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Cecy Robson Capítulo 15
Sinopsis Capítulo 16
Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2 Capítulo 18
Capítulo 3 Capítulo 19
Capítulo 4 Capítulo 20
Capítulo 5 Capítulo 21
Capítulo 6 Capítulo 22
Capítulo 7 Capítulo 23
3
Capítulo 8 Capítulo 24
Capítulo 9 Capítulo 25
Capítulo 10 Capítulo 26
Capítulo 11 Capítulo 27
Capítulo 12 Capítulo 28
Capítulo 13 Epílogo
Capítulo 14 Once Kissed
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C
ecy Robson es la autora New Adult de Once Perfect, Once Loved y
Once Pure y la galardonada autora de la serie de fantasía
romántica urbana Weird Girls. Una autoproclamada profesional de
la siesta, Cecy cuenta entre sus talentos un conocimiento asombroso de
trivia inútil, la habilidad de darle volumen a su cabello y un don para
comenzar a cantar, a pesar de las vehementes protestas de su familia.
Escritora a tiempo completo, enfermera registrada, esposa y madre
viviendo en el Gran Noroeste, Cecy disfruta pasar tiempo con su familia y
silenciar a los personajes charlatanes en su cabeza contando sus
historias.
E
lla lleva las cicatrices del pasado. Él se culpa a sí mismo por cosas
que no puede controlar. Sus defensas están altas, pero en la última
novela de la serie “Shattered Past” de Cecy Robson —perfecta para
los fanáticos de Monica Murphy y J. Lynn—, el amor verdadero da un
duro golpe.
Por muy fuerte que sea Killian, Sofia siempre ha sido su única debilidad.
Sabe que Sofia ha sufrido y quiere asegurarse de que nunca sea herida de
nuevo… no como antes, y definitivamente no bajo su cuidado. Cuando
Sofia accede a trabajar en su gimnasio de artes marciales mixtas, Killian
aprovecha la oportunidad para ayudar y proteger a la dulce niña por la
que siempre se ha preocupado. Y aun así, mientras entrena a Sofia para
defenderse usando sus duras técnicas de MMA, es atraído por la
vulnerable belleza en maneras que nunca se esperó.
Shattered Past #3
E
l constante aporreo de puños contra la pera de boxeo continuaba
como si los golpes de cuerpos y maldiciones no estuvieran
rebotando en cada pared del gimnasio de MMA. Cada golpe, cada
estallido, prometía dolor y exigía respeto. Intenté no reaccionar ante cada
golpe fuerte, o encogerme por los cuerpos enormes goteando sudor, pero
era difícil. Caos controlado era la mejor manera de describir la escena
desentrañándose ante mí. Y nadie lo hacía mejor que Killian O’Brien.
Su amplia y musculosa espalda estaba hacia mí, pero eso estaba bien. Me
gustaba la forma en que su tatuaje de cruz celta se arrastraba hacia
arriba por la longitud de su columna vertebral y se extendía por sus
omóplatos. Me gustaba la forma en que su ondulado cabello negro le
hacía cosquillas en la base de su cráneo. Me gustaba la forma… está bien,
¿a quién estaba engañando? Me gustaba todo de él. Lo hacía desde que
tenía siete, cuando él y su gran familia católica se mudaron a la casa de
la hilera frente a la nuestra.
Su pie rozaba la parte superior del saco con cada golpe brutal, causando
que la cadena que lo sostenía sonara y se agitara con duras sacudidas.
Killian era más reconocido por sus patadas. Si le daba en el rostro con su
pie a su oponente, el pobre tipo estaba acabado, y también lo que
quedaba del resto de su rostro.
—¡Oye, Sofia!
—Oh, sí. Lista para empezar. —Palmeé el bolso como una total perdedora,
luego dejé caer mi mano a un costado de manera bastante torpe. En un
intento por recuperar un poco de gracia, deslicé mis lentes de sol encima
de mi cabeza, empujando los mechones de mi largo cabello rizado con
mucho cuerpo detrás de mis orejas.
—Ah, no, pero está bien. Puedo dirigirme a su oficina y comenzar con su
sitio web…
—Kill, ¡Kill! —Finn acunó su boca con sus manos, gritando muy fuerte—.
¡Tu mujer está aquí! —Su atención se dirigió a mi mortificado rostro—.
Eres su mujer, ¿cierto, Sofia?
—Ah…
—¡No!
—¿Querer qué?
—¡Finn!
Querido. Señor.
Había pasado un par de semanas desde que lo había visto por última vez.
Oscura barba incipiente rozaba su barbilla, formando una pequeña
perilla y enfatizando los ángulos de su mandíbula cuadrada. Pero su
rostro no retuvo mi atención durante mucho tiempo. Mi mirada bajó por
su cuerpo, apreciando su piel clara reluciente por sudor… antes de que
recordara que mis gafas de sol ahora estaban en la parte superior de mi
cabeza y estaba mirándolo descaradamente.
—¿Mi sudor?
Finn hizo una mueca como si le doliera verme fallar. Yo era buena con las
9 computadoras. No podía decir lo mismo acerca de los hombres. Si el
destino del mundo dependiera de que tuviera una interacción exitosa con
la especie masculina sin tartamudear, sonrojarme o retroceder, el mundo
terminaría y todos moriríamos de alguna asquerosa muerte apocalíptica.
Casi gruñí cuando dejó caer su mano. Si fuera alguien más fuerte y más
segura, habría extendido la mano para tocarlo o quizás le hubiera
destellado una sonrisa. Pero no era una de esas chicas coquetas que
siempre parecían decir las cosas correctas. Era simplemente yo.
Nos movimos a lo largo del borde del gimnasio hacia su oficina. El suelo
no estaba acolchado aquí, así que los tacones de mis sandalias plateadas
resonaban contra el suelo de concreto. Ajusté la fina correa de mi top
floreado cuando la correa del bolso de mi computadora portátil la tiró
hacia debajo de mi hombro.
Bajé mis pestañas, apartando mi mirada. Había querido lucir bien para él
y esperado que lo notara. Así que cuando lo hizo, sí, puede que me haya
agitado por dentro. Pero solo un poco, lo juro.
—¿Ah? Oh, bien. Me fui temprano por si acaso, pero estuvo bien. Me estaré
quedando con mi madre, así puedo simplemente caminar hasta aquí y no
tendré que preocuparme por eso.
Asentí.
—Sí. Estaré allí hasta que termine aquí. Hace más fácil el trasladarme,
¿sabes?
—Esto es lindo.
—Kill, el escritor de esa revista de MMA está aquí para hacer tu entrevista.
—Estaré allí enseguida. —Me sonrió—. Tengo que ocuparme de eso. ¿Vas a
estar bien aquí sola?
Asentí.
—Estaré bien.
—Quizás, pero eso no es lo que quise decir. —Mi tecleo se redujo hasta
detenerse mientras una familiar sensación de temor se arrastraba por mi
espalda—. Por lo que oí, follará cualquier cosa que tenga un pulso.
—Vete a la mierda. Mi prima Kenny dice que finge ser toda dulce, pero es
todo un acto. Un puñado de hermanos se ha aprovechado de ello…
13
M
e tomó mucho tiempo calmarme, y un tiempo aún más largo
para que mi cuerpo dejara de temblar. Mis primeros instintos
fueron huir y esconderme, como había hecho toda mi vida. Pero
no podía escapar. Salir de la oficina significaba enfrentarme a los
hombres que estaban allí, y, lo peor de todo, explicarle a Killian por qué
me fui tan abruptamente. Así que recurrí a cerrar las persianas y
esconderme.
¿Cierto?
Mis manos pasaban por mis notas, moviendo algunas a la derecha, otras
a la izquierda. Pensé que las tenía en orden. Pensé…
Gemí, frustrada. Todo lo que logré hacer fue esparcirlas a través del
escritorio. No había lógica, no había forma de seguir mi plan ahora que
había estropeado todo.
Crucé los brazos e incliné la cabeza. Dios, por favor, dame fuerzas.
—Tal vez debería trabajar desde casa. Si hablamos un poco ahora, puedo
hacer la mayor parte del trabajo en casa de mi madre.
—¿Qué pasó?
—No creo que debería estar aquí —le dije sinceramente, odiando mi voz
por cómo se estremeció.
—Sofía…
—¿Qué?
—Cuando te invité a venir aquí, y estuviste de acuerdo, pensé que tal vez
estabas de acuerdo con más… no debería haber asumido eso. Lo siento.
Cuando Killian tomó posesión del gimnasio el otoño pasado, sus gastos
fueron enormes y su beneficio mínimo. Le había construido el sitio más
básico para atraer negocios y lo ayudé con la promoción. Philly se hizo
cargo. Cuando salió la noticia de que era un chico local —con cinco años
de peleas profesionales de MMA bajo su cinturón y capacitando
aprendices—, el negocio explotó y también lo hizo el caos. Necesitaba un
sitio mejor, un mejor programa de contabilidad, y una mejor
organización.
—Te necesito, Sofía —repitió—. No puedo confiar en nadie más con mis
cuentas e información personal. ¿Te quedarás y me ayudarás?
—Está bien.
—Lo siento, Killian. No quiero ser tan… —“Patética” fue la primera palabra
que me vino a la mente. Pero afortunadamente no lo dije en voz alta.
Killian se hizo hacia atrás y cruzó sus brazos abultados, exponiendo los
tatuajes religiosos que lo coloreaban. Había algo desconcertante en que el
Arcángel Miguel me mirara fijamente. Por otro lado, él conocía bien mis
pecados.
—No. —Su tono era firme—. Tengo que saber que estás a salvo en todo
momento.
—Está bien… Tengo que repasar algunas cosas contigo para que pueda
terminar de diseñar tu programa. Es casi lo mismo que construí para el
negocio de Teo, pero quiero ajustarlo a tus necesidades.
Tiró de una de las sillas frente a su escritorio y se sentó, inclinándose
hacia atrás para frotar su fina barba de chivo.
—¿Qué hay del sitio web? —preguntó cuando el silencio se alargó entre
nosotros—. ¿No debería ir primero?
Sus cejas levantadas me dijeron que debería haber expresado las cosas
de manera diferente.
—Um —dije como una idiota. Para darle tiempo a mi rostro para
19 recuperar su tono aceitunado normal, abrí las maquetas que había
iniciado y giré mi computadora portátil—. Fui a los sitios que te gustaron
y creé este.
Las maquetas tenían los colores que había preferido: rojo oscuro, negro y
carbón en patrones alternos. Las cabeceras eran diferentes tomas de él.
Algunos fueron tomadas de las peleas reales que había encontrado en la
web, otros eran de él entrenando
—Oh. Las tomé el otoño pasado cuando construí tu sitio. Utilicé la cámara
digital que me regaló mi tío Lino.
Parecía sorprendido.
No admití que fueron todas de él porque, sí, nadie más había retenido mi
atención. Me aclaré la garganta.
—No puedo usar los que encontré en línea, ya que no las poseo. Solo son
para darte una idea. Pero si te gustan estas…
—No hay “si”. Sofía, estas son jodidamente buenas… mejor de lo que
esperaba. ¿Puedes volver a las primeras? —Inspeccionó cada una de
estas mientras pasaba—. ¿Podemos hacer un combo, en diferentes
páginas, o todas tienen que ser iguales?
Las únicas personas con las que hablaba eran Killian y su familia, pero
incluso eso era en pequeñas cantidades. Mi objetivo era hacer el trabajo y
rápido. Me convertí en una máquina, escribiendo rápido, pensando más
rápido. Era mejor que preguntarse qué se decía de mí.
Lo recordaba.
1
Killer yum: En el original, es una broma, pero el sentido se pierde en la traducción.
Lo observé salir a tiempo para escuchar a su hermana, Erin, mejor
conocida como Wren, entrar en el gimnasio. No la había visto desde el
invierno, pero oí su acento de Philly fuerte y claro.
—De mierda. Creo que estoy por tener mi período. —Sus dos trenzas
colgaban como gruesa cuerda negra contra sus pechos. Rebuscó en su
bolsa y se puso de pie con un resoplido cuando no encontró lo que
buscaba—. Oye, ¿tienes algún tampón contigo?
—Gracias. Esta mierda femenina jode, ¿sabes? Pero supongo que si todo
es parte de mí estrujando unos cuantos cachorros un día, vale la pena,
¿verdad?
—Gracias, Sofe. —Sacudió la barbilla—. Así que Finn me dice que lo estás
haciendo con Kill.
Creo que mi mandíbula se cayó cerca de mis pies.
—No hay nada de qué avergonzarse. Es un buen chico, como tú, ¿sabes?
Ayúdame, Jesús.
—Oh, es increíble. Vendí más F-150 la semana pasada que esos tarados
con los que trabajo.
—¿Sí?
—Gracias.
—Te ves muy bien, Sofi. Demasiado bien. ¿Segura que no estás follando a
mí hermano?
—Porque Finn dijo, y concedo que Finnie tiende a exagerar la verdad, que
Kill estaba todo, como, interesado en ti. Por otra parte, lo ha estado desde
antes de que tuviera vello púbico.
—¿En serio?
Sacudí la cabeza.
24 —Ah, no.
—Wren. Tu clase está lista. —Frunció el ceño hacia su hombro—. ¿Por qué
diablos tienes un tampón en tu sujetador?
—Oh.
Tiró el tampón en su bolsa y salió. Con metro setenta, era solo cinco
centímetros más pequeña que Finn. Ambos habían sido los enanos del
clan O'Brien. Ella aplaudió con sus manos mientras un grupo de mujeres
se reunía a lo largo de la pared donde estaban alineadas una fila de
bolsas pesadas.
El niño asintió.
Asintió de nuevo.
El chico parpadeó.
—Lo siento, Wren. Mi madre no podía cuidarlo, así que tuve que traerlo a
clase. Sauron, trae tu culo aquí.
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El niño reanudó su carrera en círculos alrededor de Wren en cuanto lo
soltó.
—No me hagas empezar. Fue idea de mi ex. ¡Sauron! ¡Ven aquí antes de
que te quite el iPad!
—Cristo —escupió—. Está bien, señoras, veinte patadas, diez con cada
pierna, vamos. Sauron, también agarra una bolsa.
—¿Yo?
—Sí. Con un nombre como el que tienes, vas a hacer que te pateen el culo.
Bien podrías aprender a defenderte. ¡Vamos, señoras, vamos!
2
TDAH: Trastorno de Déficit de Atención/Hiperactividad.
Los hombres del octágono dejaron de pelear. Reconocí al joven en
pantalones cortos azules de MMA como uno de los muchos que seguían
diciendo mierda sobre mí. Se colgó sobre el costado mientras Wren
gritaba instrucciones a su clase.
—Maldita sea, eres ruidosa, Wren. Tal vez necesites algo de esto para
mantenerla cerrada. —Se sacudió la parte delantera de sus pantalones
cortos.
—No. Estoy demasiado llena de tener algo con tu padre. Por cierto, se
disculpa por haberte dado una polla tan pequeña.
—Sí. El jodido idiota no tiene clase —dijo con la boca llena de comida. Se
limpió los labios con el dorso de la mano, luego señaló el envase de
cartón empacado a unos centímetros de su vida con papas fritas de
queso—. ¿Quieres un poco, Sofi?
—No, estoy bien—. Sonreí suavemente cuando Finn levantó un recipiente
de té helado y lo colocó delante de mí. Mi sonrisa se ensanchó cuando
Killian me entregó mi sándwich—. Gracias chicos.
—Seguro. —Hice espacio para que Killian pudiera darse la vuelta y ver
hasta dónde había llegado. El codo de su brazo abultado estaba lo
suficientemente cerca como para que pudiera sentir los pequeños vellos
rozar mi piel. No me di cuenta de que estaba mirando hasta que me
empujó juguetonamente. Levanté la mirada para captar su sonrisa. Esa
fue la primera demostración de afecto que había intentado desde que
pensó que lo estaba dejando.
Inclinó la cabeza.
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—Oye.
—¡Estoy comiendo!
—Come en tu oficina.
—Esa mierda es un armario. Soy un socio aquí. Merezco una oficina como
esta.
—Cinco por ciento del negocio te gana el cinco por ciento de una oficina.
Querías una más grande, deberías haber sacado más de la herencia en
lugar de comprar ese maldito Mustang.
—Un auto caliente que va a ser inútil en las carreteras cuando nieve.
Él puso los ojos en blanco.
Finn terminó su comida y luego me dejó sola con Killian. Fue entonces
cuando finalmente dejé de sonrojarme. Killian había pasado con
aprobación a través de las páginas que había establecido. Ahora estaba
seleccionando algunas fotos para poner en su sitio web. Volví mi atención
hacia Wren. Ganó sobre ojearlo a él, aunque se había convertido en mi
pasatiempo favorito.
28 —Lo siento, Gloria. Lo confundí con el tipo con los pies peludos, viendo
cómo tu hijo tiene unos pies peludos. —Wren siguió andando, arreglando
posturas y dando instrucciones, todo el tiempo pateándoles el culo y
mostrando cómo se hacía. La chica era un animal—. Más fuerte…
maldición, Laquita. Esto no es ballet. Patea como si quisieras abrir
algunas bolas y derramar semen…
—¿Qué?
—¿Cinco mil?
29 —Tienes razón. Puede decir lo que quiera. —Se inclinó de nuevo hacia
delante y reanudó sus deberes de selección de fotos.
Los músculos se veían por los costados de su camiseta sin mangas. Todo
lo que quería entonces era acariciar la longitud de su espalda y sentirme
cómoda haciéndolo. Pero nunca había tocado a un hombre.
—Estas son geniales. Las de acción son las mejores. —Golpeó la pantalla—
. Me gustaría más de estas patadas, y tal vez algunas de Finn derribando
a un oponente más grande.
—Lo que quieras. Todavía tengo la cámara de Lino. Pero primero déjame
mostrarte algo. —Hice clic con el ratón hasta que alcancé una toma en
blanco y negro. Killian había golpeado a alguien tan fuerte que el tipo se
había girado, haciéndolo borroso—. Me gustaría mantener ocultos todos
los rostros, excepto los de tu familia. Incluso si firman las extensiones, no
quiero arriesgarme a que te procesen por usar sus imágenes.
Se frotó la mandíbula.
—Te escucho.
—¿Qué?
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Suspiré y bajé mis párpados.
Me sorprendió sonriendo.
Killian tiró de uno de mis largos y oscuros rizos, supongo que para
recordarme que todavía estaba conmigo.
Me reí.
—También Brody. Para alguien que no creció alrededor de la comida
latina, seguro que le encanta.
Killian no se rio. No entendí por qué hasta que divisé a Norman Kessler.
Uno de sus cuidadores lo empujaba en su silla de ruedas. Probablemente
estaban camino de regreso de tomar algo de aire. Baba se derramaba de
la boca abierta de Norman. La dejaba caer, sin saber lo suficiente para
limpiarla. Sus ojos estaban fijos en el cielo, con la mirada vacía. Si su
cerebro todavía formaba pensamientos, no los expresó, y basado en su
condición, probablemente nunca lo haría.
Norman una vez fue un chico normal que vivía a unas cuantas cuadras
de la tienda de la esquina. Una noche fue asaltado por lo que debió ser un
grupo de hombres. Tomaron su dinero y golpearon su cráneo,
convirtiéndolo en lo que permanecía delante de nosotros.
32 Killian resopló.
—No hay nada de pobre en él. Por lo que escuché, ese pedazo de mierda
recibió lo que se merecía.
—¿Intentaste tocarme?
—Em, ¿no?
Se rio.
—Oh, ¿sí? Mmm. No sé, Sofia, eso me pareció como tocar para mí.
Este habría sido el momento perfecto para ser ingeniosa y linda. Una vez
más, ingeniosa y linda huyeron y me dejaron en el polvo. Aclaré mi
garganta.
Una diferencia de dos años y medio no parecía ser mucho ahora, pero lo
fue entonces. Dos años y medio significaron que él se graduó de la
escuela primaria y secundaria antes que yo. También significaron que él
estaba bien entrado en la secundaria antes de que yo pudiera empezar.
Tal vez eso fue lo que finalmente llevó a una brecha entre nosotros.
Todavía era una niña, y él tuvo que terminar de crecer sin mí.
—¿Crees que esos niños juegan con los autos Matchbox? —preguntó,
interrumpiendo mis pensamientos. Señaló hacia la acera con su
barbilla—. ¿Comen caramelos y sándwiches submarinos en los pórticos
como lo hacíamos nosotros?
Las comisuras de mis labios se alzaron en una sonrisa. Había amado las
dos muñecas que tenía, pero las abandonaba por arrastrarme por la
sucia pasarela peatonal y jugar autos con Killian y sus hermanos.
Habló suavemente.
Debería haber sido más unida a Finn o Wren. Los dos estaban más cerca
de mi edad. Pero siempre fue Killian quién me atrajo. Había empezado
pequeño con un gran corazón. Mientras crecía en su inmensa forma,
estuve complacida de ver que su corazón crecía con él.
—Sí. —Killian echó un vistazo al otro lado para mirar su antigua casa—.
Se ve más pequeña de lo que lo hizo una vez.
Todas las luces del pórtico estaban encendidas, excepto dos. Voces salían
de las ventanas abiertas y los televisores resonaban las noticias. Observé
a Killian escanear el viejo vecindario. Las estrechas casas de hileras eran
en su mayoría iguales, consistiendo en fachadas de ladrillo, viejos pisos
de madera, entradas de cemento, y las mismas tres habitaciones en
forma de caja apenas lo suficientemente grandes para contener camas.
La única obvia diferencia que sentía era la falta de miedo en el aire. Se
había elevado el día en que mi padre fue sentenciado a cumplir tres
cadenas perpetuas consecutivas. Él había causado el miedo aquí. Pero ya
no lo haría.
35 —Probablemente no. Mamá nunca ha sido buena con el cambio. Creo que
se quedará tanto tiempo como pueda funcionar independientemente. —Le
sonreí, agradecida de que el incómodo silencio entre nosotros hubiera
pasado—. Tu mamá tomó una buena decisión, mudándose a Florida. Finn
dice que es agradable donde vive.
—La suerte del irlandés es la que la llevó ahí, sabes que siempre la tuvo
de su lado. Me llamó la otra semana para decirme que ganó otro raspa y
gana. No podía jodidamente creerlo.
—Doce mil.
—Santa…
Esta vez, era yo quien estaba riendo. La madre de Killian tenía el don de
tener dinero aterrizando justo en su regazo. Encontraba veinte dólares en
la calle aquí, cincuenta ahí, y este era al menos el tercer billete de raspa y
gana que había ganado desde que la había conocido. Nada de eso era
suficiente para vivir, pero siempre parecía llegar a ella. El más grande, sin
embargo, llegó a expensas de su infiel marido, el papá de Killian. Murió
en la cama de su novia, pero dejó una cantidad escandalosa de seguro de
vida y su pensión de la Marina a la madre de Killian. La madre de Killian
a su vez vendió el negocio familiar de limpieza en seco y se retiró a
Florida, pero no antes de dar a cada uno de sus siete hijos unos ochenta
mil.
—Sabes, nunca he tenido ese tipo de suerte. ¿Recuerdas que una vez gané
cincuenta dólares y perdí el control completamente?
—Oh, recuerdo. Mmm. ¿No tenías catorce años cuando sucedió? —Sonrió,
sabiendo adónde me estaba dirigiendo. Sacudí mi dedo hacia él,
sintiéndome un poco valiente—. Sabes, el acceso al juego a los menores
de edad es ilegal y el juego en sí… tsk, tsk, tsk, Killian, eso es pecado.
—Lo sé. Lo dejaste claro cuando sucedió. —Entrecerró sus ojos—. Por
36
cierto, gracias por delatarme con el padre Flanagan. Apreció la donación
a la iglesia.
Sonreí.
—Sentí que era uno de mis deberes de monja reportarte. Alguien tenía
que asegurarse de que pasarías por delante de San Pedro.
—Me pareció una buena idea en ese momento. —Miré mis manos,
recordando cuántas veces rezaba el rosario cuando era pequeña y
asustada, y cómo la sensación de la cruz de plástico barata siempre
lograba traerme consuelo. Pero cuando lo que quedaba de mi inocencia
fue robada, nada parecía reconfortarme más. Suspiré—. Mi fe… es lo que
me ayudó a atravesar partes duras de mi infancia. —Me encogí de
hombros—. Quería retribuirle… ser parte de algo especial y mayor que yo.
Pero ahora sé que no es donde pertenezco.
—¿Qué?
—Esos chicos están fuera tarde —dijo Killian. Se acercó más a mí,
susurrando como si me estuviera diciendo un gran secreto—. Si no
estábamos para el momento en que la luz del porche estaba encendida,
nuestros culos estaban recibiendo una golpiza.
Sonreí.
Jadeé.
—¡No!
—Oh, sí. Tenía doce años y trataba de actuar como un adulto. Dijo:
“Maldición, mamá. ¿Por qué eres tan perra?”.
Lo observé de cerca.
—Mi madre tenía razón en una cosa. Eras una niña bonita. —Su sonrisa
se suavizó ante mi sonrojo—. Pero ninguno de nosotros comprendía en lo
hermosa que te habías convertido.
Me incorporé un poco.
—No lo sabía.
—Sí, lo fuiste. Era Navidad. Tenías ocho años, yo tenía diez años. —
Sonrió—. Y juro por Dios que me golpeó en el culo.
Mi rostro se calentó y los bordes de mis labios se curvaron. Estaba
dividida entre sonreír y dejar que mi mandíbula cayera.
—¿Por qué no? ¿Estás diciendo que tus labios no tocaron los míos?
—Quise besar tu mejilla, soy cubana. ¡Nos besamos las mejillas! No sabía
que ibas a voltearte así.
—Nunca te agradecí por ese beso —dijo—. O por la sonrisa que me diste
por eso. Pero gracias.
Mi primer instinto fue huir, como lo había hecho tantos años atrás. Tenía
miedo de lo que pensaría de mí, como lo hacía entonces.
40
Pero era Killian, mi flechazo desde la infancia y uno de los pocos hombres
que alguna vez me mostrara bondad.
Y no me acobardé.
Killian tomó mis manos en las suyas, una a la vez, entrelazando nuestros
dedos mientras me acercaba cuidadosamente. Los pasos que quedaban
entre nosotros eran mínimos y escasos. Me detuve, mis pechos a apenas
centímetros de encontrarse con su cuerpo. Ese conocimiento, y la
proximidad de donde estaba, me congelaron en el lugar.
Bajé mis párpados a tiempo para que sus labios gruesos y suaves
pasaran por encima de los míos. Apenas me rozó, pero la sensación de él
contra mí animó mi piel.
Su lengua se movió sobre la mía, revolviendo otro gemido. Esta vez de él.
41
Nuestro beso se profundizó, durando más de lo que podría haber soñado.
Pero cuando finalmente nos separamos, nuestro momento pareció
terminar demasiado pronto.
—Sí. Mañana.
—Bien —dijo en voz baja.
—Gracias —dije.
Continuamos viéndonos, sin decir nada, hasta que ambos nos reímos.
—Lo sé.
Me reí de nuevo.
—Y no huí.
42
Se frotó la mandíbula, riendo entre dientes.
Mi bolso cayó a mis pies cuando lo dejé caer para unir mis dedos
alrededor de su cuello, y sus brazos se curvaron alrededor de mi cintura.
Busqué la llave y abrí la puerta principal. Hice una pausa antes de cruzar
el umbral, sabiendo que Killian esperaría a irse hasta que estuviera a
salvo dentro. Arriesgué una mirada por encima de mi hombro, y luego
arriesgué un poco más.
—Killian, ¿sabes que dijiste que llevas mucho tiempo esperando que te
toque?
—¿Sí?
—Solo para que sepas, he estado esperando más tiempo a que me beses.
43
K
illian me acompañó a casa durante la siguiente semana. Cada
noche nuestros besos se hacían más intensos. Anoche mi madre
había encendido y apagado la luz del pórtico, su manera de
decirme que ya era suficiente.
—Está todo bien. —Me sonrió—. Me alegro de estar en tus buenas gracias.
—Killian…
—Nadie tiene que saber que estoy sosteniendo tu mano, Sofía. Y nadie
tiene que saber de nosotros, si no quieres. —Su pulgar pasó a lo largo de
mi palma—. Pero me gusta tocarte, y me gusta estar contigo. Así que si
me dejas, me gustaría sentarme contigo aunque sea por un pequeño
momento.
45
Por muy tímida e insegura que estuviera acerca de nosotros, me gustaba
que estuviera a mi lado. Killian representaba la fuerza que siempre había
deseado y era la prueba de que la compasión permanecía en el mundo.
—Me gustaría prepararte la cena. —Mi cuerpo se calentó cuando sus cejas
gruesas se apretaron—. Has sido realmente genial. Me gustaría cocinar
para ti —me las arreglé. Pensé que moriría en el silencio que siguió—. Soy
una buena cocinera —añadí con bastante patéticamente.
Mi madre se iba a las Cataratas del Niágara en unos días con su grupo de
la iglesia. Estaba planeando invitar a Killian a nuestra casa. El miedo me
había impedido aceptar citas en los últimos años, y me habían mantenido
lejos de la casa de un hombre. Pero ya era mayor. Y él también. Esto es lo
que hacen las personas adultas, ¿verdad?
—Está bien.
—Puedo hacer eso. Solo dime lo que quieres y lo haré para ti.
Sonreí, pero eso fue todo lo que logré. Guiñó un ojo antes de ponerse de
pie y seguir a Finn hacia el otro lado del gimnasio cerca de la entrada. El
grupo con el que estaba trabajando había pasado una semana de
pruebas para unirse a esta clase. Cada uno se esforzó por hacerlo
47 profesionalmente. Cada uno había luchado como un animal rabioso por
un lugar. Y cada uno me asustó muchísimo. Eran hombres grandes y
duros que no intimidaban a Killian en lo más mínimo.
—Oye, Sofia.
Me puse de pie, con las rodillas dobladas. Todo lo que tenía que hacer era
gritar. Wren estaba a pocos metros de la puerta. Podía oír su voz gritando
instrucciones a su grupo, y escuché los gruñidos de las mujeres mientras
sus cuerpos dejaban la estera. Eso significaba que ella también podía
oírme.
Un tipo grande, uno de los amigos de Trey, irrumpió hacia adelante, sus
manos apretando lo suficiente como para tensar las venas que corrían a
lo largo de sus brazos.
Killian le dio una patada muy fuerte en el rostro, el hueso crujió y el gran
hombre cayó sobre dos de los aprendices de Killian. Lo empujaron,
50 acercándose a él.
Wren no compartió ese miedo. Me jaló hasta mis pies y me arrastró hasta
la oficina. Killian la siguió. La puerta se cerró de golpe cuando Wren me
sentó en la silla más cercana. Me enrosqué en mi cuerpo, mi estómago
balanceándose brutalmente.
Un sollozo me rompió la garganta. Todo lo que tenía que hacer era gritar.
Solo una vez. Y ni siquiera pude manejar eso.
—¿Estás segura?
Oí la puerta abrirse.
Sentí mi pelo caer contra mis hombros cuando Wren me soltó. La voz de
Finn gritó por encima de los susurros y murmullos que seguían afuera.
—Se acabó, gente. Sofi está bien. Luther, comienza algunos suicidios.
Grupo A, ocho vueltas alrededor del gimnasio, vamos. Dom, te enfrentas a
Shaheem después. Brandon y Miguel, siguen…
—Lo s-siento.
Odiaba ser percibida como débil e indefensa, sobre todo porque no podía
elevarme y probar que estaban equivocados. Por mucho que quería ser
algo mejor y más fuerte, allí estaba yo, enroscada en una pelota como
siempre, incapaz de pelear, incapaz de siquiera gritar por ayuda.
Sí. Lo era.
Mi cuerpo tembló en ondas, deteniéndose y empezando y deteniéndose de
nuevo, surgiendo violentamente solo para interrumpirse abruptamente
antes del comienzo de la siguiente ronda. Permanecía aterrada de todo y
de todos.
Incluso de Killian.
Me levantó la cabeza.
—E-esta no fue tu culpa.
55
K
illian, Finn, y Wren se turnaron para quedarse conmigo en la
oficina de Killian. Apenas dije algo y pasé mi tiempo desmontando
el disco duro para que lo que quedaba de mi computadora portátil
pudiera ser puesto en la basura. Eran cerca de las diez cuando Killian me
llevó a su F-150 azul oscuro.
Abrió la puerta para mí, luego fue al lado del conductor y se puso el
cinturón de seguridad. Hizo una pausa antes de arrancar el motor.
—Está bien.
—Cada casa tiene tres dormitorios y un baño y medio como las del viejo
vecindario. La diferencia es que aquí son más grandes y tienen un garaje
y un sótano. —Se detuvo en la entrada de la casa del extremo y salió,
luego dio la vuelta y mantuvo la puerta abierta para mí mientras recogía
mis cosas.
Un par de noches atrás, Killian había empezado a agarrar mi mano. No lo
hacía ahora. Pero por mucho que deseaba que lo hiciera, no hice ningún
esfuerzo para tomar su mano. Lo seguí por los escalones y esperé a que
abriera la puerta.
Se rio.
—No. Cinco. Fui codicioso y derroché el dinero que gané en mis últimos
tres enfrentamientos e hice un gran dormitorio para mí. Ordenemos algo
de comida primero, luego te mostraré los alrededores.
—¿Te gusta?
—Sí. —Me arrodillé para examinar los rodapiés, rocé mis manos sobre las
paredes de yeso, y contemplé la moldura del techo—. Es hermosa. De
mucho carácter.
59
—Mi familia y yo hemos pasado cada fin de semana en este lugar
durante el último año.
Se encogió de hombros.
—¿Sí?
—Sí. Me encanta.
—Me gustaría pintarla ahora que tengo dinero, pero no sé una mierda
sobre qué va con qué.
—Puedo ayudarte, si quieres. —Mis mejillas se calentaban mientras más
tiempo lo miraba—. Empiezo diseño de interiores en Villanova en el otoño.
No estaba segura de sí sabías eso.
—Lo sabía. Solo no estaba seguro si preguntar. —Pasó los dedos por su
cabello—. Parece que tengo que empezar a pagarte más.
No veía el problema.
—Sí.
60
—¿Naranja? —preguntó de nuevo.
—Ah, claro.
—Juntaré algo para que puedas ver antes de tiempo. Creo que te gustará
una vez que puedas imaginarlo mejor.
—Está bien. Confío en ti —añadió en voz baja. Colocó las manos en sus
caderas—. ¿Quieres echar un vistazo arriba?
—No tenemos que hacerlo. Podemos esperar aquí a que venga la comida.
Killian confiaba en mí con su información personal y cuentas. Incluso
estaba confiando en mí con pintar las paredes de naranja. También
necesitaba empezar a confiar en él.
—No, subamos.
—¿Dorado?
—Demasiado grande solo para mí. La sentí como una elección inteligente
en ese momento. Ahora no lo sé.
—Pensaba que tal vez azul pizarra para las paredes, y tal vez un acabado
níquel para los acentos.
—No quiero que tengas miedo, Sofia. Sé que te defraudé hoy. Pero te lo
juro, no volverá a suceder.
Su mandíbula se tensó.
—Tu primero—dijo.
—¿Yo?
Asentí. Al menos creo que lo hice. Su respiración era áspera como la mía.
Eso no le impidió atraerme para otro beso. Nuestros labios se estrellaron
contra los del otro, esta vez más frenéticamente, revolviendo el calor que
nos consumía.
Dejó caer la cabeza para poner uno en su boca. Me sorprendí cuando sus
dientes mordisquearon y sus labios succionaron. Se quedó inmóvil.
Gruñí.
Y me gustó mucho
Mientras enredaba mis manos en su cabello, pensé que debería hacer
algo, darle algo más, pero no sabía qué. Apenas podía hablar; los
movimientos de su boca se hacían cada vez más intensos, haciéndome
arquear mi espina dorsal.
—Si quieres.
—¿Dónde?
Hombres me habían tocado. Nunca los había tocado. Ahora que quería,
no sabía por dónde empezar.
—No sé cómo tocarte. —La admisión hizo que mis mejillas ardieran.
Le agarré las muñecas antes de que pudiera tirar los pantalones cortos
todo el camino.
—En serio, quiero tocarte. —Me encontré con su rostro entonces—. ¿Me
enseñarás cómo?
Killian aún estaba de piedra. Bajó los ojos brevemente y tragó saliva.
Eso era exactamente lo que quería. No podía tocarlo si sabía que estaba
observando cada movimiento. Como había dicho, seguía siendo esa chica
que aún necesitaba esconderse.
El cuerpo de Killian tembló cuando lo alcancé. La sedosidad de su piel me
sorprendió; no lo había esperado y dejé que mi mano se deslizara hacia
arriba, recogiéndola. Se sacudió cuando la solté y la dejé golpear contra
su vientre.
—Lo siento.
—Está bien.
—¿Dónde empiezo?
—La base. —Tragó saliva de nuevo—. Luego acaricia hacia arriba y luego
hacia abajo.
—¿Así?
—Un poco más duro… —Saltó y me agarró la mano—. No… tan… duro.
67
Intenté otra vez, usando sus gemidos para guiarme.
—¿Mejor?
Volví a él, moviéndome más y más, usando sus gemidos y el giro de sus
caderas para guiarme. A primera vista la punta brillaba, mi velocidad
aceleró, ayudando a su liberación. Verlo, saber que lo causé, era tan
excitante, no podía detener que mi cuerpo se agitara de necesidad.
—Killian…
Las cosas iban tan bien. No había querido estropear nuestra velada ni
arruinar la intimidad entre nosotros.
—Pero no lo eres.
—Killian, tienes que entender… todo esto es muy nuevo para mí. Lo que
hicimos, cómo nos tocamos y cómo me hizo sentir, son cosas que nunca
antes he experimentado.
—Cristo, Sofía.
—Nunca quiero que hagas nada que no quieras hacer, nena. Tomaremos
las cosas con calma, o nos detendremos por completo. —Sus labios
rozaron mi frente—. Te he esperado tanto tiempo, y seguiré esperando si
tengo que hacerlo.
Nos quedamos dormidos cerca del amanecer. Desperté con sus brazos a
mi alrededor y alguien golpeando la puerta.
—¿Quién es?
—Tu hermano.
Apreté su cintura.
—Lo sé.
Lo observé salir, luego escaneé la habitación hasta que vi mi vestido
doblado sobre la cómoda. Me quité la camiseta que Killian me había
dado, a tiempo para escucharlo abrir la puerta.
El tono de mi hermano me hizo saltar los últimos dos escalones. Era tres
centímetros más bajo y cinco kilos más ligero que Killian, pero había
pasado un año en prisión destrozando a la gente que había intentado
destrozarlo a él. Cuando Teo salió —y antes de que se convirtiera en un
exitoso mecánico—, hizo su dinero como jefe de gorilas y golpeando
cráneos en clubes de lucha no autorizados. Pelearía con Killian si sentía
que me había hecho daño, y saber eso me mataba.
Teo y Killian eran más hermanos que amigos. Conocían las debilidades y
fortalezas del otro. Pero entonces algo salió mal. Fuera lo que fuera, los
desgarró.
No quería que pelearan. No terminaría bien para ninguno de los dos. Pero
así como Killian era protector conmigo, también Mateo. Los cargos contra
mi violador fueron retirados porque yo era demasiado frágil para ser
sometida a juicio, y porque su familia venía de mucho dinero y tenían las
conexiones correctas. Mi hermano se había negado a que mi atacante
fuera impune. Lo había encontrado y puesto en la UCI3 durante dos
semanas, solo para ser enviado a prisión por sus acciones.
—Teo, detente.
Teo me ignoró.
—Creciste con ella, fingiendo ser mi hermano y su amigo, ahora ella está
aquí. Bonito. Realmente jodidamente bonito, Kill.
Killian no se movió.
—No es una de las rameras con las que has estado, Kill…
Miré entre ellos, insegura de lo que estaba pasando. Tan duro como era
Killian, podía sentir que las palabras de Teo rompieron la armadura de
Killian.
3
UCI: Unidad de Cuidados Intensivos.
—Me protegió ayer —le dije a Teo.
—¿Quién era?
—No importa. Como dije, Killian se encargó de él. —Suspiré cuando Teo
permaneció poco impresionado—. Está sucediendo algo entre Killian y yo.
Sacudí mi cabeza.
—No seas así, Teo. Me ha gustado por siempre, pero probablemente
sabías eso.
—¿Y qué debería haber sido? —pregunté. Teo cerró su boca—. Estás
diciendo todas estas cosas que no tienen sentido. Como si fuera algún tipo
de acertijo que necesito resolver. Si tienes algo sólido que decir sobre
Killian, una buena razón por la que no debería estar aquí, entonces dime.
No me gustan los juegos ni estos mensajes crípticos.
Volví a jugar con mis manos. Algo que siempre hacía cuando la
vergüenza se deslizaba en su sitio.
Froté mi rostro.
Sacudí mi cabeza.
—Sabes que eso no es verdad. Si tan solo Killian supiera cómo dejé que
esos hombres me usaran como lo hicieron…
No estaba de acuerdo.
—Eso no fue tu culpa, Sofia —dijo Teo cuando vio mi rostro desmoronarse.
Las palmas de mis manos golpearon contra los escalones cuando las dejé
caer de mi regazo.
—Estabas dañada Sofi, por lo que pasó, por nuestra infancia de mierda.
Esos estúpidos malparidos lo sabían y se aprovecharon de alguien en el
dolor. Pero abriste los ojos y te enderezaste. Eso es lo que importa.
—Aun así estuvo mal, lo que hice. Lo sabía entonces, pero aun así dejé que
pasara.
Teo se enderezó.
—No lo permitas.
—No creo que pueda evitarlo —le dije sinceramente. Cuando todo lo que
hacía era seguir observándome, me levanté y sacudí mi falda—. Dijiste
que todos hemos cometido errores.
—¿Sí?
—Es un buen hombre, Teo —insistí—. Ese tipo de ayer que fue tras mí… no
habría sido capaz de detenerlo. Si vieras lo mal que lo arruinó Killian,
verías que se preocupa por mí, y está dispuesto a pelear para
mantenerme a salvo.
—Tal vez. Pero hay más para ser un hombre que eso.
—¿Teo se ha ido?
—Sí. Se fue a hacer unas rondas en todas sus tiendas, para asegurarse de
que sus mecánicos están haciendo lo que se supone que hagan.
76 Me incliné en la encimera.
—¿Hablas en serio?
—Ella y Lety nunca han estado muy de acuerdo en nada. Siempre fue la
hija obediente que iba a la iglesia, encendía las velas, decía las oraciones.
Tan religiosa como es mamá, creo que todavía estaba esperando que me
convirtiera en monja.
—Mamá sentía que Dios la salvó… bueno, a nosotros. Pienso que cree que
solo estamos vivos por Él. Puedo entender su razonamiento, viendo lo mal
que nos trató el hombre que eligió.
Killian apiló más tocino en el plato.
—¿Finalmente está admitiendo que fue una mala decisión? Quedarse con
Carlos, quiero decir.
Era difícil explicar las acciones de mi madre y fácil para otros culparla.
Intentaba lo mejor que podía, defendiéndola como siempre, pero sobre
todo agradecida de que nuestra pesadilla con mi padre finalmente
terminara.
77 —No. Creo que la forma en que fue tras de Lety y Brody fue la última gota.
Todo lo que nos hizo a lo largo de los años, tan malo como fue… no sé, esto
fue diferente. La hizo finalmente aceptar cuán enfermo es él realmente es
y le permitió decir adiós.
Le sonreí.
—No puedo. Ella era débil. Conozco ese sentimiento muy bien, no puedo
juzgarla, habiendo estado ahí yo misma. —Jugueteé con la servilleta
doblada—. Lety siempre ha sido una luchadora. No entiende lo que es
para aquellos de nosotros que no podemos… o no elegimos serlo.
Killian presionó un beso en mi cabeza y volvió a la cocina. Se rio mientras
revolvía los huevos de nuevo.
—Puede ser la mía. Recuerdo cuando Lety fue llevada a la oficina del
director por la hermana Mary Rosalyn por golpear a la niña que robó mis
Twinkies4. La niña estaba en sexto grado; Lety estaba en tercero y la hizo
llorar.
Fruncí el ceño.
La miró.
—¿Qué?
Arrugué mi nariz.
4
Twinkies: Pastelillo relleno de crema.
Apoyé mi cabeza en la palma de mi mano, observándolo mientras dividía
los huevos y el tocino entre dos platos.
—Cometí un estúpido error una vez. Eso causó mucho daño a la gente. Las
cosas no han sido iguales entre nosotros desde entonces.
—Es difícil pedirle a alguien que te perdone cuando sabes que nunca
serás capaz de perdonarte a ti mismo.
La única razón por la que no presioné era porque podía sentir la culpa y
vergüenza reuniéndose alrededor de Killian. Si confiaba en mí, tal vez con
el tiempo me contaría más. Por ahora, dejé ir las cosas.
—¿Sí?
Sonrió.
Se rio.
—No. No lo sé.
Jugué con mi tenedor.
—¿Decir qué?
—¿Qué pasa?
80
—Nada. Solo quiero que sepas que estoy limpio. Tengo mi prueba de
sangre para probarlo. —Esperó antes de hablar—. No quiero que te
preocupes por nada que podamos o no hacer. ¿Está bien
—Está bien. —Aunque estaba de acuerdo, parecía que quería decir más—.
¿Hay algo más?
—¿Más que el s-sexo? —Por el amor de Dios. Apenas podía escupir las
palabras.
—Sí. —Me sostuvo cerca de él—. No me gusta que tengas miedo. Quiero
que empieces a tomar clases de autodefensa con Wren, y tal vez tener
algunas peleas conmigo y Finn.
Me deslicé de su agarré.
—No puedo.
Killian conocía a mi padre y el abuso que había infligido. Había visto mis
moretones madurar, a pesar de cómo había tratado de ocultarlos.
—No soy Lety o Teo —admití—. Los golpes que recibieron los hicieron más
fuertes. Los hicieron salir a pelear. Nunca fui tan valiente.
Killian se acercó.
81
M
i cuerpo se estrelló contra la alfombra. De nuevo. ¿Cuántas
veces podría una persona ser derribada en una hora? Gemí,
tratando de contar. Aproximadamente nueve.
—Totalmente —chillé.
Wren nos envió a las bolsas pesadas, así que nos dirigimos allí. Mis
patadas giratorias eran tan impresionantes como mis derribos, obligando
a que Killian abandonara su clase en medio de su discurso de “la fuerza
es lograda a través de sangre”.
—Sofia. Baja tu cabeza, sigue con tus caderas, usa el peso de tu cuerpo.
—¡Oye, Killian! —gritó una de las otras mamás—. ¿Crees que puedes
mostrarme cómo se hace?
Killian me abrazó.
A decir verdad, me gustaba que admitiera que era mío. Dicho eso, no pude
evitar el calor arrastrándose por mi cuello cuando besó mis labios.
—Les dije que estaban follando —le murmuró una mujer diferente a
83
Wren, quien simplemente asintió.
—Sí. Lo eres. Aquí, mira y aprende. —Se paró, levantó sus manos, y
pateó—. Giro y patada. Giro y patada. De esta manera. Haz de esta bolsa
tu perra y obsérvala sangrar. Ahora inténtalo.
Levanté mis manos e intente de nuevo, esta vez con más fuerza.
—Sofe. Enfádate con la bolsa. Finge que llamó puta a tu madre, perra a tu
hermana, e imbécil con testículos minúsculos a ese caliente hermano
tuyo.
Frotó su mandíbula.
Ignoré su comentario.
85
—Parte de mi curso de estudio de diseño de interiores incluye un proyecto
final en el que rediseño una residencia o edificio existente, haciéndolo
más moderno. Podría hacerlo con tu gimnasio, y podríamos ayudarnos
mutuamente.
Sonrió.
—Ah…
Killian se tomó su dulce tiempo, incluso mientras sus labios pasaban por
mi cuello y sus manos amasaban mi trasero.
—¿Te vas a quedar conmigo esta noche? —susurró contra mi oreja antes
de deslizar su lengua dentro.
—Kill. El grupo juvenil local esta aquí. ¿Estás disponible o tú y Sofia están
ocupados? —Medio tosió, medio rio—. Al Padre Flanagan le gustaría verte.
El Padre lo consideró.
—Lo es.
Sonreí cortésmente.
Los ojos grises del Padre brillaron. Sabía adónde me estaba dirigiendo.
—Le diré algo, Padre. Le daré a cada chico bajo su cuidado clases gratis
los lunes siempre y cuando limpien los baños y las alfombras cada noche
antes de ir a casa. Pero también necesito ayuda para pintar mi lugar.
¿Cree que podríamos arreglar algo con los chicos y el Sr. O’Malley?
—Eso puede esperar, ¿no crees? —Masajeó mis pequeñas curvas—. Has
estado trabajando duro toda la semana.
Mis músculos se tensaron más cuando tiro de las correas por mis brazos.
Se detuvo.
—¿Quieres que me detenga? —A pesar de mi insistencia de que estaba a
salvo, y el conocimiento de que Killian nunca me haría daño, mi cuerpo
falló en relajarse y había comenzado a temblar. La incapacidad de
controlar mi miedo me frustraba y humillaba. Pero por muy mal que me
sintiera, la reacción de Killian lo hacía mucho peor.
—Lo siento.
—Sí.
—¿Por mí?
—Por cualquiera.
—No. No me refiero a eso. —Suspiró—. Lo que estoy diciendo es que tal vez
no debería tocarte por un tiempo. Quizás ha sido demasiado para ti y
necesitas algo de espacio.
Mis manos se alejaron de él. Pero ¿entonces qué sucederá entre nosotros?
No pareció creerme.
—¿Estás segura?
—Sí —dije, en serio—. Solo desearía que hubiera una manera de dominar
mi miedo.
—¿Y si me atas?
—¿Qué?
—Si mis muñecas están atadas detrás de mi espalda, puede que no tengas
miedo. No tendrías que preocuparte de ser dominada. Sería yo quien
estuviera a tu merced.
—¿Reverencia? —ofreció.
—Luce familiar.
Solté una risita. Está bien, quizás lo fue un poco. Extendí la corbata y
respiré hondo.
—Lo que quieras que haga. Tu decisión. —Se volvió lentamente hacia mí,
luego se bajó al sofá, la posición de sus manos inclinando sus caderas
hacia arriba.
Mis manos se alisaron sobre sus hombros. Dios, amaba sentirlo… y saber
que podía tocarlo de cualquier manera que quisiera.
Ahora era su turno de mover su cuerpo contra el mío con fuertes caricias
mientras sus dientes permanecían sujetos a mi pecho izquierdo.
—Mmm, Killian…
Me miró de nuevo.
Cada una de mis partes suaves se endureció. Por mucho que mi cuerpo
pareciera querer ceder, no estaba segura de que estuviera lista para que
él me viera tan íntimamente. Pero al sentir su deseo, y su ansia, cualquier
modestia que tuviera se disipó.
Grité en total éxtasis cuando Killian golpeó su boca contra mí. No estaba
segura de qué esperar, pero no había esperado nada cerca de lo que tenía
para dar. Su lengua se arremolinaba y su boca chupaba, tirando de mis
pliegues con sonidos audibles.
—Sí.
—¿Más?
Asintió lentamente.
Y lo metí en mi boca.
Al principio bajé solo un poco, pero luego noté que cuanto más dura era
mi succión, más fuertemente se agarraban sus dedos al marco de la cama
de hierro forjado. Continué, profundizando cuando Killian lo pedía,
tirando más fuerte cuando gemía, moviéndome más rápido cuando
suplicaba, hasta que Killian me agarró de los hombros y me sacó de él.
Hizo una breve pausa antes de apretar mis muslos hacia su rostro.
97
M
e desperté cuando escuché a Killian moviéndose por el
dormitorio. Me giré sobre mi costado para verlo caer sobre su
rodilla y atar sus zapatillas deportivas. Una sonrisa sexy
avanzó lentamente a través de su rostro.
—Hola.
—¿Sucede algo?
Se encogió de hombros.
Rodé sobre mi vientre y doblé mis brazos frente a mí. No quería dudar de
Killian. Pero era una pelea profesional de alto nivel la que había aceptado.
Necesitaba algo más que solo a sí mismo.
—¿Irás conmigo?
—¿A correr?
—Wren, mis hermanos. Por lo general salimos a una cena tardía después
de que termino con la prensa. —Rodó su cabeza, para aflojar su cuello—.
Después, por lo general, regreso a mi habitación y me relajo.
101
—¿Solo? —Levanté una mano cuando me di cuenta lo que dio a entender
eso—. Solo pensé si es A.C., hay mucho que hacer allí, y mucha gente. —
Jugueteé con el borde de la sábana metida debajo de mí. Y un montón de
mujeres para pasarla bien.
Eso fue lo que dijo, pero no era ciega a la sensualidad de Killian. No era
solo su musculoso cuerpo, el rostro de Killian se balanceaba sobre esa
línea delgada entre un niño lindo y terriblemente guapo.
Acarició mi barbilla.
Sola y lejos en Atlantic City con Killian. Sonaba como el cielo. Solo
esperaba poder superar el combate. Era difícil verlo pelear, mirarlo recibir
un golpe. Mi padre me había golpeado bastantes veces para saber lo
mucho que puede lastimar un golpe.
—Te quiero conmigo, Sofia. Pero entiendo que la atención podría ser
demasiado para ti.
Incliné mi cabeza.
—¿La atención?
Sonreí, sabiendo que me quedaba entre los pocos seleccionados con los
que podía ser él mismo. Ese conocimiento me hizo fácil llegar a una
decisión.
Sonrió.
—Ir contigo a A.C. —respondí, hablando en serio—. Creo que sería bueno
escaparnos juntos. —Su expresión se calentó cuando encontré su rostro.
Arrugué mi nariz—. Lo único es que no me vuelvo legal hasta septiembre.
—No te preocupes por eso. Estarás conmigo. No será un problema. —Bajó
para besar mi frente, pero luego se detuvo y encontró mis labios en su
lugar cuando levanté mi barbilla.
No fue hasta mucho más tarde que Killian salió a correr. Usé el tiempo
sola para ducharme y enviarle un mensaje a Teo. Le conté sobre Gil y
cómo ahora estaba entrenando al oponente de Killian. Teo nunca había
pensado bien de Gil y a menudo se había referido a él como “ese bastardo
asqueroso”. Quería hacerle saber que había estado en lo cierto acerca de
él, y que Killian estaba por su cuenta ahora.
103
Teo respondió con un breve mensaje, agradeciéndome por contárselo,
pero no mucho más que eso. Pensé que tal vez todavía estaba enojado
conmigo por pasar tiempo con Killian. No lo presioné; en lugar de eso,
decidí conectarme por Skype con mi hermana, Lety, en Inglaterra. Había
mucho que necesitaba discutir con ella, y esperaba no perder el valor.
Estaba en un dormitorio. Era todo lo que podía distinguir. Bueno, eso y los
pies de Brody colgando fuera de la cama. Empujó su largo y ondulado
cabello lejos de su rostro.
—¿Dónde estás?
—¿Tomas la píldora?
—Lo hace. Pero las cosas se están acelerando bastante. —No podía
quedarme quieta y empecé a jugar con mi cabello, solo para devolver mis
manos a mi teclado y rozarlas a lo largo de los bordes—. ¿Brody puede
escucharme?
—¿Estás despierto, pez gordo? —le preguntó, con voz suave y llena de
afecto.
—Más o menos —gimió él—. Hambriento. —La sábana que cubría sus
pantorrillas se arrugó cuando se movió—. Mierda. Nos perdimos el
almuerzo.
Dejó de moverse.
Lety se dio la vuelta para mirar la pantalla, sus manos cubriendo sus ojos,
pero su sonrisa se amplió cuando rio.
—Bien —dije.
Él guiñó.
—Las dejaré hablar, chicas. —Se levantó, de manera que solo sus
abdominales y parte de su pecho eran visibles en la pantalla—. Eso que
huelo no es pastel de riñones —dijo.
—Adiós, Brody.
—No. Adelante. Quiero hablar con Sofia. —Puso sus rodillas contra ella—.
Lo siento, nena. Estabas hablando de ti y de Killian, y de cómo iban las
cosas entre ustedes. Están bien, ¿verdad? ¿Es bueno para ti?
Me encogí de hombros.
Lety sonrió.
—No olvidó, Sofia. Solo creció un poco más rápido, eso es todo. Nunca me
di cuenta de lo enamorada que estabas de él. ¿Cómo es que nunca me
dijiste?
—He hecho cosas con él… a él. Cosas que nunca antes he hecho.
—Mmm.
Estiró su cuello.
—No lo creo —susurró ella—. Está en la cocina calentando la comida que
le hice. Deberías ver esta cabaña que alquilamos. Es la cosita más dulce…
Cerré mis ojos y derramé más DI5 ya que, hola, estaba teniendo suerte.
—Ah…
—Está bien, está bien —repitió Lety una y otra vez, aunque en realidad no
parecía que lo estuviera—. Es consensual, y eso es todo lo que importa. Es
todo lo que jodidamente importa.
No pude oír lo que decía mientras hablaba con él entre episodios de risa
ahogada. Lo que fuera, pareció satisfacer a Brody y disminuir la diversión
de ella.
—No, creo que Killian está tratando de que confíes en él. Eso es algo
bueno. Sobre todo porque sabe todo lo que has pasado.
Lety abrazó su cuerpo. Pensé que estaría de acuerdo conmigo hasta que
ella dijo:
—¿Y si decide que no valgo la pena? Vengo con mucho equipaje. Equipaje
que no necesita en su vida.
—Entonces no es el hombre que crees que es, y tienes que seguir adelante.
—Lety tiró su cabello detrás de ella—. Sofia, la mierda en la que fuimos
criados; las cosas que hemos visto y el dolor al que fuimos sometidos; no
es algo que le desearía a nadie. Y eso jodió con nuestras cabezas mucho
antes de que diéramos nuestros primeros pasos. Pero eso no significa que
no merezcamos ser amados. Si Brody me ha enseñado algo, es eso.
—No estaba hablando de amor —dije en voz baja, aunque sabía que era
demasiado tarde para mí. No podía recordar cuándo me había
enamorado de Killian. Solo sabía que fue mucho antes de esto.
Lety suspiró.
—¿Un brasileño?
112 —No habría sido tan vergonzoso si la Sra. O’Hara no te hubiera visto
cargarme.
—¿Es así cómo las chicas atraen a los chicos a la cama, Sofia? —preguntó
Killian, intentando imitar su acento irlandés.
—¡No puedo creer que dijera eso! —O cómo le había echado un vistazo a
Killian, siguiendo un muy aprobado asentimiento. Había oído que la Sra.
O’Hara era una vieja bestia, pero nunca había sido sometida a su
escrutinio. Dejé caer mis manos a mis costados cuando él continuó
riéndose—. No es gracioso. Ella asiste a la misa con mi madre.
—¿Es eso tan malo? Tu madre sabe que te has estado quedando conmigo.
—Saber que estoy contigo es una cosa. —Lo cual no estaba ni un poco
emocionada—. Oír nuestras hazañas de otra fuente es algo
completamente diferente.
—No había hazañas. —Rio entre dientes—. A menos que cuentes lo que
hicimos en mi casa.
Acarició mi barbilla.
—Mmm-hmm. —Su boca encontró ese lugar detrás de mi oreja que nunca
fallaba en hacer que mis párpados revolotearan.
—Cariño… es hora de trabajar —le dije.
—Sí. Supongo que sí. —Me miró un instante—. Tu madre vuelve de Boston
esta noche, ¿verdad?
Consideré su oferta. Pero por tentador que fuera, no estaba tan segura de
si debería volver a pasar la noche. El grupo de la iglesia para gente adulta
en el que estaba involucrada mi madre ahora había estado viajando
bastante últimamente. Tomó mucho convencerla de que se uniera, pero
ahora que lo había hecho, parecía estar disfrutando. Las cataratas del
Niagara había sido el primer viaje, Boston había seguido rápidamente.
114 Cape Cod se acercaba, pero eso no era por otra semana. Ya no tenía que
preocuparse más por mi padre. Y con el negocio de Teo yéndole tan bien,
se aseguró de que finalmente pudiera ir a todos los lugares que había
querido visitar.
—Debería estar con ella esta noche. Asegurarme de que esté bien.
—De acuerdo. No va a ser lo mismo mi casa sin ti. —Hizo una pausa como
si estuviera debatiendo qué decir y cuánto admitir—. Me gusta que estés
conmigo.
—Entrevista por teléfono. Tengo que estar lista —le dije por encima de mi
hombro.
—¿Con quién?
—Epic Sports.
Me aclaré la garganta.
—¿Cuándo?
Finn se echó a reír. Por supuesto que sí. No se necesitaba ser un genio
para darse cuenta de que no habíamos ido a dormir directamente. Killian
también se rio.
—Recuérdame otra vez por qué tienes que hablar con ellos.
—Te dije que iba a crear una cuenta de Twitter y una página de Facebook
para ti.
—¿Por qué iba a bromear con algo tan importante como esto?
—Esto no es importante.
—Dijiste “mierda”.
Y sí, ahí estaba mi sonrojo, de nuevo. No tenía el hábito de maldecir. El
uno por ciento de monja que se quedó en mí no lo aprobaba. Finn tomó
una botella de agua de la mininevera y luego salió de nuevo, riendo.
—¿Qué?
—Me escuchaste.
—¿Cuál foto?
—Nada malo.
—¿Sin maldecir?
Rio cuando entrecerré los ojos. Killian me dijo una vez que me lucía “linda
cuando estaba tratando de estar molesta”. No lo había tomado como un
cumplido.
—¿Sí?
—Sí.
—Los remito a tu sitio web, donde escribo algunos consejos básicos para
ponerse en forma.
—Sabes que no haría eso… aunque sé lo que comes, ya que soy, um, quien
te está alimentando. Ahora que tu lucha se está acercando, trabajas
proteínas, verduras de hoja verde y solo bebes agua. —Necesité un
segundo cuando sus dedos se demoraron y sus labios encontraron ese
punto dulce sobre mi cuello—. Un maní M&M por la noche es tu gran
premio.
—No es mi único gran premio. —Pasó su lengua sobre mi piel—. ¿Qué más
sabes de mí?
—Los niños parecen admirarte. —Mi tono era un poco agudo. ¿A quién
estaba engañando? Podría haber perforado carne en ese momento.
—Niños, ¿eh?
Abrí el cajón, escudriñando los archivos que había creado para guardar
copias físicas de sus discos. La mano de Killian ahuecó mi trasero cuando
120 encontré lo que estaba buscando. Intenté no reaccionar. Así inició la
primera ronda en su cama. Ambos estábamos exhaustos, pero el contacto
piel a piel nos había animado.
—¿Hay algún otro seguidor del que deba saber? ¿Amantes de perros,
electricistas, quizás un científico de cohetes o dos?
Tomó todo lo que tenía para no responder: Todas ustedes son putas, LOL.
Pero no, no lo había hecho, no podía, y no lo haría. Estos eran los fans de
Killian después de todo, por muy enfermos que pudieran estar.
Salí como un rayo por la calle. No fue hasta que crucé la calle y llegué a
121
la cafetería que mi ritmo disminuyó. Cuanto más hacía para promover
Killian, más me dada cuenta de su épica e instantánea popularidad. Les
gustaba a las mujeres, lo querían. Los hombres querían ser él. Pero todo
parecía ser por las razones equivocadas.
—Hola, Norman.
—¿Estás bien?
Antes de que pudiera preguntarle, me dijo algo que volvió todos los pelos
sobre mi cuerpo de punta.
El grueso cabello rubio de Evie cayó como una cortina sobre su rostro
cuando golpeó su mano sobre sus ojos.
123
—¿Ese fue Mateo?
—Uh-uh.
—¡Oh! —gritaron cuando Killian empujó a Teo a través del ring hacia el
cercado metálico.
—No debería salir ahí, ¿cierto? No debería exigirle que salga del
octágono, ¿verdad? No debería avergonzarlo delante de esos hombres…
dime que no debería, Sofía. Estaría mal, ¿verdad?
No respondí, sobre todo porque quería que ella detuviera este evidente
espectáculo de testosterona. Evie era una pequeña cosa, incluso después
de dar a luz a un bebé de cuatro kilogramos. Era incapaz de ser mala o
agresiva. Pero no le gustaba que Teo luchara, y la idea de que fuera
124
físicamente herido le dolía.
Era más que eso. Odiaba que boxearan tan brutalmente. Pero cuando Teo
desafió a Killian al octágono para “mostrarle cómo se hacía”, Teo pareció
estar tratando de reconectarse con él. Bueno, al menos eso era lo que
parecía en ese momento. Esperaba tener razón y rezaba para que su
reconexión no llegara a costa de los dientes de alguien.
—¡Jódeloooooo!
—¡Mátaloooooo!
Estaba a dos segundos de vomitar, lo cual significaba que estaba un
segundo detrás de Evie. Los giros, las patadas, los derribos demostraban
que nuestros hombres estaban buscando sangre. Razón por la cual Evie y
yo estábamos escondidas en la oficina de Killian. Llámennos debiluchas.
Llámennos cobardes. Llámennos débiles ante la vista de cadáveres
sangrientos.
—Por ahora.
—Te has vuelto lento, Kill. —dijo Teo sobre el ladrido de la multitud.
Evie gimió y negó con la cabeza. Pero cuando ajustó a Mateo Jr. dentro de
su blusa ajustada, acurrucando su cuerpo contra ella como un canguro
bebé en una bolsa, el estrés del combate se relajó en su rostro.
—No, todavía está comiendo una tonelada. —Como si fuera una señal,
Mattie buscó otro bocadillo. Evie se rio entre dientes y cambió de lado—.
Si no estuviera ganando tanto peso, juraría que estaba muriéndose de
hambre. —Le besó la cabeza—. Vas a crecer para ser grande y fuerte,
como tu papá, ¿no es cierto, pequeño?
—Cuando hablé con Lety el otro día, ya estaba preguntando cuándo Teo y
tú estaban planeando darle una hermana a Mattie… insiste en que cada
niño necesita al menos dos hermanas.
126
Teo entró en la habitación con Killian rondando detrás de él.
—Es fácil que Lety lo diga —dijo Teo—. Su trasero está durmiendo lo
suficiente.
Ella no estaba feliz y tampoco yo. Crucé mis brazos cuando Killian me
atrajo hacia él, forzando una cierta distancia entre nosotros. Inclinó la
cabeza, reconociendo que estaba molesta.
—Jesús, Mateo. —Evie puso los ojos en blanco—. Tu madre apenas tiene
cincuenta años.
Killian asintió.
—Cierto. Tal vez debería mudarse contigo para que puedas vigilarla, Teo.
Eso es lo que haría cualquier buen hijo.
128 —Solo estaba tratando de ser amable. —La sonrisa de Teo se volvió
astuta—. Más o menos como tu papá dándonos whisky.
—Sol está bien… segura, quiero decir. Pero Flor no está llevándolo nada
bien. Lino dijo que está oyendo voces de nuevo.
Oh no. Mi pobre tía Flor fue diagnosticada con esquizofrenia unos años
atrás. Al crecer, siempre pensamos que era simplemente extravagante. Le
llevó un intento de suicidio después de la quinceañera de Sol para que
nos diéramos cuenta de que realmente estaba enferma.
—La ve asintiendo como si estuviera hablando con alguien. Esta vez, sin
embargo, ella está respondiendo.
—En negación, como siempre. Adora a su madre, no quiere creer que algo
está mal o que pueda herirse.
129
Lino había limpiado el desastre años atrás cuando Flor se había cortado
las muñecas, tratando de proteger a Sol de la violencia y el horror detrás
de su intento. En cierto modo, había funcionado en contra de ellos. Sol
trató de borrar el incidente como si solo fuera depresión a pesar de todo
el tiempo que le tomó a los médicos medicarla adecuadamente.
Mis manos se suavizaron sobre los brazos de Killian. Había sido la más
cercana a Sol de todo el mundo. Como las primas más jóvenes, teníamos
solamente dos años de diferencia.
Evie sonrió.
—Estoy segura de que a ella le gustará eso. Está pasando por muchas
cosas.
—Si es tan inteligente como tú, estará bien. —Killian me guiñó un ojo—.
Aunque dudo que sea tan hermosa.
—Claro que sí, mi amor. —Señaló el dulce paquete que había en sus
brazos—. Es una maravilla que Mattie o alguien más no llegara antes.
Evie sonrió contra sus labios, pero volvió su atención hacia nosotros
cuando Teo la juntó contra él.
—Deberíamos irnos. Mattie necesita una siesta, y tengo que unirme a él.
Me deslicé del regazo de Killian para decirle adiós, sorprendida cuando se
reunió con Teo con una amplia y conocedora sonrisa. Algo estaba
sucediendo.
131
T
eo pasaba las mañanas haciendo las rondas en sus múltiples
talleres mecánicos. Una vez hecho, regresaba al gimnasio,
empujando a Killian un paso más allá de su punto de ruptura.
Llegadas las cuatro, Teo regresaba a su casa para estar con Evie y Mattie,
dejando que Killian terminara el resto de su agotador régimen.
—Sí, y apaga las luces traseras. Nos iremos pronto. —Golpeó los controles
de la cinta, ralentizando su rápida velocidad mientras Finn bajaba las
rejas de seguridad.
—¿Has pensado dónde te vas a quedar una vez que empiece la escuela?
Me encogí de hombros.
—Tiene mucho sentido que me quede con Teo y Evelyn, viendo que
Villanova está a solo ocho kilómetros de su casa.
—Me gustan las palabras allá arriba. Perdón por haber perdido mi mierda
el día que lo escribiste.
Los días que habíamos pintado estaban entre los más calientes jamás
registrados en la historia de Philly. Me había desnudado entre medio de
inscribir las palabras en la pared, sin darme cuenta de que todos los
chicos adolescentes y algunos de sus padres me miraban
descaradamente hasta que Killian gritó:
Y Dios mío, si eso no le ganó a todo el mundo morderse la lengua por los
latigazos del Padre Flanagan.
Pateé la alfombra.
—No quiero que eso cambie —dijo—. Excepto que no estoy seguro de
cómo va a funcionar una vez que empieces la escuela de nuevo.
Mordí mi labio inferior, esperando que no estuviera tratando de encontrar
una excusa para romper conmigo. Mi trabajo terminaría pronto; el
programa solo tenía unos pocos errores en los cuales necesitaba trabajar
y su sitio web estaría listo mañana. Le hice un gesto a su oficina, sin
querer hablar de nuestro inevitable fin.
—Sofia…
—Lo entiendo. Pero todo lo que estás haciendo por mí no era por lo que
firmaste. Todo lo que pedí fue un sitio web y quizás algo que me ayudara
a administrar mis libros.
Eso era cierto, pero no lo admitiría. Si no hubiera asumido algunas tareas
que Killian me había pedido que manejara, o tomado algunas por mí
misma para ayudar a su negocio, mi tiempo con él habría terminado un
mes atrás. Y de ninguna manera quería que eso sucediera.
—Solo algunas cosas con ese representante con el que nos reunimos.
Me reí.
—No. Me refiero al tipo de la compañía de inversiones. Billy, el tipo de la
compañía promocional, no era un idiota. Era muy simpático.
—Billy te dijo que tenías una sonrisa sexy y te pidió salir delante de mí.
Eso hace a Billy un idiota.
—¿Y lo hicimos?
Dejé de escribir.
—¿En serio?
—Killian…
—¿Me estás diciendo que entregué mi dinero a algún idiota que hizo un
137 movimiento en ti?
—¿Tú crees?
—¿Entonces te quedarás?
—Está bien.
—¿Sí?
—Sé lo que querías decir. —Sus dedos se desplazaron por mi vientre—. Así
como sé que sea lo que quiera, puede esperar.
—¿Por qué?
—Por mí.
Había una sola ducha que no había sido utilizada todavía. Pero ya era
hora. Dejé caer mis bragas justo fuera del recinto de azulejos y encendí el
agua hasta que el vapor se elevó a mi alrededor.
Killian estaba completamente erecto cuando entró para unirse a mí. Una
pequeña y pícara sonrisa iluminó mi rostro. Aún me deseada. Me
aseguraría de que no cambiara.
Tiré de su labio inferior con mis dientes mientras rompía nuestro beso.
—No me estás tocando —me quejé mientras seguía frotándome contra él.
—¿Decirte? —Él asintió—. No creo que pueda hacer eso… —Por muy
desnuda que estuviera, y acariciándolo, decirle realmente qué hacer
parecía más allá de mí.
141
Sonrió, pacientemente.
Me toqué, como siempre me había tocado él, esperando que mis acciones
lo complacieran.
Estaba tan excitado que apenas podía hablar. Y no estaba solo. Estaba
cerca del clímax, excepto que la sensación hacía difícil mantener mi
velocidad. Bloqueé mis ojos en Killian, mi voz implorando y lloriqueando.
—Es correcto.
—Mi chica, Sofia. —Apuntó hacia ella—. Cuidado, Denise. Está tomada.
—Sofia —estalló por detrás una gran voz—. ¿Crees que tu hombre tiene lo
que se necesita para lograrlo?
Las preguntas y la locura continuaron hasta que los guardias que Mateo
conocía de sus antiguos días en el club mantuvieron a la prensa atrás el
145
tiempo suficiente para que pudiéramos entrar. Mateo pensó que estarían
bien para el espectáculo. Killian estuvo de acuerdo, y también estuvo bien
con sus honorarios: entradas para el combate y cena en un buffet.
—¿Estás bien?
—Estoy bien. —Lo dije en serio. Estaba con él. No había nada que temer.
Eso cambiaría a la noche siguiente cuando se encontrara con Marsh.
Estaba contenta de que sus hermanos y Wren estuvieran ahí. Solo
deseaba que también estuviera mi familia.
—¿Esto no es habitual?—pregunté.
—Esta vez están más locos… esta pelea tiene grandes nombres, mayores
apuestas. —Los ángulos de su rostro se endurecieron—. Probablemente
querrán escribir de algo más que solo el combate.
—¿Cómo qué?
—Las principales, probablemente. Pero hay más que solo artillería pesada
aquí. La MMA ha despegado. Muchos luchadores ahora están saliendo
con celebridades. Esa atención atrae a los paparazzi… imbéciles que
quieren agarrar la mierda que sucede fuera del ring y que se arriesgarían
a molestarme para obtener una reacción.
Ese borde que Killian llevaba se afiló hasta una hoja letal.
Pensé en algunas de las cosas que podría decir la prensa. Si bien Killian
podía dejar que le resbalaran cuando eran dirigidas hacia él, ese no era
el caso cuando se trataba de mí.
No me gustaba eso.
—Killian…
Killian me observó.
149 —¡Marsh! —lo llamó un reportero en jeans y camisa verde ajustada desde
atrás—. ¿Qué planeas hacer con Kill en el ring?
Killian saltó sobre la mesa, derribando sus micrófonos y los de Gil sobre
la alfombra industrial. La seguridad se alejó de sus posiciones a lo largo
de la pared, embistiéndolo e intentando empujarlo lejos.
Pero de ninguna manera permitiría que Killian se viera mal por mi culpa.
Levanté la mano.
El silencio en el salón era tan pesado que casi sentí que lo podía alcanzar
y apretar entre mis dedos. Si hubiera tenido que decir más, no creo haber
podido conseguirlo. Pero Denise no insistió, y me ofreció el respiro que
necesitaba.
Sí. Lo era.
—No te queremos sola, en caso de que entretengan a Kill por más tiempo
—dijo Angus. Me ofreció un encogimiento de un hombro—. Además, eres
de la familia. Cuidamos a los nuestros.
—Cualquier cosa que quieras, Sofia —dijo Declan—. Estamos aquí si nos
necesitas, cariño.
Extendí mi mano mientras avanzaba hacia mí, pero le permití que nos
guiara a la terraza. La brisa arremolinándose desde el atlántico agitaba
mi cabello alrededor de mí y me hacía estremecer. Killian me arropó
contra él, tratando de mantenerme caliente frente a la frescura que
causaba la alta elevación.
Su calidez era tan bienvenida como su toque, pero la protección detrás de
su sujeción fue el detonador de mis emociones. No lloraría, me recordé.
Demasiado para no llorar. Limpié mis lágrimas con las yemas de los
dedos e inhalé.
Me apoyé en él.
Sonreí.
155
K
illian bailó en su lugar, balanceando los puños en el aire. El
pantalón corto azul profundo de MMA que usaba se frotaba contra
sus poderosas piernas por la velocidad con la que giraba su
cuerpo.
—¡Más duro, Kill! —gritó Seamus—. ¡Haz que cada golpe cuente!
—Baja más tu cabeza, Kill —añadió Finn—. Eso es… sí, mantenlo.
—Solo quiero que esté bien —le dije sinceramente. Sentada allí,
observándolo calentad, la multitud rugiendo tras de esa puerta, hizo que
el momento fuera tan real… Todo antes de eso, los entrenamientos, los
combates, parecían haber ocurrido mucho tiempo atrás y lejos del
alboroto.
—Te escucho, chica. —La expresión de Wren permaneció dura. También
estaba preocupada de que Killian saliera herido. El MMA era
probablemente el deporte más brutal. Y eso hacía que su carrera se
pagara con dolor y lesiones permanentes.
Killian nunca había pensado hacer una carrera fuera del MMA. Veía las
ganancias como un medio para establecer un negocio. Luchar era natural
para él y era algo en lo que era genial, pero no era algo en lo que pudiera
contar para durar. Por esta razón, y probablemente más, le fue fácil
prometerle a su madre que se retiraría el próximo año. Para mí, su retiro
no podía venir lo suficientemente rápido.
Tan preocupada como parecía Wren, sonrió cuando Killian envió a Angus
a volar.
Sonreí un poco.
—Sí. Supongo. Pero es un poco demasiado bonito para mis gustos. Quiero
a alguien con quien pueda ejercitarme y hablar de deportes y autos
también, ¿me entiendes? Puede que no lo hayas notado, Sofe, pero no soy
exactamente la flor más delicada que conocerás.
—Solo necesitas a alguien más rudo, creo. Después de todo, creciste con
seis hermanos.
—Oh, Sofe, estás tan enamorada de él. —Se inclinó para susurrar—: Sabes,
ese vestido tuyo parece casi un vestido de novia. ¿Tú y Kill planean
casarse mientras estamos aquí abajo? —Mi sonrojo profundo la hizo reír
más fuerte—. Ah, demonios. Supongo que eso lo responde.
—¿Estás preparado?
Todo el mundo se dirigió fuera sin decir una palabra mientras Killian me
llevaba hacia él.
—¿Estás bien?
—Lo tendré.
—¡Fóllame, Killian! — gritó una chica con esa camiseta unas cuantas filas
160 atrás.
—¡Cállate, puta!
Y lo hizo.
No. Esa sería yo. La sangre me golpeó en los oídos, desvaneciendo la voz
del locutor dentro y fuera.
Sus estadísticas fueron leídas, pero creo que podrían haber sido
incorrectas.
Me tapé los ojos, dejando caer mi mano de mi rostro a tiempo para que el
árbitro entrara. Le indicó a los hombres que se adelantaran, diciéndoles
que tuvieran una pelea limpia, antes de gruñir:
161 —¡Vamos!
¡No!
—Ese pedazo de mierda, Gil, le enseñó todo, todos los movimientos de Kill,
sus puntos débiles, todo —murmuró Angus.
Tomé cada uno de esos golpes que lo golpearon, sentí cada último golpe,
como si fuera yo tendida bajo el pesado cuerpo de Marsh. Había estado
allí muchas veces al crecer, recibiendo crueles ataques de alguien más
grande, más fuerte, de quien nunca podría protegerme.
Killian se levantó con las manos en alto, bailando en su lugar, listo para
más.
—Pronto —articuló.
Q
ué noche. Entre el encuentro y todo lo que le siguió, casi me
desplomé de alivio cuando Killian preguntó si estaba lista para
regresar a nuestra suite.
Quitó mi mano de su rostro y curvó mis dedos para rozar un beso sobre
mis nudillos.
—Has estado muy callada esta noche, más que de costumbre. Solo quiero
estar seguro de que no estas enojada.
—No creí que fuera tu idea. Había esperado que lo fuera. Pero cuando
intenté hablar contigo y todo lo que hiciste fue ruborizarte, no sabía si
besarte o marcharme.
—Por supuesto. Era algo que había querido hacer por mucho tiempo.
—Si me hubiera dado cuenta, te habría dejado —dije en voz baja—. Solo
que nunca imaginé que te preocuparas por mí como necesitaba que lo
hiciera.
—Hay mucho que me gustaría haber hecho o dicho antes, Sofia. Eso nos
habría traído aquí mucho antes, ¿sabes? Pero no era como cuando
éramos niños. Eras callada y tímida entonces, pero siempre te las
arreglabas para hablar conmigo. Las cosas cambiaron cuando crecimos.
El recuerdo me entristeció.
Si. Yo también.
—¿Qué día?
—Lo siento. Pero mientras más años pasaron, peor se convirtió mi vida.
Mi papi se volvió malo y más cruel. Teo me abandonó en cuanto pudo.
Lety se quedaba fuera horas y horas con sus amigos. Pero además de ella
y Sol, no tenía amigas con quienes escapar.
Incliné la cabeza.
—¿Lo hiciste?
—No creo que nadie pudiera… excepto mi mamá, pero siempre fue muy
débil.
—¿Qué?
—Sí.
—No lo haré.
—Sofia…
Sonreí suavemente.
170 El agua hizo que fuera fácil jugar. La cabeza de Killian cayó hacia atrás,
los nervios de su cuello se estiraron lo suficiente como para romperse.
Las manos de Killian agarraron los lados de la bañera. Sus profundos iris
azules crepitaban mientras esperaba a que lo tomara. Luché por llevarlo
dentro de mí. Él lo sabía, pero no me ayudaba. Él quería que lo hiciera,
que estuviera segura de que era mi decisión. Así que me tomé mi tiempo,
permitiendo que su longitud avanzara lentamente.
No estaba muy segura de qué hacer a continuación. Así que apreté las
manos de Killian y las bajé a mis caderas.
—¿Estás bien?
Mantuve mi rostro alejado del suyo, pero no pude reprimir una sonrisa. A
pesar de todo lo que ha pasado entre nosotros, y a pesar de que conozco
cada centímetro de su cuerpo, en ocasiones todavía era difícil verlo
parado ahí desnudo.
—No fue nada, cariño. —A Killian le gustaba que me hiciera cargo de él.
Lo que no sabía era lo mucho que lo disfrutaba. Teo y Lety eran fuertes,
nunca me necesitaron. Pero seguro que yo los había necesitado. Ellos me
protegieron y me dieron el amor y cuidado que le había faltado a nuestra
infancia. Excepto que nunca podría regresarles su amor. Las paredes
emocionales que habían construido a su alrededor eran impenetrables, o
eso pensaba. Hasta que Evelyn y Brody llegaron a sus vidas y probaron
graciosamente que estaba equivocada.
Coloqué una toalla doblada en lo alto del tocador, cerca del alcance de
Killian, y lo observé entrar en la bañera. Sus hombros se relajaron
mientras bajaba su cuerpo.
Sonrió.
—No esta vez. Dame un poco de tiempo. Terminaré rápido y esperaré por
ti en la cama.
—Manejar tus cuentas por ti mismo —contesté en voz baja. Mis dedos se
posaron suavemente sobre su cabello antes de que finalmente me
175
apartara—. Te veré en un momento, ¿está bien?
—Oye, Sofia. —Un destello de afecto brilló en sus profundos ojos azules
cuando lo miré sobre mi hombro—. Gracias por cuidarme… y por todo lo
demás.
Dejé de escribir mientras más pensaba las cosas. Sí, éramos felices. Pero
la felicidad no siempre duraba para siempre.
—Sí. Arreglé que el diez por ciento de cualquier ganancia vaya a una
cuenta de ahorros.
—¿Qué memo?
Sacudí mi cabeza. Era una maravilla que se las hubiera arreglado para
llegar tan lejos sin mí.
—El que describe todo lo que hace mi programa. Te lo envié por correo
electrónico hace tres semanas.
—Umm, no.
Su respuesta ni siquiera tuvo una pizca de disculpa.
—¡Killian!
—Así que déjame entender esto, tengo ahorros, ganancias y mis cuentas
están pagas.
El teléfono sonó a mi lado. Contesté riendo, esperando que fuera Finn con
la información del seguro que le pedí.
—¿Hola?
178
Por un momento, solo hubo silencio, entonces el tono estridente
perteneciente a una voz familiar gritó:
—¿So-fia?
No era Finn. No era Wren. No era ninguno de los amigos de Kill, o sus
hermanos, o cualquiera que hubiera esperado. Pero sabía quién era. Y
saberlo me envió en modo de pánico por completo. Mi boca se abrió y
cerró varias veces, mi lengua se secó y casi tiré el teléfono.
—Eres tú, ¿no es así? —preguntó la mujer con grueso acento irlandés.
Como una idiota, traté de cubrirme. Killian salió del baño. Se frotó el
cabello húmedo con una toalla mientras su mercancía se mostraba en
perfectas condiciones de “¿estás lista para hacer cosas traviesas
conmigo?”.
Frunció el ceño.
—¿Qué pasa?
—¿Está enferma?
—No.
—¿Herida?
—No.
—¡Killian!
—Hola mamá.
—Mi contabilidad.
180
—No culpes a la pequeña Sofia —lo reprendió la Sra. O’Brien—. Estoy
segura de que eres tú quien hace toda la atracción.
Eché un vistazo por el borde de mi almohada solo para que Killian dijera:
—¿Sí?
Me senté.
—¿No te molesta?
—¿Recuerdas eso?
Sonrió.
—Los M&M estaban en una pequeña bolsa para emparedados y los autos
eran un diminuto convertible oxidado y un pequeño jeep verde.
181 Pensé en ese día y en cómo había revuelto para encontrar un listón para
atar la bolsa. El dulce era el último de mi reserva de pascuas, pero quería
que él lo tuviera.
—Lo sé. Pasaron tres semanas antes de que pudieras salir de tu casa. —
Me sentía un poco triste, recordando ese momento. No solo porque Killian
había estado enfermo, sino porque mi padre había decidido volver a casa
y quedarse. Teo, Lety, y yo encontrábamos cualquier excusa para no estar
dentro, asustados de hacer algo para provocar a Carlos—. No tenía a
nadie con quien jugar.
Su sonrisa se suavizó.
—Y yo no tenía ganas de hacer nada más que dormir hasta que vi esos
autos.—Sus labios pasaron a lo largo de mi cuello, deteniéndose para
susurrar en mi oído—. Siempre has sido buena conmigo.
Bajé los ojos.
Las dos lámparas de las mesitas de noche estaban encendidas, así como
la luz del ventilador. Los dejé así, queriendo ver más de él. Rompí nuestro
beso para hablar suavemente en su oído, él conteniendo su respiración
mientras lo agarraba más fuerte.
Apreté mis dientes, incapaz de morder los gritos a todo pulmón que salían
de mí, cada cima del éxtasis subiendo más alto que la anterior. Mi
resistencia finalmente cedió y caí a un lado. Pero Killian no había
terminado.
—También el sexo antes del matrimonio. Pero como eres un buen chico
católico, probablemente ya lo sabías.
—Soy un buen chico católico. La cosa es, también sé cuándo algo está
bien. Que estés aquí conmigo, está bien, ¿sabes?
—Kill…
El resentimiento nubló sus rasgos, pero entendía por qué. Cada mañana,
su padre le decía a su madre que la amaba. Y todas las noches cuando
llegaba tarde a casa le decía lo mismo, a pesar de haber pasado la noche
en la cama de otra mujer. Su madre nunca reaccionó delante de sus hijos.
Pero Killian solía escucharla llorar en los confines de su dormitorio.
—Sofia…
—¿Sí?
—Mátame…
—No… no más alcohol. Juro por Cristo… que nunca volveré a beber.
Había dicho eso las últimas veces. Deseaba poder creerle y saber por qué
estaba actuando de esta manera. Killian siempre manejaba sus llegadas,
y a menudo se quedaba hablando con él después de insistir en que me
acostara. Había esperado que Killian pudiera razonar con él y
enderezarlo. Hasta el momento, no lo había logrado.
—Finn, es Gatorade, —dije en voz baja—. Bebe algo. Te hará sentir mejor.
Levantó el rostro del sofá.
—¿Gatorade? —graznó.
Finn se empujó con los brazos y agarró el vaso. Tomó un sorbo doloroso,
seguido por otros dos, antes de bajarse el vaso entero.
—¿Mejor? —pregunté.
—¿Dolió?
—¿Qué dolió?
Le masajeé la espalda.
—Hasta las jodida cinco. —Se frotó los ojos—. ¿A qué hora tenemos que
estar en casa de Angus?
—Lo hice.
—Estoy segura. —Me aparté el cabello—. Estoy preocupada por él. ¿Crees
que necesita hablar con alguien? Además de ti, quiero decir.
—Es joven. Solo necesita arreglar algunos bordes ásperos, eso es todo.
190 —Espero que tengas razón. —Me estaba inclinando hacia él para besarlo
cuando una mirada familiar iluminó sus ojos azules. Salí de la cama y
Killian me agarró por la cintura antes de que pudiera salir por la puerta.
—Ya lo hice. Tiene una resaca horrible, pero empezó a sentirse mejor
después de que le di algo de Gatorade. —Empujé a Killian en la dirección
de la ducha—. Vamos, no tienes mucho tiempo.
—¿Terminado qué?
—El Gatorade.
—¿Fuiste de compras?
—No fue la gran cosa. He estado levantada por un rato. —Bajé el asiento
del inodoro y me senté, observándolo ajustar la temperatura del agua
antes de que diera el paso a través de las puertas de cristal—. Angus
envió un mensaje esta mañana y nos pidió que lleváramos algunas
191 cosas.
—Ya has hecho ese excelente aderezo, un pastel y, como, veinte ensaladas.
Me reí.
Jadeé.
—¡No!
Killian se dio la vuelta y buscó algo de loción para frotar a lo largo de los
tatuajes en sus abultados brazos.
—Lo juro por Dios. Pensaron que su padre estaba en el trabajo, pero se
192 había quedado en casa para arreglar una fuga en el sótano. Subió y se
encontró a Angus profanando a su preciosa niña bajo una foto de la
fallecida abuela de Molly.
No estaba segura de quién se reía más fuerte, Killian o yo. Él levanto una
mano.
—Oh, se pone mejor. Olvida que Angus era virgen antes de que esa
inocente pequeña rosa hundiera las espinas en él; y olvida que ella ya
había estado con Timmy LaSota y Stevie Macpherson; el padre de Molly
arrastró a Angus medio desnudo a la iglesia y le hizo jurar ante Dios y el
Padre Flanagan que se casaría con Molly.
—Ni siquiera creo que jodidamente le guste. Pero Angus tiene miedo de
quemarse en el infierno por la eternidad si no se casa con Molly.
Limpié mis ojos con mi mano libre mientras Killian me llevaba de regreso
a nuestro dormitorio. Se detuvo en su tocador y sacó un montón de
billetes. Sacudí la cabeza cuando me la ofreció.
—No, nene. No es necesario.
No reconocí que los niños éramos nosotros hasta que abrí la caja y
encontré la fotografía usada para crear la imagen. La madre de Killian la
193
había tomado cuando éramos pequeños. La había enviado por correo
desde Florida y él se la había dado a Seamus pidiéndole que hiciera la
caja de joyería para mi vigésimo primer cumpleaños.
—Ya las hice. —Me dejé caer en la cama y estiré los brazos. Aún estaban
adoloridos por las técnicas de agarre que Killian me había enseñado a
principios de semana.
Killian cruzó el dormitorio y se agachó sobre mí, con las cejas fruncidas.
Sonreí.
—No me importa. Yo… —Me detuve antes de decirle que era porque lo
amaba—. Me gusta hacer cosas por ti —dije.
—Se nota. —Sus nudillos rozaron mi mejilla. Pensé que estaba feliz hasta
que percibí un rastro de tristeza en su voz cuando habló—. Escucha, Sofia,
no soy bueno con las palabras. A pesar de todo lo que somos, y de lo
194 mucho que hemos hablado, no es algo en lo que mi familia o yo hayamos
sido buenos alguna vez.
—Está bien.
Esperé a que dijera más, con la esperanza de entender por qué parecía
tan molesto. Le tomó un momento reunir sus palabras.
Por primera vez, realmente podía creer que Killian me amaba. Excepto
que a veces las cosas no eran tan simples como eso.
195
L
legamos a la casa de Angus para escuchar música ruidosa y un
montón de gente incluso más ruidosa.
—¿Ves eso? —Señaló a Angus con una sacudida de su barbilla—. Por eso
llegamos tarde, para empezar.
—Me alegra que alguien esté teniendo sexo —murmuró Angus, ignorando
mi rostro acalorado.
—¡An-gus!
Killian comenzó a reírse otra vez cuando Angus murmuró una maldición
y, a regañadientes, cargó la caja al patio y lejos de su amada. Finn agarró
otra caja y lo siguió.
Killian arrastró las dos últimas cajas hacia él y metió una bajo cada
brazo.
Killian le lanzó una mirada que no era totalmente una advertencia, pero
llena de suficiente fuerza para alentarlo a devolver su atención a sus
amigos.
Declan, el hermano mayor de Killian, proporcionó graciosamente una
muy necesitada distracción. Dejó a su cita para saludarnos. Las chicas
siempre lo habían rodeado, pero ahora que era un nuevo elegido
ayudante de fiscal de distrito, cada vez que lo veía tenía una nueva rubia
en su brazo.
—¿Cómo supiste?
—Oye, Sofe.
—¿Quién?
Me reí.
—Tu novia.
—¿La desnudista?
—Esa era Lindsey. —Curran pensó en ello—. Al menos, creo que ese era su
nombre… no, espera, esa era Tiffany.
—Hola, Sofia.
—Gracias —dije.
Pasé las siguientes horas cerca de Killian, pero cuando él, Wren y la cita
de Wren se fueron por otra ronda de cerveza, mi ansiedad sobre el chico
que continuaba sonriéndome empeoró. No tomó mucho, sin embargo,
para que los O’Brien que quedaban aliviaran mi tensión, su charla
haciéndome reír.
—Junto con todo lo demás, gran bastardo —dijo Curran. Se inclinó contra
mí—. Eh, Sofia, habla bien de él con el Gran Chico arriba, ¿lo harías? Con
tu ayuda, tal vez Angus solo servirá dos, tal vez tres décadas como mucho
en el purgatorio.
—¡An-gus!
Cubrí mi boca para suprimir mis risitas. A pesar de la, uh, personalidad,
de Molly, tenía un gran corazón. Y en su propia manera, creo que
realmente amaba a Angus. Al igual que él también la amaba.
—Tráeme un par de botellas de vino tinto del gabinete. Tal vez retendrá a
la gente antes de que Killian y Wren regresen.
—Oh, seguro.
Me paré cuando pensé que entró, solo para encontrarme cara a cara con
el chico que había estado mirándome toda la tarde.
—Veo que todavía recibes mucha atención. —Se rio cuando junté mis
cejas—. No me recuerdas, ¿verdad? Pero supongo que ha pasado un largo
tiempo. Soy yo, Maverick. Maverick Shuster.
—Sofia, espera. Mira, sé que tienes un par de opciones para esta noche.
Pero estaba esperando que alguna vez tú y yo pudiéramos…
—No —le dije firmemente—. Ya no soy esa chica.
—Deja de tontear por ahí, Sofia. Te vi ahí afuera con esos chicos, cada uno
de ellos trabajándote por una oportunidad de llevarte a casa.
—¿Qué sucede?
Miró a Maverick.
—¿Qué demonios está mal contigo, perra, metiéndote con nuestra chica
de esa forma?
Seguí detrás de ellos, luchando con qué hacer. No podía decirles que él no
había querido hacer lo que hizo, porque lo había hecho. Pero eso no
significaba que mereciera ser golpeado.
Me apresuré por las escaleras. Uno por uno, todos los O’Brien aparecieron
204
junto con más personas de la fiesta.
206 —Ya lo escucharon —dijo la cita de Wren—. No hay nada que ver aquí.
—N-no. No lo he hecho.
—Killian…
—Esto no fue un juego para mí, Sofía. Lo que sentí, lo que hicimos…
—¡Jódete, Kill! —le gritó Wren—. ¡Solo porque tú orgullo esté herido no te
da el derecho de tratarla así!
—No sabes una mierda. Ha estado mintiendo todo este tiempo… Sofía,
¡Sofía!
Las luces aún estaban apagadas cuando entré en la oscura casa. Aún no
estaba en casa. Subí los escalones al segundo piso, apenas sintiendo el
suelo mientras mis sandalias golpeaban contra este. Encendí la luz del
dormitorio y entré en el gran armario para recuperar mi maleta.
Wren dijo algo más que no pude oír. Dudé que fuera muy agradable
basándome en su tono.
Y él lo sabía.
Me solté de su agarre.
—No follé a esos hombres. No hice nada con ellos. Fueron ellos quienes
hicieron cosas conmigo.
—¿Estás diciendo que ese tipo, todos esos tipos con los que él te acusó de
haber estado, te violaron?
Sorbí por la nariz. Las palabras eran tan simples. Dos sílabas. Pero su
tono de corazón roto me dio un puñetazo más duro que cualquiera de sus
golpes. No quería decírselo. Pero por mucho que él me hubiera lastimado,
después de todo lo que compartimos, le debía la verdad.
—Iba a fiestas en las que no debería haber estado. Bebía y tomaba cosas
que no debería haber tomado. Y permitía… —Dios, era tan difícil hablar—.
Permitía que los chicos me llevaran a dormitorio. Permitían que se
subieran encima de mí… y, y esperaba, hasta que terminaban. Entonces
me iba.
El pecho de Killian se levantaba y caía mientras apretaba los puños, con
los ojos fijos en el suelo.
Parecía listo para matar algo, estaba tan herido, tan lleno de rabia, que
pensé que atravesaría una pared. Abracé mi cuerpo, odiándome por la
persona que era entonces, y por cómo salió lastimado por lo que yo había
hecho.
Se inclinó sobre mí, sus ojos azules ardiendo. Estaba furioso, pero no por
lo que yo había hecho… estaba enojado porque había sido violada.
Durante un largo momento, Killian solo me miró hasta que me jaló contra
él y me envolvió protectoramente en sus brazos.
—Fue mi culpa, Sofia. Yo… yo debería haber estado allí para ti y no lo
estuve.
—¿Puedo preguntarte algo? —dijo en voz baja. Asentí, aunque temía sus
preguntas—. ¿Cuánto tiempo…? —Suspiró—. ¿Cuánto tiempo dejaste que
sucediera esto?
212 La voz de Killian era tan vacía, que ni siquiera sonaba como él.
—Una noche, fui a una fiesta y un chico me dio mucho de beber. Me llevó
a un dormitorio y me dejó para ir a buscar a su amigo.
Podía sentir la ira de Killian bajo su piel. Pero no había vuelta atrás
ahora.
—No. No de inmediato.
—No me importa lo que hiciste —dijo—. O con quién has estado. Solo me
importa que estás conmigo ahora.
—¿Todavía me quieres?
214
D
esde el principio de nuestra relación, he temido cómo
reaccionaría Killian cuando supiera de mi pasado. La humillación
y las circunstancias de cómo lo descubrió fueron el peor
escenario que pude haber imaginado. Me llevó mucho tiempo antes de
que pudiera mirar a su familia. Dicho esto, una extraña pesadez se
levantó entre nosotros y nos unió más.
Está bien. Tal vez lo estaba. De hecho, estaba a dos segundos de salir
corriendo de regreso hasta los vestuarios femeninos y vomitar.
Dough pensaba que ella tenía el talento y potencial para ser la próxima
diosa. Killian accedió hasta cierto punto, pero creía que yo era
mejor, mucho mejor. Suponía que él pensaba que enfrentar a alguien en
camino a ascender de rango entre las mejores reforzaría mi confianza.
Gruñó otra vez. Sí, esa no fue una mirada muy linda para ella.
—Oh, no es nada…
—Ah, bien.
—¿Qué?
—Cálmate, Sofe. No es la gran cosa. Solo lo hicieron como una vez o dos
en el auto de ella y puede que ella le haya hecho sexo oral algunas veces
después de eso… seis o siete veces máximo.
—¿En serio?
Wren lo consideró.
—Está bien, tal vez follaron un montón. Pero no deberías dejar que eso te
moleste.
Doug susurró algo e hizo una seña hacia Cobra Negra con una sacudida
de su barbilla. Killian asintió, sonriendo aprobadoramente, y frotó su
barbilla mientras sonreía.
Finn saltó hacia un lado del octágono detrás de mí, hablando en voz baja.
—Oye, Wren. No le digas a Sofia que Kill y Cobra Negra solían follar. No
creo que ella quiera saberlo.
—¿Estás lista, princesa? —Miró dos veces hacia mi ceño fruncido—. ¿Qué
sucede?
Golpeó otra vez. Me agaché fuera del alcance, lancé una patada que no
conectó, y bailé fuera de su camino.
Los Cuatro Jinetes podrían cabalgar sobre mis restos mortales antes de
que le permitiera acabar conmigo a esta furcia.
Y allí estaba.
219 La agarré con una patada giratoria, la enganché por la rodilla, y utilicé
mi peso para derribarla. Nunca tuvo oportunidad. Lo supe en el momento
en que su espalda conectó con el tatami y mis puños se convirtieron en
un borrón de movimiento.
Nunca escuché esa campana, nunca noté su rendición. Killian estuvo allí
repentinamente. Enganchó mi hombro por encima y agarró mi brazo
opuesto, asegurándome a él y arrastrándome lejos.
—Nena, qué…
Cobra Negra le hizo sexo oral y había tenido sexo con mi novio… ¡mi
novio! Eso debería haber sonado cómico, pero santo cielo, no lo era.
Especialmente en ese momento, especialmente con ellos dos parados a
centímetros de distancia el uno del otro.
Killian ni siquiera me lo advirtió. ¿Yo era un chiste para él? ¿Creía que
era divertido ver pelear a dos mujeres con las que había estado?
Arranqué mi guante. Maldición. Maldita sea.
—Eso es, ¿cierto? —La voz de Killian se suavizó—. Crees que ella y yo…
Levanté mi cabeza, mi ceño fruncido disolviéndose mientras sus palabras
se hundían.
Frunció el ceño.
Wren se adelantó.
Finn asintió.
—El problema es que te contienes. Cada maldita vez. No golpeas tan fuerte
como deberías, tampoco derribas a alguien tan duro como puedes. Es
como si estuvieras temerosa de herir a alguien.
—Porque lo estoy —admití. Todos se reunieron calmados alrededor de
mí—. No quiero lastimar a nadie. No soy así.
—Espero como el infierno que nunca tengas que hacerlo. Pero si ese
momento llega alguna vez, te quiero preparada. Te quiero lista para
pelear.
—Oye, Sofe —dijo Wren quedamente—. Mira, lo siento. Lo creas o no, solo
estaba tratando de ayudarte… motivarte, ¿me entiendes? Iba a decirte la
verdad después de que terminaras de patear el trasero de Cobra.
Encontré su rostro, sin saber muy bien qué decir. Finn me golpeó
222 cariñosamente en el hombro.
—Tienes que admitir que funcionó. —Se volvió hacia Killian, sonriendo—.
Aunque yo sería cuidadoso si fuera tú, Kill. Tu mujer aquí tiene algo de
seria rabia.
—Lo siento.
Se encogió de hombros.
—Quiero decir verte poner junto todo lo que te enseñé. —Guiñó un ojo—.
Aprendiste bien, princesa.
Cubrí mi boca. Cielos santos, realmente había hecho un numerito con ella.
Luché con si debería caminar hacia ella o no. Pero, ¿qué le diría
ahora? Mis disculpas, Srta. Cobra Negra. Pensaba que le hiciste sexo oral
a mi novio en tu auto. Hice un gesto en el aire con mi mano para captar
223
su atención.
—¡Finn, Wren! —gritó hacia donde estaban moviendo las colchonetas por
el gimnasio—. Están a cargo. Volveré más tarde. —Unió nuestros dedos y
agarró mi bolsa con su mano libre—. Vamos.
—¿Adónde vamos?
—Ya verás.
Killian me sacó por la salida trasera. El frío aire del invierno envió
escalofríos que se extendieron por mis brazos, piernas y vientre
descubiertos. Un sostén deportivo y pantalones cortos no eran apropiados
en esta época del año.
—Lo siento —dije otra vez—. Por gritarte y todo… —Mi voz bajó mientras
atrapaba su risa—. ¿Por qué estás sonriendo?
—Estabas celosa.
—Bueno, sí. Pensé que habías, tú sabes, hecho cosas con ella.
—¿Cosas?
—¿Cuándo diablos vas a darte cuenta de que Wren y Finn están llenos de
mierda? —Sus ojos azules me cortaron—. De verdad estabas enojada
conmigo.
—¿Qué esperabas? Wren me dijo que follaste a Cobra Negra y que estuvo
contigo en su auto… ¡su auto, Killian!
Rompió nuestro beso, sus profundos ojos azules encendidos con devoción.
—No hay nadie más para mí que tú. ¿Me entiendes? Nadie.
Ajustó sus caderas. Fue entonces que noté el bulto creciente en su regazo.
Me lamí los labios, intentando resistir el impulso de probarlo. No quería
ser “esa chica” que le hacía sexo oral a su amante en público. Pero justo
en ese momento, no podía “culparla”. Killian era malditamente difícil de
resistir.
Mis caderas se balancearon, incapaz de mantenerse inmóviles por el
dolor que crecía entre mis piernas.
—¿Solo hablar?
El bulto en sus pantalones cortos se tensó contra la tela. Clavé mis uñas
en los bordes de mi asiento, intentando no perder la cabeza. Tal vez no
debería haber dicho lo que dije. Pero no podía contenerme, no entonces.
226 —Sofia —soltó con voz ronca—, estoy a dos segundos de perder el control
de mi camioneta. A menos que quieras que me estrelle contra el edificio
más cercano, no hables de lo que quieres hacerme.
—Lo siento…
Por primera vez, lo hice acabar solo con mi boca. Seguí moviéndome
lentamente, deseando mantenerlo excitado, sin querer que nuestro tiempo
se acabara.
Killian gruñó contra mí con el primer y segundo orgasmo que sacó de mí.
Al comienzo del tercero, me arrancó de la pared y me deslizó por su
cuerpo. Mis piernas se envolvieron alrededor de su cintura mientras sus
dedos se deslizaban entre nosotros para hacer círculos dentro de mí.
Killian nos subió por los escalones, acunando mi cabeza cuando caímos a
medio camino.
228
L
evanté la mirada de mi trabajo escolar cuando escuché la
camioneta de Killian estacionarse y mantuve mis ojos en la puerta
hasta que entró. Su sonrisa se amplió cuando me vio sentada en la
mesa del comedor con mi trabajo esparcido frente a mí.
Me encogí de hombros.
—Bien. Estoy contenta de que pueda hacer la mayor parte del trabajo en
casa. Tan buena como es Villanova, preferiría hacer mis cosas aquí.
¿Cómo estuvo tu día?
Me bajó al piso.
—No son tan malos. —Enlacé nuestros dedos y lo guié hacia la cocina.
—Eso es porque la mayoría de esos cretinos están locos por ti. —Killian
resopló y agarró la jarra de té helado dentro de la nevera—. Juro por
Cristo, si ese imbécil del lugar de las camisetas me pregunta una vez más
si todavía estamos juntos, voy a patearle el trasero.
Agarré la olla de estofado que había hecho de la cocina y la coloqué
sobre la mesa. Febrero en Filadelfia era simplemente miserable. Tener
algo caliente para comer cada noche era lo único que lo hacía
semitolerable.
Killian llenó dos vasos con té helado mientras yo sacaba los panecillos
del horno.
—No. Billy pone cualquier excusa para llamar. Billy no puede quitar sus
ojos de tu trasero cuando aparece. Billy quiere pedirte salir otra vez. Y
si Billy lo hace, voy a golpearle los dientes.
230 El rubor arrastrándose en mis mejillas le dijo que sí, podría haber notado
a Billy echándome el ojo una o dos veces. Vertí algo de estofado en su
tazón.
—Oye. Déjame saber lo que piensas. Esto es algo que no he hecho en años.
Si no te gusta, ordenaremos de Pappy’s.
—Mmm. —Ese bocado fue seguido por muchos más. No pasó mucho
tiempo antes de que el tazón estuviera medio vacío—. Nena, esto está muy
bueno.
Limpié mi boca.
—¿Te gusta?
Frotó mi hombro.
—Bueno, hay mucho más de donde vino eso. La receta era para ocho, ya
que había muchos niños en su familia. No me di cuenta en el momento e
hice mucho. Terminé dándole algo a los vecinos de enfrente.
La agitación cavó su camino en mi piel. Algo estaba muy mal. Crucé mis
brazos, tratando de escudarme de la horrible sensación serpenteando su
camino hacia mi pecho.
—¿Por qué?
—¿Killian?
—Sí.
—Bueno, había una razón por la que le gustaba estar cerca de todos esos
niños, especialmente los niños.
—Killian…
El tono de Killian tomó un borde que nunca antes había escuchado. Pensé
que me asustaría más que cualquier otra cosa que pudiera haber dicho.
Pero estaba equivocada.
Killian le dio un golpe a la pesada bolsa, y otro, y otro. Hizo una pausa, su
mandíbula se apretó mucho.
Continuó con sus golpes a la bolsa, cada uno más fuerte que el otro. Por lo
mucho que había golpeado y pateado antes, su ira lo mantenía fuerte,
restaurando cualquier energía que hubiera gastado.
—Mi hermano fue a la cárcel por darle una paliza después de lo que me
hizo. Pasé los primeros dos años después del ataque castigándome a mí
misma, y los últimos asustada de mi propia sombra. En mis peores días, el
recuerdo todavía me atormenta. En mis mejores, olvido. Pero siempre está
ahí, y siempre estará. —Me levanté y sacudí mis jeans ajustados—. Este
hombre consigue casarse con una linda chica y continúa con su vida,
fingiendo que nunca ha herido a nadie.
Nos miramos por un largo rato. Las palabras que habíamos hablado y la
verdad que habíamos derramado persistían en el aire, haciendo difícil
respirar… hasta que se disiparon y llegaron a ser parte de un pasado que
no podíamos cambiar.
—Sofia…
—Si alguna vez quieres hablar acerca de ello, estoy aquí para ti, sin
importar nada. Mientras tanto, no escuché nada. Lo único que sé es que
Norman Kessler se libró fácilmente.
No dudé.
—No.
236 —Fuiste el ángel vengador de Finn, al igual que mi hermano fue el mío. Tú
y Teo vieron que se hacía justicia cuando Finn era muy pequeño para
pelear, y yo estaba muy rota. —Levanté mi barbilla y lo besé—. No puedes
ser condenado, Killian. Los cielos necesitan hombres como tú y Teo.
—No te gustó el color óxido de la planta baja cuando lo viste por primera
vez, ahora sí.
237
—Porque parecía naranja cuando lo vi por primera vez. —Frunció el
ceño—. Naranja solo debería ser algo que comes, ¿me entiendes?
Gracioso.
—No jodas —dijo Angus—. Oye, Sofe, ¿crees que podrías pintar uno sobre
mi puerta? A Molly le gustaría.
Declan rio.
—Pero le has gustado desde antes que le saliera vello púbico. —Levantó la
cabeza—. ¡Oye, Wren!
—¿Qué?
—¿A Kill no le ha gustado Sofe desde antes de que tuviera vello púbico?
—Porque está diciendo que no le gustará que la llame mi cuñada —le dijo
Angus.
Declan se echó a reír mientras mi rostro ardía lo suficiente como para
derretir las paredes.
—Por supuesto que sí. ¡Esto es enorme! —dijo Molly—. Oye, Angus. Quizás
podríamos hacer una boda doble.
Tampoco yo.
—¿En serio Kill le pidió a Sofe que se casara con él? —preguntó.
Levanté la mirada.
—¿Te gusta?
Asintió.
—Sí, lo hiciste.
—Realmente no lo hice.
—Hay tiempo —ofreció—. No hay prisa, ¿verdad? Son niños, solo niños.
—No creo que haya dicho algo así, Kill. Nosotros, tú sabes, solo asumimos
que ahí es adonde te estabas dirigiendo. Es una buena chica, esa Sofia.
Sí, había pensado en nosotros y en nuestro para siempre más de una vez.
Cuando nos sentamos para comer como una familia, no tomó mucho
tiempo para que la conversación se reanudara por completo. Todo el
mundo tenía algo que decir. Todos, excepto quizás yo.
Declan sonrió.
—Tienes que hacer algo con tu vida, Finnie. Ya tienes casi veinte años.
Finn rio.
Finn sonrió.
Killian se enderezó.
—Estás dentro.
La familia de Killian aplaudió, a excepción de Wren.
Todos rieron, excepto Killian y yo. No fui capaz de fingir que no había
nada malo entre nosotros. Tomó todo lo que tenía no levantarme y salir
por la puerta principal. Permanecí en silencio durante el resto de la cena
y la limpieza. Cuando llegaron las nueve, todos se amontonaron. Besé
mejillas y me despedí como una buena anfitriona, aunque ya no me
sentía como una.
—El lugar se ve mejor de lo que pensé que podría verse —dijo—. Incluso
mejor que los planos que me mostraste.
Limpié mis ojos. No quería llorar, pero ahí estaba yo, haciendo eso.
—Como dije, somos jóvenes —me dijo—. Pero casarme contigo es algo
sobre lo que he pensado mucho.
244
Mis labios se separaron.
—¿En serio?
—No soy el hombre que crees que soy. He cometido errores y he hecho
cosas de las que me arrepentiré mientras viva. —Suspiró—. Algunas cosas
no se pueden deshacer, y algunas cosas… no se pueden perdonar.
—Killian…
—Quiero ser el hombre que te mereces. —Me sostuvo tan suavemente que
apenas podía sentir su toque—. ¿Te quedarás conmigo, y me dejarás
intentarlo?
245
C
ontinué agarrando los hombros de Killian, meciendo mis caderas
mientras ambos terminábamos. Nuestros cuerpos temblaban,
nuestros ojos inmovilizados, y el calor entre nosotros se disparó.
Perlas de transpiración se formaron entre mis pechos. Habíamos pasado
las últimas horas en un desastre enredado de extremidades. Y tampoco
estaba segura de si estábamos listos para que terminara.
—¿En qué estás pensando? —Se rio cuando no respondí—. Voy a estar
bien. Te preocupas demasiado.
Bajé mi mirada.
—¿Incluso si pierdes?
—No es que no crea en ti. Solo sé que, en ese Octágono, cualquier cosa
puede pasar. Un movimiento equivocado es suficiente para cambiar las
cosas.
—Sí. Tienes razón. Por mucho que esté entrenando, cualquier cosa es
posible.
—Así que si eso sucede… quiero decir, si no logras ganar. ¿Aun así te
retirarás?
Le devolví su sonrisa.
—¿Está en problemas?
Besó mi cabeza.
Corrí fuera del dormitorio a tiempo para ver a Killian meterse entre sus
hermanos. Empujó hacia atrás a Finn. No fue duro, pero Finn estaba
claramente borracho y lo sacó de balance. Cayó hacia atrás y chocó
contra los escalones.
—Shhh —susurré—. Has tenido una noche ruda. Vamos a subir al piso de
arriba, ¿está bien?
Arrugué mi nariz.
—Se nota.
Se rio.
—Pateé sus traseros —dijo otra vez, dejando su boca abierta mientras
continuaba pasando el paño húmedo contra su piel.
—Tres son muchos —le dije—. Incluso para alguien tan fuerte como tú.
250
Tan fuera de sí como se veía Finn, parecía saber lo que estaba tratando de
hacer y sujetó mi codo
—Fue a casa con una amiga suyo. Intenté darle un beso de buenas
noches. —Sonrió—. Me dijo que era lindo y que la llame… dijo que me
besaría cuando estuviera sobrio. —Sus cejas se fruncieron—. Tienes su
número, ¿cierto?
Su sonrisa se amplió.
Fruncí el ceño.
—¿Quién la estaba molestando?
—Unos idiotas con los que iba a la escuela. Estaban diciendo mierda
sobre su mamá. Llamaron loca a su mamá… le dijeron a Sol que iba a
terminar de la misma manera. Trató de ser muy dura y enfrentarse a
ellos… incluso pateó a uno de los tipos en las pelotas. También fue una
buena patada. Pero puedo decir… que lo que dijeron… la… lastimó…
—¿Qué dijiste?
Finn sorbió por la nariz. Parecía tan joven en ese momento. Más como un
niño pequeño que el hombre en que estaba intentando convertirse.
—Cuando Teo se fue a la Armada, Kill prometió cuidar de ti… mantenerte
a salvo… Pero no cumplió su palabra —murmuró—. No pudo cumplir su
palabra… salió con esa chica… esa chica que no eras tú…
—Finn —supliqué solo más alto que un susurro—. Finn, por favor,
respóndeme.
Mis rodillas colapsaron cuando me dirigí a bajar las escaleras. Tuve que
agarrar el pasamanos para evitar caerme. A través de mis ojos ardientes,
observé a Killian cerrar la puerta principal. Se recostó contra esta con su
antebrazo y suspiró, volviéndose cuando alcancé el nivel más bajo.
Esperé abajo. No le tomó mucho volver una vez que vio que Finn estaba
bien. Pero él sabía, sabía que algo estaba mal. Bajó los escalones
lentamente, deteniéndose en la mitad de la escalera cuando levanté la
mirada, con mis mejillas ya bañadas por mis lágrimas.
Esperé que me dijera que Finn solo estaba borracho. Que nunca le había
prometido nada a Teo. Que no había faltado a su palabra para estar con
alguien más. En lugar de ello, “Sofia” fue todo lo que había dicho.
Levanté mi barbilla.
—Todo este tiempo… todos estos años, me has ocultado esto. —Apenas
podía tragar—. ¿Cómo pudiste no decírmelo? —Hice un gesto alrededor
cuando no me respondió—. ¿Qué ha sido todo esto, Killian… culpa?
—Dime que no estoy aquí para aplacar tu culpa. Dime que significo más
que eso para ti. —Ahora estaba gritando—. ¡Dime que soy algo más que
una oportunidad para la redención!
Una lágrima solitaria bajó corriendo por su mejilla, su voz áspera
bajando.
Pero no podía.
Nadie podía.
—Se suponía que fueras diferente. —Sollocé hacia él—. ¡Se suponía que yo
significaba más que esto para ti!
Hablé en serio. Se suponía que Killian fuera diferente. En lugar de ello, era
igual que el resto.
M
anejé durante mucho tiempo, en la oscuridad hasta que los
rastros de luz comenzaron a rayar el horizonte. De alguna
manera, terminé en Rehoboth Beach. No estaba segura del
porqué. No existían vínculos, ni recuerdos para atraerme. De hecho, era
un lugar en el que nunca había estado.
Tal vez simplemente necesitaba estar lejos, donde nadie sabía nada de mí.
Lo siento.
¿Dónde estás?
Pasé los próximos días apenas comiendo, a veces durmiendo, pero sobre
todo tratando de no pensar. Pero los pensamientos venían de todos
256 modos. No había escapatoria.
Sonreí, sabiendo que aunque no la vería hasta mucho más tarde, Killian
estaría esperándome para regresar juntos a casa. South Catholic, nuestra
escuela de hombres, siempre despachaba a los chicos alrededor de la
misma hora. La hermana Mary Clarice había pedido verme después de
clase con la esperanza de que le echaría una mano en el refugio para
personas sin hogar ese sábado. Había aceptado. Mi padre estaba fuera de
prisión entonces, y necesitaba una excusa para salir de la casa.
—Oye, Sofia.
La cosa era que no era la única chica que notaba cuán gentil había sido
la pubertad para Killian.
—Sofía es una chica grande. Puede caminar a casa sola. ¿No es cierto,
Sofía?
—Sofía… ¡espera!
259 Estaba casi al final de la calle cuando Killian me llamó por última vez.
Pero no lo haría. Nadie me vería por mucho tiempo. Porque me fui a casa
sola y conocí a un lindo chico de cabello oscuro, una sonrisa
deslumbrante, y ojos cristalinos que parecían ver a través de mí.
—Estoy en Delaware.
—No. Estoy bien. —Sí necesitaba dinero, pero no aceptaría nada. El dinero
que tenía en mi cuenta de ahorros me sostendría hasta que comenzara
algunos de los trabajos de diseño de interiores que tenía pendientes—.
Solo quería que supieras que iba a regresar.
—No eres una molestia, cariño. Solo ven a casa con nosotros. Te queremos
aquí.
Jugué con el cable torcido del teléfono. Tenía un poco más de un año
hasta dejar la escuela. Cuando esa época hubiera terminado, planeaba
estar por mi cuenta. Por ahora, aceptaría su generosidad con la promesa
de que un día lo devolvería.
Su respuesta me sorprendió.
—No. Finn lo hizo. No creo que Killian hubiera dicho algo por su cuenta.
Sacudí la cabeza.
—Quizás.
Su tono era brusco. Pensé que estaba enojado con Killian por no
decírmelo antes. También pensé que tal vez creía que estaba enojada con
él también. Lo que no esperaba fue lo que dijo después.
—Escucha, nena. Sin importar los errores cometidos por Kill, se ha ganado
su derecho a saber que estás a salvo.
—Dale tiempo, Kill. —Su voz profunda resonó desde el primer piso—. Sofi
263 necesita espacio. Hasta que esté lista, hermano o no, no vas a poner un
pie en mi casa.
Killian me dio espacio, como Teo pidió. Pasó otra semana antes de que
llamara. Miré la pantalla de mi celular. Se lo había dado a Teo para que
me lo regresara. Pensé que lo dejaría ir al correo de voz, pero entonces me
di cuenta de que había cosas que necesitaban ser dichas, y había pasado
bastante tiempo.
—Hola.
Killian hizo una pausa. Supuse que estaba sorprendido de que hubiera
respondido.
—Yo también.
—Adiós, Killian.
Al igual como lo hizo para su pelea en Atlantic City, Teo ayudó a Killian a
entrenar para su próxima lucha en Las Vegas. Pero Teo nunca parecía
264
feliz cuando regresaba a casa, y la emoción que alguna vez había tenido
parecía haber desaparecido.
—No debería decirte esto —dijo—. Pero Kill no ha sido el mismo desde que
te fuiste; está furioso todo el tiempo, no puede concentrarse en lo que vale
la pena, y está bebiendo demasiado. Es jodidamente miserable, Sofi.
Sí, bueno, yo también lo era. Por otro lado, todos los que me conocían se
daban cuenta de cuánto. Apenas hablaba, y no interactuaba con nadie
fuera de mi familia. Iba a la escuela. Hacía el trabajo. Ayudaba a Evie con
Mattie. Todos los movimientos estaban allí, pero mi corazón no estaba en
nada. Permanecía destrozado, unido a mi pasado.
El día más duro llegó cuando regresé a la casa de Killian para recoger
mis pertenencias. Por mucho que hubiera necesitado los artículos que
había dejado atrás, esperé hasta el día en que partió a Las Vegas. No
quería que peleáramos, y no quería molestarlo antes de su gran combate.
Brutal.
Despiadado.
Duro.
Evie levantó la vista de donde estaba junto a Teo, con los ojos muy
abiertos. Me quedé en la puerta. No había querido entrar, no había tenido
intención de quedarme y mirar, pero lo había hecho.
Era la primera vez que veía a Killian desde que había salido de su casa
tres semanas atrás. No tenía que estar en la misma habitación con él
para saber que algo estaba mal. No era el mismo hombre que había
266 conocido, el que saludaba a sus amigos con una amplia sonrisa, el que
reía con todo el corazón, el que me abrazaba y me mantenía cálida por la
noche.
Observé aturdida mientras Killian recibía su cinturón y salía del ring. Sus
hermanos y Wren se reunieron a su alrededor. Aunque le sonrieron y lo
abrazaron, el entusiasmo y el orgullo que los O’Brien habían disfrutado
alguna vez, parecía perdido en ese momento.
—Ahora está con nosotros nada más que el hijo favorito de Filadelfia y
el nuevo campeón de súper peso pesado, ¡Killian O’Brien!
—Ganar.
—Bueno, parece que dio resultado. ¿Te vas a quedar a ver el resto de los
equipos, campeón?
Traté de sonreír.
Mateo había firmado otro contrato con el condado, añadiendo cinco años
más al tiempo que él y su equipo harían el mantenimiento de las
268
patrullas de policía de Filadelfia y los vehículos de servicio públicos. Pero
su creciente popularidad en el área lo había llamado a abrir otra tienda,
trayendo su total a nueve.
—Oh, no. Espero que puedas ir. —Lety iba a ser la primera graduada de la
universidad en la familia y hasta el último miembro había planeado ir a
la ceremonia. Que Evie no estuviera ahí iba a ser un gran problema. Pero
mientras más lágrimas caían de los dulces ojos azules de Mattie, entendía
por qué no podía dejarlo.
—Hola, nene.
Ella sonrió.
—Sí.
—¿Sí?
—Estaré afuera.
—No las quiero aquí fuera solas. El lugar es lindo, pero no me di cuenta
cuán mierda se había vuelto el área. Ha ido de decente a gueto
rápidamente.
—Estoy bien —insistió—. Pero estoy preocupada por Mattie. Podría tener
que irme temprano.
Curran hizo miró dos veces cuando me vio. Articuló a sus amigos que
estaría de vuelta antes de escabullirse alrededor de las mesas en mi
dirección. Besé su mejilla cuando se inclinó para abrazarme. Era bueno
verlo. Aunque nos habíamos conocido desde que éramos niños, nos
habíamos vuelto unidos durante mi relación con Killian.
Traté de no reírme.
Se encogió de hombros.
Asentí.
273
—Estoy segura.
—Sí. Lo fue un poco. De hecho, era dulce. Una chica linda. Solo que nunca
parecía que tuviera permitido divertirse. —Inclinó su cerveza hacia atrás
y tomó unos duros tragos—. Muy mal que su padre fuera el presidente de
la universidad y casi expulsó mi culo de la escuela cuando nos encontró
desnudos.
—No, gracias.
—¿No?
—No, Denny.
—¿Cuál?
—Killian, cobarde.
Dejé caer mi mano a tiempo para ver a Denny moviéndose hacia Brielle
Montefusco.
Suspiré.
—No. Pero deberían estarlo. —Se estiró por mi mano cuando evité su
mirada—. Vamos, hablemos afuera.
275
Me guió hacia la cubierta trasera, donde un pequeño grupo de mujeres
estaban coqueteando con hombres fumando cigarrillos. No era tan
ruidoso aquí afuera y unas cuantas sillas habían sido dispuestas.
Nos sentamos en la esquina opuesta en dos sillas de patio, lejos del otro
grupo. Un pequeño patio se extendía bajo nosotros, donde niños pateaban
un golpeado balón de fútbol entre ellos.
Lo miré.
—Mucho.
—Está bien. Soy un ruidoso y escandaloso idiota que solo está callado
cuando está besando alguna morena de piernas largas con un trasero
más apretado que dos pelotas de goma de gorila pegadas; ignora esa
última parte; de todas formas, estoy entrometiéndome aquí. ¿Eres feliz
ahora?
Su sonrisa desapareció.
—También lo extraño.
—A veces las cosas son más complicadas que lo que ves en el exterior.
276
—Si ese es el caso, Kill está todos los tipos de arruinado.
—No ha estado con nadie desde ti, Sofe. De eso estoy seguro. Incluso en
Las Vegas, cuando chicas estaban destellando sus te… sus pecho, Kill las
ignoró para emborracharse. Finnie pasó la mayor parte de nuestro
tiempo ahí cuidando de él mientras Kill vomitaba en el baño.
277 —No entiendo por qué está actuando de esta forma. Killian es
responsable… este no es él.
Sacudí mi cabeza.
—Curran, no puedes poner esto en mí. Killian tenía todo yendo bien para
él, incluso antes de que volviera a su vida.
Bajé la mirada a las han gastadas tablas del suelo, mi mente vagando a
todas esas barbacoas, cenas familiares, y bautizos que habíamos ido… y
todo el tiempo que habíamos pasado construyendo su negocio y su
marca. Killian tenía todo aquí. ¿Por qué dejaría eso atrás?
—No haría eso —le aseguré—. Su familia y su negocio son todo para él.
—¿Ahora?
279 —Mattie no se está sintiendo bien. No puedo dejar que Evie se vaya sola.
Besó mi mejilla.
—Está bien. Si Kill se aparece, le dejaré saber que tuviste que partir.
—¿Qué?
Se encogió de hombros.
—Le escribí para dejarle saber que estabas aquí. Pero eso fue hace un
rato. Probablemente no venga… mira, no te preocupes por eso —añadió
cuando lo miré boquiabierta—. Solo piensa en lo que dije, ¿está bien?
—No está aquí, nena. Y no está en el baño o cualquier otro lugar donde
miré.
Resopló.
—No. Los camareros aquí hablan sobre todo español. Quiero dejarles en
claro a mis chicos y su equipo cómo quiero que sean manejadas las
cosas. No quiero ninguna cagada después de que me vaya; somos
responsables de este lugar, estemos o no.
—Lo sé, Teo. Pero no creo que Mattie pueda esperar tanto tiempo. —Evie
suspiró, mirando otra vez a su bebé—. En el tiempo que les tome volver a
Ant y Big Chris, puedo tenerlo en casa y en su cuna. ¿Por qué no te
quedas y te haces cargo del negocio? Me dirigiré de vuelta yo sola.
—Sé que no —dijo ella—, pero estoy preocupada por Mattie, y sé que tú
también.
La consideró por un largo momento, pero era claro que no estaba feliz
con su decisión.
—Solo me quedaré hasta que Ant y Big Chris vuelvan. Ve directo a casa,
¿me entiendes? —La besó cuando ella asintió y luego levantó a Mattie de
sus brazos cuidadosamente.
—Llámame cuando lleguen ahí —dijo—. Debería estar justo detrás de ti,
pero si no lo estoy, quiero asegurarme de que estén bien.
—Lo haré. —Evie le dio un rápido beso, luego cerró la ventana y salió del
estacionamiento.
No habíamos ido más allá de dos cuadras cuando Mattie dejó salir un
horrible chillido que nos hizo saltar. Azoté mi cabeza hacia atrás
mientras ella seguía conduciendo.
—¿Qué pasa? —preguntó. Mattie siguió chillando, sosteniendo su oído
derecho—. ¿Está bien?
Evie gritó.
No grité.
No me acobardé.
283
Reaccioné.
Otro gruñido. Y otro. No sabía lo que estaba haciendo Evie, pero en ese
momento no podía girarme a mirar.
No vi, pero sentí que alguien más venía detrás de mí. Agaché mi cuerpo
más abajo mientras el hombre atacándome balanceaba su puño. No le
atinó, pero lo clavé en la mandíbula con un codo. Este hombre era más
pequeño que los otros dos. Debió haber estado distraído, o lo golpeé justo
en el lugar correcto. Fuera lo que fuera, se estrelló contra el asfalto.
Aterricé encima de él, golpeándolo en el rostro y la cabeza hasta que mis
brazos se debilitaron y mis nudillos estaban manchados de sudor y
sangre.
284
—No lo intentes —le advirtió ella.
Al igual que Killian, quien salió disparado del lado del pasajero, sus ojos
fijos en los míos.
El médico deslizó antiséptico sobre la piel destrozada de mis nudillos.
Traté de mantenerme quieta, pero la adrenalina que continuaba
bombeando a través de mí hacía difícil permanecer quieta.
Creí que Killian y Teo matarían a los hombres que nos atacaron. Algunos
de los policías los arrastraron hacia atrás cuando los hombres fueron
esposados y llevados a rastras. Un tercer hombre fue encontrado detrás
de la tienda, desorientado y jadeando con sangre de su boca y nariz. Evie
lo había golpeado repetidamente en el rostro y en la cabeza con una llave
gigante que Teo había dejado en su todoterreno. El tipo había sido el que
había subido a su auto; a robar su auto o quizás más. No quería pensar
en lo que podría haberle pasado a ella o a Mattie. Solo agradecía a Dios
285 que ella lo hubiera detenido y protegido a su hijo.
En el momento en que había luchado contra los otros dos hombres, Evie
había obligado a su asaltante a salir de su auto, llamado a Mateo usando
el Bluetooth, y alcanzado la Glock que Teo la hacía llevar en su guantera.
Afortunadamente, ella había escondido su permiso de armas en su bolso
y fue capaz de presentarlo a la policía.
Solté una respiración temblorosa. Jesús, ¿cómo viviría mi vida sin él?
Se detuvo unos metros delante de mí, sin decir nada y apenas respirando.
Bueno, eso hizo dos de nosotros.
—Recién había llegado cuando Evie llamó a Teo, gritando —dijo—. Teo
enloqueció; habría salido de allí por su cuenta si Curran y sus amigos no
estuvieran con él y se dieran cuenta de que algo estaba mal. Curran pidió
respaldo y despegó; él y los chicos de la policía pasaron delante de mí y
Teo cuando trataba de retirarse del estacionamiento. Es la única razón
por la que llegaron aquí primero.
Echó una mirada hacia donde estaban Teo y Evie. Mattie había dejado de
llorar, fascinado por el zumbido y las luces de la policía que seguían
brillando a su alrededor. Dio una palmada en el hombro de su papá,
señalando y balbuceando.
—Siempre fuiste valiente, Sofia, y siempre fuiste fuerte. Lo único que hice
fue mostrarte lo que ya estaba allí.
Sacudió la cabeza.
Había muchas cosas que deseaba poder cambiar, y que pudiera decir
para hacer las cosas bien. Pero nada vino entonces. Así que en su lugar
solté sus manos y me alejé. Si me despedía de él, me derrumbaría. Como
estaba, estaba a segundos de enloquecer.
288
Cerré la puerta trasera de la todoterreno de Evie e hice clic en mi cinturón
de seguridad en su lugar.
—No cuando se trata de un sentido del deber —le dije—. Siente que me lo
debe, Teo. No puedo pasar mi vida con alguien que se siente en deuda
conmigo. No es justo para ninguno de los dos.
—¿Segura que eso es lo que él cree? —Teo no era del tipo de charla de
chicas. No era de los que derraman su corazón o hablaran a través de sus
sentimientos. Pero estaba hablando entonces, y no estaba listo para
detenerse—. En su mayor parte, el amor es una completa mierda —dijo—.
La mayoría de la gente no lo dice en serio cuando lo dicen o no lo dicen
cuando deberían. —Cargó a Mattie cuando el pequeño se aburrió con sus
bloques y lo colocó sobre su pecho—.Pero ¿cuando alguien está dispuesto
a tumbarse y sangrar por ti? Esa es la mierda que cuenta.
Consideré lo que dijo Teo y los recuerdos que seguían plagando mis
pensamientos. Mattie se había quedado dormido cuando finalmente me
levanté. Me fui sin decir otra palabra, pero Teo ya sabía adónde estaba
yendo.
—Hola.
—Nunca dije gracias, por todo lo que hiciste por mí. —Lo miré entonces—.
Gracias. Significó mucho.
—Esto no está bien, Sofia —dijo finalmente—. No se supone que las cosas
sean así, no entre nosotros.
—Lo sé. —No estaba planeando decir lo que dije, pero mi corazón siempre
había gobernado, y hoy no fue la excepción—. Te extraño.
Mi voz tembló:
Nuestro pasado había sido nuestro enemigo. Nos golpeó, nos retuvo, y
nos separó. Debido a ello, pensé que hoy sería nuestro último adiós. Pero
cuando su sonrisa se encontró con la mía, cuando me besó, y cuando me
prometió un por siempre, di la bienvenida a nuestro futuro como a un
amigo.
Dos años más tarde, me cargó a través de nuestro umbral, con la cola de
mi vestido de novia revoloteando detrás de nosotros.
A
caricié el cabello de Sofía cuando la brisa empujó uno de sus rizos
contra su perfecto rostro. Se había quedado dormida. Sabía que
estaba cansada cuando la llevé a la hamaca conmigo aunque
intentó negarlo. Mientras observaba su pecho subir y bajar, no pude
evitar pensar en todo lo que atravesamos para llegar hasta aquí…
—Hola —me dijo la chica, su voz tan tranquila que apenas la escuché.
Sus claros ojos verdes se ensancharon cuando alargué el rizo hasta llegar
a mí. Rebotó como un elástico cuando lo solté.
Mi sonrisa se ensanchó.
Fue la primera vez que la vi sonreír. Justo entonces y allí, ella me tuvo. Y
ella ni siquiera lo sabía.
—Me he enlistado —me dijo Teo—. Estaré fuera de aquí dentro de dos
semanas.
—Tengo que hacer algo con mi vida —dijo—. No quiero terminar como el
viejo. —Pateó de nuevo y luego dos veces más, golpeando la bolsa justo en
mis entrañas—. El ejército prometió ayudarme a convertirme en un
mecánico y voy a aceptarles la oferta.
295
Encontré su mirada.
Teo sabía lo que quería decir, y de quién estaba hablando. Bajó la pierna
antes de que pudiera patear de nuevo, observándome cuidadosamente.
—Sí. Yo lo creo. —Maldición. Estaba enojado. Pero sabía que tenía razón. A
los dieciocho años, era hora de que Teo hiciera lo correcto por su familia
y encontrara su salida de su vida de mierda.
—Sí.
Miré la estera, recordando todas las veces que Sofía llevaba mangas
largas en el verano para ocultar sus moretones, y lo rojo que estarían sus
lindos ojos después de pasar la noche llorando, gracias al imbécil de su
padre. Me estaba haciendo más grande, más duro. Sabía que vendría un
día en que llamaría a la puerta de Sofía y le daría un poco de su propia
medicina a Carlos por la mierda que le había hecho pasar. Pero solo tenía
dieciséis años, así que en lugar de hablar en grande, miré a Teo directo a
la cara.
Apretó la mandíbula.
—Solo sé su amigo, Kill. Cuida de ella, asegúrate de que nada le pase, ¿me
entiendes? Le teme a su propia casa. No tiene por qué temer a las calles
296
también.
Eso cambió el día que lo jodí… el día en que olvidé mi palabra para estar
con Josefina Miller.
Sabía que algo estaba mal incluso antes de que me girara a la sala de
estar y encontrara a mi familia reunida alrededor de nuestra mesa de
comedor. Declan sostenía la mano de mi madre mientras ella lloraba.
Wren también estaba llorando. ¿Qué carajos? Ella nunca lloraba.
Angus se paró sobre mí, listo para dar otro golpe. Mi visión se desdibujó y
mis ojos me picaron, pero no fue por sus golpes.
Fue por saber lo que había hecho. Incliné la cabeza y me rompí. No había
cumplido mi promesa. No era un hombre de verdad. Los hombres de
verdad cumplían su palabra.
Sofía fue siempre la única. Después de que toda esa mierda sucediera, la
había vigilado a lo largo de los años. Comprobado con su madre para ver
cómo estaba. ¿Cómo no iba a hacerlo? Entonces ya la amaba. Lástima
que no lo reconocí por lo que era, y demasiado malditamente malo que
no mereciera el mismo amor de vuelta.
Me llevó mucho tiempo ver a Teo directamente a los ojos. Nunca habló de
298 ese día, de la promesa que le había hecho. Lo había dejado pasar sin
llamarme, hasta que se dio cuenta de que quería ser más que el amigo de
Sofía.
Y yo era la causa.
Devolvió mi sonrisa. Eso fue todo lo que tomó para que ella me golpeara
en el culo. Yo era un feroz y peligroso luchador de MMA.
—No digas eso a menos que lo sientas —le dije—. Lo digo en serio. No
juegas con esa palabra.
Se dio cuenta de lo difícil que era el tipo de hombre que yo era, y al igual
que no podía protegerla, no podía detener su dolor.
—Se suponía que fueras diferente —dijo, llorando tan fuerte que cada
300 palabra me golpeó como un puñetazo—. ¡Se suponía que debía significar
más para ti que esto!
Pasé las próximas semanas sin hacer nada, apenas hablando, y listo para
la guerra con cualquiera que me molestara. No importaba todo el tiempo
que Sofía se fuera: mi carrera, mi negocio, mi familia, nada.
Ella te extraña.
Me lo dijo.
Teo estaba feliz. Yo estaba feliz por él. Pero no podía dejar de estar celoso,
también.
Tenía la vida perfecta, con la mujer perfecta, y ahora otro niño perfecto
en camino. Yo había jodido las cosas con mi mujer perfecta. Jesús… ¿cómo
habría lucido Sofía con mi bebé?
—Hola, nena…
—¿Dónde estás?
—¡Sofi está ahí afuera con ellos! —gritó—. La tienen. ¡Tienes que venir
ahora!
Mattie siguió llorando, Evie le rogaba a Teo que se diera prisa, Teo le
decía que se calmara, intentando darle seguridad. A través de todo,
escuché a Sofía. Sus gruñidos. Sus puñetazos. Sus patadas.
302
Jesucristo, mi chica estaba luchando por su vida.
Y Sofía también.
Pasé la noche ejercitando entre toda la mierda entre Sofía y yo. Estaba
acostado en la cama mirando al techo cuando alguien llamó a mi puerta.
Cristo, ¿ahora qué?
Abrí la puerta para encontrar a Sofía allí. Al principio, no sabía qué decir,
odiando toda la tensión entre nosotros. Pero esta era mi oportunidad de
decirle lo que sentía. Así que lo hice, con la esperanza de no joderlo.
Su voz tembló.
Dejó de moverse. Pensé que la había asustado hasta que hizo ese grito
feliz de ella, el mismo como cuando le di el joyero de madera. La acerqué
a mí. No podía parar ahora. Necesitaba escucharlo todo.
En mi voz —en mi jodida mirada— le rogué que creyera lo que sabía que
era verdad.
Su mano cubrió la mía a tiempo para que nuestro hijo nos pateara a
ambos. Ella se rio.
El día que me casé con ella, le juré que siempre cuidaría de ella. En otro
mes, también tendría un hijo para cuidar. Pero eso estaba bien para mí.
Un hombre cumple sus promesas. Especialmente cuando se trata de
quienes ama.
U
na vez compartieron una noche de
pasión. Ahora un encuentro fortuito
los obliga a reunirse. En el debut de
la serie “O’Brien Family” de Cecy Robson —
perfecta para los lectores de Monica Murphy
y J. Lynn—, dos opuestos totales encuentran
que las llamas del deseo todavía están
ardiendo.
Tess sabe que su padre tiene otros planes para ella, y no includen a
Curran. Pero pronto ella se está enamorando de él una vez más. Y cuando
el peligro emerge, Curren probará cuñan buen policía chico-malo puede
ser.
O’Brien Family #1
¡TE ESPERAMOS CON MÁS LECTURAS!
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