque más tarde nos hagan estudiar todo de
memoria, hasta cuando llegamos a la segundo de bachille-
rato y nos dicen “buenos días chicos, este año toca Selecti-
vidad, así que tenemos que aprender a desarrollar”.
“Cómo, después de tantos años en los que me habéis dicho
que tengo que escribir tal cual lo que se dice en clase, ¿aho-
ra venís con que hay que desarrollar?” Por esto los estu-
diantes tenemos tantos problemas, ¡porque ni los profeso-
res saben cómo comportarse!
Muchos estudios demuestran que las técnicas que enseña-
mos en el Curso son las más eficaces, y las palabras clave lo
son. Pero echemos un vistazo a las revisiones. Recuerda
que se hacen cuando has llegado al final del capítulo o
cuando te sientes saturado. Insisto, esto es muy importante,
porque si te sientes saturado pero sigues leyendo, corres el
riesgo de perder el hilo del tema y luego tener que volver a
empezar a cero.

4. Mapas mentales. Ahora que tienes las palabras clave, ha


llegado el momento de insertarlas en los mapas mentales.
¿Por qué son tan importantes los mapas mentales? Yo ten-
go recuerdos horribles de mis primeros apuntes. Hoja tras
hoja llenas de garabatos, colores, flechas, asteriscos…
Cuando llegaba el momento de preparar el examen y abría
mis apuntes, soñaba con que las informaciones fluyeran
automáticamente en mi cabeza por efecto osmótico. Como
habrás adivinado no pasaba nunca. Entonces me ponía a
leer, repetir y hacer más esquemas, en fin, empezaba con
los galimatías habituales que cambian poco según la asigna-
tura, el tiempo y el objetivo. Entonces, ¿por qué iba a ser
distinto con los mapas mentales? Porque cuando insertas
palabras clave en un mapa, estás obligado a razonar sobre
su organización y poner en práctica un tipo de estudio muy
activo que te llevará automáticamente a una mejor calidad
del recuerdo (junto a las técnicas de lectura) y de tu exposi-
ción. Es algo realmente importante para quien estudia y
quien trabaja.

5. Memorización de los mapas. En cuanto a memorizar los


mapas, en el Instituto nos han enseñado que la mejor téc-
nica era una autentica batería de tambores: ¡a repetir!. Es
un pasatiempo sin comparación eso de repetir. Sí, porque
incluso si estoy estudiando algo que me apasiona, una vez
que lo he entendido y organizado todo, de todas formas lo
tengo que repetir. Ahora sabes que en el Curso Genius la
fase de repetición se elimina y se sustituye por técnicas que
te permiten memorizar instantáneamente. Es el fin de la
repetición.

6. Memoria a largo plazo. Llegados a este punto, has enten-


dido, organizado y memorizado los contenidos. Ahora tan
solo tienes que preocuparte de recordarlos a largo plazo.
No sé si fue tu caso, pero a mí lo único que me contaron
con respecto a la memoria a largo plazo, ¡es que no existe
esta opción! Es como si fuera una gran y maravillosa uto-
pía que se desvanece cuando entregas los deberes. Es el
problema de siempre: cuando te das cuenta de que estudiar
no sirve solamente para presentarse a los exámenes actua-
les sino también para los que vendrán, y que en el trabajo
tendrás que recordar lo que has estudiado en la Universi-
dad, entonces te das cuenta de que los viejos métodos no
te permiten aguantar los ritmos de hoy. Perder un montón
de tiempo para volver a estudiar las mismas cosas, en mu-
chos casos, no es una buena opción. Pero si no repasas
constantemente, la memoria disminuye hasta caer un 90%
en dos días, has entendido bien, en DOS días. Entiendes
entonces que las emociones negativas vividas hasta la fecha
con referencia al estudio tenían un motivo. No dependía de
tu cerebro pero sí del método de estudio. Durante el Curso
Genius, aprenderás a recordar a largo plazo sin tener nece-
sidad de repetir.

7. ¡Grandes resultados!

Ahora estás listo y capacitado para conseguir todo lo que te pro-


pongas. ¿Pero es suficiente el aspecto técnico? Como se cuenta en
el capítulo que habla de la aproximación al estudio, tu actitud fren-
te a los exámenes es fundamental.
Porque si aplicas esta técnica fantástica pero te entra pánico cada
vez que estás delante del profesor, no puedes esperar, desde luego,
que las cosas fluyan por sí mismas. Es más, te desvelo un secreto:
irán cada vez peor. Porque cada vez que te enfrentes a un examen,
no solo pasarás estrés por el examen sino que te sentirás mal al
pensar en lo mal que lo pasaste en el anterior, y el anterior y así
hasta el origen.
¿Cómo puedes mejorar tus resultados si antes no mejoras tu acti-
tud? Sigue al pie de la letra los consejos que encontrarás tanto para
el aspecto técnico como para el emocional y te prometo que esta-
rás listo para volar hacia cumbres insospechadas.
Bien, ahora conoces a la perfección los motivos por los cuales no
has logrado grandes resultados hasta la fecha, y has aprendido las
formas para mejorar.

Para concluir, quiero darte un consejo: sigue las indicaciones que


has leído en este libro al pie de la letra y verás que la sensación de
alegría que experimentarás antes, durante y después de una prueba
importante llenará tu vida de emociones extraordinarias.
Capítulo 12. Acercamiento Al Estudio
Michele D’Antino, Instructor del Curso Genius en
Barcelona y Coach

¿Punto de fuerza o de debilidad?

Durante mis años de formador, a menudo me he encontrado con


jóvenes estudiantes muy convencidos del tipo de trabajo que ten-
drían en el futuro a pesar de que les costaba mucho proceder con
la carrera universitaria que habían escogido para llegar a ello.
Siempre me he preguntado el motivo. Si sabían dónde querían lle-
gar y habían escogido bien la vía para llegar a su objetivo, ¿por qué
este desarrollaban ese bloqueo durante el largo camino? ¿Por qué
se perdían por el camino alargando los tiempos necesarios para
graduarse dos, tres o cuatro años más? Por no hablar de los que
abandonan la carrera mucho antes de llegar al final. ¿Qué es lo que
interfería en sus planes?

Tras años entre estudiantes, mi respuesta ahora es rotunda y me


gustaría que lo fuera también para ti. Lo que les bloquea es exac-
tamente lo que les tendría que empujar hacia adelante: el estudio.
Parece de locos. Precisamente el estudio, que es el medio para lo-
grar el objetivo, se transforma para muchos en el obstáculo que les
impide alcanzarlo. Quien, a diferencia de ti, no ha leído este libro,
le parecerá un problema sin solución. Para ti, ya no será así, ahora
sabes perfectamente que existe un SISTEMA preciso, con fases
concretas y bien definidas que componen la actividad de estudiar.
También has entendido que hay herramientas y modalidades para
que estas fases funcionen, y otras que, en cambio, son completa-
mente ineficaces y conducen a todos estos síntomas problemáti-
cos que suelen atormentar a los estudiantes: aburrimiento, distrac-
ción, pocas o ninguna ganas de estudiar y malos resultados.
Queda un elemento que tienes que conocer para completar per-
fectamente tu arsenal de herramientas y armas necesarias para ser
un perfecto estudiante saca-resultados.

Hagamos un juego, así te darás cuenta por ti mismo de la impor-


tancia de este Factor X. Siéntate tranquilamente, cierra los ojos
durante unos instantes y quédate pendiente de las sensaciones y
emociones que te invaden ante la idea de tener que estudiar un día
entero. Empieza a percibir las imágenes que saturan tu cabeza si
tienes que meterte en un libro.
Si tuvieras que resumir lo que sientes, me apuesto a que sería una
cosa así:
A) ¡Qué maravilla! Hoy puedo dedicarme a mi asignatura pre-
ferida. Puedo aumentar mis conocimientos y acercarme
cada vez más a la persona que quiero ser.
B) “¡Qué aburrimiento y qué sufrimiento! Otro día en el que
me toca estudiar y quedarme clavado en la silla sin poder
hacer lo que me da la gana. Me siento estresado solo ante
la idea de estar delante del examen, ya veo que será un
desastre”.
Sé que me he pasado un poco, pero es para que quede claro el
tema entre nosotros. ¿Cuál de estas dos hipótesis se acerca más a
tu mundo interior cada vez que te acercas a un libro?

Leyendo las dos fórmulas, te habrás dado cuenta de que, indepen-


dientemente de qué solución se acerque más a tus sensaciones,
producen en ti respuestas emotivas completamente distintas.
Por una parte tendrías que haber experimentado alegría y excita-
ción ante una nueva aventura y gratitud de poder crecer y dar otro
paso hacia tu objetivo; por la otra, habrás sentido cansancio, an-
siedad y miedo ante un destino marcado por una libertad perdida
y un resultado negativo tan claro como desastroso.
Ahora te pregunto: en tu opinión, ¿cuál es la forma más producti-
va de acercarse a un libro, con la actitud descrita en la opción A o
con la que corresponde a la opción B? ¿Con energía o con abati-
miento?
Soy consciente de que puede parecer una pregunta teórica, y sin
embargo la mayoría de la gente no se para nunca a valorar la efica-
cia de sus reflexiones. Las da por descontado y no tiene en cuenta
que a veces las ideas más sencillas son las más eficaces.

¿Estudiar para vivir o vivir para estudiar?

Cómo gestionar las reflexiones es una cuestión muy importante


que estudiaremos más adelante, por ahora quédate con la idea de
que todo parte de la motivación con la que decides hacer las cosas.
Antes de ahondar en ese asunto, me gustaría que te pararas un
momento a reflexionar sobre el verdadero sentido del estudio. Po-
drías sorprenderte al descubrir que antiguamente el término “es-
tudiar" no eludía una connotación negativa. La palabra estudiar
deriva del latín y el concepto de studium tenía un significado positi-
vo como diligencia, atención y pasión y se contraponía a officium,
que significaba trabajo, obligación y deber. Mucha gente ha pasado
de un concepto de pasión a uno de deber, invirtiendo completa-
mente el significado de estos dos términos. Independientemente
de la forma en la que se ha creado nuestra respuesta emotiva al
estudio, si es improductiva, es innegable que influye drásticamente
en los resultados que vamos a obtener, sea desde el punto de vista
práctico (puntos, exámenes presentados, tiempos de preparación
etc.) como emocionales (ansiedad, miedo, cansancio, inseguridad
etc.) y por esto es necesario modificarlo. Si no cambiamos las
conductas que nos perjudican, éstas seguirán interfiriendo en
nuestra vida y saboteando nuestros planes.
Piénsalo: cuando organizas tu día, siempre hay un momento en el
que tienes que decidir empezar y la pregunta es “¿cuándo empiezo
a estudiar?”. La respuesta puede ser tan variada como tus ideas y
tus convicciones sobre el hecho de que estudiar sea un placer o un
sufrimiento: “¡Enseguida, en cuanto me levante!” o “Vale, tal vez
más tarde, o mejor esta tarde o mañana”. ¿Te has dado cuenta de
que a veces la palabra mañana se transforma en NUNCA?.
Presta atención. Todos sabemos que posponer el momento de
sentarse en el escritorio es una de las costumbres más difundidas y
más dañinas para los estudiantes, porque lleva infaliblemente al
fracaso. A pesar de ello, es la actitud más frecuente de quien se
tiene que sentar delante de un libro: tanto para los estudiantes
como para los profesionales experimentados que lo pasan mal
ante la sola idea de tener que ponerse al día en su trabajo.
A este punto, entenderás que la pregunta sustancial que te tienes
que plantear es la siguiente: “¿Por qué me siento mal ante la mera
idea de tener que empezar a estudiar? La psicología ha demostra-
do más de una vez y de forma muy contundente que el ser hu-
mano ama dedicarse a las actividades que le provocan placer mien-
tras intenta huir de aquellas que le hacen experimentar aburri-
miento o estrés. Nada de anormal en ello. Todos preferimos sen-
tirnos felices en vez de tristes, pero si sigues lo que hemos dicho
hasta ahora, existen serias probabilidades de que tu asociación es-
tudio igual a dolor, fastidio o sufrimiento se deba tan solo a un
conjunto de datos equivocados, además de a un sistema de estudio
ineficaz.

Si te dijera que existe una manera de invertir la situación y vivir


momentos agradables y satisfactorios en tu estudio, ¿qué dirías?
¿Te gustaría saber cómo proceder?

La fórmula para transformarte en el perfecto Estudiante de


Éxito.

Hemos llegado al punto final de inversión. Hablamos del factor


“X” que, en apariencia, no tiene nada que ver con el estudio pero
que es la causa de la verdadera diferencia en tus resultados. Hablo
de la actitud con la que te acercas a los libros.
A propósito, existe una fórmula que tienes que conocer y dominar
ABSOLUTAMENTE:

P + EN + AZ = RESULTADOS

Veamos ahora individualmente los elementos de esta ecuación:


P está por lo Primero que tenemos que hacer cuando emprende-
mos una acción, o mejor dicho, cuando decidimos hacer algo. Si
piensas en ello, antes de emprender algo, tenemos que pensar en
hacerlo, decidir el cómo y solo después ponernos a ello. Lo más
importante con lo que hay que quedarse es que nuestras ideas
pueden ser tanto positivas como negativas, así que hay que esco-
gerlas con cuidado. Las ideas positivas, de hecho, activan las ganas
de empezar nuevas iniciativas y ponerse a la prueba, mientras las
negativas echan abajo las ganas de moverse y corroen el valor de
hacerlo.
Como ya hemos visto antes, las ideas positivas desencadenan
emociones positivas y las ideas negativas traen emociones negati-
vas. Se ha comprobado que el ser humano se mueve por placer, no
por dolor, así que conviene aprender a producir ideas positivas y
descartar las negativas. No te preocupes, sigue leyendo que te ex-
plicaré concretamente cómo hacerlo. Pero antes procedo a definir
los términos de nuestra ecuación: además de crear emociones más
o menos agradables, las ideas tienen el poder de crear o destruir la
energía que nos hace falta para actuar.
Las varias fórmulas de ideas que tienes crean el nivel de EN, por
Energía, o también, si lo prefieres, por sensaciones y emociones.
Para imponerse a un gran reto o a un examen difícil en la univer-
sidad, ¿no te parece que el nivel de energía que requiere la hazaña
incide de alguna forma? ¡Por supuesto que sí! Si viéramos a la
Energía como si fuera la gasolina que necesitas para adelantar en
la vida, estoy seguro de que pedirías mucha, muchísima, más y
más. Sería un estupendo inicio, pero no basta con tener ideas posi-
tivas y la energía suficiente para traer buenas notas a casa o un
nuevo cliente a la empresa. Para ello, hace falta un método eficaz.
¿Y cómo transformamos el potencial de una teoría en un resulta-
do concreto?
Con las siguientes acciones, las que en nuestra ecuación se definen
por el factor AZ: el método de estudio del cual hemos hablado a
lo largo del libro.
Ahora que conocemos todos los factores de la ecuación, espero
que hayas entendido que la energía que vas a tener y las acciones
que pondrás en marcha dependen exclusivamente de tus ideas
previas.
Estas ideas son las que van a definir tu realidad, tal y cómo queda
patente en el efecto Pigmalión, que también se conoce por Ro-
senthal. Deriva de los estudios clásicos sobre la “profecía auto-
cumplida”. Se puede resumir de forma muy sintética: cuando un
educador se cree que un niño es menos válido que otro, lo trata
inconscientemente de forma distinta; el joven interiorizará este
juicio y se comportará en consecuencia, instaurando así un círculo
vicioso, transformándose con el tiempo en la persona que el pro-
fesor había imaginado que era. Si en cambio el profesor lo había
señalado como muy dotado, se preocuparía de potenciar sus re-
cursos, favoreciendo su crecimiento con acciones y emociones dis-
tintas, y por ende con resultados muy superiores.

La idea inicial cambia toda la historia. Cada reflexión influye en el


modo en el que te mueves y los resultados que obtendrás, y por
este motivo es preciso hablar de la aproximación al estudio antes
de enseñarte nuevas técnicas.

Cuáles son las reflexiones que tendrías que hacer, y cuáles no con-
vienen para nada, y por qué.

Las reflexiones inútiles.


Ahora que sabes que hay ideas/reflexiones útiles y otras inútiles,
quiero dedicar un momento a la demolición de algunas de las inú-
tiles, por lo menos las más habituales. Confío en que una vez que
hayas entendido su mecanismo, serás capaz de desmontar por tu
cuenta todas las reflexiones disfuncionales que te pasen por la ca-
beza. De todas formas, sabes donde estamos, siempre nos tendrás
a tu lado para ayudarte a hacer algo de limpieza.
Aquí van los primeros tres mecanismos negativos de la lista.

1. “No soy capaz”


Esta primera familia de ideas inútiles puede declinarse de varias
maneras: “No estoy a la altura, no tengo habilidades, tardo más que otros,
si no leo lentamente no me entero, si no repito las cosas mil veces no las recuer-
do, tengo una muy mala memoria, no consigo concentrarme, me distraigo ense-
guida etc.”. En esta lista entra cualquier idea negativa que una per-
sona pueda tener de sí mismo, que revele incapacidad o falta de
talento. ¿Alguna vez lo has hecho sobre ti mismo? A mí me pasó,
es más, antes de hacer el Curso, me pasaba a menudo. Me parecía
que era más lento y estaba menos motivado que los otros. Luego
hice el curso y mi percepción personal cambió del todo. Llevo más
de diez años haciendo este trabajo y he conocido miles de perso-
nas que han llegado al Curso con ideas parecidas. Personalmente
he de reconocer que he vivido momentos muy difíciles, no me
sentía apto para los objetivos que me había propuesto pero, a pe-
sar de esto, me ha bastado un Curso para invertir mi visión de las
cosas y sobre todo mis resultados. A menudo el problema real no
concierne la persona y sus habilidades sino simplemente a su mé-
todo de estudio (o falta de método).
En este caso, es probable que el aspecto técnico sea el preponde-
rante. Con la experiencia que he acumulado a lo largo de los años,
he podido comprobar que en la mayoría de las veces no eres tú el
incompetente, no eres lento en leer o aprender, no eres propenso
a la distracción. Fundamentalmente, usas un método de estudio
ineficaz e improductivo.
Pero esto tú ya lo sabes, ya que conoces ahora las fases del méto-
do de estudio Genius, y cómo tachar todas las pegas del método
que te enseñaron en el colegio.
Por esto te invito a pensar, a partir de ahora, en que la mayor parte
de los problemas que afrontas a diario no son producto de tu ce-
rebro sino de tu método de estudio.

Quiero que empieces a entender e interiorizar una verdad muy


importante : ¡El pasado no es el espejo del futuro!

Si hasta ahora no te has sentido a la altura de las elecciones aca-


démicas o profesionales que has hecho, no significa que tengas
que seguir así en el futuro. Es más, nunca más tiene que volver a
pasar.
No te puedes hacer a la idea de cuántas personas he conocido que,
tras finalizar el Curso, haber cambiado de método de estudio y
empezado a usar nuestras técnicas, han dado un vuelco a su vida
obteniendo resultados que ni soñaban.

2 . “Soy vago y no tengo ganas de estudiar”


Pongamos en seguida los puntos sobre las ‘íes’. No es verdad que
eres vago, pero sí es verdad que no tienes ganas de estudiar. ¿Cap-
tas la diferencia?
Cuando los padres traen a sus hijos al Curso diciéndome que du-
dan mucho de que pueda serle útil porque es de verdad muy vago,
les digo siempre que nunca he conocido un niño vago. ¿Qué quie-
ro decir con ello?
Que el mismo chaval que no quiere estudiar es el que se pasa seis
horas seguidas jugando a la PlayStation para superar un determi-
nado nivel, es el mismo chaval que el sábado por la tarde se va a
jugar a fútbol con sus amigos cuatro horas consecutivas, hasta
agotarse, y es el mismo que cuando hay excursión escolar se levan-
ta al alba sin problemas.
No es vago, sencillamente no le gusta estudiar, que es una cosa
muy distinta. De hecho, cuando las cosas le gustan, tiene muchas
ganas de moverse y derrocha un montón de energía. No existe la
persona vaga, existe la que no ama las cosas que no controla.
¿Te gustaría hacer cada día algo que no controlas o que haces con
mucha dificultad? Ninguno de nosotros tiene ganas de meterse en
actividades difíciles y que le aportan pocas satisfacciones. Imagína-
te que eres un apasionado de tenis, te tumbas en el sofá con un
paquete de palomitas y ves todos los partidos que retransmiten en
la tele sin perderte ninguno. No has jugado en tu vida pero te en-
canta ver los partidos.
En un cierto punto, decides aprender a jugar a tenis. Te compras
la raqueta, las bolas y las zapatillas, y te preparas para la primera
clase. Escoges un horario de mañana y le dedicas una hora diaria a
dar clase con el profesor, durante dos meses. Si hasta ayer te le-
vantabas a las ocho de la mañana, este nuevo compromiso te obli-
ga a levantarte a las 6.30 horas.
Imagínate que das lo mejor de ti mismo pero no mejoras. El pro-
fesor te echa la pelota pero tú no consigues nunca pillarla y devol-
vérsela. Ni una sola vez, ni por equivocación.
Sigues así durante dos meses, despertándote a las 6.30 horas y
dando lo mejor de ti mismo para aprender algo que en teoría te
gustaría saber hacer, pero que no hay manera de que salga bien.
En tu opinión, después de sesenta días de esfuerzo que solo te lle-
nan de amargura, el día sesenta y uno, cuando suena el desperta-
dor, ¿qué ganas tienes de madrugar?, ¿serías más vago que de cos-
tumbre?, ¿te quedarías en la cama convenciéndote a ti mismo de
que irás mañana o te levantarías con entusiasmo para otra hora de
frustración? El problema no es que seas vago, el problema es que
no le das a la bola. Nadie quiere hacer algo que no sabe hacer.
En el colegio no nos han enseñado una manera de estudiar míni-
mamente eficaz. Muchos chavales no consiguen resultados porque
leen, se distraen, y tardan una vida en concentrarse. Se sienten in-
capaces y en algún momento dado ya no tienen ganas de ponerse
en juego. Si conocieran un método mejor que les compensara d
el esfuerzo ingente que han hecho, estoy convencido de que ten-
drían ganas.
¿Te habrá pasado por la cabeza en alguna ocasión renunciar a una
asignatura, a los estudios o a aprender algo nuevo por culpa de la
pereza? Tus padres y los profesores ¿han dicho en alguna ocasión
eso de “es inteligente pero no se aplica”?
Ahora sabes que no es un problema de ganas si no de método, y
que nunca es demasiado tarde para aprender algo nuevo.

3. “No es el momento”
Este tipo de reflexiones también se puede declinar de varias mane-
ras: “Ahora no tengo tiempo, soy demasiado joven, no es para mí, etc.”. Pero
si queremos ser más sintéticos, usaremos esta palabra: excusas.
Algunas personas buscan motivos para justificar sus pocas ganas
de llevar a cabo un cambio de método de estudio.
Puede que sea el temor al cambio, al fracaso, a veces incluso al éxi-
to. Casi siempre, una de las excusas más corrientes se refiere a la
falta de tiempo.
Imagínate que eres una persona muy ocupada (a lo mejor no tie-
nes que imaginártelo), y que te cuesta encontrar tiempo para una
nueva actividad. Piensa en cuánto tiempo dedicas a diario a la lec-
tura, a los exámenes, emails, puestas al día profesionales, novelas,
manuales etc.
Aunque tardes un mes entero en aprender un nuevo método de
lectura y estudio, ¿cuánto tiempo crees que podrías ahorrar tan
solo leyendo lo que te toca de estudio, placer o trabajo en la mitad
del tiempo habitual?, ¿qué harías con todo este tiempo recupera-
do?
Entre mis preferidas, están las excusas relativas a la edad. En una
bellísima película del año 2008, “El curioso caso de Benjamín Button”,
Brad Pitt (que es el protagonista), por una extraña pirueta de la
naturaleza, nace viejo y recorre su vida al contrario, rejuvenecien-
do con el paso de los años. Hacia el final de la película dice “Por lo
que vale, nunca es demasiado tarde para ser quien queremos ser, o, en mi caso,
demasiado temprano. No hay límites de tiempo, empiezas cuando quieres.
Puedes cambiar o quedarte tal cual, no existe ninguna regla sobre este tema.
Podemos vivir cada cosa de la mejor o de la peor forma posible.” Estoy muy
de acuerdo con él. Si eres joven y tienes toda la vida por delante,
¿por qué quieres perder tiempo? Si en cambio tienes ya muchos
años a tus espaldas, piensa en cuánto tiempo has perdido ya,
¿quieres perder más? Precisamente porque has entendido el valor
del tiempo, tener más a tu disposición tendría que ser importante
para ti.

Pero lleguemos a la excusa más utilizada: “No es el momento”. Si


de verdad es así, déjame que te haga una pregunta: “Entonces,
¿por qué lees este libro?, ¿por qué estás asistiendo a una conferen-
cia sobre este tema?, ¿por qué te acercas?”. Eres tú quien tiene que
decidir sobre lo que te conviene, por lo tanto si has entendido que
estas estrategias pueden marcar la diferencia en la calidad y canti-
dad de tus resultados académicos y profesionales, entonces no hay
motivo alguno para aplazar una decisión que te conducirá al éxito.

Durante mi carrera, he visto a miles de estudiantes del Curso Ge-


nius presentarse el primer día diciendo cosas como que estudian
más lento que otros, que si leen demasiado rápido no se enteran,
que son menos capaces que otros, no aptos para el estudio, menos
inteligentes, etc. Yo mismo dudaba de mí y me parecía que me ha-
bría costado mucho seguir el ritmo de una facultad tan exigente
como la de Derecho. La verdad es que lo más importante que
aprendí durante mi asistencia al curso, junto al Método de Estudio
Eficaz, es que ni yo ni mi cerebro estábamos equivocados y que
tampoco tenía ninguna carencia de motivación, tan solo me falta-
ba un método. No había nacido con la pereza escrita en mi ADN,
usaba un método que me repudiaba y que me había regalado pé-
simas asociaciones emocionales con el estudio, además de una
aproximación práctica del todo improductiva. Cuando cambié mi
método de estudio y empecé a tener buenos resultados, me apa-
sionó la idea de estudiar. Aprendí un nuevo idioma y acumulé un
resultado positivo tras otro, hasta graduarme y seguir mis sueños
allí donde me llevaban. La realidad es que en el momento en que
cambias de estrategia y te das cuenta de que puedes lograr resulta-
dos extraordinarios, todo cambia.
¿Cuántas cosas piensas que no puedes hacer en tu vida?, ¿cuántas
de ellas te gustaría poder hacer? Todas están a tu alcance, es tan
solo una cuestión de estrategia. Y así es cómo nuestros alumnos
empiezan a triunfar en sus estudios y en la vida, otorgándose so-
bre todo el derecho a soñar y luego dejándose guiar hacia lo que
desean.
Porque siempre hay un camino que te lleva allí donde quieres lle-
gar.

Ten confianza.

La confianza en uno mismo es fundamental en todos los ámbito


de la vida, pero cuando se habla de aprendizaje, es imprescindible,
porque en este ámbito, más que en ninguno, solo conseguirás lo
que pienses que vas a conseguir, nada más. La confianza en ti
mismo tiene un papel determinante en cada actividad competitiva
o cuando toca demostrar la competencia y la capacidad personal.
Me preguntan a menudo cómo incrementar la confianza en uno
mismo pero mi respuesta, siempre la misma, decepciona a todos.
Sería bonito que hubiera una fórmula mágica o una serie de accio-
nes más o menos fáciles para activarla, pero la única verdad es que
la confianza en uno mismo no es más que una decisión personal,
tan sencilla como obligatoria, que cada uno de nosotros debería
hacer por sí mismo.
Sé que te gustaría más correr un triatlón que lanzarte al vacío de
una decisión que a lo mejor en este momento no entiendes. Pero
optar por creer en tus capacidades es el único camino que puedes
recorrer si quieres conseguir confianza en ti. Es una de esas situa-
ciones en las que primero tienes que creer y luego recoger los fru-
tos, una de las filosofías que resultan ser más victoriosa en la vida.
Sé generoso contigo mismo, como lo eres con los demás, y verás
que la mitad del trabajo estará hecho. Además, no hay que mirar
muy lejos para encontrar habilidades extraordinarias. ¿Te acuerdas
de cómo era cuando eras un niño? A lo mejor no te has detenido a
pensar en ello, pero cuando eras niño, tuviste que enfrentarte a
desafíos mucho más fuertes que lo que puede ser un examen uni-
versitario. Tuviste que aprender a leer, escribir, hablar, comer, ca-
minar y además a dormir… pregúntales a tus padres cuántas lu-
chas para que te durmieras y noches en vela hasta que dormir fue-
ra para ti una actividad normal y simple.
Ellos también tuvieron que aprender algo nuevo, del tipo cómo
sobrevivir durmiendo tan solo tres horas por noche durante varios
meses.
En aquellos momentos no te planteabas si ibas a ser capaz de ha-
cer todas estas cosas, pues en tu cabeza tampoco había muchas
alternativas, como máximo era una cuestión de tiempo pero nun-
ca, nunca dudaste de que lo ibas a conseguir, y de hecho lo conse-
guiste. Tus acciones fueron sencillamente el reflejo de tu estado
mental, que estaba muy seguro de sí en cuanto al resultado que
ibas a lograr.
Luego, con el paso del tiempo, algunas cosas cambiaron, algunas
experiencias minaron en parte tu autoconfianza; el colegio, los
amigos y la familia, a lo mejor para estimularte, te han herido y
hecho dudar de ti mismo. El hecho de que algunas personas, a las
que consideras importantes para ti, te dijeran que podías o debías
mejorar, que traer buenas notas a casa era tu único deber y que
por buenas que fueran éstas, seguro que alguien había sido mejor
que tú, es una herida que llevas dentro de tu corazón de niño de-
silusionado y no con la racionalidad de un adulto que ha entendi-
do el esfuerzo positivo de estas frases.
A veces, superar las emociones no es tan fácil, pero cuando te en-
cuentras en dificultades o estás a punto de afrontar un nuevo
desafío, siempre puedes decidir en qué dirección apuntar la mira-
da: mirarás al niño decepcionado que no ha satisfecho las expecta-
tivas de sus padres o al niño valiente que ha hecho de todo hasta
conseguir lo que quería. ¿Cuál de los dos tendrá más posibilidades
de éxito?. Tú eres ambos niños, solo tienes que decidir con quién
empezar. La próxima vez que debas afrontar un objetivo, sé ambi-
cioso y plantéate: “¿Por qué no?”
No hay ningún motivo por el que no deberías lograrlo, los límites
solo están en tu cabeza, así que tíralos por la borda, no tienen nin-
gún poder si tú no se los concedes. Ahora ves el motivo por el que
todo se reduce a una elección.
Escoge lo mejor de ti y todo empezará a ir como tú quieres, por-
que no te limitarás a pensar sino a poner en marcha iniciativas po-
sitivas. No hay alternativas.
¿Te has fijado alguna vez en que las cosas suelen ocurrir tal y
cómo te las imaginas? ¿O es que tienes un poder profético? ¿O es
que cuando le dices a tu cerebro que algo pasará, éste crea las
condiciones mejores para que todo pase tal y como tu lo has pro-
gramado? Lo creas o no, biológicamente hablando, el cerebro fun-
ciona así, y por eso tienes que seleccionar tus ideas con cuidado,
porque son ellas las que crean tu realidad. Si decides darte con-
fianza, tu confianza será recompensada.

Cada resultado que obtengas representará una inyección de auto-


estima, confianza y felicidad, y es un bien, porque puedes hacer
con ello lo que quieras. Te bastará con aplicar seriamente los con-
sejos recibidos en este libro.

Asume tu responsabilidad.

Otro factor necesario para convertirte en una persona de éxito en


el estudio, en tu puesta al día profesional o en la vida en general,
es asumir tus responsabilidades. Cada vez que buscas una excusa
externa para justificar que no has logrado éxito en un determinado
asunto, no estás asumiendo tus responsabilidades al 100%.
Es verdad que no podemos cambiar las cosas que se escapan de
nuestro control y no podemos obligar a nadie a cambiar su forma
o manera de pensar y ser, pero podemos decidir un cambio en
nuestra forma de reaccionar frente a las situaciones que se nos
presentan.
Asumir la responsabilidad de todos tus resultados te obliga a dejar
de lamentarte o buscar excusas y, al mismo tiempo, te ofrece la
posibilidad de cambiar.
Si quieres obtener resultados distintos de aquellos que has logrado
hasta ahora, TIENES que estar dispuesto a hacer acciones distin-
tas de las actuales, bien sea cambiar de actitud, de método de es-
tudio o ambas cosas.
Conclusiones
Giacomo Navone, creador del Curso Genius

En primer lugar, ¡felicidades! Has llegado al final de otro libro. Su-


pongo que si eres estudiante, verás cada día una ingente cantidad
de libros, por lo que te honra el deseo de mejorarte incluso si te
cuesta leer otro más.
Muchos jóvenes que asisten a la presentación del curso, se inscri-
ben directamente con tal de no tener que leer ni una línea más.
En cualquier caso, al llegar hasta aquí, eres de verdad una persona
superior a la media.
A lo mejor te preguntas lo que tienes que hacer ahora, cuál es el
próximo paso, por dónde empezar para conseguir los extraordina-
rios resultados que hemos comentado a lo largo de estas páginas.
La pregunta es legítima y esconde la respuesta en sí misma. Tienes
que moverte.
Las palabras no bastan para marcar la diferencia, la teoría no crea
los resultados y las buenas intenciones no levantan la nota media.
Por esto es el momento de hacer lo que nunca has hecho, pregun-
tarte lo que nunca te has planteado hasta la fecha, levantar el nivel
de tus estándares por encima de límites que no has soñado nunca.
¿Sabes lo que pasará? Te darás cuenta de que aquellos límites exis-
tían tan solo en tu cabeza.
Te darás cuenta de que lo que quieres para ti y para tu vida está a
tu alcance. Te darás cuenta de que tu futuro está en tus manos.

Espero que el libro te haya gustado y te haya abierto los ojos sobre
las posibilidades que están a tu disposición, pero espero también y
tal vez más, que apliques de verdad las enseñanzas de cada expe-
riencia individual que mis compañeros y yo hemos querido com-
partir contigo.
Si lo haces, verás cómo despegan literalmente tus resultados en el
estudio y en la vida.
Puede ocurrir que te entre alguna duda sobre cómo aplicar una
técnica, es normal y es buena señal. Significa que estás haciendo
un gran esfuerzo.
A veces leer un libro no basta, puedes tener la necesidad de cote-
jarlo con un experto. Si no basta con repasar el capítulo por el que
te encuentras en dificultad, no te des por vencido, sigue buscando,
apúntate a unas de nuestras demostraciones gratuitas (reserva en
el enlace www.cursogenius.es/curso) y habla con uno de nuestros
tutores. Busca y consulta online el material didáctico que ponemos
a disposición de nuestros clientes, síguenos en Facebook e Insta-
gram y mira lo que publicamos a diario. Encontrarás muchas suge-
rencias técnicas que te van a motivar para seguir, además de miles
de contactos con personas que, cómo tú, han decidido superarse.
La gran ventaja de estar en contacto a través de la Web es que
puedes recibir consejos de quien es más experto que tu y que pue-
des ayudar quien lo es menos que tú. Es una rueda que gira y nos
sentiríamos muy honrados si quisieras girar con nosotros.

Ahora conoces tanto las debilidades de tu forma de estudiar como


los puntos fuertes de un método alternativo y más eficaz. Solo tie-
nes que biselar tus bordes para que encajen en otras paredes, más
solidas y con las cuales construir nuevos resultados exitosos.
Acumular un éxito tras otro no solo te dará grandes satisfacciones
sino que retará tu consumado sistema de creencias, aquel que has-
ta ahora te bloqueaba en tu intento de ir más allá de tus conductas
y aquel que a partir de hoy te permitirá creer en ti mismo y en tus
posibilidades infinitas.
A lo mejor hay capítulos del libro con los que no te has sentido
muy cómodo, que te han hecho dudar de ti y te han despertado
ideas como que es demasiado difícil o no lo vas a lograr, pero lue-
go, cuando hayas intentado aplicarlo, te habrás dado cuenta de que
puedes conseguir grandes resultados.
Muchos de nuestros alumnos acuden al curso con actitud escépti-
ca, a menudo a causa del hecho de que si bien no conocían la
asignatura, han quedado fascinados por los resultados conseguidos
por algún amigo y se han dejado arrastrar, pero cuando se sientan
en el aula se encuentran con el miedo de no lograr el mismo resul-
tado.
Apenas dos horas más tarde, la mirada tensa del primer impacto
ya se ha desvanecido para dejar paso a la diversión y a la confian-
za. Lo más bonito del curso es la experimentación.
Cada técnica que se explica se aplica inmediatamente, de tal forma
que cada uno de nuestros alumnos pueda apreciar inmediatamente
su propio nivel. Nosotros trabajamos para esto, para ver el cambio
en la mirada, para aclarar dudas y contestar con certezas.

Ahora sabes que el método de enseñanza tradicional no es eficaz,


como también sabes que las técnicas de estudio que hemos co-
mentado sí que lo son.
Si te preguntas por qué no se enseñan en los Institutos, es que tie-
nes buenas intenciones, cualquier persona que descubre el Curso
Genius se lo pregunta.
Todos se preguntan por qué no les han hablado de lectura rápida,
explicado cómo concentrarse, hacer presentaciones o cómo re-
cordar a largo plazo. Siento mucho no tener ninguna respuesta
sensata para darte. Solo sé que hoy tienes una oportunidad de de-
cidir si vas a seguir naufragando o vas a navegar serenamente en el
mar de la cultura.

Los motivos por los que estas técnicas tendrían que estar al alcan-
ce de todos y por los que tendrías que aprenderlas a la perfección
son de verdad muchos :
• Una preparación superior a la media
• Más tiempo para lo que es importante para ti
• Ahorro en gastos universitarios
• Mejores ganancias en el ámbito laboral
• Mayor prestigio profesional
• Mejor estatus social
• Mayor seguridad personal
• Mayor autoestima

Es una lista sin fin porque se desarrolla a la medida de los sueños


de cada uno de nuestros alumnos.

Te lo he dicho al principio del libro y te lo repito ahora, el mo-


mento más bonito del curso es cuando la gente obtiene un resul-
tado que pocas horas antes todavía les parecía fuera de su alcance.
Cuando su mirada cambia, también cambia la percepción que tie-
nen de ellos mismos.

Cada vez que cierro un curso, pregunto a mis alumnos: “Si todas
las personas que conocéis hubieran hecho el Curso Genius con
vosotros este fin de semana, ¿cómo sería su vida?, ¿cómo sería
vuestra vida juntos? La respuesta siempre es la misma: “Todo sería
mucho más bonito, sería más fácil estudiar, trabajar y conseguir los
resultados que nos proponemos”.

Hace más de quince años que mi trabajo se desarrolla solamente


por el boca a boca. Nuestra mejor publicidad viene de las perso-
nas que han hecho el curso, que han alcanzado los resultados que
buscaban y han invitado algún conocido a compartir la misma ex-
periencia. Y espero que lo mismo pase con este libro.
Lo que te estoy planteando es obtener resultados importantes,
asistir al Curso en persona, hacer grandes cosas con estas técnicas
y compartir tus resultados con la mayor gente posible.
Si, como yo, tú también crees que estas técnicas se tendrían que
enseñar en los institutos y que todo el mundo tendría que poder
tener acceso a ellas, lo que te pido es simple: comparte los conte-
nidos de este libro y las técnicas que has aprendido con todas las
personas que encuentres, transmite estos mensajes y este libro a
todas las personas que puedas, comprométete a hablar con tus
amigos no solo de las técnicas sino también de tus logros. Y no te
olvides de tu familia, socios, conocidos y quizás alguien al que to-
davía no conoces para nada. ¡Podría resultar divertido! Así se mar-
ca la diferencia, con las acciones.

Nuestro sueño es simple. Un libro a la vez, una persona a la vez.


Todos pueden cambiar, para mejor. Ayúdanos a transformar este
sueño en realidad. Nosotros hacemos lo posible por contribuir al
crecimiento de quien está a nuestro lado, por eso impartimos
constantemente presentaciones gratuitas, patrocinamos equipos
deportivos y otorgamos cada año becas de estudio para muchos
jóvenes.
Queremos poner este conocimiento al alcance de todo el mundo
que lo quiera conocer. Creemos que es una misión importante, y la
llevamos a cabo con compromiso, dedicación y pasión y por eso
te invitamos a unirte a nosotros.
Apéndice
Giacomo Navone, creador del Curso Genius

Es verdad que a veces las cosas no salen cómo las habías progra-
mado. Salen mejor.
Es domingo por la tarde y estoy pensando por primera vez en este
libro mientras espero que en la sala anexa los estudiantes del Cur-
so Genius en Barcelona acaben un ejercicio. Luego entraré a dis-
frutar del final del curso que imparte Marco Bevanati. Lo ha ce-
rrado varias veces ya pero hoy será todavía más especial: esta vez
lo hará en calidad de Instructor y eso no me lo quiero perder.
Son más de doscientas personas las que colaboran con nosotros
en España y más de mil en el mundo. Me levanto, miro por la ven-
tana y veo una ciudad que he aprendido a amar y que llamo
“casa”.

Todo había empezado en un lugar muy distinto, a centenares de


kilómetros de distancia, en Italia.

Junio de 2013
Durante la reunión de cierre de temporada, estábamos haciendo el
balance de los resultados obtenidos. Teníamos entonces veinte
centros abiertos y unas sesenta personas que querían trabajar con
nosotros y abrir nuevas sedes.
En aquel momento, era excitante contemplar esas cifras, darse
cuenta de lo bien que íbamos a pesar de la crisis económica y de
que estábamos creciendo exponencialmente. Habíamos empezado
apenas cuatro años antes con cuatro instructores y ahora nos pre-
guntábamos dónde íbamos a colocar a toda esta gente nueva que
se apuntaba.
Italia no es famosa por la cantidad de países que marcan fronteras
con ella y, por eficaces que sean nuestras sesiones de brainstorming y
creatividad, solo había una solución: expandirnos al extranjero.
Estuvimos hablando largo y tendido hasta que varias horas des-
pués, suelto a mis socios un “si queréis, me voy a España”. Hoy,
pensándolo bien, me doy cuenta de que el tono estaba a mitad de
camino entre afirmación y pregunta. En aquella época no hablaba
español y había visitado Barcelona una sola vez, en una excursión
escolar de la que a decir verdad, tenía pocos recuerdos, y más bien
confusos. Decido irme a dormir y comentarlo con los chavales el
día después por la noche, al finalizar el One, nuestro curso más
importante.

Tras un día intenso, sería más o menos medianoche, reflexiona-


mos con el equipo sobre la situación, de cara al próximo curso. Y
cierro la exposición comentando que en unos días me iría a Bar-
celona para abrir nuevas sedes en España.
“Quien quiera venir conmigo, que se presente. Tenéis dos días
para pensarlo”.
Y me voy. Sin motivarlos, sin hablar de oportunidad, ni de retos,
ni de superación de los miedos personales. Así, de forma muy te-
legráfica, con una perorata más propia de un anuncio en una esta-
ción de tren que de un seminario motivacional.
Dos noches más tarde, mismo lugar, misma hora, me vuelvo a en-
contrar con el equipo. “¿Lo habéis pensado?, ¿quién se viene
conmigo?”
Se levantan doce. Doce locos, probablemente, desde luego las
doce personas sin las cuales todo lo que ocurrió después no hu-
biera sido posible y desde luego no hubiera sido tan bonito.
No sé cómo se convencieron, tal vez alguno tenía pensado ya en
expatriarse, alguno quería seguirme, los demás no lo sé.
Sé, eso sí, que no ha pasado ni un solo día sin que yo agradezca a
estas personas que se han vuelto una segunda familia para mí. Los
habéis a través de las páginas de este libro.
Después de alguna búsqueda y preparativos, solo falta un día para
la salida. Tengo los billetes en el bolsillo, las maletas preparadas y
el corazón en un puño.
Aquella noche quedo con un grupo de amigos de la infancia para
saludarnos, decirles que la suerte está echada, que me voy de ver-
dad. Después de felicitaciones y bromas, uno de ellos va directo al
grano y me hace la pregunta del millón, aquella que todas las per-
sonas de mi entorno, incluida mi familia, querría haberme plan-
teado: “De verdad, ¿estás seguro?”. El amigo tiene argumentos
sólidos y su arenga está preparada. Saca el periódico de mi ciudad,
“La Stampa”, uno de los más importantes de mi país, que justo
aquel día publica un titular sobre España en el que informa que la
tasa de desempleo juvenil estaba en su máximo histórico, el 47%, y
la de desempleo general en un 24%. Se podía resumir en una sola
frase: “te vas al único país que está peor que Italia en este momen-
to”. No había ninguna duda, es cierto, y quedaba claro que tenía
que repasar mi política sobre las señales del Universo.
Pero no iban a ser las estadísticas las que iban a retenerme en casa.
Les pedí que imaginaran otro guión: si yo hubiera sido un alemán
que hubiera creado allí el Curso Genius, con el mismo éxito, y que
en un cierto punto les hubiera dicho que me voy a Italia a abrir
una nueva sede, ¿no me hubieran hablado de la misma manera que
si me fuera a un país que sufre una gran crisis económica?. Pero la
realidad es que habíamos logrado un gran éxito en Italia, así que,
¿cuál podía ser la diferencia entre Italia y España?

Y sin preocuparnos mucho de los números, decidimos marchar-


nos. Sin conocer una sola palabra de español pero decididos a
aprenderlo rápidamente y mientras tanto apañarnos con el inglés.
A nuestra llegada al aeropuerto de Girona, nuestras convicciones
se derrumbaron. Estamos a hora y media de Barcelona y sabemos
que tenemos que meternos en un autobús para llegar a nuestro
destino. Pero no sabemos cuál.
Seguro de mi inglés, me voy hacia la oficina de información y em-
piezo con las preguntas. Los dos ojos enormes de la mujer que
está en la taquilla me hacen pensar que si hablara chino sería lo
mismo. Intento hablar más despacio, articular mejor las palabras,
pero no hay manera. En aquel momento entiendo que el factor
idioma es más urgente de lo que pensaba. Agobiada, la señora que
tengo delante me pregunta de dónde llego.
“¡Italia!”, contesto inmediatamente, contando con el efecto de
magia que solo puede darse entre un italiano y un español: gesticu-
lar y hablar cada uno su idioma y entenderse a pesar de todo. Y así
fue. De alguna manera, pudo descifrar las necesidades que tenía y
de la misma manera, sorprendentemente, pude entender las indi-
caciones. Encontramos el autobús y llegamos a la que iba a ser
nuestra casa.

Nuestra prioridad, a la vista de la reciente experiencia, era el idio-


ma. El inglés nos había servido de poco, como habíamos visto
con la amable señora de la oficina de información. Nada más lle-
gar, nos habíamos apuntado a clases de español en un centro lla-
mado “Mediterráneo”. Habíamos previsto dos meses de clases
diarias.
Empezamos un lunes, y el jueves ya estábamos más que aburridos
pues nos parecía que el ritmo de las explicaciones en clase era muy
lento.
Pedí una cita con la directora, a quien expliqué nuestra situación
intentando que entendiera que teníamos una capacidad particular
de aprendizaje y que si podía acelerar el ritmo de las clases, noso-
tros podíamos seguirlo. Mi intento no tuvo ningún éxito; es más,
la directora se picó, me dijo que llevaban más de veinte años ense-
ñando español y que sabían cómo proceder.
Sigo dándole vueltas durante el día, porque me cuesta aceptar la
idea de que hemos llegado tan deprisa hasta aquí para luego tener
un parón tan importante. No renuncio y el día después vuelvo a la
carga y decido ir a por todas: le pregunto qué es lo que tenemos
que hacer para demostrarle que somos capaces de aprender más
velozmente que otros.
Riendo y casi retándome, la directora saca el listado del vocabula-
rio necesario para obtener el diploma B1 de español. Son 760 pa-
labras, más o menos. “Cuando me hagáis ver que conocéis estas
palabras, hablaremos de acelerar el curso”. Creo que no me olvi-
daré nunca de su mirada mientras hablaba, se le notaba que pen-
saba “no lo vais a conseguir nunca”. Para quien no conoce nues-
tras técnicas, podría parecer un reto imposible, y su actitud lo de-
jaba ver. Pero nosotros no nos podíamos permitir el lujo de fallar.
Doce chavales me habían seguido hasta aquí, no me podía permi-
tir de ninguna manera fracasar y hacerles perder tiempo.
Era viernes, 13.00 horas, y habíamos acabado la clase. Volvimos a
casa y con pasión y determinación empezamos a memorizar todos
los términos, palabra por palabra, con su pronunciación y ortogra-
fía. Fue entonces cuando aprendí la palabra “meseta”, que no he
vuelto a utilizar en la vida, ¡pero tampoco la he olvidado!.
El lunes por la mañana, o sea a los dos días y medio de aquella
conversación, nos presentamos con las 760 palabras aprendidas.
La profesora nos interrogó uno a uno sobre un cierto número de
vocablos y, no sin una cierta dosis de estupor, resultó que había-
mos sido capaces, efectivamente, de memorizar íntegramente el
listado. Frente a una prueba tan tangible de nuestra capacidad,
apretaron el acelerador sin vacilar, enseñándonos el español como
queríamos nosotros y a la medida de nuestro ritmo. Concluimos
en once días el programa habitualmente previsto para dos meses y
entonces nos pusimos a preparar con ellos la presentación y el
curso.
Lo que ha hecho de nosotros unos alumnos especiales no son tan-
to nuestras habilidades o nuestro compromiso. Cuentan, por su-
puesto, pero nuestro as en la manga ha sido dominar una técnica
que permite aprender a cualquier persona cualquier cosa mucho
más rápido que los demás, como por ejemplo un idioma extranje-
ro.
Piensa en cuántas ocasiones perdidas en tu vida porque en aquel
momento no tenías las herramientas adecuadas a mano.

La mejor forma de aprender un idioma es hablarlo. Haber memo-


rizado tan deprisa las palabras necesarias nos permitió conversar
enseguida con españoles y esta oportunidad nos ha permitido me-
jorarlo exponencialmente. La construcción de una frase, la conju-
gación de los verbos y todo lo que hace falta para hablar de mane-
ra fluida son piezas que añades a las bases de tu formación que
son, precisamente, las palabras del vocabulario.
Todavía recuerdo nuestros primeros intentos con una sonrisa en
los labios.

Aquel lunes, resuelto el problema del aprendizaje, teníamos una


prueba más por afrontar: la búsqueda de una sala para las presen-
taciones. Barcelona no es la ciudad más barata del mundo para en-
contrar una sala para conferencias. Teníamos un presupuesto li-
mitado y para no salirnos del mismo, mi compañero de viaje Mi-
chele y yo visitamos una quincena de salas en tres días. Nos ar-
mamos de paciencia, y nos echamos a la calle. Recuerdo todavía el
primer hotel donde entramos. Se abrieron las puertas correderas y
entramos en el hall muy seguros de nosotros mismos, Michele y
yo. “Buenos días, me llamo Giacomo Navone y tengo una empre-
sa que imparte cursos de formación. Necesitaría una sala para cin-
cuenta personas para hacer presentaciones”. Había preparado la
frase en la escuela de idiomas, o sea que estaba perfecta. Nos mi-
ramos satisfechos a la espera de la respuesta cuando pasó algo im-
previsto: el recepcionista nos hace una pregunta. Las preguntas no
estaban previstas. Desde luego que nuestra respuesta no fue per-
fecta, pero sin los términos estudiados, nuestra conversación se
hubiera acabado allí mismo. Como les suele pasar, por ejemplo, a
los turistas cuando se salen del guión que va más allá de comer-
beber-dormir. ¿Eres de los que se zambullen rápidamente en las
situaciones y se adapta?
No habremos sido perfectos, y sobre todo nuestra credibilidad era
un poco incierta a los ojos de nuestros interlocutores en los pri-
meros intentos pero apenas una semana después de haber llegado
a Barcelona, desde el momento en que pisamos el aeropuerto y
nos tuvieron que dar las indicaciones para el autobús con gestos,
habíamos logrado reservar una sala conferencias explicando en
detalle nuestras exigencias, y también habíamos negociado el pre-
cio.
Construye una buena base, luego suma los aspectos nemotécnicos
y el vocabulario, y verás lo poco que tardas en construir tu palacio.
Estábamos aprendiendo el español, los jóvenes del equipo empe-
zaban a involucrar gente para acudir a las presentaciones, y tenía-
mos una sala. La gran parte de las piezas del puzle estaban toman-
do forma.
Pero el tema del idioma no era la única consulta que necesitába-
mos. Nos hacía falta también un asesoramiento jurídico. Las pri-
meras presentaciones iban a empezar ya, necesitábamos el modelo
de contrato para los participantes y además queríamos ofrecerles
pagar el curso a plazos si lo deseaban, tal cómo se hace en Italia.
También necesitábamos una batería de servicios imprescindibles
para la puesta en marcha de una nueva actividad empresarial. Ob-
viamente no conocíamos a nadie. Después de una corta investiga-
ción, decidimos contactar con un estudio legal muy importante.
Entre sus clientes figuran empresas de gran tamaño como Movis-
tar. Nos habían anticipado el coste de sus servicios y no eran,
efectivamente, cifras acordes a las que maneja una start up, que era
nuestro caso recién llegados a España. Estábamos decididos a
contratar a los mejores y logramos tener una cita con el gerente.
Después de saludos y enhorabuenas, llegamos al tema central de
nuestra visita y el gerente nos pregunta a qué nos dedicamos. En
vez de explicárselo, se lo íbamos a demostrar.
Cuando involucramos a la gente en las presentaciones, solemos
hacer un ejercicio para que vean enseguida la potencialidad del
Curso sin perdernos en explicaciones complejas. El ejercicio se
llama “numerazo” y consiste en que nos dicten un número de
veinte, treinta o cuarenta dígitos y lo memorizamos simplemente
con escucharlo. Luego lo repetimos al público. Es de gran impacto
y explica perfectamente a la gente lo que somos capaces de hacer.
Así hicimos aquella tarde. Cogí un papel, Michele cerró los ojos y
le pedí al gerente, ya muy curioso, que me dictara treinta números.
En cuanto Michele empezó a enumerar los dígitos en su orden y al
revés, el hombre se quedó incrédulo. Se levantó de la mesa, cogió
su móvil y llamó a su hijo que en aquel momento estaba en la
moto. Le dice que deje todo y que venga enseguida al bufete. Asi-
mismo, le dice a la secretaria que convoque en la sala de Juntas a
todos los abogados y ejecutivos del estudio, da igual lo que estu-
vieran haciendo, pues esta convocatoria tiene prioridad absoluta.

Atrapados por el entusiasmo, nos encontramos en la sala donde


tiene lugar el mismo guión. Michele cierra los ojos, dictan núme-
ros, él los memoriza y los repite. Cuando nos fuimos del bufete,
no solo teníamos un despacho de abogados que nos iba a repre-
sentar a partir de ahora, sino que además, sus condiciones econó-
micas eran mucho mejores de las que lo que hubiéramos imagina-
do nunca.
Esta es otra gran ventaja del Curso: cuando te presentas a una en-
trevista de trabajo, una reunión o estás con un cliente y tienes oca-
sión de demostrarles que sabes hacer cosas extraordinarias, las
personas te miran de otra forma, y se te presenta la oportunidad
de tener un impacto significativo.

Cuando mis colaboradores asisten a una entrevista de trabajo, les


sugiero siempre que hagan un “numerazo” a su interlocutor. ¡Ima-
gínate la escena! Un seleccionador de recursos humanos empieza
su día sabiendo que va a entrevistar unas veinte personas con un
Curriculum Vitae más o menos igual. Por la noche, volverá a casa
sin tener mucho que contar de su día a la familia. En cambio, in-
tenta imaginar la misma escena pero añadiendo una variante: tú.
Te presentas a la entrevista, haces un ‘numerazo’ y dejas a tu exa-
minador boquiabierto, como pasa siempre. Mientras tanto, tú te
has distinguido de la masa, y seguramente por la noche en casa el
hombre hablará de ti, porque además de haber dejado constancia
de tu valor, le habrás impactado. La razón es sencilla, tienes una
marcha más. Todos los colaboradores que han ido a una entrevista
de trabajo y que han hecho la demostración del ‘numerazo’, expli-
cándolo bien, han conseguido el puesto. TODOS.

Es lo que ha hecho, por ejemplo, una de nuestras colaboradoras


que buscaba trabajo, al tiempo que estudiaba y preparaba su tesis.
Consiguió una entrevista para un puesto de recepcionista, un ofi-
cio que desconocía por completo y, como era de esperar, la prime-
ra pregunta que le hicieron era si hablaba inglés. Pues no, era nega-
tivo, a lo que el siguiente paso era una amable despedida por parte
del entrevistador. La joven tiene el reflejo de decirle que antes de
irse le quiere enseñar una cosa: se hace dictar treinta números, los
memoriza y los repite.
“Es verdad que no sé inglés, y probablemente muchas más cosas,
pero si me dice lo que tengo que aprender para trabajar con uste-
des, esta es la velocidad con la cual yo aprendo”. Adivina… Obtu-
vo el puesto a pesar de unas pésimas cartas en la mesa cuando se
presentó a la entrevista. Hacer el Curso no solo tiene que ver con
la velocidad de memorización. Permite que accedas a recursos que
te permitirán impactar a la gente.

Habíamos llegado a Barcelona el día 2 de septiembre sin conocer


una sola palabra de español y a los cuarenta y seis días de nuestra
llegada, estábamos preparados para dar el primer Curso Genius en
España. Había decidido limitar a doce personas los asistentes al
curso, quería que la proporción fuera 1:1, o sea que al lado de cada
participante estuviera sentado uno de nosotros, de tal forma que
cualquier problema fuera inmediatamente resuelto, más allá del
idioma o de la comprensión.
Hablaba bastante bien el idioma, pero de todas formas había deci-
dido aprender el curso de memoria, igual que un actor interpreta
un papel.
Las primeras veces son siempre especiales, conservan un sabor y
un recuerdo único. Había hecho mi primer curso de técnicas de
aprendizaje en Cuneo, una pequeña ciudad cercana a Turín, en Ita-
lia. Más de diez años después siento las mismas mariposas en el
estómago.
Llega el viernes por la tarde. Me presento, saludo a los participan-
tes y les doy la bienvenida. La tarde sigue su curso sin incidencias,
explico los primeros conceptos del curso, ellos me entienden y se
divierten. Todo va según la planificación. Pero llega la noche y el
momento de desearles unas buenas noches.
En aquel momento me doy cuenta de que he estudiado todo pero
no me he parado a mirar cómo se dice “desear” y no hay manera
de sacar la palabra del cajón de mi cerebro ¡porque no la había in-
troducido! Recordaba todo el resto del discurso, lo tenía listo en
los más mínimos detalles pero se me había olvidado de que tenía
que despedirme al final. Llevaba horas hablando un idioma que
todavía no dominaba a la perfección, concentrándome no solo en
lo que tenía que contar sino también en entender las preguntas: la
verdad es que estaba muy cansado. Levanté la mirada, vi en el
fondo de la sala a los que habían dado el paso conmigo, que me
sostenían en esta loca aventura y seguían haciéndolo. Y en aquel
momento me doy cuenta de que a veces la perfección está sobre-
valorada.
“Os lo digo en italiano. Desde el fondo de mi corazón, os deseo la
mejor de las buenas noches”, y cerré la noche. Miré a los chavales
en el fondo de la sala y me di cuenta de que me seguían. Siempre
les cuento este episodio a mis alumnos diciéndoles que cuando la
gente entiende que lo que les enseñas es importante y que pones
lo mejor de ti mismo, no importa que seas perfecto. Las técnicas
no hacen de ti un Robocop, te permiten sencillamente marcar la
diferencia para ti y para las personas de tu entorno.
Esto era el 18 de octubre de 2013.
Durante el siguiente año hemos tenido cada mes unos sesenta par-
ticipantes en Barcelona y abierto nuestra primera sede en Madrid.
Hoy también estamos en Palma de Mallorca, Sevilla, Valencia, Gi-
rona, Sant Cugat, Pamplona y San Sebastián, con cerca de dos-
cientos miembros en el staff.
Si vuelvo a pensar en nuestra llegada a Barcelona y en nuestra
primera etapa, hay una imagen que ronda en mi cabeza: los trece
en la sala de casa a las dos de la madrugada, en el sofá o en el sue-
lo, preguntándonos cómo había ido, cómo se podía mejorar, mi-
rando y analizando las cifras y los resultados conseguidos. Sucedía
cada noche y ha sido el período más bonito de nuestras vidas.
Nos encontrábamos en un lugar nuevo, del que sabíamos más
bien poco más allá del idioma. Todo era distinto: las referencias, la
cultura, las tradiciones pero también los ejemplos del curso, la iro-
nía… todo era distinto.
A pesar de esto y a pesar de encontrarnos en condiciones mucho
más complejas que en Italia, no solo habíamos hecho las cosas
mejor, construyendo algo importante sino que lo habíamos hecho
en mucho menos tiempo que en Italia. Todo esto ha sido posible
gracias a estos doce jóvenes que tenían muchas ganas de triunfar,
lograr los mejores resultados y conquistar sus objetivos persona-
les, que fueron capaces de todo, poniendo todo su corazón en su-
perar los obstáculos. Cuando vuelvo a pensar en aquella noche del
One en Italia, todo parecía imposible pero ellos lo hicieron posi-
ble, ellos y su compromiso y sus técnicas. Éste es el mensaje más
importante de este libro. No hay cosas imposibles cuando el cora-
zón y la cabeza están unidos.
Si has asistido ya a una presentación de nuestro Curso, sabes que
invitamos a dos alumnos a hacer una pequeña representación de la
potencialidad de nuestras técnicas. Se sientan frente a la sala con
los ojos cerrados y, tan solo escuchándolas, memorizan veinte pa-
labras y las conectan con veinte cifras. La gente se queda estupe-
facta. Al final del curso, estas mismas personas son capaces de ha-
cer lo mismo. Empiezan muy asustadas, convencidas de que no
van a lograrlo pero al final, cuando salen de la sala con sus veinte
palabras memorizadas, saben que han logrado lo más importante,
que no es tanto haber aprendido veinte palabras, sino haberse de-
mostrado a ellos mismos que han sido capaces de hacer algo que
les parecía imposible, y esto exclusivamente gracias a las técnicas.
Cuando a una persona le pasa este click mental, a menudo empie-
za a pensar en cuántas cosas ha perdido, convencida de que esta-
rían fuera de su alcance, cuando lo que pasaba en realidad es que
le faltaba estrategia o se estaba dando excusas.
Es lo mismo que pensó la Doctora Isabel Fernández, una de nues-
tras alumnas. Hizo el curso y, al acabar el fin de semana, estaba
muy emocionada de haber hecho todos los ejercicios que había
visto en la presentación, y que le parecían lejos de sus estándares
personales. Animada por el entusiasmo y la nueva perspectiva que
tenía de sí misma, al final de esos tres días decidió que iba a
aprender inglés. En dos semanas consiguió memorizar un vocabu-
lario muy importante y fue hacia su objetivo. Fue cuando se dio
cuenta de que si podía hacer cosas que antes le parecían imposi-
bles, a lo mejor podía hacer más. Su sueño no cumplido siempre
había sido escribir un libro, pero nunca le había parecido un deseo
realizable. Tampoco memorizar un idioma extranjero, por supues-
to. Fortalecida por este resultado, empezó a escribir, encontró un
editor, publicó el libro y lo trajo a la oficina, dedicándoselo a su
instructor del Curso.
Es lo que cuenta en un testimonio publicado en Facebook, donde
afirma que el Curso le ha permitido abrirse nuevos horizontes y
que hay todavía muchas cosas en la vida que le quedan por hacer
pero que ahora sabe que podrá ponerlas en marcha.
Hay momentos en los que el regalo más bonito que podemos ha-
cernos a nosotros mismos es darnos las herramientas y una opor-
tunidad.
Para mí, lo importante de nuestra llegada a España no es solo ha-
ber abierto esta empresa y haber tenido el mismo éxito que tene-
mos en Italia, luego en el Reino Unido, Suiza y Estados Unidos,
sino el hecho de haber demostrado a tanta gente que hemos trans-
formado en posible lo que les parecía imposible.

Hemos llegado a un país extranjero, hemos aprendido otro idio-


ma, hemos combatido con el fantasma de una importante tasa de
desempleo y una notable crisis económica, pero hemos hecho las
cosas bien, aportando algo que nadie ofrece en el mundo de la
formación: asistencia personal. Nos hemos entregado al 100%
con el único propósito de hacer algo diferente para cada uno de
nuestros participantes.
El servicio de tutoría que ofrecemos después del curso es el ver-
dadero punto de inflexión para cada uno de los asistentes. En el
sistema tradicional, estamos acostumbrados a sentarnos en un
aula, escuchar al relator que explica las cosas de la misma manera a
todos los presentes. Se acaba la clase, todos a casa y a apañarse.
No sorprende, pues, que los resultados de un curso normal sean
tan distintos de un alumno a otro, porque no somos para nada
iguales.
No sorprende tampoco que la gente se apunte a clases estupendas
pero luego no apliquen nada o casi nada de lo que han aprendido.
Al finalizar el Curso, se asigna un tutor a cada uno de nuestros
participantes, el cual les sigue personalmente en su desarrollo.
Vienen a las sesiones de tutoría con los manuales de su elección
para usar el material real con el que estudian, en pleno respeto de
sus características personales.

Nuestro éxito nunca nos ha parecido extraordinario. Es normal


cuando te dedicas a ayudar a las personas respetando los tiempos
y siguiendo cada uno de los temas que son importantes para ellas.
Si quieres tener éxito tú también, lo puedes conseguir fácilmente.
Basta con que empieces a aplicar las técnicas que te permiten me-
jorar tus resultados, ciertamente, pero también cambiar la percep-
ción de lo que puedes conseguir.

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