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Glosario Alf Fonética y Fonología Históricas-Revisado 2016 PDF
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ACENTO
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ACENTUACIÓN
En lat. clás., la forma léxica del infinitivo correspondiente a los contenidos ‘afilar’, ‘aguzar’ era
ACŬĔRE, con su participio de perfecto ACŪTUS. ACŬĔRE, sin embargo, no dejó
descendientes en los romances, que prefirieron *ACŪTIĀRE, forma popular obtenida por
derivación sobre ACŪTUS, como ponen de manifiesto todos los resultados.
En segundo lugar, se usa para establecer formas a las que se tendría que
haber llegado desde un étimo dado si este hubiera seguido la evolución
esperable. Así, ŎLĔŬM, que ha dado fr. huile, it. olio, cat. oli, etc., en esp. no
nos ha dejado una forma patrimonial con el significante *ojo (esp. óleo es culto)
que habría colisionado homonímicamente con ojo < ŎC'LUM. Para evitarlo, el
español recurrió al arabismo aceite.
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CAMBIO LINGÜÍSTICO
CANTIDAD
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Así, en PŎRTA tenemos una o breve por naturaleza, pero la sílaba PŎR- en la
que aparece como núcleo es ya larga por posición (paralelamente, se
consideraba que toda vocal ante otra vocal era breve por posición: uocalis ante
uocalem corripitur). Conviene, pues, no confundir cantidad vocálica con
cantidad silábica, especialmente a efectos de la evolución del vocalismo latino
al español: la o de PŎRTA es breve tónica, como pone de manifiesto el
resultado puerta, por más que la sílaba de la que es núcleo se vea alargada por
posición. (Véase también ACENTUACIÓN).
COMPARATIVO (MÉTODO)
Es indudable que dos o más cambios fonéticos no tienen por qué cumplirse
simultáneamente; de hecho, sería más bien extraño si así ocurriera. Por el
método comparativo (véase), podemos llegar a establecer la ocurrencia o no de
un cambio lingüístico -p. ej., la reducción de los diptongos latinos-, en un
estado de lengua previo. Sin embargo, cuando nos hallamos ante dos hechos
diferentes acaecidos en una determinada lengua, se hace necesario –por
evidentes necesidades del estudio diacrónico–, establecer la anterioridad
cronológica de uno con respecto al otro. Tal anterioridad cronológica puede
determinarse por el principio de la cronología relativa. Ejemplo: Sabemos que
el francés palataliza C- /k-/ en posición inicial no solo ante E, I, sino también
ante A: CARRUM > char, CABALLUM > cheval, etc. Por otro lado, sabemos
que, en esta misma lengua, el diptongo AU monoptonga en /o/: AURUM > or.
Ahora bien, ¿qué cambio se cumplió en primer lugar, la palatalización o la
monoptongación? Para poder determinarlo, en este caso, hemos de recurrir a
étimos que nos proporcionen una muestra de ambos fenómenos. Así, de
CAUSA tenemos fr. chose, forma que nos indica que la palatalización hubo de
ser necesariamente anterior, pues, si se hubiera producido en primer lugar la
monoptongación de AU, se habría llegado a fr. *couse, del mismo modo que en
CŬBĬTU > coude, CŌP(Ŭ)LA > couple. Otro ejemplo, también relacionado con
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el diptongo AU: En español, como en la mayoría de los romances occidentales,
se produce sonorización de las oclusivas sordas intervocálicas, como en MĔTU
> miedo, FŎCU > fuego. Sin embargo, hay una serie de palabras en las que la
sonorización no se ha producido, como oca < AUCA, poco < PAUCU, otoño <
AUTŬMNU, coto < CAUTU, etc. En todos esos étimos latinos vemos que está
presente el diptongo AU, por lo que podemos deducir que la sonorización de la
sorda fue impedida por la presencia del wau (véase). Cuando por fin se produjo
la reducción del diptongo, la sonorización de las sordas intervocálicas era un
proceso ya cumplido, por eso no fueron posibles las evoluciones poco >
*pogo, coto > *codo, etc. (Véase también en este glosario YOD, ALGUNAS
NOTAS..., n.º 9).
DESFONOLOGIZACIÓN
DIPTONGOS
Los diptongos del latín clásico eran, fundamentalmente, tres: AE, OE y AU.
Se comprende que, en cuanto secuencias tautosilábicas, esto es, unidades
capaces de ocupar núcleos silábicos, tenían cantidad larga (véase
CANTIDAD). Al monoptongar el clásico AE /áe/, dado el carácter abierto del
segmento a, el resultado fue una e abierta larga, /ɛː/. Sin embargo, el hecho de
que una vocal larga presentara ahora cualidad abierta no supuso una
perturbación para el nuevo sistema (recordemos que, en el sistema
cuantitativo, al rasgo <vocal larga> se asociaba concomitantemente el rasgo
<cerrada>), puesto que, borrada la oposición cuantitativa, lo que funcionaba
ahora era la oposición de timbre. La e abierta procedente de la reducción de
AE se identificó, por tanto, con la e abierta procedente de Ĕ y siguió su misma
suerte: CAELU > cielo, como CĔNTUM > ciento. El diptongo OE, por su parte,
dado el carácter cerrado de o, monoptongó en una e larga cerrada que se
identificó en primer lugar con lat. clás. Ē y, finalmente, con e cerrada
protorromance procedente de Ē, Ĭ: POENA > pena, como PĬLUM > pelo, TĒLA
> tela. AU, por último, se redujo en una o que siguió la suerte de o cerrada
procedente de Ō, Ŭ: AURUM > oro, como HŌRA > hora, FŬRCA > horca. (AU
resistió bien en latín vulgar, y evolucionó por separado en cada uno de los
romances ya iniciados. Así, lo encontramos monoptongado como /o/ en esp., fr.
e it. actuales; conservado como diptongo [au̯ ] en prov. ant.; como hiato [au] en
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rum, y en fase intermedia de reducción [ou̯ ] en gall.-port. y prov. mod. Para la
evolución de AU, puede verse también COMPARATIVO (MÉTODO) y
CRONOLOGÍA RELATIVA).
Estos son los diptongos del latín clásico. Otra cosa distinta serán los
diptongos que se formen en latín vulgar por la tendencia antihiática, con sus
repercusiones sobre el desplazamiento acentual en la palabra (véase TÓNICA
(DETERMINACIÓN DE LA)), y otra distinta de ambas los diptongos que se
formen en romance (en español, por lo que a nosotros nos interesa) a partir del
latín vulgar.
EPÉNTESIS
ESTADO
Cada uno de los cortes que -no sin inevitable arbitrariedad-, establecemos
como referencia en el estudio diacrónico. Así, nos resulta metodológicamente
muy útil hablar del castellano alfonsí como estado de lengua a mediados del
siglo XIII, y ello fundamentalmente por la abundancia de textos
homogéneamente fijados con arreglo a una norma. No es difícil advertir, sin
embargo, que el castellano alfonsí no es más que una modalidad del sistema
de la lengua de la época, concretamente la modalidad culta, cortesana y escrita
del habla de Toledo. Indudablemente, el castellano del siglo XIII era una
realidad mucho más rica en variantes que la representada en los textos
alfonsíes, y en lo que hoy en su conjunto se nos puede mostrar como un
sistema muy normativizado, se estaban consumando cambios apuntados por
viejas tendencias e iniciándose los promovidos por otras nuevas. Trasládese
esta idea al concepto de “latín vulgar” y, mutatis mutandis, se entenderá que en
lo expresado por tal sintagma en ningún caso podremos contemplar al pie de la
letra la existencia de un sistema homogéneo: ni en lo sincrónico, ni en lo
diatópico, ni en lo diastrático. Aun así, y siempre con la debida cautela,
hablamos de “estados de lengua” por una evidente necesidad metodológica.
FONOLOGIZACIÓN
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palatal el primero, [k], ocurrente ante a, o, u, como en [´kaːra], y mediopalatal el
segundo, [kj], ante e, i, como en [´kjeːra] (por hallarse la consonante ante vocal
palatal). Esta diferencia, en principio solo fonética, lejos de atenuarse se fue
incrementando, hasta llegar a ser fonológica. De este modo, la variante
mediopalatal, perdido ya todo rasgo velar, adelantó en latín vulgar su
articulación hasta la prepalatal [ʧ], [´ʧera], persistente hoy en romances como el
rumano o el italiano del centro y del sur. La posterior evolución [´ʧera] > [´ʦera]
> [´Ɵera] cera esp. mod. forma parte ya de la historia particular de nuestra
lengua. (Véase, además, DESFONOLOGIZACIÓN).
GEMINADAS (REDUCCIÓN)
Véase LENICIÓN.
HIPERCORRECCIÓN
Véase ULTRACORRECCIÓN.
Humboldt, seguro de poder remontar hasta el origen del lenguaje más por
una hipótesis metafísica que por pruebas lingüísticas, afirma que el lenguaje es
un don, una especie de propiedad interior inherente al espíritu humano, eine
innere Kraft. El hombre y el lenguaje, así pues, han nacido a la vez. Es el
maravilloso espíritu creador del hombre primitivo el que ha hecho nacer el
lenguaje, perfecto en sus comienzos. Tras este periodo de génesis, la fuerza
creadora de la lengua disminuye (tesis de la decadencia de las lenguas). En un
clima de ideología romántica que pretende que toda riqueza cultural procede
del pueblo, Humboldt afirma, además, que la lengua es el órgano que forma el
pensamiento; que expresa y moldea el alma nacional; que manifiesta, en fin, la
visión del mundo propia de la comunidad nacional. La diversidad de las lenguas
prueba la diversidad de las mentalidades, de ahí la importancia de un examen
detallado del organismo de cada lengua, con el fin de comparar la cualidad de
su estructura con la de otras lenguas, porque la superioridad de la estructura
de una lengua prueba la superioridad de una mentalidad, de una raza.
LENICIÓN
Extraído de Georges Mounin, Historia de la lingüística, Madrid, Gredos, 1968, pp. 215-219.
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geográfica, un punto de vista ya sincrónico al punto de partida puramente
descriptivo.
La segunda gran tesis es aquella según la cual la lingüística es una
ciencia histórica. Ni siquiera el indoeuropeo debía ser considerado un punto de
partida absoluto, no sometido a las leyes del lenguaje, sino como un simple
momento de la evolución. Contra el historicismo dominante, Anton Marty
preconiza la necesidad de una lingüística descriptiva y sincrónica.
La tercera tesis es el recurso consciente y sistemático a la psicología. En
un momento en que esta ciencia está en boga, los lingüistas hallan en ella un
instrumento de investigación que permite combatir los antiguos recursos a la
antigua lógica para estudiar las relaciones entre lengua y pensamiento. Este
psicologismo de los neogramáticos fue atacado por el psicólogo Wundt, quien a
la insistencia de los neogramáticos en la psicología del individuo creador
aislado opone puntos de vista que hoy denominaríamos psicología social
o sociología.
SÍNCOPA
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TIMBRE
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Tampoco hemos de olvidarnos del hecho de que, en latín clásico, es breve
toda vocal que precede a otra, salvo en los diptongos AE, OE, AU que a
efectos fonológicos se comportan como si cada uno de ellos fuera una sola
vocal. Así, en secuencias como FILIOLUM /fi:´lioluN/, la segunda I ha de ser
breve por hallarse ante vocal, y ello con independencia de la cantidad que esta
vocal siguiente tenga. Ahora bien, como esta o es penúltima y breve, el acento,
por la ley de la penúltima, ha de recaer sobre I, y ello sin consideraciones de
otro tipo, como pueda ser el distinto grado de abertura. Por eso, en latín
clásico, tenemos ahí un hiato [´io] (por eso y porque diptongo solo puede haber
en /´ae/, /´oe/, /´au/). Sin embargo, en latín vulgar opera la tendencia
antihiática, por lo que la segmentación de FILIOLU se realiza ya como [fi-´ljɔ-lu]
y no como el clás. [fi:-lí-o-lu]. Y en [fi-´ljɔ-lu] hay ya un diptongo lat. vulg. (que
en su momento lo será romance), no lat. clás.
ULTRACORRECCIÓN
VOCALISMO
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única u que quedaba y a la o abierta, /ɔ/, procedente de Ŏ tónica). Así pues, el
nuevo subsistema protorrománico común quedaba así: / i e ɛ a ɔ o u /, y es,
prácticamente, el que aún hoy mantienen gall.-port., cat. e it. En castellano, sin
embargo, al producirse la diptongación de /ɛ/ y /ɔ/ tónicas tanto en sílaba libre
como en sílaba trabada, la escisión dio lugar a los diptongos ié, ué, cuyas
unidades i, e, u ya existían, por lo que se produjo desfonologización (es decir,
se perdieron las oposiciones /e/ ~ /ɛ/ y /o/ ~ /ɔ/) y el subsistema quedó reducido
a la cinco unidades / i e a o u / del español actual.
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, ha de quedar bien claro
que no debemos cruzar términos ni conceptos. Si hablamos de largas y breves,
nos estamos refiriendo exclusivamente al subsistema vocálico del latín clásico.
Por lo mismo, huelga en dicho subsistema hablar de cerradas y abiertas, ya
que el hecho de decir "Ē larga" o "Ĕ breve", "Ō larga" u "Ŏ breve", lleva
implícito, en cada caso, el rasgo <cerrada> o el rasgo <abierta>. Los
términos cerrada y abierta, por tanto, se han de reservar para aquellas
unidades del sistema itálico o protorrománico común que son, respectivamente,
/e/ ~ /ɛ/ en las palatales y /o/ ~ /ɔ/ en las velares. Así, podemos hablar, p.
ej., de e abierta, /ɛ/, procedente de Ĕ breve tónica latina, o de e cerrada,
/e/, procedente de Ĭ o Ē tónicas latinas, y ello sin perder de vista en ningún
momento que estamos hablando de dos estados diacrónicos -en realidad, de
dos sistemas lingüísticos-, ya claramente bien diferenciados.
WAU
YOD
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2. Su actuación se produce en la evolución del latín tardío, así como en la
del protorromance a los distintos romances regionales (y aun dentro de
todos y cada uno de estos), revistiendo en cada caso desarrollos
propios. En nuestro estudio, nos centraremos fundamentalmente en los
cuatro tipos de yod del lat. vulg. que estableció Menéndez Pidal a partir
del influjo de cada uno de ellos en el entorno fónico y de su persistencia
a lo largo del tiempo.
/ i e ɛ a ɔ o u / (v. VOCALISMO).
7. La inflexión sobre /´ɛ/ (< Ĕ tónica) y sobre /´ɔ/ (< Ŏ tónica) determina,
asimismo, el cierre de un grado, por lo que ambas pasan a ser /´e/ y /´o/,
respectivamente, y la diptongación no se produce: VĔNIO > vengo,
SĔDEAM > sea (ant. seya), LĔCTU > lecho; FŎLIA > hoja, PŎDIU
> poyo, ŎCTO > ocho. Cfr., p. ej., leon. ueyo, fueya, uecho; arag.
vienga, fuella, pueyo, ueito, donde la tónica abierta ha podido diptongar
al no resultar inflexionada por yod.
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abierto posea relevancia fonológica, ya que el par mínimo opositivo /e/ :
/ɛ/ se borra en español desde el momento en que se generaliza y
consolida la diptongación de /´ɛ/ tónica lat. vulg. y protorromance < Ĕ
tónica latina.
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