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Ética en la Administración de Empresas

Alberto Hernández Zambrano

La ética es relevante para todo individuo y sin duda alguna, se encuentra inmersa en el
ámbito empresarial. En cada decisión siempre deberá tomarse en cuenta la ética, ya sea que
el tema sean negociaciones con nuestros proveedores, con nuestros colaboradores o con
nuestros competidores, la ética siempre debe estar presente.

Hoy en día existen más organizaciones que luchan por una transparencia en las actividades
basadas en códigos éticos y con el internet como herramienta de comunicación social, las
empresas deben considerar la ética como valor indispensable antes de actuar. Sin valores
sólidos estamos acercándonos al desastre de nuestra organización. Desafortunadamente hay
quienes ponen por encima de la ética y los valores los resultados financieros, claro está que
no se dan cuenta que la ética corporativa puede ser una fuente de ventajas competitivas, ya
que por medio de ella se pueden atraer clientes potenciales y colaboradores de primer nivel.

Al administrar una empresa de manera responsable debemos preguntarnos:

¿Me estoy dedicando la mayor parte del tiempo a apagar incendios o a ocultar deficiencias
en mi administración?

Los administradores de empresas que se encuentran en decadencia, han perdido la visión


global del negocio. Por otra parte, sus actividades están enfocadas en forma absurda a
aplazar el inminente desastre. Los problemas realmente sustanciales se encuentran
escondidos o no forman parte de nuestras prioridades y han sido eliminados de la
conciencia mientras nos dedicamos obsesivamente a buscar el mejor ángulo a la última
mala noticia, y escondemos astutamente cualquier defecto corporativo. Esta caída
inminente generalmente es acompañada de una racionalización con la que el líder
simplemente busca ganar tiempo y hacer los arreglos importantes después o
definitivamente no tiene la capacidad para hacerlos.

¿Somos demasiado ambiciosos?

Ocasionalmente no nos es sencillo aceptar que somos codiciosos. Todas las personas
estamos conscientes de lo arduo que debe ser nuestro trabajo para alcanzar el éxito; no
obstante, la incansable competencia por el poder se vuelve el único fin de la organización.
La problemática inicia cuando la ambición es el factor dominante de cualquier decisión,
entonces sentimos que tenemos derecho a todo y lo queremos todo. Eso sucede fácilmente
como consecuencia de la tendencia humana a no darle valor a las cosas que antes eran un
estándar que nos llevaba rumbo al progreso y éxito de la empresa. El profesional con visión
combate su ambición reembolsando algo a nuestra sociedad.
¿Será el momento para detenernos y analizar nuestra estrategia competitiva y hacer algo
diferente o no hacer absolutamente nada?

Este es el cuestionamiento más difícil de responder y más aún en momentos en que


creemos estar en la cima. Debemos considerar que desafortunadamente, muchos
profesionales fracasan justo cuando todo parece estar marchando sobre ruedas, es entonces
cuando debemos permitirnos un respiro y tomar el tiempo necesario para elaborar una
reingeniería y cambiar el camino puede ser la mejor estrategia. El desastre es inminente
cuando el líder de una organización comienza a tomar decisiones rápidas e intransigentes
por no enfocarse en los problemas reales e internos, como consecuencia las decisiones
toman vida propia.

Evaluemos nuestra conciencia y si identificamos una deficiencia ética en nuestro desarrollo


profesional, es necesario pasar a evaluar la situación más a fondo.

La ética es indispensable para lograr rentabilidad en los negocios, ya que estos se hacen con
y para personas, por ello es un error llevar la interacción estrictamente al enfoque del
beneficio provechoso para el que se considera más fuerte.

La honradez dentro de nuestra organización es una de las exigencias del hombre y por
supuesto de nuestros clientes, en la competencia empresarial aplica la estricta visión de la
ética, la competencia es cruda y para lograr éxito se implementan diversas estrategias de
impacto para la sociedad y en ocasiones pareciera una guerra en la cual el cliente es la
primera víctima y la empresa con un administrador sin ética la segunda.

Una buena actuación ética es simultáneamente una buena actuación profesional. La ética
descubre en los hombres algo de más valor que el desarrollo de sus actividades.

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