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ALEGATO FINAL-

Honorables Magistrados, el orden de mi intervención dentro de los alegatos


finales es el siguiente:

1. De acuerdo con la teoría del caso, haré un breve resumen de lo que


acreditó la defensa en la etapa probatoria del juicio oral.

2. Me permitiré presentar mis personales puntos de vista, obviamente, a


partir de la exposición hecha por el representante del Señor Fiscal
General de la Nación, acerca de los cargos que le fueron atribuidos a mi
defendida en el escrito de acusación.

I. ACTIVIDAD PROBATORIA CUMPLIDA POR LA DEFENSA.

a). - Pruebas documentales

.- Documento número 1. Informe rendido por el investigador, instrumento que


acreditó la cadena de custodia y la originalidad de los documentos que fueron
introducidos como prueba de esta naturaleza, y que fue verbalizado por el
investigador.

b).- TESTIGOS DE LA DEFENSA

1. Testimonio, con él se demostró las razones de orden fáctico y jurídico que


tuvo para proyectar las decisiones del 28 de noviembre del 2016 y el 1 de
diciembre de 2017, que se cuestionan, por ser prevaricadoras.

2.Testimonio, versión con la que se acreditaron las razones de orden fáctico y


jurídico que tuvo la deponente para proyectar la decisión del 14 de septiembre
del 2017.

3.Testimonio, con esta declarante se acreditó que ella en ningún momento


abordó a mi procurada y menos entregó dádivas, en orden a que se profiriera
una decisión vulnerando el derecho. Es más, ella fue enfática en señalar con
qué Juez de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad tuvo contacto por el

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trámite del asunto que cursaba en contra de su entonces esposo, la cual
después de varios meses se declaró impedida.

4.Testimonio de la Doctora, mi representada, con la versión de ella se acreditó


las alteraciones de orden sicológico que padecía para el momento en que se le
reprocha su comportamiento ilícito, así como también la ausencia de dolo en su
conducta.

II. MI PERSONAL PUNTO DE VISTA

El delito de prevaricato por acción atribuido en la acusación, en concurso


homogéneo y sucesivo, se encuentra descrito en el artículo 413 del Código
Penal de la siguiente manera:

«El servidor público que profiera resolución, dictamen o concepto


manifiestamente contrario a la ley, incurrirá en prisión de cuarenta y ocho (48) a
ciento cuarenta y cuatro (144) meses, multa de sesenta y seis puntos sesenta y
seis (66.66) a trescientos (300) salarios mínimos legales mensuales vigentes, e
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas de ochenta (80)
a ciento cuarenta y cuatro (144) meses.»

El presupuesto fáctico objetivo de la norma exige el concurso de los siguientes


elementos, (i) un sujeto activo calificado, servidor público, (ii) existencia a una
resolución, dictamen o concepto, y (iii) contrariedad manifiesta de este acto con
la ley.

Sobre el componente manifiestamente contrario a la ley, la jurisprudencia de la


Corte ha establecido que esta caracterización se identifica con los conceptos de
evidente ostensible, algo que no admite justificación razonable alguna, del cual
pueda concluirse inequívocamente su contrariedad con el ordenamiento jurídico.

Se trata de una conducta eminentemente dolosa, modalidad que se presenta


«cuando el agente conoce los hechos constitutivos de la infracción penal y
quiere su realización», conforme a lo indicado por el artículo 22 de la Ley 599 de
2000; de ahí que la contrariedad entre lo decidido y la ley debe ser producto de
la voluntad de emitir una decisión que se sabe es objetivamente típica.

Lo que se exige es que la contrariedad de la decisión y la ley sea « producto del


simple capricho, de la mera arbitrariedad, como cuando se advierte por la
carencia de sustento fáctico y jurídico, el desconocimiento burdo y mal
intencionado del marco normativo». En ese sentido, en la valoración del

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ingrediente subjetivo debe establecerse que el ánimo del servidor público estuvo
orientado a obrar ilegalmente, contrariando el ordenamiento jurídico.

De entrada considera la defensa importante recordar que la Sala de Casación


Penal de la Corte Suprema de Justicia, ha dicho acerca de lo imperioso que
resulta la necesaria claridad, precisión y univocidad de los hechos jurídicamente
relevantes, en tanto constituyen garantía del debido proceso y del derecho de
defensa, pues en ningún momento se discutió, ni siquiera por parte del Juez de
Segunda Instancia si en el trámite había o no elementos de conocimiento que
permitieran que el señor Rojas Páez era padre cabeza de familia y si la infante
Valeria Rojas Arrieta ostentaba la calidad de menor en especial estado de
desprotección. Por el contrario, el juez de conocimiento al que le correspondió
tramitar la segunda instancia, reconoció que había abundante material
probatorio que soportaba la decisión de mi procurada de amparar los derechos
de la menor.

No sobra aclarar que la decisión que emitió el Juzgado Tercero Penal del
Circuito con Funciones de Conocimiento de Valledupar, el 14 de junio de 2017,
cuando revocó la decisión de concesión de prisión domiciliaria, limitó su
argumentación entorno a la escogencia de la norma aplicable al caso concreto.

En ese orden de ideas, sería impertinente a estas alturas del proceso penal, ya
en la etapa del juicio, controvertir aspectos referidos a la relación de pareja
existente entre el condenado Rojas Páez y la madre de la menor Valeria Arrieta;
si convivían o no; si la menor fue concebida durante un momento de
reconciliación transitoria o simplemente en una visita conyugal a la cárcel como
pudo haber sucedido; y además estaríamos entrando al terreno de las
especulaciones, ya que por no tratarse de un HECHO JURÍDICAMENTE
RELEVANTE no se pudo controvertir dentro del proceso.

En esta oportunidad, se aportó con la pretensión abundante prueba documental,


tales como: registro civil, declaraciones extra juicio, informe del Asistente Social
practicado por la Comisaria de Familia del municipio de San Diego (ver folios a
los 111 y ss del Cuadernillo de Ejecución de Penas). Adicional a ello, el
despacho ordenó al Comandante de la Estación de Policía de San Diego
(Cesar) realizar labores de vecindario e indagaciones en la dirección de
domicilio invocado para la sustitución de la prisión intramural por domiciliaria y
actualizar los antecedentes penales del condenado.

El 28 de noviembre de 2016 el juzgado concedió la prisión domiciliaria al señor


Miguel Ángel Rojas Páez al considerar acreditada la calidad de padre cabeza de
familia. Los argumentos sustento se soportaron en lo establecido en el artículo

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314, numeral 5º, de la Ley 906 de 2004. En este auto el despacho de manera
argumentada expuso:

Se encontró que la condición de padre o madre cabeza de familia está


legalmente definida en el art. 2 de la Ley 82 de 1993, modificado por el artículo
1 de la Ley 1232 de 2008. A su vez tenemos que la Ley 750 de 2002 consagró
la prisión domiciliaria para la mujer cabeza de familia, y la sentencia C-18403 de
4 de marzo de 2003 con ponencia del Magistrado Dr. Manuel Cepeda Espinosa
extendió la protección a los hombres, haciendo énfasis en el interés superior del
hijo menor o del hijo impedido.

Igualmente existe en nuestro ordenamiento procesal penal vigente una norma


de remisión, consagrada en el capítulo dedicado por el legislador a la fase de
ejecución de la pena, esto es, el artículo 461 de la Ley 906 de 2004, que de
manera textual reza lo siguiente:

“Art.461.Sustitución de la ejecución de la pena. El juez de ejecución de penas y


medidas de seguridad podrá ordenar al INPEC la sustitución de la ejecución de
la pena, previa caución, en los mismos casos de la sustitución de la detención
preventiva.”

De acuerdo con lo anteriormente expuesto, se colige que mi defendida estimó


que ante dos normas vigentes que consagran la figura de la prisión domiciliaria,
que son enfáticas en la protección del interés superior del hijo menor, aplicó el
principio de favorabilidad, es decir, el artículo 314, numeral 5º, de la Ley 906 de
2004 que consagra la protección del hijo menor en ausencia de la madre o en
estado de desprotección.
Expresado de otra forma, ante la demostración objetiva de la existencia de esa
menor de edad, Valeria Rojas Arrieta, y que en el expediente no había
información acerca de la existencia de su madre, pero sí que se hallaba al
cuidado de dos personas mayores de edad y, además, con problemas de salud,
como así se advierte de los documentos públicos aportados, como los suscritos
por la Comisaria de Familia de San Diego y el oficio No. S2016/970DISPO-1
essad-29 expedido por el Comandante de la Estación de Policía de San Diego
SC Francisco Moreno Flórez (fl 131 ibídem), era una interpretación razonable
conceder la prisión domiciliaria como padre cabeza de familia al condenado
Miguel Ángel Rojas Páez.

Al respecto, cuando se trata de interpretaciones razonables, la Sala de


Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, ha dicho que resulta
improcedente predicar que una decisión es manifiestamente contraria a

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derecho, cuando se esgrimen argumentos que resultan razonables. En
sentencia del 23 de febrero de 2006, adoptado en el radicado 23901, dijo:

“La conceptualización de la contrariedad manifiesta de la resolución con la ley


hace relación entonces a las decisiones que sin ninguna reflexión o con ellas
ofrecen conclusiones opuestas a lo que muestran las pruebas o al derecho bajo
el cual debe resolverse el asunto, de tal suerte que el reconocimiento que se
haga resulta arbitrario y caprichoso al provenir de una deliberada y mal
intencionada voluntad del servidor público por contravenir el ordenamiento
jurídico.

En consecuencia, no caben en ella las simples diferencias de criterios respecto


de un determinado punto de derecho, especialmente frente a materias que por
su enorme complejidad o por su misma ambigüedad admiten diversas
interpretaciones u opiniones, pues no puede ignorarse que en el universo
jurídico suelen ser comunes las discrepancias aún en temas que
aparentemente no ofrecerían dificultad alguna en su resolución.

Lo anterior descarta la configuración del ilícito en aquellos casos en que la


decisión censurada, aunque no se comparta o se estime equivocada, es
producto de una interpretación razonable y plausible del funcionario sobre el
derecho vigente…”

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