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Errores en una entrevista

¿Cuáles son los errores más comunes que puede cometer un psicólogo/a
durante una terapia? Hacer terapia es algo complejo y sobre todo al
principio, cuando aún no se tiene experiencia. Si conoces los errores más
habituales que se cometen en terapia, podrás anticiparte a ellos y a la vez,
potenciar y mejorar tus habilidades terapéuticas. Descubre en este artículo
cuáles son las 13 cosas que nunca debes hacer durante una terapia.

Error 1 | No ajustar bien la relación terapeuta-paciente


La relación entre un psicólogo/a y su paciente es un aspecto
fundamental de cara a la terapia. Establecida de una forma correcta,
esta relación, así como las características del terapeuta,
pueden favorecer mucho el efecto de la terapia. No obstante, la
personalidad del terapeuta no actuaría por sí sola en el éxito de la
terapia, sino que actuaría con el resto de los factores de la terapia
(Pharees, 1997).

La Línea de Implicación Óptima (LIO)

Es importante tener en cuenta que para lograr que dicha relación sea
potenciadora necesita establecerse de una forma adecuada. Para ello,
es fundamental mantenerse en lo que he denominado «La Línea de
Implicación Óptima».

La Línea de Implicación Óptima es un espacio imaginado en el que la


relación de implicación entre tu paciente y tú es óptima para la
efectividad de la terapia. Al traspasar dicha línea (hacia una mayor o
menor implicación) se corre el riesgo de estropear dicha relación.
Además, cuanta mayor distancia, mayores serán esos riesgos.
Éste es un ejemplo gráfico que he elaborado para explicar mejor la
LIO.

Por tanto, el error que puedes cometer en este primer punto es


rebasar la línea hacia un lado o hacia otro, dando lugar a dos
posibilidades, con sus respectivas consecuencias.

Implicarte mucho con tu paciente

Se trata de establecer una relación terapeuta – paciente demasiado


cercana y con un alto nivel de implicación emocional. Y por
supuesto, no se trata de que el paciente no te importe, sino de que te
importe demasiado.

Con esto no quiero decir que no se pueda abrazar a un paciente en un


momento determinado o que no seas cercano/a, sino que recuerdes que la
vuestra es una relación profesional, y para que funcione, han de marcarse
unos límites.

En caso de que esta relación sea demasiado estrecha, podrían


aparecer, además de la pérdida de efectividad de la terapia, algunas
de estas consecuencias:

 Subjetividad: Perderás objetividad en todos los aspectos.


 Transferencia: Te afectará demasiado lo que le pase a tu
paciente y te llevarás sus problemas a tu casa.
 Protección: Evitarás decir o hacer cosas que le puedan hacer
daño.
 Difuminación: Perderás directividad y los roles de terapeuta y
paciente se difuminarán.
 Cuestionamiento: Es más que probable que tu paciente
empiece a cuestionar tus decisiones o pautas.

Mostrarte muy distante con tu paciente

En el lado contrario se encuentra la baja implicación emocional, o lo


que es lo mismo, una relación entre terapeuta y paciente demasiado
distante.

Si la implicación demasiado alta podía suponer un problema, la


distancia emocional hacia tu paciente le mostrará y le dejará claro que
no te importa en absoluto. En la terapia, la intimidad, la
sensibilidad o la calidez son aspectos fundamentales y si careces de
ellos ten por seguro que tu paciente acabará por abandonar la terapia.

Uno de los principales factores que diferencian a los terapeutas exitosos de


los que no lo son es su interés en las personas y su compromiso con el
paciente (Swenson, 1971).

Error 2 | Juzgar las creencias de tu paciente


No hace mucho tiempo, durante una clase sobre habilidades de
terapia, dos alumnos realizaban un role-playing en el que uno de ellos
hacia de terapeuta y el otro de paciente. El que hacia de psicólogo
tenía que gestionar una situación en la que el paciente manifestaba
creencias y pensamientos claramente racistas y xenófobos con los
que parecía sentirse muy a gusto. El terapeuta se paso toda la
práctica trabajando dicha creencia.

Al acabar, me preguntó que tal lo había hecho y le respondí que muy


bien en cuanto a la ejecución, pero que los psicólogos no somos
quién para juzgar si lo que piensan nuestros pacientes está bien o
mal. No obstante, esto no implica que no puedas ayudarlo a
reflexionar sobre los pros y los contras o sobre las consecuencias que
puedan acarrear.
El trabajo de un psicólogo/a consiste en ayudar a su paciente a trabajar
aquellos pensamientos, conductas o emociones que le hagan sufrir o le
generen un gran malestar, no en cambiar aquellos pensamientos,
conductas o emociones que nosotros/as, como terapeutas, consideremos
que son equivocados.

Esta es una pequeña prueba a la que expongo siempre a mis


alumnos/as para que comprueben la importancia de aceptar los
pensamientos de los pacientes sin poner por delante lo que nosotros
pensamos o creemos acerca de ello.

Los principales componentes de la aceptación


incondicional (Bados y García, 2011) hacia los pacientes son estos:

 Compromiso hacia el paciente: se trata de que dediques tu


tiempo, tus habilidades y tus esfuerzos a comprender y ayudar a
tu paciente.
 Esfuerzo por comprender: escuchar, preguntar o interesarte
por tu paciente para entender su punto de vista.
 Actitud no valorativa: consiste en que el paciente perciba que
se le acepta incondicionalmente como persona, sin emitir juicios
de valor sobre sus pensamientos, sentimientos o conductas.

Aceptar a tu paciente como es no significa que tú tengas que aprobar sus


pensamiento, sentimientos o comportamientos. Recuerda que esto no
significa que no puedas hacer reflexionar a tu paciente sobre los pros y
contras y consecuencias personales y sociales de los mismos.

Error 3 | No practicar la escucha activa


Cuantas veces en mi vida habré oído (seguro que tú también) aquello
de «yo valdría para ser psicólogo/a porque sé escuchar muy bien»…
cientos o quizás miles. El caso es que, como todo mito, una pequeña
parte es verdad.

Y la verdad es que no basta con saber escuchar para ser


terapeuta, pero sí que es fundamental dominar la escucha activa.

Si no escuchas lo que te dice tu paciente, malamente podrás saber lo


que le pasa, por qué le pasa o cómo ayudarle. Por eso, será
fundamental que:
 Prestes atención e interés a lo que el paciente te está
comunicando tanto a nivel verbal y no verbal como actitudinal.
 Proceses la información y separes lo importante de lo que no
lo es.
 No oigas lo que quieres oír, sino lo que el paciente intenta
decir.
 Devuelvas respuestas de escucha tanto verbales como no
verbales para que el paciente sepa que lo has escuchado
activamente.

También existen unas habilidades de escucha mucho más


complejas y que habrás de dominar tarde o temprano. Son estas:

 Clarificación: cuando le pides a tu paciente que te aclare el


significado de un mensaje vago o implícito.
 Síntesis: consiste en que resumas la sesión mediante el uso de
la paráfrasis y/o el reflejo.
 Paráfrasis: resumir o recapitular de forma organizada el
mensaje de tu paciente.
 Reflejo: cuando expresas los sentimientos implícitos y explícitos
de tu paciente.

Error 4 | Hablar mucho (o poco) de tus cosas y de ti mismo/a


El tema de las autorrevelaciones es uno de los más controvertidos
dentro de la psicología. «¿Le digo a mi paciente cosas sobre mí o
evito cualquier tipo de información?«.

Recuerdo que en la carrera siempre nos decían que hablar sobre


nosotros o revelar cualquier tipo de información sobre nuestra
vida era contraproducente para la terapia y que ante la insistencia
del paciente debíamos responder remarcando la importancia de hablar
de él/ella y no de nosotros.

Hoy día, y dada mi experiencia profesional, pienso muy diferente.

Para lograr que una persona se abra y se de a conocer de una forma


sincera y transparente es fundamental que tú hagas los mismo, porque de
lo contrario se generará una situación de desequilibro de confianza y en
consecuencia, una baja implicación emocional.
No obstante, si hablas demasiado sobre ti estarás cometiendo un
grave error, porque la terapia es de tu paciente, no para ti y por tanto,
no es un lugar para que hables de ti mismo/a o de tus problemas. Las
autorrevelaciones deben ser un ofrecimiento controlado de
información.

Un estudio experimental de Barret y Berman en 2001, reveló que los


pacientes en la condición de mayor autorrevelación del terapeuta
mejoraron más, al menos a corto plazo, e informaron de un mayor
agrado hacia el terapeuta que los pacientes que estaban en la
condición de autorrevelación limitada.

Además, las autorrevelaciones tendrán estos efectos positivos sobre la


terapia:

 Lograrás autorrevelaciones recíprocas por parte de tu


paciente.
 Aumentará la confianza de tu paciente hacia ti.
 Serás visto de un modo más cálido y cercano.
 Mejorará la efectividad de la terapia.

¿Qué se puede revelar durante la terapia?

 Hablar sobre tu experiencia profesional.


 Tu edad, estado civil o número de hijos.
 Cómo has manejado ciertos problemas y opiniones.
 Sentimientos positivos respecto a tu paciente.
 Lo que sucede en la terapia.
 Sentimientos negativos (con menor frecuencia).
 Información sobre tus creencias religiosas o sexuales (con
menor frecuencia).

Error 5 | Decirle a tu paciente lo que tiene que hacer


Sin duda, este es uno de los errores más comunes que un
psicólogo puede cometer en terapia y además, es una de las
habilidades terapéuticas que me resultan más interesantes.

El error habitual que suelen cometer los y las profesionales de la


psicología cuando empiezan a hacer terapia es llevar al paciente por
un camino determinado, sin tener en cuenta sus decisiones. Es
decir, decirle al paciente lo que tiene que hacer.

La clave fundamental es que guíes a tu paciente hacia el camino


que él/ella quiera seguir.

Si le dices a tu paciente lo que tiene que hacer y no sale bien, corres el


riesgo de que te eche la culpa de que haya salido mal. En cambio, si haces
las veces de guía, es menos probable que algo salga mal y aún saliendo
mal, estarás exento de responsabilidad o culpa, dado que la decisión la
tomó tu paciente.

Es habitual que tu paciente te pida que le digas lo que tiene que hacer
ante un determinado problema o decisión, para saber cómo responderle
puedes leerte este artículo:

> > Las Preguntas más habituales que un paciente puede hacerte
antes de acudir a terapia contigo < <

El grado de directividad de la terapia

Bien es cierto que la directividad es una de las bases


fundamentales en muchas de las terapias actuales, pero al igual que
con la LIO, tanto el exceso como el defecto suelen ser perjudiciales
para la efectividad de la misma.

Si diriges en exceso, dificultarás que tu paciente aprenda a ser


más autónomo a la hora de enfrentarse y solucionar sus problemas.
Si no diriges nada la sesión, estarás privándolo de la ayuda que
necesita para resolver sus problemas. Por tanto, es realmente
importante que regules de forma adecuada el grado de
directividad que muestras durante tus terapias.

La directividad viene definida por el grado en que se dan instrucciones, se


proporciona información y retroalimentación, se hacen preguntas para
obtener información, se ofrece ayuda específica, se estructuran y delimitan
tareas, se anima a realizarlas, se desafían las ideas del paciente, etc
(Bados y García, 2011).

No obstante, el grado de directividad puede variar en función de


alguno de estos aspectos:
Error 6 | No mostrarte auténtico/a en terapia
Recuerdo que hace años le comentaba a un amigo mío que el lugar en
el que más me sentía «yo mismo» era en la consulta, haciendo
terapia. Allí me encontraba con la posibilidad de ser auténtico.

La autenticidad implica ser uno mismo/a, comunicar los propios


sentimientos y experiencias internas. Por tanto, si te muestras poco
auténtico/a, si enmascaras tus sentimientos u opiniones, si blandes
sonrisas forzadas y utilizas frases poco espontáneas o con doble
sentido, estarás alejándote claramente de la autenticidad y de ti
mismo/a.

Beck et al. (1979/1983) han señalado que un terapeuta ha de conjugar la


sinceridad con el tacto, la diplomacia y la oportunidad para no perjudicar al
cliente o a la relación terapéutica.

La clave para trabajar la autenticidad reside en saber qué decir, cómo


decirlo y en qué momento concreto hacerlo.

Si no te muestras como eres, no serás tú. Y si no eres tú, dudo que


puedas hacer un buen trabajo en la consulta. No obstante, no debes
olvidar que la espontaneidad total tampoco es adecuada.

Error 7 | Sentir lástima por tu paciente


A priori, podría parecer que la pena o la lástima hacia una persona son
sentimientos positivos, sanos e incluso adaptativos. Sin embargo, no
siempre lo son.

En uno de mis primeros casos como psicólogo, atendí a una mujer que
mostraba síntomas claramente depresivos. Después de unas semanas y de
haber avanzado bastante en la terapia, empeoró. No sabía lo que ocurría,
así que decidí invitar a su familia a terapia. Al investigar con la familia, me di
cuenta de que ésta ejercía una influencia negativa sobre la paciente.

El caso es que la paciente tenía la sensación o percibía que «daba lástima»


a sus familiares, porque estos repetían continuamente aquello de
«pobrecita», «ay, dios mío como está», etc. lo que alimentaba su idea de
que estaba mal, que seguía igual que siempre, que lo suyo no tenía
solución… Al trabajar este tipo de discursos en el entorno familiar pude
observar una clara mejora en la paciente.

Lógicamente, este no era el único factor que influía en el pronóstico de mi


paciente, pero sí que era un factor relevante en el mismo.

En consulta te encontrarás con pacientes que te cuentan cosas


realmente tristes y dolorosas y estoy seguro de que tu primera
reacción es sentir y mostrar pena o lástima por ellos. ¡Y es normal
que ocurra! pero aún así, puede que tenga consecuencias negativas
cercanas a las de la paciente que te contaba más arriba. Por eso, es
importante que desde hoy empieces a trabajar la compasión.

La compasión consiste en participar del sufrimiento del otro, es


decir, que la persona que la siente, hace todo lo posible para eliminar
o mitigar el sufrimiento del otro de una forma activa.

Como terapeuta es importante que actúes y que no te muestres pasivo


ante el sufrimiento de tu paciente, por ello, como te digo, será
fundamental que desarrolles la compasión (Gilbert, 2009):

1. Atendiendo al sufrimiento de tu(s) paciente(s).


2. Desarrolla la empatía hacia el otro entendiendo su sufrimiento.
3. Siente simpatía hacía tu paciente.
4. Potencia la compasión mediante conductas que palien su
sufrimiento.

Error 8 | Obviar la alianza terapéutica


Este error consiste, ni más ni menos, en centrarte demasiado en las
técnicas que debes usar, en la evaluación, lo que debes hacer, etc. y
obviar al paciente y/o tu relación con él.
Es habitual que, sobre todo al principio, dediques mucho tiempo a
diseñar y planificar tus sesiones (lo que resulta muy positivo, por
cierto) para sentirte más seguro/a o con una mayor sensación de
control ante la terapia. Pero precisamente, será ese intento
de controlar la situación, lo que podrá debilitar la alianza entre tu
paciente y tú.

Por tanto, en terapia, además de dominar las técnicas y herrmientas que


brinda la psicología, habrás de esforzarte por construir una buena alianza
terapéutica, ya que ésta es, sin lugar a duda, un predictor positivo del éxito
en la terapia (Keijsers, Schaap y Hoogduin, 2000).

La alianza terapéutica es un pacto implícito entre tu paciente y


tú (como terapeuta) cuya meta es lograr la consecución de
los objetivos terapéuticos. Para lograr que esta alianza terapéutica
sea adecuada es importante que tengas en cuenta estos 3 aspectos
o componentes de la alianza:

 Vínculo emocional positivo entre paciente y terapeuta.


 Acuerdo mutuo sobre las metas de la intervención.
 Acuerdo mutuo sobre las tareas terapéuticas.

Por útlimo, quiero que tengas en cuenta que la alianza terapéutica no


es algo que se establece una vez y ya está, sino que se trata de
un proceso continuo y por tanto, será fundamental que atiendas de
forma habitual a cómo se desarrolla para que puedas mantenerla,
mejorarla o repararla en caso de que se haya visto dañada.

Error 9 | Ser excesivamente subjetivo/a


Siempre me llamó la atención esa frase de «yo no creo en la
Psicología», como si la psicología fuese una cuestión de fé o una
especie de tarot del comportamiento humano. No entiendo cómo en el
año 2017 alguien puede hacer semejante alarde de ignorancia y
quedarse tan «pancho».

Dentro de la afirmación «yo no creo en la Psicología» va implícita una


creencia subjetiva que obvia totalmente la realidad objetiva de que la
Psicología es una ciencia, más o menos exacta, pero una ciencia al fin y al
cabo, y eso es innegable.
Por otra parte, un nivel subjetividad aceptable sería aquel en el que una
persona dice que la psicología no le ha resultado efectiva o en el que dice
que no le ha sido de gran ayuda, lo que a su vez es muy aceptable e
inegable.

La terapia tiene un cierto componente de arte y en ella, las


características personales del terapeuta y la subjetividad son un
componente imprescindible. Ahora bien, eso no quiere decir que la
objetividad haya de ser deslegitimada.

Es un hecho demostrado que la terapia cognitivo-conductual tiene


una alta eficacia, y pese a quien le pese, eso es así y si pones en
duda este hecho, quizás estés cayendo en la subjetividad absoluta. No
obstante, ello no quiere decir que no puedas abrazar otra corriente
o que otra sea más adecuada para ti o incluso, más efectiva. El caso
es que la TCC sí lo es, y de nuevo, eso es inegable.

En este punto, la clave reside en mantener un equilibrio aceptable y


lógico entre los hechos objetivos y tu propia visión de las cosas,
teniendo en cuenta que lo importante no es tener la razón, sino lograr
que tu paciente se sienta mejor y evolucione positivamente.

Error 10 | No tener en cuenta el momento de la terapia


«Si abres una puerta, tienes que estar seguro/a de que podrás cerrarla
después».

Esta es una frase que suelo repetir a menudo para ejemplificar


la importancia del momento de la terapia o más bien, del momento
en el que se encuentra el paciente dentro de la terapia.

Cuando hablo de «abrir una puerta» me refiero a profundizar en los


sentimientos y emociones de tu paciente. Me refiero a que si entras
en lo más profundo de la mente, en los recuerdos mejor guardados, en
los esquemas o en las creencias o valores más profundos de tu
paciente, tienes que estar seguro/a de que podrás controlar o mejor
dicho, gestionar adecuadamente dicha circunstancia.

El caso es que si no tienes en cuenta el momento en el que se


encuentra el paciente dentro de la terapia a la hora de profundizar, lo
más probable es que ocurra alguna de estas tres cosas:
1. Profundizar antes de tiempo: tu paciente se sentirá intimidado
o amenazado porque no estás siguiendo sus tiempos,
poniéndose a la defensiva y, casi con toda probabilidad,
cerrándose en banda ante cualquier pregunta que invada su
intimidad.
2. Esperar demasiado para profundizar: si esperas demasiado
es probable que tu paciente se oponga a que profundices,
principalmente porque habrá notado mejorías y no querrá abrir
aquellas puertas que le pueden hacer sentir de nuevo malestar.
3. No llegar a profundizar: en este caso tu paciente no será tan
consciente de este hecho, pero lo más probable es que se quede
con una sensación de que la terapia ha sido demasiado
superficial y por supuesto, con una sensación de que le
quedaron cosas por decir sobre sí mismo/a.

Esta es una de las habilidades terapeuticas más complejas y


además requiere de una gran experiencia para ejecurtarse
adecuadamente.

Ajustar el nivel de profundidad

La clave para ajustar el nivel de profundidad y el momento del


paciente radica, principalmente, en convertirlo en un objetivo o meta
común. Además, el hecho de hablarlo con el paciente y establecer un
acuerdo mutuo, favorecerá sobremanera la alianza terapéutica.
Este podría ser un ejemplo de cómo ajustar la profundidad:

Terapeuta: Bueno A., llegados a este punto creo que sería importante que
hablasemos de la relación que mantienes con tus padres y de los
problemas que ello te ocasiona. Se que para ti puede ser difícil o incluso
doloroso hablar sobre temas tan íntimos, pero creo que será algo
fundamental para que empieces a sentirte mejor. Te propongo que
empezamos hablando de tu madre, por ejemplo. ¡Ah! Si en algún momento
te sientes incómodo o no te ves preparado para hablar de algún tema
házmelo saber e iremos un poco más despacio.

Error 11 | Usar un lenguaje demasiado técnico


Esta es una de esas cosas que nunca he entendido: ¿por qué los
psicólogos/as usamos un lenguaje técnico con nuestros pacientes?
Lo cierto es que en la literatura (principalemente sobre la TCC) se
suele hacer mención al hecho de que el terapueta debe ir
introduciendo el «lenguaje de la psicología» en el discurso
natural del paciente en terapia con el fin de que eso potencie su
autoconomiento o su entendimiento sobre lo que le ocurre, y la verdad
es que me parece una idea genial.

No obstante, eso no significa que desde el primer momento sea


adecuado hablar a tu paciente con un lenguaje demasiado técnico. Es
más, lo más probable es que tu paciente no entienda lo que estás
diciendo.

He visitado webs en las que el psicólogo o la psicóloga describía sus


servicios usando términos como «Uso la Terapia Cognitivo Conductual»,
«sigo los principios fundamentales de Terapia Sistémica» o «Me baso en el
modelo ABC». Y encima sin explicar lo que era una cosa u otra.

La realidad es que la gente de «a pie» no sabe lo que es la TCC, ni la


Terapia Sistémica y menos aún en que consiste el Modelo ABC y es que no
tiene por qué saberlo. Los pacientes hablan en términos de «estoy
nerviosa», «me siento deprimido», «duermo mal», «necesito ayuda» o
«quiero ser más feliz».

Una de las claves para conectar con una persona consiste en


hablar «su idioma». Si no traduces los conceptos de la psicología a
términos que tu paciente pueda entender, no los entenderás y en
consecuencia puede que no mejore, que no entienda lo que tiene que
hacer, que abandone la terapia (o que directamente no vaya nunca),
que se sienta molesto… Lo que tengo claro es que no sacará nada
positivo de ello.

Error 12 | Ser demasiado rígido/a


Hay una cita célebre de Eurípides que dice que «lo esperado no
sucede, es lo inesperado lo que acontece» y desde mi punto de vista
refleja muy bien lo que ocurre en una consulta de psicología.

La idea de la perfección, la planificación desmesurada o el elevado


control de la terapia no suelen ser buenos aliados del psicólogo.
Es más, como ya dije más arriba, puede debilitar la alianza
terapéutica.
No obstante, puede que la idea de imporvisar o de no planificar
algunos aspectos de la terapia te parezca extraña, pero lo cierto es
que la flexibilidad y la improvisación son habilidades terapéuticas
útiles y extremadamente importantes en consulta.

Pero ¿por qué digo extremadamente importante? Imagina lo siguiente:

Llevas dos semanas planificando la próxima sesión con tu paciente y te has


percatado de una par de cosas sobre su comportamiento que te han dado
pistas para seguir avanzando en el proceso. Te preparas la sesión, la
estudias, piensas qué técnicas usarás… y cuando llegas a terapia tu
paciente te revela una información muy importante sobre la que no tenías
conocimiento. ¿Qué haces? ¿Sigues tu planning o por el contrario te
adaptas e improvisas?

La improvisación, usada con cautela y con medida es sin duda una de


las mejores bazas que puedes tener para tu día a día en la consulta,
dado que te dotará de flexibilidad, espontaneidad, naturalidad… y
sobre todo, se convertirá en un recurso muy práctico cuando ocurra
lo inesperado.

Por último, y parafraseando a Shakespeare, te diré que la clave de la


improvisación reside en que «las improvisaciones son mejores cuando
se las prepara«.

Error 13 | No aceptar las «derrotas» profesionales


«A veces las personas no quieren cambiar. Otras, simplemente no se
encuentran en el momento adecuado para hacerlo».

Acepta que no siempre podrás ayudar a tus pacientes a ser felices o a


sentirse mejor consigo mismos.

Acepta que eres una persona que siente y padece y que se equivoca y
no un superman o una superwoman a los que todo le sale bien.

Acepta que hay cosas que se escapan a tu control y que por mucho
que te empeñes no podrás cambiarlas.

Acepta que a veces tus métodos o técnicas fallan, que no eres un/a
profesional infalible.
Acepta que una equivocación no significa que seas un mal profesional.

Acepta tus límites.

Acepta la derrota… y lograrás una gran victoria.

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