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Culturas consumistas, procesos identitarios de niños y jóvenes:

salud y aprendizaje

Autoras:
Adriana Sismondi - Lic. en Antropología
Claudia Torcomian - Lic. en Psicología1

Introducción

El análisis sobre el tema de la construcción de identidades en niños y jóvenes en el


marco del contexto actual, donde la cultura del consumo deja una fuerte impronta,
requiere de un abordaje complejo que resulta muchas veces paradójico por las
dificultades que plantea la necesidad de inclusión de las múltiples dimensiones que
intervienen en él.

Nuestra reflexiones surgen de la necesidad de comprender, a partir de nuestras prácticas,


expresiones y modalidades de aprendizaje en espacios formales e informales (tales como
la familia, la escuela, los clubes, los cyber, etc.), así como nuevos modos de vinculación
y de interrelación.

Una de las paradojas que intentamos problematizar en esta discusión es la que se plantea
en el trabajo interdisciplinario y de intervención (clínico o educacional) con niños y
jóvenes entre la posibilidad de aprender y no aprender. Ésta se visualiza en la capacidad
que manifiestan para apropiarse de nuevos contenidos producidos por los avances
tecnológicos: ciberjuegos, chateos, Internet, para los cuales muestran gran interés,
destreza y motivación, por un lado. Y por el otro, las dificultades que aparecen como
falta en el ámbito de la educación formal, y que giran alrededor del desinterés de los
estudiantes por aprender, sus repercusiones en el proceso de enseñanza aprendizaje y
en la salud de los sujetos que intervienen en él. Entre otras cosas, aparece la falta de
placer, la indiferencia, dificultades en la comprensión, con su expresión a edades cada
vez más tempranas.

A partir del rastreo bibliográfico, se elaboraron algunos dispositivos de indagación


para docentes y para alumnos, que permitieran abordar el problema y este avance

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e-mail : sismondi@uol.com.ar; ctorcomian@hotmail.com

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favoreció la construcción de algunos indicadores que posibilitaron vincular el tema no
sólo con los aspectos educativos, sino con los referidos al bienestar/ malestar, salud /
enfermedad, con el modo de construir las identidades individuales y sociales.

Algunas relaciones entre el desarrollo de la subjetividad y el contexto

Parece fundamental citar la relación existente entre el desarrollo de la subjetividad y


las características particulares del contexto actual. Para ello es necesario tener en cuenta
algunos aportes psicoanalíticos y antropológicos, que sirven de marco para este análisis.

El niño nace en una familia inserta en una trama social determinada. Esto se deriva en
distintas relaciones. Necesita para la sobrevivencia la presencia de Otro. De otro que
intervenga es su proceso de humanización.

Se convierte en el objeto del deseo de ese Otro, viene a completar la falta de la madre, y
constituye su deseo con respecto del Otro. Esto quiere decir en el sentido psicológico,
que el sujeto se constituye a partir de las relaciones primordiales que articulan al ser
humano al otro humano y que lo determina.

La manera en la que el bebé y la madre se relacionan va marcando el desarrollo del


mismo. Madre e hijo conforman de partida una unidad inseparable. A partir del
nacimiento y del primer contacto, la madre le ofrece un universo de alimento, contactos
(el abrazo), palabras, que sostienen al bebé, ligando la angustia para superar el
desamparo inicial. Esta plenitud, primera experiencia de satisfacción, es la que el sujeto
buscará recuperar en sus próximas experiencias.

Pero es necesario que en el proceso de constitución subjetiva se sucedan dos


operaciones. La alienación y la separación. Dicha sucesión se dará de un modo
circular, permitiendo el pasaje de ser biológico a ser parlante y social, es decir,
específicamente humano.

En la primera, el bebé tiene la ilusión de ser uno con su madre. Su boca aparece en
continuidad al pecho materno, dando lugar a la experiencia mítica de satisfacción, a la
que se hace referencia anteriormente.

A la segunda operación, el sujeto arriba cuando cae en la cuenta que esa pareja primitiva
es por esencia alienante, y requiere de la intervención del tercero, es decir del padre.
Para que pueda haber separación, tuvo que primero haber unión, simbiosis inicial,

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siendo además necesario la alternancia entre la presencia y la ausencia para que se
inscriba la falta y posteriormente su aparición no espante.

Winicott aporta la idea que la tarea principal en el cuidado de un niño consiste en


desilusionarlo más allá de ofrecer la oportunidad para la ilusión.

Este vínculo se entreteje con una madre portadora de una cultura. Ella transmite, en la
constitución subjetiva, los modos culturales en los cuales está inserta. Freud dice al
respecto que el acceso a la cultura exige para su supervivencia el sacrificio de las
pulsiones, impulsos ; impone insatisfacciones a los sujetos (impulsos destructivos,
agresivos inherentes a la condición humana).

Estos sacrificios y renuncias van constituyendo junto con las aspiraciones del sujeto y
el hiato existente para la realización de las mismas un movimiento de búsqueda
permanente, el deseo.

El malestar en la cultura no se caracteriza sólo por el sufrimiento, sino que promueve


el deseo, que sería equivalente a la búsqueda de satisfacciones que no se alcanzan
jamás, porque aquella primera experiencia es irrepetible. Motor de la vida psíquica, de
la creatividad, a partir de la falta.

Cada época produce sus propias formas de sufrimiento y ésta tiene características
particulares a tener en cuenta.

Existe una gran polémica al respecto de considerar estos tiempos que estamos
transcurriendo como una nueva época.

Algunos autores cuando analizan los cambios acaecidos durante el siglo XX, prefieren
hablar de un proceso de desmodernización, otros en cambio utilizan el término
sobremodernidad y algunos otros (que son la mayoría) definen estos tiempos como
postmodernos. Sin embargo, en todos los casos, es posible sostener que remite siempre
a considerar la idea de una ruptura con la modernidad o una exacerbación de la misma.
Esta dificultad en encontrar una palabra para definir esta época, en sí misma, muestra la
complejidad para delimitar la profundidad de transformaciones que están sucediendo.

Este fenómeno mundial se da de manera diferenciada en el Primer Mundo y en el resto.


No es lo mismo la sobre / postmodernidad opulenta del Primer Mundo que el
subdesarrollo postmoderno del Tercer Mundo, de nuestro continente.

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El contexto actual se caracteriza por sostener ideologías ligadas al consumo, a la
inmediatez, la levedad, la imagen, el pragmatismo y la juventud, entre otras.

Estos ideales inciden en el proceso de construcción de identidades individuales y


sociales.

Son útiles algunos ejes como analizadores de la relación contexto / construcción de la


identidad :

 Tiempo
 Espacio
 Corporeidad
 Consumo

- La noción de tiempo: el tiempo que se construye en la actualidad, es el tiempo de la


ahoridad, tiempo que transcurre con rapidez, tiempo de felicidad, propio de los medios
de comunicación. Se modifica el tiempo destinado a:

 los juegos tradicionales / espontáneos por jugar a videos juegos o en


espacios cerrados
 el tiempo destinado a leer y a estudiar, por tiempo para mirar televisión y / o
navegar por internet.
 el tiempo de juegos deportivos callejeros por espacios de prácticas deportivas
regladas en instituciones específicas
 También la alternancia del tiempo de trabajo y de descanso
 Se anulan o acortan los tiempos de espera

- La noción de espacio: La idea de achicamiento del planeta, modifica la noción global


de los espacios geográficos.

 Los lugares son incorporados como fragmentos sin articulación.


 Desaparece la dinámica de relaciones en espacios comunes.
 Los espacios se dividen por clases sociales de manera marcada.
 Aparecen grandes espacios de anonimato
 Se transforma la idea de casa en un lugar de estancia entre actividades.

- La construcción de la imagen corporal: se aspira a mantener un cuerpo sano, joven


y hermoso que pueda ser exhibido.

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 Gran desarrollo de técnicas para mantener la esbeltez desde edades
tempranas.
 Se niega el paso de los años y las marcas que éstos dejan.
 Hay un borramiento de las diferencias entre niños, adolescentes y adultos
jóvenes, en cuestiones de vestimenta, hábitos y arreglo en general.
 Cambiamos al adulto en miniatura de la Edad Media (refiriéndonos a los
niños vistos como adultos en aquel entonces), por adultos y niños,
adolescentes en la época actual.

- Consumo: el desarrollo de la subjetividad sufre transformaciones mediadas por el


consumo (o el consumismo) como diferenciador y organizador social.

Así, se construyen identidades marcadas por una cultura adictiva, para las cuales la
percepción del proceso de salud y enfermedad por parte de los sujetos se ve modificada.
El contexto social actual ofrece a los sujetos, a través de distintos mecanismos, la
ilusión de satisfacción a través del consumo de una serie de objetos. Esta se enlaza con
aquella primera experiencia de satisfacción que se mencionara con anterioridad, la
satisfacción de la necesidad al ir acompañada de un plus, se enlaza con esta oferta
ilusoria. La ilusión actúa como señuelo ofreciendo una posibilidad de alcanzar la
plenitud a través de la incorporación de diferentes objetos.

En el contexto actual la ilusión se conforma no sólo con relación a los objetos, bienes
materiales y / o simbólicos como tales, sino que va acompañada de la imagen de cómo
se satisfacen los modelos de identificación vigentes.

Frente a esto, algunas personas se satisfacen con ellos, pueden adquirirlos y otros se
tienen que contentar con la fantasía de creer que consumiendo determinados bienes
podrán alcanzar la felicidad como aquellos modelos, ya que en la realidad son
inalcanzables.

Más adelante se retornará sobre este eje para un análisis más detallado.

El futuro es incierto e impregna la propia subjetividad, el proyecto vital. El presente


muestra un futuro de alienación y sin sentido. Tanto en las cuestiones relativas a la salud
como a los procesos educativos se han visto impactados por los crecientes avances
tecnológicos; sin embargo éstos no han proporcionado aún el bienestar esperado para
todos los sectores.

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Es por ello que se consideran que estos cuatro analizadores, ven favorecida su
incidencia por otro elemento que actúa como mediatizador de aquellos y que los
atraviesa. Este vehiculizador de gran presencia en la segunda parte del siglo XX se ha
caracterizado por la explosión de avances tecnológicos y científicos: “Los Medios
masivos de comunicación y las tecnologías informáticas”. Un breve recorrido del
mismo, tomando como ejemplo la TV y la computadora, permite visualizar la rapidez
con que en las últimas décadas éstos, alcanzan a grandes masas de la población: desde la
primera transmisión por televisión en 1923, hasta su impacto masivo en el mundo en la
década de los ’60, la llegada del color en los fines de los “70, hasta la antena satelital en
la década de los noventa. Del mismo modo, se advierte lo vertiginoso de los cambios
desde la primera computadora en el ’50 hasta la pentium 4 en el 2000.

Sin entrar en detalle de estos procesos de producción es posible afirmar que esta
expansión tecnológica modifica los modelos de crear y reproducir la cultura. A modo
de ejemplo, hoy que un niño ve 900 horas promedio anuales de televisión contra 700 hs
promedio de concurrencia a las escuelas.

En la actualidad, la ilusión de satisfacción a través del consumo posible, con su


contraparte de insatisfacción, está favorecida por los Medios Masivos de Comunicación
que juegan un papel importante e indiscutible. La masividad de éstos y el incremento
del tiempo destinado a mirar televisión, que hoy ocupa gran parte del tiempo libre que
en otra época se destinaba a otras formas de recreación, enfrentan a todos, ricos y
pobres, ofreciendo una imagen ficticia de lo que puede ser, a la ilusión de plenitud a
partir de la incorporación de bienes.

La multiplicación de los mismos se incrementa día a día, como así también, frente a esta
crisis económica, la imposibilidad de alcanzarlos, al menos para algunos, que cada vez
son más. Esta realidad hace que todos los sujetos estén expuestos al embate que, desde
la publicidad y de los nuevos ideales imperantes, se promueve. Sin embargo aparecen
dos posiciones extremas, claramente distinguibles, la clase dominante con exceso de
posibilidades y la fantasía de poder tenerlo todo (ausencia de castración con la
imposibilidad y el desinterés de ingresar a la cultura) y las clases subalternas con
exceso, pero de frustración (exclusión social).

En el campo de la constitución subjetiva, la oferta precede la demanda. Esto guarda


relación directa con las características de una sociedad de consumo, ya que lo que

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interesa es el producto que se oferta. Hay una saturación por vía de la cultura del
espacio creativo. Los ideales de la cultura forman parte de lo ideológico, y son
incorporados durante el desarrollo del sujeto a través del yo ideal o del ideal del yo. En
el primer caso, se comporta como yo narcisista infantil que ejerce poder alienante sobre
el sujeto, son ideales totalizantes, difíciles de cuestionar, que homogenizan a los
sujetos. En el ideal del yo, en cambio, esos ideales motorizan la circulación deseante
sin obturar la singularidad, ya que el sujeto a partir del otro lo va transformando en
propio.

Acerca del consumo y del consumismo

Vale la pena hacer una diferenciación importante con respecto del consumo y del
consumismo. El consumo podría definirse como punto final del proceso de
reproducción del capital y del trabajo en el sistema capitalista. Es un proceso social de
apropiación de los productos, proceso de lucha entre las clases por participar en la
distribución de los bienes y la satisfacción de las necesidades.

En el análisis del consumo se pueden realizar las siguientes consideraciones:

 A través del consumo se produce la reproducción de la fuerza del trabajo y la


expansión del capital. No es la demanda lo que genera la oferta y por tanto la
producción, sino que el sistema se organiza de acuerdo con la estrategia del
mercado de la clase hegemónica. Las mismas presentan la necesidad de
expandir el capital y las clases populares exigen participar –de alguna
manera- en forma creciente en la educación, en la apropiación de bienes
materiales y simbólicos, en la apropiación de la cultura.

 Así mismo, es por el consumo que se produce la diferenciación social y la


distinción simbólica entre las clases. No es por los bienes en sí mismos, sino
por el modo en que los sujetos se apropian de ellos y el valor que le otorgan.

 Relacionado con el punto anterior, para que el bien a consumir se convierta en


un símbolo compartido cultural y socialmente debe ser integrado al sistema
de comunicación a los fines que se produzca la dialéctica entre integración
social y diferenciación social.

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 Por último, es necesario insistir que el consumo se basa en la diferencia
existente entre necesidad y deseo, y que la oferta ininterrumpida de bienes o
productos, mantienen una relación dialéctica entre ésta y la búsqueda de
satisfacción del deseo (y no de la necesidad) lo que obtura o favorece la
organización o la desorganización social a través del consumo.

El consumismo es una deformación del consumo, genera una actitud adictiva a


consumir, bienes materiales y simbólicos, a partir de la cual los sujetos se homogenizan,
perdiendo autonomía y singularidad. El sujeto de esta época es proclive a ligarse a
algunos de los ideales a corto plazo que la misma propone, entre otros aquellos que se
hallan en conexión con el consumo, fuertemente promovido por la cultura dominante.

El tema que se aborda requiere establecer conexiones entre esta descripción de


sobreabundancia y la consecuente sobre exigencia en el desarrollo de la subjetividad.

El consumo, entendido como consumismo, sienta las bases para una cultura adictiva, no
limitada al mundo de la droga o el alcohol, en la cual todo parece posible de obtener
haciéndose cada vez más vertiginoso el consumo de objetos, de imágenes, de placeres,
de informaciones o de ocio programado, con el objetivo de saciar el deseo y con el
supuesto de saciar absolutamente la demanda. En todo caso, en algunas adicciones
(entendidas como el consumo exacerbado de bienes materiales o simbólicos en sentido
genérico y no sólo el de sustancias, fármacos o alcohol) se podría pensar que, desde la
subjetividad, esto hablará de una desilusión no habida, de una imposibilidad de
separación, enlazada con las característica alienantes del contexto.

La sobremodernidad gira en torno de este gran organizador. Los hombres entran en la


carrera por el nivel de vida, influenciados por los medios masivos de comunicación y la
publicidad. Se impone por esta vía una cultura de la imagen. “La lógica del consumo
destruye la cultura, pues no pretende convertir a los hombres en sujetos autónomos sino
en buenos consumidores.” (Finkielkraut en Pérez Gómez)

¿Tiene una lógica el consumo?

Sí, posee una lógica propia que forma parte de nuestra cotidianeidad. Casi sin darse
cuenta adhiriendo o no a esto o aquello, los sujetos se van sumergiendo en su
funcionamiento y reproducen algunos de los comportamientos esperados por él. Son
conocidas las diferencias cuantitativas y cualitativas que median entre quienes no logran

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acceder a un consumo mínimo ligado a la satisfacción de las necesidades básicas y a la
subsistencia elemental y quienes, desde su privilegio social, ostentan sofisticados
niveles de consumismo exacerbado.

El consumo es un diferenciador social, algunos pueden proveerse de muchos de los


bienes ofertados, mientras que la mayoría sólo puede acceder a una satisfacción
mirando imágenes televisivas de objetos y estilos de vida que saben que son accesibles
para otros, pero -al mismo tiempo- siguen ilusionados con alcanzarlas. Algunos pueden
y otros sólo se ilusionan.

Se puede afirmar que con la sobreabundancia de publicidad y de necesidades fabricadas


se ha modificado aquello conocido como necesidad básica para la subsistencia, cambia
el concepto de necesidad.

Y hoy es otro el abanico de necesidades que creen los padres, los adultos, deben tener
sus hijos para poder ser, para poder tener un lugar y de esto rápidamente, día a día, se
impregna la vida de niños y adolescentes.

Así para las clases pudientes aparecen las escuelas de doble escolaridad y las
actividades extraescolares, donde toda clase de estímulos serán proporcionados, a veces
a un ritmo deslumbrante. Para otros grupos / clases sociales, la vía de acceso puede
presentarse con otras actividades . Un claro ejemplo es lo que sucede con el fútbol
infantil, su organización, la ropa deportiva y la pirámide que se enangosta y cierra para
aquellos que no participan de los mismos, respetando las nuevas reglas del juego,
excluyéndolos de la posibilidad de participación. De esta forma, en los últimos años, el
consumo va dirigido fuertemente a las poblaciones de adolescentes y niños que hoy
comienzan tempranamente a desarrollar toda clase de actividades en el mismo marco
que lo hacen los adultos.

Al respecto de las necesidades, es necesario decir, coincidiendo con García Canclini,


que éstas nos son atributos de la naturaleza, se construyen socialmente ; el modo de
satisfacerlas requiere una elaboración psicosocial de los deseos. También corresponde
señalar que la reproducción de la mayoría de los bienes está relacionada con la
reproducción de capital, no habiendo correspondencia natural entre necesidad y objetos
diseñados para satisfacerlas.

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El autor agrega que hombres y mujeres perciben que muchas preguntas propias de los
ciudadanos se contestan más en el consumo privado de bienes y servicios y de los
medios masivos que en la participación colectiva en los espacios públicos. “Nos
sentimos convocados como consumidores, más que como ciudadanos”.(García Canclini,
1995)

Esta situación se ve agravada en el momento actual, en particular en países como la


Argentina. Con esta cantidad de necesidades fabricadas, y el plus provocado por la
indignación de sentir que son otros los que se quedan con lo propio, los que podrán a
partir de la corrupción y la injusticia alcanzar lo que para la mayoría tendrá que
convertirse en fantasía.

Por un lado, entonces, las necesidades básicas insatisfechas en un gran números de


sujetos. Por otro lado, la situación amenazante de pasar a engrosar el grupo de quienes
no gozan de la posibilidad de satisfacer sus necesidades básicas, más todas las
necesidades creadas a través del contexto. Esto incrementa el nivel de sobremalestar,
entendido como concepto que implica una plus de malestar, de dolor, sufrimiento que
sería innecesario pero que aparece como imposible de ser controlado y que implica
impotencia por parte de los actores sociales para impedir su surgimiento.

A modo de cierre

Del análisis precedente, cabe reflexionar sobre los efectos de las modificaciones en el
desarrollo de la subjetividad, la construcción de identidades individuales y sociales con
relación a la producción del conocimiento y las nuevas expresiones de sobremalestar
que aquejan a todos los actores sociales, de manera singular.

De tal manera se favorece aquellas manifestaciones conocidas como supuestas


patologías de la sobremodernidad, que van desde las conductas adictivas extremas a
distintos objetos, como a su contracara, la no adicción extrema, la anorexia, anorexia de
alimentos y de otros bienes simbólicos. Y en el sistema escolar, la evasión del
conocimiento, el desinterés, la falta de creatividad, la imposibilidad de producir nuevos
conocimientos y el aburrimiento.

Quedan por resolver muchos interrogantes, entre los que se pueden mencionar a modo
de ejemplo algunos de los que, a nuestro criterio, por el resultado de las indagaciones y

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reflexiones hechas hasta aquí, son de importancia decisiva para que se produzcan las
transformaciones necesarias en la cultura actual :

 Es que las formas de acceder al conocimiento y a la cultura mediatizadas por


la tecnologías modifican el formato con el que los sujetos aprenden ?

 Es la apatía e indiferencia un mecanismo de obturación del aprendizaje o de


equilibración entre el sistema tradicional y el actual ?

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