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CONTENIDO
Sinopsis ............................................................................................................................4
Capítulo 1.........................................................................................................................5
Capítulo 2.......................................................................................................................16
Capítulo 3.......................................................................................................................20
Capítulo 4.......................................................................................................................25
Capítulo 5.......................................................................................................................28
Capítulo 6.......................................................................................................................31
Capítulo 7.......................................................................................................................38
Capítulo 8.......................................................................................................................44
Capítulo 9.......................................................................................................................49
Capítulo 10.....................................................................................................................54
Capítulo 11.....................................................................................................................59
Capítulo 12.....................................................................................................................65
Capítulo 13.....................................................................................................................69
Capítulo 14.....................................................................................................................74
Capítulo 15.....................................................................................................................77
Capítulo 16.....................................................................................................................80
Próximamente ...............................................................................................................88
Sobre la autora ..............................................................................................................89
3
SINOPSIS
suciedad · y (fĭl′thē)
2. Obsceno u ofensivo.
3. Vil; sucio.
adv. inmundo
Ser la bebé de la familia y una buena niña es todo lo que Lucia Marcello
sabe, pero un poco de libertad y espacio podrían darle la oportunidad de
deshacerse de esa máscara.
Esta familia es un legado y esta generación podría ser la más sucia hasta
ahora.
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CAPÍTULO 1
JOHNATHAN
El auto negro se detuvo y estacionó junto a Johnathan. La vista de un
vehículo oscuro con vidrios polarizados le resultaba tan familiar que casi sonrió.
Casi.
Una buena parte de su vida estaba llena de recuerdos de autos como este
recogiéndolo por una cosa u otra. Probablemente alguna situación en la que se
había metido y que necesitaba salir.
Tío.
Aun así, Giovanni era la única persona en la familia de John con la que
conectaba en un nivel de confianza que no tenía con nadie más. A pesar de que
el cabello del hombre de cincuenta y siete años estaba salpicado de sal, y las líneas
en su rostro le decían que Giovanni no era un hombre joven, de alguna manera
todavía emitía el aire de la juventud. Antony, el abuelo de John, siempre decía
que Giovanni tenía un alma joven.
5
Johnathan sabía que no debía desobedecer a Giovanni. Abrió la puerta del
pasajero, arrojó la gran bolsa de papel marrón al piso del auto y subió. Ni siquiera
había cerrado la puerta por completo antes de que el Gio golpeara el acelerador,
y el auto se tambaleó hacia adelante.
—¿No a tu padre?
John nunca se había visto cara a cara con su padre en muchas cosas. Lucian
era un buen padre, en lo que a eso respecta. Siempre había sido bueno con John
y sus hermanas. Amaba a sus hijos totalmente. Pero John siempre se había
sentido fuera de lugar de alguna manera en su vida. O incluso fuera de contacto
con las personas a su alrededor, incluido su padre. Hacía difícil tener una
conexión como la que sus hermanas menores tenían con su madre y su padre.
—¿Qué hay en la bolsa? —preguntó Gio, mirando la bolsa marrón que John
había arrojado al piso del auto.
—Mierda con la que entré. Ropa, un reloj, cosas así. Nada importante.
—¿Por qué?
—Déjame verla.
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Suspirando, John levantó la mano para mostrar la pulsera de cuero que
llevaba con el escudo de su familia grabado en el medio.
—¿Contento?
—Gracias por enviar un paquete a la prisión para que tuviera ropa limpia y
decente para salir hoy —dijo John.
—¿Quién lo hizo?
—Tu padre. Lo envió hace un par de semanas para que hoy te pusieras un
traje. Él piensa en ti incluso cuando tú no estás pensando en él.
John deseaba que eso lo hiciera sentir algo, pero todo lo que consiguió fue
una punzada en el pecho que le recordó lo desapegado que realmente
estaba. Siempre había sido así para él. Nunca se sintió como en casa, siempre
miraba a las personas a su alrededor como si estuviera afuera mirando hacia
adentro.
Gio se rio.
—Sobornar gente fue una de las razones por las que pasé tres años tras las
rejas en lugar del año que hubiera sido, Zio.
—Sí —dijo Gio, haciendo una mueca—. Tienes razón. Mejor dejarlo estar.
7
Los cargos se habían acumulado uno tras otro sobre John, y antes de que se
diera cuenta, había tenido un período de cinco años con el golpe del martillo de
un juez. Ni siquiera el dinero, el estatus o las conexiones de su familia habían
podido sacarlo de allí.
John estaba bastante seguro de que su padre y su tío Dante tenían algo que
ver con todo. Para Lucian, John estaba fuera de control. O más bien, fuera del
control de su padre. No siempre seguía las reglas. Le gustaba hacer las cosas a su
manera, que no siempre era la manera de los Marcello.
Lucian había dicho más de una vez que era hora de que John creciera. John
supuso que finalmente lo había hecho, en cierto modo.
Respeto y honor.
Siempre.
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—Creo que podemos lograrlo sin que Dante envíe personas a buscarnos.
Cuanto mayor era Dante Marcello, menos tolerable a las tonterías parecía
volverse. John fue lo suficientemente inteligente como para saber que su tío, el
Don de la Cosa Nostra Marcello, patearía tu trasero primero y luego haría
preguntas más tarde si fuera necesario.
Gio sonrió.
—¿Oh?
Mierda.
—Y una joyería.
John rio.
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—Sé que mi madre se preocupa porque me ama.
—¿Pero?
—Para que conste, todas las madres ven a sus hijos como sus bebés. Jordyn
no es un caso especial. Cecelia todavía piensa que tiene que arreglar mi maldita
corbata si está torcida.
—¿Lo haces? Casi te pierden dos veces. ¿Alguna vez has pensado que
dejarte ir demasiado lejos donde no pueden contactarte los hace sentir
sofocados? ¿Que no poderte mantener cerca les quita la seguridad que tienen?
John no respondió a su tío, pero sabía que Giovanni tenía un buen punto.
Cuando era solo un bebé, su tía Catrina había estado involucrada con un cartel
que había tomado a John como una forma de sacar a Catrina de la imagen. Casi
había perdido la vida, al igual que su padre, sus tíos y su tía cuando intentaron
salvarlo.
Su vida era real, y también lo era el trastorno bipolar maníaco que le habían
diagnosticado a los diecisiete años, y luego falló enormemente al manejarlo de
adulto.
10
—¿Qué tan cerca me mantuvo mi padre cuando me dejó ir a la cárcel por
tres años?
Lo hizo.
John no lo negaría.
Desequilibrios químicos.
Bipolar.
El mayor error de John fue pensar que podía controlar su salud mental sin
medicamentos. Esas pastillas lo etiquetaban como loco. No las necesitaba. Estaba
equivocado, pero cuanto más tiempo estuvo sin ellas, más maníaco se volvió en
su vida diaria. Pasaría de robar por la adrenalina, a pelear por el subidón, usar
sustancias para controlar los altibajos, a follar a cualquier mujer al alcance de la
mano solo para sentir.
11
Literalmente.
Cómo Gio estaba sentado en un auto con John después de lo que casi le
había hecho al hijo del hombre, John no lo entendía.
La familia primero.
—Y ahora he terminado.
—Podrías decirlo.
12
—Solo para asegurarse de que no vas a tener una recaída en el momento en
que salgas y seas libre de hacer lo que quieras, Dante y Lucian decidieron que
sería mejor si trabajas junto a Andino y Timothy con sus equipos por un tiempo.
Pero ese sentimiento también era adictivo y malo para él. Malo para su
manía y malo para las corrientes bipolares de sus emociones con las que luchaba
a diario. Él no era esa persona loca, fuera de control e inmanejable. Se dio cuenta
de que su comportamiento y sus problemas habían llevado a su familia y a la
famiglia al infierno, pero él estaba bien.
¿Verdad?
¿Ahora?
Cristo.
—No, no la tienes.
Porque así era como trabajaba la Cosa Nostra, y su familia estaba tan metida
en esa vida y cultura de una manera en que nadie podría comenzar a entender.
Con su tío como jefe de la familia, su otro tío como consigliere de Dante y el padre
de John siendo el subjefe de la familia, no había escapatoria de quién era.
Mafia.
Hombre hecho.
Cosa Nostra.
Reglas.
13
John sofocó el impulso familiar de empujar contra las paredes que se
cernían sobre él nuevamente. Solo estaban en su propia mente, después de todo.
—Hay algo más que tengo que hacer esta semana —dijo John, abandonando
la conversación. No quería pelear con su tío por algo que ninguno de los dos
podía hacer por el momento—. Debería hacerlo mañana, pero necesito algunos
contactos.
—¿Qué cosa?
—John…
—Seguiré sus jodidas reglas y le daré lo que quiera, pero él no tiene control
sobre eso. No ahora. Han pasado tres años desde mi último episodio. Dame un
maldito descanso. Me lo he ganado, Gio.
—¿Acerca de?
—Déjalo estar.
—Te dio una opción. Una institución para que te revisaran y te instalaran,
o tiempo tras las rejas. Tú hiciste la elección, John, no Lucian.
—Lo estoy.
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—Solo estoy siendo real, John. Ambos sabemos que, si no sigues manejando
esto como has sido obligado a hacerlo durante los últimos tres años, puedes
recaer fácilmente en otro episodio.
John lo sabía, pero todavía hacía que la ira levantara su fea cabeza. Su gracia
salvadora era poder controlarlo ahora, ya que antes no podía.
—Por cierto —dijo Gio mientras apretaba más el pedal del acelerador.
—¿Qué?
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CAPÍTULO 2
Una gota de tensión se arrastró por la columna de John cuando su tío se
detuvo en la puerta de hierro forjado. Un camino largo y retorcido conducía a
una mansión con dos alas, tres pisos, una piscina y una casa de huéspedes en la
parte trasera. El lugar descansaba en seis acres de propiedad en Tuxedo Park.
—Código de acceso, por favor —ordenó una voz robótica desde el altavoz
al que estaba hablando Gio.
—Hace un año.
—¿Por qué?
—Lo puso porque no es joven, John. Tiene ochenta y siete años y no le gusta
que le recuerden las cosas que no es capaz de hacer a su edad. No se levanta
rápido, su vista es terrible y quiere que su esposa se sienta segura.
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—¿Qué le pasó al guardia que tenía?
—Entendido.
—Bien.
—Sí.
—¿Hmm?
—¿Estás bien?
—Sí.
—¿Qué?
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John frunció el ceño.
Gio se rio.
—¿Y?
—Lo sé.
—No lo hacía.
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Lo era.
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CAPÍTULO 3
—¡Oh, il mio ragazzo1!
John apenas escuchó las palabras que salían de la boca de su madre antes
de ser envuelto en pequeños brazos que casi lo mataron. Para ser tan pequeña,
su madre era fuerte como el infierno. Ella literalmente lo sacó de balance,
obligándolos a ambos a girar en semicírculo para que estuvieran frente a la
puerta principal y no en la gran entrada como antes.
—Hola, Ma —dijo John, dejando que ella lo aplastara por todo lo que tenía.
Imbécil.
—Te extrañé.
—¿Y?
—¿Y Cella?
—Ella está aquí, comiendo a escondidas mientras todos los demás esperan
para comer —dijo una voz oscura y familiar detrás de John.
Jordyn dio un paso atrás de su hijo. John giró sobre sus talones solo para
encontrarse cara a cara con su padre.
Para John, era como mirarse en un espejo envejecido. A medida que crecía,
casi todos los que conocía sentían la necesidad de señalar cuánto se parecía a su
padre. Un gemelo, dijeron. Ojos color avellana que coincidían con los de John lo
miraron de arriba abajo. Su padre sonrió un poco, suavizando brevemente las
líneas afiladas de sus rasgos. Incluso a los sesenta, Lucian Marcello era alto y se
paraba derecho, igualando la altura de John de metro noventa. Lucian mandaba
en una habitación con su comportamiento de no aceptar tonterías y su actitud
contundente. También podría ser intimidante con su tranquilidad y ojos
vigilantes.
21
John dejó que el comentario le pasara por encima, sabiendo que su padre
no lo había dicho como un insulto.
Auch.
—Mi scusi2, lo siento. Eso estuvo fuera de lugar, hijo. Estoy feliz de que estés
en casa. Todos lo estamos.
John deseó poder decir lo mismo, pero por una fracción de segundo, volvió
a sentirse como el extraño en su familia nuevamente. Nadie en particular lo hacía
sentir así directamente, pero la desconexión que experimentaba con su propio
padre hizo que todos los demás parecieran distantes también.
—¡John!
John se puso rígido cuando su primo, Andino, pasó junto a su tío con una
amplia sonrisa. Andino se puso cara a cara con John. Antes del incidente que
Hasta el final, dijo su familia. Porque los dos primos siempre encontraban
problemas juntos. Siempre habían sido cercanos, incluso mejores amigos, y un
error lo arruinó todo.
A los veintiocho años, Andino era el primo de John más cercano a su edad.
—Igualmente, cugino.
—Hubiera hecho el viaje para verte, pero no estaba seguro de si eso era
bueno para ti.
—¿Sí?
Así como así, las tres palabras arrancaron la preocupación que John tenía
sobre su amistad con Andino.
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John estrechó la mano de su primo. El hogar comenzó a sentirse un poco
más real. La distancia que mantenía a John y sus apegos emocionales con su
familia a raya comenzó a cerrarse.
—Nunca.
—Bien, porque toda la maldita ciudad bien podría estar aquí para darte la
bienvenida a casa.
—¿De verdad?
Huh.
24
CAPÍTULO 4
—¡Johnathan!
—¿Cómo estuvo?
—Lo sé.
A pesar del colapso público de John hace años, sus problemas no eran
ampliamente conocidos en sus círculos. Eso fue por elección de John y de nadie
más. No sería menospreciado ni considerado menos hombre en la Cosa Nostra
debido a sus problemas.
John sonrió cuando su tío apareció detrás de su abuelo con una expresión
severa.
—¿Sì?
—Se supone que debes estar descansando. Por eso Ma te consiguió la silla,
¿recuerdas? Así podrías sentarte con todos y no estar de pie.
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—No dije nada sobre ti siendo viejo, papá.
—Sí, jefe.
Antony parecía que iba a seguir discutiendo, pero cuando su esposa entró
en la sala de entretenimiento desde el comedor adjunto, rápidamente le dio unas
palmaditas en el hombro a John y se fue. Lentamente, por supuesto. Antony no
se movía muy rápido a su edad.
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—Dame un poco de crédito, ¿de acuerdo? No soy idiota. Me encargaré de
todo.
Dante suspiró.
—Sigues siendo un Capo, John. Aún tienes trabajo que hacer. Sigo siendo
tu jefe.
—De una manera que dice que a tu familia le importas y se preocupa, John.
Dante abrió la boca para hablar, pero John levantó una mano para
detenerlo. Era grosero y francamente terrible por parte de John hacerle eso a un
Don de la Cosa Nostra.
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CAPÍTULO 5
—Tengo que empezar a buscar un lugar donde vivir —dijo John.
—Bien. Solo has estado en casa un par de días, John. Dale un poco de
tiempo. Tienes que hacer muchos cambios. Trabaja en todo lentamente. No tienes
que hacerlo todo de una vez.
—Podemos hacerlo.
—Bien.
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John frunció el ceño.
—Retrocede.
—Está bien. Son tus malditos chicos con los que estoy trabajando.
—Lo sé —dijo Andino—. Pero no todos esos tontos son buenos. Te veré más
tarde.
John salió del Lexus sin decirle nada más a su primo. Cuando Andino se
apartó del costado del camino, John caminó por la acera hasta donde estaba la
parada del autobús y esperó. Menos de diez minutos después, un autobús que se
dirigía directamente al corazón de Hell's Kitchen se detuvo y John entró en el
vehículo.
—Hola, papá.
—John.
—Negocios en Kitchen.
Técnicamente, era una mentira. No tenía que trabajar hoy si no quería, pero
necesitaba algo que hacer además de estar bajo la supervisión de su primo. John
simplemente no quería pasar por otra ronda con sus padres y sus
preocupaciones. Necesitaba espacio y tiempo para respirar. Necesitaba ser su
propia persona sin las preocupaciones e influencia de los demás.
—Yo…
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—Bien, mañana.
—Bien.
John parpadeó.
La mujer sonrió.
—Siena.
Mierda.
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CAPÍTULO 6
CATHERINE
Catherine entró en el restaurante familiar y respiró hondo. Los aromas
reconfortantes de pizza, pasta y todas las salsas que acompañaban a los famosos
platos del restaurante cubrieron sus sentidos. Si había algo que Andino Marcello
conocía, era buena comida italiana. Su primo era dueño de media docena de
restaurantes como este en toda la ciudad. Este en particular resultó ser el favorito
de Catherine.
—Excelente.
Catherine asintió y siguió caminando. El chef tenía unos años más que los
veinticinco de ella, pero eso no significaba que Catherine no había tenido su
diversión con el hombre hace un tiempo. Terminó la relación sin compromisos
cuando Andino se enteró.
En cierto modo...
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poner fin a la relación. Parecía que hasta ahora no había resentimientos con Jamie
si su naturaleza coqueta era alguna indicación.
—Sí, lo hace. ¿Por qué crees que nunca tienes un arma en la cara cuando
entras aquí sin golpear?
Catherine se enderezó.
—¿De verdad?
—Sí.
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—Paga, Catty.
Catherine deseaba que la gente olvidara ese apodo suyo. Todos llamaban a
su madre Cat, y por defecto, la llamaban a ella Catty. Lo odiaba.
—Voy a comenzar a cobrar por cada vez que tú o uno de tus muchachos me
llame Catty, Andino.
Perro perezoso.
—¿En total?
Andino asintió.
—Sí. Eso no está mal para dos meses. Sí te das cuenta de que tengo
distribuidores en la calle que tardan unos meses en traer una carga como esta,
¿verdad?
Lo que pasaba con el negocio de Catherine era que no era como cualquier
otro vendedor en la calle. De hecho, ella ni siquiera trabajaba en las malditas
calles para vender productos para su primo. Ella no tenía que hacerlo.
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Catherine Marcello era, y siempre había sido, desde que podía recordar,
parte de la élite de Nueva York. Algunos llamaban a su familia realeza. Otros los
llamaban legado, lo que le daba a ella la capacidad de estar en situaciones con
personas que tenían más dinero del que sabían manejar. El estatus y el apellido
de su familia le dieron la oportunidad de codearse con algunos de los mejores de
los mejores. Rico y dinero viejo junto con celebridades eran sus juegos. Ella los
jugaba bien. Escenas de clubes, eventos de caridad, fiestas exclusivas y pequeños
hijos e hijas mimados de personas que llorarían si sus hijos fueran atrapados en
un escándalo.
—Encargándose de negocios.
—Bueno, tendrías que encontrar otro proveedor, por supuesto. Pero por el
lado positivo, tendrías que manejar tu propia mierda y podrías ser tu propio jefe
en lugar de responder a mí.
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Catrina Marcello había sido la Reina una vez. Una Queen Pin fantasma
suprema en el mundo de celebridades, atletas y políticos por igual. Cualquiera
que no pudiera permitirse estar en un escándalo, Catrina suministraba cocaína
cuando la necesitaban, de la manera que la quisieran.
Catherine, por otro lado, se había topado con un trato por accidente. Había
sorprendido a su hermano trabajando en los vestuarios de la escuela privada una
vez, entregando a Molly y hierba a todos los niños ricos que querían fumar o
tomar una píldora antes de sus juegos o exámenes. Cuando Michel se graduó y
fue a la escuela de medicina, Catherine se hizo cargo de su lugar como
proveedora de la escuela cuando la gente acudía a ella preguntándole de dónde
podían obtener algo de sustancia.
Ella sabía a dónde ir. El imperio de toda su familia estaba hecho de drogas,
armas y territorio. Sus padres pensaron que había hecho la vista gorda y sorda al
negocio mientras crecía, pero Catherine tenía acceso a Internet como cualquier
otra persona.
Ella sabía que sus primos trabajaban en la Cosa Nostra. Sabía que su padre
era el Don. Así que, fue a John cuando los niños comenzaron a acercarse a
ella. Cuando John tuvo lo suyo hace un par de años, Catherine acudió a Andino.
—Tienes que darle a la mujer crédito, Catty, era una gran traficante.
—Lo tengo.
—Bien. Porque si tu padre alguna vez se da cuenta de que una parte de mis
cuotas proviene de su hija, me cortaría las jodidas bolas.
Rayos.
—No lo descubrirá.
Andino resopló.
No había tal cosa como estar un poco mojado con la mafia. Estabas
empapado o seco. A las mujeres no se les permitía estar en la famiglia. Cosa
Nostra nunca aprobaría los tratos de Catherine.
Maldita sea.
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Quizás Andino tenía un punto.
—Andino, sé serio.
—Lo soy. Ellos lo saben todo, incluso cuando pensamos que no. Es su
trabajo. ¿Por qué demonios crees que Dante sigue siendo el jefe a los cincuenta y
nueve? Si fuera un hombre estúpido, ya estaría muerto. Lo mismo va con tu
madre. Las posibilidades son, o que sospechan o que ya lo sepan, Catherine.
—¡No cierres mi puerta de golpe solo porque estás enojada! —gritó Andino.
37
CAPÍTULO 7
—Aquí tienes, Catty —dijo Jamie.
—Gracias, Jamie.
—Ocupada.
—Sabes, podría ser útil que vinieras a visitar a Andino un poco menos y
pasaras más tiempo en la universidad.
—No es tu trabajo.
—Yo…
—Sí, la recuerdo.
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—Bien.
—Disfruta tu comida.
—Lo haré.
Cristo.
Cross Donati era sexo, pecado e infierno en dos piernas. Era arrogante
cuando quería serlo, difícil en sus buenos días y sexy como la mierda todo el
tiempo.
39
—Cross. ¿Qué estás haciendo aquí?
Hermosa.
—No, no lo eres.
Si tuviera una lista de verificación a mano de las cosas que había hecho hasta
ahora en su vida, el nombre de Cross sería el dueño de cada cosa.
Ser buenos juntos no siempre fue suficiente. Cuando eran buenos, eran tan
buenos. Pero cuando eran malos, eran francamente horribles. A veces, pasaban
más tiempo terminando las cosas en la secundaria y en su primer año de
universidad que juntos. El amor joven y estúpido no era suficiente para que
funcionara.
¿Verdad?
40
Con él sentado frente a ella, sonriendo y mirándola con su mirada marrón
oscura y sus dedos recorriendo su cabello, recordaba más cosas buenas que
malas. La forma en que su boca se arqueó en las esquinas cuando sonrió fue
suficiente para hacer que los labios de Catherine hormiguearan con el recuerdo
de lo que se sentía ser besada por este hombre.
—Ya sabes qué, Cross. Lo mismo en lo que siempre pienso cuando estás
cerca.
—Tal vez.
—Comida deliciosa.
—Mmhmm.
Sin previo aviso, Cross extendió la mano sobre la mesa y agarró la mano de
Catherine. Él la apretó suavemente y pasó la yema del pulgar por sus
nudillos. Catherine retiró su mano de su agarre para ocultar el ligero temblor que
sacudió su brazo ante el toque.
—Te gustaba.
41
—¿Disculpa?
—Uh...
—Um.
—Vamos, Catty, siempre tuviste una respuesta rápida para todo lo que yo
o cualquier otra persona dijera. No me decepciones ahora.
—Cross…
¿Lo había?
Ella no lo sabía.
Celoso.
Catherine no tenía tiempo para estas tonterías. Estos dos hombres podían
comparar pollas en otro momento cuando no estuviera cerca. A ella no le
importaba una mierda.
42
—Gracias por informarme sobre Andino, Jamie.
¿Por qué?
Porque ella recordaba muy bien cómo sus susurros sentían sobre su piel.
No había tiempo.
No para esto.
43
CAPÍTULO 8
La parte sobre el hermano mayor de Catherine que más le gustaba era su
esposa, Gabbie. Michel era un idiota malhumorado y difícil en sus buenos días,
pero su esposa era el lado más ligero de su personalidad.
—Afortunadamente.
Gabbie suspiró.
Él amaba.
44
—¿Qué tal la escuela? —preguntó Catrina, su aguda mirada cayó sobre
Catherine.
Catherine se obligó a aceptar eso. La verdad era que podría ser más que un
par.
Mierda.
—¿Oh?
—Lo hice.
—Oh, debe haber algo dada la forma en que luces —dijo Catrina—. O más
bien, la forma en que estás tratando de no lucir, Catherine.
Dio.
Por eso Catherine a veces evitaba a su familia. Ellos hacían un punto en todo
y metían la nariz donde no pertenecía.
Catherine dejó caer su tenedor. Aterrizó en su plato con un fuerte ruido. Fue
el único ruido que hizo la mesa durante los diez segundos enteros que pasó
mirando a su padre con la boca abierta.
45
—¿Por qué crees que estoy saliendo con Cross otra vez?
—Andino mencionó…
Catherine dejó escapar un fuerte suspiro, más frustrada que nunca. Si bien
su padre nunca le había dicho explícitamente que no podía salir con Cross, él
nunca había aprobado totalmente al hombre. Catherine sospechaba que era solo
porque estaba interesado en ella, y a Dante nunca le gustaron los chicos que
rodeaban a su hija.
Dante suspiró.
—Te di una.
—Que tuviste una cita con Cross Donati en el restaurante de Andino. Sí, lo
tengo.
—No.
46
—¿Estás saliendo con alguien? —preguntó Dante en lugar de responder.
—¿Por qué, así puedes pagarle a quien sea que sea para alejarse de mí? Sé
lo que sientes por los hombres en mi vida, papá.
—No estoy con nadie. Y ciertamente no Cross Donati. Dijo que se apareció
en el restaurante por negocios con Andino.
Bueno, había dicho negocios. Catherine supuso que eso significaba con
Andino.
¿Qué significaba?
¿Por qué?
—Lo sé.
48
CAPÍTULO 9
ANDINO
—Buenas tardes, Ma —saludó Andino, inclinándose para besar la mejilla
de su madre.
Él había venido a hablar con Giovanni, pero siempre hacía tiempo para su
madre también. Ser hijo único le había permitido a Andino todo el amor y la
atención de sus padres mientras crecía bajo sus ojos vigilantes. Su padre había
sido tranquilo y divertido, al igual que su madre.
—Sí.
—Te consientes, Andino. Todos siempre decían que seríamos nosotros los
que lo haríamos porque eras hijo único. Creo que se equivocaron. Ciertamente
no sacaste tu amor por las cosas costosas de tu padre y de mí, en lo que a eso
respecta.
49
—Tengo que gastar todo el dinero que gano de alguna manera, Ma.
—¿Una chica?
—Encuentra una, cásate con ella y tendrás muchas más cosas en las que
gastar tu dinero, Andi. Cosas distintas a ti mismo. Creo que encontrarás que
gastar tu dinero en otra persona en lugar de ti es gratificante.
—Ma…
—¿Oh?
—Lo sé.
—¿Te arrepientes de no haber tenido más hijos después de mí? Tal vez si lo
hubieras hecho, tendrías unos bambinos corriendo por aquí o algo así.
50
Kim arrojó la revista que estaba leyendo a la mesa de café y le dio toda su
atención a su hijo. Mientras que los ojos de su madre eran de color azul pizarra,
los de Andino eran de un verde bosque como los de su padre. Pero en rasgos,
sabía que se parecía más a su madre. Donde Kim era suave en sus líneas, Andino
era la versión masculina y más moldeada de ella. A menudo, le decía que se
parecía a su tío Cody de Las Vegas.
Andino nunca había conocido al hombre, pero era solo cuestión de tiempo
antes de que finalmente lo hiciera. Cody Abella era el jefe de la Cosa Nostra de
Las Vegas, después de todo. Giovanni tuvo cuidado de mantener a su hijo lejos
de Las Vegas durante el tiempo que Andino podía recordar, aunque su padre
nunca le explicó por qué.
Supuso que tenía algo que ver con su madre. Con cómo la conoció. Andino
no era estúpido. Sabía cómo sucedió eso.
La gente hablaba.
—¿Y John?
Kim sonrió.
—Hmm, ¿qué?
51
—Un juego. No llames a esto un juego. Nunca ha sido eso, y lo sabes. Si lo
tratas como eso, entonces perderás como el resto de gente que también lo trata
así.
—Claro, Ma.
—Lo sé.
52
—Solo recuerda seguir las reglas, Andino. Puede que no sea lo que quieres
en este momento, pero podría ser lo mejor para ti algún día.
Kim se rio.
—Eres igual que tu padre. Demasiado astuto para tu propio bien, y también
lo sabes, lo que solo lo empeora. ¿Por qué no puedes encontrar una chica con todo
ese encanto tuyo? Atráela, Andino. Valdrá la pena, apostaría todo mi dinero en
eso.
—Sí —concordó ella, totalmente sin vergüenza—. Así que ponte a trabajar
en eso.
—¿Qué sucede?
—La llave se resbaló y me golpeó duro una uña —murmuró Gio alrededor
de su dedo.
—Auch. —Andino asintió hacia la puerta del garaje que daba al costado de
la casa—. Ma está preparando la mesa para la cena.
54
—O podría comprarle uno nuevo —sugirió Gio, sonriendo.
—No.
—Papá.
Honor.
Respeto.
Dignidad.
Familia.
—Bien, bien.
—No las mías —respondió Andino—. Y lo veo todas las noches cuando
llego a casa. Todavía se está quedando conmigo hasta que se instale en su nuevo
apartamento.
55
—Lucian está preocupado.
—John tiene treinta años, papá. Déjenlo ser adulto por una vez.
—Un poco de confianza podría ayudar mucho a John. Eso es todo lo que
digo.
—Y a Dante también.
—Nos preocupamos.
—¿Cómo?
Gio sonrió.
—Cazuela.
56
—Ella hace la mejor cazuela.
La hacía.
—¿Sobre qué?
—Andino…
—Lo entiendo, pero se está haciendo aburrido. Pídele que lo tome con
calma por un tiempo, ¿de acuerdo?
Gio estaba de pie en la puerta con su hijo, mirando por el largo pasillo
donde Kim probablemente todavía estaba preparando la mesa. Ella no podía
escuchar su conversación desde donde estaban ellos. Andino estaba
agradecido. No quería lastimar a su madre, pero sí necesitaba que ella
retrocediera.
—Pero no estoy en ese punto, y no puedo estar allí de repente solo porque
ella quiere que lo esté, papá. No tengo ningún interés en casarme con alguien
pronto o jugar a las casitas. Tengo cosas mucho más importantes de las que
preocuparme.
Andino era un Capo: la Cosa Nostra era lo primero, siempre. Para él, el
amor y un para siempre no influyeron en eso en absoluto. No ahora. Tal vez
algún día, pero sus planes inmediatos no incluían esas tonterías. Tenía negocios
que manejar, un equipo que llevar y dinero que ganar. Él vivía rápido. De
ninguna manera retrasaría todo eso por una mujer.
—Sé que tienes mucho de qué preocuparte además de sentar cabeza —dijo
Gio.
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—Somos diferentes, tú y yo.
—Bien.
—No puedes ser nosotros, Andino, porque ya eres demasiado como otra
persona, hijo.
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CAPÍTULO 11
—Zia Catrina —saludó Andino.
—Bueno, todos ustedes son mis favoritos. Pero cuando estamos uno a uno
como ahora, me reservo el derecho de que cualquiera de ustedes sea mi favorito
en ese momento. Ahora, ¿cómo está mi sobrino favorito?
—Tal vez.
Los labios rojos de Catrina se fruncieron mientras lo miraba por encima del
borde de su taza.
—Hmm, ¿qué?
—Lo que acabas de hacer. Decir lo que una mujer quiere escuchar solo para
complacerla. No lo logrará con una buena mujer, te lo prometo. Dilo como es y
cómo debe decirse. Sé honesto, franco y duro si es necesario. Tal vez ella no lo
aprecie al principio, pero aprenderá que la verdad es mejor que una mentira
maravillosa que solo dolerá a tiempo.
—¿Disculpa?
—Estás bromeando.
—Sí, y otros.
—Kim finalmente comienza a sentir que su casa está vacía, eso es todo.
Oh.
Bueno, entonces… Andino sabía que sus tías y su madre siempre habían
sido amigas íntimas, por lo que la suposición de Catrina era probablemente más
verdadera de lo que realmente sabía. Andino decidió dejar pasar eso y las
palabras de su madre del día anterior.
—Por cierto, ¿por qué están afuera los autos de mi padre y Lucian?
—Dante los invitó antes. Lo hace todo el tiempo. Están arriba en la oficina
donde suelen estar. Probablemente fumando esos horribles cigarros otra vez.
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Andino se rio entre dientes, le dio a su tía otro beso en la mejilla y la dejó
sola en la cocina para ir a buscar a su padre y sus tíos.
—Podrías esperar un par de meses más, hermano —dijo Dante—. Tal vez
incluso hasta después de la próxima reunión de la Comisión.
Él no era el jefe.
—Quiero disfrutar de mi tiempo con mis hijos y mis nietos que nacerán
pronto —dijo Lucian—. Mis hijas mayores están casadas, una ya se fue, vive en
Chicago, y Cella está hablando de mudarse a Florida con su esposo por su
trabajo. Lucia se acaba de graduar e irá a la universidad en otoño. Y luego está
John…
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Andino estaba agradecido de que su padre siguiera su consejo sobre ese
tema.
—¿Sobre qué?
—Es mi hijo —dijo Gio, riéndose—. Lo hará bien. Es un Capo muy bueno,
y sabe cómo manejar a los hombres tan bien como tú, Dante. Andino ha estado
bajo nuestros pies desde que puede caminar. No tengo dudas de que él puede
dirigir esta familia. Es tu mejor opción para un sucesor, toda la familia lo
sabe. Los susurros ya están ahí afuera, solo tienes que escucharlos. La
famiglia quiere a Andino para el siguiente jefe.
¿John lo entendería?
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Andino no tenía la respuesta para eso.
—¿Lo es?
Las cosas comenzaban a tener más sentido para Andino. Cuanto más lo
consideraba, más entendía las palabras de su madre y su padre acerca de sentar
cabeza y encontrar una esposa. Es probable que su padre supiera lo que vendría
a él y Gio probablemente le llevó la noticia a Kim.
Dante suspiro.
—¿Cuál es el problema?
Tenía veintiocho años. Ser jefe no era tan simple como ascender al poder
cuando la gente se retiraba de la mafia. Había muchísimo más en eso.
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—Este no es el tipo de cambio que se hace de la noche a la mañana —agregó
Gio cuando Dante terminó—. Sucederá en un lapso de tiempo, Andino. Lucian
está listo para renunciar, lo que le permitirá a Dante llenar su lugar. La posición
de Lucian como subjefe te pondrá en primera fila y en el centro de la familia en
primer lugar. Has actuado como mi intermediario durante años además de ser
un Capo. Sabes cómo hacer esto y no será difícil para cualquiera que te vea en la
posición.
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CAPÍTULO 12
La mejor parte del día de Andino era cuando nada sucedía en absoluto. Por
lo general, su vida era ajetreada, porque así era como vivía, siempre con algo
sucediendo. No se tomaba mucho tiempo para relajarse, pero su perro malcriado
no le daba otra opción. No había nada que a Snaps le gustara más que relajarse.
Tras pasar los dedos por el abrigo de pelo corto del pitbull, Andino paseó a
su perro por el silencioso parque. Snaps estaba feliz, incluso contento. Igual que
Andino.
No, su padre simplemente pasó por alto al llorón cachorro y le explicó cómo
lo había encontrado. Snaps había sido criado en una fábrica de cachorros,
aparentemente. Los tontos que habían estado criando a los perros lo hicieron con
el propósito de usarlos para pelear. Snaps no había sido más que bocadillo para
los perros que lo rodeaban. Si sobrevivía, viviría para luchar. Si un perro mayor
lo mataba durante el período en que los perros no estaban siendo vigilados,
entonces que así sea.
En ese entonces se preguntó qué demonios haría con un perro como Snaps.
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Al pasar nuevamente los dedos por el pelaje del perro, Andino pudo sentir
las crestas elevadas de algunas de las viejas cicatrices de Snaps debajo de su
pelaje. Nadie podía verlas, pero Andino recordaba vívidamente cómo eran las
marcas cuando su perro era solo un cachorro, luchando por comer alimentos
sólidos y necesitando que Andino lo alimentara con líquidos en una jeringa. Sí,
Snaps había sido tan pequeño. Ya no era tan joven o incapaz.
Snaps resopló, su nariz presionando el suelo. Andino giró el palo con el que
había estado caminando. Tenía tal vez quince centímetros de grosor y treinta
centímetros de largo. Una rama de árbol rota que había caído en el camino y él la
recogió mientras caminaban.
Snaps estaba a seis metros por delante del palo antes de que comenzara a
caer al suelo. En un abrir y cerrar de ojos, el perro se giró y cargó hacia adelante.
Las dos patas de Snaps se presionaron con fuerza en el camino pavimentado y
luego el perro se lanzó al aire.
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Snaps empujó su gran cabeza contra la palma de Andino. Andino acarició
al perro.
Su perro.
Su compañero.
Después de las noticias de las que Andino se enteró el día anterior, todavía
estaba tratando de adaptarse a lo que significaba. Jefe, eso es lo que estaba
destinado a ser. Había decidido que no necesariamente se sentía mal, pero las
cosas que más disfrutaba de su vida, como ser solitario, tendrían que cambiar.
—Guau, eso fue una locura —dijo una voz suave y sensual a la izquierda
de Andino.
Aparentemente no.
La mujer sonrió.
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—¿Eso es todo lo que tienes?
—¿Sueles usar traje cuando paseas a tu perro por senderos para correr?
—Algunas veces.
—Huh.
Una listilla.
Fantástico.
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CAPÍTULO 13
LUCIA
—Principessa —dijo Lucian, dejando un beso en la parte superior de la
cabeza de su hija.
—Leyendo en su habitación.
—Estaba pensando…
Ser la más joven de la familia con solo diecisiete años, casi dieciocho,
significaba ser tratada como una bebé. Necesitaba algo de espacio para respirar,
algo de tiempo lejos de su familia y espacio para crecer. Sabía que ellos no lo
entendían, y que les dolería que ella quisiera irse, así que ella eligió sus acciones
de manera más tranquila. Como ser voluntaria en el refugio de mujeres durante
el verano.
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comprara un auto para ir y venir del lugar todos los días. Ella también quería ser
voluntaria, pero estaba a un pequeño paso lejos de su familia y su asfixia.
Lucia alejó la mirada de su padre. Si él pudiera ver sus ojos, podría ver sus
mentiras.
Ella sonrió.
—Lo siento.
—Pero…
Lucia dejó caer las manos sobre la mesa con un golpe y se levantó
rápidamente de su asiento.
—Ese es el problema.
—No entiendo.
—Oh.
—Bueno.
Bueno, ella lo tenía. Su padre era una historia diferente. Como una
principessa Marcello, Lucia sabía en qué estaban involucrados su padre y el resto
de los hombres de su familia. No era ciega ni tonta. Había sido testigo de cosas
más que suficientes a lo largo de los años para saber que su familia podría ser la
realeza en el mundo del crimen organizado. Su padre y sus dos tíos tenían tres
de los asientos más altos de la familia. Incluso su hermano estaba metido en todo.
Afortunadamente, eso mantenía a su padre ocupado. Ella tenía el verano libre,
pero Lucian probablemente no. Su trabajo era imparable.
—Creo que obtendrás algo increíble de eso —agregó Lucian cuando Lucia
se quedó callada.
De pie, su padre la atrajo para darle un fuerte abrazo que decía que todavía
no estaba listo para dejar a Lucia fuera de su vista. Ella lo dejó esperar hasta que
estuvo listo para dejarla ir, porque demasiado pronto, su padre no tendría más
remedio que dejarla ir.
Lucian era un buen padre, un gran padre, en realidad. Pero por una vez,
Lucia simplemente quería salir de la sombra de su familia y ser su propia
persona. Ella no creía que su padre lo entendería.
¿Verdad?
—Te amo, Lucia —murmuró su padre—. Siempre fuiste la más fácil de los
cuatro. Nunca tuve que preocuparme de que te metieras en algún tipo de
problema o nos causaras un dolor de cabeza. Mi niña buena, ¿eh?
Ella suspiró.
—Sí.
—¿Oh?
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—Me retiraré temprano. Tu madre me ha estado molestando durante años
para que lo haga y finalmente lo he hecho. Se siente bien. Se enojará como nunca
si no se lo digo de inmediato.
Retiro.
—No en su mayoría.
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CAPÍTULO 14
Lucia asomó la cabeza por la cocina moderna y encontró al chef trabajando
detrás de una gran estufa. El hombre parpadeó un par de veces antes de
finalmente reconocerla.
—¿Lucia?
Ella asintió.
—Andino está en su oficina. Puedo dejar que Skip sepa que estás aquí, si
quieres.
—Bueno —dijo el chef—. Ve, le haré saber a tu primo que estás aquí para
verlo.
—Hola.
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—¿Y?
—¿Oh?
Lucia solo había visto a su hermano mayor una vez desde que salió de
prisión. John era su único hermano, pero además de eso, también era la única
persona que realmente entendía a Lucia y lo sofocante que podían ser sus
padres. Para John, ella sabía que era una razón completamente diferente. Pero
honestamente, Lucia solo necesitaba un descanso y John parecía ser la persona
adecuada para hacerlo.
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en la dirección correcta. No me sorprende que no lo haya hecho. Todo lo que hace
esta familia es ocuparse primero de los negocios, ¿verdad?
—Lo siento, Andi. Sé que no tengo permitido estar por aquí. No debería
haber venido.
—Lo haré.
—Iba a estar con el abuelo mientras abuela sale a hacer algunos recados.
Andino asintió.
—Gracias.
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CAPÍTULO 15
—¿Estás segura de que estarán bien? —preguntó Cecelia.
—Bueno.
Lucia frunció el ceño, triste por las preocupaciones de su abuela por la salud
de su esposo. Antony Marcello siempre parecía ser la persona más fuerte y
formidable de su familia, pero a decir verdad, él no se estaba haciendo más
joven. Una lengua afilada y un alma fuerte no hacían un cuerpo sano.
Cecelia sonrió.
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encontró a su abuelo sentado en la sala de estar en su sillón reclinable de cuero
con los pies en alto, un vaso de agua a su lado y un control remoto en la mano
mientras pasaba los canales de televisión.
—¿Te molestó otra vez por mí? —preguntó Antony, su voz ronca con la
edad.
—Solo me veo viejo, Lucia. A veces también puedo sentirlo, pero mi mente
es la misma a cuando tenía veinticinco años. Afilada, rápida y demasiado
inteligente para todos los demás.
—Pobrecito.
—Da lo mismo.
Lucia negó con la cabeza, sabiendo que no debía discutir con su abuelo.
Antony, sin importar su edad, era demasiado terco para su propio bien. El
hombre prefería ahogarse con sus palabras antes de decir que podría haber algo
malo.
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Lucia se sentó en el sofá y preguntó:
—¿De verdad?
—¿Lo son?
—No.
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CAPÍTULO 16
Después de despedirse de su abuela, Lucia abrió la puerta principal para
salir de la mansión Marcello y comenzar su viaje de regreso a casa. Se congeló en
el escalón, encontrando una figura familiar esperándola en el camino de
entrada. Su hermano mayor estaba apoyado contra el capó de lo que parecía ser
un nuevo Mercedes.
Lucia bajó los escalones delanteros de dos en dos hasta que estuvo lo
suficientemente cerca como para pasar las manos sobre el brillante trabajo de
pintura negra que tenía el Mercedes. Era un hermoso cupé de dos puertas con
líneas afiladas y mucho cromo.
—Mucho.
—Debería haberlo sabido contigo siendo una puta de autos y todo eso.
—Bueno.
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—También culpo a papá.
Lucia jugueteó con el sistema estéreo del auto mientras su hermano los
llevaba directamente al corazón de la ciudad. Apenas notó el tiempo pasar en
absoluto. A pesar del hecho de que había una diferencia de edad de trece años
entre ella y Johnathan, ella siempre se sintió más cercana a su hermano que a sus
hermanas mayores.
—¿Sí?
—¿Disculpa?
—No he tenido tiempo contigo desde que saliste. Estás evitando a mamá y
a papá, así que aparentemente, eso significa mantenerte alejado de mí también.
—Obviamente.
—Está bien.
—Sí.
John sonrió.
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—La más inteligente de todas, Lucy.
—Está bien.
—¿Por qué?
—¿Tal vez?
—¡Sí!
—Mimada.
—No me juzgues.
—No entiendo.
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—Me siento como un insecto siendo visto mientras sube una pared.
Probablemente alguien está esperando con un zapato para aplastarme cuando
me acerque demasiado. Me hace sentir que estoy viviendo en una burbuja o algo
así, que voy a parpadear y de repente volverme loco.
—Gracias.
Antes de que Lucia se diera cuenta, conducían por una parte más sucia de
la ciudad. La parte sombría de Brooklyn que su padre siempre le había dejado
claro a Lucia que no tenía permitido ir. Como la chica inteligente que era, Lucia
siempre siguió esas reglas porque no quería saber qué pasaría si no lo hacía.
—¿Trabajo, trabajo?
Genial.
—Pregunta.
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—¿Como qué?
—Dinero y sustancia.
—Emm…
—No realmente.
—Perfecto, John.
—Bueno.
John estacionó su auto y tocó el claxon una vez. Encendió sus luces dos
veces. Confundida, Lucia vio como un chico se separaba del grupo y se acercaba
al auto de John. Como el cielo comenzaba a oscurecerse, ella realmente no podía
ver el rostro del chico tan bien. Pero cuanto más se acercaba a la ventana de John,
Lucia lo veía mucho mejor.
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Lucia desvió la mirada.
Ren.
—Siempre, jefe.
La mano de Ren golpeó la parte superior del auto, pero antes de darse la
vuelta, él le lanzó otra mirada a Lucia. Lucia se removió en su asiento cuando su
hermano se dio cuenta de la mirada que pasaba entre los dos.
—¿John?
—¿Renzo?
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Lucia reconocería un nombre italiano en cualquier parte.
—Sí, él —dijo.
—¿Por qué?
—Porque eso es lo que hizo su padre por nuestro padre, y su abuelo por
nuestro abuelo. Es un círculo, Lucia. Es vicioso. Es el tipo de vida de la que no
pueden salir a pesar de lo mucho que se esfuercen. ¿Por qué importa?
—¿Eh?
—No dije…
Ella lo intentaría.
Pero…
Los Marcello no seguían las reglas tan bien. Estaban demasiado sucios para
eso.
John se estiró y encendió la radio. Golpeó con los dedos el volante mientras
conducía. Lucia vio a su hermano aparentemente feliz y despreocupado. No
podía recordar un momento en que John luciera como lo hacía en ese momento.
—¿Eh?
—Estás feliz.
—No es nada.
John rio.
—No, pero por lo general no eres tan... abierto al respecto. —Decidió decir
ella.
John tamborileó con los dedos hacia el volante con el ritmo de la música.
—Nada, Lucy. Solo creo que serán unos meses interesantes en esta familia.
Algo se siente diferente. Hay cosas comenzando a suceder. Estoy ansioso por los
cambios.
FIN
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PRÓXIMAMENTE
Un chico salvaje.
Cross + Catherine #1
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SOBRE LA AUTORA
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