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/ī, ĭ, ē, ĕ, ā, ă, ŏ, ō, ŭ ,ū, /
Durante un cierto tiempo, la oposición cuantitativa era concomitante con el rasgo de abertura
(timbre), de tal modo que las vocales largas eran cerradas y las breves abiertas.
Los diptongos monoptongaron de la siguiente manera:
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a) Para unos, el origen de la transformación de la cantidad en timbre reside en la aparición
de [ē], procedente de ae dentro del sistema vocálico. Cuando esta aparece y se
fonologiza, coexiste con [ē] y [ĕ]. En este momento, parece que el timbre empieza a
actuar para reorganizar el sistema, eliminando la oposición de cantidad. El sistema
vocálico queda así:
Al quedar /ē/ como correlato largo de /ĕ/, el antiguo /ē/ busca su correlato en /ĭ/ ,
que se abre un grado y confluyen en /e/. Las dos abiertas /ē/ y /ĕ/, se funden en /e/.
El fonema /ō/ tiene su correlato breve en /ŭ/, que abriendo un grado coinciden en
/o/1. Así queda el sistema vocálico:
b) Para otros, parece exagerado que el cambio se haya producido por la aparición de [ē].
Intentan la explicación sobre la base de las cantidades vocálicas y consonánticas, que
proporcionaban las siguientes combinaciones:
a. vocal breve + consonante breve
b. vocal breve + consonante larga
c. vocal larga + consonante breve
d. vocal larga + consonante larga
Debido a la tendencia a hacer depender uno de los tipos cuantitativos del otro, se va
eliminando la última combinación (bien reduciendo la cantidad vocálica, bien la
consonántica) y en los siglos I y II quedaron sólo las tres primeras.
En la segunda etapa del proceso, tiende a desaparecer la combinación de las vocales
breves. Quedan así las combinaciones:
a. vocal larga + consonante breve
b. vocal breve + consonante larga
El problema se centra en saber si la función fonológica de la cantidad recaía sobre la
vocal o sobre la consonante.
En los últimos tiempos del latín se incrementa la geminación consonántica (expresiva),
que reduce la vocal larga a breve. Así, se pierde el valor fonológico de la cantidad
vocálica, adquiriéndolo, en cambio, la consonántica.
Pero con la desfonologización de la cantidad vocálica no desaparecían las realizaciones
fonéticas de las vocales, que se realizaban largas o breves, según el contexto
consonántico: breves ante consonante geminada y largas ante consonante simple. De
este modo, cada fonema, largo o breve en su origen (valor intrínseco y fonológico),
tendría dos alófonos, largo o breve, según el contorno consonántico. Para evitar que las
realizaciones largas o breves de cada vocal confluyeran, el sistema resulta en cinco
grados de abertura, así:
/ị i e e a o o u ụ/
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Estos siete fonemas se conservan en catalán, portugués y gallego. El castellano sólo
conoce cinco porque:
/e/ > /ie/
/o/ > /ue/
La desaparición de la cantidad vocálica no se produjo de un modo radical, sino muy
lentamente.
Straka estudió la relación entre cantidad y abertura en lenguas en las que el timbre es el rasgo
pertinente (francés) y en las que lo es la cantidad (checo). De sus observaciones se deducen
estas leyes:
Primera ley: en las lenguas en las que no hay diferencia funcional de timbre cerrado y abierto
(las vocales son medias, como en el checo), las vocales largas son siempre más cerradas que las
mismas vocales breves e inversamente las vocales breves son siempre más abiertas que las
vocales largas, con la excepción de la vocal a, en la que se produce la relación inversa. En
estas lenguas la cantidad es significativa.
Segunda ley: en las lenguas en las que la oposición de timbre vocálico, fundado sobre la
abertura, es funcional (como en francés), el comportamiento de las vocales cerradas y el de las
vocales abiertas bajo el efecto del alargamiento es diametralmente opuesto. Una vocal cerrada,
cuando es larga, se cierra más, mientras que una vocal abierta y larga es más abierta que una
vocal breve.
Tercera ley: en las dos categorías de lenguas, la vocal a, tanto media como anterior o posterior,
se abre bajo el efecto del alargamiento y se cierra bajo el efecto del acortamiento.
Estos hechos comprobados hoy sobre las lenguas existentes se pueden resumir así:
Las vocales de pequeña y media abertura (desde /e/, /o/ hacia arriba), se cierran cuando
son largas. (/i, e, o, u/)
Las vocales de mayor abertura, desde /e/, /o/ hacia abajo, se abren cuando son
largas .(/e, a, o /)
Se forman, por lo tanto, dos series de vocales con comportamiento distinto ante la duración.
La explicación de esto, desde el punto de vista articulatorio, no es fácil. Si por un lado está
comprobado que una vocal larga, de más duración que una breve, exige más trabajo
articulatorio y, por ello, será más tensa y cerrada que una vocal breve, ¿cómo explicar el
comportamiento inverso de las vocales abiertas?
En la emisión de los sonidos intervienen dos conjuntos de músculos:
Los elevadores, producen la elevación del maxilar y la lengua y el cierre de la cavidad
bucal. Son los que intervienen en la pronunciación de las consonates.
Los depresores, producen el movimiento inverso: tienden a abrir la cavidad bucal e
intervienen en la emisión de las vocales.
Podría pensarse que en las vocales cerradas, se da una acción combinada de ambos músculos,
mientras que en las vocales abiertas sólo actúan los depresores.
El sistema vocálico del latín era semejante al del checo moderno: cinco vocales teniendo en
cuenta sólo el timbre, pero en realidad diez, ya que un mismo timbre tenía dos duraciones
(breve y larga). Como hoy, por las razones ya apuntadas, las vocales largas eran más cerradas
que las breves, excepto la a, en la que la situación es diferente. Esta diferencia, mínima e
inconsciente en su origen, acaba por extenderse y tiende a separar exageradamente las dos
duraciones y, por consiguiente, las dos aberturas.
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En un momento dado, debieron existir en el latín hablado, por un lado, vocales largas y
cerradas [i:], [e:] [o:], [u:], y, por otro, las breves y abiertas [i], [e] [o], [u]. Luego prevaleció la
oposición timbre.
ĭ, ŭ sobrepasaron la posición [i], [u] (abiertas) y en casi todas las lenguas románicas:
[i] se confundió con [e]
[u] se confundió con [o]
Esto se produce porque las abiertas acabaron por alcanzar una abertura que sobrepasaba el
límite hasta el cual se percibían sus respectivos fonemas.
En lo que se refiere a las ā, ă no se diferenciaron en el latín hablado los dos timbres (cerrado y
abierto). Según la tercera ley, la diferencia de abertura entre una y otra era menos sensible que
en otras vocales. Por ello, la diferencia de abertura no era suficiente para ser percibida por los
hablantes.
En resumen:
1) Vocalismo del latín clásico (duración+timbre)
i: i e: e a,a: o o: u u:
2) Vocalismo del latín hablado2: la desaparición de la distinción cuantitativa y su sustitución
por la de timbre se vio favorecida probablemente por la llamada nueva cantidad románica,
que consistió en el alargamiento de la vocal acentuada.
a. En sílaba tónica abierta todas las vocales se convierten en largas (entonces, la
distinción entre vĕnit y vēnit ya no será la cantidad, porque ambas serán largas por
estar en sílaba tónica abierta, sino el timbre [vēnit] y [vēnit]
b. En sílaba tónica cerrada o en posición inacentuada todas las vocales son breves.
EPOCA OPOSICIONES
LATÍN CLÁSICO Vocal breve-vocal larga
LATÍN HABLADO Vocal breve y abierta- vocal larga y cerrada
NUEVA CANTIDAD ROMÁNICA Vocal larga y abierta-vocal larga y cerrada (en sílaba tónica
abierta)
Vocal breve y abierta-vocal breve y cerrada (en sílaba
tónica cerrada y en sílaba átona)
Así, sólo el timbre se percibía como elemento distintivo por los hablantes.
Las causas de estas transformaciones son:
a. Una vocal acentuada tiende a alargarse.
b. Una vocal acentuada, en iguales condiciones, es siempre más larga que una inacentuada.
c. En sílaba cerrada, el alargamiento de la vocal acentuada es menos sensible.
d. Una vocal inacentuada es siempre más breve que una vocal acentuada.
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