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HABILIDADES GERENCIALES PERSONALES DIMENSIONADORAS DEL

COMPORTAMIENTO ORGANIZACIONAL

Para Maximova (1962) la habilidad es un sistema complejo de acciones


conscientes las cuales posibilitan la aplicación productiva o creadora de los
conocimientos y hábitos en nuevas condiciones en correspondencia con su
objetivo (Maximota, V., 1962, p. 27).

Según Henri Fayol la gerencia consiste en "Conducir la empresa hacia su


objeto tratando de sacar el mejor partido de todos los recursos de que
dispone"

El ser humano, a medida que crece física y psico-socialmente, adquiere


numerosas y variadas habilidades para enfrentar y superar situaciones rutinarias y
extraordinarias en la vida, en latín habilidad proviene de “habilitas” que se refiere
a maña pericia o aptitud para desarrollar una tarea.

Según Robbins (2004) es “conjunto de destrezas procesos racionales para


ejecutar trabajo”. Lo que este autor dice que es un conjunto de capacidades y
conocimientos que la persona debe poseer o desarrollar para realizar las
actividades como gerente o director de una organización.

Whetten y Cameron (2011) definen las habilidades gerenciales como aquellas


destrezas necesarias para manejar la propia vida, así como las relaciones con
otros. Los nuevos tiempos se caracterizan por los constantes y repentinos
cambios, sin embargo hay algo que no cambiará en mucho tiempo, las habilidades
básicas que están en el núcleo de las relaciones personales positivas y
agradables. Las relaciones siempre han estado guiadas por valores como el amor
y la confianza y éstas son unas de las metas de los seres humanos. A pesar de
los recursos tecnológicos, las habilidades humanas siempre serán fundamentales
en el crecimiento particular y profesional del individuo.

Clasificación

A criterio de los autores Whetten y Cameron (2005), las habilidades gerenciales


esenciales son diez, agrupadas en tres categorías.

 Personales, contemplan a la persona en sí.

 Interpersonales, relación con las demás personas.

 Grupales, liderazgo y trabajo en equipo.


En ese contexto, Katz (como se citó en Robbins y Coulter, 2013) implementó un
proyecto para detallar las destrezas gerenciales, en el cual identificó tres
habilidades básicas, las habilidades técnicas, que son los conocimientos
específicos de un trabajo y las técnicas necesarias para realizar correctamente las
labores del puesto. Estas prácticas son más significativas en los escalones
menores de la administración; también están las habilidades humanas, estas se
centran en la capacidad de trabajar bien con las personas. Los gerentes que
ponen estas habilidades en práctica, son los que logran desarrollar el potencial de
cada uno de sus subordinados; y por último se encuentran las habilidades
conceptuales, que son las que usan los gerentes para deliberar y enjuiciar
condiciones imprecisas y complicadas. Con estas habilidades el gerente logra
contemplar la organización en su totalidad.

Dependiendo del nivel gerencial, se vuelven más o menos importantes las


distintas habilidades. Si bien en todos los niveles son importantes las habilidades
humanas, en los altos niveles gerenciales se hacen más importantes las
habilidades conceptuales (para poder ver a la organización como un todo,
planificar, etc.), mientras que en los niveles más bajos, tienen mucha importancia
las habilidades técnicas.

A medida que el mundo de los negocios cambia, también lo hace la necesidad de


determinadas habilidades gerenciales. Es por ello que todo gerente, o quien aspire
serlo, debe estar en una constante actualización y mejora de sus habilidades
gerenciales.
Habilidad de Autococimiento

Autoconocimiento, es decir, conocerse, soporte o motor de la identidad y de la


autonomía. Según Harris (1981): “El supone conocer nuestras competencias,
cuales son nuestros valores y creencias que aptitudes y actitudes tenemos”.
De modo de captar mejor el ser, personalidad, fortalezas, debilidades, actitudes,
valores, aficiones, construir acerca de nosotros mismos, de las demás personas y
del mundo que compartimos. Esclareciendo antes, que conocerse no es solo
mirar hacia dentro, sino que también es saber de qué tejidos sociales se
forma parte, con qué recursos personales y sociales se cuenta y para
afrontar los momentos de adversidad, que en definitiva, saber qué se quiere e
identificar los recursos personales con que se cuenta para lograrlo.

Este proceso es continuo, quiénes somos es consecuencia de todo lo que vamos


viviendo; de las personas que pasan por nuestra vida, de nuestros valores,
pensamientos y emociones; en definitiva de nuestras experiencias, ya sean
positivas o negativas. Todo forma parte de lo que actualmente somos.

La identificación de todas y cada una de las habilidades y destrezas que


poseemos y de las que nos faltan por desarrollar, forman parte de este proceso,
que permite a la persona tener una imagen real de sí misma y ser consciente de
sus limitaciones y necesidades.

En temas de liderazgo, resulta muy importante que los líderes tengan muy claro  
diversos aspectos de su personalidad al momento de hacer negocios, por ejemplo,
qué tipo de información tienen más en cuenta, el tipo de decisiones que les
parecen más complejas, las características específicas que se podrían mejorar en
su empresa, qué tan bueno es él o ella ante situaciones de estrés y tensión, qué
tan fácil se adaptan a los cambios y todo tipo de circunstancias que se puedan
presentar.

Las características que definen el autoconocimiento son:

Las habilidades, capacidades, competencias o aptitudes.

La personalidad.

Los valores.

Los intereses profesionales.


Habilidad de inteligencia emocional

Habilidad para gestionar nuestras emociones y relacionarnos óptimamente con


nuestro entorno. Es decir, la forma de interactuar con el mundo y el contexto
que nos rodea, teniendo muy presentes las emociones y los sentimientos en
todo momento.

Según Edelman (2000) “Capacidad de reconocer nuestros propios


sentimientos y los ajenos así como motivarnos y de manejar bien las
emociones”. Efectivamente, las emociones o sentimientos envían señales
constantes que no siempre son escuchadas y es allí donde el gerente debe
direccional desde su capacidad reconociendo que los sentimientos son
mecanismos autógenos, propios de la naturaleza humana, que acompañan desde
el nacimiento y permiten reaccionar ante un factor externo o interno que pudiesen
afectar en un determinado momento.

El objetivo final de la inteligencia emocional es la adaptación social. Somos


seres sociales y vivimos en sociedad. Por esta sencilla razón tenemos que
adaptarnos y comportarnos según las pautas y reglas sociales que permitan la
convivencia y el buen trato. Básicamente se refiere a “saber comportarse en
cada situación y con cada individuo”.

La inteligencia emocional engloba muchas habilidades tales como la


motivación, la empatía, la autoconciencia emocional, una buena gestión de
impulsos, etc.

Capacidad de automotivación (o motivarse a uno mismo): uno de los


requisitos principales para poder conseguir nuestros objetivos, es
focalizarnos en ellos. Necesitamos poner la atención en aquello realmente
importante sin tener distracciones. Las emociones pueden ser una distracción
cuando no somos capaces de controlarlas. Por lo tanto, si somos capaces de
controlar nuestra vida emocional, seremos capaces de dirigir y mantener nuestra
atención en la dirección óptima y así conseguir nuestros objetivos. Esta
consecución de objetivos nos servirá como motivación para marcarnos objetivos
cada vez más difíciles y creativos, y conseguirlos.

Empatía (o capacidad empática): es muy importante tener en cuenta que


todas las personas somos diferentes, es decir: pensamos diferente,
sentimos diferente, opinamos diferente y vivimos diferente. Por lo tanto, es
imprescindible reconocer las emociones ajenas a la nuestra. Dos personas en una
misma situación no tienen por qué sentir lo mismo. Es muy importante trabajar la
empatía y aprender a “ponernos en la piel del otro”. De este modo, entenderemos
mejor las situaciones que puedan suceder alrededor nuestro y tener una mejor
respuesta ante ellas.

Autoconciencia emocional: conocer cómo te sientes en todo momento, es


imprescindible. Nos referimos a reconocer la emoción en el momento en el
que aparece, en el mismo momento que está sucediendo. Conociendo
nuestros sentimientos reales y actuales, seremos capaces de tomar decisiones
más acertadas, y por lo tanto, actuaremos en consecuencia. De este modo,
tendremos un control mayor sobre nuestras vidas y dirigiremos más positivamente
nuestro camino.

Control de impulsos: Cuando somos conscientes de qué nos está pasando


en este momento, necesitamos saber gestionarlo. Si mi madre me despierta y
eso me enfada, tengo que intentar gestionar este enfado de una forma adaptativa;
controlando mis impulsos de saltar, chillar o hasta insultar. Controlar nuestras
reacciones emocionales, nos permitirá controlar nuestras conductas, nuestra
impulsividad.

Asertividad: es la capacidad de comunicar en todo momento lo que te


sucede. Se trata de “hacerle llegar a otra persona lo que te está pasando”.
Por ejemplo, si no me ha gustado una contestación de mi amiga, se lo comunico
con buenas palabras para que lo sepa e intente no volver a repetirlo.

La inteligencia emocional se refiere a la capacidad de una persona para utilizar la


emoción de manera proactiva, tanto sus propias emociones como las de los
demás a su alrededor, y tanto a nivel consciente como subconsciente, como una
herramienta para mejorar el razonamiento y la toma de decisiones.
Habilidad para Administrar el tiempo.

Una de las habilidades primordiales es la de la administración del tiempo ya que el


éxito requiere de la eficacia de las actividades en cada hora del día, no el número
de horas trabajadas y que son determinantes de logros en equipo de trabajo.
Según Rodríguez (1999): “Es la vida que procesa, se construye, se despliega
hacia el final se repliega. La administración del tiempo; Es la administración
de sí mismo” Si bien es cierto, la administración eficaz del tiempo permite
estructurar el día, ayuda a lograr las metas por medio de la planificación,
organización, liderazgo y conducción de las actividades; mantiene además
encaminado hacia objetivos tanto como miembros individuales, así como de
equipo y permite efectuar las correcciones y mejoramientos necesarios. Sin duda,
un exitoso control del tiempo reduce la frustración, contribuye al sentido de
dirección y nos conduce a nosotros y a nuestro equipo al final del día con un
sentimiento de logro y satisfacción.

Consejos para una buena administración del tiempo

Mantener el orden

El desorden puede ser una verdadera distracción. Poner orden puede mejorar
tanto la autoestima como la motivación, además de que facilitará mantenerse al
tanto de las cosas si se está en un espacio de trabajo está ordenado.

Elegir tu momento

Todos tenemos momentos del día en que trabajamos mejor. Prueba programando
las tareas difíciles para esos momentos. Asimismo programa las cosas que
necesitas hacer en momentos específicos, como reuniones o un viaje.

No posponer las cosas

Si una tarea es genuinamente urgente e importante, continúa realizándola. Sin


embargo, si te pones excusas para hacer algo, pregúntate por qué lo haces, pues
puede haber dudas sobre si deberías estar haciendo la tarea o no.

No intentar hacer múltiples tareas

En general, las personas no son muy buenas en la multitarea, porque el cerebro


suele tomar un tiempo para ir enfocándose en algo particular. Es mucho mejor
terminar un trabajo antes de pasar a otro. Cuando debas hacer muchas tareas
diferentes, intenta agruparlas y realiza tareas similares consecutivamente.

Mantener la calma y las cosas en perspectiva

Quizás lo más importante para recordar es mantener la calma. Sentirse abrumado


por demasiadas tareas puede ser muy estresante. Recuerda que el mundo no se
acabará si no terminas tu última tarea del día, o la dejas hasta el día siguiente.

Tómate momento para hacer una pausa y ver tu vida y tus prioridades en
perspectiva. ¡Así podrás obtener una visión que cambie sustancialmente la
percepción de las cosas! Si pones en práctica estos consejos, poco a poco irás
notando cómo tu tiempo se optimiza y te alcanza para más tareas.

En el mundo actual, siempre activo, “siempre conectado”, no debería


sorprendernos que a muchos trabajadores les cueste centrarse en su trabajo y se
distraigan fácilmente. Todos somos “culpables” de mirar nuestra cuenta de
Facebook, mandar mensajes por WhatsApp o echar un vistazo a las últimas
noticias para ponernos al día. Para eliminar estas distracciones (y otras) y ayudar
a los trabajadores a gestionar mejor su tiempo, es importante fomentar un
equilibrio saludable entre el trabajo y la vida personal, un entorno positivo y un
modelo de trabajo orientado a tareas concretas.

Habilidad para la toma de decisiones

Las habilidades para la toma de decisiones que viene acompañadas de


incertidumbres, complejidad, riesgos alternativas y hasta problemas
interpersonales. Precisando entonces, que debido a que la mayoría de las
decisiones tienen efecto sobre las personas, dentro de las habilidades gerenciales
no se puede ignorar la influencia de las relaciones humanas en una decisión,
especialmente cuando se selecciona una técnica para tomarla que puede iniciarse
con decisiones intuitivas decidiendo en forma espontánea y creativa. Cabe resaltar
que dependiendo del contexto y posición personal, se hace esencial la
profesionalización ante la decisión tomada; donde un buen gerente con esta
habilidad debe saber tres cosas sobre su personal: sus fortalezas, los
detonantes de dichas fortalezas y cómo aprende.

Inconcusamente, contar con dicha información permitirá motivar a cada persona y


en efecto la toma de decisiones de avanzada es uno de los procesos que con
mayor precisión y acometida deben asumir como una de las metas para su
desarrollo en el siglo XXI los países de América Latina y del Caribe, ya que la
eficacia en las decisiones está directamente vinculada al conocimiento pertinente,
la educación deberá apoyarse en el conocimiento humano para dar respuesta a la
necesidad de abordar los problemas globales, es decir, para la toma de decisiones
se requiere que se aprenda a transitar desde el desarrollo de habilidades
personales hacia el ámbito gerencial idóneo de certeza y autenticidad.

A continuación les presento 6 pasos que la puesta en marcha de ellos nos


ayudara mucho a lograr el éxito en nuestras decisiones y más cuando esta está en
manos de la alta dirección de una empresa u organización:

1. Describir el problema o el objetivo al que queremos llegar. Definiendo


claramente los objetivos que queremos alcanzar podremos tener más claro qué
decisiones van a ayudarnos.

2. Análisis del problema o la decisión a tomar. Una vez hemos definido el


problema al que nos enfrentamos hemos de recopilar la información necesaria
para analizarlo de la forma más objetiva y completa posible. Para ello debemos
ser objetivos al plantear las situaciones, sin opiniones ni juicios de valor, sino
únicamente las circunstancias de la forma más objetiva posible. Para esta
definición y recopilación de información nos puede ayudar elaborar un cheklist. Es
importante recabar toda la información que sea posible sin obsesionarnos con este
paso, ya que podemos llegar a la parálisis por análisis, dedicando tanto tiempo a
esta fase que resulta demasiado tarde para tomar decisiones. Debemos atender a
la información relevante, y desechar la que no nos aporta valor.

3. Generar alternativas. En esta fase debemos generar todas las alternativas que
nos sea posible. Analizaremos todas las posibilidades y las consecuencias de las
mismas. Debemos valorar si estas alternativas realmente nos permitirán llevar a
cabo los objetivos que nos hemos planteado. Existen técnicas de solución de
problemas que pueden ayudarnos a generar alternativas. Cuantas más personas
participen en el proceso más aspectos se tendrán en cuenta y más ideas
podremos obtener.

4. Selección de la alternativa que finalmente llevaremos a cabo. Hemos de


valorar que la decisión que tomemos tendrá unas determinadas consecuencias.
Debemos asumir que el error es posible y hemos de tomarlo como una forma de
mejorar en nuestros procesos futuros.

5. Pasar de la decisión a la acción. De nada sirve elaborar este proceso y llegar


a la conclusión si posteriormente no ponemos en práctica la decisión tomada. Es
importante no tomar decisiones en base a emociones. Es preferible esperar y
hacerlo de forma meditada.

6. Valorar las consecuencias y el éxito de la decisión adoptada. Debemos


saber rectificar si detectamos que estamos tomando una decisión errónea. La
valoración de las consecuencias y del alcance de los objetivos nos permitirán
ajustar futuras decisiones y nos enseñarán a mejorar los procesos. Tan
importante es tomar la decisión y llevarla a la práctica, como valorar los resultados
de la misma. Sin este paso nos quedamos en un proceso incompleto.

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