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CRÉDITOS
Moderadora y Traductora
Nelly Vanessa

Correctoras
Karens Nanis
Pochita Maria_clio88

Revisión final
Nanis

Diseño
Lectora

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ÍNDICE
Sinopsis 15
Prólogo 16
1 17
2 18
3 19
4 20
5 21
6 22
7 23
8 24
9 25
10 26
11 27
12 28
13 29
14 Epilogo
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SINOPSIS
E
n una poderosa y ardiente novela de las autoras más vendidas
de la serie Caldwell Brothers, dos almas torturadas se unen
para superar el pasado, encontrando el coraje para sanar… y
amar.
Jason "Cobra" Stanley nació para pelear. Con un padre como el suyo,
tuvo que endurecerse para sobrevivir. Ahora Cobra intenta sacar toda su
frustración, toda su ira y todo su dolor en la jaula de la MMA. Pero
después de recibir demasiados golpes en la cabeza durante un
enfrentamiento con Jagger Caldwell, el ciclo de violencia se detiene
bruscamente. Cobra se despierta en el hospital, bajo el cuidado de una
enfermera cuyo cabello rubio brilla como un halo, y cuyo corazón puro lo
toca en el nivel más profundo.
Lorraine Bosch es una luchadora también. Habiendo escapado de su
propio padre controlador, se enorgullece de seguir siendo profesional, a
pesar del caos de la sala de emergencias. Pero Cobra es la última
distracción. Lorena sabe que debe huir gritando de sus músculos
ondulados y psique destrozada. Y, sin embargo, ¿cómo puede negarle a
este quebrantado hombre una segunda oportunidad, especialmente porque
sabe exactamente lo que ha pasado? Lorena está acostumbrada a jugar
con el ángel de la guarda. Ahora es su turno de encontrar el cielo en los
brazos de Cobra

5
Para romper las cadenas que me atan, primero debo saber lo que tengo
dañado. Para cambiar los patrones que comenzaron hace tanto tiempo en
mí, primero debo encontrar el poder que tengo dentro. Para ser el hombre
que quiero ser, debo romper al hombre que soy hoy.
Jason Cobra

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PRÓLOGO
Hace quince años

—¿C ómo te atreves a avergonzarme? —El revés viene antes


de que pueda prepararme.
La quemadura, la picadura, el sabor a cobre de
mi propia sangre llena mi boca mientras el siguiente golpe viene
estrellándose. Para ahora, debería esperar esto. Para ahora, debería
saberlo mejor. A estas alturas, debería regresarle lo que me da y más
fuerte. Pero no lo hago.
Hay alguna deformada, retorcida parte de mí que siente que he
ganado su castigo incluso cuando no puedo explicar lo que hice o incluso
lo que piensa que hice. Algunos días, podía ser cacheteado simplemente
porque llovió y su traje de diseñador se mojó.
—¿Cómo puede la gente creer que soy capaz de manejar una ciudad
cuando no tengo control de mi propia casa? —Su voz sube, haciendo que
cada palabra truene en mi dolorida cabeza—. Todo lo que hacemos está
bajo escrutinio.
Debo decir algo. Debería pelear. Debería hacer algo para escapar,
encontrar un respiro. No lo hago. En lugar de eso, entumezco mi mente y
dejo que me golpeé.
Mi rostro está hinchado, y creo que puedo tener un diente roto, pero
no lloro. No hago un sonido. Aprendí de pequeño que entre menos diga,
cuanto menos me mueva, más rápido terminará.
No puedo recordar un momento en mi vida cuando todo lo que hacía
no estuviera bajo un microscopio. No puedo recordar un momento en mi
vida cuando no lo hiciera enojar hasta el punto de sentir rabia. Cuanto
más reaccionaba él, más me amaba. Mi madre me lo dijo más veces de las
que puedo contar.

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Al principio, me dije que era yo. Si era un mejor muchacho, más
inteligente, más fuerte, él no tendría que castigarme. Más tarde, me dije
que era él, y que simplemente necesitaba sobrevivir hasta que pudiera
huir. Temía las vacaciones de verano de la escuela. Eso significaba más
tiempo en casa y más tiempo para que me jodiera. Lo único que mantenía
diciéndome era que rompería el ciclo.
A los quince años, encontré mi válvula de escapen en el gimnasio.
Cuando la rabia dentro se volvía tan profunda que podía sentirla pulsando
a través de mis venas, necesitaba algún lugar para sacarlo todo. La
pesada bolsa toma cada golpe y patada que le doy, y luego espera más. El
octógono de peleas subterráneas ha sido mi escape desde que tenía
diecinueve. Tomo los golpes que necesito y pongo fuera a los hijos de puta
cuando el momento es el correcto. Finalmente, encontré un lugar en el
que no tuviera que contenerme.
En el día, soy Jason Stanley, hijo del alcalde Stanley. Crecí detrás de
las puertas de un suburbio de clase alta en Detroit. La política y la
presentación son todo. De día, trabajo en la oficina de registro de votantes
de la ciudad. En el día, soy un estudiante universitario, un idiota titulado.
De día, camino con la cabeza en alto y sé que soy intocable. . . excepto por
él.
El hombre que me hizo, el hombre que me moldeó, el hombre que me
decepcionó a cada paso, James Jason Stanley, mi padre, acepta nada
menos que perfección, y yo le fallo todos los días. Gobierna la ciudad con
leyes y policías a su espalda. Gobierna su casa con puño de hierro.
Ahora estoy fuera de su reino de terror. Missy, mi novia, y yo
tenemos nuestra propia casa. Ella es un doce en una escala del uno al
diez. Con senos, trasero y mucho descaro, presiona mis botones y
mantiene mi pene duro. Ella necesitaba un compromiso más profundo
que sólo tener sexo, así que nos mudamos juntos a este condominio. No
es grande, pero está lejos de ser pequeño. Le di libertad con mi cuenta
bancaria para decorarlo como quisiera. Gracias joder, no puso un montón
de colectores de polvo y cosas con volantes. Podría dar una mierda sobre
la decoración; solo necesito un lugar para follarla cuando quiera, como
quiera y sin nadie a quien responder.
—Te vi hoy. —La morena en mi vida entra. Esa es Missy: sin saludo
regular, sólo pelotas a la pared, en mi rostro.
—Bien, hola a ti también. —le regreso su actitud.
—Te vi con ella —añade mientras sale de sus zapatos de tacón alto y
entra en la cocina.
Levanto una ceja en pregunta.

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—Infórmame; ¿con quién exactamente me viste?
Sacando una botella de su vino tinto favorito, deja una copa enfrente
y saca el corcho.
Me acerco a ella, esperando una respuesta.
—Con Renee Felicia, te vi con ella en el almuerzo. —Vierte su vino y
sorbe el líquido lentamente. Mientras cierra los ojos, puedo sentir la ira
saliendo de ella. Me amplifica.
Siento que mi corazón late más rápido, mi sangre bombea más duro,
y mis ojos van a mi objetivo mientras la adrenalina me alimenta. Igual que
antes de entrar en una pelea, la energía se acumula dentro de mí y puedo
explotar.
—¿Renee Felicia, como en la secretaria de mi padre? —pregunto,
sabiendo malditamente bien que estuve con ella hoy, pero que no
almorzamos. Ella estaba en el mismo sándwich bistró en el que yo estaba.
Tenía que conseguir el sándwich de mi padre correctamente, y ya estaba
teniendo un mal día. Me preguntó lo que pensaba, le dije que esperaba
que estuviera de humor para carne asada; de lo contrario, Renee tendría
una tarde de infierno.
Poniendo la copa en nuestro mostrador, golpea sus uñas
profesionalmente manicuradas contra él.
—No me trates con condescendencia. No actúes como que soy la que
levanta la voz con cada palabra. ¡Te vi con ella!
—Nena. —Voy por la esquina a la cocina. Necesito aclarar la
situación. Me siento en el borde. Ella me empujará, y puede ir demasiado
lejos—. La ayudé a pedir la comida de mi padre. Eso fue todo. —Levanta
una ceja por mi irritación—. Tiene edad suficiente para ser mi madre —
agrego, pensando que lo explicará todo—. Mi padre es un asno de
proporciones épicas, sabes eso. Renee ha tenido un momento de mierda
últimamente. Estaba tratando de ayudarla.
Missy no habla. Antes de que pueda reaccionar, su mano agarra el
cuello de la copa de vino y está en el aire. La copa de vino golpea mi
rostro, el líquido rojo salpica mis ojos, quemando y borrando mi visión. El
vidrio golpea el piso de la baldosa y se rompe, fragmentos vuelan por todas
partes.
¿Qué mierda está pensando?
—No me digas nena, Jay. —No se mueve, sólo me mira—. Sé todo
sobre las pumas en el ayuntamiento. Probablemente te chupó el pene en
el baño antes de tener a tu padre para la merienda.

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La rabia me llena. Me acerco a ella, y retrocede. Ignorando el dolor
en mis pies mientras las rodajas de vidrio se incrustan en mi piel con cada
paso que doy, me muevo hasta que está de espaldas contra el contador.
—¿No estuviste en mi pene esta mañana? ¿No estuviste en mi pene
por horas anoche? No soy un jodido Superman. Me encanta tu vagina,
pero Missy, un hombre tiene que dejar que su pene tenga un pequeño
descanso. Por eso conseguimos un trabajo y vamos a trabajar.
—Sí, y probablemente penetraste su vagina arrugada en el baño a la
hora de su almuerzo. —Bajando la mano, frota su coño a través de su
pantalón—. Espero que esa vagina llena de telarañas, vieja, apestosa,
valga ceder a todo esto, porque no te acercarás de nuevo a mí por un largo
maldito tiempo. —Da un golpecito con su dedo en su labio como si
estuviera pensando—. Estoy segura de que puedo encontrar a alguien
para cuidar de mis necesidades.
Me tiró una copa de vino tinto. Mis pies están cortados y sangran por
ella. Para colmo, me insulta ¿No se da cuenta que está picando a un oso
durmiente?
Doy un paso hacia ella, la copa se hunde más en la planta de mis
pies. El dolor sólo aumenta mi enfado.
—Jagger me lo dio bien en el pasado. —Se chupa el dedo—. Me
pregunto si podría liberar su agenda para otra ronda.
Veo rojo, y no es del líquido corriendo por mi rostro. Mi mano le
rodea la garganta y la empujo hacia la pared trasera de nuestra cocina.
No tiene a donde ir mientras la clavo allí.
—Perra, si la quisiera en mi pene, estaría allí. Es una maldita puma,
seguro, pero no tuvo ni un pedazo de mí. Antes de entrar aquí, echando
mierda loca, deberías tener mejor los hechos. —Soltando su cuello, ella
jadea por aire mientras pasa sus manos sobre la piel enrojecida—. En
cuanto a otra persona queriendo tu coño mágico, debes saber que no hay
otro hijo de puta por ahí que monte tu lococoño fuera del dormitorio, así
que tu coño es todo lo que tienes de bueno.
—Te voy a mostrar lo loca que estoy, Jay.
Rasguña mi rostro, y siento la quemazón mientras me corta.
Levanto mi mano derecha en el aire y la muevo hacia abajo. El único
ruido es el sonido de ella conectando con su rostro.
Ya no puedo pensar.
No puedo ver.
No puedo oír más allá del rugido en mis oídos.
Siento dolor.
10
Me siento enfurecido.
Me siento traicionado.
Me siento herido.
Me siento completamente fuera de control.
Es como si mi cerebro saliera de mi cuerpo; estoy viendo a alguien
más mientras me patea, me rasguña, me agarra. Grita mientras bajo mi
mano de nuevo. Ella sigue luchando conmigo. Grita, pero no puedo
entender las palabras mientras alzo mis dos manos y sujeto su garganta.
Necesito que se detenga.
Necesito que se calle.
Necesito que me sienta.
Necesito que sienta mi dolor.
Necesito que entienda mis emociones.
La amo. La odio. No puedo estar sin ella.
Mis labios se estrellan contra los suyos cuando suelto su garganta.
Levanta la mano y tira de mi cabello, de mis orejas, tratando de hacer que
deje de besarla. Se necesita un momento, y luego se relaja contra mí y me
besa de regreso.
Mi mente se calma. Mi cuerpo se relaja. La tensión entre nosotros se
mueve de ira a sexual. Todas las emociones y la pasión se apoderan, y no
podemos obtener suficiente del otro. Este juego retorcido solo estropea
más mi cabeza.
La primera vez que puse mis manos sobre ella le dije que no volvería a
pasar. Esa vez solo agarré su brazo para evitar que se fuera. Ella se
estremeció, y yo inmediatamente la solté. De alguna manera las cosas
cambiaron, y ella me empuja y me empuja hasta romperme como ahora.
Sabe a dónde la llevará, pero no retrocede. No merece esto, pero, ¿por qué
no puede evitar llevarnos allí?
Cada vez, me quedo con pesar. Me quedo dando las disculpas que
son nada más que palabras. Tanto como no quiero poner mis manos en
ella, no parezco poder contenerme. No puedo romper el ciclo. Soy débil.
Soy un bastardo, nacido de un bastardo, y estoy destinado a repetir la
historia de mi padre y sus errores.
Me odio. Odio lo que le hago. Odio lo que hacemos con nosotros. No
quiero hacerle daño. No quiero hacernos daño. Pensé que podría romper
el ciclo. Estaba equivocado. ¿No puede ver que la necesito? ¿No ve que la
amo? ¿Puede entender que es todo lo que conozco?

11
1
Jason

P
reparándome para el día, estoy en el mostrador del baño solo en
mi ropa interior de bóxers verdes. Recojo la lata de crema de
afeitar, y luego pongo espuma blanca en mi mano. La estoy
pasando a través de mi mandíbula y cuello, cuando se abre la puerta.
Missy entra en su lencería de seda negra. Se mueve hacia mí y me
empuja hacia atrás, subiendo al espacio de repuesto de la encimera. Toma
mi navaja de afeitar, inclinándose y arrojándola bajo el agua corriente. Sin
dudarlo, desliza el metal afilado en mi rostro y cuello. El único ruido entre
nosotros es el agua corriente.
La atrapo con una mano a cada lado mientras se inclina para lavar la
espuma de afeitar y mi vello facial. Ojo a ojo, absorbo la mujer que me
consume.
Es baja, uno sesenta contra mi figura de uno ochenta y siete. Missy
tiene amplios pechos con figura de reloj de arena que burbujea en las
caderas y los muslos que me encanta agarrar mientras me monta. Su piel
bronceada es perfecta, como su rostro en forma de corazón que está lleno
de seducción estilo modelo.
¿Cómo empezó tan sorprendente y se fue al infierno tan rápido?
Me pongo duro cuando se sienta frente a mí, su pecho subiendo y
bajando con cada respiración que toma. Sus pezones se empujan fuera de
la fina tela. Se lame los labios y quiero probarlos.
Inclinándome, lamo sus labios. Con nuestros rostros a centímetros
de distancia, tira de la maquinilla por mi rostro de nuevo. Sus piernas se
envuelven alrededor de mi espalda, manteniéndome en mi lugar.
—¿Qué está en la agenda hoy, Sr. Stanley? —susurra seductora.
Sonrío mientras enjuago la hoja.
—Reuniones a las nueve y a las once, almuerzo con Tatiana,
conferencia de planificación a las dos, y luego estaré en el gimnasio hasta
después de la cena. —Le doy mi día honestamente.
12
Con una sonrisa, lleva la hoja a mi rostro. Comienza a media mejilla
y baja. En mi mandíbula, gira, y siento la quemadura de un corte.
—¿Almuerzo con la mujer de Caldwell?
El tono en su voz es puro mal, como el corte que ahora está en mi
barbilla.
Retrocedo, sus piernas me liberan.
—Eso es lo que dije, ¿no?
Sus ojos brillan de sexys a maliciosos.
—Tal vez debería darle a Jagger una llamada. Seguro que me lo dio
bien. No sé por qué regresé a ti.
Me golpea con la navaja, pero atrapo su muñeca, deteniéndola.
—¿Eres una psicópata? Podría aplastarte, sin embargo, me cortas y
tratas de hacerlo de nuevo. —Lucho para contener mi enfado—. ¿Por qué
haces esto, Missy?
—¡No me des esa mierda, Jason! —grita, balanceándose hacia fuera
con su otro brazo, que atrapo por la muñeca, obligándome a acercarme a
ella—. ¡Esto no está en mí! —Me pregunto cómo puede decir eso cuando
siento el chorrito de sangre moverse por mi garganta recién afeitada—.
Pusiste tus manos sobre mí —continúa gritando—, entonces es: “lo siento,
cariño”. Y haces todo lo correcto hasta que lo jodes otra vez.
Miro en sus ojos fríos y oscuros y digo:
—Te odio.
Ella sonríe.
—Igual —se burla, lo que hace que sienta rabia por dentro—. La
Cobra, tan mortal. Ver su golpe. . . es más como, verte golpear la lona
contra Caldwell.
Pongo sus brazos detrás de su espalda, sosteniendo ambas muñecas
en una mano. Ella deja caer mi navaja mientras entro en su espacio.
A pocos centímetros de su rostro, inhalo, oliendo su jabón y
excitación.
—No deberías jugar con alguien que tiene tanto veneno dentro como
yo —le advierto.
Se ríe en mi rostro.
—¿Qué vas a hacer, a golpearme? Hemos hecho ese baile antes,
Jason. —Se encuentra con mi mirada—. Más de una vez.
La vergüenza me recorre. Dije que no haría pasar a una mujer a
través de lo que mi madre sufrió y sobreviví.
13
Liberándola, me hago a un lado y me muevo para pararme frente al
lavabo. Recojo mi navaja caída, ignorándola, mientras hago un rápido
acabado de mi afeitado. Lucho contra la furia dentro de mí que no quiere
nada más que romperla.
Como me ha roto.
No lo haré.
Gruñendo, sigo con mi mañana mientras se sienta en nuestro
mostrador, observándome.
—El legado. Oh, el legado Caldwell —susurra, quitándose su top—.
La forma en que me maneja. —Sus pechos y sus pezones están erectos.
La veo por el rabillo del ojo mientras trato de limpiar el corte en mi
mandíbula—. Tu pequeño ratón, Jagger el pequeño Caldwell, no puede
manejar a un hombre así. Es solo cuestión de tiempo antes de que pueda
recibir otro golpe del Hitmaker. Es una droga en sí mismo. —Desliza su
mano hacia abajo a sus bragas.
Listo para volar a la parte superior porque Jagger Caldwell pueda
excitarla conmigo de pie aquí, me alejo de ella y suelto mis bóxers. Doy un
paso a la ducha mientras gime su nombre.
¿Adónde se fue el amor?
Hubo una vez, donde no podía tener suficiente de ella. Ahora juro
que vive para ver lo profundo que puede cortarme.
El agua cae sobre mi cuerpo mientras mis músculos se doblan
instintivamente. Jagger maldito Caldwell, el hombre que salió de la nada
para ser un legado de todo lo que siempre quise ser y nunca fui.
Golpeo los azulejos de mi ducha. Mis nudillos se separan, pero sigo
golpeando. No la tocaré de nuevo.
El pequeño ratón, Tatiana Rand, ahora Caldwell, fue criada por un
monstruo como el mío. La noche que tomé todos sus miedos, le prometí
que esto sería un puto giro para ella y para mí. Sólo usaría las peleas y el
gimnasio para mi agresión.
La noche que le di al padre de Tatiana todo lo que tenía, que se
merecía y más, me dije que sería todo. Si Jagger Caldwell podía ser el
legado de su madre de bien en un mundo lleno de mal, entonces yo podría
encontrar un camino, sin importar cuánto me provocara Missy, para no
poner mis manos sobre ella.
Se ha convertido en un enfermo y retorcido juego entre nosotros, uno
del que no estoy orgulloso. Tengo que aprender control. Debajo de todo,
somos dos personas que alguna vez tuvieron un amor innegable y pasión.

14
Necesito recordar lo que empezó todo antes de perderlo todo. Necesito que
volvamos al lugar antes de que todo se fuera al infierno.
Golpe tras golpe, me alejo, sabiendo que esto va a costar una menta
repararlo. Cuando haya agotado mi mente y no pueda pensar más allá de
la quemadura en mis nudillos, me detendré. El jabón es fuego en mi piel
abierta mientras me lavo. Sin embargo, el dolor físico es un respiro
bienvenido del dolor que se agarra dentro de mí.
Después de perder la pelea con la pared inmóvil de mi ducha, salgo y
me seco con la toalla, limpiando la sangre de mis nudillos. Miro la suave
toalla blanca ahora manchada con mi sangre. ¿Cuántas veces estas
toallas se estropearon con los daños de Missy y yo peleando? ¿Cuántas
veces tuvieron su sangre mezclada con la mía?
Ya ni siquiera puedo contarlas. De alguna manera, eso nunca se
suponía que sucedería, algo que nunca se suponía que ocurriría. . . le
prometí a Missy que nunca me perdería sin importar lo que me hiciera. No
la dominaría. Sin embargo, una y otra vez, ella me presiona y yo caigo
débil a mi ira.
Eso se terminará ahora. No más empujar y tirar, no más ira y amor
enredado en una mezcla de magia mala.
Cepillándome los dientes, escucho ruidos en el apartamento. Cuando
no oigo nada, me dirijo a nuestro dormitorio y me visto para el día.
Cuando me anudo la corbata, salgo a la sala para encontrar a Missy
llorando en el sofá.
Miro el lío de la mujer en nuestro sofá. Miro lo que nos hicimos uno
al otro, lo que le hice. No puedo evitar culparme, soy el hombre. La una
vez vibrante, sonriente, seductora y confiada, ha sido reducida a un charco
de lágrimas y enfado.
—Nena —le llamo. Ojos tristes se encuentran con los míos—. ¿Por
qué me presionas? ¿Nos presionas?
Ella se aleja de mí.
—Esta es la única ocasión que me ves, Jay.
Me duele el pecho y lucho contra mis instintos para ponerme a la
defensiva.
—Missy…
—No, Jay. La única vez que realmente me ves es cuando estoy en tu
rostro. Vas a salir de aquí ahora, y la mejor parte de tu día será almorzar
con la mujer de Caldwell. Eso es jodido. Nunca he estado en la mejor
parte de nada para ti —solloza, y de inmediato me siento como un cabrón.

15
Yendo a ella, la recojo fácilmente y me siento, tirando de ella a mí
mientras la mantengo cerca.
—Te amo, Missy. A ti.
—Tatiana tiene un pedazo de ti.
Suspiro porque lo tiene. Tatiana Rand Caldwell tiene un torcido,
oscuro pedazo de mí. Maté a su atormentador y no me arrepiento ni un
poco. Ella está enamorada de Jagger. Somos amigos, de algún tipo. Esa
es su frontera, y si la cruzo, perderé a la única persona que puede mirar
mis ojos muertos y encontrar algo bueno en mí. Casi perdí tener algo con
ella cuando traté de presionarla por más.
—Me tienes, Missy. —Beso la parte de arriba de su cabeza.
—Quiero todo de ti y nunca lo tendré.
¿Cómo puedo responder? No puede posiblemente querer ver todo de
mí, de lo contrario no presionaría lo oscuro dentro. No me ayuda a luchar
contra mis propios demonios. No me hace un hombre mejor.
Sin decir nada, la sostengo hasta que tengo que levantarme para
irme. Tanto como odio que las cosas sean así, no puedo llegar tarde al
trabajo. Mi trabajo me fue dado el día en que me gané mi grado de
ciencias políticas, y basado en mi apellido solamente. El único beneficio
de ser el hijo de James Stanley es tener una carrera sólida. . . no es la que
elegiría para mí, pero nadie lo preguntó.
La dejo contemplando silenciosamente nuestro sofá; sé que nada
cambiará, estará allí cuando regrese a casa y volveremos a la garganta del
otro de nuevo. En el camino al trabajo, trato de pensar en alguna manera
para que volvamos de nuestro deceso. Y como todas las demás veces que
he intentado llegar a una solución, termino con las manos vacías. No
tengo respuesta.

Mi mañana es como cualquier otro día en la oficina. Luego viene el


almuerzo, y felizmente escapo, aflojando mi corbata mientras me voy. El
café en el que Tatiana y yo nos encontramos no está lejos, así que camino.
Tomo una mesa fuera y espero. No pasa mucho antes de que la alta y
delgada rusa de cabello color cuervo se dirija a nuestra mesa. Se sienta, y
sé mejor que abrazarla.
Caldwell y yo nunca seremos amigos. Mi respeto por Tatiana es lo
que me impide presionar por algo más. Lo intenté en algún punto, pero
ella me rechazó. Incluso después de que admití lo que hice por ella,
Caldwell todavía ganó.
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Siempre será el mejor hombre y su campeón. Sin embargo, yo más
bien prefiero tenerla como mi amiga que no tenerla en mi vida en absoluto.
Comenzó como un juguete en un juego entre Caldwell y yo. Al final,
me cambió de adentro hacia afuera.
—Jason. —Sonríe suavemente—. ¿Cómo estás?
—Pasándola, Ratón. Pasándola. —Miro por encima del hombro a los
ojos marrones de Jagger “Hitmaker” Caldwell. Ella se da cuenta de dónde
están mis ojos y gira su cabeza para sonreírle a su hombre. Hay amor en
sus ojos. Luego se vuelve hacia mí y retuerce sus manos nerviosamente.
—Lo siento, Jason. Jagger y yo hacemos juntos la mayoría de las
cosas.
Sonrío y le doy un pequeño saludo de burla a mi pasado enemigo.
Supongo que la única manera de describirnos ahora es como
amienemigos. Nunca seremos cercanos. Él nunca confiará en mí, y no
debería hacerlo. Si tuviera una mujer como Tatiana yendo a almorzar con
un hombre como yo, sabiendo el pasado entre nosotros, estaría sentado al
alcance del oído, también.
—Lo entiendo, Ratón. Tiene una buena cosa contigo; no va a dejar
que se deslice de sus manos.
—De vuelta a ti, Jason. Tu anterior respuesta de “pasándola”, no
puedes solo estar pasándola. Eso no es vivir.
El camarero nos interrumpe para tomar nuestros pedidos. No toma
mucho tiempo para que llegue nuestra comida. Tatiana come
tranquilamente antes de poner su tenedor abajo y mirarme fijamente.
—Dime que eso vino de una pelea —me ordena mientras mira mis
nudillos reventados.
Niego.
Ella jadea, y veo el miedo en sus ojos. Odio esa mirada. Odio que
sepa todos mis secretos y que sepa exactamente de lo que soy capaz, del
monstruo dentro de mí que no puede ser retenido. Le dije toda esa noche
cuando la llevé de vuelta a mi casa después de que estuviera buscando a
Jagger. No debería haberlo hecho, pero algo en ella me hizo compartirlo.
Parte de mí lo hizo para intentar asustarla, pero la dinámica entre
nosotros rápidamente la alejó tratando con el lío de Caldwell y de mí
queriendo tener algo real, una mujer que sabía lo que era pero que creía
que podía cambiar, aunque terminara sólo en nuestra amistad.
Ella traga con fuerza.
—¿Cómo está Missy? —pregunta con un susurro.

17
—Cuando me fui, estaba enojada, pero físicamente, está bien. —
Rasco mi mandíbula, sintiendo el corte de esta mañana.
Probablemente debería explicarle a Tatiana que no le pegué a Missy,
pero no lo hago. En mi mente, la golpeé como la mierda. La única
diferencia es, que en lugar de ser ella delante de mí, dejo que sea la pared
para no destruirla. En mi mente era ella, un golpe por cada maldito
comentario que hizo sobre Caldwell.
Tatiana me mira seriamente.
—Háblame.
—No hay nada que decirte que no te haya dicho antes. Pierdo el
control con ella.
Podría gimotear y decirle que Missy me presiona, pero al final, soy el
responsable. Soy el hijo jodido de un hombre jodido, y no puedo dejar de
lastimar a los que están a mi alrededor.
Miro a la mujer que ha sido mi única amiga real nunca.
—Ratón, debes irte. Tienes tu vida con Caldwell. No soy bueno para
ti como amigo o extraño. —Dejo mi tenedor en mi plato, no teniendo
apetito.
Ella se estira y aprieta mi mano.
—No me asustas. Veo lo bueno dentro de ti.
Me río bruscamente.
—Tatiana, ves lo bueno en todo. Es como el cóctel Caldwell o algo de
mierda. Ratón, no hay nada bueno dentro de mí. Deberías irte.
Sus oscuros ojos son de cristal con lágrimas no derramadas.
—Jason, lucha contra la oscuridad.
—Lo entiendo, Ratón. Lo tengo. Ella presionó y presionó, y le di el
castigo a la pared —admito finalmente—. La cosa es que mi cabeza estaba
aún allí. En mi cabeza se lo estaba dando a ella.
—¿Alguna vez te has puesto a pensar que necesitas un nuevo
comienzo? Ambos tienen demasiada negatividad compartida entre ustedes,
y tal vez es hora de moverse.
—La amo —reconozco, y lo hago. Todo está jodido y retorcido, pero
una vez, hubo amor, profundo, amor feroz o algo así.
—El amor no se supone que sea doloroso.
Eso viene de la inocencia de alguien que nunca ha tenido su corazón
rasgado en pedazos.
—Si tan sólo pudiera estar de acuerdo con eso. . .
18
—Jason, digo esto para hacerte sentir bien. Tú y Missy tienen una
relación tóxica. —Levanto una ceja hacia ella, pero sigue—. Una vez me
salvaste de un lugar peligroso. Nunca olvidaré la libertad que me diste sin
tener que mirar por encima de mi hombro. Hay algo bueno allí. Tú y
Missy, sin embargo. . . como mi versión de salvarte, te ruego que la dejes
ir. Esto no es saludable, y seguirá doliendo y tomando tanto de ti.
Suspiro, pero no hablo. Está pidiéndome que renuncie a la única
cosa a la que le he dado todo además de cuando ayudé a arreglar su
situación en casa.
Mirando mi reloj, le doy un rápido adiós, sabiendo que tengo una
tarde de trabajo delante de mí.
Sé que tiene mi mejor interés en el fondo, pero no quiero renunciar a
Missy. Vivimos juntos. Se suponía que era nuestra vida, nuestro futuro,
nuestro momento. Pero sé que algo tiene que cambiar, también.
Después de un largo día de trabajo, mi mano derecha, Brock, se
encuentra conmigo en el gimnasio. Antes de que podamos comenzar su
teléfono suena con un texto. Localización de la pelea. Asiente hacia mí y
luego a la bolsa de artículos de primera necesidad en el gimnasio.
Necesito esto: El golpear, la adrenalina, el bombeo de sangre a través
de mis venas mientras mi cuerpo lucha por oxígeno.

19
2
Lo

E
l área de emergencia del Hospital Henry Ford ha estado muy
ocupada hoy. Juro que hay luna llena. Son las seis de la
mañana, cinco horas después de cuando mi turno se suponía
que terminaba, pero no hay manera de que salga de aquí en algún
momento.
Toda esperanza de irme muere totalmente cuando llega un hombre
grande y bronceado por la entrada de la ambulancia.
—¡Necesito ayuda aquí! —grita, llevando el cuerpo inconsciente de un
hombre que apenas está vestido y que ha sido brutalmente golpeado.
Tomo la única camilla de repuesto y corro por el pasillo hacia ellos.
Una vez que está en la cama, grito por otra enfermera.
—¿Va a estar bien? —pregunta el hombre que lo trajo.
—Haremos todo lo que podamos. Tome asiento en la sala de espera.
Cuando sepamos algo, se lo haremos saber —le digo mientras nos
apresuramos con su amigo a una sala de examen.
Más tarde, cuando uno de los del equipo va a la sala de espera para
dar una actualización y tratar de obtener el nombre del paciente, el
hombre que lo trajo desapareció desde hace tiempo.
Sus lesiones son bastante superficiales, aparte de la contusión. Las
magulladuras y cortes en las costillas y rostro son increíbles. Sus manos
están cortadas, también.
Cuando le cortamos la ropa y veo la estructura delgada, rasgada y
muscular de su cuerpo tatuado y desnudo, estoy bastante segura de que
mi suposición acerca de él es correcta. Es un luchador. No solo es un
luchador, sino un luchador del underground. Por un mes ahora, hemos
visto un aumento en los pacientes que vienen viéndose así. Por lo que me
han dicho, las luchas siempre aumentan en los meses de verano.
La violencia no tiene sentido. En diferentes ocasiones, saca
emociones diferentes de mí: Ya sea miedo o enfado.
20
Mientras me siento a su lado, incluso con lo que supongo es un
luchador, no puedo evitar preguntarme si no será una víctima. Tal vez
estaba fuera corriendo, y algún criminal al azar lo asaltó. Tal vez alguien
sin conciencia o consideración por la vida humana decidió que no merecía
tener la suya. Entonces me enojo. Estoy enojada porque alguien le hizo
daño.
Mientras limpio cuidadosamente la sangre de sus heridas, suspiro y
susurro:
—Vas a estar bien. Vamos a asegurarnos de eso. No estás solo.
Después de que es limpiado, estabilizado y que todos sus vitales son
sólidos, me siento al lado de él, cumpliendo la promesa de que no estará
solo. Todo el tiempo, le digo repetidamente que estará bien.
Después de un tiempo, sus ojos empiezan a moverse y parecen estar
preparándose para abrirse. Rápidamente salgo a la sala y consigo un
médico.
Estoy a la izquierda del paciente y el médico a su derecha cuando sus
ojos se abren por primera vez y gime.
—¿Sabes dónde estás? —pregunta el doctor Bennett. Es mi médico
favorito aquí. Es bueno con todo el mundo y tiene una gran forma para
los que están en cama, que a muchos seriamente les falta. También
tenemos una relación personal desde que su hijo salió con mi hermana.
—Infierno —gime—. Apaguen la luz.
El Dr. Bennett me da un guiño, entonces mira hacia el paciente.
—¿Puedo hacerte algunas preguntas?
—No ahora mismo —refunfuña en profundo sonido sordo adormilado.
—Gracias por quedarte —me dice Bennett—. Las cosas se calmaron
allá afuera. Deberías irte; es mucho más allá del final de tu turno.
—¿Estás seguro? No me importa —le digo, mirando del Dr. Bennett
al paciente.
Amo mi trabajo. Es mi razón para levantarme todos los días. Juro
que, si me lo permitieran, viviría en el hospital. Ayudar a salvar vidas,
arreglar cosas, limpiar heridas, aliviar el dolor y reconfortar a los
necesitados es lo que me hace sentir algo distinto de la tragedia. Es
extraño, supongo. ¿Quién encuentra comodidad en las crisis?
—Vete. —Asiente hacia la puerta—. Duerme un poco, porque quién
demonios sabe qué tendremos mañana.
—Tengo el turno de la tarde; estaré bien. —No puedo evitar mirar al
paciente, golpeado y apabullado, pero todavía respirando. No hay mejor
21
momento en mi profesión que cuando veo los ojos de un paciente abrirse,
ya que, en realidad, nunca es algo seguro que pase.
—Vete. Te prometo que puedo manejarlo —bromea el Dr. Bennett.
Camino a la habitación de enfermería me lavo las manos antes de
agarrar mi bolso y mi abrigo de mi casillero. Me aseguro de sacar mis
llaves antes de salir del edificio.
Me dirijo hacia el estacionamiento y voy a mi pequeño Ford Focus
blanco. Todavía no está oscuro, y estoy agradecida por eso. Si me apuro,
puedo estar en casa antes de que se ponga el sol.

Veinte minutos más tarde, en un suburbio fuera de Rock City, me


dirijo hacia mi calle y voy a mi casa en un callejón sin salida que en una
época fue un barrio de clase media donde los niños jugaban en las calles
hasta después de oscurecer, montando patineta, jugando baloncesto,
montando bicis, o saltando la cuerda.
Hace cuatro años, todo eso cambió. Ahora, mientras camino
lentamente hacia mi edificio colonial de dos pisos, mi casa de la infancia,
veo señales del sistema de seguridad en cada patio, barras en las
ventanas, y ningún niño jugando afuera. Los patios no están
inmaculadamente podados ya; hay escombros en las alcantarillas, y la
oscuridad parece haberse asentado sobre la casa al final del camino.
Aprieto el control de la puerta y voy en una carrera al garaje,
apretando rápidamente el control remoto para cerrarlo detrás de mí.
Espero hasta que está completamente cerrado, miro alrededor del garaje
bien iluminado, y veo a Boots, mi gato gris con cuatro patas blancas,
sentado en las escaleras, esperándome.
Tomo una respiración profunda y salgo, cierro, luego bloqueo la
puerta del auto detrás de mí.
—¿Estás contento de verme? —De pie frente a la puerta de entrada de
la cocina, le permito caminar en un patrón de figura-de-ocho entre mis
pies mientras se frota contra mis piernas—. Es una excelente bienvenida
a casa, señor Boots.
Me agacho y le rasco bajo la barbilla, detrás de sus orejas y luego
paso mi mano por su espalda unas cuantas veces antes de levantarlo,
agarrando el bate que está junto a la puerta, y luego meto el código para
abrir la casa.
Las luces se encienden automáticamente entrando, y tomo una
respiración profunda y paso.
22
Escaneo la habitación mientras mi corazón late contra mi pecho,
luego cierro la puerta detrás de mí. Sin girarme cierro la puerta con los
tres pernos y, después meto el código para que el centro de llamadas del
sistema de seguridad sepa que estoy dentro para la noche.
Camino por la cocina para asegurarme de que cada ventana está
bloqueada antes de entrar en el comedor, luego al otro lado del pasillo a la
sala, haciendo lo mismo. Entonces voy a la antigua habitación de mis
padres, viendo las puertas del armario abiertas y vacías, así como la
habitación.
Después de comprobar todas las ventanas, reviso el baño,
asegurándome de mirar detrás de la cortina de la ducha. Todo se ve bien.
—Vamos, Boots —lo llamo al cuarto de baño.
Él entra y se sienta junto a la bañera, lamiendo sus patas mientras
cierro la puerta y le pongo seguro.
Me desnudo rápido, luego abro la ducha. Mientras espero que se
caliente me cepillo los dientes y lavo mi rostro. Uso el baño, cierro la tapa,
dejo una toalla en la parte superior de él, y Boots salta y se sienta
mientras me meto en la ducha.
Me lavo y enjuago el cabello rápidamente, luego me afeito las axilas y
piernas aún más rápidamente. Friego mi cuerpo con una rapidez a la que
me he acostumbrado y estoy fuera de la ducha en siete minutos. Luego
me visto con la ropa de noche que traje de mi cuarto esta mañana y pongo
una toalla en mi cabello antes de cepillarlo.
Tomo una respiración profunda, agarro el bate, y abro la puerta. Lo
hago sosteniendo mi aliento todo el tiempo. Cuando salgo, miro hacia las
escaleras. Odio las escaleras, que es porque toda la escalera está cerrada
en madera contrachapada y suficientes tornillos y clavos para que no pase
desapercibido si alguien sube allí sin permiso o con un martillo.
Tomo una ensalada ya preparada de la nevera y una botella de agua.
Entonces miro el reloj y empiezo a sentir la ansiedad en aumento. Tomo
otra botella de agua, sabiendo que la necesito para el plato de agua del
gato.
—Vamos, amigo —llamo a Boots mientras camino a la puerta y meto
el código en la gruesa puerta de acero.
Tan pronto como la abro, Boots baja las escaleras, conociendo la
rutina.
Paso al rellano, cierro la puerta detrás de mí, meto los tres pernos, la
cerradura de cadena y la del pomo de la puerta, y luego camino a las
escaleras al sótano donde Socks, el hermano de Boots, está esperando por
nosotros.
23
—Hola, ¿tuviste un buen día? —le pregunto mientras estira la
espalda, luego sus patas delanteras, y se levanta.
Tomo las llaves al lado de la puerta de mi cuarto abajo y la abro.
Las luces se encienden automáticamente, y una vez que Boots está
dentro, pongo los tres pernos, dos cerraduras de eslabones de cadena, el
pomo de la puerta, y finalmente siento que puedo respirar.
Pongo la comida y el agua en la pequeña mesa que también actúa
como mi escritorio y miro alrededor de mi dormitorio de doce por doce. No
existen ventanas y tiene una gruesa puerta de acero. Las paredes están
desnudas, no puedo mirar de nuevo las fotos de la familia. Existo aquí
con sólo lo que necesito para pasarla.
Me agacho y recojo a Socks.
—Vamos a estar bien. Vamos a asegurarnos de ello. No estamos
solos.
Después de unos minutos, lo pongo en la silla cerca de la cama con
su hermano y tomo la foto de mi familia. Paso mi dedo sobre el marco,
luego el lado de cada una de sus mejillas y susurro:
—Siento mucho haber llegado tarde.

24
3
Jason
P
arpadeando, la luz me quema los ojos, así que los cierro otra
vez. Mi cuerpo se siente desconectado y mi boca está seca.
¿Dónde estoy?
El ruido de un pitido de la máquina me hace volver a parpadear. Veo
blanco. Claro que sé que no estoy en el cielo. Parpadeo de nuevo cuando
mi mente corre.
La campana suena desde fuera a un lado. Estamos en una zona de
estacionamiento abandonada.
Suelto una respiración y el frío del aire de Detroit se ve frente a mí. Mis
músculos están apretados por el día y la temperatura. No calenté
correctamente. Lo sé mejor. No soy un novato, y ese es un error de
principiante. La clave para mezclar artes marciales o cualquier lucha
callejera es aguantar. No dejar que los músculos de tus pulmones cedan
antes de la campana final.
Salto de pie a pie con esperanza de que mi sangre fluya. El graffiti en
las paredes de cemento parece bailar de las fogatas encendidas dentro de
barriles alrededor del espacio. El lugar normalmente apesta a basura, a
desechos de las personas sin hogar, a hijos de puta y a ratas.
Afortunadamente todo está congelado, así que estoy agradecido por el alivio
del hedor.
No hay octógono esta noche, no hay línea de tiza dibujada en un suelo
de hormigón agrietado. La multitud es escasa, y no es una de las
ubicaciones habituales. No fue arreglado por las conexiones habituales.
Esta noche es un riesgo y una apuesta. Ahora que estoy en ella, estoy
empezando a preguntarme si fue un error.
Intento apagar mi mente. Intento entrar. Necesito pelear.
En cambio, pienso en Missy. Pienso en su mensaje después del
almuerzo de que va a encontrar su camino a Caldwell debido a que encontré
mi camino a almorzar con su esposa. Hubo un tiempo cuando sus juegos
con Jagger me preparaban, pero sabiendo lo que le espera a él en casa, sé
que no renunciará a eso por Missy.
25
Tomé una decisión hoy. Missy y yo terminamos. Tatiana tiene razón;
esta es una relación tóxica para ambos. No soy el hombre que quiero ser
con ella. Nunca seré un buen hombre, pero no puedo seguir arriesgándola a
que apriete mis botones.
Mi sangre bombea más fuerte cuando dejo mi adrenalina crecer.
Mezclar pensamientos sobre mi futuro solo es un combustible a mi
necesidad de golpear la mierda de alguien. La pelea de esta noche no está
llena de los espectadores habituales. No tiene ninguna pelusa o fanfarria.
No hay locutor. No hay guantes, no hay guantes de cinta, ni protectores en
la cabeza, ni protección de ningún tipo.
Esta noche es una pelea callejera, el ganador toma todo sin reglas, sin
árbitro, solo un hombre de pie para llevarse a casa el dinero. No hay rondas
para tomar descansos y recuperarse. Esto es sin parar hasta que termine.
Es una pelea de nudillos con solo Brock a mi espalda.
No se trata del dinero para mí; no se trata de un título. El pelear para
mí es sobre conquistar y controlar. Cuando voy round por round y kilo por
kilo, se trata de estar en control de la integridad física de los castigos, tanto
dados como tomados. Es conquistar a mi oponente y conquistar mi pasado.
Cada victoria es una que nunca tuve cuando niño.
La mentalidad de un niño jodido convertido en un hombre jodido.
Descanso del ciclo o rompo algunas narices. . . soy mejor en lo último y me
gustaría poder hacer lo primero.
Mi oponente está delante de mí. “Chainz” con todo su metro noventa y
cinco. El hombre es una bestia. Su piel verde oliva brilla a la luz del fuego.
Está lubricado, el inteligente hijo de puta. Yo no y eso le da la ventaja. El
tatuaje de cadena que sube y baja de su brazo derecho va sobre su hombro
y envuelve su espalda y torso, bajando a su pierna y terminando en la parte
superior de su pie izquierdo.
El rumor dice, que cuando te consigue en una llave, el agarre es como
tener envuelta una cadena alrededor y con la que saca lentamente cada
pedacito de energía y vida de ti.
Bueno, hijo de puta, soy Cobra, conocido por mi rápido golpe y
capacidad de moverme con rapidez. Tengo movimientos para hipnotizar y
atrapar como una serpiente bailando con un flautín. Va a tener que
atraparme para envolverme en sus cadenas.
El coordinador de la línea lateral asiente hacia mí, asiente a Chainz y
luego asentimos al otro. Entonces la campana suena.
Bailamos uno al lado del otro. Me está midiendo como lo hago yo con
él. Golpeo primero, un golpe de contacto, y su cabeza se mueve por el
impacto. La sacude mientras sangre se derrama inmediatamente de su
26
nariz. Entonces me mira como lo miro y hago la mierda de nuevo. No tengo
miedo. No tengo nada que perder en este cemento esta noche o en cualquier
otra noche, excepto mi necesidad de llegar a la cima. No me dejaré caer.
Bailamos uno al lado del otro de nuevo. Él se balancea con un gancho,
y me muevo, haciéndolo fallar. Dejándome caer, le pego en las rodillas. Cae
hacia atrás y baja duro. Luchamos y voy encima de él. Gancho a la
izquierda, gancho a la derecha, luego me alejo.
Mis nudillos arden mientras mi piel se abre de nuevo como esta
mañana.
El dolor se dispara a mis brazos con cada golpe. No me detengo. Soy
implacable.
—¡Cobra! —escucho gritar a Brock—. ¡Abajo!
No puedo reaccionar. Un objeto contundente viene directo a mi cabeza
y soy tirado por el hombre. El siguiente golpe va abajo a mis costillas. No
puedo respirar mientras que los golpes siguen viniendo.
Oigo a Brock gritar vagamente. Escucho el estallido de disparos, y
entonces todo es silencioso.
El pitido constante de las máquinas, las luces brillantes. . . las cosas
salieron mal. Eso es todo lo que puedo entender.
Abro los ojos otra vez cuando siento pequeños dedos en mi muñeca.
¿Qué sucedió con los disparos? ¿Quién me golpeó?
Inhalando, estoy en agonía. Cada respiración se siente como si mi
pecho fuera de un tamaño demasiado pequeño para mis pulmones. Hay
demasiada presión, demasiado dolor. Quiero gatear de nuevo a la
oscuridad.
El resplandor suave de su cabello dorado destella brillante. Sus ojos
azules se encuentran con los míos, y siento que estoy en las manos de un
ángel. Esto no puede ser el cielo, porque las malditas puertas seguro no
se abrirán para un demonio como yo. No sé dónde estoy o por qué, pero
me siento seguro solo por la mirada en sus ojos.
—Cálmate. Respira despacio —dice con suave voz.
¿Qué mierda me pasa? ¿Me dispararon?
El resplandor me deja mientras ella retrocede. Un hombre en un
abrigo blanco con el nombre de Sam Bennett, MD, en su pecho se levanta
sobre mí.
—Pareces más alerta ahora, así que vayamos por algunas cosas.

27
Mi cabeza late, y la luz es cegadora. La enfermera rubia deja mi
habitación. Estoy solo con el doctor. Mis oídos están sonando, y quiero
que este hombre cierre la boca, no que repase algunas cosas.
—El caballero que te dejó aquí se fue antes de que pudiéramos
obtener tu información. Hay papeleo que debes firmar. Como tus manos
están vendadas, alguien de inscripciones estará aquí para ayudarte pronto
—dice, mirando la pantalla de su ordenador portátil. El registro no es
necesario. No me quedaré. No firmaré una maldita cosa. No daré
ninguna información por múltiples razones, siendo la más grande que la
pelea es ilegal en un ring. Si sale la palabra de que les di esa información,
estaría firmando mi certificado de muerte. Lo siguiente es que soy quien
soy y quien soy no puede estar en un hospital después de haber estado en
una pelea ilegal.
—¿Puedes darme tu nombre para poder por lo menos actualizar esto
hasta que lleguen los de administración?
—Cobra —digo en un arrebato. De ninguna manera le daré mi
nombre real. Mi padre no puede saber que peleo. Mi padre no puede
saber que embadurné su nombre y su honra en la posición de liderazgo en
la comunidad. Tengo suerte de que no se haya enterado y de poder
ponerle fin. . . o un fin a mí.
El doctor levanta una ceja hacia mí, pero no me presiona más por el
momento. Lo escribe y no puedo evitar preguntarme lo que estará
poniendo en la computadora. Al final, tengo que salir como la mierda de
aquí ahora.
—Dado que no teníamos contactos, servicios de emergencia autorizó
el acceso a tu teléfono en el que contactamos el número que tenías
enumerado como “ECE” encaso de emergencia —se aleja.
Mierda, es todo lo que puedo pensar. Necesito actualizar eso.
Cuando lo puse, lo hice siendo un listillo. Sabiendo que lo usaron, me
jodí. Ella no necesita ser traída a este mundo más de lo que ya ha sido.
—La mujer que respondió no parecía saber quién eras tú al principio.
Sin embargo, después de describir tu tatuaje, lo descubrió y me aseguró
que haría que tu familia estuviera aquí para ti hoy. Sin embargo, fue
evasiva acerca de tu identidad. —Levanta una ceja nuevamente hacia mí
con sospecha.
Antes de que pueda averiguar quién sería enviado por mí, oigo sus
chirridos al entrar el cuarto.
—¡Jodido pedazo de mierda! —Missy se lamenta mientras viene hacia
mí —. ¡Tatiana Caldwell es tu contacto de emergencia! —Su cabello es
salvaje alrededor de su rostro, no está usando maquillaje, y por primera

28
vez en los tres años que estamos juntos, está en público en sudadera y
camiseta. Missy siempre está en control, vestida con ropa brillante. . .
excepto hoy, claro está.
El localizador del doctor se enciende y sin decir una palabra, se va.
Sentándome, veo mi momento de escapar.
Missy tiene una bolsa en la mano. La alcanzo. Mirando la gasa que
cubre mis manos, empiezo a despegarla. Cada movimiento es doloroso y
va desde la parte superior de mi cabeza hasta mi puto dedo gordo, pero
tengo que salir de aquí y ahora.
Missy sigue presionando.
—¿Cómo es que la considerarías tu contacto? No me jodas, vives
conmigo. ¿Porqué ella? ¿Qué es ella para ti?
No estoy de humor para decirle la verdad. Solo quiere apretar mis
botones. . . bueno, dos pueden jugar ese juego.
—Los parientes más cercanos, eso es lo que dicen que debe aparecer
en tu número ECE. Ella es mi pariente más cercano.
—¿Has perdido tu maldita mente?
Le doy mi mejor sonrisa.
—Missy, sé que no vas a entender esto, pero ella y yo fuimos criados
por la misma clase de bastardos.
Tirando la bolsa sobre la cama enfrente de mí, la abro para encontrar
que metió bóxers limpios, sudadera, y una camisa. Perfecto. También
encuentro mi teléfono olvidado en la repisa de la ventana de la sala del
hospital. Brock debe tener mi cartera y equipo de pelea.
Con mis manos libres de sus confines, me visto. Cada movimiento es
doloroso, pero no puedo decirles quién soy. La determinación me impulsa
a salir mientras Missy continúa con su perorata.
—Ni siquiera sé por qué estoy aquí. Hicieron que me llamara, ¡ella!
Eres un verdadero pedazo de mierda, Jay.
Levanto la mirada mientras me visto.
—Tienes razón; lo soy. Por eso me mudaré, y se acabará entre
nosotros. Esto no es saludable.
Sus ojos se dilatan de dolor mientras se da cuenta de que estoy
hablando en serio. Saco la cinta de mi muñeca y la aguja de suero. Ella
se para inmóvil y sin pronunciar palabra mientras saco el clip en mi dedo
y me quito los monitores cardíacos y la sangre sale del manguito. Las
máquinas empiezan a pitar como locas, y sé que tengo que moverme antes

29
de que las enfermeras vengan para arreglarlas. Me pongo la camisa y
ajusto mis pantalones mientras rápidamente me deslizo en mis zapatos.
Gimo de dolor al pasarla hacia la puerta.
—Quédate con el condominio. Te ayudaré a cubrir la hipoteca de los
próximos tres meses. Entonces estarás sola. Pon la mierda a tu nombre,
cubriré los honorarios o asumiré los costes. Iré para recoger algunas
cosas más tarde, y el próximo fin de semana conseguiré el resto.
Ella abre y cierra la boca, pero no habla. Probablemente le estoy
dando demasiado, pero francamente necesito esto antes de hacer algo que
no pueda tomar de nuevo. No miro hacia atrás mientras salgo del
hospital. Con la esperanza de no encontrarme con nadie.

30
4
Heidi

M
e siento en mi Chevy Impala negro con una taza de café,
esperando con mi portátil, esperando por él. Es el primero de
los cinco a vigilar.
El hombre: Adrian.
La casa: 732 East River Drive.
El horario: Deja la casa entre siete y siete quince en traje y corbata.
Entra en su Volvo marrón y no se abrocha el cinturón de seguridad.
Supongo que es descuidado y cree que es intocable.
Sé que no es cierto. Todo el mundo se puede tocar.
Mide aproximadamente uno noventa y es calvo. Tiene rostro redondo,
afeitado y ojos marrones; es casi inexpresivo.
Miro la foto pegada al lado de la información antes de iniciar el tiempo
y voltear la página. Espero que salga de la calzada, sabiendo que irá el
gimnasio antes de dirigirse a su oficina.
Siguiente…
El hombre: Jack.
La casa: 8736 East Malloy Road.
El horario: Ocho de la mañana, sale corriendo con dos chicas que no
son gemelas. Tienen alrededor de siete años, cada una rubia y vestidas
con una pequeña falda roja y azul a cuadros con chaqueta azul. Las mete
en el auto, tomándose su tiempo para hacerlo. Asumo que las está
ayudando con sus cinturones de seguridad. Eso es lo que un buen padre
haría.
Es bajo, cerca de uno setenta, con cabello rubio oscuro, alborotado.
También se afeita y lleva traje como el último tipo.
Lleva a sus niñas a Saint Anne's cada mañana, una escuela católica
privada, antes de dirigirse a su oficina.

31
Anoto la hora. Ha sido exactamente igual durante los pasados dos
meses.
Siguiente…
La mujer: Charlotte.
La casa: 7930 Brown Avenue.
El horario: A las ocho y media a. m. , la puerta del garaje se abre y el
elegante BMW negro sale en reversa a la calzada y rápidamente va a la
calle. Es descuidada. Ni siquiera mira detrás la mitad del tiempo
mientras se aplica el lápiz labial y usael retrovisor en lugar de usarlo como
está destinado. Aprieta el acelerador y se aleja.
La sigo porque está demasiado preocupada por su maquillaje para
notar que está siendo observada.
Se mete en el estacionamiento de su oficina y salta de su auto con un
maletín negro colgando de su hombro y un celular pegado a su oreja. Está
usando una falda azul marino y chaqueta a juego. Es delgada y alta en
sus tacones de diez centímetros. Su cabello oscuro está retorcido y lo aleja
de su rostro perfectamente.
Tomo una foto con la cámara de mi teléfono. Esto es lo más cercano
que nunca había estado de ella. La imprimiré hoy y la adjuntaré a su
página.
Siguiente…
El hombre: Waters.
La casa: 746 Wesley Drive.
El horario…
—Mierda —murmuro mientras voy por Wesley Drive y veo la SUV
Lexus blanca que me pasa. La miro, esperando que no me note.
Tiene el cabello recogido hacia atrás y gafas de sol oscuras.
—Ocho cincuenta y cinco, ocho y cincuenta y cinco —repito una y
otra vez, así no olvidaré el momento de registrar su salida.
Miro el reloj. Si me apuro, podré llegar al siguiente, y luego esta
noche, cuando esté sentada en la cama, podré intentar jodidamente
estrechar mi lista.
El hombre: Hill.
La casa: 342 Standard Street.
El horario…
Son las nueve y cuarto de la mañana, y me temo que pude habérmelo
perdido. Estaciono el auto y espero equivocarme. Cinco minutos más
32
tarde, lo veo salir por la puerta principal, todavía empujando su camisa en
sus pantalones. Mide uno noventa de alto, alrededor de sesenta y ocho
kilos, calvo, y su piel está marcada por la viruela.
Detrás de él hay una mujer mucho más joven que no es su esposa.
Lleva un gran sombrero de sol en grandes tonos negros. Si está tratando
de irse sin ser detectada, está fallando miserablemente.
Un taxi se detiene y veo la mano de él darle dinero antes de irse por el
camino de entrada en sus tacones de doce centímetros y entra en el auto.
Él vuelve a entrar, y unos cuantos minutos más tarde, la puerta del
garaje se abre. Sale en su Jeep café, claramente con prisa y distraído,
porque conduce a la esquina de la acera antes de acelerar y dirigirse por el
camino.
Lo sigo y observo que entra en el estacionamiento de su edificio de
oficinas. Paso despacio, lentamente, y voy al estacionamiento de la zona al
lado del muelle público donde agarro mi libro y mi pluma y anoto los
horarios de salida de los pasados dos hombres.
Me inclino hacia atrás y me estiro mientras miro la reflexión de la luz
del sol sobre las aguas tranquilas del río Detroit.
Ojalá fuera tan fácil como cuando era niña con una caña de pesca en
la mano, de pie al lado de mi papá, quedándome allí por horas y horas,
esperando pacientemente que algo mordiera. Este era su lugar favorito;
solía decirme eso. Y era su chica favorita, porque pescaba con él y mi
hermana no.
A ella la llevaba a un museo o a un concierto en el parque, pero yo no
elegía ningún lugar sobre este. Ni por un millón de dólares y millones de
céntimos; ese es lo que solía decirle.
—Eres única en tu clase, pequeña. —Me guiñaba el ojo.
—Somos dos de esa clase, papá. —Él reía en respuesta.
—Oh, lo olvidé. —Me hacía un guiño otra vez y luego tocaba mi
nariz—. Tú y yo.
Me reía, y él también.
No hay tiempo para recordar, me digo.
Tomo el cuaderno y lo miro. Cuatro de los nueve nombres han sido
tachados de mi lista de sospechosos, ya que no han estado lo suficiente en
sus posiciones. Fuera de los que espié hoy, Adrian, Charlotte y Waters
parecen ser los más probables.
Me pongo mis guantes y luego saco el papel, la cinta, las tijeras y los
periódicos. Saco la copia del periódico del día en que pasó todo y escribo
en la parte superior de la hoja de papel en blanco. Uso las tijeras para
33
cortar y recorto las letras y números que necesito, entonces las pego. Lo
doblo, después lo coloco sobre el estampado, dirigido y listo para ser
enviado.
Lo hago tres veces. Irán a tres personas, y luego me sentaré a mirar
lo que sucede después.
Después de dejar caer los sobres en una caja de correos en la esquina
de una ocupada calle, me alejo, esperanzada de que mi venganza se
ejecute pronto.

34
5
Lo
D
espués de trabajar en mi turno, camino fuera y rápidamente
voy hacia mi vehículo. Oigo un silbido y el vello en la parte
posterior de mi cuello inmediatamente se levanta. Acelero el
ritmo.
—Oye. —Oigo una voz gruñona llamar detrás de mí—. ¡Eh, tú!
Detente.
Corro a mi auto y salto dentro, cerrándolo detrás de mí. Mi mano
tiembla mientras empujo la llave en el encendido. Entonces oigo un toque
en la ventana cuando arranco el auto. Tengo miedo de mirar, pero cuando
el golpe es más duro esta vez, me fuerzo a hacerlo.
Reconozco inmediatamente al hombre, el paciente de anoche, el que
fue golpeado. Me hace un movimiento para que baje mi ventana, y cuando
no lo hago, agita la cabeza hacia un lado y parece confundido.
La bajo justo lo suficiente para poder oírlo, pero no lo suficiente para
que pueda llegar dentro.
—Mi nombre es Jason. Estoy casi seguro de que le debo un
agradecimiento por anoche.
Asiento y fuerzo una sonrisa.
—Por nada.
Su cabeza se agacha de nuevo, y me echa una ojeada.
—¿Estás bien?
—Por supuesto —respondo.
—¿Estás segura de eso? Saliste corriendo como si tuvieras una razón
para hacerlo. ¿Cuidaste de mí, enfermera. . . ?
—Lorraine —respondo en un susurro.
—De acuerdo, Lorraine. —Luego suspira—. Mira, te debo por
haberte quedado anoche. . .
—Estaba haciendo mi trabajo, Jason. Me alegro de ayudar y me
alegra que estés bien.
35
—Te debo una, ¿de acuerdo? Si alguna vez necesitas algo… —hace
una pausa entonces saca una pluma y arranca una pieza de lo que asumo
es un papel y escribe algo—… llámame.
Cuando no me estiro, permite que el papel caiga a través de la brecha
en la ventana.
—Gracias.
Asiente.
—Como te dije, te lo debo.
Cuando retrocede, rápidamente saco el auto de la unidad y recorro el
estacionamiento mientras mi corazón late casi fuera de mi pecho.
Miro el reloj. Es casi medianoche. No entiendo por qué está siendo
dado de alta tan tarde. Eso me asusta, sin embargo, fue amable.
Su nombre es Jason.

Tan pronto como mis neumáticos delanteros entran en el camino


pavimentado de mi casa, presiono el control y paso por la puerta del
garaje, apretando rápidamente el remoto para cerrarlo detrás de mí. Como
siempre, espero hasta que está completamente cerrado, mirando alrededor
del bien iluminado garaje y veo a Boots sentado en las escaleras,
esperando por mí.
Tomo una respiración profunda y salgo. Luego cierro la puerta detrás
de mí y le pongo el seguro.
—¿Estás contento de verme? —le digo como hago cada vez que vuelvo
a casa. Nuestra rutina es la misma, mientras le permito caminar en una
figura-de-ocho entre mis pies y él se frota contra mis piernas—. Esa es
una buena bienvenida a casa, señor Boots. Nunca se pone viejo.
Me agacho y le rasco bajo la barbilla, detrás de las orejas, y luego
paso mi mano por su espalda unas cuantas veces antes de levantarme,
agarrando el bate junto a la puerta, y luego meto el código para
desbloquear la casa.
Las luces se encienden automáticamente, y tomo una respiración
profunda y paso.
Escaneo la habitación mientras cierro la puerta detrás de mí. Sin
mirar, cierro la puerta con los tres pernos y luego meto el código en el
sistema de seguridad.

36
Camino por la cocina para asegurarme de que cada ventana está
cerrada antes de revisar el comedor y luego dirigirme al otro lado del
pasillo hacia la sala. Entonces miro en la vieja habitación de mis padres;
las puertas del armario están abiertas y vacías, igual que la habitación.
Después de inspeccionar todas las ventanas, me dirijo al baño,
asegurándome de mirar detrás de la cortina de la ducha. Todo es
comprobado.
—Vamos, Boots —lo llamo desde el cuarto de baño.
Él entra, y luego cierro la puerta, atornillándola con pernos.
Me desnudo rápido y luego abro la ducha. Me cepillo los dientes, lavo
mi rostro, uso el inodoro, cierro la tapa, tomo una toalla de la parte
superior de él, y Boots salta y se sienta mientras me meto en la ducha.
Me lavo y acondiciono mi cabello, me afeito las axilas y luego
rápidamente me afeito las piernas. Friego mi cuerpo con una rapidez
acostumbrada y estoy fuera de la ducha en siete minutos. Luego me visto
con la ropa de noche que traje esta mañana, seco mi cabello, y luego lo
cepillo.
Con una respiración profunda, agarro el bate y abro la puerta.
Después salgo, miro hacia delante a las escaleras que odio, tomo dos
botellas de agua de la cocina luego veo el reloj, comenzando a sentir que la
ansiedad aumenta.
—Vamos, Boots —llamo mientras camino hasta la puerta y meto el
código en la gruesa puerta de acero. Tan pronto como la abro, Boots baja
por las escaleras.
Paso al rellano, cierro la puerta detrás de mí, la cerradura es fijada
firmemente, y camino por las escaleras al sótano donde Socks está
esperando por nosotros.
—¿Tuviste un buen día?
Mientras hace su estiramiento normal. Tomo las llaves al lado de la
puerta y abro. Las luces se encienden automáticamente y una vez que los
gatos están dentro, cierro la puerta.
Dejo el agua en la mesita.
Luego me agacho para recoger a Socks.
—Vamos a estar bien. Vamos a asegurarnos de ello. No estamos
solos. Ella va a ayudarnos. Va a averiguar lo que pasó, y luego toda la
calle podrá jugar y reír y tal vez incluso dormir de nuevo.
Lo pongo en la silla cerca de la cama con su hermano luego recojo la
foto de mi familia. Paso mi dedo sobre el marco luego el lado de cada una
de sus mejillas y susurro:
37
—No los defraudaré de nuevo. Ella nos va a ayudar.

Es de mañana. Lo sé. No porque la luz del sol esté atravesando las


ventanas o porque pueda oír los pájaros despertándome con sus chirridos.
Lo sé porque el reloj lo dice.
Me balanceo sobre mis pies al lado de la cama matrimonial luego
empujo los pies en mis tenis. Rápidamente me cambio de ropa y paso un
cepillo a través de mi cabello. Agarro el bate y la pequeña cesta de ropa
sucia, abro la puerta y salgo lentamente de la habitación.
Miro a mi alrededor y dejo salir mi aliento.
—Vamos, gatos miedosos; todo está bien. Todo se ve bien. ¿Lo ven?
—Cierro la puerta detrás, entonces cuelgo las llaves detrás en la pared,
escondidas pero muy cerca.
Subo las escaleras y luego desbloqueo y abro la puerta del sótano a la
parte de arriba. Mi cuerpo se tensa, pero sé que estoy bien.
Empujo la puerta, camino cerrándola y luego la bloqueo detrás de mí.
Camino a través de la casa, lista para enfrentar el día.
Después de calentar el desayuno, voy a poner la ropa en la lavadora y
decido aspirar y limpiar. Sé que es un buen día cuando quiero aspirar. El
ruido de la máquina obliga a los gatos a esconderse en una habitación
diferente. El rugido de la aspiradora llena la silenciosa casa, un hogar en
que normalmente se puede escuchar la caída de un alfiler.
En un buen día, puedo limpiar toda la planta baja sin miedo a que
algo o alguien venga por detrás y me agarre.
Cuando la aspiradora está guardada y siento que logré algo, decido
abrir las cortinas y dejar que los gatos se acuesten en los asientos de la
ventana en la habitación de mis padres y en la sala de estar, permitiendo
que el sol los caliente y revitalice. Y a mí también.

38
6
Jason
B
rock aparece, gracias al rápido texto que le envié. El paso
hacia su camioneta Ford F250 es difícil, pero respiro a través
del dolor. Necesito seguirme presionando sin importar lo malo
que se ponga.
Mi cabeza gira y mi visión es borrosa, haciendo que me pregunte qué
tan malas son mis heridas. Por otra parte, no puedo volver al interior, así
que no me importa. Mentalmente, tengo que ser consciente de lo que está
pasando, y peor aún, siempre puedo buscar en internet remedios caseros.
De cualquier manera, permanecer en el hospital no es una opción. Nadie
puede saber que Jason Stanley estuvo acostado en esa cama de hospital.
Nadie puede saber sobre las peleas, especialmente la de anoche.
Nos retiramos del estacionamiento del hospital, y no puedo evitar
sonreír cuando veo que estamos detrás del auto de Lorraine. Tengo que
saber más sobre ella, por qué se veía tan nerviosa cuando me acerqué.
¿Cuál será su historia?
—Sigue ese auto. Quiero ver a dónde va.
Brock sonríe.
—Maldita sea, Cobra, ¿No crees que debes deshacerte de Missy
primero? Será responsable de desgarrar tus ojos si descubre que estás de
explorador.
Cierro los ojos. Tiene razón en eso. Sólo, que no creo que me
arranque los ojos tanto como pondría mis bolas en un torno, sin embargo,
todavía intentaría montar mi pene mientras que pierdo lentamente la
circulación en mis partes favoritas de hombre.
—Lo terminé —digo con un suspiro.
—Lo terminaste, ¿y no te apuñaló ni te cortó las bolas? ¿Cuándo pasó
eso?
—Hoy —murmuro, observando el Ford Focus de Lorraine.
No es lo que esperaría de alguien en sus veinte años y no hay manera
de que sea más grande que yo. Por supuesto, obviamente se educó en la
39
universidad para ser enfermera. Debe tener un sólido ingreso ya que
conduce un auto nuevo.
Brock habla sobre Missy y el lío que somos. La miro entrar en un
barrio decente. No es una comunidad a puerta cerrada, pero ciertamente
no es un gueto. Las casas son lindas, con casas de ensueño americano.
Se estaciona en una casa colonial de dos pisos con dos entradas de auto.
Brock comienza a seguirla.
—No —digo, cortándolo—. Sigue conduciendo.
Mentalmente, memorizo la dirección: 415 Hollow Terrace.
—¿Quieres decirme qué está pasando? —pregunta Brock mientras
conduce alrededor del callejón sin salida.
No quiero decírselo, porque realmente no lo sé. A pesar de todo no
me va a dejar salir del gancho tan fácilmente; no es como somos.
—¿Alguna vez has conocido a alguien y sentiste como que necesitas
saber más sobre esa persona instantáneamente?
—Esa es una mierda de película en la que las mujeres creen.
Se ríe de mí, lo que sólo me aleja más. Me mira entonces; sus ojos se
encuentran con los míos y ve que estoy hablando en serio.
—Te golpearon como la mierda. Eso debió joderte la cabeza. —
Intenta excusar mi mentalidad.
—Sí, hablando de eso, ¿quieres decirme qué diablos me pasó?
Suspira.
—Hombre, lo siento. Ellos me retuvieron. No pude llegar hasta ti. —
Veo las marcas en su cuello y el ojo morado que no había notado en mi
prisa por salir del hospital—. Para cuando pude hacerlo, habías sido
derribado, estabas todo hinchado y la mierda. Te llevé al hospital, pero
dado lo sucedido, no pude quedarme y contestar preguntas.
Entiendo. Si el zapato hubiera estado en el otro pie, hubiera hecho lo
mismo. Con la liga en la que estamos, de ninguna manera podría explicar
mis heridas. Lo mejor que pudo hacer por mí fue dejarme y huir.
Nos acercamos a mi casa y Brock viene a ayudarme a empacar un
bolso.
—Sabes que ella se va a volver malditamente loca —dice, confirmando
lo que ya sé sin duda en mi mente.
—Si tienes sentimientos tan fuertes por Missy y la seguridad de mis
pelotas, ¿por qué no dijiste algo antes?

40
Él no pierde un latido, no vacila, y no evita mis ojos. Brock lo pone
en línea recta como siempre.
—Ustedes dos tienen esta forma torcida donde parecen excitarse. —
Se encoge de hombros—. Pensé que te gustaba pelear con ella.
La verdad duele. Me parece triste que incluso los extraños piensen
que nos gusta el dolor.
—¿Es ese el tipo de hombre por el que me tomas?
Mi viejo amigo me mira directo.
—Sí. ¿Dónde diablos has estado? Te escapaste. Ella también. Es
solo la forma en que ustedes chicos, funcionan. No sé si es la mierda con
Tatiana y Hitmaker o el golpe que te llevaste en la cabeza, pero me alegro
de que terminaras esto antes de que ella jodidamente te corte el trasero. . .
o peor.
Antes de que podamos salir, la tormenta de mierda que es mi ex novia
llega.
—¡Jason, no me vas a dejar! —grita mientras Brock lleva una bolsa de
ropa y de más cosas necesarias a la camioneta.
Solo necesitaba obtener algunas cosas y las llaves de mi auto y moto
así podré establecerme en otro lugar. Si no vierte lejía en el resto de mi
mierda o las incendia, las conseguiré una vez que tenga un nuevo lugar
para llamarlo casa.
Me da una palmada en el pecho. Mi cuerpo ya está en dolor, y solo
lleva la sangre corriendo hacia mi piel, haciéndola picar con cada golpe.
—Tú. No. Me. Vas. A. Dejar.
—Se terminó, Missy. Quita tus manos de mí.
Cuando me da una bofetada fuerte en mi rostro hinchado y
maltratado, retrocedo. Mi mejilla late y mi cabeza gira, pero no le voy a
dar lo que quiere.
—Vamos, Jason, devuélvemelo. Dame algo. ¡No te irás!
Doy un paso hacia un lado y ella lo hace conmigo.
Sólo quiero alejarme de ella. Quiero salir.
—Esto no es saludable. —Quiero ceder al monstruo dentro de mí.
Sin embargo, sé que si lo hago, me odiaré por ello y luego sentiré la
necesidad de consolarla. El ciclo comenzará de nuevo cuando esto tiene
que parar ahora.
Ella balancea su bolso a mi cabeza. La cadena atrapa mi mejilla y me
abre. Siento correr la sangre, pero no avanzo sobre ella, incluso cuando
cada uno de mis instintos me grita que le enseñe una lección.
41
Si quieres golpear a alguien como hombre, prepárate para recibirlo
como hombre, tengas pene o no.
Ella me empuja. No cederé a mis impulsos. No voy a poner mis
manos sobre ella. No me llevará a ese lugar.
Ella sigue balanceando su bolso en mi rostro y en mi cabeza. Yo
retrocedo. Aprieto los puños abriéndolos y cerrándolos.
Quiero golpearla. Quiero ceder al dolor. Quiero dejar que la rabia
explote. Tengo que salir de aquí.
Brock se vuelve y mira, con los ojos muy abiertos.
—¡Missy, malditamente detente, maldita perra, detente! —ordena mi
amigo de mucho tiempo, pero ella solo me golpea más duro.
—¡Perra! ¡Sí, soy una perra! ¡Jason me hizo de esa manera! —
Lágrimas corren por su rostro—. Mira lo que me hiciste ¡Mira, Jay! Mira el
lío que hiciste de mí, de nosotros. No puedes irte. No puedes dejarme así.
Alzando la mano, agarro cada uno de sus brazos firmemente, y se
congela, reforzándose para el impacto.
Recogiéndola, la retiro de mi camino, y luego camino hacia Brock con
ella persiguiéndome. Salta sobre mi espalda mientras me mantengo
caminando, arrastrándola conmigo. Soy dos veces de su tamaño. Podría
fácilmente golpearla y quitarla. Sin embargo, estoy luchando contra la
oscuridad dentro de mí. No le haré daño.
—Missy, deja esto ahora. Se acabó. Esto no es saludable —digo,
ahogándome mientras envuelve sus brazos alrededor de mi cuello,
tratando de aferrarse a mí. En la puerta, me estiro y fuerzo sus muñecas
a separarse—. Terminé, Missy. Terminamos.
Empujándola hacia atrás, cae sobre su trasero, gritando mientras
sigo caminando. No miro atrás.

Dejo mis cosas en la habitación de estancia prolongada y voy


rápidamente con mi jefe para que mi trabajo no esté en peligro por mi
ausencia. Tuve suerte de que la pelea fuera en viernes por la noche.
Ahora solo necesito obtener unos días libres para sanar para que nadie
cuestione mis actividades. Puedo tomar ese tiempo para encontrar un
nuevo lugar para vivir y obtener mi mierda de Missy. También me llevaré
el efectivo de los próximos tres meses para que los pagos al director de la
sucursal en el banco queden saldados.

42
Necesito hacer una pausa y no darle ninguna razón para buscarme.
Los viejos hábitos mueren duramente, y ella es un hábito con el que no
necesito enredarme otra vez.
Mi teléfono estalla con llamada tras llamada de Missy. Ignoro cada
una. Romper es difícil de hacer, pero tanto como esto duele ahora, al final,
es lo mejor para ambos.
—Gracias por la ayuda, hombre —digo cuando Brock saca mi último
bolso.
—No hay problema. Realmente necesitas mantente alejado de esa.
Ella es una víbora.
Sonrío.
—Es algo.
—Toda esa pasión puede ser atractiva en la cama, pero Jay, esa
mierda es en serio peligrosa en cualquier otra parte de tu vida.
Paso mis dedos a través de mi cabello rubio corto y suspiro.
—Eso es cierto.
—Nos pondremos al día más tarde —dice Brock, riendo mientras sale.
Acostado, descanso contra la cabecera. Mi mente no va a Missy como
esperaría. Después de tres años juntos, debería extrañar a la mujer a la
que afirmo amar. Después de tres años de crear algo y pensar en un
futuro juntos, debería llorar la pérdida o alguna mierda. No es dónde está
mi cabeza, sin embargo, no en lo más mínimo. No, no puedo sacudirme al
ángel rubio del hospital.
Vive en una casa familiar dentro de un barrio familiar bien
desarrollado. ¿Tendrá familia? No recuerdo un anillo. De nuevo, todavía
debería estar en el hospital. Tal vez mi mente no está viendo las cosas con
claridad. ¿Tendrá marido? ¿Hijos?
Sonrío, pensando en un rubio bebé querubín en sus brazos. Luego
meneo la cabeza. ¿Qué jodidamente está mal conmigo?
No puedo evitar querer saber más sobre esa mujer. Con el tiempo, la
visitaré nuevamente: 415 Hollow Terrace. Se queda conmigo, como si
contuviera todas las respuestas a cada pregunta que tengo sobre la
extraña que me salvó.
Mi cuerpo está sanando, y el dolor se ha instalado tras la adrenalina
de pelear y dejar a Missy. Cierro los ojos y me encuentro a la deriva para
dormir con Lorraine en mi mente.
Parpadeo a ritmo con el pitido de la máquina a mi lado. La luz brilla
alrededor mientras ella se inclina sobre mí.
43
—Hermosa —susurro, y ella sonríe.
Sus dedos descansan en mi muñeca tomando mi pulso. El simple
toque hace crecer una tienda de campaña en la delgada sábana de hospital.
Hay timidez en sus ojos, pero también hay una audacia que quiere salir.
Con mi mano libre, me estiro y me acaricio.
Ella jadea, pero luego veo el fuego en sus ojos.
—Veo que te estás viniendo —dice suavemente.
—Cuando estás aquí, definitivamente estoy listo para venirme… —le
hago un guiño—…justo aquí.
—¿En serio?
Sigo acariciándome.
—Creo que podría usar un baño de esponja, enfermera Lorraine.
Ella se aleja y consigue un cuenco con agua tibia y una esponja. No
puedo evitar reír. Está realmente excitada para jugar mi juego. Bueno,
cariño, yo también.
Cuando tira de la sábana, no me avergüenzo de la cobra que mantengo
en mi pantalón. Con practicada facilidad, me quita la bata de hospital y
comienza a limpiarme, empezando por mi cuello. Su dedo roza el tatuaje de
mi cuello y la bestia dentro de mí está lista para atacar.
Apretando la esponja, gotea agua sobre mi pecho, causando que mis
músculos se aprieten. Se lame los labios con evaluación, e imagino esos
mismos labios sobre mi pene. Con la esponja en la mano, lentamente me
lava, jugando conmigo.
En mis caderas, rastrea la separación de mi V, que conduce al lugar
que me duele porque me toque.
—Nena —gemí, necesitando alivio.
Cierro los ojos, sintiendo su pequeña mano envolver mi palpitante pene.
Ella se desliza hacia arriba, y me defiendo del impulso de empujarme en su
agarre.
Arriba y abajo, mueve la mano. Entonces siento el endurecimiento de
mis bolas.
Envolviendo mi mano alrededor de la suya, la muevo más rápido.
Arriba y abajo, nos deslizamos una y otra vez. Me muevo para sentarme
cuando la suelto mientras sigue acariciándome, sacando cada gota de mí.
La humedad de la esponja me duele en el cuerpo.
El dolor me despierta de mi sueño. Soy un lío pegajoso, y los cortes
abiertos en mis manos queman del contacto.
44
Maldición, no he tenido un sueño húmedo desde que era un puto
adolescente.
Esta chica me tiene todo retorcido por dentro. Nunca he estado tan
atrapado por una mujer.
El dolor es intenso, pero mi necesidad de tenerla todavía encabeza
todo lo que siento físicamente. Saco una píldora para el dolor de mi
mesita de noche y luego entro al baño de la ducha.
Cuando me recuesto, la ira me golpea al pensar en mi situación. No
puedo creer que esté en un maldito hotel sin los lujos de casa mientras
estoy acostado, roto y golpeado. Qué desastre es mi vida, igual que mi
maldita cama. Bueno, como dice el refrán: Yo lo hice, ahora tengo que
recostarme en ello.

45
7
Heidi
N
ormalmente no me aventuro en la oscuridad. No se puede ver
todo tan vivamente. Sin embargo, algunas veces tenemos que
hacer cosas que no nos gustan para descubrir las verdades
que buscamos.
La lista de sospechosos disminuye con cada tarea que completo.
Cada vez que les presto mi atención, puedo estrechar mi concentración.
Tengo tres gentes para vigilar ahora: Adrian, Charlotte y Waters. Necesito
ver lo que hacen cuando el sol se pone y nadie está mirando.
Objetivo uno esta noche:
Charlotte.
La casa: 7930 Brown Avenue.
Hora: las seis y cuarenta y ocho.
La puerta del garaje se abre y sale de su BMW negro. Sin cerrar la
puerta, abre la de su auto y sus pies cuelgan en sólo sus medias de nylon.
Salta del auto mientras se desliza con la gracia de una bailarina.
Es ciertamente lenta y lisa con sus movimientos. Sus procesos día a
día son pensados. Su cabello oscuro está una vez más retorcido y lejos de
su rostro. Incluso después de un día de trabajo, ni un rizo está fuera de
lugar. Si se deslizara nuevamente dentro de sus tacones, podría caminar
a una sala de juntas, o a cualquier oficina como si fueran las 9 a. m.
Es lo nítida y recuperada que es. Todo sobre ella es limpio.
Abriendo la puerta trasera, saca su blazer y su maletín, sacudiendo la
chaqueta sobre su brazo mientras camina a su casa. En la puerta, aprieta
el botón, y el motor lentamentecierra el garaje de la vista.
Mantengo mi posición en mi auto cruzando la calle. Puedo ver las
partes principales de la casa siempre que no cierre las persianas. Se
mueve como una mujer que no tiene nada que ocultar, pero las miradas
pueden ser engañosas, y no puedo estar equivocada acerca de nada de
esto. Hay demasiado en juego.

46
Mirando la ventana de la cocina, veo que deja su maletín y blazer en
la mesa. Con ella de pie en el fregadero, me detengo, esperando que no
mire por la ventana y me encuentro viendo fijamente. Se estira y deja caer
su cabello oscuro antes de salir de la vista.
Le doy unos minutos más antes de volverla a ver, su perfil está a la
vista, bebiendo un vaso de vino. Su rostro está relajado, su mente perdida
en sus pensamientos. Su día terminó.
Está en casa por la noche.
Paso al siguiente objetivo.
El sospechoso dos esta noche: Adrian.
La casa: 732 East River Drive.
La hora: nueve diecisiete.
Su casa es brillante, las luces están encendidas y las ventanas
abiertas. Veo que su esposa le lleva una bebida. El calvo no se mueve. Se
sienta en su sillón reclinable como el rey de su castillo. Eso me irrita. Su
actitud es de un tirano.
Algo se dice, y él se levanta, cerrando de golpe el sillón reclinable y
poniéndose en el rostro de su esposa. Sus manos suben en el aire.
Están teniendo una disputa. Anotado.
Ella se marcha, y luego él se instala de nuevo en su sillón como el
hombre a cargo. Todo está bien en su mundo. Está en control. El
hombre está en su perca, y sus sujetos están de vuelta a sus tareas. Está
cómodo. Su día terminó.
No va a ir a ninguna parte esta noche.
Pasando al siguiente objetivo, lucho contra un bostezo.
Sospechoso tres: Waters.
La casa: 746 Wesley Drive.
Me levanto cuando se retira. Bueno, estamos en movimiento.
Sigo la SUV Lexus de Waters fuera de la ciudad hasta que se
estaciona en un lote abierto. Me acerco al lado de la carretera y espero,
queriendo verlo hacer algoincriminatorio. En cambio, veo llegar un taxi
amarillo, y sale de su vehículo y se precipita hacia él.
¿Qué demonios? ¿Por qué tomar un taxi?
Las preguntas pasan por mi mente, pero no tengo tiempo para tomar
notas excepto en mi cabeza.

47
Su cabello no está peinado esta noche. Está vestido con vaqueros y
camisa polo. Parece más joven, guapo, como si fuera a salir por la noche.
Muy bien. Eso significa que esto no es un desperdicio después de todo.
Sigo al taxi alrededor de cinco cuadras hasta que se detiene enfrente
de un club. Él sale y entra rápidamente. El gorila no lo detiene, ni
siquiera por una identificación.
Miro el letrero de neón sobre la entrada: The Lion’s Den. Debería salir
más.
Me estaciono en el garaje, luego comienzo a hacer un plan para
seguirlo.
Haciendo una pausa, miro mi atuendo de leggings negros y un top
ajustado negro con una gran cantidad de escote.
¿Puedo hacer esto? Sí, puedo hacer esto.
Estirándome al asiento trasero, agarro mis botas: Hasta la rodilla, con
tacones de diez centímetros, zapatos negros de punta en su mejor
expresión. Excavando en la guantera, encuentro la cadena y la cerradura
del viejo cobertizo que no hemos usado en años.
—Gracias, papá— murmuro hacia el auto vacío.
Es algo bueno que estuviera conduciendo esto el último día que
estuvo en el cobertizo yque me dejara algunos grandes accesorios.
Envolviendo la cadena alrededor de mi cintura, la engancho con la
cerradura, dejándolacolgar en un ángulo atractivo que lleva la atención a
mis caderas y trasero.
¡Puedo hacer esto!
Me doy la charla mental de ánimo. Antes saqué mi identificación y
algo de dinero en efectivo para entrar. Saliendo de mi auto, atuso rápido
mi cabello oscuro para darle volumen antes de bajar del auto y añadir un
poco de lápiz labial rojo.
Mis ojos estallan sin el maquillaje necesario, pero añado máscara
para más atractivo sensual.
Bien, aquí vamos, muchachos. Hora de Seguir al Sr. Waters y ver en
lo que está esta noche.
El gorila mueve la cuerda terciopelo rojo para evitar que entre.
El hombre delante de mí es de un buen metro noventa, todo hombros
anchos y rostro enojado.
—Sólo con invitación—saca.

48
Arqueando mi cadera hacia fuera y empujando mis pechos hacia
adelante, giro mi cabello alrededor de mi dedo. Con un labio en puchero,
hago lo único que puedo pensar.
—Quería sorprender al Sr. Waters esta noche.
No quería usar mi nombre verdadero, pero obviamente lo tendría en
mi identificación. Una vez dentro, estoy segura de que puedo mezclarme
con el ruido golpeando y el movimiento de cuerpos. Si soy atrapada,
simplemente me patearán fuera. Waters no debería ser más sabio.
Con un guiño, la cuerda de terciopelo es abierta, y el enorme hombre
da pasos al lado, dejándome pasar.
—Tu señor seguramente estará satisfecho, mascota.
¿Señor? ¿Mascota? ¿De qué demonios está hablando?
La entrada es oscura, y mis ojos luchan por ajustarse. Veo una luz
tenue resplandecer y la sigo. Cuando entro en el espacio, no estoy de
ninguna manera preparada para lo que está delante de mí.
A lo largo de una pared posterior están las puertas blancas brillantes
como un gran contraste a las paredes de carbón gris. Cinco puertas, todas
numeradas, y todas con cintas colgando de las asas mientras las parejas
llenan los espacios cercanos.
Hay mujeres en nada más que sostenes y tangas que están de rodillas
junto a hombres con correas enganchadas a través de collares. Hay
hombres en una variedad de trajes, de simples bóxer a complicados
pantalones de cuero con cadenas. También están de rodillas al lado de lo
que asumiré son sus compañeros. Algunos se sientan con hombres, y
sorprendentemente, otros se arrodillan ante sus mujeres.
A la derecha hay varios sofás y sillas, todas llenas de parejas en
diferentes etapas de desnudez.
Veo que una mujer monta a un hombre, follando públicamente con él,
sus gritos de advertencia de su orgasmo crecen. Su compañero asiente a la
mujer junto a ellos, y ella se inclina hacia adentro, tirando de los pechos
de la mujer de su sujetador y tomando uno en su boca. La mujer que
monta al hombre suelta un fuerte gemido mientras el hombre se ríe debajo
de ella, continuando hacia arriba con sus caderas mientras llega
chupando a la parte posterior de la mujer y comienza a meter un dedo en
ella. Ella se balancea contra él, perdiendo su succión mientras la primera
mujer la alcanza y la tira hacia ella, devolviéndole el favor chupándole el
pecho.
Tropiezo cuando alguien se topa conmigo por detrás, empujándome
hacia dentro del espacio abierto. Desesperadamente busco las luces
intermitentes, la música o la señal de vida nocturna a la que estoy
49
acostumbrada. En cambio, entro más en Lion's Den, y mi cuerpo se
estremece de anticipación. Este club fue sin duda nombrado
apropiadamente.
Mente de nuevo a la tarea: ¿Dónde está Waters?
Mirando a la derecha, veo el suave resplandor de luces de neón rojas
siguiendo a lo largo de la barra. Voy a un taburete. Desde aquí puedo
escanear el espacio discretamente hasta encontrar a mi objetivo.
El camarero, que no tiene camisa y sí pantalón de cuero negro con su
Mohawk inclinado en azul, sonríe. Mezclando rápidamente un
Cosmopolita, pone el Martini delante de mí.
—Por parte de la casa—dice, inclinándose en la barra con una media
sonrisa.
Empujo el cóctel de vuelta.
—No bebo. — Trato de rechazar su oferta.
Su media sonrisa se mueve hacia una sonrisa, revelando perfectos
dientes rectos y blancos.
—Es tu primera vez en The Den. Necesitas aflojarte.
Recordándome que necesito mezclarme, tomo la bebida y asiento con
apreciación.
—Pareces un ciervo atrapado en los faros ¿Cuál es tu fantasía?
Casi me ahogo con mi bebida mientras levanto una ceja a él.
—Definitivamente sumisa. Harás una mascota agradable para
alguien. ¿Quién te dio la invitación?
Mierda, mostré mis tarjetas muy pronto y a un extraño. Necesito
concentrarme. ¡Piensa, Hi, piensa! Fantasía, quiere mi fantasía sucia.
Obviamente, The Lion's Den es un club privado. Necesitaba una invitación
con un nombre para entrar. Sumisa, mascota, mi mente repasa las
palabras utilizadas.
Suelto un soplo, haciendo que mi pecho suba y baje dramáticamente.
Inclinándome a él, susurro:
—No ensucies la escena. —Regreso a mi taburete con un guiño.
El hombre Mohawk me da un pulgar arriba y se aleja para servirle a
alguien más.
Bueno, ahora vuelvo a mi objetivo. Escaneo el área aún sin vista de
él.
Casualmente, bebo mi Cosmo, con la esperanza de que el hombre
Mohawk no esté esperando que llegue mi socio.
50
Un hombre alto con una ajustada camiseta de cuello en V negra toma
el taburete al lado de mí.
Supantalón de vestir negro definitivamente acentúa su trasero y
muslos entonados mientras la camisa se aferra a cada uno de sus
músculos, haciéndome preguntar si los brazos romperán las costuras con
su tamaño. El tatuaje de una víbora destaca la cabeza de la serpiente
audazmente en su cuello bronceado. Ojos verdes de cobra parecen volver
a la vida, observándome desde el lado mientras levanta un dedo hacia el
camarero por una cerveza.
El hombre Mohawk le sirve y me guiña el ojo. Mierda, piensa que
esta es mi escena. Me muevo para deslizarme del taburete, golpeando
accidentalmente al hombre serpiente.
Él se gira. Su cabello rubio puntiagudo es diabólico, haciendo sus
ojos resaltar. Cuando el color verde se encuentra con mi mirada azul,
parece como si estuviera listo para golpear, como el tatuaje en su cuello.
Su rostro muestra señales de sanación de lesiones, haciéndome
preguntarme qué le sucedió.
Mientras me mira, no puedo evitar preocuparme porque vea a través
de mí, porque así es como me siento. Con cada parpadeo de sus ojos,
siento que está viendo profundamente en mi alma.
—Ángel —susurra levantando una ceja en pregunta.
Y sin aliento, le respondo:
—No soy el ángel de nadie.

51
8
Jason
L
os martes no son mis habituales noches en Lion’s Den. Los
swingers en busca de una penetración abierta por lo general
vienen los domingos. Los martes son para
escenas,entrenamiento y gente ocasional buscando un nuevo socio o una
pareja en busca de ayuda. Missy y yo hemos venido unas cuantas veces y
antes de ella frecuentaba el clubregularmente.
Sin embargo, necesito liberarme. Necesito una bebida. Necesito estar
en un lugar dondelos nombres no importen, los trabajos no importen.
Nada importe excepto una descarga. Necesito estar aquí donde a nadie le
importe quién es mi padre. Necesito estar donde nadie se preocupe por los
secretos que escondo del mundo.
Me instalo en un taburete, y el camarero me da un guiño y un
cabeceo. Espero que no piense que soy su tipo, porque jodidamente no lo
soy.
—Disparo de Jack y un cazador —ordeno, alcanzando en mi bolsillo
por algo de dinero.
Le pago al hombre y miro a la izquierda. Inmediatamente, mis ojos
ven cabello oscuro a mi lado. No está vestida como las otras perras aquí,
pero no me importaría atar sus manos en esas cadenas alrededor de sus
caderas.
Ella se desliza de su taburete y me toca.
Conozco a las de su tipo. Quiere jugar a la sumisa esta noche y luego
probablemente irse a casa con su hombre o tal vez con un vibrador.
Quiere dar un paso fuera de su zona de confort, pero sólo con la inmersión
de su dedo. También es tímida para excitarse, lo que significa que ésta no
es su escena.
Puedo ver la marca constante de su pulso rápido en su cuello. Puedo
sentir el miedo junto con la anticipación saliendo de ella.
Levanta la vista desde atrás del lío de cabello oscuro. El azul de sus
ojos es suave y sale hacia mí. Por un momento, veo familiaridad. . . No,
no puede ser familiar. Me concentro. Veo debilidad, vulnerabilidad. Es
52
malditamente buena en este juego. No puedo decir si es un acto. Tal vez
tenga miedo de quedar atrapada, o tal vez no se da cuenta, de que una vez
que entras en Lion's Den, no hay vuelta atrás.
—Ángel —susurro preguntándome si sus ojos son realmente del
mismo ángel que acabo de conocer.
—No soy el ángel de nadie.
Es carne fresca y podría irse en cualquier momento. Los leones en
esta guarida parecen estar muy atentos a ella. Con su respuesta, no puedo
evitar sentir mi herida aún más apretada. Necesito liberación.
Ella mira a su alrededor, vigilando. Sus ojos se ensanchan y se
mueven, parece una gacela atrapada. Podría escapar fácilmente, pero no
lo hace. Sus ojos aterrizan sobre mí,casi pidiéndome algo. Sé qué es ese
algo. Está aquí por la misma razón que yo.
Me muevo en mi taburete y extiendo la mano, tomando sus caderas y
tirando de ellaentre mis piernas.
—Eres mía esta noche.
Sus ojos se ensanchan, burlándose con inocencia. Sé que quiere
estar aquí. Si no lo hiciera, se habría ido. Vino por algo, y ese algo será lo
que le daré.
Muevo su barbilla hacia arriba y me inclino, frotando mi nariz de su
hombro a la concha de su oreja. Siento un chorro de aire caliente escapar
de su boca y huelo su dulce aliento.
—Hay algo en lo alto de este lugar—susurro contra su cuello—. El
olor del sonido de un látigo o flogger golpeando desnuda, expuesta y
dispuesta carne mezclada con gritos de placer y liberación sexual. . .
puede ser adictivo de inmediato. Puede chuparte y hacer que esta
adicción sea más fuerte que cualquier droga de la calle.
Me inclino hacia atrás y la miro a los ojos. Ella mira hacia abajo, y le
levanto la barbilla para que sus ojos se concentren en mí otra vez.
—No soy nada como estos hombres, ángel. No te negaré una
liberación sólo para calentarte. No te diré que no me mires a los ojos,
porque cuando mi pene esté en esa boca, entre tus piernas, o enterrado en
tu trasero, quiero ver lo que te hace. Quiero verte sobre tus rodillas,
asfixiándote porque no puedes dejar de intentar tomar todo, porque tienes
tanta hambre de mi pene. Quiero verte cuando esté flotando sobre ti,
alimentando tu pequeño coño de puta perfección masculina centímetro a
centímetro. Quiero que estés viendo sobre tu hombro cuando empiece
lentamente, frotando la cabeza de mi pene alrededor de tu borde antes de
embestirlo dentro de tu atractivo, pequeño culo, haciéndote gritar porque
estarás segura de que te desgarré en dos. Entonces voy a entrar y salir
53
con facilidad mientras cavo profundo dentro de ti, permitiéndote sentir el
placer que te traeré.
Su boca se abre y cierra unas pocas veces como si no pudiera
encontrar palabras. Cuando pongo mi dedo sobre la parte inferior de su
labio y lo muevo hacia adelante, mira de lado y después de regreso a mí.
—¿Ves algo más que quieras? No soy una jodida medalla de plata,
ángel. Soy de oro. Si ves algo mejor, ve por ello. —Empujo sus caderas
así que retrocede—. No soy la segunda opción de nadie.
Ella mira de nuevo, y da pasos hacia mí.
—¿Cambiaste de opinión?
Ella asiente.
Estoy enojado. Esta pequeña perra no va a jugar conmigo. Puede
trabajar por ello. Puede tener los ojos de un ángel, pero tenía razón
cuando dijo que no era de nadie. Bueno, por esta noche, será mía.
—Tendrás que probarlo. —Tomo su mano y la coloco en mi erección.
—Ábreme.
Ella aprieta los ojos, pero no tira de su mano. Cuando abre los ojos,
hambrientos y llenos de fuego, no estoy menos excitado.
Me acerco y arranco su blusa para que los botones salten y ella jadea.
Luego desabrocho su sujetador de cierre delantero por lo que sus senos
están expuestos. Sus ojos se mueven hacia abajo, así que levanto su
barbilla de nuevo.
—Ojos en mí.
Ella levanta la vista.
—Ponte a trabajar.
Sus ojos se estrechan y luego rápidamente desabrocha mipantalón.
—Ahora…
Me detengo cuando tira de mi pene y lo aferra firmemente, sus ojos
todavía en los míos.
—Estoy en control aquí, ángel. —Le doy la misma mirada de
regreso—. Ahora sobre tus rodillas, mirándome con tu boca llena de pene.
Muéstrame quién te posee esta noche.
Su agarre se contrae mientras me mira.
Siseo porque se siente malditamente bien, y sus ojos revolotean.
Deseo.
—Eres una buena chica. Ahora chupa mi pene.

54
Ella se arrodilla, y me deslizo hacia el final del taburete, empujando
mi pantalón abajo mientras su pequeña lengua caliente se pasea por mi
cabeza.
—Eso es, ángel. Ojos.
Su otra mano se estira y toma mis bolas mientras pasa la lengua por
mi eje.
—Si quisiera ser tocado, estaría usando cuero sin la parte del trasero.
Chupa mi pene ahora.
Ella chupa fuerte. Sus mejillas se mueven hacia fuera, pero no me
estrangula como la mayoría de las mujeres. Hay un desafío en su mirada.
Quiere ceder, pero se contiene. Empujar y tirar, es un juego peligroso.
Mientras me trabaja con su boca y mano, cierro mis ojos y dejo que
mi mente se apague. Eso es por lo que vine aquí: Para escapar, para una
venida. Cuando la mierda con Missy era demasiada, venía aquí y me
alejaba de todo.
La conmoción realmente jode conmigo, porque los ojos que me miran
mientras lame la cabeza de mi pene son los mismos ojos azules con los
que desperté en el hospital.
Casi me atrevo a preguntarle su nombre, pero no lo hago. The Den
no es lugar para nombres, sólo para recuerdos.
Mientras mis bolas hormiguean y se aprietan, ella sale con una
sonrisa. De pie, se tambalea sobre mi pene duro como roca. El extremo
sensible pulsa con la necesidad de que termine el trabajo.
—Los juegos no son inteligentes de jugar en un lugar como este,
ángel.
Sus ojos nunca dejan los míos, mientras me desafía.
—No soy el ángel de nadie.
—Síguelo diciendo. —Bajando la mano, levanto mipantalón antes de
tomarla de la mano y guiarla a una pared de la esquina en el lado lejano—.
¿Por qué estás aquí?
Ella mira a mi alrededor. Tomando su barbilla, detengo el
movimiento. Sus ojos se enfrentan a los míos desafiantes.
—No estoy aquí para dominar. Estoy aquí para controlar. No
necesito poseerte. No necesito que me des poder. Simplemente quiero
controlar nuestro tiempo juntos. Ojos en mí todas las veces, ángel.
Su pecho sube y baja rápidamente mientras respira profundamente.
La hago retroceder hasta la pared, y sus manos suben alrededor de mi
cuello, su pulgar frota el tatuaje de cabeza de cobra.
55
Estoy listo para atacarla cuando se ponede puntas, y sus labios
encuentran los míos. Nadie cede, y abro la boca e invado. Áspero, enredo
mi lengua con la suya, sin detenerme. Arrastrando mis manos abajo de su
espalda, agarro su trasero y la recojo. Sus piernas se envuelven alrededor
de mí, y sus tacones se clavan en la parte de atrás de mis muslos.
Sus uñas se hunden en mi cuero cabelludo, y me suelto al dolor. El
libertinaje público no es lo mío. Por su conducta tímida, no creo que sea el
de ella, tampoco. Sin embargo, ambos estamos perdidos en el momento y
en las sensaciones.
Ella da tanto como yo tomo, rasguñándome por más. Balanceo mi
erección contra su núcleo, penetrándola a través de su ropa. Lanza su
cabeza hacia atrás, golpeando la pared mientras se desliza sobre mí.
Bajando supantalón por detrás, la encuentro mojada. Deslizo mi
dedo medio en su calor, y ella se mueve salvajemente, inclinándose hacia
adelante y mordiendo mi cuello.
Necesito estar dentro de ella.
Con las manos todavía detrás de ella, deslizo supantalón de su
trasero sólo lo suficiente para deslizarme en ella, con elpantalón todavía
abierto de la chupada en la barra. Juego en su entrada y retrocedo solo
suficiente para cubrirme con un condón de mi bolsillo trasero. Tan pronto
como estoy cubierto, la jalo para que sus piernas estén altas a los lados de
mi cintura y su vagina alineada con mi pene, y golpeo dentro.
Ella se derrite en mí, dándome todo de su peso y control mientras me
deslizo dentro y fuera. Sus paredes vaginales me aprietan mientras le
miro a los ojos todavía.
—Ojos en mí, ángel. El orgasmo que estoy a punto de darte es todo
mío —gruño en su oído mientras mi frustración crece. Estoy enterrado
profundo hasta las pelotas, y me lo da, pero todo el tiempo, está viendo a
alguien más.
Joder no.
Sus ojos se encuentran con los míos, y ruedo mis caderas para
golpear el dulce punto de su vagina y justo en el blanco, golpeo con mi
pene en ella. Ella se sacude, sosteniéndose de mi cuello. Entonces oigo
su gemido mientras siento que su cuerpo da el lanzamiento.
—Ese es mío. Cobra golpea y consume.
Ella desliza las piernas hacia abajo, mi dolorido pene sale de ella.
Mira a alguien detrás de nosotros, sin perder más tiempo en el momento
conmigo. Tira de supantalón, evitando tímidamente mi mirada.

56
Mi cuerpo entero está sufriendo de mis heridas y mi necesidad de
liberarme. Con una necesidad feroz, me quito el condón y me bombeo a mí
mismo. Cerrando los ojos, imagino sus profundidades azules mientras
termino. En mi mente, su oscuro cabello se convierte en el rubio de
Lorraine. Ha pasado demasiado tiempo desde que la vi porque juro que
las dos podrían fácilmente ser una misma. Claramente no lo son, Lorraine
fue demasiado asustadiza en el estacionamiento paraencontrarse en un
lugar como este. Abro los ojos mientras aprieto lo último de mi pene.
Regreso al momento con la belleza morena ante mí.
Con mi venida en mis dedos, los sumerjo en su boca distraída.
—No sé cómo haces un ochenta tan rápido, pero esa es mi venida en
tu boca, mi pene que se estiró en tu cuerpo y mi orgasmo que todavía
estás sintiendo. —Cariñosamente, levanto su barbilla hasta hacer que sus
ojos se enfrenten a los míos de nuevo—. La próxima vez, ángel, será
dentro de esecoño tuyo. La siguiente vez, no tendrás ninguna distracción.
Tu único pensamiento será poder o no manejar otra ronda. —Me inclino y
labeso, saboreándome en su boca—. Y manejarás ronda tras ronda de
penetración, nena.
La marqué. Distracción o no, todavía va a sentirme por días, y me
quedaré en su mente. Sus ojos, esos ojos me perseguirán en noches por
venir. Considero este juego limpio.
Vine aquí esta noche para una liberación y encontré un nuevo
desafío. Esta noche es sólo el comienzo. Espero que esté lista.
Hay una contracción en su ceja, y entonces lleva sus manos alrededor
de mi cuello, tirándome hacia ella. Mi mente corre, incapaz de mantenerse
al día con el latigazo en su comportamiento.
Cuando hace un sonido de maullido en mi oído, estoy duro de nuevo
y me importa una mierda el juego que está jugando. Mi cuerpo anhela
estar dentro de ella más que mi próxima pelea.
Se mueve para empujar mi pantalón otra vez, y me congelo mientras
se acuna en mí. Alguna cosa se apaga en ella. La sensación de su
cercanía y el olor de su perfume, y el hecho de que no terminé de la forma
que quería me tiene listo para que mis bolas estén dentro de su calor una
vez más. El calor y el frío sólo para ponerme caliente de nuevo en el juego
es uno que muchos novatos se encuentran involuntariamente jugando.
Necesita calmarse. Le daré lo que anhela sin presionarla más allá de sus
límites.
—Sé que esto no es lo tuyo —susurro, pensando que necesita ánimo—
. Eres una buena chica que me hizo perder el control. Tengo que tenerte
justo aquí, ahora mismo, delante de todos. —Es la verdad. Tiene una
especie de magia negra que me tiene fuera de mi zona.
57
Mira a mi alrededor nerviosamente.
—Es lo mío. Puedo hacerlo mejor. —Dobla los dedos de sus pies
para besarme.
Gruño contra sus labios.
—No, no lo es. No me mientas. No te juzgaré. No te miro hacia
abajo. Esta cosa, incluso si es sólo esta noche, es abierta y honesta. Tú y
yo no nos mentimos uno al otro, ni jodidamente jamás, ¿entiendes?
Asiente con los ojos aún escaneando el área que nos rodea.
La ira me llena de que esté pensando en alguien más en este
momento.
Presiono mi cuerpo contra el suyo, escondiéndola en nuestra esquina.
—¿Crees que alguno de estos hijos de puta podría hacerte venir como
yo? —Me estiro, pasando mi mano bajo su larga y delgada garganta.
Apretando sin cortar el aire, me inclino y susurro—: ¿Piensas que alguno
de ellos podría leerte como yo? ¿Piensas que alguno de ellos podría decir
que no estás en la mierda dura y no presionarte más allá de tus límites?
Puedo sentir su pulso latir mientras su ritmo cardíaco sube.
Parpadea rápidamente mientras aflojo mi agarre antes de pasar mis
callosos dedos por la piel sensible detrás de sus orejas. Después todo el
camino hasta su espalda.
—Puedo prometerte esto, mascota. —Ato la palabra con la implícita
amenaza de violencia—. Mis manos pueden ser ásperas, pero nunca serán
duras. Puedo garantizarte que cualquiera de estos hijos de puta prefiere
atarte y golpear tu dulce, pequeño culo hasta que tu piel esté al borde de
estallar. —Le acaricio el cuello—. No quiero hacerte sangrar, ángel. Solo
quiero asegurarme de dejarte magullada y tal vez un poco maltratada para
que mañana recuerdes que fue mi pene el que estuvo dentro de ti. Quiero
que recuerdes nunca entrar en un lugar como este sin el hombre que no
sólo posee tu coño, sino que protegerá las líneas que no estás lista para
cruzar. No perteneces a un lugar como. . .
—Sí, lo hago —dice, tratando de sonar fuerte.
—Como el demonio que lo haces —digo, agarrando su garganta un
poco más fuerte—. El único lugar al que perteneces es bajo un hombre
como yo.
Conflicto y confusión llenan sus ojos azul cristal.
—¿Como tú?—pregunta mientras su pulso se acelera.
—Sólo yo —digo, aflojando mi agarre antes de doblarme hacia abajo y
tomar su boca mientras la levanto.

58
Ella se somete fácilmente esta vez. El miedo y el temor se han ido,
reemplazados por la lujuria y la necesidad.
Me deslizo elpantalón lo suficiente para entrar allí de nuevo y
liberarme a mí mismo. Es un juego peligroso, pero no puedo evitar
deslizarme dentro de su coño sin tomarme el tiempo para un condón.
Piel con piel, miro sus ojos rodar de nuevo en su cabeza mientras
salgo. Cuando contiene las sensaciones, una vez más mira por encima de
mi hombro hacia la multitud detrás de nosotros.
Enojado, la clavo a la pared, deslizándome hasta el final con la punta
de mi pene luego golpeando hacia atrás en ella. Grita mientras su dolor se
mezcla con el placer. Antes de que pueda decidir si le encanta o si lo odia,
lo hago de nuevo.
Y otra vez.
Una y otra vez, golpeo en ella hasta que no puede mantener los ojos
abiertos o apoyar su propio peso alrededor de mí. Cuando siento la
acumulación, me deslizo y salgo y libero mi venida en el piso.
Ella deja caer sus piernas al suelo y se mantiene firme contra la pared
mientras lucha para calmar su respiración. Luego, deslizando su
pantalón, retrocede, moviéndose más allá de mí.
Meto mi pene de nuevo en mi pantalón y lo cierro rápido para seguirla
mientras camina hacia el baño de mujeres.
Quiero saber su maldito nombre. En cualquier otro momento, no
daría una mierda. Esos ojos, sin embargo. . . hay algo en sus ojos.
La paciencia nunca ha sido un rasgo de carácter atribuido a mí.
Ahora no es diferente.
Cuando me siento como un tonto fuera del baño de mujeres como un
maldito perrito, agarro a una sumisa por el brazo. Ella me mira y se lame
los labios de deseo.
—La chica de cabello oscuro en botas negras altas hasta el muslo,
está bien ahí dentro, ¿no? —exclamo.
La pelirroja delante de mí hace un puchero y mi estómago se revuelve.
—Se asustó y salió por la maldita ventana. —Uñas con manicura se
hunden en mi cuello—. Lo que ella no puede manejar, yo lo haré
voluntariamente, amo.
Amo, ugh. No pienso ser un dominador. Quiero ser un líder. Soy un
hombre dominante, pero no necesito una mascota bajo mi control.
Pensando en mi mujer esta noche, tomo el reto.

59
—Si quisiera una mascota, conseguiría un perro. —Suelto a la
pelirroja y luego despego fuera de The Lion’s Den y voy a la cuadra donde
todos se estacionan.
Puedo vislumbrarla mientras entra en un auto negro. Corriendo,
subo al mío y despego detrás de ella. No pasa mucho tiempo para que
pase por la caseta de un garaje. Intento seguirla, pero una vez que sale del
vehículo, la pierdo al intentar encontrar mi propio lugar. Por lo tanto,
vuelvo a su ubicación.
Cuando no puedo encontrarla, regreso a mi auto. Mientras me retiro
del garaje, me doy cuenta que no estoy lejos de la casa de Lorraine.
Sus ojos vuelven a mi mente, y golpeo el volante, pensando en el
desastre que hice.
Esta noche, penetré a una desconocida en carne cruda mientras, en
mi mente, veía los ojos y el rostro de Lorraine. Claro, el cabello estaba
mal, pero los ojos, esos ojos azules, eran de mi ángel.
¿Cuán duro me golpearon en la cabeza? Debería llevar mi trasero al
hotel y terminar la noche.
No lo hago.
En cambio, hago el giro hacia su camino y me encuentro sentado en
silencio al otro lado de la calle de su casa. Esto no puede ser saludable,
pero no puedo alejarme.
Veo desde fuera que las luces parecen venir en una secuencia.
Distingo la figura de una mujer de cabello oscuro que lleva un bate.
Salgo de mi auto y voy más cerca de la casa. Cuando veo la cola de
caballo rubia de Lorraine caer al suelo, el pánico me llena, pensando que
está herida.
Alguien está en la casa y le va a hacer daño.
Me apresuro por la puerta principal después de romper fácilmente la
cerradura. Entonces desarmo la alarma cortando algunos cables con mi
cuchillo de bolsillo, sinincluso pensar en cómo no tengo explicación de por
qué estoy aquí. Los instintos toman el control. Tengo una unidad que
nunca había sentido antes de meter mi trasero para salvarla.

60
9
Lo
Cuando su mano cubre mi boca, inmediatamente grito. Mi cuerpo
tiembla, mis músculos se tensan y sé que voy a morir. Voy a morir como
ellos, dentro de lo quefue una vez un santuario para mi familia.
Una casa, un refugio, un hogar para una familia de trabajo de clase
media con dos hijas, dos gatos, dos autos, y demasiado amor y felicidad,
sólo para ser silenciado con una navaja.
Se convirtió en una tumba, en un infierno, en una casa perseguida
por la horrible matanza salvaje de una familia. Una casa que no podía
soportar vender o dejar debido a los buenos recuerdos que todavía tenía
aquí.
Ahora voy a morir como lo hicieron ellos.
La respuesta a la pelea viene inmediatamente. Agarro, pateo y trato
de liberarme con cada gramo de fuerza que tengo. No sé lo fuerte que soy
o si incluso tengo en mí pelear, pero lo hago.
Peleo por tres, y lucho por mí.
La mano de mi atacante cubre mi boca, así que sé que mis gritos no
alertarán a nadie, pero me niego a morir así.
Él está diciendo algo, pero no puedo oír nada excepto mis gritos y el
sonido de mi propio latido resonando en mis oídos.
Los veo. Los veo en la habitación de mi hermana. La sangre, el
desorden, la muerte. Veo a papi atado a una silla con la garganta cortada,
su blanca camisa abotonada cubierta de sangre.
Veo a mamá acostada en la cama, su ropa cortada. Tiene cortes en
los muslos, a través de su expuesta área pélvica, y en sus pechos. Veo que
sus ojos están abiertos, y no está respirando. Veo el cuerpo muerto y
medio desnudo de mi hermana en el extremo de la cama, manchas de
sangre llenan el interior de sus muslos, su cuerpo y su garganta fueron
rebanados, también.
Veo la muerte.
Oigo a mi propio corazón seguir latiendo.

61
Grito. Peleo. Araño. Entonces mi atacante cae al suelo, todavía
agarrándome firmemente.
Oigo su voz, pero está silenciada. Mis oídos están llenos de los latidos
de mi corazón y de mis gritos y pensamientos de cómo sobrevivir.
No puedo mover los brazos. El brazo de mi atracador me rodea,
atrapándome. La pierna del secuestrador de mi alma se envuelve a mi
alrededor por detrás, sosteniendo mis piernas abajo así no podré dar más
patadas.
No puedo liberarme. No puedo moverme. Me cuesta respirar. Siento
una ola de náuseas, luego calor, luego frío y entonces me duele el cuerpo
de pelear.
Cierro los ojos con más fuerza y los veo. Los veo rodeados por la luz,
con las manos extendidas hacia mí.
Los extraño terriblemente. Los extraño tanto que el corazón me
duele. El dolor dentro es casi insoportable. Entonces. . . no siento. . .
nada.

Huelo ese olor estéril familiar y escucho el pitido y el silencioso


bullicio que me hacen sentir segura. Estoy caliente. Estoy…
Suspiro y trato de sentarme, pero el doctor Sam Bennett me sostiene
en mi lugar.
—Despacio, Lorraine —dice el Dr. Bennett tranquilamente.
Miro alrededor, confundida. Mis ojos inmediatamente se sienten
pesados. Huelo elamoníaco otra vez, ahora sabiendo que no es un sueño.
—Estás bien, Lorraine. —La suave y tierna voz de Bennett confirma
lo que ahora sé.
Me desmayé, me desconecté. Eso no ha pasado en un tiempo.
—¿Sabes dónde estás?
—En el Henry Ford. —La vergüenza me recorre mientras me siento
de nuevo.
—Tranquila, ¿de acuerdo?
—Estoy bien —digo mientras sacudo la cabeza.
—Las enfermeras definitivamente son las peores pacientes —comenta.
Levanto la mirada y le sonrío.
—Le pido disculpas, doctor Bennett.
62
—¿Sabes cómo llegaste aquí? —pregunta, mirando su portapapeles.
Oh, Dios, pienso. Fui atacada está, en la punta de mi lengua cuando
oigo una voz familiar y áspera del otro lado de la cama.
—Por supuesto que lo sabe.
Lo miro, y sus ojos se estrechan.
—¿Conociste a un nuevo amigo?—El Dr. Bennett me mira
brevemente, y puedo ver que no está impresionado.
—En realidad nos hemos encontrado dos veces, ¿no es así, Lo?
Jason camina y se pone de pie cerca de mí. Estoy confundida, no
comprendo. Sus ojos se estrechan, advirtiéndome.
—Aquí en el hospital, y otra vez esta noche cuando estuvimos fuera —
hace una pausa y estoy aterrorizada—…juntos.
Me trago el miedo, la confusión, y la vergüenza.
Miro los sospechosos ojos del doctor Bennett.
—¿Me daría solo un minuto?
El Dr. Bennett mira a Jason después de regreso a mí.
—Vuelvo enseguida.
—Con los papeles de alta —comenta Jason.
El Dr. Bennett se endereza a su estatura de uno noventa y mira a
Jason.
—Ya veremos. —Entonces camina fuera.
Jason camina y cierra la puerta detrás antes de mirarme fijamente,
cruzando los brazossobre su pecho y mirándome de arriba a abajo
lentamente. Entonces suspira, agarra el taburete y se sienta a pocos
centímetros de mí. Se sienta y mira hacia arriba, pasando sus manos a
través de su cabello.
—¿Qué mierda? —murmura.
—¿Fuiste tú? ¿Fuiste tú el que entró en mi casa? —dejo salir,
interrumpiéndolo—. El que…
—Entré a salvarte el trasero. —Me mira, sacude la cabeza y luego ve
hacia el techo.
Tengo miedo de lo que diga después.
—Gracias. Quiero decir, supongo. . .
Él mueve su mano hacia arriba y me detiene.
—Te desmayaste.

63
—Sí, solía pasar mucho. —Estoy horriblemente incómoda. Sacudo la
cabeza—. Gracias por traerme…
Él se inclina.
—Detente. —Entonces se levanta y se inclina sobre mí como si fuera
a decir algo, pero gime, agita los puños y gira de vuelta a mí.
—Jason, yo. . .
Se da la vuelta.
—Sin otra palabra. Ni una. . . a menos que quieras hacer esto aquí. .
. donde trabajas.
Es una amenaza. Me está amenazando.
Asiento.
—Bien. Yo…
—Cierra la puta boca, Lo.
Lo, el nombre me congela. Es como ella solía llamarme. Siento
lágrimas en el fondo. No tengo ni idea de qué hacer ahora.
La puerta se abre y Sam Bennett vuelve a entrar. Está cara a cara
con Jason, globo ocular a globo ocular.
Observo que los puños de Jason se aprietan con más firmeza
mientras mira hacia él.
—Ahora yo tendré un minuto.
—Ella está bien.
—¿Y su grado médico viene de dónde? —El Dr. Bennett camina a su
alrededor y se sienta.
Miro hacia arriba y veo a Jason verlo.
—Médicamente, estás bien. —Sam mira hacia Jason—. Me gustaría
que fueras a la casa y te quedaras conmigo.
Jason silba, y el Dr. Bennett lo mira de nuevo.
—Un minuto.
Jason me mira. Está enfadado.
—Necesitamos un minuto —le digo.
—Tendrán dos. —Sostiene los dedos arriba—. Entonces nos iremos
de aquí. —Sale por la puerta, pero el sonido de sus zapatos se detiene, y
sé que está justo fuera de la puerta.
—¿Cuántas veces ha sucedido esto? —susurra el doctor Bennett.
—Es la primera vez desde la universidad.
64
—¿Estás segura? —pregunta, preocupado.
Asiento.
—Sí.
—Me encantaría tenerte de vuelta. Te he echado de menos. Rochelle
y Ryan te extrañan. Ambos están en casa por una semana, y sé…
—Estoy muy bien —digo rápidamente. Él parece molesto—. Ahora
soy más fuerte. Soy…
—Cariño, sé lo fuerte que eres. —Pone su mano en mi muñeca—.
Pero sé, que de vez en cuando, todos necesitamos a alguien. Nos tienes a
los cuatro, Lorraine. En cualquier momento. —Los Bennett siempre han
sido mi refugio seguro. Después de hablar con la policía, no podía pensar
en nadie a quien llamar, excepto al hijo del Dr. Bennett, Ryan, ya que
estaban. . . juntos. Fui a casa con él y me quedé hasta que pude resolver
mi vida.
—Lo sé, y espero que sepas cuánto lo aprecio—susurro, esperando
que Jason no oiga.
No quiero que sepa más de lo que ya sabe.
—¿Has pensado acerca de poner la casa en venta? —pregunta el
doctor Bennett, y agitola cabeza—. Creo que deberías hacerlo.
—Me siento cerca de ellos —susurro.
—Han pasado cinco años. —Su tono es triste.
—Lo sé.
—¿Dejaste entrar a alguien? ¿Tuviste compañía?
Empiezo a responder, pero Jason entra.
—Yo estuve en su casa.
El Dr. Bennett parece sorprendido después confundido. Me mira.
—Bueno, entonces. —Se levanta—. Te extrañamos, amiga.
No estoy segura si lo estoy imaginando, pero creo que Jason gruñe.
Miro a Sam, pero al parecer no escuchó nada.
—Prometo visitarlos. Los extraño a todos, también. —Lo que le digo
es mentira. Ya los veo todo el tiempo, incluso a Sarah, su esposa. Pero a
sus hijos, los evito.
Tengo que hacerlo.
—Usa la salida de atrás. Así nadie del personal de ER te
bombardeará.
—Gracias. —Asiento—. Muchas gracias.
65
Jason abre la puerta de su auto, y no me queda otra opción. Algo me
dice que sabe mis misterios. Por supuesto que sí. Estuvo en mi casa.
Entra sin decir una palabra y arranca el auto antes de sacarlo del
estacionamiento.
—A la izquierda de la luz —digo, tratando de sonar fuerte.
—Lo sé—refunfuña.
El resto del paseo es silencioso. Miro por la ventana cuando pasamos
los faroles, contándolos mientras pasamos, tratando desesperadamente de
sacar mi mente de la torpeza de la situación.
Tan pronto como entramos en mi calle, tomo la manija del lado del
pasajero, y el miedo me agarra cuando una mano va alrededor de mi
garganta.
Él va a la entrada e inmediatamente sale. Antes de que pueda alzar
mi mano de la manija de la puerta, la está abriendo, pero no puedo
moverme.
—Vamos —se burla.
Siento que el temblor comienza en mis manos. Entonces mi cuerpo
tiembla.
—Tenemos que entrar en el garaje —logro decir antes de marearme.
Sé que voy a desmayarme de nuevo, pero luego él se mueve y me recoge—.
¡No puedo!
—Como la mierda que no puedes —dice con un ardor que desearía
poder tomarle prestado. Desesperadamente desearía poder pedírselo
prestado ahora mismo.
Él marcha a la puerta principal y la abre.
—¡No estaba cerrada! —Jadeo.
No responde mientras entra y patea la puerta cerrándola detrás de él.
Trata de sentarme, pero mis brazos automáticamente se envuelven
alrededor de sucuello.
—Jesucristo —susurra, sosteniéndome con más seguridad—. Tienes
que dejar de temblar.
—Creo que me voy a desmayarme —susurro para mí, pero
aparentemente, fue en voz alta.

66
—No voy a llevarte de nuevo a ese hospital, por lo que mejor
malditamente no lo hagas—dice suavemente mientras se inclina contra la
puerta cerrada luego se desliza hacia abajo hasta que se sienta en el suelo
conmigo en su regazo. Luego se aclara la garganta y añade en un tono
mucho más áspero—: Tienes algunas explicaciones que hacer, Lorraine
Bosch.
Levanto la mirada cuando dice mi nombre completo.
Sus cejas se elevan lentamente.
—Cuando entré aquí esta noche a salvarte el trasero —dice con
nostalgia—, vi la escalera bloqueada, las habitaciones vacías. Quiero
decir, jodidamente vacías. ¿Cómo diablos vives aquí? Es como el maldito
Motel Bates. De hecho, una bolsa de mierda deMotel sería más cómoda
que esto. —Niega, y empiezo a apartar la mirada, pero me detiene
levantando mi barbilla—. ¿A dónde pertenecen tus ojos?
La sorpresa me alcanza, y suspiro.
—Estoy tan jodidamente confundido por ti ahora mismo. —Se inclina
y me besa duramente en la boca. Intento alejarme, pero me aferra por la
parte de atrás del cuello, deteniéndome—. Joder, bésame ahora.
—No lo haré. Yo…
—¿Es el médico?
Comienzo a responder, pero él niega.
—Es jodidamente bastante viejo para ser tu padre. —Se detiene y me
mira casi como si temiera haberme ofendido. . . casi—. Esjodidamente
viejo para ti.
Empieza a ponerse de pie, asintiendo para que me mueva. Miro a mi
alrededor, luego de vuelta a él. Aprieta la mandíbula, y luego lo beso.
—Mierda —susurra contra mis labios antes de acariciar mi rostro y
colocarla a su gusto.
Su lengua es posesiva, su toque áspero, y mientras me pierdo en el
beso, siento mi espalda golpear el piso.
Su mano corre hacia mi lado mientras empuja mi camisa más y más
lejos.
—No me pidas que me detenga —dice antes de inclinar la cabeza y
tomar mi pecho en su boca.
—Oh, Dios —gimo—. No puedo. No puedo.
Él mira hacia arriba, su boca todavía alrededor de mi pezón,
chupando tan fuerte que es una mezcla de placer y dolor.
—Si te pudiera dejar ir, lo haría, pero no puedo.
67
—Simplemente no puedo —grito.
Él permite que mi pecho caiga de su boca. Luego se empuja con
tanta rapidez que es casi animal.
Se vuelve y agarra la puerta y dice:
—Cuídate…
—¡Espera! —Entro en pánico mientras me incorporo antes de
arrastrarme hacia él y agarrar su pierna.
—Jesucristo, ángel—dice, agarrándome bajo los brazos y tirando de
mí—. No haré estamierda. No voy a joder por ahí con una chica loca. —
Se detiene y mira a su alrededor y luego a mí—. Esto es una locura,
¡sabes eso!
Asiento rápidamente porque lo sé.
—Sé lo que parece. Sé lo que se siente. Lo sé. Realmente lo hago.
Pero no puedo. . . —Me detengo cuando las lágrimas empiezan a caer, y
me limpio los ojos—. Estoy muy cansada.
Lo veo moverse y pienso que se va a ir. No quiero que lo haga, pero
tampoco quiero que se quede. No sé lo que quiero.
Las lágrimas comienzan a caer más rápido mientras Boots y Socks
salen de la cocina.
—Oh, lo siento mucho —les digo, en cuclillas—. Lo siento mucho. —
No están en sus lugares regulares.
Miro hacia él.
—¿Puedes solo cerrar la puerta cuando salgas?
Sus ojos se oscurecen, y lentamente niega.
—Las cerraduras están destrozadas. Se disparará el sistema de
alarma. Necesitarás que alguien les eche un vistazo.
Cierro los ojos y sacudo la cabeza, tratando de ordenar mis
pensamientos.
Se agacha a mi lado.
—Pensé que estabas siendo asaltada. Seguí a una morena aquí. —
Toma mi barbilla y vuelve mi cabeza hacia él—. ¿Captas lo que estoy
diciendo, ojos de ángel?
Miro hacia abajo.
—No estoy loca. Yo solo… solo a veces. . .
—¿Finges ser tu hermana muerta y vas a los clubes swingers para
que te penetren? Totalmente cuerdo. —Niega y me mira extrañamente.

68
—Hay razones.
—¿Que te importaría compartir?
Niego
—Está bien, entonces. —Comienza a levantarse—. Tienes que vender
este lugar, porque estás un poco jodida de la cabeza, y esta mierda no
estáayudando.
Camina hacia la escalera y golpea el contrachapado.
—Los fantasmas no necesitan puertas, ángel, y no son reales.
Entonces ¿qué diablos pasa con esto?
Limpio mi garganta, me levanto y susurro:
—Los gatos. Suben allí, pero yo no puedo.
Él asiente.
—Porque ahí es donde tu familia fue asesinada.
No puedo ocultar mi sorpresa.
—Busca en Google “Lorraine Bosch”, y verás fotos de una adolescente
asustada. Busca en Google esta dirección, y sabrás exactamente por qué.
Siento mi labio inferior temblar.
—Llegué tarde. Estaba con un chico, y venía tarde para volver a casa.
Si hubiera estado aquí…
—También habrías muerto —dijo él.
Lo interrumpo, sacudiendo la cabeza.
Mirando a su alrededor, sus ojos ven el lugar. La preocupación
aparece, pero hay una emoción subyacente que no puedo colocar.
—¿Dónde duermes?
Dios mío, no quiero responder, pero lo hago.
—En el sótano.
Ni siquiera me mira como lo hizo, como si estuviera loca.
—¿Tiene herramientas ahí abajo?
Asiento.
—Bien, muéstrame lo que tienes, y cerraré la puerta hasta que pueda
arreglarla.
—¿Estás seguro?
Asiente.
—Lo dije, ¿no?

69
Asiento.
—Mientras estoy haciendo eso. . . —Mira alrededor como si estuviera
tratando de encontrar una tarea para mí, algo para ocuparme, como mi
padre solía hacer—. ¿Tienes algo para hacer un emparedado?
No puedo evitar sonreír.
—Sí. Lo tengo.

70
10
Jason
L
ocura, caos post-traumático o cualquier otra cosa que me lleve a
una habitación acolchada y a tirar la llave, necesito alejarme de
eso. El mal dentro de mí no es lo que esta chica necesita. Una
terapia seria, posiblemente algún medicamento, y alguien mucho mejor
que yo es lo que se merece.
Agarrando un taladro y algunos tornillos, ataco la puerta que
estropeé. Puedo oírla zumbar en la cocina mientras hace mi sándwich.
Qué maldita noche.
Termino de asegurar la puerta justo cuando viene con un gran
sándwich de jamón y queso. Levanto una ceja hacia ella.
—Eres un tipo grande. Pensé que tendrías hambre —dice
tímidamente.
No puedo evitar preguntarme dónde está la zorra del club. Tampoco
puedo evitar preguntarme si ambos estamos mal de la cabeza aquí.
Mordiendo el sándwich, sonrío. ¿Cuándo fue la última vez que
alguien hizo algo sencillo para mí como un sándwich? Mi mente va de
regreso. No hubo una excepto cuando Tatiana se quedó conmigo. Ni mi
madre, ni Missy, y seguro como la mierda ni mi papá.
Me doy cuenta de lo tarde que es, así que llevo mi plato de nuevo a la
cocina.
Lorraine parece en el borde mientras comprueba cada ventana y
puerta. Necesitando conectarme con ella, la tomo de la mano.
—Respira, ángel. Vamos a llegar a la cama, y me aseguraré de que
todo esté seguro antes de irme.
Sus ojos se dilatan de miedo, pero lo pisotea.
De la mano, la guío a la habitación del sótano. Las dos bolas de
peluche que tiene por mascotas nos siguen como si estuvieran más que
preparados para asentarse para la noche.

71
Sus ojos dan demasiado mientras me mira. El miedo se muestra. Los
años de empujar su cuerpo más allá de su límite. La fatiga de demasiadas
incógnitas se muestra.
Me paso las manos por el cabello mientras miro alrededor del espacio.
No hay mucho aquí, pero puedo hacerlo funcionar.
—Vete a la cama, ángel. Estaré aquí para cuidar de ti mientras
duermes.
Sus ojos se dilatan.
—Estaré en la silla, no en tu cama.
Ella no está preparada para eso, y tengo demasiadas preguntas que
necesitan respuestas antes de que pueda dejarme ir allí de nuevo. Estoy
sobre mi cabeza; ella ha estado en mi cabeza por más tiempo del que estoy
seguro de que le importe pensar. Necesito alejarme, pero cada vez que
miro sus ojos de ángel, me siento atraído a quedarme. Esos ojos me
mantienen deseando más de lo que jamás he deseado en toda mi vida.
Tímidamente, se mete en la cama. Son más de las dos de la mañana,
debe estar tan agotada como yo o más.
Los dos gatos suben a su lado como si finalmente pudieran
descansar, y yo voy al reclinable en la esquina y me siento. No cierro los
ojos. No resuelvo mi mente. Permito que mi cuerpo encuentre su
descanso. Calmo mi ritmo cardíaco y ralentizo mi respiración. Lo que no
hago es dormir.
No pasa mucho antes de que comience a moverse y girar. Sus
palabras son incomprensibles hasta que se lamenta:
—Lo siento, lo siento. Heidi, lo siento. Mamá, papá, no estén
muertos.
Está gritando y toda enredada en las sábanas.
Al levantarme, me muevo a la cama. No la toco. He tenido suficiente
de mis propias pesadillas para saber que no debo tocarla.
—Estás bien, ángel. Está bien. —Trato de sacarla de eso.
Ella se sienta con una sacudida, y me muevo para evitar que me
golpee con la cabeza. Su respiración es demasiado rápida, y está cubierta
en un brillo de sudor.
—Cálmate, ángel. Fue una pesadilla.
Sus ojos salvajes brillan en la oscuridad.
—Si sólo eso fuera cierto. . .
Si sólo fuera cierto. . . Independientemente, no puedo quitarle ese
tipo de dolor.
72
—Necesitas descansar.
—Deberías irte. —Mira la puerta en lugar de a mí.
Me pongo los zapatos y subo a la cama a su lado. Ella me mira con
su cabello hecho un desastre y sorpresa en sus ojos, pero no me dice que
me detenga. Envuelvo mis brazos alrededor de ella y la jalo cerca. Ella no
se relaja. No se queda dormida. Si algo, parece más herida.
Nos acostamos juntos en la oscuridad con nuestras mentes
pensando. La suya probablemente en su pérdida, y mi mente corre salvaje
con qué hacer ahora.
—Ángel —digo, y ella se sienta para mirarme—. No puedes dormir.
No puedo dormir.
Jadea
—No tendré sexo contigo. Apenas te conozco.
Me río, aunque sé que es la mujer del club. Si esto es lo que necesita
ahora, que así sea.
—Esa es una idea mejor que la que tenía.
—Oh —dice tímidamente.
—Vamos a ejercitarnos.
—¿Eh?
—Mira, no nos conocemos bien. Sé más de ti del jodido internet que
de tus labios, pero está bien. Tengo un infierno por vivir, y cuando no
puedo apartar mi mente, corro.
—¿Quieres que te acompañe? ¿No quieres tener sexo?
—Oh, ángel, quiero penetrarte. Soy hombre. —Tanto como no
debería quiero penetrarla, lo hago. Tanto como debo alejarme, no lo hago.
En cambio, le digo exactamente lo que pienso en ese momento—. Te voy a
penetrar, pero no ahora mismo. Tu cabeza no está ahí.
Me siento, llevándola conmigo. Entonces me sorprende cuando sale
de la cama. Agarro mis zapatos y me dirijo a la puerta.
En la parte superior de las escaleras del sótano, vacila. La tomo de la
mano y la guío hacia el espacio de su cocina.
—Yo-yo —tartamudea mientras pelea para controlar su respiración—.
No salgo por la noche.
Quiero decirle que es mierda, pero ahora no es el momento. Mi
cuerpo ya está entumido de sentir la quemadura a través de mis
músculos.

73
—Ángel, no estás sola. —Beso la parte superior de su cabeza y tiro de
ella hacia mí—. ¿Me sientes? ¿Me sientes aquí contigo? No más pelear
sola contra la oscuridad. Estoy aquí. Justo. Aquí. Contigo.
Ella asiente.
Dándole un momento para que tenga su respiración bajo control,
simplemente la sostengo. Cuando está firme, nos separamos, y luego nos
dirigimos a la puerta de atrás.
Deslizándome en mis zapatos, me doy cuenta de que todavía tengo mi
ropa de club. No sólo necesito desesperadamente una ducha, sino que
esto no es ideal para un entrenamiento. Bueno, me ralentizará para que
tal vez ella pueda alcanzarme.
Silenciosamente, golpeamos juntos el pavimento. El golpe constante
de nuestros pies está en sincronía con cada paso de nuestro trote,
convirtiéndose en su propia nana de alguna clase. No pasa mucho antes
de que esté respirando fuerte pero constante y parece haber resuelto algo
de lo que está pasando en esa hermosa cabeza. Me duelen los pies
confinados en mis zapatos, y juro que mipantalón está listos para reventar
por la tensión de mis muslos.
Me estiro mientras mis músculos se mueven.
Cuando vamos despacio, miro el amanecer. No puedo parar la risa
que brota de mí.
Lorraine me mira como si estuviera tan loco como ella.
—¿Qué? —Sostengo mi mano en mi pecho en ofensa simulada—.
Nunca he visto el amanecer con una mujer antes.
No lo he hecho, no así. Claro que he llevado a mujeres a la cama y
despertado con ellas, pero nunca he pasado la mañana corriendo y
observando el sol salir en un nuevo día y un nuevo comienzo con una
mujer antes.
—No es lo mío.
—Eres un buen hombre, Jason.
Levanto su barbilla para hacer que sus ojos se encuentren con los
míos.
—Ángel, la única cosa buena sobre mí está justo enfrente de mi
rostro. Soy un monstruo por dentro, y deberías saber eso.
Algo que he visto demasiadas veces antes destella en sus ojos, reto.
La frustración crece dentro de mí. Como un parásito, se engancha y
siento que se aprieta en mi pecho.
—Yo no veo a un monstruo.
74
Mi tono es agudo mientras me sostengo.
—Hombres como yo no cambian. El mal está en mis venas.
—Entonces ¿por qué reventaste mi puerta para salvarme? ¿Por qué
me llevaste al hospital? ¿Por qué me sacaste de mi auto-prisión para ver el
amanecer de un nuevo día? Si eres tan malo, ¿por qué ser tan…bueno?
Paso mi dedo por su mandíbula. Hay temor en sus ojos, pero el
desafío sigue siendo firme.
—No hay bien dentro de mí. Lo hay en ti. Estoy aquí para ti, aunque
no porque sea un caballero en brillante armadura. Ángel, tienes que
saberlo, no trates nunca de arreglar a un hombre, especialmente a uno
como yo. No puedes domar a la bestia dentro de mí.
Ella piensa por un momento, sus ojos brillantes con un dolor de hace
mucho tiempo.
—Quizás no pueda domar a la bestia dentro de ti. Puede que no
pueda revertir la oscuridad en tus profundidades, Jason. Puede que no
pueda arreglarme a mí, y sé que no puedo arreglar a nadie más, pero tal
vez pueda ayudarte a pelear, algo así como estás conmigo ahora mismo.
Nunca he pensado en alguien peleando por mí. La frustración que
sentía, la ira que estaba creciendo por su desafío, cambia. Nuevos
pensamientos invaden mi mente.
¿Podría luchar, poner el mal dentro de mí en la bahía?
Me gustaría esperar eso, pero sé que la realidad está lejos de ser tan
bonita como la ficción.
Saqué mi mano de su barbilla y observé cuán grandes se veían mis
dedos contra su pálida piel. Estas manos trajeron dolor. Estas manos
trajeron muerte. Estas manos están contaminadas con más oscuridad de
la que alguien podría entender.
—No hay ayuda para mí. No estoy seguro de que la quiera. —Me
alejo de ella y comienzo el trote de nuevo a su casa. Necesito respirar, y
necesito esfuerzo. Necesito esforzarme al límite. Necesito alejarme antes
de empezar a pensar que puede salvarme.
Ella cae al paso a mi lado, y luego regresamos a su casa. Se detiene
cuando yo lo hago y no va más lejos. Se acerca a mí como si fuera una
especie de armadura para ella. Entonces me mira con ojos perdidos, y sé
muy bien que tengo que dejarla en el interior al menos.
Entro y ella me sigue. La veo hacer algún tipo de vigilante paseo por
la casa, revisando todas las ventanas y puertas. Mira por encima de su
hombro hacia mí, asegurándose que esté allí con ella.

75
Mi estómago se retuerce de saber cuán aterrorizada está y que estoy
permitiéndole pensar en mí como en algún tipo de héroe. No soy el héroe
de nadie.
Se da la vuelta y me mira al ojo y luego hacia abajo. Su labio inferior
está entre sus dientes, y joder si no lo quiero entre los míos. Pero no
puedo.
Missy estaba loca, y sus putos problemas y los míos no se mezclan.
Esta chica es hermosa y jodida al mismo tiempo, y sólo la arruinaría más.
Destruiría el gramo de cordura que todavía tiene, que está colgando de
una muy delgada, cadena invisible. Una cuerda que seguro se le encajaría
si dejo que algo más le suceda.
Quiero penetrarla de nuevo. Quiero sus ojos en mí, observándome
sólo a mí.
—Volveré más tarde para reiniciar tu alarma. Hasta entonces,
descansa.
El reto que vi en sus ojos antes se fue. Simplemente asiente y me
deja salir.

—Ella te retorció como la mierda —dice Brock desde el otro lado del
cojín que está sosteniendo para protegerse mientras lo golpeo como el
infierno.
—Me retorció. —Le doy una patada e incluso con el relleno, se
tropieza y retrocede dos pasos—. Soy todo lo que nunca quise ser, pero
joder si eso va a cambiar.
Me duele todo el cuerpo. No debería estar aquí, no después de la
lesión en la cabeza que tuve, pero tengo que pelear. Tengo que alimentar
la necesidad dentro de mí como la mierda. Tengo que liberar la agresión
que crece momento a momento y día tras día. Está jodido. La pelota de
ping-pong en mi mente sabe que todo está mal. Todo sobre mí está mal,
pero no puedo controlarlo.
Tampoco puedo conseguir sacar esos ojos azules de ángel de mi
mente.
Puedo ayudarte a pelear.
Si sólo supiera lo que realmente se asienta dentro de mí, no me
ayudaría a pelearlo. Lucharía por ser libre de mí. Sería lo más inteligente
que podría hacer por sí misma.

76
Necesita estar tan lejos de mí como sea posible. Claro que no soy lo
suficientemente fuerte como para alejarme de ella.
Es divertido cómo puedo superar la mierda de hombres dos veces mi
tamaño, pero no puedo resistirme a la rubia, de ojos azules como de gatito
de Hollow Terrace.
Le dije que arreglaría su alarma, y lo haré. También va a salir como
la mierda de esa casa. No puede ser saludable alojarse allí. Por otra
parte, no sería saludable que se quedara conmigo, tampoco.
Tengo que luchar dentro para mantenerme lejos de ella. Es un
desastre y yo soy un problema con P mayúscula. No tiene idea del
monstruo que tuvo en su cama.

77
11
Lo
L
o veo marcharse. Sus músculos se doblan en su ropa. Es
fuerte, tan fuerte, y no puedo evitar querer absorber esa energía.
La necesito para lo que nosotros, quiero decir, yo he planeado.
Sé que soy un desastre, pero para limpiar un lío, a veces tienes que
convertirte en uno.
Él se mete en el auto y se acomoda en su asiento, pasando sus manos
por su cabello rubio. Me mira y asiente, luego dobla el dedo dándole
vuelta antes de señalar la puerta. Dice ve, y es como si pudiera oír su voz
áspera y profunda diciéndome las palabras.
Su voz, incluso imaginada en mi cabeza, se envuelve alrededor de mí
como un escudo de fuerza y protección. Ahí no hay ninguna vacilación o
pensamiento. Miro alrededor de la casa que me construyó y después me
aplastó, eso me aterroriza y consume con la fuerza prestada de un hombre
que se llama a sí mismo un monstruo. Sé que puedo terminar lo que
nosotros, quiero decir, yo he empezado.
Pongo los tres cerrojos y el porno y luego me apoyo en la pared y me
deslizo hacia abajo, llegando a un descanso en el suelo.
Él se fue, y yo estoy aquí. . . sola. Me consuelo cuando el sol está
arriba y con Jason, el hombre con un dolor propio, el hombre cuya
estatura y mirada fija podría dejar a cualquiera temblando, el hombre al
que le permití que me mantuviera a salvo de ella, de mí, anoche.
Boots y Sock están tomando el sol en la ventana mientras estoy
sentada aquí, mirándolos en su estado relajado, envidiosa de ellos. Mis
ojos se vuelven pesados, y les permito descansar, pero sólo por un
momento. Sé que la casa está cerrada y segura, porque la dejé así.
Salto cuando oigo un fuerte golpe en la puerta. Froto la parte de
atrás de mi cuello mientras me estiro. Me duele por la manera en que
estaba acomodada. Debo haberme quedado dormida.
Socks y Boots saltan de mi regazo.
—Siento si los asusté —les digo mientras me arrastro de la ventana a
la puerta y miro hacia fuera.
78
Ojos verdes se encuentran con los míos, y al instante siento la
facilidad recorrerme.
Desbloqueo y le abro la puerta a Jason, que entra con una caja de
herramientas y una bolsa. Está vestido con pantalón gris de deporte y una
camisa negra, sin mangas, y tiene una gorra de béisbol negra hacia atrás.
Se ve tan fuerte como lo hizo cuando se fue, tal vez incluso más.
—Voy a arreglar esto rápidamente. No debería tomar mucho tiempo,
y luego estaré fuera de tu cabello. —Sé por la mirada en sus ojos que ve el
miedo dentro de mí—. No puedo quedarme otra vez.
Asiento con rapidez.
—Lo sé.
—Estarás fuera un par de días. Eso estaba en los documentos del
doctor. Pon este maldito lugar en el mercado. Tienes que seguir adelante
—dice mientras camina, poniendo la bolsa junto a la puerta donde los
cables de la alarma están cortados.
Miro mientras trabaja rápidamente, como si lo hubiera hecho cien
veces antes, y tal vez lo ha hecho. Es un misterio para mí, un hermoso,
fuerte enigma de ira, actitud y angustia. Quiero saber más sobre él, pero
sé que no quiere que lo haga. No puedo culparlo. Estoy contaminada y
atormentada por un día horrible. Veinte de abril, el día en que el infierno
estalló en las profundidades y ya no fue sólo una historia aterradora para
asustar a un niño y que se comporte. Se convirtió en una realidad, una
que enfrento todos los días.
Comienzo a sentir mi cuerpo estremecerse y temblar. No puedo evitar
que esto suceda. No delante de él. No cuando quiero que se quede.
La ansiedad ahoga la racionalidad, y corro a la cocina donde alimento
primero a los gatos y luego empiezo a hacer dos sándwiches, sólo para
mantenerlo aquí por un poco más de tiempo.
—Estoy preparado —dice detrás de mí.
Me doy la vuelta y levanto el plato.
—Es un agradecimiento
Cierra los ojos inmediatamente sintiéndose decepcionado, rechazado.
—¿Puedo pedirlo para llevar? —pregunta con tono forzado, sin
aliento.
—Por supuesto. —Me doy la vuelta y abro el armario con papel
pergamino y película de plástico adherente. Lo envuelvo en el papel, lo
doblo en un sobre como lo hacía cuando era más joven y trabajaba en la
tienda de bocadillos los fines de semana.

79
Me gustaba tener mi propio dinero. Heidi tenía a Ryan, y pasaban
todos los momentos de su tiempo libre juntos. Él la llenaba de regalos y
de afecto. Yo no tenía tiempo para chicos. Quería trabajar para comprar
las cosas que quería, las cosas que Ryan le daba que mis padres pensaban
eran indulgencias extravagantes. Cosas que una familia de clase media no
podía permitirse.
En el trabajo, conocía amigos. Me gustaba hablar con los clientes y
conocer a los asiduos y a los que ordenaban. También conocí a un chico.
La primera noche acordé encontrarme con Stephen después del trabajo y
fue la noche que llegué tarde.
Las emociones se arrastran a mi garganta, pero las obligo a retroceder
mientras envuelvo la película de plástico alrededor del sándwich de pavo y
Provolone en pan de centeno.
Cuando me doy la vuelta, fuerzo una sonrisa y él me mira de un ojo al
otroy fuerza su propia sonrisa. Estoy bastante segura de que es la primera
vez que me ha sonreído. Sus dientes son perfectos, rectos y blancos. No
coinciden con el resto de su áspero exterior.
—¿Tienes una bolsa? —pregunta.
—Por supuesto. —Sé que hay demasiada emoción en la respuesta,
porque sus hombros automáticamente se mueven en una cierta clase de
derrota.
Abro el armario y me pongo de puntillas para alcanzar las bolsas de
papel marrón que nunca he usado pero que sé que están allí.
Siento el calor de su cuerpo detrás de mí mientras se acerca y se
estira hasta agarrarlas.
—Gracias —susurró.
Él toma una respiración profunda, y miro por encima de mi hombro a
sus ojos viéndome.
Su voz es gruesa y áspera cuando responde:
—No hay problema.
No se mueve. Estoy segura que está mirando mis labios lo que
significa que va a besarme. Cierro los ojos, esperando, esperando,
esperando. . .
Siento que su aliento caliente se acerca más y más, y mi cuerpo se
tensa mientras el calor se levanta de los dedos de mis pies hasta mi
vientre, intensificando la sensación.
Un golpe en la puerta me hace saltar. Al hacerlo, mi cabeza golpea su
mandíbula. Él gime.

80
—Lo siento mucho. —Me giro rápidamente. Él no se mueve, y siento
su erección contra mi estómago.
Rápidamente lo miro y él da un paso atrás, moviendo su mano
adelante y atrás sobre su gorra, antes de caminar hacia la puerta.
—¡Espera, no abras! —Entro en pánico mientras miro alrededor de la
puerta para ver si está escuchando.
No se detiene. Desbloquea la puerta y la abre sin siquiera mirar.
—¿Qué pasa? —pregunta en tono un poco arrogante mientras empuja
sus manos por la parte delantera de su cinturilla y se ajusta.
—Buenas tardes. —Escucho la voz familiar de Ryan Bennett y me
congelo en el lugar—. Me gustaría hablar con Lorraine.
—¿Acerca de qué? —pregunta Jason, sin emoción.
—Es un asunto personal —cierra Ryan.
—Está ocupada —sisea Jason.
—Si eso es verdad, me gustaría escucharlo de ella. —Veo que Ryan se
empuja más allá de él, y Jason agarra la parte posterior de su cuello.
—¿Te invité a entrar? —gruñe.
—Jason —jadeo mientras camino hacia ellos.
—¿Conoces a este idiota? —pregunta mientras Ryan se aleja de él y
pisa hacia mí.
Asiento y trago con fuerza.
—Era el novio de mi hermana.
—Cristo, Lorraine. —Ryan me mira y señala hacia la escalera—.
¿Qué demonios es esto? ¿Dónde están todos tus muebles, tus fotos, una
señal de vida?
—¿Por qué no retrocedes al infierno, hijo? —pregunta Jason,
caminando hacia mí.
—¿Quién demonios es este bromista? —Ryan señala Jason.
—Este es mi. . . amigo Jason —respondo.
—¿Amigo? —pregunta Ryan, no pareciendo convencido.
Miro a Jason, esperando no haberlo ofendido. Él parece estar
cuestionando mi respuesta también.
—Ciertamente espero que lo sea —susurro.
Los ojos de Jason se ensanchan un poco antes de mirar lejos de mí a
Ryan.

81
—¿Qué podemos hacer por ti?
—Escuché que permitiste que alguien entrara a tu casa —dice Ryan,
mirando alrededor—. Si eso es lo que demonios es esto. —Me mira de
nuevo—. Esto necesita parar, Lorraine. Necesitas seguir adelante, tener
una vida. Si no puedes hacerlo aquí, puedes volver a casa. Sonreías allí,
vivías. —Camina alrededor, agita la mano, y luego se detiene y me mira—.
Te echamos de menos. Ven a casa.
—¿Este es el chico del doctor? —pregunta Jason.
Asiento y miro hacia abajo.
—Bueno, Ryan —comienza Jason—. Lo ha decidido que va a poner
esta casa del infierno en el mercado y a obtener un lugar nuevo. Está
trabajando en sus cosas.
—Durante dos años, ha estado trabajando las cosas. Si te dijo eso, te
está mintiendo y a ella. —Puedo decir por su tono que Ryan está enfadado
conmigo.
Niego.
—No le estoy mintiendo a nadie.
—Probablemente deberías irte, Ryan —dice Jason con firmeza.
—Lorraine, tú y yo tenemos que charlar solos. Infórmale a este
caballero. . . que estás bien conmigo aquí.
Asiento.
—De todas formas, ya te marchabas. Estoy bien, Jason. Realmente
aprecio todo. —Levanto la mirada, y él se ve enojado, pero finalmente
asiente.
—Ten cuidado, Lo.
Le encamino hasta la puerta, y cuando la abre, lo agarro del brazo.
Su cuerpo se tensa, y luego se aleja.
—Nos vemos, Lo.
Siento una enfermedad inmediata, una triste, ya que se va sin
siquiera mirarme.
—Cierra la puerta —dice Ryan en una tranquila calma que es toda él.
Cierro la puerta y luego le pongo los seguros.
Me mira con hambre y tristeza en sus ojos.
—Te extrañé tan malditamente tanto.

82
No sé qué decirle, pero no tengo tiempo de decir nada antes de que
esté delante de mí, sus brazos alrededor de mí. Escucho un suspiro
mientras me besa la cabeza una y otra vez.
—Ryan —digo suavemente—. Por favor no lo hagas.
—No puedo evitarlo. Estoy en casa ahora para siempre. Comenzaré
mi residencia en el Henry Ford la próxima semana. —Camina hacia atrás
y me mira—. Papá me dijo sobre ayer. Se preocupa por ti y quiere que
vengas a casa. Podemos manejarlo. Podemos hacerlo. Lo sé. Sólo quiero
que te sientas a salvo de nuevo. —Se detiene, como si estuviera reuniendo
sus pensamientos—. ¿Lorraine?
—Felicitaciones —digo, caminando atrás y lejos de él.
Él asiente.
—Gracias. —Entonces se vuelve y mira alrededor de la casa—. Voy a
ayudarte realmente esta vez. Llamaremos al agente de bienes raíces e
iniciaremos haciendo este lugar presentable.
—No puedo vivir con tu familia otra vez —digo en voz baja.
—Está bien. Te conseguiremos un lugar. —Camina hacia la
habitación de mis padres—. En algún lugar en un edificio de seguridad.
¿Dónde diablos duermes? —Mira detrás en mí.
—En el sótano —respondo.
—Jesucristo, no puedo aceptar eso. No puedo permitirte hacer eso.
Se acabó. Necesitas seguir adelante. —Camina hacia mí y se detiene—.
Cambié. Estoy listo para ir hacia adelante y realmente vivir de nuevo. Es
tiempo de que hagas lo mismo.

83
12
Jason
L
o falso me frustra. La peluca, el maquillaje, toda la ropa negra,
todo me come. Ver su peluca de cabello y golpear sus labios
cubiertos de pintura me irrita más. ¿Qué diablos está
haciendo? Sube en su Impala, e incluso el auto me molesta. ¿Cómo los
ojos de una sensata enfermera ángel van de un extremo a otro?
Necesito alejarme. No lo hago.
No, sigo volviendo a sus ojos. Cada vez que cierro los míos, veos los
suyos.
Vine aquí porque soy un jodido glotón de los castigos después de que
me alejó para tener una plática con él. Debería haberlo dejado en eso.
Ella hizo su elección. Lo debí haber alejado. En su lugar, me hizo irme.
No debería importarme lo que pasó después de mi partida. El despido que
me dio antes todavía pica, pero qué diablos puedo hacer sobre eso.
Debería dejar ir todo y dejarla ir también. Claro que no debería estar aquí
mirando, buscando y esperando lo que en el infierno vendrá después.
No puedo. Por alguna desordenada razón, no puedo alejarme.
Sabiendo que la dejé con él, tuve que volver y ver por mí mismo si se
quedaba. ¿Qué clase de loco juego está jugando? ¿Por qué tengo esta
atracción por ella? ¿Por qué su familia tiene esa conexión con ella? Él le
pidió que regresara a casa. Toda su familia quiere que se vaya a casa. Es
sólo una locura.
Casa. ¿En serio? La mujer vivió con ellos por algún tiempo
obviamente, pero ¿dónde terminó? De vuelta en su casa. Se trajo de
vuelta a la misma pesadilla que la persigue hasta el día de hoy. He oído
eso de personas que tratan de superar los temores enfrentándolos, pero
esto es mucho más jodido que tener una maldita serpiente para superar tu
fobia.
Esta mierda. . . esta mierda que está haciendo, viviendo en el sótano
de la casa donde su familia fue asesinada, son cosas que se hacen para la
televisión o algo. Vuela mi mente. No hay manera de que pueda vivir en
un lugar como ese, y estuve lejos de tener una niñez ideal.
84
Mi padre merece morir brutalmente, y todavía no quisiera dormir en
la misma casa en la que sucedió, sin importar nada. Ella tenía amor por
su familia, y vivir en el lugar donde todo llegó a su fin. . . simplemente no
puedo entenderlo.
Ella retrocede fuera de su camino de entrada, llevando mi atención de
nuevo a la necesidad de seguirla. Está en ese auto, usando traje. El traje
que me dice que Lorraine no está fuera esta noche. No, mi ángel se
escondió. ¿Por qué?, no puedo evitar preguntármelo.
No debería importarme. Debería dar la vuelta y ordenar mi propia
vida. Missy me sigue llamando, sigo ignorándola. Missy ya no es mi
problema. Yo soy mi problema.
Pero cada vez que cierro los ojos, imagino sus azules mirándome
también. Me imagino a Lorraine, inclinada sobre mi cama de hospital
como la visión de un ángel.
Debo llevar mi trasero al hotel y encontrar un nuevo lugar para vivir.
Tengo suficientes problemas por mi cuenta. ¿Hago la cosa responsable,
inteligente, y normal, sin embargo? ¿Dejo a la mujer que apenas conozco y
me meto en mis propios problemas?
No. La sigo en vez de seguir a mis instintos. Me siento y trato de
ordenar lo que está haciendo.
Conduce sin revisar su retrovisor, y como la mierda enferma que soy,
la sigo.
Nuestra primera parada es en Brown Avenue. Estaciona su auto
delante de la casa número 7929 y se sienta. No sale. No se mueve.
Simplemente se estaciona, apaga el auto, se desliza hacia abajo en el
asiento del conductor, y espera.
¿Qué diablos está esperando?
Cuando veo abrirse la puerta del garaje de la casa al otro lado de la
calle y al BMW negro entrando, no hay duda en mi mente de quién
conduce.
Charlotte Whittaker, la más puta del distrito. Es una negociadora
feroz y se mantendrá de pies a cabeza frente a cualquier hombre en su
traje perfectamente adaptado y jodidos tacones. Es una de sólo unas
pocas personas que mi padre en realidad saluda.
Charlotte entra en su casa, y, aun así, esperamos. Miro alrededor
intentando averiguar por qué estamos aquí debido a que no hay otra
actividad en el área. Después de treinta minutos más o menos, las luces
traseras del auto de Lorraine se encienden antes de que se aleje.
Manteniendo mi distancia, salgo, siguiéndola a la siguiente ubicación.

85
Paramos en East River Drive. Repite el mismo proceso de sentarse
quieta y mirar. No puedo entender lo que está viendo. El lujoso barrio es
tranquilo.
Mi mente revisa por qué estaría aquí. Termina vacía.
No estamos aquí tanto tiempo antes de que se retire de nuevo.
Paramos entonces en Wesley Drive. Inmediatamente sé quién vive al otro
lado de la calle de donde se estacionó.
Gavin Waters es un astuto hombre de negocios con apetito por las
cosas más finas de la vida. También va junto con mi padre ya que es mi
maldito padrino.
No pasa mucho tiempo antes de que el hombre que he conocido mi
vida entera salga en vaqueros y una polo con su cabello arreglado de esa
manera peluda que es el polo opuesto de su aspecto habitual de negocios.
Su Lexus retrocede, y estoy conmocionado cuando Lorraine —o
supongo que debería llamarla Heidi, ya está levantada— y sale,
siguiéndolo.
Cinco cuadras más adelante, estaciona su auto y se mueve a
untaxiesperando. Conozco bien la rutina. Así es como te aseguras de no
estar atado a The Lion’s Den cuando eres un hombre casado.
Sacudo la cabeza, tratando de alejar los pensamientos de un hombre
que es como un segundo padre para mí pasando tiempo en un sucio club.
Las veces que he estado en el club mi mente nunca se centró en los
clientes masculinos. Él podría haber caminado directo a mí y no le habría
dado un segundo pensamiento.
Sin perder un latido, ella sigue al taxi. Parece que tenemos un círculo
completo mientras la sigo al estacionamiento del Den. Ahora tiene sentido.
Estaba vigilándolo esa noche. Es por eso que estaba distraída. Suerte
para mí que no me vio.
El disgusto me golpea como un puñetazo en el estómago. De ninguna
manera esta hermosa mujer entrará a ese club por un baboso bastardo
como Waters. Es tan monstruo como mi padre.
Golpeo mi mano sobre mi volante. Mierda, la penetré como a una
puta cuando supe que no era lo suyo. Cuando se mostró.
Lo supe.
¿Por qué entró? ¿Por qué me dejó penetrarla? Se vino, así que sé que
lo disfrutó, pero ¿por qué seguir adelante?
Más que nada, no puedo dejar de pensar, ¿por qué volver?

86
Mi ira se agita cuando baja de su auto en negro, con tacones de puta,
alisándose el cabello y agregando más maquillaje. Comienza a ir hacia el
club mientras me estaciono y salto de mi auto, siguiéndola.
Mi teléfono suena. Viendo que es Missy, ignoro la llamada, sin tener
tiempo para su mierda ahora mismo.
La ira corre por mis venas. ¿Hay una mujer en mi vida que
jodidamente no tenga juegos?
Sabe qué es este lugar. Sabe para lo que la gente viene aquí. Si eso es
lo que quiere, entonces seré el que se lo dé. Yo,grita mi imbécil interior.
Seré yo quien se lo dé, no el bastardo jugando con su esposa porque no
tiene las pelotas o el talento para darle a su mujer lo que necesita primero.
Ella vino aquí esta noche vestida para jugar. Bueno, entonces que
comience el jodido juego.
—Lo —empecé, pero me detuve—. Heidi —grito, y ella se detiene.
Mi búsqueda en internet decía que los Bosch eran padres de gemelas:
Heidi y Lorraine. Hi y Lo. Si sólo supieran lo diferentes que saldrían sus
dos hijas cuando les pusieron de tal manera.
Alcanzándola, la guío por el brazo al callejón al lado del club. Sus
ojos están dilatados de miedo, y tengo un conflicto con el cabello oscuro,
los labios rojos, la ropa ajustada, que hace que mi pene se ponga duro. Al
mismo tiempo, me enoja.
—¿Vienes aquí para ser penetrada como una puta? —gruño, enojado
conmigo mismo, enojado con ella, enojado con el puto mundo.
Ella se lame los labios y estrello mi boca a la suya. Lo que iba
destinado a difuminar la situación y evitar que entrara después de que ese
bastardo se convierta en algo más. De alguna manera, las tornas se
vuelven, y ella toma tanto como le doy, gimiendo por más.
Me muerde el labio inferior cuando trato de alejarme. Con mi cuerpo
contra el suyo, la fijo en la pared de ladrillo, girando mi erección en su
vientre. Lucho por no rasgar su ropa y tomarla como un animal salvaje.
Me vuelve loco.
—Siénteme, Hi—susurro, y ella gime de nuevo—. ¿Es esto por lo que
viniste aquí? —Juro que ronronea—. ¿Quieres mi pene? ¿Quieres mi pene
tan profundo dentro de ti que casi sea como sipudieras sentirme en tu
garganta?
Ella no responde verbalmente. Asiente, mordiéndose el labio inferior.
—No es lo suficientemente bueno. Quiero las palabras.
Ella tira de mi cuello, pero sigo hacia atrás. Luego traza la serpiente.

87
—¿Quieres a Cobra? —pregunto. Si va a jugar este juego retorcido, le
daré al monstruo dentro de mí. En este momento no se trata de Hi o de Lo
o de algo en medio, es sobre nosotros y la tomaré aquí, ahora mismo.
—Te deseo a ti. —Me mira con lujuria en sus ojos azules.
Aplasto mi boca sobre la suya y agarro la parte posterior de sus
muslos mientras envuelve sus piernas alrededor. Gracias a la mierda
tiene falda.
Elevándola, froto su coño con mi mano mientras desabrocho mis
vaqueros, liberando mi pene. Me encanta la sensación de sus bragas de
seda mojadas contra la aspereza de mi piel.
No pienso, y no me detengo mientras ella oscila en mi mano,
remojándola con sus jugos mientras busca su orgasmo. No espero. Le
empujo las bragas a un lado y golpeo en ella.
Se arquea, golpeando su cabeza implacable en la pared mientras
entro en ella. Dentro y fuera, dentro y fuera, me deslizo mientras me
agarra más.
Inclinándome, le muerdo el cuello, haciéndola gritar mientras se
queda inmóvil, apretándose contra mí.
—Cooobra. —Tiembla cuando comienza su orgasmo.
Su cuerpo se mueve alrededor mientras sigo. Dentro y fuera, me
deslizo mientras réplicas recorren los músculos del interior de su coño que
se contrae alrededor.
Después de algunos golpes más, me quedo dentro de ella. Ni siquiera
me importa una mierda los riesgos.
—Escúchame ahora, Hi, y seamos claros. Soy yo dentro de ti. Soy yo
quien te marcó. No vendrás a este club. —Paso mi nariz a lo largo de su
mandíbula y abajo de su cuello, inhalando y exhalando profundamente.
Siento que la piel de gallina estalla en su piel, y me vuelve a encender de
nuevo—. Me importa una mierda lo que Waters haga. Mientras mi semen
salpique tu coño caliente, vas a estar conmigo. Después de que te limpies,
me seguirás. Mientras averiguamos cualquier jodido juego que estés
jugando conmigo y contigo misma, seré yo con quien estés.
Perdida en las emociones de su post-orgasmo, asiente mientras
lentamente pone sus piernas abajo. Está inestable, así que la guío de
vuelta a mi auto. No pelea conmigo, no discute. Se mueve conmigo como
si quisiera esto tanto como yo, y doy gracias a la mierda por eso.
Voy a hacer que Brock recoja su viaje después. Por ahora, tenemos
una mierda por ordenar, y necesita ser clasificada inmediatamente. No
soy un hombre metódico. Tomo la vida como viene.

88
Pero esta locura de Hi/Lo necesita resolución. Y si no ella puede
pelear contra ello, yo lo haré.

89
13
Lo
E
l abandono salvaje con el que me llevó fuera del club llega a las
profundidades de mi alma. Sabía cuando Waters se cambió al
taxi, que no debía seguirlo. Sé sobre lo que es el club. Sin
embargo, vine de todos modos. Es una enfermedad la forma en que
encontrar a su asesino me ha consumido. Lo lejosque he ido a fin de
sobrevivir a este lío mental y físico que está más allá de cualquier
definición de loco. La única forma de hacerlo es convertirme en otra
persona. Heidimerece retribución y convertirme en ella le da eso.
De alguna manera, Jason ve a través de todo. Me ve. De alguna
manera, este hombre que se llama Cobra puede leerme como un libro. De
alguna manera, me permitió entrar en su camioneta e irme con él, a casa.
Solo que no nos lleva a mi casa como espero. Silenciosamente, le permito
tomarme y las partes más locas de mí dicen que lo seguiría a cualquier
lugar. Ni siquiera sé por qué.
Tan pronto como entramos en su habitación, se gira y me quita la
peluca y luego me arrastra hacia el baño.
—Siéntate —dice. Está tan enojado, tan furioso, que hago lo que me
pide. Me da la espalda y agarra un paño y luego abre el agua—. ¿Por qué
carajos haces eso? —gruñe—. ¿Por qué jodidos vas allí? —Mueve el paño y
se pone en cuclillas para lavar mi rostro—. Ocultas tu rostro detrás de
una peluca, detrás de demasiado maldito maquillaje, ¡y vas allí viéndote
como si quisieras ser penetrada! ¿No fue suficiente para ti el hijo del
doctor? No respondas eso. Sé que no lo fue. Necesitas ser penetrada como
una puta por un hombre real.
Está más enojado de lo que nunca he visto a alguien.
—Ni siquiera trates de negarlo. Lo vi con mis propios ojos —
continúa—. La forma en que te miró y tú lo miraste. HaFollado ese
apretado pequeñocoño tuyo. Jodidamente piensa que lo posee. Tú y yo lo
sabemos mejor. Él no satisface tu ansia. No puede penetrarte
suficientemente duro, ¿verdad?
—No es lo que piensas—susurro mientras las lágrimas comienzan a
caer.
90
—¿Oh no? ¿Me vas a mentir ahora?
Niego, y él se levanta cruzando los brazos delante y mirándome.
—¡Entonces, dime cómo es!
—¡Él la amaba!—le grito—. La amaba y la extrañaba, y yo también.
Él nunca. . . —Me detengo, porque no es verdad. Yo sí. ¡Yo sí!—. ¡Sí! Sí,
me acosté con él, pero no fui yo. ¡No era verdaderamente yo!
—¡Oh, mierda!—grita, lanzando sus manos en el aire, actuando como
si todo el mundo acabara de explotar—. ¿Qué tan jodida estás? Cuéntame:
Eres bipolar, esquizofrénica, ¡o estás tan jodida que ni siquiera sabes la
verdad!
—¡Él se estaba acostando con ella! Me penetró todo el tiempo
fingiendo que era ella. —Me paro y apunto hacia él—. No espero que lo
entiendas. Es incorrecto. Estuvo tan mal, pero pasó, ¿de acuerdo?
Sucedió, ¡y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo!
Siento que mi cuerpo se estremece y mi estómago se tuerce en un
nudo. Nunca hablé de eso, nunca se lo dije a alguien. Ahora que lo hice,
es incluso más real y molesto.
—¿Te acostaste con él esta noche? —chasquea, balanceando sus
puños a los costados.
—Voy a vomitar —digo, dando la vuelta y cayendo de rodillas enfrente
del inodoro.
Vomito una y otra vez. Nada excepto líquido sale. Nada ha estado en
mi estómago todo el día.
Cuando termino, me inclino hacia atrás sobre mis tacones y veo un
paño enfrente de mi rostro.
—¿Cuándo fue la última vez que te duchaste?
—Ayer por la mañana —le contesté, limpiándome con el refrescante y
fresco paño. Sobre mi rostro oigo el agua en la bañera.
—Entra.
—Sólo quiero dormir —le digo, sosteniendo mi estómago.
—Entra. —Ya me está levantando, sus manos bajo mis brazos.
—¡Déjame ir!—grito mientras intento pelear para salir de sus brazos—
. ¡Maldita sea!
Vomito de nuevo.
—Tienes que estar bromeando.
—¡Te lo advertí!—grito, tirando de mis rodillas a mi pecho mientras
todavía me sostiene arriba.
91
Siento que tira de la cintura de mi falda y ropa interior, y entonces
están fuera. Me pone en la bañera no demasiado suavemente entonces
tira de mi camisa sobre mi cabeza y me deja en corpiño.
—Eres un idiota —me quejo, tirando de mis rodillas a mi pecho y
cubriendo mi cuerpo.
—Y tú apestas—se burla cuando agarra una toalla y limpia el piso.
Entonces lo oigo pisotear en el cuarto de baño, y la puerta se cierra al
exterior.
Rápidamente meto la cabeza bajo el agua y agarro el champú dos-en-
uno, luego lavo mi cabello, fregándolo vigorosamente. Después me
recuesto y enjuago mi cabello, sumergiendo la cabeza completamente,
deseando no tener que volver a subir, deseandopoder quedarme aquí en
estado ingrávido. Pienso en los pasados cinco años y en lo que me he
convertido: En nada.
Me levanta del brazo.
—¿Qué demonios estás haciendo?
Arranco mi brazo y espero que me grite. Quiero que me grite. Quiero
que huya de mi locura, pero no quiero perderlo. Quiero que peleé conmigo
y después por mí. En su lugar, retrocede.
—Tienes que calmar la mierda —dice en un gruñido bajo.
—Tienes que salir de aquí y dejarme terminar —digo con la misma
tranquilidad.
Él asiente y sale.
Lavo mi cuerpo en la intimidad, tomándome mi tiempo haciendo eso.
Han pasado años desde que me empapé en un baño. No puedo
honestamente recordar la última vez que me sentí lo suficientemente
segura para hacerlo. Mientras estaba en la universidad, vivía en la
seguridad de los números y en el caos que es la universidad. Me duchaba
durante las horas pico para saber que los baños estarían llenos y no
estaría sola y asustada.
Miro hacia arriba cuando siento que está viéndome.
—Estás tomándote un maldito tiempo aquí. Sólo me aseguraba de
que estuvieras bien.
Me inclino contra el lado de la bañera, cubriéndome todo lo que
puedo.
—Estoy bien. Solo. . . —Hago una pausa y ordeno mis
pensamientos—. Olvidé cuánto me gusta el baño.
Él me mira y asiente.
92
—Necesitas ropa. —Sostiene una camiseta y un short, luego los pone
en el mostrador.
—Gracias, Jason.
Asiente de nuevo.
—Ya es tarde.
—Me voy a vestir, y entonces supongo que podría caminar. . .
—¿Te acostaste con él hoy? —interrumpe.
Niego.
Pasa su mano a través de su cabello.
—¿Estás segura?
—Estoy segura —respondo, poniendo mi frente en la bañera de
porcelana fría.
—¿Mi pene fue el único dentro de ti hoy? —pregunta con un rugido.
Lo observo.
—Sí.
Se saca la camisa por la cabeza rápidamente y empuja supantalón
hacia abajo antes de salir de ellos. Entonces da pasos hacia mí.
—Necesito una ducha. Tienes que salir y vestirte. Luego acostarte
sobre tu trasero. Terminé esta noche. Mañana la mierda se arreglará.
Me visto rápidamente, decidiendo irme mientras se ducha. Enfrentar
la noche es menos aterrador que enfrentarme a él ahora. Tengo una tarea
que cumplir, un trabajo qué hacer. No puedo involucrarlo de ninguna
forma. Sé cómo terminará esto, y entonces, y sólo entonces, me sentiré
segura de nuevo. Entonces, y sólo entonces, me perdonaré por llegar
tarde.
Después de vestirme rápidamente, me estiro y lentamente abro la
puerta para salir. Una gran mano llega desde detrás de mí y la cierra.
—Cama —se burla.
—No me quieres aquí. No soy buena para ti —le digo sin girarme.
—No voy a dejar que te vayas esta noche. Necesito dormir; necesitas
dormir. Quiero saber qué demonios necesita el ángel de ER con ojos
azules que me ayudó para ser la chica mala que se esconde por la noche y
deja que hombres malos la penetren, te penetren. Te gusta duro, ¿no?
¿Eres una puta, Lo? ¿Eres una cualquiera? ¿Cuántos hombres han estado
dentro de ese coño apretado y pequeño? —Su mano me envuelve y tira de
mí contra su cuerpo duro como una roca—. Soy un hombre malo. Nada
de esa mierda le importa a un hombre malo.
93
Sus labios se empujan contra los míos. Su mano se aplana y baja por
mi vientre dentro delshort que me dio.
—Dime, ¿te gusta estar atada, ser azotada, penetrada hasta que no
puedas caminar, penetrada por el trasero?
Niego mientras su mano toma mi carne, y presiona su palma contra
mí.
—¿No? Me parece difícil de creer.
Saca su mano de mishort y me hace girar.
—Dime cómo te gusta.
Me encojo de hombros y miro hacia abajo.
—No lo sé.
Él levanta mi barbilla y busca en mi rostro.
—No te escondas detrás de ese jodido maquillaje y peluca, Lo. Dime
cómo te gusta que te penetren. Dime cómo hizo el hijo del médico que te
vinieras y cómo te penetraron todos esos muchachos de la secundaria y la
universidad persiguiéndote por ahí.
Cierro los ojos y trago.
Él niega otra vez.
—Abre esos ojos azules, mírame y dime la verdad.
Lentamente, abro los ojos, pero no puedo hablar cuando sus
calientes, intensos ojos verdes están buscando los míos.
—Cuéntamelo.
Me encojo de hombros y alejo mi rostro.
—Ryan fue el primero.
—Así que los gemelos realmente comparten todo, ¿eh? —gruñe.
No me gusta lo que implica.
—No fue así.
—Entonces, dime cómo fue.
—Fue después de que ella. . . después de que ella. . . —No puedo
decirlo—. Él la necesitaba, y yo también. —Me empujo más allá de él
cuando se ve confundido—. Ya te dije eso.
Me agarra las caderas y me hace girar de nuevo. Echo un vistazo a
sus intensos y enojados ojos.
—¿No hubo nadie antes que él?
Niego.
94
—Me sigo diciendo que debo alejarme. Pensamientos de ti me jalan
de nuevo. No sé qué hacer contigo —gruñe Jason y yo me quedo sin
palabras. No sé qué hacer con él, tampoco.
Me tira la camisa por la cabeza. Luego se inclina, tomando mi pecho
en su boca mientras desliza sus manos abajo de la parte posterior de mis
shorts, empujándolos. Entonces toma mi trasero y me levanta. Yo agarro
sus musculosos hombros, aguantando por miedo a caerme, mientras nos
lleva hacia la cama y se inclina, bajándome hasta que estoy acostada
debajo de él y mirando hacia sus ojos.
—¿Nadie antes de él?—pregunta, y niego otra vez—. Lo siento, Lo.
Siento por lo que pasaste, y debería sentirlo por lo que voy a hacerte
atravesar, pero no lo hago. Ni un poco.
Sus labios tocan los míos con menos dureza que antes, pero su
gemido no es menos áspero, tal vez incluso lo es más.
Sin apartarse, dice:
—Abre. —Y lo hago.
Su boca rodea la mía, y me chupa antes de empujar su lengua dentro,
acariciando lentamente la mía arriba y abajo. Toma mi rostro, su calloso
pulgar acaricia mi mejilladulcemente, pero su rugosidad sigue ahí. Su
pecho sube y baja contra el mío antes de que lentamente se aleje de
nuestro beso, de su beso. Besa mis labios y se mueve hacia mi
mandíbula, mi cuello, y entonces está flotando sobre mí, rodeando mi
pezón con su boca. Mi espalda se arquea contra él, y grito del placer que
se eleva a través de mí.
Él se estira entre nosotros y empuja mis piernas separándolas antes
de tomarme, sus dedos se mueven hacia arriba y por el exterior de mi
sexo, jugando, atormentando. Levanto mis caderas hasta encontrar su
mano mientras me chupa duro, tirando de mi pecho y dejándolo caer de
su boca con un pop.
—Hueles muy bien—gime antes de tomar mi otro pecho en su boca
mientras empuja un dedo dentro de mí.
—Jason—grito.
—Mmm—gime, chupando más duro y fuerte mi pezón. Mueve su dedo
muy lentamente y fuera de mí—. No puedo esperar a probarte. —Dicho
eso, comienza a besar hacia abajo de mi cuerpo. Las sensaciones de sus
suaves labios y el áspero roce de su barba se contradicen entre sí. Se
siente muy bien.
Besa mi vientre mientras empuja sus manos debajo de mí, acunando
mi trasero y extendiéndome más. Luego se pone sobre sus rodillas,
mirando hacia mi desnuda carne, antes de aflojar la toalla envuelta
95
alrededor de él, permitiéndole caer en la cama. Su pene salta libre, y lo
agarra firmemente, acariciándolo. Lo sincroniza con el dedo que se
empuja dentro de mí.
Veo su fuerte agarre en su vasta erección mientras mis caderas se
empujan contra su toque y mira la parte más íntima de mí.
—Tu coño es impresionante. —Toma una respiración profunda, y sus
ojos se oscurecen—. Huele delicioso.
Su boca cubre mi entrepierna, y la sensación es abrumadora.
—¡No! Oh, Dios, no.
Intento retroceder, pero él se aferra a mi trasero, y sus lamidas se
vuelven más duras. Empuja su lengua profundamente dentro de mí hasta
que grito de nuevo.
Lucho contra la sensación mientras me mantiene firme y me devora
hasta que ya no puedo luchar contra el sentimiento. Las quemaduras son
intensas dentro de mí. Me apoyo contra su rostro y agarro su cabello.
—Sí, oh, sí —grito descaradamente.
Él chupa y lame y se da un festín mientras ola tras ola de placer
rasga a través de mi núcleo como nunca antes.
—Detente —gimo cuando siento como que no me recuperaré de lo que
sé es el orgasmo más intenso que haya experimentado.
Él no escucha. Empuja un dedo dentro de mí y luego otro mientras
chupa y lame miclítoris.
—Oh, no —grito, agarrando la almohada mientras la quemadura
viene de nuevo—. No puedo, Jason. Yo…
—Vente para mí, Lo. Vente por ti—gruñe.
—No creo que. . .
—Tienes el coño más bonito que haya visto alguna vez. Sabes tan
bien. —Aplana su lengua contra mí, y grito. Me mira—. No me pidas que
pare. No lo haré.
Su boca y sus dedos continúan complaciéndome, y no detengo nada.
Mis piernas ahora son como de caucho, y estoy sin aliento de intentar
retenerme.
Finalmente, se aleja con una mirada de pesar.
Luego se inclina y me besa de nuevo antes de besar su camino por mi
cuerpo.
Con una mano, se sostiene encima de mí, y con la otra, me acaricia.
Es bonito. Todo en él es fuerte y controlador. Me siento segura con él.
96
—Voy a penetrarte ahora.
Asiento.
—Mírame, ángel.
Abro más los ojos. Haría cualquier cosa para complacerlo ahora
mismo, cualquier cosa.
—Voy a penetrarte.
Extiendo más mis piernas para que su gran cuerpo pueda caber entre
ellas.
Frota su pene arriba y debajo de mi entrada, cubriéndolo con mi
humedad.
—Tan húmeda, tan caliente y tan jodidamente codiciosa de mi pene,
¿no, ángel?
—Sí.
—Dime lo que quieres —dice, continuando frotándose contra mi muy
sensible coño.
—Te deseo, Jason. Te deseo.
Me penetra y luego se dobla para probar mis pezones y luego mi boca.
Se retira de nuestro beso mientras sale casi completamente.
—¿Ves cómo sabes, Lo? ¿Cuán jodidamente buena sabes?
Me abraza de nuevo y me besa, esta vez más duro. Luego sale.
—No. Por favor, no—le suplico, envolviendo mis piernas alrededor de
él y tirándolo hacia mí.
—¡Joder!—ruge y golpea en mí una y otra y otra vez—. Vente, Lo.
Maldita sea—dice agitado.
—No puedo. . . Oh, Dios—grito.
Él me libera hasta que siento mi orgasmo rasgar a través de mí otra
vez. Entonces tira, se agarra y cae de espaldas, todavía acariciándose él
mismo.
—Voy a venirme tan duro.
Me incorporo rápidamente.
—La quiero. Quiero tu venida.
—Ay, mierda, Lo—silba, mirándome con adoración—. Abre, ángel. Es
toda tuya.
Me inclino y abro la boca. Él agarra la parte posterior de mi cabeza y
me acerca hasta que siento los músculos de mi garganta contraerse.

97
Chupo mientras su caliente,líquido espeso chorrea en mi boca mientras
clama mi nombre.
Mi nombre.
Cuando retrocede, sosteniéndose, frota la cabeza de su pene en mis
labios.
—Gracias.
Me recuesto, incapaz de quitar mis ojos de él, este hombre me hace
mucho más que darme miedo, mucho más que dolor. Solo me hace sentir
muy bien.
Sonrío y cierro los ojos.
—No, gracias a ti. Eso fue. . . —Me detengo, no queriendo sentir
vergüenza o pena.
—Dime, ángel.
—En cierto modo, tú fuiste el primero. —Mantengo los ojos
cerrados—. Nunca he estado con alguien con quien no pensara o fingiera
lo estaba haciendo con él.
—¿Me estás tomando el pelo? ¿Ni en la secundaria? ¿Ni en la
universidad?
—No. Sólo él y tú. Pero en serio, solo contigo.
Siento la inmersión de la cama, y entonces está a mi lado, tirándome
contra él.
—Pero estuviste con él.
—No sin peluca —susurro—. Nadie dijo nunca mi nombre como lo
hiciste tú, Jason. —Bostezo y me acomodo contra él—. Nadie.
Frota su mano áspera por mi brazo mientras un gruñido suave se le
escapa.
—Duerme, ángel. Te tengo.
Susurro:
—No quiero ir allá de nuevo.
—No lo harás. Mañana será un nuevo día, Lo. Mañana tu vida
comenzará.
Me duermo entre sus brazos. Me siento segura, me siento amada, y
por primera vez en mucho tiempo, me siento cómoda. Me siento cómoda
debido a él.

98
Me despierto por las manos apretando mi trasero y una risita baja.
—Levántate, Lo; esmediodía.
—Me muero de hambre—le digo inmediatamente.
—Ve a la ducha. Te llevaré a una cita de desayuno.
Me doy la vuelta y lo miro.
—¿A una cita?
—Sí, ángel. Es lo menos que puedo hacer después de venirme en ti
anoche. —Me guiña un ojo—. Ahora ve.
No puedo evitar sonreír.
—Bueno, está bien, entonces.
Cuando termino con mi ducha, estoy entusiasmada con la idea de
una cita. Fingir que es la primera para mí sería incorrecto, pero por
alguna razón, me hace feliz. Delirantemente feliz.
No tengo ropa. Me río de mí misma cuando abro la puerta y salgo.
Entonces me congelo cuando oigo a Jason discutiendo con un hombre.
—Terminé con Missy días atrás, papá—dispara Jason.
—Ella amenazó con ir a los medios sobre el hijo del alcalde con
comportamiento abusivo si no le compraba un boleto de avión y le daba
dinero para volver con su familia a Massachusetts.
—Nuestra relación terminó porque está loca como la mierda. Me
presionó. No podía hacerlo más —gruñe Jason—. Era tóxica.
—Supongo que sabes cómo presionar todos los malditos botones, ¿no
hijo?
La risa metódica de Jason es baja y enojada.
—Si es lo que quieres decirte a ti mismo, bien. Pero un chico de siete
años que derramó algo de maldita leche no debería serconsiderado un
presionador de botones, viejo.
—Nunca escuchaste—escupe a Jason.
—Dite lo que la mierda necesites. Con los años, recibí tus palizas por
hacer putamentenada. Asegúrate de saber que, si me levantas un dedo
otra vez, te romperé el puto cuello.
—Tus amenazas no me asustan, hijo.

99
—Bien, porque no estoy amenazándote. Es una puta promesa. Vete
ahora.
—Pagué por el silencio de tu puta y para llegar a casa. No lo haré de
nuevo. Quien sea la puta en el baño será mejor que no descubra lo que
eres, así que ayúdame por Dios…
—No hables de ella así. No hables nunca de ella así. No es una puta
de mierda.
—¿Es alguien del trabajo, Jason? —espeta—. No es inteligente.
—No, se llama Lorraine Bosch. ¿Eso suena una campana? Conoces el
nombre.
Hay un silencio conmovedor.
—Jason, ¿qué diablos estás pensando? La chica está arruinada.
¿Tienes alguna idea…?
—Ha pasado por el infierno, pero así lo he hecho yo, ¿no, papá? No te
preocupes por mí o por ella; ambos somos más jodidamente normales que
tú.
Caigo contra la pared y cubro mi boca porque Jason es el hijo del
alcalde. Oh Dios mío, es Jason Stanley.

100
14
Jason
¡M ierda! Missy y sus mierdas trajeron a mi padre aquí.
Sus ojos me dijeron todo lo que necesitaba saber de su
pasado con la familia de Lorraine. Sabe algo, lo que
significa que seguir a la gente que ella está siguiendo es
peligroso. El que esté involucrada en lo que rodea a mi padre no se siente
bien conmigo. Tengo trabajo que hacer.
Primero, tengo que asegurarme de que Missy esté en un avión y se
vaya para siempre. Llamando a la recepción de mi edificio, informo de su
salida y pregunto sobre la llave dejada para mí. También pidió ser
eliminada de los documentos de la asociación de propietarios del complejo,
y cuando los firme, será un acuerdo hecho. Bueno, por mucho que quiera
ser una perra con ella por chantajear a mi padre con un boleto de avión,
estoy feliz de que se vaya. Necesita un comienzo, y yo necesito respirar sin
preocuparme por su aparición en algún lugar para dispararme o
apuñalarme.
Después de mirar mis escasas pertenencias alrededor del hotel, las
recojo y las pongo en mi bolsa. Una vez hecho eso, miro la puerta del baño
y no puedo evitar preguntarme qué le estará tomando tanto tiempo a Lo.
Voy a la puerta y escucho.
Silencio.
Llamo.
—Lo, ¿estás bien allí?
—Sí —dice, su voz suena débil—. Yo, um. . . —Hace una pausa—.
Oí voces. No sabía si tu compañía se había ido.
Mierda, escuchó a mi padre aquí. ¿Sabe quién es? ¿Sabe algo que me
está escondiendo? ¿Participó en el asesinato de su familia?No me
sorprendería. El pensamiento me hace necesitar romper algo, sin
embargo.
Doy un paso atrás mientras ella sale del cuarto de baño y va hacia la
cama. Cada vez que me digo que me alejaré, me vuelve a atraer. Con todo
101
entre nosotros, no puedo detenerme de desearla, de sentir cosas por ella
que nunca he sentido antes. Ella agita sus manos nerviosa, usando una
de mis camisetas y bóxers, todo eso tragándosela completamente. Evita el
contacto visual, lo cual me molesta también. Una cosa que siempre he
hecho es enfrentar las cosas. Esto es no es diferente.
—¿Conoces a mi padre? —inquiero, preguntándome si realmente
quiero saber la respuesta.
Ella muerde su labio inferior y asiente, me mira con sus ojos azules y
brillantes de emociones.
—Te conozco.
Me señalo a mí mismo.
—¿A mí?
—Estábamos en tu casa. Era una cena de campaña o algo así. De
todos modos, solo yo y mi padre acudimos. Mi hermana estaba enferma,
así que mi mamá se quedó en casa con ella. Mi papa trabajaba para tu
papá. Tú tenías ocho, quizás nueve. Tiré un plato de comida. Tenía
miedo de meterme en problemas, así que no se lo dije a nadie. Lo limpié,
pero tu padre vio la alfombra blanca manchada con salsa de mis patatas
fritas y del dip. —No mueve los ojos de los míos—. Tu padre te vio con un
plato de salsa y te regañóduramente. Lo seguí cuando te llevó a una
oficina en el primer piso de tu casa.
Desearía poder recordar a cuál evento específicamente se estaba
refiriendo. No lo hacía. Ese mismo escenario sucedió en más de una
ocasión. Cuando las cosas no salían perfectamente o lo suficiente bien, mi
padre simplemente se volvía loco con el mundo, y yo pagaba el precio. Al
final, un evento borroso se sobreponía al siguiente, y tanto como intentaba
esconderlos para evitarlos, no tuve éxito. Lo que vio sucedió tantas veces.
Ella traga luego sube su mano para acariciar mi mejilla.
—Él…—Se detiene, y veo la compasión en sus ojos.
Me tenso y me alejo. Todo en mí se tensa. Mi corazón parece dejar de
latir. Nunca quiero ver esa mirada en esos celestiales ojos azules. Nunca
quiero que tenga tristeza o emociones negativas asociadas con
pensamientos de mí. Si hay una cosa que nunca quiero ver en sus ojos, es
lástima. Ni piedad por mí.
—No termines la puta frase. Sé qué pasó y lo que recuerdas es
probablemente leve en comparación con lo que soporté. Fue hace un largo
tiempo de mierda. Está hecho. Él no es parte de mí excepto cuando se
espera o en situaciones como hoy donde no pudo localizarme y tenía que
darme información. —Me detengo, observándola parpadear rápidamente,
procesando lo que acabo de decir. No le doy tiempo de pensar en mi
102
infancia. Se acabó. Seguí adelante, y ella necesita dejarlo ir también—.
Mira, mi casa está disponible. Te llevaré allí hasta que podamos vender la
tuya—digo en términos generales, necesitando respirar.
No necesito que nadie se arrepienta por mí, menos ella. No tiene idea
de lo que crecer ha sido para mí. Fue testigo de una ocasión. Vio a un
niño que no tenía ninguna otra opción que tomar los problemas de
incapacidad de un adulto para controlarse a sí mismo. No sabe que
empezó cuando era tan pequeño que no recuerdo una vez que no me
golpeara. No sabe cuántas veces mi madre me rogó que fuera un mejor
chico así él no se mantendría molestándome. Nunca una vez mi madre
peleó por mí. No, toda la pelea tuvo que permanecer dentro de mí, sin
nunca ser soltada.
La cosa es, que tanto como odio a mi padre, tanto como nunca quiero
ser como él, sucedió a pesar de mis mejores intenciones. Ese mismo niño
se convirtió en un hombre muy parecido al que acaba de salir de aquí.
No, Lorraine Bosch no necesita sentir lástima de mí.
Debería temerme.
Hay un momento de vacilación antes de que se mueva para ponerse
los zapatos para podernos ir. Después de agarrar el resto de mis cosas y
tirarlo al azar en la bolsa, vamos fuera. La inesperada llegada de mi padre
mató cualquier pensamiento de desayuno. No puedo soportar que ella se
compadezca de mí y me pregunto una vez más, si debo alejarme.
El viaje a mi condominio es callado. Necesito que sea así. No sé qué
decirle, y estoy seguro de que no tiene ni idea de qué decirme.
Ya no soy un niño pequeño, y no puede salvarme, aunque piense que
de alguna manera puede hacerlo.
Saliendo, camino hacia la puerta principal mientras me sigue. No hay
necesidad de desilusionarla para que piense que soy el tipo de hombre que
abre las puertas o la cubriré con mi chaqueta porque tiene frío. Claro, mis
instintos tiran para hacer esas cosas, pero no necesita encontrar el bien en
mí. Conociendo de lo que vengo, debe saber lo que estoy destinado a
volverme. Traté de luchar dentro para hacer un cambio; eso no ocurrió.
De hecho, con Missy, a veces pienso que fui peor.
En la entrada, la dejo enfrente del hombre de seguridad.
—Max, esta es Lo. —Él extiende su mano, y ella la toma—. Es libre
de venir e irse de mi lugar.
Viendo su mano en la suya, lucho de nuevo con la rabia dentro de mí
porque otro hombre la está tocando. Sacudo la cabeza, tratando de alejar
los pensamientos de aplastar al hombre que coincide con mi tamaño y
conjunto de habilidades sólo por ser educado. Nunca he sido tan celoso de
103
un toque antes. Incluso Tatiana y Caldwell no hacen que mi sangre hierva
hasta este extremo.
Caminando, la guío hacia el ascensor y a mi apartamento.
—La seguridad es de primera categoría. Siempre tenemos portero,
pero ahora hay alguien aquí veinticuatro horas. Hay cuatro hombres que
hacen rotación. Mientras estés aquí, te prometo, Lo, que estarás segura.
No debería decirle eso. No debería darle este falso sentido de
seguridad. Está a salvo aquí de todos menos de mí.
Al entrar en la puerta, compruebo la alarma. Ninguna sorpresa allí;
Missy no la puso.
Miro a Lo.
—Dame un número de cuatro dígitos que no olvides.
Su respuesta es inmediata.
—Cero, cuatro, veinte. —Me hace enojar.
—No —digo, cortado—. Sé que es el día en que todo se perdió para ti,
pero no puedes traer esos fantasmas aquí.
—Cero uno, dos, ocho.
Arqueo una ceja.
—¿Perdón?
—El día que te conocí—susurra.
—Está bien —digo, restableciendo el código de la alarma. Luego la
llevo a través de los pasos para activar y desactivar la alarma antes de
guiarla a mi dormitorio.
Entro y sólo puedo negar con el lío que Missy dejó detrás. Mi cama
está cortada, las sábanas tienen pintura sobre ellas, y mis lámparas están
rotas. Veo a Lorraine retroceder.
—Voy a conseguir una cama nueva hoy. Mi ex y yo teníamos juntos
este lugar. No tomó la ruptura demasiado bien.
—No tengo que quedarme aquí. Tengo una casa.
—No, esto es un nuevo comienzo. Dejarás ir todo eso. Puedes
quedarte aquí cuanto quieras, y yo puedo quedarme en el hotel si no
quieres que esté aquí. —La miro, sabiendo tanto como estoy aquí y
diciendo las palabras, que no podré alejarme.
Siento que necesitamos un poco de espacio, y necesita saber que está
a salvo. Hay una parte profunda dentro de mí que no quiere darle un
centímetro de espacio. Hay esta necesidad en mí de estar por todas partes
de ella, y nunca dejarla ir. Lucho dentro para no consumirla. Necesita
104
trabajar su pasado y yo necesito encontrar una manera de superar el mío.
Una parte de mí grita que no somos buenos para el otro. Estamos
destinados al desastre. La otra parte de mí grita que es un ángel enviado
por el cielo. Estamos destinados a salvarnos uno al otro. Entre más trato
de decirme que debo alejarme, más sus ojos me tiran de vuelta.
—Me encargaré de conseguir una cama nueva, y luego tengo que ir al
gimnasio sólo para registrarme.
—Llamaré un taxi para ir por mi auto.
No puedo dejarla ir.
—Lo, yo conseguiré tu auto. Será mejor que estés aquí cuando
vuelva. Si no, voy a encontrarte, y cuando lo haga, voy a dejar rosa ese
trasero por mi esfuerzo.
Su boca se abre.
—¡No lo harías!
Sonrío.
—Oh, cariño, lo haría, así que ponte cómoda. Tienes la alarma.
Déjame conseguirte una cama nueva, y recoger algunas cosas en tu casa
para ti. —Me detengo, no creyendo que vaya a hacer esto—. También
recogeré a los gatos, su comida y sus cajas de arena.
Al pensar en sus mascotas, sonríe suavemente y parece asentarse.
—No te olvides del condominio de gatos. Boots ama dormir en él, y
Socks lo usa para rasguñarlo. —Hace una pausa si pensar—. Si voy a
estar aquí por un rato entonces necesitaré cosas para trabajar.
Mentalmente, intento hacer una lista de todo lo que necesito mientras
tomo mis cosas del gimnasio y le doy al lugar una mirada más buscando
más daños de Missy. En la cocina, me parece que todo se fue. Cada plato,
cada utensilio, cada lata y cada pan. Parece que mi querida ex se aferró a
la porcelana fina. Me importa una mierda. La mujer necesita mantenerse
alejada y si limpiar la cocina hace eso para ella, entonces que así sea.
Parece que necesito parar en una tienda por alguna nueva vajilla.
Parte de mí no quiere dejar a Lo fuera de mi vista. Temo que huya de
mí. La otra parte sabe que ambos necesitamos tiempo. Necesito que sepa
que es libre de venir e ir como deseé. Necesita saber que no va a dejar una
prisión para ingresar a otra. Necesito pensar. Tener espacio entre
nosotros, y poder pensar en sus reacciones.
Cuando subo al ring u octógono para una pelea, estudio a mi
adversario. Superando la mierda que sea que Lorraine está haciendo como
Heidi es mi nuevo oponente.

105
Heidi es atractiva como la mierda, pero no sostiene una vela por
Lorraine y la conexión que compartimos.
No quiero que otra mujer me vuelva loco. Quiero a alguien que
aprecie, quien pueda ver más allá de todo lo malo.
Todo en su mundo cambió el día en que su familia fue asesinada.
Todas las personas que está siguiendo están vinculadas a los distritos y
tienen posiciones de alta prioridad. Su reacción a mi nombre es aún más
reveladora. No puedo evitar preguntarme si su padre tropezó con algo en
el trabajo que no debía.
Sentado en un banco en el vestuario del gimnasio, saco mi ordenador
portátil. Empecé a investigar a su padre. Entonces me golpea. Una vez
trabajó para mi padre. Diablos, vinieron a una fiesta que mis padres
organizaron una vez, hace años.
Mi estómago se revuelve y mi mente baila con más preguntas que
respuestas. Mi padre es un hombre despiadado en los negocios y en la
vida. Sin duda en mi mente mataría a cualquiera que fuese contra él.
La pregunta es, ¿qué hizo el Sr. Bosch que dañó a mi padre?
Cuanto más cavo, menos me parece descifrarlo.
Necesito tomar mi agresión contra alguien, llamo a Brock para que
venga conmigo al gimnasio. No toma mucho antes de que llegue, y nos
pongamos a trabajar.
—Necesitas una pelea con Caldwell. —Brock me agarra mientras
calentamos.
Eso es seguro. El bastardo podría encontrarme golpe por golpe.
—Terminé con él.
—Mierda, ¿le echas la culpa? Si tenías una pieza atractiva como el
ratón en casa, considera tus riesgos un poco más cuidadosamente,
también.
Sonrío.
—Maldita sea, lo haría.
—¿Quieres decirme qué pasa con el Impala negro que tuve que dejar
para ti?
—Nada que decir. —Trato de evitar la conversación.
—Mierda, hijo de puta. —Me conoce demasiado bien.
—No tengo suficientes respuestas ahora mismo. —Lo cual es la
verdad.

106
No tengo suficiente información para explicar lo que está pasando
conmigo y Lo. Lo haré, sin embargo. Marquen mis palabras, lo descubriré
y averiguaré sobre nosotros. Esto está lejos de terminar. De hecho, apenas
está comenzando.

107
15
Lo
C
uando él sale, tomo una profunda respiración y miro alrededor
del condominio. Es grande y muy abierto. Siento comodidad al
poder ver casi todas las zonas desde donde estoy de pie en el
vestíbulo. No existen cortinas que cubran la pared de ventanas con vista a
la ciudad, así que no tengo el temor de que alguien esté escondido detrás
de ellas.
Cortinas. ¿Quién en su sano juicio tiene que tomar la decisión de si
las cortinas podrían ser una elección de vida o muerte al considerar la
decoración de una casa?
Alguien como yo.
Jason piensa que es peligroso y está dañado.
Yo también. Estoy dañada y estoy determinada a ser peligrosa para
los que mataron a mi familia.
Camino a la ventana y pongo mi mano sobre el vidrio frío, todavía no
caliente por el sol de la tarde. Miro el balcón donde están dos sillas de
plástico y una gran parrilla de barbacoa. Me pregunto por qué está
apenas decorado. Después de todo, hubo una mujer que vivía aquí.
Me encantaría sentarme afuera y leer o tomar el sol o escuchar
música. Heidi y yo solíamos hacer esas cosas. Éramos despreocupadas, no
nos preocupábamos por el mundo. Éramos dos vidas,concebidas juntas,
nacidas con minutos de diferencia, y casi inseparables. Teníamos un
lenguaje propio cuando niñas. Nadie sino ella y yo sabíamos lo que
estábamos diciendo, ni siquiera nuestros padres, en su mayor parte.
Siempre éramos Hi y Lo, nunca Lo y Hi. Ella era la valiente, la
descarada. Heidi era la que podía estar sola socialmente, la que miraba a
cualquiera que entrara en contacto con sus ojos y sonreía.
Recuerdo cuando se tiñó el cabello de negro para que tal vez
pudiéramos tener más independencia una de la otra. Poco después,
empezó a salir con Ryan y con algunos de sus amigos. Me gustaba verla
brillar, y honestamente, tan molesto como era al principio, empecé a
disfrutar no ser llamada Heidi.
108
Recuerdo la noche que ella y Ryan tuvieron su primera pelea de
amantes. Me rogó que me tiñera el cabello con ella. Incluso llevó a casa la
caja de tinte. Dijo que esperaba que lo intentara como si fuera a destacar,
y entonces finalmente se dio cuenta de cuán tonto era. Dijo que nos
echaba de menos siendo iguales, y en el estado en queestaba, acepté
convertirme en alguien igual a ella.
Durante una semana, fuimos Hi y Lo de nuevo. Durante una
semana, evitó las llamadas de Ryan. Nunca me dijo exactamente lo que
sucedió entre ellos. Entonces, de repente,estaban de nuevo juntos, y ella
era feliz.
Conseguí un trabajo y terminé amando la independencia. Tener
amigos del trabajo, gente fuera del apretado, pequeño círculo que Hi y yo
teníamos, no era tan aterrador como había pensado que sería.
Y luego, en unas semanas, se fue para siempre.
Heidi, cómo la echo de menos.
Presiono mi rostro contra el cristal para calmar la quemadura de mis
lágrimas. No dejaré que nada me detenga de descubrir quién nos separó,
quién mató la otra mitad de mi alma y a las dos personas cuyo amor nos
crearon.
Siento una quemadura de fuerza desde adentro cuando pienso en
ella. La pido prestada para que me ayude a pasar por momentos difíciles y
confío totalmente en ella mientras intento hacer lo inconcebible. Lo nunca
intentaría encontrar al asesino. Tendría demasiado miedo de hacerlo por
su cuenta.
La policía no encontró nada que pudiera conectar el asesinato de mi
familia con alguien: Ni enemigos, ni compañeros de trabajo con rencor, ni
pista de quién podría hacer algo tan horrible, tan odioso. Ninguno de
nuestros vecinos vio o escuchó algo suspicaz. No hubo huellas digitales en
la escena del crimen, excepto por la caja de joyas de mi madrey el bolso
que fueron vaciados. El caso fue considerado no resuelto, y la única
conclusión con la que salieron es que fue una invasión de casa.
Envuelvo mis brazos alrededor de mí y retrocedo de la ventana.
Cierro los ojos y me estremezco con el vívido recuerdo de sus muertes en
mi cabeza como una foto brillante.
La idea de vender la casa siempre ha sido aterradora. Es como dijo
Jason. Es como el Bates Motel, pero el rayo no da en el mismo lugar dos
veces. Me consuelo con ese pensamiento.
En el tiempo desde que Jason entró en mi vida veo esperanza en
liberarme de mi pasado. Dice que es un monstruo, pero tengo
pensamientos oscuros yo misma. Tengo un plan, y por mi familia voy a
109
seguirlo, y que las consecuencias se vayan al infierno. Él volteó todo al
revés. Aunque nuestro primer encuentro fue como Hi, me toma como
quien soy completamente. Pelea por mantener a Lo, no me deja caer en
mis viejos hábitos. En lugar de llevarme a casa y dejarme, me trajo aquí.
Quiero preguntarle sobre su pasado. Quiero preguntarle sobre su ex,
especialmente después de ver el daño a su habitación. Ella se llevó todo
de la cocina también. Odio decirle eso. No conozco su situación
financiera. Pero tanto como no lo conozco, sigue siendo un bálsamo
calmante para todas las heridas a mi corazón y alma.
Veo una silla en la esquina de la habitación, gustándome el hecho de
que no haya dos paredes sin nada detrás. Camino a la mesa de madera
con café y me detengo cuando veo una revista de Men’s Fitness y una
copia de Cosmo. Tomo la Cosmo y agarro la manta de piel negra de la
parte posterior del sofá de cuero seccional en el centro de la habitación y
voy a la silla. No coincide con el resto del lugar con decoración en blanco
ynegro. Es de un azul oscuro.
Me siento en su sobredimensionada comodidad. Subo las piernas y
las pongo debajo de mí y pongo la manta suave sobre mí misma. Luego
descanso la cabeza en el lateral de la silla y abro la revista en espera de
salir de mi cabeza y vivir este momento. Han pasado años desde que me
he sentido tan tranquila.
Soy invitada de un hombre al que considero mi verdadero primero; no
estoy preocupada por lo que se esconde detrás de las cortinas o lo que
estoy permitiendo que las cortinas me oculten; y estoy envuelta en calor
por encima de las calles de Detroit enuna torre que tiene guardias y
seguridad. Aunque el tatuado, magnífico hombre que ha visto devastación
y que se la causó a sí mismo no está aquí, puedo olerlo, y siento la
seguridad que me prometió.

Siento que su piel está contra mi rostro y oigo ronroneos suaves. Su


olor es más fuerte ahora, y también lo es el olor de. . . ¿la barbacoa?
Abro los ojos y veo los ojos grandes de Boots mirando los míos
mientras Socks parece estar intentando esconderse bajo la manta
conmigo.
—Hola, mis bellezas —susurro, dándoles mi atención mientras busco
a Jason.
Mientras me levanto y camino hacia la ventana, escucho una canción
en el balcón. Su ritmo es duro y rápido. Enojado.

110
Está sentado en una de las sillas, sin camisa. Sus tatuajes son obras
de arte y sin duda mantienen conexiones emocionales. La cobra es lo que
supongo que siente que necesita ser: Rápido, veloz, fuerte y mortal.
No me asusta más que sea el hijo de ese monstruo al que mis
inocentes ojos vieron golpearlo. Recuerdo correr hacia mi padre, mi
protector y el hombre más fuerte que alguna vez conocí, para que ayudara
al niño pequeño que tuvo la amabilidad de ayudarme a limpiar mi
desorden. Mi padre me siguió a la habitación donde Jason estaba doblado
en una bola en la esquina. Su padre levantó la vista con los ojos llenos de
veneno y mi padre me llevó detrás de él, protegiéndome.
No recuerdo lo que se dijo ese día, pero recuerdo a Jason mirándome
sin emoción. Recuerdo sonreír o intentar sonreír, y luego lo recuerdo
mirando a otro lado. Se puso de pie y caminó rápidamente a la puerta,
pasándonos, y no lo vi por el resto de la noche.
Mi corazón sangra por el niño cuyo padre no lo protegió como mi
padre. Estoy segura que el padre de Jason nunca miró en los armarios y
bajo las camas cuando Jason tenía una pesadilla, porque sólo terminaría
cara a cara con él mismo. Es un monstruo.
Jason se inclina hacia atrás y pasa sus manos sobre su cabello
después estira las piernas largas, fuertes y musculosas así sus pies
descansan en el muro de hormigón que rodea el balcón. Agarra una
botella marrón de cuello largo del suelo junto a él y toma un trago. Luego
limpia sus labios con el dorso de la mano. La deja y pone sus manos
detrás de su cabeza y las frota arriba y abajo de su cuello,frotándose en
ellas como si estuviera trabajando el estrés que tiene allí.
Abro la puerta, y la música baja que he oído es ahora ruidosa.
Todavía se está frotando el cuello cuando camino detrás. Mis dedos me
pican por borrar su preocupación. Llego a hacer precisamente eso e
inmediatamente me doy cuenta de que es una mala idea.
En un movimiento rápido, sus manos agarran mis muñecas, y sin
esfuerzo soy tirada sobre su hombro y aterrizo sobre su regazo.
Abro los ojos de par en par mientras miro los suyos, que están
sorprendidos. Entonces no puedo evitar reír. Me mira como si estuviera
loca, y tal vez lo estoy. Entonces sonríe, dándome una vista del hoyuelo
que rara vez es visible.
Pongo mi dedo en él.
—Ese es un trato.
Sus cejas se elevan.
—¿Lo es? —Rápidamente mueve su cabeza y toma mi dedo entre sus
dientes, me hace guiños y luego lo libera.
111
—Lo es. —Sonrío, poniéndome más cómoda en su regazo.
—Será mejor que dejes de hacer eso. Técnicamente estás empujando
a la serpiente, ángel.
Muevo mi trasero de nuevo, y él inmediatamente coloca un brazo
envuelto a mi alrededor. Sus labios se estrellan en los míos, y gime. Su
lengua se empuja dentro de mi libertina boca y toma posesión de ella. Su
festín es corto, sin embargo. Abruptamente se aleja y retrocede,
dejándome deseando más.
Me mira de arriba a abajo, sus ojos insondables y oscuros. Luego da
media vuelta y camina hacia la parrilla.
—Siéntate y relájate.
—Creo que hice mucho de eso hoy.
Mira por encima del hombro y asiente.
—Lo necesitabas.
—Y tú también —digo en voz baja mientras le da la vuelta a dos de los
filetes más grandes que jamás he visto en mi vida.
Camina hacia mí, haciendo puños en mis caderas, me mueve a un
lado, y toma la cerveza antes de caminar de regreso a la parrilla y remojar
la carne con ella.
—Estoy bien —responde finalmente.
Sí, lo está, si lo cree o no.
Pantalón corto de baloncesto, músculos y tatuajes se combinan para
la más hermosa vista. Quito los ojos de la visión y doy la vuelta,
enfrentando al horizonte de la ciudad. Es hermoso, pero no tan
impresionante que pueda perderme en él como en él mismo.
—Dormiste —afirma.
Me vuelvo hacia él y me inclino contra la pared, asintiendo.
—Total indulgencia.
Lo veo sonreír mientras cierra la parrilla de barbacoa y se da la
vuelta.
—Quince minutos más para festejar. Otra indulgencia.
—Me estás mimando, Jason.
—¿Alimentarte y dejarte quedar aquí te estropea?
Me encojo de hombros y me doy vuelta para mirar la ciudad.
Lo oigo caminar hacia mí. Siento el calor de su cercanía y un
escalofrío corre por mi espina.
112
—Se siente bien ser libre, ¿no?
Me doy la vuelta y estoy a la altura de su pecho con mis ojos. Quiero
decirle que me siento lejos de ser libre. Me siento consumida, protegida,
unida y poseída.
Lamo mis labios y me inclino. Quiero estar más cerca de él. Quiero
sentir su piel tocando la mía. Quiero probar su piel.
Él toma mi rostro y me lo levanta así estoy mirando sus ojos.
—Necesito una ducha. Tú necesitas comer algo. —Luego se aleja, y
me siento insegura, estúpida. . . —. Entonces te voy a penetrar, ángel.
. . . deseada, impaciente. . . sucia.
Espero hasta que lo veo desaparecer en el baño. Entonces entro y
cierro la puerta detrás de mí tranquilamente. Me coloco en la puerta del
baño y espero hasta que oigo el aguacorrer. Miro hacia abajo cuando
siento a Boots enredarse entre mis pies.
—Ahora no, amigo —susurro y paso a su alrededor.
Mi corazón está palpitando. Necesito ser valiente. Pienso en Heidi y
considero fingir sólo por un momento que soy ella. Sin embargo, no quiero
que se quede entre nosotros,que esté en mi cabeza. No quiero sentirme
como lo hice en The Lion's Den. Lo deseo. Me desea. Quiero la sensación
de su cuerpo fuerte junto al mío, su piel tocando la mía, su boca contra la
mía, sus manos encendiéndome.
A mí.
Solo a mí.
Entro en el baño y tomo una respiración profunda antes de tirar de su
camiseta de mi cuerpo y empujar sushort. Paso hacia la ducha, pero
luego me detengo,recordando lo que pasó en el balcón.
Miro sus hombros y tomo la fuerza en ellos. Entonces permito que
mis ojos viajen por su fuerte espalda y veo sus músculos moverse mientras
frota las manos a través de su cabello. Su cintura se estremece a un. . .
querido Dios, su musculoso trasero es hermoso.
Lo deseo.
Tomo una respiración profunda y toco el azulejo. Él mira por encima
del hombro.
Abro la boca, planeando decir algo increíblemente sexy, pero nada
sale.
Sus ojos se estrechan, su mandíbula se tensa, y se pasa la mano por
el rostro, librándolo del exceso de agua. Sus ojos corren lentamente de los
dedos de mis pies a mi cuerpo, dejando piel de gallina en su despertar.
113
Cuando sus ojos se encuentran con los míos, toma una respiración
profunda y lame sus labios.
—¿Necesitas mi pene?
—Te necesito —digo con un temblor en mi voz mientras lo veo agarrar
su pene y golpearlo lentamente arriba y abajo.
—Necesitas mi pene. —gime.
Asiento, observándolo.
—Entra aquí.
Lo hago.
—Pie en el banco de piedra. —La voz está llena de deseo y es
exigente.
Obedezco.
—Muéstrame cómo te tocas.
Lo miro, sin moverme.
—Ahora.
Deslizo mi mano entre mis piernas y froto mis dedos entre mis
sensibles labios.
—Eso es, ángel —sisea, y continúo—. Quiero tu dedo en tu coño.
Extiende más tus piernas.
Lo hago.
—¿Cómo te sientes, ángel?
Su mano bombea su pene.
—Te deseo —susurro.
—Dilo más fuerte.
—Te deseo —repito más ruidosamente.
Suelta su pene, agarra mis caderas, me levanta, las líneas de su
amplia cabeza contra mi coño, empujando contra el muro de azulejos, y
sin previo aviso, me golpeacompletamente.
—No puedes entrar aquí así—silba—. No puedo controlarme. —Sale
y golpea de nuevo. Gime contra mi cuello mientras gira sus caderas,
estirándome.
—Entonces no lo hagas —jadeo.
Me golpea dentro y después hacia fuera.

114
—No puedo hacerlo fácil. —Se retira y luego golpea dentro de nuevo—
. No seré fácil. —Lo hace de nuevo—. Ven aquí. —Fuera y dentro—.
Ahora, maldita sea.
—Oh, Dios —grito mientras su ritmo aumenta y sus empujes son más
poderosos. Mi cuerpo explota en un oleaje de agradables olas mientras
sale y se viene en el interior de mi muslo.

Cuando salgo de su habitación, está poniendo brócoli en un plato.


Mira hacia arriba.
— ¿No viste la bolsa? —pregunta, refiriéndose al saco de mi ropa que
trajo.
—Sí —digo, caminando hacia él llevando uno diferente de sus bóxers
y otra de sus camisetas.
—¿Nada que te guste?
—Quería usar la tuya.
Él deja de cortar el bistec, me mira y asiente.
Unos minutos más tarde nos sentamos uno junto al otro, nuestros
ojos conectados mientras comemos. Él devora su carne mientras recojo la
mía. No tengo hambre de comida. Estoy hambrienta de él.
—¿No está bueno?—pregunta antes de tomar otro bocado de su
bistec.
—Lo está.
—¿No tienes hambre?—pregunta después de limpiarse la boca.
—Muero de hambre —respondo, mirando lejos—. Hace años que me
muero de hambre.
—Entonces come, ángel.
Levanto la mirada.
—No de comida.
Su mandíbula se aprieta, sus ojos se estrechan, y sus fosas nasales
brillan.
—Dos mordidas más. . . por favor, Lo.
Come rápido, y yo hago lo que pide. Luego se levanta rápidamente,
camina detrás de mí, y saca mi silla. Yo me levanto y me vuelvo hacia él y
me levanta.

115
—Voy a darte de comer mi pene toda la noche.
Camina rápidamente hacia el sofá, pero tan pronto como mi trasero
golpea el cuero, alguien golpea la puerta.
Él toma la manta y me la da.
—Cúbrete.
Lo veo abrir la puerta sin mirar a través de la mirilla.
—Momento perfecto.
Mantiene la puerta abierta de par en par, y dos hombres caminan
llevando un colchón.
—Ahí por favor.
Veinte minutos más tarde, los dos hombres se llevan el colchón que
su ex destruyó.
Me levanto, bloqueo la puerta, y veo a Jason inclinado contra el
marco de la puerta.
—Ven aquí.
Lo hago.

116
16
Jason
D
ormir con ella a mi lado es algo diferente de lo que compartí
con Missy. La forma en que encaja a mi lado, la forma en que
se relaja y descansa, calma la bestia dentro de mí. Hoy tengo
que trabajar y ella también.
Mi alarma se enciende y me levanto silenciosamente, deslizándome
por debajo de ella mientras callo la maldita cosa. Socks y Boots me miran
perezosamente desde su acogedora esquina al final de la cama, y miro
hacia ellos, pensando, ¿Cuándo diablos me convertí en un hombre de
gatos?
Tengo mucho amor por los coños. Me encanta la variedad de coños:
Coños oscuros, coños claros, incluso multicolores, coños tatuados. He
tenido coños suaves y coños ásperos, pero nunca creí que me levantaría en
la mañana y me preocuparía por alimentar un coño en lugar de darme un
festín con elcoño.
Yendo a la cocina, abro una bolsa con olor a pescado, atún con sabor
a comida para gatos y la divido entre los dos tazones. Los gatos vienen
alrededor de mis piernas, su pelo suave contra mí mientras ronronean y
me rondan, esperando que retroceda para poder sumergirse en lo que
encuentran delicioso.
Moviéndome al baño, vacío sus cajas de arena primero antes de
comenzar mi rutina. Me cepillo los dientes y tomo el enjuague bucal. Con
el hormigueo en mi lengua todos mis pensamientos de coños me tienen
necesitado. Puedo ahorrar veinte minutos para despertar a Lorraine
correctamente, pienso con una sonrisa astuta mientras voy de vuelta a la
habitación.
Ante mí está un ángel. Su cabello rubio se extiende sobre el negro de
mis sábanas. Su rostro es suave y sus facciones delicadas mientras
continúa el constante aumento y caída de su pecho. Subiendo a su lado,
deslizo la sábana hacia atrás. Ella se revuelve, pero aúnno se despierta.
Le separo las piernas, y ella gimotea.
—Duerme —se queja cuando dejo que mi aliento caliente golpeé sus
muslos internos.
117
Naturalmente, sus piernas se abren y deslizo sus bragas y soplo sobre
sus labios. Los rizos de su pubis se mueven, y veo el resplandor en sus
labios. Paseo mi lengua entreellos, separándolos. Arriba y abajo, la lamo
y pruebo antes de poner mi nariz debajo de su capucha, haciendo círculos
mientras muevo la lengua hacia fuera, doblándola en su clítoris con un
movimiento.
Miro hacia arriba para ver sus amplios ojos viéndome mientras se
apoya sobre sus codos. Usando mis dientes inferiores, los paso por la
sensible piel debajo de su coño. Le chupo el clítoris, y sus piernas al
instante se envuelven alrededor de mi cabeza, sosteniéndome en mi lugar
mientras la devoro a través de su orgasmo. Lanza la cabeza hacia atrás en
éxtasis mientras su estómago tiembla en bienaventuranza.
La lamo a través de las réplicas Y doy un último golpe contra su
sensible montículo. Entonces me alejo y me paro.
—Qué manera de despertar —susurra.
Me río.
—Es mejor que Folgers en tu copa.
No digo otra palabra. Dejo que tenga su momento post-orgásmico
mientras me dirijo al baño a terminar de prepararme para mi día.
No estoy allí mucho antes de que llegue detrás de mí.
—Um—comienza tímidamente.
Me inclino y presiono mis labios en los suyos. Entonces, cuando me
vuelvo a mover a laducha, agarra mi brazo.
—¿Qué hay de ti?—pregunta, señalando la tienda en mis bóxers.
—No tenemos tiempo suficiente para que haga todas las cosas que
quiero hacer contigo antes de que ambos tengamos que ir al trabajo.
—Pero, tú. . . me diste. . .
—Quería coño para el desayuno. —Sus ojos se dilatan con mi
franqueza—. Quería tucoño para el desayuno. Lo tuve. Ahora esta noche
podrás tener mi pene de postre. Nena, tienes que prepararte para el
trabajo, y si permanecemos aquí mucho más tiempo, jodidamente deliciosa
como eres, ninguno de nosotros iremos a trabajar hoy.
—Oh —dice, mordiéndose el labio.
—Sí, entiendes que eso funcionó. Lo haces tú, Lorraine, no otra
persona ni cualquier otra cosa. Tienes ese poder sobre mí. Ahora déjame
tomar una ducha antes de que te lleve a ella, y como dije, si me dejo
comenzar, ninguno de nosotros llegará a trabajar a tiempo o irá en
absoluto.
118
Ella sonríe casi orgullosa antes de ponerse de puntitas y poner sus
labios contra los míos.
—Esa fue definitivamente la mejor manera de despertar.
—Comenzó bien mi mañana—digo con un guiño antes de salir de mis
bóxers y entrar en la ducha, fría.
Una vez que tengo a mi cobra bajo control y mi cuerpo y cabello están
lavados, salgo. Envolviendo una toalla alrededor de mi cintura, me muevo
al dormitorio donde me está esperando para tomar su propia ducha.
Instantáneamente, mi pene empieza a endurecerse, e intento pensar en mi
abuela para mantener mi erección abajo.
Me visto para el día y le doy un golpe rápido en la puerta del baño
cuando oigo la ducha cerrarse.
—Voy a trabajar, Lo. Nos vemos esta noche después del gimnasio,
nena.
—Está bien —dice con vacilación en su voz.
—¿Necesitas que me quede hasta que estés lista? —le pregunto,
pensando en sustemores del mundo. Cuando su respuesta no es
inmediata, voy más allá de toda la seguridad en el lugar—. Voy a poner la
alarma. Haré que el portero te cuide. Si no estáscómoda con eso, puedo
esperar. —Pensando, me doy cuenta de la única cosa que se me olvidó
mostrarle. Soy un practicante que está acostumbrado a pelear, pero
también guardo un arma en mi casa—. Hay una pistola en la mesita de
noche —le informo—. Está cargada. Simplemente quita el seguro y estará
lista para usarse, nena.
Ella se arrastra fuera del baño en sólo una toalla, con el cabello
goteando de humedad y el agua que resbalapor su cuerpo.
Juro que hoy es una batalla de voluntades, y voy jodidamente a
perder.
—Muéstramela —susurra.
Me muevo a la mesilla de noche y saco la Glock, colocándola en su
pequeña mano con mi gran mano cubriendo la suya. Tomo su otra mano,
guiándola para sostener la pistola adecuadamente y me quedo de pie con
las piernas a la anchura de los hombros para una óptima dirección en su
disparo. Le muestro cómo deslizar el seguro, cómoapuntar, y luego le
explico cómo tirar del gatillo.
—No pierdas el tiempo. Si estás en una posición en que necesites
usarla por cualquier razón, deshabilita al chico y sal como la mierda. No
dudes.

119
Las lágrimas le llenan los ojos mientras asiente. La suelto, y ella
sostiene el armafirmemente en sus manos.
—¿Por qué tienes un arma aquí? —pregunta y puedo ver el miedo
comenzar a deslizarse en ella.
—No tengas miedo aquí, ángel. La tengo porque peleo —respondo
honestamente—. La noche en el hospital, fue algo subterráneo. Nadie
puede saber dónde, quién y cómo, así que no me preguntes. —Sus ojos se
vuelven más anchos—. Ojalá tuviera más tiempo para explicártelo. Mira,
tengo agresividad y es una manera segura de sacarla.
Todavía sosteniendo el arma firmemente, me mira.
—No lo llamaría segura con la forma en que entraste—susurra, y me
deleito con su preocupación por mí.
—A veces no lo es. La necesito, Lo. No tengo tiempo para explicarlo.
Hay un tiempo para que Jason sea Jason y a veces tengo que soltar a
Cobra para sacar a las serpientes de mi sistema. Nunca te tocaré. Te doy
mi palabra, la vida que tengo como luchador nunca te tocará.
Ella me estudia y al arma antes de mirarme con firmeza.
—Te puedes ir ahora. Me prepararé y estaré en mi camino.
Miro mientras desliza el seguro de regreso y deja la pistola en su
lugar. Con un rápido beso en su frente, me alejo antes de que no pueda
detenerme y acabe tomándola en la cama, dejándonos a ambos
necesitados de otra ducha.

El trabajo es un dolor en mi trasero, pero es un medio para un fin.


Me pagan y lo hacen bien para ser un jodido hijo de puta del papeleo.
Cuanto más intento trabajar, sin embargo, más mi mente pasa por la
gente a la que Lorraine sigue como Heidi.
Traté de hacer una búsqueda en internet de los trastornos de las
personas que asumen la personalidad de otra persona. Sin embargo, no
pude entender la psicofobia y me di cuenta que debería haber prestado
mejor atención en Psicología 101. No sé qué hacer por ella. Me siento
impotente, y si me siento de esa manera, sólo puedo imaginar cómo se
sentirá ella.
Estuvo allí y fue testigo de la forma en que mi padre me trató de
primera mano. Sabe mi pasado sin que se lo dijera. . . bueno, la mayoría
del mismo. Le advertí que soy unmonstruo. Parece que no puede
quedarse lejos tanto como yo no puedo parecer detenerme, sin embargo.

120
¿Pueden dos personas totalmente jodidas encontrar una manera de hacer
algo bueno de algo seriamente malo de su pasado?
No tengo respuesta. Después de Missy, me temo que la experiencia
no augura nada bueno para mí. Ni para ojos de ángel y yo.
Tampoco tengo más pistas del asesinato de su familia que ella. La
policía lo llamó unainvasión. En sus hallazgos, fue una cosa aleatoria, sin
embargo, Lo sale en la noche como Hi y sigue a esos funcionarios por la
ciudad. . . ¿para qué?
Mi mente pasa una y otra vez siguiéndola. La única cosa que todas
esas personas tienen en común es a mi padre. ¿Sería capaz de haberles
dado un golpe a los Bosch? No hay una sola duda en mi mente que podría
y lo haría sin vacilación si se sintiera amenazado.
Simplemente no veo lo que su familia tiene que ver con él. No veo
dónde pudo su padre haber tenido suficiente chantaje sobre mi familia
para incluso suponer que fueran una amenaza. Las piezas del
rompecabezas no encajan. La única cosa que se reproduce sólidamente en
mi mente, es que,si descubro que mi padre tuvo algo que ver con eso, voy
a matarlo.
Puede ganarme todo lo que quiera. Puede arrancarme miembro a
miembro. Puede decirme que no soy lo suficientemente bueno, que nunca
seré nada, estoy acostumbrado a toda su mierda de todos modos. Pero no
le dejaré escapar con la destrucción de una buena familia como la que
Lotenía. No lo soportaré, y pagará.
Mi teléfono suena y me saca de mis pensamientos. Veo quién es, y en
vez de evitarla, lo abro para responder.
—¡Me voy para siempre! —chilla ella.
Doy un paso fuera de la oficina.
—Gracias a la mierda por eso. ¿Qué quieres, Missy?
—Sólo quería que supieras que estoy fuera del condominio.
—Sí, tuve una visita de mi padre. Eres una perra tonta. No vuelvas.
No vuelvas nunca. Te involucraste con el Stanley equivocado ahora.
No escucho lo que dice después; simplemente desconecto la llamada.
Le di tiempo para tener su cierre. Si llama pensando que le rogaría
para que volviera, estaba equivocada. Después de involucrar a mi padre
en el asunto, está muerta para mí. Ese es el único botón que sabía nunca
debía presionar, y el que haya corrido hacia él me hace darme cuenta de
que no era la única para mí, porque a través de toda nuestra jodida
relación esa era una línea entendida, aceptada y que nunca se debía
cruzar.
121
Su llamada sólo hace más duro mantener la distancia entre nosotros.
No suelo ser el tipo de persona que renuncia a algo. Tuvimos tres años
para hacerlo bien, y con cada día que pasó, pareció empeorar. Mi mente se
mueve de las luchas y peleas por intentar hacer algo funcionar que estuvo
condenado hace mucho tiempo a la facilidad de tener a Lorraine en mi
espacio.
Cerrando los ojos, me inclino hacia atrás en la silla de mi oficina e
imagino su cabello extendido sobre mi almohada como estaba esta
mañana. Pienso de nuevo en el miedo que tiene en su casa. Pienso en
cómo toma la identidad de su hermana para seguir a la gente, a gente que
conozco. Simplemente no sé por qué las sigue específicamente.
También me pregunto si ha tenido ayuda, ayuda del tipo psiquiátrico,
es mierda buena que el Dr. Sam hubiera notado que la necesitaba,
¿verdad? Sigo teniendo más preguntas; del tipo que están
bombardeándome.
Me alegro de que tenga un buen trabajo.
Le encanta, y le queda bien. Solo su vida en cualquier otro aspecto se
detuvo esa noche en abril y me siento obligado a ayudarla a entender por
qué.

122
17
Lo
H
oy es un turno de siete a siete. Tres dentro, tres fuera, pero
siempre tomo turnos extras. Normalmente quiero correr a la
comodidad del hospital. Hoy, no quiero dejar la comodidad de
este lugar. Su casa.
Me siento, y Boots salta sobre mi computadora. Ya está
acostumbrado al condominio de Jason. Socks muestra temor, sin
embargo. Siento una punzada de culpa por haberle dado ansiedad, mi
ansiedad.
Mi primera semana en casa después de graduarme, corrió afuera a la
oscuridad. Estaba aterrorizada, pero no podía dejarlo afuera. Corrí
alrededor del patio, gritando por él. En pánico, mi corazón palpitaba tan
duro que pensé que se saldría de mi pecho. Cuando lo encontré, estaba
tan enojada. Lo sostuve contra mí y lloré. Eso fue después de cerrar la
maldita escalera para que no fuera allí arriba. No fue mi mejor momento.
Fue la primera noche que dormí en el sótano —la antigua oficina en casa
de mi padre— y fue el último día que abrí la escalera al infierno.
Mi histeria y los sonidos cuando usé las herramientas de mi padre
probablemente causaron que buscara consuelo en el mismo lugar que yo,
el sótano. A partir de entonces, lo alimenté allí e intenté protegerlo de mis
demonios, los que le había dado.
Recojo a Boots, sosteniéndolo mientras me paro y camino hasta el
dormitorio donde Socks se oculta debajo de las mantas. Me siento y los
acaricio a ambos hasta que ronronean casi en sincronía antes de
levantarme.
—Es seguro. Ve a tomar el sol. —Lo acaricio de nuevo y miro a
Boots—. Cuida de él.
Mientras voy en el ascensor hasta la planta baja, veo que los números
se iluminan. Con cada piso, tengo miedo de que ceda el elevador en el que
estoy, aunque el pensamiento de que alguien llegue no se vuelve menos
aterrador.

123
Al llegar a la planta baja, me dejo respirar hondo mientras la puerta
se abre. Salgo, mirando a la izquierda y a la derecha.
—Buenos días, señorita Bosch —dice el hombre oscuro con un
movimiento de cabeza—. El señor Stanley me pidió que le avisara que su
auto está estacionado enfrente y que fue el último en él.
—Gracias—le digo, mirando lejos.
Pongo mis gafas de sol sobre mis ojos y camino a mi auto que está
justo al frente como lo prometió.
No entiendo por qué insiste en que no es bueno, por qué dice que es
malo. Todo lo que hace me muestra lo total opuesto. Es considerado con
mis sentimientos, y no juzga ni parte del conocimiento de quien soy o la
pieza de locura que vive dentro de mí.
La forma en que me toca no es monstruosa, no para mí, de todos
modos. La forma en que me desea tanto como lo deseo no es equivocada,
a pesar de que a veces se siente un poco posesivo. También es protector, y
para una chica como yo, esa protección y posesividad de una manera que
viene de un hombre que me desea, es el mejor tipo de sentimiento que
alguna vez he sentido.
Lo necesito; lo deseo; y lo tendré hasta que no pueda hacerlo más.
Pongo la llave en la ignición y el auto arranca. Lo pongo en marcha y
presiono el pedal del acelerador. Entonces miro el espejo retrovisor
mientras me alejo de su edificio y sonrío, pensando en volver a él esta
noche. Hasta entonces, me presionaré para atravesar el día de hoy,
perdiéndome en la necesidad de salvar vidas, y de ayudar a los que he sido
entrenada y educada para ayudar.
Esta mañana. . . es definitivamente mejor que Folgers.

Me siento en la sala de descanso y suspiro. Desde el momento en que


atravesé la puerta, he estado sin parar. Normalmente, me encanta un día
como este. Cuando estamos ocupados, el tiempo vuela. Añadan tres AVM
(Accidentes con vehículo de motor) a un día promedio, y ya estoy agotada.
Saco mi teléfono de mi bolsillo y vuelvo a leer el mensaje de texto que
Jason me envió esta mañana. Era simple: Ten un gran día, ángel.
Ángel, me encanta cuando me llama así. Me encanta cuando me
llama Lo, también. Me encanta lo segura que me hace sentir. Me encanta
que me deseé.

124
Sé que nunca seré normal, pero también sé que las posibilidades de
sentirme un poco normal están lejos de ser mejores fuera de esa casa.
Él estaba en lo correcto; necesito poner la casa en el mercado.
Necesito hacerlo ahora. Por lo tanto, busco en Google, y Rock City Real
Estate es el primero en aparecer. Cuando responden, les digo que me
gustaría vender mi casa y les doy la información. Explico que el valor de
mercado es muy bueno y que la casa se quedará “tal cual”. No les digo
que es porque no quiero pasar más tiempo allí. No les cuento sobre la
triple matanza de una familia. No les digo nada de eso. No puedo.
Se me asigna una cita para ir y tomar fotos. La hago para la noche de
mi día libre, esperando que Jason esté allí conmigo.
No quiero hacerlo sola.
No quiero estar sola.
Ya no.
Me siento y miro el teléfono y leo su mensaje de nuevo.
Ten un gran día, ángel.
cinco palabras, sólo cinco, que hacen que me sienta como si fuera
importante.
Ten un gran día, ángel.
Dios, ¿cómo voy a hacer esto sin que lo sepa? ¿Cómo voy a poder
mirarlo y mentirle si hace más preguntas?
Ten un gran día, ángel.
¿Cómo voy a dejarlo cuándo sea tiempo? Las cosas tienen que hacerse
correctamente y no puedo parar a Hi, y realmente. . . no quiero, la
venganza es una necesidad.
Ten un gran día, ángel.
Ahora que sabe lo que hago, que se volvió real, no tengo porqué
esconderme detrás de Hi. Hi no es Ángel, y ahora tampoco yo lo soy.
—Código azul —chilla el intercomunicador, y le doy la bienvenida al
caos fuera del mío.

Sentada en el escritorio, metiendo la información del paciente, miro


hacia arriba cuando veo al Dr. Bennett caminando hacia mí. No está
relajado ni es todo sonrisas; se ve pensativo, preocupado, muy diferente de
sí mismo.

125
—¿Cómo estás, Lorraine?—pregunta, colocando su tableta abajo y
dejándola cerca de mí.
—Ocupada. —Sonrío—. Ha sido una locura este día. ¿Cómo estás?
—Preocupado por ti.
—No lo estés. Realmente estoy bien. —Me inclino y susurro—: Puse
la casa en el mercado hoy.
—Bien, ¿entonces volverás a casa?
Miro hacia abajo. No quiero ver la decepción en sus ojos. No puedo
volver a su casa, a su hogar. No puedo volver a vivir la retorcida vida que
viví mientras estuve allí. Tampoco puedo explicárselo, porque no sabe lo
que Ryan y Hi estaban haciendo. Sam es un buen hombre y nunca lo
entendería. Me aceptó de buena fe sin darse cuenta que Heidi iría
también. Pero en ese momento yo no sabía eso tampoco.
—Entiendo que estás afirmando tu independencia, y nadie aprecia
más que yo que lo hagas. Lo aprecio y respeto.
No puedo mirarlo y ver la tristeza. Él y su esposa han sido nada más
que buenos conmigo. No puedo imaginar cuán decepcionado estaría si
alguna vez lo supiera. Sospecho que Rochelle, la hermanastra de Ryan, lo
sabe.
Rochelle fue amable conmigo al principio, siempre que estaba en casa
de la universidad. Fue amable conmigo por un largo tiempo. Después. . .
no lo fue.
Recuerdo la noche que estuve en su cama, y ella caminó a la
habitación de Ryan. No la vi, sólo la escuché.
—¡Lo sabía! Yo…
Se detiene cuando Ryan vuela de mí y sale de la cama. Me cubrí con la
manta, aterrorizada de que nos hubiera descubierto. No sé qué hacer.
Varios minutos más tarde, escucho la puerta abrirse y luego cerrarse y
pasar el seguro.
Ryan se desliza hacia la cama y empiezo a levantarme.
—No te vayas. No habíamos terminado, Heidi.
—Nos vio —jadeo.
—Vio a una morena en mi cama. No te vio a ti —dice, empujando su
mano entre mis piernas y metiendo dos dedos—. La peluca es realmente
perfecta. Puedes ser Heidi para ti y para mí.
—Esto tiene que parar —le digo.

126
—Estás tan mojada, amor. No nos neguemos. Esta puede ser la última
vez. —Baja la manta y se cierne sobre mí—. No te detengas. Hazlo como
ella. Por ti, por mí, por nosotros.
Después de esa noche, nunca me sentí cómoda en la casa de nuevo,
aunque me aseguró que Rochelle no sabía nada. Cada vez que estábamos
juntos, él siempre como Ryan, yo siempre Heidi, me preocupé.

El final de la mañana está lleno de niños enfermos. Odio ver a los


niños en dolor y enfermos. Solía molestarme más cuando llegaban los
bebés. No pueden decirte lo que está mal con ellos, y no entienden por
qué no los están ayudando. Si eso no es suficiente, te miran como si
fueras malvada. Al menos con los niños mayores, pueden decirte dónde
les duele.
Entro en una habitación con una madre y una hija. Los dientes de la
niña están sonando, y está lloriqueando. La madre la mantiene cerca,
tratando de consolarla.
Tan pronto como cierro la puerta detrás, la madre mira hacia arriba.
—Tiene cuarenta de temperatura. Ha estado vomitando por dos días.
Este es nuestro segundo viaje a ER. ¿Por qué no pueden ayudarla? —Oigo
pánico en su voz.
Mi instinto es pedirle que se quede en calma. Su hija necesita que se
quede en calma.
—Lo siento. Déjeme mirar su tabla. —Hago clic en la tableta y veo
que estuvo en un centro de atención urgente dos días antes—. ¿Kelsey fue
diagnosticada con un virus?
—Sí, pero nada ha ayudado. Alternar analgésicos es una broma.
Estoy segura de que los está vomitando.
—Kelsey, ¿puedes decirme si hay algún dolor específico en un lugar?
—En mi estómago—llora—. En todos lados.
—¿Cuándo empezó el dolor, dónde empezó? ¿Puedes recordarlo? —
pregunto.
—En mi estómago—lloriquea.
Miro a su madre.
—¿Le hicieron exámenes de laboratorio o algún escaneo?
—No. Dijeron que era un virus y que esperara. No había nada que
pudieran hacer al respecto.
127
—Está bien, déjeme ir por el doctor.
Salgo al pasillo y veo al Dr. Bennett.
—La habitación 18 tiene a una niña pequeña. No puede comer; tiene
fiebre; y ha estado vomitando. Fueron a atención de urgencia y se les dijo
que era viral y la enviaron a casa. No hubo trabajo de laboratorio ni
escaneo. Su dolor comenzó en el estómago.
—¿No estás de acuerdo?—pregunta, tocando su tableta.
—Creo que deberían haberle hecho algo para descartar apendicitis —
contesto.
Él sonríe y asiente mientras camina hacia la habitación.
—Esa es mi chica. Gracias. —El Dr. Bennett es diferente a muchos
de los médicos con los que he trabajado. Realmente cree en las
habilidades y juicio de las enfermeras. La mayoría de los demás piensan
que lo saben todo. El complejo de Dios.
Abre la puerta.
—Soy el Dr. Bennett, Kelsey. Quiero conseguir algunas imágenes de
tu estómago, ¿de acuerdo?
Cuando sale de la habitación pocos minutos después me busca y
asiente. Me acerco a él.
—Pedí exploraciones para ella, y estoy de acuerdo contigo. Mi
suposición es apendicitis. Buen trabajo, Lorraine.
—Gracias.
—Consíguele suero, vuelve a comprobar sus signos vitales, y si
radiología no está aquí esperando cuando termines, entonces tú y yo la
llevaremos ahí.
Menos de media hora más tarde, Kelsey está siendo llevada a cirugía.
Acompañando alcirujano está el otro Dr. Bennett, el Dr. Ryan Bennett,
hijo del Dr. Sam y Sarah Bennett. Él me sonríe, luego me da la espalda y
pone su mano en el hombro de la mamá de Kelsey. Supongo que la está
confortando antes de que su hija sea puesta bajo elbisturí.
Es lo suficientemente callado ahora en ER para que pueda pensar en
ponerme al día sobre el papeleo.
Caminando hacia el escritorio, veo al Dr. Bennett más grande
moverse hacia mí.
—Ven a cenar esta semana. Promete eso al menos.
—Voy a pensarlo un poco. Necesito arreglar todo lo de la casa en el
mercado — le digo con la esperanza de apaciguarlo.

128
Completamente fuera de carácter en él, el Dr. Bennett se estira y me
abraza.
—Perteneces a nosotros. Ven a casa, y podremos ayudarte con la
casa y decidir qué vendrá después.
Después de un momento, retrocedo.
—Ya lo sé.

129
18
Jason
—Cuídate —dice Brock, dejándome en el café—. No mezcles una
obsesión con otra.
—No es así.
—Claro —comenta.
Me encogí de hombros y fui a mi auto. Tengo una ensalada del chef
por lo que necesito llegar al hospital antes de que termine mi hora. Ella
parece más relajada en mi casa, pero las palabras de Brock me golpearon
en el estómago.
No quiero que Lo sea un reemplazo de nada a los ojos de nadie.
Missy y yo terminamos hace mucho tiempo; solo no quería hacerle
frente. Estábamos tan dentro uno por el otro. El amor no debe ser dolor.
Tatiana me lo dijo. Puedo verlo ahora. Si amas a alguien, debes tragarte
tu orgullo a veces y alejarte, no presionarlo hasta que vomite.
Una vez, tuvimos una oportunidad para algo, pero no fue destinado a
suceder. Ella es una perra loca, sin embargo, espero que encuentre a
alguien para equilibrarla en lugar de empujarla.
Sé qué eso es lo que necesito. No necesito a alguien que se suba a mi
enfado. Necesito a alguien que sepa cuándo tirar de mi cabeza fuera de mi
trasero y también cuándo retroceder y dejarme por mi cuenta. Ya veo ese
potencial en Lo. Veo lo bueno que podríamos ser el uno para el otro.
Brock está equivocado. No estoy reemplazando una obsesión con
otra; es aferrarse a la esperanza. Es aferrarse a la idea de que, tan oscuro
como soy por dentro hay una luz y una oportunidad. Puedo romper el
ciclo.
Corriendo dentro, no presto atención cuando llego a la recepción de la
estación para volver a urgencias buscando a Lo. Cuando una mujer de
cabello oscuro pasa detrás de un escritorio para agarrar mi brazoantes de
ir a la puerta, estoy sacudido en el momento. Sus ojos encuentran los
míos y necesito que me suelte. Con un guiño y un tipo soñador de
sonrisa, la señorita hace clic en el botón, para abrir la puerta.

130
En la estación, veo a Lo hablando con nada menos que el Dr.
Bennett. La furia me llena mientras camino hasta él hablando sobre su
regreso a casa.
—Voy a pensarlo un poco. Necesito arreglar todo con la casa en el
mercado —responde ella suavemente de espaldas a mí.
Sus ojos se encuentran con los míos mientras ella tira de él para un
abrazo.
—Pertenecescon nosotros. Ven a casa y podremos ayudarte con la
casa y decidir lo que venga después.
Ella retrocede.
—Lo sé.
Dos palabras y siento como si todo fuera para nada.
¿Por qué alguna vez pensé que podría tener algo bueno incluso si es
enredado en un desastre ¿Ella lo sabe? ¿Qué sabe? Sabe que pertenece
con ellos. Está mal; pertenece conmigo.
Dejando el contenedor de espuma de poliestireno en el mostrador, al
lado de ellos, nohablo mientras mira por encima de su hombro hacia mí.
No la presionaré. Lo he hecho antes y terminó matando un pedazo de mí y
de Missy. Presionarla sólo destruirá lo que alguna vez tuvo el potencial de
ser algo hermoso.
—Jason —dice con una sonrisa, sin saber que oí su pequeña charla.
El Dr. Bennett lo sabe, sin embargo. Se mantiene allí presumidamente sin
darme tiempo con ella en privado.
La tomo por la cintura y la jalo a mí, besando su sien, y ella se mueve
hacia mí con un suave suspiro.
—Te traje el almuerzo. Tengo que volver al trabajo.
Parpadea hacia mí, sus ojos de ángel calman el monstruo dentro de
mí.
—Está bien, gracias. Te veré en casa. —Se desliza fuera de mi
abrazo, y la miro fijamente.
—¿Es casa?—susurro luego me vuelvo para salir.
—Jason—grita, y me volteo para mirar por encima de mi hombro—.
Contigo, lo es.
—Recuerda eso, entonces —digo antes de alejarme. Siento sus ojos
en mí, pero me niego a mirar hacia atrás de nuevo.
Volviendo al trabajo, estoy amplificado. ¿Cuál será el asunto con la
familia Bennett? ¿Por qué la obsesión con Lorraine? Heidi era la mujer de

131
Ryan, y está muerta. Capto la conexión, pero estas personas están
llevándolo demasiado lejos.
Cuanto más estoy alrededor de Lo, más quiero protegerla, más que
tengo que proveer para ella, y más sólo la necesito.
Saliendo a mediados de la tarde, voy al gimnasio. Estoy en el
vestuario, envolviendo mis manos cuando veo movimiento en la esquina de
mi ojo. El tatuaje me tienta. En segundos, me levanto y lo golpeo en un
armario antes de que pueda reaccionar.
—Tú y tu maldito equipo me golpearon y me dejaron. —Presiono mi
antebrazo en su garganta mientras trata de sacarme.
—Oye, hombre, no sabía que harían eso. Me tenías; ellos lo
manejaron. —Su rodilla se levanta y conecta con mis bolas.
Yo retrocedo y lucho para tomar aliento. No es lo suficientemente
rápido, y me recupero, golpeándolo de nuevo en los armarios, haciendo
que el metal choque de nuevo.
—Tiro barato, trasero engañoso, chico perra. Cuidado, Chainz. No
habrá próxima vez para que me derribes.
Brock entra y me arranca de él.
—Aquí no, hombre. Ya sabes que no toleran daños y perjuicios de
mierda por el seguro. —Mira a Chainz—. No es tan difícil cuando no tienes
a tus chicos en tu espalda. Ten cuidado.
Chainz escupe hacia Brock.
—Deberían cuidarse, Brock. Esa pelirroja volcán que calienta tu
cama seguro sería divertida de romper. —Tienta a mi amigo y socio de
sparring con su nombre de lucha.
Me mira mientras Brock se estira levantando la mano para ponerla
alrededor de sugarganta.
—Oí que te involucraste con una loca, Cobra.
—Si te acercas a cualquiera de ellas, me aseguraré de que nunca
ingreses a un gimnasio o pelea de nuevo. Te voy a joder tanto que no
saldrás del hospital en tus propias dos piernas—le advierte Brock,
liberándolo con marcas en el cuello mientras la puerta se abre y entra un
entrenador.
—¿Problemas?—pregunta, levantando una ceja hacia Chainz.
—Nah, sólo teniendo una charla—respuesta inteligente.
Con un golpe en el hombro, se empuja pasándonos. Veo la mirada de
Brock y sus fosas nasales abrirse. Tan arruinado como está, esta debería
ser una maldita sesión. Chainz cruzó una línea conmigo y mi hombre que
132
no debería haber cruzado. Brock se asegurará de dar ese mensaje,
también.
Dos horas más tarde, estoy sudando, mi corazón late fuerte, mis
músculos queman, y mi rostro, costillas y piernas me duelen. Brock está
parado pie a pie conmigo y mantuve el poder en el suelo. Fuimos iguales
en cada ronda.
Enfriándonos, caminamos al gimnasio, tratando de respirar
tranquilos y con nuestros corazones disminuyendo sus ritmos cardíacos.
—¿Cómo te sientes?—pregunta, y levanto una ceja hacia él—. Yendo
a casa con alguien que no esté lista para iniciar una pelea cada dos
segundos.
Suspiro. He estado tan en el momento que no me dejé pensar cómo
se siente. No temoir a casa ya.
Casa.
Nunca he pensado en estar en casa hasta ahora. Mi vida entera la
pasé para evitar estar en casa. Primero, fue por mi padre y luego por
Missy pasando sus días decidiendo lo que hacía mal en nuestras noches.
Sabía que no podría pelear ni por un momento. La tranquilidad y la
incapacidad para liberar físicamente mi estrés iba a matarme.
Nunca habiendo tenido una vida familiar, supongo que nunca supe lo
que una relación real debía ser. Tal vez este sea el sentimiento que debí
haber tenido todo el tiempo. Aunque Lo está aún lejos de lo normal,
vamos a arreglar eso.
—Maldita sea —respondo con una sonrisa.
—Tiene algo de magia en esos ojos de ángel. —Se ríe—. Nunca
sonreíste tanto.
—Vete a la mierda —le devuelvo.
Pero tiene razón. Nunca he estado tan relajado o feliz, lo que significa
que será mejor que encuentre una manera de mantenerla. También
necesito que se encuentre y supere lo que le pasó a su familia. Todo esto
me trae de vuelta a que necesito saber si mipadre lo preparó.
Me dijo que llegó tarde esa noche. Si hubiera estado allí a tiempo, no
estaría aquí para ser mi ángel ahora. No hay duda en mi mente que no
habría podido salvarlos. Estaría tan muerta como su familia.
Brock y yo vamos a las duchas después de que salimos del gimnasio.
Me siento agotado y energizado. No estoy ya medio enojado al ir a casa,
algo que no he sentido en tanto tiempo que la sensación es extraña para
mí.

133
Voy dentro y encuentro a Lo en la cocina.
Moviéndome detrás de ella en la estufa, apago los quemadores. Ella
mira, pero antes de que pueda hablar, mis labios chocan contra los suyos.
—Me lo das bien, Lo. Te daré lo único bueno que tengo—gruño en su
oído mientras le empujo elpantalón abajo.
Ella sale de él, agarrándose de mis hombros por equilibrio.
—¿Estás bien, Jason?
La apoyo en la encimera.
—Te necesito, necesito sentirte, necesito ser uno contigo. Me di
cuenta de algo de mierda hoy. Tienes que saber, Lo, que tú y yo. . . esto
es todo.
Libero mi pene de mipantalón, sin molestarme con mi camisa o la
suya mientras me deslizo hacia ella, sosteniéndola por el trasero. Tomo
todo su peso fácilmente y balanceo mis caderas, rodando hacia su punto
justo.
—Esta es casa. —Me deslizo hacia atrás —. En casa—gruño, y ella
gime—. Dilo—le ordeno mientras arrastro mi pene casi todo el camino
fuera, jugando con su entrada—. Dime que esto es casa para ti.
Ella mueve sus manos de alrededor de mi cuello para cubrir mi
rostro.
—Esta es casa—susurra con sus ojos azules de ángel fijos y
encendidos en los míos mientras baja sus caderas, con mi pene dentro de
ella—. En casa —murmura.
No puedo contenerme. Recojo mi cuerpo estallando con un nuevo
sudor. Este puede ser el mayor error de mi vida, pero no puedo estar sin
ella. Me deslizo dentro y fuera mientras tiembla alrededor de mí, su
orgasmo crece.
—Casa. —Me muevo hacia fuera mientras empujo dos veces más
hacia mi clímax mientras ella alcanza el suyo y se contrae en mi
satisfacción.
—En casa—susurra, besándome suavemente antes de separarse de
mí.
Maldita sea, estamos en casa.

134
19
Lo
L
o veo dormir a mi lado, incapaz de hacer lo mismo. Lo molesté
hoy. Lo trastorné y me devastó.
Yo, no soy Heidi.
Yo.
Todavía tengo que recordarme que Jason me desea, a Lo, no a Hi.
—Me lo diste bien, Lo.
Envuelvo mis brazos alrededor de mí, sabiendo que no soy tan buena.
—Te necesito, necesito sentirte, necesito ser uno contigo. Me di cuenta
de algo de mierda hoy. Tienes que saberlo Lo, que tú y yo. . . esto es todo.
Me sostengo más fuerte, tratando de mantenerme en control,
sabiendo que lo que voy a hacer puede y lo hará imposible.
—Este es mi hogar.
Cierro los ojos, incapaz de mirarlo cuando sé que es lo que quiero.
Quiero darle eso y tomarlo para mí, sin embargo, sé que tengo algo que
terminar primero.
—En casa —me gruñó como si lo hubiera tomado sin permiso,
prometiéndolo sin reservas, y sin importar el hecho de que no puedo
devolverle lo que me está prometiendo.
—En casa —respondí, sabiendo que, si pudiera, lo haría tan. . . por
siempre que me quiera, mientras mis dedos cruzados permanecen ocultos
de él.
Abro los ojos y lo miro de nuevo. Los tatuajes manchan para siempre
su piel y las débiles cicatrices rosadas en su espalda es algo que va a llevar
siempre. Sé que, de alguna manera, forma, o camino, voy a marcarlo
también.
Giro mi cuerpo para salir de la cama, pero él agarra mi muslo.
—Lo, ¿necesitas alguna cosa?
—A ti —le contesto honestamente—. Te necesito a ti.

135
Él abre los ojos y luego capto su cabeza al lado mientras eleva su
brazo encima de la almohada.
—Entonces ven aquí.
Apoyo mi cabeza en su fuerte, duro pecho. Sus brazos me rodean, y
sus labios tocan la parte superior de mi cabeza.
—Duerme, ángel.
Y lo hago.

El miércoles, Jason toma mi mano mientras me saca del vehículo.


—No dejes que te vea sudar, ángel. Pensará que puede caminar sobre
ti. —Mira al agente de bienes raíces, sus ojos se estrechan, antes de mirar
de nuevo a mí y de besarme duro, posesivamente. Pido prestada fuerza de
él porque este lugar me agota.
El agente de bienes raíces está esperando. Mide casi uno noventa de
alto, está en sus treinta años, y tiene aspecto común. Lleva traje, corbata,
y una gran sonrisa.
—James Rock. —Estira la mano—. Ya tomé fotos del exterior. Ahora
veamos el interior.
—Está…
Jason me aprieta la mano.
—Todo está listo. —Me mira y hace un guiño. Luego asiente a la
puerta.
Cuando entro, siento mi aliento contenerse y mantengo mis ojos en el
suelo.
—Hermosa entrada —comenta James—. Y miren esa escalera.
Me tenso, esperando que grite. ¿Qué mierda te pasa?
En su lugar, escucho:
—Hermosa madera. Absolutamente impresionante, el centro de la
casa. Tiro perfecto.
Lentamente, miro hacia arriba y veo la escalera al infierno viéndose
como cuando la casa era un lugar feliz. Me inclino en la protección del
abrazo de Jason y miro hacia arriba.
No tiene una mirada en su rostro pidiendo alabanza. Da un pequeño
encogimiento de hombros, aprieta mi cadera ligeramente, y mira hacia el
agente de bienes raíces.
136
—Tome las fotos que necesite. Iremos a tomar la última de las cajas
del garaje.
Me sostiene cómodamente contra él cuando entramos en la cocina
donde todos los gabinetes están abiertos y vacíos. Abre la puerta del garaje
donde hay cuatro cajas.
—Todo eso estaba en tu habitación. No quise tirar nada.
Asiento luego sacudo la cabeza, volviéndome a él y abrazándolo
estrechamente. Él baja los brazos alrededor de mi cintura y se inclina
hacia atrás.
—Ojos.
Miro hacia arriba.
—No tengo idea de cómo…—hago una pausa—… cómo darte las
gracias.
—Realmente no es nada. El lugar estaba limpio, Lo. Sólo necesitaba
deshacerme de algunas cosas. —Se encoge de hombros.
—Sólo lo supiste hace dos días. ¿Cómo. . . ? —Me detengo cuando
suspira.
—Mi ángel trabaja turnos de doce horas. Yo de ocho. Tengo algún
tiempo extra. No es gran cosa—. Se encoge de nuevo—. Vamos a poner
estas cajas en el auto.
Me llama ángel, pero lo sé mejor. Sé que es el mío.

Durante los siguientes dos días, hago mi venganza a un lado y me


rodeo de él tan a menudo como puedo. Cuando vuelvo al trabajo, me lleva
el almuerzo todos los días. Cada día y van tres hasta ahora.
La forma en que mis compañeros de trabajo lo miran debería ponerme
celosa. La forma en que me mira y sólo a mí, sin embargo, me dice que los
celos son innecesarios.
Como todos los días desde el primero, está en casa antes que yo,
esperando junto a la puerta del ascensor cuando se abre, apoyado en la
pared para que la primera cosa que vea sea a él. La mirada en sus ojos es
feroz, su pecho está apretado, su mandíbula cuadrada, y los músculos en
él están doblados. Entonces su lengua golpea rápidamente sus labios
mientras sus fosas nasales brillan. Sus pies están desnudos y su pecho
también. Lleva shorts o pantalones deportivos.

137
Me mira igual, independientemente de si estoy en pants o desnuda.
Sus ojos verdes me penetraron con hambre. Su beso es posesivo. Su
toque es protector. Sus empujes gritan que me está reclamando,
marcándome, asegurándose de que nunca lo olvide.
Nunca lo haré.
Comemos la cena, mirando al otro. Miro hacia abajo cuando siento
como que puedo gatear sobre la mesa y demandar sentirlo.
—¿Cómo estuvo el trabajo? —pregunto.
—Odio mi maldito trabajo —responde en blanco.
—Entonces, ¿por qué lo haces? —pregunto antes de tomar un trago
de agua.
—Por el pago —contesta entonces toma otro bocado.
—Ojalá te encantara tu trabajo —le digo tranquilamente.
Él sonríe y niega luego me señala con su tenedor.
—¿Cómo estuvo tu día?
Me encojo de hombros.
—Nadie murió.
Sonríe y asiente.
—Ese es un buen día.
Le sonrío porque la suya es espectacular y el hoyuelo incluso se nota
más.
Su sonrisa se endereza.
—¿Bennett?
Oh, diablos, ¿cómo pude olvidarlo?
—Estuve de acuerdo en ir a cenar.
Observo mientras sus ojos se estrechan.
—¿Cuándo?
—Mañana, a las cinco.
Se levanta y agarra su plato, luego el mío y los lleva al fregadero,
dejando caer los platos.
—Saldré un poco.
Salto y camino hacia él.
—¿A dónde?
Levanta la mano, deteniéndome.

138
—No lo hagas.
—Déjame ir contigo —comienzo, sintiendo ansiedad.
Niega y empieza a dar un paso alrededor, y me muevo enfrente de él.
—Te estoy diciendo que necesito un puto minuto, Lo —se queja.
—Ángel. —Utilizo su apodo de cariñoy me mantengo inmóvil.
Él deja escapar una respiración profunda, cruza sus brazos y se
apoya contra la pared.
—No enjaulas a un hombre como yo. —Sonrío, negándome a creerle,
y él jadea—. Te dije que soy un hombre malo, Lo.
Camino hacia él, sacudiendo mi cabeza de lado a lado.
—No eres malo conmigo.
Él levanta la vista con hambre en los ojos mientras camino más cerca.
—No tengo miedo de ti. —Tomo su rostro en mis manos—. Ojos en
mí.
Ve hacia abajo, su ceja se eleva.
—Estuve de acuerdo en ir a cenar. —Gruñe con eso, y el deseo
chispea dentro de mí—. Le dije que vendrías también.
Su ceja se eleva más.
—Tengo que hacer esto —le digo—. Fueron buenos conmigo.
Él suspira, sin decir todavía nada.
—Tienes que estar allí, porque. . .
Me encojo de hombros y miro hacia abajo, sintiéndome vulnerable.
Sus dedos tocan mi barbilla y la levantan, y nuestros ojos se encuentran.
—Te necesito.
Su cuerpo se tensa, pero no hace un movimiento. Se mantiene tan
fuerte y alto como una estatua.
—Yo también te necesito. Necesito sentirte, ser uno contigo. Me di
cuenta de algunas cosas el día que entraste en mi casa y me salvaste. —
Me encogí de hombros—. Tienes que saber, Jason, que tú y yo. . . —Eso
es todo. Cierro los ojos después de usar las palabras que usó conmigo, las
palabras que pasan una y otra vez en mi cabeza casi cada hora. Cuando
no responde, lo digo en voz alta, como una oración rogada por ser
contestada—. Casa.
—Ojos —gruñe.
Le doy lo que pide, abriendo los ojos y buscando los suyos mientras
busca los míos.
139
—Esto es mi hogar. Las decisiones las haremos juntos. Y escucha
esto muy bien, Lo. —Agarra mis caderas, levantándome, antes de
acercarse a la isla de la cocina donde me sienta poniendo las manos en
forma brusca alos lados y apoyando su nariz casi tocando la mía—. Nunca
me pidas que me siente frente al hombre que penetró tu dulce, inocente,
coño de luto. Un enfermo de mierda tocó tu cuerpo, haciéndote pasar por
menos del ángel que eres. No conoces al monstruo dentro de mí. No
sabes que no quiero nada más que romperle un maldito miembro.
Mi pulso se acelera; mi pecho sube y baja rápidamente; Mi cuerpo
está cerca de la combustión de lo mucho que lo deseo.
—Fóllame —le suplico.
Él gruñe y luego da una inquietante risa antes de llegar detrás de mí,
y con un golpe de su brazo, envía todo sobre el mostrador a caer al suelo.
La emoción se vuelve más y más caliente dentro de mí.
Empuja mi espalda así que estoy acostada en la encimera de granito
duro, luego agarra mipantalón y lo arranca de mi cuerpo. Empiezo a
incorporarme.
—Quédate. Malditamente. Abajo. —Cubre mi entrada con su boca, y
entonces su lengua rodea mi clítoris.
—¡Sí! —grito.
He estado en el borde desde que lo encontré en el ascensor, medio
desnudo y deseándome, así que sabía que no duraría mucho.
Su lengua se empuja dentro de mi coño, y me tenso a su alrededor.
Mis caderas se empujan hacia arriba, y agarra mis muslos y me separa
más. Su lengua se ralentiza y trato de empujarme en su rostro otra vez,
necesitando más, pero hunde sus dedos en mis muslos, deteniéndome.
—Por favor —le ruego, sabiendo que estoy ahí.
Él quita la boca, dando pasos hacia atrás, empuja supantalón hacia
abajo, y luego envuelve su mano alrededor de sí mismo con fuerza,
gimiendo mientras bombea su grueso pene.
Me empujo hacia arriba y me deslizo de la encimera, cayendo de
rodillas ante él. Frota la punta de su pene a través de mis labios, y lo
lamo, saboreando su salada pre-venida.
Luego retrocede y empuja su erección en sus pantalones cortos.
Niego y él asiente.
—¿Por qué?
—¡Me hiciste enojar! —gruñe.

140
—Déjame terminar. —Me agarro de su pierna y tira de mí a través del
suave suelo de madera.
—Maldición, no. —Retrocede.
—No entiendo. —Casi lloro.
—Yo no entiendo, tampoco, pero estoy tomando esta decisión por
nosotros, sólo como tú tomaste una por nosotros.
—Eso es cruel —digo.
—Maldita sea. —Y se aleja.

Después de mi ducha, salgo completamente desnuda y gateando a la


cama. Él levanta su brazo para que me acurruque junto a él, y lo hago.
Miro hacia él, y ve hacia abajo.
—Bésame.
Lo hace.
Mi mano corre por su pecho, su estómago, y lo agarro.
Se aleja de mi beso.
—No.
Cierro los ojos. Dentro, lloro. Él no necesita empujarme lejos física y
emocionalmente para enseñarme una clase de lección. Sé que soy nueva
en tener una relación, pero así no puede ser como manejemos las cosas.

Me despierto con Jason empujando mis rodillas con sus muslos. Su


pene está en su mano, siendo bombeando duro y rápido. Es bonito. Los
músculos de su cuello están tensos, y cada vena es visible en su fuerte
antebrazo mientras golpea más y más rápido.
—Oh, Dios —digo mientras el fuego dentro me invade con la simple
vista de él.
—¡Joder! —suelta—. Mierda. Mierda. ¡Mierda! —Libera su pene y me
jala cerca. Luego se alinea, empujándose fuertemente dentro de mí. Se
viene duro, gimiendo sexys obscenidades mientras su pene pulsa dentro
de mí. Se inclina hacia adelante y pasa sus dientes a través de mí de
cadera a cadera.
Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, se empuja de la cama.
141
—¿Jason?
—Más vale que mi venida esté dentro de ti cuando llegues a casa. —
Camina hacia el cuarto de baño y se vuelve—. Esa decisión fue sólo mía.
Me vine duro dentro del coño que jodidamente poseo. Tomaste una
decisión ayer y no me consideraste ni un maldito pedazo.
Jadeo mientras estoy tanto enojada como exaltada de que me
marcara en su propia manera.
—¿Hablas en serio?
—Maldita sea sí.
Después de su ducha, sale completamente desnudo y se viste con
rapidez.
—Eres un idiota.
—Soy el único idiota que alguna vez poseerá ese coño y lo convertirá
en una prioridad.
—Bueno, eso cambió —digo, rodando así estoy mirando lejos de él.
Aprendí a hacerme mi propia prioridad. . . por causa de Jason y de
nuestro tiempo juntos, pero no le diré eso ahora mismo.
—Hoy, mientras luchas para mantener mi venida dentro de ti,
deseando poder salirse, voy a tratar de calcular cómo diablos voy a evitar
matar al imbécil esta noche. —Agarra mis hombros y me voltea,
besándome duramente, gruñendo mientras se levanta—. Esto está jodido,
Lo.
—Espero que puedas manejarlo. ¡Te necesito ahí conmigo! —grito a
su espalda con desesperación. Nunca hemos tenido este tipo de
momentos juntos. Puedo sentir el calor saliendo de su cuerpo mientras
pelea dentro con sus propias emociones.
—Me das demasiado crédito, ángel —gruñe mientras camina fuera de
la habitación.
Espero hasta que lo oigo salir entonces me levanto. No sé qué pensar.
Las acciones hablan más que las palabras y las acciones de Jason
conmigo siempre han sido buenas. Después de mi ducha, me visto,
decidida a averiguar quién mató a mi familia. Más que nunca, necesito un
cierre.
Necesito ser más inteligente ahora. Necesito hacer esto. Necesito
vivir o sonreír cuando vea la luz blanca brillante al final del túnel,
sabiendo que hice sentir orgullosa a mi familia. Estoy en una relación de
la que nunca podría alejarme, porque tan enojada como estoy con él
ahora, es mi hogar.

142
A las cuatro y media, entra por la puerta, y siento que mi cuerpo se
calienta. Estoy molesta por esta mañana, pero verlo disminuye mi ira
drásticamente.
Deja su bolsa y viene hacia mí, tirando de mí del taburete de la barra
y besándome duro, quitándome el aliento. Entonces empuja su mano por
la parte delantera de mis leggings y mete su dedo posesivamente dentro de
mí. Suspira contra mi boca y se aleja.
Luego toma mi mano y me arrastra detrás de él hasta al dormitorio.
—Agáchate.
Una palabra que está llena de tanta promesa.
Lo hago.
Me tira del pantalón y empuja su pene grueso dentro de mí.
Vagamente, entra y sale. Cada vez que intento empujarme contra él, me
sostiene quieta.
Lo siento pulsar y gritar:
—Estoy cerca.
Salta dentro de mí y después sale.
Besándome la parte de atrás de la cabeza, dice:
—Esta noche, cuando te sientes en la cena frente a esa pieza de
mierda, sé que mi venida estará llenando tu coño. Lo poseo.
—Estoy tan enojada contigo.
—Eh, ajá —dice—. Pero cuando estés en esa casa, ¿en cuál pene
estarás pensando? No contestes. Eres mía, Lo. Mía.
—Todo lo que quiero es a ti. —Casi no puedo luchar contra las
lágrimas. Lo necesito.
Lo deseo, y me está castigando.
—Tienes razón en que lo haces —presiona.

143
20
Jason
S
oy un idiota. Una y otra vez de nuevo, le he dicho que hay un
monstruo dentro de mí. Ella quiere encontrar el bien cuando
no hay ninguno. La estoy castigando y estoy castigándome. No
quiero penetrarla enojado, pero necesito que sepa que me reclamó tanto
como yo. Estos somos nosotros.
Esto es diferente. No quiero lastimarla. El pensamiento de mis
manos sobre ella con cólera me enferma. Sólo quiero que vea que
necesitamos hacer cosas juntos. Castigándola, estoy castigándome. El
empuje y el tirón corre a través de mis venas. Cada aliento que tomo es
una lucha dentro para no repetir los mismos errores. Todo entre nosotros
me empuja a no presionarla demasiado. Encuentro la manera de
contenerme; incluso cuando no creo poder hacerlo, lo hago.
Estoy callado mientras hacemos el viaje a la casa de la familia
Bennett. Esta noche será nuestro hacer o romper. Estaré aquí donde me
necesita. Antes de poner mi marca en esecoño, sin embargo, necesita
saber exactamente con quién se arrastró a la cama. Para ello, necesita
conocer mi pasado. Necesita saber que tengo el poder de lastimarla, y no
me refiero a romperle el corazón.
Hay un cartel en el gimnasio: Un hombre verdadero posee sus errores.
Un verdadero hombre usa la pelea interior para enfrentarlos y nunca
volverlos a cometer.
No vamos a ser otro error en la larga fila de errores que cometo en la
vida. Esta noche lo pondré todo ahí fuera para ella. Si decide alejarse,
usaré la lucha de adentro para dejarla ir. Lo que no haré es cometer los
mismos errores otra vez.
Estirándome, le aprieto la mano mientras estaciono el auto. Tomados
de la mano, vamos dentro de la exagerada casa.
Al entrar, no puedo evitar tensarme. Me recuerda el exuberante lugar
en el que crecí. Detrás de las hermosas puertas había muchos secretos.
¿Es igual en esta casa?
El Dr. Bennett da vuelta a la esquina para saludarnos. Rápidamente
ella lo abraza firmemente, no escondiendo su mirada de disgusto por mí.
144
—Lorraine, estamos tan contentos de tenerte en casa —dice la señora
Bennett, siguiendo no muy lejos detrás de su marido.
Jadea mientras me mira. Quiero reír porque veo la lujuria en sus ojos
mientras se lame los labios, mirándome de arriba a abajo. Se mantiene
observándome mientras abraza a Lo.
El cuello de mi camisa oculta mi cuello. No soy el chico lindo en
pantalón de vestir y camisa de botones que piensa que soy. Quiero decirle
que no soy el chico de la piscina o su entrenador de tenis, así que no
necesita comerme con los ojos más adelante, pero luego Ryan Bennett baja
por las escaleras y mis ojos encuentran sus estrechados mientras la rabia
corre automáticamente a través de mis venas.
Abrazando a Lo, se burla de mí.
Entonces lo oigo susurrar:
—¿Qué te hizo para que lo trajeras? Esta es una cena familiar.
—Ella me pidió que viniera.
Con su espalda ahora contra mi frente, mis manos están sobre sus
hombros.
Su mano recorre mis abdominales mientras él se aleja de ella.
El Dr. y la Sra. Bennett sonríen educadamente mientras le dan a su
hijo una mirada severa antes de escoltarnos a su comedor. Tirando de su
silla, me aseguro de que Lo esté acomodada antes de sentarme al lado de
ella. Luego me acerco y le doy a su muslo un apretón apenas mientras la
mujer con cabello-de-cuervo sostiene una mirada sorprendida en su
rostro.
—Jason, esta es Rochelle —la presenta Lo. Es la hermanastra de
Ryan.
—Oh, ¿la buena hija regresó a casa? —pregunta Rochelle, dejándose
caer rudamente frente a mí.
Ryan se sienta directamente enfrente de Lo mientras sus padres se
sientan en los extremos de la mesa.
Ryan mueve los ojos con furia.
—Rochelle, Lorraine es más que bienvenida a volver a casa cuando
quiera.
La señora Bennett le sonríe a Lo.
—Me encantaría tenerte de vuelta. Sam me dice que venderás la casa
de tus padres. —Parpadea como si estuviera luchando para contener sus
emociones—. Dejar ir es difícil pero saludable, sabes.

145
Ryan deja caer la cabeza ante sus palabras antes de que su padre
diga.
—Cuando Ryan empezó a salir con Heidi, todos se volvieron cercanos.
Sólo sabíamos que estarían juntos para siempre. Sabíamos que todos
seríamos una familia juntos. —Suspira y mira a Lorraine con tristeza—.
Ryan no ha superado a tu hermana, tampoco. Como dijo mi esposa,
sabemos que dejar ir es duro, pero es saludable.
Trato de hacer retroceder los pensamientos en mi mente. Trato de
tomar a estas personas por su valor nominal. Lo confía y tiene un
profundo vínculo con ellos, no importa lo jodidos que me parezcan.
Desearía no tener este sentimiento de que hay mucho más en los Bennett
y su amor por Lorraine.
La cena es incómoda en el mejor de los casos, una y otra vez, todos
los Bennett con excepción de Rochelle presionan a Lorraine para que
vuelva a casa con ellos. No tienen en cuenta lo que Lo quiere o el hecho de
que estoy sentado allí mismo entre ellos. Mientras tanto, entre más la mira
Ryan, más quiero romper su rostro.
—Creo que es hora de ir a casa, Lo. Estoy seguro de que los gatos
están listos para ir a la cama —digo por fin, levantándome de la sala de
estar después de nuestra comida. Mi ropa es el traje de negocios normal
que usaría con un abrigo en el trabajo, así que no quiero nada más que
salir de él.
Lorraine me mira por un segundo demasiado largo, haciéndome
cuestionar si está lista para irse o no.
Mentalmente, me preparo para una pelea. Mi intestino se tuerce
mientras mi pasado me persigue. Por favor, no pelees conmigo, Lo, le ruego
silenciosamente con los ojos. Mi adrenalinaretrocede mientras me digo
que es hora de irme y que ella lo hará conmigo, así que se irá, también.
Sólo que Lorraine no discute. Aparte de la pausa, asiente, sonríe y se
despide.
—Gracias por cuidar de Lo cuándo lo necesitaba. La cena fue
deliciosa —le digo al Dr. Bennett, estrechando su mano. No me molesto
con los otros antes de guiar a Lo al auto con mi mano en su pequeña
espalda.
No hablo en el viaje en auto a casa. Estoy en guerra conmigo mismo.
Parte de mí está listo para la batalla. Siento que estoy caminando en una
repisa, y podría ceder en cualquier momento. Mi cerebro está corriendo
un kilómetro por minuto, esperando que peleé conmigo.

146
Hizo una pausa. Debo haber hecho algo mal. Recorro nuestra noche.
¿Qué hice para que reaccionara de ese modo? ¿Qué me va a decir cuando
lleguemos a casa? ¿Qué tan duro me presionará?
Le asiente al portero mientras la guío dentro de mi edificio con mi
mano en la parte baja de su espalda. El viaje en ascensor es callado y
tenso. Siento que mi sangre está bombeando en preparación para la
guerra.
Va dentro, e inmediatamente se quita los tacones. Los gatos se
acercan y les frota la cabeza antes de ir a la cocina.
Me muevo para pasarla cuando se vuelve bruscamente hacia mí.
Aquí viene.
Me congelo para los golpes verbales.
—Jason —dice suavemente—, siento si te molesté, no. . .
—¡Vete a la mierda, Lo! —rujo, interrumpiéndola—. Odié cada minuto
de estar en esa casa. No soy ese tipo de hombre. No sé lo que hacía allí,
pero. . . —Me paseo adelante y atrás—. Espera un minuto.
Miro sus ojos anchos y veo miedo en ellos. Mi mente
automáticamente entró en defensa. No hay razón para ello. Me apoyo
contra la pared.
—¿Lo lamentas? ¿Dijiste que lo lamentabas? —¿Por qué no me atacó,
me presionó, y me llevó más lejos?
Asiente y da un paso hacia mí.
Levanto la mano para detenerla.
—No lo hagas. Por favor, no te acerques a mí. Estoy demasiado
exaltado. Necesito trabajar esto por mí mismo antes de que puedas
tocarme.
Lucho para calmar mi respiración. Lucho para conseguir estar bajo
control. Estaba preparado para defenderme y lastimarla, y no fue
necesario. Estaba listo para volar y penetrarla, para arruinar esto, y
habría sido incorrecto.
Me muevo al otro lado de la sala, y me sigue al espacio oscuro, pero
se mantiene a distancia. Miro por la ventana de mi balcón y veo las luces
de la ciudad. Mi voz es baja y rasposa cuando le digo:
—Soy un hombre malo, Lo. Realmente necesitas alejarte. —Miro
sobre mi hombro y la veo dar un tentativo paso más cerca de mí. No la
detengo de nuevo—. Necesitas saberlo. —Suspiro—. Antes de hacer
planes te diré de todas las maneras que no volverás con los Bennett, tengo

147
que enfrentar… no, tenemos que enfrentar quien soy. —Respiro hondo y le
digo—: No soy Ryan Bennett.
La oigo murmurar:
—Gracias a Dios por eso.
—Lo, estoy hablando en serio. No tengo un padre que se preocupe
por mi bienestar. No tengo madre que se sentará a cenar y sonreirá
porque te echa de menos.
—No me importa quiénes son tus padres —dice apenas en un susurro
con vacilación en su tono.
—Debería importarte. Deberías tener cuidado porque el hombre con
quien te has estado acostando es un monstruo. Debería importarte que
sea el jodido hijo de un aún más jodido hombre.
—Jason, sé acerca de tu infancia. Lo vi.
Levanto una mano para detenerla, negándome a mirarla.
—Sé lo que viste, y no quiero hablar al respecto. Tienes que saber,
Lo, que hice cosas malas. Lastimé a mucha gente.
—Pero no me has hecho daño, Jason.
Niego.
—Lo haré. Vine esta noche a casa, listo para la pelea. Mis instintos
estaban gritando que me ibas a presionar, y no puedo estar aquí y decirte
que estoy tan seguro de que no retrocedería. Lo, cuando me contenga, me
voy a odiar y tú también me vas a odiar.
Siento que se mueve detrás de mí, y luego envuelve sus brazos
alrededor de mi cintura.
—No voy a empujarte a la oscuridad. Voy a mantenerte en la luz.
—Yo la lastimé, Lo —digo con tono raspado. No quiero ir allí. No
quiero seguirle dando poder a Missy. Lo tiene, sin embargo, con todo lo
que pasó. Missy todavía tiene el poder. Mi enojo todavía tiene poder.
Tanto como me mate y pueda matar lo que está creciendo con Lo, tengo
que regresar el poder dentro de mí mismo. Tengo que luchar dentro para
admitir mis deficiencias para que la ira y la rabia no tengan más poder
sobre mí.
—¿A quién?
—A mi ex, Missy. Puse mis manos en ella —admito, mirando hacia
mis manos entrenadas—. Peleo en la liga para dejar salir la agresión. De
algún modo, no fue suficiente. Comenzaba, y terminábamos
perjudicándonos uno al otro. Construimos juntos esta cosa, y la

148
destruimos. No quiero destruir lo que estamos construyendo. No quiero
destruirte.
Ella me aprieta.
—Me sacaste de los lugares más espantosos. No me dejaste enfrentar
sola las cosas. Me aceptaste por mí, no por mi hermana muerta. Tú,
Jason Stanley, me diste algo para querer vivir. La única manera de
destruirme es si te alejas antes de poder averiguar a dónde iremos con
esto. La única manera de destruir lo que estamos construyendo es si no
me das la oportunidad de ayudarte de la misma manera en que me diste la
fuerza para seguir adelante.
—Soy un monstruo —admito, suplicándole con los ojos que se quite
las gafas de color rosa y vea la oscuridad que es completamente yo.
—Vivía en una casa que me perseguía, porque tenía miedo del
mundo. Tú viniste y me salvaste. No eres un monstruo, Jason. Sólo no
ves lo bueno que tienes dentro.
No tengo palabras. Lo puse todo frente a ella, y no está corriendo
asustada. Debería hacerlo, pero no lo hace. De alguna manera a sus ojos,
no soy un monstruo. Ve el bien dentro de mí que yo no puedo encontrar.
Nadie ha visto algo bueno en mí. . . aparte de Tatiana que no era mía para
aferrarme. ¿Puede ser esta mi oportunidad de algo real? ¿Puede realmente
aceptarme por el hombre dañado y peligroso que soy?
Me doy la vuelta y presiono mis labios en los de ella. No pienso. No
lucho. No la alejo. La tomo como es, como me toma.
Lenta y tiernamente, la llevo al piso de mi sala de estar. Dejo que el
día se vaya mientras me hundo dentro de ella.
Con ella, no necesito pelear por dentro. Sólo necesito luchar al lado
de ella con lo que está por venir.

149
21
Lo
D
espués de que Jason se fue a trabajar, me acuesto en la cama,
mirando al techo, sintiéndome satisfecha. Él se aseguró de
eso. Sobre el piso, se disculpó con mi cuerpo dulce,
suavemente con su cuerpo. En la ducha, se disculpó con sus besos y la
forma en que sus ásperas manos me lavaron suave, tiernamente antes de
que hiciera lo mismo a cambio. En la cama, me dio más. Le dio a “Lo”, lo
que ahora anhelo: La capacidad de perderme en un momento de sexo
desenfrenado, fuera de control.
Rodé sobre mi lado, pensando en lo que me dijo anoche sobre el
monstruo que piensa que vive dentro de él, el miedo a perder el control
conmigo. Sé que no lo hará. Lo sé por su toque, su necesidad, su
naturaleza protectora y su posesividad. En los brazos del hombre que se
llama monstruo, me siento más segura, más protegida y más viva de lo
que nunca me sentí en mi vida.
Odio incluso pensar en el hecho de que siempre viví a la sombra de
mi hermana. La quiero e iría atrás en el tiempo para detener lo que pasó.
Se siente mal pensar en el hecho de que, por primera vez, siento que soy
mi propia persona, y un hombre, un hombre hermoso, me desea. Sólo a
Lo. Se siente egoísta estar contenta, feliz y sin miedo.
Me siento y tiro de mis rodillas a mi pecho, mirando a Boots y a Socks
acostados uno al lado del otro. Mi pecho se aprieta y cierro los ojos
estrechamente. Hermanos.
Boots me recuerda a Heidi, siempre más fuerte, y Socks me recuerda
a mí, el gato asustadizo.
Me inclino y froto debajo de sus barbillas.
—Nos estamos volviendo más fuertes.
No quiero engañar a Jason. Me contó sus secretos más profundos y
oscuros, los que no conocía. Sin embargo, no puedo devolverle el favor. No
puedo dejar que sepa lo que he planeado. Si me salgo con la mía, podría
darle un nombre a mis sentimientos por él. Podré hacer eso y no
preocuparme por las ramificaciones para él o para mí si no me puede decir
150
lo mismo también. Seré lo suficientemente fuerte como para lidiar con la
pérdida que me pueda traer.
Me estoy enamorando de un hombre que me llama ángel y él mismo
se llama monstruo. No tiene ni idea de que lo contrario es lo cierto.
Espero que nunca lo sepa.
Me miro en el espejo y suspiro.
—Hoy no eres Lo. Hoy te fortaleciste. Hoy, conseguirás respuestas
para que, tal vez mañana, esto pueda terminar para ti y para ellos.
Soy Hi. Tengo que serlo. Necesito la fuerza que siento cuando
pretendo ser ella.
Me siento en el auto, sintiéndome más fuerte. Tengo puesta mi
peluca, mis gafas oscuras, y estoy lista. Abro mi bolso y veo el arma y sé
por qué. Hoy estoy armada. Si me encuentran o si vienen tras de mí, no
estaré vulnerable.
Miro el espejo retrovisor y asiento hacia mí. Tengo puesta mi
armadura.
—Hoy, soy Hi.
Adrian, Charlotte y Waters son mis principales sospechosos. Waters
se ha convertido en el que más creo capaz. Obviamente tiene oscuridad
debido a que lo seguí hasta The Lion’s Den. No confío en Charlotte, pero la
escena del crimen fue horrible, y tengo que preguntarme: ¿Esa mujer es
capaz de tales cosas? Adrian es superficial. Su horario no cambió mucho.
No hizo nada fuera de lo común como Waters.
Hoy, sigo a Adrian a un café en el paseo marítimo. Me siento y
espero.
Debería decir que se joda. Sólo debería hacer lo que hicieron: Tomar
tres vidas. Ojo por ojo.
Paso mi mano sobre mi rostro y sacudo la cabeza tratando de
deshacerme del odio, del odio extremo que siento dentro por estas
personas a las que quiero matar, por todos, cuando no sé quién realmente
lo hizo.
Dios, es tan confuso ahora. Jason ve a las dos, me muestra quién
soy, me elige a mí, ahora este juego tiene que hacerse más duro. La uso
por su fuerza, me vuelvo ella, tomo su personalidad, en cada situación en
la que quiero esconderme.
Cuando la policía me interrogó, a ella, sobre quién pudo haber
matado a mi familia, no pude pensar en una sola persona. Éramos una
familia normal, una familia feliz. Mi padre disfrutaba de su trabajo, pero

151
no lo vivía. Lo mismo sucedía con mi madre. Yo. . . ella se sentía
indefensa.
Mientras estaba en la universidad, Lo hizo un cuaderno y anotó cada
posibilidad. Mis padres no fueron cercanos a sus familias, pero cuando se
involucraron los medios de comunicación social, los mensajes y los tweets
hicieron evidente que nadie en nuestra familia estaba en algún lugar cerca
de Detroit ese día. No lo habían estado en años.
La última vez que la hermana de papá nos visitó, le pidió dinero
prestado. Escuché que él le dijo a mamá que sabía que no le pagaría ni
que se lo regresaría, y que estaba bien, porque como dijo, nuestra familia
era más que suficiente para él.
Mamá era hija única, y sus padres habían estado viajando por el país
desde que se retiraron. Mi tragedia familiar los trajo a casa el tiempo
suficiente para ofrecerle. . . a Lo la oportunidad de viajar con ellos y
asistir al funeral. Fue muy duro para ellos. Nos querían. Cuando se
fueron, llamaron cada semana, luego cada mes, ahora sólo lo hacían en
cumpleaños y días festivos. Es triste, pero deben seguir adelante.
Todos deberían hacerlo.
Dos años después de su muerte, Lo recordó haber escuchado a sus
padres hablando de una discusión con el ayuntamiento acerca de un error
en la contabilidad. Papá estaba enojado de que estuvieran revisándolo.
Dijo algo alrededor de trescientos mil dólares. Mamá le dijo que había
hecho su trabajo, y que dependía de ellos tomar medidas. También le dijo
que quería que no hiciera olas debido a que su jubilación estaba en el
horizonte, y no podía esperar a que se retiraran y fueran hacia el este, más
cerca de sus padres.
Me pongo mis guantes, tirando de ellos hacia abajo y doblando los
dedos dentro para un mejor ajuste. Luego saco la pistola “Glock” de mi
bolsa y la sostengo en mi mano. No pienso en las repercusiones para
Jason. Sólo pienso en una solución para mi pasado. Entre más tiempo
pasa, más necesidad tengo de un cierre. La desesperación es una emoción
fuerte. Su pesado acero parece grande en mi mano. Es grande, pero por
la forma en que me dijo —a ella— que la sostuviera, sé que puedo
manejarla.
Soy fuerte.
Veo dos autos llegar uno detrás del otro. Los reconozco
inmediatamente. Charlotte y Waters.
Lo sabía; siento una oleada de emoción. De orgullo quizás. El hecho
de que estos tres se reúnan fuera de la oficina es altamente sospechoso.

152
—Suficientemente bueno —digo en voz alta y miro hacia el arma—.
Es hora de acabar con esto.
La puerta lateral del pasajero se abre, y sostengo el arma hacia
arriba, apuntado a quien sea que venga por mí.
Cuando veo unos ojos verdes, enojados, mi mano tiembla.
—¡No lo hagas! —grito.
Él se estira y arrebata la pistola de mis temblorosas manos.
—¿Qué diablos estás haciendo?
Me aparto de sus enfurecidos ojos, incapaz de responderle.
—Lo, te hice una maldita pregunta.
—¡Hi! Hi, no Lo.
—Como la mierda que lo eres —encaja antes de que salga del auto,
vaya alrededor de él, abra mi puerta, y se incline dentro—. Muévete.
No me muevo.
—¡Ahora!
Me arrastro por la consola al asiento del pasajero, y él se mete en el
lado del conductor y ajusta el asiento. Luego arranca el auto y se lanza al
camino.
Tan pronto como los neumáticos golpean la carretera, su cabeza se
mueve y me grita:
—¡Tienes algunas explicaciones que dar!
No digo una palabra.
—No estoy jodiendo, Lo. Te di todo anoche. Te di todo lo que tenía y
ni siquiera me puedes decir una palabra.
—¡Hi! ¡No Lo! —grito, luego subo mis rodillas a mi pecho, enterrando
mi rostro en ellas.
—¡No! —Golpea el puño en el tablero—. ¡Ella está muerta, maldita
sea! Está muerta, Lo. Tú estás aquí. Estás aquí, ¡y necesito que me
cuentes lo que la mierda está pasando así podré ayudarte!
Cuando no digo nada en respuesta, me deja en paz. Sé que soy
irracional pero no puedo decírselo porque no estoy segura.
—Mi jodido auto está en la orilla del río en ese pequeño café. ¿Lo
recogerías por mí? —Supongo que está hablando en su teléfono, pero no
miro. Entonces no dice nada.
Cuando era pequeña y tenía miedo, mantenía los ojos cerrados,
volviéndome invisible para el mundo. Lo hacía cuando también estaba en
153
problemas por algo. Es una mierda saber que no soy invisible. Es una
mierda saber que de nuevo lo decepcioné, lo hice enojar. Tan jodido como
es todo esto, sin embargo, quiero que crea que soy Heidi. Desearía que lo
creyera como lo hago yo misma.
Miro hacia arriba cuando se detiene. Estamos en su edificio de
apartamentos.
En casa, pienso y mi corazón me duele.
—No puedes estacionarte aquí. Simplemente no puedes.
—Mierda que no puedo —sisea.
Empiezo a abrir la puerta, pero él me agarra.
—Juro por Dios que estás presionándome, Lo. Estás jodidamente
presionándome a propósito.
—¡No puedo dejar que nadie vea este auto! No puedo hacerlo, o no
estaré a salvo. ¡No estaré segura! —Uso ese auto cuando soy Hi.
—Jesucristo —sisea, poniendo el auto de vuelta en la unidad y
entrando en el edificio—. ¿Dónde mierda está tu auto, Lo, y qué demonios
hiciste?
—En el mismo lugar donde estaba cuando me seguiste la noche que
me salvaste —susurro.
Ahora lloro por él y lo que estoy haciéndole.
Sostiene mi bolso en una mano y mi mano en la otra mientras
caminamos fuera del ascensor, sin intercambiar palabras desde que
dejamos el auto y conseguimos el mío. Tira de mí detrás de él y abre la
puerta.
Tan pronto como estoy dentro, miro abajo y veo tanto a Boots como a
Socks caminando hacia mí. Caigo de rodillas y los acaricio. Socks
ronronea más fuerte. Lo recojo y lo abrazo apretado.
Se está poniendo cómodo aquí. Es feliz aquí, y sé que pronto no seré
bienvenida.
Jason abre la nevera y agarra una cerveza. Miro la hora. Son las
nueve de la mañana.
—Llegarás tarde al trabajo —susurro mientras camino junto a la
pared con ventanas y pongo a Socks al lado de su tubo para rasguñar.
Él se ríe un poco.
—Me reporté enfermo para no ir a trabajar hoy. Quería pasar tiempo
contigo. —Oigo la botella golpear el mostrador—. Aparentemente, ya
tenías malditos planes.

154
—Si me lo hubieras dicho, me habría quedado —le digo
honestamente.
—Oh no. Quería sorprenderte. Fui al gimnasio y regresé a casa a un
lugar vacío de mierda y sin ninguna nota. No contestaste tu maldito
teléfono, entonces ¿sabes lo que hice, Lo?
Niego.
—Fui al mismo maldito lugar donde te seguí ayer, tratando de
averiguar qué en el infierno estás haciendo. Estaba listo para volver aquí
ayer y penetrarte bien, pero ¿dónde estabas?
Cuelgo la cabeza.
—¡Estabas fuera acechando a miembros del consejo de la ciudad!
Levanto la vista rápidamente y frunzo el ceño.
—Pensé que era Waters. Pensé que mi Lo… —se pega duro en el
pecho—… mi Lo podría tener una cosa por ese idiota, porque siguió su
trasero a The Lion's Den dos veces. Pero enterré esa idea porque, cuando
te vi seguir a la casa de Adrian, supe que no había forma en el infierno que
desearas ese pene cuando tienes mi pene. Entonces Charlotte; sabía muy
bien que no eras el tipo que come coños cuando te gusta el pene. Más
específicamente, ¡mi pene!
—Me encanta. Sí, lo sé. —Doy un paso hacia él, y lanza su mano
hacia arriba.
—No, Lo. De ninguna manera esto terminará en la cama. Vas a
decirme qué demonios está pasando en tu cabeza, o no tendrás ni mi pene,
ni mi lengua, ni mi. . . —Cierra la mandíbula, cierra los ojos y sacude la
cabeza. Después de lo que se siente como una eternidad, abre los ojos.
Toda ira se ha ido, y veo dolor.
—Te di todo anoche y tú no me das nada.
—Jason, no puedo —susurro—. No quiero estar en ninguna parte
excepto aquí, pero no puedo decirte nada. Me protegiste contra tus
demonios. También te estoy protegiendo, ¿de acuerdo?
Sus ojos cambian, se enojan.
—¡No necesito tu puta protección! —grita—. Necesito tu honestidad.
Necesito que me dejes ser el hombre de puta que quiero ser para ti, o
contigo, Lo, necesito irme, porque no puedo dejar que esto se vuelva feo.
No lo dejaré ponerse feo, no contigo. ¡Jamás!Quieres esconder cosas de mí
que me hacen sentir débil cuando todo lo que quiero es que te sientas
fuerte. Tan buena como es tu coño, tanto como te deseo, te anhelo,
quieres esconderte. Necesitas irte.

155
El pánico me golpea, y pongo mi mano sobre mi rostro. No puedo
aguantar más. No puedo alejarme de la cosa que me hace más feliz.
—Ella los va a matar. Va a matarlos y a hacerlos pagar por lo que
hicieron. Heidi merece retribución.
Lágrimas caen y silenciosos llantos se vuelven profundos, haciendo
temblar mi cuerpo.
En menos de lo que se necesita empezar, siento sus brazos alrededor
de mí, levantándome, llevándome, y susurrando:
—Sh… —Contra mi oído.
—No puedo quedarme aquí —grito en voz alta—. No lo dejaré, Jason.
No voy a volver hasta terminar lo que comencé, y no quiero que estés
involucrado.
—Lo, tomar mi arma me involucró. Si les hubieras disparado, habría
sido arrestado.
Suena molesto conmigo, asumiendo que no sabía que el arma lo
ataría.
—Estabas en el trabajo. Tenías una coartada.
—No, no estaba en el trabajo, y a los chicos en el gimnasio no les
importan mucho los policías. Habría sido el sospechoso número uno —
dice—. Y tú vives aquí, tienes acceso a mi pieza, por lo que también lo
habrías sido.
Miro hacia arriba cuando se sienta, sosteniéndome en su regazo.
—No me importa si voy a la cárcel. Estaría orgullosa de haber
vengado la muerte de mi familia.
—Eso no funcionaría para mí, ángel. —Se encoge de hombros, y veo
dolor en sus ojos otra vez—. No quiero estar sin ti. Nos quiero. Te deseo;
y me quiero; y quiero una existencia pacífica de mierda.
—También quiero eso. Lo hago, pero cómo puedo encontrar la
verdadera paz cuando sé. . . —Me detengo y limpio las lágrimas de mi ojo
izquierdo mientras frota el pulgar bajo mi ojo derecho—. No fue sólo una
invasión casera al azar. Hay más. Sé que lo hay, y tengo pruebas.
—¿Por qué no has ido a la policía?
—Porque Ryan no me creyó, lo dejé, y después supe que no podría
hacerlo más. Intenté ir a la policía. Dijeron que era un caso cerrado. Que
era débil y lo dejé. Nadie creyó en mí o en mis sospechas.
—Te creo.
Asombrada, tiro mis brazos hacia él abrazándolo tan fuerte que
temo hacerle daño, pero luego sus ruidos me dicen lo contrario.
156
—Gracias.
Su cuerpo tiembla mientras me abraza también igual de firme. Luego
suspira y se aleja. No estoy lista para dejarlo ir, así que lo aferro más
fuerte.
Él se agacha y separa mis manos empujándome hacia atrás.
—Necesito que te sientes.
Cuando nuestros ojos se encuentran, la emoción que sentí en su
abrazo no se comparte con sus ojos. Está enojado otra vez.
—Lo estoy —le digo nerviosamente.
Él me levanta por las caderas y me deja en la cama. Luego se levanta
y comienza a caminar. Lo hace por suficiente tiempo que sé. . . sé que
esto es demasiado para él. Sé lo que sucederá después.
Deja de caminar y se vuelve hacia mí.
—Te creo, Lo. Lo hago. Pero no puedo hacer esto.
—Jason, por favor —le ruego.
—No puedo pensar en ninguna manera de hacer esto aparte de
demandar que vayas a la policía. Tu y yo no somos buenos juntos.
—Lo somos —mascullo.
—No confías en mí lo suficiente para decirme qué demonios está
pasando y no confío en ti en absoluto después de esta mierda.
Me cubro el rostro y sollozo en silencio.
—No quería que te metieras en problemas.
—¡Esa no es tu puta opción!
Levanto la mirada.
—¡Sí lo es! ¡Es la única manera de protegerte!
—No tienes idea de lo que estás haciendo, con quién estás jugando.
—He estado vigilándolos, en línea, en artículos periodísticos y en las
noticias por años. Ahora he estado siguiéndolos durante tres meses.
—Y, aun así, no has estrechado el círculo. —Niega—. Sólo ibas a
qué, ¿matar a tres personas?
—Sí. —Asiento con rabia—. Sí y entonces podrían descansar
pacíficamente. Entonces no sentiría que debería estar muerta también.
Entonces sería libre para abrazar todo lo que me haces sentir. Todas las
cosas buenas, Jason.
Él suspira mientras se acerca a mí.

157
—Sólo quiero poder estar contigo y ser feliz sin… —estrangulo un
sollozo—… decepcionarte.
Se arrodilla delante de mí y mira hacia arriba.
—Estás haciendo esto tan duro.
—Vas a pedirme que me vaya, ¿no es cierto? —susurro.
—Te voy a hacer prometerme, sin esconderte detrás de la mierda de
ser ella, que dejes que tu hombre haga en lo que tu hombre es el mejor:
Cuidar de ti. Puedo maldita sea prometerte que nadie lo podrá hacer
mejor. Nadie.
Él diciendo “tu hombre” enfatizándola no una sino dos veces, me hace
sonreír a través de mis lágrimas.
—Pero si no puedes prometérmelo, Lo, entonces sí, voy a tener que
pedirte que te vayas porque no puedo estar en la posición de estar tan
enojado contigo que quiera pegarte con mis puños. Si alguna vez toco un
cabello de tu cabeza, no me permitiré otra respiración.
Me encojo de hombros y niego.
—Si pudiera dejarlo, lo haría.
—Les hiciste una promesa; lo entiendo. Justicia. Lo entiendo, Lo.
Tu palabra es oro, ¿verdad?
Asiento.
—Entonces dámela o mantenla, levántate y sal por la puerta. —Se
levanta y retrocede—. Si te vas, entenderé que estás matando las
posibilidades de dos personas a una vida que ninguno conoció antes y
nunca conocerán de nuevo.
—Lo prometo —digo en voz baja.
—No puedo oírte, ángel —dice, permitiendo que su emoción fluya
hacia sus palabras.
Me levanto y camino hacia él. Mis dedos de los pies tocan los suyos,
miro hacia sus ojos.
—Te lo prometo.
—Gracias a Dios. —Envuelve sus brazos alrededor de mí con
seguridad, protectora, y posesivamente—. Gracias a Dios.
Nos abrazamos durante mucho tiempo hasta que nos interrumpen
dos gatos maullando.
Jason retrocede y levanta mi barbilla.
—Te prometo que lo averiguarás.

158
—¿Cómo?
—Ángel, tengo su vida laboral en las yemas de mis dedos. Puedo ver
cuándo viajaron, dónde comieron, diablos, probablemente puedo averiguar
cuándo tuvieron sexo. —Me guiña un ojo—. Odio mi jodido trabajo, pero
ahora mismo, me encanta. Proceso de eliminación, Lo. No hay necesidad
de matar a tres si sólo uno lo hizo.
Mis ojos se ensanchan.
—No puedes matarlos.
—Una persona está programada para el cielo, la otra para el infierno.
Nada puede cambiar eso. Así que sí, puedo hacerlo, y si eso es lo que mi
ángel necesita para seguir haciéndome feliz y permitiéndome hacer lo
mismo, eso es exactamente lo que haré.
—Jason —susurro y miro hacia abajo.
—¿No lo ves, Lo? Significas mucho para mí.
—Prométeme que no lo harás.
—Te prometo, si eso es lo que necesita hacerse, me aseguraré de que
lo sepas antes de ir a tus espaldas y hacerlo. Si uno de ellos necesita
morir, me aseguraré de que lo sepas antes de hacerlo.
—¿Y si te pido que no lo hagas? ¿Si te digo que necesito ser la que lo
haga?
—Cruzaremos ese puente cuando lleguemos allí. Pero, Lo, estamos
juntos en esto y en todas las otras malditas cosas que hagamos excepto
trabajar. ¿Entiendes?
—Entonces lo mismo vale para mí. —Levanto la mirada—. Si vas a
tomarte el día libre y a correr al gimnasio…
Se ríe con todo su cuerpo, y es el sonido más hermoso que mis oídos
han escuchado.
—¿Estás celosa del gimnasio, ángel?
—Tal vez lo esté —digo, fingiendo estar molesta.
—Bien, puedes empezar a ir conmigo.
—¿Sí? —pregunto, tratando de no sonreír.
—Diablos, sí —responde sonriendo.

159
22
Jason
L
levar a Lo al gimnasio es una de las peores ideas que he tenido.
Mi concentración es una mierda. La observo en la elíptica o en
la caminadora, y mi pene se contrae. La veo golpear la bolsa, y
quiero enterrarme en ella por detrás. La miro saltar la cuerda, con sus
senos rebotando arriba y abajo, y todo lo que imagino es a ella cabalgando
mi pene. Los necesito en mis manos.
La veo mirarme mientras la estoy viendo fijamente cuando me ejercito
con Brock. El jodido me da un golpe en el lado izquierdo y abajo, y estoy
enojado.
—Tienes que concentrarte, tonto. O haces eso o no vas a estar listo
para la pelea en diez días.
Una risa se me escapa mientras me levanto y rápidamente lo
contrarresto. Cae de nuevo en las cuerdas, y me río.
—No tienes que preocuparte por mí en una pelea.
Él se sacude y se empuja hacia fuera de las cuerdas. Entonces estoy
todo concentrado yfurioso.
Mi respuesta de pelear-o-huir ha sido entrenada durante años. Tomó
mucho tiempo acostumbrarme a golpear inmediatamente también, pero es
como una segunda naturaleza para mí ahora. Le enseñé a mi padre esa
lección cuando cumplí dieciséis años, y luego salí por la maldita puerta.
Viví y respiré el gimnasio después de eso, y corté todos los lazos con el
bastardo. Pero luego vino a recogerme, usando a mi madre como excusa
para llevarme de vuelta. Ella estaba enferma, me mintió. Le compré el
gancho, la línea, y el plomo.
Enferma mi trasero. Ella no era diferente de antes; solo que ahora mi
pulido trasero sabía cómo se veía una abridora de píldoras, alcohólica,
drogadicta cuando no era bañada, mimada, y vestida con prendas de
diseñador. Una semana en la calle fue todo lo que me tomó abrir los ojos a
sus asuntos. Una excusa sin valor para una madre.

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Después de salir de su habitación, bajé las escaleras, y allí estaba mi
padre, Waters, y un par de otros empresarios. Los dos que no conocía
sostuvieron mis brazos atrás mientras Waters se sentaba, bebía whisky, y
se veía como mi padre. Procedió a golpearme como la mierda por haberme
ido.
Aprendí una lección ese día. Mi padre no es la única pieza de mierda
allí afuera. El mundo está lleno de ellos. Para vencerlos, tienes que
convertirte en ellos, y lo hice.
—¡Aléjate, hombre! —La voz de Brock retumba, regresándome al
presente.
—Mierda. —Doy un paso atrás, viendo sangre salir de su nariz—. Mi
error.
Él rueda los ojos.
—Debería haberlo sabido mejor. Descanso.
Asiento y luego desvío la vista. Ella está mirándome. Me vio perder el
control. ¡Mierda!
Suspira y camina hacia mí. La chica debería estar corriendo en la
otra dirección, sin embargo, está caminando hacia mí.
Salgo del ring, y me da una toalla.
—¿Estás bien?
Niego, pero digo:
—Sí.
—¿En qué estabas pensando?—pregunta suavemente.
No puedo contestar.
Toma mi mano.
—Entiendo que es difícil hablar de todo, pero ¿recuerdas nuestra
promesa?
—Por supuesto que sí. —Me siento en el banco y la bajo a mi
regazo—. Él ha estado llamando, dejando mensajes, me molesta.
Entonces Brock el idiota me da un puñetazo.
—Hombre estúpido —susurra, tomando la toalla y frotándola en mi
cabeza empapada de sudor.
—Brock es un buen tipo, ángel. Perdí el control. Debería asustarte
como el infierno. —Cierro los ojos.
—Yo nunca te hubiera golpeado—susurra, y abro los ojos. Ella sonríe
y puedo estar un poco loco, pero no soy estúpido.

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Me levanto y pongo los pies en el piso. Entonces tomo su mano y
camino rápidamente al vestuario, cerrando la puerta detrás de mí.
—¿Qué estás haciendo?
—Necesito estar dentro de ti —le contesto, volviéndola para que quede
enfrente de mí, entonces camino de espaldas hacia la hilera de armarios.
—Hay gente —susurra mientras su espalda golpea la madera oscura
de la puerta.
—Y estás tú… —engancho la cintura de sus shorts con mis pulgares
y tiro de ellos—…y yo.
Caigo de rodillas y ella ve hacia abajo.
—No puedes.
—Pensé que no eras una chica estúpida—le contesto, lamiéndome los
labios.
—He estado sudando. —Jadea mientras me inclino y lamo el exterior
de su coño—. Jason…
—Hueles muy bien: Toda mujer, toda Lo, toda mía. —Levanto su
rodilla y le saco un pie de sus shorts, después el otro y los arrojo sobre mi
hombro.
—Oh, Dios —grita mientras le empujo las caderas hacia mí y entierro
mi rostro duro en ella—. Jason.
La lamo duro, de la manera que le gusta, separando esos labios
suaves, difusos. Froto mi nariz por su abertura, y sus manos van a mi
cabello húmedo mientras grita.
Excitado por sus ruidos, le agarro las caderas y empujo mi lengua
profundamente dentro de ella. Siento sus suaves, húmedas paredes de
terciopelo tensarse alrededor de mi lengua, y la penetro más rápido con
ella. Su cuerpo se tensa. La necesito más cerca. Me echo hacia atrás y
jadeo:
—Sostente de los malditos armarios y no te sueltes.
Tan pronto como obedece, le levanto la otra pierna y la empujo contra
los armarios mientras la penetro duro con mi lengua. Ella pierde todo
control y deja caer sus manos de su agarre.
No puedo tener suficiente de ella: De su sabor, de su olor, de sus
gemidos, de sus llantos. La lamo duramente, llevando mi lengua dentro,
doblándola, degustándola yatormentándola, alabando a mi ángel dulce,
atractivo, con su coño resbaloso. Mi recompensa es cuando sus manos se
hacen puño en mi cabello, y monta mi rostro, girando las caderas,
tomando lo que le doy y rogando por más con su cuerpo.
162
—Sí, sí. Oh, Jason, sí. —Se endurece, su coño estrangula mi lengua,
y sus jugos empapan mi rostro.
La agarro para mantenerla en su sitio y a su vez para poder ponerla
en el banco. Empujo mis shorts y me meto en su tembloroso cuerpo para
poder deslizarme sobre el banco. Luego froto mi pene por su hendidura.
Ella está brillando,hinchada. Su clítoris se asoma y no puedo evitar
tocarla con mi dolorido pene.
—Por favor —suplica suavemente.
—¿Por favor, ángel?—le pregunto, tocándola de nuevo.
—Te deseo—gime.
—¿Quieres mi pene dentro de tu coño?
—Sí—gimotea.
—Dímelo —gruño.
—Quiero tu pene dentro de mí. Quiero que me penetres. Quiero tu
venida.
La restricción se fue, golpeo en ella y siseo.
—¿Quieres que me venga?
—Sí. Por supuesto que sí. Quiero todo.
—Voy a venirme tan duro por ti —digo mientras agarro sus caderas y
me deslizo arriba y abajo del banco.
Su coño se desliza hacia abajo fácilmente en mí.
—Tan jodidamente mojada.
—Para ti —grita—. Siempre por ti.
—Mierda —siseo.
Necesito estar más profundo. Quiero estar enterrado dentro de ella.
Quiero venirme tan duro en ella que su cuerpo tiemble debajo de mí.
Estoy parado, aún conectado, levantándola, y sumergido en lo
profundo, duro, rápido.
Las paredes de su coño se contraen, y mis bolas están tan apretadas
que casi me duelen.
—Voy a venirme tan duro por ti.
—Sí. Oh, por favor, Jason, por favor.
Mi pene se mueve dentro de ella mientras el líquido caliente se
dispara fuertemente, descargando todo lo que tengo. . . en ella.

163
Ella yace en nuestra cama, agotada de su entrenamiento y de los
golpes que le di en el gimnasio y luego de regreso en casa. No puedo tener
suficiente.
Estoy acostado junto a ella, igual de drenado, y empujando su cabello
fuera de su rostro.
—¿Quieres empezar de nuevo?
Veo sus muslos apretarse y no puedo evitar reír.
—¿Te gasté?
—Te daré todo lo que quieras, pero ¿me permites diez minutos de
descanso? —Su sonrisa es una dulce súplica.
Mi teléfono suena, y le hago un gesto con la cabeza cuando me estiro
a la mesita de noche y lo agarro.
Sin mirar, respondo:
—Hola.
—Dejas de evitarme o voy y le hago preguntas a esa pequeña… —hace
una pausa—… lunática con la que te estás acostando.
—No tengo ni puta idea de lo que estás hablando, padre, pero vigila tu
tono de mierda cuando…
—¡Las cartas! —grita.
—¿De qué diablos estás hablando? ¿Cuáles malditas cartas? —Miro
hacia Lo. Sus ojos son anchos.
Parece aterrorizada, y mi estómago está en nudos.
—Te lo advierto, Jason, si intentas vengarte de mí usando la pequeña
tragedia de esa perra, te encontrarás en una situación de la que no podré,
ni te ayudaré a salir.
—¿Cuáles malditas cartas?—repito, mirándola directamente.
—¡No me mientas!
—Nunca lo he hecho —le digo honestamente—. Estás ladrándole al
maldito árbol equivocado. Buenas noches. —Cuelgo el teléfono y la miro,
haciéndole la pregunta de la que ya sé la respuesta—. ¿Sabes algo sobre
las cartas?
Ella llora en mi regazo hasta dormirse después de que la calmo.
Ahora tiene miedo otra vez. Tiene miedo porque piensa que vendrán tras
nosotros. No dudo que lo hagan, perono pueden llegar hasta ella aquí. Lo
164
sé. Se lo he explicado, y pienso que lo cree. Independientemente,
mañana, Brock estará fuera de este edificio mientras estoy en el trabajo,
en busca de respuestas.
Quiero arrancarme el cabello.
Al parecer, unos pocos miembros del consejo de la ciudad recibieron
la misma jodida carta.
Mientras recorro internet para encontrar cualquier cosa que pueda
sobre las tres personas que Lo piensa pueden haber matado a su familia,
tengo un ángel en mi regazo, una tableta en mi mano, y dos gatos en mis
pies. Las mujeres son un dolor en el trasero.
Tres de los seis ya han sido descartados. En cuanto a los tres
últimos, bueno, tengo serias dudas sobre Adrian. Charlotte podría ser,
pero la mujer nunca tuvo un cabello fuera de su lugar; por lo tanto, no la
veo dejando una escena del crimen como la que hubo esa noche en casa de
los Bosch.
Ahora Waters es una historia totalmente diferente. He conocido al
hombre mi vida entera. Es tanto un hijo de perra como mi propio padre.
Es capaz de matar sin dudar.
Entonces otra vez, yo también.
Ella todavía duerme cuando me levanto para ir al trabajo. El trabajo
llega temprano. No hay gimnasio hoy. Tengo que actuar rápido para
obtener cualquier información que pueda antes de que empiecen a cubrir
sus traseros.
Esas cartas obviamente los tienen a todos en el borde si llamaron a
mi padre. ¿Qué saben? ¿Qué están cubriendo?
Mi mente y mi cuerpo se aprietan. Parece que no puedo llegar a la
parte inferior de este asunto. Seguro que faltan fondos, pero no puedo
encontrar la pista en papel adjuntada a alguna persona con el dinero
todavía.
Puedo descartar a Adrian y la implicación de Charlotte. Ambos
estuvieron fuera de la ciudad y eso les da una coartada sólida. Es un viaje
documentado, con recibos, y si miro profundamente, sé que
probablemente podría encontrar más. Pero no tengo tiempo.
Waters, por el contrario, no tiene nada diciendo que estuvo en la
ciudad o fuera. Lo que sí logro sacar me da un plan de seguro parcial
contra represalias mientras cavo más. Miro las finanzas de hace más de
cinco años, tratando de encontrar en lo que estaba metido el padre de Lo y
con lo que pudo haber tropezado. Al final, no puedo probar el asesinato,
pero puedo descargar un año de valor de su trabajo en un drive. Gracias a

165
mi tiempo de alojamiento con un hacker en la universidad, puedo hacer
eso sin dejar rastro.

Cuando entro en el apartamento después, ella está de pie en el


mostrador. Fuerza una sonrisa, pero luego su labio se tuerce.
Sostengo el pulgar y le doy una sonrisa tranquilizadora.
—Las cosas van a estar bien. Dos de los tres estaban fuera de la
ciudad. No estoy diciendo que no sean culpables dealgo, pero sus manos
están limpias en esto.
Ella se acerca y me abraza alrededor de la cintura.
—Lo siento mucho.
—Ángel, siento que hayas atravesado lo que hiciste. Lo siento mucho,
pero déjame preguntarte algo. —Levantando su barbilla le digo—: ¿Te
sentiste segura hoy?
—Sí, lo hice. Pero estaba aterrorizada por ti. Te puse en peligro.
Nunca quise…
—Te sentiste segura hoy en mi casa, en nuestra casa. —Me alejo y
miro hacia ella—. Te tengo segura, ángel. Estamos bien. Nada va a
suceder. Eso casi está garantizado.
Con ambas de nuestras mentes en intentar averiguar este caso sin
resolver, ninguno dice mucho o come mucho durante la cena. Cuando
llega la hora de acostarse, la sostengo mientras duerme. No puedo
quitarme la sensación de que mi padre y elresto de ellos están más
preocupados por el maldito rastro de papel que por tener cargos de
asesinato. Eso debería hacerme sentir muy bien, pero no lo hace.
Si no son culpables de esto, si puedo probar que no tuvieron mierda
que hacer en esto, mi chica, mi ángel, estará mirando por encima de su
hombro para siempre. Nunca será libre ni estará completa.
Mi pecho se contrae al pensarlo. Miro hacia abajo y le beso la cabeza.
Me tiene a mí, sin embargo. Seré su protección, y con mucho gusto la
tomaré como es. . . más que con mucho gusto.

166
23
Lo
E
s el fin de semana, y Jason está dormido a mi lado. Lo
observo. Ha estado revise y revise el trabajo de mi papá, y sabe
ahora que hay una discrepancia, pero no sabe cómo llegó a tal
masacre brutal.
Se ha obsesionado. Entre el trabajo y mis problemas, la única vez que
no está dentro de su cabeza es cuando está dentro de mí. Me siento inútil
a menos que esté bajo él. A la chica egoísta en mí le encanta.
Voy a trabajar, sabiendo que la camioneta Chevy negra que me sigue
es su amigo del gimnasio. Sé que es su manera de asegurarse de saber
que llegué allí, y ese tipo de protección significa todo para mí.
—¿En qué estás pensando?—pregunta en un susurro cansado.
Sin pensar, respondo.
—Que debería irme para que no estés tan estresado.
Él se sienta, ahora despierto y enojado.
—¿De verdad crees que eso ayudaría?
Antes de que pueda responder, estoy sobre mi espalda, y está
besándome sacando la vida de mí. No puedo respirar, pero no quiero que
se detenga. Podría morir así, y sería feliz.
Se aleja, jadeando, sus ojos verdes en llamas.
—¿No he probado todos los días que te quiero aquí?
—Sí, pero…
—¿No te he mostrado cuánto te deseo, te necesito?
—Sí, pero…
—Pero nada.
Me cubre. Entonces lo siento empujar y levantar mi camisón y bajar
mis bragas. Se agarra a sí mismo y se empuja casi viciosamente dentro de
mí mientras grita mi nombre entonces tira hacia atrás. Empuja, retrocede,
empuja. . .

167
—Te marchas, y te encontraré.
Mi cuerpo tiembla. No está solamente penetrándome. Está alejando
mis inseguridades.
—¡Te amo!—grito.
Se congela. Sus ojos muestran emoción-dolor, creo. No responde.
Cierra los ojos y me penetra hasta llegar al orgasmo, con hermoso orgasmo
tras orgasmo. Luego se viene con un rugido, su pesado, grueso pene se
contrae violentamente dentro de mí, pero no se detiene. Continúa
penetrándome.
Miro a través de mis medio cerrados ojos mientras me ve. Su cuerpo,
oh, Dios, su cuerpo, es glorioso. Sus músculos se doblan mientras me
trabaja y suelta otro lanzamiento.
Luego cae encima de mí, jadeando, su pecho sube y baja contra el
mío. Mueve la cabezaabajo y frota su rastrojo a través de mis apretados
pezones, y luego lo siento crecer dentro de mí otra vez.
Se empuja hacia arriba en sus brazos, y esta vez, lentamente se aleja
más. Luego dobla la cabeza y besa mi mejilla, mi oreja.
—Si eso es verdad… —Jadea—. Si lo que dijiste es verdad…—sale
hasta que su cabeza gruesa y ancha es la única parte dentro de mi crudo,
dolorido coño—… entonces será mejor nunca huyas de mí, Lo. Y será
mejor que nunca pienses que eres una carga. —Explota en mí—.
¿Juntos?
—Sí —digo mientras lágrimas bajan por mis mejillas—. ¡Sí!
Lenta, perezosamente, sale.
Tomo mis pechos, y gime.
—Mierda.
Su ritmo se acelera, y luego se cae a pedazos. Me besa, se retira, y
sale de la cama.
—No te muevas.
—No creo poder hacerlo—susurro.
Sonríe. Es una pequeña pero muy orgullosa sonrisa.
—Perfecto.
Oigo el agua correr en la ducha, y tanto como me gusta nuestra
perezosa mañana de ducharnos juntos, no puedo moverme. Así que cierro
los ojos y dejo que el agotamiento y la seguridad de saber que me quiere
aquí tanto como quiero estar me lleven de vuelta a dormir.

168
Me despierto con el olor a tocino y la sensación de adherencia entre
mis piernas. Me obligo a mirar el reloj. Es casi mediodía. Nunca duermo
tan tarde, pero tampoco nunca tuve sexo como esta mañana.
En la ducha, pienso en el hecho de que admití que lo amo. No me
dijo lo mismo, lo cual debería preocuparme, pero no lo hace. Me lo
demuestra todos los días. Sólo espero que nunca se sienta como si
estuviera tomando más de lo que le estoy dando o algún día pueda dar.
Lo amo. Lo amo locamente. Nunca en mi vida he o había podido
sentirme más segura que con él.
Salgo de la ducha y agarro la bata blanca que trajo a casa para mí.
Es rosa y en la parte posterior, dice Cobra. Es lo primero que un hombre
ha comprado para mí.
Sonrío mientras me seco el cabello y luego río mientras salgo. Me
encuentro con ojos fríos.
—Buenos días.
Sostiene mi teléfono.
—¿Qué es esto?
Me encojo de hombros, sin tener idea de lo que está hablando.
—Mensajes de Ryan Bennett, preguntando por qué lo bloqueaste.
—Me estaba enviando muchos mensajes, preguntando cuándo volveré
a casa… —me encojo de hombros—… así que le dije que estaba en casa.
Me envió unos pocos más, y lo bloqueé.
Deja escapar una respiración profunda.
—¿Y decidiste no decírmelo porque. . . ?
—Porque tenemos suficiente entre nosotros, y no lo necesitamos
agregándose a todo, Jason. Lo bloqueé. No tengo ni idea de cómo volvió a
enviarme mensajes.
—Me ocuparé de él.
Sacudo la cabeza.
—No.
—¿Disculpa?—Sus ojos se encienden, y no puedo evitar reírme—.
¿Dije algo gracioso?
—No, sí, ¿tal vez?—Suspiro—. Él absolutamente presentaría cargos si
haces algo, Jason. —Miro hacia abajo. La siguiente parte la susurro,
169
parcialmente porque no regresó mis sentimientos de antes—. No creo que
pudiera manejar la vida sin ti.
Miro hacia arriba para ver su pecho visiblemente expandido mientras
toma un aliento.
—Jesús. Ven acá.
En sus brazos, estoy de acuerdo en bloquear sus llamadas, pero sobre
cualquier mensaje que envíe Ryan, quiere no sólo saberlo, sino que quiere
verlos. Le hago prometer hacer lo mismo con Missy.
Él me mira y trata de no sonreír.
—Ha llamado dos veces. ¿Eso te pone celosa?
Hago mueca.
—Mucho.
—Hmm…—Tira de mi cabeza a su pecho, y juro que se está riendo
entre dientes.
—No es gracioso.
—Lo siento, ángel, pero realmente se siente muy bien. —Retrocede y
mira hacia abajo—. Estoy jodido.
—Entonces somos perfectos juntos.
—Maldita sea, que lo somos.

Comemos el almuerzo, y luego voy al dormitorio para cambiar las


sábanas. Él sonríe cuando me ve haciéndolo, y me río. Me hace sentir así:
feliz.
—Lo, estas cajas han estado apiladas en la sala por un rato. —Las
señala cuando regreso.
—¿Qué hay en ellas?
—Cosas de la habitación de tu hermana: Algunos álbumes de fotos,
algunas joyas, y un diario que encontré debajo de su colchón. También
hay cosas de tu habitación en ese sótano. No todas las bragas de abuela
sobrevivieron.
Siento que mi rostro se vuelve rojo, y ríe.
—Estoy bromeando. Ninguna mujer nunca se vio más atractiva en
calzoncillos, Lo.

170
No digo nada porque estoy seriamente preocupada por mi armario
ahora.
—¿Lo?
—Necesito ir de compras —declaro—. Ordené todo y sé que
probablemente no es a lo que solías estar acostumbrado, y yo…
—Ve más despacio, Lo. Estaba bromeando. Siendo honesto, desnuda
es suficiente para mí. Asegúrate de siempre estar desnuda para mí.
—Quiero ir de compras —repito.
—Entonces iremos de compras. —Asiente—. Pero entiende que voy a
hacerte probar todo.

Jason coloca cuatro bolsas en el asiento trasero del auto y luego sube.
Me mira y veo que es feliz, tan feliz.
Se inclina y agarra la parte de atrás de mi cabeza, atrayéndome hacia
él.
—No puedo creer que no me dejaras mirarte cambiar. —Luego me
besa.
—No puedo creer eso tampoco—refunfuño, estrechando los ojos.
—Eso dependía de ti. —Y agarra mi cinturón de seguridad,
poniéndolo en su lugar antes de arrancar su auto.
Me quedo callada, pensando en cuán celosa estoy de cómo fueron las
vendedoras y las compradoras con él. Es difícil perderlo. Más de un metro
noventa y cinco de alto con cabello rubio y parado; ojos verdes
penetrantes; Y una ligera sombra de barba. Mandíbula cuadrada y
cincelada. Usa negros vaqueros desgastados que cuelgan bajo en sus
caderas estrechas y una camiseta gris claro que no hace nada para ocultar
su pecho ancho, abultados bíceps, ni antebrazos musculosos.
Toma mi mano y la tira a sus labios.
—Estás en silencio.
—Es agotador —digo mientras inclino mi cabeza hacia atrás.
Él se ríe entre dientes.
—¿Las compras?
—No, ver a todas esas mujeres echarte un vistazo. —Suspiro—. No
me gusta eso.

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—¿Había mujeres en las tiendas? —pregunta, mirando por encima
hacia mí.
Pongo los ojos en blanco.
—Sí.
—Todo lo que vi fue a ti. —Sonríe—. Y la ropa interior.
—Sí, soy consciente de que viste la ropa interior. —Sonrío, señalando
detrás de nosotros a todas las bolsas llenas de ellas.
—No puedo esperar a quitarlas todas—dice con voz gutural.

Volver al trabajo no es algo que quiera hacer, pero me encanta mi


trabajo. Tengo que seguir diciéndome eso, porque en el fondo sé que es
cierto, aunque ahora no me importe.
Cada día, me enfrento a una nueva tragedia, a lo inesperado,
buscando en los ojos de alguien que acaba de tener su mundo sacudido
por lo imprevisto. Todos los días sientodolor, y cada día, no puedo esperar
a correr hacia Jason.
Estoy en la habitación de enfermeras, recolectando mis cosas para ir
a casa. Sonrío ante el pensamiento y niego.
—¿Todo bien, Lorraine? —Salto cuando oigo al Dr. Bennett detrás de
mí—. ¿Te asusté?
Me doy la vuelta y niego.
—No, sólo me sobresalté un poco. Eso es todo.
—Pareces desapegada, como si realmente no estuvieras aquí —dice
mientras se sienta.
—Estoy bien. Verdaderamente, lo estoy —respondo mientras me
pongo mi abrigo y giro—. ¿Tú cómo estás?
—Estoy preocupado por ti. —Me mira—. El hombre con el que estás
viviendo es violento, Lorraine. No puedo sentirme bien por eso. No ha
dragado los malos recuerdos. —Sus ojos me miran y baja la voz—. Sé que
es el paciente que tratamos y que no nos dio ninguna información. Lo he
sabido desde que te trajo. Vive una vida peligrosa, Lorraine.
—Entiendo tu preocupación, y realmente la aprecio, pero es un buen
hombre.
—¿Y crees eso? —dice de manera despreocupada mientras me frota y
me lleva en sentido contrario. Me confunde, hace que me sienta a la
defensiva. A pesar de eso sé que no le preocupa.
172
Dejo mi bolsa y me siento, incluso aunque sé que Jason está
esperándome y que no quiero que se preocupe.
—Me siento segura con él, protegida. —Miro abajo—. Tengo muy
fuertes sentimientos por él, sentimientos que nunca había sentido por
nadie.
Me mira, su expresión es ilegible.
—En el mejor de los casos, es inestable.
—Entiendo cómo puedes sentirte de esa manera, pero es la cosa más
estable que he tenido en años.
Se encoge de hombros.
—¿No te ayudamos lo suficiente? ¿Te fallamos en alguna forma?
—Sólo necesito seguir adelante.
Tan pronto como las palabras escapan de mis labios, el otro Dr.
Bennett entra. Ryan.
—¿Seguir adelante?—Su voz es sacudida, y me temo que su tono, su
comportamiento, delate nuestro secreto.
Me levanto y sonrío.
—Siento mucho si te sientes impresionado por eso. No es mi
intención hacerte sentir así. Por favor discúlpame. Jason me está
esperando.
Me alejo rápidamente y salgo por la puerta tan rápido como puedo.
—¡Lorraine, espera!—Oigo gritar a Ryan atrás—. Maldita sea,
necesito hablar contigo.
Oigo un rugido de motor y sé sin mirar que es el Chevy negro, las
luces iluminan eloscurecido estacionamiento.
Me detengo y me doy la vuelta. Ryan no está afectado por el motor
rugiendo.
Cuando se acerca lo suficiente, levanto la mano.
—Detente.
—¿Detener qué, exactamente? —Suena molesto.
—Llamarme. Deja de seguirme. Detente, Ryan, y sigue adelante.
Heidi querría eso.
Parece como si le hubiera dado una bofetada en el rostro.
—¿Así que eso es? ¿Ella no significa nada para ti ya? ¿Yo no significo
nada?
Niego.
173
—Eso no es cierto. Creo que debemos centrarnos en el futuro.
—¿Y él es tu futuro?—Ryan cierra los ojos y mira hacia abajo.
—Sin duda —le contesto—. Sé feliz por mí, Ryan, y encuentra la
felicidad para ti también.
Me doy vuelta y uso la llave para abrir mi vehículo. Entrando,
enciendo el auto, y salgo del estacionamiento, sabiendo que estoy segura y
esperando que este sea el final de mis enfrentamientos con Ryan.
Mientras conduzco a casa, las luces detrás de mí no me siguen de
cerca, pero las veo.
Jason Stanley, Cobra, el muchacho abusado, el hombre que cometió
horribles errores, cambió. Está cuidándome. Está asegurándose que mi
pasado sea iluminado y no esté más incapacitada debido a ello. Es mi faro,
mi luz a seguir. Mi futuro ya no es asustadizo y solitario.
No todo es cierto o sin complicaciones, pero mis sentimientos por él
no tienen duda.

174
24
Jason
M
i teléfono sonó con un texto de Brock. Era un lugar y una
hora para la pelea de esta noche. Tuve mi pelea en espera
por mi curación y luego para ayudar a Lo. Ella ha sido mi
liberación y mi atención. No he necesitado tumbar a alguien al suelo como
antes. Mi estómago se aprieta al pensar en dejarla en casa. Sin embargo,
mis propias inseguridades de perder la calma con ella me tienen
necesitando liberar a Cobra, al menos con algunos golpes esta noche. He
pasado mucho tiempo manteniéndome en control, tal vez ahora sea el
momento de soltarme y ver si realmente encontré una forma de superar mi
propio pasado.
Tener un trabajo de oficina, incluso uno que odie, me proporciona
tiempo y acceso. El papá de Lorraine tropezó no sólo con mi padre
golpeándome como la mierda cuando era más joven, sino también
descubrió numerosas redistribuciones distritales de miles en fondos de
construcción. Proyectos por los que los miembros del consejo votaron y
aprobaron y que nunca fueron completados. Los senderos mueven el
dinero a varias personas, las cuales aterrizaron en la lista de sospechosos
de Lorraine, incluido mi padre.
Teniendo toda mi documentación copiada y guardada, así como
conseguir un plan de seguro, sé que la única persona que pudo haber
matado a su familia fue Waters, posiblemente con la ayuda de mi padre.
En el interior, estoy retorcido con el conocimiento de que el hombre
que me dio la vida podría haberle quitado a Lo su familia entera. Si puedo
probar que hizo eso, juro por todo lo que he hecho bien o mal, que seré el
que haga mi propia puta justicia por mí, por Lo, por su mamá, por su
papá, y por su hermana gemela. La corrupción alimenta la corrupción.
A Waters, también. Derribaré a cada hijo de puta que le causó este
dolor uno por uno.
La cobra rey dentro de mí está lista para golpear. Siento la agitación
y la tensión en cada fibra de mi ser. Con quienquiera que pelee esta
noche, será mejor que traiga sujuego, porque estoy empeñado en destruir
a alguien o algo hoy.
175
Cuando mi celular suena, fuerzo mi mente a estabilizarse.
—Diga —respondo sin mirar el identificador de llamadas.
—Sé lo que encontraste Jason. Tenemos que reunirnos —dice mi
padre en tono bajo.
—No hay tiempo.
—Tengo que explicarte. Existe más gente que te lastimará con esa
información además de mí.
Me río.
—No necesitas hacer una mierda, papá, excepto quedarte como la
mierda lejos de mí y de Lo.
—Me debes eso.
La rabia me llena. No me detengo mientras me levanto de mi
escritorio y cierro la puerta de mi oficina.
—No te debo una maldita cosa. Será mejor que le ores a cualquier
dios, o al diablo mismo, que no encuentre la razón y la oportunidad de
destruirte. Apártate de mí y de los míos, padre, y yo haré lo mismo.
—¡No me amenaces, muchacho!
—No soy un chico, y no es una amenaza. —No le doy otro minuto de
mi tiempo antes de desconectar la llamada.
Inmediatamente, suena mi teléfono de nuevo, y de nuevo, no me
molesto en mirar la pantalla. Deslizando mi dedo para aceptar la llamada,
no quiero nada más que tirar la puta cosa.
—Hijo de puta, ¡te dije que desparecieras como la mierda!
—Jason —dice Lo mi nombre suavemente, y puedo escuchar su
preocupación.
—Lo, ¿mi padre te llamó? ¿O fue a verte? —gruño mientras tomo mis
llaves. Si llegó aella de cualquier manera, voy a joderlo ahora mismo.
—No, estaba llamando para ver si planeabas ir al gimnasio después
del trabajo o a casa. —Comienza a divagar—. Tuve un momento, y yo, eh.
. . pensé en la cena. Podría llevarla después del trabajo, lo cual sería tu
tiempo normal de gimnasio. Si vas a casa justo después tendrías que
esperar unas pocas horas hasta que termine mi turno.
—Tengo una pelea. —Trato de calmarme respirando y sosteniendo mi
voz. No quiero que se moleste en el trabajo sobre una mierda con mi
padre. Tampoco quiero decirle que tengo sospechas de él hasta que tenga
más pruebas.

176
No estaba bromeando. Si descubro que tuvo algo que ver —y quiero
decir cualquier cosa— con la muerte de su familia, lo mataré con mis
propias manos.
—Oh, um. . . ¿a qué hora?—Vacila—. Podría ir a donde quiera que
estés, bueno, es decir, si quieres que lo haga.
Estoy tan excitado. Tal vez necesita ir y verme pelear.
—Sí, te daré la información. ¿Realmente crees poder manejar esa
mierda, Lo?
Ella no duda en absoluto.
—No hay nada que no pueda enfrentar, que no pueda hacer, o que no
pueda ver mientras esté contigo. ¿Juntos?
La bestia dentro de mí se atora en esa palabra final.
—Juntos —susurro.
—Está bien, te veré allí, entonces. ¿Hay algo más que necesite saber?
—No ahora mismo, ángel. Lo prometo, cuando tengamos tiempo, lo
compartiré contigo, pero este no es el momento.
—Bien. Te veré esta noche.
Y me quedo conmocionado.
Ella dijo bien sin perder un momento. Me toma como soy en cada
giro. Nunca he tenido a alguien que esté conmigo en todo sin importar
qué.
Independientemente, una noche de pelea con mi mujer en la esquina
causa que la aprehensión me golpeé. La última mujer que introduje a mi
mundo usó todo contra mí una y otra vez. Lorraine no es Missy, sin
embargo. Finalmente tengo a una mujer en mi vida que no cae con mi
dolor.
El resto de mi día pasa conmigo amplificado por superar a la mierda
de mi oponente. Brock recogerá a Lo así que no tendrá que conducir ni
preocuparse de llegar esta noche. Quiero que sepa que está segura
conmigo, incluso si no estoy directamente a su lado. La mierda se pone
real en estas cosas, y ciertamente no es el lugar para cualquier persona.
En esta, tenemos que pelear en el sótano de un antiguo gimnasio al
otro lado de Detroit. Caminar a través de la puerta principal se siente
extraño, pero de alguna manera, no parece tan sucio como a lo que estoy
acostumbrado.
Por un momento, me dejo creer que haré algo en el sube y sube.
Nunca seré un buen hombre. Seguro que no seré un gran hombre,
pero quizá con Lo, finalmente pueda ser algo a la mitad.
177
Comienza esta noche. Ella verá el peor lado de mí, sin detenerme. Si
al final, todavía puede estar parada a mi lado, entonces podrá tomar todo
de mí.
Voy abajo donde la atmósfera inmediatamente cambia de una de
trabajo a cargada de adrenalina, una pelea en la parte de atrás como es.
Los muros de hormigón no están pintados aquí abajo como arriba, y no
hay carteles ni espejos para motivación.
Voy a la esquina que está acordonada para los opositores, soltando mi
respiración larga y dura. Mis pulmones queman mientras lucho para
inhalar y exhalar en el lugar. El aire húmedo por la falta de ventilación y
el hedor de demasiados cuerpos en un pequeño lugar me impregna la
nariz.
La energía es alta, el ruido fuerte, y el espacio está lleno. El hormigón
es frío cuando lanzo mis zapatos en mi bolsa. Me enfrento a la pared con
la cabeza cubierta por mi sudadera con capucha, rebotando sobre mis pies
para conseguir que la sangre fluya. Me doy cuenta de que tienen un
octágono establecido con una jaula de piso a techo y una alfombra
adecuada bajo nosotros.
Siento los ojos en mí y voy a la escalera para verla mirarme. Su
cabello rubio brilla una vez más como un ángel mientras desciende los
escalones hacia el fondo. Su top verde y blanco fluye libremente alrededor
de ella con su chaqueta cubierta sobre su brazo, y sus vaqueros abrazan
sus caderas. Las botas negras hasta la rodilla son jodidamente sexys.
Tengo que dejar de ponerme duro al pensar en lo que tiene debajo de
su ropa. Sólo puedo esperar que la pelea la amplifique, porque iremos a la
cama cuando lleguemos a casa, y no será para dormir.
Brock la guía, e inmediatamente tiro de ella para un descuidado beso.
Sólo me alejo cuando sé que la he besado lo suficiente para dejar sus
labios rechonchos y doloridos.
—Esto…— dice en un susurro—. Esto es…—Se muerde el labio
inferior—. No sé lo que es, pero es atractivo.
Inclinándome, le muerdo el lóbulo de la oreja.
—Estás excitada, Lo. —Paso mi mano abajo de su espalda para
apretar su trasero a través de sus vaqueros.
—¿Está tan abarrotado habitualmente? —pregunta, mirando a su
alrededor al público.
—Cada una varía. —Mantengo mis brazos apretados alrededor de
ella. Debería estar aflojando mi cuerpo, pero no puedo evitar tocarla
cuando está cerca de mí.

178
El locutor grita a través de un megáfono, consiguiendo la atención
cada uno.
—Peleando en shorts amarillos esta noche, tenemos a Alex
“Destripador” Long. Peleando en shorts verdes esta noche, tenemos a
Jason “Cobra” Stanley. Esta debe ser un gran enfrentamiento, ya que
ambos hombres son grandes luchadores y tienen el mismo record.
Con un casto beso en los labios de Lo, me alejo para tirar de mi
sudadera con capuchaantes de subir a la jaula. Alex encuentra mis ojos y
me mira. Debe saberlo mejor que burlarse de una cobra.
Golpeo el tatuaje de serpiente en el lado de mi cuello mientras
danzamos alrededor uno del otro. Un pitido suena y luego nos
enganchamos uno con el otro.
Veo a Brock con Lo en mi visión periférica, y no puedo evitar sonreír.
Mi chica, mi pelea, qué maravillosa vida de mierda. La bestia dentro de mí
está lista para soltarse.
Bajo para tomar sus piernas, pero se mueve para evitar mi alcance.
Le doy un golpe hacia fuera mientras se mueve adentro y me golpea duro y
alto. El contacto se siente bien. El dolor me lleva a la vida. Entonces
viene por mí, y retrocedo.
Veo los billetes de dólar en movimiento entre las personas fuera
delajaula.
Vuelvo a pegarle y atino un contacto bajo su ojo. De inmediato se
enrojece e inflama. Con un rápido golpe izquierdo, le pego de nuevo,
rompiendo su nariz. La sangre se derrama sobre la estera mientras se
sacude el dolor. Entonces me lanza un gancho derecho, y le da un golpe a
mi mandíbula. A medida que se mueve de nuevo, sin embargo, tomo el
espacio y le doy una patada con giro.
Lo noqueo. Se estrella contra la alfombra mientras la gente se
apresura.
La multitud está llena de abucheos y de aplausos iguales. Me
importa una mierda. Sólo hay una persona aquí de la que necesito
aprobación, y cuando mis ojos verdes se cierran sobre sus celestes azules,
veo el orgullo, el amor, y veo la felicidad.
Me empujo fuera de la jaula y voy a mi mujer. Bajando la cabeza, la
beso y no me aguanto cuando mi pene vuelve a la vida, elevando mis
shorts. Cuando me agarra tan fuerte como yo, puedo sentir su energía, y
alimenta la bestia dentro de mí.
Me giro y gruño en su oído:
—Necesito penetrarte.

179
Ella me mira con ojos entornados.
—Entonces, ¿qué estás esperando?
Le levanto un dedo a Brock y le asiento para que maneje el pago.
Entonces la tomo de la mano, agarro mi bolso y sudadera con capucha, y
camino descalzo por las escaleras y salgo por la puerta del gimnasio.
La gente me palmea los hombros al pasar, pero no me detengo. No
ralentizo hasta llegar a mi camioneta, y tengo que llegar a mi bolsa por las
llaves. Poniéndola entre yo y el auto, pongo mis labios en los suyos,
separándolos con mi lengua. Invado su boca, incapaz de tener suficiente.
Con su espalda en mi auto, lucho con el botón en sus vaqueros antes
de finalmente poder meter mi mano en supantalón. Al instante, mis dedos
están inmersos en su calor húmedo. Necesito tener mi pene allí más de lo
que necesito entrar en mi auto.
Cuando saco la mano, ella gimotea mientras le doy vuelta. Luego,
tomando sus manos en las mías, las coloco en la ventana de mi camioneta
a cada lado de su cabeza.
—No las muevas.
Ella asiente mientras le deslizo los vaqueros y bragas abajo sobre los
globos de su trasero.
Viendo su piel en el frío, en el aire de Detroit, sabiendo que alguien
podría caminar y encontrarnos, solo me tiene necesitando estar más
dentro de ella.
Le muerdo la nalga, y ella gira por más.
Con su suave camisa contra mi pecho sudoroso, abro sus nalgas
mientras saco mi pene de mis shorts y me deslizo en ella.
—Jason —dice en un suspiro-susurro.
Mi nombre en sus labios es todo el aliento que necesito mientras me
deslizo y salgo a un ritmo que nos deja a ambos incapaces de atrapar
nuestra respiración.
Una victoria delante de mi mujer y una victoria con mi mujer, es todo
lo que nunca pensé que podría tener y más. Joder sí. Me deslizo en ella
una vez más. Joder sí.

180
25
Lo
E
stá dentro de mí cuando gime:
—Esta es por la victoria. Cuando lleguemos a casa, será
por ti, por mí, y por…
—Nosotros —termino mientras me muevo contra él.
—Sí… —sisea, empujándose más fuerte dentro de mí.
Me sostengo contra el frío metal, tratando de abrir las piernas, que
están atrapadas por mi pantalón, mientras él se frota arriba y abajo por
mis sensibles pliegues y se impulsa con fuerza. Pierdo la respiración
momentáneamente, y luego se sale.
A medida que se impulsa con fuerza, siento que mis rodillas se
debilitan. Él lo percibe y me rodea la cintura con un brazo, sosteniéndome
firme mientras entra y sale de mí.
—Tan caliente, tan húmeda. . . joder —masculla.
Cierro los ojos, sintiéndolo deslizar su otra mano por mi barriga antes
de que encuentre mi clítoris y empiece a frotarlo en círculos. Me echo
hacia atrás y besa un lado de mi cuello mientras me folla con fuerza por la
victoria.
Sus gemidos, sus respiraciones, su olor varonil, la sensación de su
polla y su mano hacen que pierda la cabeza, y me corro, luchando contra
el placer, luchando contra mis gritos, luchando por contenerme para que
pueda correrse conmigo.
—Déjate ir, ángel —sisea.
—Córrete conmigo, Jason. Por favor —grito, incapaz de contenerme
más.
—Mierda sí —gime, y su gruesa polla caliente se mueve mientras me
llena con un bufido. Luego se retira rápido y justo a tiempo, mientras la
gente comienza a salir del edificio. Me coloca los vaqueros y abre la
puerta—. Entra.
Viajamos en silencio. Su cuerpo aún está tenso, incluso después de
su liberación. Golpea el volante con el pulgar mientras rebota la rodilla

181
con impaciencia. Está excitado por su victoria, y estoy emocionada por ver
con la rapidez con la que tumbó a su oponente.
La evidencia de nuestra lujuria en mis bragas provocándome que me
humedezca, haciendo que desee más. No puedo tener suficiente de este
hombre.
Estamos a veinte minutos de casa, pero con el tráfico puede tomar
más.
Cierro los ojos e imagino a Jason en su calzoncillo, con el sudor
empapándolo, y la forma en que rebotó antes de que comenzara la pelea.
En un solo movimiento, hizo caer a su oponente en la estera y luego me
miró. Su nariz estaba rota, y luego rápidamente aparto la mirada cuando
su oponente se levantaba de un salto. Alex, el otro hombre en la jaula, lo
golpeó fuerte, y casi desvié la mirada, casi. Sin embargo, algo me detuvo.
Su pecho se expandió, sus ojos parecieron más concentrados, y se vio
aún más preparado para la pelea que antes.
Cuando Alex volvió a girar hacia Jason, yo tenía el corazón en la
garganta. Quise ayudarlo, y Brock tuvo que mantenerme en mi lugar.
Jason no le pegó una, sino dos veces.
Sabía que Alex estaba herido y pensé que no se recuperaría.
Entonces se volvió hacia Jason y Jason se agachó justo delante de su
fuerte figura musculosa alzada, conectando con el lado de la cabeza de
Alex y tirándolo al suelo.
Siento la intensidad de su mirada mientras la camioneta se detiene en
un semáforo. Me giro para ver que está observando mi rostro. Está
buscando respuestas. Está preocupado.
—Dime qué estás pensando —exige.
—Fue más rápido de lo que pensé —respondo.
Su rostro se arruga.
—Ángel, dije que te compensaría. ¿Alguna vez te he mentido? —Tardo
un minuto antes de darme cuenta de que está hablando de sexo, y me
muerdo el labio para detener mi risa—. Te corriste —comenta con
suficiencia, luego aparta la mirada.
Ahora, me río en voz alta, y niega mientras aprieta el acelerador.
—No te metas con la serpiente, ángel. Te arrepentirás.
Me río otra vez.
—Estaba hablando sobre la pelea, pero si quieres hazme llorar, puedo
fingir que estaba hablando de lo que acaba de pasar entre nosotros. Ya
sabes, el que fue por tu triunfo.
182
Sonríe y luego niega. Oigo una risita baja, y entonces dice:
—Lo siento, estoy un poco fuera.
—Si te sirve de consuelo, campeón, creo que estuviste bastante bien.
Aplastante. —Sonrío.
Ríe y me toma la mano, poniéndola en sus shorts.
—Recuerdas que puedo hacer más de una ronda, ¿no?
Lo agarro con fuerza y gime.
—Estoy contando con eso.

—Necesito una ducha de mierda —declara, levantándose de la cama—


. ¿Quieres unirte a mí?
Cruzo las piernas sin pensar, y se ríe.
—Te prometo dejarte solo un poco de tiempo, de todos modos. —Me
agarra la mano y tira de mí.
Mis piernas están temblando, casi son de goma, y se da cuenta.
Se inclina y me suelta.
—Vamos a bañarnos.
—Suena perfecto —aseguro, pasando mis uñas por su cuello,
haciéndolo temblar.
—Será mejor que no vuelvas a hacer eso —masculla.
Grito cuando mi trasero golpea la encimera fría en la que me coloca.
Se ríe entre dientes.
—¿Escuchaste el chisporroteo?
—¿Oírlo? Lo sentí —respondo, permitiéndome hundirme en la
frescura.
Abre el agua y luego regresa hacia mí, mirando por encima de mi
hombro al espejo. Levanta la barbilla y mueve los ojos.
—Se veía peor que tú.
—Siempre lo hacen. —Suspira.
—No es verdad.
Me sujeta por las caderas y gira antes de ponerme en la bañera.

183
—Esa noche fue una excepción. Pero me dejaría patear el trasero de
nuevo si me aterrizara a tus pies una vez más —asevera, entrando en la
bañera y acomodándose.
No puedo detener la sonrisa que se extiende a través de mi rostro.
—¿Qué quieres decir?
Entrecierra la mirada hacia mí.
—¿Realmente debes preguntarlo?
Niego.
Una sonrisa juega en sus labios cuando tira de mis tobillos hacia él.
—Bien. Ahora tengo que preguntar, ¿esta noche fue horrible? ¿Ese
lado de mí es tan feo? ¿Puedes manejar…?
Tomo su rostro y lo sostengo entre mis manos mientras me subo a su
regazo.
—Nunca me he sentido más feliz o más segura que cuando estoy
contigo, sin importar si estoy en este baño o en el sótano de un edificio con
cien personas. —Me inclino y susurro—: También fue increíblemente
excitante.

La semana pasada fue increíble con Jason. Le dije que estoy


considerando dejar el hospital, que el doctor Bennett me hace pensar en el
pasado, y que estoy dispuesta a seguir adelante. Él me envía anuncios y
enlaces que encuentra para puestos de enfermera registrados en otros
lugares. Todos son con fines de semana disponibles, todos son puestos de
trabajo de nueve a cinco, y todos están en oficinas. Todo suena como un
sueño comparado con lo que estoy haciendo ahora.
Salgo de la habitación y veo a Ryan caminando hacia mí. Me giro y
veo a su padre mirándonos.
—¿Realmente estás considerando dejar este lugar? —pregunta Ryan
una vez que está a un metro de mí.
—Es un buen cambio para mi carrera —respondo con una sonrisa.
—Es él, ¿no? —dice sombrío.
—No, necesitaba un cambio, y Jason me está apoyando mucho —
contesto, pasando junto a él.
—Lorraine.
Me detengo y me doy la vuelta.
184
—Quiero que seas feliz.
—Gracias. —Asiento—. Él me hace feliz.

Me despierto para encontrar que Jason no está en la cama. Aunque


no tengo miedo. Sé que nunca me dejaría sin decirme que se está yendo.
Me levanto y salgo a la sala de estar, donde encuentro a Jason con las
manos juntas detrás de su cuello mientras mira el ordenador portátil en
sus piernas.
—Mierda —espeta, y mi pecho se tensa—. Tiene que haber algo en
alguna parte. —Gira el cuello y suspira—. Vamos, déjanos encontrar una
conexión. Déjame verla. Déjame verte, hijo de puta.
—Jason —digo mientras entro y pongo mis manos sobre sus
hombros.
Levanta la vista.
—Deberías estar dormida. Mañana tienes que trabajar.
—Y tú también. —Camino alrededor y me siento a su lado—.
Háblame.
—No me estoy acercando más —masculla.
—Lo redujiste —indico, tratando de aliviar su angustia. Baja la
mirada—. Jason, ¿qué pasaría si estuvieras equivocado todo este tiempo?
¿Y si…?
—Entonces me aseguraré de que no haya duda, y luego voy a
presionar para reabrir tu caso hasta que descubramos quién lo hizo.
¡Joder! —Se levanta y pone su portátil en la mesa de café—. Odio a los
policías.
Me levanto, cierro su computadora y tomo su mano.
—Quiero ir a la cama en los brazos del hombre que hace que me
sienta segura.
Se duerme antes que yo, y lo vigilo.
Me asusta pensar que nunca averigüe quién mató a mi familia, pero
también me asusta si estoy equivocada, si lo presioné demasiado. Pero lo
que más me aterra es el pensamiento de que podría presionarlo y alejarlo
completamente.
No puedo hacer eso.

185
Siento que mi teléfono vibra en mi bolsillo cuando devuelvo la tabla
médica. Lo saco y me cuelo en el baño.
—Hola. —Sonrío cuando le contesto.
—¿Quieres subir el calor esta noche? —pregunta Jason.
—¿De verdad tienes que preguntarlo? —susurro.
—Es noche de pelea, ángel. —Su voz es seria.
—Oh —digo, sin saber si me escuchó.
—¿Estás segura de que estás dispuesta? —cuestiona.
—Sí. —Cierro los ojos en cuanto me doy cuenta de lo ronca que soné.
—Acabas de ponerme duro —murmura.
—Las próximas cuatro horas van a ser un infierno.
—¿Te mojaste?
—Jason —lo regaño ligeramente.
Se ríe.
—Lo tomaré como un sí.
—No puedo esperar.
El resto de la noche es tranquila, lo que hace que el tiempo pase
incluso más lento. Casi me vuelvo loca por la anticipación de la noche de
pelea, tomando uno por la victoria, uno por él, uno por mí, uno por
nosotros. Debería sentirme ansiosa, nerviosa, preocupada, pero no lo
estoy. Sé que ganará. Sé que peleará duro para llegar a mí. Y yo estaré
de pie en su esquina, como él está en la mía.
Salgo al aire fresco de la noche y miro alrededor buscando el Chevy
negro. Veo luces en la distancia y casi corro hacia ellas.

186
26
Jason
—E
stás fuera de juego esta noche, Cobra —comenta Chainz
mientras recibo el golpe en mi intestino.
¿Dónde mierda está ella? Sigo buscando a Lo,
pero no está aquí. Brock está esperando afuera por ella, así que no tengo
a nadie en mi esquina.
No tengo la cabeza en la pelea. Por una vez, mi necesidad supera la
mierda de algo, de alguien, que no está. Mi única preocupación es ella.
¿Dónde diablos está?
—Supongo que mis chicos no necesitan caminar una última vez —
importuna Chainz.
Necesito que se calle. Necesito que esta pelea termine para poder
encontrar a Lo.
El estómago me da vueltas, anudándose mientras la adrenalina
bombea a través de mi sistema. Mis fosas nasales se hinchan mientras
lucho por respirar. Mis pulmones arden mientras recibo sus golpes.
Retrocediendo, obtengo el espacio que necesito para ver claramente.
Esperando mientras me agacho y lo esquivo, encontrando mi apertura.
Con un gancho izquierdo, golpeo el punto débil, y cae.
Su equipo se apresura a la jaula, y yo estoy listo para darle una paliza
a cada uno para llegar a ella si es necesario. Afortunadamente, están
demasiado preocupados por el estado inconsciente de Chainz para
preocuparse por mí.
Salgo y agarro mi bolsa. De nuevo, no me molesto en taparme o
ponerme los zapatos. Encuentro a Brock en la parte delantera, todavía
esperando.
—Maneja esa mierda —indico, yendo a mi auto.
Para lo que me importa ahora mismo, puede quedarse el dinero.
Necesito llegar a Lo. Necesito sentirla, tocarla, sostenerla e inhalarla.
Necesito saber que está bien. Es todo lo bueno en mi mundo de maldad.

187
Llamo repetidamente, sin obtener respuesta. Su teléfono enviándome
al correo de voz me vuelve loco, conduzco directo al hospital. No me
molesto en buscar su auto. Tiene que estar saliendo de un doble turno.
Sucede en su línea de trabajo. No muy a menudo, pero sí ocurre.
Cuando no la encuentro en el departamento de emergencias, le
pregunto a la recepcionista, y la llaman por el altavoz. Sin respuesta.
Marca a la estación de enfermeras. Los ojos marrones de la mujer se
encuentran con mi fría mirada verde, y lucho dentro para mantenerme
calmado cuando habla.
—Lorraine se fue por la tarde, señor.
Le doy un puñetazo al mostrador antes de salir por las puertas
automáticas, apresurándome hacia mi camioneta.
Conduzco distraídamente, llamándola y sin obtener respuesta. Mi
pánico simplemente se eleva.
Llamo a la recepción de mi complejo. No ha sido vista entrando ni
saliendo desde que se fue al trabajo esta mañana.
Sigo conduciendo, llamando y conduciendo. No es hasta que me
detengo en la entrada, que me doy cuenta de a dónde fui.
A casa.
Bueno, así es como lo llamaría la mayoría de la gente cuando
regresaran al lugar donde crecieron. El lugar donde viven mis padres
debería ser mi casa, pero no lo es, y no sé si alguna vez lo ha sido.
Salgo del auto y me apresuro al frente, donde llamo a la puerta. Mi
padre contesta, su sorpresa es visible.
—Jason. —Pronuncia mi nombre con calma mientras retrocede para
permitirme entrar.
—¿Qué diablos hiciste con ella?
—¿Con quién?
—¡No jodas conmigo justo ahora! Sé lo que tú y tus amigos del
consejo hicieron. Sé acerca del dinero que tomaron y se repartieron.
Tengo pruebas y un respaldo, así que no jodas conmigo. ¿Dónde diablos
está? —vocifero, sin importarme quién me oye.
—Jason, vigila tu tono y tu boca. Te arruinaré personalmente si
sigues así, hijo mío o no.
No puedo contener mi furia. No puedo retenerlo. Le rodeo la
garganta con las manos y aprieto.
—Tus días de poder sobre mí se desvanecieron. Jodidamente te
mataré, y no perderé ni una pizca de sueño. ¿Dónde demonios está Lo?
188
Él golpea y empuja mis antebrazos, tratando, sin éxito, de aliviar la
presión de su cuello. Lucha para apartar su cabeza. Jadea para respirar,
y lo aprieto más firmemente. Entonces da patadas desperdiciando una
preciosa energía.
Lo llevo hasta la pared y aplasto su cabeza contra ella.
—¿Dónde demonios está Lo? —grito de nuevo.
Dejo bastante espacio para que responda. Se ahoga al principio antes
de finalmente recuperar algo de aliento.
—No sé dónde está. No es mi trabajo hacer un seguimiento de tu
puta más reciente. —Me mira, mis propios ojos verdes devolviéndome la
mirada—. Aunque estaría feliz de mostrarle de lo que es capaz un hombre
Stanley cuando termines con ella. Missy seguro que fue muy divertida.
Me balanceo y le doy un puñetazo en el rostro.
Me sonríe siniestramente.
—Todas esas horas en el gimnasio, ¿y eso es todo lo que tienes?
Me balanceo y vuelvo a golpearlo.
Pierde el equilibrio y tropieza.
—Ése es por su hermana. —Lo golpeo nuevamente desde el otro lado,
y se balancea—. Ese es por su madre.
Sacude la cabeza.
—¿De qué cojones estás hablando? —farfulla, palpando su ahora
sangrante nariz y echa la cabeza hacia atrás.
—Tú y tus matones los mataron a todos para proteger su esquema.
Gira la cabeza con atención.
Su mirada se encuentra con la mía una vez más.
—Jason, soy un montón de cosas, y ninguna de ellas es buena, pero
no tuve nada que ver con esos asesinatos.
Lo sujeto mientras le doy una patada detrás de las rodillas,
tumbándolo antes de poder darme cuenta de lo que está sucediendo.
Mientras estoy a su lado, estoy en control. Por primera vez en mi vida,
tengo poder sobre él.
—Yo no. . . no lo hice —tartamudea, con los ojos abiertos de par en
par—. Ninguno de nosotros tuvo nada que ver con los asesinatos de la
familia Bosch. Sí, sabían lo que habíamos hecho, y nos amenazaron, pero
no hicimos que lo matasen.
Si no lo hizo él. . . si no lo hicieron ellos. . .

189
Mis pensamientos se aceleran.
Tomo su cabeza en mis manos y la golpeo en el suelo de baldosas. Lo
dejo inconsciente, y no me molesto en preocuparme de si le hice daño o
no. Tengo que encontrar a Lo.
Abandonando a mi inconsciente padre, salgo apresuradamente de la
casa, sin incluso molestarme en cerrar la puerta.
Conduciendo a casa, trato de concentrar mi mente. Trato de llamar a
los Bennett, sin obtener respuesta.
¿Dónde estás, Lorraine?
Una vez que llego al apartamento, entro, tratando de pensar en qué
hacer ahora, solo para encontrar que solo estoy haciendo que los gatos se
asusten mientras se alimentan de mi energía. Acaricio a Boots mientras
Socks mantiene su distancia, sentado en una caja de la casa de Lo. Voy y
recojo al gato.
—Está bien, amigo. Voy a encontrar a tu mamá. Te lo prometo —le
susurro a la bola de pelo.
La caja capta mi atención. No sé por qué, pero mi instinto me dice
que mire dentro. Las solapas de la caja están algo separadas, y puedo ver
un pálido cuaderno de tapa azul.
Soltando a Socks, me siento en el sofá, deslizando la caja hacia mí.
Entonces la abro y encuentro un diario azul cielo con una detallada
pluma de pavo real en el frente. Rozo el borde del libro antes de dirigirme
a la primera página. La escritura es redondeada, como de mujer, pero no
es de Lorraine. La he visto garabatear notas alrededor de la casa, así que
estoy familiarizado con su escritura.

12 de febrero de 2011
Me senté, observándola dormir. Me senté allí y la observé.
No hay otra persona en este mundo que haya deseado ser excepto ella.
Daría cualquier cosa para poder ser como ella.
Las cosas no son complicadas.
Ella mantiene su vida simple. Hace lo que se espera y se mantiene a sí
misma. Las niñas no importan, el estatus no importa, la ropa, el maquillaje,
el color de cabello, los amigos, ninguna de esas cosas le importa.
La veo dormir, sabiendo que no se quemó, ni está rota ni maltratada
por dentro. Envidio eso.
Quería despertarla, pero no lo hago. En cambio, caminé al otro lado del
pasillo, tomé este diario y decidí llenarlo con la historia que quiero contarle a
190
ella, pero no lo hago, porque no pidió este tipo de dolor. Y aunque somos
gemelas que han compartido todo, no puedo compartir esto, nunca esto.
Amo a Ryan. Lo amo tanto. Es generoso, da, me cuida y me ama.
Todavía lo dice a través de sus textos, pero no se lo repito.
La semana pasada fue nuestro aniversario. Un año de ser la novia del
chico al que todo el mundo quería y que nadie puede tener: Ryan Bennett.
Ryan hizo planes para que pasáramos un fin de semana en su casa
junto al río. Era la primera vez que tendríamos un fin de semana solos. Sin
escondernos, sin necesidad de apresurarnos, un fin de semana para
celebrar uno con el otro y hacer el amor sin la amenaza de la interrupción.
Inventé una historia, y mis sobreprotectores padres compraron el
gancho, la línea, y el plomo.
Cuando me llamó el día anterior y dijo que no creía que podría hacerlo,
hice planes con una amiga para evitar despertar sospechas.
Cuando me envió un texto diciéndome que podía reunirse conmigo, les
dije a los padres de mi amiga que tenía que llegar a casa. Mentí y dije que
Lo estaba teniendo problemas de chicos y que me necesitaba.
Cuando llegué a la casa junto al río, no podía salir de mi auto lo
suficientemente rápido. Al principio corrí por la pasarela débilmente
iluminada.
Entonces, cuando abrí la puerta, vi la luz de las velas, y la chimenea
encendida. Mi corazón se hinchó al pensar en todo lo que hubo detrás de
esa cita romántica.
Cuando me quité el abrigo y lo coloqué sobre la parte posterior del sofá,
lo vi, y vi a una mujer en el suelo delante del fuego en la alfombra de piel de
oso. Estaba desnuda, a su lado. Los ruidos saliendo de ella me
enfermaron. La forma en que sus manos agarraban su trasero y la guiaban
hizo que mi corazón se rompiera. Las cosas que le dijo me disgustaron.
—Eso es. Si quieres tener sexo, pequeña puta, entonces está
malditamente bien. Eso es, pequeña puta, sucia, asquerosa pequeña zorra.
—gimió él.
Me tapé la boca para ahogar mi grito, y entonces ella miró por encima
del hombro.
Me quedé helada. No podía moverme. No podía gritar. No podía creer
lo que estaba viendo. Ella se dio la vuelta y se sentó sobre él hacia atrás.
Oí su mano golpear su trasero duro, y ella miró y me vio.
No pareció sorprendida. Sostuvo su pene en sus manos, sus ojos fijos
en los míos, y se hundió en él. Mi cuerpo temblaba, y arqueó una ceja
mientras tenía sexo con él, gritando su nombre, todo mientras me miraba.
191
Me giré y salí corriendo de la casa. Ni siquiera recuerdo haber
conducido a casa. No tengo idea de cómo llegué sin tener un accidente.
No sé lo que voy a hacer. No sé cómo algo así pudo ocurrir. Y no sé
cómo no pude haberlo visto todo.
Quiero dormirme, pero cuando cierro los ojos la veo a ella, lo oigo a él, y
siento mi corazón rompiéndose de nuevo.

Mi estómago se tensa y mi miedo aumenta. Ese enfermo hijo de perra


utilizó su amor por Hi para tener sexo con Lo cuando nunca amó a Hi. No,
Ryan Bennett ama su pene y nada más.
Soy un jodido desastre de hombre, pero esto está más allá del reino
del dolor que incluso yo le infligiría a alguien a quien afirmo amar.
Llamo a Ryan Bennett. Sin respuesta. Le marco al doctor Bennett.
Sin puta respuesta. Llamo a la señora Bennett. Termino con las manos
vacías.
Me siento con mi teléfono en una mano y el diario en la otra.
Mientras giro la página, lucho internamente para no perder por completo
mi mierda y derribar a cada hijo de puta que alguna vez entró en contacto
con la familia Bosch.

19 de febrero de 2011
Pasó una semana en que he ignorado sus llamadas, borrado sus
mensajes, y me estuve sintiendo como si existiera en un mundo donde nada
era real. En un mundo donde cosas que nunca debían suceder, suceden.
Cosas que están mal, que son repugnantes y despreciables. Un mundo
donde Ryan y ella tienen sexo.
Él estaba afuera hoy cuando salí de la escuela. Me interrumpió y no
me dejó salir. Entró en mi auto, y lloró. Lloró y me dijo que no entendía por
qué lo estaba evitando, que sentía no haber podido llegar.
Le di una bofetada y le dije que lo había visto. Le dije que los vi. Ni
siquiera pude decir su nombre. Le dije que lo odiaba, que era asqueroso, el
metro noventa y siete de él se dobló y tembló, justo antes de abrir la puerta
y vomitar.
Le dije que saliera, que se fuera al infierno, que nunca me mirara ni
hablara conmigo de nuevo. Me dijo que, cuando comenzó con ella, quiso
morir. La culpa, el disgusto, la vergüenza, las mentiras terminaron esa
noche. Ella le prometió que sería la última vez. Le prometió que todas las
fotos, los videos, todo lo que tenía sobre su cabeza sería destruido si estaba
con ella una última vez.
192
Le dije que los vi. Le dije que recibí un mensaje de su teléfono que me
decía que lo encontrara. Le dije que lo había oído y que era algo que nunca
olvidaría y nunca le perdonaría.
Me dijo que me amaba, y que, si le llevaba para siempre hacerme
olvidar, lo haría. Me dijo que, si le llevaba para siempre lograr que lo
perdonara, lo haría. Me dijo que, si tenía que morir intentándolo, haría eso,
también.
No salió del auto. Se veía increíblemente mal. Lloró, y luego se detuvo.
—Tenía quince años, ella dieciocho. Lo siento mucho. Perdóname y
dile a mi padre que lo quiero. Dile que lo siento.
Me soltó la mano. Yo no solté la suya.
No sé si pueda hacer esto.
No lo sé, pero como dijo, tenía quince años, y ella dieciocho. Estoy muy
segura de que voy a intentarlo y hacer que la perra pague.

Lucho contra mi propia necesidad de vomitar. Ryan Bennett, ¿quién


demonios era la chica a la que follaste esa noche?
Siguiendo solo mi instinto, conduzco a la casa de los Bennett y
espero. No tengo otra pista que seguir. Tengo que encontrarla. Sé que
algo no está bien. Lo siento, y no voy a ir a ninguna parte hasta tener
algunas malditas respuestas.
Respuestas por Lo, por Hi, por mí, y por nosotros. Todo es por
nosotros.

193
27
Lo

M
e despierto, luchando por abrir los ojos.
Me duele el cuerpo y no puedo moverme.
Oigo a alguien silbar.
Me aclaro la garganta.
—Ayuda. —Sale débilmente, y entonces siento un paño cubrir mi
boca antes de que mis ojos también estén cubiertos.
Jason se preocupará de que no esté allí para la pelea. Pensará que
huí. Pensará que no lo amo.
—Jason. —Mi grito es apagado.
—¿Jason? —Oigo una voz reprenderme—. ¿Jason o Ryan? ¿Ryan o
Jason? Oh, las opciones que tuviste. La diversión, los juegos, los héroes,
los villanos.
—Por favor —grito.
—Rogar debe ser genético.
La voz es femenina. Rochelle. Oh Dios.
—Tu madre suplicó por su vida. Tu hermana no, estaba avergonzada.
Tu padre lloró como una pequeña perra mientras me observó matarlas.
—¿Por qué estás haciendo esto? —chillo, insegura de si puede oírme.
—Estoy haciendo esto porque te lo mereces.
Siento un duro golpe en la cabeza y la conciencia me deja.

Me despierto sentada, atada a una silla, y mi cabeza está latiendo.


Estoy frente a una chimenea en una cabaña.
Levanto la vista hacia la repisa y veo fotos de Ryan y de su familia.
Estoy en la cabaña del río.

194
¿Por qué me traería Rochelle aquí?
Hace calor, hace tanto calor aquí. Mi garganta está seca, y necesito
una bebida.
—Tengo sed —vocifero, pero nadie responde—. ¡Sed! ¡Tengo sed!
¡Rochelle! —grito—. Sé que eres tú. ¡Los Bennett tienen alarma! Lo saben.
¡Me encontrarán!
Voy a pelear. Quiero pelear. Ya no tengo miedo. Soy la que peleará
por ellos, por venganza. Finalmente tengo algo porqué vivir.
Jason.
—¡Deja de esconderte! ¡Deja de ser una cobarde y enfréntame!
—Estúpida, estúpida, pequeña puta. —La escucho detrás de mí—.
Tu paranoia hace que esto sea mucho más divertido.
Giro la cabeza y escucho una explosión de risa a mi otro lado.
—Debería tenerte miedo, pero no lo tengo. ¡Si vas a matarme, hazlo!
¡Mátame, perra enferma!
Oigo que el piso cruje y miro hacia atrás, luchando contra el miedo.
No puedo tener miedo.
—Él la amaba. Ryan la amaba. Fingir que eras ella te hizo usar
peluca y todo. ¿Cómo se sintió? ¿Cómo se sintió tener sexo con el novio de
tu hermana? Nunca te amó —se burla.
Me encojo ante alguien que sabe mi pequeño secreto sucio, tener sexo
con Ryan fingiendo ser Heidi.
—¡Enfréntame!
—El patito feo. La dulce chica cuya familia fue sacrificada —se
burla—. ¡Una puta! ¡Nada más que una puta!
La parte trasera de la silla se mueve, y atada a ella, caigo al suelo.
El dolor se pierde a través de mi cuerpo. Mantengo la boca cerrada
por lo que no grito.
Abro los ojos y jadeo.
—¡Por qué! ¡Por qué! ¡Por qué!
Por el rabillo del ojo veo su bota acercarse y luego siento que me
golpea un lado de la cabeza.

195
Me despierto con dolor. Tengo frío, estoy atada a una cama y estoy
desnuda.
—Tonta, despierta. —La veo de pie junto a la cama, sosteniendo un
cuchillo—. Ah, ahí está ella. ¿Te duele la cabeza, Lorraine?
—Vete a la mierda —escupo, e inmediatamente me golpea un lado del
rostro con el dorso de la mano.
—¿Esa es manera de hablar con la mujer que te recibió esta noche?
—¡Por qué! ¿Por qué estás haciendo esto?
—¡Oh, pobrecita Lorraine! ¡Tan dulce e inocente hasta que te
acostaste con Ryan! —Me golpea de nuevo.
—No tengo ni idea de lo que. . .
Otro golpe y el sabor metálico de la sangre me llena la boca.
—Te vi, puta. ¡Te vi y a él!
— ¡Es tu hermano! —le grito.
—¡No! —Se tira del cabello—. ¡No, no lo es! Si nos hubiéramos
conocido antes que ustedes, me habría amado. ¡Debería haberme amado a
mí y no a ella!
Hago mi mejor esfuerzo por mantener la calma.
Rochelle está claramente loca, pero no me importa. La odio. Lo odio
a él.
¿Lo sabía? ¿Sabía que ella mató a mi familia? ¿Ryan sabía que mató a
la chica que decía que amaba?
Oh Dios. ¡Oh Dios, ella los mató!
Los mató a todos.
Siento lágrimas llegando. Siento mi cuerpo temblar.
Jason. Oh, Dios, piensa que su padre tuvo algo que ver con la muerte
de mi familia. ¿Qué hice? Necesito que lo sepa. Necesito decirle que lo
siento. Necesito encontrar una manera de salir de esto y volver a él.
Esta noche, pelea en una jaula mientras yo pelearé duro por nosotros.
—¡Tienes razón! —grito—. Te hubiera amado.
—¡No seas condescendiente conmigo!
—¡No lo soy! —grito. No puedo gritar. Tengo que mantener la
calma—. He visto la forma en que te mira. Le importas.
—¡Sé que sí! Me ama. —Se cubre el rostro—. Me ama, y si tú y ese
hombre no hubieran investigado te hubiera dejado en paz. Lo habría
hecho, pero ahora no puedo. ¡No puedo, y es culpa tuya!
196
—Quiero ayudarte. Quiero regresar con Jason. Entonces podrás
tener de nuevo a Ryan. Nadie tiene que saberlo.
Se ríe de forma maníaca.
—¡Maté a tu familia! ¿Crees que te creo?
Resistiendo mi rabia, trato de decir todo lo que puedo para salir de
aquí viva.
—Si no se hubieran ido, nunca habría conocido a Jason.
Me mira con curiosidad.
Oh, por favor perdóname, Heidi.
—Heidi no me hubiera dejado con un hombre como él.
Estrecha la mirada.
—Lo habría odiado como hacía cuando salía con alguien más.
Rochelle asiente.
—Me amenazó con contarlo. Me amenazó con decirle a mi madre, al
padre de Ryan.
—No lo entendió —respondo, mientras la bilis me llena la boca.
Niega.
—Necesitaba morir.
Aguanto un sollozo y cierro los ojos.
Me aferra por los hombros y me sacude.
—¡Necesitaba morir!
—¡Está bien! —bramo—. ¡Está bien!
Abro los ojos y me encuentro con los suyos. Sus ojos son tan negros
como la noche, sus pupilas completamente dilatadas. Está jodidamente
ida.
—Él lo sabe —susurra y sonríe—. Sabe que los maté. Me odia
porque los maté.
—Estoy segura de que odia la posición en la que te pone. —Me encojo
interiormente.
—¡Qué posición! —Escupe, y su saliva golpea mi rostro.
—Te ama, ¿verdad?
— ¡Por supuesto que sí!
—Esa posición. Poner a alguien que amas en la posición de que… —
me detengo e intento mantener la calma en la mentira—… mates por
amor.
197
—Lo hice por amor. Todo lo hice por amor. —Retrocede y comienza a
caminar—. Fui a hablar con ella. Después de que amenazó con
exponernos, quise asegurarme de que mantuviera la boca cerrada. Tus
padres entraron en la habitación y me dijeron que me fuera. Le puse en la
cabeza el cañón del arma de mi padrastro. Los hice atarla. Entonces hice
que tu hermana atara a tu madre. No dejaba de gritar, así que corté a tu
madre. La corté bien.
Cierro los ojos e intento concentrarme en algo que no sea su voz
mientras continúa diciéndome cómo mató a mi familia. No sé cómo me las
arreglo, pero lo hago.
—No les disparé. —Se sienta al final de la cama—. Habría sido más
fácil, pero luego el padre de Ryan habría ido a la cárcel. Fue un
pensamiento inteligente de mi parte. Todo lo fue. Nadie sospechó que una
estudiante de posgrado de veintidós años hiciera eso.
—Necesito usar el baño —pido.
—No. No, porque no he decidido lo que voy a hacer contigo. —Se
ríe—. No puedo soportar verte.
—Entiendo —miento—. ¿Puedo al menos tomar un vaso de agua?
Tengo la boca seca. ¿Y tal vez una manta? Tengo mucho frío.
Se levanta y sale de la habitación. Tiro de las cuerdas envueltas en
mis muñecas, tratando de liberarme, pero el dolor recorre mi muñeca
derecha, y sé que está rota por la caída. Lloriqueo y cierro los ojos con
fuerza.
No, me digo. No llores. Sé fuerte, sé fuerte.
Me deja sola durante mucho tiempo. No sé si estoy conmocionada o
si simplemente soy insensible. Sé que mi cabeza, mis muñecas, todo mi
cuerpo me duele, pero no dejo que me lleve.
Me preparo para una pelea. Estoy lista para la venganza. Estoy lista
para cualquier oportunidad que me dé para desencadenar años de furia. Y
si todo lo demás falla, me prepararé para la muerte.
Entra y me dice que abra la boca mientras sostiene un vaso de agua
en la mano. Hago lo que me dice. Abro la boca por más, y ella empuja
algo en ella y mantengo la boca cerrada.
—¡Traga!
Lucho mientras siento que la píldora se disuelve en mi boca, tratando
de empujarla hacia un lado con la lengua para que no baje por mi
garganta.
—Traga la maldita píldora. ¡Si quieres usar el baño, trágate eso!
Se está volviendo más y más irritada. Abro la boca y saco la lengua.
198
—No eres tan estúpida como pareces. —Sonríe—. En veinte minutos,
después de que la píldora entre en acción, podrás usar el baño.
—¿Qué me diste? —le pregunto, tratando de mantener la calma.
—No te preocupes por eso.
Se va de nuevo, y cuando vuelve a la habitación, me mira.
—No dudaré en dispararte en la puta cabeza si intentas cualquier
cosa estúpida.
Desata mis muñecas y luego mis pies. Me miro las muñecas, ambas
están hinchadas, una definitivamente está rota.
Me levanto de la cama y ella me empuja. Caigo al suelo y se ríe.
—Levántate inmediatamente, puta.
Me apoyo sobre mis codos, ignorando el dolor. Es ahora o nunca.
Me vuelvo y me lanzo hacia ella.
—¡Qué perra! ¡Eres una maldita perra! —Uso la fuerza que tengo para
intentar pelear y tomar el arma. Se desliza de sus manos y cae al suelo.
Ella es más grande y está ilesa. Me empuja y me da patadas.
—¡No! ¡Por favor no!
Me apresuro por el arma, y me golpea de nuevo. La alcanzo,
agarrando el metal frío.
—No quiero matarte —le digo, ignorando el dolor para sostener el
arma en mis manos como Jason me enseñó—. No quiero hacerlo, pero lo
haré.
Me incorporo y la apunto con ella, se ríe.
Quito el seguro.
—Lo haré. ¡No te muevas!
—¡Vete a la mierda! —grita y se lanza sobre mí.

199
28
Jason
R
yan y el doctor Bennett llegan en el mismo auto. Ni siquiera
me molesto en saludarlos mientras voy directamente al asiento
del pasajero y sujeto a Ryan.
—¡Estás enfermo, pobre bastardo! Sé lo que le hiciste a Heidi. Ahora
me dirás dónde está, y me lo dirás ahora; o que Dios me ayude, voy a
desgarrarte despacio, lento y dolorosamente como hiciste con el corazón de
Heidi.
Su boca se abre y se cierra, pero no salen palabras mientras el doctor
Bennett da la vuelta al frente de su súper caro auto extranjero.
—Bien, Jason, debe haber alguna especie de malentendido. Nuestra
familia quiere a Lorraine, y estimábamos a Heidi también. Ryan no hizo
otra cosa que enamorarse como un adolescente de una chica con la que
planeó un futuro. También se terminó pronto y trágicamente, pero la amó,
y luego recibimos a Lorraine.
—¿Qué sabes tú? —masculla Ryan finalmente.
Lo empujo hacia atrás y lo golpeo contra el auto.
—¿Qué sé? ¡Qué diablos sé! Sé que engañaste a Hi. Sé que no quería
volver a tener nada contigo hasta que amenazaste con matarte. Sé que
después de su muerte, manipulaste a Lo para que usara peluca y tuviste
sexo con ella, todo para poder fingir que todavía tenías a Hi. Sé que le
hiciste todo eso a Lo en esta misma casa. —Apunto detrás de mí—. Te
preguntas por qué volvió a su propia prisión mental. —Miro al doctor
Bennett—. Porque viviendo aquí, no era Lorraine, no para tu retorcido
hijo. Era Heidi. —Vuelvo mi mirada hacia Ryan. Y estuviste muerto para
Heidi por mucho tiempo antes de que muriera realmente. Así que dime,
chico guapo, ¿con quién estuviste teniendo sexo?
Agacha la cabeza con vergüenza.
—Maldito. —Lo sacudo y lo golpeo contra el auto de nuevo—. No sé
dónde está Lo. No sé quién demonios mató a su familia, pero sí sé que la
une de nuevo a esta familia. Así que, Ryan, te lo voy a preguntar una vez

200
más, y si alguna vez amaste a Heidi un poco o incluso te importó Lorraine
en lo más mínimo, respóndeme. ¿Con quién tuviste sexo?
Mira a su padre.
—Déjelo, señor Stanley —intercede el doctor. Prácticamente
gruñéndome.
Me vuelvo hacia él, soltando a Ryan, y levantando las manos.
—No tiene idea de lo que soy capaz cuando alguien que me importa
está en peligro. Lo es una mujer de palabra. Dijo que estaría en alguna
parte, y no estuvo allí. No puedo encontrarla, y tengo la sensación de que,
de algún modo, ustedes podrían saber dónde está o con quién está. No
quiero nada más que respuestas. —Sacudo la cabeza hacia él—. Tienen
que saber algo, doctor Bennett, obtendré esas respuestas por cualquier
medio necesario.
—¿Está desaparecida? —pregunta Ryan detrás de mí.
—Eso es lo que la jodidamente dije y por qué demonios estoy aquí. —
Muevo mi hombro hacia él—. Honestamente, el pasado es el pasado. No
me importa dónde metiste tu polla. Me importa encontrar a Lo y hacerla
sentirse segura ahora y por siempre.
—Rochelle —susurra.
El doctor Bennett se mueve hacia nosotros.
—Cállate, Ryan. Cállate ahora mismo. Estás bajo presión. Nuestros
abogados culparán a la coerción. Cierra la boca, hijo.
Me río.
—¿Cree que voy a ir a la policía? No, sé que el sistema está arruinado
de adentro hacia afuera. Así que no, esto no irá más allá de nosotros. —
Miro a Ryan—. Rochelle, ¿como en tu hermanastra?
Asiente.
—¿Dónde mierda está, entonces? —Mira a su padre después de nuevo
a mí antes de encogerse de hombros.
Me balanceo y golpeo al doctor Bennett en la barbilla. Él tropieza y
cae hacia atrás sobre el pavimento en su camino de entrada. Aterrizo
encima de él y empiezo a pegarle. La cobra dentro de mí está lista para
matar.
—¡Alto! —exclama Ryan como el cobarde que es—. ¡La casa del río!
Rochelle se queda en la casa de la familia cuando está en la ciudad, pero
no se le espera este fin de semana.
Suelto al doctor Bennett y agarro a Ryan, arrastrándolo hasta mi
auto. Metiéndolo a la fuerza, rodeo el frente y subo.
201
El doctor Bennett está en el suelo, sosteniéndose la cabeza. Me
importa una mierda si llama a la policía. Que vayan a la casa del río.
Tengo el presentimiento de que hay una historia mucho más grande que
mi asalto y presentar cargos con el doctor de allí.
—Dirección —espeto, y Ryan murmura donde debemos ir.
Salgo de la calzada y no me molesto en mirar por el espejo retrovisor.
—Rochelle está enferma. Está mentalmente enferma —comenta
Ryan, mirando por la ventana.
—Tienes razón, está enferma. Como en enferma y retorcida. A los
dieciocho años, ¿por qué querría acostarse con su hermanastro de quince?
—Levanto la mano—. No importa, no quiero saberlo. Solo cierra la boca y
deja que llegue a Lo.
—Espero que no lo haya hecho otra vez —murmura, no creyendo que
esté destinado a que lo escuche.
Lo sujeto por el cabello y golpeo su cabeza en la ventana de mi puerta.
—Habla, Bennett. ¿Qué podría hacer otra vez?
—Es mi culpa —grita, mientras las lágrimas se deslizan por su rostro.
—Mira, hijo de puta. No me importa si te meas en elpantalón o lloras
un puto río, lo único que importa es Lo. Ahora jodidamente habla y di
todo lo que sabes.
—Es por mi culpa. Los mató a todos por mi culpa.
Golpeo el volante con la mano mientras voy por el aislado camino a su
casa del río.
—No estaba tomando sus medicamentos. Le dije que Heidi rompería
conmigo si no terminaba con ella. Amaba a Heidi. Rochelle prometió no
hacerlo más… lo prometió. Fue a la casa de los Bosch. Dijo que era solo
para hablar con Heidi. Solo que cuando llegó a casa, estaba cubierta de
sangre, llevando una sonrisa enferma.
No me molesto en escuchar más. Estaciono el auto y salgo de un
salto. La casa del río es más pequeña que la casa de los Bennett, pero no
menos elegante. Las luces están apagadas y no hay señal de vida aquí.
No me importa. Esta es la única pista que tengo, así que tengo que
seguirla.
En la puerta delantera, giro la manilla para encontrarla cerrada. En
la puerta trasera, encuentro lo mismo, así que rompo el cristal con mi
mano sangrando para entrar.

202
Inmediatamente, oigo su voz discutiendo con Rochelle. Siguiendo los
sonidos, llego a un dormitorio, sin pensar en lo que pudiera encontrar al
otro lado de la puerta. Ryan viene detrás de mí.
La vista delante de nosotros me mata por dentro.
El cabello rubio de Lorraine es un desastre alrededor de su rostro.
Hay rayas de sangre junto a su boca y sobre su mejilla como si hubiera
intentado limpiarlas. Está de pie con una pistola apuntándole a Rochelle,
pero su muñeca derecha está hinchada, lesionada y en un ángulo
incómodo. No está conmocionada, hay furia en su voz y tiene el arma en
un apretón firme, a pesar de todas sus lesiones.
—Lo —la llamo en un susurro, y dirige su mirada a la mía.
—Ella lo hizo, Jason —dice Lo con veneno en su voz—. Ella los mató.
—Está enferma —intenta defenderla Ryan.
Lo miro por encima del hombro.
Por primera vez en mi vida, estoy luchando contra los demonios en mi
interior para manejar esto. No quiero nada más que tener a Rochelle
muerta por mis manos, pero hay partes más culpables que solo ella. Ryan
y el doctor Bennett saben de lo que es capaz, sin embargo, todavía
pusieron a Lo en peligro.
—Estoy enferma y torcida —cacarea Rochelle hacia Lorraine antes de
escupir a sus pies.
Estirándome, la tomo en un fuerte abrazo y le hago una llave para
que se desmaye.
Ryan camina hacia mí, y Lo mueve la pistola.
—No lo hagas, Ryan. No quiero hacerte daño.
Cuando Rochelle se desmaya, la dejo caer al suelo antes de acercar al
cabrón a mi lado.
—Está enferma. Está bien cuando está medicada —continúa
defendiéndola Ryan.
Muevo sus brazos dolorosamente a la espalda. No pelea conmigo
como esperaría, solo mantiene la mirada en Rochelle.
—No está bien. Papá siempre decía que tenía que cuidar de ella,
incluso aunque fuera más pequeño. Dijo que era retrasada, y que tenía
que ser su protector. —Sacude la cabeza y sigue murmurando—:No hice
mi trabajo. No la protegí del dolor del mundo. Era mi trabajo mantenerla
a salvo, pero soy el que le rompió el corazón. Está bien si toma las
píldoras. —Mira a Lo—. Prometo que si toma su medicación, puede ser
controlada.
203
—Si me lo preguntan, creo que todos están enfermos, cabrón. No hay
control para alguien como ella —le digo mientras me quito el cinturón y lo
sujeto a la cama con él—. Baja el arma, ángel. No tengas esto en tu
conciencia. Haremos esto de la forma correcta. Todo con nosotros será
correcto.
Cuando Rochelle comienza a volver en sí, la levanto y la pongo al lado
de Ryan. Ella me mira luego a él y se acurruca tan cerca como puede,
para que de alguna manera la proteja. Veo cómo Ryan lucha para evitar
vomitar con su toque. Sacudo la cabeza, sin entender su dinámica.
Alcanzando mi bolsillo trasero, le lanzo mi teléfono a Lorraine.
—Tienes que llamar a la policía.
Ella lo toma y se estremece por el dolor en su muñeca.
Estoy cerniéndome sobre Rochelle y Ryan, esperando que cualquiera
de ellos se mueva.
Antes de que Lo pueda abrir el teléfono, escucho el sonido de un auto
llegando. Tomo a Lo en mis brazos y la sostengo apretada mientras meto
el arma en la cintura de mi pantalón.
El doctor Bennett se apresura y ve a Ryan y a Rochelle, pero no dice
nada.
Lo me mira, luego a él, y le doy un apretón.
—¿Por qué? —le pregunta ella—. ¿Por qué la ayudaste y luego te
hiciste cargo de mí?
—Pensamos que podríamos compensártelo —explica el doctor Bennett
sin mirarla a los ojos. No se adentra en la habitación hacia nosotros, solo
se queda en la puerta mientras escuchamos las sirenas acercarse.
Lucho contra mi necesidad de hacerlos sufrir a todos. Lucho contra
el impulso de quitarle la vida con mis propias manos. Voy a pelear contra
mis demonios para darle lo bueno que ella me da. Lucharé contra los
demonios para darle un nuevo comienzo.
Lorraine es mi ángel, y por mucho que crea en el ojo por ojo, ha
tenido bastante tragedia en su vida. No la dejaré con más recuerdos
oscuros.
Con ella firmemente contra mí, le doy un beso en la cima de su
cabeza. Lucharé con todo lo que tengo para mantenerla a salvo conmigo
hasta mi último suspiro.
—¿Cómo? —Me mira—. ¿Cómo lo supiste?
—No lo sabía. Heidi lo escribió en su diario. Heidi te devolvió a mí.
—Siempre cuidó de mí. —Hay tristeza en su tono.
204
—Te quería, Lo.
Se inclina hacia mí.
—Era mi Hi.
—Siempre nena.
Respira profundo contra mí.
—Todo lo que quería era volver a ti.
Le levanto la barbilla para que me mire.
—Movería cielo y tierra para encontrarte, ángel. —Me detengo para
decirle las palabras que nunca han significado más en toda mi vida que
ahora. . . con ella—. Te amo.

205
29
Lo
D
espués de que los detectives tomaron mi declaración en el
hospital, me odié por preguntar qué les sucedería a los
Bennett.
—El doctor Bennett fue bueno conmigo —susurré, esperando como
una niña, cuando estos tienen los ojos cerrados y nadie los ve. Necesito
ser honesta con el oficial de policía, incluso si me duele o me hace sentir
menos que sana.
El pecho de Jason retumba cuando se sienta en la cama del hospital,
se quita las botas y me lleva en un protector abrazo, que es exactamente lo
que necesito ahora mismo.
—Él y su hijo enfrentan cargos bastante duros. Ambos perderán sus
licencias médicas. En lo que concierne a Rochelle, estará lejos por mucho
tiempo. No tiene nada de qué preocuparse, señorita Bosch.
El policía mira a Jason, que supongo les contó cómo viví con miedo
por tantos años.
Oigo un golpe en la puerta, pero la medicación que el doctor me dio o
las drogas en mi sistema de parte de Rochelle hacen imposible que abra
los ojos. Sin embargo, siento a Jason tensarse. No puedo decir nada
coherente, pero me da un suave apretón y un beso en la parte superior de
la cabeza, y sé sin duda que las cosas estarán bien.
—¿Qué? —pregunta Jason con dureza a quién, no estoy segura.
En una niebla en mi mente pienso que escucho a su padre hablar.
—Acabo de colgar el teléfono con la prensa. Parece que mi hijo es un
héroe. —Oigo zapatos contra el suelo de baldosas mientras el padre de
Jason se acerca—. ¿Vas a dejar caer tu pequeña investigación?
—Puedes darte la vuelta e irte. —El pecho de Jason ruge mientras
habla.
—Ya veo —dice tranquilamente su padre—. Te diré cuando la casa de
tu pequeña…

206
—Mi novia —lo interrumpe Jason, y las palabras me traen un nuevo
tipo de paz.
—Sí, por supuesto. Bueno, se venda.
—No, gracias. No quiero deberte una mierda —responde Jason en un
susurro. Claramente no quiere tener nada que ver con su padre. No
puedo culparlo por no aceptar su ayuda.
—No fui yo. No tengo nada que ver con eso. Aunque llamé para
hacer una oferta para hacer que todo esto… —hace una pausa—…
desaparezca. Pero si insistes en seguir con tu caza de brujas contra mí,
puedo prometerte que se presentarán cargos contra ella…
—A la mierda tus amenazas, padre. Ella quería llevar al asesino de
su familia a la justicia. Ocurrió. Esto se terminó.
—¿Tengo tu palabra?
—Tú, prepotente, trasero arrogante —masculla Jason—. Vete. Ella
necesita descansar, y honestamente, yo también.
—Me aseguraré de que te aprueben una licencia prolongada en la
oficina —asegura el alcalde Stanley, pero Jason no responde—. Si
necesitas cualquier cosa. . . —Lo deja ahí, y luego lo oigo salir por la
puerta.
—Jason —susurro.
—Duerme, ángel —susurra él.

Han pasado dos semanas desde que dejé el hospital. Jason ha sido
asombroso. Ha sido paciente conmigo, amable y cariñoso. Con las dos
muñecas rotas y con yesos, se encarga de toda mi higiene personal. . . de
toda.
Al principio, estaba completamente devastada. Incluso lloré, pero él
ni pestañeó. Era como un trabajo para él, y me recordó que, siendo
enfermera, debería estar aceptando su ayuda.
Asentí, y él sonrió de una manera muy suave, cuidadosa. Entonces
me dijo que me amaba y que no había nada que no hiciera por mí. Le creo
con todo mi corazón, y me siento de la misma manera.
Cuelgo el teléfono pensando en que estoy sola en la habitación, y dejo
que mis emociones me alcancen.
Cuando levanto la mirada, está entrando en el dormitorio,
limpiándose la mano con una toalla.
207
—Háblame, Lo.
—Mis abuelos vendrán para el pre-juicio. Querían quedarse conmigo.
No puedo decirles que no. —No tengo ni idea de cómo puede entender lo
que estoy diciendo debido a que soy un desastre murmurante.
Se sienta a mi lado y me frota las piernas.
—Esta es tu casa. Claro que pueden quedarse.
—Eso no es el problema. —Me limpio los ojos y vuelvo a dejarme caer
en la cama—. Lo sabrán todo. Sabrán cuán horrible soy, cómo…
—Si dicen eso, voy a tener un momento duro manteniendo la boca
cerrada. ¿Dónde diablos estaban? —Se sienta a mi lado.
—Los aparté, Jason. Decidí quedarme. Lo escuché a él. ¿Qué es un
par de meses? Nunca esperé que. . .
—Por supuesto que no. Nadie lo haría. —Se gira de costado y besa
mis lágrimas—. Mírame. No hay una cosa que no podamos atravesar.
Hemos probado más que eso.
—¿Me lo prometes?
—No necesito prometértelo, Lo. Una promesa dada es una que pide
ser rota. Mi palabra es mía: Buena, mala o fea.
Pasa todo el día limpiando y moviendo cosas en la habitación de
huéspedes para mis abuelos, apila todo en el armario principal y deja
algunas cajas junto a la entrada.
Brock viene a ayudar, aunque Jason no le pidió que lo hiciera. Solo
apareció y tomó cajas.
—¿Al mismo lugar? —pregunta Brock.
—Sí, ese lugar del Nest, no me gustan los Caldwell, pero Morrison y
su mujer hicieron algo bonito para la comunidad. Haré mi parte en apoyo
de Tatiana y la familia que ha encontrado con ellos —masculla.
Brock me da una mirada simpática y un asentimiento antes de salir.
—Tenemos que hacer algunas compras —me dice Jason mientras se
inclina contra el marco de la puerta, mirando la habitación—. ¿Cómo
funciona esa mierda de comprar por internet?
—Podemos salir, Jason.
Al parecer, no soy tan convincente como pensaba que era.
—Muéstrame —me instruye mientras camina y agarra su
computadora portátil.

208
Sale del baño, con pantalón color caqui y una camisa desabotonada,
parecer nervioso.
Miro hacia mi vestido azul marino que llega justo debajo de mis
rodillas y una chaqueta a juego.
—Nos encontrarán en el Palacio de justicia. Su avión se retrasó —le
informo.
—Lo sé. Me lo dijiste, ¿recuerdas? —menciona mientras camina
hacia mí.
—Correcto. Lo olvidé. —Niego.
—Es comprensible. —Vacila, se inclina y me da un pequeño beso en
la mejilla.
Cuando me estiro y agarro su mano como a una cuerda de
salvamento, suspira.
—Jason, algo cambió —murmuro.
—Todo cambió —coincide.
—¿Siempre será así?
—Espero que sí. —Entrecierra la mirada—. ¿Estamos bien?
—Sí. —Suspiro, dándome cuenta de que estoy siendo ridícula y
sabiendo que estoy tratando de redirigir esta energía nerviosa.
—Habla conmigo. —Me sujeta del codo—. Mírame cuando lo hagas.
—Te echo de menos. —Sigo con los ojos cerrados, pero levanto la
barbilla.
—Necesito las palabras, Lo.
Niego.
—Lo. Háblame —dice en una voz que he extrañado, que hace que mi
cuerpo cobre vida—. No soy lector de mentes.
Abro los ojos y miro los suyos, calor contra calor.
Camina hacia mí y levanta mis brazos, apoyándolos en su espalda.
— ¿Necesitas esto ahora?
—Siempre lo hago —contesto, con mi labio temblando—. Pero si tú
no. . .

209
Sus labios chocan con los míos, y abro la boca a la suya. Su lengua
acaricia la mía, y me sujeta las caderas, acercándome cómodamente
contra él. Siento su erección contra mi estómago mientras devora mi boca.
Retrocede y me levanta el vestido despacio mientras me mira.
—¿Crees que no lo he deseado?
Me encojo de hombros.
—Ángel, ha sido el infierno estar junto a ti todas las noches. He
estado dándote tiempo, espacio…
—No lo quería. Te quería a ti.
Me levanta y lo rodeo con las piernas mientras se desabrocha el
pantalón, aparta mis bragas a un lado, y se frota contra mi apertura.
—Va a ser rápido.
—Por favor. —Me empujo contra él.
Empuja hacia arriba, y grito.
—Joder —gime, girando sus caderas mientras se empuja más
adentro, caminando hacia la isla de la cocina.
Tan pronto como mi trasero golpea el granito, se empuja dentro y
fuera de mí, sin guardarse nada, no siendo cauteloso ni fácil. Me está
dando exactamente lo que necesito, y rápidamente me desmorono,
conectada a él.

Cuando entramos en nuestra casa con mis abuelos, los mira mientras
evalúan su hogar, nuestra casa. Lleva sus maletas al dormitorio de
invitados, y miro a mi abuela, cuyo brazo ha estado envuelto alrededor de
mi cintura desde que salí del auto.
—¿Entonces, este chico. . . ?
—Jason. —Asiento y la miro.
—¿Te gusta este Jason?
—Lo hago, y también me ama. —Sonrío.
—Y es el que. . . —Hace una pausa.
—Me salvó. —Mi voz se rompe, y me aclaro la garganta—. Me ama.
Me siento segura con él.
—Entonces también lo querremos. —Sonríe—. Mucho.

210
Levanto la mirada y lo veo detenerse de golpe en su camino cuando la
oye. Toma una respiración profunda y traga duro.
—Jason —dice mi abuelo, extendiendo la mano—. No sé cómo
podríamos pagarte alguna vez.
—No hace falta. —Asiente—. Haría todo por ella.
Mi abuela se queja sobre entre sus manos.
—Deberíamos haber estado aquí.
—Debería haber venido contigo. Debería haber dejado. . .
Jason está a mi lado, sosteniendo mi cabeza contra su pecho.
—No. Estabas dónde se supone que debías estar, y los imbéciles
responsables están tras las malditas rejas.
—Ven a casa ahora con nosotros —llora mi abuela, y Jason se tensa—
. Ven a casa con nosotros.
—Mi casa está con Jason. Pero prometo que no me esconderé de
ustedes ni los alejaré. —Me estiro y la abrazo.
—Y prometemos, si lo intentas, que no te dejaremos. No era lo
suficientemente fuerte entonces —explica mi abuela, envolviendo sus
brazos alrededor de Jason y de mí—. Lo siento mucho, Lorraine.

Cuando nos acostamos en la cama esa noche después de hacer el


amor silenciosamente, Jason me pregunta:
—¿Qué vínculos tienes con este lugar?
—A ti —le contesto honestamente.
—Estoy listo para un cambio si tú lo estás. —Me mira—. Nada me
está reteniendo aquí. Si quieres dejar este infierno, estaré contigo a cada
paso del camino. Te amo, Lo. Te amo mucho.

211
EPÍLOGO
Jason
Tres meses después

E
lla está de espaldas en la entrada con el vestido alrededor de
su cintura. Sus bragas están a nuestro lado en el suelo. La
llevé a través del umbral de nuestro nuevo hogar en Ormond
Beach, Florida, antes de dejarla y estrenar nuestra casa.
Levantando sus piernas a mis hombros, dejo caer mi cabeza hacia su
coño y lamo sus labios exteriores antes de separarlos y deslizar mi lengua
sobre su clítoris mientras juego en su apertura. Ella balancea sus caderas,
deseando más. Cuando grita mi nombre, me levanto y libero mi polla,
deslizándome en ella.
—No podías llegar más lejos, ¿eh? —se burla sin aliento mientras no
me detengo.
—Joder, no —le respondo con una sonrisa antes de estrellar la boca
en la suya. Pruebo la menta que comió antes, y los jugos de su coño se
mezclan con el sabor de la manera más deliciosa. Me aparto y mascullo
contra su oreja—: Ángel, solo estoy empezando.
Ella se ríe, y juro que he muerto he ido al cielo. Tengo las pelotas
dentro de ella en nuestra casa comprada recientemente mientras está tan
despreocupada. Sí, no podría ser mejor.
El asimiento del pasado se quedó en Detroit. El ciclo de abuso
terminó ahí. Ambos estuvimos de acuerdo en empezar de nuevo entre
nosotros y no dejar que el pasado definiera nuestro futuro.
Usé mi licencia pagada por la ciudad para poner mi condominio en el
mercado. Rechacé la primera oferta ya que estoy seguro de que mi padre
estaba detrás. Cuando iniciaron varias ofertas, el lugar realmente fue a
una guerra de ofertas que me hizo ganar diez mil sobre mi precio de venta.
Como Lorraine y yo ya no tenemos lazos en Detroit, y quería una
oportunidad con sus abuelos, nos mudamos a Florida. Ellos viven en
Deltona, que no está demasiado lejos. Usando el dinero de la venta de mi
212
casa, dimos un buen pago por nuestra nueva construcción, con cuatro
dormitorios, tres baños y piscina. Habíamos estado quedándonos en un
estudio hasta que pudiéramos entrar en este lugar. Hogar, maldito dulce
hogar.
Solicité un trabajo con el contratista que construyó la casa. No hay
nada más satisfactorio para mí que ver algo creado desde la nada por mis
manos. Es gratificante. Nunca he tenido miedo del trabajo duro. Con Lo a
mi lado, estoy aún más decidido a hacerlo a mi manera esta vez.
Lorraine tuvo que tener su licencia de enfermería aprobada en Detroit
para ser cambiada a Florida, lo que tomó algún tiempo y fue una prueba,
pero ahora está certificada aquí. También encontró trabajo en un centro
pediátrico en la oficina de un doctor, así que no más turnos nocturnos de
doce horas, o trabajo de fin de semana.
Ambos salimos temprano por la mañana y volvemos a casa para cenar
juntos antes de ir a la cama y repetir lo mismo al día siguiente. Hay calma
en tener una rutina. Más que eso, hay calma en saber que Lo está
conmigo en todo.
Me deslizo en ella cuando encuentro mi liberación.
—Estás en casa, Lo.
Me mira, sus ojos azules de ángel encuentran su manera de detenerse
en mis verdes. Me abraza con firmeza y dice:
—Mientras esté contigo, siempre estaré en casa.

Lo
En casa.
¿Cómo podría una palabra de solo cuatro letras significar más que
nada de lo que uno podría haber imaginado? Es más que una casa, más
que cuatro paredes, más que un lugar para colgar tu sombrero.
Hogar.
Si me hubieran preguntado hace cuatro años qué era un hogar, me
habría estremecido al pensar en ello. Mi hogar, el lugar donde me crie,
amé, me alimenté, al que pertenecía, se convirtió en mi infierno. No solo lo
acepté, sino que lo abracé. No quería estar ahí. No quería estar en un

213
mundo en el que mi familia no estaba. No podía estar en cualquier otro
lugar, tampoco. No hasta que llevaran a su asesino ante la justicia.
El odio y el miedo alcanzaron mi corazón.
La única vez que sentí que todavía latía era mientras estaba en el
trabajo, porque me sentía necesaria. Sentía como si pudiera hacer algo
que importase. Sentía como que podría salvar a la gente.
Estoy encantada de la risa de Jason, de su hoyuelo, de su amor y de
su toque todos los días. Se lo devuelvo sin dudar. Jason, el hombre que
me dijo que era malo, está lejos de serlo. Es mi héroe, mi salvador, mi
amor y ahora, mi hogar.
En sus brazos estoy a salvo. Su pasado es solo eso. No es un
monstruo, ni en la oscuridad, ni en la luz. Fue criado de una manera
donde se esperaría que fuera eso, pero fue más fuerte que su pasado.
Rompió esas cadenas. No, las destrozó y luego me ayudó. No, me obligó a
hacer lo mismo.
Los dos estábamos dañados. Ya no lo estamos. Tenemos cicatrices y
recuerdos que se desvanecerán en el tiempo y en la luz. No más
escondernos en la oscuridad.
No más.
Ahora vivimos.
Me paro en el baño del siempre soleado consultorio pediátrico en el
que ahora trabajo en Florida. Jason sugirió que trabajara en alguna parte
donde la muerte no sea inevitable, sino donde la vida me rodeé.
Hay un golpe en la puerta del baño.
—¿Estás bien allí? —Es la doctora Laura.
Abro la puerta y sonrío mientras salgo.
—En realidad, estoy genial.
—¿Estás segura? A veces, noticias como esa pueden ser
abrumadoras. —Me da un abrazo mientras caminamos pasando la
recepción, y me doy cuenta de que todo el mundo se fue por el día.
—Siento haberte detenido —me disculpo, tomando mi abrigo y
monedero.
—No me detuviste en absoluto. —Me da la bolsa de papel mientras
caminamos a la puerta exterior—. Ten un buen fin de semana.

214
Entro en el garaje donde Jason está paseando. Sé que se preocupa
cuando incluso llego algunos minutos tarde, incluso si no quiere hacerlo.
No va a cambiar pronto, especialmente ahora.
Me siento y lo miro. Su cabello es menos espigado ahora, es más
fuerte y más suave. Su mirada después de la ducha es increíblemente
sexy.
Inclina la cabeza a un lado y entrecierra ligeramente sus hermosos
ojos verdes. Luego avanza mientras levanta las palmas. No tiene idea lo
que estoy haciendo, y por alguna razón, eso me hace reír.
Camina y abre la puerta del auto.
—Lo, llegaste tarde.
No puedo evitar reír más fuerte.
—Seguro que sí.
Suspira y se agacha.
—Ahora estás en casa.
De algún modo, la preocupación en su expresión me suplica que me
calme. No quiero que piense que estoy regresando a lo de antes, porque
no lo hago.
—Estamos en casa —aseguro, tomando su rostro en mis manos y
besándolo.
—Mm… —Gime, apoyándose y tomando el control del beso como lo
necesito, lo deseo y lo quiero.
Después de unos momentos, me aparto y paso mi pulgar por su
mandíbula.
—Llegué tarde. Muy, muy, muy tarde, y hasta hoy, no me di cuenta
de hasta qué punto.
Me mira con curiosidad, y sonrío y él asiente.
—Vomité…
Inmediatamente lleva su mano a mi frente.
—Deberías estar descansando.
—Vomité, y luego me di cuenta de lo retrasada que estoy.
Niega, claramente no entendiendo lo que estoy diciendo.
Tomo su mano y la pongo en mi estómago.
—Tengo un retraso.
—Vamos a entrar. Te haré un poco de sopa y…

215
—No, Jason. —Me estiro y agarro la bolsa en el asiento a mi lado
entonces se la doy—. Es un regalo de… alguna clase.
La abre inmediatamente, necesitando respuestas. Mi amor no es
paciente. Eso está a punto de cambiar.
Saca el largo, estrecho, palo de plástico rectangular y lo mira.
—¿Esto es…?
—Sí. —Lo abrazo.
—Lo —suspira—, vamos a tener…
—Un bebé. —Me hecho hacia atrás, queriendo ver su reacción.
Su rostro está en blanco antes de que trague con fuerza. Por un
momento me pregunto qué pasará. Puede necesitar más tiempo para
acostumbrarse a la idea.
Cuando cierra los ojos con fuerza, una lágrima cae, luego otra y otra.
Las beso.
Me saca del auto y me mantiene firme contra él.
—¿Estás contento? —cuestiono—. Vas a ser un padre tan bueno,
Jason.
Mis pies dejan el suelo mientras me da vueltas, riendo como yo hace
unos minutos. Me pone en el suelo y toma ambos lados de mi rostro.
—Ángel. —Se vuelve a atragantar de nuevo y me besa suave, tierna y
amorosamente. Luego suspira—. Voy a ser el mejor padre en el universo.
—Sé que lo serás.
—Yo… —Se aclara la garganta y sonríe—. Quiero una docena.
Le devuelvo la sonrisa.
—Empezaremos con uno.
—Estoy hablando en serio, Lo. Vamos a tener muchos hijos. Vamos
a mostrarles qué es un hogar, lo que es el amor.
Asiento.
—Sí lo haremos.
—Nadie ama como nosotros, Lo. Nadie.
—Amo nuestro amor.
—No hay nada más profundo ahí fuera.
Me inclino para besarlo, pero se mueve hacia atrás.
—¿Hay alguna posibilidad de que haya dos allí? —Pone su mano en
mi vientre y se arrodilla delante de mí.
216
Me río mientras mira mi estómago, sin duda deseando tener visión de
rayos X.
—Hay una posibilidad, pero. . .
—Creo que veo dos —comenta antes de besarme el estómago,
haciéndome retorcer—. Quédate quieta. —Se reclina sobre sus talones y
sacude la cabeza—. Hola, soy tu padre. No te conozco aún, pero te quiero,
te quiero tanto. —Una lágrima cae mientras inclina su cabeza contra mi
barriga—. Tu mamá y yo nos liberamos de las cadenas que nos sujetaban.
Somos más fuertes que nunca porque estamos de pie juntos, tan fuertes.
Soy el hombre que siempre he querido ser debido a ella. Voy a ser un
hombre mejor por ti.
Las lágrimas caen libremente por mi rostro cuando levanta la mirada.
—Somos su hogar, ángel.
Asiento mientras se levanta y me abraza.
—Te amo mucho, Jason.
—Lo sé, Lo. Te amo tanto.
Él me sostiene fuerte, y sé, sin lugar a dudas, que nuestra vida
seguirá mejorando y mejorando cada día.

217
Este libro es para todos. Tu pasado no define tu futuro. Lucha por
avanzar y no dejes que nada ni nadie se interponga en tu camino.
Nadie puede derrotarte. Mantén la pelea dentro para superar todos los
obstáculos en tu camino.

218
CHELSEA
CAMARON
Chelsea Camaron nació y se crió en la Costa de
Carolina del Norte. Actualmente vive en el sur de
Luisiana, con su esposo y dos hijos, pero su corazón
siempre pertenecerá a Carolina.
Chelsea toda su vida quiso ser escritora, pero como
la mayoría de nosotros, dejó que el miedo venciera su sueño; después se dio cuenta
que, si le decía a su hija que fuera tras sus sueños, ya era hora de que siguiera su
propio consejo.
Chelsea creció ayudando a su padre en su taller, y debido a su amor por los
autos antiguos y las motocicletas Harley Davidson, acabó por inspirarse para su
serie “Las niñas de papá". Su amor por la lectura desató un nuevo amor por la
escritura y actualmente tiene proyectos en los que está trabajando.
Cuando no está pasando sus días escribiendo pueden encontrarla jugando
con sus hijos, asistiendo a exposiciones de autos, dando paseos en moto en la parte
posterior de la Harley de su marido, acurrucándose con su nuevo libro favorito o
viendo cualquier película en la que Vin Diesel pudiera estar.

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MJ FIELDS
El autor más vendido de USA Today, MJ FIELDS,
creció en una granja rodeada de su familia extendida.
Atribuye su habilidad de escribir personajes masculinas
realistas al hecho de que tuvo una gran cantidad de
influencias masculinas en su vida. . . Eso y los libros de
bromas sucias que robaba de sus tíos o de los empleados
de la granja, para después escapar riendo mientras ellos la
perseguían gritando obscenidades tratando de atraparla
para que devolviera los libros antes que su mamá
temerosa de Dios se enterara y azotara su trasero con un
matamoscas.

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