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CULTIVO DE ALFALFA

INTRODUCCIÓN:
La Alfalfa es un cultivo muy extendido en los países de clima
templado. La ganadería intensiva es la que ha demandado de forma
regular este alimento ya sea en fresco o en seco.
A nivel global, la importancia del cultivo de la Alfalfa va desde su
interés como fuente natural de proteínas, fibra, vitaminas y
minerales… así como su contribución paisajística y su utilidad como
cultivo conservacionista de la fauna. Además de la importante
reducción energética que supone la fijación simbiótica del nitrógeno
para el propio cultivo y para los siguientes en las rotaciones de las
que forma parte.
Por ser una especie muy abundante , su cultivo aporta elementos
de interés como limitador y reductor de la erosión de ciertas plagas
y enfermedades de los cultivos que le siguen en la rotación.
La Alfalfa proporciona elevados niveles de proteínas, minerales y
vitaminas de calidad, además de poseer un valor energético muy
alto y ser una fuente de minerales como: calcio, fósforo, potasio,
magnesio, azufre, etc.

OBJETIVOS:

REVISIÓN DE LITERATURA
ORIGEN DE LA ALFALFA
Se reporta que el origen de la alfalfa es Asia Menor y sur del
Cáucaso, abarcando esta zona geográfica a Turquía, Irak, Irán,
Siria, Afganistán, parte occidental de Pakistán y Cachemira (Ponce,
2014), extendiéndose luego a Grecia y al resto de Europa, y
posteriormente a México y Perú con la llegada de los españoles.
Los colonizadores norteamericanos hicieron los primeros intentos
por establecer la alfalfa en Norteamérica, pero estos intentos fueron
infructuosos, debido a los climas húmedos templados y suelos
ácidos, donde se establecieron las primeras colonias, y sólo se
cultivaba en Nueva York y Virginia, ya que las condiciones son
similares a las de Europa y Grecia. Las antiguas accesiones de
alfalfa que introdujeron los colonizadores norteamericanos no
fueron muy adaptables, pero posteriormente desde Chile y Perú se
introdujeron nuevas y diversas accesiones a Norteamérica,
adaptándose muy bien en los estados de Arizona, California, Texas
y Nuevo México (Alarcón et al, 2012).
CARACTERISTICAS MORFOLOGICAS
La alfalfa (científicamente llamada Medicago sativa) o Lucerna es la cosecha de forraje más
importante del mundo. Alfalfa significa en árabe “padre de todos los alimentos”. Se cultiva en
más de 70 países, debido a su gran adaptabilidad y sus múltiples usos. Se puede utilizar para el
pastoreo de caballos, ovejas, cabras, cerdos, pollos y vacas lecheras. También puede utilizarse
como heno, forraje, abono verde y como cultivo de cobertura. La alfalfa también puede ser
consumida por los seres humanos (los brotes, no las semillas). Contiene altos niveles de muchas
vitaminas esenciales, tales como A, B, D, E, K y es rica en minerales.
La planta de alfalfa es una leguminosa perenne con hojas trifoliadas y flores que van de azul a
violeta. Pertenece a la familia de Fabaceae (la familia de los guisantes y los fríjoles). Es la
cosecha de forraje más importante del mundo. La planta de alfalfa es una fuente natural de
nitrógeno, porque alberga bacterias simbióticas del suelo (rizobios) en los nódulos de la raíz que
“fijan” (unen y depositan) nitrógeno del aire en el suelo. Por lo tanto, hace que el nitrógeno sea
accesible a otras plantas.
La planta de alfalfa es altamente adaptable a las diferentes condiciones de cultivo y clima, y
muestra una gran tolerancia al verano. Esto se debe a su sistema de raíces, que puede ir hasta
una profundidad de 15 a 30 pies (4,5 a 9m), en búsqueda de agua y nutrientes. La longitud
media de la raíz es de 4 a 5 pies (1,2 a 1,5m). La parte superior de la planta es más corta en
comparación con el sistema de raíces. La altura de la planta oscila entre 2 y 4 pies (60 y 120cm).
La planta de alfalfa crece en suelos bien drenados, ya que los suelos húmedos promueven el
desarrollo de varias enfermedades.
En pocas palabras, la alfalfa se puede sembrar durante el otoño o la primavera. Supongamos que
sembramos las semillas durante la primavera del año 1. Si todas las cosas van bien,
aproximadamente entre 60 y 65 días, se puede cosechar el primer corte. Entre 35 y 45 días más
tarde, podemos cosechar el segundo corte, y generalmente cada 35 a 45 días podemos cosechar
los cortes de alfalfa hasta el final del otoño (finales de octubre y noviembre) del año 1. En este
punto, la planta se preparará para el invierno. Normalmente se encoge y deja de desarrollarse
hasta la próxima primavera (año 2). Si se cuidan las plantas, durante el período primavera-otoño
del año 2 también podemos cosechar cortes de alfalfa cada 35 o 45 días. Lo mismo se aplica a
los años 3 y 4. La mayoría de los agricultores dejan de cultivar alfalfa después del cuarto año,
porque el rendimiento disminuye significativamente (puede caer un 15% cada año). Sin
embargo, hay casos reportados en los cuales las plantas de alfalfa siguen dando rendimientos de
producción notables después de 6 o 7 años o incluso más. La mayoría de los agricultores aran y
destruyen el cultivo al final del cuarto año, y rotan a un cereal.
Hay más de 200 variedades conocidas de alfalfa, pero sólo de 6 a 8 se utilizan comercialmente a
gran escala. En general, las diferentes variedades de alfalfa funcionan de manera diferente en las
diversas regiones. Tenemos que hacer una investigación sobre la variedad que más se usa en
nuestra región para el uso que se pretende. Aunque las plantas de alfalfa tienen gran
adaptabilidad en diversas condiciones climáticas, debemos comprobar que haya casos de buen
rendimiento de una variedad determinada en nuestra región, antes de tomar una decisión.

COMO SE PREPARA EL SUELO PARA SEMBRAR ALFALFA

La preparación para el cultivo de alfalfa comienza durante el verano


del año anterior. La mayoría de los agricultores comienzan por fijar
el pH del suelo cerca de 6,5. Muchos agricultores agregan cal (a
través de labranza profunda) en una cantidad de 3 a 4 toneladas
por hectárea (pregunte a un agrónomo en su área). Se cree que la
cal aumenta la actividad de las bacterias Rhizobium fijadoras de
nitrógeno, mientras funciona como acondicionador del suelo.
Algunos agricultores también agregan de 2 a 3 toneladas de abono
por hectárea y aran profundamente cerca del día de siembra.
(Tenga en cuenta que 1 tonelada = 1000 kg = 2.200 libras y 1
hectárea = 2,47 acres = 10.000 metros cuadrados). Tenemos que
tomar en consideración la condición del suelo de nuestro terreno a
través de pruebas anuales del suelo, antes de aplicar cualquier
método de nutrición o labranza. Generalmente, cuando se cultiva
Medicago sativa, la última labranza suele tener lugar justo el día
antes de la siembra.
Aunque la alfalfa es una planta que se adapta bien y que suele dar
una buena producción durante muchos años, puede verse
gravemente afectada por la maleza. La maleza compite con las
plantas de alfalfa en agua y nutrientes, resultando en plantas
delgadas y de bajo rendimiento. Es posible que tengamos que
consultar a agricultores y/o agrónomos locales para obtener la
información más reciente sobre la maleza más comúnmente
encontrada en nuestra región. Luego tenemos que planificar una
política de manejo sólido de la maleza (antes y después de la
siembra), teniendo en cuenta el marco legal local y la sugerencia
del agrónomo. Algunos productos químicos ampliamente utilizados
en algunos países están estrictamente prohibidos en otros países.

Como sembrar la semilla de la alfalfa


Las semillas de alfalfa se pueden sembrar durante el otoño o la primavera. Es más común
sembrar en primavera. En promedio, necesitamos entre 44 y 88 libras (20 y 40 kg) de semillas
crudas por hectárea, o de 17 a 36 libras por acre. (Tenga en cuenta que 1 tonelada = 1000 kg =
2.200 libras y 1 hectárea = 2,47 acres = 10.000 metros cuadrados). En Estados Unidos, los
agricultores a gran escala siembran semillas de alfalfa a través de máquinas modernas de
siembra de alta calidad y precisión. En este caso, utilizan una tasa de siembra de 15 libras por
acre. Al usar estas máquinas, el agregar más de 15 libras de semillas por acre no se ha
encontrado que aumente el número total de plantas sanas maduras del terreno y por lo tanto que
aumente el rendimiento total.

Las semillas de alfalfa se siembran en filas usando máquinas de sembrado que se acoplan a los
tractores. La profundidad de siembra es de aproximadamente 1/4 de pulgada (0,6 cm). La
distancia entre filas es normalmente de 8 pulgadas (20 cm) o menos. Alrededor de una semana
después de la siembra, usted probablemente verá los primeros brotes. Alrededor de dos semanas
después de la siembra, normalmente podrá contar al menos 25 nuevas plantas por pie cuadrado
o 269 plantas por metro cuadrado. Si usted cuenta menos de 8 o 10 plantas por pie cuadrado (o
96 plantas por metro cuadrado) tres semanas después de la siembra, usted debería considerar
arar el campo y sembrar de nuevo. Muchos agricultores agregan un fertilizante de fósforo en la
máquina sembradora de alfalfa, ya que cualquier deficiencia de fósforo inhibirá el desarrollo de
las raíces de alfalfa (pregunte a un agrónomo con licencia en su área). En general, el número de
plantas de alfalfa por hectárea disminuye en la medida en que el cultivo madura. Durante el
primer año, normalmente tenemos 25 plantas por pie cuadrado o 269 plantas por metro
cuadrado. Sin embargo, al final del tercer año, normalmente tenemos 10 plantas por pie
cuadrado o 107 plantas por metro cuadrado.

Fertilzacion de la alfalfa
La alfalfa obtiene un suministro adecuado de nitrógeno debido a su relación simbiótica con las
bacterias Rhizobium fijadoras de nitrógeno. La hectárea promedio de alfalfa fijará alrededor de
1100 libras (500 kg) de nitrógeno por año. (Tenga en cuenta que 1 tonelada = 1000 kg = 2,200
libras y 1 hectárea = 10,000 metros cuadrados.) Por lo tanto, en la mayoría de los casos, hay
poca necesidad de aplicar fertilizantes nitrogenados. Sin embargo, las plantas de alfalfa por lo
general sufren de deficiencias de fósforo. El síntoma más común de deficiencia de fósforo se ve
en las raíces y hojas subdesarrolladas que se vuelven de color azul verde. Muchos agricultores
agregan el fósforo al campo durante la siembra, mientras que otros prefieren agregar 350 libras
(160 kg) de P2O5 por hectárea una vez al año, la mayoría de las veces al final del invierno
(enero-febrero). Muchos agricultores también agregan abono al suelo justo antes de la siembra y
luego cada 2 o 3 cortes, especialmente durante el 2do y el 3er año de la cosecha. Si la prueba de
su suelo o tejido revela una deficiencia de micronutrientes (por ejemplo Boro), entonces un
fertilizante foliar puede dar resultados rápidos.

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