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A una estrella (poema) A una estrella, A Jarifa en una orgía (Poema) y A ‫ ٭٭٭‬dedicándole estas

poesías, son tres composiciones que traducen el desengaño amoroso. Con matices distintos,
expresan el malestar, la desesperación, la angustia, el dolor y el sufrimiento.
A una estrella fue leído en el Liceo Artístico y Literario en1838. Se trata de una composición
inspirada de la tradición ossiánica  se apostrofan a los astros. En el caso concreto de este poema,
el autor se dirige a una estrella. Desde el punto de vista de la estructura, este poema tiene cuatro
partes formalmente muy bien delimitadas: la primera parte que sirve de introducción, consta de
siete estrofas de cuatro versos cada una; esta parte tiene versos largos de diez a doce sílabas; en esta
primera parte, el poeta intenta vislumbrar, imaginar a través del «esplendor dudoso» de una estrella
la existencia de «otro antiguo perdido resplandor»; luego siguen una segunda y una tercera parte
que podemos considerar como el desarrollo de lo que ha sido anunciado ya en la introducción; en la
segunda parte que podemos titular “momento de felicidad”, el autor establece un juego de
paralelismo entre su pasada felicidad y el antiguo resplandor de la estrella; esta parte consta de siete
estrofas de cinco versos cada una, y tiene versos más cortos de longitud comprendida entre siete y
diez sílabas; en la tercera parte que podemos titular “momento de desengaño”, el poeta establece
otro paralelismo entre el «perdido resplandor» de la estrella y su propio fracaso sentimental; esta
parte consta de seis estrofas de seis versos cada una, y sus versos son aún más cortos teniendo entre
cuatro y nueve sílabas; la cuarta y última parte del poema es una especie de conclusión; se compone
de cinco estrofas de cuatro versos cada una; en esta última parte los versos vuelven a ser largos y
tienen entre once y doce sílabas; esta parte ilustra la desesperación completa del poeta: a lo mejor la
estrella pueda volver a iluminar los sueños de otros enamorados; sin embargo para el poeta, la luz
resplandeciente del amor que vivió se apagó para siempre de manera irremediable.
A una estrella es una queja desesperada del poeta frente a la situación en la cual se encuentra. El
autor encontró el amor correspondido y todo le iba muy bien. Vivía en un estado de felicidad
inmensa, y pensaba que eso iba a durar eternamente. Espronceda establece una correlación entre
este primer momento de éxito sentimental y el antiguo resplandor de la estrella. Muchos versos de
la primera parte del poema ilustran este primer momento de felicidad pasional.
¿Es acaso tu luz recuerdo triste
de otro antiguo perdido resplandor,
cuando engañado como yo creíste
eterna tu ventura que pasó?
Tal vez con sueños de oro la esperanza
acarició su pura juventud,
y gloria, y paz, y amor, y venturanza
vertió en el mundo tu primera luz.
Y al primer triunfo del amor primero
que embalsamó en aromas el Edén,
luciste acaso, mágico lucero,
protector del misterio y del placer.
Y era tu luz voluptuosa y tierna
la que entre flores resbalando allí,
inspiraba en el alma un ansia eterna
de amor perpetuo y de placer sin fin.

De la misma manera, muchos versos de la segunda parte del poema recuerdan este dichoso
momento sentimental que vivió el poeta:
¡Ay, lucero! Yo te vi
resplandecer en mi frente,
cuando palpitar sentí
mi corazón dulcemente
con amante frenesí.
Tu faz entonces lucía
con más brillante fulgor,
mientras yo me prometía
que jamás se apagaría
para mí tu resplandor. (…)
Una mujer adoré
que imaginaba yo un cielo;
mi gloria en ella cifré,
y de un luminoso velo
en mi ilusión la adorné.
Y tú fuiste la aureola
que iluminaba su frente,
cual los aires arrebola
el fúlgido sol naciente,
y el puro azul tornasola.
Y, astro de dicha y amores,
se desliza mi vida
a la luz de tus fulgores,
por fácil senda florida,
bajo un cielo de colores.

Sin embargo, poco después de la felicidad, llegó la desgracia. En efecto, el poeta perdió el amor de
que disfrutaba, la mujer que adoraba. Es el momento del desengaño, de la caída del ángel del Edén.
El mundo, que hace poco aparecía al poeta como un paraíso terrestre, se convierte en un infierno
insoportable. Eso no significa de ninguna manera que el mundo haya cambiado. La realidad sigue
siendo la misma, pero era el amor el que hacía ver al poeta el mundo de una forma maravillosa. Era
la pasión esta llama que hacía ver al poeta brillar de una manera especial la estrella mencionada en
el poema. Entonces, con la pérdida de lo que daba sentido a su existencia, con la desaparición del
amor, todo se desmorona alrededor del poeta. El sol ya no brilla para él de la misma forma, ni el
viento sopla del mismo modo.
Las dos últimas estrofas de la primera parte del poema ilustran muy bien esta nueva situación en la
que se encuentra el poeta:
Mas ¡ay! que luego el bien y la alegría
en llanto y desventura se trocó:
Tu esplendor empañó niebla sombría;
solo un recuerdo al corazón quedó.
Y ahora melancólico me miras
y tu rayo es un dardo del pesar,
si amor aún al corazón inspiras,
es un amor sin esperanza ya.

En esta misma óptica, la tercera parte del poema sólo expresa dolor, amargura y llanto como se nota
claramente en las estrofas siguientes:
Tantas dulces alegrías,
tantos mágicos ensueños,
¿dónde fueron?
Tan alegres fantasías,
deleites tan halagüeños,
¿qué se hicieron?
Huyeron con mi ilusión
para nunca más tornar,
y pasaron,
y solo en mi corazón
recuerdos, llanto y pesar
¡ay! dejaron. (…)
¡Infeliz! ¿Por qué volví
de mis sueños de ventura
para hallar
luto y tinieblas en ti,
y lágrimas de amargura
que enjugar?
Un detalle importante en esta tercera parte del poema. El autor establece por una parte una
correlación entre su felicidad sentimental y el antiguo resplandor de la estrella, y por otra parte, otra
correlación entre su fracaso sentimental y la pérdida del esplendor de la estrella. Ahora bien, de la
misma manera que fueron compañeros en la felicidad, el poeta invita a la estrella para que lo sean
también en la desgracia. Es la razón por la cual le propone que lloren juntos la desgracia actual en la
que ellos dos se encuentran. Espronceda establece entre él y el lucero una relación de
compañerismo en el dolor y la desgracia. Es decir que lo que era en principio únicamente un lazo de
comparación se transforma ahora en una relación de amistad, de compañerismo entre el lucero y el
poeta:
¡Ah lucero! Tú perdiste
también tu puro fulgor,
y lloraste;
también como yo sufriste,
y el crudo arpón del dolor
¡ay! probaste. (…)
Pero tú conmigo lloras,
que eres el ángel caído
del dolor,
y piedad llorando imploras,
y recuerdas tu perdido
resplandor.
Lucero, si mi quebranto
oyes, y sufres cual yo,
¡ay! juntemos
nuestras quejas, nuestro llanto:
pues nuestra gloria pasó,
juntos lloremos.

Espronceda deja claro que el futuro que aguarda cada uno de estos dos protagonistas es muy
distinto. En efecto, refiriéndose a la estrella, Espronceda nos afirma que a lo mejor ella pueda tener
un final más hermoso que el ocaso del propio sol:
¡Quién sabe…! Tú recordarás acaso
otra vez tu pasado resplandor,
a ti tal vez te anunciará tu ocaso
un oriente más puro que el del sol.
Por otra parte, Espronceda plantea la posibilidad de que el lucero pueda volver, a través de su luz, a
alimentar la ilusión de otros enamorados, y a iluminar sus sueños.

Astro sé tú de candidez y amores


para el que luz te preste en su ilusión,
y ornado el porvenir de blancas flores,
sienta latir de amor su corazón.

En cambio, el futuro que espera al poeta resulta muy triste. En efecto, la mujer que amaba el poeta parece ser
la única persona que daba sentido a su vida, y el amor de que disfrutaba resulta ser la única cosa que daba
sentido a su existencia. Ahora que ya no tiene a esta mujer, el poeta da su vida por acabada. Ahora que ya no
disfruta de este amor, la existencia del poeta se ha transformado en algo vacío, desprovisto de sentido, y todo
lo que le rodea ya no tiene el mínimo interés:
Yo indiferente sigo mi camino
A merced de los vientos y la mar,
Y entregado en los brazos del destino,
Ni me importa salvarme o zozobrar.

Por otra parte, ahora el poeta sólo siente penas y amargura porque perdió el único objeto de su felicidad, el
único motivo de su alegría. Para él esta felicidad se ha ido para siempre y de manera irremediable. Entonces
el poeta no puede rehacer su vida porque desde su punto de vista, por su fracaso sentimental, ya no tiene
ningún futuro posible.
Ya se ve mayor, y tal vez todo lo que ahora espera es la muerte:
A mí tan solo penas y amargura
me quedan en el valle de la vida;
como un sueño pasó mi infancia pura,
se agosta ya mi juventud florida.

Cabe mencionar que los dos últimos versos de esta estrofa hacen referencia al tema del “paso del
tiempo”, que es un tema bastante recurrente en la poesía de Espronceda.
Por otra parte, es importante señalar que este pesimismo se nota también en su estructura. En efecto, por una
parte, la primera parte del poema tiene siete estrofas, la segunda tiene siete, la tercera seis, y la última cinco.
Eso significa que, a medida que avanza el poema, el poeta habla cada vez menos. Eso quiere decir que más
avanzamos en el poema, más disminuye la esperanza que tiene el poeta en la vida.

La luz sería el emblema del amor desilusionado, un amor que un tiempo brillaba y ya no brilla. Él
dice concluye diciendo que todas sus ideas han caído como se ha caído la luz. Vemos un contraste
entre él y la estrella. La estrella no es que brilla menos, es él que la ve brillar menos, porque
proyecta su estado de ánimo (al principio lleno de esperanza, deseos e ilusiones).
¿Quién aquel brillo radiante
¡Oh lucero! te robó,
Que oscureció tu semblante,
Y a mi pecho arrebató
La dicha en aquel instante?
¿O acaso tú siempre así
Brillaste y en mi ilusión
Yo aquel esplendor te di,
Que amaba mi corazón,
Lucero, cuando te vi?  no es la estrella que brillaba más, es él poeta que cuando estaba
enamorado y lleno de ilusiones veía brillar más intensamente la estrella.
Luego, pierde la esperanza, y ya no reconoce la estrella. Luego habla de la perdida de las ilusiones
(= Canto a Teresa  es más duro contra de teresa, porque cuando Teresa lo dejó se volvió ramera)
La muerte de Teresa  ha sufrido muchísimo.
A Jarifa en una orgía  vemos la idea del amor perdido.

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