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Registro: 2019463
Materia(s): Civil
Página: 2700
La filiación es el vínculo jurídico que une a dos personas, a las que se les atribuye el carácter
de padre o madre e hijo, entre quienes surge una serie de derechos y obligaciones recíprocos,
que pueden tener su origen tanto en un hecho biológico, como en un acto jurídico
(consanguínea y civil). Luego, si se parte de esa base, el acta de nacimiento implica un acto
jurídico de reconocimiento de hijo, en el que se establecen, entre otros datos, el nombre del
padre y/o madre, y del registrado, en donde surge el vínculo de filiación entre ellos. De esta
manera, la nulidad o rectificación del acta de nacimiento únicamente compete a las personas
mencionadas en ella, de conformidad con el artículo 136 del Código Civil para el Distrito
Federal, aplicable para la Ciudad de México; por tanto, una persona que aduce no ser
hermano o medio hermano de otra que fue registrada y reconocida por su padre, no puede
pretender la nulidad, la rectificación o la anotación en el acta de nacimiento, porque los únicos
facultados para solicitarlo son quienes intervienen en dicho acto. De lo contrario, se estarían
violentando derechos fundamentales a la identidad, nombre y dignidad humana de terceras
personas, así como la no discriminación e igualdad entre los hijos.
Amparo directo 519/2018. Mario Trujillo Rico. 22 de agosto de 2018. Unanimidad de votos.
Ponente: Paula María García Villegas Sánchez Cordero. Secretaria: Cinthia Monserrat Ortega
Mondragón.
Esta tesis se publicó el viernes 08 de marzo de 2019 a las 10:11 horas en el Semanario
Judicial de la Federación.
Registro: 2018529
Materia(s): Civil
Página: 960
Durante largo tiempo no existieron medios de prueba para acreditar plena y directamente el
hecho biológico de la paternidad, lo que dio origen a la presunción de paternidad legítima
expresada en el aforismo Pater is est quem nuptiae demonstrant (padre es quien las nupcias
demuestran). Esta presunción se basa en la máxima de la experiencia según la cual las
obligaciones de débito y fidelidad conyugal ordinariamente son cumplidas, lo que permite
suponer que los hijos de la esposa concebidos dentro del matrimonio o con proximidad a él
también son hijos del marido. Mientras subsistió la incapacidad para demostrar empíricamente
la filiación paterna, el derecho familiar restringió al marido la posibilidad de contradecir la
presunción de paternidad, pues para ello debía acreditar hechos limitativamente enunciados
en la ley. En este sentido, en los artículos 325 y 326 del Código Civil para el Distrito Federal,
en Materia Común y para toda la República en Materia Federal, expedido en 1928 y vigente a
partir de 1932 (aplicable actualmente para la Ciudad de México), se implementó un sistema de
supuestos limitados que podía aducir el marido para desvirtuar indirectamente la presunción
de paternidad; a saber: i. La imposibilidad física del esposo para copular durante la época de
la concepción; ii. La inexistencia de coito conyugal durante ese periodo; o, iii. El ocultamiento
del nacimiento al marido, con el fin de disimular un adulterio. En el origen de los preceptos
citados, se justificaba la instauración del sistema cerrado de impugnación de la paternidad,
pues un sistema de indagación abierta sólo habría socavado la estabilidad de la familia, sin
una expectativa razonable de descubrir la verdad material de los hechos. Actualmente, se ha
superado el estado de oscuridad sobre la investigación de la paternidad, como lo reconoció el
legislador capitalino en la reforma publicada el 25 de mayo de 2000, en la que se modificó el
artículo 325 invocado, relativo a las pruebas que pueden ofrecerse para desvirtuar la
presunción de paternidad de los hijos nacidos dentro de matrimonio, precepto al que se
agregó: "...así como aquellas (pruebas) que el avance de los conocimientos científicos pudiere
ofrecer.". Como se colige de la exposición de motivos de la reforma, este agregado tuvo por
objeto adecuar la regulación sobre el cuestionamiento de la paternidad biológica al avance de
la ciencia genómica, que en la actualidad permite determinar directamente y con un alto grado
de fiabilidad la vinculación o desvinculación filial entre dos personas. En tal virtud, los artículos
325 y 326 del Código Civil local ya no pueden entenderse como una enunciación cerrada de
indicios admisibles para desvirtuar indirectamente la presunción de paternidad. Antes bien, a
partir de la reforma señalada, debe considerarse que el actor, incluso, puede prescindir de las
vías de demostración indirectas mencionadas y aportar la prueba pericial científica en materia
de genética, como un medio de convicción más apto para acreditar la desvinculación filial en
la que se sustenta la acción de desconocimiento de paternidad.
Esta tesis se publicó el viernes 07 de diciembre de 2018 a las 10:19 horas en el Semanario
Judicial de la Federación.
Materia(s): Civil
Página: 2431
Registro: 171645
Materia(s): Civil
Tesis: I.8o.C.279 C
Página: 1798
Registro: 174151
Tesis: II.3o.C.68 C
Página: 1336
En aquellos casos en los que se plantea la nulidad de un acta de nacimiento sobre la base de
que el accionante no es padre biológico del menor, es menester atender a dos aspectos
fundamentales: a) Las actas del Registro Civil son de carácter público y sólo procede su
nulidad en casos excepcionales; ello es así, pues el Registro Civil es una institución de
carácter público y de interés social, de manera que el Estado tiene interés en que la
rectificación sólo se haga por vicios formales o sustanciales que son los casos de excepción,
en cuyo último supuesto se encuentra el consentimiento o la voluntad de quien acude ante el
oficial del Registro Civil a registrar a un menor, lo que constituye una presunción legal y
vehemente que prevalece, salvo prueba en contrario; por lo que para invalidar el acta de
nacimiento es preciso demostrar la existencia de algún vicio en ese aspecto sustancial.
Además, esa manifestación de voluntad genera la posesión de estado en favor del menor, por
ser tratado como hijo, por él y sus parientes, así como por la sociedad, ya que el nombre y el
apellido del padre, conforme al acta de nacimiento, es usada a partir del registro, salvo prueba
en contrario. Así, la circunstancia de que una persona se presente a registrar al menor, con el
conocimiento previo de que no es su hijo biológico, implica una conducta dolosa de la cual no
se puede prevaler para hacer prosperar posteriormente la nulidad del acta de nacimiento, de
conformidad con los artículos 1799 y 1806 del Código Civil del Estado de Hidalgo; b) El
segundo aspecto concierne a los derechos que le asisten al niño, conforme a las
disposiciones que regulan su interés superior, considerando que goza de un estatus de hijo de
padre y madre, llevando sus apellidos y recibiendo alimentos, con lo que queda demostrada la
posesión de estado de hijo, cuya circunstancia no sólo tiene efectos jurídicos derivados del
reconocimiento, sino que también incide en la psique del menor y en su relación a nivel
sociedad. En efecto, de conformidad con el principio del interés superior del niño, consagrado
como un derecho fundamental en el artículo 4o. constitucional y en la Convención sobre los
Derechos del Niño y la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes, deriva el derecho a la identidad, que implica no sólo tener nombre y apellido
otorgados por quienes manifiestan ante el Registro Civil su voluntad de registrar al infante,
sino también el derecho a vivir en familia, derivado de esa relación filial creada con el
reconocimiento que produce consecuencias jurídicas en la participación del menor ante la
sociedad y en las actividades o áreas en donde se requiera su identificación de estado civil, de
manera que la nulidad del acta de nacimiento tampoco puede depender de la relación que
guarden las partes, pues ello implicaría anteponer un elemento subjetivo, como es la relación
afectiva entre los que registraron al menor, sobre una declaración ante el Estado, de carácter
objetivo.
Amparo directo 940/2005. 14 de febrero de 2006. Unanimidad de votos. Ponente: Juan Carlos
Ortega Castro. Secretaria: Cleotilde Ayala Sandoval.
Registro: 2019463
Materia(s): Civil
Página: 2700
La filiación es el vínculo jurídico que une a dos personas, a las que se les atribuye el carácter
de padre o madre e hijo, entre quienes surge una serie de derechos y obligaciones recíprocos,
que pueden tener su origen tanto en un hecho biológico, como en un acto jurídico
(consanguínea y civil). Luego, si se parte de esa base, el acta de nacimiento implica un acto
jurídico de reconocimiento de hijo, en el que se establecen, entre otros datos, el nombre del
padre y/o madre, y del registrado, en donde surge el vínculo de filiación entre ellos. De esta
manera, la nulidad o rectificación del acta de nacimiento únicamente compete a las personas
mencionadas en ella, de conformidad con el artículo 136 del Código Civil para el Distrito
Federal, aplicable para la Ciudad de México; por tanto, una persona que aduce no ser
hermano o medio hermano de otra que fue registrada y reconocida por su padre, no puede
pretender la nulidad, la rectificación o la anotación en el acta de nacimiento, porque los únicos
facultados para solicitarlo son quienes intervienen en dicho acto. De lo contrario, se estarían
violentando derechos fundamentales a la identidad, nombre y dignidad humana de terceras
personas, así como la no discriminación e igualdad entre los hijos.
Amparo directo 519/2018. Mario Trujillo Rico. 22 de agosto de 2018. Unanimidad de votos.
Ponente: Paula María García Villegas Sánchez Cordero. Secretaria: Cinthia Monserrat Ortega
Mondragón.
Esta tesis se publicó el viernes 08 de marzo de 2019 a las 10:11 horas en el Semanario
Judicial de la Federación.
Registro: 2018529
Materia(s): Civil
Página: 960
Durante largo tiempo no existieron medios de prueba para acreditar plena y directamente el
hecho biológico de la paternidad, lo que dio origen a la presunción de paternidad legítima
expresada en el aforismo Pater is est quem nuptiae demonstrant (padre es quien las nupcias
demuestran). Esta presunción se basa en la máxima de la experiencia según la cual las
obligaciones de débito y fidelidad conyugal ordinariamente son cumplidas, lo que permite
suponer que los hijos de la esposa concebidos dentro del matrimonio o con proximidad a él
también son hijos del marido. Mientras subsistió la incapacidad para demostrar empíricamente
la filiación paterna, el derecho familiar restringió al marido la posibilidad de contradecir la
presunción de paternidad, pues para ello debía acreditar hechos limitativamente enunciados
en la ley. En este sentido, en los artículos 325 y 326 del Código Civil para el Distrito Federal,
en Materia Común y para toda la República en Materia Federal, expedido en 1928 y vigente a
partir de 1932 (aplicable actualmente para la Ciudad de México), se implementó un sistema de
supuestos limitados que podía aducir el marido para desvirtuar indirectamente la presunción
de paternidad; a saber: i. La imposibilidad física del esposo para copular durante la época de
la concepción; ii. La inexistencia de coito conyugal durante ese periodo; o, iii. El ocultamiento
del nacimiento al marido, con el fin de disimular un adulterio. En el origen de los preceptos
citados, se justificaba la instauración del sistema cerrado de impugnación de la paternidad,
pues un sistema de indagación abierta sólo habría socavado la estabilidad de la familia, sin
una expectativa razonable de descubrir la verdad material de los hechos. Actualmente, se ha
superado el estado de oscuridad sobre la investigación de la paternidad, como lo reconoció el
legislador capitalino en la reforma publicada el 25 de mayo de 2000, en la que se modificó el
artículo 325 invocado, relativo a las pruebas que pueden ofrecerse para desvirtuar la
presunción de paternidad de los hijos nacidos dentro de matrimonio, precepto al que se
agregó: "...así como aquellas (pruebas) que el avance de los conocimientos científicos pudiere
ofrecer.". Como se colige de la exposición de motivos de la reforma, este agregado tuvo por
objeto adecuar la regulación sobre el cuestionamiento de la paternidad biológica al avance de
la ciencia genómica, que en la actualidad permite determinar directamente y con un alto grado
de fiabilidad la vinculación o desvinculación filial entre dos personas. En tal virtud, los artículos
325 y 326 del Código Civil local ya no pueden entenderse como una enunciación cerrada de
indicios admisibles para desvirtuar indirectamente la presunción de paternidad. Antes bien, a
partir de la reforma señalada, debe considerarse que el actor, incluso, puede prescindir de las
vías de demostración indirectas mencionadas y aportar la prueba pericial científica en materia
de genética, como un medio de convicción más apto para acreditar la desvinculación filial en
la que se sustenta la acción de desconocimiento de paternidad.
Esta tesis se publicó el viernes 07 de diciembre de 2018 a las 10:19 horas en el Semanario
Judicial de la Federación.
Página: 956
El derecho humano a la identidad está protegido por la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos y por otros instrumentos internacionales, que constituye un derecho por ser
un elemento que le es inherente al ser humano y que puede comprender otros derechos,
como el derecho al nombre, a la nacionalidad y a conocer su filiación y origen; sin embargo, el
núcleo esencial no sólo lo constituye la posibilidad de solicitar y recibir esa información, sino
en que a partir de esos derechos se pueden derivar otros distintos, como son los de
alimentación, educación, salud y sano esparcimiento. Así, el papel que juega el derecho a la
identidad en los juicios de desconocimiento de paternidad es, en principio, un derecho de los
menores, y no una facultad de los padres, por lo que si bien es cierto que en esos
procedimientos se cuestiona el origen biológico, en determinadas circunstancias no se tiene
que agotar con tal elemento, pues también existen otros a considerar, como la preservación
en beneficio del menor de vínculos familiares, ello cuando no hay coincidencia entre el origen
biológico y la filiación jurídica. De esta manera, el derecho a la identidad se tiene que adaptar
a las circunstancias del caso concreto ya que puede interactuar con otros derechos, como el
de protección a la familia o el propio interés superior del menor, todos protegidos por el
Estado.
Amparo directo en revisión 2766/2015. 12 de julio de 2017. Unanimidad de cuatro votos de los
Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien reservó su derecho a formular voto
concurrente, José Ramón Cossío Díaz, quien reservó su derecho a formular voto concurrente,
Jorge Mario Pardo Rebolledo y Norma Lucía Piña Hernández. Ausente: Alfredo Gutiérrez Ortiz
Mena. Ponente: Norma Lucía Piña Hernández. Secretario: Daniel Álvarez Toledo.
Esta tesis se publicó el viernes 22 de junio de 2018 a las 10:28 horas en el Semanario Judicial
de la Federación.
Registro: 2015577
Página: 2106
La filiación es el vínculo jurídico entre un infante y sus padres; el derecho a tener una
identidad, se traduce en que tenga nombre y apellidos, tenga y conozca su filiación (indagar y
conocer la verdad biológica de sus orígenes) y que ésta sea protegida, lo que constituye un
principio de orden público y es parte del núcleo esencial del derecho fundamental a la
personalidad jurídica. Por su parte, la dignidad humana es el derecho que tiene cada persona
de ser respetado y valorado como ser individual y social, con sus características y condiciones
particulares, por el solo hecho de ser persona, también incluye, entre otros derechos, el
relativo a la intimidad, consistente en que no sean conocidos por terceros ciertos aspectos de
la vida privada de cada individuo. Respecto a la filiación, al tener aspectos inherentes a la
persona y a la vida privada, en determinados casos, se opta por mantenerlo en ese ámbito
propio y reservado de lo íntimo, fuera del alcance de terceros o del conocimiento público,
empero, ello tiene sus límites en los derechos de terceros, así como en el orden público y en
el interés social. Ahora bien, si un infante se opone a la admisión de una prueba pericial en
genética (ADN) para identificar su filiación, aduciendo la transgresión a sus derechos a la
dignidad humana y a la intimidad, ello origina una colisión entre derechos que pretenden
tutelar el interés superior del niño; el derecho a conocer su identidad biológica en
contraposición de los derechos a la dignidad humana e intimidad. Como solución a esta
controversia, la doctrina de interpretación constitucional prevé el principio de proporcionalidad,
herramienta argumentativa que da sustento a las sentencias de constitucionalidad relativas a
los actos de los poderes públicos que afectan los derechos fundamentales. Para el autor
Carlos Bernal Pulido, dicho principio se compone de tres reglas que toda intervención del
Estado en los derechos humanos debe observar para considerarse como constitucionalmente
legítima, que son los subprincipios: a) idoneidad (o de adecuación); b) necesidad; y, c)
proporcionalidad en sentido estricto; esta última, que corresponde al llamado juicio de
ponderación, el cual ayuda a decidir qué derecho debe prevalecer sobre otro, mediante la "Ley
de la ponderación" que el doctrinista Robert Alexy explica así: "Cuanto mayor sea el grado de
no satisfacción o restricción de un principio, tanto mayor tiene que ser la importancia de la
satisfacción de otro.". Entonces, de la aplicación de dichos métodos se concluye que debe
priorizarse el derecho del infante a conocer su identidad biológica sobre los derechos a la
dignidad humana y a la intimidad; es así, porque la referida prueba por sí misma no atenta
contra la dignidad humana y si bien, en caso de que la muestra se tome en sangre y no en
saliva, la afectación física sería mínima; al igual que la transgresión al derecho a la intimidad,
pues el objeto de la prueba es sólo para resolver una controversia sobre paternidad, por lo
que sólo tendrán acceso al juicio las partes y peritos, sin que se busque la difusión de los
resultados ni darlos a conocer a terceros; en cambio, de permanecer en el desconocimiento
de la verdad sobre su identidad paterna, la afectación sería grave, ya que estaría incompleta
su filiación, privándole de la oportunidad de la obtención de los satisfactores básicos derivados
de la relación paterno-filial. Además, el desconocimiento del padre pudiera generar alguna
afectación psicológica durante su infancia, adolescencia o, incluso, en la edad adulta, aunado
a que debe notarse que el hecho de que el niño tenga la certeza de quién es su progenitor,
constituye un principio de orden público que es parte del núcleo esencial del derecho
fundamental a la personalidad jurídica; de ahí que, aun cuando la prueba no arrojara un
resultado positivo, no afectaría al niño, pues se habría definido que el supuesto padre no lo es.
Esta tesis se publicó el viernes 17 de noviembre de 2017 a las 10:28 horas en el Semanario
Judicial de la Federación.
Registro: 2005539
Materia(s): Civil
Página: 676
La interpretación sistemática del título séptimo del Código Civil para el Distrito Federal, relativo
a la filiación, lleva a sostener que los únicos sujetos legitimados para incoar el juicio de
impugnación de la paternidad son los expresamente señalados en la ley: el cónyuge varón, la
madre y el hijo, por ser las personas a las que atañe directamente el vínculo biológico que
mediante la acción de desconocimiento de paternidad se cuestiona. Al respecto, cabe precisar
que la legitimación para impugnar la paternidad no viene dada por las relaciones afectivas, la
convivencia o la procuración de cuidados existentes en una familia, sino por el
cuestionamiento de un nexo biológico, al que subyace una posible relación entre el padre y la
madre, así como el vínculo genético entre el padre y el hijo. De ahí que sólo las personas
mencionadas -a quienes el reconocimiento o destrucción de ese nexo biológico involucra-
estén legitimadas para impugnarlo. Lo anterior cobra sentido al considerar que en los juicios
de impugnación de paternidad únicamente se cuestiona un vínculo biológico, sin que de
resultar el mismo inexistente, se establezca filiación alguna. Es decir, a diferencia del
reconocimiento de paternidad, en el que un varón asume ciertas obligaciones frente a un
menor, o cuando un varón distinto al marido cuestiona la paternidad biológica de este último a
fin de reclamarla para sí mismo, el efecto jurídico del desconocimiento de paternidad es dejar
a una persona huérfana de padre. Si dicha circunstancia fue impulsada por el cónyuge varón,
la madre o el hijo, la acción es legítima. En el caso de que no se trate de ellos, se estima que
no es posible validar la desprotección que la exclusión de la paternidad implicaría para el hijo,
máxime tratándose de un menor de edad.
Amparo directo 12/2012. 12 de junio de 2013. Mayoría de tres votos de los Ministros Arturo
Zaldívar Lelo de Larrea, quien reservó su derecho a formular voto concurrente, José Ramón
Cossío Díaz y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Disidentes: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, quien
reservó su derecho a formular voto particular, y Olga Sánchez Cordero de García Villegas.
Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretaria: Mireya Meléndez Almaraz.
Esta tesis se publicó el viernes 14 de febrero de 2014 a las 11:05 horas en el Semanario
Judicial de la Federación.
Época: Décima Época
Registro: 2004367
Materia(s): Civil
Página: 2431
Registro: 2003551
Página: 1773
Si bien conforme a la jurisprudencia 1a./J. 28/2013 (10a.) y a la tesis número 1a. LXXI/2013
(10a.), de rubros: "RECONOCIMIENTO DE PATERNIDAD. EL INTERÉS SUPERIOR DEL
MENOR DEBE PREVALECER EN EL JUICIO RELATIVO FRENTE A LA INSTITUCIÓN DE
LA COSA JUZGADA." e "INTERÉS SUPERIOR DEL MENOR. SUS ALCANCES EN UN
JUICIO DE RECONOCIMIENTO DE PATERNIDAD.", el interés superior de los menores está
protegido constitucionalmente, por lo que en los asuntos de reconocimiento de paternidad,
relacionados con el derecho que tienen los menores a indagar y conocer la verdad sobre su
origen, se involucra una serie de derechos que les resultan fundamentales, puesto que de esa
investigación se podrá establecer si existe o no una filiación entre él y quien se considera es el
padre y, de ser así, no sólo podrá acceder a llevar el apellido de su progenitor como parte del
derecho a la identidad que le permite tener un nombre y una filiación, sino que se verá
beneficiado en su derecho a la salud; de modo que cuando se demande el reconocimiento de
paternidad, la prueba idónea para determinar la relación paterno-filial es la pericial en materia
de genética, por ende, en aras del respeto al interés superior de los menores y a otorgar un
acceso efectivo a la justicia, los Jueces deben ordenar, incluso, de oficio su desahogo, su
ampliación o perfeccionamiento, para esclarecer la verdad de los hechos controvertidos; sin
embargo, dicha regla no impera en los asuntos de desconocimiento de paternidad, es decir, el
juzgador no debe ordenar oficiosamente el desahogo, ampliación o perfeccionamiento de la
prueba pericial en materia de genética en dichos procedimientos, porque el menor no
desconoce su origen, es decir, no está indagando para conocer la verdad sobre su origen,
porque en asuntos de esa naturaleza se parte de la base de que el menor fue procreado
dentro de un núcleo familiar y reconocido como su descendiente por quienes lo integran, o
porque fue reconocido por quienes, de manera voluntaria y espontánea, dijeron ser sus
progenitores en la manifestación de su nacimiento ante el Registro Civil correspondiente, y
dicho reconocimiento es un acto personalísimo y formal que se rige por los principios
generales que se fundan en la naturaleza de un acto jurídico que implica una asunción
voluntaria de obligaciones y tiene efectos que trascienden a la estabilidad de las relaciones
paterno-filiales, aun cuando no existan vínculos biológicos reales involucrados. De modo que,
en los asuntos de desconocimiento de paternidad de un menor, la parte actora tiene la carga
de la prueba de acreditar sus pretensiones, conforme a lo previsto por el artículo 281 del
Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal; por ende, el Juez no debe ordenar
de oficio el desahogo, ampliación o perfeccionamiento de la prueba pericial en materia de
genética, puesto que no estaría obrando en atención al interés superior del menor, pues éste
no tiene intención de colocarse en un estado de incertidumbre sobre su origen, aunado a que
si el Juez natural proveyera de oficio respecto a dicha prueba implicaría la suplencia de la
deficiencia de la queja en beneficio de la persona que pretende el desconocimiento, y en
perjuicio del menor, al afectarse su derecho de identidad adquirido, entre otros; de ahí que, en
ese tipo de asuntos, el Juez debe sujetarse a las reglas generales de la prueba, respetando
las cargas procesales y probatorias que corresponden al actor. Lo anterior no significa que
deba rechazarse la prueba referida si el actor la ofrece cumpliendo con los requisitos previstos
en la ley, sino que el juzgador no puede sustituirse en las cargas procesales y probatorias que
corresponden al actor, porque, se reitera, en los casos de desconocimiento de paternidad, de
actuar oficiosamente, el juzgador no beneficiaría al menor, sino que lo perjudicaría, en tanto
que la pretensión del actor es desconocer el vínculo paterno-filial.
Nota: Las tesis 1a./J. 28/2013 (10a.) y 1a. LXXI/2013 (10a.) aparecen publicadas en el
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XX, Tomo 1, mayo de
2013, páginas 441 y 541, respectivamente.
Registro: 160413
Materia(s): Civil
Página: 4375
Amparo directo 355/2011. 26 de mayo de 2011. Mayoría de votos. Disidente: Mario Alejandro
Torres Pacheco, secretario de tribunal autorizado por la Comisión de Carrera Judicial del
Consejo de la Judicatura Federal para desempeñar las funciones de Magistrado. Relator de la
mayoría: Marco Antonio Guzmán González. Secretaria: Norma Paola Cerón Fernández.
Registro: 162536
Materia(s): Civil
Tesis: III.2o.C.188 C
Página: 2379
Registro: 171645
Tesis: I.8o.C.279 C
Página: 1798
Registro: 174151
Materia(s): Civil
Tesis: II.3o.C.68 C
Página: 1336
En aquellos casos en los que se plantea la nulidad de un acta de nacimiento sobre la base de
que el accionante no es padre biológico del menor, es menester atender a dos aspectos
fundamentales: a) Las actas del Registro Civil son de carácter público y sólo procede su
nulidad en casos excepcionales; ello es así, pues el Registro Civil es una institución de
carácter público y de interés social, de manera que el Estado tiene interés en que la
rectificación sólo se haga por vicios formales o sustanciales que son los casos de excepción,
en cuyo último supuesto se encuentra el consentimiento o la voluntad de quien acude ante el
oficial del Registro Civil a registrar a un menor, lo que constituye una presunción legal y
vehemente que prevalece, salvo prueba en contrario; por lo que para invalidar el acta de
nacimiento es preciso demostrar la existencia de algún vicio en ese aspecto sustancial.
Además, esa manifestación de voluntad genera la posesión de estado en favor del menor, por
ser tratado como hijo, por él y sus parientes, así como por la sociedad, ya que el nombre y el
apellido del padre, conforme al acta de nacimiento, es usada a partir del registro, salvo prueba
en contrario. Así, la circunstancia de que una persona se presente a registrar al menor, con el
conocimiento previo de que no es su hijo biológico, implica una conducta dolosa de la cual no
se puede prevaler para hacer prosperar posteriormente la nulidad del acta de nacimiento, de
conformidad con los artículos 1799 y 1806 del Código Civil del Estado de Hidalgo; b) El
segundo aspecto concierne a los derechos que le asisten al niño, conforme a las
disposiciones que regulan su interés superior, considerando que goza de un estatus de hijo de
padre y madre, llevando sus apellidos y recibiendo alimentos, con lo que queda demostrada la
posesión de estado de hijo, cuya circunstancia no sólo tiene efectos jurídicos derivados del
reconocimiento, sino que también incide en la psique del menor y en su relación a nivel
sociedad. En efecto, de conformidad con el principio del interés superior del niño, consagrado
como un derecho fundamental en el artículo 4o. constitucional y en la Convención sobre los
Derechos del Niño y la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes, deriva el derecho a la identidad, que implica no sólo tener nombre y apellido
otorgados por quienes manifiestan ante el Registro Civil su voluntad de registrar al infante,
sino también el derecho a vivir en familia, derivado de esa relación filial creada con el
reconocimiento que produce consecuencias jurídicas en la participación del menor ante la
sociedad y en las actividades o áreas en donde se requiera su identificación de estado civil, de
manera que la nulidad del acta de nacimiento tampoco puede depender de la relación que
guarden las partes, pues ello implicaría anteponer un elemento subjetivo, como es la relación
afectiva entre los que registraron al menor, sobre una declaración ante el Estado, de carácter
objetivo.
Amparo directo 940/2005. 14 de febrero de 2006. Unanimidad de votos. Ponente: Juan Carlos
Ortega Castro. Secretaria: Cleotilde Ayala Sandoval.
Registro: 176668
Materia(s): Civil
Tesis: II.2o.C.501 C
Página: 911
Registro: 201885
Materia(s): Civil
Tesis: XXI.1o.27 C
Página: 388
Amparo directo 278/96. Timoteo Antúnez Salgado. 6 de junio de 1996. Unanimidad de votos.
Ponente: José Refugio Raya Arredondo. Secretario: Ignacio Cuenca Zamora.
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN – Marcadas
Localización: [TA]; 10a. Época; T.C.C.; Gaceta S.J.F.; Libro 64, Marzo de 2019; Tomo III;
Pág. 2700. I.3o.C.347 C (10a.).
Localización: [TA]; 10a. Época; T.C.C.; Gaceta S.J.F.; Libro 61, Diciembre de 2018; Tomo II;
Pág. 960. I.3o.C.338 C (10a.).
Localización: [TA]; 10a. Época; T.C.C.; Gaceta S.J.F.; Libro 56, Julio de 2018; Tomo II; Pág.
1589. (IV Región)1o.6 C (10a.).
Localización: [TA]; 10a. Época; 1a. Sala; Gaceta S.J.F.; Libro 55, Junio de 2018; Tomo II;
Pág. 956. 1a. LXXV/2018 (10a.).
Número de Registro: 2015577
Localización: [TA]; 10a. Época; T.C.C.; Gaceta S.J.F.; Libro 48, Noviembre de 2017; Tomo III;
Pág. 2106. III.2o.C.85 C (10a.).
Localización: [TA]; 10a. Época; 1a. Sala; Gaceta S.J.F.; Libro 3, Febrero de 2014; Tomo I;
Pág. 676. 1a. XXXV/2014 (10a.).
Localización: [TA]; 10a. Época; T.C.C.; S.J.F. y su Gaceta; Libro XXIV, Septiembre de 2013;
Tomo 3; Pág. 2431. I.3o.C.120 C (10a.).
Localización: [TA]; 10a. Época; T.C.C.; S.J.F. y su Gaceta; Libro XX, Mayo de 2013; Tomo 3;
Pág. 1773. I.11o.C.25 C (10a.).
Localización: [TA]; 9a. Época; T.C.C.; S.J.F. y su Gaceta; Libro IV, Enero de 2012; Tomo 5;
Pág. 4375. XXI.(VII Región) 2 C (9a.).
Localización: [TA]; 10a. Época; T.C.C.; S.J.F. y su Gaceta; Libro IV, Enero de 2012; Tomo 5;
Pág. 4590. II.4o.C.2 C (10a.).
Localización: [TA]; 9a. Época; T.C.C.; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XXXIII, Marzo de 2011; Pág.
2379. III.2o.C.188 C.
Localización: [TA]; 9a. Época; T.C.C.; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XXVII, Febrero de 2008; Pág.
2313. VII.2o.C.111 C.
Localización: [TA]; 9a. Época; T.C.C.; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XXVI, Agosto de 2007; Pág.
1798. I.8o.C.279 C.
Número de Registro: 174151
Localización: [TA]; 9a. Época; T.C.C.; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XXIV, Octubre de 2006; Pág.
1336. II.3o.C.68 C.
Localización: [TA]; 9a. Época; T.C.C.; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XXII, Noviembre de 2005;
Pág. 911. II.2o.C.501 C.
Localización: [TA]; 9a. Época; T.C.C.; S.J.F. y su Gaceta; Tomo IV, Julio de 1996; Pág. 388.
XXI.1o.27 C.