Está en la página 1de 245

ágina 1

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.


Es una traducción de fans para fans.
Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro.
También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales y ayudándolo a
promocionar su libro.
¡Disfruta de la lectura!
2
ágina
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.
Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que
suben sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias
historias. Al subir libros de un autor, se toma como plagio.
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque están
subidos a Wattpad, pidiendo en sus páginas de Facebook y grupos de fans las
direcciones de los blogs de descarga, grupos y foros.
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema que
enfrentan y luchan todos los foros de traducciones. Más libros saldrán si se
deja de invertir tiempo en este problema.
No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedarás sin Wattpad, sin
foros de traducción y sin sitios de descargas!
3
ágina
Moni

Julyerr Miry GPE Valentine Rose


Vani Val_17 DiaNaZ
Diana Niki Fany Keaton
Mary Aimetz Volkov Sofia Belikov
Mel Rowe Anty Geraluh
Diss Hersig Jadasa Alexa Colton
Julie Youngblood Laura Delilah
Nikky Dannygonzal Nelshia
Annabelle Mire Daniela Agrafojo
ElyCasdel Michelle♡ ♥...Luisa...♥
Jasiel Odair vals<3 becky_abc2
Adriana Tate Alex Phai
NnancyC

Sahara Laurita PI Paltonika


Aimetz Volkov Niki GypsiPochi
AriannysG Lucinda Maddox Jasiel Odair
Daliam Mire Victoria
Esperanza Valentine Rose Sammy
Val_17 Amelie ElyCasdel
Key Vane Hearts Miry GPE
Vane Farrow Daniela Agrafojo

Vane Farrow
4
ágina

Fany Keaton
Sinopsis Capítulo 15
Capítulo 1 Capítulo 16
Capítulo 2 Capítulo 17
Capítulo 3 Capítulo 18
Capítulo 4 Capítulo 19
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Capítulo 21
Capítulo 7 Capítulo 22
Capítulo 8 Capítulo 23
Capítulo 9 Capítulo 24
Capítulo 10 Capítulo 25
Capítulo 11 Capítulo 26
Capítulo 12 Capítulo 27
Capítulo 13 Ripped
Capítulo 14 Sobre el autor
5
ágina
Él no es bueno para ella.
Ella odia que él pueda tener razón.
Brook Dumas encontró a Remington Tate en REAL, y ahora es el turno
de su mejor amiga Melanie de encontrar al hombre que haga a su corazón
cantar. Después de años de buscar, una noche en la lluvia, el fuerte y
misterioso Greyson King viene a su rescate. Es atrevido, y tal vez justo el
amante, amigo y protector que había estado buscando. Cuando hacen el amor,
él dice su nombre como si significara algo. Como si ella significara algo, y eso
es todo lo que ella siempre ha querido.
Él desaparece por días sin decir una palabra, y cuando está alrededor,
dice que la lastimará. Pero cuando está lejos, su corazón duele más.
Entonces Melanie descubre el oscuro mundo que él ha estado
determinado en mantener oculto, y sospecha que sus primeros encuentros al
azar pudieron no haber sido al azar después de todo.
Atrapada en una caída libre de emociones, Melanie no tiene a nadie que
la atrape más que el hombre del que debería huir...
Pero, ¿qué haces cuando tu Príncipe Encantador se ha convertido en un
Villano?
Real, #4
6
ágina
sustantivo
Una persona sin principios; una persona, especialmente un hombre, que no
es lo que parece. Un sinvergüenza.

verbo
Engañar
Destruir
Actuar como un canalla

adjetivo
No pertenecer, un hombre que no pertenece. Renegado, savaje, e
impredecible, uno que se desvía de la norma; ejemplo, un policía sin
escrúpulos. O tal vez incluso un príncipe encantador canalla...
7
ágina
Cero
Traducido por Julieyrr
Corregido por Sahara

Greyson
Tengo mi polla enterrada profundamente dentro del coño de una mujer
maullando cuando me doy cuenta por primera vez del clic en mi puerta
delantera. Salgo de ella y agarro un puñado de sábanas, tirándoselas y gime en
protesta por ya no tener mi polla.
—Cúbrete, dulzura, tienes tres segundos…
Dos.
Uno.
El primero en materializarse en mi puerta es Derek. —Tu padre te quiere.
—Al lado de él está mi idiota medio hermano, Wyatt, y no se ve muy contento
de verme. ¿Qué puedo decir? Es mutuo.
Me pongo mis pantalones. —¿Los envió a los dos? —pregunto, casi
riendo—. Si fuera una chica, supongo que este sería el momento en que mis
sentimientos son heridos.
Los hombres entran en la habitación, registrando el territorio con gestos
rápidos en sus ojos. No me ven llegar. En menos de un segundo, tengo a Derek
inmovilizado contra la pared y a Wyatt en una llave al cuello. Los dirijo hasta la
puerta mientras observo el resto de los hombres entrar. Siete de ellos, además
de los dos retorciéndose en mi agarre. La escuadra de nueve miembros que
compone el Underground dirigido por mi padre, cada hombre aquí con un nivel
diferente de habilidades. Ninguno, ni uno solo de ellos, tan hábil como yo.
—Sabes muy bien que, si esto te involucra, sería una misión de nueve
8

hombres —dice Eric Slater, el hermano de mi padre y su mano derecha,


ágina

mientras pasa al interior. Eric es severo, silencioso y peligroso. Es mi tío y lo


más parecido a un tío que tuve mientras crecía. Me enseñó a vivir entre la
privada y pequeña mafia de mi padre, no, no a vivir. Me enseñó a sobrevivir. A
tomar mis circunstancias y prosperar. Gracias a él, crecí más inteligente, más
fuerte, más mezquino. Aprendí todo lo que había que aprender, multiplicado a
la milmillonésima potencia. El poder es matar o morir. No importa si usarás la
habilidad, es un seguro. ¿Escuchaste alguna vez sobre seguros, chico? Las
personas que tienen seguro rara vez los utilizan. Son quienes no tienen una
mierda los que terminan necesitándolo. ¿Ves esa flecha? Úsala. ¿Ves ese
cuchillo? Manéjalo, lánzalo, aprende cómo utilizar la menor cantidad de esfuerzo
para hacer la mayor cantidad de daños…
Tengo todo tipo de seguros. Toda mi mente es un ordenador programado
para pensar lo peor de una situación, todo en menos de un segundo. En este
momento, sé que es un hecho que todos estos hombres están armados.
Algunos llevan dos armas, bajo sus calcetines, en la parte baja de sus espaldas
o en las solapas delanteras de sus chaquetas. Eric mira mis ojos escanear
todos y cada uno de ellos, sonríe, claramente orgulloso de mí. Abre su
chaqueta y ve la pistola en su cadera. —¿Quieres tocar mi pieza? Aquí tienes,
Grey. —La saca y la extiende, el cañón en su mano.
Dejo ir a los dos hombres de mis manos cuando siento que Wyatt está a
segundos de perder el conocimiento. Los empujo hacia atrás, luego con un
empujón los envío a estrellarse contra la pared. —Me importa una mierda lo
que quiera decirme —declaro.
Eric ve alrededor de mi dormitorio. Mi apartamento está perfectamente
limpio. No hago desastre. Tengo una reputación y me gusta escuchar cuando
un alfiler cae… la razón por la que escuché a estos idiotas entrar en mi estudio
en primer lugar. —¿Todavía follando a esas putas? Con esa jodida cara, puedes
conseguirte una diosa, Grey.
Observa la mujer en mi cama. No es una obra maestra, es cierto, pero se
ve muy bien apretada contra el colchón con su culo al aire, y no espera
absolutamente nada de mí, excepto dinero. Dinero que puedo darle. Dinero y
polla, ambos de los cuales tengo en abundancia.
Agarro el vestido en el suelo y lo tiro hacia la puta. —Es hora de salir y
volver a casa, cariño. —Entonces hacia Eric—: Mi respuesta es no.
Tomo un par de billetes de una pila en mi mesita de noche y los empujo
en la mano extendida de la puta. Hace un gran show de ponerlos en su
sujetador y los hombres se apartan para dejarla pasar, algunos de ellos
silbando mientras se voltea.
Eric se acerca a mí y baja la voz. —Tiene leucemia, Greyson. Tiene que
pasarle las riendas a su hijo.
—No me veas como si puedo sentir algo de lástima.
9
ágina

—Limpió su acto. No más muertes. Todos los negocios son estrictamente


financieros ahora. No tenemos más enemigos abiertos. El Underground es una
empresa bastante exitosa y quiere pasársela oficialmente a su hijo. ¿Eres lo
suficientemente sangre fría para negarle su última petición?
—Qué puedo decir, su sangre corre por mis venas. —Agarro una
camiseta negra y me la pongo de un tirón, no por modestia, sino para poder
comenzar a cargar mis bebés. Mi Glock, una Ka-Bar, dos cuchillos más
pequeños, dos estrellas de plata.
—Chico… —Da un paso hacia mí y encuentro su único ojo oscuro, no el
falso, no lo he visto en varios años. Fue quien me enseñó a usar una .38
especial—. Se está muriendo. —Destaca de manera significativa, curvando su
mano sobre mi hombro—. No será largo. Le quedan seis meses, si no menos.
—Me sorprende que piense que me importaría.
—Tal vez cuando hayas terminado de ser un mujeriego, comenzarás a
preocuparte. Nosotros —Señala a los hombres en el cuarto—, queremos que
seas quien tome el control. Seremos leales a ti.
Cruzo mis brazos y miro a mi medio hermano, Wyatt, “el Whiz”, la
mascota de mi padre. —¿En tanto sea su perro faldero y haga lo que él dice?
No, gracias.
—Seremos fieles a ti —subraya—. Sólo a ti.
Sacude su cabeza hacia los chicos. Uno de ellos corta el centro de su
palma. Pronto todos lo siguen.
Sangre comienza a gotear en mi piso.
Eric agacha su cabeza y corta su propia palma. —Estamos
comprometiéndonos contigo. —Extiende su mano ensangrentada.
—No soy su líder —digo.
—Serás nuestro líder cuando te des cuenta de que tu padre finalmente
está dispuesto a revelar la ubicación de tu madre.
Hielo se propaga a través de mis venas y mi voz se endurece cuando Eric
la menciona. —¿Qué sabes de mi madre?
—Él sabe dónde está y eso morirá con él si no vienes con nosotros. La
morfina lo vuelve delirante. Te necesitamos de vuelta, Greyson.
Mi cara no revela nada de la confusión que siento. Mi madre. Lo único
bueno que recuerdo. Nunca olvidaré la expresión de su cara cuando maté por
primera vez. Justo frente a ella, perdí mi humanidad y dejé que mi madre viera
que su hijo se había convertido en un animal. —¿Dónde está? —gruño.
—Está volando al lugar de una lucha; tenemos un avión listo para que te
reúnas con él allí.
10

Meto cosas en una bolsa de lona negra. Una computadora portátil. Más
ágina

armas. Cuando tratas con mi padre, no puedes tratar con él de forma correcta.
Mi padre me enseñó a ser retorcido. Supongo que aprendí del mejor. Agarro mi
cuchillo Leatherman, cortando profundamente en mi palma y la golpeo en la
mano de Eric, nuestra sangre mezclándose. —Hasta que la encontremos —le
susurro. Los otros hombres se acercan y sacudimos nuestras manos.
Busco en sus ojos y me aseguro de que encuentren mi mirada. Hay una
amenaza en mis ojos y sé que, si me conocen, van a prestarle atención.
No importa lo que se habla en palabras, qué actos son cometidos, nunca,
jamás apartaré mis ojos de otra persona. La forma en que parpadean a la
izquierda o a la derecha, un pequeño parpadeo, me dice más que cuando
hackeas la computadora de alguien. Pero lo hago también.
No confío en nadie. Mi mano derecha no confía en mi izquierda. Pero
mientras el más poderoso de los nueve hombres se encuentra frente a mí, en el
que menos confío es en Eric Slater. Da la casualidad que es el único por quien
me preocupo más, también. Él y mi amigo C. C. Hamilton, pero C. C. me ha
estado visitando, incluso después de que me fui, en secreto ayudándome a
rastrear a mi madre. Confío en él tanto como podría confiar en un ser humano.
Lo que todavía significa que lo interrogo hasta la mierda cada vez que entra.
Nunca puedo estar seguro de si mi padre sabe que se está reuniendo conmigo.
Demonios, incluso con el juramento de sangre, tendré que probar todas y
cada una de las lealtades de estos hombres antes de que puedan obtener
cualquier indicio de confianza de mi parte.

Ahora, un viaje en avión más tarde, nos encontramos con mi padre en


una habitación cerrada, cableada con cámaras, en el Underground de Los
Ángeles. El Underground es nuestro medio de vida. Un lugar donde los
luchadores se enfrentan uno contra el otro en cada temporada, dos o tres veces
a la semana. Organizamos eventos, vendemos boletos, programamos peleas en
almacenes, bares, estacionamientos, donde sea que podamos conseguir gente y
una buena oferta. Sólo los boletos nos hacen una fortuna. Pero el juego de lado
nos da diez veces más.
Esta noche, estamos en un almacén convertido en bar atestado de gente
gritando y peleas ruidosas. Solía gustarme la planificación estratégica de los
lugares en los que las peleas se llevarían a cabo, qué luchadores se enfrentaría
a quién después, pero todo está siendo organizado por el resto del equipo.
11

Todo, desde la organización, a las peleas, a las apuestas.


ágina

Me dirijo hacia abajo con Eric mientras las peleas están en marcha, mis
ojos escaneando la multitud, midiendo el número de espectadores, la ubicación
de las cámaras de seguridad, las salidas.
Accedemos a un pequeño pasillo oscuro y luego nos detenemos en la
última puerta antes de que Eric la abra. —¿Tomo tu presencia aquí esta noche
como la aceptación de mi oferta? —dice mi padre al momento en que la puerta
se abre y entro. Reviso la habitación por las salidas, ventanas, número de
personas.
Se ríe, pero no es un sonido fuerte.
››Cuando termines de preguntarte si tengo un francotirador alrededor
listo para golpearte, tal vez te acercarías. Uno podría pensar que mi sola
presencia te ofende.
Sonrío con frialdad. Julian Slater es llamado “Slaughter” 1 entre sus
enemigos; ha sido sospechoso como un hombre que silencia sus problemas de
la manera antigua. Incluso débil y en una silla de ruedas, nunca subestimaré
el daño que mi padre puede hacer. En un mundo que mide las propias
capacidades destructivas, mi padre sería la bomba nuclear y no lo sabrías. El
bastardo ya está lanzándome vómito verbal. —Te ves como un toro, Greyson.
Apuesto a que aún cambias neumáticos por diversión y lo haces con un par de
putas en tu sueño. Daría más de un centavo por saber cuáles son tus
pensamientos en este momento, y sabes cuán tacaño puedo ser. Demonios,
sabes lo que hago si un solo centavo me es robado.
—Lo recuerdo claramente. Siendo yo quien hacia el trabajo sucio por ti.
Así que vamos a ahorrarte ese centavo. Estoy pensando ¿por qué esperar a que
mueras? Podría romper tu tanque de oxígeno en este momento y encargarme
de ti muy bien. —Lentamente, sostengo su mirada con una sonrisa fría,
sacando mis guantes de cuero negro del bolsillo de mis pantalones y
comenzando a deslizar una mano dentro.
Me mira por un momento callado. —Cuando termines de ser
irrespetuoso, ve y barre y con todo, Greyson.
Uno de los chicos se adelanta con un traje.
Calmadamente, deslizo mi mano en mi otro guante de cuero.
—Como antes, nadie sabrá tu nombre —comienza mi padre en un tono
más suave—. Sabes que puedes tener el dinero y la vida que quieras como mi
hijo, de hecho, te demando que vivas como un príncipe. Pero necesito tu cabeza
y corazón en esto. El trabajo es lo primero y obtendré tu palabra en eso.
—No tengo corazón, pero puedes tener mi cabeza. El trabajo es todo lo
que es y todo lo que siempre ha sido. SOY mi trabajo.
12

Silencio.
Nos estudiamos el uno al otro.
ágina

1 Masacrador en español.
Puedo ver el respeto en sus ojos, incluso, tal vez, un poco de miedo. Ya
no soy un niño de trece años de edad, fácilmente intimidado por él.
—Durante los últimos cinco años de tu ausencia, mis clientes… —
comienza—, no han visto ninguna debilidad de nuestra parte en el
Underground. No podemos perdonar un solo centavo adeudado o vamos a ser
vistos como débiles, y en este momento hay muchas recolecciones que quedan
por hacer.
—¿Por qué no tienes a tus secuaces haciéndolo?
—Porque no hay nadie tan limpio como tú. Ni siquiera los luchadores
saben quién eres. Cero rastro. Estás dentro, estás fuera, sin víctimas y una
tasa de éxito del cien por ciento.
Eric saca la vieja Beretta de mi padre y me la ofrece como un símbolo de
paz y cuando la encuentro en mi mano, casi un kilogramo de acero, me
encuentro volteándola y apuntando a la frente de mi padre. —¿Qué si en su
lugar tomo tu Beretta Storm y te animo a comenzar a decirme dónde está mi
madre, primero?
Me mira con frialdad. —Cuando termines el trabajo, te revelaré la
ubicación de tu madre.
Ladeo la pistola en su lugar. —Puedes morir primero, viejo. Estás bien
encaminado ya y quiero verla.
Mi padre parpadea una mirada a Eric y luego a mí. Me pregunto si Eric
realmente será “leal” a mí mientras mi padre se sienta allí, casi como cuando
ruegas.
—Si muero —comienza mi padre—, su ubicación te será revelada de
manera segura en un sobre, ya en un lugar seguro. Pero no voy a revelarte
ninguna mierda hasta que me demuestres a través de la recolección de todos
los nombres en esta lista que me deben, que eres, incluso después de estos
años de estar apartado, leal a mí. Haz eso Greyson, y el Underground es tuyo.
Eric se acerca a un cofre cercano y saca una larga lista.
—No usaremos tu nombre real —susurra Eric mientras la extiende—.
Eres el Enforcer ahora, nuestro Recolector; vas con tu viejo alias.
—Cero —dicen casi con reverencia el resto de los hombres en la
habitación. Porque tengo cero identidad y dejo cero rastros. Paso a través de
los teléfonos móviles como paso por los calcetines. Soy un nada, un número, ni
siquiera un humano.
13

—Tal vez ya no respondo a ese alias —murmuro, curvando los dedos


ágina

dentro de mis guantes de cuero antes de extender y abrir la lista.


—Responderás a él porque eres mi hijo. Y quieres verla. Ahora cámbiate
y cumple con la lista.
Exploro los nombres de arriba abajo. —¿Cuarenta y ocho personas para
chantajear, asustar, torturar o simplemente robar con el fin de obtener la
ubicación de mi madre?
—Cuarenta y ocho personas que me deben, que tienen algo que me
pertenece, que necesita ser recuperado.
Un escalofrío familiar se asienta profundamente en mis huesos mientras
agarro el traje de la percha y me dirijo a la puerta, tratando de calcular cuánto
tiempo me llevará obtener información pertinente sobre cada uno de estos
deudores. Cuántos meses me llevará reunirme con ellos, tratar de negociar de
la forma amable, luego de la manera dura.
—Oh, e hijo —dice, su voz cobrando fuerza mientras me doy la vuelta—.
Bienvenido de vuelta.
Le envío una sonrisa helada. Porque no está enfermo. Apostaría esta lista
en eso. Pero quiero encontrar a mi madre. La única cosa en mi vida que he
amado. Si tengo que matar para encontrarla, lo haré.
—Espero que tu muerte sea lenta —le susurro a mi padre, viéndolo a sus
ojos fríos color teja—. Lenta y dolorosa.
14
ágina
Héroe
Traducido por Vani & Diana
Corregido por Aimetz Volkov

Melanie
A veces la única manera de detener una fiesta de compasión es una
verdadera fiesta.
La expectativa zumba en el aire mientras cuerpos calientes se empujan,
mi cuerpo tenso entre los otros bailarines. Puedo sentir la diversión que nos
rodea girando como torbellino a mis costados, intoxicándome.
Mi cuerpo está resbaladizo por bailar, mi sedosa camiseta de color
dorada y mi falda a juego aferrándose a mis curvas de una forma que me dice
que probablemente debería haber usado sujetador. El roce de la tela húmeda
sólo causa que mis pezones empujen la seda y atraigan varios ojos masculinos
sagaces en mi dirección.
Pero es demasiado tarde ahora, y la multitud está drogada con la
música, el baile.
Me detuve por aquí esta noche, cuando uno de mis clientes, para quien
decoré este pequeño bar-restaurante, invitó a mi jefe y todos los colegas. Dije
sólo una bebida, pero he tomado un par extra, y la mitad vacía en mi mano es
ahora seriamente la última.
Un hombre se acerca.
No me pierdo su repentina sonrisa quiero follarte. —¿Quieres bailar
conmigo?
—¡Ya lo estamos! —digo, moviéndome un poco con él, moviendo mis
15

caderas con más fuerza.


ágina

El chico envuelve un brazo alrededor de mi cintura y me jala más cerca.


—Quiero decir, si quieres bailar conmigo a solas. ¿En algún otro lugar?
Lo miro, sintiéndome un poco drogada y mareada. ¿Quiero bailar con él?
Es lindo. No sexy, pero lindo. Realmente, lindo es imposible, Jose. Pero
borracha, lindo es completamente factible. Trato de hallar la respuesta en mi
cuerpo. Un cosquilleo. Un deseo. Y nada. Hoy aún me siento... sin esperanza.
Sonriendo para aliviar el golpe, me alejo de él, pero se presiona cerca de
mi cuerpo y me susurra descaradamente al oído—: Tengo muchas ganas de
llevarte a tu casa.
—Por supuesto que sí. —Río, rehusando la bebida que ofrece con una
sacudida, juguetona, pero firme de mi cabeza.
Creo que estoy demasiado borracha ya, y tengo que conducir a casa.
Pero no quiero agraviar a un posible cliente, por lo que lo beso en la
mejilla y digo—: Pero gracias. —Y me alejo.
Me toma por la muñeca, me detiene y me gira, su mirada caliente y
lujuriosa. —No. En serio. Quiero llevarte a tu casa.
Le doy un repaso. Luce rico y un poco titulado, el tipo que siempre me
usa, y de repente me siento aún más desesperanzada, más vulnerable. En
menos de un mes, mi mejor amiga se va a casar. El efecto de esa boda en mí no
es malo, es peor. Mucho peor de lo que nadie podría haber imaginado. Mis ojos
arden, cuando pienso en ello, porque mi mejor amiga, Brooke, tiene todo, el
bebé, el adorado esposo, lo que ha sido mi sueño durante tanto tiempo, no
puedo recordar haber tenido otro sueño.
He aquí un hombre que quiere tener sexo conmigo, y una vez más me
siento tentada a caer. Porque siempre caigo. Siempre me pregunto si, tal vez él,
es el único para mí. Lo siguiente que sé, es que me despierto a solas con un
puñado de condones y sintiéndome más sola que nunca, y me recuerdo una
vez más que soy sólo buena para una sola noche. Soy la reina de nadie, la
Brooke de nadie. Pero Dios, alguien dígame, ¿cuándo dejare de besar ranas?
Nunca, ese es el cuándo. Si deseas el príncipe, tienes que seguir intentándolo
hasta que un día te despiertas y eres Brooke, y los ojos de un hombre están
brillando sobre ti y sólo por ti.
—Mira, te lo he hecho una y mil veces —susurro, triste y sin esperanza
sacudiendo la cabeza.
El hombre levanta las cejas. —¿De qué estás hablando?
—Tú. Te lo he hecho. —Lo señalo, de arriba abajo, su elegante apariencia
y vestimenta, el peso de mi tristeza y decepción aplastándome aún más—. Lo
he hecho... una y mil veces. Y simplemente no funcionará. —Me vuelvo para
16

salir, pero me atrapa y me da vuelta otra vez.


—Rubia, nunca lo has hecho conmigo —replica.
ágina

Lo miro otra vez, tentada de simplemente a llevarlo a casa y hacernos


sentir bien.
Pero esta tarde, estaba en la casa de mi mejor amiga, donde la atrapé
siendo besada profundamente por su chico, un beso bastante largo y caliente;
él le murmuraba cosas sexys todo el tiempo, diciéndole que la amaba con una
voz que sonaba profunda y tierna, y quise llorar.
Mis entrañas están todavía cálidas y sensibles con el recuerdo, y ni
siquiera bailar toda una noche ha tenido éxito en hacerme olvidar lo
verdaderamente sin amor que me siento. Después de ver la forma en que mi
mejor amiga es besada, realmente besada, y después de saber que tendrá
menos tiempo para mí ahora que tiene otras prioridades en su nueva y
hermosa familia, estoy empezando a sentir más que nunca, que nunca
encontraré la clase de amor que ellos tienen. Ella siempre fue responsable,
siempre una buena chica, pero yo soy... yo.
La divertida.
La aventura de una noche.
—Vamos, rubia —insta en mi oído, sintiendo mi indecisión.
Suspiro y me volteo. Me jala más cerca, y me mira a la boca como si me
fuera a convencer con un beso. Soy una tocadora. Brooke me llama su bicho de
amor. Me encanta la cercanía, el contacto, lo anhelo como anhelo el aire. Pero
nunca siento realmente el toque de un hombre llegar más allá de mi piel. Sin
embargo, siempre estoy tentada porque sigo pensando que EL ÚNICO está a la
vuelta de la esquina y no puedo dejar de probar.
Inclinándome y luchando contra la tentación de besar a una rana más,
busco el último gramo de convicción y le digo otra vez—: No. En serio. Gracias.
Me voy a casa. —Estoy metiendo mi cartera bajo el brazo, preparándome para
irme, cuando un ruido sordo hace que las ventanas tintadas de la pared
resuenen.
Las puertas se abren y un par entra, empapados, la mujer agitando el
pelo suelto húmedo, riendo.
—Oh dios mío —chillo, mi estómago desplomándose cuando me doy
cuenta que está jodidamente lloviendo.
Corro hacia la puerta cuando un hombre agarra el mango con una mano
enguantada de negro y cortésmente la abre para mí. Casi me tropiezo y agarra
mi codo para sostenerme. —Con cuidado —dice en voz baja, mientras me
estabiliza en mis pies, y parpadeo desesperadamente a través de la calle al
Mustang azul claro. Todo lo que tengo a mi nombre. Todo lo que tengo para
vender porque necesito desesperadamente el dinero y ¿quién lo va a querer
17

ahora? Es un convertible y un poco viejo, pero es tan lindo como único, con
ágina

asientos blancos en el interior que coinciden con la capota. Pero ahora está
fuera en esta lluvia, con su capota abajo, convirtiéndose en mi
propio Titanic con ruedas.
Toda mi vida se hunde justo con él.
—Supongo por esa mirada de cachorro triste en tu cara que ese es tu
coche —dice esa voz baja.
Sin poder hacer nada asiento y levanto mis ojos al desconocido. Un
relámpago atraviesa la distancia, iluminando sus rasgos.
Y no puedo hablar.
O pensar.
O respirar.
Sus ojos me sostienen y no los dejaré ir. Miro en sus profundidades
mientras que también registro que su rostro es impresionante. Mandíbula
dura, pómulos altos, frente fuerte. Su nariz es clásica, elegante, y por debajo
sus labios están llenos y curvados, firmes y... Dios, es comestible. Su cabello
oscuro se voltea juguetonamente en el viento. Es alto y ancho de hombros y
está vestido con pantalones oscuros y un jersey de cuello negro que le da un
aspecto elegante y peligroso.
Pero sus ojos.
Son de un color indescifrable, pero no es el color, es la mirada, el brillo
increíble. Enmarcados con gruesas pestañas negras, sus ojos brillan tanto
como las luces más brillantes que he visto nunca. A medida que evalúa en
silencio mis rasgos, sus ojos entrecerrados se sienten tan poderosos como los
Rayos X, y parecen brillantes sobre todo porque yo, yo, de alguna manera he
hecho algo para divertir a este hombre, este... mierda, no tengo nombre para él.
Excepto Eros. Cupido mismo. Dios del amor. En carne y hueso.
Solía pensar que Cupido utilizaba una flecha, pero no me siento como si
hubiera sido atravesada por una flecha. Me siento como si hubiera sido
golpeada. Por un cohete.
Mientras sigo aquí de pie, quedando anonadada por los más de un metro
ochenta de sensualidad, agarra las llaves de mi mano con una mano
enguantada y pone la otra en mi cadera para sostenerme en el lugar. Y lo
siento. Siento el toque correr bajo mis caderas, anudando mi estómago,
pulsando en mi sexo, directamente debajo de mis muslos, curvando los dedos
de mi pie. —Quédate aquí —dice a mi oído, entonces levanta el cuello de su
campera hasta que se convierte en una capucha, y corre a través de la calle.
Lo veo dirigirse a donde mi coche se está empapando. El viento azota por
las calles con tanta fuerza, que tengo que utilizar las dos manos para tratar de
aplanar mi falda para que no se vuele hasta mi cintura.
18

—¡Levanta la capota! —Me obligo a gritar a través de la lluvia torrencial,


de repente determinada mientras salva mi coche.
ágina

—¡Yo me encargo, princesa! —Salta en el asiento delantero, enciende el


coche, y la capota empieza a subir hasta que... ya no.
Se queda atascada.
Después de un chillido de protesta, el hijo de puta se inicia de vuelta
hacia abajo.
—Mierda, ¡Joder! —Me apresuro a la calle y de repente las gotas de lluvia
me bombardean como pequeñas balas de cañón, mojándome en un segundo.
Juro que les quiero gritar ¡Jódete! Mi coche, la única cosa en mi vida que no ha
sido una mierda, se arruinó y quiero gritar.
—¿Me estás tomando el pelo? ¡Ve bajo el techo! —El hombre salta y luego
se quita el jersey en un rápido movimiento. Extiende el material por encima de
mi cabeza, usándolo para protegerme de la lluvia mientras me lleva al pequeño
toldo sobre la entrada del edificio.
—¡No! Te ayudaré. ¡Mi precioso coche! —Lloro y empujo a su pecho,
tratando de conseguir que retroceda, pero es una cabeza más alto y está
construido de acero.
—Yo me encargo de tu coche —promete. Me entrega su abrigo empapado
y añade—: Sostén esto. —Antes que vuelva a correr.
Lleva una camiseta blanca de cuello redondo, y se aferra a su torso
esculpido mientras intenta tirar la capota de mi coche en forma manual.
Las gotas de lluvia escurren por sus brazos desnudos, el algodón
empapado de su camisa pegado en su pecho, revelando todos los músculos que
existen. Mierda. Es magnífico, fuera de serie; simplemente me rompió el Radar
de Hombres Calientes. No puedo apartar mis ojos de cada centímetro de su
cuerpo o la forma en que se mueve.
Un trueno sacuda la ciudad de nuevo cuando finalmente engancha la
capucha de mi coche y me señala para que me acerque. Abre la puerta de mi
coche desde el interior, y me apresuro en el asiento del pasajero y la cierro
detrás de mí.
Mis ropas frías y empapadas, se aferran a mi piel, mientras se sienta
detrás del volante, viéndose grande y varonil, y de repente estamos
cómodamente instalados en el pequeño, casi apretado interior de mi coche. Los
asientos están inundados con agua, y cuando me muevo para mirarlo un poco,
me escucho emitir un chapoteo que hace que mis mejillas ardan en vergüenza.
—No puedo creer esto —susurro—. Mi mejor amiga me dice que soy la
única idiota con un convertible en Seattle.
Sus ojos se abren con diversión. —Me gusta tu coche. —Alcanza el
tablero de instrumentos, y la mano que corre sobre esto, está cubierta en un
19

elegante guante de piel de cordero que hace que mi piel cosquillee con piel de
gallina. Mueve su gran torso en mi dirección con una sonrisa irresistiblemente
ágina

devastadora—. Todo lo mojado se seca; no te preocupes, princesa.


Casi no puedo soportar la forma en que dice mojado.
O la forma en que una gota de lluvia se aferra a sus pestañas oscuras.
Agua cae de sus bronceados y musculosos brazos. Su cabello está peinado
hacia atrás, mejorando la cara hermosa que tiene. He visto obras de arte y
hombres hermosos, edificios hermosos y habitaciones hermosas, pero en este
momento mientras me mira, no recuerdo haber visto algo como él.
Es un diez. Nunca, nunca he dado con un diez. Y la forma en que me
mira... He visto esa mirada antes. La mirada que Remington Tate le da a
Brooke. Esa mirada. Me la está dando a mí y me estoy muriendo por dentro.
¿Puedo morir por una mirada? Y si solo una mirada puede matarme, entonces,
¿qué haría con un solo toque?
—Entonces —dice en voz baja, con su voz matizada. Espera un poco
antes de hablar de nuevo, y me sorprende que todavía solo ve mi cara, no mi
pecho mojado, no mis piernas desnudas, está mirando nada más que mis ojos
mientras acaricia distraídamente en círculo mi volante—. ¿Quieres ir a un
lugar conmigo? —pregunta, luego, extiende su mano con el guante negro
mojado para colocar mi pelo detrás de mi oreja.
Lo que siento va más allá de la lujuria, casi no puedo responder.
Tiemblo. —Sí —digo, mareada de deseo.
Me da una sonrisa que acelera mi pulso, con la mano persistente en mi
rostro por un segundo más, y luego cambia mi coche a en marcha y nos
empuja a las calles lluviosas. El aire entre nosotros crepita en el silencio.
El único sonido audible fuera es la lluvia y el trueno. El interior del coche
está dominado por su respiración. Sus respiraciones son profundas y lentas,
pero las mías son rápidas y nerviosas.
Huele... como un bosque húmedo. Con un toque de cuero. Sus ojos están
en el camino, pero estoy consciente de su presencia. La forma en que su pecho
se expande en su camiseta mojada. Su perfil está en las sombras y las luces de
la ciudad titilan en su rostro a medida que pasamos. Sus vaqueros mojados se
aferran a sus muslos duros. Creo que los dos sabemos que vamos a hacerlo.
Vamos a tener nuestras manos uno encima del otro en cuestión de
minutos, y el conocimiento está causando estragos en mi cerebro. Me siento
como un diablito del sexo que acaba de salir. Tengo una cosa por los pezones
de hombre y sus pezones están sobresaliendo deliciosamente en esa camiseta
blanca y sus vaqueros son... Dios, sus pantalones están estirados al punto de
la ruptura. Me desea. Quiere hacerlo conmigo. Este increíblemente hermoso
hombre que me vuelve bizca con el deseo.
20

—¿Siempre eres tan callada? —pregunta en una voz extrañamente ronca,


ágina

y lanzo mis ojos a su cara; esa sonrisa en su rostro realmente me llega.


—Tengo m-mu-cho-cho-cho f-frío.
Señala a un hotel que sé que es caro, incluso para comer en él, pero no
parece importarle mientras va camino a la entrada. —Parece que es el lugar
más cercano donde podemos secarnos.
—Sí, es perfecto —digo, con demasiada ansiedad.
Me gustan las cosas perfectas, las cosas bellas, cosas que son muy
animadas y divertidas. ¿Mis padres como pareja? Perfecto. Por lo general soy la
imagen perfecta de mí misma. ¿Pero esta noche? Deslizo una mano por mi
cabello mientras cruzamos el vestíbulo y no puedo imaginar cómo me veo. Rata
mojada parece una buena apuesta. ¿Por qué, porqué, por qué me veo como
una mierda en este momento?
Mientras pide llaves de la habitación en la recepción, examino su trasero
en sus pantalones vaqueros, el ajuste de su ropa, y me parece que no puedo
acallar los pálpitos.
Mientras chapoteo mi camino en el ascensor junto con un montón de
personas, me froto los brazos y trato de evitar que mis dientes castañeen. Me
sonríe a través de una pareja, y su sonrisa enciende una chispa de malicia en
mí y le devuelvo la sonrisa.
Lo sigo a la habitación y luego al enorme cuarto de baño de mármol.
Toma el abrigo de mi mano y lo cuelga a un lado, entonces, sin previo aviso,
extiende una mano a su camiseta y se la quita con un tirón que hace que todos
sus músculos ondulen. —Quítate los zapatos —murmura. Me descalzo de ellos
y los pateo a un lado.
Cuando me enderezo, mi aliento casi me ahoga cuando veo su pecho
desnudo. Brazos musculosos, cada músculo posible marcado. Hay una delgada
línea de cabello que viaja bajo su ombligo en la cintura de sus pantalones
vaqueros. Abdominales rasgados, garganta gruesa, y esos labios, labios
hermosos y para besar. Dios. Tiene una cicatriz, una grande en el lado
izquierdo de las costillas, y una oleada de solidaridad me recorre, entonces me
doy cuenta que me está desnudando.
Mi pulso salta en entusiasmo y mis pezones se endurecen. —¿Qué hace
una chica como tú en un lugar como este? —pregunta con las cejas fruncidas
sobre sus ojos, y me pongo a temblar cuando despega mi camisa.
En un impulso toco la cicatriz en su pecho con mi dedo. —¿Qué te pasó?
Abre la cremallera de mi falda y mientras tira hacia abajo, se inclina y
toma mi oreja entre sus dientes y da un tirón juguetón. —Sabes que la
curiosidad mató al gato, ¿verdad, pequeña gatita? —murmura en mi oído,
21

instando a mis brazos arriba para que pueda tirar de mi camisa.


ágina

Sonrío borracha y abro la boca para responder, pero me besa. Me toma


por sorpresa y me agarro de sus hombros para sostenerme, sorprendida por mi
propia respuesta a su caliente, sedosa, y salvaje boca. Mi propia hambre se
desata en un torrente. Sus labios abren los míos, con hambre. Entierro mis
manos en su cabello mojado para que no deje de besarme, y muevo mis
caderas mientras su lengua empuja dentro. Escalofríos de deseo me recorren
mientras se inclina sobre mí, comiéndome con su boca cuando mi cabeza cae
hacia atrás y un ruido de placer sale de mi garganta.
Me estremezco al tiempo que le ruego que por favor toque mis pezones.
—Estás borracha —susurra mientras me mira sólo en mi ropa interior,
sus ojos salvajes por el calor cuando mis pezones casi pinchan el aire.
—Sólo mareada —susurro, casi un gemido—. Por favor, no te detengas,
anhelo todo.
Con una notable mandíbula tensa, levanta la mano y siento su mano
enguantada pasar a través de mi cabello… entonces me mira, sus ojos
destellando cuando parece recordar que está usando guantes.
Se los quita, uno por uno. —¿Estás segura? —dice.
Un escalofrío me recorre cuando veo sus manos. Fuertes, grandes,
bronceadas. Oh Dios. De repente siento esas manos en mi cintura y me levanta
hasta la losa de mármol, lo que facilita su cuerpo entre mis piernas. —
¿Segura? —insiste.
Me mira fijamente y comienza a pellizcar mis pezones, casi puedo ver la
rigidez de su auto-control, si digo que no, se detendrá, pero asiento, entonces
gime y aprieta mis pezones en la forma más deliciosa mientras se inclina,
enlazando sus labios con los míos, esta vez más duro. Súper duro. Hundiendo,
enredando, fuerte y hambrientamente su lengua alrededor de la mía, chispas
de placer se disparan desde mis pezones a mis pies, de mi boca a mi sexo. La
losa de mármol, la habitación, el hotel, todo desaparece hasta que son
solamente calientes, potentes y húmedos labios moviéndose con los míos.
Saboreándome. Sus manos acariciando mis pechos, desplazándose por mis
costados. Mis pensamientos giran, su beso y tacto despertando mi pasión como
nunca antes. Mis manos presionando su pecho húmedo y cuando toco el metal
de un piercing en su pezón izquierdo, casi muero.
—Oh Dios —jadeo, la intensidad es abrumadora como el dolor de mi
trasero por el frío del mármol—. Llévame a la cama.
Me carga hasta la habitación, tirándome en la cama como si lo tomara en
serio. Flexiona las manos a sus costados mientras se quita sus vaqueros y saca
un condón. Oh Dios. Sus manos son enormes, bronceadas y con dedos largos.
Hay una cicatriz en la palma de su mano. Realmente las quiero sobre mí.
Dentro de mí. Baja mis bragas y desabrocha mi sujetador.
22

—Mi nombre es Melanie —suspiro, apoyándome en la cama mientras me


ágina

desnuda.
Desnudo. Se mueve con una gracia depredadora que envía mi corazón a
estrellarse contra mi caja torácica y un torrente de necesidad entre mis
piernas. Susurra—: Mi nombre es Greyson, Melanie. —Junta mi mano con la
suya y comienza a besarme al mismo tiempo que le colocamos el condón, y
puedo sentir el latido de su corazón bajo mi mano.
Me encanta la forma como sigue besándome, nuestras manos tocando su
dureza, enorme, gruesa y palpitante, a medida que conseguimos ponerle el
condón, una piscina de necesidad se acumula entre mis muslos.
Mete un dedo en mi coño y observa como mis ojos se retuercen. —Quiero
jodidamente estar dentro de ti —susurra, besando mi garganta. Gira la cabeza
para amortiguar mi grito de asombro y toma mi boca—. Voy a darte la mejor
follada de tu vida, princesa. —Su lengua húmeda se arrastra lentamente a lo
largo de mi oreja—. Voy a chuparte hasta que me duela la mandíbula. —Su voz
baja me vuelve tan loca que puedo sentir un cosquilleo recorrer mi nuca
mientras sostiene la parte posterior de mi cabeza y comienza a besarme otra
vez—. Hacer que te corras tan fuerte como puedas.
Me pone tan mojada, mi cuerpo empieza a arquearse mientras sigue
chupando mis pechos, haciéndome jadear.
Deslizo mi brazo por los músculos de su pecho. Me elevo hacia arriba y
muevo la cabeza hacia la fuente de su aliento y gimo de la única manera que sé
cómo hacerle pensar en besarme. Lo hace. Gira su cadera y presiona contra mí
como si necesitará el contacto y hace un suave gruñido cuando hunde su
mano entre mis piernas.
Lo deseo tanto, que duele.
Separo más mis piernas y grito cuando me toma. Me retuerzo mientras
mi cuerpo comienza a apretarse.
—Me voy a venir —gimo suavemente—. Lo siento... se sientes
demasiado... bueno... No puedo...
—Córrete —rechina—, está todo bien, lo haremos otra vez en un rato...
córrete...
Puro éxtasis al rojo vivo irradia por todo mi cuerpo, mis rodillas caen
abiertas, mis emociones están girando y se debilitan, mi cuerpo está apretado,
agarrando y soltando el suyo, sus embestidas disparan corrientes a través de
mí hasta que hago lo que su cuerpo pecador me obliga a hacer, y me corro
como un cohete.
Jadeo por la fuerza de mi orgasmo, retorciéndome y arqueándome debajo
de él. Empuja tan profundo como puede, me estremezco incontrolablemente y
lloriqueo en agradecimiento cada vez que se encuentra completamente dentro
23

mío, haciéndome sentir... lo opuesto de solitaria. Lo contrario de triste o vacía.


Y cuando mi clímax se derrumba y todavía está allí, cada grueso, caliente y
ágina

duro centímetro de él cómodamente en mis manos, mis ojos parpadean


abriéndose y lo veo mirándome, con esa mirada, salvaje, hambrienta, casi
exclusiva, pero también extrañamente respetuosa y gentil cuando comienza a
moverse de nuevo con experta precisión, nuestros ojos enganchados, mientras
me folla suavemente haciendo que estrellas bailen a través de mi visión al
tiempo que otro delicioso clímax crece y crece.
No lo espero, pero me corro de nuevo. Duro. Si es posible, aún más
fuerte, porque las paredes de mi sexo están adoloridas y sensibles, y mi clítoris
palpita cada vez que sus caderas embisten contra mí, y el placer crece
exponencialmente hasta que se destroza en un estallido de puro placer. Mis
uñas se entierran en su piel. Grito su nombre, casi asustada de la intensidad.
Amortigua mis gritos con su boca, y esta vez su lengua se desplaza alrededor
de la mía acortando su nombre a Grey. Gruñe como si le gustará saborear su
nombre en mi boca, sus músculos están flexionados contra mí cuando se
corre, su pecho rozando contra mis senos y se viene conmigo.
Cuando sus estremecimientos desaparecen tras los míos, rueda a su
espalda y, porque todavía está dentro de mí y tiene ambos brazos a mi
alrededor, acabo rodando con él. Nos tumbamos en silencio, sin aliento por un
momento, enredados y sin preocuparnos donde están nuestros brazos, o que
pierna está enredada entre la del otro. Estoy absolutamente aturdida, jodida y
malditamente abrumada, casi espero ver pedazos de mí esparcidos por el suelo.
Después de un par de minutos, dejo escapar un ruido de protesta, con
ganas de levantarme. Me libera, permitiéndome caminar de puntillas al baño
para limpiarme. Me sigue, anudando el condón, y mientras me lavo las manos
llegan detrás de mí para tomar el jabón y lavarse sus manos junto con las mías
cuando nuestras miradas se encuentran en el espejo. Veo mi reflejo y... no, no
me veo como una rata mojada. Mis mejillas están rosadas, mi cabello está
despeinado por la cama, y cuando me sonríe y rodea mi seno desde atrás, estoy
acabada. —Vuelve a la cama y puedo hacerte jadear un poco más —susurra en
mi piel.
—Yo no jadeo —digo, tomando su mano, la que está en mi pecho y lo
arrastro hacia la cama conmigo.
—Jadeas, gimes, gritas y ahora vas a hacer todo de nuevo para mí.
—¡Yo no hice eso! —digo mientras me tumbo en la cama, y cuando se
monta sobre mí, me siento perfectamente sobria. Ya no estoy ni borracha. Sé
que voy a recordar cada centímetro de su rostro, intenso y voraz, y cuando
empieza a jugar con mis senos y empiezo a jadear mientras que arrastra sus
dedos a lo largo de mi caja torácica, rodeando mi ombligo, mirándome con una
sonrisa que dice saber exactamente lo que está haciendo. Sonrío de nuevo,
porque los chicos malos siempre van a ser mi perdición, y toco el aro en su
pezón, sintiendo su erección ampliarse contra mis caderas mientras levanto la
24

cabeza y empiezo tranquilamente a chuparlo. Sé cómo jugar estos juegos


también, mi sexy dios del sexo, eso creo—. Ahora quien jadea —murmuro
ágina

juguetonamente.
—Creo que eres jodidamente caliente —dice al tiempo que se gira y me
lleva con él, presionando mi cabeza a su anillo del pezón como si quisiera que
chupe más fuerte. Su cuerpo se estremece con el placer, y el deseo se junta
entre mis muslos mientras sigo tirando con los dientes y uso mi lengua,
sintiéndolo crecer fuerte y palpitante contra mí.
Toda la noche jugamos con el otro, coqueteando, saboreando,
acariciando, follando.
Cada toque, cada susurro, todo lo que comparto de mí con él se siente
tan bien; como un cable eléctrico conectado al enchufe correcto, siento un
nuevo flujo de fuerza en mí, casi euforia.
Durante nuestras ardientes sesiones de besuqueo, lo encuentro
observándome a través de sus gruesas pestañas oscuras, una curiosidad
juguetona brillando en sus ojos.
Pregunta sobre mí como si realmente quisiera saber, y siento que nos
conocemos desde antes... en algún lugar prohibido y oscuro.
Cuando me besa apasionadamente en la boca durante otra sesión de
besuqueo, le respondo con la intensidad de un desastre natural y esto puede
ser uno, pero no hay nada que me detenga, nada lo detiene de tenerme
y consumirme.
Alrededor de las cinco de la mañana su teléfono suena por tercera vez.
Todavía nos besamos con una vaga intensidad y mis labios se sienten ásperos,
rojos e hinchados y mis senos están deliciosamente adoloridos, pero todavía
estoy rogando por más. Volviéndose exasperado por el zumbido, finalmente
responde ásperamente—: Más vale que sea bueno.
Me doy la vuelta en mi estómago para darle espacio para hablar y
estudio tranquilamente su perfil. Sus ojos y una de sus manos siguen la curva
de mi trasero mientras habla en el receptor.
Mientras discute de lo que pienso que es un negocio en voz baja y ronca
que apenas puedo entender, memorizo el rastro de sus abdominales, moviendo
mis dedos a lo largo de su estómago. Me aproximo al borde de su regazo y,
mientras sigue tocando mi culo con una gran mano, beso su polla dura y lamo
el semen de la punta, lo que lo hace apretar sus ojos por un momento y
exhalar bruscamente.
Cuando finalmente abre los ojos, son duros y fríos. Dice una lista de
números en el receptor, luego cuelga y permanece pensativo, y ahí es cuando
presiento que se está alejando.
Me incorporo en la cama con una sensación enferma. Esto es todo, y
luego se confirma mi sospecha cuando su glorioso cuerpo se levanta de la
25

cama donde estaba. Lo veo desaparecer en el baño, un sentimiento de


desesperación ardiendo en mis huesos. Sé lo que viene, ¿no? Lo sé. La mirada
ágina

que creí haber visto anoche era un engaño. Un engaño por la bebida. Un
engaño por la luz. Un truco de mierda y debería haberlo sabido. Ahora estoy
muriendo por dentro y no es de emoción. ¿Esta pequeña fantasía? ¿Esta
conexión fugaz que pensé que tenía con alguien? Se terminó.
No es una conexión. O incluso es real. Fue un poco de alcohol, algo de
lluvia, algunas hormonas y un par de líneas sexys me hicieron creer que se
encontraba realmente interesado en mí como nunca lo ha estado en su vida.
—Tengo un vuelo temprano y tengo que encargarme de una última cosa
antes de irme. —Regresa con su ropa apuñada en sus manos y salta
rápidamente dentro de sus vaqueros. Su mandíbula está un poco apretada,
como si no estuviera disfrutando esto más que yo.
—Por supuesto —digo, y espero sonar bastante indiferente. Todos estos
orgasmos y esos embarazosos ruidos que hice para él hacen esto
extremadamente incómodo porque perdí el control. Oh Dios mío, enloquecí,
enloquecí con un completo desconocido.
Me mira y luego abre la boca por un momento antes de que cualquier
cosa realmente salga. —Es jodidamente complicado… tú no me quieres en tu
vida.
—No. Por favor no lo hagas. No tienes que hacer esto. Dejémoslo así. Sé
cómo sigue esto. Adiós, ten una agradable vida. Adiós, Pepe.
Nos miramos y susurra—: No debería haberte tocado. —Se dirige a la
puerta. Miro su amplia espalda mientras pongo mi cara valiente. He hecho esto
un millón de veces. Estoy poniendo muros alrededor de las partes donde más
duele así no hará ni una poquito de daño. Ni una pizca.
—Uno de mis hombres aspiró tu auto anoche. —Se detiene con la mano
en el picaporte, luego regresa y presiona las llaves en mi mano, y
curiosamente, besa mis párpados—. Tus ojos —susurra. Luego se va.
Mi estómago literalmente duele cuando la puerta se cierra detrás de él.
Me dejo caer en la cama después del sexo más delicioso de mi vida,
completamente... devastada. Una aplastante soledad se asienta sobre mí,
magnificada mil veces desde cuando entré en esa fiesta hace sólo unas horas,
la esperanza de sentirme mejor. Una rana más. No. Dios, no era una rana. ...
Era algo sin nombre. Y ahora se ha ido. Y esa conexión fugaz que estaba tan
segura de haber sentido también desaparece.
Y estoy verdaderamente e inexplicablemente devastada.
Una tonelada de ladrillos se encuentran justo en mi corazón mientras
recojo mis cosas del baño, y cuando me doy cuenta de que todo aún sigue
húmedo, me estremezco, lucho para poner la ropa sobre mi cuerpo. No puedo
encontrar mis bragas. Miro alrededor de toda la suite. Cuando observo debajo
de la cama, te juro que todavía puedo sentirlo en mi hinchado coño cuando me
26

inclino. Greyson.
ágina

Mieeeeerda, incluso su nombre es sexy.


—¿Realmente tomó mis bragas? —Sin creerlo, voy a buscar por el otro
lado de la cama, negándome a recordar cuan sensual me sentí cuando me las
quitó.
Mientras busco debajo de la falda de la cama, oigo un chasquido seguido
de pasos. Levanto mi cabeza hacia la puerta y parpadeo en confusión. ¿Volvió?
Está parado delante de mí. Un dolor tan profundo que desconozco me abruma.
Mis entrañas se agitan al pararme. Su oscuro cabello castaño está
deliciosamente despeinado y combina muy bien con sus ojos, que son como
todas las copas en un bar que reflejan la luz, brillando casi antinaturalmente
sobre mí. Es alto y escultural, pero rezuma un poder innombrable, casi
antinatural sobre mí. Cuando me mira con esos ojos, y parado tan lejos, de
alguna manera distante e intocable, sólo me hace querer tocarlo aún más.
—¿Olvidaste algo? —digo. Me muero de vergüenza al haber sido
sorprendida hablando sola de esta manera. Me hace sentir tan femenina y
vulnerable como nunca me he sentido en mi vida.
—No tomé tus bragas. —Señala a una lámpara y frunce el ceño
levemente, como si no puede entender como terminaron ahí. Están colgando
justo encima de la pantalla.
Mis mejillas arden de un rojo intenso. —Gracias —murmuro débilmente
y las quito de la pantalla—. Me gustan mucho estas bragas.
Cruza sus brazos y en silencio me mira ponérmelas. —Me gustan mucho
también. Parecen especialmente hermosas en ese culo tuyo.
Me deslizo en ellas y pretendo estar absorta en mis uñas cuando se
acerca y cae en sus talones junto a mí y voltea mi cabeza a la suya. El timbre
de su voz se reduce a un nivel más íntimo. —Quiero llevarte a casa. —Mis
dedos comienzan a curvarse, y continúa con esa voz ronca y baja hasta que
todo mi estómago se siente como un nudo—: Y quiero tu número de teléfono,
para cuando regrese a la ciudad pueda volver a verte.
—¿Por qué? —contrarresto.
—¿Por qué no?
—Ni siquiera sabes mi apellido —acuso.
—Sé la longitud de tus piernas. —Se estira para tocar un mechón de mi
cabello con sus dedos largos, sus ojos nunca dejando los míos—. Sé que tienes
cosquillas detrás de las rodillas. Que te gusta jadear en mi oreja. —Se apoya
contra la pared y me observa—. Sé que me gustaría besarte otra vez. Que
sabiendo que estabas en esa cama, no pude ni llegar al maldito ascensor.
Quería ver estos... —Se inclina y frota mis ojos con sus pulgares—. Una vez
más. De modo que el analista de riesgos en mí dice que no. Esta es una mala
27

idea. Pero te ves como una mujer decidida, y mi suposición es que irás a ese
bar, continuamente, escogiendo hombres hasta que encuentres lo que sea que
ágina

buscabas. Y mi analista de riesgos dice que eso es mucho peor. ¿Quiénes serán
esos hombres? ¿A quién escogerás, Melanie?
Me siento avergonzada de nuevo, pero no quiero que lo sepa, así que me
encojo de hombros.
—Bueno, tal vez te sorprenda saber que no estoy de acuerdo con eso.
Puede que te sorprenda saber que, si algún hombre va a hacerle cosas a ese
cuerpo tuyo, seré yo. —La mirada. Oh Dios, la mirada. —Entonces —Una
pregunta inquisitiva se encuentra en sus ojos—. ¿Te puedo llevar a casa?
Dios. Estoy indefensa ante esa mirada. Esa mirada que he querido, he
memorizado, no quiero que rompa mis paredes y me haga llorar, pero estoy un
poco borracha y hoy las paredes están hechas de papel. Y apesto en
autodefensa.
—Tan caballeroso de tu parte volver. Harás que mis ojos se pongan
llorosos.
—Es cierto. Y cuando tu orgasmo fue más fuerte, también soltaste un
par de lágrimas.
Mis mejillas se encienden cuando recuerdo, y ruedo los ojos. —Si tú lo
dices.
—Lo digo. Ese fue el punto culminante de mi noche.
Ato mis zapatos color rojo remolacha, y se quita la camisa. —Esto está
seco. Póntelo.
Me deslizo en su camisa, su aroma y su calor me inundan mientras lo
veo ponerse una camisa húmeda cuello de tortuga, y es con total incredulidad
que salgo de la habitación con él, con este hermoso Dios, sintiendo su mano en
la parte baja de mi espalda, guiándome al ascensor, sus ojos estudiando mi
perfil con una extraña sonrisa.
—No es exactamente lo que habías imaginado cuando te despertaste esta
mañana, ¿no?
Mi cuerpo está tan bien follado que apenas puedo caminar, y mis ojos,
mis ojos duelen, no puedo decirle que todos los días de mi vida he tratado de
imaginarlo. —No es exactamente lo que me imaginaba —le digo—. Hoy no era
para nada como me lo imaginaba.
Ladea mi cabeza y me besa. No con lujuria. Sólo un beso.
Un beso después del sexo que alcanza los niveles más profundos en mí,
abriendo mis terminaciones nerviosas y me hace sentir expuesta, necesitada y
en carne viva, y tengo que luchar para no llorar de verdad como cuando haces
ese último deseo con tu último centavo y se hace realidad.
Los hombres se han burlado de mí, me han arruinado, me han usado y
me han abusado. Me gusta entrar en peleas verbales. Me gusta maldecir,
28

escupir, gritar y ser yo misma. Nadie me ha hecho llorar mientras sólo hablo
ágina

conmigo. Nadie me ha hecho llorar, salvo esa única vez y ahora este hombre,
que me está dando la mirada, parece lograrlo.
—¿Cuál es tu apellido? —susurro.
—King. —Sonríe con una sonrisa que hace derretir mi ropa interior—. No
bromas de la realeza, por favor.
Me río y luego extiendo mi mano como si apenas nos hemos conocido. —
Meyers.
Toma mi mano en un cálido apretón, firme y los dedos de mis pies se
vuelven a curvar. Me suelta y saca su teléfono, escribe una contraseña y me lo
entrega, mirándome con ojos que parecen los ojos más inteligentes que he
visto. —¿Meyers, puedes escribir tu número de teléfono por mí?
Lo añado bajo El Pedazo De Trasero Más Caliente Que He Tenido.
La insinuación de una sonrisa tira las esquinas de sus labios, lo
suficiente para provocarme cosquilleos. —Lindo.
Escribe algo sobre su teclado y mi teléfono vibra con un nuevo mensaje.
Y preciso.
Sonrío, y me observa, usando esa súper sexy casi sonrisa.
De repente no puedo explicarlo, y no estoy segura de haber sentido, el
tipo de felicidad que siento ahora.
Me lleva a casa en mi propio auto y cuando llegamos a mi edificio, sube
el ascensor conmigo, me acompaña a mi puerta y roza un beso en mi frente
mientras frota la punta de sus pulgares sobre los rabillos de mis ojos y
susurra—: Estaré en contacto pronto.
Cuando deslizo mi agitado, deliciosamente jodido cuerpo en mi cama
alrededor de una hora antes del amanecer, no puedo dormir. Juego con
nombres para su perfil en mi teléfono. Demonio del sexo. Máquina del sexo.
Dios del sexo. Dios Playboy. Me decido con Greyson y susurro—: Greyson. —El
nombre rueda por mi lengua como el terciopelo.
Aprieto mis ojos y me siento a punto de convulsionar por toda mi cama.
Le escribo a Brooke, Pandora y Kyle, en un grupo.
Yo: Conocí a alguien. Chicos acabo de conocer a ALGUIEN. ¡No es un
idiota! En realidad, me trajo a casa y todo el camino hasta mi puerta.
¡¡AAAAA!! Muéranse, chicos, si alguien me arruina el día mañana, ¡les
corto la cabeza!
Kyle: Estarás muy ocupada pensando en tu nuevo hombre para
pensar en la mía.
Pandora: Amiga. ¿Estás usando éxtasis?
29

Brooke: ¿QUÉ? ¡Cuéntamelo todo!


ágina
Ella
Traducido por Mary
Corregido por AriannysG

Greyson
Le doy la vuelta a mi teléfono vibrando tan pronto como estoy fuera del
edificio. —Tal vez te estés preguntando por qué estás atado a una cabina de un
baño con este particular número en la pantalla de tu teléfono —murmuro en el
receptor—. Bien, estuviste a punto de hacer algo que te iba a costar tu polla.
Estuviste a punto de tocar algo que no tienes derecho a tocar, ¿lo
entiendes? Tienes una deuda que pagar. Tienes tres días. Tic toc tic toc. —
Cuelgo y lanzo el teléfono al suelo. Luego agarro mi otro teléfono y marco el
número de Derek.
—Ven a recogerme. —Le doy la dirección, luego camino un par de
cuadras y desecho el teléfono antes de levantar la vista al edificio en el que la
dejé.
En el momento que Derek aparece en una camioneta oscura, salto y abro
la guantera. Saco mi boleto, identificación falsa incluida. —Lleva esto a la
bodega. No te muevas. El número veinticuatro hará un pago pronto. ¿Cómo
está tu esposa?
—Bien. ¿Conseguiste hacer algo de trabajo?
—Cuándo no lo hago —digo.
Melanie. La había visto antes. He estado observándola desde lejos. Es la
clase de chica que quieres follar, pero nunca supe cuánto hasta que vi que
escogería a uno de mis clientes en el bar. Por dios, noqueé a ese hombre hasta
la inconciencia sin siquiera conseguir el pago. Solo quería derribarlo porque
30

malditamente seguro que no se iba a ir con ella. Nadie lo hará.


ágina

Acaricio mi teléfono con mi mano enguantada y resisto la urgencia de


escribirle algo. Cualquier cosa. He visto a esta mujer ir por hombres al igual
que uso teléfonos. La he visto dejar cuartos de hoteles como un desastre sexy y
ardiente. La he visto salir luciendo perfecta. La he visto reír, llorar, he visto su
rostro en las mujeres que he follado, la he visto en mis sueños y cuando me
despierto. Lo que esta mujer quiere es algo que no puedo darle. Pero soy
atraído, retorcido, anudado, útil, e inútil cuando la miro.
Me gusta obsérvala girar y sacudir su cabello, coquetear por los
alrededores, cruzar sus piernas, curvar sus labios, mirar sus uñas.
Me gusta la manera en que caza su siguiente hombre; me gustaba
observarla porque en algún lugar, en el fondo, sabía que tendría suficiente, y
su caza terminaría el día que decidiera dejarle saber que intentaba ser ese
hombre.
SU JODIDO PRINCIPE AZUL.
Ella me está condenando.
Estoy a mitad de camino, veinticuatro nombres más, y entonces Cero
puede ser nada. No debí haberla tocado, pero lo hice. Debería dejar de tocarla,
pero no lo haré. Mis chicos, mis muchachos, nunca pueden saber que hay un
talón de Aquiles en alguna parte de mi cuerpo y que tiene su nombre en él.
La única razón por la que los chicos pueden creer que estoy cerca de ella
es porque su nombre pasó a estar en mi lista.
31
ágina
Él
Traducido por Mel Rowe
Corregido por Daliam

Melanie
No siempre fui una hija única. Nací con una gemela idéntica. Ella nació
primero con casi tres kilos, y la seguí pesando un poco más.
Mi madre dice que las dos éramos preciosas, pequeñas y de color rosa,
pero nunca parece que pueda manejar el resto. Fue papá quien eventualmente
me contó toda la historia. Que no nació perfecta... que nací con un riñón
funcionando mal y mi gemela con una condición cardíaca grave. Las dos
luchábamos para vivir y en una hora se hizo evidente que su lucha era la más
dura.
Cuando su corazón falló, me dieron su riñón.
La llamaron Lauren, y la sepultaron junto a la madre de mi padre. Cada
año, mi cumpleaños es mi día triste del año. Pero voy a visitar su tumba con
mis flores favoritas, como mi hermana gemela, imagino que serían sus favoritas
también, y luego tengo la fiesta más salvaje del mes, porque tengo la sensación
de que ella quiere que merezca la pena. —Quiero que me enseñes que eres
alegre y feliz, siempre —me dice mi madre alegremente. Así que lo hago.
Incluso cuando ese dolor de la pérdida nunca desaparece, estoy decidida a ser
feliz.
Mis padres me dijeron que querían que fuera feliz porque estaban muy
contentos de que hubiera sobrevivido. Así que trato de vivir feliz y nunca,
nunca les muestro que no lo soy.
Mi padre cuenta mis sonrisas y dice que tengo cinco sonrisas en total y,
32

por tanto, siempre me aseguro de que llegue a ver una de ellas.


ágina

Estoy viviendo por dos personas. Estoy tratando de meter en una sola
vida lo que podrían llenar dos. Así que me levanto cada mañana y me pongo el
rostro perfecto y me prometo que tendré un día perfecto y algún día la familia
perfecta. Pero estoy fallando.
Y mis padres lo saben.
—Tu madre desea que, un día, cuando te cases y te establezcas, tal vez
tendrás gemelos —me dijo mi papá una vez, con nostalgia.
—Eso sería lindo —le dije con el corazón encogido y una gran sonrisa en
mi cara.
A veces me pregunto si ella estaría ya casada. Lauren. A veces tengo un
mal día y estoy segura de que tal vez ella habría hecho a mis padres más
orgullosos o más felices que yo. Lo único que sé con certeza es que, si la
hubieran elegido, ella haría los mismos esfuerzos que yo para vivir felizmente.
Ni siquiera voy a ser exigente con tener gemelos, pero sueño con
enamorarme del chico perfecto y tener una niña y nombrarla Lauren.
Sueño con mi chico tanto que me duele. Sueño con esa mirada, como la que
Greyson me lanzó, diciéndome que este hombre, este de aquí, este ser humano
vivo, cree que soy lo suficiente. Piensa, y se alegra, de que la que sobreviviera
fuera yo. Porque a veces me hubiera gustado que, si sólo uno de nosotros lo
hubiera hecho, hubiera sido Lauren.

El día después de Greyson…


Saliendo de la esquina del Starbucks café está Pandora, una de mis tres
mejores amigos. La devoradora de hombres. Bueno, no devoradora de hombres.
Es supremamente independiente, oscura, sombría y reservada. Pero eso está
bien porque yo soy feliz, platicadora y luminosa, así que encajamos. Bueno.
Tratamos de hacerlo. Hoy ella va por su aspecto rudo tipo Angelina Jolie y su
lápiz de labios oscuro habitual y esas botas que consiguió en rebajas que le
llegan a los muslos. Incluso cómo camina intimida a los hombres mientras
lleva nuestros cafés habituales hasta donde estoy esperando en la esquina,
este era su día de comprar el café, después de todo, y, sin decir una palabra,
las dos sorbemos y cruzamos la calle de camino a Interiores Susan Bowman.
Se podría decir que hacer las cosas lucir bonitas es lo que Pandora hace
para ganarse la vida, pero lo veo como arte. Porque hay algo en una habitación
33

de bienvenida que puede alegrar tu día malo, y me gusta hacer feliz a la gente,
incluso en ese pequeña forma.
ágina

—Bueno —me presiona.


Sonrío en secreto contra la tapa de mi café.
—Bueno, ¿qué? —le digo. Quiero hacerla rogar porque soy un poco
malvada. Ella lo saca de mí. Lo que pasa con Pandora y yo es que somos muy
diferentes. Por eso siempre es un tira y afloja con ella, que ambas disfrutamos
en secreto, supongo.
—Bueno qué carajo. Háblame del príncipe que te encantó para quitarte
los pantalones.
—Pandora, no puedo siquiera... Simplemente NI SIQUIERA puedo. —Mi
sonrisa me duele en la cara y le lanzo una mirada que dice “Me folló hasta el
cerebro y me encantó”—. Fue… —De fuera de este mundo. Perfecto. Más allá de
perfecto—. No sabía que existiera el sexo así. Nunca supe que podía sentir el
tacto de un hombre en mis HUESOS.
Mientras llegamos a nuestro piso y nos dirigimos a nuestros escritorios
en forma de L, situados justo al lado del de la otra, no puedo dejar de sonreír.
En verdad, nunca he experimentado nada como esto antes. Casi me
siento tímida de compartirlo con ella. Pero al mismo tiempo, me siento como si
quisiera conseguir un altavoz y decirles a mis compañeros de trabajo que creo
que puedo, simplemente puedo, ¡haber encontrado al ELEGIDO!
—¡Bueno, no pares ahí, virgen tímida! Cuéntame el resto —insiste
Pandora, al encender su equipo—. Chica, comprar el café de Starbucks hoy me
da derecho a algunos detalles sangrientos.
—Yo compré el café de ayer y nunca obtengo una mierda de ti —le
respondo mientras me siento y distraídamente froto la pequeña marca detrás
de mi oreja, casi un chupetón—. No te voy a dar detalles escabrosos, esos son
para que yo fantaseé. Pero, Pan, cómo conectamos. Cómo me miraba. Y miraba
y miraba y no podía dejar de mirarme.
—Oh, chica, realmente estás en éxtasis. —Suspira y apoya la cabeza en
la palma de la mano como si tuviera un dolor de cabeza. Sé que odia cuando
estoy en mi mejor estado de ánimo, así que sólo sonrío, empiezo a tararear, y
me pregunto qué diría mi madre si supiera de esto.
Yo me había casado y te había tenido antes de los veinticinco años, me ha
contado toda mi vida.
Y le digo que tendré veinticinco en tres semanas y tengo grandes amigos
y una maldita carrera.
Pero ahora, tal vez, hay un chico...
Mientras Pandora y yo empezamos a mezclar y combinar telas para
34

nuestras tareas actuales, mi mente vuela a mi teléfono.


ágina

Tengo esta regla de que el último que recibió un mensaje debe ser el que
reciba un mensaje la próxima vez.
Greyson envió “Y precisa” la noche anterior y, antes de darme cuenta, le
mando un mensaje de nuevo.
¿Estás ahí?
Para ser honestos, no sé qué esperar. Este es un territorio desconocido
para mí. Apenas sé cómo me llamo hoy.
Un momento me encontraba en una fiesta con tanta gente...
Y entonces estaba con él.
Y él conmigo.
Totalmente centrado en mí.
Y lo que me asusta, no, lo que me persigue, no es que me dio los mejores
orgasmos de mi vida, a pesar de que me sacudieron, sino que sentí algo. Que
su toque fue más allá de mi piel, que entró en mí.
Mi piel se pone de gallina placenteramente recordando cómo nuestros
ojos se encontraron mientras hacíamos el amor, y sigo mirando mi teléfono,
esperando a que me mande un mensaje.

Dos días después de Greyson…


Hoy estamos decorando una de las nuevas casas de mi cliente. En
Interiores Susan Bowman no importa quién esté a cargo del proyecto, todo el
mundo colabora en “el” día en que la entrega real y disposición de los muebles
se lleva a cabo. Básicamente funciona así:
Me encuentro con un cliente y consigo su presupuesto y gusto.
Hago una propuesta, detallando el costo aproximado, habitación por
habitación, y propongo el concepto de decoración.
Hago los planos de las habitaciones, tomo medidas de habitaciones y
luego entrego los archivos PDF con los precios de varias opciones y las
imágenes y muestras de tela, con base en los conceptos que hemos discutido.
Una vez que el cliente aprueba nuestras elecciones, le muestro todo a
Susan, consigo su sello de aprobación y entonces ordeno las telas, los muebles,
las cortinas, las alfombras y tapices, y todo se envía al almacén de la empresa,
35

donde es comprobado, ensamblado y tapizado. Y, entonces, comienza la


ágina

diversión. Para que realmente lleguemos a fijar una fecha, por lo general
cuando nuestro cliente está fuera de la ciudad, y llegaremos a hacer todo lo
que nos ha tocado visualizar mentalmente en la vida real.
Soy una persona visual, y esto es lo que hago. Es lo que me gusta. Desde
que tenía tres años, visualizaba todo. Desde la forma en que vestiría para el
primer día en la escuela. A la forma que cierto chico me miraba. Cómo el
maestro sonreía con deleite a la manzana que mi madre siempre me hacía
llevar. Ella decía que, si ponía una manzana en su mano, estaría poniendo su
corazón en mi bolsillo. Siempre me sentí ridícula dándoles la manzana, pero mi
madre es muy grande en ser “generosa” con todo el mundo y siempre está
dando cosas, incluso abrazos. ¡Sí! Ha hecho carteles de ABRAZOS GRATIS en
eventos de caridad y simplemente abraza a todo el mundo, y me ha llevado con
ella. Así que supongo que soy genial con los abrazos también. Simplemente se
sienten bien. En cualquier caso, complacer a la gente y vivir una vida feliz,
relajada y colorida es lo que me gusta.
—¿Dónde va a ir esto? —me pregunta Pandora mientras desenvuelve una
bonita lámpara de cristal.
—Oh, esa pequeña hermosura va a la habitación de la niña —le digo, y
entonces reviso todos mis archivos por tercera vez hoy—. Se acabó esa vieja
vanidad rosa y este pequeño compañero. —Le doy una patada a una pequeña
otomana a rayas que es tan divertida que toma todo mi esfuerzo no abrazarla—
. ¿No es lindo?
—Lo que es lindo es cómo sigues sacando el teléfono como si fuera un
cálido y viviente cachorro.
—¡Oh, calla! Estoy revisando mi señal.
Y mi señal se ve… bien.
Hmm.
Interesante.
NINGÚN mensaje. Todavía.
A veces los chicos necesitan empujones. Están asustados. Fue
demasiado intenso. Me dio “la” mirada. En este momento, podría estar sentado
en casa pensando—: ¿Qué demonios, Greyson?
Quiero decir, es muy posible que pudiera estar teniendo problemas como
yo. No puedo ir a dormir sin masturbarme. Así que lo hago. Él me hizo pensar
sólo en él, su piel, su toque, y lo deseo... Lo ansío… Lo necesito de nuevo, joder.
Mentalmente me registré en el Adictos Anónimos a Greyson y sólo él puede
remediar mi enfermedad.
Así que, por el bien de ayudarlo, en aras de facilitar la pequeña punzada
36

de decepción que está empezando a crecer en el lado izquierdo de mi pecho,


infiernos, por el bien de que sepa que estoy definitivamente interesada todavía
ágina

y, por favor, amigo, si te gusté en absoluto, haz lo que dijiste y llámame,


considero romper mi regla de oro de los mensajes de texto y tal vez enviarle
uno otra vez.
¿Debería?
Las reglas dicen que no debería. Pero nunca me han gustado las reglas, y
Greyson no se ve como un hombre de normas tampoco.
¿Qué debo hacer?
Quiero preguntarle a Pandora pero ya aborrezco la sonrisa en su
rostro. Quiero que sepa la verdad, que quiero que me llame. No quiero jugar a
juegos. No con él.
Aun así, me obligo a meter mi teléfono en mi bolso y recordarme que
Roma no se construyó en un día, y tampoco ningún tipo de relación que valga
la pena.
—Melanie —dice Pandora, con sus labios en una línea fina negra.
Parpadeo inocentemente y sonrío. —¿Qué?
—Acéptalo. Era un idiota.
—No.
—Lo es.
—¡NO!
—Lo es.

Cuatro días después de Greyson…


—¿Todavía nada? —pregunta Pandora.
Quiero gemir cuando se acerca a mi escritorio, donde esperaba poder
esconderme de ella y sus ojos negros acuciantes. Pero resulta que hoy es ella la
que tiene una sonrisa enojada y plana, y soy la que tiene el ceño fruncido.
El lunes no sabía mi nombre; estaba en el séptimo cielo. El martes
todavía me sentía esperanzada y optimista, en la tercera nube. Hoy no sólo he
vuelto a la tierra, caí un par de muescas hasta el purgatorio o incluso todo el
camino hasta el infierno. Todo lo que sé es que hoy es jueves, y he oído zip,
37

cero, nada de él en varios días.


ágina

Como una tonta, he estado sonriendo, mirando a mi teléfono y esperando


algo, pero, para ser honestos, mi teléfono ha comenzado a sentirse como una
carga pesada, inmóvil en mi bolso, y su silencio me está diciendo cosas, cosas
que GREYSON probablemente no tiene las pelotas de decirme él mismo.
Fue bueno. Para una aventura de una noche. Gracias por la mierda. No
vas a escuchar de mí otra vez.
—Todavía no hay nada —le digo a la defensiva a Pandora mientras me
levanto y llevo mi teléfono al baño de mujeres. Me encierro en el interior y voy a
lavarme la cara en el lavabo. Pienso en los ojos color avellana con motas de
color verde y la mirada que Greyson King seguía dándome... y me siento tan
miserable y más que decepcionada, poco a poco escribo otro mensaje mientras
una fuente de emoción sigue creciendo en mi pecho.
Sigo pensando que te imaginé.
Espero un par de minutos. Me lavo las manos, las seco, reviso mi
teléfono, me miro las uñas, reviso mi teléfono. Hay un golpe en la puerta y uno
de mis colegas llama—: ¿Hay alguien ahí?
Mierda.
Le grito—: ¡Ya salgo! —Entonces me paseo un poco, vuelvo a leer el
mensaje que le envié, incluyendo la cara triste y, de repente, me siento como la
tonta más grande del mundo.
Esta mañana lo busqué en Google y, sorprendentemente, nada de nada.
No hay rastro de Greyson King en Internet. Podría haber sido un
fantasma.
Un fantasma que no responde a mis mensajes, que no está interesado en
mí, que no siente la conexión que me ha estado comiendo y royendo,
inquietantemente consumiéndome.
Un fantasma que yo, la borracha Melanie, inventé para dejar de sentirme
sola.
38
ágina
Requiere Trabajo Ser Un Imbécil
Traducido por Diss Herzig
Corregido por Esperanza

Greyson
No puedo recordar a nadie jodiendo con mi cabeza más de lo que mi
padre lo hace, así que no estoy seguro de lo que me está sucediendo, excepto
que estoy distraído como la mierda esta semana.
Melanie está en lo profundo de mi maldita cabeza y profundo bajo mi
puta piel.
Estoy tratando de sacarla de mis pensamientos conscientes, pero ahí
está. En mi subconsciente. Jugando con mi anillo del pezón como si fuera su
propio juguete personal.
Quería saborearla. Ahora la he probado, pero no estoy satisfecho.
Quiero hacerla jadear como si acabara de ganar el maratón de Nueva
York, Hacerla gemir como si estuviera por ganar el maldito concurso Nacional
de Gemidos. Y quiero hacerla sonreír como ella lo hizo cuando la llevé a casa.
He estado esforzándome para concentrarme, mantener la cabeza en el
juego, los ojos abiertos.
Pero Cristo.
Ella no lo está haciendo fácil.
Esta semana he trabajado dos marcas más en mi lista. También me he
dado cuenta de que la leucemia de mi padre es real, al menos los expertos que
39

traje lo han confirmado.


ágina

Él se instaló en una casa residencial de dos pisos, cerca de donde la


temporada de Underground comenzará en un mes. Y es extraño. Incluso su voz
tiene un timbre diferente. Su mirada no es tan dura. Cuando entré, me
preguntó cómo iba.
—Logré la mitad de la lista...
—No la lista. ¿Cómo te va?
Lo miré, y no con confusión, sino con una lenta, rabia latente. —Has
hecho un gran trabajo en ser un imbécil durante veinticinco años. No lo
cambies ahora. —Me alejé.
—¿Por qué no? —llamó, tosiendo por el esfuerzo que se tardó en decir
eso.
Silenciosamente hervía en el interior, apreté los puños, mis nudillos
mordiendo mis guantes de cuero. —Debido a que no cambiará nada.
Ahora estoy fuera de la casa, trabajando en mi tercera marca, pero ella
todavía está en mi cabeza. Sigo viendo sus ojos verdes, ojos verdes que se
volvieron de un oscuro esmeralda mientras se corría como un maldito cohete,
revolviéndose y retorciéndose debajo de mí. Es un diamante precioso que cada
ladrón quiere robar, ese gatito que cada perro quiere perseguir, la yegua que
quieres montar, sujetar y dominar, pero no completamente. Oh, no, no todo
porque su salvajismo te excita. Su salvajismo te hace más salvaje. Te vuelve
jodidamente hambriento.
Infierno, en estos días pasados me siento como si no hubiera comido en
cien mil jodidas semanas.
¡Maldita sea! Fuera de mi cabeza, princesa.
Me acomodo en la mesa del parque cuando mi objetivo por fin aparece.
Me siento detrás de un periódico abierto con mi semiautomática SIG
oculta y firmemente debajo, mis gafas de aviador blindando mis ojos mientras
pasa.
Puedo mantener mi voz lo suficientemente baja como para no alarmar a
nadie, pero lo bastante fuerte para ser escuchado por la pobre mierda que
estoy aquí para agarrar. —Siéntate —le digo.
Salta al sonido de mi voz y revisa dentro de su bolsillo por lo que asumo
que es un método de auto-defensa. —Un tipo como tú, no puede verlo, pero
hay varios tiradores apuntándote desde todos los ángulos. Así que lo mejor
sería sentarte.
Cae como plomo en la silla que pateo hacia él. —Entonces —le digo,
doblando el periódico y nivelándolo con mi atención, mientras mi
semiautomática SIG sigue estando, debajo del periódico doblado, apuntando a
su corazón.
40

Deslizo mis gafas aviadoras a la cima de mi cabeza y me inclino hacia


ágina

atrás mientras estudio al hombre. De mediana edad, probablemente se ha dado


cuenta que estará atrapado en un trabajo de mierda por el resto de su vida y
pensó que podía apostar su camino a una vida mejor, y en su lugar se puso
peor.
—Pasé por tu casa ayer a dejar un pequeño presente, pero tenía miedo
de que tu esposa vería el contenido, y considerando la naturaleza...
Con mi mano libre, le deslizo un sobre de papel manila. Sus manos
tiemblan mientras lo abre. La sangre se drena de su rostro mientras las
imágenes de él y su amante desnuda caen fuera. —Santa... —jadea.
—Te tiene agarrado por las pelotas, ¿huh? —Me inclino para que pueda
oírme bien. Mi sangre pulsa caliente mientras saco de mis pensamientos a mis
propias pelotas, y mi propio pequeño sexy problema desnudo, conduciéndome
a más de una pequeña locura últimamente—. Pensaste que podías follar a esta
chica una vez y alejarte, pero no pudiste. Era salvaje y te gustó eso. Te miró
como si fueras el maldito regalo de Dios al género femenino; te debe haber
gustado eso también.
Hago una pausa durante tres latidos del corazón mientras mi marca se
pone cada vez más y más pálida. —Apuesto a que estás obsesionado con la
forma en que se siente, la forma en que su cabello huele, cómo sonríe, cómo
camina, cómo coquetea con otros putos hombres... Bueno, Hendricks, estoy
aquí para decirte que le debes al Underground $168,434 dólares por tus
pérdidas en el juego, y estamos listos para cobrar. —Me recuesto y deslizo mis
aviadores de vuelta sobre mis ojos—. No puedes mantener a tu coño sobre mi
dinero. ¿Queda claro?
El tipo está pálido como un fantasma, así que es seguro asumir que
estamos jodidamente claros aquí.
Recojo el periódico, SIG y todo, dentro del bolsillo de mi chaqueta. —Uno
de mis hombres te verá aquí, mañana. —Cuando me levanto, me agacho y
digo—: Tengo copias de estas fotos. Las obtendrás cuando pagues por lo que
debes, pero no me pruebes. Tengo una motivación tan fuerte como la tuya. —
Mi madre. Mi libertad. Y mis propias jodidas bolas, en un torbellino sobre una
chica de cabellos dorados, ojos verdes y una sonrisa que me destripa. Sí, estoy
en mierda aún más profunda que este pobre tipo.
Cuando el objetivo se va, C.C. y yo vamos a revisar con el equipo en
silencio. Todos ellos se encuentran en el “yate”, como un Gran Hermano
enfermo en casa de mar, incluyendo las cámaras de vigilancia.
Mi padre se sienta allí, contento de estar fuera de la casa y conseguir la
esencia de la planificación. En cuanto al equipo...
Tengo las pestañas en Derek para asegurarme de que no está
traicionando lo que sabe, pero el resto, siempre estoy observando,
41

monitoreando las llamadas, reproduciendo videos de vigilancia. El juramento


de sangre está muy bien, excepto que no confío en mi propia sombra.
ágina

Al primero que tuve que probar fue a C.C. porque es lo más cercano a un
hermano que tengo y tenía que saber si sus lealtades están con mi padre, que
lo ha alimentado todos estos años, o con su hermano de sangre, que soy yo.
—Si te dijera que esta copa tiene una sustancia muy mortal, y te pido
que la lleves a mi padre, ¿qué dirías?
—Diría que sí, cabrón, ¿qué crees que diría? —replica C.C., metiendo un
palillo en los dientes y dejando que cuelgue allí. Estamos fuera de la habitación
de mi padre, donde es supervisado por su equipo médico las veinticuatro horas
al día. La puerta se abre hasta la mitad, y podemos ver a mi padre hablar con
Eric, ajeno a nosotros mirando.
—Bueno. Ya que eres el único en quien confío, digo que mejor vayas. Así
que ve. —Le entrego la copa—. Tómala, discretamente.
Me mira. —Sé cómo ser discreto. Sólo dime. ¿Va a ser doloroso para el
tipo?
—No tanto como se merece, pero sí. —Me mantengo al margen y veo a
C.C. maniobrar el líquido en los medicamentos de mi padre. El hijo de puta lo
carga, murmurando a mi papá—: ¿Tienes sed, Slater? —Y se asegura de que mi
padre lo beba lentamente. Vuelve y se sienta—. Está hecho —dice con calma.
C.C. es casi tan insensible como yo. Hielo en todas las circunstancias.
Nos sentamos en silencio. —No estaba envenenado, ¿verdad, imbécil? —
pregunta, escupiendo el palillo de dientes en ira y traición.
—No. —Me pongo de pie—. Sólo tenía que estar seguro.
Fácilmente podría acabar con mi padre. Deslizar algo en las bolsas de
suero y se iría. Pero incluso un criminal tiene que tener un código, y tengo el
mío. No mato por placer o incluso por mí mismo. No mato familia.
Eso no significa que no pienso en ello. Constantemente, lo hago. He
soñado que he matado a mi padre muchas veces y me despierto aliviado. Hasta
que me acuerdo que no lo maté, está vivo.
La rabia pulsa a través de mí porque incluso tengo que verlo, sin
mencionar tener que hacer su maldito trabajo sucio.
C.C. me sigue por el pasillo de la embarcación, donde nos estacionamos
a un par de kilómetros de Los Ángeles. Una de las habitaciones está
configurada con los teléfonos y las cartas, la contabilidad de juegos de azar, el
seguimiento de todas las apuestas de cada pelea del Underground. —Somos
tus chicos, C, puedes confiar en nosotros. Sé que no es tu naturaleza, pero
puedes.
—Estoy trabajando en un par de otros nombres; mientras tanto llama a
Tina Glass. Dile que necesito al número diez en una situación comprometedora
42

con ella. Que no entregue la evidencia a nadie más que a mí, personalmente.
ágina

Tengo que trabajar en otro objetivo este fin de semana. Me iré de la ciudad, usa
el código si hay una emergencia.
—Eric quiere al resto del equipo para apoyo.
—No necesito su apoyo. Pero necesito que me ayudes a agarrar al
número diez. Está absolutamente limpio y me está molestando.
—¡Sé qué más te está molestando! —Ríe C.C.
Gruño y le digo donde puede meterlo. Sabe que hay una falda, lo
sospecha, por lo menos, y me hace tropezar cuando me atrapa mirando mi
teléfono desprevenido. Nunca soy atrapado desprevenido. Lo hago tropezar de
regreso luego lo inmovilizo por el cuello a la pared. —Dejar de joder conmigo,
C.C.
—No soy el que está jodiéndote. —Se golpea la sien, luego, sisea—:
Sácala de allí, amigo, antes de que tu padre se entere.
Me siento tan jodido logrando cabrearme porque alguna vez pensé que
era una buena idea tocarla en primer lugar.
Pero hay un teléfono que no he desarmado, y es sólo porque tengo estos
pequeños mensajes de ella.
¿Estás ahí?
Joder, me gustaría no estarlo. Ojalá no estuviera aquí sentado, mirando
esta pantalla, acuchillándome en el pecho cada maldita vez que lo leo.
Sigo pensando que te imaginé.
No le he contestado, pero me siento como si escribiera:
Princesa, no tienes ni idea de lo cerca que estás bailando de la
llama.
Hace un día ya de este último mensaje. Sigo sacándolo para mirarlo, la
tentación de decirle olvídate jodidamente de mí, princesa; voy a utilizarte,
abusar de ti, y jodidamente alejarte, cuando haya terminado porque eso es lo
que hago.
A veces me digo que, si me hubiera quedado una noche más, tal vez
incluso una follada más larga, no estaría tan obsesionado. Pero ella tiene una
boca hecha para orales, labios gruesos y carnosos y una hambrienta, lengua
loca. No me jodas, he estado masturbándome como loco, porque la mera idea
de ella yendo abajo sobre mí me pone duro.
Pero no. Incluso si me hubiese chupado toda la noche, estoy seguro de
que todavía estaría hambriento por empujarle la cabeza hacia abajo y
alimentarla más de mí, hacerla que me coma, hasta la última gota.
El hecho de que me cabree porque nuestra noche juntos terminó
43

demasiado pronto, y realmente quería estar allí, en la cama, por un par de


ágina

horas más y ver lo que se sentía abrazarla por un tiempo, sólo me confunde
aún más.
Llamo a Tina de mi otro teléfono. Tina Glass, alias Señorita Kitty. Es
exactamente lo que necesitas para incriminar a un hombre. Está limpia, es
bien parecida, y letal. —¿Mis hombres te llaman?
—Absolutamente —ronronea.
Me deslizo en mis guantes mientras hablo con ella. —Quiero que la
evidencia me sea entregada personalmente a mí.
—Con mi placer absoluto. Voy a hacer contacto cuando esté hecho.
Cuelgo y me quedo mirando el mensaje de Melanie de nuevo.
Sólo bórralo, maldito marica.
Ella es un botón caliente, pero este soy yo.
¿Realmente necesito un botón caliente? ¿Necesito despertar en mitad de
la noche con una polla dura? A los veinticinco años, con un montón de putas
para dormir tan cerca, es probable que pueda tropezar con un par sólo al abrir
la puerta de mi dormitorio. Pero esos ojos verdes como los bosques, ese coño
apretado alrededor de mi polla. Y los sonidos que hace. ¿Realmente tengo que
torturarme, recordando lo bien que se sentía, lo jodidamente limpio y dulce que
olía?
—Esto no puede suceder —susurro hacia mi propio teléfono, mi sangre
enturbiándose en mis venas cuando pienso en lo estúpido que era pensar que
podía tener una noche, sólo una noche, de la que tiene un hombre normal—.
No puede suceder de nuevo —digo.
Tengo un trabajo que hacer. SOY el trabajo.
La vida de mi madre podría estar en riesgo, y así podría estarlo
cualquiera que tenga contacto conmigo. Mi padre podría tomar cualquier cosa
que me interesa, así como así. Sólo para demostrar que puede. Sólo para tratar
de poseerme. No importa si quiero cubrir a mi princesa en putas joyas cuando
esté tendida, bien saciada y sudorosa a mi lado. No importa si quiero volver
atrás y ver esos ojos oscurecerse cuando la lleno, una y otra, y otra vez. No
importa una mierda lo que quiero. Sólo lo que tengo que hacer.
Rápidamente saco de nuevo el teléfono. —No puede sucederte. —Empiezo
a desarmar el teléfono—. Le puede pasar a cualquiera, menos no a ti. Con él
que ella termine, hay un noventa y nueve, coma nueve por ciento de garantía
de que va a ser mejor que tú.
Le quito la batería a mi teléfono celular de forma permanente, retiro la
tarjeta SIM, aplastándola, hasta que tengo decenas de pequeñas piezas en mi
44

mano que asegurarán que nunca conseguiré otro mensaje de ella y


ágina

asegurándome que nunca oiga de nuevo de mí.


Entre tanto, voy a recoger en nombre del Underground.
Cinco, casi seis
Traducido por Julie
Corregido por Val_17

Cinco días después de Greyson…

Melanie
—¿Así que, él está fuera de la foto? —pregunta Pandora mientras
organizo el archivo PDF de precios para uno de mis clientes.
Entierro la cara entre mis manos. Por un segundo, quiero fingir que
Pandora no está aquí, respirando en la cima de mi cabeza, su preocupación
enojada como una pequeña nube con rayos sobre nosotras.
Cinco días.
Cinco largos y terribles días, en los que todas mis esperanzas se han
reducido a nada, todas mis fantasías se quedaron en negro, todas mis
expectativas han bajado a cero.
Y aquí está Pandora, preocupada y enojada en mi nombre,
probablemente feliz por tener una buena excusa para ser una perra hoy.
—Sí —digo con firmeza—. Está jodidamente fuera de la foto. Espero que
estés emocionada.
Saco mi teléfono sólo para mostrarle lo carente de mensajes que está.
45

Mira a la pantalla vacía, gruñe, niega con la cabeza y se desploma en su


silla. —Basura —dice.
ágina

—Idiota.
—Imbécil.
—¡Basura!
—Ya usé esa —señala.
—Y tan rápido como el bastardo me utilizó —murmuro. Literalmente, la
decepción se acumula por hora, y una nueva ola me golpea mientras guardo mi
teléfono. Nunca he sentido como si hubiese juzgado mal la situación tanto
como lo hice con la nuestra… la suya y la mía. Es oficialmente viernes. Si el
tipo quería una cita, puedes apostar lo que quieras a que habría llamado antes
de hoy.
Estoy tan herida que ni siquiera puedo entender por qué me siento así.
Tal vez porque pensé que era diferente, y resultó ser justo lo que dijo Pandora.
Odio cuando tiene razón y yo estoy equivocada.
Más que nada odiaba que tuviera razón en este momento, cuando tenía
muchas ganas de que estuviera equivocada.
Gracias a Dios que está sentada tranquilamente en su escritorio y no
escucho ningún te lo dije. Si siquiera comienza, voy a pegarle tan fuerte como
quiero golpearme a mí por ser tan tonta.
—He terminado con los hombres —estallo cuando encuentro el silencio
de Pandora tan molesto como las cosas que sé que quiere decir—. No los
necesito para ser feliz. Voy a tener un perro. ¡Dios! Acabo de recordar que
probablemente ya ni siquiera puedo darme el lujo de un perrito.
—Deja de comprar zapatos —me regaña.
Suspirando, porque no voy a explicarle que debo más de un par de
zapatos, hago clic en mi motor de búsqueda y navego a la publicidad en línea
de mi auto. Aparece una foto de mi Mustang con un número de color rojo
brillante en la cima y un gran cartel que dice: “A LA VENTA”. Es todo lo que
tengo y sigue sin ser suficiente para cubrir lo que debo. Como yo. Ninguno de
los dos somos suficiente.
Por primera vez en una semana, mi realidad se derrumba sobre mí. Con
fuerza.
No tengo más esos ojos pardos con adorables motas verdes para hacerme
sentir esperanzada y expectante. No tengo más esos mensajes que esperaba
con interés. Tengo un auto para vender, una deuda que saldar y una gran
cantidad de miseria con la que lidiar.
Mi abuela, antes de morir, siempre decía que la mejor manera de sentirse
mejor es centrarse en alguien más y hacer algo bueno por ellos porque no eras
el único que tiene un problema.
46

Miro a Pandora, pensando en todas las veces que la han llamado perra
en esta misma oficina, extiendo la mano y agarro un mechón de pelo de color
ágina

ónix, diciendo—: Todo ese pelo negro es tan monótono. Tú también deberías
hacerte un cambio, ¿agregarle una mecha rosa a todo este hollín?
—Vete a la mierda, odio el rosa.
Ruedo los ojos y le digo al cielo: ¡Bien, Nana, lo intenté! Luego vuelvo a mi
ordenador para mirar mi auto. Quien lo haya secado mientras Greyson me
dejaba seca a mí realizó un gran trabajo… cerebro, por favor céntrate en mi
Mustang.
Me tomó un día completo obtener las imágenes perfectas mientras el sol
golpeaba mi auto en el ángulo correcto. Es tan bonito que no puedo creer que
pasaran varios días y no haya llamadas.
¿Y si no recibo llamadas?
El estrés comienza a arrastrarse sobre mí como si una gran ballena me
asfixiara la tráquea cuando Pandora da vuelta su silla para mirarme. —
¡Vamos, perra, habla conmigo! —grita—. ¿Qué te hizo pensar que sería más de
lo que siempre tienes? Te da un aventón cuando tu auto no arranca; te lleva a
un hotel. ¿Qué sabes de él, salvo que al parecer te folla hasta dejarte estúpida
y ahora no eres la Melanie que conozco? ¿Dónde está la sonrisa, dónde está la
chispa? Te estás comportando como yo y no me gusta.
Levanto los brazos. —Dijo que estaría en contacto… volvió para llevarme
a casa e interpreté más en eso, lo cual fue un error, está bien… mi error. Al
creerle. Al creer que era diferente o que tuvimos una conexión… especial. Dios,
soy tan lamentable, pero apuesto que para ti no fue algo nuevo.
—Que lo jodan, Melanie.
—Ya lo hice. Ahora vamos a dejar de hablar de él. Vamos a encargarme
una camiseta en línea que diga: “YO MANDO, LOS HOMBRES APESTAN”.
Tengo que levantar más la vara. Tengo que hacer que se prueben antes de que
les dé una oportunidad. Hoy vamos a ver a Brooke.
El bebé de Brooke nació prematuro en Nueva York hace más de un mes,
pero desde que su marido luchador está actualmente fuera de temporada,
están viviendo en Seattle, mientras que planean una pequeña boda por la
Iglesia.
Pandora agarra su mochila mientras nos preparamos para irnos. —¿Has
notado la forma en que papá sostiene al bebé? Es como si la cabeza del bebé
fuera la mitad del tamaño de los bíceps de Remy —dice.
Dios. Ojalá yo pudiera ser vista de la forma en que Remington Tate mira
y sonríe con sus hoyuelos y sus amorosos ojos azules a Brooke.
—Por cierto, le pedí a Kyle que fuera conmigo a la boda. Sólo quiero
poner a descansar esos rumores de lesbianas, ¿sabes? —me dice en el
47

ascensor.
—¿En serio? —pregunto, de repente sintiéndome pésimo—. Genial.
ágina

Entonces voy a ser la tercera rueda.


Marcado de por vida
Traducido por Nikky
Corregido por ElyCasdel

Greyson
Es siempre el mismo sueño.
Nunca cambia.
Siempre el mismo número de hombres.
Siempre son las cuatro con doce minutos de la tarde.
Me dejó el autobús.
Una línea de coches está en nuestra entrada.
Las palabras de mi madre suenan tan claras como una campana en mi
cabeza: Un día él nos encontrará, Greyson. Va a querer apartarte de mí.
No lo dejaré, prometí.
Pero en ese momento lo sé, nos encontró. El padre que no conocí. Como
él que mi madre no quería que terminara.
Jalo la correa de mi mochila de mi hombro y la sostengo con mi puño,
listo para noquear a alguien con cuarenta y cinco kilogramos de tarea y libros
de texto.
Diez hombres están en mi sala de estar. Sólo uno está sentado, y sé que
es él cuando la sangre en mi cuerpo comienza a correr rápido. Es sólo sangre,
pero todo mi ser lo reconoce, aunque nunca lo he visto antes. No tiene mis
48

ojos, pero tengo sus cejas, lisas, largas y casi en un eterno ceño fruncido.
Tengo su nariz inclinada, su mirada oscura. Me ve y un desfile de emociones
ágina

encontradas pasa sobre su rostro, más emoción de la que le permito ver en el


mío. Jadea—: Dios.
Veo a mi madre entonces. También está sentada en uno de los sillones
individuales, su cabello color miel enmarañado, sus tobillos atados, sus brazos
amarrados detrás de ella. Está temblando, amordazada con un pañuelo rojo, y
tratando de hablar conmigo, palabras que quedan amortiguadas por la tela.
—¿Qué le estás haciendo? ¡Déjala ir!
—Lana —dice mi padre, ignorándome, su atención ahora volviéndose
lentamente sobre mi madre—. Lana, Lana, ¿cómo pudiste? —La mira, sus ojos
se llenaron de lágrimas. Pero por cada lágrima que mi padre derrama, mi
madre derrama una docena de senderos de ellas.
—Déjala ir —digo de nuevo, levantando mi mochila, preparándola para
lanzársela.
—Baja eso… lo haremos. —Mi primer error fue escucharlo. Bajo mi
mochila. Mi padre se arrodilla delante de mí y me tiende un arma negra, luego
baja la voz para que sólo yo pueda oír—: ¿Ves esto? Esto es una SSG con un
silenciador, por lo que nadie la escuchará. No tiene seguro, lista para usar.
Dispárale a uno de estos hombres, cualquier hombre, y perdonaré a tu madre.
Ella está llorando fuerte, negando con su cabeza, pero un hombre falso y
calvo detrás de ella sujeta su cuello. Doy un paso lejos de mi mochila. Está
cerca de mí, lo suficientemente cerca como para patearla como un balón de
fútbol. Yo juego, y puedo enviarla volando por la habitación. ¿Pero a quién?
¿Qué si golpeo a mi madre?
Inspecciono el arma y me pregunto cuántas balas tiene, no las
suficientes para todos estos hombres, pero para él que la está sosteniendo, sí.
La tomo, confundido porque mi mano no tiembla. Es pesada y no tengo miedo,
sólo la necesidad de liberar a mi madre.
Miro al que está sosteniendo su cuello todavía.
Sus ojos llorando.
Un día él nos encontrará, Greyson...
Apunto lo más lejos de ella a la parte más grande del cuerpo del hombre
que puedo.
Disparo.
Un oscuro agujero limpio aparece en su frente. El hombre cae.
Mi madre grita dentro de su mordaza, y llora más histéricamente,
pateando sus dos piernas amarradas en el aire.
Mi padre toma el arma de mi mano con una mirada de asombro y me da
palmaditas en mi cabeza.
49

Más hombres levantan a mi madre a sus pies y la arrastran hasta la


ágina

escalera de la cochera.
—¿Qué haces? ¿A dónde la llevas? —Agarro mi mochila y golpeo a un
hombre con ella. Otro viene y me agarra, apretando mis brazos mientras habla
y escupe en mi oído—: Hijo, hijo, escúchame, hicieron un trato, ella te perdió.
¡Te perdió!
—Nunca me perdería. ¡Madre! —Agarro un cuchillo de su cinturón y lo
meto en su ojo, retorciéndolo. Me libera con un aullido y un chorro de sangre
roja, y voy corriendo por las escaleras mientras escucho arrancar un auto.
Mi padre me atrapa. Abofeteándome. Entonces, inclina el arma hacia mí.
Sonríe cuando me quedo quieto.
—Greyson, mi hijo, incluso tus instintos te hicieron parar. Sabes que
esto acaba de matar a un hombre. No te vas a morir. Si mueres, no puedes
salvarla. ¿Puedes?
Todo mi cuerpo está paralizado. Sonríe dulcemente hacia mí y me
abraza, manteniendo la pistola contra mi sien.
—Sabía que eras mi hijo. Le dije a tu madre, que no era bueno
impedirme verte. Trece años, Greyson. Trece años buscándote. Insistió en que
no eras mi hijo. Le dije que, si demostrabas llevar mi sangre en ti, ibas a venir
con tu padre, donde perteneces. —Se aleja y me estudia con orgullo—. Te di
una opción de dispararle a un hombre.
Mira a las escaleras, donde sé que hay un cuerpo inmóvil. Un cuerpo que
no se moverá de nuevo debido a mí.
—Lo mataste. Bala directo a la cabeza. Eres mi hijo, cada centímetro de
mi hijo; serás poderoso y temido.
Su voz me congela. No siento nada cuando vamos arriba y veo el hombre
muerto, sin remordimiento, nada. Quiero matar a más, matar a todos quienes
lastiman a mi madre. —¿Dónde está ella? —pregunto, mi voz rara. Maté algo
más con ese hombre. Yo.
—Será llevada a otro lugar. Debido a que los hombres de verdad no son
criados por las mujeres, ¿me escuchas? Mi hijo no será criado por una mujer.
No sin su padre. No, tú serás igual a mí.
Miro hacia el coche saliendo de la cochera, conduciendo a mi madre
lejos. La mirada en sus ojos cuando le disparé a ese hombre. Un pánico frío
como nunca he sentido se clava y se propaga a través de mí. Quiero a mi
madre para que me explique qué hice, por qué eso estuvo mal, por qué estuvo
mal cuando todo eso fue por ella. Por qué era llevada lejos. Mi cara esta
repentinamente húmeda, y consigo otra bofetada, este me lanza a través del
cuarto y contra la pared.
50

—¡Nada de eso, chico! Nada de eso. Ahora ¿ves ese hombre? —Mi padre
señala al hombre cubriendo su ojo, donde lo apuñalé, sangre manchando su
ágina

camisa, sus pantalones—. Es tu tío, Greyson. Tío Eric. Es mi hermano, es


nuestra familia. Somos tu familia. Discúlpate por lo que hiciste. Si eres bueno y
estoy feliz contigo, te dejaré ver a tu madre. Seguirá viva sólo por ti. Era familia
también, y cuido de mi familia, pero no debería haberme traicionado. Nunca,
jamás debería haberte tomado.
Me tomó muy poco tiempo darme cuenta cómo funcionaba esta familia.
Muy poco tiempo darme cuenta que mi padre usaba sólo sus hombres más
nuevos para esas payasadas. El tipo que maté, de pie como un maniquí detrás
de mi madre, había estado trabajando para él durante tres días cuando mi
padre susurró el reto en mi oído, todo el tiempo creyendo y esperando que
demostrara ser suficientemente duro como para cometer mi primer homicidio.
Muchas pesadillas más tarde, supuse que mi madre intentaba decirme
que no disparara. Si no hubiera estado tan decidido a defenderla, si hubiera
resultado ser débil, ella estaría conmigo. Sería dejado en el colegio, pensando
que no encajo en esta familia. Pero jugué el juego de mi padre y en lugar de
salvarla, nos condené a ambos por el resto de nuestras vidas. Le mostré que
tenía trece años y sí... mataría, incluso a él, por mi madre.
Era bueno. Entrené. Succioné de vuelta cada emoción en mí. Me convertí
en nada. Cero. Y me fui cuándo las promesas y promesas de que podría verla
resultaron ser más que palabras vacías... Seguí cada pista, y encontré nada.
Un completo gran mundo, y todas esas habilidades, y todavía no sé dónde está.
Un ruido en mi habitación se filtra en mi estado de ensueño. Despierto al
instante, y me muevo por instinto, alcanzando mi cuchillo debajo de mi
almohada. Veloz como un rayo, me doy vuelta y lo mandó volando, encajándolo
a solo un pelo de la cara de mi intruso, contra la puerta.
—¿Cero? —dice una aturdida voz en la oscuridad.
Tengo mi arma lista y apunto antes de que Harley termine mi nombre.
Entonces suspiro. —Nunca hagas eso de nuevo. —Me pongo de pie y enciendo
la lámpara.
Me vuelvo hacia mi lista. Estoy ansioso por terminar con esto. Tantos
nombres. Tantos. No puedo ni siquiera estar de pie mirando su nombre, allí,
junto al número cinco. —Tú padre quiere verte. Quiere saber cómo va la
situación.
Mi padre tiene las horas más extrañas. Todavía estamos fuera de
temporada. Todo el mundo está durmiendo. Los medicamentos y la morfina
que le dan hacen que duerma todo el día, y despierte sólo por cortos periodos
durante la noche. Agarro la lista y meto mis piernas en mis pantalones
mientras Harley me espera.
Sonríe. —Disfrutarás de ese.
51

—¿Discúlpame?
ágina

—¿Número cinco? —presiona—. Tu dedo... está sobre el número cinco.


Alejo mi dedo y mi corazón comienza a bombear con la repentina
urgencia de asfixiarlo mientras arrugo la hoja en un pequeño apretado rollo.
Él no la atacó, pero el hecho de que su nombre está en mi lista me
molesta. El hecho que todos los chicos saben que nos debe dinero. Wyatt,
Harley, Thomas, Leon, C.C., Zedd, Eric, mi padre...
Pienso en ella, femenina y vulnerable, expuesta a estos imbéciles, y las
cosas se desenrollan dentro de mí, como cobras saliendo de una cesta. Sólo
ella puede hacerme sentir esto. Como si yo fuera el hogar de un huracán
mortal, y no tuviera salida. Me dije anoche antes de ir a la cama que iba a usar
el poco honor que me quedaba para proteger esta chica de mí. Me dije ella no te
quiere. No al verdadero tú. Quiere un príncipe, y tú eres el villano. Eres él porque
está trabajando horas extras. Tú, tu padre. No quiero recordar cómo huele a
verano y la forma en que se desliza en mi cama. Cálida. Caliente. Real.
Melanie. Número cinco en mi lista.
—Esta chica. Vino a pedir más tiempo para hacer su pago —dice
Harley—, lo que terminó con su nombre casi al final de la lista ahora. Pidió una
prórroga. Leon le dijo que podía convertirse en una extensión de su jodida polla
y podrían olvidarse de ello. Si no puede pagar, todos tendremos una
oportunidad de follarla.
Respiro fuerte.
Nop.
No me calma.
No hay una jodida manera de que alguien la toque. Ni una PUTA manera.
—Ve. Iré a hablar con mi padre en un rato —digo de mala manera,
manteniendo su fija mirada.
Me pongo una camisa y luego espero a que se vaya. Estoy tan jodido por
lo que dijo que agarro mi cuchillo y lo arrojo hacia mi objetivo a través de la
pared. Lo hago varias veces...No voy a salir de esta habitación hasta que haya
dado en mi blanco doce veces, directamente, lo que significa que estoy calmado
de nuevo. Probablemente podría lanzar la culpa de esta posesividad en mi
polla. Nunca me gustó compartir una mierda. O puedo culpar algún falso
sentido de justicia, nunca creí justo cuando alguien más fuerte se aprovechaba
de alguien más débil. Pura cobardía. Pero no es eso tampoco.
Me pregunto a quién está llevando a su casa.
Con la mandíbula apretada, balanceo mi cuchillo y golpeo justo en el
centro.
52
ágina
—Hijo —dice Julian, sus ojos iluminándose cuando me ve. Oigo el bip del
monitor de su corazón, y noto, a su derecha, que Eric enrolla las mangas de su
camisa.
—¿Noticias? —me dirijo a Eric, cruzando mis brazos mientras evalúo al
trío de enfermeras a su alrededor. No sólo le debo a Eric su ojo, le debo mi
vida, aquí, en esta jodida, extraña familia.
—Necesita plaquetas —explica Eric.
Me odio por no ser capaz de quedarme ahí y sólo ver. Odio ese poco
sentido del deber, de lealtad hacia mi propia sangre, que me hace levantar mi
camisa y exponer mis venas. —Lo haré.
Mi padre levanta una mano mientras tomo asiento a su lado. —No. Te
cortarían ahí, sangrarías hasta morir. No tú. —Mira a Eric y le hace un gesto
con la mano para que proceda.
Eric espera aprobación, y se la doy con un asentimiento. Siempre he
tomado su palabra, lo diría de corazón, excepto que no tengo uno. Pero lo he
tomado en serio todos estos años. Mientras que mi padre se niega a participar
en cualquier cosa que pueda hacer alusión a debilidad, Eric, una o dos veces,
me ha palmeado la espalda y llamado “hijo”. Pero amoroso tío o no, el karma es
una perra, y le debo a Eric un ojo. Por parte de la familia de mi padre, un ojo
por ojo no es sólo un juramento, está estampado en cada uno de nuestros
certificados de nacimiento.
—Está lista —le digo a mi padre, desenrollándola de mi mano, mirando a
Eric primero, luego a mi padre, una amenaza, tranquila y fría como el acero, en
mi tono—, quiero tu palabra, y por lo tanto la palabra de cualquier hombre por
debajo de ti, que nadie tocará a ninguno de mis objetivos. Cualquier nombre
aquí es exclusivamente mío de tratar como me parezca. Garantizo el monto
debido. Quiero una garantía de mis métodos.
Eric mira la lista y su único ojo se enfoca sobre el número cinco.
Melanie. ¿Quiere una oportunidad para follarla? Todos la quieren. Yo la quiero.
Quiero agarrarlo y decirle ¿este pequeño pedazo de cielo? Este es mío. Pero no
puedo hacer eso o me veré débil. No puedo simplemente quitar su nombre de
esta lista sin exponerla, y no sólo a mi padre. Podría convertirse en el objetivo
de todos mis enemigos, conocidos o desconocidos.
—Esta lista y cada nombre en ella es mía para ejecutarla —repito, mi voz
nivelada—. Sólo yo hago contacto, sólo yo recupero y pago directo, como me
parezca.
53

—Siempre y cuando Eric esté actualizado a diario del progreso mientras


ágina

me hace compañía aquí, sí —accede mi padre.


—Tu palabra —insisto.
—Tan terco, Cero. —Me abofetea, lo suficiente para hacer un sonido,
pero no lo suficiente para hacerme mover un musculo, y se ríe—. Te doy mi
palabra.
Su palabra sola debería ser suficiente, pero palabras, sangre, nunca
viviré un día cuando crea en algo sin cautela. Podría estar mintiendo. Así que
me inclino y palmeo su hombro, dando la impresión de un amoroso hijo a las
enfermeras cerca, y digo en voz baja—: Cualquiera de ellos se pasa de la raya,
acabaré con ellos. Incluso mi hermano.
Una vez más, veo el respeto en sus ojos mientras me alejo y asiente hacia
mí, sin mostrar expresión mientras me enderezo. Echo un vistazo a Eric. —
Estaré fuera por unos días. Voy a tomar uno o dos del equipo, no más. Te
llamaré por refuerzos si es necesario. —Doy un vistazo a la enfermera
inyectando la aguja en sus venas, y luego a Eric—. Gracias.
Cuando regreso a mi habitación, siento un zumbido, la clase que
consigues cuando cazas. O matas. O quieres.
No quisiera meterme conmigo esta noche. Esta charla de Melanie
mendigando al Underground ¿por una prorroga? “Por favor, ¿puedo tener un
poco más de tiempo para pagar?”
Me tiene cargado.
Estoy cargado con un feroz proteccionismo que nunca he sentido antes y
está acelerando mi adrenalina de maneras nunca antes logradas.
Agarro un par de nuevos teléfonos, cambio un par de chips, entonces
reservo mi tiquete en línea y empaco algunas cosas. El zumbido en mi cambia
a algo peligroso... no es mortal, sino peligroso, no solo para mí, sino para ella.
Mientras la observaba estos últimos meses, algo me pasó. Te quiero
demasiado, dulce princesa.
Se metió en mí, bajo mi piel, en mi cabeza, es como si estuviera fluyendo
en mi maldita sangre.
No debería tenerla.
Se merece más.
Más que cualquier tipo que conozco, y definitivamente más que yo.
Pero dejarla correr libre alrededor, ¿soltera y disponible? ¿Cuándo puedo
asegurarme de que la maldita cama en la que está durmiendo es la mía?
¿Cuándo puedo sostener ese rostro en una mano y mirar esos ojos y
54

malditamente saber, seguro como que respiro, que ella me quiere también?
ágina

He trabajado mi camino en la lista, en lugar de la forma habitual, de


arriba a abajo. Pero estoy estancado porque no quiero recoger de ella. Estoy
estancado porque es una pequeña explosión de vida y no me siento con ganas
de cobrar allí como el apocalipsis, envolviéndola con mi oscuridad.
No quiero recordar hace un mes, cuando la vi derramar su café mientras
se dirigía hacia la oficina, cuán devastada se veía porque hizo mierda su
bufanda, todo su traje arruinado. Desde todo el camino a través de la calle,
donde me escondí detrás de mi periódico, ¡la oí exclamar que preferiría ser
despedida a tener que ir a trabajar usando solo dos colores! ¡Luciendo
monótona! ¡Esa no era manera de recibir a un cliente!
Dios, reí. Reí, y todavía sonreía sobre cuán apasionada pequeñita era en
mi vuelo de regreso a donde mi equipo se estacionó, ocultando mi sonrisa bajo
mi palma mientras miraba por la ventana.
Desde el momento en que la encontré en mi lista y luego la vi, la he
seguido.
La he seguido con el pretexto de averiguar sus hábitos sociales, sus
debilidades, así puedo hacer una entrada de repente a matar, pero la verdad es
que, la sigo porque soy un maldito jodido enfermo, obsesionado como un perro
con la forma en que camina, todos los colores que usa, todas las formas en que
sonríe, el burbujeante, precioso pequeño paquete que forma.
Tuve dos emociones en mi vida antes de conocerla, ira y desinterés.
Ahora está provocándome más. Deseo, frustración, preocupación...
incluso alegría. Nunca, jamás quise algo como quiero que esos ojos verdes me
memoricen en la forma en que yo he hecho una religión el memorizarla.
Agarro mi bolso, la bolsa de plástico con todas las piezas de teléfono y la
tarjeta. Lo armo de nuevo al tiempo que le pido a Derek que me lleve hasta el
aeropuerto.
El teléfono vuelve a la vida en mi mano y mi estómago empieza a
calentarse cuando comienzo a responderle, finalmente, por fin:
En casa esta noche.
55
ágina
EL MENSAJE
Traducido por Annabelle & Mel Rowe
Corregido por Key

Melanie
El sábado por la mañana, como lo dicta nuestra pequeña y cómoda
rutina, encuentro a mis padres desayunando y ya bañados, perfectos y
sonrientes. Maria, su cocinera, hace los mejores desayunos de la ciudad, así
que desayunar en casa de mamá y papá me hace feliz, porque la mesa siempre
se encuentra puesta con los mejores manteles y vajillas, y la comida es puesta
de una forma tan perfecta que hace que primero comas con los ojos antes de
poder estirar el brazo y servirte un poco de lo que sea que se esté ofreciendo.
—¡Lanie! —dice mamá cuando entro—. Tu padre y yo justo hablábamos
sobre la boda de Brooke. ¿Cuándo dijiste que sería?
—En menos de un mes. —Beso su mejilla y luego abrazo a mi alto y
apuesto papá—. Hola, papá, te ves lindo.
—¿Ves? Ella sí notó mi nuevo corte, a diferencia de ti —le dice a mamá,
apuntando un tenedor vacío en su dirección.
—Apenas tienes cabello, ¿cómo se supone que deba notarlo? Bueno,
cuéntanos sobre la boda. Aún no puedo creer que se esté casando antes que
tú. Tú siempre fuiste más bonita y llena de vida —dice mamá, apretando mi
mano cuando me siento.
—Estoy muy segura que su prometido no estaría de acuerdo —comento.
Odio cuando mamá reniega de Brook simplemente para hacerme sentir mejor.
56

No me siento mejor, ella se siente mejor, poniendo excusas ante las razones por
las que ningún chico bueno me quiere. A veces creo que su propia
ágina

desesperación por verme felizmente casada hace que el viejo Murphy saque la
cabeza y asiente su ley, mientras ella más lo quiere, menos son las
posibilidades de que ocurra. Pobre yo.
—Aún así, no excusa la razón por la que ningún hombre decente allá
afuera puede ver que mi bebé es de lo mejor que puede haber. Estás en forma,
tienes una sonrisa hermosa, y eres tan dulce como tu mami.
—Gracias, papi. Estoy segura que mi estatus de soltera tiene todo que
ver con el hecho de que los hombres son idiotas, a excepción de ti.
—¡Lanie! —chistea mamá, pero no lo dice en serio, y se ríe en voz baja.
—Bueno, el hijo de Ulysess se lanzará a senador y siempre pregunta por
ti. No es el más inteligente de todos, pero es apuesto y…
—Gay. Quiere algo para disimular, papá. Un matrimonio de mentira para
confundir a sus constituyentes. Puedo conseguir algo mejor por mi cuenta.
—Cuando tenía veinticinco… —comienza mamá.
—Ya estabas casada y me tenías a mí, sí, sí, sí. Pero tengo una carrera. Y
una muy… ocupada vida social. De hecho, he salido con tantos chicos que no
sabría a quién escoger para ir a la boda de Brook —exagero.
Mi mamá y papá, ¿qué puedo decir? Los adoro. Me gusta complacerlos.
Me han dado amor durante toda mi vida. Me llenaron de mucho amor. No sólo
me aman, sino que quieren que encuentre un amor como el que ellos
comparten. Nunca quisiera que sospecharan lo que ya estoy sospechando, que,
por alguna razón, simplemente no sucederá para mí.
—Sólo recuerda lo que te dije, Flea —dice mi madre—. Elige al hombre
que te trate mejor. Al que no te romperá el corazón, que pueda ser tu amigo,
alguien con quien puedas conversar.
Apuñalo mi tostada francesa. —Dices eso porque papá era tu mejor
amigo. Sin embargo, tengo una mujer como mejor amiga, y nunca me casaría
con mi amigo hombre más cercano, que sería Kyle. Nunca. —Tiemblo al pensar
en el doble de Justin Timberlake que tengo como mejor amigo, y yo
besándonos. Continúo jugando con mi comida, y suavizando mi voz, digo—: No
creo que estas cosas puedan planearse, mamá. Creo que simplemente suceden,
y de pronto te encuentras al costado de un ring, y conoces al hombre con el
que te casarás cuando te guiña el ojo. O te encuentras debajo de la lluvia,
rezando para que cualquiera que sea ese sentimiento que te golpeó, también
golpeé a ese hombre frente a ti…
Miro mi teléfono con ojos soñadores.
¡Dios, soy tan tonta, tonta, TONTA!
Lo único que golpeó a ese hombre fue la lujuria, y ahora se le pegó el
57

síndrome de Aléjate-de-Melanie.
ágina

Un síndrome que es mucho más común de lo que pensarías.


—Es cierto, no puedes planear de quién te enamoras —concuerda
mamá—. Pero si pudieses dar un paso atrás, para que así puedas escuchar tus
propios pensamientos, te darías cuenta que no querías estar allí en la lluvia,
siendo golpeada por un rayo. Siempre escoge el camino lleno de luz, es lo que
mi madre solía decir.
—Naturalmente. Nadie escoge una vida terrible simplemente por querer
hacerlo, mamá —gruño—. Simplemente algunas personas tienen más suerte
que otras.
—Todo está en tomar decisiones con sabiduría —insiste.
Me quedo en silencio mientras me pregunto por qué no pude ser más
sabia un par de meses atrás, cuando aposté mi vida en una sola noche, en un
simple momento, a un sólo desenlace. Le doy un vistazo a mis padres, tan
dulces y perfectos, en nuestra pequeña burbuja de felicidad, y no puedo
soportar la idea de pedirles dinero, ¿cómo podría? ¿Cómo decepcionarlos de
esa manera? ¿Cómo puedo tomar su dinero y todo su orgullo en mí, sabiendo
lo duro que lucharon para mantenerme con vida?

Me siento triste al momento de llegar a casa. Triste por mi deuda y por


mi hombre. Me cepillo los dientes y miro mis paredes blancas con el ceño
fruncido.
—Bastardo —murmuro—. Arruinaste toda mi semana, estúpido
bastardo. Apuesto a que en este momento te estás cogiendo alguna rubia con
tetas triple D y sus trillizas al mismo tiempo, ¿no es cierto? Ni siquiera eres de
los que engañan con una, sino como con tres, mentiroso, alimentándome con
esa jodida línea de llevarme a ver una película. Juro que estaba bien hasta que
volviste como si me “cuidarías”, como si me cuidarías incluso aunque luciera
como un desastre con resaca. Dios, ¡no puedo creer que te haya creído!
Pateo la bañera como si fuese su culpa, y luego grito—: ¡AUCH!
Gruñendo, camino hacia mi habitación, tomo mi ropa de dormir, me
dirijo hacia mi sala de estar/cocina y tomo un bote de helado, luego coloco el
DVD de La Princesa Prometida y enciendo la tv. Par de kilos de grasa, aquí voy.
Me lanzo al sofá y siento una vibración al otro lado. Frunzo el ceño y tanteo con
la mano en busca de mi teléfono. Lo encuentro entre los dos cojines del sillón,
y lo pongo a un lado para tomar una cucharada de helado. Casi me ahogo
58

cuando veo un mensaje de texto que no había notado antes.


Quédate en casa esta noche.
ágina

¿Qué? Mi estómago da un vuelco. Leo de quién es el mensaje y de pronto


quiero lanzar el teléfono contra la pared. Greyson. Le gruño y lo lanzo al sillón
y comienzo a caminar de un lado al otro. No le contestaré. ¿Por qué lo haría?
Antes no parecía tener prisa por hablarme, ¿y ahora me da órdenes? ¿Cómo un
rey todopoderoso? No, gracias. Me saltaré nuestra segunda cita, gracias.
Pero reviso y me doy cuenta que el mensaje fue enviado hace horas, Me
digo que no contestaré, esperaré un montón de días como él lo hizo. Dejo el
teléfono a un lado e introduzco una enorme cucharada de helado en mi boca,
permitiéndole derretirse en mi lengua, pero siento el estómago débil y ahora no
puedo ver tv. Lo único que puedo hacer es mirar fijamente mi teléfono y chupar
la cuchara. Luego la entierro en el tarro de helado y tomo el celular, cierro los
ojos y escribo.
Estoy en casa, pero eso no significa que me quedaré. Solo depende…
Su respuesta llega rápidamente. ¿De qué?
Guau, ¿acaso estaba esperando con el teléfono en la mano, listo para
contestar? Así parecía…
Espero todo un minuto. Temblando, respondo: De quién vendrá a
visitarme.
No quiero que se entienda como una invitación. Lo digo más como un:
Saldré corriendo de aquí si llega a poner un pie en mi edificio. Pero su
respuesta llega rápido y mi corazón comienza a latir furiosamente mientras la
miro fijamente.
Yo.
¡Maldición! Tengo que irme. Tengo que irme, ¡no puedo verlo! ¡No puedo
ser así de fácil! Tiene que haber un límite. Ya me había demostrado lo que
nuestra noche juntos significó para él, y no me permitiré ser devaluada ni por
él ni por ningún otro idiota otra vez.
Debo irme antes de que llegue, o cuando llegue, gritar al otro lado de la
puerta, sin abrirla ni un centímetro, y decirle: ¡NO ESTOY INTERESADA! ¡Me
dejaste plantada, no me llamaste a tiempo, no soy tu zorra de último minuto, ten
una buena vida!
Sí. Eso suena bien.
Con determinación, me dirijo a la sala a cerrar las persianas. Cuando
lanzo la mirada por la ventana y tomo la tira, veo un auto deportivo oscuro
detenerse, y un hombre vestido de negro salir del asiento del conductor. Subo
la mirada hasta mi ventana y todos mis sistemas se detienen cuando nuestros
ojos entran en contacto, y se detienen, reconociéndonos. Mi interior comienza a
entrar en pánico. Y una emoción extraña hace que mis rodillas se debiliten.
59

Joder, de verdad es él.


ágina

¿Qué está haciendo aquí? ¿Qué quiere?


Se dirige hacia el edificio y me giro hacia la puerta cerrada, en pánico
porque aún no me he cambiado, no me cambié. Estoy en pijamas, si apenas
pueden llamarse así.
Notando el tarro de helado aún en mi mano, corro hacia la heladera y lo
lanzo dentro, con cucharilla y todo. Comienzo a caminar en círculos,
intentando inventar un nuevo plan, pero no se me ocurre una mierda.
Considero decirle al guardia de mi edificio que no lo deje entrar, pero escucho
el sonido del elevador y me doy cuenta que el guardia debió haber reconocido al
hijo de puta de la semana pasada cuando me trajo a casa.
Decidiendo no retrasar lo inevitable, abro la puerta mientras sale del
ascensor. Me mira directamente y su mirada me congela, abriendo un enorme
hueco en mis pensamientos. Una de mis vecinas y su esposo caminan por el
pasillo hasta su puerta.
—Hola, Melanie. Hace un poco de frío afuera. —Señala con
desaprobación mis pantalones cortos de seda blancos y camisola casi
transparente, y continúa su camino.
Greyson camina detrás de ella y llena el espacio a medio metro de mi
puerta con puro músculo, hermosura y testosterona, y juro, Dios, juro que es
tan letal como una bomba nuclear. Mis rodillas, oh, mis rodillas. Mi corazón.
Mis ojos. Mi cuerpo se siente como si fuese tanto liviano como una pluma, y
tan pesado como un tanque. ¿Cómo es que puede suceder esto? Es tan
impresionante que no me puedo ni mover. O pestañear, o apenas mantenerme
de pie; me estoy apoyando contra el marco de la puerta.
Me encuentro perfectamente sobria. Algo de lo que pueda arrepentirme.
Ya no está borroso por la lluvia, por el vodka o por mi estúpida ilusión del
Príncipe Encantado.
El hombre de pie junto a mi puerta es muy real, muy grande, muy
bronceado, y su sonrisa es muy, muy encantadora. No hay palabras para la
manera en que se encuentra allí de pie, con sus ojos oscuros y brillantes, sus
pómulos sólidos y su mandíbula recién afeitada, su boca tan hermosa, elevada
con picardía en las esquinas. Su traje es perfecto, de playboy, y su pelo
desordenado tiene unos reflejos color cobrizo que me hace querer entrelazar
mis dedos por sus mechones. Y se encuentra aquí, mirándome como si
estuviese esperando que lo deje pasar. A mi mente viene un recuerdo de la
noche en que me trajo a casa. Donde sentía deliciosas molestias como
resultado de la forma en que me amó toda la noche. La pequeña marca detrás
de mi oreja que encontré a la mañana siguiente.
Aferrándome al instinto de preservación personal, mantengo la puerta
media abierta cuando su enorme y poderosa mano la intercepta.
—Invítame a entrar —dice con suavidad, sosteniendo la puerta con
60

fuerza.
ágina

—Mi auto no necesita un cambio de aceite, está bien, pero gracias por
revisarlo —digo, esforzándome más para cerrar la puerta.
La abre de un tirón y entra, y me siento frustrada ante mi inhabilidad de
mantenerlo afuera. Ahora se encuentra del lado equivocado, cerrándola detrás
de si como si fuese dueño del lugar. —¿Este edificio tiene servicio de
lavandería?
—¿Esa es tu línea?
Cruza la habitación y cierra las persianas, luego centra su mirada en mi
espacio con tanta intensidad que hace que todo mi interior se estremezca.
Es casi como si estuviera asegurándose de que no hay otro hombre aquí.
No puede estar celoso, ¿verdad?
Y ahora... ahora que parece que se ha asegurado de que no hay nadie
aquí aparte de mí, comienza a caminar hacia mí mirando mi boca, y me alejo,
porque el instinto de auto preservación en mí me dice que lo haga.
—Estás aquí. ¿Por qué estás aquí, de repente? ¿Alguna otra cita
cancelada de último minuto? —exijo.
—Tengo una cita que me gustaría programar contigo. —Sus cejas bajan
sobre sus brillantes ojos como halcón—. No estás ni de lejos tan emocionada de
verme como esperaba.
—Tal vez pensé que eras una alucinación de borracha. Tal vez deseaba
que lo fueras.
Vuelvo a la isla de mi cocina y me encierra en sus brazos, con los ojos
hambrientos y casi desesperados. Luego ahueca mi cara y pone su boca en la
mía como si pensara, equivocadamente, que le pertenezco.
—No lo soy —dice en voz baja, luego me besa de nuevo, tan
profundamente que pierdo el hilo de mis pensamientos hasta que habla contra
mi boca de nuevo—. Una alucinación. Y si lo necesitas, voy a pasar toda la
noche recordándote cómo se siente tener mi lengua y mi pene enterrados
profundamente en ti, y en lo mucho que te gusta.
Se inclina como si fuera a besarme de nuevo. Mi voz tiembla mientras
vuelvo la cabeza. —No lo hagas, Greyson.
—No me gusta eso, “no lo hagas”. —dice en voz ronca contra mi mejilla—
. Pero me gusta que digas “Greyson”.
Me inclina la cabeza un poco con la punta de un dedo y me mira como si
amara hacerlo. Levanto uno de sus brazos y me suelta, y me alejo, libre de él,
pero no de su mirada. La primera noche me seguía mirando a los ojos como si
no pudiera apartar la mirada, pero ahora está viendo todo de mí. Llevo
pantalones cortos y una camiseta; sin embargo, mi cuerpo empieza a
61

calentarse mientras sus ojos me miran de arriba a abajo.


ágina

—Te di una oportunidad y la echaste a perder. —Respiro.


—Quiero otra.
Niego con la cabeza, pero no puedo evitar que las estúpidas alas de un
enorme ser vivo aleteen en mi estómago. De repente, mi lugar huele a cuero,
como a bosque, y Greyson el jodido Rey se queda mirando como lo hace,
confiado, lleno de sí mismo; y su presencia de alguna manera exige toda mi
atención.
—¿Por qué estás aquí?
Señala la TV mientras veo a mi querido y perfecto Westley susurrarle a
Buttercup—: Como desees.
Y entonces me mira y sonríe como lo hace. —¿Estás viendo una película?
—Ahora no, ahora mismo te estoy viendo a ti.
Sólo me da esa medio molesta, medio sexy sonrisa suya y se sienta en
una silla de lado como un rey poderoso. Me siento fruncir el ceño porque se las
acaba de arreglar para reducir mi lugar con su presencia. Sintiendo pequeños
pellizcos en mi estómago, me siento en el sofá, con Westley olvidado, Buttercup
olvidada, todo olvidado menos él. Espero.
—¿Cómo estás? —me pregunta en voz baja, señalándome.
—¿Cómo crees? —pregunto de mal humor.
—Luces muy muy bien desde donde estoy sentado.
—¿Siempre te sientes como en casa donde no te quieren?
Su risa suave pasa a través de mi piel como una pluma, poniéndome la
carne de gallina. Se inclina hacia atrás y cruza los brazos detrás de la cabeza,
mirándome con unos ojos fríos y conocedores. —Estoy aquí para demostrarte
que no, Melanie, no me imaginaste.
La forma en que su tono sensual combina con esa mirada entrecerrada y
brillante que me dice ambos sabemos que, definitivamente, me quieres aquí,
hace que mis dedos se doblen. Joder, me excita.
—Estaba a punto de comer un millar de kilos de chocolate por tu culpa
—le acuso.
Se pone de pie y luego trata de dejar caer su cuerpo a mi lado en el sofá.
—Bueno, ahora, cien kilos de mí están aquí. Contigo.
—No vamos a dormir juntos otra vez.
—Teniendo en cuenta que he estado dentro de ti, deberías al menos dejar
que ponga mis brazos alrededor de ti mientras vemos... ¿qué estamos viendo?
—La princesa prometida. Mi película favorita de todos los tiempos.
62

—Ah.
Extiende su brazo sobre el respaldo del sofá y mi corazón golpea como un
ágina

loco.
—Buttercup está comprometida con el príncipe Humperdinck, pero su
verdadero amor, Westley...
Sus labios se curvan, y me callo cuando me doy cuenta de cuán
divertido parece. Secretamente divertido por... mí. Es caliente. Y, francamente,
me molesta. Susurro—: Eres un playboy. Sé que lo eres.
—No sabes nada de mí.
Pongo los ojos en blanco. —Sé cómo te llamas. Greyson.
—Te burlas de mi nombre con brillo maligno en los ojos como si lo
amaras, y lo único que hace es darme ganas de follarte hasta que lo gimas. —
Lleva mi cara a la suya—. Sé cada vez que mientes porque me han enseñado a
detectar mentirosos desde que era muy, muy joven. Se aprende eso cuando tu
padre lo hace todo el tiempo. —Respira, su aliento caliente en mis labios
provocando que un incendio se mueva dentro de mi estómago—. Pienso en ti,
Melanie. Veo tu rostro en cada mujer. Volé hasta aquí sólo para verte.
Comunicación. Relaciones. Esas no son cosas en las que soy bueno. Hay otros
atributos que tengo que son mucho mejores. Como veo que soy bueno en
hacerte jadear. Veo que tus pupilas están dilatadas, que sigues mirando mi
boca en lugar de tu película favorita, y está tomando todo mi autocontrol para
no darnos exactamente lo que ambos necesitamos en este momento. Ha
pasado una semana, pero en lo que a mí respecta —Ahueca la parte posterior
de mi cabeza y muerde mi labio inferior—, he estado esperando toda una vida
para hundirme dentro de ti.
Me aprieta cerca, y me duele demasiado, me asusta. Él, esto, esta
necesidad de arañar su piel, presionar mis labios en la dura línea de su
mandíbula, tocar su cabello grueso y sedoso.
—Déjame ver mi película, déjame ir —protesto débilmente.
Cuando se ríe, su aliento mueve un par de mechones de pelo sueltos en
mi sien. —Si quieres que te deje ir tienes que dejar de apretar tus bonitos
pezones en mi pecho mientras lo dices, dejar de acercarte cuando me pides que
te deje ir —murmura, frotando su nariz contra la mía, y su cercanía, su aroma
de bosque, su cálido aliento, sus labios tan cerca que casi puedo saborearlos,
provocan una avalancha de necesidad entre mis muslos y un caliente y
doloroso latido en mi sexo.
Suspiro mientras casi nos besamos, y gime y me da espacio para
respirar. Levanta la cabeza y veo que me valora como un conocedor tasaría una
joya o alguna antigüedad. ¿Por qué me mira así? ¿Por qué de esta manera?
Como si quisiera estar dentro de mí casi tanto como yo. Como si quisiera más
que mi cuerpo, como si quisiera chuparme la sangre, comer mi alma y luego
rezar por mí.
63

En silencio, cierro los ojos, tratando de fingir que sólo estamos saliendo,
ágina

nunca hemos tenido sexo y estamos simplemente viendo una película. Obligo a
mis músculos a relajarse y ver la televisión, y tengo la sensación de que se
relaja poco a poco también. De repente extiende su gran cuerpo a lo largo del
sofá y me tira contra él. Oh mí Dios. No me gusta cómo asume el control de las
cosas que me pertenecen, pero también me encanta.
Siento su mirada en la cima de mi cabeza. Fingiendo ver la película,
enredo mis dedos en su cabello y llevo su brazo alrededor de mí, quejándome—
: Me estás clavando el codo en las costillas.
Su risa, no puedo ni explicar lo mucho que amo el sonido de su risa, me
dice que sabe que sólo quiero estar más cómoda. Y lo hago.
—¿Mejor? —pregunta, moviendo ese largo, duro y musculoso cuerpo
suyo debajo de mí.
—Shh. Me gusta cuando él lucha con el español.
Finjo mirar, pero, en realidad, lucho con lo mucho que quiero darle una
segunda oportunidad. Pero, ¿y si caigo? ¿Y si se sale de control, y no sólo
caigo, sino que, me sumerjo en él?
¿Esa noche con él?
Fue increíble. Él fue increíble. Todavía se siente, huele y suena increíble.
Sus músculos se flexionan y me temo que va a apartarse, pero no lo
hace. Se acerca más, me envuelve en sus brazos. Respiro suavemente en un
estado casi abrumado de alegría, engullida por la sensación de seguridad que
me da, y al final sucumbo a la tentación de poner mi mejilla en su pecho. —
Esto se siente bien —murmuro. Mejor que bien.
De repente nada se siente más correcto que esto. En mi sofá. Con este
hombre. Su picante aroma reconfortante es como una droga, y no puedo dejar
de tomar respiraciones más profundas y más conscientes de él.
—Princesa —me dice al oído, con complicidad.
Un escalofrío me recorre mientras cierro los ojos. —¿Qué?
—No iba a llamar.
—Lo sé, imbécil. ¿Por qué lo hiciste?
Westley y mi español están peleando con espadas, pero se siente como si
la verdadera acción estuviera en mi oído, en su susurro—: Me necesitas.
Me burlo y me siento para mirarlo. —No te necesito.
Se sienta recto y sus ojos parpadean en desafío. —Tal vez yo te necesite.
Cuando sólo lo miro, me lanza una sonrisa adorable que es arrogante,
64

pero también triste. —¿Sabes cómo se siente llevar contigo el peso de un


corazón muerto toda tu vida, como si solo buscaras tu tumba? —Espera a que
ágina

le responda, pero estoy sin palabras—. Vivo los momentos en los que estoy
contigo. Vivo una mentira, pero esto no es una mentira, ver esta estúpida
película contigo.
—¡Estúpida! —jadeo.
Se ríe, se levanta, y dice—: Cuando salga, cierra. Volveré con comida.
—Si me duermo, estaré muy cansada para venir a abrirte de nuevo —le
advierto, pero la verdad es que ¡no quiero que se vaya!
—Puedo abrir la cerradura sin siquiera despertarte —dice fácilmente,
entonces vuelve y desliza su mano enguantada bajo mi camisola—. Pero cierra
de todos modos.
—Eres un mandón.
—Y tú jodidamente sexy con lo que llevas en este momento. —Su pulgar
recorre la parte inferior de mi pecho y mi respiración se detiene cuando
nuestros ojos se encuentran, y no hay contención en sus ojos, no hay filtro. Lo
que veo me impulsa, y el tumulto turbio en lo más profundo de su mirada me
hace dar vueltas.
—Me han dicho que tengo memoria fotográfica. Que algunas imágenes
simplemente se adhieren a mí con una claridad extrema... pero esa noche,
Melanie, recuerdo todo lo de esa noche con más claridad que cualquier otro
momento de mi vida. —Agarra mi nuca con su mano grande y cuadrada y da
un pequeño apretón—. Tu tanga roja. Tus pezones pequeños y turgentes. Cómo
me miraste como una princesa y me dijiste que tu nombre era Melanie. Lo
recuerdo muy bien.
Me transporto allí un momento. Es todo una neblina de pasión y deseo y
dientes, lenguas, manos. Me duele, pero no quiero ser su juguete. No quiero
ser su consuelo sexual. Me duele la garganta cuando tomo su mano, la quito
de mi cuello y empiezo a guiarlo hasta la puerta principal.
—Creo que... Greyson, creo que deberías irte. No puedo pensar cuando
estás cerca. No sé lo que quieres de mí, pero no puedo jugar a estos juegos
contigo... no contigo...
Me mira cuando lleguemos a la puerta, casi como si quisiera que lo eche.
Casi como si quisiera que sea YO la que le diga que no quiero volver a verlo.
¿Sentirá alivio? Bueno, ¡no lo hará! Ni siquiera puedo empezar a explicar lo que
ese toque de bronceado dorado hace por su aspecto. Cómo no puedo dejar de
admirar los ángulos intrigantes y planos de su rostro. Por cuánto tiempo he
esperado en mi vida sentir algo, una chispa, un cosquilleo así.
—Mi mejor amiga se casa en dos semanas —le susurro, y entonces le
digo la iglesia mientras comienzo a empujarlo hacia afuera, todo el tiempo
sosteniendo su mirada. Es caliente, hambrienta. LA MIRADA—. Si quieres una
oportunidad más, si hablas en serio acerca de esto, puedes venir a la iglesia —
65

le digo, me inclino y beso sus labios, muy suavemente, escuchando su gemido


ágina

bajo y sordo, entonces doy un paso atrás y cierro la puerta.


Me apoyo en ella, apretando los ojos con fuerza mientras lucho por
respirar. Dios, ese beso no fue nada y, sin embargo, hizo que cada centímetro
de mi cuerpo se estremeciera.
Después de un minuto, le oigo gruñir “Mierda” al otro lado de la puerta.
¿Le tomó a él también todo ese tiempo recuperarse de ese beso? Entonces juro
que puedo sentirlo apoyarse contra la puerta. Cierro los ojos y respiro
lentamente. Cuando susurra—: Melanie. —Está justo donde tengo presionada
mi mejilla contra la puerta. Tiemblo hasta los dedos de los pies, luchando por
recuperar mi nivel de voz.
—¿Sí? —le digo.
—Voy a estar allí.
Oigo el ascensor un buen rato después. Levanto los dedos y toco la
puerta y, por primera vez en mi vida, tengo mucho miedo de él, el único
hombre con el que he estado esperando reunirme.
De repente, todas las fibras de mi cuerpo, mi cuerpo sobrio, me dicen
que es el elegido.
Es el único.
El que me arruinará. Herirá. Demolerá. El que quitará cada centímetro
de la niña en mí. Será el recuerdo que nunca olvidaré y, bueno o malo, será
con EL que sueñe.
Excepto que todo está mal.
Hay algo excitante y alarmante sobre él.
La oscuridad en sus ojos color avellana, el brillante destello que lo hace
tan atractivo para mí, cómo huele a cuero y metal y bosque y peligro para mí.
Pienso en mi madre, y siempre pensé que la haría sentir orgullosa.
Recuerdo a mi mejor amiga, preocupada de que Riptide la alejaría. Greyson no
será una corriente de resaca. No sé qué será, pero estoy pensando en un
tsunami, huracán, algo natural e imparable.
Me pregunto si aparecerá en la boda. Si está tan impotente ante este
tirón como yo.
Sigo con mi película y me acurruco en una almohada del sofá, mis
pensamientos ya no más con el cuento de hadas más hermoso alguna vez
escrito. Le susurro al vacío de la sala—: Por favor, si vas a hacerme daño, por
favor, por favor, no vengas a la boda de Brooke.
66
ágina
Impaciente
Traducido por Julie
Corregido por Vane Farrow

Greyson
¿Qué diablos estoy haciendo?
Las pantallas de las cámaras de vigilancia brillan con fuerza cuando llego
a casa después de días de trabajo sin parar, de perseguir mis marcas, de
ciudad en ciudad, de una casa a otra. La casa está tranquila. Padre, los chicos,
todo el mundo en la renta. Me quito un guante, luego hago lo mismo con el
otro, mientras que traigo un trozo de pan, una jarra de mantequilla de maní y
un cuchillo de carne.
Hemos establecido las cámaras de vigilancia que patrullan las entradas,
salidas, ventanas de la casa. Kilos de computadoras ocupan varias mesas, con
las luces parpadeando entre los ovillos de cable. Extiendo la mantequilla de
maní sobre una rebanada de pan, pongo otra sobre ella, y a medida que busco
las cajas de grabaciones, saco una tarjeta del año pasado, marcada con la
fecha de la pelea. He estado pensando en ella. Cada segundo del día, la
recuerdo.
Húmeda y vulnerable, bajo la lluvia.
Húmeda y caliente, en mis brazos.
Cuando me dice que su nombre es Melanie.
La invitación a la boda de su mejor amiga.
Ella desencadena cada sinapsis en mi cerebro hasta que está viva en mi
67

mente, riendo de una forma que siempre oigo solo su risa… acurrucada
ágina

conmigo mientras observa su película… empujándome hacia la puerta como si


no pudiera soportar verme, luego, tirando de mí hacia atrás y besándome con
locura.
Me quedé allí como un idiota inclinado en su puerta, con mi corazón
golpeando en mi pecho mientras esperaba a que ella la abra. Diablos, estaba
listo para abrirla a patadas.
En su lugar, me fui y alquilé un esmoquin, luego empecé a buscar en los
apartamentos cercanos.
Soy peligroso para ella; infiernos, ella es peligrosa para mí. No puedo
dejarme distraer por esta mierda.
Entonces, ¿qué demonios estoy haciendo?
Deslizo la grabación en un lector de tarjetas y la pongo, forzando mis ojos
para verla, mi dosis diaria de Melanie que necesito ver.
—Y ahooora, damas y caballeros… —El locutor comienza con su estilo
habitual—… Remington Tate, su único, ¡¡RIPTIDE!! ¡¡RIPTIDE!! ¡Saluden a
RIPTIDEEEEE! —grita.
Uno de nuestros combatientes trota hacia el ring, entrando en la
pantalla. Es Riptide.
Él no es bueno; es el mejor que he visto. El combatiente más lucrativo
que mi padre ha patrocinado en el Underground, y uno que todos esperamos
seguir patrocinando, gracias a su rasgo imprudente.
—Riptide, Riptide… —Oigo a la multitud a través de los altavoces.
Tomo mi refresco mientras sigo mirando la pantalla, esperando ver a la
rubia en el banquillo. Melanie. Está a punto de aparecer, saltando arriba y
abajo, como de costumbre, y me tenso con anticipación cuando la imagen se
congela, quedando a oscuras, luego muestra la siguiente pelea.
Golpeo con un puño para poner el equipo en marcha. Nada. Frunzo el
ceño, rebobinado, reproduciendo. Sucede la misma mierda. Vaciando lo último
de mi refresco, tiro la lata en el bote de basura, y frustrado, me paso una
palma por la cara, luego acecho a la habitación de Wyatt y enciendo la luz. —
¿Quién diablos se metió con las cintas?
—¿Qué?
—¿Tú las manipulaste, Wyatt?
—Son del maldito año pasado. ¿Qué es tan importante al respecto? ¿Qué
ves que nadie más hace, eh? ¿Qué piensa mi padre que puedes hacer que
nadie más puede?
—Me quiere destrozar. Eso es todo. Tienes suerte de que no intente lo
68

mismo contigo. Mañana quiero el metraje completo, no me importa lo que


ágina

tengas que hacer.


Volteo el interruptor, voy a mi cuarto y me quedo mirando mi teléfono.
¿Qué diablos estoy haciendo? Agarro un cuchillo y siento su peso; eso de
alguna manera me satisface. Pongo mi pistola a un lado, saco varios cuchillos,
los coloco en los bolsillos traseros de mis pantalones, seis dentro de cada uno,
entonces comienzo a hacerlos volar, una y otra vez, girándolos rápidamente
una docena de veces en el aire, tan rápido que uno no se da cuenta que la
cuchilla está girando hasta que choca contra la pared. Los saco de cada
bolsillo, uno por segundo. Uno. Dos. Tres. Cuatro… cinco, seis, siete, ocho,
nueve, diezoncedoce.
Tengo un esmoquin de alquiler. Tengo un lugar en Seattle, un boleto a
Seattle. Tengo una picazón y su nombre es Melanie.
Mi teléfono suena. —¿Sí?
—Ella está en casa ahora. Sana y a salvo.
Mis ojos van al reloj. 23:34 ¿Tan tarde? —C.C. vendrá a liberarte
mañana. Estoy trabajando en una marca y luego tengo un vuelo. —¿Por qué
ella está fuera tan tarde?
—De acuerdo, jefe.
—¿Está sola?
Espero la respuesta de Derek. —Sí. Cenó con la amiga y el chico rubio
que pasa el tiempo con ellas. Y no, no se sentó cerca de ella.
—Qué…
—Llevaba algún tipo de vestido. Floral.
—Y qué…
—Es rosa, jefe. Con zapatillas amarillas, llevaba el pelo suelto y un
montón de pulseras.
La veo en mi mente y respiro a través de mis fosas nasales, mientras una
extraña sensación de paz y añoranza atraviesa mis músculos, tensándolos y
luego relajándolos.
—Mantente alerta. —Cuelgo y me quedo mirando su nombre en el
teléfono. No soy un maldito adolescente para estar enviándole mensajes de
texto a una chica. No me gusta dejar huellas. Debo cambiar este puto teléfono.
Paso una mano por mi cara. Si mi padre sabe que estoy persiguiéndola,
no sé lo que hará. Lo que hará Eric. Alguien podría venir a buscarme por medio
de ella.
Así que déjala en paz…
Saco los cuchillos, los vuelvo a poner en los bolsillos, y me balanceo de
69

nuevo. —No puedo —digo. No puedo dejarla en paz. No quiero, maldita sea.
ágina

Me hace sentir como si no fuera un robot, como si fuera de carne y


hueso, un hombre, no un número, no un trabajo… ni un monstruo, ni un hijo
de puta, ni un cero a la izquierda.
Anticipando
Traducido por ElyCasdel
Corregido por Laurita PI

Melanie
La peor parte no es preguntarme durante las siguientes dos semanas si
tendré una cita para la boda. Ni siquiera revisar compulsivamente mis
mensajes. O escuchar a la ruin Becka reírse por la oficina acerca de lo callada
he estado y especular si tengo o no el corazón roto. Nada de eso es la peor
parte.
Siempre me sorprende cómo un día puedes pensar que te encuentras en
el punto más alto de tu miseria, pero ni siquiera es el comienzo. De acuerdo,
así que quiero verme bien, ¿cierto? Quiero verme espectacular. Sí, no sí,
Melanie, cuando, Greyson King aparezca, quiero que pierda el control por mí.
Quiero que ese hombre me quiera como su siguiente desayuno, y cena.
Diablos, quiero que me ansíe como un banquete. Y que me tome como una
bestia.
Así que me hice una depilación brasileña. Me dieron un masaje. Obtuve
una pedicura, una manicura y mis uñas son ahora de un bonito rojo brillante.
Huelo mejor de lo que he olido nunca y estoy tan lista para ser llevada a la
cama por un hombre con ojos color avellana, que no puedo siquiera pensar en
lo que haré si no aparece.
Dijo que estaría ahí y el tono inquietantemente bajo y lento de
determinación en sus palabras no me asustó; es el hecho de que espero que va
a estar ahí porque quiere las mismas cosas que yo.
70

Pero esa no es la parte mala… la parte mala es que estoy tan lista, y a
ágina

pesar de ser la noche antes de la boda, la tintorería no ha terminado con mi


vestido de dama de honor.
Estoy esperando dentro de la pequeña tienda mientras luchan por
encontrarlo en su cinta transportadora, y me estoy poniendo nerviosa.
Tamborileo las uñas en el mostrador mientras siguen sacando vestido tras
vestido. Niego con la cabeza. —No es ese. Ese no es un vestido de dama de
honor, señor, y en serio empiezo a entrar en pánico. Lo último que quiero es
llamar a mi amiga y decirle que perdí el vestido de dama de honor, ¡por favor!
Es rojo. Sin tirantes. Búsquelo otra vez, ¿por favor?
—¡Señora, señora! —Otro chico aparece desde atrás de la cinta con mi
tiquete en las manos—. Lo siento, pero revisamos y lo entregamos a la
dirección equivocada.
—Argh. ¡¿A qué maldita dirección?! —Saco mi teléfono y escribo la
dirección, luego la rastreo en mi teléfono y veo que se encuentra a solo dos
calles—. ¿Tienes la entrega correcta para que pueda hacer el intercambio?
El hombre asiente. —Pero puedo meterme en problemas.
—Mi querido señor, ya estás en problemas y te generaré un montón de
problemas si no me das lo que es suyo para que pueda recuperar el vestido.
Llámalos y diles que voy para allá. ¡Por favor!
Renuente, me entrega un traje y un vestido de flores, y agarro la ropa en
sus ganchos de plástico y me apresuro por la calle, y subo varios bloques de
escaleras, donde toco la puerta y le digo al hombre que abre—: Disculpe, hubo
un error con la Tintorería Green, y creo que esto le pertenece, y usted tiene
algo que me pertenece, que necesito desesperadamente para mañana.
Permanece ahí sosteniendo una cerveza y me mira de arriba abajo como
si fuera alguna acompañante enviada para complacerlo.
Repito exactamente lo que le acabo de decir y uso su maldita ropa para
empujarla entre nosotros así deja de mirarme las piernas.
—No reviso esta mierda, lo hace mi esposa, y no está.
—Por favor solo tome esto y verifique si es suyo, y revise si tiene en su
armario o en algún lugar una entrega reciente de un vestido rojo. Esto de aquí
debe lucir conocido para usted, ¿no?
Después del enorme inconveniente con el hombre sospechoso, por fin
recupero el vestido y respiro cuando me doy cuenta de que aún cuelga en
plástico. Gracias a Dios.
Me dirijo de regreso a donde estacioné mi auto a dos calles. Estos
pequeños callejones tienen cero espacios para estacionarse y salto alrededor de
los charcos, cuidando mis zapatos, cuando escucho un silbido del otro lado el
callejón. Me detengo, levanto la mirada, y un hombre se encuentra ahí, justo
71

en medio, su postura amenazadora, amplia. Una de mis cejas se eleva, y luego


la otra.
ágina

¿Qué…?
Mi corazón se acelera mientras un destello de alarma me recorre. Me giro
cuando escucho pasos detrás de mí, y veo dos hombres. Una bola de ansiedad
me golpea mientras reviso el área. Un auto oscuro se encuentra estacionado
cerca del final de callejón cuando voy hacia allá. Creo que veo a un hombre
detrás del volante, y la puerta del pasajero está ligeramente entreabierta, como
si el hombre a solas, detrás de mí, acabara de salir del vehículo.
Algún sexto sentido en mi interior despierta y mantiene acelerado mi
corazón. Mi vestido, mis zapatos… todo de pronto ya no importa, solo salir de
aquí. Agacho la cabeza con cuidado y sigo caminando derecho, sin siquiera
preocuparme ya por los charcos, solo intento agarrar la percha, que es lo único
que tal vez pueda utilizar para… ¿para qué? Animales salvajes persiguen
presas si corren hacia otro lado, y todo en estos hombres grita ¡Depredadores,
Melanie!
El miedo pulsa en mi interior. Cada paso me lleva más cerca del hombre
al final del callejón desierto y carcome mi confianza.
Me encuentro a punto de pasarlo cuando da un paso y susurro con
docilidad—: Disculpe.
Una mano agarra mi antebrazo, apretando como un grillete. —No te
disculpo —gruñe.
Parpadeo y retrocedo un paso cuando veo su atemorizante expresión,
pero me agarra más fuerte contra él, la esencia de sudor y cigarros se mezcla
en su aliento mientras repite, mirándome con ojos enrojecidos—: Dije que no te
disculpo, perra.
Pánico como el que nunca he sentido emana de mi garganta mientras
agito el vestido en un intento por incrustar la punta del gancho en alguna
parte de su cara, pero antes de que pueda dar el golpe, otro par de manos
fuertes agarra mis brazos y jala mis codos hacia atrás por la fuerza.
—¡No! —grito, mi vestido cae al suelo con un estrépito, y de pronto pateo
el aire cuando un tercer hombre agarra mis muslos y el segundo mantiene su
agarre en mis codos mientras comienzan a cargarme hacia el auto. Miedo
helado envuelve mi corazón mientras contoneo mi cuerpo aún más duro,
jadeando y jadeando con terror cuando no puedo liberarme, sus dedos se
entierran en la piel de mis muñecas y pantorrillas ahora.
Hay un hombre detrás del volante del automóvil diciéndoles—: Ya callen
a la perra. —Mientras sigo forcejeando. Uno parece intentar cubrir mi boca y
uso mi pierna libre para patear su rodilla.
—¡NO! —sigo diciendo—. ¡No! ¡NO! —Un trapo es presionado en mi nariz
y por alguna razón contengo el aliento porque sé que esto pretende noquearme;
72

lucho contra mi propia urgencia por respirar. Le doy una patada en las bolas y
ágina

lo escucho gritar, luego ambos me lanzan dentro de la parte trasera del auto—.
¡AAAYUUUUUDA! —grito cuando ponen una capucha negra sobre mi cabeza y
el tono negro de la oscuridad desciende.
Mi aliento me deja por la sorpresa mientras cierran las puertas. Siento a
uno de los hombres apretar la capucha ligeramente alrededor de mi garganta,
asegurándola. Mis respiraciones jadeantes hacen eco en mis oídos, oscuridad
me envuelve mientras la realidad de mi situación empieza a penetrar y mis ojos
comienzan a picar. Manos acunan y toquetean mis pechos mientras otras
manos comienzan a sentirme por debajo de mi encantador vestido de verano, e
inicio una lucha con vigor renovado, gritando y escuchando los sonidos
solitarios y amortiguados de mis propios gritos que mueren dentro de la
capucha que cubre mi cara. No puedo escuchar qué dicen, susurrando, y
comienzo a agitar los brazos y piernas, castañeando los dientes mientras
intento golpearlos, golpeando todo lo que puedo.
—Pequeña luchadora… vamos a divertirnos con ella antes de entregar…
Mi vestido es jalado hacia arriba, pateo y me retuerzo mientras
encienden el auto, gimiendo cuando un mar de manos agarran mis muslos y
los fuerzan a abrirse.
—Solo conduce, nos detendremos de camino allí y tomaremos turnos con
ella.
El auto parece avanzar y, de inmediato, se detiene.
—MIERDA.
Escucho sus palabras con claridad.
—¿Qué?
También escucho la alarma en esa pregunta muy, muy claramente.
—JODER, HOMBRE.
Las manos dejan de tocarme, y por alguna razón me quedo quieta,
sintiendo que algo sucede.
—¿Quién mierda es él? ¿Uno de los hombres de Slaughter?
—Hay dos.
Antes de que cualquiera pueda responder a eso, se escucha el sonido de
una llanta explotando, luego otra silbando mientras sale el aire. Escucho tres
disparos limpios, luego otro a mi derecha, lo que parece abrir la agarradera.
Bisagras truenan mientras la puerta parece ser arrancada. La única mano que
permanece en mis pechos, congelada con sorpresa, es apartada y escucho un
grito asustado y un crujido, como huesos rompiéndose.
—¡Saaaaaaaanta mierda, en serio eres tú!
73

Escucho un golpe, un alarido, luego el sonido de un cuerpo golpeando el


ágina

suelo.
—Lo llevaré a un lugar lindo y acogedor para que podamos platicar un
poco. —Una voz tejana se arrastra desde lejos.
Con pánico, comienzo a tocar alrededor con mis manos y justo cuando
encuentro algo duro y metálico en los vaqueros del peso muerto a mi lado, un
par de manos me alcanzan. Mientras siento nuevas manos envolviéndose a mi
alrededor, un golpe de adrenalina me atraviesa. El puño de un cuchillo, lo
agarro y balanceo, y, milagro de milagros, logro hundirlo en dura piel
masculina con repugnante tirón de mi lado. Gruñe sobre la cima de mi cabeza
y cuando me suelta para quitarlo, empujo y salgo del auto, encontrando mis
pies en el suelo. El cuchillo cae al suelo en el segundo en que comienzo a
correr, intentando quitar las ataduras de la capucha, esperando correr en
dirección opuesta de donde llegaron los nuevos.
—Tienes una viva y bien, C. —El tejano arrastra las palabras.
Chillo cuando me doy cuenta de que me dirijo directo a él y me giro
cuando me tropiezo con un par de brazos fuertes de hombre. Mi lucha
comienza instantáneamente pero este chico no se detendrá. Gruñe cuando lo
pateo en las bolas, luego comienza a asegurar mis brazos y piernas con algún
tipo de material de cuerda, suavemente, así no puedo escapar. Pateo el aire,
pero es fuerte y rápido, y lo que muchos hombres no podían hacer para
someterme, este lo hace en menos de un minuto.
Ata mis tobillos y muñecas, y luego me sostiene contra su pecho que se
siente musculoso y ancho mientras me carga a algún lugar. La adrenalina se
apresura a través de mi cuerpo sin ningún lugar a dónde ir y soy presa de
temores cuando me doy cuenta de que estoy muy jodida y no tengo forma de
liberarme.
Creo que corté al hombre, y su sangre se derrama sobre mí. Me retuerzo
en el último esfuerzo inútil por liberarme, pero también lloro, el sonido de mis
propios resoplidos haciendo eco dentro de la capucha.
Y de pronto sé lo que es esto. Es esa deuda.
Ahora es tan real, estos hombres son tan reales. Querían su dinero. Pero
se supone que tenía un mes más. ¿Se impacientaron? ¿Planeaban matarme o
solo usarme? ¿Me entregaban a ese chico de un ojo y al flacucho quién ofreció
darme una “extensión” de su polla cuando le pedí más tiempo para pagar?
—Estoy… estoy juntando el dinero —digo, atrapando un sollozo en mi
garganta.
Debo haberme quedado en shock porque parece que no puedo luchar
contra él, luchar por mi vida, tiemblo incontrolablemente. Siento un nuevo
dolor en los muslos y crece cuando siento un guante de cuero contra la piel
74

desnuda de mi espalda. Gimo cuando me acuerdo de Greyson y mi depilación


brasileña y mi día de spa, ahora huelo a puerco, a sangre y a otro hombre, y
ágina

comienzo a tragarme sollozos porque esto solo puede estarme sucediendo a mí.
—M… mi auto es…
Sigue caminando, y no puedo hablar bien, jadeo por aire y lloriqueo.
—Mi… mi vestido.
Se detiene, luego escucho plástico siendo arrastrado y me doy cuenta de
que lo levantó en “señor sabe qué condiciones” por donde sea que cayó.
—Gracias —lloriqueo. Luego me doy cuenta, no es un chico bueno, ¡no
quiere ayudarme! Si fuera así, me dejaría ir.
Un temblor incontrolable toma mi cuerpo, haciendo mis dientes
castañear. Me pone en el asiento trasero de un auto que huele
sorprendentemente como a las bolsitas de lavanda que puse en mi auto
después de casi se convirtiera en un barco y las llantas chillan mientras nos
alejamos.
Terminamos estacionando en algún lugar, y luego otra vez, estamos en
movimiento, se detiene, se mueve, cauteloso, mientras se mueve y detiene,
para no ser visto. Subimos algunas escaleras, y escucho una ventana tronar.
Seguimos andando. Luego escucho agua correr.
Me baja en algún lugar suave, lo que creo que es mi cama, y afloja los
agarres de mis muñecas, sus guantes frotando los puntos de mi pulso. Cierro
los ojos y pretendo que es otro guante, de otro hombre, dándome consuelo,
pero el hecho es que realmente no es ese otro hombre, lo que hace toda mi
miseria aún más intensa.
Mecánicamente comienza a liberar mis piernas, luego frota las heridas
alrededor de mis tobillos otra vez.
—¡P… por favor no me lastimes…! —chillo, pateando, luego calmándome
cuando se aleja—. ¿Es por el dinero? Tendré el dinero, estoy juntando el dinero
—comienzo a divagar—. Mi auto se encuentra a la venta, solo que no he tenido
compradores y aún debo la mitad de todas formas, ¡así que solo necesito un
poco más…!
Hace algo inesperado. Alcanza mi mano y le da un apretón. No un
apretón enojado, un apretón tranquilizador. Me quedo callada. Mi corazón se
acelera mientras mantiene la mano en la mía por un largo momento, hasta que
parece estar seguro de que respiro bien. La deja ir. Siento sus pasos y el
chirrido de mi ventana, y de pronto me estiro y lucho por remover la capucha.
Estoy en mi apartamento. El agua de la ducha corriendo. Se fue… ¿por el
balcón y las escaleras de emergencia?
Hay sangre sobre mí. Hay sangre por todo mi cuerpo mientras me deslizo
en la bañera, totalmente vestida, y tomo una ducha, fregándome para
75

limpiarme. Lloro en silencio. Fui a rogarle a esos horribles hombres por tiempo,
y me dieron un poco, pero se me está terminando otra vez. ¿Por qué demonios
ágina

alguna vez creí que podía hacer una estúpida apuesta y no llegar a
involucrarme con este tipo de personas? Pienso en pedirle ayuda a alguien,
pero también soy muy orgullosa. Soy demasiado orgullosa para decirle a mi
mejor amiga, o a mis amigos, soy demasiado orgullosa para decirle a mis
padres quienes creen que soy perfecta y que no puedo hacer nada mal. Y
Greyson. Por alguna razón pensar en él me pone más sentimental que todo. Me
hace sentir a salvo, como si pudiera protegerme del mundo. Incluso de
hombres como estos.
Pero soy demasiado orgullosa para dejar al único chico con el que alguna
vez he tenido una conexión saber esto. Probablemente no le agrado tanto, de
todas formas. No. Nunca es así para mí. Lloro silenciosamente en la bañera,
sintiéndome más sucia que nunca, jamás quiero salir.
76
ágina
Matar
Traducido por Jasiel Odair
Corregido por Niki

Greyson
—¡Jooooder!
¿Estos hijos de puta quieren jugar? ¿Tocar lo que es mío? Entonces
mejor que estén listos para morir. Morir. El que envió a esos cuatro para
conseguirla, quien hizo la llamada, está muerto. ¿Y en cuanto al imbécil que
C.C. trajo con nosotros al almacén? Voy a malditamente matarlo, despedazarlo,
miembro por miembro.
Siseando del dolor, meto mi brazo sangrando bajo el agua corriendo, con
los ojos ardiendo de la rabia, la impotencia, el dolor de saber lo que le iban a
hacer a Melanie esta noche.
Ni siquiera podía jodidamente hablarle. Ni siquiera podía decirle que iba
a estar bien. Debido a la lista, debido a Cero, porque él no puede ser conocido
fuera del Underground; así que tuve que sostenerla en mis brazos y escuchar
sus sollozos. Nunca, jamás había sostenido a una mujer llorando antes. Oírla
suplicarme que por favor no la lastimara, sólo añadió fuego a mi estómago ya
agitado. Iban a…
Maldita sea, no puedo ni siquiera pensarlo.
Me quedo mirando el espejo en el baño del sórdido almacén, fosas
nasales dilatadas, la cara pálida de la pérdida de sangre, los ojos brillantes con
ese brillo frío de muerte. Luzco desquiciado. Me siento desquiciado. Abro el
77

gabinete del espejo y busco vendas, las cosas resonando en el suelo cuando no
encuentro nada.
ágina

Presiono una toalla más fuerte en la herida y trato de anudarla, a la vez


incapaz de domar el impulso de matar corriendo en mi sangre.
No he tenido una gota de humanidad real en mí desde que mi madre se
fue. Pero a pesar de mi crianza, quería arrancar esa capucha sucia de la
cabeza de Melanie, limpiar sus lágrimas, mirarla a los ojos, y ordenarle que
deje de llorar porque es algo que me desestabiliza. Y ordenarle que deje de
temblar porque me hace temblar de rabia. Y prometerle que estaría bien y la
próxima vez que la tocaran, será por un hombre que quiera complacerla más
que a sí mismo. Lo más ridículo de todo es que en algún lugar de mi mente
retorcida, ese hombre soy yo.
C.C. acecha en el baño del pequeño almacén donde trajo el único
superviviente de nuestro encuentro.
—¿Dónde diablos está? —le grito.
—Infiernos, te has visto mejor. Necesitamos coserte, hombre.
Lo sigo fuera a donde el grupo de chicas que suelen arrastrarse tras C.C.
está reunido. —Consigue una aguja —le digo a la que veo primero, entonces
saco una silla de una mesa de plástico y me inclino a hablar con C.C, sólo él y
yo—. ¿Dime que al menos el cabrón dijo algo?
Las cejas de C.C. bajan. —No parece saber quién lo contrató.
—¿Y los demás?
—Escondí los cuerpos. Sólo el suertudo sobreviviente obtendrá una visita
tuya.
—No lo llamaría suertudo. —Exploro nuestro entorno, preguntándome
quién podría estar detrás de ella, y por qué.
Mi padre, Eric, alguno de los chicos. ¿Están intentando capturarla?
¿Está mi padre aventurándose en sus propios asuntos después de que me dio
su palabra? ¿Fue una advertencia de uno de mis propios hermanos “leales”?
Mi brazo se encuentra tan insensible que no puedo sentirlo, pero mi piel
está pegajosa y cálida con la sangre, y estoy tan frustrado que quiero patear
algo.
Por todo lo sagrado en el mundo, si mi padre está detrás de esto, lo
mataré.
Estoy luchando con mis emociones mientras la morena vuelve con la
aguja para coserme, y trae una botella de alcohol.
—Bien, bien, ahora, parece que tendré mis manos sobre ti después de
todo —ronronea—. ¿Qué tenemos aquí?
78

Extiendo mi brazo mientras abre la botella de alcohol.


ágina

—Es un arañazo de mi chica —gruño—. No le gusta cuando no la llamo.


—No quiero recordar cómo estuvo llorando y quería arrancarle la capucha… y
¿para qué? ¿Revelarme a ella? No puedo hacer eso.
La chica vierte el alcohol sobre mi herida y contengo mi reacción,
apretando los dientes. —Hazlo bien y pequeño. —Arranco un pedazo de mi
camiseta, lo muerdo y no hago un sonido, viendo mientras me cose.
—Lo hizo bien. Para una princesa —me dice C.C.
Estoy adolorido, y todavía jodidamente furioso. Aprieto los dientes
alrededor de la tela.
Una pelirroja viene y se sienta en mi regazo mientras su amiga me venda.
—Oh, C, estábamos muy preocupadas. —Se lame los labios—. ¿Qué necesitas?
—Mindy —le digo, escupiendo la tela—. Ese es tu nombre, ¿no?
Asiente con entusiasmo.
—Mindy, le he estado enseñando a mi novia cómo disparar su nueva
arma. No creo que ella apreciaría que estés sentada aquí.
—Oh. —Sale fácilmente de encima.
—Ven aquí, cariño, te daré unas largas y lentas caricias. —C.C abre las
piernas y hace espacio para Mindy, mirándome—. Novia, ¿eh? ¿Ella sabe de
eso?
—Le informaré mañana. —Ahora vuelvo mi atención a mi mejor amigo—.
C.C., esto podría estar viniendo del Underground. Podría tener algo que ver con
esa maldita deuda. —Aprieto el vendaje un poco más—. Necesito tachar su
nombre lo antes posible y creo que sé cómo lograrlo.
—Bueno, no puedes dejar que Slaughter siquiera se entere que piensas
comprar su deuda o te joderá, hombre. La hará desaparecer como hizo con
Lana.
—¿No crees que ya sé esa mierda? No. Necesito que tenga los medios
para pagar sin que incluso lo sienta.
Camino al bar, me sirvo dos dedos de whisky y bebo, mirando el camino
de mi propia sangre en el suelo. Ella es demasiado buena para esto, pero ahora
está involucrada. Ahora es más que un nombre en mi lista. Está en la lista
negra de alguien y soy un hijo de puta cabreado aquí.
—Sea quien sea, se metieron con la chica equivocada. —Me sirvo más
whisky y agrego un analgésico en él.
—Ah, Dios, estoy muy entretenido por la mirada en tu rostro. Casi lo
siento por nuestro invitado.
79

—Llévame a él. —Mientras sigo a C.C., le pido que me consiga un boleto


de avión a mi apartamento en Washington D.C para mañana temprano—.
ágina

Asegúrate de que esté de vuelta a las seis, así puedo llegar a la boda.
Hay tres tipos de cuchillos para lanzar. De hoja pesada. Mango pesado.
O equilibrado. La empuñadura y el ángulo son los más importantes. De largo
alcance, mantienes la muñeca sin doblar cuando se lanza, así el cuchillo no
girará demasiado en el aire. El mío apenas voltea, se dispara en línea recta.
Solía practicar en cajas de cartón de cereales, luego frascos de salsas, tablas de
abedul y pino, colgando en el viento. Ahora hay un hombre delante de mí y sé
exactamente cómo cambiar el peso de mi pierna dominante a la otra para crear
un impulso, cómo girar el antebrazo, el codo directo para mi lanzamiento. No
se trata de fuerza, sino de finura. Se necesita poca fuerza. El cuchillo reúne
fuerza solo.
Si golpeas con el mango, no cambia la fuerza, sólo permites más o menos
rotación por apoyarte atrás o adelante. Tengo toda esta ciencia detrás de mi
técnica y nunca he estado más dispuesto a aplicarla.
Él está atado a una silla, en una pequeña habitación en la esquina del
almacén. Una luz brilla sobre su cabeza. Está sangrando e hinchado, pero la
vista de su sangre no es suficiente para darme satisfacción.
Me mira, lo miro.
Sus temblores aumentan, y me complace. Inmensamente.
Me empiezo a acercar, manteniendo mi voz baja. —¿Quién te contrató?
—N-no hablaré, como le dije a tu aa-amigo.
Saco mi cuchillo y lo lanzo, rozando su sien. Grita, y sigo tirando hasta
que los cuchillos están pegados en la pared a su alrededor, delineando su
imbécil rostro. Entonces mi objetivo cambia hacia el centro de su muslo.
Golpea.
—¡Mierda! ¿Otro loco de mierda? ¡Pensé que eras el bueno!
—Siento decírtelo, pero ya conociste al bueno. —Ni siquiera finjo una
sonrisa, no siento nada por este hijo de puta. Ni siquiera piedad. Saco otro
cuchillo y pruebo la punta—. Soy el tipo a cuya chica acabas de joder, así que
haré esto extra doloroso. Tomaré un pequeño pedazo de tu piel, un tirón a la
vez. Una bola a la vez, un pedazo de tu pene a la vez. Los arrancaré, lenta y
dolorosamente, hasta que me digas quién te contrató.
80

Lo golpeo en la punta de un dedo, aplastándolo allí. Grita. Sonrío y saco


ágina

mi próximo cuchillo.
—¿La estaban vigilando? —pregunto.
Una gran cantidad de contratos comienzan como vigilancia y terminan
como algo más. Golpeo su siguiente dedo. Grita y se moja los pantalones.
—¿Fue esto un secuestro?
Se está ahogando en sollozos. Oigo los sonidos débiles de tráfico afuera.
La escucho, con sus grandes ojos verdes soñadores, sollozando bajo una
capucha negra de mierda, tenso mi mandíbula y lanzo un cuchillo que cae
directamente en el centro de su palma. —¿QUIÉN ES TU JEFE? —exijo. La
sangre está vertiéndose ahora; pero no pararé hasta que las palabras empiecen
a verterse también. Justo cuando está por caer inconsciente, entumecido por el
dolor, en silencio le ordeno a C.C.—: Música por favor. No dormiremos esta
noche.

Cuatro horas más tarde…


No tengo un nombre.
Tengo un puñado de ira, un montón de jodida frustración, nada de
sueño, un poco de dolor. Pero ningún puto nombre.
No sabemos si tiene una marca sobre ella, de quién es objetivo.
La necesito fuera de esa lista, y rápido.
¿Cómo lo tomará tu orgullo si te doy el dinero, princesa?
¿Lo tirarás de nuevo a mi cara?
Lo harás, ¿no es así?
Caray, sé que lo harás…
Al entrar en mi apartamento, todavía estoy colgado en la visión que tengo
de ella en la cama, durmiendo con una montaña de almohadas en ambos
costados mientras dejo su vestido en el pomo de la puerta de su dormitorio.
Lucía exquisita. Follable. Vulnerable. Y me quedo allí, la sangre
corriendo más rápido en mi cuerpo, mi polla palpitando tanto como mis bíceps
cocidos y el lado izquierdo de mi pecho.
Ahora abro la caja de seguridad y casi tiro la manija de su centro.
Algunos de nuestros deudores tienen que pagar con trueques. Relojes, oro,
81

joyas. A veces mantenemos “sobras” para sobornar a funcionarios, cualquiera


ágina

que nos dé problemas en cualquier empresa. A veces mi padre no tomará las


sobras y estoy obligado a proporcionar el dinero en efectivo, mientras que
empeño, vendo, o hago otras cosas.
Agarro un collar brillante de diamantes de uno de los extras que
recolecté. Una vez, pensé que mi madre disfrutaría llevarlo. Ahora espero que,
en cambio, Melanie disfrutará venderlo.
Conseguí vincularme a esta chica dulce, incluso si es una pequeña cosa
complicada. En su pequeño divertido cerebro, es probable que nunca se le
ocurrió que perdería su apuesta. Debe haber imaginado zapatos nuevos y
vestuarios en su futuro, y tal vez, hasta finalizar el pago de su coche. En
cambio, ahora le debe su vida al Underground. A mi padre. A mí. Tenemos un
equipo muy elaborado para llevar la contabilidad y la recolección de todas las
deudas, la organización de las peleas, la venta de las entradas. El “Comité
Underground” maneja las entradas y la organización de la pelea. Pero son los
Slaters quiénes manipulan el juego y la financiación-recolección, y las cosas
que nadie más debe conocer.
Si Melanie es como cualquier mujer que conozco, aceptará un regalo de
su nuevo pretendiente, luego dirá que alguien le robó el collar en lugar de
decirme la verdad. Que lo vendió para pagar una deuda. Y eso está bien, puede
mentir acerca de esto. Le estoy mintiendo también. Estaremos a mano. Habrá
pagado su deuda, aprendido su lección, y no tendrá que saber que soy parte de
su pesadilla.
Y nunca tendré que ver esos ojos verdes suyos mirándome con horror
como mi madre lo hizo.
82
ágina
La Boda
Traducido por Adriana Tate
Corregido por LucindaMaddox

Melanie
Me despierto para encontrar mi vestido rojo colgando en el pomo de la
puerta de mi habitación, frente a mí. Parpadeo y el terror gira a través de mí
cuando me doy cuenta que él estuvo aquí. En mi habitación.
—¿Hay alguien aquí? —grito, tirando de las sábanas hasta mi cuello.
Silencio. Salto fuera de la cama y corro a abrir de golpe todas mis
puertas, con fuerza, en caso de que haya alguien escondido detrás de ellas.
Estoy cansada para el momento en que he recorrido todo mi apartamento como
una persona trastornada. Arrastrándome contra la pared, dejo que mis ojos
examinen mi vestido. Está perfecto. Sin ninguna marca en él. Incluso tiene el
sello de la tintorería. Mi brazo tiembla mientras toco la seda, fragmentos de
anoche parpadean por mi mente. Manos. Sangre. Lágrimas.
Parece que ambos sobrevivimos, mi vestido y yo, pero prefiero que me
parta un rayo antes de dormir en casa esta noche. Haré que Pandora me invite
a su casa por un par de días, o pasaré la noche en un hotel, sola.
Dios, pero no quiero estar sola.
Quiero otra noche con Greyson. Me he acostado en mi cama durante dos
semanas recordando esa noche que estuvimos juntos, y lo que siento por él va
mucho más allá del deseo, se siente como una necesidad. Un ansia. Quiero sus
brazos y su boca. Quiero su calor y la mirada en sus ojos para hacerme olvidar
83

que tengo moretones en mis muslos, en mi orgullo y en mi corazón.


Exhalando, me apresuro a entrar en el baño, le paso seguro a la puerta,
ágina

lleno mi bañera y me recuerdo que mi mejor amiga se casa hoy.


Después de mi baño, me froto con aceite de coco y almendra, me pongo
mi tanga más elegante, mi vestido rojo, unos tacones color turquesa, una
gruesa pulsera amarilla, al menos tengo tres colores en mí, lo cual siempre me
hace sentir bien, y me apresuro a ir a la casa de Brooke, diciéndome que pare
de preguntarme si realmente tendré una cita, si alguna vez pagaré la deuda, si
alguna vez volveré a tener una buena noche de descanso otra vez. Hoy todo se
trata acerca de la boda de mi mejor amiga y voy a disfrutar este día.
He soñado y soñado esto por Brooke incluso antes de que ella supiera
que lo quería, y en el momento que Remington Tate saltó fuera del ring del
Underground y pidió su número de teléfono, sentí mariposas en su nombre e
inmediatamente le di el número yo misma. Brooke nunca se lo habría dado de
otra manera.
Ahora está más enamorada de lo que nunca me imaginé que estaría.
Está cubierta de blanco y acabo de ahuyentar a los hombres a la iglesia,
porque no hay manera en el infierno que deje a Remy y a Brooke comenzar con
la mala suerte de su lado. El novio no puede ver a la novia en su vestido hasta
la boda.
A regañadientes, se fueron, a pesar de que Remington no se veía
contento al respecto. Ahora la genial Josephine, la guardaespaldas convertida
en guardaespaldas/niñera, y yo estamos ayudando a poner las últimas flores
de cristal al cabello de Brooke, mientras esperamos que su mamá y su
hermana lleguen.
—¿De quién es el turno de sostener a Racer? Acaba de babear en el
vestido y no quiero que vomite en él también —dice Nora, señalando en
dirección de una pequeña mancha oscura en el corpiño del vestido de Brooke.
Bajando la mirada, Brooke estudia la mancha y la frota con su dedo
pulgar, una cansada expresión de decepción se muestra en su rostro.
—Brooke, tu hombre ni siquiera notará la mancha, ¡te lo garantizo!
¡Dame a Racer! —le exijo mientras agarro al pequeño Racer y lo coloco en mi
regazo, rozando mis labios sobre la cima de su redonda cabecita. Huele como a
talco y agita sus brazos por todas partes.
Brooke está ocupada mandándole mensaje de texto al novio y mirando
hacia delante. —Te lo juro, este tráfico —gime.
—No es como si él no esperará por ti —chillo con entusiasmo antes de
darle a Racer a su abuela, quien le habla con mimos, y voy y cambio de puesto
e intento abrazar a Brooke incluso a través de todo el tul de su falda—.
¡Brookey, Remy estuvo esperando por ti toda su vida! Esperará diez minutos
más, confía en mí.
84

Brooke me señala con un dedo. —No digas nada que me haga llorar —me
ágina

advierte, discretamente tocando la esquina de sus ojos.


Asiento con una sonrisa, pero mi tráquea se oprime cuando tomo su
mano y la aprieto.
Ella es mi mejor amiga. Soy hija única.
Tengo a Pandora, mi amiga gótica quien es mí opuesto, negativa,
sarcástica y oscura, y a quien amo. Pero Brooke es Brooke, y sólo hay una para
mí. Brooke no se quedará en Seattle porque la naturaleza del trabajo de su
esposo le exige que vaya de gira con la liga de lucha, y este momento es muy
emotivo para mí. Nadie nunca piensa en la mejor amiga cuando la novia se va
a casar. Pero ahora mismo, estoy tan feliz que podría estallar, y, al mismo
tiempo, tan miserable como podría estar. Primero porque la extrañaré, y
segundo porque desde que era una niña, siempre he querido estar vestida de
blanco y tener el tipo de novio que está esperando por ella en el altar,
locamente enamorado de mí, listo para protegerme, para pasar el resto de su
vida conmigo.
En cambio, nunca he conseguido pasar más de un mes saliendo con
alguien.
En cambio, anoche casi estaba… Dios, no pienses en eso ahora.
Brooke sale del auto y me alegro por la distracción de alistarla para
entrar. Le dije que, ya que Pete, el asistente personal de Remy, es el padrino y
también el novio de Nora, que simplemente debería pedirle a su hermana que
fuera su madrina de bodas. ¿Quién quiere a Nora frunciendo el ceño por el
resto de su vida de todos modos? Yo no.
Así que soy la orgullosa dama de honor junto con Pandora, quien
también está vestida de rojo por, probablemente, la primera vez en su vida. No
es que se vea feliz por eso, pero eso no es nada nuevo.
Mientras camino detrás de Brooke dentro de la iglesia, lo veo. Cerca de la
puerta. Y mis piernas se vuelven blandas debajo de mi vestido.
Greyson. Lleva puesto un traje muy bonito con la misma facilidad que
usa su auto-confianza. Dios. Es casi como si las personas cercanas se mueven
hacia él.
Casi no puedo soportar la atracción de su magnética presencia. No sabe
que simplemente estando de pie allí, oscuro y poderosamente cerca de la
amplia entrada de la iglesia, me está rescatando de mis pensamientos, mis
miedos y mi soledad, lo cual ayer se sintió tan absoluto como la noche.
Después de veinticinco años de no ser lo suficientemente buena, ante los ojos
de este hombre, lo soy. Soy deseable. Merezco estar aquí. Lo que siento es
extraño y emocionante. Crudo y rudo, precioso y frágil. No sabe que verlo se
curva como calor dentro de mí, calentándome en lugares secretos,
desapareciendo mis miedos. Mi mente está en una sola velocidad de repente.
85

Él vino.
ágina

Y por la manera que nivela esos fieros ojos avellana sobre mí, no va a ir a
ninguna parte. No sin… mí.
Durante la ceremonia, comienzo a llorar. No espero hacerlo, pero el
miedo de la noche pasada se mezcla con el hecho que el chico que quiero está
aquí por mí, todo eso mezclado con las bajas y roncas palabras del novio de mi
mejor amiga prometiendo su vida a ella.
Odio que estoy arruinando mi maquillaje, pero cuando me pongo de pie y
escucho a mi mejor amiga prometer sus votos a uno de los hombres más
protectores, sexys y amables que conozco, recuerdo como fui yo quien le dijo,
¡HAZLO! ¡Ve tras él! Recuerdo que fui yo quien le dijo, ten una aventura, vive tu
vida, vamos, Brooke, joder, es REMINGTON TATE, ¡nadie le dice que no a ese
hombre!
Ahora siento un par de ojos avellana entrecerrados en mi perfil, y cuando
doy una mirada furtiva en su dirección, esa mirada posesiva que tiene no podía
ser mejorada por el mismísimo demonio en persona. Mi corazón se aprieta al
tiempo que intento dejar de llorar, diciéndome que al menos por esta noche,
estaré segura. Me sentiré segura. Porque él no se ve como si me dejará ir a
ninguna parte sin él.
Dios, pude haber muerto ayer.
Podría morir mañana.
Siempre he vivido mi vida en el momento, pero siempre planeando y
esperando por mi futuro perfecto. ¿Qué pasa si no hay uno? No me importa por
qué está aquí y de repente nada importa excepto que sé lo que quiero ésta
noche.
Sorbo por la nariz y me limpio las lágrimas, luego encuentro su mirada
casi suplicando, mi estómago duele cuando me devuelve la mirada con una que
me dice mucho más que simplemente que haré contigo. Hay preocupación en
su mirada, pero hay fuego, a punto de estallar allí, prometiendo quemarme de
la manera más deliciosa. Está aquí porque me quiere. Me anhela y yo lo anhelo
a él. Anhelo el hombre que conocí esa noche en la lluvia, el que no me dejó
mojarme y en voz baja preguntó acerca de mí, mientras me besaba toda la
noche. El que regresó para verme y pedir otra oportunidad. Su magnetismo
simplemente me atrae, la atracción es irresistible. Sin procedentes.
Y mientras los votos de amor son intercambiados en la capilla, me hago
una promesa. Prometo que sea lo que sea que hay entre él y yo, una aventura,
una catástrofe, la peor cita de mi vida, esta noche me voy a dejar llevar. Voy a
lanzarme de cabeza en ello, y voy a seguir mi instinto, mi corazón y cada
cosquilleo en mi cuerpo deseoso o me dejaré de llamar maldita Melanie.
86
ágina
Esta noche
Traducido por ElyCasdel & NnancyC
Corregido por Vane Farrow

Greyson
La ceremonia tarda un maldito montón de años.
Me paro aquí armado con mi SIG semiautomática, justo un poco más de
un kilo de acero, pero mi polla se siente dos veces más pesada y mi pecho diez
veces más. Soy como un animal atropellado hace una semana. Verla llorar ayer
me destrozó. Ahora su mirada está despojada y desnuda de emociones
mientras me ve entre la multitud, y no puedo procesar cómo me siento.
Desde el momento en que salió de la limosina con la novia, gruñí ante la
visión de ella. Soy arrasado con los impulsos de acercarme a ella, tocarla,
olerla.
Melanie es un manojo de contradicciones en vestido de dama de honor.
Toda sonrisas, pero espetando órdenes como un general. La miré jalar la cola
del vestido de novia detrás de ella así “lucía bonita” mientras una chica de
cabello oscuro con el ceño fruncido le pasaba un ramo de flores a la novia.
Melanie evitaba mirarme. Tal vez a propósito, tal vez no.
Ahora que los votos están hechos, estoy en la banqueta de afuera de la
iglesia, impaciente. Hay un coro de personas alrededor, pero sobre su ruido,
puedo escucharla reír. Giro la cabeza y veo al sacerdote diciéndole algo que la
complace. Dios. Quiero besar esa maldita risa para que se calle. Luego quiero
hacer algo para despertarla de nuevo y que viaje dentro de mi boca, donde
puedo atraparla. Probarla. Jugar con ella.
87

Cuando un grupo comienza a juntarse alrededor de la limosina, no


ágina

pierdo otro minuto. Cierro la distancia entre nosotros, deteniéndome a escasos


cinco centímetros detrás de ella, tomándome un momento para disfrutar la
fascinante imagen que forma: cabello suelto cayendo sobre sus hombros,
vestido ajustado de seda color rojo hasta sus tobillos, espalda abierta en V que
termina casi donde empieza su redondo y descarado trasero.
—¿Estás ignorándome deliberadamente? —murmuro, deslizando mi
mano alrededor de su cintura.
—No. —Sonríe hacia la banqueta mientras mete el cabello detrás de su
oreja.
Bajo mi cabeza hasta que mis labios casi rozan su oreja. —Bien, porque
no soy alguien que ignoras. —Usando mi agarre en su cintura, la jalo contra mi
parte delantera. Estoy probando sus límites, alegre de que, en lugar de
protestar, se incline contra mí.
Maldita buena señal, King.
Joder, ahora quiero más. Tomándola por el codo, la alejo de la multitud y
la meto en un hueco cercano a la entrada de la iglesia.
Su respiración es pesada, y esa es una mejor señal. También te quiere, te
quiere tanto como tú a ella.
La levanto contra la pared de piedra usando todo mi cuerpo. Su pecho
presionado contra el mío, sus muslos contra los míos. Un gruñido bajo se
atrapa en mi garganta mientras deslizo mis labios sobre sus párpados. Decir
que estoy famélico es poco. Desearía tener diez manos, dos no son suficientes
mientras paso mis palmas por sus costados, con mis dedos acunando su
trasero y luego sujetándola contra mis caderas así puedo sentirla, viva y
perfecta, a salvo y sin ser tocada.
Acaricia mi garganta con su nariz y respira profundamente como si
ansiara mi esencia. La aprieto contra mí, sintiéndola estremecerse en mis
brazos.
Estoy altamente entrenado.
Puedo sentir el miedo, incitación, excitación.
Pero la mezcla que parezco producir en ella me intoxica más que
cualquier otra cosa. La atraigo hacia mí. Un jadeo deja sus labios, y toma todo
en mí no inclinar mi cabeza y tomarla. No. Cuando tome esos labios rojos, no
me detendré hasta que esté desnuda debajo de mí y me encuentre tan
profundo en ella como una maldición.
Esta noche, me digo.
Alcanzo dentro de mi saco y saco el collar que le traje de una bolsa
88

aterciopelada.
ágina

—¿Qué es esto? —Primero me mira a mí.


La dejo que abra mi mano, y mira al collar de diamantes en mi palma. Es
un collar de diamantes, simple pero aún extraordinario. Como ella. —Algo para
mi chica —murmuro.
—¿Tu chica?
Levanto el collar y lo coloco alrededor de su cuello.
—Es demasiado, Greyson. No puedo aceptarlo —protesta.
—No puedo tomarlo de vuelta y no es de mi tamaño. —Paso mis dedos
por su clavícula, y es caliente y sedosa—-. Además, es hecho para una reina,
una princesa.
Ajusto el hilo brillante, así se apoya contra su clavícula, justo debajo de
la palpitación del punto del pulso. Estoy tentado a bajar la cabeza y deslizar mi
lengua ahí. Diablos, estoy tentado a hacer más. Hundo el dedo en el pequeño
hueco en su lugar, tocando su pulso y deslizando mis ojos a los de ella. —
Melanie, cuando estés esperando que llame —Paso mi pulgar sobre los
diamantes una vez más—, mira estas piedras y sabrás por seguro que el
teléfono sonará.
—¿Quién eres? —me pregunta, sin respiración y atónita.
Mis labios se curvan en una sonrisa sardónica. —Soy una versión
retorcida de tu… Westley —digo, sosteniendo su mirada.
Escuchamos gritos afuera y nos damos cuenta que la novia ha lanzado el
ramo al aire. Melanie se apresura mientras soy dejado atrás, esforzándome por
atrapar a mi Neandertal. Ella es un metro y sesenta y cinco centímetros de
diversión y llena mi ser entero con mierda que nunca intenté sentir, quiero
dejarla en paz.
Estoy tan jodidamente jodido.
La sigo en la multitud y me detengo justo detrás de ella, mi parte
delantera presionado su parte trasera mientras miro su perfil. Sus fosas
nasales están dilatadas. Me está oliendo de nuevo. Permanezco en mi lugar,
dejándola acostumbrarse a mí. Mi tamaño, mi esencia, mi peso, yo. Alcanzo
con mi guante y toco su cabello, y tiembla. Me muevo para estar justo a su
lado, pasando la parte trasera de mis dedos por su brazo desnudo. Comienza a
respirar más rápido, y la escucho dejar de respirar cuando enlazo mis dedos
con los suyos en una forma que dice: esta noche estás conmigo.
Miramos a la novia y el novio alejarse en su limosina, y Melanie les dice
adiós con la mano sin soltar mi mano. Mientras el auto desaparece en la
distancia, inclina su bonita cara hacia mí.
Los diamantes lucen tan impresionantes en ella que por un momento
olvido que sirven para algo más que adornar su garganta. Parecen marcarla.
89

Gritarme tuya, tuya, tuya.


ágina

—Parece que ya no tengo como regresar —me dice.


Demonios si no me gusta ese puchero. —No te preocupes, vendrás
conmigo —digo.
—¡Mel! ¡Tenemos las llaves de tu auto! —grita un hombre en nuestra
dirección, con las llaves tintineando en el aire. Las trae y puedo ver que es el
tipo rubio que la ha estado follándola con la mirada desde que llegué. Me mira
en silencio. Le doy una mirada aún más negra. Sigue mirando, imbécil, voy a
ser el que la folle esta noche.
La amiga de cabello oscuro de Melanie le golpea el codo. —Riley, ¿por
qué no se llevan el auto de Mel? Ella y su cita pueden venir conmigo y Kyle —
interfiere. Me da una mirada de advertencia mientras pienso que debería estar
preocupado acerca de esto por alguna razón. No intimidado, asiento
concordando.
Tan pronto como estamos en el asiento trasero del auto, la chica habla.
—Eso que traes es ostentoso, Melanie.
—Lo sé. —Sonriendo felizmente, apunta su pulgar en mi dirección.
—¿Él te dio el collar? —La amiga suena sorprendida.
—¡Sí! Y su nombre es Greyson, Pandora.
—¡Bueno! Greyson, ¿pagarás por los lentes de prescripción que
necesitaré después del daño de retina que recibiré por esa cosa ostentosa? —
pregunta.
—Envíame la factura —respondo sencillamente.
—¿Qué sigue? ¿Vas a atarla y elegir palabras de seguridad o qué?
Sonrío. —No. No hay palabras en la tierra que mantendrá a nadie a salvo
de mí.
—Jaja. Me encanta que tu novio se divierta solo —le dice Pandora a
Melanie, pronunciando la palabra “novio” como alguien pronunciaría la palabra
“excremento”. Regresa su atención hacia mí—. Somos muy protectores con
nuestra Mel. Creyó en Santa mucho, mucho más tiempo que el resto de
nosotros. Así que cuéntanos de ti. Eres como un chico Gatsby, con un montón
de dinero, pero un muy misterioso pasado. Kyle y yo te buscamos en Google
pero no pudimos encontrar mucho. ¿Cuáles son tus intenciones con nuestra
chica?
—¡Pandora! —Melanie patea la parte trasera del asiento de Pandora—.
Ignora a mi amiga, Greyson —me dice.
Pero la amiga no siente ganas de ignorarme. Sigue mirándome sobre su
hombro. —¿Estás feliz de que Melanie no atrapara el ramo?
90

—¿Por qué lo estaría? —contrarresta Mel.


ágina

—Amiga, a juzgar por esa cosa ostentosa, el hombre no tiene intenciones


de casarse, solo follar.
—¡Pandora!
Me río; encuentro altamente entretenido cuán protectora es la chica. No
hay duda en mi mente de que algún jodido perdedor le hizo esto.
Se gira en el asiento delantero del pasajero para poder verme
completamente. —¿Tienes esposa? —persiste.
—¿Qué?
—¿Estás casado? ¿Eres gay? ¿Qué está mal contigo?
Bueno, ahora veamos. En realidad, ella es la que está mal aquí. Podría
mirarla fácilmente, pero ¿por qué mirar a esta Amarga Betty cuando tengo a
una princesa a mi lado?
—¡Pandora, estás arruinando mi noche totalmente! —Melanie vuelve a
patear la parte trasera de su asiento luego se gira para mirarme. Luce
deliciosa, toda en rojo. Me siento como el Gran Lobo Malo, mirando hambriento
a esos labios de “bésame” y esos altamente inocentes y peligrosos ojos verdes—
. ¿Tiene razón? ¿Estás jugando conmigo? —me pregunta curiosamente.
No sé qué hay en ella, pero la forma en que me mira hace que mi polla
comience a hincharse. Es mi respuesta natural a ella. Probablemente puedo
evitarlo tanto como podía evitar matar por ella anoche, lo que no es así en
absoluto. No importa cuánto control tenga, no puedes comandar tus instintos.
A veces ellos te comandan.
Sólo he matado por otra persona en mi vida.
La diferencia es, no sentí remordimiento anoche. No cambiaría lo que
hice por Melanie anoche. Lo haría todo otra vez, matar a los primeros tres igual
de rápido, torturar al cuarto igual de lento. Diablos, incluso más lento si lo
hubiera podido prolongar. De hecho, ahora, el recuerdo de sus sollozos suaves
y desesperanzados debajo de la capucha tuercen un cuchillo de furia en mi
pecho.
Con una mano curvada en su cintura, la acerco a mí para susurrar en
su oído—: No estoy jugando contigo.
Cristo.
Estoy siendo serio.
Tan serio como he sido sobre algo en mi vida.
—Sé honesto —susurra en respuesta.
—No estoy jugando contigo —repito.
91

Estamos siendo observados desde el asiento delantero del auto, así que,
que se joda. En un movimiento, la jalo para que se siente sobre mi muslo y
ágina

bajo mi cabeza hacia ella. Huele tan malditamente dulce y jugosa que quiero
enterrar mi nariz y encontrar la fuente de su esencia. Froto mi nariz detrás de
su oreja, encendido por la su cercanía, su forma, su olor, ella.
Tiembla, y mis músculos se tensan en respuesta.
¿Qué me estás haciendo, mi dulce, encantadora número cinco?
Con mis pulgares alcanzo esos párpados y los obligo a cerrarse, así no
me verá. Entonces, no me mirará directamente con esos malditos ojos verdes
que gritan sálvame y mantéenme, y susurro con una voz áspera de lujuria—:
Cuando no estoy contigo, pienso en la siguiente vez que cada centímetro tuyo
me pertenecerá. Juego juegos y los juego duro y sucio, pero si fueras un juego,
princesa, entonces eres el primer maldito juego que alguna vez jugó conmigo en
respuesta.
Abre los ojos. Esos malditos ojos de HAZme, ÁMAme.
Su amiga Pandora está callada ahora, y el auto crepita con la atracción
de Melanie hacia mí, y de mí a ella.
Diablos, he jugado amable con los amigos por un tiempo ya, pero no soy
bueno mucho tiempo. Simplemente no está en mí.
Golpeo el techo del auto. —Déjanos por aquí.
—¿Aquí? Es la mitad de la nada.
—Insisto.
Con un dramático suspiro, estaciona en la acera al lado de un espacio
vacío frente a un complejo de apartamentos oscuros. Ayudo a Melanie a salir,
luego agarro el techo del auto con mi brazo sano y me inclino para decirle a
Pandora—: Me alegra que sus amigos estén genuinamente preocupados por
ella. No soy perfecto, pero te doy mi palabra, nadie la herirá cuando esté
conmigo.
Me lanza una silenciosa mirada feroz y sus amigos se van.
—Odia a los hombres, no te preocupes por ella. —Al parecer intentando
calmarme, Melanie me sonríe y roza una mano sobre la superficie de mi
camisa.
Agarro su muñeca en mi mano, el movimiento instintivo, para mantener
las personas a distancia. —El optimismo es la última de mis preocupaciones.
¿Tienes hambre? —Aprieto su muñeca y me doy cuenta de cuán débil y
pequeño es en el círculo de mis dedos, luego noto que ella es la única cosa que
me permito tocar sin un guante. Y se siente bien. Real. Cálida. ¿Cómo puede
algo tan jodidamente vulnerable provocar un tirón tan fuerte en mí? Quiero
pasar mi mano debajo de la chaqueta y tocarla toda, su clavícula, su garganta
y ascender, así puedo acunar ese rostro dulce y vibrante en mi mano, apretarlo
y besarlo hasta dejarla sin aliento. Mi voz se vuelve áspera cuando susurro—:
92

No comas ese labio, te llevaré a algún sitio.


ágina

Suelta ese labio mientras lentamente libero su muñeca, luego nos


quedamos allí, mirándonos fijamente con apenas algunas luces alrededor. Los
diamantes relucen en su cuello como sus ojos brillan en su cara. Envuelve los
brazos alrededor de sí misma y mantengo los ojos en ella mientras le envío un
mensaje a Derek, y caminamos por la cuadra hacia la esquina, mi mirada
pegada a su perfil. No soy bueno en las conversaciones con mujeres, las follo,
les pago, me deshago de ellas. Quiero hablarle y al mismo tiempo, sé que
debería estar huyendo de ella.
Me río suavemente porque nunca supe que podría estar tan incómodo en
una situación, y la cubro con el saco de mi traje. No hace frío, pero ese vestido
me hace querer devorarla. Derek nos recoge en una SUV plateada, luego nos
deja en uno de esos restaurantes que abren las veinticuatro horas, que tienen
desayunos malos, almuerzos malos y cenas malas, pero parece ser la única
opción cercana a la que ir.
Dirijo a Melanie hacia una cabina en la parte posterior, una donde
nuestras espaldas están cubiertas y puedo ver la puerta y cada entrada. Se
quita mi saco y lo coloca a un lado, opuesto a donde me siento.
Nos sentamos cerca.
Pero no lo suficiente cerca.
Mientras que vemos nuestros menús, no puedo contenerme. Desciendo
una mano por debajo de la mesa, a su muslo. Mira su menú, pero puedo ver su
aliento acelerarse cuando comienzo a frotar mi dedo más arriba en su muslo.
—¿Qué te gustaría comer? —le pregunto, observándola morderse el labio
de nuevo.
—Me gusta lo que es malo para mí. ¿No les gusta a todos? Un poco de
alcohol. Mucho chocolate y nueces. Pero me obligo a alimentarme con una
tonelada de verduras para contrarrestar lo malo con lo bueno. Una positiva y
una negativa… un poco de cada cosa. —Sus ojos encuentran los míos, y están
bailando juguetonamente—. ¿Y tú?
Quiero darme un festín en nada más que tu boca, tus tetas, tu coño y ese
jodido labio que estás torturando con tus dientes, dientes que quiero sentir
raspando a lo largo de mi polla.
—Soy un fanático de las comidas internacionales. Cualquier cosa.
tailandesa, china, mexicana, japonesa, me gustan los sabores diferentes.
Disfruto ser… sorprendido cuando se trata de mi paladar. Me gustan las
especias.
—¿Vienes a la ciudad por trabajo?
—A veces.
—¿En que trabajas? —El interés genuino en sus ojos me hace sentir
93

como un jodido idiota.


ágina

—Seguridad. —Cierro de golpe el menú—. En la compañía de mi padre.


—¿De verdad? ¡Qué interesante! No te catalogaría por un hombre que
trabajaba con su padre. Con nadie, en realidad.
Mis labios se curvan con diversión mientras le hago señas al camarero,
luego elevo una ceja para cuestionarla. —¿Quieres decir que no crees que
pueda llevarme bien con otros?
—Solo emanas la impresión de individualidad.
—¿Sí?
Allí va de nuevo, mordiendo ese maldito labio. —Es intrigante.
—Tú das la impresión de carácter juguetón y comodidad. Encuentro eso
intrigante también.
Sonríe, una sonrisa tímida que no puede ocultar por completo la forma
en que sus ojos verdes esmeralda se inundan con placer femenino. Tal vez no
sonrío como ella, pero confía en mí, estoy muy deleitado con ella. Una vez que
ordenamos, me mira y juega con una pulsera amarilla en su brazo.
—Mi trabajo es mi pasión. Estoy absolutamente obsesionada con los
colores. No puedo salir de la casa sin usar al menos tres colores diferentes. Dos
es demasiado simple. Uno es absolutamente soso y no quiero ser sosa.
Me encuentro riendo de nuevo, algo que parece venir naturalmente cerca
de ella. —No hay forma en que seas jodidamente sosa. De hecho, justo aquí,
sentando contigo, me siento gris.
Su sonrisa aparece en el instante en que lo hace la mía, y nos reímos
hasta que nuestras bebidas son puestas delante de nosotros, y sorbe de su
pajita.
—Me gusta esto —dice con un largo suspiro de placer intenso mientras
se recuesta, relajándose. Toma un sorbo incluso más largo, mirándome—. Se
siente como una cita. Y se siente como por siempre desde que tuve una de
estas.
Por mi visión periférica, me di cuenta que Derek se sentó ante una mesa
cercana, al otro lado de C. C.
—Es una cita. Me invitaste a la boda de tu amiga. Eso es una cita en mi
libro.
—No te invité. Dije que podías venir…
—Y ambos sabemos cuánto me encanta venirme.
Sonríe de un modo perverso, y no hace nada para calmar mi libido
embravecido. Puedo decir que le gusta cuando soy malo. Le gustan los chicos
malos.
94

Joder, princesa, no sabes que soy el peor de los malos, pienso y entonces,
ágina

otro pensamiento: Demonios, no soy un chico malo, ¡soy un hombre malo!


Me desanima un poco darme cuenta que no soy bueno para ella.
—Vamos, admítelo —la presiono, reviviéndome con el brillo juguetón en
sus ojos—. Vine, conquisté. Al menos traerte a cenar me hace sentir como un
conquistador, e incluso sobreviví a tu furiosa amiga de pelo negro.
—Pandora. —Se ríe—. Pero tiene razón en preguntar sobre estos, estos
que son demasiado, más de lo que merezco.
Distraídamente acaricia el collar en su garganta, y susurro, una
advertencia—: Melanie.
—Greyson…
Demonios, puedo ver las semillas de duda que su amiga plantó casi
girando en su cabecita. Mantengo el volumen de mi voz, pero muy serio.
—Haz lo que quieras con el collar. Solo no me lo devuelvas.
Juro por Dios, si pudiera enviar telepáticamente a esta mujer el maldito
mensaje de hacer lo que cualquier chica inteligente haría para sobrevivir, se lo
enviaría.
Puede esperar, pero cuando el momento quede reducido a nada, lo hará.
Espero que lo haga. Demonios, cuando haya pasado bastante tiempo conmigo,
estará harta de mí y de cualquier cosa mía y lo botará más rápido de lo puede
decir Greyson.
El pensamiento hace que mis entrañas se calienten con ira.
Mi mano se mueve más alto por su muslo. Este deseo irresistible de
tocarla me consume. Siempre estoy enguantado, pero esta noche mis guantes
están en uno de los bolsillos de mi traje y mis manos están desnudas, y no
puedo parar de devorar la sensación de tener su piel suave bajo mis dedos y mi
palma.
Gira la pajita como si quisiera algo que hacer, pero lo más importante de
todo, sabe exactamente dónde está mi mano y no hace ningún movimiento
para quitarla. —Mi mejor amiga, cuya boda acabas de ver… cuando éramos
jóvenes, yo solía ser Barbie y ella era Skipper cada vez que jugábamos. Yo
siempre acostumbraba a conseguir a Ken. Simplemente parecía que ella no
estaba interesada en Ken, así que yo solía asegurarme que fuera todo mío. Ella
ni siquiera quería enamorarse. Yo quería ser feliz, despreocupada, y
enamorarme un día, y ella quería ir a los Juegos Olímpicos. Pero ella fue la que
terminó enamorándose, profundamente, ¿sabes? La cosa real. El hombre real.
Yo no podría estar más feliz, ella no podría merecerlo más. Pero ahora me
miras como su marido la mira… —Eleva la mirada hacia mí y distraídamente
95

frota una uña por su vaso—. Pero no eres mi marido, no estás enamorado de
mí. ¿Qué quieres? —Me sostiene la mirada—. Pandora tiene razón, no le das
ágina

algo como esto a cualquiera. Los hombres les dan diamantes a mujeres que
necesitan comprar, u ocultar.
—Y, sin embargo, estamos a plena vista. Nunca ocultaría algo tan
hermoso como tú.
Toca el borde de su vaso con la punta de un dedo, y dejo que mis ojos se
arrastren por su brazo delgado y tonificado, abajo por su cuerpo, mis ansias de
tenerla volviéndose más fervorosas y más fervorosas a cada segundo. —Luces
preciosa en ese vestido, princesa.
Sus mejillas brillan. —Gracias. Casi pensé que no podría usarlo.
—Te ves adorable. La forma en que tu cabello se riza en las puntas. No
puedo desviar la mirada de ti y no puedo esperar a quitarte ese vestido.
Deja caer la mirada a la mesa, mordiendo ese labio.
Me inclino hacia adelante, probando mis límites; empujándolos. —Hemos
tenido sexo. Estás usando mi collar. Tengo una mano en tu muslo. Tus amigas
me han taladrado la cabeza hasta el cansancio. ¿Por qué tan tímida? —Cuando
solo suelta esa sonrisa deliciosa, curvo mi índice bajo su mentón e inclino su
cabeza hacia atrás—. ¿Has estado pensando en mí?
—¿Te refieres a obsesionarme y suspirar por el chico que no llamó?
Levanto una ceja. —¿El hombre parado en la iglesia, esperando a que le
des algo de atención? Ese era yo.
—¡Oh, guau, gracias por aclarar eso! —El sonido delicado de su risa me
vuelve duro como una roca.
Deslizo la mano más alta por su muslo, levantando la seda de su vestido
para que pueda tocar más piel descubierta. Estoy a punto de besarla cuando
un rostro conocido entra al restaurante. Mis ojos se deslizan por él y me relajo
cuando C.C. hace un breve gesto con la mano para hacerme saber que se
encargará de eso.
Que me jodan, no tengo energía para ninguna mierda criminal esta
noche. No he dormido en casi cuarenta y ocho horas. El corte de cuchillo en mi
bíceps duele como una perra, y estoy funcionando por pura adrenalina aquí.
Mientras espero a que C.C. haga una señal de que está despejado, Melanie
picotea su ensalada con desgana, y el viejo comportamiento familiar de
permanecer apartado del mundo se posa en mí.
—Gracias por venir a la boda —dice, en voz baja.
—Fue un placer —respondo, bajo.
Puedo de repente sentir la distancia entre nosotros como un abismo de
tres metros, evitando que haga una conexión.
—¿Por qué lo hiciste?
96

Mis cejas vuelan. —¿Por qué vine?


ágina

Asiente, y no sé nada más, excepto que todavía ansío una conexión con
ella. Cualquier clase de conexión. Estoy acariciando mi dedo más largo por el
interior cremoso de su muslo, todo el tiempo observando al recién llegado
marcharse por mi visión periférica. —Vine por ti, Melanie.
—He tenido mil revolcones de una noche, Greyson.
—He tenido mil y uno.
—¿Contándome?
—No, princesa. Cuando hagamos esto de nuevo… estarás en una lista
completamente diferente.
Nos miramos, ninguno sonriendo, mis ojos codiciosos deleitándose en la
curiosidad en su rostro, su largo cabello dorado, los senos muy pequeños
sobresaliendo contra la tela de su vestido de seda, la curva delicada de sus
hombros, y Jesús, quiero todo eso más de lo que nunca sabrá.
Coloca una mano en mi muslo. —¿Qué lista? —Ladea la cabeza y me
analiza—. ¿Qué será esto?
La sensación inesperada de su mano en mi muslo envía un calor
primitivo por mis venas. Un segundo estamos hablando, al siguiente atrapo su
cara y la sostengo quieta mientras miro aquellos ojos verdes, de repente
abrasadores y analizo su pequeña nariz, su boca amplia. —Para mí, esto es
una fantasía. Tú eres la fantasía. Para ti, esto será un error. Un error largo y
placentero. —Observo sus ojos oscurecerse, y nunca he sido un hombre de
contener mis palabras—. Voy a ser todo lo que nunca quisiste —advierto en un
respiro áspero—, nada que necesites. —Deslizo mi otra mano mucho más
arriba por su muslo—. A veces mi trabajo me alejará, y no llamaré y te enojará.
—Rozo con mi dedo corazón sobre la V de seda que cubre su sexo—. Seré
egoísta. Tomaré todo lo que quiera, cuando sea que lo quiera. No soy el hombre
de tus sueños, Melanie, soy el hombre de tus peores pesadillas.
Sus ojos destellan, y detiene mi mano de acariciarla y presiona sus
labios en mi oreja. —No soy tu jodido juguete.
La agarro por los hombros y la echo hacia atrás. —Pero me dejarás jugar
contigo.
—Si quisiera solo sexo, podría conseguir eso de cualquiera.
—No la clase de sexo que conseguirás conmigo. —Meto mi pulgar en su
boca, haciéndola saborearme. Mi cuerpo entero siente esa lamida—. Te haré
desearlo. Te enviaré un mensaje cuando esté aterrizando en la ciudad para que
estés retorciéndote y mojada para el momento en que me veas en tu puerta.
Me muerde el pulgar y me vuelve tan salvaje con la lujuria, que estoy a
punto de estampar mi boca en la suya.
Que me jodan.
97

Tal vez nunca haré una conexión que valga la pena con nadie en mi vida.
ágina

Pero puedo tener esto, puedo tenerla, su cuerpo, su placer salvaje y


caliente.
Puedo tener esto.
Oh, sí, voy a tener esto esta noche.
Me inclino, listo para tomar una mordida larga y sabrosa del labio que ha
estado volviéndome loco, cuando se pone de pie. —Eres un imbécil —susurra,
jadeando—. Llévame a algún lugar. Solo por esta noche. Llévame a algún lugar.
Saco un billete de cien del fajo en mi bolsillo y lo pongo en la mesa,
deslizo mi saco sobre sus hombros, y la apresuro a salir.
98
ágina
Fin de Semana
Traducido por Miry GPE, Val_17 & Niki
Corregido por Mire

Melanie
Nos dirigimos a un apartamento en un vecindario de alto perfil, tan caro
y codiciado que todos en donde trabajo se prostituirían por un trabajo de
decoración en este código postal. Tiene una entrada privada y seguridad de alto
nivel en cada entrada y salida. El apartamento en sí está cubierto de ventas de
pared a pared, con suelos de piedra caliza y chimeneas de piedra.
Compruebo el amplio espacio casi vacío, con un barrido de mis ojos muy
abiertos, mi mandíbula abierta. —¿Acabas de conseguir una casa en la ciudad?
—Le entrego el abrigo, su mirada es una cosa deliciosa y palpable sobre mí,
mientras camino al interior.
—¿Te gusta? —Su voz no tiene ninguna inflexión, pero algo en sus ojos
me dice que quiere que me guste.
Me doy cuenta que el único mobiliario es una cama enorme en el centro
de la habitación, y la visión de esas sábanas blancas y almohadas mullidas me
provoca un hormigueo. Ambos. En esa cama. Tocándonos,
besándonos, tocándonos íntimamente.
Las ventanas más cercanas a la cama están orientadas hacia mi edificio
y por un momento me pregunto si notó que, incluso algo distante, mi
apartamento se encuentra ubicado hacia este lado.
—¡Es un espacio impresionante pero muy vacío! —Extiendo mis brazos—
99

. Ya puedo visualizar exactamente lo que podría poner y en dónde. ¿Puedo


decir que viniste a la mujer adecuada?
ágina

—¿Puedo admitir que no voy a contratar tus servicios de diseño? No me


gusta el desorden. —Y, sin embargo, parece divertido por mi oferta; esa casi
sonrisa que he venido a realmente, de verdad, anhelar en esa boca suya llena y
habla-sucio.
Oh Dios, todavía estoy tan excitada por lo sexy idiota que es. Hace que
quiera darle una bofetada y follarlo; ¡ningún hombre ha presionado mis
botones así!
—¿Cómo sabías que era diseñadora?
Brazos cruzados, más casi sonrisa, igual a mí casi jadeando. —No eres la
única que puede utilizar Google.
—Pandora te buscó en Google, yo no.
—Cierto —concuerda.
Me rio porque claramente no me cree, entonces admito—: No había nada
sobre ti. Nada.
—Y hay un poco de ti.
—Bueno, ¡puedo hacer que este lugar cobre vida con un movimiento de
mis dedos! ¡Soy como una Mary Poppins de la decoración!
—Princesa, ya cobró vida contigo dentro.
Sorprendida por el cumplido, deslizo mis ojos de nuevo a él, y la forma
en que permanece ahí de pie, grita que es alguien, fuerte, con el cual no
meterse, alguien al que quieres de tu lado. Sus ropas oscuras no pueden
ocultar los músculos debajo, o la gracia y la virilidad con la que se mueve.
Es difícil mirarlo sin lanzarme hacia él como un cohete; un cohete
descontrolado en un desvío permanente y bastante preocupante.
Nerviosamente camino por el lugar, preguntándome si mira mi trasero
mientras me muevo.
Dejo que mis caderas se balanceen aún más a propósito y me dirijo por
el pasillo; silba para llamarme.
—Esa habitación está fuera de los límites.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir? —Se acerca y pone una mano en la parte
baja de mi espalda, el toque muy áspero llenándome de una sensación de
seguridad—. ¿Comprendes que decirme eso es una invitación a simplemente
tratar de quitar esta cerradura y averiguar? —le pregunto.
—No serás capaz de abrirlo. Tengo un desorden de cosas ahí, nada para
una chica.
Mi interés se despierta por esto, me alejo de su mano y giro para sacudir
el pomo de la puerta. La puerta es de acero, casi como una bóveda de un
100

banco.
ágina

—Melanie —advierte Greyson.


Rio y doy marcha atrás. —Bien. Ese es tu hombre de las cavernas, no
voy a entrar. No te preocupes tanto.
—No estoy preocupado. No podrías abrir la puerta con una sierra
eléctrica. Lo que me preocupa es tu determinación a hacer exactamente lo que
te dije que no hagas.
—¡Tengo curiosidad! —digo, riendo de nuevo. Mi risa, no puedo
explicarlo, pero parece que llega a él. Luce hambriento por callarme con su
boca. Cuando lame sus labios y frunce el ceño hacia mi boca, el repentino
recuerdo de su boca sobre la mía se abre paso a través de mí, de mis pezones
contra su lengua, y un escalofrío de anticipación se instala en mi columna.
—¿Te importa si voy a refrescarme? —Dejo escapar.
—Nena, eres la encarnación de la frescura, pero ve.
Cierro la puerta del baño tras de mí y me apoyo en el fregadero. Respiro
con dificultad, los aleteos se encuentran por todos lados dentro de mí, de mi
cabeza a mis pies. Es un maldito idiota que abiertamente admitió que
probablemente solo quiere usarme y debí abofetearlo, pero en su lugar, lo
follaré porque me vuelve loca. Porque es el responsable de una terrible e
insistente palpitación entre mis piernas. Todas estas semanas preguntándome
lo que quiere de mí, si vendría esta noche.
No importa lo que dice, aún me mira de la forma que lo hace; y la forma
en que me mira dice otras cosas. Que me quiere. Que desesperadamente me
quiere, ansía, tal vez incluso me necesita, tal como lo dijo ese día en mi
apartamento.
Nunca he usado nada que un hombre me ha regalado. Ahora mi garganta
se encuentra adornada con una línea de brillantes diamantes blancos y nunca
imaginé que un gesto como este podría estimular tanto mi mente, mi corazón y
mi cuerpo.
¿Esta noche quiere usarme para sexo? Entonces también lo utilizaré
porque me está matando. Me mata la forma en que me mira. La forma como
huele, camina, suena su voz.
Esta noche no dormiré sola en casa, sin importar lo que pase.
Rápidamente, lavo mis manos, bajo mis axilas, y luego levanto mi vestido
y miro con tristeza los moretones en mis muslos. Saco mi estuche de
maquillaje de la bolsa de mano y comienzo a cubrir las manchas de color
púrpura con mi corrector, una por una.
Cuando termino, noto una toalla con manchas rojas y me pregunto si se
cortó. ¿Al afeitarse tal vez? Una ola de protección me llena. ¿Se encuentra
101

bien? Por supuesto que lo está, Melanie. Ese hombre es tan penetrable como su
puerta de acero.
ágina

Mientras agarro el pomo de la puerta, el pulso constante entre mis


piernas se convierte en una palpitación rápida. Para cuando abro la puerta y
cruzo silenciosamente la habitación hacia la cama, mi corazón se acelera a
toda velocidad.
Nunca he estado en un apartamento así de lujoso o vacío. Él es como un
algo espartano, sin pertenencias. Echo un vistazo a su armario y tiene las
mismas tres camisas, las mismas tres chaquetas, tres zapatos del mismo
estilo. Como una especie de superhéroe metódico, ¿como si no planeara
quedarse mucho tiempo?
Tristeza me golpea ante el pensamiento, pero rápidamente es
reemplazado por el remolino de lujuria que siento al verlo. Yace de espalda
sobre la cama, con un brazo esbelto doblado detrás de su cabeza al tiempo que
mira por la ventana.
Oh Dios, ¿por qué me gusta tanto? Porque está mirando a tu edificio.
El hecho de que me puede ver desde aquí me hace sentir protegida
incluso cuando nunca llama. Incluso si nunca me verá de nuevo. Necesito esa
pequeña sensación de seguridad y me aferro a ella.
—¿Puedes ver mi apartamento desde aquí? —pregunto. Empiezo a bajar
la cremallera lateral de mi vestido. Se voltea hacia mí, y un brillo de luz de luna
se atrapa en sus ojos cuando me mira aproximarme. Mi corazón palpita
rápidamente. Tiene una enorme presencia de confianza en sí mismo, y un aire
de autoridad que hace que mis rodillas tiemblen. Es fuerte. Atrayente. Vital. Y
llena todo mi ser con ganas locas y salvajes.
—Sí, es por eso que conseguí este lugar.
Sé que está bromeando, pero las palabras son serias; mira directamente
mis ojos. —Uno pensaría que un jugador como tú, tendría algo mejor que hacer
que mirar por la ventana tratando de obtener un vistazo de mí —bromeo.
—Hago más que mirar por la ventana, princesa. Eso me implica a mí
quitándome los guantes.
Bastardo.
Jodido bastardo delicioso.
Él es como montar una moto a toda velocidad. Se siente como el motor,
el paseo... el viento...
Me detengo al pie de la cama y siento una oleada de emoción cuando
noto la forma en que me mira, sus ojos brillando como un rayo.
—Desnúdame, o desnúdate para mí. La dama elige —habla calmada y
sucintamente, sin hacer ningún movimiento para tirarme sobre él.
102

¿En verdad, ahora? ¿Tan confiado de esta magnética, atracción eléctrica,


jalándome hacia él?
ágina

Mi mirada se dirige con avidez de sus piernas gruesas, al bulto por el que
me encuentro loca, hasta el pecho, que estira el material de su camisa blanca
como la nieve de la mejor manera posible. Sintiéndome pesada y caliente, mi
pulso latiendo rápidamente en mis venas, me arrastro sobre él, su mirada
aburrida sobre mí con silenciosa expectativa.
—Creo que eres un bastardo. Pero eres tan sexy en este traje... —susurro
mientras empiezo a quitar el cinturón de sus pantalones, a horcajadas sobre él
para que, si quería, podía bajar mis caderas y frotar el punto más doloroso de
mi cuerpo contra el bulto tan grande y delicioso en su regazo—. Y quiero
follarte duro porque me hiciste creer que eras mejor, me hiciste creer que me
querías para más que esto —agrego—. Imbécil.
Agarra su cinturón cuando lo libero, lo arroja a un lado y cae haciendo
ruido, luego se mueve como un rayo, colocándome de espalda, levantando mis
brazos para fijarlos sobre mi cabeza. Grito, y sonríe. —Te atrapé —dice con
tono áspero, deslizando una mano por el interior de mi brazo. Comienzo a
jadear por el delicioso peso de su cuerpo presionando la parte baja del mío,
llevo mi mano libre a su cintura para sacar la camisa de sus pantalones y
empezar a desabrocharla desde abajo, corriendo hacia arriba.
Suelta mi muñeca y lentamente empuja mi vestido hasta mis caderas. —
Tienes una boca sucia, Melanie. ¿Sabías que puedo llenarla con mi corrida,
justo así, así el próximo sonido que hagas sea el de tragar?
—Tal vez el próximo sonido sea tú gritando cuando muerda la cabeza de
tu polla gruesa y rosa.
Respiro y mis pensamientos se dispersan cuando gruñe—: Cállate ahora.
—Y me besa. Dura y deliciosamente.
El siguiente sonido real en la habitación no es nada más que lenguas
mojadas y resbaladizas enganchándose, el roce de la tela mientras sube más
mi vestido. Me derrito bajo su boca, caliente, poderosa y más voraz que
cualquier boca que alguna vez hubiera encajado con la mía... y se siente como
si todo lo que dijimos realmente no significa nada, que esto significa todo.
Su aroma me llena como una calidez curvándose en mi estómago
mientras sube mi falda hasta la cintura para exponer mi tanga de encaje negro.
El aire acaricia mis nalgas desnudas, y al segundo siguiente, las toma en sus
manos cálidas.
—¿Estás contenta de verme ahora, Melanie? —murmura en voz baja y
matizada al tiempo que, utiliza mi trasero para atraerme contra él.
Gimo, estoy tan excitada. —Todavía no —miento.
Frota sus labios contra los míos, burlándose. —¿Segura?
Una vez más, sus labios se frotan contra los míos, cálidos y
aterciopelados.
103

Mi sangre se siente espesa y caliente en mis venas. De repente no puedo


pensar en nada que quiera más que esto, un beso. Pero no puedo dejar que un
ágina

hombre como él lo sepa o me destrozará.


—Estoy segura —miento de nuevo, me sostengo a la parte trasera de su
cuello fuerte mientras saco mi lengua para pasarla a lo largo del borde de sus
labios.
Esa lamida resulta ser nuestra perdición.
Gruñe y saca su lengua para jugar con la mía, sus labios cerrándose
sobre los míos en el más perfecto ángulo. Un escalofrío nos recorre a ambos.
Incluso se siente como gemimos al mismo tiempo, nuestro beso se degrada de
lento y sensual a rápido y crudo. Desabrocho el resto de su camisa, con manos
temblorosas por la prisa. Él agarra la parte superior de mi vestido sin tirantes y
lo jala hacia mi cintura, exponiendo cada parte de mi cuerpo, excepto en donde
la seda de mi vestido envuelve mis caderas.
Cuando retrocede, mira mis pechos no-tan-grandes, pero mis pezones se
encuentran bien erguidos, y casi me ahogo por una súbita timidez.
No dura mucho, ya que acuna los montículos, como si estuviera
sosteniendo diamantes en sus manos, prestando atención extra en las puntas
de las cuentas un poco duras. Sus pulgares prestan más atención a ellos,
frotando y acariciando.
—Puede que aún no estés feliz —dice con voz ronca en mi oído—, pero
estas pequeñas bellezas se encuentran encantadas de verme. Emocionadas...
de verme. —Cuando chupa uno en su boca, un exquisito placer curva los
dedos de mis pies. Mi cabeza cae de nuevo en la almohada y gimo bajo en mi
garganta. Balancea sus caderas para burlarse de mí con su erección. Soy
burlada, torturada, consumida y estoy palpitante. Me estremezco y comienzo a
mecerme contra él también. Dios, va a torturarme y lo sé.
Me quita el vestido por encima de mi cabeza, luego sus manos exploran
mis muslos y se mueven sobre mi estómago tenso, entonces sube hasta tocar
mis pezones. Mi coño se encuentra ardiente y tenso mientras deslizo mis dedos
por la abertura de su camisa, pasando mis manos por su pecho cálido y
esculpido.
Acaricio su cicatriz, luego uso el pulgar y el índice para tirar del anillo en
su pezón. Su cuerpo se tensa con placer y lo veo. Veo cómo responde a mi
toque, así que recorro con avidez mis manos arriba y abajo en su pecho, cada
posible músculo existente salta bajo mis dedos.
—¿Te gusta eso? —susurro.
Ni siquiera lo dejo responder porque mi boca se funde con la suya de
104

nuevo mientras lo empujo y me coloco a horcajadas. Bajando mi cuerpo, puedo


sentir su erección ubicándose perfectamente entre mis piernas, tensándose
ágina

caliente y grande contra su cremallera. Dios. Haciendo su camisa a un lado,


me inclino y empiezo a lamer su piercing, temblando cuando desliza la punta
de sus dedos dentro del elástico de mi tanga... sumergiéndose en el encaje en
V.
—Ven aquí, tú pequeña cosa caliente —murmura mientras sostiene mi
nuca y obliga a mis labios a bajar sobre los suyos de nuevo. Al momento en
que su boca está sobre la mía, su dedo está en mí. Mi sexo se aprieta y un
gemido se me escapa, ondulo mis caderas, necesitando la fricción de su dureza
contra mi clítoris mientras frota su dedo en mí.
Empuja en respuesta como si necesitara el contacto también, mientras
que la cicatriz en el centro de su palma raspa sobre mis pezones cuando acuna
uno. —Coño jugoso, tetas jugosas, princesa rubia jugosa.
Cuando lame un pezón, me arqueo y hago mi cabeza hacia atrás,
jadeando en dulce agonía. Froto mis caderas instintivamente, con ganas de
más, ansiando más mientras ambos nos esforzamos por acercarnos más. Me
muerde y chupa, luego empuja con su lengua la punta de mi pezón, haciéndolo
endurecerse de nuevo. Paso mis manos por su cabello, y luego trato de quitar
su camisa de sus hombros masivamente musculosos.
Saca su dedo de mí y me detiene con ambas manos. —Déjala puesta —
murmura, luego me rueda para que quede de espaldas y coloca mis brazos
sobre mi cabeza.
—Pero quiero tocarte —digo, ondulando mi cuerpo contra su peso.
Fija mis brazos arriba con una mano y quita su corbata con la otra,
entonces la envuelve firmemente alrededor de mis muñecas. —Esta noche, solo
yo toco.
—¿Por qué?
—Porque lo digo yo.
No puedo reprimir el estremecimiento de excitación cuando me quita mi
tanga. Agacha su cabeza y las llamas lamen a través de mi cuerpo con cada
beso abierto que sitúa en mí, inclino mis caderas hacia arriba mientras mete
su lengua dentro de mi ombligo. Jadeo, mi cuerpo ansiándolo como al azúcar,
como al chocolate, como al sexo. —Por favor, oh...
Murmura un shhh y abre mi coño con sus dedos, acerca su boca para
comerme. Mi cabeza cae hacia atrás y un sonido de placer sale de mi garganta
cuando comienza a meter su lengua en mi canal, rozando de una manera que
me tiene perdida en el placer absoluto. —Dios, me haces enloquecer —dice,
saboreándome de nuevo.
Me estremezco debajo de él, mi espalda arqueada, mis muslos totalmente
abiertos, sufriendo por su tacto, su lengua, su cercanía. —Greyson —digo,
105

respirando profundas y torrenciales corrientes de aire. Él es como cada chico


con el que lo hice debajo de las gradas, cada chico que siempre he querido y
ágina

que no me quería, todo lo que estaba prohibido para mí. Gimo mientras lame
un círculo alrededor de mi clítoris. —¡Oh Dios! Grey... Greyson... Por favor...
eres…
Mi respiración raspa en mi garganta cuando levanta su cabeza y veo la
posesividad inconfundible en sus ojos. Besa mis pezones tensos, luego me
estudia, atada por él, en su cama. Usando mis piernas, curvo mis muslos
alrededor de sus caderas, impulsándolo más cerca. —Nunca he rogado antes,
pero te ruego que me toques.
—¿Por qué es lo que ruegas, Melanie? Debería ser yo el que ruegue por
tocarte.
Sus manos comienzan a arrastrase por mis costados. Sensaciones tan
intensas, cada toque de sus dedos crepita sobre mí como huellas ardientes.
Mis músculos se tensan y anudan y mi cuerpo se dirige una vez más a ese
lugar donde solo él me lleva, donde no solo satisface un anhelo físico, sino
también consigue el acceso a un lugar donde puede rasgar mi alma.
Cierro los ojos cuando siento un poco de humedad ardiente en su
interior, mantengo mis brazos sobre mi cabeza, atados con su corbata,
mientras utiliza su pulgar para jugar con mi clítoris.
Lo hace más duro, más profundo, hábilmente. Nuestros ojos se
encuentran, aplasta mi boca y susurra—: Soy el único que no ruega, joder.
Pero rogaré por este coño —gruñe mientras sus dedos me preparan, porque es
tan grande que necesito estar húmeda y lista, y oh Dios, estoy tan lista.
—Sí… —digo, la proximidad de mi orgasmo audible en mi voz, luego su
boca está sobre la mía de nuevo, nuestras lenguas besándose, lamiendo
mientras sigue rozándome, su palma caliente me acuna y desliza un dedo en lo
profundo. Inclino mi pelvis, desesperada por cada centímetro. Cuando me tiene
preparada para explotar, se retira para desabrochar sus pantalones.
Mi visión es borrosa de desear esto. Ni siquiera se quita los pantalones.
Los empuja hasta las rodillas, liberando su erección, sus muslos gruesos y
poderosos.
Nuestras bocas vagan sobre la otra al tiempo que alinea nuestros
cuerpos. —¡Duro! —suplico mientras engancho mis muñecas atadas alrededor
de su cuello para mantenerlo cerca, mis labios lloviendo besos en su
mandíbula. Anoche, asustada y sucia y vulnerable, era todo lo que quería.
Todo lo que deseaba—. Te deseo tanto. DURO —jadeo, de repente vulnerable,
temblando, necesitando.
Con avidez, mordisqueo el anillo en su pezón, responde con un fuerte
gruñido y me tira sobre mi espalda. —Impaciente y hambrienta pequeña. —
Agarra su polla y se pone el condón, se ve tan desesperado como yo cuando
106

comienza a rozar la cabeza en mí—. ¿Es esto lo que quieres?


ágina

Mis ojos se voltean por el placer y grito—: Sí, todo de ello. —Gruñe
cuando ve caer mi primera lágrima, y cuando sus manos ahuecan mi cara
como si quisiera atraparlas, comienza a follarme de verdad, mi cuerpo se
derrite en el suyo mientras el mundo se llena de él. Solo él. Simplemente él.
Se empuja más profundo, y me elevo más y más alto. Puedo sentir mis
pezones rozando su camiseta, su aliento caliente en mi cara, su cuerpo en el
mío, y eso es todo lo que sé cuando mi mundo inclina su eje. Sus manos no
sueltan mi rostro, sosteniéndome para cada duro, rápido y experto empuje. —
Así es, así exactamente, déjate ir para mí, vente para mí, Melanie, te tengo —
murmura, besando mi garganta.
Mis pechos están rosados en las puntas por el roce de su camiseta; me
encanta. Me encanta su olor, sus manos, su voz. —Sí —jadeo cuando empuja
con más fuerza, mi ritmo completamente desastroso ahora. Todo lo que quiero
es más de él, más de él, TODO DE ÉL. —Sí, sí.
Ruge, la cabeza cayendo hacia atrás, venas apareciendo por el placer
mientras empieza a moverse rápidamente y separo más las piernas cuando
agarra mis caderas y empuja más duro, viéndome enloquecer.
Gimo y empiezo a convulsionar, consciente de alguna manera que sus
ojos me están devorando mientras me destrozo en un millón de brillantes
estrellas.
Momentos más tarde, salgo de mi aturdido estupor para notar que está
acariciando mi cara húmeda con una mano, la otra sobre mis muslos donde
tenía moretones. El toque me derrite en lo profundo donde me duele recordar,
pero ahora mismo, en sus brazos, una satisfacción y paz nos recorre. También
puedo sentirlo en su cuerpo. Como si le gustara limpiar mis lágrimas.
Suspirando con relajación cuando besa mi sien y seca el resto de mi
cara, envuelvo mis manos atadas en su cuello y me presiono en su pecho.
—Nadie me empuja tanto como tú lo haces —explico, mi voz suave.
—Eso es porque soy malo —dice. Desliza una mano por mi brazo, hasta
donde mis manos están unidas en su nuca—. Soy jodidamente —Me besa un
párpado—, malo para ti. —Besa el otro, luego besa mi boca y sus dedos
empiezan a jugar con mi coño de nuevo. Mi cuerpo me sorprende,
respondiendo incluso cuando no lo creí posible.
—¿Lista para más?
Asiento.
No puedo ponerle un nombre a lo que siento cuando está dentro de mí,
así que tal vez no intentaré hacerlo. ¿Siquiera tiene un nombre? Esta conexión
entre los seres humanos. Entre una mujer y un hombre; un maldito imbécil.
107

Lo miro, y no me asusta.
Me atrae.
ágina

Me tienta, me estimula. Me hace querer reclamarlo como si reclamara


una parte de mí que una vez perdí.
Me hace querer domarlo. Dejarlo domarme.
Rueda otro condón en su gruesa polla y se arrodilla y me siento
vulnerable y expuesta, pero no siento que deba ocultarlo en estos momentos.
Abiertamente, le muestro mi hambre y pruebo y beso su garganta fuerte
cuando me agarra por la cintura y se empuja dentro de mí. Me estremezco
incontrolablemente cuando entra todo, mordiendo un tendón que sobresale en
su garganta, cerca de mi boca.
El sonido que hace me dice que le gusta. ¿Te gusta cuando lucho? Mis
ojos revolotean abiertos, y me mira con una expresión patentada de
hambrienta y salvaje lujuria, pero también extrañamente reverente y gentil.
Follamos perezosamente esta vez, sin la prisa inicial, nuestros cuerpos
moviéndose en sincronía hasta que veo las estrellas cuando otro clímax crece y
crece.
—Adelante, muérdeme todo lo que quieras, gatita. —Incita en mi boca,
sus ojos en los míos mientras obedezco, lamiéndolo, saboreándolo—. ¿Quieres
que mi polla esté en tu boca? —Su murmullo es ronco en mi oído, su aliento
caliente—. ¿Quieres estar chupando esta polla? ¿Mordiéndola?
Jadeo con hambre renovada. —Cuando muerdo, lo hago duro. —Con mis
brazos enganchados alrededor de su cuello, paso mis uñas en una parte de su
nuca, mis caderas inclinándose más rápido para mantenerse al día con su
ritmo creciente.
Su risa, una vez más oscura, sensual, íntima mientras roza el pulgar
húmedo a lo largo de mis labios, la cama chirriando bajo nosotros. —Si crees
que tengo miedo de un poco de dientes, necesitas llegar a conocerme mejor,
princesa. —Solo así, muerde mi labio inferior y lo succiona en su boca,
empujando más duro por lo que gimo.
Lo muerdo de vuelta, y gruñe con un sonido tan sexy que solo hace el
sexo más intenso. Mi cuerpo ceñido y húmedo lo sujeta con avidez porque lo
quiero dentro de mí tanto tiempo como pueda tenerlo, pero el placer es
demasiado para durar todo el tiempo que quiero, aunque al parecer ambos
estamos tratando de durar.
El colchón cruje bajo nosotros, más fuerte y más fuerte con sus
embestidas. Estoy siendo tan ruidosa, ¿y Greyson? También está liberando
bajos y masculinos ruidos de placer. —Prepárate, princesa, me voy a venir tan
duro —dice con voz ronca.
—Córrete —le ruego. No tiene idea lo mucho que anhelo sentirlo correrse
dentro de mí, correrse conmigo.
108

Espera para sentirme apretarme a su alrededor. Entonces, al momento


en que comienza para mí, se deja ir. Se viene con toda su fuerza, su cuerpo
ágina

tensándose como un arco, y cuando lo siento sacudirse dentro de mí, sus


manos apretando mis caderas, mi placer explota en mi interior hasta que estoy
convulsionando tan completamente que no puedo mantener los ojos abiertos.
Oh.
Mi.
Dios.
Me tiendo sin aliento en silencio por un momento, notando que Greyson
me está desatando. Frota mis muñecas con las yemas de los pulgares, luego
cae sobre su espalda y se queda mirando el techo, su pecho agitado, su anillo
en el pezón brillando con los pequeños rayos de la luz del sol asomándose a
través de la ventana.
El sol ya se está poniendo. Realmente no quería que se pusiera aún
porque no quiero irme todavía.
En silencio, voy al baño y cuando vuelvo a la cama, está mirando la
ciudad luciendo satisfecho y exhausto, con la camiseta toda arrugada, el
cabello todo revuelto, su hermosa boca hinchada por mí. Debería irme.
Probablemente, debería. En cambio, lo miro fijamente y a esa boca y me
pregunto cuántas mujeres besaron esos labios.
Muchas, Melanie.
Él me lo advirtió, pero no tengo ganas de ser advertida. Siento como si en
algún lugar, en el fondo, me está mintiendo. ¿Por qué me daría este collar de
otra manera? ¿Por qué me daría, una y otra vez, LA MIRADA?
Aun así, me tengo que ir, así que camino de regreso a la gran cama, mis
ojos buscando en el suelo mi vestido a pesar de que la idea de ir sola a casa en
mi apartamento hace que mi estómago se revuelva. Podría llamar a Pandora,
pero tendré que estar preparada para que me saque todas las repuestas,
supongo.
—¿Ves mi vestido? —le susurro.
Su voz es ronca por el cansancio, sus ojos entrecerrados mientras aparta
la sábana para mí.
—Sí, lo puse a un lado para evitar el desorden. Ven aquí y duerme un
poco.
Oh, Dios, realmente no quería irme, pero tampoco quiero que sepa lo
mucho que quiero dormir aquí esta noche.
Así que me quedo allí, desnuda e insegura por un momento.
—No me tengo que quedar —digo, pero tiene esa forma de mirarte, como
si estuviera al mando. Es muy extraño. Nunca he conocido a nadie que pudiera
109

tener tal control con una sola mirada.


Cediendo, me encuentro dirigiéndome ahí en silencio. Sus labios se
ágina

curvan mientras levanta la sábana y veo su cuerpo desnudo bajo la cubierta.


Me siento extrañamente incómoda mientras me deslizo en la cama con
él, primero sentándome en la esquina de la cama y rápidamente trenzando mi
cabello; de lo contrario no me dormiría, simplemente no puedo soportar
despertar y sentirlo en mi cara.
Siento su mirada curiosa observando cada movimiento, y cuando suspiro
y me acuesto de lado, frente a una chimenea de piedra en el lado opuesto de la
habitación, se ríe a mis espaldas. —¿Realmente planeas dormir por allá?
—¡No quiero molestar! —Me río nerviosamente—. Por lo general, no me
quedo.
—Te gusta follar y escaparte, eso está bien, princesa. Excepto por el
hecho de que no he terminado contigo.
Extiende la mano y me guía hacia él por mi trenza, y cuando no protesto
por la maniobra y en realidad me siento acurrucándome bajo su calor, exhala
suavemente. —Eres algo, no es así —murmura, tomando mi trenza en su puño
y obligándome a darme la vuelta y mirarlo. Luego inclina mi cabeza contra la
suya, frente a frente—. Tal vez dormiré esta noche; tú agotas a un hombre.
—¿Qué quieres decir? —Le echo un vistazo, noto su mandíbula tensa—.
¿No duermes?
—No muy bien, pero iré por ello si tú lo haces —se burla en voz baja.
—Entonces vamos por ello —digo, sonriendo.
Se siente como si, durante varios minutos, nos quedamos como estamos,
él con la más mínima curva en sus labios mientras yo sonrío por completo,
ambos mirándonos a los ojos. No tengo idea de lo que ve en mis ojos que lo
mantiene tan intensamente ensimismado, pero no puedo apartar la mirada
tampoco. Es tan cerrado y misterioso mientras que, al mismo tiempo, puedo
ver una ardiente tosquedad en su mirada, como si quisiera algo de mí
desesperadamente.
No algo: todo de mí.
—Ven aquí —dice con voz ronca. Hace el primer movimiento, pasando
uno de sus brazos a mí alrededor, tirándome a su lado. Me acurruco en su
gran cuerpo, un poco tensa al principio, pero al mismo tiempo, dolorosamente
consciente de cada lugar donde nuestros cuerpos desnudos se tocan. Donde
mis pechos se presionan en sus costillas, mi mejilla en su pecho, una de mis
piernas enganchada entre las suyas.
Dios, esto es tan íntimo como puedes ponerte con un hombre y no puedo
relajarme, no puedo respirar, no puedo formular un pensamiento.
110

Su respiración comienza a profundizarse y… oh, vaya. Está durmiendo.


Se quedó dormido sosteniéndome, con el brazo entrelazado sobre mis
ágina

hombros, y no entiendo por qué tengo mariposas por esto.


Hay un poco de sangre en su camisa, en la manga del brazo curvado a
mí alrededor. Toco la mancha roja, preguntándome si lo arañé. Entonces
levanto la mirada a su rostro hermoso y masculino, preguntándome sobre él.
Por primera vez en mi vida, quiero tumbarme en la cama junto a un hombre y
escucharlo respirar, lento y profundo, como él está respirando. No entiendo mis
reacciones viscerales hacia él.
Este caliente hombre con una habitación secreta. ¿Quién en el mundo
tiene una habitación secreta?
Este hombre la tiene. Y tengo tanta curiosidad acerca de él, estudio sus
rasgos y me digo que puedo dormir cuando esté sola… así que toco el anillo en
su pezón y lo observo tendido en su apartamento grande y solitario,
profundamente dormido, con un brazo a mí alrededor, preguntándome qué
otros secretos me guarda.

Un teléfono está sonando, y sonando, y sonando. Gimo y me doy la


vuelta, sintiendo algo contra mi cuerpo que es tan caliente y tan duro que
definitivamente no es una almohada. —¿Qué es ese sonido?
Somnolientos ojos color avellana se abren y encuentran los míos, y mis
pulmones se contraen de la manera más deliciosa. ¿Realmente dormí en los
brazos de este hombre? ¿Este hombre que me dijo que sería mi peor
pesadilla? Se sienta en la cama y mueve el cuello para desentumecerlo,
estirando sus brazos hasta que cada músculo está apretado y flexionado,
entonces maldice mientras el pitido continúa, agarra la molesta máquina, salta
de la cama y se aleja, completamente desnudo, hacia el balcón de su
apartamento. Examino su trasero con una sensación de hormigueo en la boca
del estómago. ¿Qué día es hoy? ¿Sábado? ¿Domingo?
Brooke. Remy. Boda, me recuerdo. Tú y Greyson.
Fusionados.
Sacudo mi sueño y me doy cuenta que he estado aquí más de treinta y
seis horas. Todo el sábado por la mañana y ahora, hoy, ¿ya es domingo?
Me estiro y mi cuerpo duele por todas partes. Recuerdo ayer. Comiendo
con él en el suelo, como un picnic. Tumbada en la cama. Provocándolo.
Mirándolo tocarse. Dios. No he tenido un fin de semana así de increíble ni en
111

mis sueños.
Me preguntó por mis fantasías anoche.
ágina

Me reí. —Bueno… podría tener una, pero no voy a decírtela —le susurré
con picardía mientras lo miraba—. ¿Cuál es una de los tuyas?
—Las fantasías son para las personas que no hacen lo que quieren.
—¿Así que lo has hecho todo entonces?
—Todo lo que he querido hacer.
—¿Incluyéndome?
Se rió, un sonido delicioso. —Incluyéndote. Ahora, un puñado de veces.
—¿Incluyendo un trío? —bromeé.
—Por supuesto.
—¿En serio? —Animándome por la curiosidad, apoyé la barbilla en su
pecho—. ¿Es divertido?
Pasó el pulgar por los hundimientos de mi columna, mirando mi sonrisa
con una propia. —Para el chico, sí. Las chicas no parecen ser capaces de
olvidar que no es una competencia.
—¿Solo haces tríos con dos chicas? —molesté—. Eso es muy idiota de tu
parte.
—Nena, no comparto a mis chicas con otros hombres, así no es como
actúo.
—Bueno, no podría compartir con otra chica tampoco. Patearía a la perra
de la cama ahora mismo. Querría ambas manos sobre mí, no solo una. ¡Pfft!
Se rió y tiró la cabeza un poco atrás, su voz fuerte y ronca, su manzana
de Adán balanceándose. —Eres suficiente para cualquier hombre, confía en mí.
Rezumaba tanta sensualidad que quería lamerlo. La forma en que me ha
estado follando es tan… ni siquiera puedo explicarlo. Nunca he sentido una
conexión tan fuerte, una conciencia tan primitiva de él como un hombre, y yo
como una… mujer. —¿Qué acerca del sexo anal?
Señor, su siguiente risa fue tan oscura y sexy. —Por supuesto. Eso
siempre es divertido. —Me miró, luego la comprensión apareció en sus ojos, y
comenzaron a brillar, demasiado intensamente cuando ahuecó mi culo con una
cálida mano de largos dedos—. Ven aquí, Melanie.
Mi corazón se aceleró por la lujuria engrosando su voz. Me encanta el
sexo. Es la única manera en que he conectado con el sexo opuesto, pero nunca
así. Nunca con nada arriesgado. Nunca donde tenía que confiar en que el
hombre que se encontraba conmigo no me lastimara.
—¿Quieres que follen tu culo con dedos, princesa? —susurró en mi oído,
y mi sangre corrió caliente en mis venas cuando hundió el pulgar a lo largo de
112

la fisura entre las curvas de mis glúteos. Todo mi cuerpo se apretó en


respuesta mientras se dirigía hacia ese lugar.
ágina

—¡Grey! —dije, mis mejillas ardiendo intensamente cuando su pulgar me


rozó, como el roce de una pluma.
—¿Se siente bien, princesa? —Me miró con sus ojos como whisky líquido,
sus pestañas parecían pesadas mientras tomaba mi labio entre los dientes
para no hacer un sonido vergonzosamente lascivo. Me puse tan húmeda que
escuché el sonido resbaladizo de su pulgar rozando mis pliegues antes de
empezar a arrastrar su mano hacia atrás de nuevo, pasando sobre cada nervio
de mi espalda, suave y lánguido.
—Me gustaría ser tomada de esa manera —confesé, mirando
profundamente sus ojos—. Pero solo con alguien en quien confíe. Quien se
preocupe por mí y mi seguridad.
—Ven aquí —me dijo, extendiéndome sobre él—. Solo voy a usar mi dedo.
Ya estás temblando tanto.
—Me gusta, se siente excitante, pero no lo sé… Greyson…
—Shhh. —Rozó sus labios sobre los míos para tranquilizarme. Estaba
duro debajo de mí. Le gustaba tocarme, susurrarme mientras me besaba y
poco a poco me relajé cuando metió su pulgar en mi culo, y cuando gemí,
inclinó mi cabeza hacia atrás y me besó lentamente un poco más—. Relájate,
déjame entrar. —Me provocó con su pulgar moviéndose, muy lentamente,
dentro y fuera, y empecé a temblar más, moviéndome sobre él hasta que sentí
la humedad filtrarse desde la punta de su polla contra mi abdomen.
Me rodo sobre mi estómago. En silencio, se inclinó y mordió una de mis
nalgas, ahuecando la otra en la mano mientras deslizaba su pulgar en mi culo
de nuevo.
—Dobla las rodillas, Melanie. —Pasó su mano por mi espalda mientras
hacía lo que me dijo, gimiendo suavemente.
—Greyson, se siente intenso...
—Deja que te tome, princesa. Dame esto. Joder, déjame verte
desmoronarte de esta manera.
Me acarició la espalda con una mano mientras que la otra me seguía
follando con el dedo. Las sensaciones se hicieron cargo. Gemí, cerrando los
ojos mientras su toque embriagador me hacía sentir cosas nuevas y profundas
para mí. Mordisqueó mi otra nalga y me folló con su pulgar tres veces más, y
cuando deslizó su dedo medio en mi coño, empecé a venirme. Y venirme. Y
venirme.
Presionó su polla contra mí mientras me corría, así podía sentirlo cerca,
tentándome, duro, palpitante, con la voz ronca por la excitación cerca de mi
113

nuca, expuesta mientras empujaba mi trenza a un lado.


—Eso chica —ronroneó, pellizcando mis pezones, frotando el borde
ágina

exterior de mi pequeño culo cuando las contracciones cesaron.


—Eso fue... increíble.
Me di la vuelta y rodó sobre su espalda y cruzó los brazos detrás de su
cabeza mientras yo trataba de recuperar el aliento. Pero era difícil respirar
cuando el aire estaba cargado con eso, con la lujuria, deseo, con esta atracción
química y animal que nunca antes había sentido. Quería su polla en mí, quería
hacerlo todo con él, ¿pero sería cuidadoso conmigo?
Su cuerpo rezumaba tensión, sus músculos tensos con ello, su polla
dura como un mástil de nuevo.
—¿Has tenido una gran cantidad de amantes? —susurré, agarrándolo en
mi mano, extrañamente celosa.
—Amantes, en realidad no. Folladas, sí. —Me agarró la cara con una
mano y le dio un apretón firme a mis mejillas—. Pero nunca he follado una
boquita como la tuya. Ahora abre, princesa.
Estuve mojada de nuevo cuando se enderezó sobre sus rodillas,
jalándome por mi trenza. Cuando me llenó, hice contacto visual con él, no me
quitó los ojos de encima, observando cada toque de mi lengua, cada centímetro
que lamía, cada exhalación que acariciaba su longitud. —Joder —dijo con voz
áspera, bombeando y sacando su placer. Pasé mi lengua sobre él, nuestros ojos
conectados como imanes—. Te gusta eso, ¿verdad? —susurró. La forma en que
me habló me excitó. Si me hubiera tocado otra vez, me hubiera venido. Casi
deslicé mi mano entre mis piernas y me toqué. En vez de eso agarré su base,
porque quería que fantaseara con esta mamada cuando se fuera...
Se sacudió y, por lo general, me apartaba cuando los hombres lo hacen,
pero cuando lo sentí tensarse y estuve a punto de retirarme, arrulló—: Hasta la
última gota de mi semen es tuya, Melanie. —Empuñó mi trenza, sus ojos
exigentes y comandantes, y de repente quería complacerlo, saborearlo, y lo
hice.
Cierro los ojos brevemente y exhalo los recuerdos de ayer. Cuando abro
los ojos, está en el balcón, aún en su teléfono. Sus piernas, gruesas como
troncos de árboles, están ligeramente separadas, largas y musculosas, y
ligeramente cubiertas de vellos. Sus pantorrillas son bien formadas y
poderosas, su bronceado dorado, su perfecto culo, tan perfectamente moldeado
como el triángulo invertido que forman sus anchos y musculosos hombros y
caderas estrechas. Y está justo ahí, para que cualquier persona con
binoculares lo vea, completamente desnudo. De pie allí.
Un jodido Dios del sexo.
Cuando Greyson abre la puerta de vidrio, todavía está en el teléfono.
114

Cuando regresa a la habitación y cuelga, me doy cuenta de que tiene un grueso


vendaje envuelto alrededor de su brazo.
ágina

Mientras se acerca, levanto las sábanas porque me encanta su calor, su


cercanía, su olor en mi piel.
—¿Trabajo? —pregunto.
—Se podría decir eso —dice mientras se mete bajo las sábanas conmigo.
Contengo la respiración porque su polla dura me dice que me anhela también.
Beso su garganta y curvo mis dedos alrededor de la mayor parte de su
circunferencia, amando lo duro que se puso tan rápido. Su pene se había
vuelto semiduro para el momento en que tomó la llamada, pero está
completamente hinchado de nuevo. Oh, mierda, realmente me gusta este chico.
¿Qué es lo que susurra cuando follamos?
Mi piel hormiguea por todas partes, recordando.
Me mira con ojos de sueño y los dedos de mis pies se curva con toda su
fuerza. Cuando me da esa sonrisa sensual, muero.
Inesperadamente, aparta lentamente las sábanas de mi cuerpo. La luz
del sol completa fluye a través de la ventana, y cuando lanza las sábanas de
lado para mirarme, me retuerzo en la cama.
—No lo hagas —protesto, tratando de subir las sábanas, chillando por la
vergüenza.
—Sí —responde con severidad. Agarra las sábanas en un puño y las
arroja a un lado otra vez, presionándome hacia abajo sobre mi espalda.
Inmediatamente pienso en mis cicatrices del riñón. —No estoy
acostumbrada a que me vean de esta manera.
—Tienes que acostumbrarte a que yo te vea —dice suavemente.
Aunque me he vuelto de un color rojo brillante, me tiene hipnotizada lo
suficiente como para quedarme completamente inmóvil, en la cama, mis
pechos suben y bajan mientras me mira. Su mirada, que me da esa sensación
como de un contacto directo, físico. Viaja por cada centímetro de mi cuerpo,
desde la parte superior de mi cabeza hasta los dedos de mis pies, como un
estremecimiento.
Nunca pensé que una mirada pudiera ser así de poderosa.
Me hace olvidar mis cicatrices, cada una de mis heridas.
Podrías pensar que porque me hicieron el trasplante de riñón cuando era
un bebé, la cicatriz sería minúscula. No lo es. Es una línea en la parte inferior
derecha de mi abdomen, y ha crecido con el resto de mi cuerpo. Se decoloró en
un rosa muy claro y el maquillaje hace maravillas por ella, pero el maquillaje se
ha ido por ahora.
Y Greyson la ve.
115

Traza la cicatriz con un dedo y coloca mi mano en su propia cicatriz. El


gesto solo me hace quererlo. Porque está marcado también, pero no se
ágina

avergüenza de ello.
Cuando se inclina y presiona sus labios contra mi cicatriz, mis ojos se
llenan de lágrimas.
—¿Qué pasó aquí? —murmura.
No sé por qué me emociona, pero parpadeo las lágrimas y deslizo mi
mano por su pecho sobre su propia cicatriz. —¿Qué pasó aquí? —argumento,
mi voz llena de emoción.
—Las damas primero —dice suavemente, relajándose y mirándome con
ojos que ya no están con sueño, sino que son oscuros y pacientes.
No estoy segura de que quiero que sepa que uno de mis riñones no es
mío. Que tengo un trasplante. Que tengo que tomar pastillas para asegurarme
que mi cuerpo no rechace el órgano de mi donante. Que tal vez en un par de
años, voy a tener que cambiar este por uno nuevo una vez más, si empieza a
fallar.
Estas no son cosas que le dices a un hombre cuando estás empezando
salir con él, o simplemente follar, o lo que sea que estés haciendo. Hay un
programa llamado el Millionaire Matchmaker, y nunca olvidaré como el experto
Patti regañó horriblemente a una chica que había soltado algunos problemas
graves en el regazo de un pobre soltero.
¡No hagas eso!
¡Los chicos no se preocupan por ello a menos que realmente se
preocupen por ti primero!
En silencio, toco el aro del pezón de Greyson en su lugar, y lo escucho
contener la respiración cuando le doy un tirón juguetonamente, sonrío al ver
sus de repente muy oscuros y hambrientos ojos, y digo—: Debería conseguir
un aro en el pezón.
Se ríe, y luego se vuelve serio y sacude la cabeza. —Sí, eso no va a
suceder.
—¿Por qué no?
Frota mi trasero. —Eso no va a jodidamente suceder. Nadie va a poner
una mano cerca de mis asuntos.
Me doy cuenta de que el vendaje grueso en su brazo derecho está
manchado con sangre, por lo que me siento con un sobresalto. —¿Qué te pasó
aquí? ¿Te arañé?
Simplemente sonríe para sí mismo mientras se aprieta el vendaje. —Se
necesita un poco más que la uña de una gatita para hacerme sangrar.
116

—Déjame ayudarte.
Moviéndome más cerca, tomo el vendaje y con cuidado lo envuelvo
ágina

alrededor de su brazo abultado. —¿Estás bien? —pregunto.


—Estoy bien —dice con desdén.
Cuando termino de envolverlo, impulsivamente coloco un beso en ello,
ubicando lentamente mis labios sobre él y cerrando los ojos mientras una
ternura me recorre. Un hombre que me hace sentir tanta ternura es tan ajeno
a mí. Por lo general, los hombres son solo... chicos conmigo. Ni siquiera
humanos. Más como enemigos que deben ser manejados con cuidado. Los
utilizo, en ocasiones. Pero lo que siento por este es la cosa más poderosa que
alguna vez haya sentido en mi vida. Casi como si lo conociera de antes. En
alguna vida pasada... en mis sueños...
Antes de que pueda levantar la cabeza, su nariz se encuentra con mi
oído, haciéndome sonreír contra su vendaje y me retuerzo cuando su aliento
me hace cosquillas.
Arrastra su mano suavemente por mi espalda y la coloca en la parte baja
de ésta. Este hombre hace que la parte baja de mi cuerpo se encienda, pero la
parte superior de mi cuerpo está recibiendo el mismo estímulo, solo pregúntale
a mi corazón, que no ha palpitado adecuadamente durante más de treinta y
seis horas. ¿Y me está dando esa mirada también? Levanto la cabeza, y mi
cuerpo hormiguea por completo. Su sonrisa es perezosa, somnolienta, y me
derrite.
—Eso me gusta —dice con voz ronca.
—¿Qué?
—Enfermera Melanie —susurra.
Algo dentro de mí zumba y tintinea y le gruño a la reacción instantánea
de mi estúpido cuerpo, entonces inclino mi cabeza para besarlo mientras
sostengo su cabeza y lo jalo hacia mí. Roza mis labios, burlándose de mí con
una sonrisa.
Gruño en protesta cuando la alarma de mi teléfono empieza a sonar
como loca, y me doy cuenta que es domingo, lo que es un hecho.
—Uffff, tengo un almuerzo con mis padres. —Cuando no parece muy
dispuesto a soltar mi cintura, empujo sus muñecas gruesas —. Señor, me
tengo que ir.
—Propongo que canceles —dice con pereza.
—No puedo. Soy la única que va al almuerzo, y siempre almorzamos
juntos los domingos. —Empiezo a reunir mi ropa interior y busco mi vestido—.
Puedes venir si quieres —se me escapa, y cuando me doy cuenta de su
expresión, agrego—: Sin compromisos. Quiero decir, es solo un desayuno. Ni
siquiera eso, es un almuerzo.
117

—Nah, no lo creo.
Todavía está somnoliento y en la cama, estirándose mientras comprueba
ágina

su teléfono, primero uno, luego saca otro. —¿Puedo usar la ducha, muy
rápido? —pregunto nerviosamente.
—Usa todo lo que quieras.
Una vez más me siento extrañamente tímida... No sé por qué me hace
eso. Normalmente, en una aventura soy desinhibida y puedo mandar un pobre
chico, si quiero. Pero está claro que no puedo hacer eso con él. Consciente de
sus ojos en mi culo cuando me retiro, camino al baño y enciendo el agua
caliente, entrando en la cabina. Lentamente exhalo mientras el agua corre
sobre mi cabeza.
Greyson entra en el baño justo cuando estoy saliendo de la ducha, y
mientras envuelvo mi cabello en una toalla y mi cuerpo en otra, abre el grifo de
nuevo y se ducha en un minuto.
Esto es completamente extraño para mí, estar con un hombre en el baño.
Brooke ha mencionado que después que Remy se ejercita, toman una ducha
juntos, y follan como locos. Me resulta terriblemente distractor. En una
manera rara. Infiernos, en una manera de “vamos a follar” también.
De hecho, termino perdiendo mi cerebro y me quedo ahí parada,
comiéndomelo con los ojos mientras se seca el cabello con una toalla sin
importarle su desnudez, sus hombros moviéndose, sus abdominales
tensándose, sus músculos en V que conducen a su hermosa polla, y lo juro es
tan grande, incluso en su estado normal…
—Acabo de darte algo de esto. ¿Pero parece que la dama aún anhela un
poco más?
Su voz hace que mis ojos se dirijan a los suyos y a esa sonrisa de infarto
mientras se quita un envoltorio plástico que colocó alrededor de su vendaje
para mantenerlo seco.
—Como si no me estuvieras tentando a propósito —digo con una sonrisa,
babeando cuando veo su culo musculoso caminar hacia su armario.
—¿Seguro que no quieres venir? —pregunto.
—Sí, estoy seguro. —Vuelve con algo de ropa arrugada en un brazo y se
para delante de mí con una sonrisa—. Me he venido lo suficiente por ahora.
—Idiota. Pero ya sabía eso de ti, ¿no es así?
Me inclino sobre el mostrador y comienzo a aplicar mi maquillaje de la
mañana.
—No lo decías en serio. ¿Lo de invitarme? ¿Cierto, princesa? —pregunta,
viéndose seriamente perturbado.
Frunzo el ceño. —Solo hablamos y almorzamos. No es como si ideáramos
118

un plan para conquistar el mundo ni nada secreto que no pudieras escuchar.


No es una cosa de “te presento a mis padres”. Urgh, pero olvídalo, me estás
ágina

mirando todo raro.


Comienzo a pasar mis dedos por mi pelo cuando viene y me abraza por
detrás, sosteniendo mi mirada en el espejo. Acuna mi cara y me da la vuelta,
luego su boca se encuentra cerca de mi oído, su voz tan gruesa como la
sensación de su polla contra mi cintura. —Todo lo que quiero últimamente es
arrastrarte a la cama y follarte por detrás, de lado, luego en varios ángulos de
frente, por lo que todos los músculos de tu cuerpo me recordarán cuando te
muevas hoy. Cada respiración te dolerá con cada paso que des. Quiero darte de
comer, y esparcir mi próxima comida encima de ti. Quiero lamerte, de pies a
cabeza, limpiarte en la ducha al terminar, luego quiero enjabonarte y acariciar
cada centímetro de tu sedoso cuerpo mientras te alimento con mi polla. Al
sacarte de la ducha, quiero secarte con una toalla, masajear tus dulces tetas,
darte la vuelta, y follar ese dulce culo como has estado esperando.
La sangre ha dejado mis otros órganos para solo concentrarse
fuertemente en mi sexo. Trato de alejarlo y no excitarme mucho por sus
atenciones. —Por favor, no ahora.
—¿Me quieres allí, Melanie? —Muerde el lóbulo de mi oreja y envía una
oleada de deseo por mis muslos diluidos cuando acuna mi culo como si le
perteneciera, su dedo más largo rozándome allí. Allí. Una vez más—. Aquí,
nena. ¿Me quieres grande y duro, más grueso que nunca, aquí? Quiero ser el
hombre con el que lo pierdas.
—¡Me vas a hacer llegar tarde para el almuerzo, y voy a estar molesta! —
protesto, golpeando su mano para alejarla y rápidamente girando de nuevo
hacia el espejo para añadir un poco de brillo de labios.
—¿Estarás molesta? —Su risa causa escalofríos en mi piel mientras me
abraza por las caderas y me mira a los ojos sobre la cima de mi cabeza—.
Sabes, tengo una cosa por princesas enojadas. Me enciende.
—Múdate a Europa, entonces.
Masajea mis nalgas en sus manos. —Tú enojándote, mostrándome ese
pequeño fuego, en serio me excita —continúa con esa voz ronca por la mañana.
—Oh, no me has visto enojada —le aseguro, pivotando alrededor—. Se
necesita mucho para hacerme enojar, pero cuando sucede, es un espectáculo.
No hay muchos artículos cercanos que sobrevivan.
—¿Ah, sí?
—Cualquier par de zapatos alrededor o... lámparas... podrían
encontrarse volando... estrellándose…. y muriendo.
—¿Es eso cierto? —pregunta, una luz burlona en sus ojos.
—Muy cierto. Hiervo a fuego lento, pero cuando lo hago, ¡SOY UN
119

VOLCÁN!
Mientras me obligo a ponerme mi ropa, todavía está desnudo, y antes de
ágina

que pueda cerrar la cremallera de mi vestido, me ha acorralado contra una


pared de espejos, mis pechos aplastados contra él.
Mis nervios crepitan ante el roce de sus labios. Pongo mi mano en su
pecho para empujarlo de nuevo, pero mis dedos parecen quedarse allí en su
lugar, asimilándolo, extendiéndose sobre su grueso, duro, delicioso y
musculoso pecho.
—Me tengo que ir —le susurro, frotando el aro en su pezón con mi
pulgar.
Malas intenciones cruzan a través de sus ojos mientras roza su boca
contra la mía. —Sabes dónde está la puerta.
Lame la comisura de mis labios. —Realmente, en serio me tengo que ir.
—Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, con la intención de darle un
beso rápido, pero él parece tener en mente un beso lento y más embriagador.
Lo hace.
Su mano se enreda en mi cabello húmedo y sostiene mi nuca mientras
me besa, profundamente, nuestras bocas con sabor a pasta de dientes y calor,
mi cuerpo arqueándose para acercarse a él mientras se queda allí, caliente y
duro, sosteniéndonos a ambos al tiempo que me derrito en su boca.
—Greyson… —protesto.
Pasa los dedos por mi pelo y me besa desde otro ángulo. —Nadie te
detiene, Melanie.
Giro mi cabeza para tener un mayor acceso a su boca también, frotando
mi lengua contra la suya, mis pezones en su pecho. —Dios, eres un peligro,
Grey.
—No tienes ni idea, princesa. —Me asalta con su lengua duramente y sin
pedir disculpas. Más besos, profundos y lentos, el tipo de besos que me hace
oír nuestra respiración, nuestros gemidos.
—Creo que sí piensas atarme y hacer que escoja palabras de seguridad.
—Respiro en medio de las hambrientas y perezosas chupadas de su lengua.
—Solo elige una.
Un suave gemido me deja cuando sus labios se arrastran por mi
garganta mientras pienso en mi palabra. —Idiota.
Su carcajada hace vibrar la zona entre las piernas, donde mi clítoris se
siente más sensible esta mañana, y de repente muy, muy adolorido. —Esa
maldita boca sucia pide a gritos ser callada —gruñe—. Pero para tu
información, la palabra que quiero oír la próxima vez que esté en ti
es Greyson. Esa es la palabra que quiero escuchar cuando esté detrás de ti…
120

—No lo haremos... no haremos eso. —Casi puedo oír las palpitaciones en


mi estómago, mientras trato de escapar.
ágina

Pasa sus manos hasta la parte baja de mi espalda, encerrándome. —


Pronto, lo haremos —promete en voz baja.
—No lo haremos. ¡No confío en ti!
Se apodera de mi barbilla y me mira directamente a los ojos, hablando
con deliberada lentitud, como si fuera retrasada. —Puedes confiar... que no
permitiré que cualquier otro imbécil… esté en tu dulce y apretado culito, de
seguro como la mierda que puedes confiar en eso.
Me quejo. —Tu boca es más sucia que la mía. ¿Por qué siquiera te
interesas en mí?
—Por la misma razón que vas por ahí, follas hasta los sesos a un tipo
cualquiera, terminas lastimada y sigues buscando lo que quieres. Hay tres
cosas en las que no soy bueno. Confianza. Que me estén dando órdenes; tengo
bastante de eso de mi padre. Y negarme a mí mismo lo que deseo.
—¿Y tú me deseas?
Me quedo quieta bajo la cálida sensación de sus labios de repente
presionando en mi garganta, arrastrándose hasta mi oído, cuando susurra una
advertencia—: Eso es un eufemismo, pero sí. Te deseo. —Da un paso atrás—.
Quiero esto de una manera que no se supone que desee, Melanie. Solo no me
confundas con tu príncipe azul.
Las palabras me golpean. Directo.
Me golpean tan duro, dejándome sin aliento.
—Si lo hiciera, solo lo arruinarías —le digo, rodando mis ojos—. Adiós,
Greyson.
Odio el silencio que me sigue desde ahí.
121
ágina
HACIA DONDE ME DIRIJO
Traducido por Aimetz Volkov
Corregido por Valentine Rose

Greyson
—La siguiente cosa que sabes, es que estarás yendo a una maldita iglesia
un domingo para cantar en coro —cacarea Derek mientras me lleva a la casa
de los padres de Melanie.
¿Por qué está llevándome a la casa de sus padres, te preguntas?
Porque parece como que estoy tomando un desayuno tardío hoy.
—Cierra tu maldita boca —gruño.
Derek se ríe y sacude su cabeza, y miro malhumoradamente por la
ventana.
—Aaaaaahhhhh, Dios, no puedo creer esto —me digo mientras froto mi
cara y bajo la mirada a mi ropa limpia. Tomé el riesgo de no usar ninguna
arma y me siento más allá de estar desnudo… me siento estúpido. Como algún
chico de último curso yendo a buscar a su cita.
Hay algunas cosas que simplemente sabes que son correctas o
equivocadas. Y sé que el sentarse en un desayuno tardío del domingo con los
padres de una mujer es donde no pertenezco.
Mi jersey pica. Tiro de este airadamente mientras camino hasta su casa
adosada. Sé exactamente dónde está su casa porque he hackeado todos los
sistemas de Melanie, leído cada página, recibo, y artículo con su nombre en él.
122

Podría ser una plaga en piernas aproximándose a la casa de dos pisos, lo cual
es como me siento, fuera de lugar mientras golpeo la puerta con mis nudillos.
ágina

Hay parcelas de flores cerca. Huele... a césped recién cortado. Casi recuerdo
ayudar a mi madre a cortar el césped hace trece años. En una casa como esta.
Han pasado trece años desde que caminé a través de puertas como éstas, en
un barrio como éste. Ya no pertenezco aquí, maldita sea.
Derek ondea una mano hacia mí desde el coche y le saco el dedo, luego
grito—: Llevaré las sobras para ti.
Me saca el dedo de vuelta. —Comeré un burrito de la gasolinera, pero
seguro que eres el epitome de la amabilidad esta mañana, jefe.
Ignorando la pulla, porque por supuesto no estaba con el humor más
resplandeciente durante nuestro viaje aquí, nunca lo estoy, golpeo la puerta
por tercera vez.
No sé realmente con certeza cómo reaccionará Melanie ante mi presencia
aquí, pero voy a darle un poco de ayuda y actuar como si ya sé que estará
malditamente encantada de verme. Punto.
Una sirvienta abre la puerta. —¿Sí?
Recorre su mirada sobre mí como si no pudiera evitarlo, luego escucho
una voz similar a la de Melanie. —¿Quién es, Maria?
—Gracias, encontraré mi camino. —Suavemente entro en la casa y me
dirijo al ruido viniendo del comedor con facilidad.
El padre de Melanie se levanta de su silla, sorprendido, aunque no
alarmado. Algunas canas están esparcidas en una cabeza llena de cabello, y
tiene el tipo de rostro que permanentemente lleva una sonrisa. La madre de
Melanie, por otra parte, permanece sentada con los ojos amplios; una mujer
hermosa con una pálida, sensible expresión y los ojos casi del mismo tono que
Melanie.
—¿Melanie? —pregunta su padre. Vago por su cuerpo con mi mirada, y
cuando nuestros ojos se encuentran, la veo tirando ligeramente de un mechón
suelto de cabello, nerviosamente buscando una explicación. ¿Qué? ¿Ahora está
dejándome aquí como un idiota? Corrientes de electricidad crujen entre
nosotros, y siento a mi cuerpo responder.
—Señor y Señora Meyers —digo a las personas sentadas en la mesa del
comedor—, siento mucho haber llegado tarde.
—Mamá y papá, este es Greyson. Fue conmigo a la boda de Brooke y
Remy. Es…
Alza su rostro hacia mí por ayuda. Sus ojos amplios y brillantes, y Dios,
esta chica jode con mi cerebro. Mi mente parpadea con imágenes de ella: la
mujer juguetona, la sirena en mi cama, la enfermera quien me cubre y me besa
después, y puedo sentir el fuego en mis entrañas mezclándose en mi alma.
123

Tranquilamente digo—: Soy su nuevo novio, y es un placer conocerlos.


Sacudo la mano de su padre y mantengo su mirada. Su madre se lanza
ágina

hacia mí y casi se desintegra en mis brazos. —¡Estoy tan encantada de


conocerte!
Incómodo como la mierda por la calidez inmediata a mí alrededor, me
separo y levanto la cabeza hacia Melanie. Mi cuerpo se siente cargado sólo
estando cerca del suyo. Ahora con lujuria, puedo entender.
—No es mi novio, es sólo un amigo. —Ríe Melanie, jugando un papel
para ellos. Con una sonrisa divertida, me mira, luego bromea—: ¿Cambio de
planes?
Saco la silla junto a ella. —Parece que sí.
Su madre aplaude entusiasmadamente. —¡Oh, vamos a tener a un nuevo
miembro para jugar a las mímicas!
Mátenme. Por favor.
No he tenido una cena familiar en toda mi vida, ni siquiera cuando mi
madre estaba conmigo. Nunca con mis padres en la mesa. No como en mesas.
No paso el rato con familias. En sus hogares.
No sé por qué la seguí aquí.
Mentira. Sí lo sé.
Ella es mi marca, pero me ha marcado. Culpabilidad, una emoción con la
cual no estoy familiarizado, fastidia en el fondo de mi mente cuando sus padres
instantáneamente comienzan a enlistar todos los talentos de Melanie. Creo que
me veo como un hombre decente. Parezco más que decente. Creen que, si ella
me gusta, la merezco. Joder, esto duele.
—Greyson King, mmm... Estoy tratando de pensar en algunos Kings que
conozco. —Su padre frota la barbilla—. Estamos en el Condado King, después
de todo. ¿Qué hay de la estación de televisión KING-5…?
—No, no soy de aquí.
—Greyson, puedo decir que nuestra pequeña saltamontes no sólo es una
decoradora increíble, hace un perfecto helado casero desde los días cuando
Lucas y yo teníamos una pequeña heladería. Realmente puede cocinar, ¡sí que
puede!
—Sólo cuando me obligan —dice sonriendo.
Jódeme otra vez, pero luce adorable, de alguna manera vulnerable y
juguetona.
Me pone malditamente caliente.
Duro.
124

Posesivo.
ágina

Protector.
¿Qué demonios?
—Así que, ¿cómo se conocieron? —Quiere saber su madre.
Melanie suspira. —Salvó mi coche de la lluvia un día.
Los ojos de su madre se vuelven enormes. —¿Cuándo te encontrabas en
medio de la lluvia? —le pregunta a Melanie, como si ya hubieran hablado de la
noche en que nos conocimos.
Melanie se sonroja; ¿cómo puedo perder la manera en que sus mejillas
arden en rojo brillante? El fuego en mis entrañas crece aún más cuando me
doy cuenta de que ha hablado de mí con su madre.
—Greyson, espero que no creas que estamos siendo demasiados
entusiastas, pero Mel nunca ha traído a un chico en veinticinco años. Ni
siquiera a un amigo.
—Veinticuatro —corrige la princesa.
—En poco más de un mes serán veinticinco años —dice su madre,
rodando los ojos y luego me mira a través de sus pestañas—. Nuestra Mel
siempre hace una celebración —me dice, sus manos en modo de oración bajo
su barbilla—. ¡Este año no podemos esperar a ver qué planea!
Por primera vez noto que mi chica fiestera parece pérdida para hablar. —
Podría pasar este año, todo está muy caro.
—Tonterías. ¡Son veinticinco años! —dice su padre.
El silencio de Melanie está cargado con un dolor que es palpable. De
repente, estoy concentrado en el hecho de que los tres estamos mirándola
mientras baja la mirada a su plato, su labio atrapado debajo de los dientes. Mis
dedos se retuercen a mis costados y un destello de preocupación me golpea
cuando me doy cuenta de que está triste, el destello del dolor es seguido de un
destello de determinación para hacerlo mejor.
Dios, ella ilumina la habitación. Cuando está triste es casi como si la luz
simplemente se apagara. Vivo en oscuridad lo suficiente y estaré condenado
antes de dejarla ver apagar su luz.
—¡Muy bien, así que mímicas será! —Su padre aplaude con entusiasmo
fingido.
Debajo de la mesa, robo un toque del muslo de Melanie y froto en un
movimiento lento, suave, que nunca he usado en una mujer, pero que ella saca
en mí; no obstante, me elevo cuando sus mejillas enrojecen y sonríe de nuevo,
su tristeza olvidada. Juro que su sonrisa se dispara a mi cabeza como una
montaña rusa.
125

Debería sentirme como un ladrón, como si estuviera robando este


momento que no me pertenece. En cambio, es demasiado fácil pretender que es
ágina

legítimamente mío.
—Saltamontes, qué dices de chicos contra chicas. ¿Eh, Greyson?
Pronto Melanie camina estirando su cuello, frunciendo sus labios e
inclinándose hacia delante y besando ligeramente en el aire. Es sexy, divertida
y tonta, y lo que hace, de alguna manera, dispara un galón de sangre directo a
mi polla.
Aparentemente este juego incluye tarjetas. Tomamos una categoría. El
papá fue por los animales. Y ella está actuando como un animal raro.
—El equipo que adivina más, gana —me dice su padre, golpeando mi
brazo—. No te preocupes, nuestro pequeño saltamontes nunca adivina
correctamente… ¡Una grulla! —grita de repente.
—¡Sí! —chilla ella.
—¿Vas primero, o lo hago yo? —me pregunta su padre.
—Por supuesto, señor. No muero por hacer el ridículo todavía. —Se ríe y
saca una tarjeta y veo que es un oso.
Extiende sus brazos y camina por allí. —¡Gorila! —grita Melanie. Él me
sonríe y levanta los brazos en el aire, más alto.
—¡Garañón! —chilla la Señora Meyers.
El Señor Meyers me lanza una mirada y levanta sus cejas hasta la
coronilla de una manera que dice ¿Ves? Estas mujeres no tienen ni idea.
Continúa actuando hasta que estoy riendo entre dientes, mirándolos,
hasta que es mi turno. Lanzo un vistazo a escondidas por la ventana y me
aseguro de que no soy visible; si Derek ve esto, es el final de Cero. No habrá
más respeto para Cero.
Saco una tarjeta y consigo un perro. Comienzo a gruñir y hago lo primero
que puedo pensar, tomo una almohada y mastico en la esquina.
—¡Lobo! —grita su madre.
La coloco entre mis dientes y la muevo de un lado a otro.
—Oh Dios —dice su madre.
Melanie se está riendo a más no poder, y me siento como un imbécil.
Diablos, quiero que adivine, pero demonios, no voy a lloriquear como un perro.
Suelto la almohada y me doy por vencido; está aferrando su estómago,
riendo y tan caliente mientras viene y aleja la almohada, juguetonamente
recorriendo sus dedos a través de mi cabello. Puedo ver la dinámica familiar
ahora tan claramente.
—Mi abuela solía decir —me dice, con un último toque de mi cabello—,
126

quienes juegan juntos, se mantienen juntos.


Ha estado protegida toda su vida. Feliz. Jugando un inocente, divertido
ágina

juego. Ella brilla. Todos brillan. Es ridículo y estúpido y nunca en mi vida quise
ser estúpido y ridículo. Mato, chantajeo y estafo lo ridículo y estúpido.
—¡El que pueda hacer el mejor truco consigue el último brownie!
—Ahora, hijo —me dice su padre después de ese anuncio—, cualquier
truco que puedas hacer, ahora es el momento para hacerlo. Esos brownies son
asesinos, te lo aseguro.
—¡Vas primero, papá! —exclama Melanie.
El Señor Meyers comienza a hacer un baile ruso, con los ruidos
incluidos. Su madre hace como un verdadero gorila. Melanie me mira, entonces
acuna su boca y comienza a rebuznar como burro. Finalmente, todos me
miran.
Mierda. ¿En serio?
Esto es tan estúpido.
Pero…
Es la forma en que ella me mira, curiosa, feliz. Me trae de nuevo a donde
está. Y me hace ver el comedor para ver qué demonios puedo hacer. Veo un
jarrón con margaritas en la mesa. Son de color rosado eléctrico, tan princesa.
Agarro un cuchillo y retrocedo varios pasos, lo lanzo a través de la
habitación, sobrepasándolos. Y acierto en el centro de la margarita en la pared
más lejana.
Silencio.
—¡Santo guacamole! —grita su padre.
—¡Ese es un truco increíble! —exclama su madre.
Melanie me trae el brownie mientras desprende la margarita, y cuando
me entrega la flor, le ofrezco la flor.
—Ese es un truco interesante —dice, examinándome y oliendo la flor—.
¿Te enseñan eso en la escuela de seguridad?
—¿Te enseñan a hablar burro en Decoración 101? —Quiero hacerla
sonrojar, y funciona. Se ríe.
Mi efecto en ella es como una droga y se dispara directo a mi cabeza,
mareándome.
—Ese fue un truco genial. —Escucho a su padre susurrar a su madre,
pero estoy consumido por mi maldita malhablada princesa parada cerca,
jadeando y emocionada, juguetona y cálida y llena de promesas de cosas que
nunca he tenido en mi vida.
127

Le ofrezco un poco de mi brownie, y lo muerde. Comienzo a quitar su


cabello de la frente y cuando levanto la mirada, sus padres están
ágina

observándonos con esas grandes sonrisas en sus caras, como si estuvieran


emocionados de que su saltamontes finalmente encontrara a un tipo “amigo”.
Y veo, justo aquí y ahora, que eso es lo que el Underground me quitó.
Deudas
Traducido por Anty, Jadasa, Youngblood & Dannygonzal
Corregido por Amélie.

Melanie
Follamos antes de que él abandone la ciudad.
Directamente de lo de mis padres, me siguió hasta mi apartamento,
arriba en el ascensor, a mi puerta. Me paré allí, empezando a decir adiós.
Aplastó mi boca con la suya, me levantó, y me llevó de allí al dormitorio.
Me tiró sobre la cama y arrancó mi ropa, luego la suya. Mi cuerpo
temblaba y mi respiración se estremecía mientras se dejaba caer sobre mí.
Me mantuvo presionada, con una mano en mi hombro, la otra en la
cadera, y me folló duro. Grité y me retorcí, rastrillando mis manos por su
espalda.
—Mírame.
Lo intenté, gimiendo.
Deslizó su mano por mi espalda, bajo la caída de mi cabello y me sostuvo
por el cráneo, inclinando mi cara hacia arriba. —Di que lo amas —ordenó—. Di
que jodidamente lo amas.
—Lo amo —gemí.
Su boca cayó sobre mí y me dio el beso de mi vida, la follada de mi vida.
Cuando liberó nuestras bocas, ralentizó el paso y dijo de nuevo, más ronco—:
128

Mírame. —Llenándome hasta la base con caliente y palpitante carne viva.


Lo miré y me devolvió la mirada, codicioso, fuerte, conduciéndose una y
ágina

otra vez dentro mío. Sin retenerse. Cada movimiento diciéndome que
necesitaba esto tanto como yo.
Mi clímax me tomó como una tormenta. Con cada estremecimiento que
me recorrió, uno más profundo corría a través de él hasta que los dos
estábamos jadeando y desechos. Apreté mis muslos y brazos más en torno a él,
sosteniendo su cuerpo duro y pesado contra el mío, manteniéndolo un poco
más dentro de mí.
No quería dejarlo ir. Mi rostro se hallaba mojado de nuevo por mi
orgasmo, pero de repente me dieron ganas de llorar un océano.
Tengo miedo de lo que me hace sentir, y de la realidad de mi situación.
Tengo miedo porque debo todo este dinero y no he tenido compradores
para mi Mustang, y cuando mi tiempo se agote tres días después de mi
cumpleaños, una docena de mafiosos enojados vendrán a llamar a mi puerta y
nadie será capaz de ayudarme. Nadie será capaz de detenerlos. Ni siquiera él.
No sé lo que voy a hacer. No sé qué hacer. Pero nadie me hace sentir tan
emocionalmente vulnerable y tan físicamente segura como él cuando me
sostiene.
El hecho de que vino a almorzar, inesperadamente, me dijo más que
todas sus advertencias. Exhaló en mi cuello y nos colocó en una posición más
cómoda, en la que me mantuvo a su lado, y sentí emociones extrañas
agobiarme.
No seas necesitada, me dije, pero me sentía como una impostora.
Todavía me oí susurrar—: Todo lo que dijeron mis padres…, no lo creas. Ellos
solo piensan que soy perfecta, pero aparento.
Me aparté de él y aferré la sábana alrededor de mí.
Se sentó en la cama. —Sé sobre fingir.
—Mi vida vino a un precio muy alto y es difícil estar a la altura.
Al instante se acercó y puso una mano en mi hombro, trazando un
círculo en mi piel con el pulgar. —Mi vida ha venido a un alto precio también.
Todos los días. —Apartó un mechón solitario de pelo de mi cara, nuestros ojos
encontrándose—. Tantos días tratando de encontrar un jodido significado en
ella.
La revelación me dejó sin aliento, y esperé y esperé y esperé por más, vi
que había más en sus ojos, pero se levantó y agarró su ropa.
—Estoy contento de ser querido aquí, Melanie —dijo, lanzándome una de
sus muchas sonrisas ganadoras.
Cuando empezó a vestirse, me di la vuelta hacia la ventana y apreté mis
129

brazos alrededor de mi estómago, tratando de aliviar el dolor allí. Uf. Odio que
se esté marchando de nuevo. Odio que esto podría ser una despedida.
ágina

Quería preguntarle si volvería a verlo, pero antes de que pudiera, habló


desde la puerta.
—Mantente a salvo, princesa.
Me obligué a contestar—: Adiós, Greyson.
¿Cómo puedo saber tan poco acerca de alguien y, sin embargo,
necesitarlo tanto?
No ha llamado, pero este lunes por la mañana tengo otro tipo de llamada,
y con ella, una oferta para mi Mustang.
Le pregunto a Pandora mientras nos instalamos en la oficina. —
Entonces, ¿qué piensas? ¿Es una buena oferta?
Su respuesta es preguntarme por qué estoy vendiendo mi auto.
Mierda. Trato de pensar en algo más que la verdad, que se tiene que ir y
que probablemente necesito vender todo, salvo la camisa en mi espalda, e
incluso entonces las matemáticas pueden no sumar, pero simplemente no
puedo decírselo. —Es poco práctico.
—Amiga, tú vives para lo impráctico.
—¡Se inundó! Tiene un chirrido ahora.
—Lo que es lindo teniendo en cuenta que tú rechinas también.
—Uf, eres imposible.
—Melanie... deja de comprar mierda y no tendrás que vender tu coche.
¿Ves esta camisa? Hago algo que se llama lavarla tres veces a la semana. Solo
necesito un par de estas y eso es todo. ¿Ves estas botas? Son mi firma. No
necesito otro par de zapatos.
—Este no es un problema de compras, es un tipo diferente de problema.
—¿Qué, como una adicción? —Su frente se arruga con preocupación.
—Quiero venderlo, eso es todo —murmuro.
—¿Quieres venderlo o necesitas? —Perspicaces ojos oscuros de repente
me investigan en silencio—. Tengo una idea. Vende el collar que tu novio te
dio.
—¡Da! ¡No lo creo! —La desestimo con una mano y luego me vuelvo
sombría—. Quiero vender mi coche, y necesito tu consejo. ¿Es una buena
oferta, Pan?
—Soy una maldita decoradora como tú, no sé una mierda de coches.
Pregúntela a tu papá. Demonios, pregúntale a tu precioso novio.
—¿Sabes qué? ¡Lo haré! ¡Voy a preguntarle jodidamente ahora! Estará
encantado de saber de mí —Saco mi teléfono—. Incluso vino a almorzar.
130

—Vaya, lo arrastraste a lo de tus padres. Realmente —dice Pandora,


entonces cacarea hacia mí en advertencia.
ágina

—¡Oh, cállate, Maléfica! —grito enojada, golpeándola con la almohada


recién tapizada de un cliente de la cual comprobaba su calidad.
No voy a decirle una mierda más.
Ni siquiera voy a explicarle las complejidades de lo que hacen dos
personas solteras… ¿qué estamos haciendo?
Estamos teniendo sexo, eso es lo que hacemos.
Pero no quiero que sea sólo sexo.
No sé cuántos secretos mantiene Greyson, pero tiene una habitación
secreta, y se niega a hablar por teléfono cerca mío, ambos de los cuales son
extraños. Aun así, tengo un secreto por mi cuenta, así que no es exactamente
justo sentirse de esta manera. Me encantaría decirle, y sólo a él, del mío. Sin
embargo, al mismo tiempo, rezo para que sea el último hombre en saber.
¿Cómo contarle a un tipo con el que estás saliendo o durmiendo o lo que
sea, un tipo cuyo respeto y admiración es lo que quieres, que pediste,
que rogaste, a un grupo de mafiosos por más tiempo porque les debes más
dinero del que pensabas? ¿Cómo decirle que levantaron tu falda y te dijeron
que te darían una extensión, de sus pollas, si no pagabas a tiempo?
Me dan ganas de vomitar recordando la noche en el callejón. Nunca
podría decirle esto a alguien en voz alta.
Reviso mis mensajes de texto. Fue el último que me envió un mensaje.
Hace mucho tiempo, cuando visitó mi apartamento, y pregunté quien venía a
visitar, y me dijo Yo.
Me dije que no quería pasar por todos los juegos de adivinanzas de
nuevo. Si me quiere, me quiere. ¿Verdad?
Pero mi regla esencial de los mensajes de texto se queja de mí. Hoy en
día las relaciones son mucho más igualitarias.
Poco a poco inhalo y le envío un mensaje, ¿Estarás en la ciudad este
fin de semana?
Y para mi sorpresa, responde de inmediato.
Sí.
Mi corazón empieza a tronar. Le respondo de inmediato. ¿Algún plan?
Planeaba buscar a mi princesa.
Ahhhh. Amo eso demasiado.
Ella quiere cocinarte la cena. ¿Quieres venir?
Lo haré. Y tú también.
131

Sonrío con deleite. Sexy sinvergüenza.


20:00 ¿viernes?
ágina

No podría estar más feliz cuando le digo a Pandora, exagerando—: Él


viene a la ciudad este fin de semana sólo para verme.
—Bravoooo por ti. —Suena aburrida.
Durante la semana, me entierro en el trabajo y en conseguir que algunas
de mis pertenencias personales sean enviadas a una tienda en eBay para poder
liquidarlas, y rápido. Mi armario de repente parece enorme ya que mantuve
solo un par de zapatillas, un par de tacones, un par de sandalias, un par de
Uggs, y un par de botas de lluvia. También reduje a sólo tres pares de
pantalones, dos pares de vaqueros, un pequeño surtido de blusas y los vestidos
más básicos. Desprenderse de mis accesorios fue lo más difícil. Pero mantuve
los más coloridos para asegurarme que podría seguir usando tres colores todos
los días, incluso si los toques de color en su mayoría provienen de mis
accesorios.
El viernes por la tarde, me voy a derrochar en Whole Foods, porque no
voy a cocinar comida barata para Greyson, simplemente no podía. Así que traje
a casa una bolsa de papel llena de alimentos sanos y frescos, me deslizo en el
único delantal que conservé, uno con volantes de color amarillo de
Anthropologie, y cocino una cena hecha en casa para él, porque parece como
una cosa agradable de “bienvenido a casa” por hacer.
Eligiendo el menú sabiamente me decidí por ensalada de rúcala y pera
con queso de cabra y un poco de vinagreta, mi pasta con pesto especial, una
hogaza de pan casero y tartas de manzana con canela espolvoreada de postre.
Siempre pienso mejor cuando estoy cocinando. Esta vez que estoy
cortando y preparando la comida, pienso en cómo poco a poco estoy
empezando a reconocer mis propias necesidades, como mujer, necesidades que
nunca me había dado cuenta que no se cumplían por dormir con una docena
de tipos diferentes, necesidades que no podían cumplirse hasta que haces una
verdadera conexión, escalofriante, poderosa, inexplicable, con alguien. Alguien
con quien menos te lo esperas. La cara de Greyson me acecha, serio, sonriente,
pensativo. No puedo dejar de recordar y reproducir sus diferentes tipos de
sonrisas. La socarrona, la sensual, la indulgente, la somnolienta, la plana que
le da Pandora, y la que está casi allí, pero no del todo, como si no quisiera dar
rienda suelta y ceder a ella…
La que más me encanta.
132

Porque se siente como que estoy sacándola de él, incluso cuando no


quiere que lo haga. Como si estuviera dándome algo que no tenía intención de
ágina

darme.
—Algo huele bien por aquí y mi apuesta es que eres tú.
Mi sangre se dispara cuando reconozco la voz cálida, suave detrás de mí.
De alguna manera, ¡Greyson se metió y se arrastró hacia mí! Sin hacer un solo
ruido. Y ahora desliza su enorme brazo alrededor de mi cintura y me da vuelta,
el movimiento me coloca a más quince centímetros de un chico malo con sus
labios a solo un pelo de distancia de los míos. Mis sentidos se tambalean
mientras absorbo su cercanía y deslizo mis manos en una rápida y codiciosa
exploración de sus gruesos brazos.
—Hola —jadeo —. Yo…
Me besa durante un minuto entero.
Un minuto y medio.
Nuestros labios moviéndose, mezclándose, mis rodillas sintiéndose
blandas porque sus besos son mejores que cualquier cosa que he tenido. Y
ahora no puedo pensar o hablar o apenas pararme en mis propios pies.
Retrocede y siento que me sonrojo ante su acalorada valoración. —Me
gusta esto —susurra y señala mi delantal, y el ligero deleite en sus ojos me
hace sentir como si hubiera ganado el primer premio en Iron Chef, y ni siquiera
ha probado mi comida todavía.
—Te va a gustar todavía más cuando te des cuenta que planeo
alimentarte con el postre yo misma —susurro. Su mente sucia parece obtener
lo mejor de él, porque se ve voraz al instante. Riendo, le insto a sentarse en
uno de los dos taburetes en el extremo de la isla de la cocina—. No es lo
que piensas, ¡es comida real!
—¿Te vas a quitar esto para mí? —Tira de la faja de mi delantal.
—Tal vez si terminas tu comida como un buen chico.
Se ríe, un sonido rico y pleno, su sonrisa devastadora, adueñándose de
mi cerebro. —Te gusta más cuando soy malo —señala.
Reprimiendo mi sonrisa, saco el plato de pasta con un guante,
consciente de que se da cuenta que solo estoy usando un vestido corto debajo
de mi delantal, tal vez incluso puede ver que estoy sin ropa interior. El
pensamiento envía un hormigueo a través de mí.
Hay silencio y un crujido del taburete cuando se inclina hacia atrás, se
quita los zapatos, y tiene un tono confuso, casi divertido en su voz ronca
cuando me habla, frotándose la mandíbula mientras me observa serpentear
alrededor de la cocina. —Me sigo preguntando lo que haces todo el tiempo. —
133

Hace una pausa, y luego, con la voz más baja y más gruesa que nunca—. ¿Me
extrañas?
ágina

—¿Qué clase de pregunta es esa?


Me da una sonrisa pícara. —Una de la que quiero saber la respuesta.
Le devuelvo la sonrisa con una propia mientras nos sirvo a ambos, y
cuando coloco su ensalada y pasta, sujeta su mano desnuda alrededor de mi
muñeca. —¿Lo haces?
Nuestros ojos se encuentran, y suavemente aviva un fuego que crece en
mí mientras frota su pulgar por el interior de mi muñeca.
—¿Lo haces? —pregunta, en voz baja.
—Sí —susurro. Trazo con mi mano libre su mandíbula e impulsivamente
me inclino para besar su mejilla. Añadiendo, cerca de su oído—: Mucho.
Me mira como un depredador mientras voy tomar mi asiento en el
taburete al otro lado de la isla.
Nos sonreímos el uno al otro, esas sonrisas que parecen extenderse en
nuestros labios al mismo tiempo; desde el momento en que nos conocimos,
siempre ha sido así. Me he dado cuenta, por fin, que trajo vino, y veo como
abre la botella, busca en mi gabinete por vasos, y se vuelve para servir un vaso
para mí y otro para él.
Chocamos los vasos, sonriendo, y antes de beber, murmura—: A ti,
princesa.
—No, a ti —contesto, tomando un sorbo.
—Te gusta ir en mi contra, ¿verdad? —ronronea, todavía revolviendo y
oliendo su propio vaso.
Me río y de repente me siento como la cosa más sexy en la existencia
cuando empiezo a comer. Como si cada movimiento tiene la intención de
seducirlo, excitarlo y estimularlo.
Ni siquiera mis alientos escapan a su atención.
Lo siento mirar mis dedos, mis brazos, mis hombros desnudos, mis
labios. Pincho con el tenedor un poco de ensalada y lo veo cortar un pedazo de
pan que se mete en la boca. Bebemos en silencio, mirándonos el uno al otro,
disfrutando de la mutua compañía. La mirada de cada uno. La energía de cada
uno. Soy una decoradora que cree en el feng shui. Creo en el yin y el yang.
Nunca he sentido un yang tanto para mi yin. Nunca.
—¿Te gusta la comida? —pregunto.
—¿Soy el primer hombre para el que has cocinado?
Entrecierro los ojos, bebiendo un poco de vino tinto por valor, pero no
134

hay cura para los nervios girando en mi estómago. —¿La verdad? Sí. Eres tú.
Así que piensa muy bien tu respuesta —le advierto.
ágina

—Cada cucharada fue tan deliciosa como tú.


Sonrío. —¿En serio? —Sintiéndome insegura, reviso sus platos y noto
que ha limpiado los dos.
Se da vuelta, y su mirada cae de mis ojos a mis hombros a mis pechos.
—Estoy listo para el postre.
—Espere, señor, no he acabado. Tengo un poco de postre real que no soy
yo, ¿sabes? —Enrosco un poco de pasta en el tenedor un poco más rápido y lo
meto mi boca, lamiendo algo de pesto de la esquina de mis labios.
Greyson me mira fijamente, y se ve tan grande, oscuro y sexy en mi
apartamento, no estoy acostumbrada a las profundas pequeñas punzadas de
nostalgia que brotan dentro de mi pecho.
—¿Cómo estuvo tu semana? —pregunta.
Un destello de sentimientos me apuñala cuando recuerdo todas las
noches que he yacido en la cama, más asustada de lo que quiero estar, y más
solitaria de lo que nunca me he sentido en mi vida. Tal vez es porque sé con
quién quiero estar ahora mismo. Tal vez sea porque me siento vulnerable y
asustada.
—En realidad, buena —miento—. Quería preguntarte. Tengo una oferta
por mi coche.
—¿Estás vendiendo tu coche?
Lo miro con desesperanza y noto la repentina tristeza que se posa en su
boca. —Sí, lo estoy vendiendo. —Me levanto y voy a agarrar sus platos vacíos
mientras le digo cuánto me ofrecieron—. ¿Crees que es un precio justo?
Está en silencio mientras llevo sus platos al fregadero, siguiéndome con
la mirada mientras me pregunta—: ¿Por qué necesitas venderlo?
No puedo dejar de notar que se ve más que un poco curioso. Parece
decidido.
Así que trato lucir indiferente, incluso añadiendo un encogimiento de
hombros casual a mi explicación. —Tengo mi ojo en algo más.
Una ceja oscura sube, seguida de la otra, y luego dolorosamente lento y
claramente inteligente pregunta—: ¿Otro coche?
No se lo traga.
Me devano los sesos pensando en algo que decir que sea lo más alejado
de la verdad como pueda, hasta que habla, suspirando como si me fastidiara.
—Están ofreciéndote por debajo del precio. No vendas tu jodido auto, princesa,
no por eso, no por nada.
135

—¿Por qué no?


—Porque —rechina—, necesitas tu auto.
ágina

—No para ir a la oficina —replico ligeramente—, y puedo pedir un


aventón con amigos para salir los fines de semana.
Cuando continúa luciendo disgustado, inmediatamente me siento
desconfiada. —Greyson, ¿por qué estás tan protector con mi auto?
Después de un silencio más que interesante, durante el cual, mi corazón
se derrite en mi pecho, respondo por él. —Porque gracias a ese jodido auto,
conecté contigo.
Levanta un gran hombro en un gesto molesto. —Ese auto eres tú. No va
con nadie más.
Me siento mareada pensando que podría sentirse protector del lugar
donde nos conocimos, pero también estoy triste que no puedo explicarle que no
importa que tan encariñada estoy con ese auto, estoy más encariñada conmigo
misma. —Mi comprador es una joven de dieciocho años, tendrá tanta diversión
con el como yo.
Cuando habla de nuevo, su voz transmite una fuerza única, casi como
una orden. —Nadie jamás puede tener tanta diversión como tú lo haces.
Melanie, eres divertida. Y vivaz. Y así es ese loco, pequeño azul Mustang.
Levanto mi mano para sofocar la risa, porque está siendo
extremadamente gracioso y protector, y cuando frunce el ceño, le digo—:
Greyson, creo que es adorable.
—Princesa, esa palabra y yo no vamos juntos.
—Es adorable. Tú eres adorable.
Se pone de pie, como que va a hacerme pagar por eso. Corro hacia mi
habitación, riendo, y digo desde la puerta—: Greyson, sé que esto romperá tu
dulce corazón, pero realmente necesito vender mi auto. Solo pediré mil más.
¿Qué dices? Dios, incluso el ceño fruncido que luces es adorable.
Echa su cabeza hacia atrás y se ríe, el sonido profundo y grave, y cuando
me doy cuenta de que nunca comprenderá lo desesperado de mis
circunstancias, me excuso a la habitación por un momento y telefoneo a la
parte interesada para pedirle mil más.
La chica me dice que hablará con su papá y me dejará saber. Cuando
regreso afuera, Greyson está de pie con sus brazos cruzados, mirándome con el
tipo de mirada que un hombre luce cuando no sabe qué mierda hacer contigo.
—Hice una contraoferta —explico, una vez más la palabra “adorable”
susurrando a través de mi cabello mientras frota una mano por su propia
frustración.
136

—Ahh, princesa. En serio. Ni siquiera puedo... —Sacude su cabeza,


obviamente, en señal de frustración.
ágina

—¡Greyson, no importa! —grito—. Incluso si el auto se va, siempre serás


tanto mi héroe como el de mi Mustang, lo sabes.
De alguna manera, anhelo tranquilizarlo, su energía irascible se siente
como un tornado en la habitación, me acerco a él y paso mi mano a través de
su cabello revuelto, mientras trato de alisarlo otra vez, amando la suavidad, lo
que es lo único suave en su cabeza dura. Gruñe y me agarra por mi cintura,
sorprendiéndome cuando baja su cabeza y coloca su nariz entre mis senos y
besa mi escote con intensa ternura.
—Si no vas a escucharme —murmura, su voz amortiguada por mi
delantal—, ¿por qué me preguntas?
—Me gusta saber tu opinión.
—Melanie, muéstrame lo que te gusta, demostrándome que me estás
escuchando.
—Lo siento —susurro, despeinando juguetonamente su cabeza, mientras
trato de hacerlo feliz de nuevo. La complaciente en mí, simplemente no puede
aceptar su desaprobación. No la suya—. Te lo compensaré.
—Mmm. —De repente, sus ojos brillan como antorchas—.
Compénsamelo contándome cómo te gustaría pasar tu vigésimo quinto
cumpleaños —sugiere.
Un momento de duda se instala entre nosotros. ¿Qué diría si le dijera
que quería pasar el día con él? ¿No hacer nada, excepto pasar con él todo el
día? Que quiero que me diga sobre su vida, su familia, ¿que simplemente
quiero estar con él porque, últimamente, es cuando estoy más feliz?
Liberándome de su agarre y forzándolo a sentarse sobre su asiento,
traigo la tarta de manzana y canela en un plato, luego me impulso hacia
arriba, para sentarme sobre la encimera justo en frente de su asiento. Usando
mi regazo como una mesa, coloco mis pies descalzos sobre sus muslos y
levanto una cuchara para darle de comer el postre.
—¿Dónde pasaste tu vigésimo quinto cumpleaños? —pregunto,
colocando la cuchara con un poco de la tarta en su boca.
Come cada cucharada con que lo alimento, y el acto no es tan caliente y
sexy como lo imaginé que sería, sino que es diez veces más. A causa de esos
ojos. La manera en que me observan alimentarlo, como un depredador
esperando su momento por la comida de verdad. —Probablemente borracho.
Ninguna parte memorable. ¿También trenzas tu cabello cuando cocinas? —
pregunta bruscamente, estirando mi nudo mientras le doy de comer otra
cucharada.
Algo intensamente íntimo arde entre nosotros. Cada segundo, está
abriendo tanto mi corazón y mi alma, y no hay nada que detenga la descarga
137

de emociones que me sobrepasa. Anhelo, ternura, deseo, hambre, necesidad,


temor, felicidad.
ágina

—Es para mantener mi cabello sobre mi cabeza y fuera de mis platos —le
digo.
—Ahh —dice, ojos brillando mientras llevo otra cucharada de tarta a su
boca. Observo como su lengua agarra la cuchara y la recorre, burlándose de
todos mis sentidos. Una sensación mantecosa fluye a través de mis muslos
mientras observo cómo sus labios se cierran sobre la cuchara, cómo la
saborea, cómo me mira mientras come su tarta, sus ojos se iluminan,
hambrientos y brillantes como un canalla, quien sabe que estoy húmeda y lista
para él. Siento como que está horneándome interiormente como horneé mi
tarta. Mientras toma el último bocado, tira a la punta de mi trenza y la pasa
bajo mi mentón, acariciando mi garganta hacia abajo, y luego... en mi escote.
Un instantáneo charco de calor inunda entre mis piernas, mi coño se
aprieta codiciosamente por sentirlo otra vez en mi interior. ¿Por qué todo lo que
hace es tan jodidamente caliente? Mi corazón se acelera y mi cerebro está
gritando: ¡Tócalo! ¡Bésalo! ¡Móntalo a horcajadas y siéntelo, demuéstrale que lo
deseas! ¡Haz que te desee también, justo así! ¡Has que quiera QUEDARSE!
Pero no me muevo, porque también de verdad ansío, realmente necesito,
que haga el primer movimiento. Así que me animo y susurro—: Debería
limpiar.
Con un gemido bajo e inesperado, sujeta mis manos con las suyas y
fuerza mi mano contra su erección, palpitando entre sus piernas y tan duro
como lo he sentido, luego gira su cabeza y toma mi boca en un beso rápido y
duro, que sabe a canela y manzanas y a él. —Princesa, he estado así por horas.
Horas. Desde que me embarqué en ese maldito vuelo dirigiéndome aquí...
—Si has estado así durante tanto tiempo, entonces puedes darme diez
minutos para limpiar esto, así no tendré nada más que hacer el resto de la
noche, excepto tú —susurro seductoramente, entonces me rio cuando pasa en
sus ojos una cruda y espesa lujuria.
—Cinco minutos.
—No es una carrera —repico, y entonces, a propósito, secretamente,
comienzo a moverme más lentamente para seducirlo. Observa cada uno de mis
movimientos, haciéndome el amor con sus ojos mientras empiezo a limpiar el
resto de la mesa. Juguetonamente, golpeo su mano, alejándolo cuando trata de
ahuecar mi trasero. Se ríe mientras llevo los platos al fregadero, y estoy tan
afectada por el ruido estrepitoso, que no puedo reprimir el latido zumbando en
mi cuerpo, suplicándome por sus dedos, sus labios, sus dientes, su lengua. Ha
estado duro por horas, pero no sabe que he estado húmeda y adolorida el
mismo tiempo.
138

Me ayuda a llevar el resto de los platos al fregadero, y el gesto, junto con


su cercanía abrumadora, me mantiene al borde. Mientras termina de limpiar la
ágina

mesa, empiezo a lavar, rozando nuestros dedos, nuestros cuerpos conectando


en tantos puntos, cada uno de ellos ardiendo a través de mis terminaciones
nerviosas.
Cuando estoy lavando el último plato, se para detrás de mí, su cuerpo
una pared de ladrillo, su palma frotando mi trasero mientras comienza a besar
mi nuca de la manera más impresionante. —Melanie, esta noche, se sintió
como volver a casa por primera vez en mucho tiempo —dice, y puedo detectar
en su voz un destello de gratitud.
—¿Ninguna chica ha cocinado para ti antes?
Estoy entretenida y riéndome de vuelta, pero cuando lo miro a los ojos,
mi diversión se desvanece.
Hay algo muy serio en sus ojos, y muy, muy tierno.
Su mandíbula se ve más cuadrada por la fuerza de su hambre mientras
extiende sus manos para desabrochar el delantal de mi nuca, dejándolo caer a
mi cintura y luego deshace el nudo pequeño en mi espalda.
—Nadie ha cocinado para mí en trece años —dice, exhalando de golpe,
con algo turbio en su mirada. Deseo, pero no sólo del tipo físico. Deseo de ser
alimentado, tomado, aceptado.
Conozco este deseo. Deseo lo mismo.
Mirándome como si soy toda la aprobación que siempre deseó, enlaza
ambas manos con las mías y me lleva de vuelta hacia mi dormitorio.
Mi pulso retumba mientras me lleva al interior, dejando que sus pulgares
se arrastren a lo largo de mi cara. Cuando me besa, su beso es como el
terciopelo, siento como si pudiera volar. Su cuerpo se presiona cerca del mío,
llenándome de anhelo. Cierro los ojos cuando sumerge sus dedos en mi trenza
y lentamente la desenrolla. Sacudo mi cabello y paso mis dedos sobre este, y él
hunde sus dedos sobre los míos como si estuviera interesado en cómo lo hago.
Cierro los ojos y lo siento torpemente pero muy tiernamente, usar sus manos
para desenredar todo mi cabello.
¿Alguna vez quieres que alguien te mire, pero que sólo vea lo bueno?
Esta soy yo con él. No quiero que vea que, a veces, interiormente soy un
desastre. Estoy tratando de ser la novia perfecta. Y sé que él también está
tratando de ser el novio perfecto. Supongo que no es justo. Quiero que sólo vea
lo bueno, pero quiero verlo todo de él. Incluso lo malo. Mientras nos besamos
por un tiempo, hablamos sobre los recuerdos de su infancia, su tío llamado
Eric, cómo iban a cazar todo el tiempo en un rancho en Texas. Hablamos sobre
mis clases de ballet al crecer, mi vergüenza cuando me caí en mi primer recital.
Hablamos esta noche. Pero quiero saber más, cada pieza del rompecabezas que
139

es él.
Sin pelos en la lengua me dice lo que le gusta de mí y lo mucho que me
ágina

desea. Y aún quiero más, pero nuestros besos están volviéndose pesados, tan
pesados que ya no puedo respirar bien. Se quita su camisa y ahora está sólo
con sus pantalones, mientras me quita mi delantal y me deja en mi pequeño
vestido corto.
Succiono el aro de su pezón. Dios, cómo amo este pezón con el aro. El
gemido que sigue mis succiones. Me encanta cómo el otro pezón se arruga en
respuesta cuando lo acaricio con la punta de mis dedos.
—Tienes una cicatriz, y sin embargo jamás me podría imaginar que fuiste
cortado —susurro mientras acarició los canales musculosos de su pecho con
mis manos, prestando especial atención al relieve de la larga cicatriz.
Realmente valoro las cicatrices. La historia que cuentan. El significado que
conllevan.
—Mi cicatriz —digo, entonces vacilo antes de murmurar—: ¿Sabes de
qué es? Es porque necesitaba un riñón cuando era joven.
Conmocionada por mi propia revelación, retrocedo, protectoramente
curvando mis brazos a mí alrededor. —Melanie, ven aquí —ordena, una chispa
de alguna indefinible emoción en sus ojos. Doy un paso hacia él, y desliza mi
vestido fuera de mis hombros, abajo por mi cintura, y al suelo.
Estoy muy expuesta...
Miro fijamente mis pies, sintiendo que inesperadamente me ruborizo. No
estoy usando bragas y no cubrí mi cicatriz.
Greyson exhala, un sonido largo y lento, observa mi desnudez, entonces
aprieta mi cintura con una mano y me acerca, su voz baja y volviéndose ronca.
—Tú, princesa, eres más que perfecta.
—¿Te das cuenta que no le he contado a nadie sobre esto? —susurro.
Toca la cicatriz sobre el hueso de mi cadera, trazándola con la punta de
un dedo. —Todas las mañanas, veo las pastillas que tomas para esto.
—Son para que mi cuerpo no lo rechace. Pero ya que era mi gemela
idéntica, mi dosis es menor. Mi cuerpo... lo aceptó casi como si fuera mío.
Impulsivamente, me inclino y coloco mis labios sobre el corte más
profundo e irregular cerca de la parte inferior de su caja torácica. —Ahora,
¿dime como conseguiste esta?
—Hace mucho tiempo —Toca mi cabello con una mano—, mi hermano...
mi hermanastro se metió en una pelea. Tenía que sacarlo de ahí y obtuve un
recuerdo. No es nada.
Arrastro mis labios por su cicatriz, hacia su cuello y los tendones
gruesos que realmente me gustan y la manzana de adán que hace que su voz
retumbe de la manera en que lo hace, levanta mi cabeza por la barbilla y me
140

mira, ojos ardientes se arrastran por mis pechos, mi abdomen, mi coño


perfectamente depilado, y la manera en que me mira como si me está
ágina

fotografiando mentalmente, me acelera completamente.


—Quiero estar dentro de ti, perderme en ti.
Su energía se siente tan caliente y errática, como una tormenta de
verano, mientras me levanta y me lleva hasta mi cama. Empieza a besarme en
la oscuridad, ahuecando mi cabeza y alimentado solo mi boca por largos
minutos embriagadores.
Entonces me toca. Mi respiración se detiene con cada tirón sobre mis
pezones. Con su palma ahuecando mi sexo. Gimo ante la presión y la fricción
de su boca sobre la mía, y la adición de su pulgar deslizándose detrás de mí,
lentamente matándome cuando acaricia mi pequeño trasero. —Oh Dios, Grey
—jadeo cuando su mano libre se desliza, por mi abdomen, bajando y bajando,
en tanto su lengua toma la mía. Separo mis muslos con un suspiro, y me
acaricia para abrirme, mis pliegues resbaladizos bajo sus dedos, y de repente
todo se ha ido. Mi deuda. Mis sueños. Mi trabajo. Mi lista de pendientes. Todo
se ha ido excepto la boca y manos de Greyson sobre mí, la suave fricción de su
barba contra mi mentón. Respirando tan rápido como yo.
—Hueles tan bien como te sientes. —Su susurro ronco es caliente contra
mi boca. Su cuerpo se estremece con el poder desatado. Puedo ver, incluso en
la oscuridad, la belleza pura, cruda y agresiva bajo la superficie. Me encanta la
manera en que las paredes caen cuando me folla. Cómo me quita las capas
hasta que estoy vulnerable y temblando. Cómo está tan perdido en lo que hace
como yo.
—Di algo malo para demostrar que esto no está ocurriendo —susurro.
—No lo creo, aún no me siento con ganas de arruinar esta noche. —
Resuena su voz ronca por la lujuria mientras me mira, sus ojos brillando,
feroces. Envolviéndome.
—Fóllame duro. —Respiró entrecortadamente y su lengua se arremolina
sobre mi piel y sumerge su dedo medio en mis pliegues, avivando, reuniendo
mis jugos.
—Húmeda, apretada, y lista —dice con voz ronca, sin disimular el placer,
su risa oscura y gutural cuando hunde dos dedos en mí.
La necesidad por él se construye y retuerce a lo largo de mis nervios, se
enreda con cada uno de mis músculos. Mi corazón late en mi pecho
furiosamente mientras succiona uno de mis pezones, y cuando toca mi coño y
mi parte trasera al mismo tiempo, grito.
Las succiones calientes se impulsan a través de mí al tiempo que lanzo
mis caderas hacia sus manos, mis dedos se entierran en su cabello mientras
mi cuerpo aprieta sus dedos, aterrorizada de perderlos.
—Dime que quieres que te folle duro, por mucho tiempo y en todas
141

partes —dice, su rostro contraído en una máscara de placer cuando me mira.


—Te deseo, necesito que me folles por todos lados —declaro—. Sólo tú.
ágina

Por favor.
—¿Aquí? —Su rostro crudo expresa el deseo, acariciando el borde
exterior de mi trasero con su pulgar de nuevo y burlonamente empujando la
punta en el interior.
Contengo de nuevo otro grito de placer. —Greyson, quiero esto contigo.
—Lamo mis labios cuando mi cuerpo se tensa involuntariamente, un brillo de
sudor ya cubre nuestros cuerpos, estamos tan calientes—. Ya sabes lo mucho
que deseo esto contigo.
—Melanie, nos llevará sobre el borde. Sobre el jodido borde, ¿estás lista
para ir ahí conmigo? —advierte, su lengua rozando mi oreja. Mi piel se derrite
mientras comienza a arrastrar su boca hacia abajo, succionando mis pechos
hasta que me arqueo y jadeo, luego más abajo, trazando un camino caliente y
arremolinando un sendero por mi ombligo, a mi sexo desnudo—. Princesa,
primero, quiero saborearte hasta que estés lista para convulsionar.
Chupa mi clítoris en su boca y gimo en delirio. —Oh Dios.
—Dios no te puede ayudar, nena, pero yo sí. —Sopla aire sobre mi
clítoris de la manera más seductora—. Quiero besar este dulce coño,
saborearlo, chuparlo. —Lo agarra ligeramente entre los dientes, luego
suavemente me succiona. El fuego fluye a través de mis venas mientras
extiende sus manos sobre mis muslos y abre más mis labios vaginales para su
lengua.
—Greyson... —grito, el placer irrumpe a través de mis venas, mi cuerpo
se abre para su beso, mis manos se cierran en puños en las sábanas.
De alguna manera, se siente cómo que me está premiando porque cociné
para él. Pero también como si estuviera reclamando algo de mí. Como
reclamándome. Cada centímetro de mí. Cuando su pulgar penetra de
nuevo ahí, estoy inconsciente, sólo jadeando, maullando, gimiendo y rogando,
mis caderas empujando hacia arriba y hacia atrás.
—Melanie, ¿estás lista? —Sus ojos están dilatados, pero intensos y
evaluando al tiempo que me estudia.
Aprieto mis ojos con fuerza, y digo—: ¡Sí, por favor!
Gruñe profundo en su pecho y se inclina. Gira rápido su lengua sobre mi
clítoris, luego en mi sexo, explorando y empujando dentro de mí. Mis sentidos
se abren como compuertas. La punta de su pulgar entra en mi trasero,
profundo, estimulando pequeños músculos que ni siquiera sabía que tenía.
La sacudida retumba en mi cuerpo mientras juega con mi culo,
hundiendo el pulgar al tiempo que utiliza su otra mano para apretar mis
caderas y controlar nuestro ángulo, lo cerca que estamos, como sus labios
degustan mi sexo anhelante y húmedo, cada nervio en mi cuerpo lo desea
142

como a nada…
Él.
ágina

Él.
Él.
Levanta la cabeza, sus labios mojados de mí, y es el ser vivo más
hermoso que he visto.
—Quiero follarte desnudo —murmura mientras ferozmente se encuentra
con mi mirada y desliza dos dedos largos en mi coño, usándolos para
separarme—. Sin condón, solo tú y yo, Melanie.
¿Sentirlo dentro de mí? ¿Carne a carne? ¿Nada entre nosotros?
Mi garganta duele como si olas de lava fluyeran a través de mí, y asiento
fuerte. —Siempre he estado segura…
Veo una ráfaga de algo oscuro apareciendo en sus ojos. —No estoy
seguro, princesa, pero estoy limpio y te quiero sin condón tan pronto como
tenga un examen para probártelo. ¿Cualquier otro método anticonceptivo
interferiría con tu medicación anti rechazo?
—Yo… no, Grey.
—¿Estás segura?
La preocupación sincera en sus ojos solo me hace necesitarlo más. —
¡Sí! Mi doctor una vez mencionó que podría usar una pequeña dosis oral de
anticonceptivos si la necesitaba.
Su expresión se retuerce con una determinación feroz, como si hacer
esto en cierto modo significara algún tipo de compromiso para nosotros. Siento
que necesita tomarme, tomarme ferozmente y en formas en las que nunca
antes lo ha hecho con una chica.
—Ven aquí —dice, agarrándome por el cabello—. Quiero besarte duro,
pero follarte más duro. —Cierra su boca, y añade, sobre la mía—. Pero primero
lo primero.
Gimiendo cuando nuestros cuerpos se frotan naturalmente mientras nos
besamos, paso mi mano por su rostro y deslizo mis dedos en su suave cabello
grueso, y me escucho susurrar su nombre contra su mandíbula. Su cuerpo
tiembla con el poder desatado. —Dilo de nuevo.
—Greyson.
—Ahora levántate sobre tus codos y rodillas —dice en un áspero susurro.
Oh, Dios… realmente está pasando.
Un estremecimiento se apodera de todo mi cuerpo. No hay ningún
hombre en quien confiaría más para hacer esto. Ni siquiera un hombre con el
143

que realmente quisiera hacerlo. Y quiero que tome cada parte de mí, que folle
cada hueco que tengo con su polla, sus dedos, su lengua. Desliza sus dedos
ágina

sobre mis pliegues de nuevo, primero probando mi coño, arrastrando la


humedad a la raja de mis nalgas.
—Entre más húmeda estés, más fácil es entrar para mí.
—Estoy demasiado caliente. Grey, la forma en la que me mirabas cuando
te estaba dando de comer fue suficiente preliminar.
—Melanie, mira lo que me haces. —Frota la cabeza de su enorme
erección entre mis nalgas y las junta así que siento la fricción. Siento cada
pulso en su larga polla, lo dura y palpitante que está. Usa su hinchada cabeza
para esparcir los jugos de mi coño en mi trasero y provocarme con ellos. Estoy
temblando sobre mis codos y rodillas. Temblando.
—Greyson… —gimo. La anticipación está matándome, lo siento tan
cerca, pero tan lejos. Su olor me está mareando, y mis ojos no pueden verlo,
me siento hambrienta.
—Shh, nena, quiero esto más que tu —canturrea detrás de mí mientras
baja una mano por mi espalda, acariciando cada hueco de mi columna
vertebral—. Tengo fantasías sobre esto. Tengo fantasías haciendo esto contigo.
A ti.
Escucho el sonido de un condón rompiéndose y chupo mis labios,
mirando fijamente con ojos borrosos la pared frente a mí, mi cuerpo palpita por
él, mi coño tamborilea celosamente.
—¿Me dolerá? —Respiro rápido y superficial cuando presiona
suavemente la corona en el botón de mi trasero.
—Quizá… —Se burla mientras pasa de nuevo sus largos y decisivos
dedos por mi espalda antes de agarrar un puñado de mi cabello y tirar mi
cabeza hacia atrás para susurrar en mi oído—: o quizás no. Contigo y conmigo
no hay nada garantizado. No hay reglas. Solamente lo que queremos, y quiero
cada centímetro tuyo. Quiero lo que no le has dado a nadie. Esta follada es
mía. —Mueve una mano para apretar mis senos, pellizcando las puntas
sensibles de mis pezones. Flechazos de placer me queman, tanto mi coño como
el lugar en el que quiero que entre se aprietan con fuerza en respuesta.
—Sólo tómalo, Grey —jadeo.
La respuesta ronca que murmura la siento como una caricia. —Puedes
apostar tú trasero a que lo haré, princesa. No provoques a un hombre acerca
de querer que meta una apretada y larga polla en tu bonito, apretado y
pequeño trasero sin conseguir lo que estás pidiendo. Relájate ahora, estoy
lubricando.
Maúllo cuando presiona su pulgar dentro de mí, y luego… algo más
grueso, mucho más largo y mucho más duro. Untando deliciosamente y
144

empujando dentro de mí.


—Empuja hacia atrás contra mí, nena, eso es, joder eso se siente bien,
ágina

princesa —murmura suavemente con admiración, al tiempo que avanza


centímetro a centímetro, bajando una mano por mi abdomen para acariciar mi
coño.
—¡Oh dios, Grey! —grito, giro y muerdo mi propio brazo, gimiendo
mientras me estira tanto que es casi doloroso, pero es demasiado placentero
para que lo sea y me gusta demasiado, la manera en la que lo hace lentamente,
la manera en la que acaricia mi sexo hinchado para humedecerlo y
prepararme, la forma en la que se inclina y comienza a rozar sus dientes sobre
mi nuca, primitivo, como un hombre lobo que quiere morderme.
Nunca me he sentido tan llena, tan excitada, y tan emocionalmente
vulnerable. Estoy jadeando para decir las palabras… —Por favor, Greyson.
Muévete. Fóllame.
Agarra mis caderas y sale con cuidado, y dice algo que dispara un nuevo
calor, como si un rayo me atravesara. —Como desees.
Como desees.
Mi película favorita; y él lo sabe.
Las palabras, en esa película, significan demasiado cuando Westley las
susurra. Las susurra justo en este momento mientras le doy mi única fantasía.
Para cuando comienza un ritmo suave y cuidadoso, estoy
emocionalmente relajada y físicamente desenredada. La oleada de lágrimas
baja por mi cara, de placer, felicidad y una completa descarga de sensaciones
con las que me completa.
Hay un sonido en la puerta, y mi cuerpo se pone tenso y se estremece en
reacción, temblando y esperando mientras me quedo completamente inmóvil.
Él mantiene el ritmo y sigue empujando, pulsando en mí cuando se mantiene
en mí interior, saliendo y entrando lentamente cada vez con mayor facilidad.
Sus manos tiemblan sobre mis caderas, y puedo sentir nuestros cuerpos
tensándose, nuestras respiraciones saliendo entrecortadas de los pulmones.
—Oye, Romeo, ¡responderás tu maldito teléfono!
Quien sea que está gritando afuera de la puerta lo está haciendo A.L.T.O.
Greyson gime suavemente pero no se detiene, y mi pulso está
retumbando en mis venas, mi corazón a punto de explotar. Oh Dios ahora no
por favor.
—¡Oye, ROMEO!
Greyson frota mi coño, respirando fuerte en mi oído. —No voy a
responderle a Derek hasta que te vengas. No me saldré de ti hasta que te
retuerzas y azotes, en este momento, en un orgasmo. Ahora, ¿qué dices cuando
145

te digo que te vengas, Melanie?


Gimo mientras su voz sexy se desborda por mi cuerpo, el placer es tan
ágina

absoluto que no puedo respirar, creo que solo puedo sentirme tomada, tragada,
completa y suya.
—No sé —gimo.
—¿Qué es lo que me dices, princesa?
Balancea sus caderas otra vez, suavemente, mientras le da vueltas a mi
clítoris y lo frota deliciosamente en círculos con dos dedos, y gimo un Como
desees y cuando giro mi cabeza y me da un beso francés, lenta y
embriagadoramente, me vengo, más fuerte que nunca, cada parte de mí
destruida, cuerpo, mente, alma, corazón, llorando suavemente al tiempo que lo
siento sacudirse dentro de mí poderosamente. Aprieta un brazo alrededor de mi
cintura y me pega a su cuerpo, exhalando fuerte cuando se viene dentro de mí.
Cuando se termina, no nos movemos.
La almohada está húmeda y estoy gimiendo silenciosamente. Greyson
palpita, vivo, dentro de mí, y no quiero perderlo. Quieto en mí. Vibrando de la
manera más deliciosa. De alguna manera sigue duro. Gimo cuando se sale y
rueda sobre su espalda, estirando el brazo para agarrar mi rostro, buscando
cualquier pista de malestar.
—Esas lágrimas. ¿Son buenas o malas? ¿Buenas o malas, nena?
—Buenas —grazno, secando mis mejillas húmedas con su mano—.
¿También fue bueno para ti?
—Dios, bueno ni siquiera es una palabra para esto —dice tiernamente,
luego quita el resto de mis lágrimas con sus labios, sus ojos están líquidos
mientras besa mi nariz, mi boca, en alguna silenciosa gratitud masculina, por
lo que solamente dejo que me lo haga. Por lo que hicimos, juntos.
Estoy temblando un poco, y murmura—: Quédate aquí, princesa. —Se
pone de pie para deshacerse del condón y limpiarse, entonces regresa y me
acerca a él, colocando mi cabello detrás de mis orejas, su enorme cuerpo
acunando el mío—. ¿Está a la altura de lo te imaginaste que sería?
Mi pecho está tan lleno que estoy segura que va a estallar. —Nunca en
mis sueños más salvajes podría haber imaginado a un chico como tú o como
me haces sentir.
—Princesa, la clase de mierda entre nosotros no es normal. —Sus labios
se juntan con seriedad por un momento, sus ojos se oscurecen—. La forma en
la que algunas veces invades mis pensamientos no me sienta muy bien,
Melanie. En mi línea de trabajo las distracciones no resultan bien.
—¿Eso es lo que soy?
—¿Una distracción? Eres mi maldita obsesión. Ni siquiera eres más una
146

fantasía. Vas a ser la muerte para mí, princesa, y ya no me importa una


mierda. Solamente no quiero ser la muerte para ti.
ágina

Sus feroces ojos parpadeantes sostienen los míos al tiempo que proceso
sus palabras.
Alguien toca la puerta otra vez. —¡Oiga, JEFE! ¡Código 104! ¡Repito uno.
Cero. Cuatro!
Tensa su mandíbula mientras parece reconocer lo que eso significa,
luego se pone de pie con un gruñido violento y golpea un puño en la pared.
Trago y me volteo sobre mi espalda, mi pecho se agita mientras trato de
reponerme. —¿Ese es Derek? ¿Está ebrio?
Greyson agarra su ropa y en ese momento grita su frustración al tiempo
que golpea la pared con su puño cuando pasa.
Sale del baño y se pone sus pantalones y una camisa blanca, pero ni
siquiera se molesta en cerrarla cuando se dirige a la puerta. La tira detrás de
él, y me quedo aquí, temblando, exhalando fuerte.
Lo que hicimos fue…
Oh Dios.
Salgo de la cama y voy al baño, me limpio, salpico un poco de agua en mi
cara, luego me pongo algo viejo y cómodo. Una camiseta que saco cuando tengo
mis peores días.
Parece que mi sexto sentido tenía razón.
Grey regresa, agarra mi frente y coloca un rápido beso allí, luego me mira
con líquidos ojos color avellana, cálidos y arrepentidos, mientras besa mis
párpados. —Duerme, regresaré lo más pronto posible. Derek estará aquí en
caso de que necesites cualquier cosa. Te llevará a cualquier lugar, te cuidará
por mí.
Creo que hago un movimiento con mi cabeza evasivo, pero cuando se va,
grito en mi almohada por nuestra noche arruinada.
No tengo hambre, pero soy una comensal ansiosa así que consigo algo de
cereal, luego veo televisión mientras trato de calmar mis intensas sensaciones.
Reorganizo mis cajones. Incluso me detengo y giro los cerrojos de todas mis
ventanas y puertas cuando el miedo familiar comienza a formarse. Es tarde
cuando me quedo dormida en la cama, esperando que regrese.
Pero en la mañana, Greyson llama para decirme que tiene cosas de las
que encargarse y que no volverá pronto.
147

Pandora está disfrutando con esto; debí haberlo sabido mejor antes de
ágina

deprimirme en la oficina.
—Él va a una emergencia sin especificar —me dice cuando vamos a
trabajar con nuestros cafés—, te da un diamante como en la segunda cita.
¿Quién hace eso? Chicos que tienen amantes, esos. Chicos que no pueden
desfilar con sus novias libremente por el pueblo porque sus esposas los
descubrirán.
—Guau, eres ácida, chica.
—¡Imagínate si tiene una amante! Solamente tuviste anal con el chico.
—No lo cambiaría por nada, nada. —Le doy un sorbo a mi café y está
demasiado caliente, casi me quemo los labios y tengo que soplar a través del
hueco—. Mira, tuvo que salir, pero regresará. Sé que lo hará.
—¿Cuándo? Tu cumpleaños es este fin de semana.
—¿Y? ¿A quién le importa mi cumpleaños cuando… —Mi voz baja y
susurro—, él es el Único. Es tan el Único que cuando estoy con él, tengo que
pellizcar mi propio brazo para ver si es real. E incluso en todo este tiempo,
Pandora, ni una vez has sido feliz por mí. ¿Por qué? ¿Por qué estás siendo una
maldita aguafiestas?
Pandora deja de caminar en mitad del andén y me mira con la boca
abierta.
Lo que me obliga a volver atrás y pararme a su lado para explicar.
—Has dicho cada cosa mala que pudieras pensar y más —le recuerdo—.
Quieres que te cuente y quieres ser alentadora, ¿pero adivina qué? Todo lo que
me haces querer es no decirte nada porque juzgas y lo haces injustamente,
Pandora. A nadie le gusta estar rodeada de personas como tú.
Parpadea, luego frunce el ceño y comienza a caminar de nuevo, su cara
abatida y su voz de arrepentimiento. —Lo siento, no soy Brooke.
—No quiero que seas como Brooke, quiero que estés feliz por mí —
aclaro—. O al menos, como, ¡la mitad de mala!
—Maldición, quieres que sea como Brooke, y ¿adivina qué? —Se detiene
y agarra mi brazo así que paro con ella, mirándome con esos ojos que brillan
ferozmente con determinación—. Lo siento, no puedo ser como tu mejor amiga
para siempre, ella se fue, maldita sea, Mel. ¡Así que envíale un mensaje y dile
todo lo que quieras y espera dos horas para que te responda porque está
demasiado ocupada con un hombre real, un bebé real y una vida real! Soy la
única amiga real que tienes en este momento y estoy tratando de cuidarte.
—Gracias por cuidarme, pero lo que dices me duele y no te das cuenta.
Hiere mi optimismo. Y jode toda la esperanza que tengo para nosotros, para él
y para mí. ¿Sabes lo que siento cada horroroso lunes cuando se va? ¿Lo sabes?
148

Tengo esta extraña paranoia de que nunca lo veré de nuevo y cada lunes en la
oficina solo me haces sentir peor. Como si no valgo la pena como para que él
ágina

regrese.
Espero su respuesta, pero no responde, así que sigo—: Entiendo que
estás tratando de protegerme, pero es demasiado tarde, Pan, ya estoy enamo…
—Mierda, ¡no digas eso! No. Enamorada.
Meto mis dedos en mi cabello, cerca de arrancármelo de la raíz. —¡Dios,
por favor, por tu propia salud, dime el nombre del chico que hizo que fueras
así! —le ruego.
Duda, frunciéndole el ceño al andén por un momento. —Búscalo en el
libro de los Récords Mundiales debajo del IDIOTA Más Grande del Mundo —
murmura.
—¡Solamente dime su nombre, así podemos ir a hacerle un muñeco de
vudú o algo! —grito.
Se queja y se agarra el estómago. —No puedo. No puedo decir su
nombre.
—¿Por qué?
—Porque me jode en todas partes y me vuelve loca. ¡Loca! No lo diré.
Nunca.
—Pan —digo suavemente, pero sacude su cabeza.
—Mira, lo siento por arruinar tus fantasías, pero aquí estoy siendo
realista y tú vas a mil por hora, Melanie. Conoces al chico, te da joyas. Te dice
que su chofer está aquí para lo que sea que necesites y el tipo te sigue… —
Señala hacia donde Derek claramente está manejando alrededor de la cuadra—
. Tienes sexo excéntrico y maravilloso, luego desaparece. ¿Y no cuestionas eso?
¿Sumisamente esperas una llamada? ¿Dónde está la Melanie que conozco? La
Melanie que conozco tiene mucho carácter y no obedecería las órdenes de
algún tipo que apenas conoció. Tu cumpleaños es en dos días. Por primer año
en tu vida, no tienes nada planeado. Tienes que celebrar. Punto.
—Este año estoy ahorrando, ¿está bien? El próximo año volaré el techo
de la casa, pero no éste, así que vete a la mierda.
Nos quedamos en un malhumorado silencio mientras subimos en el
ascensor y nos dirigimos a nuestros escritorios, y cuando Pandora me informa
en su típica voz monótona—: Mira tus mensajes. Tu mejor amiga no está feliz
porque no va a haber celebración. Envió tiquetes.
—¿Qué? —Confundida, saco mi teléfono y veo el mensaje de Brooke.
¡¡¡Mel!!! ¡Ven a Denver! Es tu cumpleaños veinte cinco, quiero verte,
y Pete ya está reservando los tiquetes para P y tú.
Jadeo, luego parpadeo tres veces y giro mi silla hasta que estoy mirando
fijamente a Pandora. Está sonriendo con suficiencia, lo más cerca de lograr
149

una sonrisa. —¡Brooke nos consiguió tiquetes! ¡TIQUETES DE AVIÓN! ¡Vamos


a ver a Brooke! —grito.
ágina

—Sip —dice Pandora, asintiendo y asintiendo.


Sonriendo, le mando un mensaje a Brooke: ¡Santaaaa mierda! ¡Gracias!
¡Te extraño mucho!
Brooke: Extraño a mi mejor amiga y Pandora me dijo que estás
teniendo problemas con un hombre.
Yo: Un poco. Estoy terriblemente confundida y terriblemente adicta
a él y preocupada de que él no. ¡Necesito a mi mejor amiga! No puedo
esperar para verte.
Guardo mi teléfono y le sonrío a Pandora.
—Sí, lo sé, amas hacerme enojar —murmura.
—Bueno, lo hago —digo—. Las amo a Brooke y a ti demasiado. ¿Vamos a
mirar una pelea?
—¡Por supuesto, boba! ¿Quién crees que pagó nuestros tiquetes?
Sonriendo a eso, volteo hacia mi computador y distraídamente acaricio
mi collar de diamantes, y de repente siento que los diamantes de Greyson
debajo de mis dedos hacen que mi corazón se tuerza con un nuevo dolor. Una
esperanza fresca y salvaje araña mi interior cuando sus palabras vuelven para
burlarse y torturarme.
Melanie, cuando estés esperando que te llame, mira estas piedras y
sabrás con certeza que ese teléfono sonará.
150
ágina
Más
Traducido por Mire & Michelle♡
Corregido por Vane hearts

Greyson
Hirviendo por dentro, veo más allá de mi hombro a mi medio hermano
Wyatt.
Ni siquiera debería estar aquí. Tengo mejores cosas que hacer que cuidar
de él, y el pensamiento de que terminé manejando por la ciudad durante
veinticuatro horas con C.C., buscando a mi hermano “perdido” en vez de pasar
el fin de semana en Seattle, me hace querer golpear algo.
Pisando los frenos, estaciono la camioneta, doy la vuelta y golpeo el
rostro de Wyatt.
—¡Ouch! —exclama.
Luego salgo y voy alrededor para sacarlo del coche y empujarlo hacia el
viejo bar convertido en almacén donde las peleas de Underground se llevarán a
cabo esta noche.
—No puedes pasar el rato con nuestros combatientes, y mucho menos
con ese retorcido hijo de puta de Scorpion —gruño mientas C.C. sale del
asiento del acompañante y nos sigue—. No hay tal cosa como la amistad entre
ellos y nosotros, sólo negocios. ¿Me entiendes, Wyatt?
—Entiendo que eres un maldito idiota, Grey —dice, limpiándose la
sangre de su nariz.
151

—No estoy estableciendo una escuela primaria aquí. O entiendes la


esencia de las cosas o sales de mi jodido piso. C.C. no rescatará tu culo nunca
ágina

más, ni yo. Tengo jodidas cosas que hacer.


—Sí, ¡por qué no hablamos un poco sobre eso, porque estás más
temperamental que una chica con puto SPM! —Sonríe—. Así que, ¿cuál es su
jodido nombre, eh?
Lo agarro por la camisa y lo levanto para que nuestros ojos estén a nivel,
mi paciencia al límite. —¡No puedes golpear al hijo del jefe de la policía durante
una puta pelea de gallos! Estaba borracho, tú estabas borracho, y Scorpion
estaba muy drogado. Tenemos algo mucho más grande pasando aquí, Wyatt, y
vas a exponernos a todos. —Lo dejo ir y abro la puerta mientras Wyatt entra
furioso.
—Esos ni siquiera eran mis putos gallos, solo ayudaba a fijar las filosas
garras.
—Eso es enfermo, Wyatt —dice C.C. mientras entramos.
—A nadie le importa una mierda lo que pienses, C.C. —espeta Wyatt.
Miro a mi medio hermano. Golpeado. Imprudente. Descuidado. Si no
fuera por C.C. rescatando su culo los años que no estuve, Wyatt estaría muerto
o en la cárcel. —Estoy tan harto de ti tratando de probarte ante él —le digo con
un empujón enojado—. Ahora entra y ponte a trabajar antes de que nuestro
padre se entere de esto.
—¿No se lo dirás?
Tenso mi mandíbula y sacudo la cabeza en silencio enojado. Dios sabe
que debería. Debería decirle. Pero ver el tipo de castigos que mi padre le
repartiría, no me daría ningún placer.
—No le digas a Gran E tampoco, el bastardo me odia. Demonios, no
entiendo por qué si eres el que le sacó el maldito ojo.
Lo vemos irse enojado, y C.C. me mira. —Lamento haber llamado.
Supuse que necesitaba obtener el ultimátum de ti o E. Pero E tenía sus manos
llenas con tu padre.
Me dirijo a esconder el dinero en efectivo de dos de mis últimas marcas
en los registros contables de la bóveda, listo para salir de allí y trabajar en
algunos de mis últimos objetivos.
Necesito terminar el trabajo, y lo necesitaba hecho ayer.
Fuera del largo pasillo donde nos establecimos, el chirrido de andamios
arrastrados se mezcla con el ruido de los hombres trabajando para configurar
el espacio. La temporada de combates de Underground ha comenzado. Dos o
tres peleas por semana, cada semana una ubicación diferente. Antes de mi
vuelo a Portland, casa de uno de mis últimos objetivos, compruebo el equipo.
Wyatt está inspeccionando las cámaras mientras media docena de
152

hombres establecen el ring de combate.


A través de los monitores, veo que Leon está ayudando a hacer que las
ágina

gradas se coloquen.
También puedo ver que Zedd está por la entrada, asegurándose de que
las puertas de salida funcionen.
Harley, está comiendo pizza.
La voz de Thomas es audible al final del pasillo, junto con algunas voces
femeninas de un par de groupies, supongo.
En una de las habitaciones más grandes, mi padre se sienta
tranquilamente, todo su equipo médico rodeándolo. Hago una pausa mientras
camino. Una enfermera lo está alimentando y se ve más delgado. Un ligero
remordimiento me golpea cuando me pregunto si este hombre, un hombre que
vi torturar y matar, pero también que me protegió, realmente está muriendo.
Me apoyo en la puerta y Eric se levanta. Ha estado al lado de mi padre por
días, y se ve hecho polvo. —No te esperaba aquí.
—¿Cómo está?
¿Por qué mierda pregunto?
¿Por qué me importa un carajo?
—Débil. Pero todavía aguantando. Realmente quiere que tengas éxito —
dice Eric.
Siento los músculos de mi mandíbula moverse ante eso, porque no
quiero el Underground, quiero la ubicación de mi madre. Pero me acerco y le
digo, sorprendido por la maldita misericordia en mi voz, misericordia que
ciertamente no me enseñó—: Ya casi termino, padre. Sólo cuatro más y
obtendrás todos los nombres y de lo que eres dueño. Y estoy esperando saber
de mi madre más que nada.
Sonríe débilmente. —Este lugar era tu hogar. Vivíamos como gitanos,
pero era tu hogar. Mi sueño es que me enseñes... que eres lo suficientemente
hombre para que sea tuyo. Bueno o malo. Me has demostrado que eres mi
hijo... pero eres también el hijo de tu madre, ¿verdad? Es por eso que Wyatt no
es suficiente. Sólo tú lo eres.
Una vez más, veo el respeto en sus ojos, y rechino mis molares.
—Bueno o malo, conseguirás todos los nombres en esta lista tachados —
prometo.
153

Peleas de gallos, pasar el rato con uno de nuestros más desacreditados y


ágina

sucios peleadores, ¿uno que hizo a Wyatt darle una paliza al hijo del jefe de la
policía? No me gusta este lado de Wyatt.
Mi hermano todavía me mira con furia. Supongo que nunca nos
entendimos. Cuando vine a bordo, era más joven y fue el juguete de mi padre
hasta que decidió que era más divertido jugar conmigo. Si lo hubiera dejado
romperme, tal vez me habría dejado en paz, pero cuando no lo hice, se
obsesionó. Wyatt no sabe lo afortunado que fue, no lo entiende.
—Tina pasó por aquí —dice refunfuñando—. Tenía algo para ti, pero se
negó a dejarlo conmigo.
—Voy a contactarla, pero no puedo en este momento. Hazme un favor y
haz algo útil. —Lo quiero fuera haciendo algo, no de mal humor por aquí,
alimentando un rencor—. Resérvame una reunión con ella para este fin de
semana para que pueda entregar lo que necesito.
Me fulmina con la mirada y asiente.
Robo un trozo de pizza fría de Harley y le doy un mordisco mientras me
aseguro que Wyatt haga una nota de eso.
—Muy bien, gracias —le digo, dándole una palmada en la espalda—. Pon
un poco de hielo en eso. —Señalo a su nariz.
—Vete a la mierda.
—Bien, Wyatt, hazlo a tu manera.
Me pongo mis guantes y me dirijo al aeropuerto.
Un vuelo más tarde, justo cuando el sol está a punto de empezar a salir,
me subo a la parte trasera de un taxi mientras miro sin ver hacia la calle,
preguntándome cómo está mi princesa. De repente veo una imagen de mi
madre siendo llevada, el rostro de Melanie se superpone, y un nuevo tipo de
rabia hierve a fuego lento dentro de mí. Tengo que volver. Tengo que terminar
mis marcas y volver pronto. Derek es bueno, puede proteger a Melanie. Pero no
es yo. Ahora Wyatt está preguntando por qué diablos estoy tan atado, ¿cuál es
su nombre? Pronto lo descubrirá. Todos lo descubrirán.
Saco mis dos teléfonos, añado su número a mi dispositivo de prepago
nuevo, y antes de desactivar el antiguo, le mando un mensaje. Conseguí
nuevo número. Te llamo a las nueve.
Deshabilito el teléfono viejo, le mando un mensaje a Derek con un código
numérico del nuevo así sabrá que soy yo y tengo un nuevo número. Responde
con otro número. Otro código que dice que todo está bien y Melanie está en el
trabajo.
Cuando el taxi me deja en mi lugar, salgo con facilidad, tiro de mi
sudadera con capucha negra por encima de mi cabeza, dejo mis aviadores
154

enganchados en mi cuello y entro en el edificio de oficinas. Harley y Wyatt son


los hackers de sombrero negro. Me tienen agendado en la lista de citas de mis
ágina

marcas bajo uno de los nombres de sus conocidos. ¿Las marcas? Odian
cuando estás en sus hogares o sus oficinas. Se sienten vulnerables y
amenazados de que un hombre como tu robaría su espacio.
Y eso es lo que hay que hacer: hay que hacer que se sientan inseguros.
Como que no hay ningún lugar para esconderse de ti. No hay manera de
escapar debido al jodido dinero que deben.
Murmuro mi nombre falso a la recepcionista, consigo un pase y me
pongo mis aviadores mientras me dirijo arriba. Estoy al tanto de las cámaras
de seguridad por todas partes. Estoy enguantado, usando zapatos nuevos, ropa
limpia, mi cuerpo restregado en seco, el cabello protegido bajo mi capucha; sin
rastro, soy como un fantasma. La clave es mantener la cabeza baja de manera
que ninguna cámara pueda ver mi cara.
Aliviado al salir del ascensor, repito el nombre a la secretaria del décimo
piso. En el momento en que entro a la lujosa oficina de mi marca, está
sonriendo detrás de la computadora, pensando que soy un joven amigo de la
universidad de su hijo que va a hablar de prácticas.
Levanta la cabeza y se pone de pie. —Daniel. —Explota de alegría,
extendiendo sus brazos.
Mi mano se curva alrededor de mi marca. —Lo siento, Daniel se quedó
atrapado. Ni siquiera lo intentes. —Tengo mi arma dirigida directamente hacia
su cráneo—. Confía en mí, viejo. No quieres morir por esto.
Su rostro palidece un poco, mueve lentamente la mano que había
empezado a meter debajo de la mesa de regreso a su lado. —¿Quién diablos
eres?
—Siéntate, relájate —le digo al hombre.
Se sienta detrás de su escritorio, con la espalda rígida como una tabla, y
me acomodo cómodamente delante de él en una de las dos sillas enfrentándolo,
mi arma apoyada en mi rodilla y apuntando justo a su corazón.
—¿Quién eres? —pregunta en una combinación de horror y temor.
—Nadie por el que deberías estar preocupado. ¿Pero esto? —Saco una
copia de un documento con su firma en él y la deslizo por la superficie de la
mesa—. Es por eso que estoy aquí. Es un papel que mis empleadores poseen.
Un documento donde se les promete, y a mí, un montón de dinero. Doscientos
mil dólares para ser exactos. Hoy estoy recogiendo. Has tenido dos meses de
advertencias, así que espero que estés finalmente listo para pagar.
El tipo se vuelve mudo.
Tampoco hace ningún movimiento rápido para pagar.
155

Suspirando, muestro una de mis cámaras de video. —O también podría


hacer esto una pequeña película pública. —Quito el pequeño chip de una
ágina

accesible cámara bolígrafo y reproduzco un video de él siendo magníficamente


chupado por alguien que se con certeza no es su joven esposa.
—Estás en tu tercer matrimonio, ¿cierto? Creo que esta tercera esposa
entró en razón y elaboró un acuerdo prenupcial también, ¿no?
Las imágenes siguen reproduciéndose ante el horror total y absoluto del
hombre.
Coloca sus manos sobre su cabeza, gimiendo.
Tranquilamente, retiro la tarjeta y la tiro encima de su escritorio. —Aquí.
Puedes mantener eso. Tengo mi propia copia.
Saca su chequera, escribe la suma y lo entrega con una mano
temblorosa. —Permites que otra persona vea eso y estoy arruinado. ¿Me oyes?
Arruinado —susurra, sudor apareciendo en su frente.
Agarro el cheque. —Mi interés no está en arruinarte. Apreciamos tu
negocio. ¿Pero si alguien me sigue afuera? ¿Cualquier palabra acerca de ti y de
mí aquí? El vídeo todavía sigue funcionando, con cheque o sin cheque.
Un silencio taciturno me sigue afuera y hacia el ascensor. Ellos no lo
entienden. Estos hombres ricos no lo entienden. Piensan que son intocables,
que van a ser exentos debido a sus nombres. Por quien ellos conocen.
No entienden que el Underground gana. El Underground siempre gana.

Me registro en un motel barato con otro nombre falso. Mañana tomo otro
vuelo, voy hasta otro objetivo y luego ya casi termino.
Mierda, estoy agotado. Mis músculos cansados, mi cuello rígido. Suelto
mi bolsa de lona al lado de la cama, meto mi pistola debajo de la almohada,
empujo mis cuchillos bajo el colchón, luego me doy la vuelta hasta mi espalda
y exhalo mientras miro el techo.
Pienso en la forma en que ella me cocinó.
La forma en que se entregó a mí.
La forma en que mi cuerpo crecía dentro de ella y ella instintivamente
empujaba por más de mí.
Y luego, la maldita manera en que me sentí cuando tuve que irme, como
si acabara de recibir un puñetazo y mi chica recibió el impacto de ello.
156

Mi vida ha sido el Underground. El Underground como una vida y


también como un medio para encontrar a mi madre. Me he mezclado en ello
como mezclas negro en las sombras. Nadie necesita decirme, yo, el rey del
ágina

maldito Underground, que el Underground no se hizo para alegres pequeñas


princesas. Yo. Jodidamente. LO SÉ.
Cristo, pero la quiero conmigo.
He deseado a esta chica por meses, pero no es la lujuria lo que me
mantiene regresando. En algún lugar de mi interior siempre he sabido que
nació para mí. En algún lugar, tal vez mucho antes que naciera y mucho antes
de que incluso matara, antes de que mi alma estuviera sucia y rota, me dieron
a este ángel y apostaría todo lo que soy en el hecho de que me fue dada para
poder protegerla. Ella era para mí, y yo para ella. No he tenido novias en mi
vida, ni siquiera un interés en cualquiera. Solo folladas. Solo putas. Solo
aventuras de bar. Nada que durara más de las pocas horas que me tomaba
terminar con ellas. Como si una parte de mí supiera y solo estuviera esperando
mi momento para que esta chica me mirara a través de la lluvia un día con
esos ojos, y desde ese momento nada más importaría, siquiera una fracción de
lo que ella importa.
Faltan dos minutos para las nueve y, aunque me gusta ser exacto, antes
de darme cuenta estoy agarrando mi nuevo teléfono y marcando su número.
Un timbre, dos, y responde, sin aliento. Mi estómago se desgarra cuando
escucho su voz.
—¿Hola? —dice.
—No vuelvas a responder una llamada de un número desconocido a
menos que te lo advierta de antemano.
Puedo oír la risa en su voz, frunzo el ceño, por supuesto. —Entonces no
me llames de un número desconocido, idiota.
Me río entre dientes. —Un cambio de dispositivo estaba planeado.
—¿Por qué? ¿No tienes suficientes?
Cierro mis ojos, relajando mis músculos por primera vez en días. Dios,
ella es especial. Hecha específicamente para mí.
Hemos sido criados de forma diferente, pero no importa. A ella le
enseñaron a jugar juegos mientras a mí me enseñaron a jugar con cosas.
Y, sin embargo, aquí estamos. Estoy obsesionado con ella y ella seguro
como la mierda que no está demasiado lejos. Ahora depende de mí llevar
nuestra relación al siguiente nivel. Depende de mí confiar en ella lo suficiente y
respetarla lo suficiente para hacerle saber que no soy un hombre normal.
JODER.
Realmente no quieres hacer eso, Rey. Le dices la verdad acerca de ti y esto
estará permanentemente TERMINADO.
157

No. Diablos, no dejaré que esto se termine.


—Entones. ¿Solo llamaste para escucharme respirar? —me incita.
ágina

—No, eso no es todo. —La última vez que escuché su voz, cocinó para mí,
y luego se entregó a mí de una forma que no estuvo con otro hombre. Me dio la
bienvenida a su casa, despeinó mi cabello, me sonrió, me quiso, me dio cosas
que nunca soñé que quería y ahora estoy malditamente muerto de hambre
como un perro rabioso.
—¿Estás molesta porque no había llamado? —le pregunto con voz ronca,
dejando caer mi voz en caso que tenga que dar algunas explicaciones.
—¡Apenas lo noté!
—Así que estás molesta. Princesa, no quería dejarte, no de esa manera.
—Bajo mi voz mientras un montón de jodido pesar aprieta mi pecho, y miro
hacia la ventana del lúgubre motel y pienso en mi nuevo apartamento en
Seattle. Lo quiero tanto. Quiero mi cama con las sábanas de mil dólares y la
chica del millón de dólares abrazada justo a mi lado—. Nena, habla. —Me oigo
suplicar.
—¿Sobre qué?
—Solo habla. —Exhalando, presiono el receptor más cerca y me aferro a
su voz. Todo el resplandor en ello. La forma en que aprieta mi corazón, mis
entrañas y mis bolas, todo en un solo golpe. La forma en que lo necesito para
recordarme que lo que hice hoy fue solo un trabajo. Un rol. Un acto. No todo de
mí. Ella es la única que llega a ver todo de mí.
—No sé qué decir —susurra finalmente —. Quiero saber por qué te
fuiste, cómo estás. —Su tono suave envía todo el anhelo en mí en un espiral
hacia afuera como un huracán. Exhalo a través de mi nariz, intentando
mantener la sangre en mi cuerpo fuera de mi ya tensa polla.
—Tenía trabajo que hacer, pero estoy bien ahora —explico—. Vamos,
princesa, háblame.
—Está bien, entonces. Estoy acostada en mi cama en mis bragas y
sujetador.
Mi cerebro casi explota. Jódeme con eso. Mi corazón se estrella contra mi
caja torácica y mi polla golpea en mis pantalones. Instantáneamente la
imagino: acostada en su cama, su cadera abrazada por sus bragas, los ojos
entrecerrados, y de repente estoy en esa cama, justo con ella, y estoy
sosteniendo su trenza para mantenerla quieta mientras follo su dulce y caliente
boca con la mía.
—¿No es por eso que me llamaste? ¿No estás caliente? —pregunta
cuando no contesto.
Echo mi cabeza hacia atrás y río a carcajadas. Me he reído más con ella
158

en meses de lo que lo he hecho por mi cuenta en años. —Princesa, estoy


caliente con cualquier cosa que tenga que ver contigo, pero no es por eso por lo
que te llamé.
ágina

—Oh. ¿Por qué entonces?


Sigo imaginándomela en esa cama. Sí. Conmigo a su lado. —¿Sigues
llevando tu trenza todavía? —Tengo que saberlo. Aún no puedo entender cómo
agarra tan fácilmente tantas hebras de cabello y amarra todas perfectamente
juntas, sedosas, doradas y encantadoras cuando caen en esa trenza contra su
delgado cuello blanco.
—Sí, la llevo.
—¿Estás mordiéndote el labio?
Se ríe en voz baja. —Sí.
Sonrío en un deleite lobuno. —Quiero chupar ese labio, nena, pero lo que
más deseo justo ahora es estar ahí, besarte hasta el cansancio y follarte sin un
condón. Voy a probarlo, así que la próxima vez que te folle, no me pondré uno.
¿Te gustaría eso?
—Sí, por favor. Un Greyson sin condón, ¿y puedes hacer de eso una
orden rápida?
Mi pecho se inunda con la ternura de lo juguetona que es. —Sí, nena, lo
haré, pero no llamé para escucharme a mí mismo hablar. Quiero oírte. Así que
habla conmigo, princesa.
—¿Sobre qué?
—¿Sobre qué otra cosa? Acerca de ti, nena.
—Muy bien, ¿así que esa chica que quería mi Mustang? Aumentó mil y
acepté.
Gimo y golpeo mi palma en mi frente, luego arrastro mi mano
toscamente por mi cara. —Princesa, te lo estoy diciendo… vende otra cosa. No
tu auto. Necesitas tu auto.
—Es todo lo que tengo para vender, Grey.
—¿Estás segura de eso?
—Sí, estoy segura. Mi auto es todo lo que tengo para vender.
—El collar que te di, ¿eso no es vendible? —lo suelto sin rodeos.
—No.
—¿No? ¿Por qué no?
—¡Porque es todo lo que jodidamente tengo de ti!
Mi corazón golpea una vez ante esa admisión, luego se mantiene
golpeando por el impulso frustrante de asegurarle, en persona, que ese no es el
159

caso. —Nah, eso no es cierto.


—Es todo lo que tengo, Greyson. Paso días sola y todo lo que tengo para
ágina

saber que existes y recordarme que vas a llamar son estas piedras. Son todo lo
que tengo de ti.
—Me tienes, princesa. ¡Jesús! ¿No ves lo que me estás haciendo? Tienes
todo de mí, Melanie. Estoy a estados de distancia y me siento como un hombre
a medias, me siento como que romperé algo si no te veo pronto con mis propios
ojos… —Me voy callando.
¿Qué mierda estoy haciendo? ¿Está la jodida Oprah aquí? Presiono mi
palma en mi frente y respiro. ¡Cierra la puta boca, tú maldito cobarde!
Suaviza su voz mientras entiende. —Greyson, ¿cuándo vienes a casa?
Casa.
Dios, me encanta que llame cualquier lugar en el que estemos juntos
“casa”.
—Todavía no. Tengo trabajo que hacer —susurro, frotando la punzada
que acaba de causar en mi pecho.
—Pero, ¿cuándo regresas a mí?
Dios Santo, ella será mi fin. —Pronto, nena —admito. En tu cumpleaños.
Cuando no quiera más mierda entre nosotros, nada entre nosotros—. Voy a ir a
casa pronto y la próxima vez cuando me vaya, quiero que vengas conmigo —le
susurro con voz ronca—. Solo respóndeme a esto. ¿Eres mi chica?
—Primero dime si tú eres mi chico.
Me extraña.
Está en su voz, en la forma en que me habla.
—Sí, lo soy, lo que oficialmente te hace mi chica. Y, ¿Melanie?
Está en silencio en el otro extremo de la línea, respirando con dificultad.
Añado, mi voz baja pero sin concesiones. —Voy a DEVORARTE cuando
llegue. Mientras tenga aliento en mí, serás mi princesa.
—Está bien, Grey. Entonces tú serás mi rey —susurra.
Oh, sí, definitivamente será mi fin. —Pensé que dijimos no bromas de
majestad.
—No era una broma —replica. Luego añade—: ¿Grey?
—¿Sí?
—Sabía que llamarías. Esto es por qué nunca venderé el collar.
—Siempre llamaré, con o sin collar. Déjalo ir nena, y te daré algo mejor.
Cuelgo y trato de ganar un control sobre mí mismo, pero mi sangre corre
160

caliente por hablar con ella. Recuerdo el primer día que la vi animando por
Riptide en el Underground. Saltaba arriba y abajo, clamando por otro hombre,
y solo me quedé allí sintiéndome extrañamente tranquilo, y una pequeña voz
ágina

en mi cabeza dijo: Ésta es mía. Sabía que había sido tomado de la misma forma
en la que sé cuando tengo mis marcas en mi bolsillo y una deuda recortada,
había sido tomado.
Todo de mí, parte de mí, cualquier parte de mí que quiera, la puede
tener.
Tengo todo perfectamente planeado.
Dos marcas más… aparte de mi princesa. Recogeré la evidencia para este
penúltimo en Denver, y tendré mucho cuidado esa noche, mientras el equipo se
asegura que las peleas del Underground estén funcionando sin problemas.
Entonces vuelo a Seattle justo a tiempo para su cumpleaños. La sorprenderé.
Llegaré a decirle no, nena, no fui engendrado por el diablo, y pronto, realmente
llegarás a conocer a mi madre…
Gimo mientras la primera chispa de esperanza que he tenido en años
echa raíces dentro de mi interior y me doy vuelta en mi cama, tratando de
dormir un poco incluso cuando ya sé que no lo haré. No hasta que sepa que
mis dos chicas están sanas y salvas y conmigo.
161
ágina
Underground
Traducido por vals<3 & Alex Phai
Corregido por Daniela Agrafojo

Melanie
El Underground es exactamente como lo recuerdo.
Atestado.
Ruidoso.
Apestoso.
Nerviosa por encontrarme a algún hombre malo, pero feliz porque Brooke
nos espera, tiro de Pandora hacia nuestros asientos en primera fila y ahí es
cuando la veo.
Mi mejor amiga. Oscuro cabello en una cola de caballo, vaqueros
apretados, blusa de tirantes. Está mirando hacia el ring mientras dos
luchadores pelean hasta el punto del colapso.
—¡BROOKE! —llamo mientras empiezo a correr en su dirección y salta de
su asiento.
Ha sido mi mejor amiga desde que teníamos la edad suficiente para usar
las mitades de un medallón que decía “Mejores Amigas” que se rompía justo en
el medio. Naturalmente, todavía tengo mi mitad, guardada en una pequeña
caja debajo de mi cama, pero la mitad de Brooke se cayó durante una carrera y
nunca pudimos encontrarla. Lo que está bien, porque nuestra amistad como
tal nunca ha sido rota. Nunca he peleado, amado, o tenido tanta diversión con
162

una chica como la he tenido con mi mejor amiga, así que obviamente hay gritos
presentes cuando nos abrazamos hoy después de meses de estar separadas.
ágina

Después de un fuerte abrazo, ambas empujamos a la otra hacia atrás


para hacer una exhaustiva inspección. Quiero estar segura de que el Sr.
Riptide está cuidando a mi chica, pero, santa mierda, Brooke se ve…
No hay palabras para describir el brillo en sus ojos y en su cabello y, en
su sonrisa.
—¡Mírate! —lloro. Mierda, por supuesto que la está cuidando, él
malditamente adora el suelo que pisa.
—¡No, mírate! —contrarresta mientras abraza a Pandora, incluso cuando
a Pandora no le gustan tanto los abrazos como a mí.
Pete viene y nos saluda mientras nos sentamos en nuestros lugares.
Empieza a hablar con Pandora acerca de su romance con la hermana de
Brooke, Nora. Detesto a Nora, así que me alegro de que la perra esté en la
universidad, lejos de aquí. Pete es tan bueno para ella, pero secretamente
espero que se enamorará de alguien más agradable, dulce e inteligente y que
termine con ella para siempre. Nora solía ser la novia de uno de los más
grotescos luchadores del Underground, del que tiene un escorpión tatuado en
su grande y gorda cabeza, eso dice suficiente.
Aprieto la mano de Brooke, así me actualiza con todo lo posible. —¿Cómo
está Racer? ¿Voy a conseguir verlo esta noche o es demasiado tarde? —
demando.
—Puedes venir a nuestra suite, ¡por supuesto! Está tan grande, Mel. Pero
dime… —Deja de hablar y sus ojos se agrandan cuando escuchamos las
palabras “RIPTIDEEEEEEE” saliendo de los parlantes.
Y la arena sabe que llega el momento. Riptide. Remington Tate. El esposo
de Brooke. Dios del sexo, en caso de que lo hubiese mencionado muy poco,
déjenme solo decir que estoy segura de que cada vagina en esta arena lo ama.
Las peleas en el Underground nunca son tan animadas e intensas como
lo son cuando él pelea, es algo acerca de él. Lo pone en el aire, emoción,
intensidad, fuerza bruta y alegría juvenil.
—Mis ovarios acaban de explotar —murmura Pandora a mi izquierda.
Brooke se levanta de un salto mientras Remington “Riptide” Tate salta
dentro del ring, envuelto en una bata de boxeo que es más roja que el rojo, y
estoy tan emocionada de estar aquí, de ver esto, de sacar mi mente de todas
mis inseguridades y de esa estúpida deuda, que no me puedo controlar, mi
cuerpo no se puede controlar y mis cuerdas vocales no pueden controlarse, así
que grito.
—¡¡¡Remmyyyyy!!! —estoy de pie con Brooke, donde no puedo resistirme
a abrazarla y golpearla simultáneamente—. ¡Dios, tú maldita zorra, no puedo
163

creer que lo hagas todas las noches! —digo, empujándola.


Me lo regresa, gritando—: ¡Varias veces por noche!
ágina

Y en ese momento él le guiña desde el ring.


Ella deja de tontear conmigo y le devuelve la sonrisa, dándole toda su
atención. Ahora su esposo. Y mientras espera por su oponente, mantiene su
sonrisa y sus brillantes ojos azules en ella. ¿Y esa mirada? Es una clara mirada
de Tú Eres Mía, pero es tan malditamente tierna que la siento derretirse sobre
mí. Greyson… Greyson… Greyson… De repente está en mi cabeza, su propia
versión de esa mirada nadando dentro de mí. Su versión es un poco menos
tierna, un poco más protectora, mucho más cruda, bastante más oscura, como
si hubiera algo doloroso dentro de él y lo lastimara más cuando sus ojos
encuentran los míos. Mi cuerpo se siente como si se acabara de abrir un
enorme vacío por dentro ante el mero recuerdo de él. De nosotros.
—Oooh Dios, ustedes chicos me van a matar —le digo a Brooke, viendo
como un hombre de gran trasero viene a tomar el escenario. Estoy preocupada
por Remy por un momento mientras la pelea comienza, pero
entonces, ¡Zas! Toma completamente el control así que no me preocupo más.
—¡ERES LA MIERDA, REMINGTON! —chillo, tirando de la cara de
Brooke junto a la mía—. Mírate. Esposa y madre, chica, está tan malditamente
enamorado de ti, que ¡ni siquiera puedo soportarlo!
—Oh, Mel. —Suspira y se hunde contra mí como si no pudiera resistir
amar a este hombre más de lo que ya lo hace.
Traen a otro hombre para que pelee con Riptide y juro que sus oponentes
se vuelven cada vez más grandes.
—¡Remy! —grito de nuevo mientras los hombres empiezan a pelear en el
ring.
Brooke aprieta mi mano y se la aprieto de regreso y levanto su mano con
la mía, alto en el aire mientras los observamos pelear. —¡Remy! ¡Tú esposa está
caliente por ti, Remy! —grito.
Brooke siempre ha sido la reservada de nosotras dos, un poco tímida
cuando hay que hablar con convicción, pero sé que ama cuando grito aquí.
—¡Remington, eres tan jodidamente caliente! —grito de su parte.
Y entonces Brooke me impresiona cuando se levanta de un salto, rodea
su boca con las manos así su voz llega más lejos y empieza a gritar conmigo—:
¡ERES TAN JODIDAMENTE CALIENTE, REMY, ACABALO, BEBÉ!
Y lo acaba instantáneamente.
El público se vuelve loco mientras su oponente cae de golpe y
estúpidamente pestañeo hacia mi mejor amiga. —Oh mi Dios, ¿así que gritas
ahora? ¿Y qué tan bien entrenado está el Sr. Riptide para complacer
164

inmediatamente a su dulce y pequeña esposa?


Seguiría molestando, pero Brooke está demasiado ocupada sonriéndole a
ágina

Remy ya que él le está sonriendo, todo sudado y lamible, y me quedo callada


en tanto algo aprieta muy fuerte mi corazón.
Nunca seré la primera persona a la que Brooke busque cuando quiera
llorar, o hablar de algo, o desahogarse, o salir. Mi mejor amiga esta profunda y
completamente enamorada de este hombre, quien iría a través del infierno y de
regreso por ella, lo sé porque ya lo hecho.
Así que, de cierta manera, mi mejor amiga tiene ahora un nuevo mejor
amigo. Y también es su esposo, el padre de su hijo, un amante para ella.
Pero ¿yo? A los chicos les gusta follarme. Él dice que es malo para mí,
pero siento que me necesita. Siento que me extraña. ¿Son mis agallas
hablando, o mis tontas esperanzas? Todo lo que sé es que me estoy
enamorando y estoy tan profundamente cerca, que la simple gravedad del
asunto hace que sea imposible continuar cayendo fuertemente en esa oscura,
desconocida y temerosa situación.
Dios, estoy tan jodida.
Brooke parece notar que me he quedado callada, y no me había dado
cuenta de que me ha estado observando intensamente.
—¿Quieres hablar acerca de él? —pregunta suavemente,
inspeccionándome con la intensidad que solo una mejor amiga puede tener.
Asiento y tengo que acercarme para ser escuchada sobre la multitud. —
¡Cuando no tenga que gritar sobre estos idiotas!
Al terminar las peleas de la noche, Pandora y yo tomamos un taxi hacia
nuestro hotel, que, por desgracia, no es en el que los Tates se están quedando,
su hotel es demasiado caro. Pandora no quería aceptar la “caridad” de nadie y
estoy completamente en quiebra, así que nos estamos quedando en un
pequeño hotel de tres estrellas un par de cuadras más lejos.
Pandora, sin embargo, decide excluirse de nuestra visita a la suite de
Brooke esta noche.
—¿Por qué? —pregunto, empujándola hacia la parte de atrás del taxi—.
Vamos, será divertido. ¡Necesito ver a Racer! La última vez que lo vi le estaba
creciendo un poco de cabello y olía como a talco y me sonrió con ese pequeño y
único hoyuelo que va a matar a un montón de chicas algún día. ¡Vamos!
—Nah, estoy cansada. Ustedes deben ponerse al día. Voy a ordenar el
canal de paga para ver y esperaré por ti.
—¿Estás segura de que no quieres venir? —El taxista parecía estar
impacientándose, así que abrí la puerta y espero un segundo.
—Sí, estoy segura. Tú sabes que preferiría acariciar a un animal que a
un bebé.
165

Asiento lentamente porque creo que lo entiendo. La entiendo más de lo


que sabe. Ella piensa que, porque trato de divertirme, no estoy herida, o no
ágina

quiero algo, o no tomo nada seriamente. Yo río mis penas, pero ella usa el
enojarse como una barrera. Y sé que esto la lastima también, cuando ve a
Brooke algunas veces, porque Pandora solía estar enamorada.
Todo lo que puedo suponer es que lo amaba muchísimo. —Pan —digo
suavemente—, el chico que te lastimó tanto… no era el único al que amarás.
No sé que más decir porque no soy experta en sentirme así, apenas
puedo suportar la forma en la que me siento por Greyson y tengo miedo de
llamarlo amor. Me siento aún más rara cuando nos detenemos en el hotel de
Brooke y el taxista se queja—: ¿Señorita, se queda o se va? —Así que
rápidamente salgo y le digo—: Te veré después. ¡Mira alguna comedia!
Me saca el dedo mientras el taxi la aleja, le sonrío y me despido con la
mano. Pero mientras subo al elevador, no lo sé. No sé nada más excepto que
hace unos meses no sabía quién era Greyson King. ¿Cómo puedo extrañarlo
tanto ahora?
Te metiste bajo mi piel, joder.
Estás conmigo en un momento, te pierdes al siguiente. Me tomas, me
dejas y sigo esperando, temblando por ti para que vuelvas y lo hagas de nuevo.
Ugh. ¿Cuándo vas a regresar?
Brooke abre la puerta de su suite y balbucea—: ¡Quiero detalles y los
quiero ahora! —Tirándome dentro del primer cuarto, lejos del grupo de chicos
en la sala.
Me sienta en el borde de la cama y luego planta sus manos en las
caderas como una demandante ángel-perra, sus ojos brillando de emoción. —
Cuéntame. ¡Cuéntame todo acerca de él!
Me río con emoción, pero entonces gimo y empujo un dedo en su
pecho. —Estoy experimentando un déjà vu, excepto porque la apestosa cosa de
estar enamorada del chico que es malo para ella eras tú.
—Oh mi Dios ¿lo amas, Mel?
No puedo creer lo difícil que es hablar de él, incluso con mi mejor amiga.
Suspirando, me dejo caer en la cama y doy una palmadita al lugar junto a mí,
así que se sienta cerca.
El amor no se sentía así cuando me imaginaba enamorada. Era
emocionante y precioso en mi mente, no aterrador e inesperado.
Brooke y yo estamos acostadas viéndonos la cara, riendo como lo hemos
hecho las miles de veces que nos contábamos secretos, fantasías y más. —
Brookey, ¿Soy de las que se aman? ¿Del tipo para siempre? Soy buena para
divertirme, pero crees… A veces pienso que Greyson no quiere involucrarme en
166

otras partes de su vida. Me pregunto si solo soy un juguete sexual para él,
como lo he sido para todos los otros hombres, pero entonces me llama, o me da
ágina

esto… —Me toco el collar de diamantes escondido debajo de mi camiseta de


seda—. Y me mira de esa manera… No lo sé, no hay forma de describir esa
mirada. Pero Remy te mira así también. Es la MEJOR mirada. Me provoca calor
y palpitaciones y mariposas. Y si lo vieras con mis padres, como se reía
mientras hacíamos nuestros estúpidos juegos de domingo. Simplemente me
rehúso a creer que no significo algo para él, ¿Sabes? Dice que soy su chica.
Brooke ríe y se sienta, abrazándome brevemente. —Mel, eres divertida y
dulce, leal y honesta. Tienes tanto amor para dar. Quieres a todos, incluso a
los extraños. Eres mi pequeño y amado bicho. Él tiene suerte de que tú no solo
lo quieras, sino que lo ames. —Sus ojos brillan con emoción mientras me
aprieta los hombros—. Melanie, has encontrado a tu príncipe. Ni siquiera es un
príncipe, resulta que es un rey. ¿Te das cuenta que has estado hablando de
este chico sin rostro y sin nombre desde que teníamos siete?
—Chica, he estado esperando toda mi vida para sentirme así y ahora que
lo hago, no quiero sentirlo. Me siento inestable, insegura, vulnerable, feliz y
preocupada porque no durará.
—¡No! No, no, no, no te retengas. ¿Pandora está envenenando tu cabeza?
Mel, TE PERTENECE. Aduéñate de cómo te sientes. Dile. Ve tras él. Ve detrás
de lo que quieres. Siempre has perseguido lo que quieres, ¡no puedes rendirte
ahora que lo encontraste!
—Dices eso ahora ¡porque ya no eres una gallina! Sabes que Remington
te ama. Sabes que te ama tanto que nunca te dejará ir. Si algo pasa, lo
resolverán y ambos lo saben. Él pelearía por ti y tú lo harías por él. Pero ¿yo?
No sé lo que siente Greyson. Quiere estar conmigo y luego se va por días. Lo
que sea que tenemos, puede ser real o puede ser algo pasajero como…
—Lujuria —dice una profunda voz desde la puerta.
Volteo mi cabeza para ver a Riley Cole en el umbral, el segundo
entrenador de Remington, viéndose más lindo que nunca. Riley y yo somos
grandes amigos. Nos hemos metido en un montón de travesuras varias veces
después de que nos conocimos tras una pelea de Riptide y no solo
sexualmente.
Es un chico que sabe guardar secretos. Lo sé, porque cuando Remington
Tate perseguía a Brooke como un ariete y traté de averiguar todos sus secretos,
todo lo que Riley me dijo fue que nunca lo había visto perseguir a una mujer de
la forma en la que perseguía a Brooke.
Así que Riley es definitivamente un hombre que sabe guardar un secreto.
Incluido, gracias a Dios, el mío.
Brooke siempre ha dicho que luce como un surfista triste y tiene razón.
Lo que funciona para él. Pero esta noche luce más como el enojado gemelo
167

rubio de Pandora, frunciéndome el ceño de la misma manera que lo hizo la


primera vez que nos conocimos.
ágina

—¿Qué pasa contigo? —pregunto, regresándole el ceño fruncido.


—Si alguna vez este novio tuyo te lastima, nosotros nos encargaremos. —
Truena sus nudillos y en lugar de hacerme temer por Greyson, el sonido me
hace reír.
—¿Quieres decir que tú te harás cargo, o Remy? —digo mientras me
levanto, escuchando su tranquila y familiar risita.
—Está bien, me atrapaste. Tal vez traeré a Rem solo para propósitos de
intimidación —dice bromeando, pero su sonrisa se desvanece en una línea
plana con desagrado—. Nadie te lastima, Melanie. O lo golpeo. No me importa
cuántas veces tenga que golpearlo para hacerlo sangrar, pero lo haré sangrar.
Me río mientras Brooke me guia hacia la sala así puedo ver a su precioso
bebé.
—Las Barbies no se lastiman, recuérdalo. No te preocupes —Empujo mi
hombro hacia Riley, golpeándolo juguetonamente mientras pasamos. Me había
llamado Barbie cuando nos conocimos y no en una manera bonita, así que
lanzárselo lo hace hervir un poco.
Luego escucho el sonido de un bebé y me lleno de alegría. Veo a Racer
orgullosamente sentado en el brazo curvado de su guarda espaldas-niñera,
Josephine. Pero no se quiere quedar ahí. Racer se tira hacia su padre, quien
estaba ingiriendo una bebida energética azul, pero cuando ve a su hijo venir, lo
agarra en un brazo y lanza la botella vacía dentro del fregadero.
Levantando a Racer en el aire, hace sonidos de gruñidos, luego lo carga
como si fuera un balón de futbol americano, lo que hace a Brooke gemir a mi
lado.
—Remington, va a vomitar toda su cena —lo reprende.
—Aahhhh —dice, sonando increíblemente arrogante mientras cambia a
su hijo a una posición sentada y evita la catástrofe. Mira a Brooke, su sonrisa
enseñando dos sexis hoyuelos, haciéndola olvidar el incidente, y juro que casi
muero.
Y entonces Racer sonríe y también le enseña a su madre su único
hoyuelo.
—¡Urgh! ¡Ustedes dos me están matando! —les digo—. ¡Remington
necesito tocar a este bebé o algo más! —Voy y tomo a Racer y mientras los
sostengo, hago lindos sonidos de bebé, acariciando su barriguita.
Protesta como si no estuviera muy emocionado, y mira a su madre, luego
a su padre, entonces a Pete, con un nuevo y triste hoyuelo en su barbilla.
—¿Qué? ¿No le gusto? —Racer mira hacia su madre y padre de nuevo y
hace una cara que profundiza el hoyuelo en su barbilla—. ¡Oh Mi Dios, lo estoy
168

haciendo llorar!
Se lo paso a Brooke. —¡Qué fracaso! —Me río.
ágina

—Estás bien —dice Remington sentándose en una silla y tirando de


Brooke hacia su regazo con un brazo mientras le pasa un ruidoso juguete a
Racer con el otro.
Racer ve el juguete y su cara de Melanie-hace-llorar se transforma en un
chillido de placer. Remy le sonríe y desliza sus ojos hacia Brooke y lo que veo
ahí realmente me marca profundamente, en especial cuando coloca un beso en
la cima de su cabeza.
Eso es real, el verdadero tipo de amor moriría-por-ti, con el que siempre
he soñado.
—Mel —Escucho detrás de mí y cuando me vuelvo, descubro que Riley
ha estado observándome todo el tiempo. Se acerca y susurra ominosamente—:
¿Puedo hablar contigo?
Asiento. No confundo la mirada de lujuria en sus ojos. Tengo el
presentimiento de que me desea, apartando el hecho de que desea hablar
conmigo. La antigua yo no hubiese querido nada más que otra noche con un
amigo con derecho. Difícilmente digo que no a un atractivo chico que me desea,
pero ahora cada poro de mi cuerpo desea solo a un hombre.
Pero aun así sigo a Riley, porque es con el único con el que puedo hablar
acerca de una cosa que ha estado plagando mis pensamientos tanto como
Greyson King.

—Ten. —Riley coloca un cheque encima del mantel blanco de una mesa
en el bar de un pequeño restaurante a solo algunas cuadras del hotel—. He
estado ahorrándolo —explica.
—¡No! —grito—. Riley ¡no seas ridículo! ¡No podría! —Le regreso el
cheque, sintiéndome nerviosa cuando la mesera deja las bebidas. Espero a que
se vaya antes de sisear—: Fue mi decisión. Escogí hacerlo ¿Entiendes?
—Pero soy el idiota que lo sugirió en primer lugar —argumenta con otro
siseo y se ve tan genuinamente mortificado, no podía parar de negar con la
cabeza—. Remington nunca pierde, Melanie. Nunca. Si hubiese sabido que
tiraría la pelea para…
—Urgh, para salvar a la estúpida de Nora porque ama a Brooke
demasiado como para no hacerlo. Pero incluso si me hubieras dicho que
169

perdería, nunca hubiera puesto mi dinero en Scorpion. NUNCA.


—Entonces déjame ayudarte a pagar la deuda. —Ignoro su mirada de
ágina

súplica y le regreso el cheque de nuevo, negando con la cabeza también—. Por


lo menos déjame decirle a Rem —incita—. Él habría pagado en tu nombre si
supiera. Si no te hubiera dado mi palabra de no decirle a nadie…
—Riley, te mataré si le dices a alguien. Estábamos borrachos, fuera de la
ciudad, hiciste una apuesta, estuve de curiosa y pregunté acerca de ella, pensé
que era una gran idea hacer una apuesta por mi cuenta, ¡especialmente
cuando parecía una cosa tan segura! Luego fuimos a tu cuarto y celebramos
pensando que sería genial dormir juntos. Me siento estúpida. No sé en qué
pensaba. —Imágenes de un hermoso apartamento aparecieron en mi mente, el
apartamento de mis sueños, y mi coche libre de deudas y añado—: Bueno, sí lo
sé. Podría haber hecho un hermoso pago para mi propio apartamento y tal vez
incluso tenido las bolas para empezar mi propia empresa de diseño.
—Entonces déjame ayudar, Mel.
Observo el cheque y una parte de mi grita ¡Tómalo! ¡Tómalo, Melanie! ¡Por
favor solo sálvate de esos monstruos!
¿Pero qué esperará Riley a cambio? ¿Cómo puedo tomar el dinero de un
hombre cuando estoy enamorada de otro? —Esto es muy dulce de tu parte,
pero no. En serio.
Ladea su ceja rubia. —¿Qué pasa con tu nuevo novio? ¿Por lo menos lo
dejarás a él ayudar?
Mi pecho duele al pensar en él y en todas las razones por las que no
puedo soportar que Greyson sepa. Me trago el resto de mi bebida y admito—:
Creo que… si pidiera la ayuda de alguien… él sería el último.
—¿Por qué?
—¡Porque no quiero que sepa que soy así de estúpida! Sabe que ya soy
un desastre. Riley, me conoció cuando mi convertible se hallaba estacionado en
una noche lluviosa sin la capota puesta, eso dice bastante. Es un milagro que
se quedara cerca lo suficiente para conocerme. No quiero que… pierda el
respeto por mí. Que piense menos de mí.
El ceño de Riley es cada vez más oscuro. —¿Puedo ver que ya te está
lanzando diamantes? —Asiente hacia el collar medio metido en mi blusa—.
¿Sabes que los hombres hacen eso para comprar a las mujeres con las que
duermen? No tiene nada que ver con preocuparse por ti.
—Sí, lo hace —me opongo—. Significa que se tomó el tiempo de ir a
buscar algo bonito que piensa me hará feliz.
—Puedes usar el collar para pagar, Melanie. Solo dile que lo perdiste o
algo y deshaz esa deuda. Estos hombres matan por cinco dólares. ¡Son jodidos
mafiosos! Incluso el tipo con el que Pete trata, Eric, luce como un tiburón
170

pulido en un traje, pero no confían en el tipo ni mierda. Solo está besando el


trasero de Rem porque es su principal fuente de dinero, pero todo el mundo
ágina

sabe que su jefe Slaughter hace a Scorpion lucir como un oso de peluche.
Dicen que tiene un matón que es como un demonio traído desde el infierno y
vendrá por ti ¡lo quieras o no!
Mira alrededor con cautela, luego se inclina más a través de la mesa,
bajando su voz. —Pete escuchó rumores de que el único tipo con un poco de
sentido era el hijo mayor de Slaughter, pero no quería nada que ver con su
padre y aparentemente se salió del Underground hace años. Ni siquiera su hijo
quiere tener nada que ver con un hombre como Slaughter. Juro que no duermo
pensando en que tú todavía les debes.
Mi corazón empieza a saltar en mi pecho con miedo renovado y extiendo
mis manos con las palmas hacia afuera, para calmarlo. —Riley, pedí más
tiempo, ¿Está bien? Solo tenemos que… respirar.
—¿Qué? ¿Qué mierda? ¿Cuándo pediste más tiempo?
—La última vez que vine a ver a Brooke. Está bien. ¡En serio! Acabo de
vender mi auto y tal vez pueda comprar más tiempo si les doy la mitad del
pago.
—¡No, jodidamente no puedes, lo tomarán como intereses y demandarán
que les pagues todo antes de que siquiera salgas por la puerta! Nunca te
vuelvas aproximar a hombres como esos sola. Jesús, solo confía en mí y sal de
esto, Mel. Pagué mi deuda y quiero pagar la tuya y si no me dejas, entonces por
lo menos prométeme que dejarás a tu nuevo novio ayudar. Si eres demasiado
orgullosa para pedirle, solo pretende que perdiste los diamantes en tu cuello y
sal de esa deuda; confía en mí.
Creo que me veo tan sin esperanza como me siento, porque agrega, más
desesperadamente ahora—: Te juro, Melanie, que, si tu deuda no se ha pagado
antes de que te vayas, le diré a Tate y nos encargaremos de esto por ti, él y yo.
Jadeo indignada. —No dejaré que tú o el esposo de mi mejor amiga se
involucren en esto, ¿me escuchas? Y no meteré a mi novio tampoco. Este collar
significa algo para mí. —Toco los diamantes con una horrible y desgarradora
sensación en mi pecho mientras me pregunto: ¿Esta es la única manera en que
voy a ser libre, dejando ir la única cosa que me ha regalado el hombre que quiero
con todo mi corazón?
—Riley —susurro, casi rogando—, no soy la clase de chica que tima a
sus novios con cosas caras para convertirlas en dinero.
Mira ceñudo el precioso collar y mi estómago empieza a doler con solo
pensar acerca de separarme de algo que tiene que ver con Greyson.
—Ese regalo no significó para él lo mismo que significa para ti, te lo
aseguro —dice con molesta autoconfianza—. Nunca he visto un hombre más
171

enamorado que Remington y no necesita gastar dólares en Brooke para


mostrarlo.
ágina

—Bueno, Grey tiene un estilo diferente ¿y qué? Al final es lo mismo. Me


siento mimada y cuidada, y me mira de una forma cuando me ve usándolo, que
absolutamente adoro.
¡No puedo aguantar a otra persona en mi vida criticando a Greyson! Así
que lo miro estrechando mis ojos y agrego, así al menos ve los verdaderos
sentimientos que tengo por mi hombre. —Cuando me mira de esa forma, juro
que todo es tan perfecto que a veces tengo pesadillas acerca de que lo he
soñado todo, que es demasiado bueno para ser verdad.
—Tal vez lo es, Melanie. Tal vez te está siendo infiel en este momento,
encontrándose con alguna chica en secreto mientras hablamos.
—¡Ja! —Levanto mi vaso y sorbo mi bebida—. Es un adicto al trabajo. Si
tuviera algo de qué preocuparme, es que su amante se llame Trabajo
HastaPartirmeElCulo.
Riley me sonríe, una escalofriante sonrisa, una sonrisa muy poco
amistosa y asiente hacia la entrada del restaurante.
Me volteo noventa grados para poder ver… y es ahí cuando lo veo
caminando dentro del restaurante.
A él.
Grey-maldito-son.
Todo mi reconocimiento llamea en incredulidad, emoción, y luego, ira
combinada con un rayo de casi cegadora lujuria.
Se siente como si una fuente de energía se adhiriera a su piel, todo el
aire se desplazó en el momento en que se materializó en la habitación. Casi dos
metros de pura perfección masculina. Greyson. Maldito. King. Mis hormonas
estallan cuando empieza a caminar hacia adelante, siguiendo al maitre, con los
ojos fijos sobre una mesa al otro extremo.
No puedo creerlo. Mis ojos recorren su cuerpo. No hay ninguna palabra
para la forma en que Greyson camina, con una mano en el bolsillo, su rostro
sombrío, sus pómulos cincelados, con la mandíbula suave y bronceada, su
boca perfecta, su cabello oscuro descuidadamente despeinado; juro que su
asombroso cabello es la única cosa descuidada y juguetona en él. El resto de él
es el perfecto Bond 007, incluso los entrecerrados ojos verde avellana, que
parecen maravillosamente contenidos y remotos. Incluso ahora, dos meses
después de estar saliendo con él, puedo sentir que todavía está reteniendo la
parte más crucial de su ser, pero puedo visualizar perfectamente un “nosotros”
y lo que podemos ser, y estoy decidida a hacer que suceda. Greyson y Melanie,
viviendo felices por siempre.
Entonces veo a la mujer en la mesa. Esperando. Una pelirroja.
172

Mi sangre se acumula en mis pies cuando Greyson se inclina para


besarla en la mejilla.
ágina

Riley y yo solo observamos.


Y estoy segura de que no es él. Está trabajando… en alguna parte. No
puede ser él.
Pero seguro que se parece a él.
Está vestido completamente de negro, su cabello brillando bajo la luz, y
se sienta en su silla, se inclina hacia atrás de esa manera tan segura de sí
mismo, y comienza a hablarle sobre una maldita vela a la pelirroja. Una
pelirroja falsa. Una que parece mayor e inexpresiva.
Sra. Botox.
¡OH DIOS!
¡No puede ser Greyson!
Nunca me ha engañado, yo soy la que lo engaña.
Los músculos de mi estómago están rígidos por la ira mientras trato de
respirar y fuerzo a mis pulmones a expandirse. Exploro el restaurante a mí
alrededor por algo para lanzar, pero lo mejor que se me ocurre es lanzarme
sobre esa fea puta.
Mis ojos se empañan y duelen con el repentino deseo de llorar. Es casi
medianoche. En quince minutos, tendré veinticinco años y mi novio está
sentado en otra mesa con otra mujer. Realmente, de verdad, quiero llorar
ahora.
No. ¿Y que me vea quejándome y llorando como una niña herida otra vez?
Mi mente se revuelve con formas de hacer que este dolor desaparezca. ¿Qué
hacer cuando él está en tus venas? ¡¿Qué?! Me río a carcajadas, con fuerza, y
le doy un apretón a la mano de Riley, pero Greyson ni siquiera mira en mi
dirección, no puede escucharme a esa distancia. Él y su anciana prostituta
están en una profunda conversación en su propio pequeño mundo. Su propio
mundo sin Melanie. Una parte de mí todavía se niega a creer que me haga esto.
Una idea se me ocurre y agarro mi teléfono y le envío una cara enojada.
Entonces le digo a Riley—: Si es él, por lo menos verá el mensaje. Es un
esclavo de sus teléfonos.
Como si fuera una señal, el hombre en la mesa se hace hacia atrás y
desliza su mano enguantada en el bolsillo y mira su teléfono, observa fijamente
durante mucho, mucho tiempo, entonces lo vuelve a meter y continúa
hablando con la pelirroja.
Mi corazón acaba de ser descuartizado.
No sé cuánto tiempo nos sentamos allí, Riley furioso en su asiento,
173

agarrándolo ferozmente. Se conocieron brevemente en la boda de Brooke, y


podía decir que a ninguno de ellos le agradó mucho el otro. Ahora están
apareciendo venas en el cuello de Riley.
ágina

—Voy a ir allí…
—¿Y qué? —Deteniéndolo, lo jalo por las mangas de su traje—. Podría ser
una clienta. Nunca me dijo realmente dónde estaría esta semana…
Mi voz va callándose cuando ella le da la mano sobre la mesa, y él la
toma y lo que se encuentra en su mano. Entonces le da una caja con un listón
y todo. Una caja azul. Ella mira dentro, parece encantada, él le devuelve la
sonrisa y beben un poco de vino.
—¡Mesero! —grito—. ¡Otra ronda, por favor!

He tomado muchos más cócteles para el momento en que Greyson se


encarga de la cuenta y se pone de pie para irse. Riley se levanta también.
Tontamente me giro en mi asiento, mi corazón latiendo con fuerza mientras
Greyson y la mujer se dirigen hacia la puerta.
Y es entonces cuando me ve.
Una corriente eléctrica corre a través de mí por la forma en que mira a
Riley, después a mí, y veo una docena de expresiones en sus ojos hasta que los
cierra y se gira hacia la mujer, le susurra algo y tira de ella hacia la salida
como si no me hubiera visto.
Todo este tiempo ha estado mintiendo.
Todo este tiempo probablemente estuvo riéndose de lo estúpida que soy.
Mientras camina con ella, lo veo volver la cabeza solo un poco.
Directamente hacia mí, y nuestros ojos se encuentran de nuevo. Busca mi
expresión por un momento, sus ojos lejanos parpadeando un breve momento
con… ¿celos? La anticipación pulsa a través de mí como una carga directa por
la forma en que sus ojos se oscurecen con… ¿furia? Estremece mis
extremidades, y solo es eso, una mirada robada, y luego se ha ido, y
desaparece, llevándosela a ELLA, otra mujer, con él, exactamente a
medianoche.
Feliz cumpleaños, Melanie…
Riley se mantiene en pie, entonces voltea a verme con una mirada de
¿qué mierda? —Tu novio…
—Ex. —Un dolor crudo y primitivo me abruma de repente—. Ex-novio.
174

Dios, ni siquiera es necesario un mensaje. Ni siquiera una… Riley, por favor,


vámonos. Por favor, por favor salgamos de aquí.
ágina

Las lágrimas vendrán aun si las quiero o no, y no las quiero aquí. Agarro
a Riley antes de que se siente de nuevo. —Por favor, solo sácame de aquí.
Llévame a tu habitación, por favor, vamos a caminar de regreso a tu hotel, por
favor —susurro.
Paga nuestra cuenta y me hace salir del restaurante, manteniéndome
cerca mientras caminamos el par de cuadras hasta el hotel. Tengo frío, estoy
fría hasta los huesos. Tomamos el ascensor y estoy agradecida de que no haya
nadie más aquí con nosotros. Mi garganta está en llamas mientras el
sentimiento de ser una tonta cae sobre mí, y el collar, su collar, se siente como
un peso de acero alrededor de mí cuello, ahogándome con sus mentiras. Me lo
quito y lo presiono en la mano de Riley. —Ya no puedo ver esto. Solo hazlo.
Véndelo, consigue cualquier cosa, tómalo por favor.
Mi garganta duele con la derrota cuando recuerdo a Grey mirándome,
alejándose…
Mirándome… alejándose… como si no fuera nada.
Como si nosotros no significáramos nada.
—¿Crees que tiene una esposa? ¿Una familia? —Mi voz se quiebra y no
puedo hacer más preguntas mientras nos dirigimos a su habitación.
—Amiga, no sé ni qué pensar. No parecía feliz de verte, te diré eso.
Sigo luchando con mis lágrimas, apretando mis manos en puños a mis
costados mientras todo mi cuerpo empieza a temblar. —Él y esa puta pueden
irse a la mierda. Ese maldito mentiroso, ese… Espero que le dé ladillas. De
hecho, espero que ambos tengan bebés extraterrestres juntos.
Riley me guía a su habitación y cierra la puerta, y una sensación de
intensa desolación y traición se asienta profundamente en mi estómago. Nunca
en mi vida sentí dolor como este. Nunca. Quiero que el dolor se vaya. Quiero
que la imagen de Greyson alejándose con otra mujer se vaya.
Parpadeo para contener las lágrimas, agarro la camisa de Riley y lo jalo
hacia mí. —Riley —se lo ruego. Sus ojos se abren cuando presiono mis labios
con los suyos.
—Mel —protesta, pero no puedo soportar oírlo, así que presiono mis
labios con más fuerza.
—Por favor, no digas que no —le ruego—, por favor, no digas que no.
Juro que cada maldito hombre en el mundo debería ser castrado. Dijiste que lo
golpearías si me lastimaba. Esto duele, Riley. Esto me duele mucho y ya
terminé. He terminado con él.
Lo beso. Me devuelve el beso con solo los labios, pasando sus manos por
mis brazos. Se sienten cálidas y familiares. Me sostiene con su cuerpo y se
175

siente bien. Seguro. Lo beso y me pregunto si tal vez esta es la razón de que
una sola noche es todo lo que valgo. Porque no puedo enfrentarlo. Duele
mucho. Y siempre llega alguien, y por cualquier razón, los chicos dejan de ver
ágina

su interés en mí. Por alguna razón Greyson ha perdido interés en mí. Lo perdí.
No, nunca lo tuve.
La comprensión me destroza, así que trato de besar a Riley en la boca un
poco más y me lo permite. Sus brazos no son tan gruesos, sus labios no son
tan feroces, pero los necesito tanto. Cualquier cosa para tratar de dejar de
pensar en… Grey tirando de mis pezones con los dientes… jalando…
chupando…
Tocan la puerta y gimo en protesta cuando Riley me hace a lado.
—Pete puede necesitarme —explica, y observo en silencio mientras se
dirige a la puerta, con la imagen borrosa a través de mis lágrimas.
Desato uno de mis zapatos y limpio mis ojos. Una noche con Riley y por
la mañana, no todo parecerá tan miserable. Me daré cuenta de que Greyson
King no es el único hombre en el mundo. Mi corazón todavía estará roto, pero
de alguna manera juntaré los pedazos de nuevo, y seré feliz de nuevo.
Seré feliz de nuevo.
Inhalando, estoy empezando rápidamente a desabrochar mi blusa
cuando oigo hablar una baja voz familiar.
—¿Dónde está?
Nunca, nunca he escuchado a nadie hablar tan tranquilamente y, al
mismo tiempo sonar tan enojado.
Mi piel pica y mi mirada se dirige a la puerta.
La forma alta, delgada, y vestida de negro de Greyson cubre el umbral, y
odio que mis sistemas se descontrolen ante su vista.
Estoy parcialmente vestida en el centro de la habitación. Borracha. Mi
cabello hecho un desastre. Mi cara hecha un desastre. La ira y el dolor
revuelven mi estómago mientras entra con una ardiente mirada territorial.
Agarro el zapato que me había quitado y se lo lanzo. —¡Aléjate de mí! —
grito.
Se agacha, y el zapato golpea la pared y cae con un estúpido golpe en la
alfombra. Luego, lentamente, se endereza y avanza el resto del camino, me
agarra por los brazos y me arrastra a su cuerpo. Cada centímetro del mío
siente el suyo. Me mira con una furia que nunca he visto antes, y empieza a
abrocharme de nuevo la blusa, todo el tiempo esos ojos me miran, hasta que
mi estómago se siente pesado como una roca. Se quita la chaqueta del traje y
la pone sobre mis hombros, forzando mis brazos a entrar y abotona eso
también. Luego alcanza mi bota tumbada sobre la alfombra. Antes de que
176

pueda detenerlo de ponerme mi zapato, se agacha y de manera eficiente


abrocha las correas, y entonces me habla en voz baja y fría. —Pon tus brazos a
ágina

mí alrededor.
—¿Dónde está tu jodida pelirroja? —exijo.
—Te dije que pongas tus brazos a mí alrededor.
No obedezco.
No le importa.
Me levanta en sus brazos, su abrigo enorme sobre mi cuerpo, y no tengo
más remedio que aferrarme a su nuca. De repente, lo huelo. Lo huelo en el
abrigo que puso sobre mí, y en el olor de su pelo y su piel. Bosque, cuero y
menta. El dolor en mi corazón se vuelve feroz y ardiente mientras el escozor en
mis ojos regresa.
A medida que pasamos a Riley en la puerta, dice rotundamente—:
Mantente alejado de ella.
—Si malditamente la lastimas… —comienza Riley, pero Greyson lo
interrumpe.
—No, si tú la tocas de nuevo, te mataré.
Las palabras de Greyson, si la tocas de nuevo, te mataré, me provocan
escalofríos.
Riley da un paso adelante, pero levanto mi mano para detenerlo y negar
con la cabeza en un no frenético. No puedo soportar la idea de poner en riesgo
a Riley y nunca, nunca he visto a Greyson así. Todo su cuerpo crepita con
energía desatada cuando me lleva a los ascensores de servicio, me sostiene en
un brazo mientras murmura en su teléfono—: Vuelve a la entrada de servicio.
—Y luego mete el teléfono en sus pantalones y me aprieta con más fuerza
contra su pecho.
Más fuerte que nunca.
Estamos a solas en el ascensor, y aunque está tranquilo, tiene una
expresión que nunca he visto antes.
Creo que voy a vomitar.
Salimos hacia el estacionamiento subterráneo, el aire frío pica mis
piernas y mejillas, y cierro los ojos y me cubro del frío, sintiéndome
absolutamente miserable cuando el calor de su cuerpo aumenta hasta
calentarme. Me pregunto si ella le lamió la piel. Si deslizó sus dedos en su
cabello. Si la llama su princesa también.
Oigo brevemente un motor de automóvil cerca, y cuando levanto la
mirada, Greyson me está observando. Cuando nuestros ojos se encuentran,
mis nervios crepitan hasta los dedos de mis pies. Mi cuerpo está gritando
posesivamente para reclamar a este hombre de cualquier otra mujer. Pero no.
177

Greyson podría volver mi cuerpo una locura, pero acabo de darme cuenta que
nunca podría ser el hombre para mí.
ágina

Es un farsante.
Un mentiroso.
Y está muy, muy molesto en este momento.
Un auto se detiene frente a nosotros y abre la puerta de atrás, y mientras
me guía al asiento trasero, toda esta confusión cae sobre mí, y todo el alcohol
en mi sistema no está ayudando.
Sube detrás de mí, se sienta a mi derecha, y cierra la puerta de golpe,
luego una mano enguantada agarra mi cara y me obliga a girarla, me mira con
frustración grabada en su dura mandíbula. —Algunas veces no seré capaz de
decirte todo sobre mi trabajo. Lo hago para protegerte.
—¡Jódete! Te vi sosteniendo su mano. Te vi…
—Me viste trabajando, Melanie. Eso es todo lo que viste.
—¡Te vi dándole un regalo, hijo de puta! ¿Cómo demonios involucraría
eso un trabajo de seguridad, eh? —Lo empujo y maldice entre dientes—. ¿Te
sientes como un hombre grande, teniendo un montón de mujeres jadeando
detrás de ti? ¿Todas engañadas? ¿Pensando que son especiales para ti?
—¡Jesús, escúchate!
—Así es, y óyeme bien Greyson, ¡esta es la última vez que soy engañada!
¿Me escuchaste? —grito al techo de la limusina, con la esperanza de que Derek
escuche, pero no detiene el coche.
Greyson se ríe con sombría incredulidad, entonces pasa las manos por
su cabello y se queda mirando hacia afuera, con las manos apretadas en
puños, y observo sin ver las tiendas que pasamos, tercamente aferrada a mi ira
e inseguridades.
—Estoy contigo, Greyson. ¿Qué escondes en tu secreta habitación de
acero? ¿Porno? ¿Es donde haces Skype con… quién diablos sea ella?
Hasta que me interrumpe, en voz baja—: Vi tu lápiz labial en la boca de
otro hombre y todavía puedo volver y golpearlo hasta que no pueda encontrar
sus malditos dientes. Demonios, quiero que me veas golpearlo solo para que
sepas, de una vez por todas, que eres mi jodida chica y el único bastardo con
suerte en conseguir un pedazo de mi chica soy yo.
—¡Era! —lo corrijo, borracha—. Era tu chica.
Se ríe más sombríamente. —Eres tan jodidamente mía que ni siquiera
sabes que eres mía —dice con voz suave y amenazante, y en mi borracho
cerebro, de repente me doy cuenta de que está temblando de rabia. No está
preocupado porque lo sorprendí engañándome. Parece que todos sus
pensamientos están en sus celos egoístas. Pero ni siquiera puedo recordar lo
178

que sucedió en la habitación de Riley, todo lo que sigo recordando es a Greyson


y esa perra.
ágina

—¡Caminaste junto a mí como si nunca me hubieras visto antes! —grito,


golpeando su pecho.
Atrapa mi muñeca y la aprieta. —Porque no quiero que una mujer como
ella te use en mi contra, que nadie te use en mi contra. ¿Me entiendes? ¿Lo
haces, nena? —me pregunta, bajando la voz, tierna, casi suplicante.
—¡Entiendo que eres un mentiroso y un tramposo y que no querías que
ELLA sepa que también ME tenías esperando!
—¡Mierda! ¿En serio? ¡Estabas en la maldita habitación de otro tipo,
desnudándote para él! ¿Tratabas de volverme loco? —De repente, el intenso
dolor en sus ojos es real. El dolor en su voz es real, tan real que agrieta mi
pecho como un cristal—. ¿Realmente tenías la intención de llegar hasta el
final? ¿Honestamente ibas a dejar a ese hijo de puta estar dentro de ti? —
pregunta, cada palabra como un cristal afilado dentro de mí.
—¡SÍ! —grito.
Se estremece como si estuviera rompiéndose, y empiezo a sollozar de
verdad.
Me libera como si necesitara un poco de distancia, su voz temblando con
algo más que ira. Es dolor, y eso me destroza. —¿Crees que puedes follar a
alguien para reemplazarme? ¿Crees que te hará sentir de la misma forma que
yo? ¿No soy nada especial para ti, Melanie? ¿Te enamoras de todos los idiotas
con los que sales?
Una lágrima cae por mi mejilla.
Golpea con una mano la ventana y maldice. —A la mierda esto.
—Duele —sollozo, hablando sola mientras bajo mis manos—. ¡Me
lastimas como nunca nadie me ha lastimado, Greyson! No puedo dejar de
pensar en eso. ¿La llamas princesa? ¿Pasas los días de la semana con ella y
tus fines de semana conmigo?
Se queda en silencio, mirando por la ventana, con los hombros tensos. —
No llamo princesa a nadie más. No paso el tiempo con ninguna mujer excepto
tú. Demonios, trabajo todos los días de la semana, solo así puedo venir
a casa contigo.
—¿Entonces por qué estás aquí con ella? No soy buena con las segundas
oportunidades, ¡lo sabes! ¡Pero te he dado cada jodida oportunidad que has
querido! —grito.
—Ella no es nada. —Toma mi cara con su mano libre, siseando entre
dientes—. No es más que un contacto de trabajo. Tú lo eres todo, has sido todo
179

desde el momento en que te vi animando por Riptide. No me viste, tú no me


viste, Melanie, pero te he visto más de una vez desde… tú lo eres todo. ¿Puedes
decir lo mismo de mí? ¿Puedes decir lo mismo de él, que no es nada?
ágina

Lo miro fijamente por un momento. —Él no es nada, es un amigo, te lo


juro. Era un amigo de follar a veces cuando iba a ver a Brooke, ¡no significa
nada!
Mira fijamente sus manos. —Pero te tocó.
De repente no puedo dejar de tocar mis pechos. Mucho más pequeños
que los de la pelirroja. —¿Quién era ella? ¿Cómo se llama? ¿Cómo la conoces?
Se frota la cara con ambas manos. —Solo un contacto de negocios. Ella
consigue lo sucio de los hombres con los que tengo que negociar. Nunca he
tenido una relación con ella. He follado con miles de mujeres, pero no ha sido
una de ellas. Tú has sido la única durante semanas. —Levanta la mirada y
maldice, y limpio mis lágrimas.
Veo su cara y recuerdo la forma en que le sonrió y mi estómago se tuerce
con los celos. —Quería arrancarle su maldito cabello.
—Yo quiero sacarle a él los intestinos —Me agarra por los hombros—.
¿Qué parte de que tú eres mi chica no entiendes?
—Me niego a ser tuya si no vas a ser mío. Si follas por ahí voy a follar por
ahí, ¡ojo por ojo!
—Deja de ser una borracha terca y escúchame. No te estoy engañando,
pero tú sí.
Me quedo callada.
—¿Lo hacías?
—Tú y yo terminamos en el momento en que caminaste a mi lado y me di
cuenta que todo este tiempo me has estado mintiendo —lloriqueo.
—Ven aquí —dice ásperamente.
—¿Por qué?
Cuando estoy un poco más cerca, abre sus brazos, y mis ojos se
empañan más cuando pienso como explicarle que Riley sabe de mi secreto. —
Lo siento jodidamente, Melanie —dice.
Me jala hacia su pecho y la familiaridad de su abrazo y la comodidad que
siento en sus brazos abren inesperadamente mis compuertas.
—También lo siento, Grey —lloro.
Empiezo a sollozar más a medida que presiona un beso muy firme, casi
desesperado en la coronilla de mi cabeza, me aprieta con casi suficiente fuerza
para romperme y dice—: Todo va a estar bien. Nunca tendrás que correr a otro
hombre de nuevo porque voy a estar aquí. Justo aquí para ti, si todavía me
quieres después de que diga lo que tengo que decirte.
180

Trato de limpiar mi cara y mirarlo a los ojos. —Me hiciste sentir indigna,
ágina

Grey. Como si me estuvieras ocultando. No sé quién eres, tus padres, tu


familia, no sé nada de ti. Por favor, me gustaría saber de ti. ¿No ves que quiero
conocerte? —sollozo.
Sus ojos parecen embrujados cuando me miran. —Te escondo para
protegerte, porque tú eres mi princesa. —Me acaricia la nariz—. Te diré acerca
de mí. Solo déjame disfrutar de la forma en que esos ojos me miran un poco
más de tiempo.
Besa mis párpados mojados casi con desesperación, como si lo que
tuviera que decirme fuera malo, muy malo, y como si pensara que no voy a ser
capaz de quedarme después de que lo escuche.
Lloro más fuerte. Estoy acostumbrada a su toque. Su toque es único,
delicioso, y lo he sentido durante ocho semanas, pero sabía que un día iba a
romperme.
181
ágina
Perdida
Traducido por Valentine Rose
Corregido por Paltonika

Greyson
Melanie rodea mi cintura con ambas manos y entierra su rostro en mi
camisa, mientras me quito los guantes y los guardo en el bolsillo para así poder
pasar mis pulgares por sus mejillas y limpiar sus lágrimas.
Paz.
Es la mujer más preocupada que conozco, pero me da paz. Las cosas
fueron perfectamente planeadas.
Melanie se encontraba en Seattle. Yo estaba aquí, en Denver, reuniendo
las pruebas de mi penúltima marca. Entraría a robar a su casa durante la
media noche, chantajearlo y acosarlo por pago, así que, para mañana, sería
capaz de volver con ella.
Pero hace unas horas, Derek me envió un mensaje diciéndome que ella
estaba en el aeropuerto. Para el momento que el maldito inútil se estacionó, ya
se había registrado, y la perdió cuando pasó por seguridad. Le grité que
comprara un maldito boleto, lograra pasar seguridad y la encontrara. Compró
el boleto, pero falló en lo otro. Así que le pedí a C.C. que hiciera la búsqueda de
vuelos mientras terminaba la maldita cita con Tina y ordenaba las cosas.
Pero no. Melanie terminó aquí, en el maldito restaurante, a la misma
hora que estaba con Tina Glass, y me vio. No podía permitirme que una
criminal como Tina Glass se enterara de nosotros, de lo contrario, Melanie
182

sería expuesta al mundo de Cero, y sería vulnerable.


Dios, ¿pero el dolor en sus ojos? Si eso no era lo suficiente para llevarme
ágina

a las rodillas, casi lo fue cuando la vi en la habitación de ese imbécil.


No puedes lastimar a una mujer como Melanie y esperar que no
reaccione. No puedes esperar que no intente quitar el dolor, así es la chica feliz
que todos conocen.
Tuve miedo de haberla perdido.
Temía de la determinación en sus ojos cuando la puerta de esa
habitación se abrió y la vi.
Y vi el dolor en sus ojos.
Y me sentí enfadado, tan malditamente enfadado, pero la emoción más
fascinante, sorpresiva e irritante dentro de mí, fue el miedo.
Miedo de nunca más volver a probar aquellos labios, nunca sentir
aquellos ojos en mí, nunca jugar estúpidos juegos con ella… los únicos
momentos que me sentía bien eran con ella. Bien al no matar, no chantajear y
hacer las cosas para las que fui instruido. Simplemente bien.
Se mueve ahora, y el fuego en mis venas hierve y se esparce cuando el
cabello roza contra mi cuello. Las curvas de su cuerpo encajan perfectamente
contra el mío. Está sentada en mi muslo, y su cadera está contra mi polla.
Cuando se mueve, gruño suavemente en la coronilla de su cabello, mis
músculos tensos. La lava me invade ante la simple sensación de su cuerpo.
Quiero follarla tan duro, castigarla por pensar que cualquier otro
bastardo lo haría.
Su cabello es un desastre, como si hubiera salido de la cama de ese
bastardo, pero nunca estará satisfecha hasta que salga de la mía.
Sus ojos están vidriosos, con lágrimas por mí.
Cada musculo de mi cuerpo se tensa, aparto el cabello y beso el hueco de
su oreja. —Quiero saborear tu piel desnuda con mucha, mucha desesperación
—murmuro.
Tira mi camiseta de la pretina de mis vaqueros y pasa su mano bajo ésta,
sobre mi corazón, tocando el aro de mi pezón. Permanecemos así, sus ojos
cerrados, la mejilla en mi pecho, su cercanía encendiéndome por dentro.
Inclino la cabeza y aguanta la respiración, como si hubiera estado
rezando para que hiciera esto, y levanta la cabeza para así poder besarnos.
Suavemente, nuestros labios se encuentran. Ahí está la dureza en mi polla, el
rápido pulso en mis latidos, su sabor en mi lengua. Mi hambre se sale de
control cuando la beso más lento, salvaje y profundamente.
183

Cada movimiento repetitivo de su lengua hace que me descontrole, el


fundamental tirón entre nosotros se estira y se tensa.
ágina

Se aleja y la miro, absorto ante la sensación de ella cuando lentamente


levanta los ojos a los míos, profundamente verdes, y siento como si mi pecho se
abriera y estuviera apretando mi corazón con aquellas delicadas manos
blancas. Siento más por ella de lo que nunca sentí por nadie en mi vida. Nunca
creí que podría ser capaz. Perdí algo que amaba siendo aún muy joven.
Construí una fortaleza a mi alrededor, y ha estado ahí, sin permitirle a nadie
una verdadera y cruda emoción de mi parte.
Pero lo que siento por ella…
Nadie tiene el poder de lastimarme como el que tiene ahora. Desde que
mi madre se fue, nada ha sido realmente importante para mí. Nunca me
permití preocuparme por algo o por alguien. No por mi padre, mi tío o mi
hermano.
Ahora, una pequeña chica cuyo padre la llama saltamontes tiene el poder
de quebrarme en dos; a mí, un maldito criminal, la mayor parte de su vida. Y si
cualquiera de mis enemigos supiera, la usarían para desarmar a Cero en un
latido.
Y ahora estamos más allá de que se quede por más tiempo en la
oscuridad. Necesito saber si es a mí a quien ama, o a la idea de mí.
Te abandonará. Despreciará. Rechazará.
Ya estoy en duelo por su pérdida mientras su mano vaga por el cierre de
mis vaqueros, y el más mínimo toque de sus dedos me endurece al tiempo que
mi pecho palpita con la pérdida.
Ya está jodidamente perdida para mí.
Gruño, cierro los ojos y lucho con mi propia urgencia de reclamarla aquí
y ahora; en cambio detengo su exploradora mano y la beso. Quiero bajar mi
mano por su falda, hacer a un lado la braga y deslizar un dedo. Ya está
jadeando fuerte y aferrándose a mi nuevo, su cabeza cayendo con placer contra
mi hombro. Pero está ebria y estoy enfadado, y celoso y quiero más de su
cuerpo. Quiero su jodida alma, y quiero que me la dé sabiendo quién soy.
Maldito idiota, no lo hará.
Gruñendo con dolor, me inclinó a su boca y me besa fuerte.
Murmura mi nombre, y me escucho susurrar que era un ángel en la
lluvia… la única mujer con la que he pasado la noche, que he llevado a casa,
que la he seguido sólo para verla…
Una nueva lágrima se desliza por su mejilla, pero soy el único deshecho
aquí. Lo que me impacta es la ternura en la manera que se acurruca a mí
incluso cuando está llorando.
184

Presiono un beso en la cima de su cabeza y parece que no puedo dejar de


presionar besos en su cabello, mi propio auto desprecio creciendo cada
segundo.
ágina

Sólo una marca más ahora. Tengo la evidencia para hundirlo. Y luego
sólo necesito susurrar en su oído que me dé el maldito collar que le di, porque
le daré otro, uno mejor, y que este se haga cargo de todo.
Tendré el control en Undergroud. Seré más inteligente, más organizado,
me aseguraré que mi madre esté a salvo, y en cuanto a Melanie…
Golpeo el techo del auto y baja la ventana que nos separa de Derek. —Ve
a buscar a su amiga, a la chica feliz —digo con sarcasmo.
Murmurando algún tipo de protesta entre dientes, sacude la cabeza. —
No te vayas. He estado soñando contigo.
—Y llama a uno de los chicos —le digo a Derek—. Necesitaré que te
quedes con la princesa mientras alguien me lleva al aeropuerto. —Subo la
partición que nos separa de Derek y gruño—: No digas eso ahora —susurro.
Agarra mi mano y la lleva a sus tetas. —Cuando te veo, mis pechos
duelen.
Dios. Está malditamente ebria. —Cuando estés sobria, voy a decirte una
mierda que no te gustará —susurro una ronca advertencia—. No digas nada
ahora.
—Greyson…
—Te diré algo acerca de mí, pero no quiero que intentes arreglarme. No
puedo ser arreglado. Tampoco necesitas aceptar quién soy o decirme que
quieres irte, y te doy mi palabra que te dejaré ir si me lo pides.
Se detiene y pestañea, su voz sonando emocional—: Suenas como si
fueras malo para mí.
—Lo soy. —Miro por la ventana y rechino los dientes, tensando mi agarre
porque puede que sea la última vez que la sostenga así.
—No lo eres. Lo que hiciste por mí en la lluvia fue una de las cosas más
amables que nadie ha hecho nunca por mí.
—Mierda. Deja de decir eso, lo djiste antes y me enfada.
—¿Por qué?
—Porque deberías estar abrumada con la gente haciendo mierda amable
por ti. Para ti.
Sonríe con suficiencia. —No me gusta que hagan cosas amables por mí,
me gusta cuando intentan un poco más. Como tú.
Me río. —Sí, estás muy ebria. Querías matarme justo ahora. Luego
follarme. ¿Ahora quieres canonizarme?
185

—Porque eres un chico malo, pero un buen hombre, y estoy


malditamente ena…
ágina

La cayo con mi boca porque no puedo soportarlo. No puedo soportar su


sinceridad, el pensamiento que puede que parezca haberme perdonado ahora,
pero no lo hará cuando le diga lo que hago, es algo que no puedo soportar. Ha
aumentado demasiado lo que siento por ella, la forma en que la respeto, que
me gusta, que la admiro, la manera que quiero que sea feliz, y el tormento de
saber que cada momento que estoy con ella podría ponerla en riesgo. No puedo
ponerla en riesgo. Tiene que saber.
Y Greyson King tendrá cero futuro con ella.

Está dormida para el momento que Derek trae a su amiga enojada, quien
está hirviendo de furia mientras deja sus maletas y las de Melanie en la
camioneta.
Se desliza dentro del auto. —¿Qué mierda le hiciste? —Inmediatamente
señala el cuello de Melanie—. Nunca quita su precioso collar. Siempre está bajo
su camiseta y hoy permanecía a la vista. Así que, ¿qué le hiciste?
Por primera vez lo noto.
Melanie se quitó mi collar.
Hay una agitación en mi vientre, una sensación como si estuviera
hundiéndome mientras paso mis dedos tristemente sobre el desnudo cuello.
Quería que lo usara, ¿o no? Quería que lo vendiera.
No debería doler de esta manera, no debería importar, maldición.
—Las llevaré a una suite en un hotel mejor y más seguro —digo en una
fría, plana y baja voz, mirando a Melanie—. Apreciaría si la acompañas hasta
que pueda volver.
—Lo haré porque es su cumpleaños, no porque me lo pediste, imbécil.
186
ágina
Confundida
Traducido por DiaNaZ & Fany Keaton.
Corregido por GypsyPochi

Melanie
Me despierto desorientada, y entonces, como un ladrillo en la cabeza, me
golpea.
Estoy borracha, todavía.
Más como con resaca.
Un golpeteo feroz en mis sienes me hace cerrar los ojos mientras trato de
acomodarme. Me quejo y me muevo en la cama, y me doy cuenta que tengo
una trenza y no recuerdo habérmela hecho. Pensar que Greyson puede haber
puesto sus manos en mi cabello hace doler mi estómago.
Me pongo de pie y miró alrededor de la habitación. Son las tres de la
mañana.
¿Me quedé dormida en el auto?
Hay un enorme baño y me siento tan sucia, busco mis cosas en la
habitación y veo mi maleta. Rápidamente me quito la ropa y saco una camiseta
y ropa interior de algodón, y luego camino alrededor, sedienta. Me trago una
botella de agua y miro alrededor. Nunca he estado en una habitación tan
grande. Está espléndidamente decorada, y muy acogedora. Hay fotos en la
pared de fauna al lado de un boomerang de madera.
Libros se encuentran de lado a lado en una pared en la sala de estar, y
187

hay otro cuarto cerrado. Veo los zapatos de Pandora al lado del bar y frunzo el
ceño en confusión.
ágina

Oigo un ruido de una tercera habitación y miro dentro, y lo veo.


Mis entrañas se aprietan cuando él no me ve.
Tiene cosas plateadas brillando, extendidas sobre la cama. Parece recién
duchado y se está poniendo la camisa, unos pantalones negros elegantes
cuelgan bajo en su cintura.
Las lámparas a ambos lados de la cama son hechas de ónix, cada una
con una bombilla incandescente en el centro, filtrándose a través del ónix de
una manera increíblemente elegante. Besa su piel dorada, recorre su cabello, lo
toca de una manera que me hace formar mis manos en puños a los costados.
Verlo me recuerda mucho a otras mañanas, en su gran apartamento
vacío. Cuando estábamos tonteando, algunas veces tomando un baño juntos.
Se sentía como si fuera mío.
Pero no lo es.
Emoción instantánea crece en mi interior cuando pienso en él y esa
mujer.
Entonces recuerdo a Riley.
Nuestra pelea.
¿Qué más paso?
Mientras trato de descifrar que hay en la cama, noto que ha comenzado a
observarme con una tranquila, mirada entrecerrada, y algo pasa por su rostro,
una especie de añoranza melancólica que hace a mi propio anhelo cortarme en
pedazos.
—¿Dónde estamos? —grazno.
—Un hotel.
—No es mi hotel.
—Lo es ahora.
La visión de su pezón perforado brillando bajo la luz de la lámpara
mientras que empieza a abotonarse su camisa se burla de mí. Quiero chuparlo
mientras lo monto. Tirar y jugar con él cuando me folla, me ama. No, nunca me
amará.
—Cero… —susurro—. Cuando me estaba quedando dormida, seguía
escuchando a alguien diciendo ese número una y otra vez, ¿Qué es? Le decías
a Derek que llamara a alguien para que venga a recogerte para ir al aeropuerto,
y muchas veces dijo Cero… ¿Qué es eso?
Suspira y se da la vuelta, luego extiende los brazos y me mira con
188

cautela.
ágina

—Yo.
—¿Cero? —Casi me ahogo con la palabra—. ¿Greyson no es ni siquiera
tu nombre?
Greyson espera.
Lo que solo me confunde y me frustra más.
—¿Cero? —repito—. ¿Qué infiernos significa eso? Ciertamente no el
número de mujeres que has follado. ¡Demonios, pensé que te conocía!
—¿Pensaste que me conocías? —Su indignación es como una cosa
tangible en la habitación—. ¡Yo pensé que te conocía! ¿Qué mierda, Melanie?
¡Tu collar desapareció! ¡Te encuentro en una habitación con otro tipo! Tú dime
que mierda. Tú tienes un entero Underground en ti, princesa, ¡No soy el único
jodido mentiroso aquí!
Hay un golpe en la puerta, y un hombre con una cabeza brillante se
asoma. —Estoy listo cuando lo estés. Derek se mantendrá aquí, tu
reservación…
—Leon, necesito un jodido momento aquí —interrumpe Greyson al
tiempo que acecha a través de la habitación, cerrando la puerta en su cara,
pero no lo suficientemente pronto. No antes de que vea al hombre. Lo
reconozco, ese alto y flaco hombre.
De la vez que visité a Brooke un fin de semana y fui sola al Underground,
a pedir una extensión.
¿Extensión? Podemos hacer una extensión de nuestras pollas ¿Qué tal
eso, señorita?
Miro a Grey y una comprensión aún más aterradora me recorre, y con un
horrible dolor en el estómago, por fin, finalmente entiendo.
Greyson, ese chico flaco que llamó Leon, y el otro grupo de chicos que se
rieron de mi cuando les pedí más tiempo; son los dioses y señores del
Underground.
El flaco feo miraba a Greyson como si fuera un Dios, y él es el tipo que
quería follarme como pago. El pago por mi deuda. Jadeo ante la comprensión y
agarro mi estómago mientras una débil oleada de náuseas se agita sobre mí.
—Oh por Dios, eres uno de ellos.
Sus ojos se mueven rápidamente a la puerta cerrada, después a mí, y me
dice—: Si él pone un dedo sobre ti, lo cortaré, así que Dios me ayude, cortare
cada uno de ellos…
—¡Oh mi Dios!
Tapando mi boca, me siento en el borde de la cama cuando me fallan las
189

piernas. Me estremezco de pies a cabeza, porque no es solo un mentiroso, él


es…
ágina

Él es…
Ni siquiera sé lo que es.
De repente, pienso en cómo me conoció… Dios, ¿me estaba siguiendo?
¿El hombre? ¿Era el tipo… el tipo que me llevó a casa y después me dejó,
empapada con su sangre?
No puedo. No puedo. No puedo.
Me curvo hacia adelante y sostengo mi estómago mientras trato de no
vomitar.
—Oh Dios.
—Princesa —murmura la palabra casi con reverencia mientras comienza
a caminar hacia mí.
¡Hijo de puta!
Salto a mis pies y extiendo una mano para mantenerlo a raya. —¡No!
Detente. Quédate ahí, no me toques. Sólo dime una cosa… —Soy asaltada por
mi dolor cuando otros recuerdos se siguen acumulando en mi cerebro.
Mentiras... mentiras... mentiras...
Apenas puedo hablar. —¿Estabas cobrando? —Mis ojos se empañan de
lágrimas cuando lo miro, como si el hijo de puta no me hubiera hecho llorar lo
suficiente hoy—. ¿Me estabas cobrando?
—¿Eso es lo que piensas? —pregunta, suavemente, de pie a unos metros
con la energía de un tornado a su alrededor.
Una rabia diferente a cualquier otra, burbujea en mi interior, mientras
tomo el dobladillo de mi camiseta. —¡Aquí vamos entonces! —De un tirón la
saco por mi cabeza, dejo caer mis pantalones cortos, pateándolos en el aire, en
su dirección—. Ven, vamos a acabar con esta apuesta. ¿Seguramente ya
recibiste un pago parcial por todas las otras veces que te folle? —Después
empiezo a quitarme mi tanga—. ¿Así que cuanto más nos queda? ¿Cuánto?
¿Huh? —Pateo mi ropa interior a un lado y me paro desnuda ante él—. ¿Huh,
Greyson?
Está congelado como una estatua, con los ojos brillantes mientras reúno
mi camiseta en un puño y la tiro en su dirección. —Vamos, acabemos con eso.
Solo dime cuantas folladas va a tomar.
Agarra la camiseta y en un segundo, a la velocidad del rayo, cubre la
distancia entre nosotros, presionándola contra mi pecho, murmurando con
calma—: Vístete, hablaremos más tarde hoy. Me falta un hombre por ver, y no
tengo mucho tiempo, Melanie. Mi padre está muy enfermo…
190

—No hay nada de qué hablar.


—Solo ponte esto, por favor —gruñe.
ágina

Enojada, pero de repente asustada, me empiezo a poner de nuevo mi


camiseta mientras va a pararse al lado de la ventana, mirando en un
penetrante silencio hacia una distante montaña verde.
El silencio es ensordecedor.
De repente estoy… con el corazón roto.
Ni siquiera enojada. Siento que reunió todos mis sueños, mis
esperanzas, y todas mis emociones y los puso en una licuadora, y ahora están
hechas puré. Ellos nunca, nunca se juntarán de nuevo otra vez. Nunca.
—¿Quién eres? —pregunto abatida. Una bola de fuego está reuniéndose
en mi garganta—. Al menos dime eso… Al menos dime eso, Greyson.
—Cero es un alias. Porque soy… —Se da la vuelta, extiende los brazos,
que siempre me han hecho sentir protegida, para abarcar la habitación—.
Irrastreable, supuestamente.
Un tenso silencio se instala entre nosotros.
Su mirada baja mientras murmura, casi como si no quisiera decirlo, pero
una parte decente de él lo está forzando—: Estaba retirado, pero ahora parece
que ayudo a recolectar los pagos de deudas de juego que le pertenecen a mi
padre. Cuarenta y ocho pagos. Eso es todo lo que tenía que hacer en orden
para retirarme otra vez. Tengo una más… y tú… y luego he acabado con esto. Y
él me dirá dónde está mi madre.
Y tú, silenciosamente repito, la licuadora gira mis emociones de nuevo.
—¿Cuál es tu verdadero nombre? —pregunto con voz ronca.
—Ya sabes mi nombre —dice, su voz baja y ronca mientras una chispa
de ternura se roba sus ojos—. Lo has gemido. Gritado. Susurrado. Es Greyson,
Melanie. —Empieza a caminar hacia mí, como si de repente necesitara hacer
algún tipo de contacto, pero no puedo soportar si me toca. Retrocedo,
sacudiendo la cabeza de lado a lado.
—Así que eres uno de sus líderes. Líder de esos hombres de la mafia del
Underground —digo.
Sus ojos arden con una emoción indescriptible. —Si es así como quieres
llamarme, sí.
—Mi collar. Ni siquiera lo compraste… ¿verdad? —Apenas puedo hablar,
mi voz es tan dolorosa y cruda.
—Algunos pagos son hechos en especie. Y los mantenemos a la mano
para los sobornos, de modo que sí, princesa, no compre tu baratija
exactamente.
—Guau. Mi amigo tenía razón, no significaba nada para ti.
191

—¿Cuál amigo? ¿El que besabas anoche? ¿Dónde está ese collar,
Melanie? —Acecha hacia mí más rápido y retrocedo hasta que mi columna está
ágina

plana contra la pared y se presiona en mí, un gran depredador con ojos que de
alguna manera me poseen mientras me miran.
Envuelve una mano en mi cuello, y su hambre me alcanza,
debilitándome. Siento mis rodillas tambalearse ante su cercanía. Su aroma.
Dios, lo extraño y odio hacerlo. Que lo haga.
Está de pie aquí y aun lo hago.
Extrañarlo.
Quererlo.
—Matas gente —chillo.
Su mano rodea mi garganta, y la yema de su pulgar empieza a acariciar
lentamente, sinuosamente, el punto de mi pulso mientras sus ojos caen a mis
labios. —Algunas veces. —Su voz es baja y ronca.
—¿Los torturas?
Estoy sin aliento.
Estoy sin aliento y herida y ¿Por qué no puedo dejar de amarlo? ¿Por qué
no puedo dejar de amarlo?
—Hago lo que tengo que hacer —murmura mientras acaricia mi cuello
con el pulgar y se queda mirando, se mantiene hambriento por mi boca, su
mirada es tan poderosa que lamo mis labios nerviosamente.
Mi respiración ya no es mía. Pero sigo tratando de llevar aire a mis
pulmones, porque todas las emociones en mi pecho son demasiado dolorosas
de contener. —Pequeño tonto estúpido, ¿Es por eso que me escogiste? —
pregunto con voz ronca
—¿Escogerte? Si hubiera elegido a una mujer, nunca te hubiera elegido.
—Frota la parte superior de un nudillo sobre mis labios mientras sigue follando
mis labios con sus ojos—. Eres un lío caliente, Melanie —dice en tono áspero—.
Eres un caliente, inocente pequeño desastre, y nunca me ataría por las pelotas
voluntariamente a alguien tan divertida, alegre, inocente, feliz y despreocupada
como tú. No te elegí, pero seguro como el infierno que no puedo líbrame de ti.
Estás en mi cabeza, eres como un demonio en mi maldito corazón.
—¡Jódete! —Lo empujo, pero agarra mi muñeca para detenerme y tira
mis manos sobre mi cabeza, provocando que arquee mi cuerpo instintivamente
y que las puntas de mis pezones se froten contra su pecho duro. El relámpago
instantáneo de excitación que siento despierta la ira contra mí misma—.
Úsame —grito, retorciéndome en su agarre—, deséchame. ¿Ese era el plan,
cierto? Fóllala, y luego fóllala otra vez. ¡Busca una rubia que no piense
192

demasiado y no haga muchas preguntas! ¡Una de la que te deshagas


fácilmente!
ágina

—¿Luzco como alguien tratando de deshacerme de ti? —Se frota,


apretando su agarre en mis muñecas, presionando su erección contra mí—. Te
quiero como quiero una nueva vida, Melanie —afirma—. Tengo muchos
archivos sobre tú y los hombres, sé acerca de tu deuda. Sabía de tu gemela
antes de que siquiera me lo dijeras, Melanie.
Me ahogo cuando menciona a Lauren. Mis ojos vidriosos al tiempo que
continúa suavemente, soltando su agarre en mis muñecas y suavemente,
acariciando, arrastrando su mano por el interior de la piel de mis brazos. —Sé
que tus padres la perdieron, y te culpas por haber vivido. ¿Lo haces, verdad?
No creo que tenga una bola de fuego solo en mi garganta, también en mis
ojos y en mi corazón.
—Así que toda tu dulce vida has tratado de compensar lo que sientes,
que le quitaste a tus padres. Trataste de hacerlos felices, has tratado de hacer
a feliz a los que te rodean, porque quizás, en el fondo, no quieres que nadie
crea que no te mereces la oportunidad que tu hermana nunca tuvo.
—Detente —digo tranquilamente, pero una lluvia de lágrimas se derrama
por mi rostro porque nadie antes había visto tan claramente dentro de mí, y
estoy asustada, y herida, y sus ojos color avellana simplemente no me dejarán
ir.
Aprieta su agarre en mis hombros ahora, su mirada tiernamente feroz y
aun hambrienta por mí mientras añade—: Sé que has utilizado el sexo para
dejar de sentirte sola por mucho tiempo, Melanie, y sé que eres la cosa más
bonita que he visto, siempre tratando de mejorar todo. Dando a cada sapo una
oportunidad, porque estabas dando esa oportunidad, ¿Cierto? Así que, ¿porque
negarle una oportunidad a alguien? ¿Cualquiera? ¿Incluso un pendejo de
mierda como yo?
Desliza una mano por mi cara y acaricia mi mejilla, el tipo de caricia que
solo él me da. La que siento en mi piel, en mis nervios, mis huesos.
—Sé que renunciaste a un semestre en la universidad para estar con tu
mejor amiga cuando estaba herida —añade—, y nunca le dijiste que pospusiste
el semestre porque querías hacerle compañía. Que eres la clase de chica que
compraría un Mustang en una ciudad en donde llueve casi todos los días
porque vale la pena conducirlo descapotado cuando hace sol. Melanie, joder, sé
más de ti de lo que desearía saber porque no cambiaría ni una maldita cosa…
una cosa… una palabra… del archivo de diez centímetros que tengo de ti… en
mi maldito escritorio.
Dejo caer mi mirada de la suya con un sollozo silencioso, y levanta mi
cabeza forzándome a ver su rostro, el cual es feroz con convicción, tan feroz
como su caliente mirada penetrante. —¿Tú personalidad descarada “Controlo
193

esto”? Me gusta. La conozco, pero veo destellos de ti Melanie. La real. La que


está asustada. A la que no le gusta estar sola. La que es vulnerable y me hace
ágina

querer decir te tengo. Ven aquí, maldita sea te tengo, princesa.


—¡Sabes todo eso acerca de mí y ni siquiera te conozco! —lloro.
—Si lo haces —contradice, y ahueca mi cabeza y aplasta mi boca con la
suya, y el hambre en el beso arde a través de mis terminaciones nerviosas, me
enciende en llamas.
Labios calientes. Sabor. No es el único hambriento por el sabor. También
lo quiero, tanto.
¡Por favor, por favor se inteligente, Melanie!
¡Vete, Melanie!
—Dios —gruñe cuando mi boca parece tomar voluntad propia y de
alguna me encuentro clavándole mis dedos en sus bíceps—. Me han enseñado
a engañar y chantajear, mentir, hacer trampa, cualquier cosa que se necesite
para conseguir lo que quiero.
La succión caliente de su boca hace que mis dedos se curven, mi cuerpo
arde y me arqueo más cerca de él, mientras envuelve sus brazos en mi cintura.
—Y te quiero a ti. Estos dulces pequeños pechos con forma de taza de té.
Quiero mi boca en ellos otra vez. —Agarra mi culo con una mano, y una teta
con la otra—. Me encanta cuando tus pezones ruegan por mí. Ruegan por mi
voz. Por una mirada. Amo tu culo. Me encanta tu puta boca. —Parece volverse
loco, haciendo todo a la vez. Masajeando mi culo. Masajeando mí teta.
Engullendo mi boca. Entonces me besa el cuello, sacando la lengua para
probarme. Escalofríos me recorren. Dios. Es éxtasis. Agonía. Ambos.
—Cero, ¿Sabes lo que hace, princesa? —me reta, mordiendo
sensualmente mi labio inferior antes de retroceder para mirarme con los ojos
entornados—. Busca una debilidad y se abalanza sobre ella, destruye a la
presa, y la hace pagar.
Me estremezco por el tono sensual de su voz y susurro—: Lo siento por
ellos.
—Hmm. Deberías. —Se dirige a mi oído, su aliento caliente mientras
presiona su erección contra mí—. Creo que conozco tu debilidad, Melanie. Sé
tú debilidad. Tu debilidad… soy yo.
—Detente.
—Me detendré si de verdad lo quieres. Quiérelo —ordena, entonces
ahueca mi rostro y me mira, esperando a que quiera decir lo que dije, sus ojos
eléctricos—. Ahora mismo. Quiérelo —susurra seductoramente, su aliento en
mi rostro—. ¿Lágrimas? —Se echa hacía atrás, sus ojos serios pero
194

implacables—. Lágrimas… ¿Por qué? No te he hecho correr todavía.


Quiero liberarme.
ágina

Pero estoy temblando, anhelando y deseando. Es verdad que quiero su


cuerpo, cada delicioso centímetro caliente, pero más que nada quiero saber
quién es, quien es el hombre que tiene este efecto en mí.
¡El. No es. Real, MELANIE!
Es un mentiroso, un mujeriego, un maldito sinvergüenza y un canalla. ¡No
lo necesitas! ¡No lo quieres!
—¡Dime quien eres! —De repente, mi voz se eleva con mi desconcierto.
Me mira, sombras oscuras pasando por sus ojos, entonces me sorprende
cuando me deja y se sienta en la cama. Colocando sus codos en sus rodillas, se
inclina, mirándome, cada centímetro de él atormentando. Pasa una mano por
su cabello y, lentamente, veo como cada hebra color cobre, cae en su lugar,
una por una. El silencio se prolonga, la tensión es palpable hasta que rompe el
silencio, una amargura baja y dura se derrama de su voz.
—Fui criado por mi madre, Lana King. Abandonó a mi padre cuando se
enteró que estaba embarazada, para protegerme. Un día cuando tenía trece
llegué a casa y estaba amarrada a una silla, amordazada, entre un grupo de
hombres, mi padre entre ellos. El ofreció… —Se calla y luego sonríe fríamente—
. Me dijo que, si mataba a uno de sus hombres, sería desatada y liberada. No
sabía que tenía un trato con ella, que ella le había dicho que no era un asesino
como él, él prometió dejarme ir si era cierto. No sabía nada del maldito trato
cuando tomé la pistola que ofreció, apunté, disparé, y lo maté. Y nunca la volví
a ver.
Su voz se volvió vacía y fría, como un eco en una tumba vieja.
No estoy segura si es el tono que usa, las palabras que utiliza, o la falta
de brillo en sus hermosos ojos, usualmente brillantes. —Mi tío Eric me dijo que
mi padre había hecho un trato con mi madre. Él me llevaría si podía probar
que era su hijo. Mi mamá le prometió que no era nada como él. Y entonces le
disparé a un hombre. No vacilé. Le disparé.
Una guerra de emociones me hace estragos, mis sentimientos hacia él se
vuelven confusos y tan doloroso como nada en mi vida ha sido alguna vez.
—Me condené a mí mismo a una vida como esta. —Señala a su
alrededor—. Quizás debí haberle disparado a mi padre. Podría haber
terminado, allí mismo, en ese mismo momento. —Me mira, una ligera
confusión en sus ojos de halcón—. Te ata. Inclusive cuando detestas a los de
tu clase, algo aquí… —Pone su puño en su pecho—, en algún lugar aquí sigues
siendo fiel. Pasé ocho años con él, creyendo que me dejaría verla. Hasta que me
di cuenta que ni siquiera me dejaría verla como sabía que él realmente me
importaba una mierda. Así que fui un canalla, lo dejé y traté de encontrarla,
haciendo pequeños trabajos en el intermedio. Seguí cada rastro que pude
encontrar. Nada. Desapareció sin dejar rastro.
195

Su apariencia es dura y orgullosa, pero puedo ver el caos en sus ojos. Me


lo imagino, un joven, dividido en dos. Utilizando su inteligencia para sobrevivir,
ágina

mientras todavía trataba de encontrar y proteger a su madre.


Cada una de sus palabras inquietantes da vueltas en mi cabeza, su
niñez fue tan diferente a la mía que no lo entiendo, casi.
—Me llamó ahora que se está muriendo. Tiene leucemia y quiere que
tome las riendas del Underground —Ríe tristemente—. Un hombre como él, ni
siquiera lo imagino enfermo. Pero tiene que pasar su batuta. Wyatt, sé que ha
sido más un hijo para él que yo. Pero él quiere al alfa. —Saca una pieza de
papel—. Cuando te vi en la lista, se suponía que fueras algo que sacara de mi
sistema. Esa rubia en mis sueños. Entonces ahí estabas. Ahí estabas en ese
puto bar con ese maldito idiota tratando de llevarte a casa, y ahí te
encontrabas, el maldito demonio de un ángel en la lluvia.
—¡Ni siquiera me hables de la lluvia!
—Querías hablar, así que te estoy hablando ahora. —Camina hacia
adelante, parándose frente a mí, la leve sonrisa tirando de sus labios
aguantando una infinidad de tristeza—. Así no es como quería pasar tu
cumpleaños, Melanie. —Su voz es un tierno murmullo, apretando mi corazón.
No lloraré. No voy a jodidamente llorar. Parpadeo y trago.
—Lo único que pido es que me dejes celebrarlo cuando regrese. Si solo
consigo pasar un día contigo, quiero pasar este día. Contigo.
No puedo soportar la forma en la que me conoce. La manera en la que
me entiende. La forma en la que hace cada uno de mis sueños realidad y
rompe todas mis fantasías. Si habría un día en el que lo necesitaría, sería en
mi cumpleaños. Pero de repente necesito desesperadamente volver a casa.
—¿Te vas ahora? —susurro
Sus cejas se levantan inquisitivamente —Tengo que. Solo una marca
más. Se lo debo a mi madre.
Se acerca y me encierra en sus brazos. Cierro los ojos mientras su calor
me envuelve. Su olor. Él. Cuando trata de alejarse, lo tiro más cerca, de
repente, solo necesito un minuto más de su tiempo. —¿Por qué quieres mis
brazos? —susurra en mi oído—. Te acabo de decir que han hecho más daño
que bien.
—No a mí.
—Porque caíste por mí, caíste por mí y toda mi mierda, y aún con todo lo
que te acabo de decir, sigues cayendo, ¿No es así? —dice en voz ronca, besa la
parte posterior de mi oreja—. Estoy justo aquí para atraparte. —Besa la parte
posterior de mi oído, con más fuerza—. Déjame atraparte.
Agacho mi cabeza para calmarme.
196

Agacha su cabeza oscura también y mira los dedos de mis pies. En cada
pie, mis uñas dicen, en perfecto azul y rosa brillante, GREY ♥.
ágina

—Lindos dedos.
Me acurruco y los meto debajo de la alfombra. —Me hice una pedicura
en el mejor lugar de Seattle.
Todo por ti… Pienso miserablemente.
Su sonrisa provoca mariposas en mi estómago, y desearía que hubiera
un hacha y las pudiera matar literalmente. —Que alguien lograra sentarte
sobre tu pequeño culo intranquilo por un tiempo para hacer eso es un
testamento de sus habilidades. —Me mira con esos ojos que alcanzan
pequeños lugares extraños dentro de mí, y mi estómago comienza a sentirse
pesado por la sobrecarga de emociones—. ¿O a tu convicción de llevar mi
nombre en tus pies?
Se arrodilla, y aguanto mi respiración cuando toma mi pie y lo besa.
—Greyson estás besando los dedos de mi pie —digo en voz ronca y
algodonosa.
—Tiene mi nombre en ellos.
Cuando libero mi pie, exhala un largo suspiro y se pone de pie, más de
metro ochenta de hombre bello y mentiroso, entonces tranquilamente comienza
a meter algunas cosas de la cama en su chaqueta negra. Miro en las sombras,
observándolo ponerse sus guantes, sintiendo que esta inocencia que acabo de
perder, nunca la recuperaré.
—Siento que mi novio acaba de morir. Nunca, nunca, tendré a Greyson
otra vez.
Si sueno triste, él se ve arruinado.
—Siento que mi alias acaba de matar a mi chica. Y nunca volverá a
verme de la manera en la que lo hacía.
Nos miramos de la forma que hacemos, excepto que usualmente
sonreímos ahí.
Esta vez no.
Ve a casa, Melanie. Pienso miserablemente.
Se acerca cautelosamente, y recuerdo cuan obsesionado está con mis
ojos, y siento una tristeza extraña de él cuando ahueca mi rostro, piensa sobre
besarlos, pero en su lugar, deja caer sus brazos.
—Volveré. Quédate con tu amiga por el día de mañana, y piensa,
Melanie. Cuando regrese, te reto a mirarme a los ojos y decirme que no me
quieres.
No sé qué hará, pero el terror, la lujuria, amor, cada emoción nada a
197

través de mí mientras cruza la habitación para irse. —¡Greyson, júrame que no


matarás nadie! —grito—. Júralo, o no tendremos nada de qué hablar después.
ágina

Nada.
Mi corazón late en mis sienes, mi pecho, mis dedos mientras espero por
su respuesta a mi ultimátum impulsivo. Se para junto a la puerta y ríe en voz
baja, entonces saca algo de su chaqueta, quita el cartucho de su pistola, la
baja, y abre la puerta. No me dio su palabra, pero le creo.
No sé porque, pero le creo.
Espero hasta que cierra la puerta detrás de él, para tener la madre de
todas las malditas crisis nerviosas.
198
ágina
La Lista
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Jasiel Odair

Greyson
Era un blanco fácil.
Me adentro en la casa a oscuras, y lo despierto con la punta de mi
pistola justo en la sien mientras se levanta de golpe en la cama. Temblaba
como una bandera en el viento mientras abría la caja fuerte y me daba el
dinero.
Probablemente nunca dormirá de nuevo.
Bienvenido al club, viejo…
Pero ya no pienso en eso. Su nombre está tachado, las ganancias fueron
buenas esta noche. Riptide era el dueño del ring, y eso está bien por mí.
Riptide significa dinero, y en el Underground todo se trata de dinero.
Pero tampoco pienso en eso.
Estoy pensando en ella. Preguntándome si está durmiendo. O incluso la
mitad de atormentada que yo. Son las seis de la mañana en el hospital, y he
estado sentado aquí, odiando lo que ya sé.
Odiando ya saber lo que va a decirme más tarde hoy, cuando vaya a
verla.
Que no la merezco, que soy un mentiroso, un estafador, y no el hombre
199

que quiere, y está jodidamente. Matándome.


No puedo quedarme quieto. No puedo dejar de repetir la misma mierda
ágina

en mi cabeza.
He estado toda la noche en el hospital, viendo a mi padre luchar por
respirar.
Yo mismo me siento ahogado, el aire atascado en mis pulmones. Sabía
cómo era mi vida, lo que quería. Lo tenía todo claro.
Ya nada está claro, excepto que no puedo imaginar continuar un día sin
ella. Si no me acepta, ya sé que estaré obsesionado. La acecharé. No seré capaz
de dejarla ir. Necesitaré estar seguro de que esté a salvo, de que sigue siendo
ella, que ríe. Tendré que ver a alguien más tocándola. El hombre que quería, el
hombre que yo no puedo ser. Mi corazón se despedaza en mi pecho. Una
tormenta arde por mi cuerpo ante el pensamiento de alguien más tocándola
aparte de mí.
Pero no seré el Hades que lleve a mi Perséfone al infierno.
Ella no es Perséfone. Es Melanie Meyers Dean, y la amo.
Exhalo y pongo el rostro entre mis manos, temblando mientras trato de
controlarme.
Estoy enfermo y ella es la única cura.
Estoy enfermo por ella, tan enfermo como mi padre.
Levanto la mirada y difícilmente se mueve en la cama, el sonido de su
respiración es bajo y calmado. Sí, duele. Lo odié toda mi vida. Me arrebató todo
lo bueno. Y todavía duele que sea débil y mortal, y aún así, el hijo de puta se
aferra fieramente a ocultarme dónde está mi madre.
La ira y la impotencia crecen en mi pecho. Trabajé en mi último blanco
con la ayuda de la información de Tina. Trabajé cuidadosamente alrededor de
mis números así el único blanco que queda es… el número cinco.
—¿La lista? —me pregunta Eric ansiosamente después de hablar con los
doctores y darse cuenta de que a mi padre sólo le quedan horas de vida. Horas.
—Voy a conseguir el pago —miento, jalando la silla hacia atrás y
levantándome.
Pero no lo haré. Voy a reclamar a mi chica, y luego volveré aquí y le diré
a mi padre que falló. Que falló en hacerme como él. En hacerme
completamente egoísta y malvado.
Voy a reclamar a mi chica, iré a cobrar algo de mi dinero y compraré la
deuda de mi chica. Puede ponerle el precio que quiera. Puede cobrarme hasta
mi propia vida. O el precio del Underground. Pero va a decirme dónde está mi
madre, y va a verme tachar el nombre de Melanie mientras le entrego el dinero
que ella debe.
200

Creerá que soy débil. Morirá pensándolo.


ágina

Pero ya no me importa.
Voy a luchar por lo que me preocupo y voy a luchar por ello así pase el
resto de mis días en las sombras, asegurándome de que mi chica esté bien.
Decisión
Traducido por Geraluh
Corregido por Vane hearts

Melanie
—Quiero ir a casa.
Esas son las primeras palabras que salen de mi boca al día siguiente,
cuando Greyson se para en la puerta de mi habitación de hotel, todo en ropas
oscuras, el cabello recién lavado con champú. No es mi príncipe. No es mi
caballero de armadura brillante. Más bien mi villano en negro.
—Realmente quiero ir a casa —repito en una voz ronca y rota—. He
pensado en... nuestra conversación y hoy solo quiero ir a casa.
Es todo lo que digo.
No, hola. Ni buenos días. Ni siquiera comento sobre la caja que sostiene,
o de la margarita que está sosteniendo en su mano, como la que clavó en la
pared de la casa de mis padres. La emoción se apodera de mí cuando recuerdo
ese día, lo real que fue, lo divertido que fue.
Esos que juegan juntos, permanecen juntos...
Eso no es cierto, Nana. Algunas veces los hombres juegan contigo y te
destrozan.
Ni siquiera puedo decir que Greyson no me lo advirtió.
Siento como que un vampiro acaba de chupar toda la sangre de mi
201

corazón, mientras abro más la puerta para dejarlo entrar. La habitación se


encoje cuando entra, su mirada nunca deja la mía mientras pone todo sobre la
mesa de café, como si se diera cuenta de que no quiero ningún regalo. Ni
ágina

siquiera quiero tener un cumpleaños.


—Hola —lo saluda Pandora desde donde estaba tomando su café en la
pequeña mesa del comedor. Es la primera vez que no suena tan hostil hacia él.
Quizás porque hablamos toda la mañana de eso, finalmente me convenció, y
me convencí a mí misma de que ES MALO PARA MI.
Pero ahora que está cerca, es tan difícil creerlo.
Puedo sentir su dolor mientras me sigue a mi habitación.
Mi cuerpo me grita que me lance a sus brazos y lo solucione. ¿Cómo
podríamos no solucionarlo? Me pertenece. Por más de cuatro meses, él, y todo
lo que es, me ha pertenecido. Pero necesito que me deje ir o me romperá.
Soy demasiado romántica; él es demasiado insensible, demasiado frio
con lo que ha hecho toda su vida.
Cuando cierro la puerta de mi cuarto, de repente me volteo y me acerca a
él y me besa. Nos besamos, no lucho contra eso, en lugar de eso nos
derretimos en la boca del otro mientras nos besamos, más tiempo del que
nunca nos hemos besado. Minutos y minutos y minutos. Mi deseoso cuerpo
hundiéndose en el suyo, sus manos sosteniéndome por la parte baja de mi
espalda, fuertemente pegada a él. Nuestras lenguas moviéndose más rápido
que nunca, hambrientas, memorizamos el sabor de cada uno, la suavidad de
nuestro beso. Hasta que gime, se aparta y se dirige hacia la ventana.
Lo veo luchando por levantar sus paredes otra vez. Paredes que destruí
porque quería que me amara. Lo hace. Sé que ama. Estaba en su toque y la
desesperación en sus ojos ahora mismo, como si quisiera dejarme ir, pero no
puede.
Se para de frente a la ventana, manos en los bolsillos en esa postura
suya de conquista al mundo que me encanta. Cada centímetro de mí sabe que
está consciente de mí, pero no me reconoce hasta que habla, sin voltearse, su
voz tan cruda que rasga mi interior como una sierra. —¿Estás segura que irte
es lo que quieres?
—Estoy segura —digo, mi voz como papel de lija.
Su voz se vuelve ronca, cuando agrega—: Entonces Derek puede llevarte
al aeropuerto.
—Puedo tomar un taxi. —Doy un paso hacia él y me detengo. ¿Qué voy a
hacer? ¿Abrazarlo? No puedo. Necesito romper esto.
Veo los guantes que lanzó sobre la cama y con amor los tomo en una
mano, necesitando sentirlos una vez más. Se voltea y me mira, y me destroza
mirarlo a los ojos. La orgullosa mirada de Greyson King. Dejo caer mis ojos al
202

suelo y comienzo a parpadear.


—Con quien sea que termines, sabes que fuiste mía primero. Una parte
ágina

de ti siempre será mía. Cuando encuentres a tu príncipe encantador, el único


que tiene todo lo que buscas, perfecto, aún serás mi maldita princesa y no de
cualquier otro.
Mis ojos se vuelven vidriosos porque sus palabras duelen, la verdad en
ellos duele mientras presiono los guantes en sus manos. —Por favor olvídalo,
incluso esa parte.
—Podría hacer que me ames, Melanie. Puedo hacer que me elijas.
Comienzo a llorar y coloco mi cabeza en su pecho, e inhala mi cabello. —
¿Es esto lo que quieres? Seré tu juguete y tú serás mi playboy, y todas las
noches tu harás cosas malas y luego volverás a hacerme el amor, y estaré en el
cielo cuando esté en tus brazos y en el infierno cuando esté fuera de ellos y
estos brazos estén haciendo algo terrible.
—Soy el dueño de este cuerpo, Mel —dice, frotando mis curvas—. Cada
centímetro. Estas manos saben cómo amarte más de lo saben hacer lo que
hacen.
Me seco las lágrimas. —Me gustó que seas el dueño. Cada centímetro.
Pero el amor de mi vida no puede hacer lo que tú haces. No puede.
Ahueca mi cara. —Lo hace —dice, tiernamente.
Trago mientras tengo que reconocerlo. —Pero desearía que no lo hiciera.
Niego con la cabeza, pero me mira con esos penetrantes ojos color
avellana con pequeñas manchas verdes que parecen estar brillando ahora
mismo. —Y eso aún es una parte de mí —dice con voz ronca dando un paso
hacia adelante—. No soy tu príncipe, soy todo lo que no quieres y aun me
quieres. Me necesitas, Melanie, haz estado esperando por mí. Deja ir la idea de
quien debería ser y…
—¡No! No, ¡no quiero estar enamorada de ti! No de ti. —Lo empujo
—Nena, no dejaré que esto te manche, solo tienen que mancharme a mí.
No sabrás nada de lo que haya que hacer. Nada...
—¡No! ¡No podría soportar saber que estás haciendo algo así, Grey!
Me suelta y se aleja para volverse hacia la calle, la luz del sol golpeando
su cara en todos los hermosos ángulos, y mi cerebro todavía parece tener
suficientes células trabajando por mí para registrar lo que está pasando. Grey y
yo estamos rompiendo. Quería amor y lo encontré, y lo estoy dejando ir por
que... no es como en los sueños, las historias, no es como lo imaginaba.
Me siento apuñalada en el pecho por lo que estoy haciendo, pero todo
instinto de auto preservación en mí dice que me tengo que ir.
203

Lo que me lastima por dentro cuando Greyson me voltea, ahueca mi


rostro, e inclina mi cabeza hacia la suya, su voz firme.
ágina

—El Underground estará más organizado de lo que estuvo con mi padre.


Melanie, mantendré la cabeza fría...
—No puedes pedirme que me quede a tu lado mientras extorsionas a las
personas, las intimidas...
Gime y cierra los ojos. —Serán negocios. Nadie saldrá lastimado.
Entiende que no puedo dejar esto así. Hay subsistencias... luchadores que
viven por esto. Tu amiga... su esposo, Riptide... ¡progresan, respiran, adoran el
Underground!
—¡Lo sé! Es una oscuridad que tiene que estar, solo que puedo estar en
ella. ¡Tengo miedo! —lloro. La admisión nubla sus ojos con tormento, y no sé si
se da cuenta de que talvez a lo que le temo más, es a la forma en la que me
siento por él, y el hecho de que es todo lo que nunca quise, y de repente es todo
lo que quiero.
Mi pecho duele cuando toco su mejilla y miro sus ojos y absorbo la
manera en que está mirándome. —Tienes un corazón malditamente hermoso y
eres un hombre tan bueno aquí dentro. Cuando pienso en ti quiero pensar en
quien eras cuando estabas conmigo, Greyson.
—Prefieres amar la fantasía que al hombre verdadero —dice, y eso
claramente le duele.
—No, es un hombre verdadero por el que estoy lastimada ahora. Es un
hombre verdadero de quien estoy enamorada. —Trago—. Brooke dijo que tú
eras mi Real. Así es como llama al amor de su vida ahora. Pero no eres mi Real,
Greyson. Eres mi caballero en guantes de cuero que se hizo corrupto.
—Dios, estas desgarrándome, Melanie.
Trago, tomo su mano y pongo sus guantes ahí, tranquilamente
aceptando el hecho de quien él necesita ser, y cuando envuelve los dedos en
esos guantes, curva sus dedos alrededor de mí. Sus ojos caen en mis labios,
luego me besa, un roce repentino, como si no pudiera evitarlo, entonces me
empuja hacia atrás.
—Tienes tres segundos —dice—, para irte.
Duele, como si estuviera arrancando un pedacito de mi corazón, y no
puedo pensar en nadie más excepto mi hermana que puede apartarme del lado
de este hombre. Lo contrario de cada uno de mis sueños y fantasías, y de
repente todo lo que quiero. —Dos segundos, Mel.
—Grey, detenme... —digo de repente. ¡OhDiosmío no puedo creer que lo
estoy dejando!
—Uno.
Dios, no me detendrá.
204

Por todos sus hábitos criminales, no me sometería a esta vida. Su vida.


Me doy la vuelta y agarro mi maleta con todo lo que traje aquí y cierro la
ágina

puerta tras de mí. Entonces me paro ahí, llorando contra el silencio absoluto
del cuarto donde lo dejé. Pandora se levanta y va a buscar su propia maleta en
silencio.
He dormido por todo Seattle, y nunca me he sentido como una puta
hasta que rompí el corazón de este hombre.
En un mundo ideal solo amarías al hombre perfecto.
Pero no es un mundo ideal. Amo a un hombre imperfecto que peca,
miente, roba, chantajea y es extraño saber ya, incluso a pesar de que los años
no han pasado, que ni siquiera mi Sr. Perfecto o Príncipe encantador nunca,
nunca estarán a la altura del que acabo de abandonar.

Pandora y yo no hablamos en nuestro camino al aeropuerto. Derek


insistió en llevarnos y estoy demasiado devastada como para protestar.
Encontré el amor y lo dejé. Encontré todo lo que quería y todo estaba mal, lo
dejé en una habitación de hotel que pagó, mirando por la ventana como si me
encadenaría a él si me lanzaba una mirada.
—Le estoy escribiendo a Kyle para organizar algo esta noche —dice
Pandora.
—No —digo
—Mel, es tu cumpleaños.
—¡No! —digo—. Por favor. Quiero estar sola.
Abordamos. Incluso voy tan lejos que deslizo mi maleta dentro del
compartimiento superior. Y lo recuerdo en la lluvia. Recuerdo cada cosa que
hizo por mí.
—Me encargué de tu auto.
—Quédate en casa esta noche.
—Mi vida ha venido a un alto precio también. Todos los días. Tantos días
tratando de encontrar un jodido significado en ella.
—¿Soy el primer hombre al que le has cocinado?
—Me tienes, princesa. ¡Jesús! ¿No ves lo que me estás haciendo? Tienes
todo de mí, Melanie. Estoy a estados de distancia y me siento como un hombre a
205

medias, me siento como que romperé algo si no te veo pronto con mis propios
ojos…
ágina

—Sé que has utilizado el sexo para dejar de sentirte sola por mucho
tiempo, Melanie, y sé que eres la cosa más bonita que he visto, siempre tratando
de mejorar todo. Dando a cada sapo una oportunidad, porque estabas dando
esa oportunidad, ¿Cierto? Así que, ¿porque negarle una oportunidad a alguien?
¿Cualquiera? ¿Incluso un pendejo de mierda como yo?
Me cargó... De repente recuerdo como me cargó, a casa, mientras
sangraba por una cortada que le hice, y me puso sobre la cama, llenó mi
bañera y apretó mi mano. Me protegió. Me abrazó. Trató de advertirme de él
porque no quería lastimarme, pero de alguna manera, como yo, él no podía
estar lejos. Lo veo perfectamente. ¿La MIRADA que me da? Eso es lo que es
real. Esa mirada es real. No ninguno de los otros asuntos de mierda.
La gratitud y la ferocidad en sus ojos cuando cociné para él y se sintió...
aceptado.
Las veces que se sinceró sobre lo que sentía por mí. ¡Él!, un hombre que
probablemente no está acostumbrado a sentir nada en absoluto.
La manera que me conoce. Todo el tiempo, ha sabido todo lo bueno y lo
malo de mí, y aun me mira como si soy el diamante más precioso de los
diamantes.
De repente recuerdo a Brooke diciéndome ¡TE PERTENECE, MELANIE!
Lo has estado buscando toda tu vida, ¡Lucha por eso!
—Pan —susurro, mis sentimientos por el intensificándose hasta que
siento ganas de gritar o estallar porque no quiero, me niego, a vivir con estas
emociones. Porque vivir sola cuando puedo tenerlo. ¿Me alejará el miedo de mi
chico? ¿Mi hombre? ¿Mi rufián? Mis manos tiemblan mientras libero mi
cinturón de seguridad y casi tropiezo de mi asiento antes de que cierren la
puerta—. Te veo en Seattle.
—¿A qué te refieres? Amiga, ¡tengo miedo de volar y me acabo de tomar
una jodida píldora para dormir y lo sabes!
—No me detengas. No quiero que me detengas. Por favor. ¡Por favor, Pan!
Lo quiero. Lo amo.
No la dejo convencerme de cuan estúpida estoy siendo o cuan
imprudente. Siento una sacudida de emoción dentro de mí solo de pensar en
correr de vuelta a sus brazos, mi estómago está tintineado y fuera de control
tan pronto como salgo del avión antes de que cierren la puerta. Corro por el
aeropuerto, intentando encontrar a Derek.
—¡Derek! —llamo, corriendo con la esperanza de atraparlo. Estoy
saltando a través de puertas corredizas cuando otro hombre con botas
vaqueras y camisa a cuadros me detiene.
206

—¡Santa mierda, eres tú! —dice.


ágina

—¿Qué? —Parpadeo y analizo al joven. Tiene un rosto que recuerdo


haber visto en muchos otros hombres, simple y amigable, pero un par de lentes
protegen sus ojos y por mi vida, no recuerdo haberlo conocido antes.
—Melanie. Tú eres Melanie —repite, diciendo la palabra como si encontró
oro.
—¿Te conozco? —pregunto, mirando por encima de su hombro mientras
rezo por ver un atisbo de la gran y ancha espalda de Derek. De repente no
puedo soportarlo; quiero volver y estar frente a Grey y decir, te amo. Te amo y
confió en ti, y vamos a hacer que funcione. De alguna manera. Tú maldito idiota,
¡eres mi príncipe lo quieras ser o no!
—No, no me conoces aún. —El joven sonríe y extiende su mano—. Soy el
hermano de Greyson, Wyatt. Escuché que te ibas. Incluso pensé que había
perdido tu vuelo, y aun así, tenía la esperanza de convencerte de quedarte. —
Sus ojos brillan como si supiera acerca de Greyson y yo, lo que tenemos entre
nosotros. Lo que perdimos porque soy una gallina y él estaba siendo... noble.
Noble.
Y me deja ir.
La ansiedad de verlo aumenta a cada segundo. —¿Vas a ir a verlo ahora?
¿A dónde vas? Tenía la esperanza de un aventón.
—De hecho, primero voy a ir a ver a la madre de Greyson.
—¿Qué? —La alegría que siento casi me dobla—. ¿Sabes dónde está?
—Acabo de averiguarlo, pero shh. No le digas a Greyson, es una
sorpresa. Mi padre no lo está haciendo muy bien... ha estado en el hospital por
días y no le queda mucho.
Estoy anonadada por la noticia. Pasmada con la felicidad, esperanza, con
anticipación. —OhmiDios. —Mis ojos se empañan cuando pienso en lo que esto
significará para Greyson. ¿Después de muchos años finalmente verá a su
propia madre?
—¿Quieres venir y llevarla a él? —ofrece Wyatt de repente.
—¡SI!
207
ágina
Noticias
Traducido por Alexa Colton
Corregido por Victoria

Greyson
El texto viene desde el teléfono de Melanie, pero inmediatamente mi
instinto se congela cuando me doy cuenta de que quien sea que escribió no es
ella.
Felicidades. Tú ganaste.
Respondo.
¿Y tú eres?
Melanie olvidó su teléfono en el avión. Es Pandora. Ganaste, espero
que estés feliz. Ella está volviendo a ti. Está ciega, perdidamente
enamorada de un jodido idiota como tú.
Las palabras me envuelven como una especie de manta, calentándome.
Al mismo tiempo, una advertencia extrañamente primitiva suena en mi
cerebro. Tecleo el número de Derek. —¿Dónde diablos estás?
—Regresando de dejar a tu reina. ¿Por qué?
—Mueve el culo hasta al aeropuerto y tráela de nuevo a mí. Tráela de
vuelta a mí, ¡JODIDAMENTE AHORA MISMO!
Todos mis instintos protectores hacen arranque con venganza, mezclados
con furia, con la emoción primitiva de lo que acabo de leer en mi teléfono.
208

Está viniendo a mí.


Está volviendo a mí.
ágina

Veinte minutos más tarde de caminar de un lado a otro, recibo la


llamada de Derek.
Se ha ido. El conductor de un taxi la vio salir con un chico de camisa a
cuadros y botas.
Mi estómago se irrita, y de repente todo hace clic, y mi sangre se
convierte en hielo en las venas.
Wyatt.
La voz familiar de Eric suena detrás de mí. —Hijo, tu padre quiere...
He estado esperando fuera de su habitación en el hospital, a la espera de
hablar con él, con chequera en mano, listo para arreglar las cosas por Melanie,
ahora lanzo un vistazo a Eric y rechino los molares con rabia.
—Dile que no estoy. ¡Dile que volveré! —Corro por el pasillo y saco las
llaves del auto rentado, tecleando el número de C.C—. Wyatt la tiene. Ve al sur
de la ciudad, tomaré el norte, manda a Derek al este, pon al resto del equipo en
ello. ¡ENCUENTREN A WYATT, AYUDAME A MALDITAMENTE ENCONTRARLA!
Trece años he buscado a mi madre.
Trece.
Si Melanie desaparece durante más de un día, me convertiré en un
monstruo, un completo monstruo con una misión y sólo una misión.
Encontrarla, protegerla, mantenerla, follarla. NUNCA DEJARLA IR DE
NUEVO.
Nunca he rezado, pero me lanzo a un Dios en el que nunca he creído y le
grito que tome cualquier cosa, cualquier cosa mía que quiera, pero no a ella.
209
ágina
Revelación
Traducido por Laura Delilah
Corregido por Sammy

Melanie
—Así que, ¿dónde se encuentra? ¿Dónde ha estado todo este tiempo? —
pregunto curiosamente desde el asiento trasero.
El hermano de Greyson solo sonríe y sigue conduciendo más profundo
en los barrios malos a las afueras de Denver. Es un chico pequeño, con una
forma de vestir que dice quería-ser-un-vaquero.
No sé si es el sexto sentido que dicen que tienen las mujeres, o la mirada
escalofriante en sus ojos, o la manera en que mi corazón se acelera en mi
pecho, pero algo está muy, muy mal aquí.
Y de repente lo sé, sé que Wyatt no me lleva con la madre de Greyson,
como dijo que haría.
—Llévame de vuelta —digo suavemente.
Se ríe. —¿En serio? ¿Ahora das órdenes? —suelta y encuentra mi
mirada—. Vamos a hacer que venga a ti, ¿hmm? ¿No les gusta eso a todas las
chicas? ¿Ser rescatadas? Mi hermano definitivamente va a querer rescatar a su
“princesa”.
—Escucha, no se preocupa por mí en este momento. Nosotros
terminamos…
Cuando extiendo la mano para abrir la puerta, saca un revólver. —
210

Siéntate y cállate.
El impacto de tener un arma apuntándome me hace estrellarme contra el
ágina

asiento, al instante en silencio. Mi corazón martillea ahora, mi respiración se


acelera. No quiero que sepa que estoy asustada, pero siento un
estremecimiento de temor al recordar unas manos empujándome…
alejándome…
Fue él.
—Oh, confía en mí, le importa. Demonios, lo he estudiado como a una
religión. Mi maldito padre quería que fuera como él —se burla—. Está
enamorado de ti. Tenía tu nombre en la lista desde hace tiempo e hizo su
camino del numero cuarenta y ocho hacia abajo, en lugar de hacia arriba, todo
para posponer el momento que tendría que cobrarte. Mientras tanto,
desaparecía y lo vi mirando a través de las cámaras del Underground. ¿Todas
esas peleas a las que has venido? Greyson ha estado observándote. Te pone
pausa, te rebobina y te pone otra vez. Oh le importas malditamente más que
cualquier otra cosa que ha tenido en su vida, ¡y quería joder su mente! Quería
que creyera que te había perdido también. Tan jodido que no pudiese terminar
la lista, y entonces The Underground estaría donde pertenece. En mis manos.
Se ríe para sí mismo, una risa que transmite una furia innombrable en
él. —Incluso le hizo prometer a mi padre que nadie tocaría sus marcas… Todo
porque el hijo de puta no podía tener a nadie cerca de ti.
Me da una mirada de reojo y su sonrisa es la cosa más falsa que alguna
vez he visto. —Confía en mí, princesa, da un millón de mierda por ti, más de lo
que ha dado por algo. Solía ser imposible negociar con él. Su madre se había
ido, a ningún lado para ser encontrada. Ni siquiera le importa una mierda
nuestro padre. Ni siquiera le importaba una mierda estar vivo. Hasta ti…
Esa risa otra vez, haciendo que en mi sistema suenen todas las
campanas de alarma incluso cuando no tengo a donde ir, y me encuentro
atrapada, atrapada, a plena luz del día, en el asiento trasero de este coche.
—Greyson es inteligente, metódico —dice su medio hermano,
entrecerrando los ojos en mi cara—. Pero no tiene lo que se necesita. Quiere
mantenerlo demasiado limpio, demasiado bueno, un caballero haciendo
negocios. Este es mi mundo. Ni siquiera lo quiere. Sólo lo hace para descubrir
dónde se encuentra su madre.
Sonríe otra vez, ríe otra vez.
Odio esa sonrisa.
Odio esa risa.
—Sí, el chico bonito Grey pensando que papá es un tipo malo. Siempre
salvando a las personas. Mata por las razones equivocadas. Es un mundo
sucio, The Underground. Cuando mi padre se marche, Cero lo va a convertir en
una empresa legitima. ¿Qué? ¿Vamos a sentarnos en una mesa de comité y
211

malditamente negociar? —Se ríe—. Esa no es la manera en que The


Underground funciona, mientras viva no funcionará de esa manera. Ahora que
ágina

te tengo, lo tengo a él. Ahora soy yo el que saca a la mujer de su vida.


—Puedes negociarlo sin mí. Ya no me quiere —aseguro—. ¿Por qué no
vamos por su madre…? —sugiero.
—¡Perra, nadie sabe dónde se encuentra la perra sino Slaughter, y no
dirá una mierda! —Le da un tirón al volante, por lo que nos desviamos hacia
un lado, entonces, me mira mientras endereza el coche de vuelta—. ¡Dios! Es
más allá de lo interesante para mí que mi brillante, talentoso hermano se
enamorara de una rubia tonta como tú. Pero estoy seguro de que das buenos
orgasmos.
Permanezco en silencio, demasiado asustada para hablar ahora.
Greyson piensa que me fui. Me dejó ir.
No vendrá por mí.
Sé el tono exacto de los ojos de Grey cuando me mira.
Cómo duerme con un brazo debajo de la almohada, boca abajo con la
cabeza vuelta hacia mí.
Sé que huele como un bosque en el que quiero perderme para siempre, y
nunca ser encontrada.
Y no sé una mierda acerca de sus estúpidas acciones criminales.
Excepto que las escondía de mí.
Y ahora ni siquiera sé lo peligroso que es su hermano. Si es un violador y
un asesino además de un secuestrador. Si sólo me retiene por un rescate o
planea torturarme simplemente porque puede…
¡No sé qué demonios hacer!
—Adelante. Júzgame. Me importa una mierda —escupe el tipo.
Estaciona el carro dentro de una cochera subterránea, cierra una puerta
detrás de nosotros y me saca de la parte trasera del coche, presionando el
arma en mi sien. Frío. Duro. Acero.
Mi estómago se agita cuando aprieta mi brazo y me arrastra hacia el
elevador subterráneo.
—Dime —dice a medida que subimos, y casi no lo puedo escuchar a
través del golpeteo de mi propio corazón—. ¿Quién hacía el trabajo sucio de
Slaughter cuando su precioso Greyson se fue? Estaba seguro de que nunca
volvería, pero oh, no. Julian se encontraba dispuesto a prácticamente rogar.
Demasiado temeroso de perder a su niño de oro. Cuando Julian se enteró de
que estaba enfermo, no podía dormir pensando que nunca volvería a ver a su
precioso Cero otra vez, su Underground, todas las peleas, todas las apuestas,
212

el negocio lucrativo, el prestigio entre las ligas de lucha, se iría todo a la mierda
si Cero no estuviese tras las riendas.
ágina

Escucho sus palabras, pero, sobre todo, siento el enfermizo


resentimiento que ventila hacia mí.
¡Patea sus bolas, Melanie! Pero estoy congelada.
—Mira, no estoy celoso.
¡Melanie, voltéate, huye!
Se ve tan fácil en televisión, pero mis estúpidas rodillas… mis estúpidas
rodillas se sienten como de gelatina y parece que, aparentemente, no puedo
correr para salvarme.
—Cuando Slaughter muera, Greyson no recibirá nada mientras te tenga
—continúa Wyatt mientras abre la puerta del elevador y me empuja hacia un
piso abandonado, repleto de madera vieja y latas de pintura seca—. Siéntate en
esa maldita silla o le disparo a tus piernas.
Me dejo caer en la silla sin ninguna pregunta, apretando mi mandíbula
para evitar que mis dientes castañeen.
—Está muriendo ahora mismo. Y te tengo. Greyson pierde. La lista está
incompleta y pierde. Incluso si tuviera que luchar contra mí, si te quiere de
vuelta, tendrá que renunciar a ello a cambio de ti, y voy a tener que matarlo. Y
si tú… tú quieres vivir, entonces me das una pequeña y jugosa follada y
veremos. —Me mira—. Así es, Melanie. Ya ves, he estado observándote
últimamente también. Todos los videos que reproduce. He estado
observándote. Tus tetas rebotando. Tu gritando, “¡Riptiiiiide!” Sí, mi hermano
no es el único con una erección por ti.
Wyatt comienza a atar mis brazos detrás de mi espalda con una cuerda
gruesa de cáñamo.
Miedo. Me come viva ahora. Puedo escuchar el castañeo de mis dientes
golpeando.
El viento silbando afuera.
Me ata y parpadeo porque, no, no quiero que este imbécil me vea
llorando.
—Te matará cuando te encuentre —digo con un tono áspero, odiando el
miedo en mi voz.
Se ríe. —Querida, ya estoy muerto. —Se inclina—. Y no lo hará.
Matarme. Ves, esa es la cosa sobre él. No le gusta matar. Lo hace sólo cuando
tiene que hacerlo. Pero soy la única familia que le queda. Todavía se siente
responsable de mí. Rescatándome de mi mierda. Lo sentirá, en esa parte que
odia ser un Slater, que es culpa de mi padre que yo sea así también. Me dejará
vivir.
213

Ata algo alrededor de mi boca y sale por un momento. De repente todo


está callado y el silencio me asusta más que nada.
ágina

Mis ojos arden de la necesidad de llorar.


Mi garganta se encuentra en carne viva, mi lengua seca y pegajosa bajo
la tela que envolvió alrededor de mi boca.
Puedo morir hoy.
Me fallé a mí, a mi hermana, a mis padres y no me da ningún placer que
la última vez que vi al único hombre que he amado, arrojé nuestro amor lejos.
Oh Dios.
Le dije cuán equivocado era para mí, pero nunca cuán acertado. Nunca
supo que era feliz, completamente feliz, incluso si tenía miedo, a estar
enamorada de él. Nunca dije que creo que me enamoré desde el momento en
que me cargó bajo la lluvia evitando que me mojara. Nunca le dije que en el
fondo creo que es caliente que sea malo, e incluso más caliente que sea tan
bueno en ser malo. Nunca le dije que incluso después de que me mintió,
confiaba en que nunca, nunca me haría daño. Nunca le dije nada de eso, sólo
que estaba asustada. Una maldita cobarde.
Nunca sabrá que creo, sin ninguna sombra de duda, que o bien por un
cruel giro del destino o una bendición del cielo, es mío. Y que yo era suya
incluso antes que me tocara.
Es lo que nunca supe que quería y ahora todo lo que necesito.
Lo creía lo suficiente para volver a él. Lo suficiente como para dejar mi
mundo de cuento de hadas y seguirlo directo a su excitante y aterrador
Underground.
Puede que nunca, nunca sepa esto.
Ruidos salen de una habitación contigua y mi estómago tira y se tuerce
fuertemente en nudos mientras se acerca otra vez.
Incontrolables temblores se apoderan de mi mientras trato de hundir mis
uñas en el nudo de la cuerda que muerde mis muñecas. Mi cabello se
encuentra por toda mi cara, lo odio. Lo. Odio. Todos mis músculos se aprietan
mientras mi sangre corre a través de mí en un esfuerzo por hacer que me
mueva, para ayudarme a escapar. La silla chirria debajo de mí y me estremezco
ante el sonido.
Wyatt camina hacia una pequeña ventana rota y mira hacia afuera,
entonces inclina su cabeza en mi dirección y me mira, sus ojos recorriéndome
en la silla.
La lujuria en su mirada es inconfundible y envía mi miedo en una espiral
fuera de control. ¡Oh Dios, esto no puede estar pasando!
Una sacudida de adrenalina me recorre. Conteniendo mi aliento, junto la
214

parte interior de mis muñecas firmemente y meto mi dedo pulgar entre el nudo,
usando mi uña para tratar de atrapar una pequeña abertura para lograr que el
nudo se abra. La cuerda se afloja mientras hundo mi pulgar en el interior,
ágina

seguido de mi otro pulgar, abriéndola en lados opuestos y pretendo estirar y


arquear la espalda cuando finalmente libero una de mis manos, sacando luego
la otra.
En menos de tres segundos, regresa a mí. Agarra mi cabello con un puño
y me tira de la silla, luego me arroja boca abajo en un arrugado colchón
improvisado. —¿Qué tratas de hacer? ¿Eh? ¿Escapar?
Lucho, lucho para liberarme, pero me voltea, me inmoviliza con sus
caderas y agarra mis pechos y los aprieta. Mi sangre palpita, mi cara cada vez
más caliente de humillación mientras peleo.
—¡No me toques, imbécil! —Lloro, me sacudo y trato de usar mis rodillas.
Pasa mis brazos sobre mí y giro mi cabeza mordiendo a ciegas, sacando
un trozo de carne.
Gime y me libero, jadeando trato de orientarme, mi corazón sigue
latiendo frenéticamente en mi garganta.
Ruge y se lanza, lo golpeo con mi talón, el arma cae ruidosamente al
suelo. Escupiendo la sangre de donde lo mordí, agarro el arma y me giro
rápidamente cuando la patea lejos de mí.
—Perra.
Me golpea.
El dolor me desgarra, entonces me agarra por la garganta y me levanta
en el aire y el dolor y la urgencia de oxígeno grita con cada respiración jadeante
de mi garganta. Agarra la pistola y pateo en el aire y levanto mi rodilla,
embistiendo en sus pelotas. —Uf.
Me deja caer.
Empiezo a correr hacia el elevador, pero cuando veo las escaleras de
salida a solo tres pasos de distancia, corro más, agarro la manija de la puerta y
tiro duro, tratando de abrirla, gritándole—: ¡Vamos, vamos! —Pero se ha
atascado y me encuentro a punto de abrirla a patadas cuando escucho la
puerta del elevador abrirse y un rugido enojado detrás de mí.
—¡Ven aquí, maldita puta!
Que es cuando la puerta que lucho por abrir cede finalmente. Se abre,
hacia el exterior y me encuentro tan pegada a la perilla, que la sigo, dando un
paso gigante hacia adelante… sólo para encontrar que no hay escaleras, solo
una caída de cinco pisos, mi cuerpo sumiéndose en la nada mientras escucho
la llamada más escalofriante y desesperada que alguna vez he escuchado en mi
vida. —¡No! ¡Princesa! —Y me estrello en la oscuridad.
215
ágina
CAIDa
Traducido por Nelshia & Daniela Agrafojo
Corregido por Vane Farrow

Greyson
Mi mundo toca fondo.
Observo a Melanie desaparecer a través del agujero enorme de la puerta
abierta. Algo se apodera de mí. Me oigo gritar una vez más—: ¡PRINCESA! —
Mientras salgo disparado hacia el espacio vacío. Mi hermano se abalanza sobre
mí, derribándome contra la pared, agarrando el brazo donde estoy sosteniendo
mi arma. Lo domino fácilmente, deslizando mi SIG entre nosotros y la apunto
justo en el centro de su caja torácica.
¡BOOM!
Grita, y dejo caer su cuerpo retorciéndose en el suelo y tiro el arma
mientras corro a la puerta vacía. Mi pecho está apretado. No puedo respirar.
Cinco pisos más abajo, veo un charco de cabello dorado.
—¡MELANIE!
No hay respuesta.
Derek sale del ascensor y esta instantáneamente a mi lado,
desenrollando un trozo de cuerda al tiempo que digo bruscamente—: Bájame,
no quiero aplastarla. —Agarro un extremo de la cuerda mientras lentamente
me baja un piso, y luego dos, hasta que no hay más cuerda, y desde dos pisos
de altura, salto, estrellándome contra el suelo con una maldición—. ¡Llama a
216

una ambulancia! —le grito a Derek.


—Princesa. —Ruedo a un lado y me arrastro hacia ella—. Princesa.
ágina

Esta pálida y sin vida. Líneas de sangre cubren sus mejillas, en una
corriente de sus labios y nariz. Murmura algo ininteligible.
—Nena —le digo mientras extiendo la mano para tocar su cuello por un
pulso.
Lo siento, palpitando débilmente bajo mis dedos. Me duele el corazón en
mi caja torácica. Duele tan jodidamente tanto. Por primera vez en mi vida, me
siento impotente.
—Melanie, quédate conmigo. —Sueno como un mariquita. Rogando. Pero
Santa mierda, no puede dejarme. No puede jodidamente dejarme.
Compruebo la nuca; no está rota, pero no la voy a mover. No me atrevo.
Simplemente acuno su cabeza en mis manos porque pensé que nunca vería
esta puta cara de nuevo y la miro fijamente. Y la miro fijamente. Sus ojos
cerrados, su sonrisa desaparecida, la sangre arrastrándose de sus labios.
Antes de darme cuenta agacho mi cabeza y presiono mis labios a los suyos,
besando sus labios ensangrentados, mi voz ronca, mientras empieza a
quebrarse—: Nena, te dije que te mantuvieras alejada de mí.
No se mueve. No puedo respirar.
La habitación se cierra sobre nosotros, succionando el oxígeno. ¡No
puedo jodidamente respirar! —Melanie, mira lo que te hice. —Peino su cabello
hacia atrás con mis manos enguantadas. Gruño de ira, luego me quito los
guantes, empujándolos en la parte de atrás de mis vaqueros, tomó su cabello
sedoso en mis manos y entrelazo las hebras en una trenza de manera que no
tendrá que preocuparse por el cabello en su rostro.
Siento que estoy perdiendo el control, que estoy a punto de quebrarme y
nada volverá a recomponerme de nuevo.
—Quédate conmigo —ruego todavía, levantando su mano a mis labios y
besándola una y otra vez—. No me dejes de nuevo. Quédate conmigo.
Quiero ver sus ojos. Esos ojos verdes salvándome. Santa mierda.
Necesito ver su sonrisa. Riendo conmigo. Llamándome imbécil. Diciéndome que
me ama.
Cuando las puertas del ascensor del sótano se abren, estoy temblando de
rabia y levanto la vista para ver a Derek empujar a mi hermano en mi
dirección. Dios mío, voy a jodidamente matarlo.
Salgo disparado a través de la habitación hasta donde Wyatt está, los
brazos atados detrás de él, el estómago sangrando. Está herido, pero no hace
nada para calmarme. Quiero agarrar todos mis cuchillos y empezar a cortar
sus extremidades, poco a poco. Quiero oírlo gritar, quiero derramar su sangre,
217

quiero VENGANZA POR LO QUE LE PASO A ELLA.


Furioso de dolor, estrello mis puños en su cara. —¿Por qué tenías que
ágina

tomarla? ¿Por qué? Tu hijo de puta, ¡¿Por qué ELLA?!


—¡Para JODERTE! —grita en respuesta, escupiendo sangre por la boca.
—¿Qué dijo? —Lo sacudo con fuerza antes de golpear mis nudillos en su
mandíbula de nuevo—. Sus últimas palabras antes de caer, ¿qué fue lo que
dijo?
Sonríe con una sonrisa ensangrentada, y lo golpeo con los nudillos, la
sangre brotando de su boca. —¿Qué dijo, idiota? —Exijo, el dolor tan profundo
que me siento como un animal. Sin alma. Sin vida. Una máquina de matar,
nada más. Una rabia brutal late a través de mí.
Soy un furioso maniático, agitado por dentro, herido en el interior.
Soy inadecuado para ella, pero eso no puede detenerme.
Ella es el alma que no tengo.
Pensaba que estaba muerto antes.
No.
Sólo estaba dormido.
Ella me despertó, pero ahora, si algo le pasa, estoy muerto. Un cadáver
andante. Él se queja de dolor cuando lo golpeo de nuevo.
—¿La hiciste rogar? ¿La hiciste rogar por dejarla ir?
Wyatt inhala. —Sí, imbécil, la hice rogar.
—¿Cómo te rogó? ¿Por cuánto tiempo?
—Mira, estaba enojado.
—¿Cuánto tiempo rogó por su vida? ¿Dijo por favor? ¿Lo hizo?
—Minutos. ¡Sólo unos minutos!
—¿Te dijo que te mataría? ¿Te dijo que te despellejaría vivo por dañar tan
solo un pelo de su cabeza? —Golpeo mi puño de nuevo y se queja y rueda
incómodamente a un lado, llevando la silla con él.
—¡C, ella cayo sola...! —ruega—. ¡Sólo le estaba reteniendo para evitar
que terminaras la lista!
—La tocaste, tu maldito coño, ¿verdad?
—¡SÍ! ¡Agarré sus tetas, quería hacerte enojar!
Golpeo mis puños en él, en repetidas ocasiones, gritando—: ¡Felicidades,
estoy cabreado! Y ahora. Estás. ¡MUERTO!
218

Lo golpeo, luego curvo un brazo alrededor de su cuello y empiezo a


quitarle la vida.
ágina

Prométeme que no matarás a nadie. Las palabras vuelven a


atormentarme. Mis ojos comienzan a picar mientras recuerdo la esperanza en
sus ojos esa noche. Prométeme que no matarás a nadie.
Gruñendo en derrota, lo suelto, jadeando mientras recupero el aliento y
arrastro mi brazo sobre mis ojos húmedos.
Prométeme que no mataras a nadie...
—Cero —Escucho a alguien gritar—. La ambulancia está aquí.
Camino a mi chica inconsciente, aún caída en ese mismo lugar, y caigo
de rodillas, tomando su mano en la mía. —¿Recuerdas cuando te dije que no
ruego? —le susurro—. Estoy rogándote. Regresa a mí.

Cuando tenía trece años perdí lo más preciado en mi vida.


Entonces construí una fortaleza alrededor de mí para que nunca jamás
perdiera nada que me importe. Nunca sentirme perdido, traicionado, solo, o
secuestrado.
Me volví tan frío como el hielo y tan calculador como un robot.
No dejé a nadie entrar.
No amé a nadie, ni siquiera a mi familia.
Y todo funciona de maravilla hasta que bajas la guardia.
Y finalmente dejas a alguien entrar.
Una chica rubia, de ojos verdes que se ríe de todo.
Quién ama todo y a todos.
Quién se conecta con la gente como si hubiera nacido para ello.
Y empiezas a desear en lo más profundo de ti que ella conecte contigo.
Y no importa lo demoníaco que eres, lo imbécil que eres, que le mientas,
que te niegues a compartir la verdad sobre ti con ella, en realidad conecta
contigo.
Abre la puerta y entra en ti antes que te des cuenta, y te sientes tan
jodidamente lleno, tan jodidamente bendecido, que bloqueas las puertas y la
encierras en tu interior, protegiéndote, protegiéndola.
219

Hasta que te das cuenta para que estás hecho.


ágina

Hasta que ya no eres frío, ya no eres un robot. Llevas tu debilidad en lo


profundo de tu corazón y su dolor es tu dolor.
Hasta que sus sonrisas son por todo lo que vives.
Hasta que te sientas en una silla del hospital y esperas y rezas por
primera vez en tu vida a un Dios que nunca te escuchó cuando rezaste que te
dejara ver a tu madre.
Todavía rezas porque Cero no tiene poder aquí. Tu dinero no tiene
ninguna influencia aquí. Nada cuenta a excepción de tu voluntad, y no puedes
hacer otra cosa que rezar, por favor, no ella.
Pero es ella.
Los médicos salen a hablar conmigo. Para hacerme saber las noticias.
Está en coma.
Apenas respirando por su cuenta.
Está en algún lugar lejano donde no existo, donde no puedo llegar a ella,
no puedo protegerla. Y todavía la veo, la siento, la escucho. La necesito. AMO
LA FUERZA DE VIDA DE ELLA.
Nunca supo que lo hacía.
Infiernos, yo no lo sabía.
Ninguno de nosotros lo sabía.
Paso mi brazo sobre mis ojos cuando siguen ardiendo, entonces miro
fijamente el mensaje de texto de C.C. Lo vi hace varios minutos, entumecido
ante lo que dice.
Tu padre acaba de morir.
Sin decir una palabra, me paro y me voy mirar a través de la ventana
hacia ella, mi única princesa, luego me dirijo por el pasillo a planear el funeral
de mi padre.

—FELICIDADES, C.
—¡Felicidades, C!
—¡Cero, felicitaciones!
220

Frunzo el ceño cuando arribamos al recinto el día después del funeral de


mi padre, viendo a Eric acercarse cautelosamente con una caja de acero
ágina

grande, cerrada.
—¿Qué es esto? —pregunto. No sólo estoy sorprendido por la recepción
del equipo, sino por los elementos que está sosteniendo en sus manos
extendidas.
—Todo, Greyson. La propiedad del Underground. Algo que perteneció a
tu madre. Y esto.
Estoy confundido mientras me entrega un sobre, pero entonces mi mente
vale una mierda ahora. Soy una mierda. Me siento como un animal
atropellado. No he comido en cuarenta horas. No he dormido. No he tomado un
baño.
—No terminé la lista, Eric. —Me siento obligado a especificar.
—Sí lo hiciste. Cuando tu padre murió, hasta el último nombre en la lista
se contabilizó y pagó.
—No Melanie...

—Su amigo trajo el pago por ella.


Saca el collar de su bolsillo, y casi me deshago ante la vista de las joyas
familiares, brillando demasiado.
Los diamantes brillan, y toco el collar que solía usar en su cuello.
Los recuerdos me asaltan. ¿Melanie preguntando qué lista sería? Melanie
queriendo entrar a mi sala de acero. Melanie cocinando para mí. Melanie.
Melanie. Melanie. Quiero ver sus ojos chispeantes. ¡Quiero ver sus ojos abiertos
y JODIDAMENTE MIRÁNDOME COMO SIEMPRE LO HACE! Con vida. Como si
soy su Dios. Como si soy su hombre.
Princesa, ¿te das cuenta de lo que eso significa? Quiero decirle mientras
tomo su collar en mis manos y lo miro mientras siento mi estómago retorcerse,
cortando mi pecho. Tú me salvaste, bebé. Jodidamente me salvaste. Puedo
encontrar a mi madre ahora.
Pero no hay alegría en mi corazón, ni siquiera con estas noticias. Nunca
habrá alegría en mi corazón si esos ojos verdes no se jodidamente abren y me
miran. Por favor mírame, aunque solo sea para decirme que soy el maldito
idiota que piensas que soy. Decirme que soy la razón de que se encuentra así
en este momento.
—Entonces, ¿esto es todo? ¿Aquí dice dónde está? —le pregunto a Eric
mientras bajo la mirada al sobre sellado, mi voz ronca con las emociones que
trato duramente de ocultar.
Asiente hacia el sobre. El que contiene la información por la que he
esperado más de una década. Las cosas me desgarran cuando tomo la nota y
221

la abro. He esperado trece años para esto. Trece. He hecho cosas indecibles por
esto, por ella. Para encontrarla. Para protegerla.
ágina

Sacando el papel, leo la dirección escrita en la letra de mi padre, y es


cuando me golpea. Me golpea igual que un torpedo estrellándose contra mí.
Mi madre está en un cementerio.
Me paro ahí, absorbiéndolo sin tambalearme, sin estremecer ni siquiera
un músculo. Estoy inmóvil, mientras que, al mismo tiempo, hay una
destrucción nuclear dentro de mí. Aquí está. La respuesta de por qué nunca
pude encontrarla.
Mi madre. Está muerta.
El certificado de muerte está fechado hace varios años. Para el momento
en que dejé el Underground para buscarla. Estaba en una isla, una isla
privada. Ahí es donde murió. La autopsia dice que por causas naturales. Mi
madre murió, sola, en una especie de isla secreta que ahora me pertenece a mí.
Mi madre está muerta.
Mi padre está muerto.
Y mi novia está…
El pensamiento de ella en esa cama de hospital envía un fulminante,
violento dolor a través de mí. La forma en que la encontré, inconsciente, su
cráneo golpeado, sangrando hasta la muerte, su cuerpo pequeño, pálido y sin
vida.
MI. JODIDA. CHICA.
Con el pulso apenas latiendo en su garganta.
Pálida e inmóvil en el suelo cuando todo lo que quería era levantarla en
mis brazos.
Camino hacia el bar y grito mientras golpeo mi puño contra la pared.

Me despierto con un misterioso silencio y una docena de botellas


dispersas por todo el suelo. Esta mierda no puede ser mi habitación. El jodido
desastre no puede ser donde dormí.
Gimo cuando me empujo para levantarme y el latido en mi cabeza se
expande por todo mi cráneo. Pestañeo y miro a mis alrededores e
instintivamente saco mi pistola de debajo de la almohada. La ladeo mientras
me levanto y pateo una almohada caída. El lugar se ve destruido, como si
222

algún hijo de puta no tuviera la intención de dejar algo vivo aquí.


—¿Estás vivo, hombre?
ágina

Gimo y bajo mi pistola cuando veo a C.C. Aparentemente, una cosa


sobrevivió, el único hijo de puta que no quería hacerlo: yo.
—¿Tienes algo más que romper aquí? —me pregunta.
—Entonces, ¿hice esto?
Así que destruí mi lugar. Qué bien.
Estoy malditamente orgulloso de mí mismo.
—Demonios, pudo ser peor. Hermano, eres una maldita leyenda, el rey
del Underground, rico como la mier…
—Mi madre está muerta. Mi madre está muerta y mi chica está…
No puedo decirlo. Mi corazón se rasga ante el pensamiento. Pongo mi
cabeza en mis manos.
—Lo siento, C. Lamento jodidamente que no la alcanzáramos a tiempo.
—Iba a volver a mí, C.C. Iba a regresar incluso con esto… —Extiendo los
brazos y miro el desastre. Me veo, finalmente veo la parte del criminal que nací
para ser—. Tal vez sea reverenciado en nuestro pequeño mundo oscuro, pero
aquí afuera soy mierda. Aquí afuera hay algo muy mal con nosotros C.C. Y una
chica como ella puede hacerlo mucho, mucho mejor que yo. Y estaba volviendo.
A mí.
Se queda en silencio.
Empiezo a recoger mis cuchillos de donde están esparcidos por todo el
lugar. —Si voy a hacer esto, C.C., si el Underground es mío para lidiar con él…
las cosas cambiarán.
—¿Qué hago con respecto a Wyatt?
—Enciérralo. Lanza todo lo malo que hay con el Underground y mi padre
sobre él. Empezaremos de nuevo. —Lo miro—. C.C., quiero ser el hombre que
ella quiere. El hombre que necesita. El hombre que podría ser.
—C, puede que nunca despierte. Puede quedarse así por meses hasta
que su familia decida que es momento de desconectar el respirador artificial…
Lo agarro por la camisa y advierto—: ¡No termines la jodida oración!
C.C. se calla, y comienzo a poner a un lado todas mis armas.
—Grey, el Underground va a jodidamente prosperar contigo. Tu padre lo
estaba sobrecargando. Tú puedes llevarlo a otro nivel. Puedes darles más a
nuestros luchadores, a nuestros clientes.
—Me haré cargo de las cosas. Me encargaré de las cosas como siempre
hago, pero no ahora. Ahora no. Ahora no puedo. —Comienzo a empacar
223

algunas cosas.
—Hombre, ¿en dónde vas a dormir?
ágina

—Por ahora, en el hospital.


Señala hacia la caja, la caja de mi madre, sobre mi cama.
—¿No vas a abrirla antes de irte?
Es una caja de acero, más bien grande. La miro por largo tiempo,
embrujado por la visión de ella. Froto la parte de arriba y deseo poder hablarle.
Lo siento, te fallé. Lamento jodidamente mucho haberte fallado.
Fallé en probarle que podía ser bueno y templado cuando le disparé a un
hombre. Fallé en encontrar tiempo para ella. Me convertí en la cosa de la que
había estado huyendo por tanto tiempo como puedo recordar. Murió pensando
que era un asesino y que probablemente nunca querría verla. Murió pensando
que era un criminal justo como el hombre que odiaba, mi padre. La razón por
la que perdí a mi madre es la misma razón por la que perdí a la mujer que
amo. El Underground.
C.C. se va, y aprieto mi mano alrededor de la llave y el ojo de la ranura.
La caja es vieja, más grande que una caja de zapatos, hecha de acero.
—Que se joda esto. —Me fuerzo a meter la llave en la ranura y cruje al
abrirse. Levanto la tapa, es pesada, y cruje. Luego miro el interior. Hay un
colgante con un diamante que recuerdo que usaba. Tan simple. Su olor
persiste de alguna manera. Saco unas cuantas fotos mías. ¿A los quince?
Comprobado. ¿A los dieciocho? Comprobado. ¿A los veinte? Comprobado. En
todas ellas, estoy entrenando con mis cuchillos o en un campo de tiro,
inconsciente de la cámara. Jódeme. Qué manera de decirle hola a tu madre.
Lo siguiente que encuentro es un manojo de cartas atadas con un fajín.
Entregadas en persona, tal vez. Sin direcciones. Solo su nombre en ellas. Las
abro las tres e inmediatamente reconozco la letra de mi padre.
Lana:
Me han dicho que has estado poco cooperativa en los últimos tiempos.
Déjame asegurarte lo cooperativo que seré personalmente si dejas de tratar de
salir de la isla…
J.
Lana:
Él lo está haciendo bien. ¿De qué otra manera esperabas que lo hiciera un
hijo mío? Florece bajo presión y está prosperando ahora. ¿Quieres preguntarme
si ha estado preguntando por ti? Lo hace. Le he asegurado que estás bien. No me
vuelvas un mentiroso.
No puedo garantizar que te dejaré verlo y arriesgar todo el trabajo que he
hecho hasta ahora, pero es por tu mejor interés y el de él que te mantengas de mi
lado.
224

J.
ágina

P.D. Hay un cocinero en la isla por una razón. Come.


Lana:
Como solicitaste, está en el Waterfront. El trato era esto por tú cooperación;
se irá en un instante si alguna vez me desafías a mí o a mis deseos de nuevo.
J.
Hijo de puta. ¿Incluso manteniéndola encerrada, aún quería que
aceptara su destino sin pelear? Aprieto los dientes mientras saco el resto del
contenido de la caja.
Un juego de llaves cae al suelo. Estoy a punto de inclinarme y tomarlas
cuando veo, en el fondo de la caja, otra carta.
Y esta está dirigida a mí.
A mi hijo, Greyson:
Te recuerdo. Cada día me pregunto qué estás haciendo y cómo has
crecido. Pido fotos, y como puedes ver, he obtenido algunas. Eres tan apuesto
como imaginé que serías al crecer. Las miro, deseando que toda tu fuerza interior
sea capaz de soportar vivir con un hombre tan duro como tu padre. Pero trato de
pretender que te encuentras bien. Trato de recordar cuan fuerte eres, cuan
resistente, y me digo, que un día superarás a tu padre y serás imparable. Serás
exactamente lo que quieras ser.
Te he escrito incontables cartas, ninguna te ha llegado. Así que guardé
esta aparte para asegurarme de que lo haga, de alguna manera.
Recuerdo todos nuestros años juntos, me apego a ellos. Y de todos esos
años, recuerdo más nuestro tiempo en Seattle. Te gustaba cuando caminábamos
por la costa.
Solíamos mirar los yates sobre el agua y preguntarnos cómo sería tener un
hogar que nos diera esa clase de libertad.
Ambos queríamos dejar de huir, ¿recuerdas? Estábamos cansados de huir
de ciudad en ciudad, de hogar a hogar, y, aun así, cada vez que te decía que
empacaras, lo hacías calladamente y sin quejarte.
Nunca he olvidado el noble hijo que eras, y nunca olvidé esos días. Ni
cuando nos mudamos a Dallas, Ohio, Pensilvania, o Boston.
Estoy rodeada de agua ahora.
Desde que llegué aquí, he visto esos adorables yates navegar por ella, y
me obsesioné con encontrar una manera de asegurarme que un día tú tengas un
barco propio, donde puedas navegar muy lejos de cualquier problema, lejos de
todos esos hombres malos que te rodean.
Al final, no pude encontrar otra manera de lograrlo excepto cooperar con tu
225

padre.
Escapar ha sido inútil. E incluso aunque tuviera éxito, ¿quién me dice que
ágina

no lanzará su ira contra ti antes de que pueda alcanzarte?


Me quedé aquí y traté de hacer lo mejor con lo que tengo.
Lo mejor que he tenido eres tú, Greyson.
En esta caja encontrarás lo poco que era de valor para mí, especialmente
las llaves del barco que quería que tuvieras. No es mucho, y no está ni siquiera
cerca de todo lo que habría deseado darte, pero espero que el océano pueda
darte la clase de consuelo que me ha dado todo este tiempo.
Tu madre que te ama,
Lana.
226
ágina
En LA OSCURIDAD
Traducido por Alexa Colton
Corregido por Laurita PI

Melanie
Negrura. Frío. Sonidos como pitidos. Me siento sola. Me siento vacía.
Quiero moverme, abrir los ojos, mientras escucho voces a mi alrededor. ¿Por
qué no me puedo mover? No recuerdo. Veo caras. Una mujer. Un hombre.
Familiaridad. Voces familiares.
—¿Melanie? —pregunta ella.
—Cariño, ¿te acuerdas de nosotros?
Parpadeo y las luces queman a través de mis retinas.
Quién…
DÓNDE…
El pánico comienza a hacerse cargo, y ahí es cuando veo la gran figura
en el otro extremo de la habitación. Mi cuerpo tiembla reaccionando, no de
miedo, sino de una emoción innata y mi corazón comienza a latir muy fuerte.
Su cara está tensa, hay remordimiento allí, y angustia. Ver el dolor ahí me
paraliza. Empieza a doler en lugares distintos de mi cuerpo. Profundo en el
interior. No entiendo cómo un dolor puede avanzar tan rápido como este.
Mis labios se separan, pero no puedo hablar, y entonces la mujer
presiona una pajilla entre mis labios. Trago con frialdad, mi garganta en carne
viva. El hombre, él, él es todo lo que quiero ver, se separa de la pared y empieza
227

a acercarse, sus ojos me atrapan, su frente, sus cejas, su nariz, sus labios, sus
pómulos, su cuello.
ágina

Pinchazos de dolor me recorren con fuerza y rapidez, cuando está muy


cerca puedo oler algo que no es desinfectante. Bosque. Bosque. Mi cerebro me
grita pensamientos. Bosque. Besos. Bosque. Amor. Bosque. Peligro. Una
lágrima se arrastra por mi mejilla mientras abro la boca otra vez, y no sale
nada.
—Oh, creo... tal vez debería irse —le susurra la mujer. No es la mujer. Mi
madre. Mi madre, sosteniéndome cuando tenía tres años, diez, quince... ¿qué
pasó después?
El hombre duda.
EL HOMBRE me mira como si se hubiese perdido y no cree que lo que ha
perdido pueda nunca, alguna vez recuperarse.
—No —digo con tono áspero—. No te vayas.
Sus ojos saltan a mis padres y de nuevo a mí, y detrás de la profundidad
de esas piscinas verde avellana, hay una turba de sentimientos. Frustración,
arrepentimiento, y otro sentimiento más poderoso...
Este hombre me ama…
Sus ojos están rojos, este hombre luce orgulloso como una roca y nada
va a convencerme de que no se ha sentado en esa silla en la esquina y llorado
por mí.
Espera y ellos se alejan para darnos un momento. Empieza a susurrarme
dolorosamente en voz baja, y el bajo timbre de su voz me atormenta y me cura,
ambos al mismo tiempo. —Hola, princesa —dice, pasando suavemente una
mano a lo largo de mi trenza.
Estoy usando una trenza. Alguien trenzó mi cabello.
Hola, princesa…
La forma en que me MIRA, casi no lo puedo soportar. Está allí de pie, su
cuerpo vibrante por la tensión, al tiempo que intenta mantener la compostura.
Se ve imponente. Tan roto como me siento. Todos mis sentidos sufren y duelen
y me pica el cuerpo y me duelen los brazos y mi alma se quema por envolver
mis brazos a su alrededor. Por estar más cerca de él, consolarlo, pero no me
puedo mover, y esperar estar cerca está obstruyendo mi respiración, haciendo
que mi corazón se acelere.
—¿Tú recuerdas? —pregunta con esa voz dolorosamente suave que me
hace cerrar los ojos y recuerdo escucharlo. Amarlo.
—Los médicos dijeron que podrías... o quizá, podrías olvidar un par de
cosas.
228

Estoy muda, atrapando desesperadamente su voz en mis oídos, es tan


hermosa.
ágina

—Eres Melanie Meyers Dean —dice en voz baja, pero profundamente


tierno—. La pareja que se acaba de ir son tus padres. Eres una preciosidad de
veinticinco años de edad. Amas llevar tres colores a la vez. Amas las cosas que
son malas para ti, te gusta reír, y amas...
A ti, mi mente grita.
Se queda en silencio, como si no tuviera palabras para mí, deslizando
sus ojos sobre mi cara como si no hubiese tenido una gota para beber y soy su
oasis en el desierto.
—Melanie —dice en tono áspero, buscando en mi rostro alguna señal de
reconocimiento, extiende una mano, pero luego lo piensa mejor y la aleja—. Soy
Greyson King y soy tu hombre.
Espera en silencio, flexionando la mano en un puño a su costado, como
si eso fuese suficiente para no tocarme. Un enorme bulto de emoción se agrupa
en mi garganta, y mientras nos seguimos mirando el uno al otro, luce cada vez
más desesperado. Saca la camisa de la cintura de su pantalón y toma mi mano
deslizándola por debajo, sobre su pecho suave, cálido, más allá de su cicatriz,
al anillo en su pezón. Siento su piel, su calidez se filtra en mí, el latido de su
corazón contra mi palma. Late tan rápido como el mío, y ríos de lágrimas bajan
por mis mejillas.
Lágrimas de alegría.
De sentirme segura, de no sentirme sola, al tiempo que todo el amor que
siento por él me inunda.
—Greyson —sollozo.
Una exhalación sale de él como si se hubiese estado conteniendo todo
este tiempo, y luego roza mis párpados con sus labios. —¿Me recuerdas? ¿Lo
haces, mi princesa? ¿Sabes qué hago? ¿Quién soy? ¿Qué significas para mí?
Pensamientos se arremolinan en mi cabeza, uno tras otro. Yo, huyendo
de él. Yo, corriendo hacia él. Él, y yo.
ÉL y yo.
Guantes negros... collar de diamantes... besos en la oscuridad... casi
sonrisas...
Me siento inesperadamente débil, pero ni siquiera esta debilidad me
puede parar de lentamente deslizar las manos hasta su pecho, su cuello
grueso, su oscuridad, su mandíbula sin afeitar mientras lo miro a los ojos, ojos
que me miran de la forma en que me han mirado desde el principio.
La forma en que Greyson King mira a Melanie.
—¿Recordarte? —digo con voz ronca—. Regresé por ti.
229
ágina
Perfecto
Traducido por ♥...Luisa...♥ & becky_abc2
Corregido por Miry GPE

Melanie
Es la noche perfecta para una fiesta.
La noche perfecta para un beso.
La noche perfecta, la más perfecta para estar enamorada.
Estoy sentada en una gruesa barandilla de piedra en la terraza, mi
vestido levantado hasta mi cintura para que Greyson pueda calzar su cuerpo
entre mis muslos.
Juega con mi pezón con sus pulgares, y trato de no gemir mientras lo
devoro visualmente ante mí, su cuerpo vestido con un traje negro, con el pelo
revuelto por mis manos, sus labios un poco rojos con mi lápiz de labios. Me
devuelve la mirada y desliza su mano grande y cálida hasta mi muslo y me
quita las bragas. Me quedo sin aliento, cuando las mete en el bolsillo de su
chaqueta, su mano vuelve para acunar mi sexo, mientras que la otra juega con
mi dolorido pezón.
¿Se puede morir de placer?
¿Se puede morir por la manera en que tu novio te ve y te ve y te mira?
Estoy. Loca. Por este hombre.
Haría cualquier cosa por este hombre.
230

Y he estado esperando este momento, fantaseando durante meses.


Detrás de él, puedo ver la fiesta siguiendo su curso, una fiesta que
ágina

organizó para celebrar mi vigésimo quinto cumpleaños, un evento planeado


desde hace más de tres meses. Pero trivialidades como esa no le importan a un
hombre como Greyson King.
Lo que le importa es salirse con la suya.
Y desde el nuevo collar de diamantes Harry Winston colgando en mi
garganta, a la lujosa fiesta detrás de nosotros, a la ligera luz en sus ojos
diciéndome casi hasta el último detalle de lo que planea hacerme esta noche,
no hay duda en mi mente de que mi novio se saldrá con la suya esta noche.
Y todo lo que puedo pensar es: ya era la maldita hora.
Me encuentro tan ansiosa que no estoy segura de poder esperar para que
consigamos llegar a la cama.
Tal vez si bajo su cremallera y me acerco lo suficiente como para
montarlo...
Pero ahora cientos de nuestros amigos se mezclan en el interior del salón
de baile Ceres. Estas personas incluyen a mi jefe y compañeros de trabajo, mis
padres, mis amigos, y antiguos y nuevos socios de negocios de Greyson. Los
antiguos son los más peligrosos, quienes trabajan para él en el circuito de
lucha Underground. Los más nuevos incluyen la comisión de su Corporación
King Yacht, que está fundada en honor a su madre.
Cualquiera podía salir y vernos. Él de pie delante de mí en su elegante
traje, y yo... mi cabello peinado en ondas ahora desordenadas mientras se agita
en el viento, mi cuerpo temblando bajo sus manos y sus labios, y la forma en
que sus hermosos ojos color avellana me miran.
—Greyson... —digo suplicando. Usa su cuerpo para protegerme de las
puertas del salón de baile, elevándose por encima de mí mientras se inclina un
poco para poder trazar senderos con sus labios sobre mi mandíbula.
—Te ves deliciosa, Melanie, y sabes delicioso. ¿Quién es el que te tiene
jadeando?
Agarro sus hombros para prepararme para la deliciosa sensación que se
levanta sobre mí. —¿Quién crees?
—He estado esperando esto durante meses, princesa. Meses. —Pellizca
mi pezón con su gran mano y levanta la curva de mi pecho a sus labios,
cubriendo el pico con la boca.
Su lengua se frota contra el pequeño punto duro, y muero. Muero
cuando succiona, suavemente primero, luego más fuerte, causando una oleada
de deseo que se arrastra por mi espalda.
Sé que Greyson no es un hombre acostumbrado a amar. No creo que
haya amado a otro ser humano, desde que su madre se separó de él hace más
231

de una década. Una década de no sentir nada... hasta que me conoció.


Ahora está hambriento. He sentido su hambre crecer en él mientras se
ágina

acercaba nuestro regreso a Seattle y mi salida del hospital finalmente sucedió.


Tiene hambre y es lo suficientemente hombre como para no importarle nada
salvo esa hambre esta noche; sin pensamiento o vacilación, tira hacia abajo la
manga de mi vestido para desnudar mis pechos y se mueve a chupar mi otro
seno. Temblando en una masa de lujuria, agarro su pelo grueso, con luces
cobrizos y alejo su cabeza por lo que sus labios se encuentran con los míos. —
Bésame —gimo.
Examina primero mi boca, ya muy bien besada por él. Frota su dedo
índice a través de mi labial, limpiando lo que queda de él.
Se toma su maldito tiempo, su dulce, largo tiempo, y gimo, luego suspiro
cuando baja la boca para mordisquear mi labio inferior. Gemimos y
empezamos a besarnos, su boca fundiendo todo a nuestro alrededor excepto él.
Toma mi mano y la desliza alrededor de su cuello, donde la quiere,
forzando mis dedos a enroscarse alrededor de su nuca. —Alguien podría salir
en cualquier momento... —susurro.
La brisa me acaricia suavemente. Los aromas salados de la reciente
lluvia, el cemento húmedo y hierba alcanzan mis fosas nasales. Pero más que
nada, lo huelo a él: bosque húmedo. Metal y cuero. Sus olores.
—Ubiqué a Derek junto a las puertas. Nadie va a salir aquí.
Su susurro es más una respiración que voz, es más un gemido. Se aleja
sólo una fracción, sólo lo suficiente para observarme con sus ojos color
avellana que brillan como todas las estrellas en el cielo.
—¿Qué pasa si mis amigos quieren un poco de aire fresco? —
contraataco.
—Bueno, mi chica está ocupando toda la frescura que hay por aquí. —
Sonríe y observa mi estado de completo desorden. Mi cabello se azota a mí
alrededor, puedo sentir mechones en mis mejillas. Mi vestido expone todo lo
indecente. Mis tacones están clavados en la parte baja de su espalda, mis
piernas curvadas alrededor de él.
—Mírate, toda sexy y relajada sólo para mí —susurra con voz ronca,
devorándome con los ojos.
Temblando, le susurro—: ¿Qué pasa si se me olvidó cómo hacer esto?
—Entonces tendré que enseñarte qué va dónde. Mi lengua... —La frota
sobre mi labio superior—. Ya ves, mi lengua va aquí... —La suelta, húmeda y
caliente en mi boca—. A mis dedos les gusta estar aquí, donde es caliente,
húmedo y apretado a mi alrededor. Ansioso por mí.
—Oh, Grey. —Balanceo mis caderas cuando me toca con un dedo largo y
conocedor.
232

—No tengo problemas en enseñarte. Tienes este hermoso coño, hecho


perfectamente para mi polla. Ya no te encuentras postrada en una cama,
ágina

Melanie —murmura entre besos, frotando el dedo dentro de mí—. Estas muy
viva... tan viva como lo has estado siempre, esos ojos verdes chispeantes de
vida, este cuerpo latiendo, para mí. Y este hermoso coño desnudo... —
murmura mientras se inclina... abajo... más abajo... y su cabeza se sumerge
entre mis piernas.
Chasquea su lengua sobre mi clítoris y el placer me recorre. Acaricia con
una mano mi espalda mientras tira de mi clítoris en su boca, rodando su
lengua sobre la carne sensible, jugando conmigo.
Me estoy quemando y lo necesito, lo necesito desesperadamente. Cierro
las maños en puños detrás de su cabeza, sujetándolo contra mí por el pelo.
Ahora siento sus labios mordisqueando mi clítoris, suavemente tirando,
y mis latidos galopan más rápido a medida que inserta dos dedos en mi coño.
Han pasado semanas, más de tres meses... en el hospital; primero el
coma, después la rehabilitación. Durante todo este tiempo, estuvo allí para mí.
Estuvo allí para mí cuando me desperté, y allí cada vez que me quedaba
dormida. Mis ojos pican mientras siento unas ganas tremendas de llegar al
orgasmo al mismo tiempo que una necesidad imperiosa de hacer el amor con
él.
—Grey —clamo, tirando de él por el pelo.
Se aleja y se encuentra con mi mirada, enderezando su corbata negra y
sonriéndome.
—Te quiero así, toda malditamente caliente y húmeda para mí. —Desliza
sus caderas entre mis muslos y me jala a sus brazos, rozando besos en mi cara
mientras me abraza con sus brazos gruesos y musculosos.
Mis ojos se cierran. Se encuentra duro contra mi coño desnudo.
Estirando la cremallera de sus pantalones. Pero sé que espera algo especial
esta noche. Me ha dicho cuanto anhela hundirse en mí... perderse en mí...
¡Yo también!
Mi coño está húmedo todavía y da un pequeño apretón ante el
pensamiento de mi chico, el único hombre que he amado, haciendo el amor
conmigo. Finalmente. Después de meses de lo que parece toda una vida de
espera. Me ha dicho que tiene que hacer el amor conmigo sin condón. Hemos
hablado con los médicos, y estoy en control de natalidad en dosis bajas por un
tiempo. Mencionaron que sólo podía ser por poco tiempo, porque también soy
una trasplantada de riñón que rechaza la medicación a largo plazo. Pero eso
está bien. Vamos a hacer uso de estos meses como nadie.
Estoy tan lista para sentirlo, para estar con él... No quería la fiesta. Sólo
233

quería volver a casa y estar en la cama con él. Pero Greyson parece que no
puede superar el hecho de que se perdió mi vigésimo quinto cumpleaños y lo
compensa con estilo.
ágina

Me ayuda a acomodar mi vestido, presionando un beso caliente en la


parte superior de mi oreja. —¿Lista?
—Solía resolverlo todo con una fiesta. ¿Triste? Fiesta, chica. ¿Enojada?
Fiesta, chica. ¿Aburrida? ¡Simplemente fiesta, chica! ¿Cómo es que ha perdido
su antiguo encanto? —Le frunzo el ceño, entonces empujo su duro pecho con
el dedo—. Es tu culpa, sabes. Las mejores fiestas son ahora las privadas con
solo tú y yo. —Me deslizo por la barandilla hasta quedar de pie, mi voz
juguetona para ocultar la lujuria sinuosa dentro de mí—. No mires mi culo
mientras me alejo.
—¿Por qué?, ¿puedes sentirlo?
—¡Sí! —Mis extremidades tiemblan mientras me dirijo a las puertas en
arco que conducen al salón de baile.
—Tu princesa se ve jodidamente comestible —dice Derek mientras abre
la puerta para mí.
Greyson golpea la parte posterior de su cabeza a su paso. —Discúlpate.
Derek me mira con una sonrisa plateada y agito la mano para dejarlo
pasar, riendo. —Estás perdonado.
Greyson golpea la parte posterior de su cabeza. —No pienses en ella, no
la mires y, definitivamente, no te burles de ella. Ese es mi maldito trabajo.
Estoy terriblemente divertida por sus celos mientras me precipito al
salón de baile. Blancas columnas largas nos dan la bienvenida y ya puedo ver a
la multitud en el interior, todos ellos curiosos por el Director General de la
nueva Corporación King Yacht, quien se rumorea es también el jefe de uno de
los mejores circuitos de lucha Underground. Es como un sexy JFK Junior y de
repente, soy su Carolyn...
Veo a Pandora y a Kyle por la fuente de champán, sirviéndose otra copa.
Me ven casi al mismo tiempo. Kyle saluda agitando su mano; Pandora sonríe y
levanta la copa en un brindis, con los ojos brillando cálidamente. El único
punto de color en la habitación esta noche, al parecer, soy yo. Todo el mundo
se viste de blanco y negro, mientras que estoy vestida de rojo. —¿Es una gala
blanco y negro? —le pregunté a Greyson cuando llegamos.
Sus labios se arquearon. —Nunca es blanco y negro para ti.
Greyson frota la mano en mi espalda cuando me alcanza, y mi pulso
comienza a acelerarse cuando recuerdo pequeños atisbos de nuestro pasado.
Mi nombre es Greyson, Melanie...
Cierro los ojos, saboreando este recuerdo. Cuando me encontraba en
234

coma, no recordaba nada, pero cuando volví en mí, todos mis recuerdos me
golpearon casi hasta el punto de no poder separar uno de otro.
ágina

Amo mis recuerdos ahora. Es un tesoro saber quién eres, a quién amas,
lo que hiciste ayer, lo que esperas de ti en el futuro. Es un tesoro recordar el
día que conocí al hombre que amo.
Y lo recuerdo, cada pedacito de ello.
Cuando por fin abro los ojos, siento su mirada en mí.
Como si esperara algo...
Es entonces cuando el toldo que hace un techo artificial por encima de
nuestras cabezas, blanco y elegante, se abre de golpe y un montón de globos
blancos, rojos, y negros empiezan a llover sobre nosotros.
Chillando, inclino mi cabeza hacia atrás y los veo caer sobre nosotros,
estirando mis brazos para poderlos sentirlos rebotar en mis palmas. Se siente
mágico, especial, inolvidable.
Algunos de mis amigos toman las largas plumas elegantes que adornan
las mesas y usan las puntas para empezar a hacer estallar los globos. Greyson
es más feliz cuando estoy feliz, he notado esto. Ahora me mira con una mueca
en sus labios, inclinándose hacia atrás con las piernas separadas y los brazos
cruzados, mirándome unirme a la diversión y empiezo a reventar los globos. La
música se pone en marcha cuando la mayoría de los globos han caído en la
pista de baile, y a medida que la banda empieza a tocar, la gente trata de bailar
alrededor de ellos, mientras que otros hacen un juego para reventarlos con sus
pies.
Me estoy riendo y levantando mi vestido, clavando los tacones de mis
zapatos en un globo.
¡Pop!
¡Pop!
¡POP!
Cuando levanto la vista, todavía está mirándome.
Siento su felicidad como si fuera mía.
La canción “This is What It Feels like” de Armin van Buuren suena
alrededor de nosotros, y me pongo a bailar al ritmo de la música en el centro de
la habitación, sintiéndola correr a mi alrededor, veo como Greyson saca una
silla y se sienta, inclinado hacia adelante, con los codos sobre sus rodillas, los
ojos brillantes entornados, fijos en mí mientras bailo sola.
Él llena su chaqueta perfectamente. Veo sus brazos musculosos, el
triángulo perfecto de sus anchos hombros, su cintura estrecha, y lo quiero
todo. Esa boca que parece un poco más rosada de lo normal debido a mis
besos. Esos ojos hambrientos. Ese hombre hermoso.
235

Me ve acercarme con una mirada que brilla tenuemente con amor, me


siento como si hubiera un puño agarrando mi estómago, porque de repente
quiero que estas personas estallen lejos como esos globos, para que así seamos
ágina

solo nosotros. Él y yo. Sonríe y le devuelvo la sonrisa, un cosquilleo profundo


en mi vientre.
Incluso antes de que nos conociéramos, estuvo mirándome y no lo sabía.
Tenía algo que le pertenecía, a su padre, y Greyson se convirtió en una sombra
que nunca notaba, pero chico, él me notó. Le gusta mirarme. Así que lo dejo
mirar mientras me acerco a él, y cuando me detengo a unos pocos metros,
levanta la mano y dobla su dedo hacia mí.
Lo miro de nuevo, riendo cuando me agarra de la cintura y me arrastra
hacia su rodilla. —¿Te das cuenta lo jodidamente hermosa que te ves esta
noche? —susurra gruñendo en mi cuello, y en ese traje oscuro, soy Buttercup y
él es Westley quien derrotó a la que tiene cinco dedos y ahora... podemos ser
felices. Somos felices.
Me acerca a su pecho, saboreando claramente mi sensación, mi olor. —
Posiblemente no podrías ser más sexy, princesa. Más jodidamente sexy. Podría
verte hasta que te canses, pero necesito que tengas energía para lo que he
planeado.
Su sexy voz tan cerca de mis oídos manda ondas a través de mi cuerpo.
Empiezo besando su dura mandíbula. —¿Cuándo?
—Cuando regresemos a casa. —Promete, con la voz tensa por la lujuria.
Retira mi cabello de mi rostro, y estremecimientos me recorren desde las
raíces de mi pelo a los dedos de mis pies. Él es todo lo que respiro y veo. Todo
lo que quiero y necesito. Sus ojos, verde avellana y fuego. Su boca. Labios que
se ven suaves y firmes. Un estremecimiento me recorre cuando acaricia con su
mano toda mi espalda desnuda, y mi pulso salta ante su caricia mientras
ásperamente añade—: Te adoro. Te atesoro. Te quiero. Creo que soy
malditamente bueno en conservarte.
Todo mi cuerpo responde. Me siento tan preciada. Su chica. Yo. Yo. Yo. —
Sí. Consérvame. Quiéreme. Móntame duro esta noche, Grey. Tan duro como
montas a tus hombres —bromeo.
Sus hombres lo respetan, son muy conscientes de él, tal vez le temen un
poco también.
Pero no le tengo miedo.
Tal vez puede hacer que hombres dos veces más grandes que él tiemblen,
pero yo no. Bueno, sí. Me hace temblar. Me hace temblar de amor. De lujuria.
Pero nunca de miedo. Porque sé que nunca me haría daño. De hecho, es el
único que realmente puede hacer que me sienta segura.
Se ríe con un sonido bajo y profundo. —No diriges un nido de serpientes
suavemente, pero prefiero usar una mano firme pero suave sobre mi princesa.
236

—Mm. Y espero que sepas que, en mi caso, una mano no será suficiente.
¡Debes usar dos!
ágina

Nos reímos, me acaricia con la nariz mientras lo hacemos. Me encanta


cómo me llama princesa incluso cuando no es ningún príncipe. Pero en mi
corazón, es mucho más. Es mi Rey.
Es pasada medianoche cuando llegamos a nuestro edificio. Por supuesto
que era su apartamento, pero me pidió que me mudara, y ahora es mío
también.
Cruzamos el vestíbulo de nuestro edificio, con su mano enlazada a la
mía, cuando presiona el botón del ascensor y luego me sorprende
levantándome en sus brazos. —¿Um? ¿Puedo caminar? —digo.
—Sé que puedes hacer muchas cosas, incluyendo volverme loco con esa
forma de caminar, pero vas a necesitar tu energía para lo que estamos a punto
de hacer. Así que siéntate tranquila y espera.
Le sonrío y hago exactamente lo que pide, susurrando en su oído
mientras llegamos a la cima. —Nada me hace sentir tan viva como tú. Olerte,
sentirte, amarte. —Beso su cuello, fuerte y la parte posterior de su oreja, me
alegro que estemos solos en el ascensor porque así puedo mordisquear y
amorosamente besar cualquier parte que puedo alcanzar—. Te amo —le
susurro, cerrando los ojos e inhalando, frotando mis manos en las solapas de
su traje—. Te amo demasiado, extrañé el olor de tu piel, tu cabello y tus
camisas.
Sostiene mi cráneo y gira mi cabeza hacia él. —Melanie. —Me duele el
corazón por la forma en que me mira, como si fuera su sueño vivo y
respirando.
Toma mi boca en un beso largo y caliente hasta que llegamos a nuestro
piso. Entonces me lleva a la salida del ascensor y a nuestro apartamento.
Juego con el cuello de su camisa y susurro—: Suéltame para que pueda
quitarme los zapatos y colgar el vestido que me diste.
Deja caer un beso en mi boca y me suelta, luego, cierra la puerta detrás
de nosotros. —Un minuto. No más.
Me encanta la sensación que tengo cuando entramos a este lugar. Lo he
decorado, porque el hombre no puede esperar que vivamos por siempre en
Esparta, y trato de construirnos un hogar. Fue un gran paso en mi vida,
mudarme con un hombre. Un hombre que amo. Un hombre que es peligroso,
enérgico, evasivo, permisivo, reservado, todo lo anterior. Un hombre que, a
237

pesar de todo eso, confío en que me proteja.


—Apenas puedo acostumbrarme a vivir aquí contigo —confieso mientras
ágina

admiro mi obra. La obra de arte sobre la chimenea de piedra. El trío de plantas


vivas, algunas más altas que otras, junto a la ventana.
—Y no puedo acostumbrarme a la mierda con la que tengo que vivir con
el fin de vivir contigo.
Me río, luego sonrío tímidamente mientras me sigue hacia la zona del
dormitorio. —No finjas que no te gusta, porque he pedido tu opinión sobre
todo. Y no he terminado todavía, sabes, quiero pintar el dormitorio principal
azul rey y añadir un poco de color púrpura a nuestra sala de estar. Y entonces
planeo...
—Suficiente, nena.
Hemos llegado al espacio de la habitación, y está tirando de su corbata
para aflojarla. Oh mi...
¿Puede ser más sexy, por favor?
Oh. Mi. Está muy determinado esta noche. Echa a un lado su corbata. Se
quita la chaqueta.
—Puedes hacer lo que quieras con mi apartamento, siempre y cuando
pueda hacer lo que quiera contigo —me dice en su voz más sexy.
No aguanto una oportunidad.
Tampoco quiero.
Me quito los zapatos de tacón alto, los negros con suela roja que me
compró, y cuidadosamente los pongo a un lado. —Hazme la propuesta
indecente que quieras, la respuesta es sí, señor King.
—Respuesta correcta, princesa. —Sus ojos centellean, saca mis bragas
de su chaqueta y las mantiene fuera, luego curva su dedo con su mano libre—.
Ven aquí, princesa —murmura finalmente; con una orden sensual. Caliente.
—Estoy aquí —me opongo.
Arroja mis bragas en una silla junto a la ventana. —Estás al otro lado de
la cama. Y te quiero aquí.
Oh mi. Realmente. Me quiere justo dónde él está. Empieza a
desabotonarse la camisa y toda esa piel bronceada tienta a todos mis dedos.
Empiezo a caminar hacia él, oyéndolo murmurar—: Eso es correcto, princesa —
Su voz envía un escalofrío por mi nuca mientras se acerca los últimos pasos,
los últimos pasos, hacia mí.
Empiezo a temblar por la adrenalina cuando agarro la parte posterior de
su cabeza y de inmediato arrastro mis labios sobre su fuerte mandíbula, luego
le susurro al oído—: Sí.
Gime con voz ronca, pasando sus manos por mi espalda, sosteniéndome
238

contra su cuerpo, su impresionante erección presionando contra mi pelvis. —Ni


siquiera sabes lo que voy a preguntar... —contraataca con voz ronca.
ágina

—Es sí, Greyson —susurro, mirándolo a su cara dura—. Quiero sentirte.


No quiero nada entre nosotros. Ya hemos hablado de ello. Estoy tomando la
píldora, estás limpio y eres mío. Así que es sí, tu hombre perfecto y sexy.
Fóllame, ámame, pelea conmigo, estropéame, pero no me dejes.
—Melanie.
Mi nombre es susurrado como una oración. En cuestión de segundos,
abre los últimos botones de su camisa y la arroja a un lado, está con el torso
gloriosamente desnudo y me aplasta contra él. Es tan caliente, musculoso,
fuerte, resistente y zumbando como un cable de alta tensión en mis brazos.
De repente estoy frenética. —Greyson, desnúdame y entra en mí.
Froto sus fuertes músculos, dejando caer besos con avidez en la
comisura de sus labios, su garganta y sus hombros mientras desabrocho su
cinturón y lo quito de sus pantalones.
Echándolo a un lado, me inclino para lamer el anillo en su pezón,
usando mis dientes para tirar del liso aro de oro blanco. Gruñe y me coloca en
la cama, bajando conmigo. Su boca se asienta sobre la mía. Enmarca mi rostro
entre sus grandes manos, sostengo su nuca, los dos fijándonos en una
posición para que nuestras lenguas se puedan probar con entusiasmo. Nuestra
respiración se vuelve errática, pero no vamos a parar de besarnos.
Se da un festín en mi boca antes de que se separe de mí y deslice sus
manos por debajo de mi espalda para desabrochar mi vestido.
—Greyson, por favor —gimo, tratando de acercarlo de nuevo a mí para
más besos.
—Shhh. Espérame un poco. —Quita mi vestido bajándolo por mi cuerpo.
—¡Se va a arrugar!
—Shh. Lo arreglaré. Te lo prometo. —Lo lanza a un lado y creo que
planea corregirlo comprándome uno nuevo, entonces toma mis piernas
desnudas y besa su camino hasta las pantorrillas, las rodillas, los muslos—.
Quiero besar cada centímetro de tu piel, desde la punta del pie hasta la parte
posterior de las orejas, a tu pequeña cabeza encantadora.
Cubre un pezón con la boca, arrastrando la lengua por el pico.
—Oh, por favor. —Maldito el vestido. ¿A quién le importa? ¿A quién le
importa eso en este momento?
Pasa la lengua por mi otro pezón, recorriendo con sus dedos mis
costados y sobre mi abdomen.
Arqueo la espalda.
Sus dientes rozan mi oído, tirando del lóbulo de mi oreja.
239

Las puntas de mis pechos se estremecen cuando los pellizca entre su


dedo pulgar e índice. Mi sangre es como fuego hirviendo en mis venas.
ágina

Sus labios continúan torturándome, implacables, calientes, húmedos,


cubriendo mi piel, probándola, pellizcando, y arrastrando sus dientes. Una
neblina de placer me envuelve, cada sensación en mí se multiplica. Presiona
sus labios contra mi clítoris, luego lo toma entre ellos y suavemente succiona
mientras me llena con dos dedos.
Puedo sentir la forma en que necesita esto. La forma en que me necesita.
Casi me perdió. Casi me perdió dos veces; y para siempre. Sus ojos han estado
obsesionados, como si se bloquearan a ese momento cuando me encontró.
Inconsciente y casi muerta.
No sé si esto ha sido más difícil para él, o para mí, pero no quiero que
pasemos por algo así de nuevo. Y por la determinación que veo en su cara
cuando me mira, él tampoco.
—Jesús, ¿estás lista, nena? —Se levanta y abre la cremallera de sus
pantalones, miro como su pene brota libremente. Pulsante y rosa, listo para
mí. Ansioso por mí.
Sin condón esta noche. Cada centímetro de él va a estar dentro de mí.
Temblando, me siento en la cama, mi voz temblorosa. —No me hagas
esperar esta vez, Greyson. Realmente ansío y necesito...
Presiona un dedo en mis labios para tranquilizarme, estoy tan
hambrienta, lo succiono en mi boca.
Con ojos ardientes, mira como paso la lengua a lo largo de su dedo. —
¿Tienes hambre? Chúpalo entonces —demanda turbiamente.
—Oblígame a hacerlo —respiro.
Empuja su dedo en el interior; obligándome. —Así es —dice suavemente
con una sonrisa, frotando mi lengua con su dedo—. Tu placer y necesidad son
mías para usarlas, revolverlas y mezclarlas hasta que estés hecha un jodido y
hermoso lío. Mi lío húmedo.
Me encuentro lo suficientemente caliente para estallar en cenizas
mientras succiono, muerdo y muerdo, probando su deliciosa piel. Cuando
recupera lentamente sus labios, baja la cabeza, las rayas cobrizas en su cabello
brillando a la luz cuando se acerca.
Entonces mis labios están bajo los suyos, mi boca es suya, mi
respiración es suya mientras inclino mi cabeza hacia atrás, derritiéndome en el
más feroz y delicioso beso que he tenido. Los dientes arrastrando, mordiendo, y
luego... nuestras lenguas.
Su pecho es caliente y duro bajo mis dedos. Ondas de placer fluyen a
través de mí, sus manos me frotan de camino a mi trasero. Mi boca palpita con
240

sus mordidas y muerdo en respuesta, dando tan duro como tomo.


Me extiende en el colchón suave debajo de mí, luego alcanza entre
ágina

nosotros y frota su pulgar sobre mi sexo. Gimiendo profundamente en mi


garganta, casi no puedo soportarlo mientras se desliza hacia abajo por mi
cuerpo y besa los labios de mi centro, levanta la cabeza para mirarme
salvajemente, mi corazón palpita frenéticamente, sus ojos brillan como piedras
preciosas, después se inclina de nuevo y besa mi centro un poco más.
—Detenme si algo duele.
—Mi centro duele —gimo, atrapando su cara entre mis muslos, me
retuerzo del intenso placer—. Mi coño duele por ti.
—Eso está bien, maravilloso, tengo justo lo que necesitas. —Empuja su
largo dedo dentro de mí. Aprieto y casi no puedo evitar llegar al orgasmo.
Se da cuenta de lo cerca que estoy, mis manos cerradas en puños
agarrando las sabanas, entonces avanza repentinamente hacia arriba y me
besa en la boca, probándome a mí misma. —Tu esencia, cuando estás caliente
por mí, me embriaga. Y siempre estás caliente por mí, ¿no es así?
Puedo oír el ardor en sus palabras, su voz que lleva una única, pero
suave fuerza.
—Sí —jadeo.
Sus besos deliciosamente calientes me vuelven loca. Amor, lujuria,
necesidad me recorren mientras pasa sus labios sobre mis párpados. —Quiero
estos vivaces ojos verdes, Melanie. Los necesito en mí en este momento...
cuando esté dentro de ti. Sólo tú y yo.
Está encima de mí, piel desnuda contra piel desnuda, sólo con el collar
como una marca suya descansando entre mis senos. Sonríe; a él le gusta. Me
mira cuando toma mis pezones en sus manos y atormento sus pezones con mis
manos, uno perforado, el otro desnudo. Los míos fruncidos por él. Gime
cuando los mira y toma uno en la boca como si fuera algo precioso. Lo
succiona fuertemente, mi sexo se aprieta tan duro alrededor de su dedo.
Gimo y froto mis manos sobre su piel. —¡Ohhh! —Extiendo la mano para
acariciar su erección; esta goteando y duro como una roca por mí—. Oh, Dios.
Aquí estás —digo en un respiro.
Saca su dedo y acaricia mi clítoris con mi propia humedad mientras
lame mi barbilla, mi mandíbula—. ¿Sí? —dice en tono áspero. Pregunta—:
¿estás bien?
—Sí —jadeo, acariciando su pene. Paso mi pulgar sobre las gotas de
semen que hay en la punta. Está tenso encima de mí y su pecho vibra con un
delicioso estremecimiento mientras gira la cabeza y pone sus labios calientes
sobre los míos. Húmedos. Nuestras bocas están mojadas, hambrientas,
241

nuestras respiraciones rápidas y ansiosas. Los dos estamos desnudos y él es


tan perfecto. Su erección es larga, gruesa y de color rosa. Con avidez me
agacho, tomo la base y beso la punta.
ágina

—Awww, infierno, Melanie —jadea cuando lo saboreo y succiono


cuidadosamente.
Tomando una respiración entrecortada, me jala suavemente hacia arriba
con un puñado de cabello, y dice—: Joder, ven aquí y déjame poner mi polla
donde ambos más la queremos.
Presiono mi nariz en su garganta, tiemblo sabiendo que voy a sentirlo sin
condón por primera vez. —Te deseo. —Apenas puedo pronunciar las palabras,
estoy tan excitada—. No sabes cuánto te deseo. Quiero esa polla dentro mí.
Este chico. Este hombre. Dentro de mí.
Diciendo mi nombre en un tono brusco, rueda sobre su espalda y me
empuja hacia abajo en su regazo. Grito cuando lo siento duro y palpitante en
mi entrada. Abro mis piernas sobre él, bajando lentamente sobre su erección
sacudiendo un poco mis caderas y un jadeo de emoción. Me mira con ojos
ardientes verde avellana, y la MIRADA, cómo amo esa mirada.
Beso el rabillo de su ojo y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello
cuando la cabeza de su polla me estira. Otro gemido, más profundo sale de él,
me aprieta en sus brazos y me hace rodar sobre mi espalda, cuando se levanta,
me agarra la cabeza con ambas manos, folla con su lengua mi boca mientras
empuja sus caderas y mete su miembro profundamente. Un grito escapa de mi
garganta, mi respiración se detiene. Él está dentro de mí, hasta la base. Dios.
Desnudo. Lo siento palpitar dentro de mí. El placer es tan exquisito, que mis
ojos ruedan hacia la parte de atrás de mi cabeza. Hago un gorjeo, suena como
si mi cuerpo se retorciera por más, muerto de hambre como nunca antes.
Greyson me empuja, a la vez que me besa, y mi cuerpo se levantaba con cada
respiración robada, con mi corazón deteniéndose excitadamente.
Perversamente mordisquea mi garganta, envolviendo mis piernas
alrededor de sus caderas. —Espera por mí —dice con voz ronca en mi oído.
Jadeo, deshecha. Está tan perdido. Gimiendo también. Empujando.
Bombeando. Girando sus caderas. Reclamando. Tomando. —Te necesito —
sisea—. ¡Demasiado, te necesito!
Trato de mantenerme con él, aferrándome con fuerza mientras mis
caderas lo encuentran con cada movimiento, cada embestida frenética. Una y
otra vez, como si estuviera tratando de fundirnos en uno. Tengo mis dos manos
y boca sobre todo su cuerpo musculoso mientras lo tomo lo más que puedo,
mis dedos están ocupados, mi lengua está ocupada, mis caderas meciéndose.
Greyson, Greyson, Greyson, mi corazón late con fuerza su nombre. Me
estremezco bajo el calor de su piel mientras desliza su mano llena de cicatrices
por mi brazo. Gime mi nombre y enrolla su lengua sobre mi pezón, su boca
242

reconociéndome y probándome, sus dedos explorando mis curvas. Mi espalda


se arquea. De la cabeza a los pies, palpita y arde. No puedo creer los sonidos
que hacemos en la oscuridad. La forma en que se siente. La forma en que
ágina

huele. La forma en que me quiere.


La pasión en sus ojos cuando me mira. Succiono el lóbulo de su oreja. Se
estremece mientras tiro su oreja, y gimo en su oído que lo amo, lo amo, lo amo.
Cuando empiezo a venirme, un estremecimiento tras otro me golpea. Con
un grito suave, tiemblo debajo de él, sintiendo a Greyson quieto y
apretándome, mientras gruñe y se viene dentro de mí. Cálido. Mojado. Mi rey...
llenándome de él. Todo es tan delicioso y muy íntimo, mis ojos pican.
Limpió rápidamente dos lágrimas fugitivas, y murmura mi nombre,
colocando suavemente sus pulgares sobre las esquinas de mis ojos.
—Pellízcame para que crea que esto está pasando realmente —susurro
de repente.
Besa cada uno de mis párpados y frota con ternura para secar la
humedad con los pulgares. —Sí, eso no sucederá. No arruina...
Pellizco el anillo de su pezón. —¡Ay! Eso no es agradable, Melanie. —Me
castiga, ahuecando mi trasero y dándome un ligero azote.
—Hmm. Eso fue agradable —bromeo, su sonrisa se desvanece y sus ojos
se oscurecen con renovada lujuria.
—Se siente tan bien estar dentro de ti, nena. ¿Me sientes? —pregunta
con voz ronca y me jala más cerca.
—Sí —digo. Mi cuerpo se afila con la forma en que se siente dentro de
mí, sigue estando tan duro como antes, y juro que no quiero que salga.
Como si pensara las mismas líneas, lleva mis brazos sobre mi cabeza,
luego se mueve dentro de mí de nuevo, murmurando despacio, con ternura,
con voz ronca mientras me hace el amor otra vez. —Di que lo amas —dice.
Gimo y cierro los ojos. —¡Dios, sabes que lo hago!
—Dime que lo deseas.
—Lo hago, lo hago.
—Di que soy yo, que siempre he sido yo, dilo, princesa.
—Siempre tú, sólo tú. Puedes ser cero en tu mundo... pero eres todo para
mí.
Nuestros cuerpos se esfuerzan y mueven juntos, nuestros pechos se
frotan, su perforación roza contra uno de mis pechos mientras me besa. Y me
besa hasta que nuestras bocas están hinchadas y rojas, y nuestra necesidad,
deseos y emociones han roído en nosotros, él es mío y yo soy suya.
Finalmente, el único para mí.
243

FIN
ágina
Cuando una chica enojada y con el corazón roto, se ve
obligada a estar cerca de su ex novio rockero, solo el
tiempo dirá si el fuego entre ellos los consumirá a
ambos.
Pandora, la amiga gótica de Brooke (Real, Mine, Remy)
y Melanie, pensó que tener el corazón roto por su ex
rockero solo podía suceder una vez. Pero ahora, él está
de vuelta en la ciudad con el concierto más grande del
año. Pandora lo odia tanto que consigue que Melanie
vaya con ella y le juega una broma en su concierto.
Pero cuando son atrapadas por la seguridad, y su ex es
convocado, decide no presentar cargos si ella sigue
ciertas condiciones. A Pandora no le gusta nada de sus
reglas, o el hecho de que él tiene control sobre ella,
sobre todo porque parecen diseñadas para asegurarse
de que ella está en contacto con él de nuevo. Pero la cercanía reaviva la pasión
que una vez compartieron, y pronto, no importa cuánto quiera odiarlo, está
claro que continúa interesada en él. Y lo que es peor: él también lo sabe.
244
ágina
Katy Evans es una escritora estadounidense que
creció rodeada de libros. De hecho, durante una
época eran prácticamente como su pareja. Hasta
que un día, encontró una de verdad, se casó y tuvo
dos hijos.
Le encanta pasar tiempo con la familia y amigos,
leer, caminar, cocinar y que los personajes de sus
libros la consuman hasta que escriba «Fin». Saltó a
la fama con su serie de libros Real.
Sitio web oficial: http://www.katyevans.net/
245
ágina

También podría gustarte