consistía en compartir el trabajo y las ganancias de la granja por igual.

Sus físico y social, de manera que las lecciones de gramática y vocabulario se

participantes veían con naturalidad la igualdad de la mujer tanto para
realizar tareas como para disfrutar de sus beneficios económicos, y hasta
fundaron una escuela que recibía alumnos de todo el país y del exterior y que
contemplaba la educación inicial y para adultos: ambas iniciativas pioneras
en la historia de la educación norteamericana. Los trascendentalistas veían
SEPARATA
integraban a temas espirituales. Sus ideas cobraron notoriedad
especialmente con la publicación bajo su nombre de las transcripciones que
Elizabeth Peabody había hecho de sus Conversaciones con los niños sobre Escribe:
los Evangelios. Al concederle a los niños sabiduría espiritual Lic. Andrea Vartalitis (Docente
neooplatónica/ wordsworthiana, su práctica docente amenazaba con Investigadora UNVM). UNIVERSIDAD

en este proyecto la posibilidad de estar en contacto con la naturaleza, vivir invertir el flujo convencional de la enseñanza del adulto al niño, del clero al Lic. Mariana Mussetta DE CIENCIAS HUMANAS NACIONAL DE
VILLA MARÍA

una vida más plena, solidaria, libre, y autónoma, y combinar la actividad
física de la granja con la intelectual de sus organizaciones de manera de
lograr la tan ansiada armonía en términos trascendentalistas. El movimiento
ecologista del siglo XX y los experimentos comunitarios en el marco del
movimiento hippie de los años sesenta, ambos emblemáticos esfuerzos por
recobrar la armonía del hombre con la naturaleza en repudio al materialismo
egoísta de nuestra sociedad consumista, encontraron inspiración en estos
pioneros trascendentalistas.
Emerson describía a los hombres de la sociedad del momento en “El Erudito
Americano” como “insectos, (…) engendros, (…) la masa y `el rebaño,” y
Thoreau hablaba en Walden de “esclavistas de sí mismos.” Evidentemente,
los trascendentalistas sentían una imperiosa necesidad de reforma social y
política, y no sólo se hicieron escuchar sino que experimentaron en carne
propia las consecuencias de oponerse al sistema. En su famoso ensayo
“Desobediencia Civil,” Thoreau realizó una fuerte crítica al gobierno, que
utilizaba el dinero de los impuestos para la guerra con México (1846 – 1848)
y para sostener su política esclavista. Thoreau decidió hacer uso de su
desobediencia pasiva y no pasar por encima de su conciencia al pagar
impuestos que irían a apoyar una causa con la que no estaba de acuerdo, lo
que le costó su arresto. La voz de Thoreau hizo eco en muchos
trascendentalistas, quienes se opusieron fuertemente a la postura del
gobierno no sólo con respecto a la esclavitud y a la guerra con México sino
también con respecto a la expansión de las tierras a costa de la persecución
de los nativos americanos. Sus pensamientos cobrarían nueva vida en siglo
XX en la obra de Martin Luther King y Mahatma Ghandi, ambos herederos
directos de la resistencia no violenta de Thoreau.
Por otra parte, Henry Hedge y Margaret Fuller sentaron los primeros
precedentes en defensa de los derechos de la mujer al aplicar las nociones de
autodeterminación e igualdad a los roles de género. Fuller tuvo un gran
protagonismo en el movimiento al fundar y luego trabajar como editora para
The Dial, la publicación trascendentalista más importante, para desde allí
disponerse a publicar el libro Mujer en el Siglo XIX. Puede argumentarse
que el movimiento por los derechos humanos en sus distintas
manifestaciones y la lucha por la reivindicación de las minorías oprimidas
en el siglo XX le deben al Trascendentalismo sus raíces.
La controversia entre el establishment—lo establecido—y el movimiento
trascendentalista también tuvo lugar en el ámbito de la educación, donde
Bronson Alcott tradujo el Trascendentalismo en pedagogía al abrir su
Temple School en Boston. Luego de fundar otros proyectos educativos
innovadores en su Connecticut rural, este docente autodidacta ofrecía en su
escuela de Boston desechar el modelo memorista a cambio de hacer que los
alumnos formaran y compartieran sus pensamientos en discusiones y
journals, ya que él, como trascendentalista, consideraba al lenguaje no sólo
como una habilidad sino como el puente entre lo espiritual y los mundos
Bibliografía
BRONSON ALCOTT, A. (1836) Conversations with Children on the Gospels, Transcendentalism: A Reader. Joel Myerson, ed. Oxford University Press, 2000.
CARLYLE, T. (1836) Sartor Resartus. Los Ángeles: University of California Press, 2000.
CHANNING, W. E. (1828) “Likeness to God.” Transcendentalism: A Reader. Joel Myerson, ed. Oxford University Press, 2000.
EMERSON, R. W. The Journals and Miscellaneous Notebooks of Ralph Waldo Emerson. Belknap Press of Harvard University Press, 1982.
EMERSON, R. W. (1836) Transcendentalism: A Reader. Joel Myerson, ed. Oxford University Press, 2000.
laicado, de la institución al individuo. Su método de enseñanza (Docente/investigadora en las áreas de Número 15 - Junio 2013
trascendentalista desarrollado junto a Margaret Fuller y Elizabeth Peabody, Lengua Inglesa y Literatura Inglesa y
la conversación, donde el intercambio de las mentes de los participantes era Norteamericana).
más importante que cualquier doctrina, y donde el proceso era más
importante que el producto, sentaría las bases de lo que sería luego la
educación para adultos. Asimismo, Elizabeth Peabody fundaría en estas
líneas en Boston el primer jardín de infantes formal de EEUU, y dedicaría
gran parte de sus escritos desde ese entonces a la educación inicial, creando
los fundamentos de lo que se transformaría en el movimiento de los jardines
LOS TRASCENDENTALISTAS
de infantes en Norteamérica. Así también, los ecos de la revolución
trascendentalista en educación llegarían hasta Dewey y su educación
experiencial, llevada a cabo en las Escuelas Laboratorio de la Universidad
de Chicago, y en el movimiento de las open schools de los años setenta.
NORTEAMERICANOS:
Los trascedentalistas también nos han dejado un gran legado literario, ya
que, en su gran mayoría, eran prolíficos y excelentes escritores que
IDEALISTAS, PROVOCADORES Y VISIONARIOS
utilizaban sus diarios, cartas, manifiestos, poemas, trabajos de ficción,
traducciones y ensayos para comunicar sus ideas. Podría decirse que más
que un cuerpo uniforme con claros principios reflejados en sus obras, sus
publicaciones ofrecen un diálogo entre un trascendentalista y otro, entre un
trascendentalista en su juventud y él mismo unos años después, y en donde
la literatura, la filosofía, la teología, la sociología y la política son
interlocutores invitados. En el ámbito literario específicamente no pueden
dejar de nombrarse a Walt Whitman y a Emily Dickinson. A pesar de sus
disímiles poéticas, son legítimos herederos del movimiento
trascendentalista, cada uno con su manera de explorar nuevas métricas,
exaltar la naturaleza, y hacer un culto de lo cotidiano: por un lado Whitman
con su celebración de sí mismo como individuo en un abrazo fraterno con
todos los norteamericanos, inclusive con aquellos grupos que nadie antes
había considerado hasta el momento ni lo hizo después por mucho tiempo, y
por el otro, Dickinson, con su exquisito viaje hacia su propia interioridad.
En conclusión, el Trascendentalismo no fue una doctrina cerrada y definida,
sino que, por el contrario, fue un movimiento sumamente abierto. Muchas
figuras prominentes que dieron impulso al Trascendentalismo eran reacias a
ser llamadas trascendentalistas, y hasta el mismo Emerson, líder
indiscutible, hablaba en su ensayo “El Trascendentalista” en tercera
persona. Sin embargo, esta corriente no sólo revolucionó la Norteamérica
de la primera mitad del siglo XIX sino que, quizás más importante todavía, Breve historia y legado de un grupo de hombres y mujeres que inspiraron revoluciones
encuentra aún hoy su espíritu provocador en las formas más diversas de
El Trascendentalismo Norteamericano no sólo revolucionó la Norteamérica de la primera mitad del siglo XIX sino que, quizás más importante
manifestaciones culturales, sociales, políticas, filosóficas, artísticas y todavía, encuentra aún hoy su espíritu provocador en las formas más diversas de manifestaciones culturales, sociales, políticas, filosóficas,
literarias de Norteamérica y el mundo. Con su intento de reconciliar la artísticas y literarias de Norteamérica y el mundo. Con su intento de reconciliar la materia y el espíritu, la teoría y la acción, la razón y la
materia y el espíritu, la teoría y la acción, la razón y la intuición, y el hombre intuición, y el hombre y la naturaleza, sus ideas sacudieron las bases del ortodoxo pensamiento binario occidental, el que luego tendría que
y la naturaleza, sus ideas sacudieron las bases del ortodoxo pensamiento esperar a la filosofía derrideana por más de un siglo para volver a ser cuestionado.
binario occidental, el que luego tendría que esperar a la filosofía derrideana
por más de un siglo para volver a ser cuestionado. En nuestro libro El Artista de lo Bello. Edición Bilingüe. Traducción y término, en cuanto conjunto organizado de ideas y opiniones a ser
Crítica, recientemente publicado por EDUVIM, ofrecemos una edición transmitidas, va en contra del mismo espíritu trascendentalista, que instaba
bilingüe del cuento “El Artista de lo Bello” de Nathaniel Hawthorne a sus simpatizantes a descubrir su propia verdad individual. Hawthorne lo
acompañada de estudios introductorios que ubican en contexto la obra de describe en su cuento “El Ferrocarril Celestial”: Él es alemán de
este autor en contacto con la filosofía trascendentalista norteamericana. En nacimiento, y se lo llama Gigante Trascendentalista, pero en cuanto a su
este artículo compartimos parte de ese trabajo que refiere a los principales forma, sus rasgos, sus sustancia, y su naturaleza en general, es principal
lineamientos de este importante movimiento y su influencia en el particularidad de este enorme hereje que ni él por sí mismo ni nadie por él
desarrollo de la historia contemporánea. ha sido alguna vez capaz de describirlas. Al pasar por la boca de la caverna
El movimiento trascendentalista norteamericano fue una corriente alcanzamos a echarle un fugaz vistazo, y se veía más o menos como una
Este ejemplar se distribuye con la revista Cátedra Libre

THOREAU, H. D. (1854) Walden or Life in the Woods. London: Bibliolis Books Ltd., 2010.
THOREAU, H. D. (1849) On the Duty of Civil Disobedience. Forgotten Books, 2008. filosófica, teológica, social, y literaria que surgió en las primeras décadas
WHITMAN, W. (1855) Leaves of Grass. Wilder Publications, 2007. del siglo XIX en Nueva Inglaterra, EEUU, y que encontró en Concord,
Massachusetts, sus mayores exponentes: Ralph Waldo Emerson, Henry
David Thoreau, Margaret Fuller, Amos Bronson Alcott, y Sophia Peabody-
Hawthorne, entre muchos otros.
La dificultad de dar una definición acabada de los principios
trascendentalistas radica en que la misma naturaleza de sus fundamentos,
basados en la defensa de la autodeterminación, la no conformidad con el
sistema, y la exaltación de la libertad individual, los llevaban a menudo a
grandes desacuerdos. Cada trascendentalista debía, en palabras de
Instituto Académico Pedagógico de Ciencias Humanas Emerson en su introducción a Naturaleza, encontrar “una relación original
con el universo.” Es mucho más fácil descubrir sus efectos, evidentes hasta
Campus Universitario: Arturo Jauretche 1555 el día de hoy en la cultura contemporánea, que conceptualizar su
Villa María - (5900) Villa María - Tel/Fax: (0353) 4539103 – 4539104
“doctrina,” aunque habría argumentos válidos para asegurar que dicho
Rectorado: Entre Ríos 1431 - Tel.: +54 - 0353 - 4539110 / 111 / 195 - secinves@ich.unvm.edu.ar / www.unvm.edu.ar
“Los autores de los artículos son responsables en forma exclusiva por las ideas y opiniones expresadas"
Diseño e impresión: IDEAS C.I. - ideas@argentina.com
04
figura desproporcionada pero más como una montaña de niebla y robustez.
Nos gritaba, pero en una fraseología tan extraña que no sabíamos qué
quería decir, ni si sentirnos alentados o aterrados.
Hawthorne hace hincapié, por un lado, en la importancia de la filosofía
kantiana que le proveyó al movimiento su origen alemán, y, por otro, en la
dificultad de definirlo acabadamente, aunque reconoce su importancia e
influencia en su carácter de gigante que interpela en un idioma
desconocido. A pesar de la dificultad para definirlo, el Trascendentalismo
era básicamente una forma de idealismo, y hay ciertos principios que la
mayoría de los trascendentalistas defendían:
1. El individuo es el centro del universo, y en un individuo se puede
encontrar la clave de la naturaleza, la historia, y, en última instancia, del
mismo cosmos. La existencia de Dios no se niega, pero se prefiere explicar
al individuo desde el individuo mismo.
01

2. La estructura del universo literalmente replica la estructura del ser
individual; todo conocimiento, por tanto, comienza con el
autoconocimiento. 3. La naturaleza es un misterio viviente, llena de
signos, simbólica.
4. La virtud individual y la felicidad dependen de la autorrealización, y esto
a su vez depende de lograr la reconciliación entre la tendencia expansiva o
auto-trascendente a conocer el mundo y llegar a ser uno con él, y la
tendencia auto-determinante a permanecer como ser único e
independiente.
El alma humana era parte del Over-soul o espíritu universal, por lo que
cada individuo debía ser respetado por participar de ese Over-soul, el que
podía ser encontrado tanto en el mundo natural como en la naturaleza
humana. Según Emerson en su famoso ensayo Naturaleza, la naturaleza
tiene manifestaciones espirituales: “cada hecho natural es símbolo de
algún hecho espiritual.” La búsqueda de la armonía es central en el
pensamiento trascendentalista, y se encuentra estrechamente ligada al
concepto de correspondencia, idea que sugiere la unión de lo exterior con
lo interior. El trascendentalista creía que conocerse a sí mismo y estudiar a
la naturaleza eran la misma actividad, ya que la naturaleza es espejo de la
psyche individual. El Trascendentalismo sostenía que existe un carácter
divino inmanente en la naturaleza y en el hombre, por lo que la naturaleza
comparte con el hombre la misma constitución, y le presenta imágenes
externas que reflejan las ideas innatas de su alma. Whitman manifestaría
maravillosamente esta idea en su poema “Milagros”: Para mí, cada hora de
luz y oscuridad es un milagro/ Cada pulgada cúbica de espacio es un
milagro (…)/ Cada grazna de hierba—las estructuras, miembros, órganos
de hombres y mujeres (…)/ Todos ellos para mí son perfectos milagros
indescriptibles.
Esto da prueba de que no debe pensarse que la principal preocupación de
los trascendentalistas era el más allá. Por el contrario, el trascendentalista
era un hombre que vivía la vida terrena intensamente, como decía Emerson
en “El Erudito Americano”: “Lo único que tiene valor en el mundo es el
alma activa.” El trascendentalista era esencialmente optimista, porque
creía en el potencial del ser humano para el auto-conocimiento, la auto-
realización, y su fuerza moral y espiritual. Estaban convencidos de que lo
que llevaba al hombre a la inmoralidad y al mal era la ignorancia y la
debilidad, ambas susceptibles de ser derrotadas por el mismo espíritu con
el que el hombre había sido creado si se lo cultivaba debidamente con el
pensamiento y la acción. El cambio profundo hacia la armonía sólo era
posible desde el interior de cada ser humano, y la consistencia, según
Emerson, era cosa de mediocres: “Una consistencia tonta es el espectro de
02
mentes pequeñas,” ya que la única regla era ser fiel a sí mismo en el aquí y
ahora. En ese contexto, el trascendentalista se jactaba junto con Whitman
de contradecirse: “¿Me contradigo a mí mismo? /Muy bien, entonces, me
contradigo, /Soy grandioso, contengo multitudes.” Al mismo tiempo, este
grupo de jóvenes intelectuales trascendentalistas eran seducidos por los
nuevos horizontes que ofrecía el pensamiento europeo del momento, y esto
se combinaba con un período en la historia norteamericana de construcción
y fortalecimiento como nación, a pocas décadas de obtenida su
independencia. El Trascendentalismo se veía tentador entonces como
arena filosófica, social, teológica, artística y literaria para explorar una
nueva identidad nacional.
El Trascendentalismo cobró impulso, por un lado, como reacción al
empirismo, materialismo, y utilitarismo imperante, y, por otro lado, como
fuerza opuesta al Unitarismo, movimiento teológico gestado en Harvard.
Su fuente de inspiración vendría de la mano del Romanticismo inglés,
esencialmente con Coleridge, y del Idealismo alemán, particularmente por
la filosofía kantiana. Emerson mismo explica el origen del término que
daría nombre al movimiento:Es bien sabido por la mayoría de mi público
que el Idealismo del presente adquirió el nombre Trascendental del uso de
ese término por Immanuel Kant, de Koigsberg, que respondió a la filosofía
escéptica de Locke, la que insistía en que no había nada en el intelecto que
no estuviera previamente en la experiencia de los sentidos, al mostrar que
había una clase muy importante de ideas, o formas imperativas, que no
venían de la experiencia, sino a través de la cual la experiencia era
adquirida, que éstas eran las intuiciones de la mente misma, y él las
denominó “formas trascendentales.”
Los trascendentalistas se basaron en Kant para luego ir más allá de su
teoría, insistiendo que la mente puede aprehender verdades espirituales
absolutas directamente sin tener que desviarse por el camino de los
sentidos, sin los dictámenes de las autoridades y las instituciones del
pasado, y sin el trabajo pesado de la razón. No obstante, los seguidores del
movimiento eran hombres de acción con el mismo ímpetu con el que eran
pensadores. En realidad, no les importaba tanto ir en busca de una
metafísica que trascendiera sus vidas diarias sino más bien encontrar una
nueva visión de la mente que reemplazara el modelo empirista,
materialista, y pasivo de Locke y enfatizara en cambio el activo rol de la
mente en darle forma a la experiencia.
En la Universidad de Harvard a principios del siglo XIX, la teoría de Locke
dominaba el ambiente académico, y fue allí donde la mayoría de los
jóvenes trascendentalistas se rebelarían contra el Unitarismo. Dicho
movimiento fundamentalmente teológico hacía hincapié en la unidad más
que en la trinidad Divina –de ahí su nombre– y surgió entre los
congregacionalistas liberales de Nueva Inglaterra, alejándose del
calvinismo ortodoxo por defender la importancia y eficacia del esfuerzo
humano en oposición a la desoladora visión Puritana que hablaba de la
completa e inexorable depravación humana. Hasta aquí el
Trascendentalismo compartía esta visión con los unitarios. Es más, el
predicador líder del Unitarismo, William Ellery Channing, afirmaba en
“Semejanza a Dios” en 1828 lo que los mismos trascendentalistas
sostenían: que los seres humanos participan de la Divinidad, y que podían
lograr un creciente parecido al Ser Superior. De hecho, Emerson era hijo de
un pastor unitario y él mismo, ordenado también en la Harvard Divinity
School, ejerció su ministerio desde 1829 hasta 1832, cuando debió
renunciar debido a sus diferencias con las autoridades eclesiásticas.
Los unitarios intentaban reconciliar el empirismo de Locke con el
cristianismo, y usaban su teoría, por un lado, para dar por tierra con la
ortodoxa creencia calvinista en el pecado original, y argumentaban que si
la mente era realmente una tábula rasa no podría ser innatamente
depravada, y, por otro, para mantener que los relatos de los milagros en la
Biblia proveían evidencia irrefutable de la verdad de la religión
–testimonio sensorial del poder espiritual de Jesús–. Si bien los unitarios
eran más optimistas y racionalistas que la ortodoxia que intentaban
reformar, debilitaron el fundamento de la fe protestante al darle más
autoridad a lo que sucedía fuera de la consciencia individual que dentro de
ella. Esto hizo que el liberalismo de la primera hora, el cual había
desestructurado la rigidez intelectual de Harvard, y por tanto había sido
compartido y aplaudido por los jóvenes futuros líderes del movimiento
trascendentalista, se desvirtuara. Esta situación produjo el alejamiento de
Walt Whitman Emily Dickinson
los trascendentalistas, quienes resistieron el establishment desde un
idealismo más amplio. Finalmente, Emerson cuestionaría esta nueva
ortodoxia religiosa en 1836 en su introducción a Naturaleza: “¿Por qué no
podemos tener una poesía y una filosofía de intuición y no de tradición, y
una religión por revelación hacia nosotros, y no la historia de otros?.” De
esta manera rescatarían la herencia puritana que implica seriedad ética y la
idea defendida por el escritor puritano Jonathan Edwards de que el
individuo puede recibir la luz divina inmediata y directamente.
Con respecto a las fuentes filosóficas y literarias que impulsaron a este
movimiento, los trascendentalistas tomaron de la filosofía kantiana la
noción de la espontaneidad de la mente humana para enfrentar al
empirismo de Locke y Hume. Henry Hedge fue uno de los primeros en
acercar el idealismo alemán a los trascendentalistas, quien luego de
estudiar en Alemania regresó a la Harvard Divinity School para ser
ordenado ministro unitario. Él sería quien haría conocer el trabajo del
célebre poeta, crítico y filósofo romántico inglés Coleridge y su pasión por
la metafísica alemana. El Trascendentalismo heredaría de Coleridge la
importancia de la maravilla, el antirracionalismo, y la relevancia de la
conciencia individual. Al ver que Coleridge no había hecho accesible la
teoría kantiana a los lectores angloparlantes, Hedge se dispuso a llevar a
cabo esa tarea y fundó lo que se llamaría el “Trascendental Club,” que
nació como un grupo de estudio formado por el joven clero unitario
desafectado entre los que se encontraban Emerson, Ripley y Alcott. Este
mismo grupo apoyaría la publicación emblemáticamente trascendentalista
The Dial, y el proyecto Granja Brook.
La literatura y filosofía alemana también llegó de la mano de Thomas
Carlyle. Su filosofía de acción expresada en su Sartor Resartus está
presente en “El Erudito Americano” de Emerson. Carlyle defendía el
supernaturalismo natural, la visión de que la naturaleza, incluyendo a los
seres humanos, tiene el poder, status, y autoridad tradicionalmente
atribuida a una deidad independiente: en otras palabras, que lo supernatural
se halla latente en lo natural y se manifiesta en él.
El culto a la naturaleza también llegó de la mano de William Wordsworth,
cuya poesía estaba en boga en la Norteamérica de 1820. Su descripción de
una mente activa y poderosa se alineaba al poder formador de la mente que
Coleridge, su colaborador en Baladas Líricas, tomaba de Kant. Tal noción
tiene su lugar en Naturaleza, donde Emerson dirá que la naturaleza es
“obediente” al espíritu, y donde exhorta a todos a usar el poder del espíritu
para construir su propio mundo: “Cada espíritu se construye una casa; y
más allá de su casa un mundo; y más allá de su mundo, un paraíso. Sabed,
entonces, que el mundo existe para ti. Para ti el fenómeno es perfecto.”
Son tres los conceptos kantianos básicos con los que Emerson mostraba un
cierto acuerdo en “El Trascendentalista”:
1. la mente humana “forma” la experiencia,
2. la existencia de tales operaciones mentales es contraria al escepticismo,
y
3. trascendental no significa trascendente o más allá de toda experiencia
humana, sino aquello por lo cual la experiencia es posible. De aquí se
deduce que el idealismo de Emerson no es puramente kantiano, ya que,
como el de Coleridge, combina Neoplatonismo e Idealismo post-kantiano.
De hecho, para muchos trascendentalistas, el Trascendentalismo no
representaba una teoría filosófica, sino más bien una profunda exploración
de las presuposiciones de la experiencia humana, con una nueva confianza
y renovada apreciación de los poderes de la mente, en defensa de una
Martin Luther King Gandhi
espiritualidad no doctrinal. En resumen, el resultado fue un movimiento
que fue causa y consecuencia de un gran cambio de paradigma en
epistemología: la conceptualización de cómo la mente conoce al mundo, lo
divino, y a sí misma.
En los primeros años del movimiento, los trascendentalistas no resistieron
la tentación de experimentar con modos de vida alternativos que se
apartaran de una sociedad a la que consideraban corrupta, vacía,
materialista, e hipócrita. Así es como en 1845 Thoreau se refugió en el
bosque solo, por dos años, en una cabaña en Walden, cercana a Concord,
Massachussets, área perteneciente a su amigo y mentor Emerson. Si bien el
propósito de Thoreau no era el de un ermitaño, su intención era alejarse de
la sociedad para entenderla mejor, y experimentar la vida simple y la
supervivencia en medio de la naturaleza. Su famosa obra Walden, o Vida en
el Bosque, detalla esta experiencia de crecimiento espiritual y profundas
meditaciones sobre la libertad, la independencia, la autodeterminación, la
soledad, la contemplación de la naturaleza, y la crítica a la cultura
materialista y utilitarista de la época.
Otras iniciativas similares pero comunitarias que pueden mencionarse
incluyen dos experimentos utópicos: Fruitlands y Granja Brook. La
primera fue una comunidad agraria establecida en Harvard,
Massachusetts, por Amos Bronson Alcott y Charles Lane en la década de
1840. Sus miembros eran vegetarianos, bebían sólo agua, compartían la
propiedad comunitariamente y no usaban animales para las labores de la
granja. Similarmente, Granja Brook, planeada y organizada por el
“Trascendental Club,” fue un experimento de vida comunitaria en la
misma década. Fundado por un ex ministro unitario, George Ripley, y su
esposa, Sophia Ripley, en West Roxbury, Massachussets, el proyecto
03