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Los 13 Errores más comunes de un

psicólogo/a durante la Terapia

10
Mar

Contenidos
 Los 13 Errores más comunes de un psicólogo/a durante la terapia
o Error 1 | No ajustar bien la relación terapeuta-paciente
o Error 2 | Juzgar las creencias de tu paciente
o Error 3 | No practicar la escucha activa
o Error 4 | Hablar mucho (o poco) de tus cosas y de ti mismo/a
o Error 5 | Decirle a tu paciente lo que tiene que hacer
o Error 6 | No mostrarte auténtico/a en terapia
o Error 7 | Sentir lástima por tu paciente
o Error 8 | Obviar la alianza terapéutica
o Error 9 | Ser excesivamente subjetivo/a
o Error 10 | No tener en cuenta el momento de la terapia
o Error 11 | Usar un lenguaje demasiado técnico
o Error 12 | Ser demasiado rígido/a
o Error 13 | No aceptar las «derrotas» profesionales
 Conclusiones Finales sobre los Errores en Terapia
o Lectura Recomendada
¿Cuáles son los errores más comunes que puede cometer un psicólogo/a durante una
terapia? Hacer terapia es algo complejo y sobre todo al principio, cuando aún no se tiene
experiencia. Si conoces los errores más habituales que se cometen en terapia, podrás
anticiparte a ellos y a la vez, potenciar y mejorar tus habilidades terapéuticas. Descubre
en este artículo cuáles son las 13 cosas que nunca debes hacer durante una terapia.

Sobre todo al principio, cuando aún estés dando tus primeros pasos como terapeuta,
cometerás muchos errores. Algunos de ellos serán meras equivocaciones o despistes. Sin
embargo, otros serán más importantes y tendrán mucha más repercusión para ti como
profesional.

No quiero generarte miedos o que este artículo se convierta en una fuente de inseguridad. Al
contrario. Espero que este artículo sea una linterna en la oscura noche que en ocasiones es la
práctica clínica de la psicología.

Me gustaría que analizases cada uno de los errores de la guía y sobre todo, que los
reflexiones y veas si estás cometiendo alguno de ellos, porque sin duda, éstos son los errores
más comunes que un psicólogo puede cometer durante la terapia.

Recuerda, ¡no te sientas mal o con inseguridad si cometes estos errores! Aprende de ellos y
estoy seguro de que te convertirás en un/a terapeuta realmente excepcional.

Los 13 Errores más comunes de un psicólogo/a durante la


terapia
Estos errores son los que, a lo largo de mis años de experiencia, he visto que se repiten más a
menudo entre los psicólogos/as. No obstante, tanto si acabas de sumergirte en el mundo de
la terapia como si llevas años ejerciendo, este artículo te podrá resultar muy útil para conocer
y enfrentarte a los errores más comunes que un psicólogo/a puede cometer durante la terapia.

Error 1 | No ajustar bien la relación terapeuta-paciente

La relación entre un psicólogo/a y su paciente es un aspecto fundamental de cara a la terapia.


Establecida de una forma correcta, esta relación, así como las características del terapeuta,
pueden favorecer mucho el efecto de la terapia. No obstante, la personalidad del terapeuta
no actuaría por sí sola en el éxito de la terapia, sino que actuaría con el resto de los factores de
la terapia (Pharees, 1997).

La Línea de Implicación Óptima (LIO)

Es importante tener en cuenta que para lograr que dicha relación sea potenciadora necesita
establecerse de una forma adecuada. Para ello, es fundamental mantenerse en lo que he
denominado «La Línea de Implicación Óptima».

La Línea de Implicación Óptima es un espacio imaginado en el que la relación de


implicación entre tu paciente y tú es óptima para la efectividad de la terapia. Al traspasar
dicha línea (hacia una mayor o menor implicación ) se corre el riesgo de estropear dicha
relación. Además, cuanta mayor distancia, mayores serán esos riesgos.

Éste es un ejemplo gráfico que he elaborado para explicar mejor la LIO.

Por tanto, el error que puedes cometer en este primer punto es rebasar la línea hacia un lado o
hacia otro, dando lugar a dos posibilidades, con sus respectivas consecuencias.

Implicarte mucho con tu paciente

Se trata de establecer una relación terapeuta – paciente demasiado cercana y con un alto nivel
de implicación emocional. Y por supuesto, no se trata de que el paciente no te importe, sino
de que te importe demasiado.

Con esto no quiero decir que no se pueda abrazar a un paciente en un momento determinado o
que no seas cercano/a, sino que recuerdes que la vuestra es una relación profesional, y para
que funcione, han de marcarse unos límites.

En caso de que esta relación sea demasiado estrecha, podrían aparecer, además de la pérdida
de efectividad de la terapia, algunas de estas consecuencias:

 Subjetividad: Perderás objetividad en todos los aspectos.


 Transferencia: Te afectará demasiado lo que le pase a tu paciente y te llevarás sus
problemas a tu casa.
 Protección: Evitarás decir o hacer cosas que le puedan hacer daño.
 Difuminación: Perderás directividad y los roles de terapeuta y paciente se
difuminarán.
 Cuestionamiento: Es más que probable que tu paciente empiece a cuestionar tus
decisiones o pautas.

Mostrarte muy distante con tu paciente


En el lado contrario se encuentra la baja implicación emocional, o lo que es lo mismo, una
relación entre terapeuta y paciente demasiado distante.

Si la implicación demasiado alta podía suponer un problema, la distancia emocional hacia tu


paciente le mostrará y le dejará claro que no te importa en absoluto. En la terapia, la
intimidad, la sensibilidad o la calidez son aspectos fundamentales y si careces de ellos ten
por seguro que tu paciente acabará por abandonar la terapia.

Uno de los principales factores que diferencian a los terapeutas exitosos de los que no lo son
es su interés en las personas y su compromiso con el paciente (Swenson, 1971).

Error 2 | Juzgar las creencias de tu paciente

No hace mucho tiempo, durante una clase sobre habilidades de terapia, dos alumnos
realizaban un role-playing en el que uno de ellos hacia de terapeuta y el otro de paciente. El
que hacia de psicólogo tenía que gestionar una situación en la que el paciente manifestaba
creencias y pensamientos claramente racistas y xenófobos con los que parecía sentirse muy a
gusto. El terapeuta se paso toda la práctica trabajando dicha creencia.

Al acabar, me preguntó que tal lo había hecho y le respondí que muy bien en cuanto a la
ejecución, pero que los psicólogos no somos quién para juzgar si lo que piensan nuestros
pacientes está bien o mal. No obstante, esto no implica que no puedas ayudarlo a reflexionar
sobre los pros y los contras o sobre las consecuencias que puedan acarrear.

El trabajo de un psicólogo/a consiste en ayudar a su paciente a trabajar aquellos pensamientos,


conductas o emociones que le hagan sufrir o le generen un gran malestar, no en cambiar
aquellos pensamientos, conductas o emociones que nosotros/as, como terapeutas,
consideremos que son equivocados.

Esta es una pequeña prueba a la que expongo siempre a mis alumnos/as para que comprueben
la importancia de aceptar los pensamientos de los pacientes sin poner por delante lo que
nosotros pensamos o creemos acerca de ello.

Los principales componentes de la aceptación incondicional (Bados y García, 2011) hacia


los pacientes son estos:

 Compromiso hacia el paciente: se trata de que dediques tu tiempo, tus habilidades y


tus esfuerzos a comprender y ayudar a tu paciente.
 Esfuerzo por comprender: escuchar, preguntar o interesarte por tu paciente para
entender su punto de vista.
 Actitud no valorativa: consiste en que el paciente perciba que se le acepta
incondicionalmente como persona, sin emitir juicios de valor sobre sus pensamientos,
sentimientos o conductas.

*¿Tú qué opinas lector/a?: ¿Ayudarías a tu paciente a sentirse mejor aún a sabiendas de
que no compartes para nada sus creencias o pondrías tus creencias por delante y decidirías
no ayudarle? Estaré encantado de que respondas al final del artículo, en la sección de

comentarios. Gracias
Aceptar a tu paciente como es no significa que tú tengas que aprobar sus pensamiento,
sentimientos o comportamientos. Recuerda que esto no significa que no puedas hacer
reflexionar a tu paciente sobre los pros y contras y consecuencias personales y sociales de
los mismos.

Error 3 | No practicar la escucha activa

Cuantas veces en mi vida habré oído (seguro que tú también) aquello de «yo valdría para ser
psicólogo/a porque sé escuchar muy bien»… cientos o quizás miles. El caso es que, como
todo mito, una pequeña parte es verdad.

Y la verdad es que no basta con saber escuchar para ser terapeuta, pero sí que es
fundamental dominar la escucha activa.

Si no escuchas lo que te dice tu paciente, malamente podrás saber lo que le pasa, por qué le
pasa o cómo ayudarle. Por eso, será fundamental que:

 Prestes atención e interés a lo que el paciente te está comunicando tanto a nivel


verbal y no verbal como actitudinal.
 Proceses la información y separes lo importante de lo que no lo es.
 No oigas lo que quieres oír, sino lo que el paciente intenta decir.
 Devuelvas respuestas de escucha tanto verbales como no verbales para que el
paciente sepa que lo has escuchado activamente.

También existen unas habilidades de escucha mucho más complejas y que habrás de
dominar tarde o temprano. Son estas:

 Clarificación: cuando le pides a tu paciente que te aclare el significado de un mensaje


vago o implícito.
 Síntesis: consiste en que resumas la sesión mediante el uso de la paráfrasis y/o el
reflejo.
 Paráfrasis: resumir o recapitular de forma organizada el mensaje de tu paciente.
 Reflejo: cuando expresas los sentimientos implícitos y explícitos de tu paciente.

Error 4 | Hablar mucho (o poco) de tus cosas y de ti mismo/a

El tema de las autorrevelaciones es uno de los más controvertidos dentro de la psicología.


«¿Le digo a mi paciente cosas sobre mí o evito cualquier tipo de información?«.

Recuerdo que en la carrera siempre nos decían que hablar sobre nosotros o revelar
cualquier tipo de información sobre nuestra vida era contraproducente para la terapia y
que ante la insistencia del paciente debíamos responder remarcando la importancia de hablar
de él/ella y no de nosotros.

Hoy día, y dada mi experiencia profesional, pienso muy diferente.

Para lograr que una persona se abra y se de a conocer de una forma sincera y transparente es
fundamental que tú hagas los mismo, porque de lo contrario se generará una situación de
desequilibro de confianza y en consecuencia, una baja implicación emocional.
No obstante, si hablas demasiado sobre ti estarás cometiendo un grave error, porque la
terapia es de tu paciente, no para ti y por tanto, no es un lugar para que hables de ti mismo/a o
de tus problemas. Las autorrevelaciones deben ser un ofrecimiento controlado de
información.

Un estudio experimental de Barret y Berman en 2001, reveló que los pacientes en la


condición de mayor autorrevelación del terapeuta mejoraron más, al menos a corto plazo, e
informaron de un mayor agrado hacia el terapeuta que los pacientes que estaban en la
condición de autorrevelación limitada.

Además, las autorrevelaciones tendrán estos efectos positivos sobre la terapia:

 Lograrás autorrevelaciones recíprocas por parte de tu paciente.


 Aumentará la confianza de tu paciente hacia ti.
 Serás visto de un modo más cálido y cercano.
 Mejorará la efectividad de la terapia.

¿Qué se puede revelar durante la terapia?

 Hablar sobre tu experiencia profesional.


 Tu edad, estado civil o número de hijos.
 Cómo has manejado ciertos problemas y opiniones.
 Sentimientos positivos respecto a tu paciente.
 Lo que sucede en la terapia.
 Sentimientos negativos (con menor frecuencia).
 Información sobre tus creencias religiosas o sexuales (con menor frecuencia).

Error 5 | Decirle a tu paciente lo que tiene que hacer

Sin duda, este es uno de los errores más comunes que un psicólogo puede cometer en
terapia y además, es una de las habilidades terapéuticas que me resultan más interesantes.

El error habitual que suelen cometer los y las profesionales de la psicología cuando empiezan
a hacer terapia es llevar al paciente por un camino determinado, sin tener en cuenta sus
decisiones. Es decir, decirle al paciente lo que tiene que hacer.

La clave fundamental es que guíes a tu paciente hacia el camino que él/ella quiera seguir.

Si le dices a tu paciente lo que tiene que hacer y no sale bien, corres el riesgo de que te eche la
culpa de que haya salido mal. En cambio, si haces las veces de guía, es menos probable que
algo salga mal y aún saliendo mal, estarás exento de responsabilidad o culpa, dado que la
decisión la tomó tu paciente.

Es habitual que tu paciente te pida que le digas lo que tiene que hacer ante un
determinado problema o decisión, para saber cómo responderle puedes leerte este artículo:

> > Las Preguntas más habituales que un paciente puede hacerte antes de acudir a terapia
contigo < <

El grado de directividad de la terapia


Bien es cierto que la directividad es una de las bases fundamentales en muchas de las
terapias actuales, pero al igual que con la LIO, tanto el exceso como el defecto suelen ser
perjudiciales para la efectividad de la misma.

Si diriges en exceso, dificultarás que tu paciente aprenda a ser más autónomo a la hora de
enfrentarse y solucionar sus problemas. Si no diriges nada la sesión, estarás privándolo de
la ayuda que necesita para resolver sus problemas. Por tanto, es realmente importante que
regules de forma adecuada el grado de directividad que muestras durante tus terapias.

La directividad viene definida por el grado en que se dan instrucciones, se proporciona


información y retroalimentación, se hacen preguntas para obtener información, se ofrece
ayuda específica, se estructuran y delimitan tareas, se anima a realizarlas, se desafían las ideas
del paciente, etc (Bados y García, 2011).

No obstante, el grado de directividad puede variar en función de alguno de estos aspectos:

Error 6 | No mostrarte auténtico/a en terapia

Recuerdo que hace años le comentaba a un amigo mío que el lugar en el que más me sentía
«yo mismo» era en la consulta, haciendo terapia. Allí me encontraba con la posibilidad de ser
auténtico.

La autenticidad implica ser uno mismo/a, comunicar los propios sentimientos y


experiencias internas. Por tanto, si te muestras poco auténtico/a, si enmascaras tus
sentimientos u opiniones, si blandes sonrisas forzadas y utilizas frases poco espontáneas o con
doble sentido, estarás alejándote claramente de la autenticidad y de ti mismo/a.

Beck et al. (1979/1983) han señalado que un terapeuta ha de conjugar la sinceridad con el
tacto, la diplomacia y la oportunidad para no perjudicar al cliente o a la relación terapéutica.

La clave para trabajar la autenticidad reside en saber qué decir, cómo decirlo y en qué
momento concreto hacerlo.

Si no te muestras como eres, no serás tú. Y si no eres tú, dudo que puedas hacer un buen
trabajo en la consulta. No obstante, no debes olvidar que la espontaneidad total tampoco es
adecuada.

Error 7 | Sentir lástima por tu paciente


A priori, podría parecer que la pena o la lástima hacia una persona son sentimientos positivos,
sanos e incluso adaptativos. Sin embargo, no siempre lo son.

En uno de mis primeros casos como psicólogo, atendí a una mujer que mostraba síntomas
claramente depresivos. Después de unas semanas y de haber avanzado bastante en la
terapia, empeoró. No sabía lo que ocurría, así que decidí invitar a su familia a terapia. Al
investigar con la familia, me di cuenta de que ésta ejercía una influencia negativa sobre la
paciente.

El caso es que la paciente tenía la sensación o percibía que «daba lástima» a sus familiares,
porque estos repetían continuamente aquello de «pobrecita», «ay, dios mío como está», etc.
lo que alimentaba su idea de que estaba mal, que seguía igual que siempre, que lo suyo no
tenía solución… Al trabajar este tipo de discursos en el entorno familiar pude observar una
clara mejora en la paciente.

Lógicamente, este no era el único factor que influía en el pronóstico de mi paciente, pero sí
que era un factor relevante en el mismo.

En consulta te encontrarás con pacientes que te cuentan cosas realmente tristes y dolorosas y
estoy seguro de que tu primera reacción es sentir y mostrar pena o lástima por ellos. ¡Y
es normal que ocurra! pero aún así, puede que tenga consecuencias negativas cercanas a las de
la paciente que te contaba más arriba. Por eso, es importante que desde hoy empieces a
trabajar la compasión.

La compasión consiste en participar del sufrimiento del otro, es decir, que la persona que
la siente, hace todo lo posible para eliminar o mitigar el sufrimiento del otro de una forma
activa.

Como terapeuta es importante que actúes y que no te muestres pasivo ante el sufrimiento de tu
paciente, por ello, como te digo, será fundamental que desarrolles la compasión (Gilbert,
2009):

1. Atendiendo al sufrimiento de tu(s) paciente(s).


2. Desarrolla la empatía hacia el otro entendiendo su sufrimiento.
3. Siente simpatía hacía tu paciente.
4. Potencia la compasión mediante conductas que palien su sufrimiento.

Error 8 | Obviar la alianza terapéutica

Este error consiste, ni más ni menos, en centrarte demasiado en las técnicas que debes usar,
en la evaluación, lo que debes hacer, etc. y obviar al paciente y/o tu relación con él.

Es habitual que, sobre todo al principio, dediques mucho tiempo a diseñar y planificar tus
sesiones (lo que resulta muy positivo, por cierto) para sentirte más seguro/a o con una
mayor sensación de control ante la terapia. Pero precisamente, será ese intento de controlar
la situación, lo que podrá debilitar la alianza entre tu paciente y tú.

Por tanto, en terapia, además de dominar las técnicas y herrmientas que brinda la psicología,
habrás de esforzarte por construir una buena alianza terapéutica, ya que ésta es, sin lugar a
duda, un predictor positivo del éxito en la terapia (Keijsers, Schaap y Hoogduin, 2000).
La alianza terapéutica es un pacto implícito entre tu paciente y tú (como terapeuta) cuya
meta es lograr la consecución de los objetivos terapéuticos. Para lograr que esta alianza
terapéutica sea adecuada es importante que tengas en cuenta estos 3 aspectos o componentes
de la alianza:

 Vínculo emocional positivo entre paciente y terapeuta.


 Acuerdo mutuo sobre las metas de la intervención.
 Acuerdo mutuo sobre las tareas terapéuticas.

Por útlimo, quiero que tengas en cuenta que la alianza terapéutica no es algo que se establece
una vez y ya está, sino que se trata de un proceso continuo y por tanto, será fundamental que
atiendas de forma habitual a cómo se desarrolla para que puedas mantenerla, mejorarla o
repararla en caso de que se haya visto dañada.

Error 9 | Ser excesivamente subjetivo/a

Siempre me llamó la atención esa frase de «yo no creo en la Psicología», como si la


psicología fuese una cuestión de fé o una especie de tarot del comportamiento humano. No
entiendo cómo en el año 2017 alguien puede hacer semejante alarde de ignorancia y quedarse
tan «pancho».

Dentro de la afirmación «yo no creo en la Psicología» va implícita una creencia subjetiva que
obvia totalmente la realidad objetiva de que la Psicología es una ciencia, más o menos exacta,
pero una ciencia al fin y al cabo, y eso es innegable.

Por otra parte, un nivel subjetividad aceptable sería aquel en el que una persona dice que la
psicología no le ha resultado efectiva o en el que dice que no le ha sido de gran ayuda, lo que
a su vez es muy aceptable e inegable.

La terapia tiene un cierto componente de arte y en ella, las características personales del
terapeuta y la subjetividad son un componente imprescindible. Ahora bien, eso no quiere decir
que la objetividad haya de ser deslegitimada.

Es un hecho demostrado que la terapia cognitivo-conductual tiene una alta eficacia, y pese
a quien le pese, eso es así y si pones en duda este hecho, quizás estés cayendo en la
subjetividad absoluta. No obstante, ello no quiere decir que no puedas abrazar otra
corriente o que otra sea más adecuada para ti o incluso, más efectiva. El caso es que la
TCC sí lo es, y de nuevo, eso es inegable.

En este punto, la clave reside en mantener un equilibrio aceptable y lógico entre los hechos
objetivos y tu propia visión de las cosas, teniendo en cuenta que lo importante no es tener la
razón, sino lograr que tu paciente se sienta mejor y evolucione positivamente.

Error 10 | No tener en cuenta el momento de la terapia

«Si abres una puerta, tienes que estar seguro/a de que podrás cerrarla después».

Esta es una frase que suelo repetir a menudo para ejemplificar la importancia del momento
de la terapia o más bien, del momento en el que se encuentra el paciente dentro de la
terapia.
Cuando hablo de «abrir una puerta» me refiero a profundizar en los sentimientos y
emociones de tu paciente. Me refiero a que si entras en lo más profundo de la mente, en los
recuerdos mejor guardados, en los esquemas o en las creencias o valores más profundos de tu
paciente, tienes que estar seguro/a de que podrás controlar o mejor dicho, gestionar
adecuadamente dicha circunstancia.

El caso es que si no tienes en cuenta el momento en el que se encuentra el paciente dentro de


la terapia a la hora de profundizar, lo más probable es que ocurra alguna de estas tres cosas:

1. Profundizar antes de tiempo: tu paciente se sentirá intimidado o amenazado porque


no estás siguiendo sus tiempos, poniéndose a la defensiva y, casi con toda
probabilidad, cerrándose en banda ante cualquier pregunta que invada su intimidad.
2. Esperar demasiado para profundizar: si esperas demasiado es probable que tu
paciente se oponga a que profundices, principalmente porque habrá notado mejorías y
no querrá abrir aquellas puertas que le pueden hacer sentir de nuevo malestar.
3. No llegar a profundizar: en este caso tu paciente no será tan consciente de este
hecho, pero lo más probable es que se quede con una sensación de que la terapia ha
sido demasiado superficial y por supuesto, con una sensación de que le quedaron cosas
por decir sobre sí mismo/a.

Esta es una de las habilidades terapeuticas más complejas y además requiere de una gran
experiencia para ejecurtarse adecuadamente.

Ajustar el nivel de profundidad

La clave para ajustar el nivel de profundidad y el momento del paciente radica,


principalmente, en convertirlo en un objetivo o meta común. Además, el hecho de hablarlo
con el paciente y establecer un acuerdo mutuo, favorecerá sobremanera la alianza
terapéutica. Este podría ser un ejemplo de cómo ajustar la profundidad:

Terapeuta: Bueno A., llegados a este punto creo que sería importante que hablasemos de la
relación que mantienes con tus padres y de los problemas que ello te ocasiona. Se que para ti
puede ser difícil o incluso doloroso hablar sobre temas tan íntimos, pero creo que será algo
fundamental para que empieces a sentirte mejor. Te propongo que empezamos hablando de
tu madre, por ejemplo. ¡Ah! Si en algún momento te sientes incómodo o no te ves preparado
para hablar de algún tema házmelo saber e iremos un poco más despacio.

Error 11 | Usar un lenguaje demasiado técnico

Esta es una de esas cosas que nunca he entendido: ¿por qué los psicólogos/as usamos un
lenguaje técnico con nuestros pacientes?

Lo cierto es que en la literatura (principalemente sobre la TCC) se suele hacer mención al


hecho de que el terapueta debe ir introduciendo el «lenguaje de la psicología» en el
discurso natural del paciente en terapia con el fin de que eso potencie su autoconomiento o
su entendimiento sobre lo que le ocurre, y la verdad es que me parece una idea genial.

No obstante, eso no significa que desde el primer momento sea adecuado hablar a tu paciente
con un lenguaje demasiado técnico. Es más, lo más probable es que tu paciente no entienda
lo que estás diciendo.
He visitado webs en las que el psicólogo o la psicóloga describía sus servicios usando
términos como «Uso la Terapia Cognitivo Conductual», «sigo los principios fundamentales
de Terapia Sistémica» o «Me baso en el modelo ABC». Y encima sin explicar lo que era una
cosa u otra.

La realidad es que la gente de «a pie» no sabe lo que es la TCC, ni la Terapia Sistémica y


menos aún en que consiste el Modelo ABC y es que no tiene por qué saberlo. Los pacientes
hablan en términos de «estoy nerviosa», «me siento deprimido», «duermo mal», «necesito
ayuda» o «quiero ser más feliz».

Una de las claves para conectar con una persona consiste en hablar «su idioma». Si no
traduces los conceptos de la psicología a términos que tu paciente pueda entender, no los
entenderás y en consecuencia puede que no mejore, que no entienda lo que tiene que hacer,
que abandone la terapia (o que directamente no vaya nunca), que se sienta molesto… Lo que
tengo claro es que no sacará nada positivo de ello.

Error 12 | Ser demasiado rígido/a

Hay una cita célebre de Eurípides que dice que «lo esperado no sucede, es lo inesperado lo
que acontece» y desde mi punto de vista refleja muy bien lo que ocurre en una consulta de
psicología.

La idea de la perfección, la planificación desmesurada o el elevado control de la terapia


no suelen ser buenos aliados del psicólogo. Es más, como ya dije más arriba, puede debilitar
la alianza terapéutica.

No obstante, puede que la idea de imporvisar o de no planificar algunos aspectos de la terapia


te parezca extraña, pero lo cierto es que la flexibilidad y la improvisación son habilidades
terapéuticas útiles y extremadamente importantes en consulta.

Pero ¿por qué digo extremadamente importante? Imagina lo siguiente:

Llevas dos semanas planificando la próxima sesión con tu paciente y te has percatado de una
par de cosas sobre su comportamiento que te han dado pistas para seguir avanzando en el
proceso. Te preparas la sesión, la estudias, piensas qué técnicas usarás… y cuando llegas a
terapia tu paciente te revela una información muy importante sobre la que no tenías
conocimiento. ¿Qué haces? ¿Sigues tu planning o por el contrario te adaptas e improvisas?

La improvisación, usada con cautela y con medida es sin duda una de las mejores bazas que
puedes tener para tu día a día en la consulta, dado que te dotará de flexibilidad, espontaneidad,
naturalidad… y sobre todo, se convertirá en un recurso muy práctico cuando ocurra lo
inesperado.

Por último, y parafraseando a Shakespeare, te diré que la clave de la improvisación reside


en que «las improvisaciones son mejores cuando se las prepara«.

Error 13 | No aceptar las «derrotas» profesionales

«A veces las personas no quieren cambiar. Otras, simplemente no se encuentran en el


momento adecuado para hacerlo».
Acepta que no siempre podrás ayudar a tus pacientes a ser felices o a sentirse mejor consigo
mismos.

Acepta que eres una persona que siente y padece y que se equivoca y no un superman o una
superwoman a los que todo le sale bien.

Acepta que hay cosas que se escapan a tu control y que por mucho que te empeñes no podrás
cambiarlas.

Acepta que a veces tus métodos o técnicas fallan, que no eres un/a profesional infalible.

Acepta que una equivocación no significa que seas un mal profesional.

Acepta tus límites.

Acepta la derrota… y lograrás una gran victoria.

Conclusiones Finales sobre los Errores en Terapia


Espero que este artículo te haya sido de utilidad y hayas aprendido o hayas sido consciente de
los errores más comunes que se pueden cometer en una terapia.

Como habrás podido observar, la mayor parte de las habilidades de terapia consisten en
mantener un equilibrio lógico entre dos polos opuestos: no implicarte mucho ni poco, no
ser rígido o flexible en exceso, adecuar la subjetividad y la objetividad, gestionar bien los
tiempos para no actuar antes o después de tiempo… En resumidas cuentas, se trata de que no
cometas excesos y verás como a medida que ganes experiencia, tú mism/a irás ajustando ese
equilibrio hasta un punto en el que te sientas cómodo/a y en el que tu paciente obtenga los
mejores resultados.

¿Tienes alguna duda o sugerencia o hay alguna pregunta que no haya incluido en este
artículo y no entiendes cómo se me ha podido olvidar? Déjame un comentario en este
mismo post y te prometo que te responderé cuanto antes.

Si te ha gustado esta artículo te agradecería que lo compartieras en las redes sociales con tus

colegas psicólog@s. Gracias de antemano

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