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Es un soneto escrito por Garcilaso, más en concreto el soneto XV de los treinta y ocho sonetos
de su obra, en el cual recrea una fábula mitológica para expresar el dolor que le causa la
indiferencia de su amada.
El tema de este soneto trata de la lamentación que siente Garcilaso por su amor no
correspondido.
En cuanto a estructura interna está dividido en dos partes, en la primera habla del mito de
Orfeo y Eurídice en el momento en que Orfeo se lamenta por la pérdida de Eurídice, y la
segunda donde Garcilaso se cuestiona el por qué su lamento no causa el mismo efecto que el
de Orfeo.
En los cuartetos, Garcilaso describe los lamentos de Orfeo, los cuales son escuchados por la
naturaleza provocando sucesos inimaginables. Para describir esto Garcilaso utiliza acentos
rítmicos en las mismas sílabas métricas, creando versos heroicos y algún quiasmo como “las
fieras tigres y peñascos fríos”, para dar énfasis y ritmo.
En los tercetos, con una interrogación retórica, el poeta trata de expresar una certeza: la
frialdad e indiferencia de la amada, incapaz de conmoverse ante su sufrimiento. Garcilaso
siente “envidia” de Orfeo, ya que el puede hacer que los cauces de los ríos se paren pero en su
caso no ocurre nada.
Lamentación de Salicio
Se trata de la Égloga I en la cual hay dos pastores (Salicio y Nemoroso) expresan sus quejas
amorosas, cuyo autor es Garcilaso de la Vega, poeta que mejor depuró las formas liricas
traídas de Italia. En estos versos, el poeta recrea episodios de infidelidad y lamento.
De esta manera, Garcilaso expone el tema recurrente en la época: la queja amorosa o el amor
imposible.
La Égloga I posee una estructura que se puede dividir en interna y externa. La primera, más
enfocada en el contenido, se divide en dos partes: en los primeros versos (v.1-6), se muestra
cómo Salicio rehúye toda compañía, porque siente la necesidad de encerrarse en sí mismo y se
refugia en la naturaleza apacible, idealizada. En los últimos versos (7-13), expresa el poeta el
sentimiento de desengaño por la traición de su amada, a quien reprocha su falsedad y la
naturaleza se compadece de él, mientras su amada adopta una actitud fría e indiferente.
-Aliteración
-Anáfora
-Polisíndeton
-Paralelismo: en el que repite la misma frase en ambas partes (“salid sin duelo, lágrimas,
corriendo”)/-Enumeraciones: de ideas (“por ti la verde hierba, el fresco viento, el blanco lirio y
colorada rosa”).
En conclusión, el texto es propio del Renacimiento por su tema (el amor), sus tópicos (locus
amoenus. Por otra parte, la forma de expresar es la perfecta para mostrar las quejas y dudas
de Salicio sobre el amor. Además, el lenguaje es sencillo, pero, a su vez, expresivo.
Lamentación de Nemoroso.
Se trata de la Égloga I en la cual hay dos pastores (Salicio y Nemoroso) expresan sus quejas
amorosas, cuyo autor es Garcilaso de la Vega, poeta que mejor depuró las formas liricas
traídas de Italia. En estos versos, el poeta recrea episodios de infidelidad y lamento.
La Égloga I posee una estructura que se puede dividir en interna y externa. La primera, más
enfocada en el contenido, se divide en dos partes: en los primeros versos (v.1-6),
Contemplación de un paisaje natural de características ideales. Predominan los verbos en
presente de indicativo y, además, métricamente, todos los versos de esta parte son
endecasílabos. En la segunda parte, Se produce una interiorización del paisaje y una evocación
del estado anímico del pastor Nemoroso recordando los momentos felices que ha disfrutado
en ese lugar tan ameno (líneas 7-20).
En la segunda parte, el tema se desplaza del paisaje exterior contemplado al interior del poeta
mediante la irrupción de la primera persona: Yo me vi tan ajeno. A partir de aquí el poeta
rememora nostálgicamente el pasado que ha vivido en este mismo lugar. La belleza del paisaje
le ha hecho olvidarse por un momento del grave mal que siente. La felicidad que se describe
pertenece pues, al pasado, de ahí el empleo de formas verbales que aluden a esta época, que
contrasta con el dolor presente.
En conclusión, el texto es propio del Renacimiento Hay una perfecta armonía entre contenido
y forma, entre el mundo exterior y el mundo interior. Este equilibrio viene reforzado por la
naturalidad de la expresión.
Soneto XXIII
Se trata del Soneto XXIII, cuyo autor es Garcilaso de la Vega, poeta que mejor depuró las
formas liricas traídas de Italia. Garcilaso representa al perfecto cortesano renacentista, como
“hombre de armas y letras”. En él se utilizan los rasgos convencionales del Renacimiento para
describir a la dama.
El Soneto posee una estructura que se puede dividir en interna y externa. La primera, más
enfocada en el contenido, se divide en dos partes: la primera, formada por los dos cuartetos,
desarrolla la descripción de la joven, mientras que la segunda (los tercetos) se centra en los
tópicos del “carpe diem” y el “tempus fugit”.
Juego de metáforas: “rosa y azucena” por “gesto”, “luz” por “mirar”, “oro” por cabello”,
“primavera” por “juventud”, “nieve” por “canas”, “cumbre” por “cabeza”, “viento helado” por
“tiempo”.
Varían los tiempos verbales: presente en los cuartetos descriptivos; imperativos, en el primer
terceto, es decir, en la exhortación; y futuro, en el segundo terceto, para expresar los estragos
del paso del tiempo.
En conclusión, Garcilaso habla en este soneto de una joven la cual debe disfrutar de su
juventud antes de perderla y para ello utiliza rasgos del Renacimiento y tópicos como Carpe
Diem.
Oda a la vida retirada, de Fray Luis
a. La estrofa inicial establece una oposición entre dos términos: uno es mundanal ruido, es
decir, la cárcel terrenal, donde imperan los vicios y los bienes mentirosos, los cuales
deslumbran al ser humano, alejándolo de la felicidad. El otro término enfrentado es la
escondida senda, que representa el vivir austero y solitario en contacto con la naturaleza, que
proporciona el sosiego en el espíritu ajetreado por las disputas del mundo. Este es el camino
elegido por las personas sabias.
b. Los bienes mundanos son el poder de los grandes señores (vv. 6-7); la riqueza,
representada por el lujo suntuoso de los palacios de dorado techo y muros de jaspe,
construidos por arquitectos árabes (vv.8-10); por último, la fama (tercera estrofa, vv.11-14),
que alimenta la vanidad del ser humano.
c. Aduce tres razones: primero, la fama es un bien efímero que se desvanece como el viento.
En segundo lugar, no tiene valor si es reconocida por gente vana e insustancial (“vano dedo
señalado”). Por último, el precio que hay que pagar por alcanzarla es muy alto: el desasosiego,
la ansiedad, el descontento; en una palabra, la infelicidad.
d. La naturaleza es el retiro o refugio para el ánimo confundido del poeta, cansado de los
sobresaltos del mundo. Esta visión la recrea mediante la imagen “secreto seguro” de la quinta
estrofa, que refuerza la imagen inicial (“la escondida senda”), donde el poeta se siente a salvo
de mares tempestuosos y mundanales ruidos. Así, el modo de vida en contacto con la
Naturaleza proporciona sosiego: -sueño apacible durante la noche. (Estrofa 6) -sensación de
alegría, libertad y pureza durante el día. (Estrofa 6) -despertarse con el canto de las aves.
(Estrofa 7) -el goce de la soledad voluntaria, de las cosas sencillas de la vida. (Estrofa 8).