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CAPITULO 2
La personalidad es un conjunto de elementos cognitivos
(comportamiento, actitud, conducta, temperamento), físicos y genéticos que
hace única a un individuo del resto. Es posible cambiar aspectos de nuestra
personalidad, por el hecho de su dinamismo y distintiva en cada individuo.
Cada persona es capaz de demostrar aspectos o características diferentes de su
personalidad en circunstancias diferentes y/o otras personas diferentes.
La cultura, religión, rol social afecta el desarrollo de sus características.
Conocer estas variables del negociador es vital para evaluar las razones y la
propiedad de las variaciones, ejemplo, cambiar su comportamiento.
Nuestros comportamientos característicos son similares que la
personalidad, es decir, es dinámico, va en constante desarrollo. También se
debe considerar que el comportamiento ocurre (o puede ocurrir) en relación
con las circunstancias. Un individuo puede asimilar la información mediante
dos métodos: Sensorial (Tangible, concreto, hechos, práctico) o intuitivo
(Interpretativo, visión hacia el futuro, inspirador, múltiple, fantasioso). Por lo
tanto, a esto se le aplica la habilidad de aprendizaje que describe como
aprende la persona, mediante la adaptación, divergente o contradivergente,
entre otros.
La personalidad tiene elementos que se identifican como cerebro
izquierdo, el cual infiere en el dominio racional y objetivo de la persona, es
decir, razonamiento, buena memoria, lenguaje escrito. Y el cerebro derecho
que realice bien (subjetivo, comunicativo) que explica las habilidades
artísticas, buena imaginación e intuición, creatividad.
No hay diferencias conductuales. Es común que la personalidad tipo A
tengan un alto nivel de competitividad en cuanto a los rasgos de urgencia del
tiempo, rapidez y la impaciencia. No solo se enfocan en competir con otros
sino consigo mismo. Sin embargo, la personalidad tipo B también presenta
grados de competitividad pero depende del nivel personal en cuanto al deseo
de ganar y la tendencia a enfocarse en logros materiales cuantificables son los
indicadores más fuertes de una elevada competitividad.
El tercer elemento que define la personalidad son las necesidades de
poder personal y de poder social. Es la fuerza de cada necesidad en relación
con los demás lo cual afecta el comportamiento y el desempeño del
negociador. En cuanto al personal, buscan el poder sobre los demás (líder
burocrático), ellos controlan o provocan un determinado comportamiento en
otros (factor manipulador). Y el poder social por otra parte es el poder de
permitir que los demás destaquen (líder carismático o transformador), y es el
poder de la creación de un bien mayor. Siempre se basa en los demás, porque
está basada en la interacción humana.
Su último elemento es el locus, este explica quién controla la vida
individualmente, si es la misma persona (locus interno) o el exterior-ambiente-
sociedad contra la vida, temperamento o conducta de la persona (locus
externo), es decir, no controlan su vida. Muchos negociadores desarrollan la
habilidad de auto supervisión, carisma, inteligencia emocional y creatividad
para cambiar y adaptar su comportamiento en relación a circunstancias y sacar
el mejor provecho del mismo.