Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Saga Real 4 - Katy Evans PDF
Saga Real 4 - Katy Evans PDF
Vane Farrow
4
ágina
Fany Keaton
Sinopsis Capítulo 15
Capítulo 1 Capítulo 16
Capítulo 2 Capítulo 17
Capítulo 3 Capítulo 18
Capítulo 4 Capítulo 19
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Capítulo 21
Capítulo 7 Capítulo 22
Capítulo 8 Capítulo 23
Capítulo 9 Capítulo 24
Capítulo 10 Capítulo 25
Capítulo 11 Capítulo 26
Capítulo 12 Capítulo 27
Capítulo 13 Ripped
Capítulo 14 Sobre el autor
5
ágina
Él no es bueno para ella.
Ella odia que él pueda tener razón.
Brook Dumas encontró a Remington Tate en REAL, y ahora es el turno
de su mejor amiga Melanie de encontrar al hombre que haga a su corazón
cantar. Después de años de buscar, una noche en la lluvia, el fuerte y
misterioso Greyson King viene a su rescate. Es atrevido, y tal vez justo el
amante, amigo y protector que había estado buscando. Cuando hacen el amor,
él dice su nombre como si significara algo. Como si ella significara algo, y eso
es todo lo que ella siempre ha querido.
Él desaparece por días sin decir una palabra, y cuando está alrededor,
dice que la lastimará. Pero cuando está lejos, su corazón duele más.
Entonces Melanie descubre el oscuro mundo que él ha estado
determinado en mantener oculto, y sospecha que sus primeros encuentros al
azar pudieron no haber sido al azar después de todo.
Atrapada en una caída libre de emociones, Melanie no tiene a nadie que
la atrape más que el hombre del que debería huir...
Pero, ¿qué haces cuando tu Príncipe Encantador se ha convertido en un
Villano?
Real, #4
6
ágina
sustantivo
Una persona sin principios; una persona, especialmente un hombre, que no
es lo que parece. Un sinvergüenza.
verbo
Engañar
Destruir
Actuar como un canalla
adjetivo
No pertenecer, un hombre que no pertenece. Renegado, savaje, e
impredecible, uno que se desvía de la norma; ejemplo, un policía sin
escrúpulos. O tal vez incluso un príncipe encantador canalla...
7
ágina
Cero
Traducido por Julieyrr
Corregido por Sahara
Greyson
Tengo mi polla enterrada profundamente dentro del coño de una mujer
maullando cuando me doy cuenta por primera vez del clic en mi puerta
delantera. Salgo de ella y agarro un puñado de sábanas, tirándoselas y gime en
protesta por ya no tener mi polla.
—Cúbrete, dulzura, tienes tres segundos…
Dos.
Uno.
El primero en materializarse en mi puerta es Derek. —Tu padre te quiere.
—Al lado de él está mi idiota medio hermano, Wyatt, y no se ve muy contento
de verme. ¿Qué puedo decir? Es mutuo.
Me pongo mis pantalones. —¿Los envió a los dos? —pregunto, casi
riendo—. Si fuera una chica, supongo que este sería el momento en que mis
sentimientos son heridos.
Los hombres entran en la habitación, registrando el territorio con gestos
rápidos en sus ojos. No me ven llegar. En menos de un segundo, tengo a Derek
inmovilizado contra la pared y a Wyatt en una llave al cuello. Los dirijo hasta la
puerta mientras observo el resto de los hombres entrar. Siete de ellos, además
de los dos retorciéndose en mi agarre. La escuadra de nueve miembros que
compone el Underground dirigido por mi padre, cada hombre aquí con un nivel
diferente de habilidades. Ninguno, ni uno solo de ellos, tan hábil como yo.
—Sabes muy bien que, si esto te involucra, sería una misión de nueve
8
Meto cosas en una bolsa de lona negra. Una computadora portátil. Más
ágina
armas. Cuando tratas con mi padre, no puedes tratar con él de forma correcta.
Mi padre me enseñó a ser retorcido. Supongo que aprendí del mejor. Agarro mi
cuchillo Leatherman, cortando profundamente en mi palma y la golpeo en la
mano de Eric, nuestra sangre mezclándose. —Hasta que la encontremos —le
susurro. Los otros hombres se acercan y sacudimos nuestras manos.
Busco en sus ojos y me aseguro de que encuentren mi mirada. Hay una
amenaza en mis ojos y sé que, si me conocen, van a prestarle atención.
No importa lo que se habla en palabras, qué actos son cometidos, nunca,
jamás apartaré mis ojos de otra persona. La forma en que parpadean a la
izquierda o a la derecha, un pequeño parpadeo, me dice más que cuando
hackeas la computadora de alguien. Pero lo hago también.
No confío en nadie. Mi mano derecha no confía en mi izquierda. Pero
mientras el más poderoso de los nueve hombres se encuentra frente a mí, en el
que menos confío es en Eric Slater. Da la casualidad que es el único por quien
me preocupo más, también. Él y mi amigo C. C. Hamilton, pero C. C. me ha
estado visitando, incluso después de que me fui, en secreto ayudándome a
rastrear a mi madre. Confío en él tanto como podría confiar en un ser humano.
Lo que todavía significa que lo interrogo hasta la mierda cada vez que entra.
Nunca puedo estar seguro de si mi padre sabe que se está reuniendo conmigo.
Demonios, incluso con el juramento de sangre, tendré que probar todas y
cada una de las lealtades de estos hombres antes de que puedan obtener
cualquier indicio de confianza de mi parte.
Me dirijo hacia abajo con Eric mientras las peleas están en marcha, mis
ojos escaneando la multitud, midiendo el número de espectadores, la ubicación
de las cámaras de seguridad, las salidas.
Accedemos a un pequeño pasillo oscuro y luego nos detenemos en la
última puerta antes de que Eric la abra. —¿Tomo tu presencia aquí esta noche
como la aceptación de mi oferta? —dice mi padre al momento en que la puerta
se abre y entro. Reviso la habitación por las salidas, ventanas, número de
personas.
Se ríe, pero no es un sonido fuerte.
››Cuando termines de preguntarte si tengo un francotirador alrededor
listo para golpearte, tal vez te acercarías. Uno podría pensar que mi sola
presencia te ofende.
Sonrío con frialdad. Julian Slater es llamado “Slaughter” 1 entre sus
enemigos; ha sido sospechoso como un hombre que silencia sus problemas de
la manera antigua. Incluso débil y en una silla de ruedas, nunca subestimaré
el daño que mi padre puede hacer. En un mundo que mide las propias
capacidades destructivas, mi padre sería la bomba nuclear y no lo sabrías. El
bastardo ya está lanzándome vómito verbal. —Te ves como un toro, Greyson.
Apuesto a que aún cambias neumáticos por diversión y lo haces con un par de
putas en tu sueño. Daría más de un centavo por saber cuáles son tus
pensamientos en este momento, y sabes cuán tacaño puedo ser. Demonios,
sabes lo que hago si un solo centavo me es robado.
—Lo recuerdo claramente. Siendo yo quien hacia el trabajo sucio por ti.
Así que vamos a ahorrarte ese centavo. Estoy pensando ¿por qué esperar a que
mueras? Podría romper tu tanque de oxígeno en este momento y encargarme
de ti muy bien. —Lentamente, sostengo su mirada con una sonrisa fría,
sacando mis guantes de cuero negro del bolsillo de mis pantalones y
comenzando a deslizar una mano dentro.
Me mira por un momento callado. —Cuando termines de ser
irrespetuoso, ve y barre y con todo, Greyson.
Uno de los chicos se adelanta con un traje.
Calmadamente, deslizo mi mano en mi otro guante de cuero.
—Como antes, nadie sabrá tu nombre —comienza mi padre en un tono
más suave—. Sabes que puedes tener el dinero y la vida que quieras como mi
hijo, de hecho, te demando que vivas como un príncipe. Pero necesito tu cabeza
y corazón en esto. El trabajo es lo primero y obtendré tu palabra en eso.
—No tengo corazón, pero puedes tener mi cabeza. El trabajo es todo lo
que es y todo lo que siempre ha sido. SOY mi trabajo.
12
Silencio.
Nos estudiamos el uno al otro.
ágina
1 Masacrador en español.
Puedo ver el respeto en sus ojos, incluso, tal vez, un poco de miedo. Ya
no soy un niño de trece años de edad, fácilmente intimidado por él.
—Durante los últimos cinco años de tu ausencia, mis clientes… —
comienza—, no han visto ninguna debilidad de nuestra parte en el
Underground. No podemos perdonar un solo centavo adeudado o vamos a ser
vistos como débiles, y en este momento hay muchas recolecciones que quedan
por hacer.
—¿Por qué no tienes a tus secuaces haciéndolo?
—Porque no hay nadie tan limpio como tú. Ni siquiera los luchadores
saben quién eres. Cero rastro. Estás dentro, estás fuera, sin víctimas y una
tasa de éxito del cien por ciento.
Eric saca la vieja Beretta de mi padre y me la ofrece como un símbolo de
paz y cuando la encuentro en mi mano, casi un kilogramo de acero, me
encuentro volteándola y apuntando a la frente de mi padre. —¿Qué si en su
lugar tomo tu Beretta Storm y te animo a comenzar a decirme dónde está mi
madre, primero?
Me mira con frialdad. —Cuando termines el trabajo, te revelaré la
ubicación de tu madre.
Ladeo la pistola en su lugar. —Puedes morir primero, viejo. Estás bien
encaminado ya y quiero verla.
Mi padre parpadea una mirada a Eric y luego a mí. Me pregunto si Eric
realmente será “leal” a mí mientras mi padre se sienta allí, casi como cuando
ruegas.
—Si muero —comienza mi padre—, su ubicación te será revelada de
manera segura en un sobre, ya en un lugar seguro. Pero no voy a revelarte
ninguna mierda hasta que me demuestres a través de la recolección de todos
los nombres en esta lista que me deben, que eres, incluso después de estos
años de estar apartado, leal a mí. Haz eso Greyson, y el Underground es tuyo.
Eric se acerca a un cofre cercano y saca una larga lista.
—No usaremos tu nombre real —susurra Eric mientras la extiende—.
Eres el Enforcer ahora, nuestro Recolector; vas con tu viejo alias.
—Cero —dicen casi con reverencia el resto de los hombres en la
habitación. Porque tengo cero identidad y dejo cero rastros. Paso a través de
los teléfonos móviles como paso por los calcetines. Soy un nada, un número, ni
siquiera un humano.
13
Melanie
A veces la única manera de detener una fiesta de compasión es una
verdadera fiesta.
La expectativa zumba en el aire mientras cuerpos calientes se empujan,
mi cuerpo tenso entre los otros bailarines. Puedo sentir la diversión que nos
rodea girando como torbellino a mis costados, intoxicándome.
Mi cuerpo está resbaladizo por bailar, mi sedosa camiseta de color
dorada y mi falda a juego aferrándose a mis curvas de una forma que me dice
que probablemente debería haber usado sujetador. El roce de la tela húmeda
sólo causa que mis pezones empujen la seda y atraigan varios ojos masculinos
sagaces en mi dirección.
Pero es demasiado tarde ahora, y la multitud está drogada con la
música, el baile.
Me detuve por aquí esta noche, cuando uno de mis clientes, para quien
decoré este pequeño bar-restaurante, invitó a mi jefe y todos los colegas. Dije
sólo una bebida, pero he tomado un par extra, y la mitad vacía en mi mano es
ahora seriamente la última.
Un hombre se acerca.
No me pierdo su repentina sonrisa quiero follarte. —¿Quieres bailar
conmigo?
—¡Ya lo estamos! —digo, moviéndome un poco con él, moviendo mis
15
ahora? Es un convertible y un poco viejo, pero es tan lindo como único, con
ágina
asientos blancos en el interior que coinciden con la capota. Pero ahora está
fuera en esta lluvia, con su capota abajo, convirtiéndose en mi
propio Titanic con ruedas.
Toda mi vida se hunde justo con él.
—Supongo por esa mirada de cachorro triste en tu cara que ese es tu
coche —dice esa voz baja.
Sin poder hacer nada asiento y levanto mis ojos al desconocido. Un
relámpago atraviesa la distancia, iluminando sus rasgos.
Y no puedo hablar.
O pensar.
O respirar.
Sus ojos me sostienen y no los dejaré ir. Miro en sus profundidades
mientras que también registro que su rostro es impresionante. Mandíbula
dura, pómulos altos, frente fuerte. Su nariz es clásica, elegante, y por debajo
sus labios están llenos y curvados, firmes y... Dios, es comestible. Su cabello
oscuro se voltea juguetonamente en el viento. Es alto y ancho de hombros y
está vestido con pantalones oscuros y un jersey de cuello negro que le da un
aspecto elegante y peligroso.
Pero sus ojos.
Son de un color indescifrable, pero no es el color, es la mirada, el brillo
increíble. Enmarcados con gruesas pestañas negras, sus ojos brillan tanto
como las luces más brillantes que he visto nunca. A medida que evalúa en
silencio mis rasgos, sus ojos entrecerrados se sienten tan poderosos como los
Rayos X, y parecen brillantes sobre todo porque yo, yo, de alguna manera he
hecho algo para divertir a este hombre, este... mierda, no tengo nombre para él.
Excepto Eros. Cupido mismo. Dios del amor. En carne y hueso.
Solía pensar que Cupido utilizaba una flecha, pero no me siento como si
hubiera sido atravesada por una flecha. Me siento como si hubiera sido
golpeada. Por un cohete.
Mientras sigo aquí de pie, quedando anonadada por los más de un metro
ochenta de sensualidad, agarra las llaves de mi mano con una mano
enguantada y pone la otra en mi cadera para sostenerme en el lugar. Y lo
siento. Siento el toque correr bajo mis caderas, anudando mi estómago,
pulsando en mi sexo, directamente debajo de mis muslos, curvando los dedos
de mi pie. —Quédate aquí —dice a mi oído, entonces levanta el cuello de su
campera hasta que se convierte en una capucha, y corre a través de la calle.
Lo veo dirigirse a donde mi coche se está empapando. El viento azota por
las calles con tanta fuerza, que tengo que utilizar las dos manos para tratar de
aplanar mi falda para que no se vuele hasta mi cintura.
18
elegante guante de piel de cordero que hace que mi piel cosquillee con piel de
gallina. Mueve su gran torso en mi dirección con una sonrisa irresistiblemente
ágina
desnuda.
Desnudo. Se mueve con una gracia depredadora que envía mi corazón a
estrellarse contra mi caja torácica y un torrente de necesidad entre mis
piernas. Susurra—: Mi nombre es Greyson, Melanie. —Junta mi mano con la
suya y comienza a besarme al mismo tiempo que le colocamos el condón, y
puedo sentir el latido de su corazón bajo mi mano.
Me encanta la forma como sigue besándome, nuestras manos tocando su
dureza, enorme, gruesa y palpitante, a medida que conseguimos ponerle el
condón, una piscina de necesidad se acumula entre mis muslos.
Mete un dedo en mi coño y observa como mis ojos se retuercen. —Quiero
jodidamente estar dentro de ti —susurra, besando mi garganta. Gira la cabeza
para amortiguar mi grito de asombro y toma mi boca—. Voy a darte la mejor
follada de tu vida, princesa. —Su lengua húmeda se arrastra lentamente a lo
largo de mi oreja—. Voy a chuparte hasta que me duela la mandíbula. —Su voz
baja me vuelve tan loca que puedo sentir un cosquilleo recorrer mi nuca
mientras sostiene la parte posterior de mi cabeza y comienza a besarme otra
vez—. Hacer que te corras tan fuerte como puedas.
Me pone tan mojada, mi cuerpo empieza a arquearse mientras sigue
chupando mis pechos, haciéndome jadear.
Deslizo mi brazo por los músculos de su pecho. Me elevo hacia arriba y
muevo la cabeza hacia la fuente de su aliento y gimo de la única manera que sé
cómo hacerle pensar en besarme. Lo hace. Gira su cadera y presiona contra mí
como si necesitará el contacto y hace un suave gruñido cuando hunde su
mano entre mis piernas.
Lo deseo tanto, que duele.
Separo más mis piernas y grito cuando me toma. Me retuerzo mientras
mi cuerpo comienza a apretarse.
—Me voy a venir —gimo suavemente—. Lo siento... se sientes
demasiado... bueno... No puedo...
—Córrete —rechina—, está todo bien, lo haremos otra vez en un rato...
córrete...
Puro éxtasis al rojo vivo irradia por todo mi cuerpo, mis rodillas caen
abiertas, mis emociones están girando y se debilitan, mi cuerpo está apretado,
agarrando y soltando el suyo, sus embestidas disparan corrientes a través de
mí hasta que hago lo que su cuerpo pecador me obliga a hacer, y me corro
como un cohete.
Jadeo por la fuerza de mi orgasmo, retorciéndome y arqueándome debajo
de él. Empuja tan profundo como puede, me estremezco incontrolablemente y
lloriqueo en agradecimiento cada vez que se encuentra completamente dentro
23
juguetonamente.
—Creo que eres jodidamente caliente —dice al tiempo que se gira y me
lleva con él, presionando mi cabeza a su anillo del pezón como si quisiera que
chupe más fuerte. Su cuerpo se estremece con el placer, y el deseo se junta
entre mis muslos mientras sigo tirando con los dientes y uso mi lengua,
sintiéndolo crecer fuerte y palpitante contra mí.
Toda la noche jugamos con el otro, coqueteando, saboreando,
acariciando, follando.
Cada toque, cada susurro, todo lo que comparto de mí con él se siente
tan bien; como un cable eléctrico conectado al enchufe correcto, siento un
nuevo flujo de fuerza en mí, casi euforia.
Durante nuestras ardientes sesiones de besuqueo, lo encuentro
observándome a través de sus gruesas pestañas oscuras, una curiosidad
juguetona brillando en sus ojos.
Pregunta sobre mí como si realmente quisiera saber, y siento que nos
conocemos desde antes... en algún lugar prohibido y oscuro.
Cuando me besa apasionadamente en la boca durante otra sesión de
besuqueo, le respondo con la intensidad de un desastre natural y esto puede
ser uno, pero no hay nada que me detenga, nada lo detiene de tenerme
y consumirme.
Alrededor de las cinco de la mañana su teléfono suena por tercera vez.
Todavía nos besamos con una vaga intensidad y mis labios se sienten ásperos,
rojos e hinchados y mis senos están deliciosamente adoloridos, pero todavía
estoy rogando por más. Volviéndose exasperado por el zumbido, finalmente
responde ásperamente—: Más vale que sea bueno.
Me doy la vuelta en mi estómago para darle espacio para hablar y
estudio tranquilamente su perfil. Sus ojos y una de sus manos siguen la curva
de mi trasero mientras habla en el receptor.
Mientras discute de lo que pienso que es un negocio en voz baja y ronca
que apenas puedo entender, memorizo el rastro de sus abdominales, moviendo
mis dedos a lo largo de su estómago. Me aproximo al borde de su regazo y,
mientras sigue tocando mi culo con una gran mano, beso su polla dura y lamo
el semen de la punta, lo que lo hace apretar sus ojos por un momento y
exhalar bruscamente.
Cuando finalmente abre los ojos, son duros y fríos. Dice una lista de
números en el receptor, luego cuelga y permanece pensativo, y ahí es cuando
presiento que se está alejando.
Me incorporo en la cama con una sensación enferma. Esto es todo, y
luego se confirma mi sospecha cuando su glorioso cuerpo se levanta de la
25
que creí haber visto anoche era un engaño. Un engaño por la bebida. Un
engaño por la luz. Un truco de mierda y debería haberlo sabido. Ahora estoy
muriendo por dentro y no es de emoción. ¿Esta pequeña fantasía? ¿Esta
conexión fugaz que pensé que tenía con alguien? Se terminó.
No es una conexión. O incluso es real. Fue un poco de alcohol, algo de
lluvia, algunas hormonas y un par de líneas sexys me hicieron creer que se
encontraba realmente interesado en mí como nunca lo ha estado en su vida.
—Tengo un vuelo temprano y tengo que encargarme de una última cosa
antes de irme. —Regresa con su ropa apuñada en sus manos y salta
rápidamente dentro de sus vaqueros. Su mandíbula está un poco apretada,
como si no estuviera disfrutando esto más que yo.
—Por supuesto —digo, y espero sonar bastante indiferente. Todos estos
orgasmos y esos embarazosos ruidos que hice para él hacen esto
extremadamente incómodo porque perdí el control. Oh Dios mío, enloquecí,
enloquecí con un completo desconocido.
Me mira y luego abre la boca por un momento antes de que cualquier
cosa realmente salga. —Es jodidamente complicado… tú no me quieres en tu
vida.
—No. Por favor no lo hagas. No tienes que hacer esto. Dejémoslo así. Sé
cómo sigue esto. Adiós, ten una agradable vida. Adiós, Pepe.
Nos miramos y susurra—: No debería haberte tocado. —Se dirige a la
puerta. Miro su amplia espalda mientras pongo mi cara valiente. He hecho esto
un millón de veces. Estoy poniendo muros alrededor de las partes donde más
duele así no hará ni una poquito de daño. Ni una pizca.
—Uno de mis hombres aspiró tu auto anoche. —Se detiene con la mano
en el picaporte, luego regresa y presiona las llaves en mi mano, y
curiosamente, besa mis párpados—. Tus ojos —susurra. Luego se va.
Mi estómago literalmente duele cuando la puerta se cierra detrás de él.
Me dejo caer en la cama después del sexo más delicioso de mi vida,
completamente... devastada. Una aplastante soledad se asienta sobre mí,
magnificada mil veces desde cuando entré en esa fiesta hace sólo unas horas,
la esperanza de sentirme mejor. Una rana más. No. Dios, no era una rana. ...
Era algo sin nombre. Y ahora se ha ido. Y esa conexión fugaz que estaba tan
segura de haber sentido también desaparece.
Y estoy verdaderamente e inexplicablemente devastada.
Una tonelada de ladrillos se encuentran justo en mi corazón mientras
recojo mis cosas del baño, y cuando me doy cuenta de que todo aún sigue
húmedo, me estremezco, lucho para poner la ropa sobre mi cuerpo. No puedo
encontrar mis bragas. Miro alrededor de toda la suite. Cuando observo debajo
de la cama, te juro que todavía puedo sentirlo en mi hinchado coño cuando me
26
inclino. Greyson.
ágina
idea. Pero te ves como una mujer decidida, y mi suposición es que irás a ese
bar, continuamente, escogiendo hombres hasta que encuentres lo que sea que
ágina
buscabas. Y mi analista de riesgos dice que eso es mucho peor. ¿Quiénes serán
esos hombres? ¿A quién escogerás, Melanie?
Me siento avergonzada de nuevo, pero no quiero que lo sepa, así que me
encojo de hombros.
—Bueno, tal vez te sorprenda saber que no estoy de acuerdo con eso.
Puede que te sorprenda saber que, si algún hombre va a hacerle cosas a ese
cuerpo tuyo, seré yo. —La mirada. Oh Dios, la mirada. —Entonces —Una
pregunta inquisitiva se encuentra en sus ojos—. ¿Te puedo llevar a casa?
Dios. Estoy indefensa ante esa mirada. Esa mirada que he querido, he
memorizado, no quiero que rompa mis paredes y me haga llorar, pero estoy un
poco borracha y hoy las paredes están hechas de papel. Y apesto en
autodefensa.
—Tan caballeroso de tu parte volver. Harás que mis ojos se pongan
llorosos.
—Es cierto. Y cuando tu orgasmo fue más fuerte, también soltaste un
par de lágrimas.
Mis mejillas se encienden cuando recuerdo, y ruedo los ojos. —Si tú lo
dices.
—Lo digo. Ese fue el punto culminante de mi noche.
Ato mis zapatos color rojo remolacha, y se quita la camisa. —Esto está
seco. Póntelo.
Me deslizo en su camisa, su aroma y su calor me inundan mientras lo
veo ponerse una camisa húmeda cuello de tortuga, y es con total incredulidad
que salgo de la habitación con él, con este hermoso Dios, sintiendo su mano en
la parte baja de mi espalda, guiándome al ascensor, sus ojos estudiando mi
perfil con una extraña sonrisa.
—No es exactamente lo que habías imaginado cuando te despertaste esta
mañana, ¿no?
Mi cuerpo está tan bien follado que apenas puedo caminar, y mis ojos,
mis ojos duelen, no puedo decirle que todos los días de mi vida he tratado de
imaginarlo. —No es exactamente lo que me imaginaba —le digo—. Hoy no era
para nada como me lo imaginaba.
Ladea mi cabeza y me besa. No con lujuria. Sólo un beso.
Un beso después del sexo que alcanza los niveles más profundos en mí,
abriendo mis terminaciones nerviosas y me hace sentir expuesta, necesitada y
en carne viva, y tengo que luchar para no llorar de verdad como cuando haces
ese último deseo con tu último centavo y se hace realidad.
Los hombres se han burlado de mí, me han arruinado, me han usado y
me han abusado. Me gusta entrar en peleas verbales. Me gusta maldecir,
28
escupir, gritar y ser yo misma. Nadie me ha hecho llorar mientras sólo hablo
ágina
conmigo. Nadie me ha hecho llorar, salvo esa única vez y ahora este hombre,
que me está dando la mirada, parece lograrlo.
—¿Cuál es tu apellido? —susurro.
—King. —Sonríe con una sonrisa que hace derretir mi ropa interior—. No
bromas de la realeza, por favor.
Me río y luego extiendo mi mano como si apenas nos hemos conocido. —
Meyers.
Toma mi mano en un cálido apretón, firme y los dedos de mis pies se
vuelven a curvar. Me suelta y saca su teléfono, escribe una contraseña y me lo
entrega, mirándome con ojos que parecen los ojos más inteligentes que he
visto. —¿Meyers, puedes escribir tu número de teléfono por mí?
Lo añado bajo El Pedazo De Trasero Más Caliente Que He Tenido.
La insinuación de una sonrisa tira las esquinas de sus labios, lo
suficiente para provocarme cosquilleos. —Lindo.
Escribe algo sobre su teclado y mi teléfono vibra con un nuevo mensaje.
Y preciso.
Sonrío, y me observa, usando esa súper sexy casi sonrisa.
De repente no puedo explicarlo, y no estoy segura de haber sentido, el
tipo de felicidad que siento ahora.
Me lleva a casa en mi propio auto y cuando llegamos a mi edificio, sube
el ascensor conmigo, me acompaña a mi puerta y roza un beso en mi frente
mientras frota la punta de sus pulgares sobre los rabillos de mis ojos y
susurra—: Estaré en contacto pronto.
Cuando deslizo mi agitado, deliciosamente jodido cuerpo en mi cama
alrededor de una hora antes del amanecer, no puedo dormir. Juego con
nombres para su perfil en mi teléfono. Demonio del sexo. Máquina del sexo.
Dios del sexo. Dios Playboy. Me decido con Greyson y susurro—: Greyson. —El
nombre rueda por mi lengua como el terciopelo.
Aprieto mis ojos y me siento a punto de convulsionar por toda mi cama.
Le escribo a Brooke, Pandora y Kyle, en un grupo.
Yo: Conocí a alguien. Chicos acabo de conocer a ALGUIEN. ¡No es un
idiota! En realidad, me trajo a casa y todo el camino hasta mi puerta.
¡¡AAAAA!! Muéranse, chicos, si alguien me arruina el día mañana, ¡les
corto la cabeza!
Kyle: Estarás muy ocupada pensando en tu nuevo hombre para
pensar en la mía.
Pandora: Amiga. ¿Estás usando éxtasis?
29
Greyson
Le doy la vuelta a mi teléfono vibrando tan pronto como estoy fuera del
edificio. —Tal vez te estés preguntando por qué estás atado a una cabina de un
baño con este particular número en la pantalla de tu teléfono —murmuro en el
receptor—. Bien, estuviste a punto de hacer algo que te iba a costar tu polla.
Estuviste a punto de tocar algo que no tienes derecho a tocar, ¿lo
entiendes? Tienes una deuda que pagar. Tienes tres días. Tic toc tic toc. —
Cuelgo y lanzo el teléfono al suelo. Luego agarro mi otro teléfono y marco el
número de Derek.
—Ven a recogerme. —Le doy la dirección, luego camino un par de
cuadras y desecho el teléfono antes de levantar la vista al edificio en el que la
dejé.
En el momento que Derek aparece en una camioneta oscura, salto y abro
la guantera. Saco mi boleto, identificación falsa incluida. —Lleva esto a la
bodega. No te muevas. El número veinticuatro hará un pago pronto. ¿Cómo
está tu esposa?
—Bien. ¿Conseguiste hacer algo de trabajo?
—Cuándo no lo hago —digo.
Melanie. La había visto antes. He estado observándola desde lejos. Es la
clase de chica que quieres follar, pero nunca supe cuánto hasta que vi que
escogería a uno de mis clientes en el bar. Por dios, noqueé a ese hombre hasta
la inconciencia sin siquiera conseguir el pago. Solo quería derribarlo porque
30
Melanie
No siempre fui una hija única. Nací con una gemela idéntica. Ella nació
primero con casi tres kilos, y la seguí pesando un poco más.
Mi madre dice que las dos éramos preciosas, pequeñas y de color rosa,
pero nunca parece que pueda manejar el resto. Fue papá quien eventualmente
me contó toda la historia. Que no nació perfecta... que nací con un riñón
funcionando mal y mi gemela con una condición cardíaca grave. Las dos
luchábamos para vivir y en una hora se hizo evidente que su lucha era la más
dura.
Cuando su corazón falló, me dieron su riñón.
La llamaron Lauren, y la sepultaron junto a la madre de mi padre. Cada
año, mi cumpleaños es mi día triste del año. Pero voy a visitar su tumba con
mis flores favoritas, como mi hermana gemela, imagino que serían sus favoritas
también, y luego tengo la fiesta más salvaje del mes, porque tengo la sensación
de que ella quiere que merezca la pena. —Quiero que me enseñes que eres
alegre y feliz, siempre —me dice mi madre alegremente. Así que lo hago.
Incluso cuando ese dolor de la pérdida nunca desaparece, estoy decidida a ser
feliz.
Mis padres me dijeron que querían que fuera feliz porque estaban muy
contentos de que hubiera sobrevivido. Así que trato de vivir feliz y nunca,
nunca les muestro que no lo soy.
Mi padre cuenta mis sonrisas y dice que tengo cinco sonrisas en total y,
32
Estoy viviendo por dos personas. Estoy tratando de meter en una sola
vida lo que podrían llenar dos. Así que me levanto cada mañana y me pongo el
rostro perfecto y me prometo que tendré un día perfecto y algún día la familia
perfecta. Pero estoy fallando.
Y mis padres lo saben.
—Tu madre desea que, un día, cuando te cases y te establezcas, tal vez
tendrás gemelos —me dijo mi papá una vez, con nostalgia.
—Eso sería lindo —le dije con el corazón encogido y una gran sonrisa en
mi cara.
A veces me pregunto si ella estaría ya casada. Lauren. A veces tengo un
mal día y estoy segura de que tal vez ella habría hecho a mis padres más
orgullosos o más felices que yo. Lo único que sé con certeza es que, si la
hubieran elegido, ella haría los mismos esfuerzos que yo para vivir felizmente.
Ni siquiera voy a ser exigente con tener gemelos, pero sueño con
enamorarme del chico perfecto y tener una niña y nombrarla Lauren.
Sueño con mi chico tanto que me duele. Sueño con esa mirada, como la que
Greyson me lanzó, diciéndome que este hombre, este de aquí, este ser humano
vivo, cree que soy lo suficiente. Piensa, y se alegra, de que la que sobreviviera
fuera yo. Porque a veces me hubiera gustado que, si sólo uno de nosotros lo
hubiera hecho, hubiera sido Lauren.
de bienvenida que puede alegrar tu día malo, y me gusta hacer feliz a la gente,
incluso en ese pequeña forma.
ágina
Tengo esta regla de que el último que recibió un mensaje debe ser el que
reciba un mensaje la próxima vez.
Greyson envió “Y precisa” la noche anterior y, antes de darme cuenta, le
mando un mensaje de nuevo.
¿Estás ahí?
Para ser honestos, no sé qué esperar. Este es un territorio desconocido
para mí. Apenas sé cómo me llamo hoy.
Un momento me encontraba en una fiesta con tanta gente...
Y entonces estaba con él.
Y él conmigo.
Totalmente centrado en mí.
Y lo que me asusta, no, lo que me persigue, no es que me dio los mejores
orgasmos de mi vida, a pesar de que me sacudieron, sino que sentí algo. Que
su toque fue más allá de mi piel, que entró en mí.
Mi piel se pone de gallina placenteramente recordando cómo nuestros
ojos se encontraron mientras hacíamos el amor, y sigo mirando mi teléfono,
esperando a que me mande un mensaje.
diversión. Para que realmente lleguemos a fijar una fecha, por lo general
cuando nuestro cliente está fuera de la ciudad, y llegaremos a hacer todo lo
que nos ha tocado visualizar mentalmente en la vida real.
Soy una persona visual, y esto es lo que hago. Es lo que me gusta. Desde
que tenía tres años, visualizaba todo. Desde la forma en que vestiría para el
primer día en la escuela. A la forma que cierto chico me miraba. Cómo el
maestro sonreía con deleite a la manzana que mi madre siempre me hacía
llevar. Ella decía que, si ponía una manzana en su mano, estaría poniendo su
corazón en mi bolsillo. Siempre me sentí ridícula dándoles la manzana, pero mi
madre es muy grande en ser “generosa” con todo el mundo y siempre está
dando cosas, incluso abrazos. ¡Sí! Ha hecho carteles de ABRAZOS GRATIS en
eventos de caridad y simplemente abraza a todo el mundo, y me ha llevado con
ella. Así que supongo que soy genial con los abrazos también. Simplemente se
sienten bien. En cualquier caso, complacer a la gente y vivir una vida feliz,
relajada y colorida es lo que me gusta.
—¿Dónde va a ir esto? —me pregunta Pandora mientras desenvuelve una
bonita lámpara de cristal.
—Oh, esa pequeña hermosura va a la habitación de la niña —le digo, y
entonces reviso todos mis archivos por tercera vez hoy—. Se acabó esa vieja
vanidad rosa y este pequeño compañero. —Le doy una patada a una pequeña
otomana a rayas que es tan divertida que toma todo mi esfuerzo no abrazarla—
. ¿No es lindo?
—Lo que es lindo es cómo sigues sacando el teléfono como si fuera un
cálido y viviente cachorro.
—¡Oh, calla! Estoy revisando mi señal.
Y mi señal se ve… bien.
Hmm.
Interesante.
NINGÚN mensaje. Todavía.
A veces los chicos necesitan empujones. Están asustados. Fue
demasiado intenso. Me dio “la” mirada. En este momento, podría estar sentado
en casa pensando—: ¿Qué demonios, Greyson?
Quiero decir, es muy posible que pudiera estar teniendo problemas como
yo. No puedo ir a dormir sin masturbarme. Así que lo hago. Él me hizo pensar
sólo en él, su piel, su toque, y lo deseo... Lo ansío… Lo necesito de nuevo, joder.
Mentalmente me registré en el Adictos Anónimos a Greyson y sólo él puede
remediar mi enfermedad.
Así que, por el bien de ayudarlo, en aras de facilitar la pequeña punzada
36
Greyson
No puedo recordar a nadie jodiendo con mi cabeza más de lo que mi
padre lo hace, así que no estoy seguro de lo que me está sucediendo, excepto
que estoy distraído como la mierda esta semana.
Melanie está en lo profundo de mi maldita cabeza y profundo bajo mi
puta piel.
Estoy tratando de sacarla de mis pensamientos conscientes, pero ahí
está. En mi subconsciente. Jugando con mi anillo del pezón como si fuera su
propio juguete personal.
Quería saborearla. Ahora la he probado, pero no estoy satisfecho.
Quiero hacerla jadear como si acabara de ganar el maratón de Nueva
York, Hacerla gemir como si estuviera por ganar el maldito concurso Nacional
de Gemidos. Y quiero hacerla sonreír como ella lo hizo cuando la llevé a casa.
He estado esforzándome para concentrarme, mantener la cabeza en el
juego, los ojos abiertos.
Pero Cristo.
Ella no lo está haciendo fácil.
Esta semana he trabajado dos marcas más en mi lista. También me he
dado cuenta de que la leucemia de mi padre es real, al menos los expertos que
39
Al primero que tuve que probar fue a C.C. porque es lo más cercano a un
hermano que tengo y tenía que saber si sus lealtades están con mi padre, que
lo ha alimentado todos estos años, o con su hermano de sangre, que soy yo.
—Si te dijera que esta copa tiene una sustancia muy mortal, y te pido
que la lleves a mi padre, ¿qué dirías?
—Diría que sí, cabrón, ¿qué crees que diría? —replica C.C., metiendo un
palillo en los dientes y dejando que cuelgue allí. Estamos fuera de la habitación
de mi padre, donde es supervisado por su equipo médico las veinticuatro horas
al día. La puerta se abre hasta la mitad, y podemos ver a mi padre hablar con
Eric, ajeno a nosotros mirando.
—Bueno. Ya que eres el único en quien confío, digo que mejor vayas. Así
que ve. —Le entrego la copa—. Tómala, discretamente.
Me mira. —Sé cómo ser discreto. Sólo dime. ¿Va a ser doloroso para el
tipo?
—No tanto como se merece, pero sí. —Me mantengo al margen y veo a
C.C. maniobrar el líquido en los medicamentos de mi padre. El hijo de puta lo
carga, murmurando a mi papá—: ¿Tienes sed, Slater? —Y se asegura de que mi
padre lo beba lentamente. Vuelve y se sienta—. Está hecho —dice con calma.
C.C. es casi tan insensible como yo. Hielo en todas las circunstancias.
Nos sentamos en silencio. —No estaba envenenado, ¿verdad, imbécil? —
pregunta, escupiendo el palillo de dientes en ira y traición.
—No. —Me pongo de pie—. Sólo tenía que estar seguro.
Fácilmente podría acabar con mi padre. Deslizar algo en las bolsas de
suero y se iría. Pero incluso un criminal tiene que tener un código, y tengo el
mío. No mato por placer o incluso por mí mismo. No mato familia.
Eso no significa que no pienso en ello. Constantemente, lo hago. He
soñado que he matado a mi padre muchas veces y me despierto aliviado. Hasta
que me acuerdo que no lo maté, está vivo.
La rabia pulsa a través de mí porque incluso tengo que verlo, sin
mencionar tener que hacer su maldito trabajo sucio.
C.C. me sigue por el pasillo de la embarcación, donde nos estacionamos
a un par de kilómetros de Los Ángeles. Una de las habitaciones está
configurada con los teléfonos y las cartas, la contabilidad de juegos de azar, el
seguimiento de todas las apuestas de cada pelea del Underground. —Somos
tus chicos, C, puedes confiar en nosotros. Sé que no es tu naturaleza, pero
puedes.
—Estoy trabajando en un par de otros nombres; mientras tanto llama a
Tina Glass. Dile que necesito al número diez en una situación comprometedora
42
con ella. Que no entregue la evidencia a nadie más que a mí, personalmente.
ágina
Tengo que trabajar en otro objetivo este fin de semana. Me iré de la ciudad, usa
el código si hay una emergencia.
—Eric quiere al resto del equipo para apoyo.
—No necesito su apoyo. Pero necesito que me ayudes a agarrar al
número diez. Está absolutamente limpio y me está molestando.
—¡Sé qué más te está molestando! —Ríe C.C.
Gruño y le digo donde puede meterlo. Sabe que hay una falda, lo
sospecha, por lo menos, y me hace tropezar cuando me atrapa mirando mi
teléfono desprevenido. Nunca soy atrapado desprevenido. Lo hago tropezar de
regreso luego lo inmovilizo por el cuello a la pared. —Dejar de joder conmigo,
C.C.
—No soy el que está jodiéndote. —Se golpea la sien, luego, sisea—:
Sácala de allí, amigo, antes de que tu padre se entere.
Me siento tan jodido logrando cabrearme porque alguna vez pensé que
era una buena idea tocarla en primer lugar.
Pero hay un teléfono que no he desarmado, y es sólo porque tengo estos
pequeños mensajes de ella.
¿Estás ahí?
Joder, me gustaría no estarlo. Ojalá no estuviera aquí sentado, mirando
esta pantalla, acuchillándome en el pecho cada maldita vez que lo leo.
Sigo pensando que te imaginé.
No le he contestado, pero me siento como si escribiera:
Princesa, no tienes ni idea de lo cerca que estás bailando de la
llama.
Hace un día ya de este último mensaje. Sigo sacándolo para mirarlo, la
tentación de decirle olvídate jodidamente de mí, princesa; voy a utilizarte,
abusar de ti, y jodidamente alejarte, cuando haya terminado porque eso es lo
que hago.
A veces me digo que, si me hubiera quedado una noche más, tal vez
incluso una follada más larga, no estaría tan obsesionado. Pero ella tiene una
boca hecha para orales, labios gruesos y carnosos y una hambrienta, lengua
loca. No me jodas, he estado masturbándome como loco, porque la mera idea
de ella yendo abajo sobre mí me pone duro.
Pero no. Incluso si me hubiese chupado toda la noche, estoy seguro de
que todavía estaría hambriento por empujarle la cabeza hacia abajo y
alimentarla más de mí, hacerla que me coma, hasta la última gota.
El hecho de que me cabree porque nuestra noche juntos terminó
43
horas más y ver lo que se sentía abrazarla por un tiempo, sólo me confunde
aún más.
Llamo a Tina de mi otro teléfono. Tina Glass, alias Señorita Kitty. Es
exactamente lo que necesitas para incriminar a un hombre. Está limpia, es
bien parecida, y letal. —¿Mis hombres te llaman?
—Absolutamente —ronronea.
Me deslizo en mis guantes mientras hablo con ella. —Quiero que la
evidencia me sea entregada personalmente a mí.
—Con mi placer absoluto. Voy a hacer contacto cuando esté hecho.
Cuelgo y me quedo mirando el mensaje de Melanie de nuevo.
Sólo bórralo, maldito marica.
Ella es un botón caliente, pero este soy yo.
¿Realmente necesito un botón caliente? ¿Necesito despertar en mitad de
la noche con una polla dura? A los veinticinco años, con un montón de putas
para dormir tan cerca, es probable que pueda tropezar con un par sólo al abrir
la puerta de mi dormitorio. Pero esos ojos verdes como los bosques, ese coño
apretado alrededor de mi polla. Y los sonidos que hace. ¿Realmente tengo que
torturarme, recordando lo bien que se sentía, lo jodidamente limpio y dulce que
olía?
—Esto no puede suceder —susurro hacia mi propio teléfono, mi sangre
enturbiándose en mis venas cuando pienso en lo estúpido que era pensar que
podía tener una noche, sólo una noche, de la que tiene un hombre normal—.
No puede suceder de nuevo —digo.
Tengo un trabajo que hacer. SOY el trabajo.
La vida de mi madre podría estar en riesgo, y así podría estarlo
cualquiera que tenga contacto conmigo. Mi padre podría tomar cualquier cosa
que me interesa, así como así. Sólo para demostrar que puede. Sólo para tratar
de poseerme. No importa si quiero cubrir a mi princesa en putas joyas cuando
esté tendida, bien saciada y sudorosa a mi lado. No importa si quiero volver
atrás y ver esos ojos oscurecerse cuando la lleno, una y otra, y otra vez. No
importa una mierda lo que quiero. Sólo lo que tengo que hacer.
Rápidamente saco de nuevo el teléfono. —No puede sucederte. —Empiezo
a desarmar el teléfono—. Le puede pasar a cualquiera, menos no a ti. Con él
que ella termine, hay un noventa y nueve, coma nueve por ciento de garantía
de que va a ser mejor que tú.
Le quito la batería a mi teléfono celular de forma permanente, retiro la
tarjeta SIM, aplastándola, hasta que tengo decenas de pequeñas piezas en mi
44
Melanie
—¿Así que, él está fuera de la foto? —pregunta Pandora mientras
organizo el archivo PDF de precios para uno de mis clientes.
Entierro la cara entre mis manos. Por un segundo, quiero fingir que
Pandora no está aquí, respirando en la cima de mi cabeza, su preocupación
enojada como una pequeña nube con rayos sobre nosotras.
Cinco días.
Cinco largos y terribles días, en los que todas mis esperanzas se han
reducido a nada, todas mis fantasías se quedaron en negro, todas mis
expectativas han bajado a cero.
Y aquí está Pandora, preocupada y enojada en mi nombre,
probablemente feliz por tener una buena excusa para ser una perra hoy.
—Sí —digo con firmeza—. Está jodidamente fuera de la foto. Espero que
estés emocionada.
Saco mi teléfono sólo para mostrarle lo carente de mensajes que está.
45
—Idiota.
—Imbécil.
—¡Basura!
—Ya usé esa —señala.
—Y tan rápido como el bastardo me utilizó —murmuro. Literalmente, la
decepción se acumula por hora, y una nueva ola me golpea mientras guardo mi
teléfono. Nunca he sentido como si hubiese juzgado mal la situación tanto
como lo hice con la nuestra… la suya y la mía. Es oficialmente viernes. Si el
tipo quería una cita, puedes apostar lo que quieras a que habría llamado antes
de hoy.
Estoy tan herida que ni siquiera puedo entender por qué me siento así.
Tal vez porque pensé que era diferente, y resultó ser justo lo que dijo Pandora.
Odio cuando tiene razón y yo estoy equivocada.
Más que nada odiaba que tuviera razón en este momento, cuando tenía
muchas ganas de que estuviera equivocada.
Gracias a Dios que está sentada tranquilamente en su escritorio y no
escucho ningún te lo dije. Si siquiera comienza, voy a pegarle tan fuerte como
quiero golpearme a mí por ser tan tonta.
—He terminado con los hombres —estallo cuando encuentro el silencio
de Pandora tan molesto como las cosas que sé que quiere decir—. No los
necesito para ser feliz. Voy a tener un perro. ¡Dios! Acabo de recordar que
probablemente ya ni siquiera puedo darme el lujo de un perrito.
—Deja de comprar zapatos —me regaña.
Suspirando, porque no voy a explicarle que debo más de un par de
zapatos, hago clic en mi motor de búsqueda y navego a la publicidad en línea
de mi auto. Aparece una foto de mi Mustang con un número de color rojo
brillante en la cima y un gran cartel que dice: “A LA VENTA”. Es todo lo que
tengo y sigue sin ser suficiente para cubrir lo que debo. Como yo. Ninguno de
los dos somos suficiente.
Por primera vez en una semana, mi realidad se derrumba sobre mí. Con
fuerza.
No tengo más esos ojos pardos con adorables motas verdes para hacerme
sentir esperanzada y expectante. No tengo más esos mensajes que esperaba
con interés. Tengo un auto para vender, una deuda que saldar y una gran
cantidad de miseria con la que lidiar.
Mi abuela, antes de morir, siempre decía que la mejor manera de sentirse
mejor es centrarse en alguien más y hacer algo bueno por ellos porque no eras
el único que tiene un problema.
46
Miro a Pandora, pensando en todas las veces que la han llamado perra
en esta misma oficina, extiendo la mano y agarro un mechón de pelo de color
ágina
ónix, diciendo—: Todo ese pelo negro es tan monótono. Tú también deberías
hacerte un cambio, ¿agregarle una mecha rosa a todo este hollín?
—Vete a la mierda, odio el rosa.
Ruedo los ojos y le digo al cielo: ¡Bien, Nana, lo intenté! Luego vuelvo a mi
ordenador para mirar mi auto. Quien lo haya secado mientras Greyson me
dejaba seca a mí realizó un gran trabajo… cerebro, por favor céntrate en mi
Mustang.
Me tomó un día completo obtener las imágenes perfectas mientras el sol
golpeaba mi auto en el ángulo correcto. Es tan bonito que no puedo creer que
pasaran varios días y no haya llamadas.
¿Y si no recibo llamadas?
El estrés comienza a arrastrarse sobre mí como si una gran ballena me
asfixiara la tráquea cuando Pandora da vuelta su silla para mirarme. —
¡Vamos, perra, habla conmigo! —grita—. ¿Qué te hizo pensar que sería más de
lo que siempre tienes? Te da un aventón cuando tu auto no arranca; te lleva a
un hotel. ¿Qué sabes de él, salvo que al parecer te folla hasta dejarte estúpida
y ahora no eres la Melanie que conozco? ¿Dónde está la sonrisa, dónde está la
chispa? Te estás comportando como yo y no me gusta.
Levanto los brazos. —Dijo que estaría en contacto… volvió para llevarme
a casa e interpreté más en eso, lo cual fue un error, está bien… mi error. Al
creerle. Al creer que era diferente o que tuvimos una conexión… especial. Dios,
soy tan lamentable, pero apuesto que para ti no fue algo nuevo.
—Que lo jodan, Melanie.
—Ya lo hice. Ahora vamos a dejar de hablar de él. Vamos a encargarme
una camiseta en línea que diga: “YO MANDO, LOS HOMBRES APESTAN”.
Tengo que levantar más la vara. Tengo que hacer que se prueben antes de que
les dé una oportunidad. Hoy vamos a ver a Brooke.
El bebé de Brooke nació prematuro en Nueva York hace más de un mes,
pero desde que su marido luchador está actualmente fuera de temporada,
están viviendo en Seattle, mientras que planean una pequeña boda por la
Iglesia.
Pandora agarra su mochila mientras nos preparamos para irnos. —¿Has
notado la forma en que papá sostiene al bebé? Es como si la cabeza del bebé
fuera la mitad del tamaño de los bíceps de Remy —dice.
Dios. Ojalá yo pudiera ser vista de la forma en que Remington Tate mira
y sonríe con sus hoyuelos y sus amorosos ojos azules a Brooke.
—Por cierto, le pedí a Kyle que fuera conmigo a la boda. Sólo quiero
poner a descansar esos rumores de lesbianas, ¿sabes? —me dice en el
47
ascensor.
—¿En serio? —pregunto, de repente sintiéndome pésimo—. Genial.
ágina
Greyson
Es siempre el mismo sueño.
Nunca cambia.
Siempre el mismo número de hombres.
Siempre son las cuatro con doce minutos de la tarde.
Me dejó el autobús.
Una línea de coches está en nuestra entrada.
Las palabras de mi madre suenan tan claras como una campana en mi
cabeza: Un día él nos encontrará, Greyson. Va a querer apartarte de mí.
No lo dejaré, prometí.
Pero en ese momento lo sé, nos encontró. El padre que no conocí. Como
él que mi madre no quería que terminara.
Jalo la correa de mi mochila de mi hombro y la sostengo con mi puño,
listo para noquear a alguien con cuarenta y cinco kilogramos de tarea y libros
de texto.
Diez hombres están en mi sala de estar. Sólo uno está sentado, y sé que
es él cuando la sangre en mi cuerpo comienza a correr rápido. Es sólo sangre,
pero todo mi ser lo reconoce, aunque nunca lo he visto antes. No tiene mis
48
ojos, pero tengo sus cejas, lisas, largas y casi en un eterno ceño fruncido.
Tengo su nariz inclinada, su mirada oscura. Me ve y un desfile de emociones
ágina
escalera de la cochera.
—¿Qué haces? ¿A dónde la llevas? —Agarro mi mochila y golpeo a un
hombre con ella. Otro viene y me agarra, apretando mis brazos mientras habla
y escupe en mi oído—: Hijo, hijo, escúchame, hicieron un trato, ella te perdió.
¡Te perdió!
—Nunca me perdería. ¡Madre! —Agarro un cuchillo de su cinturón y lo
meto en su ojo, retorciéndolo. Me libera con un aullido y un chorro de sangre
roja, y voy corriendo por las escaleras mientras escucho arrancar un auto.
Mi padre me atrapa. Abofeteándome. Entonces, inclina el arma hacia mí.
Sonríe cuando me quedo quieto.
—Greyson, mi hijo, incluso tus instintos te hicieron parar. Sabes que
esto acaba de matar a un hombre. No te vas a morir. Si mueres, no puedes
salvarla. ¿Puedes?
Todo mi cuerpo está paralizado. Sonríe dulcemente hacia mí y me
abraza, manteniendo la pistola contra mi sien.
—Sabía que eras mi hijo. Le dije a tu madre, que no era bueno
impedirme verte. Trece años, Greyson. Trece años buscándote. Insistió en que
no eras mi hijo. Le dije que, si demostrabas llevar mi sangre en ti, ibas a venir
con tu padre, donde perteneces. —Se aleja y me estudia con orgullo—. Te di
una opción de dispararle a un hombre.
Mira a las escaleras, donde sé que hay un cuerpo inmóvil. Un cuerpo que
no se moverá de nuevo debido a mí.
—Lo mataste. Bala directo a la cabeza. Eres mi hijo, cada centímetro de
mi hijo; serás poderoso y temido.
Su voz me congela. No siento nada cuando vamos arriba y veo el hombre
muerto, sin remordimiento, nada. Quiero matar a más, matar a todos quienes
lastiman a mi madre. —¿Dónde está ella? —pregunto, mi voz rara. Maté algo
más con ese hombre. Yo.
—Será llevada a otro lugar. Debido a que los hombres de verdad no son
criados por las mujeres, ¿me escuchas? Mi hijo no será criado por una mujer.
No sin su padre. No, tú serás igual a mí.
Miro hacia el coche saliendo de la cochera, conduciendo a mi madre
lejos. La mirada en sus ojos cuando le disparé a ese hombre. Un pánico frío
como nunca he sentido se clava y se propaga a través de mí. Quiero a mi
madre para que me explique qué hice, por qué eso estuvo mal, por qué estuvo
mal cuando todo eso fue por ella. Por qué era llevada lejos. Mi cara esta
repentinamente húmeda, y consigo otra bofetada, este me lanza a través del
cuarto y contra la pared.
50
—¡Nada de eso, chico! Nada de eso. Ahora ¿ves ese hombre? —Mi padre
señala al hombre cubriendo su ojo, donde lo apuñalé, sangre manchando su
ágina
—¿Discúlpame?
ágina
malditamente saber, seguro como que respiro, que ella me quiere también?
ágina
Melanie
El sábado por la mañana, como lo dicta nuestra pequeña y cómoda
rutina, encuentro a mis padres desayunando y ya bañados, perfectos y
sonrientes. Maria, su cocinera, hace los mejores desayunos de la ciudad, así
que desayunar en casa de mamá y papá me hace feliz, porque la mesa siempre
se encuentra puesta con los mejores manteles y vajillas, y la comida es puesta
de una forma tan perfecta que hace que primero comas con los ojos antes de
poder estirar el brazo y servirte un poco de lo que sea que se esté ofreciendo.
—¡Lanie! —dice mamá cuando entro—. Tu padre y yo justo hablábamos
sobre la boda de Brooke. ¿Cuándo dijiste que sería?
—En menos de un mes. —Beso su mejilla y luego abrazo a mi alto y
apuesto papá—. Hola, papá, te ves lindo.
—¿Ves? Ella sí notó mi nuevo corte, a diferencia de ti —le dice a mamá,
apuntando un tenedor vacío en su dirección.
—Apenas tienes cabello, ¿cómo se supone que deba notarlo? Bueno,
cuéntanos sobre la boda. Aún no puedo creer que se esté casando antes que
tú. Tú siempre fuiste más bonita y llena de vida —dice mamá, apretando mi
mano cuando me siento.
—Estoy muy segura que su prometido no estaría de acuerdo —comento.
Odio cuando mamá reniega de Brook simplemente para hacerme sentir mejor.
56
No me siento mejor, ella se siente mejor, poniendo excusas ante las razones por
las que ningún chico bueno me quiere. A veces creo que su propia
ágina
desesperación por verme felizmente casada hace que el viejo Murphy saque la
cabeza y asiente su ley, mientras ella más lo quiere, menos son las
posibilidades de que ocurra. Pobre yo.
—Aún así, no excusa la razón por la que ningún hombre decente allá
afuera puede ver que mi bebé es de lo mejor que puede haber. Estás en forma,
tienes una sonrisa hermosa, y eres tan dulce como tu mami.
—Gracias, papi. Estoy segura que mi estatus de soltera tiene todo que
ver con el hecho de que los hombres son idiotas, a excepción de ti.
—¡Lanie! —chistea mamá, pero no lo dice en serio, y se ríe en voz baja.
—Bueno, el hijo de Ulysess se lanzará a senador y siempre pregunta por
ti. No es el más inteligente de todos, pero es apuesto y…
—Gay. Quiere algo para disimular, papá. Un matrimonio de mentira para
confundir a sus constituyentes. Puedo conseguir algo mejor por mi cuenta.
—Cuando tenía veinticinco… —comienza mamá.
—Ya estabas casada y me tenías a mí, sí, sí, sí. Pero tengo una carrera. Y
una muy… ocupada vida social. De hecho, he salido con tantos chicos que no
sabría a quién escoger para ir a la boda de Brook —exagero.
Mi mamá y papá, ¿qué puedo decir? Los adoro. Me gusta complacerlos.
Me han dado amor durante toda mi vida. Me llenaron de mucho amor. No sólo
me aman, sino que quieren que encuentre un amor como el que ellos
comparten. Nunca quisiera que sospecharan lo que ya estoy sospechando, que,
por alguna razón, simplemente no sucederá para mí.
—Sólo recuerda lo que te dije, Flea —dice mi madre—. Elige al hombre
que te trate mejor. Al que no te romperá el corazón, que pueda ser tu amigo,
alguien con quien puedas conversar.
Apuñalo mi tostada francesa. —Dices eso porque papá era tu mejor
amigo. Sin embargo, tengo una mujer como mejor amiga, y nunca me casaría
con mi amigo hombre más cercano, que sería Kyle. Nunca. —Tiemblo al pensar
en el doble de Justin Timberlake que tengo como mejor amigo, y yo
besándonos. Continúo jugando con mi comida, y suavizando mi voz, digo—: No
creo que estas cosas puedan planearse, mamá. Creo que simplemente suceden,
y de pronto te encuentras al costado de un ring, y conoces al hombre con el
que te casarás cuando te guiña el ojo. O te encuentras debajo de la lluvia,
rezando para que cualquiera que sea ese sentimiento que te golpeó, también
golpeé a ese hombre frente a ti…
Miro mi teléfono con ojos soñadores.
¡Dios, soy tan tonta, tonta, TONTA!
Lo único que golpeó a ese hombre fue la lujuria, y ahora se le pegó el
57
síndrome de Aléjate-de-Melanie.
ágina
fuerza.
ágina
—Mi auto no necesita un cambio de aceite, está bien, pero gracias por
revisarlo —digo, esforzándome más para cerrar la puerta.
La abre de un tirón y entra, y me siento frustrada ante mi inhabilidad de
mantenerlo afuera. Ahora se encuentra del lado equivocado, cerrándola detrás
de si como si fuese dueño del lugar. —¿Este edificio tiene servicio de
lavandería?
—¿Esa es tu línea?
Cruza la habitación y cierra las persianas, luego centra su mirada en mi
espacio con tanta intensidad que hace que todo mi interior se estremezca.
Es casi como si estuviera asegurándose de que no hay otro hombre aquí.
No puede estar celoso, ¿verdad?
Y ahora... ahora que parece que se ha asegurado de que no hay nadie
aquí aparte de mí, comienza a caminar hacia mí mirando mi boca, y me alejo,
porque el instinto de auto preservación en mí me dice que lo haga.
—Estás aquí. ¿Por qué estás aquí, de repente? ¿Alguna otra cita
cancelada de último minuto? —exijo.
—Tengo una cita que me gustaría programar contigo. —Sus cejas bajan
sobre sus brillantes ojos como halcón—. No estás ni de lejos tan emocionada de
verme como esperaba.
—Tal vez pensé que eras una alucinación de borracha. Tal vez deseaba
que lo fueras.
Vuelvo a la isla de mi cocina y me encierra en sus brazos, con los ojos
hambrientos y casi desesperados. Luego ahueca mi cara y pone su boca en la
mía como si pensara, equivocadamente, que le pertenezco.
—No lo soy —dice en voz baja, luego me besa de nuevo, tan
profundamente que pierdo el hilo de mis pensamientos hasta que habla contra
mi boca de nuevo—. Una alucinación. Y si lo necesitas, voy a pasar toda la
noche recordándote cómo se siente tener mi lengua y mi pene enterrados
profundamente en ti, y en lo mucho que te gusta.
Se inclina como si fuera a besarme de nuevo. Mi voz tiembla mientras
vuelvo la cabeza. —No lo hagas, Greyson.
—No me gusta eso, “no lo hagas”. —dice en voz ronca contra mi mejilla—
. Pero me gusta que digas “Greyson”.
Me inclina la cabeza un poco con la punta de un dedo y me mira como si
amara hacerlo. Levanto uno de sus brazos y me suelta, y me alejo, libre de él,
pero no de su mirada. La primera noche me seguía mirando a los ojos como si
no pudiera apartar la mirada, pero ahora está viendo todo de mí. Llevo
pantalones cortos y una camiseta; sin embargo, mi cuerpo empieza a
61
—Ah.
Extiende su brazo sobre el respaldo del sofá y mi corazón golpea como un
ágina
loco.
—Buttercup está comprometida con el príncipe Humperdinck, pero su
verdadero amor, Westley...
Sus labios se curvan, y me callo cuando me doy cuenta de cuán
divertido parece. Secretamente divertido por... mí. Es caliente. Y, francamente,
me molesta. Susurro—: Eres un playboy. Sé que lo eres.
—No sabes nada de mí.
Pongo los ojos en blanco. —Sé cómo te llamas. Greyson.
—Te burlas de mi nombre con brillo maligno en los ojos como si lo
amaras, y lo único que hace es darme ganas de follarte hasta que lo gimas. —
Lleva mi cara a la suya—. Sé cada vez que mientes porque me han enseñado a
detectar mentirosos desde que era muy, muy joven. Se aprende eso cuando tu
padre lo hace todo el tiempo. —Respira, su aliento caliente en mis labios
provocando que un incendio se mueva dentro de mi estómago—. Pienso en ti,
Melanie. Veo tu rostro en cada mujer. Volé hasta aquí sólo para verte.
Comunicación. Relaciones. Esas no son cosas en las que soy bueno. Hay otros
atributos que tengo que son mucho mejores. Como veo que soy bueno en
hacerte jadear. Veo que tus pupilas están dilatadas, que sigues mirando mi
boca en lugar de tu película favorita, y está tomando todo mi autocontrol para
no darnos exactamente lo que ambos necesitamos en este momento. Ha
pasado una semana, pero en lo que a mí respecta —Ahueca la parte posterior
de mi cabeza y muerde mi labio inferior—, he estado esperando toda una vida
para hundirme dentro de ti.
Me aprieta cerca, y me duele demasiado, me asusta. Él, esto, esta
necesidad de arañar su piel, presionar mis labios en la dura línea de su
mandíbula, tocar su cabello grueso y sedoso.
—Déjame ver mi película, déjame ir —protesto débilmente.
Cuando se ríe, su aliento mueve un par de mechones de pelo sueltos en
mi sien. —Si quieres que te deje ir tienes que dejar de apretar tus bonitos
pezones en mi pecho mientras lo dices, dejar de acercarte cuando me pides que
te deje ir —murmura, frotando su nariz contra la mía, y su cercanía, su aroma
de bosque, su cálido aliento, sus labios tan cerca que casi puedo saborearlos,
provocan una avalancha de necesidad entre mis muslos y un caliente y
doloroso latido en mi sexo.
Suspiro mientras casi nos besamos, y gime y me da espacio para
respirar. Levanta la cabeza y veo que me valora como un conocedor tasaría una
joya o alguna antigüedad. ¿Por qué me mira así? ¿Por qué de esta manera?
Como si quisiera estar dentro de mí casi tanto como yo. Como si quisiera más
que mi cuerpo, como si quisiera chuparme la sangre, comer mi alma y luego
rezar por mí.
63
En silencio, cierro los ojos, tratando de fingir que sólo estamos saliendo,
ágina
nunca hemos tenido sexo y estamos simplemente viendo una película. Obligo a
mis músculos a relajarse y ver la televisión, y tengo la sensación de que se
relaja poco a poco también. De repente extiende su gran cuerpo a lo largo del
sofá y me tira contra él. Oh mí Dios. No me gusta cómo asume el control de las
cosas que me pertenecen, pero también me encanta.
Siento su mirada en la cima de mi cabeza. Fingiendo ver la película,
enredo mis dedos en su cabello y llevo su brazo alrededor de mí, quejándome—
: Me estás clavando el codo en las costillas.
Su risa, no puedo ni explicar lo mucho que amo el sonido de su risa, me
dice que sabe que sólo quiero estar más cómoda. Y lo hago.
—¿Mejor? —pregunta, moviendo ese largo, duro y musculoso cuerpo
suyo debajo de mí.
—Shh. Me gusta cuando él lucha con el español.
Finjo mirar, pero, en realidad, lucho con lo mucho que quiero darle una
segunda oportunidad. Pero, ¿y si caigo? ¿Y si se sale de control, y no sólo
caigo, sino que, me sumerjo en él?
¿Esa noche con él?
Fue increíble. Él fue increíble. Todavía se siente, huele y suena increíble.
Sus músculos se flexionan y me temo que va a apartarse, pero no lo
hace. Se acerca más, me envuelve en sus brazos. Respiro suavemente en un
estado casi abrumado de alegría, engullida por la sensación de seguridad que
me da, y al final sucumbo a la tentación de poner mi mejilla en su pecho. —
Esto se siente bien —murmuro. Mejor que bien.
De repente nada se siente más correcto que esto. En mi sofá. Con este
hombre. Su picante aroma reconfortante es como una droga, y no puedo dejar
de tomar respiraciones más profundas y más conscientes de él.
—Princesa —me dice al oído, con complicidad.
Un escalofrío me recorre mientras cierro los ojos. —¿Qué?
—No iba a llamar.
—Lo sé, imbécil. ¿Por qué lo hiciste?
Westley y mi español están peleando con espadas, pero se siente como si
la verdadera acción estuviera en mi oído, en su susurro—: Me necesitas.
Me burlo y me siento para mirarlo. —No te necesito.
Se sienta recto y sus ojos parpadean en desafío. —Tal vez yo te necesite.
Cuando sólo lo miro, me lanza una sonrisa adorable que es arrogante,
64
le responda, pero estoy sin palabras—. Vivo los momentos en los que estoy
contigo. Vivo una mentira, pero esto no es una mentira, ver esta estúpida
película contigo.
—¡Estúpida! —jadeo.
Se ríe, se levanta, y dice—: Cuando salga, cierra. Volveré con comida.
—Si me duermo, estaré muy cansada para venir a abrirte de nuevo —le
advierto, pero la verdad es que ¡no quiero que se vaya!
—Puedo abrir la cerradura sin siquiera despertarte —dice fácilmente,
entonces vuelve y desliza su mano enguantada bajo mi camisola—. Pero cierra
de todos modos.
—Eres un mandón.
—Y tú jodidamente sexy con lo que llevas en este momento. —Su pulgar
recorre la parte inferior de mi pecho y mi respiración se detiene cuando
nuestros ojos se encuentran, y no hay contención en sus ojos, no hay filtro. Lo
que veo me impulsa, y el tumulto turbio en lo más profundo de su mirada me
hace dar vueltas.
—Me han dicho que tengo memoria fotográfica. Que algunas imágenes
simplemente se adhieren a mí con una claridad extrema... pero esa noche,
Melanie, recuerdo todo lo de esa noche con más claridad que cualquier otro
momento de mi vida. —Agarra mi nuca con su mano grande y cuadrada y da
un pequeño apretón—. Tu tanga roja. Tus pezones pequeños y turgentes. Cómo
me miraste como una princesa y me dijiste que tu nombre era Melanie. Lo
recuerdo muy bien.
Me transporto allí un momento. Es todo una neblina de pasión y deseo y
dientes, lenguas, manos. Me duele, pero no quiero ser su juguete. No quiero
ser su consuelo sexual. Me duele la garganta cuando tomo su mano, la quito
de mi cuello y empiezo a guiarlo hasta la puerta principal.
—Creo que... Greyson, creo que deberías irte. No puedo pensar cuando
estás cerca. No sé lo que quieres de mí, pero no puedo jugar a estos juegos
contigo... no contigo...
Me mira cuando lleguemos a la puerta, casi como si quisiera que lo eche.
Casi como si quisiera que sea YO la que le diga que no quiero volver a verlo.
¿Sentirá alivio? Bueno, ¡no lo hará! Ni siquiera puedo empezar a explicar lo que
ese toque de bronceado dorado hace por su aspecto. Cómo no puedo dejar de
admirar los ángulos intrigantes y planos de su rostro. Por cuánto tiempo he
esperado en mi vida sentir algo, una chispa, un cosquilleo así.
—Mi mejor amiga se casa en dos semanas —le susurro, y entonces le
digo la iglesia mientras comienzo a empujarlo hacia afuera, todo el tiempo
sosteniendo su mirada. Es caliente, hambrienta. LA MIRADA—. Si quieres una
oportunidad más, si hablas en serio acerca de esto, puedes venir a la iglesia —
65
Greyson
¿Qué diablos estoy haciendo?
Las pantallas de las cámaras de vigilancia brillan con fuerza cuando llego
a casa después de días de trabajo sin parar, de perseguir mis marcas, de
ciudad en ciudad, de una casa a otra. La casa está tranquila. Padre, los chicos,
todo el mundo en la renta. Me quito un guante, luego hago lo mismo con el
otro, mientras que traigo un trozo de pan, una jarra de mantequilla de maní y
un cuchillo de carne.
Hemos establecido las cámaras de vigilancia que patrullan las entradas,
salidas, ventanas de la casa. Kilos de computadoras ocupan varias mesas, con
las luces parpadeando entre los ovillos de cable. Extiendo la mantequilla de
maní sobre una rebanada de pan, pongo otra sobre ella, y a medida que busco
las cajas de grabaciones, saco una tarjeta del año pasado, marcada con la
fecha de la pelea. He estado pensando en ella. Cada segundo del día, la
recuerdo.
Húmeda y vulnerable, bajo la lluvia.
Húmeda y caliente, en mis brazos.
Cuando me dice que su nombre es Melanie.
La invitación a la boda de su mejor amiga.
Ella desencadena cada sinapsis en mi cerebro hasta que está viva en mi
67
mente, riendo de una forma que siempre oigo solo su risa… acurrucada
ágina
nuevo. —No puedo —digo. No puedo dejarla en paz. No quiero, maldita sea.
ágina
Melanie
La peor parte no es preguntarme durante las siguientes dos semanas si
tendré una cita para la boda. Ni siquiera revisar compulsivamente mis
mensajes. O escuchar a la ruin Becka reírse por la oficina acerca de lo callada
he estado y especular si tengo o no el corazón roto. Nada de eso es la peor
parte.
Siempre me sorprende cómo un día puedes pensar que te encuentras en
el punto más alto de tu miseria, pero ni siquiera es el comienzo. De acuerdo,
así que quiero verme bien, ¿cierto? Quiero verme espectacular. Sí, no sí,
Melanie, cuando, Greyson King aparezca, quiero que pierda el control por mí.
Quiero que ese hombre me quiera como su siguiente desayuno, y cena.
Diablos, quiero que me ansíe como un banquete. Y que me tome como una
bestia.
Así que me hice una depilación brasileña. Me dieron un masaje. Obtuve
una pedicura, una manicura y mis uñas son ahora de un bonito rojo brillante.
Huelo mejor de lo que he olido nunca y estoy tan lista para ser llevada a la
cama por un hombre con ojos color avellana, que no puedo siquiera pensar en
lo que haré si no aparece.
Dijo que estaría ahí y el tono inquietantemente bajo y lento de
determinación en sus palabras no me asustó; es el hecho de que espero que va
a estar ahí porque quiere las mismas cosas que yo.
70
Pero esa no es la parte mala… la parte mala es que estoy tan lista, y a
ágina
¿Qué…?
Mi corazón se acelera mientras un destello de alarma me recorre. Me giro
cuando escucho pasos detrás de mí, y veo dos hombres. Una bola de ansiedad
me golpea mientras reviso el área. Un auto oscuro se encuentra estacionado
cerca del final de callejón cuando voy hacia allá. Creo que veo a un hombre
detrás del volante, y la puerta del pasajero está ligeramente entreabierta, como
si el hombre a solas, detrás de mí, acabara de salir del vehículo.
Algún sexto sentido en mi interior despierta y mantiene acelerado mi
corazón. Mi vestido, mis zapatos… todo de pronto ya no importa, solo salir de
aquí. Agacho la cabeza con cuidado y sigo caminando derecho, sin siquiera
preocuparme ya por los charcos, solo intento agarrar la percha, que es lo único
que tal vez pueda utilizar para… ¿para qué? Animales salvajes persiguen
presas si corren hacia otro lado, y todo en estos hombres grita ¡Depredadores,
Melanie!
El miedo pulsa en mi interior. Cada paso me lleva más cerca del hombre
al final del callejón desierto y carcome mi confianza.
Me encuentro a punto de pasarlo cuando da un paso y susurro con
docilidad—: Disculpe.
Una mano agarra mi antebrazo, apretando como un grillete. —No te
disculpo —gruñe.
Parpadeo y retrocedo un paso cuando veo su atemorizante expresión,
pero me agarra más fuerte contra él, la esencia de sudor y cigarros se mezcla
en su aliento mientras repite, mirándome con ojos enrojecidos—: Dije que no te
disculpo, perra.
Pánico como el que nunca he sentido emana de mi garganta mientras
agito el vestido en un intento por incrustar la punta del gancho en alguna
parte de su cara, pero antes de que pueda dar el golpe, otro par de manos
fuertes agarra mis brazos y jala mis codos hacia atrás por la fuerza.
—¡No! —grito, mi vestido cae al suelo con un estrépito, y de pronto pateo
el aire cuando un tercer hombre agarra mis muslos y el segundo mantiene su
agarre en mis codos mientras comienzan a cargarme hacia el auto. Miedo
helado envuelve mi corazón mientras contoneo mi cuerpo aún más duro,
jadeando y jadeando con terror cuando no puedo liberarme, sus dedos se
entierran en la piel de mis muñecas y pantorrillas ahora.
Hay un hombre detrás del volante del automóvil diciéndoles—: Ya callen
a la perra. —Mientras sigo forcejeando. Uno parece intentar cubrir mi boca y
uso mi pierna libre para patear su rodilla.
—¡NO! —sigo diciendo—. ¡No! ¡NO! —Un trapo es presionado en mi nariz
y por alguna razón contengo el aliento porque sé que esto pretende noquearme;
72
lucho contra mi propia urgencia por respirar. Le doy una patada en las bolas y
ágina
lo escucho gritar, luego ambos me lanzan dentro de la parte trasera del auto—.
¡AAAYUUUUUDA! —grito cuando ponen una capucha negra sobre mi cabeza y
el tono negro de la oscuridad desciende.
Mi aliento me deja por la sorpresa mientras cierran las puertas. Siento a
uno de los hombres apretar la capucha ligeramente alrededor de mi garganta,
asegurándola. Mis respiraciones jadeantes hacen eco en mis oídos, oscuridad
me envuelve mientras la realidad de mi situación empieza a penetrar y mis ojos
comienzan a picar. Manos acunan y toquetean mis pechos mientras otras
manos comienzan a sentirme por debajo de mi encantador vestido de verano, e
inicio una lucha con vigor renovado, gritando y escuchando los sonidos
solitarios y amortiguados de mis propios gritos que mueren dentro de la
capucha que cubre mi cara. No puedo escuchar qué dicen, susurrando, y
comienzo a agitar los brazos y piernas, castañeando los dientes mientras
intento golpearlos, golpeando todo lo que puedo.
—Pequeña luchadora… vamos a divertirnos con ella antes de entregar…
Mi vestido es jalado hacia arriba, pateo y me retuerzo mientras
encienden el auto, gimiendo cuando un mar de manos agarran mis muslos y
los fuerzan a abrirse.
—Solo conduce, nos detendremos de camino allí y tomaremos turnos con
ella.
El auto parece avanzar y, de inmediato, se detiene.
—MIERDA.
Escucho sus palabras con claridad.
—¿Qué?
También escucho la alarma en esa pregunta muy, muy claramente.
—JODER, HOMBRE.
Las manos dejan de tocarme, y por alguna razón me quedo quieta,
sintiendo que algo sucede.
—¿Quién mierda es él? ¿Uno de los hombres de Slaughter?
—Hay dos.
Antes de que cualquiera pueda responder a eso, se escucha el sonido de
una llanta explotando, luego otra silbando mientras sale el aire. Escucho tres
disparos limpios, luego otro a mi derecha, lo que parece abrir la agarradera.
Bisagras truenan mientras la puerta parece ser arrancada. La única mano que
permanece en mis pechos, congelada con sorpresa, es apartada y escucho un
grito asustado y un crujido, como huesos rompiéndose.
—¡Saaaaaaaanta mierda, en serio eres tú!
73
suelo.
—Lo llevaré a un lugar lindo y acogedor para que podamos platicar un
poco. —Una voz tejana se arrastra desde lejos.
Con pánico, comienzo a tocar alrededor con mis manos y justo cuando
encuentro algo duro y metálico en los vaqueros del peso muerto a mi lado, un
par de manos me alcanzan. Mientras siento nuevas manos envolviéndose a mi
alrededor, un golpe de adrenalina me atraviesa. El puño de un cuchillo, lo
agarro y balanceo, y, milagro de milagros, logro hundirlo en dura piel
masculina con repugnante tirón de mi lado. Gruñe sobre la cima de mi cabeza
y cuando me suelta para quitarlo, empujo y salgo del auto, encontrando mis
pies en el suelo. El cuchillo cae al suelo en el segundo en que comienzo a
correr, intentando quitar las ataduras de la capucha, esperando correr en
dirección opuesta de donde llegaron los nuevos.
—Tienes una viva y bien, C. —El tejano arrastra las palabras.
Chillo cuando me doy cuenta de que me dirijo directo a él y me giro
cuando me tropiezo con un par de brazos fuertes de hombre. Mi lucha
comienza instantáneamente pero este chico no se detendrá. Gruñe cuando lo
pateo en las bolas, luego comienza a asegurar mis brazos y piernas con algún
tipo de material de cuerda, suavemente, así no puedo escapar. Pateo el aire,
pero es fuerte y rápido, y lo que muchos hombres no podían hacer para
someterme, este lo hace en menos de un minuto.
Ata mis tobillos y muñecas, y luego me sostiene contra su pecho que se
siente musculoso y ancho mientras me carga a algún lugar. La adrenalina se
apresura a través de mi cuerpo sin ningún lugar a dónde ir y soy presa de
temores cuando me doy cuenta de que estoy muy jodida y no tengo forma de
liberarme.
Creo que corté al hombre, y su sangre se derrama sobre mí. Me retuerzo
en el último esfuerzo inútil por liberarme, pero también lloro, el sonido de mis
propios resoplidos haciendo eco dentro de la capucha.
Y de pronto sé lo que es esto. Es esa deuda.
Ahora es tan real, estos hombres son tan reales. Querían su dinero. Pero
se supone que tenía un mes más. ¿Se impacientaron? ¿Planeaban matarme o
solo usarme? ¿Me entregaban a ese chico de un ojo y al flacucho quién ofreció
darme una “extensión” de su polla cuando le pedí más tiempo para pagar?
—Estoy… estoy juntando el dinero —digo, atrapando un sollozo en mi
garganta.
Debo haberme quedado en shock porque parece que no puedo luchar
contra él, luchar por mi vida, tiemblo incontrolablemente. Siento un nuevo
dolor en los muslos y crece cuando siento un guante de cuero contra la piel
74
comienzo a tragarme sollozos porque esto solo puede estarme sucediendo a mí.
—M… mi auto es…
Sigue caminando, y no puedo hablar bien, jadeo por aire y lloriqueo.
—Mi… mi vestido.
Se detiene, luego escucho plástico siendo arrastrado y me doy cuenta de
que lo levantó en “señor sabe qué condiciones” por donde sea que cayó.
—Gracias —lloriqueo. Luego me doy cuenta, no es un chico bueno, ¡no
quiere ayudarme! Si fuera así, me dejaría ir.
Un temblor incontrolable toma mi cuerpo, haciendo mis dientes
castañear. Me pone en el asiento trasero de un auto que huele
sorprendentemente como a las bolsitas de lavanda que puse en mi auto
después de casi se convirtiera en un barco y las llantas chillan mientras nos
alejamos.
Terminamos estacionando en algún lugar, y luego otra vez, estamos en
movimiento, se detiene, se mueve, cauteloso, mientras se mueve y detiene,
para no ser visto. Subimos algunas escaleras, y escucho una ventana tronar.
Seguimos andando. Luego escucho agua correr.
Me baja en algún lugar suave, lo que creo que es mi cama, y afloja los
agarres de mis muñecas, sus guantes frotando los puntos de mi pulso. Cierro
los ojos y pretendo que es otro guante, de otro hombre, dándome consuelo,
pero el hecho es que realmente no es ese otro hombre, lo que hace toda mi
miseria aún más intensa.
Mecánicamente comienza a liberar mis piernas, luego frota las heridas
alrededor de mis tobillos otra vez.
—¡P… por favor no me lastimes…! —chillo, pateando, luego calmándome
cuando se aleja—. ¿Es por el dinero? Tendré el dinero, estoy juntando el dinero
—comienzo a divagar—. Mi auto se encuentra a la venta, solo que no he tenido
compradores y aún debo la mitad de todas formas, ¡así que solo necesito un
poco más…!
Hace algo inesperado. Alcanza mi mano y le da un apretón. No un
apretón enojado, un apretón tranquilizador. Me quedo callada. Mi corazón se
acelera mientras mantiene la mano en la mía por un largo momento, hasta que
parece estar seguro de que respiro bien. La deja ir. Siento sus pasos y el
chirrido de mi ventana, y de pronto me estiro y lucho por remover la capucha.
Estoy en mi apartamento. El agua de la ducha corriendo. Se fue… ¿por el
balcón y las escaleras de emergencia?
Hay sangre sobre mí. Hay sangre por todo mi cuerpo mientras me deslizo
en la bañera, totalmente vestida, y tomo una ducha, fregándome para
75
limpiarme. Lloro en silencio. Fui a rogarle a esos horribles hombres por tiempo,
y me dieron un poco, pero se me está terminando otra vez. ¿Por qué demonios
ágina
alguna vez creí que podía hacer una estúpida apuesta y no llegar a
involucrarme con este tipo de personas? Pienso en pedirle ayuda a alguien,
pero también soy muy orgullosa. Soy demasiado orgullosa para decirle a mi
mejor amiga, o a mis amigos, soy demasiado orgullosa para decirle a mis
padres quienes creen que soy perfecta y que no puedo hacer nada mal. Y
Greyson. Por alguna razón pensar en él me pone más sentimental que todo. Me
hace sentir a salvo, como si pudiera protegerme del mundo. Incluso de
hombres como estos.
Pero soy demasiado orgullosa para dejar al único chico con el que alguna
vez he tenido una conexión saber esto. Probablemente no le agrado tanto, de
todas formas. No. Nunca es así para mí. Lloro silenciosamente en la bañera,
sintiéndome más sucia que nunca, jamás quiero salir.
76
ágina
Matar
Traducido por Jasiel Odair
Corregido por Niki
Greyson
—¡Jooooder!
¿Estos hijos de puta quieren jugar? ¿Tocar lo que es mío? Entonces
mejor que estén listos para morir. Morir. El que envió a esos cuatro para
conseguirla, quien hizo la llamada, está muerto. ¿Y en cuanto al imbécil que
C.C. trajo con nosotros al almacén? Voy a malditamente matarlo, despedazarlo,
miembro por miembro.
Siseando del dolor, meto mi brazo sangrando bajo el agua corriendo, con
los ojos ardiendo de la rabia, la impotencia, el dolor de saber lo que le iban a
hacer a Melanie esta noche.
Ni siquiera podía jodidamente hablarle. Ni siquiera podía decirle que iba
a estar bien. Debido a la lista, debido a Cero, porque él no puede ser conocido
fuera del Underground; así que tuve que sostenerla en mis brazos y escuchar
sus sollozos. Nunca, jamás había sostenido a una mujer llorando antes. Oírla
suplicarme que por favor no la lastimara, sólo añadió fuego a mi estómago ya
agitado. Iban a…
Maldita sea, no puedo ni siquiera pensarlo.
Me quedo mirando el espejo en el baño del sórdido almacén, fosas
nasales dilatadas, la cara pálida de la pérdida de sangre, los ojos brillantes con
ese brillo frío de muerte. Luzco desquiciado. Me siento desquiciado. Abro el
77
gabinete del espejo y busco vendas, las cosas resonando en el suelo cuando no
encuentro nada.
ágina
Asegúrate de que esté de vuelta a las seis, así puedo llegar a la boda.
Hay tres tipos de cuchillos para lanzar. De hoja pesada. Mango pesado.
O equilibrado. La empuñadura y el ángulo son los más importantes. De largo
alcance, mantienes la muñeca sin doblar cuando se lanza, así el cuchillo no
girará demasiado en el aire. El mío apenas voltea, se dispara en línea recta.
Solía practicar en cajas de cartón de cereales, luego frascos de salsas, tablas de
abedul y pino, colgando en el viento. Ahora hay un hombre delante de mí y sé
exactamente cómo cambiar el peso de mi pierna dominante a la otra para crear
un impulso, cómo girar el antebrazo, el codo directo para mi lanzamiento. No
se trata de fuerza, sino de finura. Se necesita poca fuerza. El cuchillo reúne
fuerza solo.
Si golpeas con el mango, no cambia la fuerza, sólo permites más o menos
rotación por apoyarte atrás o adelante. Tengo toda esta ciencia detrás de mi
técnica y nunca he estado más dispuesto a aplicarla.
Él está atado a una silla, en una pequeña habitación en la esquina del
almacén. Una luz brilla sobre su cabeza. Está sangrando e hinchado, pero la
vista de su sangre no es suficiente para darme satisfacción.
Me mira, lo miro.
Sus temblores aumentan, y me complace. Inmensamente.
Me empiezo a acercar, manteniendo mi voz baja. —¿Quién te contrató?
—N-no hablaré, como le dije a tu aa-amigo.
Saco mi cuchillo y lo lanzo, rozando su sien. Grita, y sigo tirando hasta
que los cuchillos están pegados en la pared a su alrededor, delineando su
imbécil rostro. Entonces mi objetivo cambia hacia el centro de su muslo.
Golpea.
—¡Mierda! ¿Otro loco de mierda? ¡Pensé que eras el bueno!
—Siento decírtelo, pero ya conociste al bueno. —Ni siquiera finjo una
sonrisa, no siento nada por este hijo de puta. Ni siquiera piedad. Saco otro
cuchillo y pruebo la punta—. Soy el tipo a cuya chica acabas de joder, así que
haré esto extra doloroso. Tomaré un pequeño pedazo de tu piel, un tirón a la
vez. Una bola a la vez, un pedazo de tu pene a la vez. Los arrancaré, lenta y
dolorosamente, hasta que me digas quién te contrató.
80
mi próximo cuchillo.
—¿La estaban vigilando? —pregunto.
Una gran cantidad de contratos comienzan como vigilancia y terminan
como algo más. Golpeo su siguiente dedo. Grita y se moja los pantalones.
—¿Fue esto un secuestro?
Se está ahogando en sollozos. Oigo los sonidos débiles de tráfico afuera.
La escucho, con sus grandes ojos verdes soñadores, sollozando bajo una
capucha negra de mierda, tenso mi mandíbula y lanzo un cuchillo que cae
directamente en el centro de su palma. —¿QUIÉN ES TU JEFE? —exijo. La
sangre está vertiéndose ahora; pero no pararé hasta que las palabras empiecen
a verterse también. Justo cuando está por caer inconsciente, entumecido por el
dolor, en silencio le ordeno a C.C.—: Música por favor. No dormiremos esta
noche.
Melanie
Me despierto para encontrar mi vestido rojo colgando en el pomo de la
puerta de mi habitación, frente a mí. Parpadeo y el terror gira a través de mí
cuando me doy cuenta que él estuvo aquí. En mi habitación.
—¿Hay alguien aquí? —grito, tirando de las sábanas hasta mi cuello.
Silencio. Salto fuera de la cama y corro a abrir de golpe todas mis
puertas, con fuerza, en caso de que haya alguien escondido detrás de ellas.
Estoy cansada para el momento en que he recorrido todo mi apartamento como
una persona trastornada. Arrastrándome contra la pared, dejo que mis ojos
examinen mi vestido. Está perfecto. Sin ninguna marca en él. Incluso tiene el
sello de la tintorería. Mi brazo tiembla mientras toco la seda, fragmentos de
anoche parpadean por mi mente. Manos. Sangre. Lágrimas.
Parece que ambos sobrevivimos, mi vestido y yo, pero prefiero que me
parta un rayo antes de dormir en casa esta noche. Haré que Pandora me invite
a su casa por un par de días, o pasaré la noche en un hotel, sola.
Dios, pero no quiero estar sola.
Quiero otra noche con Greyson. Me he acostado en mi cama durante dos
semanas recordando esa noche que estuvimos juntos, y lo que siento por él va
mucho más allá del deseo, se siente como una necesidad. Un ansia. Quiero sus
brazos y su boca. Quiero su calor y la mirada en sus ojos para hacerme olvidar
83
Brooke me señala con un dedo. —No digas nada que me haga llorar —me
ágina
Él vino.
ágina
Y por la manera que nivela esos fieros ojos avellana sobre mí, no va a ir a
ninguna parte. No sin… mí.
Durante la ceremonia, comienzo a llorar. No espero hacerlo, pero el
miedo de la noche pasada se mezcla con el hecho que el chico que quiero está
aquí por mí, todo eso mezclado con las bajas y roncas palabras del novio de mi
mejor amiga prometiendo su vida a ella.
Odio que estoy arruinando mi maquillaje, pero cuando me pongo de pie y
escucho a mi mejor amiga prometer sus votos a uno de los hombres más
protectores, sexys y amables que conozco, recuerdo como fui yo quien le dijo,
¡HAZLO! ¡Ve tras él! Recuerdo que fui yo quien le dijo, ten una aventura, vive tu
vida, vamos, Brooke, joder, es REMINGTON TATE, ¡nadie le dice que no a ese
hombre!
Ahora siento un par de ojos avellana entrecerrados en mi perfil, y cuando
doy una mirada furtiva en su dirección, esa mirada posesiva que tiene no podía
ser mejorada por el mismísimo demonio en persona. Mi corazón se aprieta al
tiempo que intento dejar de llorar, diciéndome que al menos por esta noche,
estaré segura. Me sentiré segura. Porque él no se ve como si me dejará ir a
ninguna parte sin él.
Dios, pude haber muerto ayer.
Podría morir mañana.
Siempre he vivido mi vida en el momento, pero siempre planeando y
esperando por mi futuro perfecto. ¿Qué pasa si no hay uno? No me importa por
qué está aquí y de repente nada importa excepto que sé lo que quiero ésta
noche.
Sorbo por la nariz y me limpio las lágrimas, luego encuentro su mirada
casi suplicando, mi estómago duele cuando me devuelve la mirada con una que
me dice mucho más que simplemente que haré contigo. Hay preocupación en
su mirada, pero hay fuego, a punto de estallar allí, prometiendo quemarme de
la manera más deliciosa. Está aquí porque me quiere. Me anhela y yo lo anhelo
a él. Anhelo el hombre que conocí esa noche en la lluvia, el que no me dejó
mojarme y en voz baja preguntó acerca de mí, mientras me besaba toda la
noche. El que regresó para verme y pedir otra oportunidad. Su magnetismo
simplemente me atrae, la atracción es irresistible. Sin procedentes.
Y mientras los votos de amor son intercambiados en la capilla, me hago
una promesa. Prometo que sea lo que sea que hay entre él y yo, una aventura,
una catástrofe, la peor cita de mi vida, esta noche me voy a dejar llevar. Voy a
lanzarme de cabeza en ello, y voy a seguir mi instinto, mi corazón y cada
cosquilleo en mi cuerpo deseoso o me dejaré de llamar maldita Melanie.
86
ágina
Esta noche
Traducido por ElyCasdel & NnancyC
Corregido por Vane Farrow
Greyson
La ceremonia tarda un maldito montón de años.
Me paro aquí armado con mi SIG semiautomática, justo un poco más de
un kilo de acero, pero mi polla se siente dos veces más pesada y mi pecho diez
veces más. Soy como un animal atropellado hace una semana. Verla llorar ayer
me destrozó. Ahora su mirada está despojada y desnuda de emociones
mientras me ve entre la multitud, y no puedo procesar cómo me siento.
Desde el momento en que salió de la limosina con la novia, gruñí ante la
visión de ella. Soy arrasado con los impulsos de acercarme a ella, tocarla,
olerla.
Melanie es un manojo de contradicciones en vestido de dama de honor.
Toda sonrisas, pero espetando órdenes como un general. La miré jalar la cola
del vestido de novia detrás de ella así “lucía bonita” mientras una chica de
cabello oscuro con el ceño fruncido le pasaba un ramo de flores a la novia.
Melanie evitaba mirarme. Tal vez a propósito, tal vez no.
Ahora que los votos están hechos, estoy en la banqueta de afuera de la
iglesia, impaciente. Hay un coro de personas alrededor, pero sobre su ruido,
puedo escucharla reír. Giro la cabeza y veo al sacerdote diciéndole algo que la
complace. Dios. Quiero besar esa maldita risa para que se calle. Luego quiero
hacer algo para despertarla de nuevo y que viaje dentro de mi boca, donde
puedo atraparla. Probarla. Jugar con ella.
87
aterciopelada.
ágina
Estamos siendo observados desde el asiento delantero del auto, así que,
que se joda. En un movimiento, la jalo para que se siente sobre mi muslo y
ágina
bajo mi cabeza hacia ella. Huele tan malditamente dulce y jugosa que quiero
enterrar mi nariz y encontrar la fuente de su esencia. Froto mi nariz detrás de
su oreja, encendido por la su cercanía, su forma, su olor, ella.
Tiembla, y mis músculos se tensan en respuesta.
¿Qué me estás haciendo, mi dulce, encantadora número cinco?
Con mis pulgares alcanzo esos párpados y los obligo a cerrarse, así no
me verá. Entonces, no me mirará directamente con esos malditos ojos verdes
que gritan sálvame y mantéenme, y susurro con una voz áspera de lujuria—:
Cuando no estoy contigo, pienso en la siguiente vez que cada centímetro tuyo
me pertenecerá. Juego juegos y los juego duro y sucio, pero si fueras un juego,
princesa, entonces eres el primer maldito juego que alguna vez jugó conmigo en
respuesta.
Abre los ojos. Esos malditos ojos de HAZme, ÁMAme.
Su amiga Pandora está callada ahora, y el auto crepita con la atracción
de Melanie hacia mí, y de mí a ella.
Diablos, he jugado amable con los amigos por un tiempo ya, pero no soy
bueno mucho tiempo. Simplemente no está en mí.
Golpeo el techo del auto. —Déjanos por aquí.
—¿Aquí? Es la mitad de la nada.
—Insisto.
Con un dramático suspiro, estaciona en la acera al lado de un espacio
vacío frente a un complejo de apartamentos oscuros. Ayudo a Melanie a salir,
luego agarro el techo del auto con mi brazo sano y me inclino para decirle a
Pandora—: Me alegra que sus amigos estén genuinamente preocupados por
ella. No soy perfecto, pero te doy mi palabra, nadie la herirá cuando esté
conmigo.
Me lanza una silenciosa mirada feroz y sus amigos se van.
—Odia a los hombres, no te preocupes por ella. —Al parecer intentando
calmarme, Melanie me sonríe y roza una mano sobre la superficie de mi
camisa.
Agarro su muñeca en mi mano, el movimiento instintivo, para mantener
las personas a distancia. —El optimismo es la última de mis preocupaciones.
¿Tienes hambre? —Aprieto su muñeca y me doy cuenta de cuán débil y
pequeño es en el círculo de mis dedos, luego noto que ella es la única cosa que
me permito tocar sin un guante. Y se siente bien. Real. Cálida. ¿Cómo puede
algo tan jodidamente vulnerable provocar un tirón tan fuerte en mí? Quiero
pasar mi mano debajo de la chaqueta y tocarla toda, su clavícula, su garganta
y ascender, así puedo acunar ese rostro dulce y vibrante en mi mano, apretarlo
y besarlo hasta dejarla sin aliento. Mi voz se vuelve áspera cuando susurro—:
92
Joder, princesa, no sabes que soy el peor de los malos, pienso y entonces,
ágina
frota una uña por su vaso—. Pero no eres mi marido, no estás enamorado de
mí. ¿Qué quieres? —Me sostiene la mirada—. Pandora tiene razón, no le das
ágina
algo como esto a cualquiera. Los hombres les dan diamantes a mujeres que
necesitan comprar, u ocultar.
—Y, sin embargo, estamos a plena vista. Nunca ocultaría algo tan
hermoso como tú.
Toca el borde de su vaso con la punta de un dedo, y dejo que mis ojos se
arrastren por su brazo delgado y tonificado, abajo por su cuerpo, mis ansias de
tenerla volviéndose más fervorosas y más fervorosas a cada segundo. —Luces
preciosa en ese vestido, princesa.
Sus mejillas brillan. —Gracias. Casi pensé que no podría usarlo.
—Te ves adorable. La forma en que tu cabello se riza en las puntas. No
puedo desviar la mirada de ti y no puedo esperar a quitarte ese vestido.
Deja caer la mirada a la mesa, mordiendo ese labio.
Me inclino hacia adelante, probando mis límites; empujándolos. —Hemos
tenido sexo. Estás usando mi collar. Tengo una mano en tu muslo. Tus amigas
me han taladrado la cabeza hasta el cansancio. ¿Por qué tan tímida? —Cuando
solo suelta esa sonrisa deliciosa, curvo mi índice bajo su mentón e inclino su
cabeza hacia atrás—. ¿Has estado pensando en mí?
—¿Te refieres a obsesionarme y suspirar por el chico que no llamó?
Levanto una ceja. —¿El hombre parado en la iglesia, esperando a que le
des algo de atención? Ese era yo.
—¡Oh, guau, gracias por aclarar eso! —El sonido delicado de su risa me
vuelve duro como una roca.
Deslizo la mano más alta por su muslo, levantando la seda de su vestido
para que pueda tocar más piel descubierta. Estoy a punto de besarla cuando
un rostro conocido entra al restaurante. Mis ojos se deslizan por él y me relajo
cuando C.C. hace un breve gesto con la mano para hacerme saber que se
encargará de eso.
Que me jodan, no tengo energía para ninguna mierda criminal esta
noche. No he dormido en casi cuarenta y ocho horas. El corte de cuchillo en mi
bíceps duele como una perra, y estoy funcionando por pura adrenalina aquí.
Mientras espero a que C.C. haga una señal de que está despejado, Melanie
picotea su ensalada con desgana, y el viejo comportamiento familiar de
permanecer apartado del mundo se posa en mí.
—Gracias por venir a la boda —dice, en voz baja.
—Fue un placer —respondo, bajo.
Puedo de repente sentir la distancia entre nosotros como un abismo de
tres metros, evitando que haga una conexión.
—¿Por qué lo hiciste?
96
Asiente, y no sé nada más, excepto que todavía ansío una conexión con
ella. Cualquier clase de conexión. Estoy acariciando mi dedo más largo por el
interior cremoso de su muslo, todo el tiempo observando al recién llegado
marcharse por mi visión periférica. —Vine por ti, Melanie.
—He tenido mil revolcones de una noche, Greyson.
—He tenido mil y uno.
—¿Contándome?
—No, princesa. Cuando hagamos esto de nuevo… estarás en una lista
completamente diferente.
Nos miramos, ninguno sonriendo, mis ojos codiciosos deleitándose en la
curiosidad en su rostro, su largo cabello dorado, los senos muy pequeños
sobresaliendo contra la tela de su vestido de seda, la curva delicada de sus
hombros, y Jesús, quiero todo eso más de lo que nunca sabrá.
Coloca una mano en mi muslo. —¿Qué lista? —Ladea la cabeza y me
analiza—. ¿Qué será esto?
La sensación inesperada de su mano en mi muslo envía un calor
primitivo por mis venas. Un segundo estamos hablando, al siguiente atrapo su
cara y la sostengo quieta mientras miro aquellos ojos verdes, de repente
abrasadores y analizo su pequeña nariz, su boca amplia. —Para mí, esto es
una fantasía. Tú eres la fantasía. Para ti, esto será un error. Un error largo y
placentero. —Observo sus ojos oscurecerse, y nunca he sido un hombre de
contener mis palabras—. Voy a ser todo lo que nunca quisiste —advierto en un
respiro áspero—, nada que necesites. —Deslizo mi otra mano mucho más
arriba por su muslo—. A veces mi trabajo me alejará, y no llamaré y te enojará.
—Rozo con mi dedo corazón sobre la V de seda que cubre su sexo—. Seré
egoísta. Tomaré todo lo que quiera, cuando sea que lo quiera. No soy el hombre
de tus sueños, Melanie, soy el hombre de tus peores pesadillas.
Sus ojos destellan, y detiene mi mano de acariciarla y presiona sus
labios en mi oreja. —No soy tu jodido juguete.
La agarro por los hombros y la echo hacia atrás. —Pero me dejarás jugar
contigo.
—Si quisiera solo sexo, podría conseguir eso de cualquiera.
—No la clase de sexo que conseguirás conmigo. —Meto mi pulgar en su
boca, haciéndola saborearme. Mi cuerpo entero siente esa lamida—. Te haré
desearlo. Te enviaré un mensaje cuando esté aterrizando en la ciudad para que
estés retorciéndote y mojada para el momento en que me veas en tu puerta.
Me muerde el pulgar y me vuelve tan salvaje con la lujuria, que estoy a
punto de estampar mi boca en la suya.
Que me jodan.
97
Tal vez nunca haré una conexión que valga la pena con nadie en mi vida.
ágina
Melanie
Nos dirigimos a un apartamento en un vecindario de alto perfil, tan caro
y codiciado que todos en donde trabajo se prostituirían por un trabajo de
decoración en este código postal. Tiene una entrada privada y seguridad de alto
nivel en cada entrada y salida. El apartamento en sí está cubierto de ventas de
pared a pared, con suelos de piedra caliza y chimeneas de piedra.
Compruebo el amplio espacio casi vacío, con un barrido de mis ojos muy
abiertos, mi mandíbula abierta. —¿Acabas de conseguir una casa en la ciudad?
—Le entrego el abrigo, su mirada es una cosa deliciosa y palpable sobre mí,
mientras camino al interior.
—¿Te gusta? —Su voz no tiene ninguna inflexión, pero algo en sus ojos
me dice que quiere que me guste.
Me doy cuenta que el único mobiliario es una cama enorme en el centro
de la habitación, y la visión de esas sábanas blancas y almohadas mullidas me
provoca un hormigueo. Ambos. En esa cama. Tocándonos,
besándonos, tocándonos íntimamente.
Las ventanas más cercanas a la cama están orientadas hacia mi edificio
y por un momento me pregunto si notó que, incluso algo distante, mi
apartamento se encuentra ubicado hacia este lado.
—¡Es un espacio impresionante pero muy vacío! —Extiendo mis brazos—
99
banco.
ágina
bien? Por supuesto que lo está, Melanie. Ese hombre es tan penetrable como su
puerta de acero.
ágina
Mi mirada se dirige con avidez de sus piernas gruesas, al bulto por el que
me encuentro loca, hasta el pecho, que estira el material de su camisa blanca
como la nieve de la mejor manera posible. Sintiéndome pesada y caliente, mi
pulso latiendo rápidamente en mis venas, me arrastro sobre él, su mirada
aburrida sobre mí con silenciosa expectativa.
—Creo que eres un bastardo. Pero eres tan sexy en este traje... —susurro
mientras empiezo a quitar el cinturón de sus pantalones, a horcajadas sobre él
para que, si quería, podía bajar mis caderas y frotar el punto más doloroso de
mi cuerpo contra el bulto tan grande y delicioso en su regazo—. Y quiero
follarte duro porque me hiciste creer que eras mejor, me hiciste creer que me
querías para más que esto —agrego—. Imbécil.
Agarra su cinturón cuando lo libero, lo arroja a un lado y cae haciendo
ruido, luego se mueve como un rayo, colocándome de espalda, levantando mis
brazos para fijarlos sobre mi cabeza. Grito, y sonríe. —Te atrapé —dice con
tono áspero, deslizando una mano por el interior de mi brazo. Comienzo a
jadear por el delicioso peso de su cuerpo presionando la parte baja del mío,
llevo mi mano libre a su cintura para sacar la camisa de sus pantalones y
empezar a desabrocharla desde abajo, corriendo hacia arriba.
Suelta mi muñeca y lentamente empuja mi vestido hasta mis caderas. —
Tienes una boca sucia, Melanie. ¿Sabías que puedo llenarla con mi corrida,
justo así, así el próximo sonido que hagas sea el de tragar?
—Tal vez el próximo sonido sea tú gritando cuando muerda la cabeza de
tu polla gruesa y rosa.
Respiro y mis pensamientos se dispersan cuando gruñe—: Cállate ahora.
—Y me besa. Dura y deliciosamente.
El siguiente sonido real en la habitación no es nada más que lenguas
mojadas y resbaladizas enganchándose, el roce de la tela mientras sube más
mi vestido. Me derrito bajo su boca, caliente, poderosa y más voraz que
cualquier boca que alguna vez hubiera encajado con la mía... y se siente como
si todo lo que dijimos realmente no significa nada, que esto significa todo.
Su aroma me llena como una calidez curvándose en mi estómago
mientras sube mi falda hasta la cintura para exponer mi tanga de encaje negro.
El aire acaricia mis nalgas desnudas, y al segundo siguiente, las toma en sus
manos cálidas.
—¿Estás contenta de verme ahora, Melanie? —murmura en voz baja y
matizada al tiempo que, utiliza mi trasero para atraerme contra él.
Gimo, estoy tan excitada. —Todavía no —miento.
Frota sus labios contra los míos, burlándose. —¿Segura?
Una vez más, sus labios se frotan contra los míos, cálidos y
aterciopelados.
103
que no me quería, todo lo que estaba prohibido para mí. Gimo mientras lame
un círculo alrededor de mi clítoris. —¡Oh Dios! Grey... Greyson... Por favor...
eres…
Mi respiración raspa en mi garganta cuando levanta su cabeza y veo la
posesividad inconfundible en sus ojos. Besa mis pezones tensos, luego me
estudia, atada por él, en su cama. Usando mis piernas, curvo mis muslos
alrededor de sus caderas, impulsándolo más cerca. —Nunca he rogado antes,
pero te ruego que me toques.
—¿Por qué es lo que ruegas, Melanie? Debería ser yo el que ruegue por
tocarte.
Sus manos comienzan a arrastrase por mis costados. Sensaciones tan
intensas, cada toque de sus dedos crepita sobre mí como huellas ardientes.
Mis músculos se tensan y anudan y mi cuerpo se dirige una vez más a ese
lugar donde solo él me lleva, donde no solo satisface un anhelo físico, sino
también consigue el acceso a un lugar donde puede rasgar mi alma.
Cierro los ojos cuando siento un poco de humedad ardiente en su
interior, mantengo mis brazos sobre mi cabeza, atados con su corbata,
mientras utiliza su pulgar para jugar con mi clítoris.
Lo hace más duro, más profundo, hábilmente. Nuestros ojos se
encuentran, aplasta mi boca y susurra—: Soy el único que no ruega, joder.
Pero rogaré por este coño —gruñe mientras sus dedos me preparan, porque es
tan grande que necesito estar húmeda y lista, y oh Dios, estoy tan lista.
—Sí… —digo, la proximidad de mi orgasmo audible en mi voz, luego su
boca está sobre la mía de nuevo, nuestras lenguas besándose, lamiendo
mientras sigue rozándome, su palma caliente me acuna y desliza un dedo en lo
profundo. Inclino mi pelvis, desesperada por cada centímetro. Cuando me tiene
preparada para explotar, se retira para desabrochar sus pantalones.
Mi visión es borrosa de desear esto. Ni siquiera se quita los pantalones.
Los empuja hasta las rodillas, liberando su erección, sus muslos gruesos y
poderosos.
Nuestras bocas vagan sobre la otra al tiempo que alinea nuestros
cuerpos. —¡Duro! —suplico mientras engancho mis muñecas atadas alrededor
de su cuello para mantenerlo cerca, mis labios lloviendo besos en su
mandíbula. Anoche, asustada y sucia y vulnerable, era todo lo que quería.
Todo lo que deseaba—. Te deseo tanto. DURO —jadeo, de repente vulnerable,
temblando, necesitando.
Con avidez, mordisqueo el anillo en su pezón, responde con un fuerte
gruñido y me tira sobre mi espalda. —Impaciente y hambrienta pequeña. —
Agarra su polla y se pone el condón, se ve tan desesperado como yo cuando
106
Mis ojos se voltean por el placer y grito—: Sí, todo de ello. —Gruñe
cuando ve caer mi primera lágrima, y cuando sus manos ahuecan mi cara
como si quisiera atraparlas, comienza a follarme de verdad, mi cuerpo se
derrite en el suyo mientras el mundo se llena de él. Solo él. Simplemente él.
Se empuja más profundo, y me elevo más y más alto. Puedo sentir mis
pezones rozando su camiseta, su aliento caliente en mi cara, su cuerpo en el
mío, y eso es todo lo que sé cuando mi mundo inclina su eje. Sus manos no
sueltan mi rostro, sosteniéndome para cada duro, rápido y experto empuje. —
Así es, así exactamente, déjate ir para mí, vente para mí, Melanie, te tengo —
murmura, besando mi garganta.
Mis pechos están rosados en las puntas por el roce de su camiseta; me
encanta. Me encanta su olor, sus manos, su voz. —Sí —jadeo cuando empuja
con más fuerza, mi ritmo completamente desastroso ahora. Todo lo que quiero
es más de él, más de él, TODO DE ÉL. —Sí, sí.
Ruge, la cabeza cayendo hacia atrás, venas apareciendo por el placer
mientras empieza a moverse rápidamente y separo más las piernas cuando
agarra mis caderas y empuja más duro, viéndome enloquecer.
Gimo y empiezo a convulsionar, consciente de alguna manera que sus
ojos me están devorando mientras me destrozo en un millón de brillantes
estrellas.
Momentos más tarde, salgo de mi aturdido estupor para notar que está
acariciando mi cara húmeda con una mano, la otra sobre mis muslos donde
tenía moretones. El toque me derrite en lo profundo donde me duele recordar,
pero ahora mismo, en sus brazos, una satisfacción y paz nos recorre. También
puedo sentirlo en su cuerpo. Como si le gustara limpiar mis lágrimas.
Suspirando con relajación cuando besa mi sien y seca el resto de mi
cara, envuelvo mis manos atadas en su cuello y me presiono en su pecho.
—Nadie me empuja tanto como tú lo haces —explico, mi voz suave.
—Eso es porque soy malo —dice. Desliza una mano por mi brazo, hasta
donde mis manos están unidas en su nuca—. Soy jodidamente —Me besa un
párpado—, malo para ti. —Besa el otro, luego besa mi boca y sus dedos
empiezan a jugar con mi coño de nuevo. Mi cuerpo me sorprende,
respondiendo incluso cuando no lo creí posible.
—¿Lista para más?
Asiento.
No puedo ponerle un nombre a lo que siento cuando está dentro de mí,
así que tal vez no intentaré hacerlo. ¿Siquiera tiene un nombre? Esta conexión
entre los seres humanos. Entre una mujer y un hombre; un maldito imbécil.
107
Lo miro, y no me asusta.
Me atrae.
ágina
mis sueños.
Me preguntó por mis fantasías anoche.
ágina
Me reí. —Bueno… podría tener una, pero no voy a decírtela —le susurré
con picardía mientras lo miraba—. ¿Cuál es una de los tuyas?
—Las fantasías son para las personas que no hacen lo que quieren.
—¿Así que lo has hecho todo entonces?
—Todo lo que he querido hacer.
—¿Incluyéndome?
Se rió, un sonido delicioso. —Incluyéndote. Ahora, un puñado de veces.
—¿Incluyendo un trío? —bromeé.
—Por supuesto.
—¿En serio? —Animándome por la curiosidad, apoyé la barbilla en su
pecho—. ¿Es divertido?
Pasó el pulgar por los hundimientos de mi columna, mirando mi sonrisa
con una propia. —Para el chico, sí. Las chicas no parecen ser capaces de
olvidar que no es una competencia.
—¿Solo haces tríos con dos chicas? —molesté—. Eso es muy idiota de tu
parte.
—Nena, no comparto a mis chicas con otros hombres, así no es como
actúo.
—Bueno, no podría compartir con otra chica tampoco. Patearía a la perra
de la cama ahora mismo. Querría ambas manos sobre mí, no solo una. ¡Pfft!
Se rió y tiró la cabeza un poco atrás, su voz fuerte y ronca, su manzana
de Adán balanceándose. —Eres suficiente para cualquier hombre, confía en mí.
Rezumaba tanta sensualidad que quería lamerlo. La forma en que me ha
estado follando es tan… ni siquiera puedo explicarlo. Nunca he sentido una
conexión tan fuerte, una conciencia tan primitiva de él como un hombre, y yo
como una… mujer. —¿Qué acerca del sexo anal?
Señor, su siguiente risa fue tan oscura y sexy. —Por supuesto. Eso
siempre es divertido. —Me miró, luego la comprensión apareció en sus ojos, y
comenzaron a brillar, demasiado intensamente cuando ahuecó mi culo con una
cálida mano de largos dedos—. Ven aquí, Melanie.
Mi corazón se aceleró por la lujuria engrosando su voz. Me encanta el
sexo. Es la única manera en que he conectado con el sexo opuesto, pero nunca
así. Nunca con nada arriesgado. Nunca donde tenía que confiar en que el
hombre que se encontraba conmigo no me lastimara.
—¿Quieres que follen tu culo con dedos, princesa? —susurró en mi oído,
y mi sangre corrió caliente en mis venas cuando hundió el pulgar a lo largo de
112
avergüenza de ello.
Cuando se inclina y presiona sus labios contra mi cicatriz, mis ojos se
llenan de lágrimas.
—¿Qué pasó aquí? —murmura.
No sé por qué me emociona, pero parpadeo las lágrimas y deslizo mi
mano por su pecho sobre su propia cicatriz. —¿Qué pasó aquí? —argumento,
mi voz llena de emoción.
—Las damas primero —dice suavemente, relajándose y mirándome con
ojos que ya no están con sueño, sino que son oscuros y pacientes.
No estoy segura de que quiero que sepa que uno de mis riñones no es
mío. Que tengo un trasplante. Que tengo que tomar pastillas para asegurarme
que mi cuerpo no rechace el órgano de mi donante. Que tal vez en un par de
años, voy a tener que cambiar este por uno nuevo una vez más, si empieza a
fallar.
Estas no son cosas que le dices a un hombre cuando estás empezando
salir con él, o simplemente follar, o lo que sea que estés haciendo. Hay un
programa llamado el Millionaire Matchmaker, y nunca olvidaré como el experto
Patti regañó horriblemente a una chica que había soltado algunos problemas
graves en el regazo de un pobre soltero.
¡No hagas eso!
¡Los chicos no se preocupan por ello a menos que realmente se
preocupen por ti primero!
En silencio, toco el aro del pezón de Greyson en su lugar, y lo escucho
contener la respiración cuando le doy un tirón juguetonamente, sonrío al ver
sus de repente muy oscuros y hambrientos ojos, y digo—: Debería conseguir
un aro en el pezón.
Se ríe, y luego se vuelve serio y sacude la cabeza. —Sí, eso no va a
suceder.
—¿Por qué no?
Frota mi trasero. —Eso no va a jodidamente suceder. Nadie va a poner
una mano cerca de mis asuntos.
Me doy cuenta de que el vendaje grueso en su brazo derecho está
manchado con sangre, por lo que me siento con un sobresalto. —¿Qué te pasó
aquí? ¿Te arañé?
Simplemente sonríe para sí mismo mientras se aprieta el vendaje. —Se
necesita un poco más que la uña de una gatita para hacerme sangrar.
116
—Déjame ayudarte.
Moviéndome más cerca, tomo el vendaje y con cuidado lo envuelvo
ágina
—Nah, no lo creo.
Todavía está somnoliento y en la cama, estirándose mientras comprueba
ágina
su teléfono, primero uno, luego saca otro. —¿Puedo usar la ducha, muy
rápido? —pregunto nerviosamente.
—Usa todo lo que quieras.
Una vez más me siento extrañamente tímida... No sé por qué me hace
eso. Normalmente, en una aventura soy desinhibida y puedo mandar un pobre
chico, si quiero. Pero está claro que no puedo hacer eso con él. Consciente de
sus ojos en mi culo cuando me retiro, camino al baño y enciendo el agua
caliente, entrando en la cabina. Lentamente exhalo mientras el agua corre
sobre mi cabeza.
Greyson entra en el baño justo cuando estoy saliendo de la ducha, y
mientras envuelvo mi cabello en una toalla y mi cuerpo en otra, abre el grifo de
nuevo y se ducha en un minuto.
Esto es completamente extraño para mí, estar con un hombre en el baño.
Brooke ha mencionado que después que Remy se ejercita, toman una ducha
juntos, y follan como locos. Me resulta terriblemente distractor. En una
manera rara. Infiernos, en una manera de “vamos a follar” también.
De hecho, termino perdiendo mi cerebro y me quedo ahí parada,
comiéndomelo con los ojos mientras se seca el cabello con una toalla sin
importarle su desnudez, sus hombros moviéndose, sus abdominales
tensándose, sus músculos en V que conducen a su hermosa polla, y lo juro es
tan grande, incluso en su estado normal…
—Acabo de darte algo de esto. ¿Pero parece que la dama aún anhela un
poco más?
Su voz hace que mis ojos se dirijan a los suyos y a esa sonrisa de infarto
mientras se quita un envoltorio plástico que colocó alrededor de su vendaje
para mantenerlo seco.
—Como si no me estuvieras tentando a propósito —digo con una sonrisa,
babeando cuando veo su culo musculoso caminar hacia su armario.
—¿Seguro que no quieres venir? —pregunto.
—Sí, estoy seguro. —Vuelve con algo de ropa arrugada en un brazo y se
para delante de mí con una sonrisa—. Me he venido lo suficiente por ahora.
—Idiota. Pero ya sabía eso de ti, ¿no es así?
Me inclino sobre el mostrador y comienzo a aplicar mi maquillaje de la
mañana.
—No lo decías en serio. ¿Lo de invitarme? ¿Cierto, princesa? —pregunta,
viéndose seriamente perturbado.
Frunzo el ceño. —Solo hablamos y almorzamos. No es como si ideáramos
118
VOLCÁN!
Mientras me obligo a ponerme mi ropa, todavía está desnudo, y antes de
ágina
Greyson
—La siguiente cosa que sabes, es que estarás yendo a una maldita iglesia
un domingo para cantar en coro —cacarea Derek mientras me lleva a la casa
de los padres de Melanie.
¿Por qué está llevándome a la casa de sus padres, te preguntas?
Porque parece como que estoy tomando un desayuno tardío hoy.
—Cierra tu maldita boca —gruño.
Derek se ríe y sacude su cabeza, y miro malhumoradamente por la
ventana.
—Aaaaaahhhhh, Dios, no puedo creer esto —me digo mientras froto mi
cara y bajo la mirada a mi ropa limpia. Tomé el riesgo de no usar ninguna
arma y me siento más allá de estar desnudo… me siento estúpido. Como algún
chico de último curso yendo a buscar a su cita.
Hay algunas cosas que simplemente sabes que son correctas o
equivocadas. Y sé que el sentarse en un desayuno tardío del domingo con los
padres de una mujer es donde no pertenezco.
Mi jersey pica. Tiro de este airadamente mientras camino hasta su casa
adosada. Sé exactamente dónde está su casa porque he hackeado todos los
sistemas de Melanie, leído cada página, recibo, y artículo con su nombre en él.
122
Podría ser una plaga en piernas aproximándose a la casa de dos pisos, lo cual
es como me siento, fuera de lugar mientras golpeo la puerta con mis nudillos.
ágina
Hay parcelas de flores cerca. Huele... a césped recién cortado. Casi recuerdo
ayudar a mi madre a cortar el césped hace trece años. En una casa como esta.
Han pasado trece años desde que caminé a través de puertas como éstas, en
un barrio como éste. Ya no pertenezco aquí, maldita sea.
Derek ondea una mano hacia mí desde el coche y le saco el dedo, luego
grito—: Llevaré las sobras para ti.
Me saca el dedo de vuelta. —Comeré un burrito de la gasolinera, pero
seguro que eres el epitome de la amabilidad esta mañana, jefe.
Ignorando la pulla, porque por supuesto no estaba con el humor más
resplandeciente durante nuestro viaje aquí, nunca lo estoy, golpeo la puerta
por tercera vez.
No sé realmente con certeza cómo reaccionará Melanie ante mi presencia
aquí, pero voy a darle un poco de ayuda y actuar como si ya sé que estará
malditamente encantada de verme. Punto.
Una sirvienta abre la puerta. —¿Sí?
Recorre su mirada sobre mí como si no pudiera evitarlo, luego escucho
una voz similar a la de Melanie. —¿Quién es, Maria?
—Gracias, encontraré mi camino. —Suavemente entro en la casa y me
dirijo al ruido viniendo del comedor con facilidad.
El padre de Melanie se levanta de su silla, sorprendido, aunque no
alarmado. Algunas canas están esparcidas en una cabeza llena de cabello, y
tiene el tipo de rostro que permanentemente lleva una sonrisa. La madre de
Melanie, por otra parte, permanece sentada con los ojos amplios; una mujer
hermosa con una pálida, sensible expresión y los ojos casi del mismo tono que
Melanie.
—¿Melanie? —pregunta su padre. Vago por su cuerpo con mi mirada, y
cuando nuestros ojos se encuentran, la veo tirando ligeramente de un mechón
suelto de cabello, nerviosamente buscando una explicación. ¿Qué? ¿Ahora está
dejándome aquí como un idiota? Corrientes de electricidad crujen entre
nosotros, y siento a mi cuerpo responder.
—Señor y Señora Meyers —digo a las personas sentadas en la mesa del
comedor—, siento mucho haber llegado tarde.
—Mamá y papá, este es Greyson. Fue conmigo a la boda de Brooke y
Remy. Es…
Alza su rostro hacia mí por ayuda. Sus ojos amplios y brillantes, y Dios,
esta chica jode con mi cerebro. Mi mente parpadea con imágenes de ella: la
mujer juguetona, la sirena en mi cama, la enfermera quien me cubre y me besa
después, y puedo sentir el fuego en mis entrañas mezclándose en mi alma.
123
Posesivo.
ágina
Protector.
¿Qué demonios?
—Así que, ¿cómo se conocieron? —Quiere saber su madre.
Melanie suspira. —Salvó mi coche de la lluvia un día.
Los ojos de su madre se vuelven enormes. —¿Cuándo te encontrabas en
medio de la lluvia? —le pregunta a Melanie, como si ya hubieran hablado de la
noche en que nos conocimos.
Melanie se sonroja; ¿cómo puedo perder la manera en que sus mejillas
arden en rojo brillante? El fuego en mis entrañas crece aún más cuando me
doy cuenta de que ha hablado de mí con su madre.
—Greyson, espero que no creas que estamos siendo demasiados
entusiastas, pero Mel nunca ha traído a un chico en veinticinco años. Ni
siquiera a un amigo.
—Veinticuatro —corrige la princesa.
—En poco más de un mes serán veinticinco años —dice su madre,
rodando los ojos y luego me mira a través de sus pestañas—. Nuestra Mel
siempre hace una celebración —me dice, sus manos en modo de oración bajo
su barbilla—. ¡Este año no podemos esperar a ver qué planea!
Por primera vez noto que mi chica fiestera parece pérdida para hablar. —
Podría pasar este año, todo está muy caro.
—Tonterías. ¡Son veinticinco años! —dice su padre.
El silencio de Melanie está cargado con un dolor que es palpable. De
repente, estoy concentrado en el hecho de que los tres estamos mirándola
mientras baja la mirada a su plato, su labio atrapado debajo de los dientes. Mis
dedos se retuercen a mis costados y un destello de preocupación me golpea
cuando me doy cuenta de que está triste, el destello del dolor es seguido de un
destello de determinación para hacerlo mejor.
Dios, ella ilumina la habitación. Cuando está triste es casi como si la luz
simplemente se apagara. Vivo en oscuridad lo suficiente y estaré condenado
antes de dejarla ver apagar su luz.
—¡Muy bien, así que mímicas será! —Su padre aplaude con entusiasmo
fingido.
Debajo de la mesa, robo un toque del muslo de Melanie y froto en un
movimiento lento, suave, que nunca he usado en una mujer, pero que ella saca
en mí; no obstante, me elevo cuando sus mejillas enrojecen y sonríe de nuevo,
su tristeza olvidada. Juro que su sonrisa se dispara a mi cabeza como una
montaña rusa.
125
legítimamente mío.
—Saltamontes, qué dices de chicos contra chicas. ¿Eh, Greyson?
Pronto Melanie camina estirando su cuello, frunciendo sus labios e
inclinándose hacia delante y besando ligeramente en el aire. Es sexy, divertida
y tonta, y lo que hace, de alguna manera, dispara un galón de sangre directo a
mi polla.
Aparentemente este juego incluye tarjetas. Tomamos una categoría. El
papá fue por los animales. Y ella está actuando como un animal raro.
—El equipo que adivina más, gana —me dice su padre, golpeando mi
brazo—. No te preocupes, nuestro pequeño saltamontes nunca adivina
correctamente… ¡Una grulla! —grita de repente.
—¡Sí! —chilla ella.
—¿Vas primero, o lo hago yo? —me pregunta su padre.
—Por supuesto, señor. No muero por hacer el ridículo todavía. —Se ríe y
saca una tarjeta y veo que es un oso.
Extiende sus brazos y camina por allí. —¡Gorila! —grita Melanie. Él me
sonríe y levanta los brazos en el aire, más alto.
—¡Garañón! —chilla la Señora Meyers.
El Señor Meyers me lanza una mirada y levanta sus cejas hasta la
coronilla de una manera que dice ¿Ves? Estas mujeres no tienen ni idea.
Continúa actuando hasta que estoy riendo entre dientes, mirándolos,
hasta que es mi turno. Lanzo un vistazo a escondidas por la ventana y me
aseguro de que no soy visible; si Derek ve esto, es el final de Cero. No habrá
más respeto para Cero.
Saco una tarjeta y consigo un perro. Comienzo a gruñir y hago lo primero
que puedo pensar, tomo una almohada y mastico en la esquina.
—¡Lobo! —grita su madre.
La coloco entre mis dientes y la muevo de un lado a otro.
—Oh Dios —dice su madre.
Melanie se está riendo a más no poder, y me siento como un imbécil.
Diablos, quiero que adivine, pero demonios, no voy a lloriquear como un perro.
Suelto la almohada y me doy por vencido; está aferrando su estómago,
riendo y tan caliente mientras viene y aleja la almohada, juguetonamente
recorriendo sus dedos a través de mi cabello. Puedo ver la dinámica familiar
ahora tan claramente.
—Mi abuela solía decir —me dice, con un último toque de mi cabello—,
126
juego. Ella brilla. Todos brillan. Es ridículo y estúpido y nunca en mi vida quise
ser estúpido y ridículo. Mato, chantajeo y estafo lo ridículo y estúpido.
—¡El que pueda hacer el mejor truco consigue el último brownie!
—Ahora, hijo —me dice su padre después de ese anuncio—, cualquier
truco que puedas hacer, ahora es el momento para hacerlo. Esos brownies son
asesinos, te lo aseguro.
—¡Vas primero, papá! —exclama Melanie.
El Señor Meyers comienza a hacer un baile ruso, con los ruidos
incluidos. Su madre hace como un verdadero gorila. Melanie me mira, entonces
acuna su boca y comienza a rebuznar como burro. Finalmente, todos me
miran.
Mierda. ¿En serio?
Esto es tan estúpido.
Pero…
Es la forma en que ella me mira, curiosa, feliz. Me trae de nuevo a donde
está. Y me hace ver el comedor para ver qué demonios puedo hacer. Veo un
jarrón con margaritas en la mesa. Son de color rosado eléctrico, tan princesa.
Agarro un cuchillo y retrocedo varios pasos, lo lanzo a través de la
habitación, sobrepasándolos. Y acierto en el centro de la margarita en la pared
más lejana.
Silencio.
—¡Santo guacamole! —grita su padre.
—¡Ese es un truco increíble! —exclama su madre.
Melanie me trae el brownie mientras desprende la margarita, y cuando
me entrega la flor, le ofrezco la flor.
—Ese es un truco interesante —dice, examinándome y oliendo la flor—.
¿Te enseñan eso en la escuela de seguridad?
—¿Te enseñan a hablar burro en Decoración 101? —Quiero hacerla
sonrojar, y funciona. Se ríe.
Mi efecto en ella es como una droga y se dispara directo a mi cabeza,
mareándome.
—Ese fue un truco genial. —Escucho a su padre susurrar a su madre,
pero estoy consumido por mi maldita malhablada princesa parada cerca,
jadeando y emocionada, juguetona y cálida y llena de promesas de cosas que
nunca he tenido en mi vida.
127
Melanie
Follamos antes de que él abandone la ciudad.
Directamente de lo de mis padres, me siguió hasta mi apartamento,
arriba en el ascensor, a mi puerta. Me paré allí, empezando a decir adiós.
Aplastó mi boca con la suya, me levantó, y me llevó de allí al dormitorio.
Me tiró sobre la cama y arrancó mi ropa, luego la suya. Mi cuerpo
temblaba y mi respiración se estremecía mientras se dejaba caer sobre mí.
Me mantuvo presionada, con una mano en mi hombro, la otra en la
cadera, y me folló duro. Grité y me retorcí, rastrillando mis manos por su
espalda.
—Mírame.
Lo intenté, gimiendo.
Deslizó su mano por mi espalda, bajo la caída de mi cabello y me sostuvo
por el cráneo, inclinando mi cara hacia arriba. —Di que lo amas —ordenó—. Di
que jodidamente lo amas.
—Lo amo —gemí.
Su boca cayó sobre mí y me dio el beso de mi vida, la follada de mi vida.
Cuando liberó nuestras bocas, ralentizó el paso y dijo de nuevo, más ronco—:
128
otra vez dentro mío. Sin retenerse. Cada movimiento diciéndome que
necesitaba esto tanto como yo.
Mi clímax me tomó como una tormenta. Con cada estremecimiento que
me recorrió, uno más profundo corría a través de él hasta que los dos
estábamos jadeando y desechos. Apreté mis muslos y brazos más en torno a él,
sosteniendo su cuerpo duro y pesado contra el mío, manteniéndolo un poco
más dentro de mí.
No quería dejarlo ir. Mi rostro se hallaba mojado de nuevo por mi
orgasmo, pero de repente me dieron ganas de llorar un océano.
Tengo miedo de lo que me hace sentir, y de la realidad de mi situación.
Tengo miedo porque debo todo este dinero y no he tenido compradores
para mi Mustang, y cuando mi tiempo se agote tres días después de mi
cumpleaños, una docena de mafiosos enojados vendrán a llamar a mi puerta y
nadie será capaz de ayudarme. Nadie será capaz de detenerlos. Ni siquiera él.
No sé lo que voy a hacer. No sé qué hacer. Pero nadie me hace sentir tan
emocionalmente vulnerable y tan físicamente segura como él cuando me
sostiene.
El hecho de que vino a almorzar, inesperadamente, me dijo más que
todas sus advertencias. Exhaló en mi cuello y nos colocó en una posición más
cómoda, en la que me mantuvo a su lado, y sentí emociones extrañas
agobiarme.
No seas necesitada, me dije, pero me sentía como una impostora.
Todavía me oí susurrar—: Todo lo que dijeron mis padres…, no lo creas. Ellos
solo piensan que soy perfecta, pero aparento.
Me aparté de él y aferré la sábana alrededor de mí.
Se sentó en la cama. —Sé sobre fingir.
—Mi vida vino a un precio muy alto y es difícil estar a la altura.
Al instante se acercó y puso una mano en mi hombro, trazando un
círculo en mi piel con el pulgar. —Mi vida ha venido a un alto precio también.
Todos los días. —Apartó un mechón solitario de pelo de mi cara, nuestros ojos
encontrándose—. Tantos días tratando de encontrar un jodido significado en
ella.
La revelación me dejó sin aliento, y esperé y esperé y esperé por más, vi
que había más en sus ojos, pero se levantó y agarró su ropa.
—Estoy contento de ser querido aquí, Melanie —dijo, lanzándome una de
sus muchas sonrisas ganadoras.
Cuando empezó a vestirse, me di la vuelta hacia la ventana y apreté mis
129
brazos alrededor de mi estómago, tratando de aliviar el dolor allí. Uf. Odio que
se esté marchando de nuevo. Odio que esto podría ser una despedida.
ágina
darme.
—Algo huele bien por aquí y mi apuesta es que eres tú.
Mi sangre se dispara cuando reconozco la voz cálida, suave detrás de mí.
De alguna manera, ¡Greyson se metió y se arrastró hacia mí! Sin hacer un solo
ruido. Y ahora desliza su enorme brazo alrededor de mi cintura y me da vuelta,
el movimiento me coloca a más quince centímetros de un chico malo con sus
labios a solo un pelo de distancia de los míos. Mis sentidos se tambalean
mientras absorbo su cercanía y deslizo mis manos en una rápida y codiciosa
exploración de sus gruesos brazos.
—Hola —jadeo —. Yo…
Me besa durante un minuto entero.
Un minuto y medio.
Nuestros labios moviéndose, mezclándose, mis rodillas sintiéndose
blandas porque sus besos son mejores que cualquier cosa que he tenido. Y
ahora no puedo pensar o hablar o apenas pararme en mis propios pies.
Retrocede y siento que me sonrojo ante su acalorada valoración. —Me
gusta esto —susurra y señala mi delantal, y el ligero deleite en sus ojos me
hace sentir como si hubiera ganado el primer premio en Iron Chef, y ni siquiera
ha probado mi comida todavía.
—Te va a gustar todavía más cuando te des cuenta que planeo
alimentarte con el postre yo misma —susurro. Su mente sucia parece obtener
lo mejor de él, porque se ve voraz al instante. Riendo, le insto a sentarse en
uno de los dos taburetes en el extremo de la isla de la cocina—. No es lo
que piensas, ¡es comida real!
—¿Te vas a quitar esto para mí? —Tira de la faja de mi delantal.
—Tal vez si terminas tu comida como un buen chico.
Se ríe, un sonido rico y pleno, su sonrisa devastadora, adueñándose de
mi cerebro. —Te gusta más cuando soy malo —señala.
Reprimiendo mi sonrisa, saco el plato de pasta con un guante,
consciente de que se da cuenta que solo estoy usando un vestido corto debajo
de mi delantal, tal vez incluso puede ver que estoy sin ropa interior. El
pensamiento envía un hormigueo a través de mí.
Hay silencio y un crujido del taburete cuando se inclina hacia atrás, se
quita los zapatos, y tiene un tono confuso, casi divertido en su voz ronca
cuando me habla, frotándose la mandíbula mientras me observa serpentear
alrededor de la cocina. —Me sigo preguntando lo que haces todo el tiempo. —
133
Hace una pausa, y luego, con la voz más baja y más gruesa que nunca—. ¿Me
extrañas?
ágina
hay cura para los nervios girando en mi estómago. —¿La verdad? Sí. Eres tú.
Así que piensa muy bien tu respuesta —le advierto.
ágina
—Es para mantener mi cabello sobre mi cabeza y fuera de mis platos —le
digo.
—Ahh —dice, ojos brillando mientras llevo otra cucharada de tarta a su
boca. Observo como su lengua agarra la cuchara y la recorre, burlándose de
todos mis sentidos. Una sensación mantecosa fluye a través de mis muslos
mientras observo cómo sus labios se cierran sobre la cuchara, cómo la
saborea, cómo me mira mientras come su tarta, sus ojos se iluminan,
hambrientos y brillantes como un canalla, quien sabe que estoy húmeda y lista
para él. Siento como que está horneándome interiormente como horneé mi
tarta. Mientras toma el último bocado, tira a la punta de mi trenza y la pasa
bajo mi mentón, acariciando mi garganta hacia abajo, y luego... en mi escote.
Un instantáneo charco de calor inunda entre mis piernas, mi coño se
aprieta codiciosamente por sentirlo otra vez en mi interior. ¿Por qué todo lo que
hace es tan jodidamente caliente? Mi corazón se acelera y mi cerebro está
gritando: ¡Tócalo! ¡Bésalo! ¡Móntalo a horcajadas y siéntelo, demuéstrale que lo
deseas! ¡Haz que te desee también, justo así! ¡Has que quiera QUEDARSE!
Pero no me muevo, porque también de verdad ansío, realmente necesito,
que haga el primer movimiento. Así que me animo y susurro—: Debería
limpiar.
Con un gemido bajo e inesperado, sujeta mis manos con las suyas y
fuerza mi mano contra su erección, palpitando entre sus piernas y tan duro
como lo he sentido, luego gira su cabeza y toma mi boca en un beso rápido y
duro, que sabe a canela y manzanas y a él. —Princesa, he estado así por horas.
Horas. Desde que me embarqué en ese maldito vuelo dirigiéndome aquí...
—Si has estado así durante tanto tiempo, entonces puedes darme diez
minutos para limpiar esto, así no tendré nada más que hacer el resto de la
noche, excepto tú —susurro seductoramente, entonces me rio cuando pasa en
sus ojos una cruda y espesa lujuria.
—Cinco minutos.
—No es una carrera —repico, y entonces, a propósito, secretamente,
comienzo a moverme más lentamente para seducirlo. Observa cada uno de mis
movimientos, haciéndome el amor con sus ojos mientras empiezo a limpiar el
resto de la mesa. Juguetonamente, golpeo su mano, alejándolo cuando trata de
ahuecar mi trasero. Se ríe mientras llevo los platos al fregadero, y estoy tan
afectada por el ruido estrepitoso, que no puedo reprimir el latido zumbando en
mi cuerpo, suplicándome por sus dedos, sus labios, sus dientes, su lengua. Ha
estado duro por horas, pero no sabe que he estado húmeda y adolorida el
mismo tiempo.
138
es él.
Sin pelos en la lengua me dice lo que le gusta de mí y lo mucho que me
ágina
desea. Y aún quiero más, pero nuestros besos están volviéndose pesados, tan
pesados que ya no puedo respirar bien. Se quita su camisa y ahora está sólo
con sus pantalones, mientras me quita mi delantal y me deja en mi pequeño
vestido corto.
Succiono el aro de su pezón. Dios, cómo amo este pezón con el aro. El
gemido que sigue mis succiones. Me encanta cómo el otro pezón se arruga en
respuesta cuando lo acaricio con la punta de mis dedos.
—Tienes una cicatriz, y sin embargo jamás me podría imaginar que fuiste
cortado —susurro mientras acarició los canales musculosos de su pecho con
mis manos, prestando especial atención al relieve de la larga cicatriz.
Realmente valoro las cicatrices. La historia que cuentan. El significado que
conllevan.
—Mi cicatriz —digo, entonces vacilo antes de murmurar—: ¿Sabes de
qué es? Es porque necesitaba un riñón cuando era joven.
Conmocionada por mi propia revelación, retrocedo, protectoramente
curvando mis brazos a mí alrededor. —Melanie, ven aquí —ordena, una chispa
de alguna indefinible emoción en sus ojos. Doy un paso hacia él, y desliza mi
vestido fuera de mis hombros, abajo por mi cintura, y al suelo.
Estoy muy expuesta...
Miro fijamente mis pies, sintiendo que inesperadamente me ruborizo. No
estoy usando bragas y no cubrí mi cicatriz.
Greyson exhala, un sonido largo y lento, observa mi desnudez, entonces
aprieta mi cintura con una mano y me acerca, su voz baja y volviéndose ronca.
—Tú, princesa, eres más que perfecta.
—¿Te das cuenta que no le he contado a nadie sobre esto? —susurro.
Toca la cicatriz sobre el hueso de mi cadera, trazándola con la punta de
un dedo. —Todas las mañanas, veo las pastillas que tomas para esto.
—Son para que mi cuerpo no lo rechace. Pero ya que era mi gemela
idéntica, mi dosis es menor. Mi cuerpo... lo aceptó casi como si fuera mío.
Impulsivamente, me inclino y coloco mis labios sobre el corte más
profundo e irregular cerca de la parte inferior de su caja torácica. —Ahora,
¿dime como conseguiste esta?
—Hace mucho tiempo —Toca mi cabello con una mano—, mi hermano...
mi hermanastro se metió en una pelea. Tenía que sacarlo de ahí y obtuve un
recuerdo. No es nada.
Arrastro mis labios por su cicatriz, hacia su cuello y los tendones
gruesos que realmente me gustan y la manzana de adán que hace que su voz
retumbe de la manera en que lo hace, levanta mi cabeza por la barbilla y me
140
Por favor.
—¿Aquí? —Su rostro crudo expresa el deseo, acariciando el borde
exterior de mi trasero con su pulgar de nuevo y burlonamente empujando la
punta en el interior.
Contengo de nuevo otro grito de placer. —Greyson, quiero esto contigo.
—Lamo mis labios cuando mi cuerpo se tensa involuntariamente, un brillo de
sudor ya cubre nuestros cuerpos, estamos tan calientes—. Ya sabes lo mucho
que deseo esto contigo.
—Melanie, nos llevará sobre el borde. Sobre el jodido borde, ¿estás lista
para ir ahí conmigo? —advierte, su lengua rozando mi oreja. Mi piel se derrite
mientras comienza a arrastrar su boca hacia abajo, succionando mis pechos
hasta que me arqueo y jadeo, luego más abajo, trazando un camino caliente y
arremolinando un sendero por mi ombligo, a mi sexo desnudo—. Princesa,
primero, quiero saborearte hasta que estés lista para convulsionar.
Chupa mi clítoris en su boca y gimo en delirio. —Oh Dios.
—Dios no te puede ayudar, nena, pero yo sí. —Sopla aire sobre mi
clítoris de la manera más seductora—. Quiero besar este dulce coño,
saborearlo, chuparlo. —Lo agarra ligeramente entre los dientes, luego
suavemente me succiona. El fuego fluye a través de mis venas mientras
extiende sus manos sobre mis muslos y abre más mis labios vaginales para su
lengua.
—Greyson... —grito, el placer irrumpe a través de mis venas, mi cuerpo
se abre para su beso, mis manos se cierran en puños en las sábanas.
De alguna manera, se siente cómo que me está premiando porque cociné
para él. Pero también como si estuviera reclamando algo de mí. Como
reclamándome. Cada centímetro de mí. Cuando su pulgar penetra de
nuevo ahí, estoy inconsciente, sólo jadeando, maullando, gimiendo y rogando,
mis caderas empujando hacia arriba y hacia atrás.
—Melanie, ¿estás lista? —Sus ojos están dilatados, pero intensos y
evaluando al tiempo que me estudia.
Aprieto mis ojos con fuerza, y digo—: ¡Sí, por favor!
Gruñe profundo en su pecho y se inclina. Gira rápido su lengua sobre mi
clítoris, luego en mi sexo, explorando y empujando dentro de mí. Mis sentidos
se abren como compuertas. La punta de su pulgar entra en mi trasero,
profundo, estimulando pequeños músculos que ni siquiera sabía que tenía.
La sacudida retumba en mi cuerpo mientras juega con mi culo,
hundiendo el pulgar al tiempo que utiliza su otra mano para apretar mis
caderas y controlar nuestro ángulo, lo cerca que estamos, como sus labios
degustan mi sexo anhelante y húmedo, cada nervio en mi cuerpo lo desea
142
como a nada…
Él.
ágina
Él.
Él.
Levanta la cabeza, sus labios mojados de mí, y es el ser vivo más
hermoso que he visto.
—Quiero follarte desnudo —murmura mientras ferozmente se encuentra
con mi mirada y desliza dos dedos largos en mi coño, usándolos para
separarme—. Sin condón, solo tú y yo, Melanie.
¿Sentirlo dentro de mí? ¿Carne a carne? ¿Nada entre nosotros?
Mi garganta duele como si olas de lava fluyeran a través de mí, y asiento
fuerte. —Siempre he estado segura…
Veo una ráfaga de algo oscuro apareciendo en sus ojos. —No estoy
seguro, princesa, pero estoy limpio y te quiero sin condón tan pronto como
tenga un examen para probártelo. ¿Cualquier otro método anticonceptivo
interferiría con tu medicación anti rechazo?
—Yo… no, Grey.
—¿Estás segura?
La preocupación sincera en sus ojos solo me hace necesitarlo más. —
¡Sí! Mi doctor una vez mencionó que podría usar una pequeña dosis oral de
anticonceptivos si la necesitaba.
Su expresión se retuerce con una determinación feroz, como si hacer
esto en cierto modo significara algún tipo de compromiso para nosotros. Siento
que necesita tomarme, tomarme ferozmente y en formas en las que nunca
antes lo ha hecho con una chica.
—Ven aquí —dice, agarrándome por el cabello—. Quiero besarte duro,
pero follarte más duro. —Cierra su boca, y añade, sobre la mía—. Pero primero
lo primero.
Gimiendo cuando nuestros cuerpos se frotan naturalmente mientras nos
besamos, paso mi mano por su rostro y deslizo mis dedos en su suave cabello
grueso, y me escucho susurrar su nombre contra su mandíbula. Su cuerpo
tiembla con el poder desatado. —Dilo de nuevo.
—Greyson.
—Ahora levántate sobre tus codos y rodillas —dice en un áspero susurro.
Oh, Dios… realmente está pasando.
Un estremecimiento se apodera de todo mi cuerpo. No hay ningún
hombre en quien confiaría más para hacer esto. Ni siquiera un hombre con el
143
que realmente quisiera hacerlo. Y quiero que tome cada parte de mí, que folle
cada hueco que tengo con su polla, sus dedos, su lengua. Desliza sus dedos
ágina
absoluto que no puedo respirar, creo que solo puedo sentirme tomada, tragada,
completa y suya.
—No sé —gimo.
—¿Qué es lo que me dices, princesa?
Balancea sus caderas otra vez, suavemente, mientras le da vueltas a mi
clítoris y lo frota deliciosamente en círculos con dos dedos, y gimo un Como
desees y cuando giro mi cabeza y me da un beso francés, lenta y
embriagadoramente, me vengo, más fuerte que nunca, cada parte de mí
destruida, cuerpo, mente, alma, corazón, llorando suavemente al tiempo que lo
siento sacudirse dentro de mí poderosamente. Aprieta un brazo alrededor de mi
cintura y me pega a su cuerpo, exhalando fuerte cuando se viene dentro de mí.
Cuando se termina, no nos movemos.
La almohada está húmeda y estoy gimiendo silenciosamente. Greyson
palpita, vivo, dentro de mí, y no quiero perderlo. Quieto en mí. Vibrando de la
manera más deliciosa. De alguna manera sigue duro. Gimo cuando se sale y
rueda sobre su espalda, estirando el brazo para agarrar mi rostro, buscando
cualquier pista de malestar.
—Esas lágrimas. ¿Son buenas o malas? ¿Buenas o malas, nena?
—Buenas —grazno, secando mis mejillas húmedas con su mano—.
¿También fue bueno para ti?
—Dios, bueno ni siquiera es una palabra para esto —dice tiernamente,
luego quita el resto de mis lágrimas con sus labios, sus ojos están líquidos
mientras besa mi nariz, mi boca, en alguna silenciosa gratitud masculina, por
lo que solamente dejo que me lo haga. Por lo que hicimos, juntos.
Estoy temblando un poco, y murmura—: Quédate aquí, princesa. —Se
pone de pie para deshacerse del condón y limpiarse, entonces regresa y me
acerca a él, colocando mi cabello detrás de mis orejas, su enorme cuerpo
acunando el mío—. ¿Está a la altura de lo te imaginaste que sería?
Mi pecho está tan lleno que estoy segura que va a estallar. —Nunca en
mis sueños más salvajes podría haber imaginado a un chico como tú o como
me haces sentir.
—Princesa, la clase de mierda entre nosotros no es normal. —Sus labios
se juntan con seriedad por un momento, sus ojos se oscurecen—. La forma en
la que algunas veces invades mis pensamientos no me sienta muy bien,
Melanie. En mi línea de trabajo las distracciones no resultan bien.
—¿Eso es lo que soy?
—¿Una distracción? Eres mi maldita obsesión. Ni siquiera eres más una
146
Sus feroces ojos parpadeantes sostienen los míos al tiempo que proceso
sus palabras.
Alguien toca la puerta otra vez. —¡Oiga, JEFE! ¡Código 104! ¡Repito uno.
Cero. Cuatro!
Tensa su mandíbula mientras parece reconocer lo que eso significa,
luego se pone de pie con un gruñido violento y golpea un puño en la pared.
Trago y me volteo sobre mi espalda, mi pecho se agita mientras trato de
reponerme. —¿Ese es Derek? ¿Está ebrio?
Greyson agarra su ropa y en ese momento grita su frustración al tiempo
que golpea la pared con su puño cuando pasa.
Sale del baño y se pone sus pantalones y una camisa blanca, pero ni
siquiera se molesta en cerrarla cuando se dirige a la puerta. La tira detrás de
él, y me quedo aquí, temblando, exhalando fuerte.
Lo que hicimos fue…
Oh Dios.
Salgo de la cama y voy al baño, me limpio, salpico un poco de agua en mi
cara, luego me pongo algo viejo y cómodo. Una camiseta que saco cuando tengo
mis peores días.
Parece que mi sexto sentido tenía razón.
Grey regresa, agarra mi frente y coloca un rápido beso allí, luego me mira
con líquidos ojos color avellana, cálidos y arrepentidos, mientras besa mis
párpados. —Duerme, regresaré lo más pronto posible. Derek estará aquí en
caso de que necesites cualquier cosa. Te llevará a cualquier lugar, te cuidará
por mí.
Creo que hago un movimiento con mi cabeza evasivo, pero cuando se va,
grito en mi almohada por nuestra noche arruinada.
No tengo hambre, pero soy una comensal ansiosa así que consigo algo de
cereal, luego veo televisión mientras trato de calmar mis intensas sensaciones.
Reorganizo mis cajones. Incluso me detengo y giro los cerrojos de todas mis
ventanas y puertas cuando el miedo familiar comienza a formarse. Es tarde
cuando me quedo dormida en la cama, esperando que regrese.
Pero en la mañana, Greyson llama para decirme que tiene cosas de las
que encargarse y que no volverá pronto.
147
Pandora está disfrutando con esto; debí haberlo sabido mejor antes de
ágina
deprimirme en la oficina.
—Él va a una emergencia sin especificar —me dice cuando vamos a
trabajar con nuestros cafés—, te da un diamante como en la segunda cita.
¿Quién hace eso? Chicos que tienen amantes, esos. Chicos que no pueden
desfilar con sus novias libremente por el pueblo porque sus esposas los
descubrirán.
—Guau, eres ácida, chica.
—¡Imagínate si tiene una amante! Solamente tuviste anal con el chico.
—No lo cambiaría por nada, nada. —Le doy un sorbo a mi café y está
demasiado caliente, casi me quemo los labios y tengo que soplar a través del
hueco—. Mira, tuvo que salir, pero regresará. Sé que lo hará.
—¿Cuándo? Tu cumpleaños es este fin de semana.
—¿Y? ¿A quién le importa mi cumpleaños cuando… —Mi voz baja y
susurro—, él es el Único. Es tan el Único que cuando estoy con él, tengo que
pellizcar mi propio brazo para ver si es real. E incluso en todo este tiempo,
Pandora, ni una vez has sido feliz por mí. ¿Por qué? ¿Por qué estás siendo una
maldita aguafiestas?
Pandora deja de caminar en mitad del andén y me mira con la boca
abierta.
Lo que me obliga a volver atrás y pararme a su lado para explicar.
—Has dicho cada cosa mala que pudieras pensar y más —le recuerdo—.
Quieres que te cuente y quieres ser alentadora, ¿pero adivina qué? Todo lo que
me haces querer es no decirte nada porque juzgas y lo haces injustamente,
Pandora. A nadie le gusta estar rodeada de personas como tú.
Parpadea, luego frunce el ceño y comienza a caminar de nuevo, su cara
abatida y su voz de arrepentimiento. —Lo siento, no soy Brooke.
—No quiero que seas como Brooke, quiero que estés feliz por mí —
aclaro—. O al menos, como, ¡la mitad de mala!
—Maldición, quieres que sea como Brooke, y ¿adivina qué? —Se detiene
y agarra mi brazo así que paro con ella, mirándome con esos ojos que brillan
ferozmente con determinación—. Lo siento, no puedo ser como tu mejor amiga
para siempre, ella se fue, maldita sea, Mel. ¡Así que envíale un mensaje y dile
todo lo que quieras y espera dos horas para que te responda porque está
demasiado ocupada con un hombre real, un bebé real y una vida real! Soy la
única amiga real que tienes en este momento y estoy tratando de cuidarte.
—Gracias por cuidarme, pero lo que dices me duele y no te das cuenta.
Hiere mi optimismo. Y jode toda la esperanza que tengo para nosotros, para él
y para mí. ¿Sabes lo que siento cada horroroso lunes cuando se va? ¿Lo sabes?
148
Tengo esta extraña paranoia de que nunca lo veré de nuevo y cada lunes en la
oficina solo me haces sentir peor. Como si no valgo la pena como para que él
ágina
regrese.
Espero su respuesta, pero no responde, así que sigo—: Entiendo que
estás tratando de protegerme, pero es demasiado tarde, Pan, ya estoy enamo…
—Mierda, ¡no digas eso! No. Enamorada.
Meto mis dedos en mi cabello, cerca de arrancármelo de la raíz. —¡Dios,
por favor, por tu propia salud, dime el nombre del chico que hizo que fueras
así! —le ruego.
Duda, frunciéndole el ceño al andén por un momento. —Búscalo en el
libro de los Récords Mundiales debajo del IDIOTA Más Grande del Mundo —
murmura.
—¡Solamente dime su nombre, así podemos ir a hacerle un muñeco de
vudú o algo! —grito.
Se queja y se agarra el estómago. —No puedo. No puedo decir su
nombre.
—¿Por qué?
—Porque me jode en todas partes y me vuelve loca. ¡Loca! No lo diré.
Nunca.
—Pan —digo suavemente, pero sacude su cabeza.
—Mira, lo siento por arruinar tus fantasías, pero aquí estoy siendo
realista y tú vas a mil por hora, Melanie. Conoces al chico, te da joyas. Te dice
que su chofer está aquí para lo que sea que necesites y el tipo te sigue… —
Señala hacia donde Derek claramente está manejando alrededor de la cuadra—
. Tienes sexo excéntrico y maravilloso, luego desaparece. ¿Y no cuestionas eso?
¿Sumisamente esperas una llamada? ¿Dónde está la Melanie que conozco? La
Melanie que conozco tiene mucho carácter y no obedecería las órdenes de
algún tipo que apenas conoció. Tu cumpleaños es en dos días. Por primer año
en tu vida, no tienes nada planeado. Tienes que celebrar. Punto.
—Este año estoy ahorrando, ¿está bien? El próximo año volaré el techo
de la casa, pero no éste, así que vete a la mierda.
Nos quedamos en un malhumorado silencio mientras subimos en el
ascensor y nos dirigimos a nuestros escritorios, y cuando Pandora me informa
en su típica voz monótona—: Mira tus mensajes. Tu mejor amiga no está feliz
porque no va a haber celebración. Envió tiquetes.
—¿Qué? —Confundida, saco mi teléfono y veo el mensaje de Brooke.
¡¡¡Mel!!! ¡Ven a Denver! Es tu cumpleaños veinte cinco, quiero verte,
y Pete ya está reservando los tiquetes para P y tú.
Jadeo, luego parpadeo tres veces y giro mi silla hasta que estoy mirando
fijamente a Pandora. Está sonriendo con suficiencia, lo más cerca de lograr
149
Greyson
Hirviendo por dentro, veo más allá de mi hombro a mi medio hermano
Wyatt.
Ni siquiera debería estar aquí. Tengo mejores cosas que hacer que cuidar
de él, y el pensamiento de que terminé manejando por la ciudad durante
veinticuatro horas con C.C., buscando a mi hermano “perdido” en vez de pasar
el fin de semana en Seattle, me hace querer golpear algo.
Pisando los frenos, estaciono la camioneta, doy la vuelta y golpeo el
rostro de Wyatt.
—¡Ouch! —exclama.
Luego salgo y voy alrededor para sacarlo del coche y empujarlo hacia el
viejo bar convertido en almacén donde las peleas de Underground se llevarán a
cabo esta noche.
—No puedes pasar el rato con nuestros combatientes, y mucho menos
con ese retorcido hijo de puta de Scorpion —gruño mientas C.C. sale del
asiento del acompañante y nos sigue—. No hay tal cosa como la amistad entre
ellos y nosotros, sólo negocios. ¿Me entiendes, Wyatt?
—Entiendo que eres un maldito idiota, Grey —dice, limpiándose la
sangre de su nariz.
151
gradas se coloquen.
También puedo ver que Zedd está por la entrada, asegurándose de que
las puertas de salida funcionen.
Harley, está comiendo pizza.
La voz de Thomas es audible al final del pasillo, junto con algunas voces
femeninas de un par de groupies, supongo.
En una de las habitaciones más grandes, mi padre se sienta
tranquilamente, todo su equipo médico rodeándolo. Hago una pausa mientras
camino. Una enfermera lo está alimentando y se ve más delgado. Un ligero
remordimiento me golpea cuando me pregunto si este hombre, un hombre que
vi torturar y matar, pero también que me protegió, realmente está muriendo.
Me apoyo en la puerta y Eric se levanta. Ha estado al lado de mi padre por
días, y se ve hecho polvo. —No te esperaba aquí.
—¿Cómo está?
¿Por qué mierda pregunto?
¿Por qué me importa un carajo?
—Débil. Pero todavía aguantando. Realmente quiere que tengas éxito —
dice Eric.
Siento los músculos de mi mandíbula moverse ante eso, porque no
quiero el Underground, quiero la ubicación de mi madre. Pero me acerco y le
digo, sorprendido por la maldita misericordia en mi voz, misericordia que
ciertamente no me enseñó—: Ya casi termino, padre. Sólo cuatro más y
obtendrás todos los nombres y de lo que eres dueño. Y estoy esperando saber
de mi madre más que nada.
Sonríe débilmente. —Este lugar era tu hogar. Vivíamos como gitanos,
pero era tu hogar. Mi sueño es que me enseñes... que eres lo suficientemente
hombre para que sea tuyo. Bueno o malo. Me has demostrado que eres mi
hijo... pero eres también el hijo de tu madre, ¿verdad? Es por eso que Wyatt no
es suficiente. Sólo tú lo eres.
Una vez más, veo el respeto en sus ojos, y rechino mis molares.
—Bueno o malo, conseguirás todos los nombres en esta lista tachados —
prometo.
153
sucios peleadores, ¿uno que hizo a Wyatt darle una paliza al hijo del jefe de la
policía? No me gusta este lado de Wyatt.
Mi hermano todavía me mira con furia. Supongo que nunca nos
entendimos. Cuando vine a bordo, era más joven y fue el juguete de mi padre
hasta que decidió que era más divertido jugar conmigo. Si lo hubiera dejado
romperme, tal vez me habría dejado en paz, pero cuando no lo hice, se
obsesionó. Wyatt no sabe lo afortunado que fue, no lo entiende.
—Tina pasó por aquí —dice refunfuñando—. Tenía algo para ti, pero se
negó a dejarlo conmigo.
—Voy a contactarla, pero no puedo en este momento. Hazme un favor y
haz algo útil. —Lo quiero fuera haciendo algo, no de mal humor por aquí,
alimentando un rencor—. Resérvame una reunión con ella para este fin de
semana para que pueda entregar lo que necesito.
Me fulmina con la mirada y asiente.
Robo un trozo de pizza fría de Harley y le doy un mordisco mientras me
aseguro que Wyatt haga una nota de eso.
—Muy bien, gracias —le digo, dándole una palmada en la espalda—. Pon
un poco de hielo en eso. —Señalo a su nariz.
—Vete a la mierda.
—Bien, Wyatt, hazlo a tu manera.
Me pongo mis guantes y me dirijo al aeropuerto.
Un vuelo más tarde, justo cuando el sol está a punto de empezar a salir,
me subo a la parte trasera de un taxi mientras miro sin ver hacia la calle,
preguntándome cómo está mi princesa. De repente veo una imagen de mi
madre siendo llevada, el rostro de Melanie se superpone, y un nuevo tipo de
rabia hierve a fuego lento dentro de mí. Tengo que volver. Tengo que terminar
mis marcas y volver pronto. Derek es bueno, puede proteger a Melanie. Pero no
es yo. Ahora Wyatt está preguntando por qué diablos estoy tan atado, ¿cuál es
su nombre? Pronto lo descubrirá. Todos lo descubrirán.
Saco mis dos teléfonos, añado su número a mi dispositivo de prepago
nuevo, y antes de desactivar el antiguo, le mando un mensaje. Conseguí
nuevo número. Te llamo a las nueve.
Deshabilito el teléfono viejo, le mando un mensaje a Derek con un código
numérico del nuevo así sabrá que soy yo y tengo un nuevo número. Responde
con otro número. Otro código que dice que todo está bien y Melanie está en el
trabajo.
Cuando el taxi me deja en mi lugar, salgo con facilidad, tiro de mi
sudadera con capucha negra por encima de mi cabeza, dejo mis aviadores
154
marcas bajo uno de los nombres de sus conocidos. ¿Las marcas? Odian
cuando estás en sus hogares o sus oficinas. Se sienten vulnerables y
amenazados de que un hombre como tu robaría su espacio.
Y eso es lo que hay que hacer: hay que hacer que se sientan inseguros.
Como que no hay ningún lugar para esconderse de ti. No hay manera de
escapar debido al jodido dinero que deben.
Murmuro mi nombre falso a la recepcionista, consigo un pase y me
pongo mis aviadores mientras me dirijo arriba. Estoy al tanto de las cámaras
de seguridad por todas partes. Estoy enguantado, usando zapatos nuevos, ropa
limpia, mi cuerpo restregado en seco, el cabello protegido bajo mi capucha; sin
rastro, soy como un fantasma. La clave es mantener la cabeza baja de manera
que ninguna cámara pueda ver mi cara.
Aliviado al salir del ascensor, repito el nombre a la secretaria del décimo
piso. En el momento en que entro a la lujosa oficina de mi marca, está
sonriendo detrás de la computadora, pensando que soy un joven amigo de la
universidad de su hijo que va a hablar de prácticas.
Levanta la cabeza y se pone de pie. —Daniel. —Explota de alegría,
extendiendo sus brazos.
Mi mano se curva alrededor de mi marca. —Lo siento, Daniel se quedó
atrapado. Ni siquiera lo intentes. —Tengo mi arma dirigida directamente hacia
su cráneo—. Confía en mí, viejo. No quieres morir por esto.
Su rostro palidece un poco, mueve lentamente la mano que había
empezado a meter debajo de la mesa de regreso a su lado. —¿Quién diablos
eres?
—Siéntate, relájate —le digo al hombre.
Se sienta detrás de su escritorio, con la espalda rígida como una tabla, y
me acomodo cómodamente delante de él en una de las dos sillas enfrentándolo,
mi arma apoyada en mi rodilla y apuntando justo a su corazón.
—¿Quién eres? —pregunta en una combinación de horror y temor.
—Nadie por el que deberías estar preocupado. ¿Pero esto? —Saco una
copia de un documento con su firma en él y la deslizo por la superficie de la
mesa—. Es por eso que estoy aquí. Es un papel que mis empleadores poseen.
Un documento donde se les promete, y a mí, un montón de dinero. Doscientos
mil dólares para ser exactos. Hoy estoy recogiendo. Has tenido dos meses de
advertencias, así que espero que estés finalmente listo para pagar.
El tipo se vuelve mudo.
Tampoco hace ningún movimiento rápido para pagar.
155
Me registro en un motel barato con otro nombre falso. Mañana tomo otro
vuelo, voy hasta otro objetivo y luego ya casi termino.
Mierda, estoy agotado. Mis músculos cansados, mi cuello rígido. Suelto
mi bolsa de lona al lado de la cama, meto mi pistola debajo de la almohada,
empujo mis cuchillos bajo el colchón, luego me doy la vuelta hasta mi espalda
y exhalo mientras miro el techo.
Pienso en la forma en que ella me cocinó.
La forma en que se entregó a mí.
La forma en que mi cuerpo crecía dentro de ella y ella instintivamente
empujaba por más de mí.
Y luego, la maldita manera en que me sentí cuando tuve que irme, como
si acabara de recibir un puñetazo y mi chica recibió el impacto de ello.
156
—No, eso no es todo. —La última vez que escuché su voz, cocinó para mí,
y luego se entregó a mí de una forma que no estuvo con otro hombre. Me dio la
bienvenida a su casa, despeinó mi cabello, me sonrió, me quiso, me dio cosas
que nunca soñé que quería y ahora estoy malditamente muerto de hambre
como un perro rabioso.
—¿Estás molesta porque no había llamado? —le pregunto con voz ronca,
dejando caer mi voz en caso que tenga que dar algunas explicaciones.
—¡Apenas lo noté!
—Así que estás molesta. Princesa, no quería dejarte, no de esa manera.
—Bajo mi voz mientras un montón de jodido pesar aprieta mi pecho, y miro
hacia la ventana del lúgubre motel y pienso en mi nuevo apartamento en
Seattle. Lo quiero tanto. Quiero mi cama con las sábanas de mil dólares y la
chica del millón de dólares abrazada justo a mi lado—. Nena, habla. —Me oigo
suplicar.
—¿Sobre qué?
—Solo habla. —Exhalando, presiono el receptor más cerca y me aferro a
su voz. Todo el resplandor en ello. La forma en que aprieta mi corazón, mis
entrañas y mis bolas, todo en un solo golpe. La forma en que lo necesito para
recordarme que lo que hice hoy fue solo un trabajo. Un rol. Un acto. No todo de
mí. Ella es la única que llega a ver todo de mí.
—No sé qué decir —susurra finalmente —. Quiero saber por qué te
fuiste, cómo estás. —Su tono suave envía todo el anhelo en mí en un espiral
hacia afuera como un huracán. Exhalo a través de mi nariz, intentando
mantener la sangre en mi cuerpo fuera de mi ya tensa polla.
—Tenía trabajo que hacer, pero estoy bien ahora —explico—. Vamos,
princesa, háblame.
—Está bien, entonces. Estoy acostada en mi cama en mis bragas y
sujetador.
Mi cerebro casi explota. Jódeme con eso. Mi corazón se estrella contra mi
caja torácica y mi polla golpea en mis pantalones. Instantáneamente la
imagino: acostada en su cama, su cadera abrazada por sus bragas, los ojos
entrecerrados, y de repente estoy en esa cama, justo con ella, y estoy
sosteniendo su trenza para mantenerla quieta mientras follo su dulce y caliente
boca con la mía.
—¿No es por eso que me llamaste? ¿No estás caliente? —pregunta
cuando no contesto.
Echo mi cabeza hacia atrás y río a carcajadas. Me he reído más con ella
158
saber que existes y recordarme que vas a llamar son estas piedras. Son todo lo
que tengo de ti.
—Me tienes, princesa. ¡Jesús! ¿No ves lo que me estás haciendo? Tienes
todo de mí, Melanie. Estoy a estados de distancia y me siento como un hombre
a medias, me siento como que romperé algo si no te veo pronto con mis propios
ojos… —Me voy callando.
¿Qué mierda estoy haciendo? ¿Está la jodida Oprah aquí? Presiono mi
palma en mi frente y respiro. ¡Cierra la puta boca, tú maldito cobarde!
Suaviza su voz mientras entiende. —Greyson, ¿cuándo vienes a casa?
Casa.
Dios, me encanta que llame cualquier lugar en el que estemos juntos
“casa”.
—Todavía no. Tengo trabajo que hacer —susurro, frotando la punzada
que acaba de causar en mi pecho.
—Pero, ¿cuándo regresas a mí?
Dios Santo, ella será mi fin. —Pronto, nena —admito. En tu cumpleaños.
Cuando no quiera más mierda entre nosotros, nada entre nosotros—. Voy a ir a
casa pronto y la próxima vez cuando me vaya, quiero que vengas conmigo —le
susurro con voz ronca—. Solo respóndeme a esto. ¿Eres mi chica?
—Primero dime si tú eres mi chico.
Me extraña.
Está en su voz, en la forma en que me habla.
—Sí, lo soy, lo que oficialmente te hace mi chica. Y, ¿Melanie?
Está en silencio en el otro extremo de la línea, respirando con dificultad.
Añado, mi voz baja pero sin concesiones. —Voy a DEVORARTE cuando
llegue. Mientras tenga aliento en mí, serás mi princesa.
—Está bien, Grey. Entonces tú serás mi rey —susurra.
Oh, sí, definitivamente será mi fin. —Pensé que dijimos no bromas de
majestad.
—No era una broma —replica. Luego añade—: ¿Grey?
—¿Sí?
—Sabía que llamarías. Esto es por qué nunca venderé el collar.
—Siempre llamaré, con o sin collar. Déjalo ir nena, y te daré algo mejor.
Cuelgo y trato de ganar un control sobre mí mismo, pero mi sangre corre
160
caliente por hablar con ella. Recuerdo el primer día que la vi animando por
Riptide en el Underground. Saltaba arriba y abajo, clamando por otro hombre,
y solo me quedé allí sintiéndome extrañamente tranquilo, y una pequeña voz
ágina
en mi cabeza dijo: Ésta es mía. Sabía que había sido tomado de la misma forma
en la que sé cuando tengo mis marcas en mi bolsillo y una deuda recortada,
había sido tomado.
Todo de mí, parte de mí, cualquier parte de mí que quiera, la puede
tener.
Tengo todo perfectamente planeado.
Dos marcas más… aparte de mi princesa. Recogeré la evidencia para este
penúltimo en Denver, y tendré mucho cuidado esa noche, mientras el equipo se
asegura que las peleas del Underground estén funcionando sin problemas.
Entonces vuelo a Seattle justo a tiempo para su cumpleaños. La sorprenderé.
Llegaré a decirle no, nena, no fui engendrado por el diablo, y pronto, realmente
llegarás a conocer a mi madre…
Gimo mientras la primera chispa de esperanza que he tenido en años
echa raíces dentro de mi interior y me doy vuelta en mi cama, tratando de
dormir un poco incluso cuando ya sé que no lo haré. No hasta que sepa que
mis dos chicas están sanas y salvas y conmigo.
161
ágina
Underground
Traducido por vals<3 & Alex Phai
Corregido por Daniela Agrafojo
Melanie
El Underground es exactamente como lo recuerdo.
Atestado.
Ruidoso.
Apestoso.
Nerviosa por encontrarme a algún hombre malo, pero feliz porque Brooke
nos espera, tiro de Pandora hacia nuestros asientos en primera fila y ahí es
cuando la veo.
Mi mejor amiga. Oscuro cabello en una cola de caballo, vaqueros
apretados, blusa de tirantes. Está mirando hacia el ring mientras dos
luchadores pelean hasta el punto del colapso.
—¡BROOKE! —llamo mientras empiezo a correr en su dirección y salta de
su asiento.
Ha sido mi mejor amiga desde que teníamos la edad suficiente para usar
las mitades de un medallón que decía “Mejores Amigas” que se rompía justo en
el medio. Naturalmente, todavía tengo mi mitad, guardada en una pequeña
caja debajo de mi cama, pero la mitad de Brooke se cayó durante una carrera y
nunca pudimos encontrarla. Lo que está bien, porque nuestra amistad como
tal nunca ha sido rota. Nunca he peleado, amado, o tenido tanta diversión con
162
una chica como la he tenido con mi mejor amiga, así que obviamente hay gritos
presentes cuando nos abrazamos hoy después de meses de estar separadas.
ágina
quiero algo, o no tomo nada seriamente. Yo río mis penas, pero ella usa el
enojarse como una barrera. Y sé que esto la lastima también, cuando ve a
Brooke algunas veces, porque Pandora solía estar enamorada.
Todo lo que puedo suponer es que lo amaba muchísimo. —Pan —digo
suavemente—, el chico que te lastimó tanto… no era el único al que amarás.
No sé que más decir porque no soy experta en sentirme así, apenas
puedo suportar la forma en la que me siento por Greyson y tengo miedo de
llamarlo amor. Me siento aún más rara cuando nos detenemos en el hotel de
Brooke y el taxista se queja—: ¿Señorita, se queda o se va? —Así que
rápidamente salgo y le digo—: Te veré después. ¡Mira alguna comedia!
Me saca el dedo mientras el taxi la aleja, le sonrío y me despido con la
mano. Pero mientras subo al elevador, no lo sé. No sé nada más excepto que
hace unos meses no sabía quién era Greyson King. ¿Cómo puedo extrañarlo
tanto ahora?
Te metiste bajo mi piel, joder.
Estás conmigo en un momento, te pierdes al siguiente. Me tomas, me
dejas y sigo esperando, temblando por ti para que vuelvas y lo hagas de nuevo.
Ugh. ¿Cuándo vas a regresar?
Brooke abre la puerta de su suite y balbucea—: ¡Quiero detalles y los
quiero ahora! —Tirándome dentro del primer cuarto, lejos del grupo de chicos
en la sala.
Me sienta en el borde de la cama y luego planta sus manos en las
caderas como una demandante ángel-perra, sus ojos brillando de emoción. —
Cuéntame. ¡Cuéntame todo acerca de él!
Me río con emoción, pero entonces gimo y empujo un dedo en su
pecho. —Estoy experimentando un déjà vu, excepto porque la apestosa cosa de
estar enamorada del chico que es malo para ella eras tú.
—Oh mi Dios ¿lo amas, Mel?
No puedo creer lo difícil que es hablar de él, incluso con mi mejor amiga.
Suspirando, me dejo caer en la cama y doy una palmadita al lugar junto a mí,
así que se sienta cerca.
El amor no se sentía así cuando me imaginaba enamorada. Era
emocionante y precioso en mi mente, no aterrador e inesperado.
Brooke y yo estamos acostadas viéndonos la cara, riendo como lo hemos
hecho las miles de veces que nos contábamos secretos, fantasías y más. —
Brookey, ¿Soy de las que se aman? ¿Del tipo para siempre? Soy buena para
divertirme, pero crees… A veces pienso que Greyson no quiere involucrarme en
166
otras partes de su vida. Me pregunto si solo soy un juguete sexual para él,
como lo he sido para todos los otros hombres, pero entonces me llama, o me da
ágina
haciendo llorar!
Se lo paso a Brooke. —¡Qué fracaso! —Me río.
ágina
—Ten. —Riley coloca un cheque encima del mantel blanco de una mesa
en el bar de un pequeño restaurante a solo algunas cuadras del hotel—. He
estado ahorrándolo —explica.
—¡No! —grito—. Riley ¡no seas ridículo! ¡No podría! —Le regreso el
cheque, sintiéndome nerviosa cuando la mesera deja las bebidas. Espero a que
se vaya antes de sisear—: Fue mi decisión. Escogí hacerlo ¿Entiendes?
—Pero soy el idiota que lo sugirió en primer lugar —argumenta con otro
siseo y se ve tan genuinamente mortificado, no podía parar de negar con la
cabeza—. Remington nunca pierde, Melanie. Nunca. Si hubiese sabido que
tiraría la pelea para…
—Urgh, para salvar a la estúpida de Nora porque ama a Brooke
demasiado como para no hacerlo. Pero incluso si me hubieras dicho que
169
sabe que su jefe Slaughter hace a Scorpion lucir como un oso de peluche.
Dicen que tiene un matón que es como un demonio traído desde el infierno y
vendrá por ti ¡lo quieras o no!
Mira alrededor con cautela, luego se inclina más a través de la mesa,
bajando su voz. —Pete escuchó rumores de que el único tipo con un poco de
sentido era el hijo mayor de Slaughter, pero no quería nada que ver con su
padre y aparentemente se salió del Underground hace años. Ni siquiera su hijo
quiere tener nada que ver con un hombre como Slaughter. Juro que no duermo
pensando en que tú todavía les debes.
Mi corazón empieza a saltar en mi pecho con miedo renovado y extiendo
mis manos con las palmas hacia afuera, para calmarlo. —Riley, pedí más
tiempo, ¿Está bien? Solo tenemos que… respirar.
—¿Qué? ¿Qué mierda? ¿Cuándo pediste más tiempo?
—La última vez que vine a ver a Brooke. Está bien. ¡En serio! Acabo de
vender mi auto y tal vez pueda comprar más tiempo si les doy la mitad del
pago.
—¡No, jodidamente no puedes, lo tomarán como intereses y demandarán
que les pagues todo antes de que siquiera salgas por la puerta! Nunca te
vuelvas aproximar a hombres como esos sola. Jesús, solo confía en mí y sal de
esto, Mel. Pagué mi deuda y quiero pagar la tuya y si no me dejas, entonces por
lo menos prométeme que dejarás a tu nuevo novio ayudar. Si eres demasiado
orgullosa para pedirle, solo pretende que perdiste los diamantes en tu cuello y
sal de esa deuda; confía en mí.
Creo que me veo tan sin esperanza como me siento, porque agrega, más
desesperadamente ahora—: Te juro, Melanie, que, si tu deuda no se ha pagado
antes de que te vayas, le diré a Tate y nos encargaremos de esto por ti, él y yo.
Jadeo indignada. —No dejaré que tú o el esposo de mi mejor amiga se
involucren en esto, ¿me escuchas? Y no meteré a mi novio tampoco. Este collar
significa algo para mí. —Toco los diamantes con una horrible y desgarradora
sensación en mi pecho mientras me pregunto: ¿Esta es la única manera en que
voy a ser libre, dejando ir la única cosa que me ha regalado el hombre que quiero
con todo mi corazón?
—Riley —susurro, casi rogando—, no soy la clase de chica que tima a
sus novios con cosas caras para convertirlas en dinero.
Mira ceñudo el precioso collar y mi estómago empieza a doler con solo
pensar acerca de separarme de algo que tiene que ver con Greyson.
—Ese regalo no significó para él lo mismo que significa para ti, te lo
aseguro —dice con molesta autoconfianza—. Nunca he visto un hombre más
171
—Voy a ir allí…
—¿Y qué? —Deteniéndolo, lo jalo por las mangas de su traje—. Podría ser
una clienta. Nunca me dijo realmente dónde estaría esta semana…
Mi voz va callándose cuando ella le da la mano sobre la mesa, y él la
toma y lo que se encuentra en su mano. Entonces le da una caja con un listón
y todo. Una caja azul. Ella mira dentro, parece encantada, él le devuelve la
sonrisa y beben un poco de vino.
—¡Mesero! —grito—. ¡Otra ronda, por favor!
Las lágrimas vendrán aun si las quiero o no, y no las quiero aquí. Agarro
a Riley antes de que se siente de nuevo. —Por favor, solo sácame de aquí.
Llévame a tu habitación, por favor, vamos a caminar de regreso a tu hotel, por
favor —susurro.
Paga nuestra cuenta y me hace salir del restaurante, manteniéndome
cerca mientras caminamos el par de cuadras hasta el hotel. Tengo frío, estoy
fría hasta los huesos. Tomamos el ascensor y estoy agradecida de que no haya
nadie más aquí con nosotros. Mi garganta está en llamas mientras el
sentimiento de ser una tonta cae sobre mí, y el collar, su collar, se siente como
un peso de acero alrededor de mí cuello, ahogándome con sus mentiras. Me lo
quito y lo presiono en la mano de Riley. —Ya no puedo ver esto. Solo hazlo.
Véndelo, consigue cualquier cosa, tómalo por favor.
Mi garganta duele con la derrota cuando recuerdo a Grey mirándome,
alejándose…
Mirándome… alejándose… como si no fuera nada.
Como si nosotros no significáramos nada.
—¿Crees que tiene una esposa? ¿Una familia? —Mi voz se quiebra y no
puedo hacer más preguntas mientras nos dirigimos a su habitación.
—Amiga, no sé ni qué pensar. No parecía feliz de verte, te diré eso.
Sigo luchando con mis lágrimas, apretando mis manos en puños a mis
costados mientras todo mi cuerpo empieza a temblar. —Él y esa puta pueden
irse a la mierda. Ese maldito mentiroso, ese… Espero que le dé ladillas. De
hecho, espero que ambos tengan bebés extraterrestres juntos.
Riley me guía a su habitación y cierra la puerta, y una sensación de
intensa desolación y traición se asienta profundamente en mi estómago. Nunca
en mi vida sentí dolor como este. Nunca. Quiero que el dolor se vaya. Quiero
que la imagen de Greyson alejándose con otra mujer se vaya.
Parpadeo para contener las lágrimas, agarro la camisa de Riley y lo jalo
hacia mí. —Riley —se lo ruego. Sus ojos se abren cuando presiono mis labios
con los suyos.
—Mel —protesta, pero no puedo soportar oírlo, así que presiono mis
labios con más fuerza.
—Por favor, no digas que no —le ruego—, por favor, no digas que no.
Juro que cada maldito hombre en el mundo debería ser castrado. Dijiste que lo
golpearías si me lastimaba. Esto duele, Riley. Esto me duele mucho y ya
terminé. He terminado con él.
Lo beso. Me devuelve el beso con solo los labios, pasando sus manos por
mis brazos. Se sienten cálidas y familiares. Me sostiene con su cuerpo y se
175
siente bien. Seguro. Lo beso y me pregunto si tal vez esta es la razón de que
una sola noche es todo lo que valgo. Porque no puedo enfrentarlo. Duele
mucho. Y siempre llega alguien, y por cualquier razón, los chicos dejan de ver
ágina
su interés en mí. Por alguna razón Greyson ha perdido interés en mí. Lo perdí.
No, nunca lo tuve.
La comprensión me destroza, así que trato de besar a Riley en la boca un
poco más y me lo permite. Sus brazos no son tan gruesos, sus labios no son
tan feroces, pero los necesito tanto. Cualquier cosa para tratar de dejar de
pensar en… Grey tirando de mis pezones con los dientes… jalando…
chupando…
Tocan la puerta y gimo en protesta cuando Riley me hace a lado.
—Pete puede necesitarme —explica, y observo en silencio mientras se
dirige a la puerta, con la imagen borrosa a través de mis lágrimas.
Desato uno de mis zapatos y limpio mis ojos. Una noche con Riley y por
la mañana, no todo parecerá tan miserable. Me daré cuenta de que Greyson
King no es el único hombre en el mundo. Mi corazón todavía estará roto, pero
de alguna manera juntaré los pedazos de nuevo, y seré feliz de nuevo.
Seré feliz de nuevo.
Inhalando, estoy empezando rápidamente a desabrochar mi blusa
cuando oigo hablar una baja voz familiar.
—¿Dónde está?
Nunca, nunca he escuchado a nadie hablar tan tranquilamente y, al
mismo tiempo sonar tan enojado.
Mi piel pica y mi mirada se dirige a la puerta.
La forma alta, delgada, y vestida de negro de Greyson cubre el umbral, y
odio que mis sistemas se descontrolen ante su vista.
Estoy parcialmente vestida en el centro de la habitación. Borracha. Mi
cabello hecho un desastre. Mi cara hecha un desastre. La ira y el dolor
revuelven mi estómago mientras entra con una ardiente mirada territorial.
Agarro el zapato que me había quitado y se lo lanzo. —¡Aléjate de mí! —
grito.
Se agacha, y el zapato golpea la pared y cae con un estúpido golpe en la
alfombra. Luego, lentamente, se endereza y avanza el resto del camino, me
agarra por los brazos y me arrastra a su cuerpo. Cada centímetro del mío
siente el suyo. Me mira con una furia que nunca he visto antes, y empieza a
abrocharme de nuevo la blusa, todo el tiempo esos ojos me miran, hasta que
mi estómago se siente pesado como una roca. Se quita la chaqueta del traje y
la pone sobre mis hombros, forzando mis brazos a entrar y abotona eso
también. Luego alcanza mi bota tumbada sobre la alfombra. Antes de que
176
mí alrededor.
—¿Dónde está tu jodida pelirroja? —exijo.
—Te dije que pongas tus brazos a mí alrededor.
No obedezco.
No le importa.
Me levanta en sus brazos, su abrigo enorme sobre mi cuerpo, y no tengo
más remedio que aferrarme a su nuca. De repente, lo huelo. Lo huelo en el
abrigo que puso sobre mí, y en el olor de su pelo y su piel. Bosque, cuero y
menta. El dolor en mi corazón se vuelve feroz y ardiente mientras el escozor en
mis ojos regresa.
A medida que pasamos a Riley en la puerta, dice rotundamente—:
Mantente alejado de ella.
—Si malditamente la lastimas… —comienza Riley, pero Greyson lo
interrumpe.
—No, si tú la tocas de nuevo, te mataré.
Las palabras de Greyson, si la tocas de nuevo, te mataré, me provocan
escalofríos.
Riley da un paso adelante, pero levanto mi mano para detenerlo y negar
con la cabeza en un no frenético. No puedo soportar la idea de poner en riesgo
a Riley y nunca, nunca he visto a Greyson así. Todo su cuerpo crepita con
energía desatada cuando me lleva a los ascensores de servicio, me sostiene en
un brazo mientras murmura en su teléfono—: Vuelve a la entrada de servicio.
—Y luego mete el teléfono en sus pantalones y me aprieta con más fuerza
contra su pecho.
Más fuerte que nunca.
Estamos a solas en el ascensor, y aunque está tranquilo, tiene una
expresión que nunca he visto antes.
Creo que voy a vomitar.
Salimos hacia el estacionamiento subterráneo, el aire frío pica mis
piernas y mejillas, y cierro los ojos y me cubro del frío, sintiéndome
absolutamente miserable cuando el calor de su cuerpo aumenta hasta
calentarme. Me pregunto si ella le lamió la piel. Si deslizó sus dedos en su
cabello. Si la llama su princesa también.
Oigo brevemente un motor de automóvil cerca, y cuando levanto la
mirada, Greyson me está observando. Cuando nuestros ojos se encuentran,
mis nervios crepitan hasta los dedos de mis pies. Mi cuerpo está gritando
posesivamente para reclamar a este hombre de cualquier otra mujer. Pero no.
177
Greyson podría volver mi cuerpo una locura, pero acabo de darme cuenta que
nunca podría ser el hombre para mí.
ágina
Es un farsante.
Un mentiroso.
Y está muy, muy molesto en este momento.
Un auto se detiene frente a nosotros y abre la puerta de atrás, y mientras
me guía al asiento trasero, toda esta confusión cae sobre mí, y todo el alcohol
en mi sistema no está ayudando.
Sube detrás de mí, se sienta a mi derecha, y cierra la puerta de golpe,
luego una mano enguantada agarra mi cara y me obliga a girarla, me mira con
frustración grabada en su dura mandíbula. —Algunas veces no seré capaz de
decirte todo sobre mi trabajo. Lo hago para protegerte.
—¡Jódete! Te vi sosteniendo su mano. Te vi…
—Me viste trabajando, Melanie. Eso es todo lo que viste.
—¡Te vi dándole un regalo, hijo de puta! ¿Cómo demonios involucraría
eso un trabajo de seguridad, eh? —Lo empujo y maldice entre dientes—. ¿Te
sientes como un hombre grande, teniendo un montón de mujeres jadeando
detrás de ti? ¿Todas engañadas? ¿Pensando que son especiales para ti?
—¡Jesús, escúchate!
—Así es, y óyeme bien Greyson, ¡esta es la última vez que soy engañada!
¿Me escuchaste? —grito al techo de la limusina, con la esperanza de que Derek
escuche, pero no detiene el coche.
Greyson se ríe con sombría incredulidad, entonces pasa las manos por
su cabello y se queda mirando hacia afuera, con las manos apretadas en
puños, y observo sin ver las tiendas que pasamos, tercamente aferrada a mi ira
e inseguridades.
—Estoy contigo, Greyson. ¿Qué escondes en tu secreta habitación de
acero? ¿Porno? ¿Es donde haces Skype con… quién diablos sea ella?
Hasta que me interrumpe, en voz baja—: Vi tu lápiz labial en la boca de
otro hombre y todavía puedo volver y golpearlo hasta que no pueda encontrar
sus malditos dientes. Demonios, quiero que me veas golpearlo solo para que
sepas, de una vez por todas, que eres mi jodida chica y el único bastardo con
suerte en conseguir un pedazo de mi chica soy yo.
—¡Era! —lo corrijo, borracha—. Era tu chica.
Se ríe más sombríamente. —Eres tan jodidamente mía que ni siquiera
sabes que eres mía —dice con voz suave y amenazante, y en mi borracho
cerebro, de repente me doy cuenta de que está temblando de rabia. No está
preocupado porque lo sorprendí engañándome. Parece que todos sus
pensamientos están en sus celos egoístas. Pero ni siquiera puedo recordar lo
178
Trato de limpiar mi cara y mirarlo a los ojos. —Me hiciste sentir indigna,
ágina
Greyson
Melanie rodea mi cintura con ambas manos y entierra su rostro en mi
camisa, mientras me quito los guantes y los guardo en el bolsillo para así poder
pasar mis pulgares por sus mejillas y limpiar sus lágrimas.
Paz.
Es la mujer más preocupada que conozco, pero me da paz. Las cosas
fueron perfectamente planeadas.
Melanie se encontraba en Seattle. Yo estaba aquí, en Denver, reuniendo
las pruebas de mi penúltima marca. Entraría a robar a su casa durante la
media noche, chantajearlo y acosarlo por pago, así que, para mañana, sería
capaz de volver con ella.
Pero hace unas horas, Derek me envió un mensaje diciéndome que ella
estaba en el aeropuerto. Para el momento que el maldito inútil se estacionó, ya
se había registrado, y la perdió cuando pasó por seguridad. Le grité que
comprara un maldito boleto, lograra pasar seguridad y la encontrara. Compró
el boleto, pero falló en lo otro. Así que le pedí a C.C. que hiciera la búsqueda de
vuelos mientras terminaba la maldita cita con Tina y ordenaba las cosas.
Pero no. Melanie terminó aquí, en el maldito restaurante, a la misma
hora que estaba con Tina Glass, y me vio. No podía permitirme que una
criminal como Tina Glass se enterara de nosotros, de lo contrario, Melanie
182
Sólo una marca más ahora. Tengo la evidencia para hundirlo. Y luego
sólo necesito susurrar en su oído que me dé el maldito collar que le di, porque
le daré otro, uno mejor, y que este se haga cargo de todo.
Tendré el control en Undergroud. Seré más inteligente, más organizado,
me aseguraré que mi madre esté a salvo, y en cuanto a Melanie…
Golpeo el techo del auto y baja la ventana que nos separa de Derek. —Ve
a buscar a su amiga, a la chica feliz —digo con sarcasmo.
Murmurando algún tipo de protesta entre dientes, sacude la cabeza. —
No te vayas. He estado soñando contigo.
—Y llama a uno de los chicos —le digo a Derek—. Necesitaré que te
quedes con la princesa mientras alguien me lleva al aeropuerto. —Subo la
partición que nos separa de Derek y gruño—: No digas eso ahora —susurro.
Agarra mi mano y la lleva a sus tetas. —Cuando te veo, mis pechos
duelen.
Dios. Está malditamente ebria. —Cuando estés sobria, voy a decirte una
mierda que no te gustará —susurro una ronca advertencia—. No digas nada
ahora.
—Greyson…
—Te diré algo acerca de mí, pero no quiero que intentes arreglarme. No
puedo ser arreglado. Tampoco necesitas aceptar quién soy o decirme que
quieres irte, y te doy mi palabra que te dejaré ir si me lo pides.
Se detiene y pestañea, su voz sonando emocional—: Suenas como si
fueras malo para mí.
—Lo soy. —Miro por la ventana y rechino los dientes, tensando mi agarre
porque puede que sea la última vez que la sostenga así.
—No lo eres. Lo que hiciste por mí en la lluvia fue una de las cosas más
amables que nadie ha hecho nunca por mí.
—Mierda. Deja de decir eso, lo djiste antes y me enfada.
—¿Por qué?
—Porque deberías estar abrumada con la gente haciendo mierda amable
por ti. Para ti.
Sonríe con suficiencia. —No me gusta que hagan cosas amables por mí,
me gusta cuando intentan un poco más. Como tú.
Me río. —Sí, estás muy ebria. Querías matarme justo ahora. Luego
follarme. ¿Ahora quieres canonizarme?
185
Está dormida para el momento que Derek trae a su amiga enojada, quien
está hirviendo de furia mientras deja sus maletas y las de Melanie en la
camioneta.
Se desliza dentro del auto. —¿Qué mierda le hiciste? —Inmediatamente
señala el cuello de Melanie—. Nunca quita su precioso collar. Siempre está bajo
su camiseta y hoy permanecía a la vista. Así que, ¿qué le hiciste?
Por primera vez lo noto.
Melanie se quitó mi collar.
Hay una agitación en mi vientre, una sensación como si estuviera
hundiéndome mientras paso mis dedos tristemente sobre el desnudo cuello.
Quería que lo usara, ¿o no? Quería que lo vendiera.
No debería doler de esta manera, no debería importar, maldición.
—Las llevaré a una suite en un hotel mejor y más seguro —digo en una
fría, plana y baja voz, mirando a Melanie—. Apreciaría si la acompañas hasta
que pueda volver.
—Lo haré porque es su cumpleaños, no porque me lo pediste, imbécil.
186
ágina
Confundida
Traducido por DiaNaZ & Fany Keaton.
Corregido por GypsyPochi
Melanie
Me despierto desorientada, y entonces, como un ladrillo en la cabeza, me
golpea.
Estoy borracha, todavía.
Más como con resaca.
Un golpeteo feroz en mis sienes me hace cerrar los ojos mientras trato de
acomodarme. Me quejo y me muevo en la cama, y me doy cuenta que tengo
una trenza y no recuerdo habérmela hecho. Pensar que Greyson puede haber
puesto sus manos en mi cabello hace doler mi estómago.
Me pongo de pie y miró alrededor de la habitación. Son las tres de la
mañana.
¿Me quedé dormida en el auto?
Hay un enorme baño y me siento tan sucia, busco mis cosas en la
habitación y veo mi maleta. Rápidamente me quito la ropa y saco una camiseta
y ropa interior de algodón, y luego camino alrededor, sedienta. Me trago una
botella de agua y miro alrededor. Nunca he estado en una habitación tan
grande. Está espléndidamente decorada, y muy acogedora. Hay fotos en la
pared de fauna al lado de un boomerang de madera.
Libros se encuentran de lado a lado en una pared en la sala de estar, y
187
hay otro cuarto cerrado. Veo los zapatos de Pandora al lado del bar y frunzo el
ceño en confusión.
ágina
cautela.
ágina
—Yo.
—¿Cero? —Casi me ahogo con la palabra—. ¿Greyson no es ni siquiera
tu nombre?
Greyson espera.
Lo que solo me confunde y me frustra más.
—¿Cero? —repito—. ¿Qué infiernos significa eso? Ciertamente no el
número de mujeres que has follado. ¡Demonios, pensé que te conocía!
—¿Pensaste que me conocías? —Su indignación es como una cosa
tangible en la habitación—. ¡Yo pensé que te conocía! ¿Qué mierda, Melanie?
¡Tu collar desapareció! ¡Te encuentro en una habitación con otro tipo! Tú dime
que mierda. Tú tienes un entero Underground en ti, princesa, ¡No soy el único
jodido mentiroso aquí!
Hay un golpe en la puerta, y un hombre con una cabeza brillante se
asoma. —Estoy listo cuando lo estés. Derek se mantendrá aquí, tu
reservación…
—Leon, necesito un jodido momento aquí —interrumpe Greyson al
tiempo que acecha a través de la habitación, cerrando la puerta en su cara,
pero no lo suficientemente pronto. No antes de que vea al hombre. Lo
reconozco, ese alto y flaco hombre.
De la vez que visité a Brooke un fin de semana y fui sola al Underground,
a pedir una extensión.
¿Extensión? Podemos hacer una extensión de nuestras pollas ¿Qué tal
eso, señorita?
Miro a Grey y una comprensión aún más aterradora me recorre, y con un
horrible dolor en el estómago, por fin, finalmente entiendo.
Greyson, ese chico flaco que llamó Leon, y el otro grupo de chicos que se
rieron de mi cuando les pedí más tiempo; son los dioses y señores del
Underground.
El flaco feo miraba a Greyson como si fuera un Dios, y él es el tipo que
quería follarme como pago. El pago por mi deuda. Jadeo ante la comprensión y
agarro mi estómago mientras una débil oleada de náuseas se agita sobre mí.
—Oh por Dios, eres uno de ellos.
Sus ojos se mueven rápidamente a la puerta cerrada, después a mí, y me
dice—: Si él pone un dedo sobre ti, lo cortaré, así que Dios me ayude, cortare
cada uno de ellos…
—¡Oh mi Dios!
Tapando mi boca, me siento en el borde de la cama cuando me fallan las
189
Él es…
Ni siquiera sé lo que es.
De repente, pienso en cómo me conoció… Dios, ¿me estaba siguiendo?
¿El hombre? ¿Era el tipo… el tipo que me llevó a casa y después me dejó,
empapada con su sangre?
No puedo. No puedo. No puedo.
Me curvo hacia adelante y sostengo mi estómago mientras trato de no
vomitar.
—Oh Dios.
—Princesa —murmura la palabra casi con reverencia mientras comienza
a caminar hacia mí.
¡Hijo de puta!
Salto a mis pies y extiendo una mano para mantenerlo a raya. —¡No!
Detente. Quédate ahí, no me toques. Sólo dime una cosa… —Soy asaltada por
mi dolor cuando otros recuerdos se siguen acumulando en mi cerebro.
Mentiras... mentiras... mentiras...
Apenas puedo hablar. —¿Estabas cobrando? —Mis ojos se empañan de
lágrimas cuando lo miro, como si el hijo de puta no me hubiera hecho llorar lo
suficiente hoy—. ¿Me estabas cobrando?
—¿Eso es lo que piensas? —pregunta, suavemente, de pie a unos metros
con la energía de un tornado a su alrededor.
Una rabia diferente a cualquier otra, burbujea en mi interior, mientras
tomo el dobladillo de mi camiseta. —¡Aquí vamos entonces! —De un tirón la
saco por mi cabeza, dejo caer mis pantalones cortos, pateándolos en el aire, en
su dirección—. Ven, vamos a acabar con esta apuesta. ¿Seguramente ya
recibiste un pago parcial por todas las otras veces que te folle? —Después
empiezo a quitarme mi tanga—. ¿Así que cuanto más nos queda? ¿Cuánto?
¿Huh? —Pateo mi ropa interior a un lado y me paro desnuda ante él—. ¿Huh,
Greyson?
Está congelado como una estatua, con los ojos brillantes mientras reúno
mi camiseta en un puño y la tiro en su dirección. —Vamos, acabemos con eso.
Solo dime cuantas folladas va a tomar.
Agarra la camiseta y en un segundo, a la velocidad del rayo, cubre la
distancia entre nosotros, presionándola contra mi pecho, murmurando con
calma—: Vístete, hablaremos más tarde hoy. Me falta un hombre por ver, y no
tengo mucho tiempo, Melanie. Mi padre está muy enfermo…
190
—¿Cuál amigo? ¿El que besabas anoche? ¿Dónde está ese collar,
Melanie? —Acecha hacia mí más rápido y retrocedo hasta que mi columna está
ágina
plana contra la pared y se presiona en mí, un gran depredador con ojos que de
alguna manera me poseen mientras me miran.
Envuelve una mano en mi cuello, y su hambre me alcanza,
debilitándome. Siento mis rodillas tambalearse ante su cercanía. Su aroma.
Dios, lo extraño y odio hacerlo. Que lo haga.
Está de pie aquí y aun lo hago.
Extrañarlo.
Quererlo.
—Matas gente —chillo.
Su mano rodea mi garganta, y la yema de su pulgar empieza a acariciar
lentamente, sinuosamente, el punto de mi pulso mientras sus ojos caen a mis
labios. —Algunas veces. —Su voz es baja y ronca.
—¿Los torturas?
Estoy sin aliento.
Estoy sin aliento y herida y ¿Por qué no puedo dejar de amarlo? ¿Por qué
no puedo dejar de amarlo?
—Hago lo que tengo que hacer —murmura mientras acaricia mi cuello
con el pulgar y se queda mirando, se mantiene hambriento por mi boca, su
mirada es tan poderosa que lamo mis labios nerviosamente.
Mi respiración ya no es mía. Pero sigo tratando de llevar aire a mis
pulmones, porque todas las emociones en mi pecho son demasiado dolorosas
de contener. —Pequeño tonto estúpido, ¿Es por eso que me escogiste? —
pregunto con voz ronca
—¿Escogerte? Si hubiera elegido a una mujer, nunca te hubiera elegido.
—Frota la parte superior de un nudillo sobre mis labios mientras sigue follando
mis labios con sus ojos—. Eres un lío caliente, Melanie —dice en tono áspero—.
Eres un caliente, inocente pequeño desastre, y nunca me ataría por las pelotas
voluntariamente a alguien tan divertida, alegre, inocente, feliz y despreocupada
como tú. No te elegí, pero seguro como el infierno que no puedo líbrame de ti.
Estás en mi cabeza, eres como un demonio en mi maldito corazón.
—¡Jódete! —Lo empujo, pero agarra mi muñeca para detenerme y tira
mis manos sobre mi cabeza, provocando que arquee mi cuerpo instintivamente
y que las puntas de mis pezones se froten contra su pecho duro. El relámpago
instantáneo de excitación que siento despierta la ira contra mí misma—.
Úsame —grito, retorciéndome en su agarre—, deséchame. ¿Ese era el plan,
cierto? Fóllala, y luego fóllala otra vez. ¡Busca una rubia que no piense
192
Agacha su cabeza oscura también y mira los dedos de mis pies. En cada
pie, mis uñas dicen, en perfecto azul y rosa brillante, GREY ♥.
ágina
—Lindos dedos.
Me acurruco y los meto debajo de la alfombra. —Me hice una pedicura
en el mejor lugar de Seattle.
Todo por ti… Pienso miserablemente.
Su sonrisa provoca mariposas en mi estómago, y desearía que hubiera
un hacha y las pudiera matar literalmente. —Que alguien lograra sentarte
sobre tu pequeño culo intranquilo por un tiempo para hacer eso es un
testamento de sus habilidades. —Me mira con esos ojos que alcanzan
pequeños lugares extraños dentro de mí, y mi estómago comienza a sentirse
pesado por la sobrecarga de emociones—. ¿O a tu convicción de llevar mi
nombre en tus pies?
Se arrodilla, y aguanto mi respiración cuando toma mi pie y lo besa.
—Greyson estás besando los dedos de mi pie —digo en voz ronca y
algodonosa.
—Tiene mi nombre en ellos.
Cuando libero mi pie, exhala un largo suspiro y se pone de pie, más de
metro ochenta de hombre bello y mentiroso, entonces tranquilamente comienza
a meter algunas cosas de la cama en su chaqueta negra. Miro en las sombras,
observándolo ponerse sus guantes, sintiendo que esta inocencia que acabo de
perder, nunca la recuperaré.
—Siento que mi novio acaba de morir. Nunca, nunca, tendré a Greyson
otra vez.
Si sueno triste, él se ve arruinado.
—Siento que mi alias acaba de matar a mi chica. Y nunca volverá a
verme de la manera en la que lo hacía.
Nos miramos de la forma que hacemos, excepto que usualmente
sonreímos ahí.
Esta vez no.
Ve a casa, Melanie. Pienso miserablemente.
Se acerca cautelosamente, y recuerdo cuan obsesionado está con mis
ojos, y siento una tristeza extraña de él cuando ahueca mi rostro, piensa sobre
besarlos, pero en su lugar, deja caer sus brazos.
—Volveré. Quédate con tu amiga por el día de mañana, y piensa,
Melanie. Cuando regrese, te reto a mirarme a los ojos y decirme que no me
quieres.
No sé qué hará, pero el terror, la lujuria, amor, cada emoción nada a
197
Nada.
Mi corazón late en mis sienes, mi pecho, mis dedos mientras espero por
su respuesta a mi ultimátum impulsivo. Se para junto a la puerta y ríe en voz
baja, entonces saca algo de su chaqueta, quita el cartucho de su pistola, la
baja, y abre la puerta. No me dio su palabra, pero le creo.
No sé porque, pero le creo.
Espero hasta que cierra la puerta detrás de él, para tener la madre de
todas las malditas crisis nerviosas.
198
ágina
La Lista
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Jasiel Odair
Greyson
Era un blanco fácil.
Me adentro en la casa a oscuras, y lo despierto con la punta de mi
pistola justo en la sien mientras se levanta de golpe en la cama. Temblaba
como una bandera en el viento mientras abría la caja fuerte y me daba el
dinero.
Probablemente nunca dormirá de nuevo.
Bienvenido al club, viejo…
Pero ya no pienso en eso. Su nombre está tachado, las ganancias fueron
buenas esta noche. Riptide era el dueño del ring, y eso está bien por mí.
Riptide significa dinero, y en el Underground todo se trata de dinero.
Pero tampoco pienso en eso.
Estoy pensando en ella. Preguntándome si está durmiendo. O incluso la
mitad de atormentada que yo. Son las seis de la mañana en el hospital, y he
estado sentado aquí, odiando lo que ya sé.
Odiando ya saber lo que va a decirme más tarde hoy, cuando vaya a
verla.
Que no la merezco, que soy un mentiroso, un estafador, y no el hombre
199
en mi cabeza.
He estado toda la noche en el hospital, viendo a mi padre luchar por
respirar.
Yo mismo me siento ahogado, el aire atascado en mis pulmones. Sabía
cómo era mi vida, lo que quería. Lo tenía todo claro.
Ya nada está claro, excepto que no puedo imaginar continuar un día sin
ella. Si no me acepta, ya sé que estaré obsesionado. La acecharé. No seré capaz
de dejarla ir. Necesitaré estar seguro de que esté a salvo, de que sigue siendo
ella, que ríe. Tendré que ver a alguien más tocándola. El hombre que quería, el
hombre que yo no puedo ser. Mi corazón se despedaza en mi pecho. Una
tormenta arde por mi cuerpo ante el pensamiento de alguien más tocándola
aparte de mí.
Pero no seré el Hades que lleve a mi Perséfone al infierno.
Ella no es Perséfone. Es Melanie Meyers Dean, y la amo.
Exhalo y pongo el rostro entre mis manos, temblando mientras trato de
controlarme.
Estoy enfermo y ella es la única cura.
Estoy enfermo por ella, tan enfermo como mi padre.
Levanto la mirada y difícilmente se mueve en la cama, el sonido de su
respiración es bajo y calmado. Sí, duele. Lo odié toda mi vida. Me arrebató todo
lo bueno. Y todavía duele que sea débil y mortal, y aún así, el hijo de puta se
aferra fieramente a ocultarme dónde está mi madre.
La ira y la impotencia crecen en mi pecho. Trabajé en mi último blanco
con la ayuda de la información de Tina. Trabajé cuidadosamente alrededor de
mis números así el único blanco que queda es… el número cinco.
—¿La lista? —me pregunta Eric ansiosamente después de hablar con los
doctores y darse cuenta de que a mi padre sólo le quedan horas de vida. Horas.
—Voy a conseguir el pago —miento, jalando la silla hacia atrás y
levantándome.
Pero no lo haré. Voy a reclamar a mi chica, y luego volveré aquí y le diré
a mi padre que falló. Que falló en hacerme como él. En hacerme
completamente egoísta y malvado.
Voy a reclamar a mi chica, iré a cobrar algo de mi dinero y compraré la
deuda de mi chica. Puede ponerle el precio que quiera. Puede cobrarme hasta
mi propia vida. O el precio del Underground. Pero va a decirme dónde está mi
madre, y va a verme tachar el nombre de Melanie mientras le entrego el dinero
que ella debe.
200
Pero ya no me importa.
Voy a luchar por lo que me preocupo y voy a luchar por ello así pase el
resto de mis días en las sombras, asegurándome de que mi chica esté bien.
Decisión
Traducido por Geraluh
Corregido por Vane hearts
Melanie
—Quiero ir a casa.
Esas son las primeras palabras que salen de mi boca al día siguiente,
cuando Greyson se para en la puerta de mi habitación de hotel, todo en ropas
oscuras, el cabello recién lavado con champú. No es mi príncipe. No es mi
caballero de armadura brillante. Más bien mi villano en negro.
—Realmente quiero ir a casa —repito en una voz ronca y rota—. He
pensado en... nuestra conversación y hoy solo quiero ir a casa.
Es todo lo que digo.
No, hola. Ni buenos días. Ni siquiera comento sobre la caja que sostiene,
o de la margarita que está sosteniendo en su mano, como la que clavó en la
pared de la casa de mis padres. La emoción se apodera de mí cuando recuerdo
ese día, lo real que fue, lo divertido que fue.
Esos que juegan juntos, permanecen juntos...
Eso no es cierto, Nana. Algunas veces los hombres juegan contigo y te
destrozan.
Ni siquiera puedo decir que Greyson no me lo advirtió.
Siento como que un vampiro acaba de chupar toda la sangre de mi
201
puerta tras de mí. Entonces me paro ahí, llorando contra el silencio absoluto
del cuarto donde lo dejé. Pandora se levanta y va a buscar su propia maleta en
silencio.
He dormido por todo Seattle, y nunca me he sentido como una puta
hasta que rompí el corazón de este hombre.
En un mundo ideal solo amarías al hombre perfecto.
Pero no es un mundo ideal. Amo a un hombre imperfecto que peca,
miente, roba, chantajea y es extraño saber ya, incluso a pesar de que los años
no han pasado, que ni siquiera mi Sr. Perfecto o Príncipe encantador nunca,
nunca estarán a la altura del que acabo de abandonar.
medias, me siento como que romperé algo si no te veo pronto con mis propios
ojos…
ágina
—Sé que has utilizado el sexo para dejar de sentirte sola por mucho
tiempo, Melanie, y sé que eres la cosa más bonita que he visto, siempre tratando
de mejorar todo. Dando a cada sapo una oportunidad, porque estabas dando
esa oportunidad, ¿Cierto? Así que, ¿porque negarle una oportunidad a alguien?
¿Cualquiera? ¿Incluso un pendejo de mierda como yo?
Me cargó... De repente recuerdo como me cargó, a casa, mientras
sangraba por una cortada que le hice, y me puso sobre la cama, llenó mi
bañera y apretó mi mano. Me protegió. Me abrazó. Trató de advertirme de él
porque no quería lastimarme, pero de alguna manera, como yo, él no podía
estar lejos. Lo veo perfectamente. ¿La MIRADA que me da? Eso es lo que es
real. Esa mirada es real. No ninguno de los otros asuntos de mierda.
La gratitud y la ferocidad en sus ojos cuando cociné para él y se sintió...
aceptado.
Las veces que se sinceró sobre lo que sentía por mí. ¡Él!, un hombre que
probablemente no está acostumbrado a sentir nada en absoluto.
La manera que me conoce. Todo el tiempo, ha sabido todo lo bueno y lo
malo de mí, y aun me mira como si soy el diamante más precioso de los
diamantes.
De repente recuerdo a Brooke diciéndome ¡TE PERTENECE, MELANIE!
Lo has estado buscando toda tu vida, ¡Lucha por eso!
—Pan —susurro, mis sentimientos por el intensificándose hasta que
siento ganas de gritar o estallar porque no quiero, me niego, a vivir con estas
emociones. Porque vivir sola cuando puedo tenerlo. ¿Me alejará el miedo de mi
chico? ¿Mi hombre? ¿Mi rufián? Mis manos tiemblan mientras libero mi
cinturón de seguridad y casi tropiezo de mi asiento antes de que cierren la
puerta—. Te veo en Seattle.
—¿A qué te refieres? Amiga, ¡tengo miedo de volar y me acabo de tomar
una jodida píldora para dormir y lo sabes!
—No me detengas. No quiero que me detengas. Por favor. ¡Por favor, Pan!
Lo quiero. Lo amo.
No la dejo convencerme de cuan estúpida estoy siendo o cuan
imprudente. Siento una sacudida de emoción dentro de mí solo de pensar en
correr de vuelta a sus brazos, mi estómago está tintineado y fuera de control
tan pronto como salgo del avión antes de que cierren la puerta. Corro por el
aeropuerto, intentando encontrar a Derek.
—¡Derek! —llamo, corriendo con la esperanza de atraparlo. Estoy
saltando a través de puertas corredizas cuando otro hombre con botas
vaqueras y camisa a cuadros me detiene.
206
Greyson
El texto viene desde el teléfono de Melanie, pero inmediatamente mi
instinto se congela cuando me doy cuenta de que quien sea que escribió no es
ella.
Felicidades. Tú ganaste.
Respondo.
¿Y tú eres?
Melanie olvidó su teléfono en el avión. Es Pandora. Ganaste, espero
que estés feliz. Ella está volviendo a ti. Está ciega, perdidamente
enamorada de un jodido idiota como tú.
Las palabras me envuelven como una especie de manta, calentándome.
Al mismo tiempo, una advertencia extrañamente primitiva suena en mi
cerebro. Tecleo el número de Derek. —¿Dónde diablos estás?
—Regresando de dejar a tu reina. ¿Por qué?
—Mueve el culo hasta al aeropuerto y tráela de nuevo a mí. Tráela de
vuelta a mí, ¡JODIDAMENTE AHORA MISMO!
Todos mis instintos protectores hacen arranque con venganza, mezclados
con furia, con la emoción primitiva de lo que acabo de leer en mi teléfono.
208
Melanie
—Así que, ¿dónde se encuentra? ¿Dónde ha estado todo este tiempo? —
pregunto curiosamente desde el asiento trasero.
El hermano de Greyson solo sonríe y sigue conduciendo más profundo
en los barrios malos a las afueras de Denver. Es un chico pequeño, con una
forma de vestir que dice quería-ser-un-vaquero.
No sé si es el sexto sentido que dicen que tienen las mujeres, o la mirada
escalofriante en sus ojos, o la manera en que mi corazón se acelera en mi
pecho, pero algo está muy, muy mal aquí.
Y de repente lo sé, sé que Wyatt no me lleva con la madre de Greyson,
como dijo que haría.
—Llévame de vuelta —digo suavemente.
Se ríe. —¿En serio? ¿Ahora das órdenes? —suelta y encuentra mi
mirada—. Vamos a hacer que venga a ti, ¿hmm? ¿No les gusta eso a todas las
chicas? ¿Ser rescatadas? Mi hermano definitivamente va a querer rescatar a su
“princesa”.
—Escucha, no se preocupa por mí en este momento. Nosotros
terminamos…
Cuando extiendo la mano para abrir la puerta, saca un revólver. —
210
Siéntate y cállate.
El impacto de tener un arma apuntándome me hace estrellarme contra el
ágina
el negocio lucrativo, el prestigio entre las ligas de lucha, se iría todo a la mierda
si Cero no estuviese tras las riendas.
ágina
parte interior de mis muñecas firmemente y meto mi dedo pulgar entre el nudo,
usando mi uña para tratar de atrapar una pequeña abertura para lograr que el
nudo se abra. La cuerda se afloja mientras hundo mi pulgar en el interior,
ágina
Greyson
Mi mundo toca fondo.
Observo a Melanie desaparecer a través del agujero enorme de la puerta
abierta. Algo se apodera de mí. Me oigo gritar una vez más—: ¡PRINCESA! —
Mientras salgo disparado hacia el espacio vacío. Mi hermano se abalanza sobre
mí, derribándome contra la pared, agarrando el brazo donde estoy sosteniendo
mi arma. Lo domino fácilmente, deslizando mi SIG entre nosotros y la apunto
justo en el centro de su caja torácica.
¡BOOM!
Grita, y dejo caer su cuerpo retorciéndose en el suelo y tiro el arma
mientras corro a la puerta vacía. Mi pecho está apretado. No puedo respirar.
Cinco pisos más abajo, veo un charco de cabello dorado.
—¡MELANIE!
No hay respuesta.
Derek sale del ascensor y esta instantáneamente a mi lado,
desenrollando un trozo de cuerda al tiempo que digo bruscamente—: Bájame,
no quiero aplastarla. —Agarro un extremo de la cuerda mientras lentamente
me baja un piso, y luego dos, hasta que no hay más cuerda, y desde dos pisos
de altura, salto, estrellándome contra el suelo con una maldición—. ¡Llama a
216
Esta pálida y sin vida. Líneas de sangre cubren sus mejillas, en una
corriente de sus labios y nariz. Murmura algo ininteligible.
—Nena —le digo mientras extiendo la mano para tocar su cuello por un
pulso.
Lo siento, palpitando débilmente bajo mis dedos. Me duele el corazón en
mi caja torácica. Duele tan jodidamente tanto. Por primera vez en mi vida, me
siento impotente.
—Melanie, quédate conmigo. —Sueno como un mariquita. Rogando. Pero
Santa mierda, no puede dejarme. No puede jodidamente dejarme.
Compruebo la nuca; no está rota, pero no la voy a mover. No me atrevo.
Simplemente acuno su cabeza en mis manos porque pensé que nunca vería
esta puta cara de nuevo y la miro fijamente. Y la miro fijamente. Sus ojos
cerrados, su sonrisa desaparecida, la sangre arrastrándose de sus labios.
Antes de darme cuenta agacho mi cabeza y presiono mis labios a los suyos,
besando sus labios ensangrentados, mi voz ronca, mientras empieza a
quebrarse—: Nena, te dije que te mantuvieras alejada de mí.
No se mueve. No puedo respirar.
La habitación se cierra sobre nosotros, succionando el oxígeno. ¡No
puedo jodidamente respirar! —Melanie, mira lo que te hice. —Peino su cabello
hacia atrás con mis manos enguantadas. Gruño de ira, luego me quito los
guantes, empujándolos en la parte de atrás de mis vaqueros, tomó su cabello
sedoso en mis manos y entrelazo las hebras en una trenza de manera que no
tendrá que preocuparse por el cabello en su rostro.
Siento que estoy perdiendo el control, que estoy a punto de quebrarme y
nada volverá a recomponerme de nuevo.
—Quédate conmigo —ruego todavía, levantando su mano a mis labios y
besándola una y otra vez—. No me dejes de nuevo. Quédate conmigo.
Quiero ver sus ojos. Esos ojos verdes salvándome. Santa mierda.
Necesito ver su sonrisa. Riendo conmigo. Llamándome imbécil. Diciéndome que
me ama.
Cuando las puertas del ascensor del sótano se abren, estoy temblando de
rabia y levanto la vista para ver a Derek empujar a mi hermano en mi
dirección. Dios mío, voy a jodidamente matarlo.
Salgo disparado a través de la habitación hasta donde Wyatt está, los
brazos atados detrás de él, el estómago sangrando. Está herido, pero no hace
nada para calmarme. Quiero agarrar todos mis cuchillos y empezar a cortar
sus extremidades, poco a poco. Quiero oírlo gritar, quiero derramar su sangre,
217
—FELICIDADES, C.
—¡Felicidades, C!
—¡Cero, felicitaciones!
220
grande, cerrada.
—¿Qué es esto? —pregunto. No sólo estoy sorprendido por la recepción
del equipo, sino por los elementos que está sosteniendo en sus manos
extendidas.
—Todo, Greyson. La propiedad del Underground. Algo que perteneció a
tu madre. Y esto.
Estoy confundido mientras me entrega un sobre, pero entonces mi mente
vale una mierda ahora. Soy una mierda. Me siento como un animal
atropellado. No he comido en cuarenta horas. No he dormido. No he tomado un
baño.
—No terminé la lista, Eric. —Me siento obligado a especificar.
—Sí lo hiciste. Cuando tu padre murió, hasta el último nombre en la lista
se contabilizó y pagó.
—No Melanie...
la abro. He esperado trece años para esto. Trece. He hecho cosas indecibles por
esto, por ella. Para encontrarla. Para protegerla.
ágina
algunas cosas.
—Hombre, ¿en dónde vas a dormir?
ágina
J.
ágina
padre.
Escapar ha sido inútil. E incluso aunque tuviera éxito, ¿quién me dice que
ágina
Melanie
Negrura. Frío. Sonidos como pitidos. Me siento sola. Me siento vacía.
Quiero moverme, abrir los ojos, mientras escucho voces a mi alrededor. ¿Por
qué no me puedo mover? No recuerdo. Veo caras. Una mujer. Un hombre.
Familiaridad. Voces familiares.
—¿Melanie? —pregunta ella.
—Cariño, ¿te acuerdas de nosotros?
Parpadeo y las luces queman a través de mis retinas.
Quién…
DÓNDE…
El pánico comienza a hacerse cargo, y ahí es cuando veo la gran figura
en el otro extremo de la habitación. Mi cuerpo tiembla reaccionando, no de
miedo, sino de una emoción innata y mi corazón comienza a latir muy fuerte.
Su cara está tensa, hay remordimiento allí, y angustia. Ver el dolor ahí me
paraliza. Empieza a doler en lugares distintos de mi cuerpo. Profundo en el
interior. No entiendo cómo un dolor puede avanzar tan rápido como este.
Mis labios se separan, pero no puedo hablar, y entonces la mujer
presiona una pajilla entre mis labios. Trago con frialdad, mi garganta en carne
viva. El hombre, él, él es todo lo que quiero ver, se separa de la pared y empieza
227
a acercarse, sus ojos me atrapan, su frente, sus cejas, su nariz, sus labios, sus
pómulos, su cuello.
ágina
Melanie
Es la noche perfecta para una fiesta.
La noche perfecta para un beso.
La noche perfecta, la más perfecta para estar enamorada.
Estoy sentada en una gruesa barandilla de piedra en la terraza, mi
vestido levantado hasta mi cintura para que Greyson pueda calzar su cuerpo
entre mis muslos.
Juega con mi pezón con sus pulgares, y trato de no gemir mientras lo
devoro visualmente ante mí, su cuerpo vestido con un traje negro, con el pelo
revuelto por mis manos, sus labios un poco rojos con mi lápiz de labios. Me
devuelve la mirada y desliza su mano grande y cálida hasta mi muslo y me
quita las bragas. Me quedo sin aliento, cuando las mete en el bolsillo de su
chaqueta, su mano vuelve para acunar mi sexo, mientras que la otra juega con
mi dolorido pezón.
¿Se puede morir de placer?
¿Se puede morir por la manera en que tu novio te ve y te ve y te mira?
Estoy. Loca. Por este hombre.
Haría cualquier cosa por este hombre.
230
Melanie —murmura entre besos, frotando el dedo dentro de mí—. Estas muy
viva... tan viva como lo has estado siempre, esos ojos verdes chispeantes de
vida, este cuerpo latiendo, para mí. Y este hermoso coño desnudo... —
murmura mientras se inclina... abajo... más abajo... y su cabeza se sumerge
entre mis piernas.
Chasquea su lengua sobre mi clítoris y el placer me recorre. Acaricia con
una mano mi espalda mientras tira de mi clítoris en su boca, rodando su
lengua sobre la carne sensible, jugando conmigo.
Me estoy quemando y lo necesito, lo necesito desesperadamente. Cierro
las maños en puños detrás de su cabeza, sujetándolo contra mí por el pelo.
Ahora siento sus labios mordisqueando mi clítoris, suavemente tirando,
y mis latidos galopan más rápido a medida que inserta dos dedos en mi coño.
Han pasado semanas, más de tres meses... en el hospital; primero el
coma, después la rehabilitación. Durante todo este tiempo, estuvo allí para mí.
Estuvo allí para mí cuando me desperté, y allí cada vez que me quedaba
dormida. Mis ojos pican mientras siento unas ganas tremendas de llegar al
orgasmo al mismo tiempo que una necesidad imperiosa de hacer el amor con
él.
—Grey —clamo, tirando de él por el pelo.
Se aleja y se encuentra con mi mirada, enderezando su corbata negra y
sonriéndome.
—Te quiero así, toda malditamente caliente y húmeda para mí. —Desliza
sus caderas entre mis muslos y me jala a sus brazos, rozando besos en mi cara
mientras me abraza con sus brazos gruesos y musculosos.
Mis ojos se cierran. Se encuentra duro contra mi coño desnudo.
Estirando la cremallera de sus pantalones. Pero sé que espera algo especial
esta noche. Me ha dicho cuanto anhela hundirse en mí... perderse en mí...
¡Yo también!
Mi coño está húmedo todavía y da un pequeño apretón ante el
pensamiento de mi chico, el único hombre que he amado, haciendo el amor
conmigo. Finalmente. Después de meses de lo que parece toda una vida de
espera. Me ha dicho que tiene que hacer el amor conmigo sin condón. Hemos
hablado con los médicos, y estoy en control de natalidad en dosis bajas por un
tiempo. Mencionaron que sólo podía ser por poco tiempo, porque también soy
una trasplantada de riñón que rechaza la medicación a largo plazo. Pero eso
está bien. Vamos a hacer uso de estos meses como nadie.
Estoy tan lista para sentirlo, para estar con él... No quería la fiesta. Sólo
233
quería volver a casa y estar en la cama con él. Pero Greyson parece que no
puede superar el hecho de que se perdió mi vigésimo quinto cumpleaños y lo
compensa con estilo.
ágina
coma, no recordaba nada, pero cuando volví en mí, todos mis recuerdos me
golpearon casi hasta el punto de no poder separar uno de otro.
ágina
Amo mis recuerdos ahora. Es un tesoro saber quién eres, a quién amas,
lo que hiciste ayer, lo que esperas de ti en el futuro. Es un tesoro recordar el
día que conocí al hombre que amo.
Y lo recuerdo, cada pedacito de ello.
Cuando por fin abro los ojos, siento su mirada en mí.
Como si esperara algo...
Es entonces cuando el toldo que hace un techo artificial por encima de
nuestras cabezas, blanco y elegante, se abre de golpe y un montón de globos
blancos, rojos, y negros empiezan a llover sobre nosotros.
Chillando, inclino mi cabeza hacia atrás y los veo caer sobre nosotros,
estirando mis brazos para poderlos sentirlos rebotar en mis palmas. Se siente
mágico, especial, inolvidable.
Algunos de mis amigos toman las largas plumas elegantes que adornan
las mesas y usan las puntas para empezar a hacer estallar los globos. Greyson
es más feliz cuando estoy feliz, he notado esto. Ahora me mira con una mueca
en sus labios, inclinándose hacia atrás con las piernas separadas y los brazos
cruzados, mirándome unirme a la diversión y empiezo a reventar los globos. La
música se pone en marcha cuando la mayoría de los globos han caído en la
pista de baile, y a medida que la banda empieza a tocar, la gente trata de bailar
alrededor de ellos, mientras que otros hacen un juego para reventarlos con sus
pies.
Me estoy riendo y levantando mi vestido, clavando los tacones de mis
zapatos en un globo.
¡Pop!
¡Pop!
¡POP!
Cuando levanto la vista, todavía está mirándome.
Siento su felicidad como si fuera mía.
La canción “This is What It Feels like” de Armin van Buuren suena
alrededor de nosotros, y me pongo a bailar al ritmo de la música en el centro de
la habitación, sintiéndola correr a mi alrededor, veo como Greyson saca una
silla y se sienta, inclinado hacia adelante, con los codos sobre sus rodillas, los
ojos brillantes entornados, fijos en mí mientras bailo sola.
Él llena su chaqueta perfectamente. Veo sus brazos musculosos, el
triángulo perfecto de sus anchos hombros, su cintura estrecha, y lo quiero
todo. Esa boca que parece un poco más rosada de lo normal debido a mis
besos. Esos ojos hambrientos. Ese hombre hermoso.
235
—Mm. Y espero que sepas que, en mi caso, una mano no será suficiente.
¡Debes usar dos!
ágina
FIN
ágina
Cuando una chica enojada y con el corazón roto, se ve
obligada a estar cerca de su ex novio rockero, solo el
tiempo dirá si el fuego entre ellos los consumirá a
ambos.
Pandora, la amiga gótica de Brooke (Real, Mine, Remy)
y Melanie, pensó que tener el corazón roto por su ex
rockero solo podía suceder una vez. Pero ahora, él está
de vuelta en la ciudad con el concierto más grande del
año. Pandora lo odia tanto que consigue que Melanie
vaya con ella y le juega una broma en su concierto.
Pero cuando son atrapadas por la seguridad, y su ex es
convocado, decide no presentar cargos si ella sigue
ciertas condiciones. A Pandora no le gusta nada de sus
reglas, o el hecho de que él tiene control sobre ella,
sobre todo porque parecen diseñadas para asegurarse
de que ella está en contacto con él de nuevo. Pero la cercanía reaviva la pasión
que una vez compartieron, y pronto, no importa cuánto quiera odiarlo, está
claro que continúa interesada en él. Y lo que es peor: él también lo sabe.
244
ágina
Katy Evans es una escritora estadounidense que
creció rodeada de libros. De hecho, durante una
época eran prácticamente como su pareja. Hasta
que un día, encontró una de verdad, se casó y tuvo
dos hijos.
Le encanta pasar tiempo con la familia y amigos,
leer, caminar, cocinar y que los personajes de sus
libros la consuman hasta que escriba «Fin». Saltó a
la fama con su serie de libros Real.
Sitio web oficial: http://www.katyevans.net/
245
ágina