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Características anatómicas
Cada ventrículo posee a nivel del tabique una porción muscular y otra
membranosa, la muscular está constituida por tres zonas: de entrada, trabecular y
de salida, y en estas tres regiones pueden aparecer defectos de la tabicación
ventricular. El sitio más frecuentemente afectado por una comunicación anormal
es el septum membranoso y cuando dicha comunicación se denomina
perimembranosa ésta puede extenderse hacia adelante e involucrar al septum de
salida; cuando se extiende hacia abajo, puede involucrar al septum trabecular; y
finalmente, cuando lo hace hacia atrás, puede comprometer al septum de entrada.
El borde posteroinferior de dicha comunicación coincide con el paso del haz de
His, el cual a nivel de la trabécula septomarginalis se divide en sus ramas derecha
e izquierda. Este defecto conecta la cámara de entrada del ventrículo derecho con
la salida del ventrículo izquierdo y está relacionado con la sigmoidea no coronaria
de la aorta. Las comunicaciones interinfundibulares (del septum de salida), se
originan por falta de fusión de las crestas conales y cuando son grandes, la
sigmoidea aórtica coronaria derecha se prolapsa en diástole, a través de la misma
comunicación, lo cual origina insuficiencia aórtica; ese defecto está alejado del
trayecto del haz de His. Las comunicaciones musculares en el septum trabecular
pueden presentarse como uno o varios defectos por delante o por detrás de la
trabécula septomarginalis o hacia la zona apical del tabique y se originan por
persistencia de los espacios intertrabeculares que normalmente existen en el
tabique ventricular primitivo en el inicio de su desarrollo y normalmente
desaparecen al fusionarse entre sí las trabéculas septales de ambos ventrículos.
Finalmente pueden ocurrir comunicaciones que involucran las zonas limítrofes de
las porciones trabecular de entrada y de salida del septum ventricular. También
pueden formarse estos defectos involucrando dos o las tres porciones
mencionadas.
Fisiopatogenia
Durante la sístole, la presión del ventrículo izquierdo es mayor (120 mmHg) que la
del derecho (30 mmHg), por lo que la comunicación entre ambos, necesariamente
produce paso de sangre de la cámara de mayor presión a la de menor presión
durante la sístole. Durante la diástole no hay cortocircuito, pues las presiones de
ambos ventrículos son muy similares. El volumen del cortocircuito depende del
tamaño del defecto y de las resistencias pulmonares; así, si el defecto es
pequeño, el cortocircuito será también pequeño mientras que si es grande, la
magnitud del cortocircuito también lo será; por otro lado, si las resistencias
pulmonares son normales, ello permitirá un cortocircuito dependiente del tamaño
del defecto, pero si hay elevación de las resistencias pulmonares, se elevará la
presión sistólica del ventrículo derecho, lo cual reducirá el gradiente de presión
sistólica entre ambos ventrículos y con ello el cortocircuito arteriovenoso. El paso
de sangre hacia el ventrículo derecho lo sobrecarga volumétricamente; el volumen
aumentado llega a la pulmonar (hiperflujo pulmonar), lo cual depende del tamaño
del defecto y de las resistencias pulmonares: gran flujo (resistencias pulmonares
bajas) o por el contrario, la elevación de las resistencias pulmonares produce una
disminución proporcional del flujo pulmonar. Si el flujo pulmonar está aumentado,
también la llegada de mayor cantidad de volumen hacia la aurícula y ventrículo
izquierdo hará que soporten una sobrecarga volumétrica (sobrecarga diastólica).
Cuadro clínico
CIV tipo Roger, intenso soplo sistólico regurgitante (parte del I ruido), rudo,
acompañado de frémito y con irradiación excéntrica. El llp se ausculta normal. 9
CIV grande con hipertensión pulmonar
Hipodesarrollo pondoeslatural.
Radiografía de tórax
Electrocardiograma
CIV grande:
Cateterismo cardiaco
Tratamiento
CIV (QP/Qs < 1.5) chica y tipo Roger: No requieren de tratamiento específico. CIV
grande: Requiere tratamiento quirúrgico, mediante cierre del defecto con un
parche de material sintético. La indicación quirúrgica deberá ser individualizada en
cada caso, de acuerdo con el grado de hipodesarrollo físico, presencia de
insuficiencia cardiaca o ausencia de ésta, edad y peso del paciente, cantidad de
cortocircuito y resistencias pulmonares. El tratamiento quirúrgico tiene muy buenos
resultados en centros especializados, ya que la mortalidad es prácticamente nula
por arriba de los 2 años. En niños más pequeños de tres meses, la mortalidad es
elevada (8.3 a 37.5%). Con insuficiencia cardiaca del recién nacido debe ser
manejada con digoxina y diuréticos.