Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
l. Este primer tema vuelve a estudiar un trabajo publicado hace más de veinti-
cinco años: Esteve, J .M . (1983). «El concepto de educación y su red nomológica••. En:
Varios. Teoría de la educación. El problema de la educación. Murcia, Editorial Límites
(Edición agotada). El lector observará notables diferencias entre las ideas expuestas
en aquella publicación y esta nueva revisión de la red nomológica del concepto de
educación.
18 19
/
Las leyes de economía del lenguaje nos dicen que si, en un Para estudiar los criterios con los que empleamos la palabra
idioma, se mantienen en uso en el lenguaje corriente varias pa- educación en el lenguaje corriente propondré varios ejemplos.
labras para hablar de una realidad, es porque en ese entorno hay
procesos o realidades diferentes que los hablantes necesitan dis-
1.1. El criterio de contenido
tinguir. Sin embargo, como estas distinciones se aprenden de
manera informal, es frecuente que si preguntamos a una perso- Todos los años, en mi clase universitaria, pregunto a una alumna
na por la diferencia que hay entre enseñanza e instrucción ésta con cara de buena persona, si alguna vez ha atracado un quios-
no sepa definir con qué criterios exactos utiliza esas palabras, co de prensa. Naturalmente me dice que no, y en seguida yo me
a pesar de que las conoce y las emplea en el lenguaje cotidiano. ofrezco a enseñarle. Para ello, le doy varios consejos útiles de for-
Hay cientos de autores que han ofrecido numerosas definicio- ma muy amable, haciendo que reflexione y preocupándome bien
nes, más o menos largas, de la educación, en las que se incluyen de que entienda la razón de lo que le explico. Así, le recomiendo
unas u otras características. En lugar de proponer una definición estudiar previamente la situación del quiosco para prever los po-
.cerrada, me parece mucho más útil distinguir y establecer, pri- sibles caminos de huida, eligiendo siempre un establecimiento si-
mero, cuáles son los criterios con los que hablamos de educación, tuado en un cruce y evitando las calles estrechas de salida única·
de tal forma que, a partir de estos criterios, podamos establecer le explico la utilidad de comprar primero un chicle con un
las fronteras que separan a la educación del adiestramiento o a éste de veinte euros para saber dónde guarda el quiosquero los billetes
del adoctrinamiento. De esta forma, conseguiremos establecer un grandes, y evitar así que luego te entregue el cajón de la calderi-
mapa conceptual que, no sólo nos sirva para definir la educación, lla; le recomiendo utilizar una navaja en lugar de una pistola por
sino también para saber cuáles son las diferencias que hay en- varias razones prácticas: menor precio, facilidad para adquirirla
tre ésta y los demás procesos de aprendizaje que no calificamos y para deshacerse de ella, ausencia de numeración que la identi-
como «educativos». A estos mapas conceptuales se les llama «red fique, peso, etc.; por último le recomiendo sonreír al quiosquero
nomológica» porque nos establecen las «normas» con las que usa- mientras lo atraca, manteniendo la firmeza necesaria al enseñar
mos la red de palabras que nos permiten hablar de un tema. 2 el arma, pero evitando que se bloquee con un ataque de histeria,
debido a un exceso de agresividad, y se ponga a gritar. Una vez
2. En griego, nomos, significa ley o norma. La propuesta de establecer estas re- concluida mi explicación, pregunto a la alumna en cuestión si ha
des para definir con precisión los temas de los que hablamos es u na de las propues-
tas más importantes de Carnap y del empirismo lógico, que nos propone investigar
aprendido algo, y siempre me responde que sí. Le pregunto si se
la lógica de la ciencia a través de la sintaxis del lenguaje de la ciencia. Vid. Carnap, lo he explicado bien y si lo ha entendido todo, y también me res-
R. (1968) Introduction to semantics. Cambridge (Mass.), Harvard University Press; y ponde afirmativamente. Sin embargo, cuando le pregunto si lo
Carnap, R. <<The metodological character of theoritical concepts>>. (1958). En: Fleig, aprendido le parece educativo, me responde que no. Le pregunto
H. (ed.) Minnesota Studies in the Philosophy of Science. l. Minneapolis, University of
Minnesota Press, pp. 38-76. El intento de este capítulo se sitúa, por tanto, en la lí-
nea de la propuesta de Carnap de redefinir el contenido de los términos teóricos, en fenomenológico que lingüístico; pues al intentar definir los términos considerándo-
función del lugar que ocupan como miembros del conjunto que forma un cierto len- los no aisladamente, sino en relación con los demás términos de su lenguaje teórico,
guaje teórico,.de tal manera que pueda apreciarse su <<red nomológica»; es decir, el cumplimos tres funciones: 1• Delimitar qué tipo de fenómenos vamos a significar
entramado de criterios o normas lógicas que rigen los usos de los términos incluidos con un término. 2• Establecer cuándo, por tratarse de fenómenos diferentes, de-
en dicho lenguaje teórico, distinguiéndolos. Ahora bien, como ya he señalado en un bemos emplear un término distinto, y 3a Aclarar cuáles son los criterios que nos
libro anterior (Esteve, J.M. Lenguaje educativo y teorías pedagógicas. Madrid, Anaya, permiten distinguir los fenómenos entre sí, para afirmar que debemos aplicar uno
1979), el establecimiento de este tipo de definiciones implica un estudio mucho más u otro término según el caso.
20
21
entonces a toda la clase si a alguien ese proceso de aprendizaje le
parece educativo, y casi siempre hay unanimidad en responder ca un juicio moral sobre el contenido que se enseña. El hecho de
que enseñar a atracar quioscos no es educativo. Todos coinciden que existan distintos códigos morales para decidir si un conteni-
en que ha habido enseñanza por mi parte, y aprendizaje por parte do debe incluirse entre los aprendizajes educativos no anula este
de ellos (que ahora saben algo nuevo), pero se resisten a califi- criterio, antes bien, nos llama la atención sobre la necesidad de
car de educativo a este proceso de aprendizaje. Cuando les pre- preguntarnos continuamente sobre el valor moral de los conteni-
gunto por qué no les parece educativo descubrimos el criterio de dos que se enseñan en nuestras escuelas.
contenido, 3 que podríamos enunciar diciendo que no calificamos
de educativos a aquellos procesos en los que aprendemos algo que va 1.2. El criterio de forma
en contra de nuestros valores morales; lo cual, en una formulación
po_sitiva, quie_re decir que sólo calificamos de educativo el aprendi- Siguiendo con la misma discusión, pido a algún alumno que no
za;e de contenzdos moralmente irreprochables. acepta como educativo enseñar a atracar quioscos que me pro-
A veces, hay alumnos que sí califican de educativo enseñar a ponga un contenido que, en su opinión, todo el mundo va a estar
Generalmente argumentan que si el padre del de acuerdo en calificar como educativo. Para contestarme están
nmo se dediCa profesionalmente al robo considerará de provecho indecisos, y suelen tomarse unos momentos de reflexión -lo cual
enseñarle a su hijo el oficio. Este tipo de objeción sólo nos llama refuerza mi idea de la necesidad de ejercer la reflexión sobre el
la atención sobre la existencia de diversos códigos morales, pues valor de lo que enseñamos en nuestras escuelas-, pero por fin
todos reconocen que los delincuentes también tienen sus propios me proponen cosas como enseñar a escribir, enseñar el valor de
referentes morales, como la lealtad a los compañeros 0 la resis- la tolerancia o el respeto a las personas mayores. Sin aceptar a la
tencia a la presión policial para mantener un código de silencio. ligera sus propuestas, vuelvo a preguntarles si están seguros de
A lo largo de la historia de la educación se han enseñado en las que enseñar a un niño a respetar a las personas mayores siem-
auténticas perversiones morales, como perseguir judíos, pre será educativo. Me responden que sí, y yo vuelvo a insistirles