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Informe Final Sistematización PDF
Informe Final Sistematización PDF
Investigadora responsable:
Equipo sistematizador:
Fernanda Burr.
Francia Jamett.
Patricia Martínez.
Susana Norambuena.
ÍNDICE Pág.
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………………………………………………………… 4
I.- PROCESO DE SISTEMATIZACIÓN……………………………………………………………………………………………. 5
1. 1- Enfoque de Sistematización ………………………………………………………………………………………………. 6
1.2.-Objetivos…………………………………………………………………………………………………………………………….. 7
1.3.- Objeto de Sistematización ………………………………………………………………………………………………… 8
1.4- Estrategia Metodológica……………………………………………………………………………………………………… 8
II.- CONTEXTUALIZACION DE LAS EXPERIENCIAS SISTEMATIZADAS …………………………………………. 10
2.1- Programa Familias Fundación San Carlos del Maipo……………………………………………………………. 10
2.2- Descripción de los proyectos………………………………………………………………………………………………. 12
2.2.1- Panorámica de los proyectos……………………………………………………………………………………………. 12
2.2.2- Matriz resumen de los proyectos……………………………………………………………………………………… 14
III.- PRINCIPALES HALLAZGOS: ANÁLISIS CRÌTICO DE LAS EXPERIENCIAS…………………………………. 17
3.1- Principios y fundamentos que orientan la intervención ……………………………………………………… 17
3.1.1-Principios orientadores……………………………………………………………………………………………………… 17
3.1.2- Fundamentos teóricos conceptuales………………………………………………………………………………… 21
3.2- Aproximaciones conceptuales…………………………………………………………………………………………….. 24
3.2.1- Familia(s)………………………………………………………………………………………………………………………….. 24
3.2.2- Vínculo(s)…………………………………………………………………………………………………………………………. 25
3.2.3- Vulneración(es) de derecho (s)…………………………………………………………………………………………. 28
3.2.4- Intervención(s) Familiar(es)……………………………………………………………………………………………… 29
3.2.5- Aprendizajes y desafíos……………………………………………………………………………………………………. 34
3.3- Problemáticas sobre las que se intervienen………………………………………………………………………… 35
3.3.1- Problemáticas recurrentes………………………………………………………………………………………………. 35
3.3.2- Nudos críticos en el abordaje…………………………………………………………………………………………… 38
3.3.3- Aprendizajes y desafíos……………………………………………………………………………………………………. 40
IV.- GESTION DE CALIDAD EN LOS PROYECTOS…………………………………………………………………………. 42
4.1-Conceptos: calidad y gestión de calidad……………………………………………………………………………….. 42
4.2-Gestión del equipo……………………………………………………………………………………………………………….. 44
4.2.1-Dotación del personal……………………………………………………………………………………………………….. 44
4.2.2-Desarrollo del personal……………………………………………………………………………………………………… 46
4.2.3-Administración de personas………………………………………………………………………………………………. 47
4.2.4-Evaluación de desempeño…………………………………………………………………………………………………. 48
1
4.2.5-Indicadores en la gestión de equipo………………………………………………………………………………….. 48
4.3- Gestión de Recursos……………………………………………………………………………………………………………. 48
4.3.1-Recursos financieros…………………………………………………………………………………………………………. 49
4.3.2-Recursos humanos……………………………………………………………………………………………………………. 49
4.3.3- Infraestructura…………………………………………………………………………………………………………………. 50
4.3.4-Recursos del territorio………………………………………………………………………………………………………. 50
4.3.5-Indicadores relevantes para la gestión de recursos ………………………………………………………….. 50
4.4-Gestión de la información……………………………………………………………………………………………………. 51
4.4.1-Información del proyecto y su gestión………………………………………………………………………………. 51
4.4.2-Información de la intervención y sus usuarios…………………………………………………………………… 51
4.4.3-Usuarios……………………………………………………………………………………………………………………………. 52
4.4.4-Indicadores relevantes para la gestión de recursos …………………………………………………………… 53
V.- PRÁCTICAS DE INTERVENCIÓN………………..…………………………………………………………………………….. 54
5.1- Prácticas de intervención dirigidas a niños, niñas y jóvenes.……………………………………………….. 54
5.1.1-Prácticas de intervención dirigidas a la familia…………..……………………………………………………….. 57
5.1.2-Herramientas destacadas para la intervención familiar (psicoeducativa-terapéutica)……….. 59
5.2-Otros apoyos………………………………………………………………………………………………………………………… 60
5.3-Prácticas de intervención a nivel de actores institucionales y comunitarios…………………………. 61
5.3.1-Aprendizajes y desafíos……………………………………………………………………………………………………… 68
VI.-MIRADA INTEGRADA DE LOS CAMBIOS PERCIBIDOS POR LOS/AS USUARIOS/AS DE LOS 69
PROYECTOS……………………………………………………………………………………………………………………………………
6.1-Contextualización………………………………………………………………………………………………………………….. 69
6.2- Niveles de cambio …………………………………………………………………………………………………………………. 71
6.2.1-Cambios base………………………………………………………………………………………………………………………. 71
6.2.2-Cambios a nivel conductual…………………………………………………………………………………………………. 72
6.2.3-Cambios a nivel vincular……………………………………………………………………………………………………… 72
6.2.4-Cambios a nivel familiar……………………………………………………………………………………………………… 73
6.2.5-Cambios a nivel de actitudes……………………………………………………………………………………………….. 73
6.2.6-Cambios a nivel reflexivo……………………………………………………………………………………………………… 74
6.3-Nudos críticos en el nivel reflexivo…………………………………………………………………………………………. 74
6.3.1-Otros facilitadores y obstaculizadores de los cambios y su vinculación………………………………… 76
VII.-SISTEMA DE REGISTRO Y EVALUACIÓN………………………………………………………………………………… 77
7.1-Importancia del registro y evaluación…………………………………………………………………….………………. 78
7.2-Aprendizajes y desafíos……………………………………………………………………………………….…………………. 79
2
XIII.- BUENAS PRÁCTICAS……………………………………………………………………………………………………………… 80
3
INTRODUCCIÓN
El documento se estructura en siete cuerpos; en primer lugar, se ofrece una breve síntesis del
proceso de sistematización; posteriormente, se desarrolla una contextualización del escenario
donde se inscriben las experiencias sistematizadas, describiéndose características centrales de los
ocho proyectos. En un tercer momento, se revisan los principales hallazgos de la sistematización,
organizados conforme a ámbitos como: fundamentos, principios y conceptos claves en las
intervenciones, problemáticas, metodologías y estrategias, para luego desarrollar aspectos ligados
a la gestión y calidad de las experiencias, repasando también la importancia del registro y la
evaluación para concluir con la selección de algunas buenas practicas identificadas a partir de las
experiencias, todo lo cual se integra en el punto final que rescata recomendaciones generales para
un modelo de intervención con familias con niños, niñas y jóvenes con vulneraciones de derecho.
4
I) PROCESO DE SISTEMATIZACIÓN
El proceso de sistematización se llevó a cabo mediante diálogos intencionados con los actores
claves de las experiencias sistematizadas, los que posibilitaron recoger material primario para
generar el levantamiento de información que posibilitara la reconstrucción de la experiencia y la
producción de materiales (productos) asociado al componente.
De acuerdo con la propuesta de sistematización y en atención a las bases de licitación que dieron
origen a este estudio, se consideró como actores del proceso a:
Así, a través de encuentros sucesivos del equipo sistematizador con los actores claves de la
experiencia, se avanzó en la generación de los productos que se comprometieron como parte del
proceso de sistematización, los que fueron desarrollados conforme a los siguientes informes:
El contenido desarrollado en los cuatro primeros informes, deviene del proceso de reflexión de los
equipos y los directivos de los proyectos respecto a tópicos como: Fase de puesta en marcha de
los proyectos; Fundamentos y principios que orientan la intervención; Modelos de intervención y
Gestión de los proyectos. En tanto, el quinto informe, profundiza sobre los cambios percibidos por
los adultos/as (familias) usuarios/as de los proyectos, en el contexto de su participación en la
intervención familiar desarrollada.
Como parte del proceso, se rescata también un informe de sistematización de cada uno de los
ocho proyectos, el cual versa sobre aspectos tales como el contexto institucional y temático en el
cual se ejecuta la intervención, modelo de intervención, aspectos centrales sobre la
implementación del proyecto, ajustes al modelo de intervención, estrategias destacadas de
intervención, elementos centrales de la gestión del proyecto, reflexiones y nociones en torno a las
familias, buenas prácticas, entre otros aspectos distintivos de las experiencias.
En este marco, el presente informe integrado aspira a producir información que integre los
hallazgos de la primera etapa, recuperando elementos centrales y comunes a las experiencias de
los proyectos sistematizados con miras a sentar las bases para una propuesta de modelo de
intervención con familias de niños, niñas y jóvenes con vulneraciones de derechos de mediana y
alta complejidad.
5
1.1 Enfoque de sistematización: Sistematización como método para impulsar procesos de
reflexión crítica.
En el marco general del estudio respecto de los proyectos de intervención focalizados en familias
con niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos, la sistematización es entendida como un
proceso que posibilita generar aprendizajes desde la práctica, transformándose en un espacio
privilegiado para la reflexión y producción de conocimiento a partir de las experiencias.
En cuanto al proceso mismo de sistematización, se trazó un recorrido que parte desde los
proyectos, que constituyen el objeto de sistematización, pasando por la reconstrucción ordenada
de su experiencia, su interpretación crítica y que deriva en el levantamiento de información clave
que posibilitó identificar aprendizajes, conocimientos y propuestas basadas en el discurso de los
actores como “voces” de las experiencias.
El mecanismo que posibilita el análisis crítico de dichas experiencias, refiere a procesos sucesivos
de problematización y objetivación de la información, recuperada en encuentros intencionados
entre el equipo sistematizador y los actores claves de la experiencia.
En este marco y conforme a los objetivos trazados para este componente del estudio, la
sistematización toma como eje central “las vulneraciones de derecho en niños, niñas y jóvenes y los
modelos de intervención familiar a través de los cuales se intenciona su restitución”. Éste se
constituye en el hilo conductor del trabajo a desarrollar en y con los distintos proyectos objeto de
sistematización.
1
Jara, O. (1987). La Sistematización de experiencias y las corrientes innovadoras del pensamiento latinoamericano- una
aproximación histórica. Disponible en http://www.cepalforja.org/sistem_old/Jara-
sistematizacionycorrientesinnovadoras.pdf
6
Subyace bajo este eje articulador, el supuesto de que la reparación de vínculo entre los niños,
niñas y jóvenes y sus familias, contribuye significativamente a la restitución de los derechos
vulnerados de estos niños y niñas y que, por lo tanto, el modelamiento de intervenciones
complejas centradas en este ámbito, se constituye en la base para la promoción de entornos
bienentratantes que permiten adecuado el desarrollo de los niños, niñas y jóvenes.
1.2 Objetivos.
En coherencia con las bases técnicas que guiaron el estudio del cual forma parte este trabajo, el
desarrollo del proceso de sistematización, permitió recuperar información en torno a cuatro
grandes ejes que orientaron la investigación sobre las prácticas de los proyectos:
Un segundo eje, pone énfasis sobre las estrategias de intervención desarrolladas por los proyectos
para el abordaje de familias de niños, niñas y/o adolescentes, relevando aquellas experiencias
novedosas y exitosas de los modelos desarrollados por cada proyecto, que pudieran contribuir en
el diseño de un modelo de intervención a nivel familiar.
En tercer lugar, se identifican algunos criterios que, a partir de las experiencias, definen estándares
básicos para asegurar la calidad en la gestión de los proyectos.
Finalmente, como cuarto eje, se levantan las valoraciones que los propios usuarios/familias
observan respecto de los cambios percibidos como fruto de la intervención, los que en interacción
con los aspectos antes mencionados, contribuyen a modelar nuevas experiencias que trabajan con
familias con niños, niñas y/o jóvenes vulnerados en sus derechos.
El proceso anterior da cuenta del trayecto seguido para cumplir con los siguientes objetivos de
sistematización.
Objetivo General:
Objetivos Específicos:
7
Proponer el diseño de uno o más modelos de trabajo con niños, niñas, adolescentes y sus
familias, anclados en la experiencia de los proyectos en ejecución y que puedan ser
replicados desde la política pública.
Establecer estándares básicos de calidad de los modelos propuestos.
Desarrollar recomendaciones técnicas para la réplica de los modelos.
Centro de apoyo parental y familiar “Crecer en Familia”. Centro de estudios y atención del
niño y la mujer – CEANIM.
Del Mapocho a la Chimba: Familias, historias, encuentros. Proyecto de intervención con
familias de niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos”- Corporación Achnu-
Prodeni.
Resignificando vínculos familiares con niños/as y adolescentes en situación de calle en la
comuna de Cerro Navia- Fundación Hogar de Cristo.
Intervención psicosocial con Familias que viven vínculos basados en la violencia Sostenida-
COSAM Pudahuel.
Fortaleciendo el sistema familiar como espacio afectivo y protector para niños, niñas y
jóvenes que han sido vulnerados en sus derechos- ONG Raíces.
Programa de intervención familiar Kuñul- Ilustre Municipalidad de Peñalolén.
Trabajo con Familia: Aportando al vínculo afectivo-habilitador en sistemas familiares de
niños y niñas de mediana y alta complejidad- Fundación Dialoga.
Programa de reparación, acompañamiento y vinculación familiar – Corporación Casa del
Cerro.
Las experiencias de los ocho proyectos han sido recuperadas mediante técnicas complementarias
que en conjunto aportan elementos relevantes para sustentar los hallazgos que de este proceso
de sistematización devienen, privilegiando la voz de sus actores.
Como parte de este proceso, en primer lugar, se llevó a cabo una revisión y análisis de
documentos secundarios producido por los proyectos (documentos de formulación proyectos,
informes, evaluaciones, publicaciones, entre otros).
Como segunda estrategia, se realizó una jornada de periodización con cada uno de los equipos,
con el objetivo de trazar la línea de vida del proyecto y puntualizar aspectos ligadas a la etapa de
puesta en marcha de cada proyecto.
8
En un tercer momento, se realizaron grupos focales con cada equipo2 de modo de obtener
información primaria respecto de los ejes o tópicos definidos para la sistematización.
El proceso de sistematización en su totalidad, fue dialogado con el equipo de la FSCM y las autoras
contribuyendo al ajuste de criterios, contenidos y retroalimentación de los distintos productos del
componente, como también en cuanto a avances y resultados fue compartido con las
investigadoras responsables de los otros componentes que conforman este estudio.
2
Para el proyecto de ONG Raíces, a petición de la dirección del proyecto, se realizaron dos grupos. Uno con cada
Centro de acogida.
9
II) CONTEXTUALIZACIÓN DE LAS EXPERIENCIAS DE SISTEMATIZACIÓN.
Fundación San Carlos de Maipo es una organización sin fines de lucro que nace en el año 1997, a
partir de la inquietud de la Asociación de Canalistas Sociedad del Canal de Maipo de sistematizar y
encauzar iniciativas de ayuda financiera con fines de beneficencia.
“Queremos niños, niñas jóvenes y familias con plenitud de derechos e igualdad de oportunidades,
habitando en un entorno ambiental integrador y de calidad.
En este contexto, la Fundación ha reconocido como roles dentro de su acción, el ser impulsora de
proyectos de beneficio social, fomentadora de sistemas de trabajo integrado y colaborativos,
financiadora total o parcial de proyectos de intervención en sus líneas de trabajo, como también
articuladora de iniciativas público- privadas en la materia, generando espacios de encuentro y
reflexión orientadas a otorgar relevancia teórica y práctica al tema en común.
El trabajo desde el vínculo entre los niños y sus familias conlleva las necesidades de visualizar,
vincularse y trabajar conjuntamente con los adultos y adultas que mantienen vínculos familiares
con los niños, considerándolos como sujetos directos de atención, apostando con ello a generar un
mayor impacto en la vida de los niños y niñas y sus familias. Ello, bajo la observación de que en la
3
Fundación San Carlos de Maipo (2011).Claves para el Trabajo con Familias con Niños, Niñas y Jóvenes en Situación de
Vulnerabilidad: Sistematización de Proyectos de Intervención en el ámbito de restitución de derechos de niños, niñas y
jóvenes gravemente vulnerados en la Región Metropolitana.
10
actualidad los programas y proyectos en esta área ponen el énfasis en los niños y niñas, por lo
cual, la familia como unidad de atención, forma parte del contexto de éstos más que privilegiarse
como destinatario directo de la intervención, lo que indudablemente influye en el tipo de enfoque
teórico y metodológico de la intervenciones, como también en las estrategias que se despliegan
para lograr sus propósitos.
En este marco, el año 2011 se licitó un concurso público para la adjudicación de proyectos de
intervención con niños, niñas y jóvenes con vulneración de derechos de mediana y alta
complejidad, que incorporara un trabajo intensivo con sus familias, siendo adjudicados ocho
proyectos de intervención a organismos públicos y privados, los cuales contribuyen a la
conformación del Programa Familias de la Fundación, que se formaliza en enero del año 2012.
El programa es concebido como “un componente transversal a las sub áreas de: niños, niñas y
jóvenes en situación de calle, primera infancia institucionalizada, niños, niñas y jóvenes desertores
escolares y jóvenes víctimas de explotación sexual comercial.”4
El Programa familias sustenta su trabajo desde un modelo de investigación -acción que aspira a
incidir en las políticas públicas en materia de niñez y juventudes, destacando como ámbitos claves
en su quehacer los siguientes:
4
Fundación San Carlos del Maipo (2012).Términos técnicos de referencia y bases administrativas. Estudio, Evaluación y
Sistematización de los proyectos de intervención focalizados en familias con niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus
derechos.
11
2.2 Descripción de los proyectos sistematizados.
Como lo hemos señalado, a lo largo de su trayectoria, la Fundación San Carlos del Maipo a través
del Programa Familias, ha apoyado y desarrollado diversos proyectos de intervención,
investigación y sistematización en materia de trabajo familiar con niños/as, adolescentes y jóvenes
gravemente vulnerados en sus derechos.
En este marco el año 2012, luego de un proceso de licitación pública, fueron adjudicados los
proyectos de intervención que constituyen el objeto de la presente sistematización. Éstos
propusieron modelos de intervención innovadores focalizados en el trabajo con familias de niños,
niñas y jóvenes entre 0 y 18 años vulnerados en sus derechos. Las situaciones intervenidas se
ubican en mediana y alta complejidad, abarcando un amplio espectro de manifestaciones de
vulneraciones que van, desde la negligencia a la explotación sexual comercial de niños, niñas y
adolescentes.
Respecto de la filiación institucional, es posible señalar que la mayoría de los proyectos fueron
ejecutados a través de convenios con instituciones pertenecientes a la sociedad civil. La
trayectoria de estos organismos, destaca que son instituciones reconocidas en el ámbito de la
intervención con niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos aspecto relevante pues,
a la hora de establecer convenios de colaboración entre estos organismo y la fundación, se
reconoce expertiz y el capital social que constituye el conocimiento acumulado en las instituciones
de base, respecto de la temática.
La cobertura geográfica que alcanzan los proyectos es dispersa territorialmente. Se observa una
mayor concentración de proyectos situados en el espacio local, preferentemente en comunas de
la zona norte y sur oriente de la Región Metropolitana5. Ello, sin perjuicio de que existen
proyectos que, dado sus características particulares, cuentan con cobertura regional (Casa del
Cerro) y zonal (Raíces: Centro de acogida zona sur y norponiente).
5
Los proyectos emplazados en la zona norte fueron: Cosam en la comuna de Pudahuel, Hogar de Cristo en Cerro Navia y
PEC en Recoleta. En tanto, en comunas de la zona sur - oriente se implementaron: Dialoga en Lo Espejo, CEANIM en
Macul y Kuñul, en la comuna de Peñalolén.
12
Respecto de la unidad de atención o sujeto principal distinguido en los proyectos, en la mayoría de
ellos se identifica a la familia, no obstante, en aquellos dirigidos a adolescentes y jóvenes, se
rescata al propio adolescente o joven como sujeto o unidad de intervención principal (Dialoga,
Hogar de Cristo y PEC Recoleta).
En relación con el rango etario de los niños, niñas y jóvenes usuarios de los proyectos, éste es
amplio, abarcando desde la primera infancia hasta la juventud. De acuerdo al informe final del
componente 3 de este estudio, la media de ingreso de los niños y niñas a los proyectos es de 9,7
años, siendo este promedio menor al obtenido en la muestra de los proyectos de los centros de
SENAME, que determinó como promedio de la edad de ingreso de los niños, niñas y jóvenes, 12
años6.
El mismo informe destaca que, el 62% de los niños atendidos por los proyectos son hombres y en
cuanto al ámbito escolar se establece que los niños, niñas y adolescentes atendidos en promedio
tienen 1,9 años de rezago escolar7.
Dentro de las principales características de las familias usuarias de los proyectos, es posible
mencionar que, que el promedio de integrantes por grupo familiar alcanza 6,6 personas, mientras
el promedio de integrantes considerados en la intervención familia es de 3,3 personas (incluyendo
al niño, niña o adolescente). Respecto de la tipología de los grupos familiares, se destaca que un
28% corresponde a hogares biparentales nucleares, un 27% a grupos nucleares monoparentales, el
21% a extensos monoparentales; mientras un 12% es de tipo biparental extenso, distribuyéndose
el resto en conformaciones del tipo compuesto mono y biparental, sin núcleo y unipersonal.
Desde lo cualitativo, mediante el diálogo con los equipos se constata que muchos de los/as
adultos/as significativos, fueron niños/as vulnerados, con los cuales no se intervino a tiempo en la
restitución de sus derechos, como tampoco en la revinculación con su familia de origen. Así, como
sujeto, resulta ser un adulto/a que desconoce otras formas interacción, que no ha tenido la
posibilidad de problematizarlas ni repararlas y que, además, se encuentra sobre exigido/a por las
demandas institucionales o sobrepasado/a por sus condiciones de vida.
Respecto a la tipología de vulneraciones que se intenciona intervenir desde los proyectos, ésta
también resulta variada, siendo el eje común el que se ubican en niveles de mediana y alta
complejidad, abarcándose variadas manifestaciones de derechos que van desde negligencia hasta
explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes.
En cuanto a las estrategias de intervención, es posible señalar que la mayoría de los proyectos
considera los distintos niveles o entornos en que se desenvuelve el sujeto (Niños, niñas y familia)
como punto de partida o marco de referencia para delinear sus estrategias, advirtiéndose una
tendencia (no siempre declarada) de observar el fenómeno de la vulneración/reparación desde la
ecología del maltrato, promoviéndose una intervención que es indicada como integradora para
algunos o integral, para otros.
6
Informe final componente 3 (versión preliminar). Estudio, Evaluación y Sistematización de los Proyectos de Intervención
Focalizados en Familias con Niños, Niñas y Jóvenes Vulnerados en sus Derechos. Pp.17.
7
Op. Cit.
13
Finalmente, respecto de los conceptos claves posibles de identificar, tanto en los documentos
producidos por los proyectos como en el relato de los equipos, destacan palabras como: vínculo,
resignificación, protección, reparación, experiencias de vulneración, capacidades y habilidades
parentales, confianza, autonomía, exclusión/inclusión, entre otras.
Rango Unidad de
Proyecto
Víctimas de -Resiliencia
Centro de estudios y atención
del niño y la mujer – CEANIM.
familiar “Crecer en Familia”.
Centro de apoyo parental y
-Restitución del
vínculo
Regional,
Maltrato físico, -Acompañamiento NNA/familia
Corporación Casa del Cerro.
a través
emocional y/o terapéutico NNA en la
de
vinculación familiar
Víctimas de
Intervención psicosocial
14
NNAS con
Trabajo con Familia: Aportando
transgresoras y habilitador
mediana y alta complejidad psicosocial/psico-educativa
problemas con NNAS, re escolarización
-Conductas pro
Fundación Dialoga.
educacionales, -Intervención grupal uni/
entendidas sociales
multifamiliar
10-16 20 Comuna como -Coordinación y diálogo
NNAS expresiones de -Experiencias
años NNAS Lo Espejo con agencias locales
vulneraciones reparatorias
- Gestión interna del
derechos de pisco-afectivas
proyecto: registro,
mediana- alta monitoreo y evaluación
complejidad - Vínculo como
continua.
herramienta de
intervención
NNAS en
Resignificando vínculos familiares con niños/as y adolescentes en
situación de
calle como
vulneración
situación de calle en la comuna de Cerro Navia
principal,
vulneraciones -Nivel comunitario: -Relaciones
asociadas: validación territorial y protectoras
Fundación Hogar de Cristo.
NNA víctimas
protector para niños, niñas y jóvenes que han sido
sus NNA.
La Granja, familiar de Diagnóstico y
manifestaciones -vínculos
El Bosque Acompañamiento Familiar
colaborativos y
ONG Raíces
y San . en profundidad.
No Se considera cohesionados.
40 Bernardo. -Nivel Grupal: Estrategia
definido Familia también los -Acompaña-
familias Zona Grupal Taller de Familia y
NNA que son miento Familiar.
Poniente: Jornadas Vinculares.
parte del -Tutores/as
Comuna -Nivel Comunitario:
sistema -Perfiles
de Renca, Estrategia comunitaria y de
familiar, comprensivos y
Cerro red.
quienes se descriptivos de las
Navia, Lo
toman como familias de los
Prado y
testigos de NNA víctimas de
Pudahuel.
vivencias de ESC.
vulneración.
15
-Nivel comunitario:
consolidación de alianzas
estratégicas con garantes
de derecho a nivel
territorial.
Programa de intervención familiar Kuñul
Búsqueda, acercamiento y
vinculación con familia -Competencias
I. Municipalidad de Peñalolén.
-Nivel comunitario:
Sector NNJS con
Articulación con redes
norte de presencia
jóvenes vulnerados en sus derechos”
institucionales,
la capital: prolongada o
reforzamiento de redes -Vínculo de
Corporación Achnu-Prodeni.
Comunas habitabilidad en
sociales confianza.
Recoleta, calle.
Conchalí, Vulneraciones
-Nivel grupal: Encuentros - Resignificar la
Independ asociadas:
intra e intergeneracionales, trayectoria de
encia, consumo
7-18 50 encuentros familiares vida
Huechura NNJ problemático
años familias recreativos.
ba, de drogas,
-Psicología
Quilicura conductas
-Nivel Familiar: Vistas positiva
y, infractoras,
domiciliares, entrevistas
especialm peores formas
familiares -Encuentros
ente, del de trabajo
familiares
sector La infantil, ESCI,
-Nivel individual:
Chimba deserción/exclu
Entrevistas con el NNJ
(Recoleta) sión escolar
Re- escolarización, Talleres.
16
III) PRINCIPALES HALLAZGOS: ANALISIS CRÍTICO DE LAS EXPERIENCIAS
El presente apartado rescata los principales hallazgos del proceso de sistematización de las
experiencias que conformaron el Programa familia de la Fundación San Carlos del Maipo. Los
resultados que aquí se levantan, devienen de un ejercicio de objetivación progresiva de la
información producida por los actores del proceso (documentación escrita, participación en
jornadas de trabajo, grupos focales y de discusión, entrevistas en profundidad para el caso de los
usuarios/as y reuniones de trabajo con el equipo técnico de la Fundación) que fue analizada y
ordenada por el equipo sistematizador, mediante la elaboración de informes intermedios que
posibilitaron arribar a los resultados conforme a tópicos que, en conjunto, contribuyen a delinear
aportaciones para un modelo de intervención familiar con niños, niñas y adolescentes con
vulneración de derechos de mediana y alta complejidad.
En este acápite nos referiremos a principios/valores como también a aquellos enfoques teóricos
que se encuentran a la base de la intervención resultando ambos interdependientes, por cuanto,
dan cuenta de la manera particular acerca de cómo se piensa, siente y actúa la acción profesional,
al tiempo que permiten generar reflexiones, convicciones y conocimientos en torno al fenómeno
de la vulneración de derechos de mediana a alta complejidad y la intervención familiar.
Respecto a los principios que sustentaron la intervención promovida por los equipos destacan
ciertas indicaciones recurrentes a los ocho proyectos. Algunos de éstos principios están basados
en consideraciones de tipo valóricas, universalmente sancionados y se encuentran integrados en
declaraciones internacionales (tratados, pactos, convenios y convenciones) así como en el derecho
interno de los países, destacando en ese sentido la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y Convención de los derechos del niño, entre otros.
Por otra parte, se debe señalar que conforme a la lógica inductiva de la sistematización, los
principios que aquí se levantan, responden a la revisión de experiencias concretas de los equipos y
en consecuencia, se reflejan partir de la identificación de ciertos criterios orientadores de la
intervención que, desde práctica están reflejando desde dónde (a nivel valórico y normativo) estos
interventores en particular fundamentan sus acciones en la intervención, tal como se grafica en el
siguiente esquema:
17
Figura Nro. 1- Principios que orientan la intervención. (Elaboración propia).
Desde una mirada operativa, este principio se materializa en criterios de intervención como la
necesidad de aproximación a los sujetos (niños, niñas y/o adolescentes y familias) desde el nivel
de intervención familiar, es decir, se adscribe a una estrategia familiar como dispositivo válido
para restituir derechos vulnerados a nivel individual como familiar, evitando con ello la
fragmentación en la asistencia/intervención actual.
Por otra parte, este principio se considera atendiendo al interés que las familias y los propios
niños/as y adolescentes observan respecto de trabajar con sus familias y/o adultos/as
significativos. Más allá de aspirar a un ideal de familia, lo que de aquí se colige es que existe un
interés genuino en los sujetos por recuperar/reparar sus lazos, deseo que es legitimado a través
de la intervención.
A luz de este principio, hace sentido Berger, M. (1992, citado en Barudy, J. 2001) cuando nos
sugiere que un desafío de la intervención es darle siempre a la parentalidad biológica el lugar
simbólico que tiene que tener, pero no sacrificar a los niños en aras de ésta.
Desde el punto de vista de las familias, también se considera su interés y voluntad de cambio
como sus deseos de permanecer juntos, más allá de las situaciones que pudieron originar su
ingreso al proyecto. Lo que aquí opera, es poner en contexto la historia de vulneración, apostar
por su elaboración y reparación, sin lapidar a las familias, legitimando con ello la posibilidad de su
(re)habilitación/reparación por una parte y, por otra, estableciendo límites a conforme a la
evolución de los casos, guiados por el interés superior del niño/a.
Desde otro ángulo, la intervención basada en este principio, importa en la práctica el ajuste de las
estrategias de intervención conforme a contenidos y metodologías que respondan a las
necesidades, capacidades e intereses de los sujetos, por sobre los intereses del interventor.
18
En síntesis, se requiere de una intervención reflexiva y flexible, que incorpore los intereses de los
distintos actores, promoviendo mínimos consensos que permitan generar sentidos compartidos,
lo que es visto como un elemento clave para otorgar sustentabilidad a los cambios que promueve
la intervención.
En algunos proyectos, se concluye que ciertos sistemas familiares -por su nivel de daño y
complejidad- requieren de instancias de acompañamiento y atención más directivas que las
utilizadas normalmente, especialmente, cuando se ha generado evidencia que la intervención no
está dando los resultados esperados, existiendo riesgo de mantener y/o cronificar la situación de
vulneración de derechos hacia el niño o niña.
Para la mayoría de los equipos tomar decisiones en esta línea no resulta trivial, por cuanto, implica
tensionar el vínculo (horizontal) que se ha intentado establecer con los usuarios/as mediante el
proceso al introducir al sistema jurídico como una actor más en la intervención, lo cual implica un
cambio de código en la relación con los sujetos (desde la voluntariedad y autonomía en las
decisiones a lo proteccional-normativo) poniendo en entre dicho, en ocasiones, el principio de
autonomía personal, promovido en las intervenciones.
En definitiva, y frente a situaciones particulares que revisten posibles efectos nocivos para el
desarrollo e integridad de niños, niñas u otros involucrados en la situación de vulneración, los
equipos actúan conforme a los principios de interés superior del niño y de menor daño,
ponderando alternativas y riesgos presentes en la situación puntual, con las obligaciones que les
compete como agentes sociales comprometidos con la niñez y la garantía de sus derechos8.
8
En este sentido, debemos considerar que del total de niños, niñas y adolescentes atendidos por los proyectos, el 51%
tenía una medida de protección anterior a su ingreso al proyecto lo que fue considerado como un factor de riesgo, no
obstante, una vez que se tuvieron los resultados llama la atención que la presencia de éstas medidas, mejoren la
dimensión de desarrollo de competencias parentales lo que, tentativamente, podría obedecer a que intervención de los
tribunales puede movilizar a la familia en el despliegue de ciertos recursos y habilidades que impidan que éste sea
alejado del grupo familiar. Este movimiento puede ser considerado como una “oportunidad” en la intervención, toda vez
19
Esta labor implica, en una primera instancia, informar contingentemente acerca de la medida,
explicar sus alcances y limitaciones, como también promover la reflexión al respecto, con miras a
trabajar la responsabilización y autonomía en la toma de decisiones respecto de sus hijos e hijas o,
en el caso de los niñas, niñas y/o adolescentes de sus propias conductas, cuando procede.
Se reconoce el principio de autonomía progresiva del niño en el ejercicio de sus derechos, tal
como lo establece en su artículo nro. 5 de la CIDN. Este principio es asumido como rector en la
intervención que promueven los equipos, por lo cual se identifica en varios criterios de
intervención que a lo largo del proceso aspiran a su resguardo, otorgando una impronta al trabajo.
Por otro lado, se observa también que, la opción por intervenir desde la autonomía y libertad de
las personas y la autonomía progresiva en el caso de los/as niños/as, incrementa posibilidades
que dicho mandato pueda entrar en colusión con otros principios o derechos, sobre todo, al
enfrentarse a contextos de alta vulnerabilidad.
Este principio responde o se levanta como fruto de la constatación de la importancia que reviste
en la intervención el revisar, integrar y respetar las historias vitales (tanto personales, familiares
como sociales) de los sujetos, especialmente, cuando el objetivo es la restitución de derechos
vulnerados.
que se resignifique la experiencia de judicialización y se “irrite” al sistema en pos de la protección de niños, niñas y
adolescentes.
20
Aplicada a los principios, esta idea conecta con el principio de preservación de identidad y
encuentra correlato en -al menos- con dos artículos contenidos en la CIDN, así como con la
obligación de los Estados de respetar y fomentar el desarrollo de la identidad de niños y niñas, de
sus historias y pertenencias, incluso, cuando se los asiste por medidas de protección.
Una expresión que ejemplifica lo anterior se da, por ejemplo, en casos en que los son niños/as
separados de sus familias por medidas judiciales (institucionalización), observándose ciertas
prácticas trasgresoras propiciadas desde y por el Estado que contravienen este principio.
Para los equipos la intervención con foco en la familia constituye por sí misma, una posibilidad real
y concreta de trabajar la historia y pertenencia como dimensiones propias de la identidad
individual y colectiva de los sujetos con los cuales desarrollan su trabajo.
Por último, debemos rescatar que estos principios, se reflejan en valores y prácticas concretas,
entre las cuales destacamos:
Sin embargo, para todos los casos, se releva el paradigma de los Derechos Humanos, al cual
implícita o explícitamente los proyectos en su mayoría adscriben. La adscripción a este paradigma
es desde una postura crítica de su aplicación pues, pese a reconocer que éste se constituye como
un marco validado internacionalmente, se percibe que en nuestra realidad nacional muchas veces
el mismo Estado es sindicado como un agente trasgresor de derechos (incluso desde la legitimidad
que le entrega su rol. En este sentido, los proyectos aspiran a garantizar los derechos de los
adultos/as en su calidad de madres, padres o abuelos/as acoplando estos derechos a los derechos
de los niños, niñas y adolescentes que atienden.
La perspectiva teórica desde la que se sitúan los distintos proyectos, en relación con la
intervención familiar, sigue la ruta de la mayoría de los proyectos que intervienen fenómenos de
vulneración de derechos, salvo excepciones como el proyecto Casa del Cerro. En este contexto y
reconociendo la multiplicidad de modelos explicativos desde los cuales es posible comprender y
abordar la vulneración de derechos en niños, niñas y adolescentes, hemos rescatado aquellos que
con mayor recurrencia se señalan por los distintos equipos, tal como se aprecia en la figura
siguiente.
21
Figura Nº2: Principales enfoques teóricos-conceptuales que orientan la intervención (Elaboración propia).
Enfoque sistémico.
Destaca el énfasis que toma el enfoque sistémico, desde el cual se ha abordado el fenómeno de la
violencia en contextos intrafamiliares. Es indicado por los equipos como una facilitador en la
convergencia de diversas disciplinas -en cuanto generador de un lenguaje común- para la
comprensión e intervención de diversos fenómenos desde la interdisciplinariedad. También se
subraya la eficiencia y eficacia que entrega el enfoque respecto la concepción integral de otro, en
este caso de la familia.
Esta lógica en la observación, obliga a integrar en la mirada y/o en la atención a diversos miembros
del sistema familiar, evitando situaciones alienantes tales como la atención individual de diversos
miembros del grupo familiar (sin conexión) que forman parte de un mismo grupo o de una misma
problemática y que, de haber contado con esa información, la intervención podría haberse
focalizado, por ejemplo, hacia una intervención familiar tornando mucho más efectiva la atención.
Modelo ecológico.
El modelo ecológico o perspectiva ecosistémica, derivada del enfoque sistémico y desarrollada por
Bronfenbrenner (1987) tiene por objetivo fortalecer la capacidad adaptativa del sujeto respecto de
los diversos entornos de los cuales participa o que se encuentran disponibles, así como del
desempeño de los diversos roles que ejecuta.
El ajuste entre las necesidades de los sujetos y las propiedades medioambientales, constituye el
factor determinante para el funcionamiento social, concentrando ahí el espacio dónde se sitúa o
22
se potencia la intervención desplegada. No corresponde exclusivamente a los sujetos desplegar
dicha capacidad adaptativa, sino que la relevancia está en la transacción que se produce entre
sujeto-entorno, intercambio en el cual es posible situar el proceso de adaptación anhelado.
En este enfoque la realidad social, familiar y la cultura pueden entenderse organizadas como un
todo articulado, como un sistema compuesto por diferentes subsistemas que se articulan entre sí
de manera dinámica, recíproca y permanente.
En este sentido, la mayoría de los proyectos toman la lógica de los “niveles” o “capas” que
constituyen subsistemas en interacción, organizando a partir de esta diferenciación/integración
sus estrategias de intervención, en el entendido que la vulneración de derechos, así como su
reparación y restitución son fenómenos que se juegan en distintos los niveles y donde el sistema
familiar es parte de un todo organizado que continuamente es impactado por sus entornos. De
este modo, las acciones de intervención se organizan en los niveles: individual, familiar,
comunitario-institucional, y en menor medida aspiran a impactar en el sistema de creencias y
cultura.
Modelo psicoeducativo.
Junto con lo anterior, tanto el enfoque sistémico como su concreción en el modelo ecológico ha
sido aplicado en diversos proyectos en complemento al modelo psicoeducativo. La
psicoeducación, comprende saberes que emanan de la biología, sociología, educación y psicología
sobre el desarrollo humano y su vinculación al entorno conforme diversas etapas de la vida y
también respecto las contingencias. Integra también la lógica de sistemas (especialmente del
familiar y su repercusión en los diversos estadios), observaciones que complementa con teorías
conductuales y psicodinámicas y, a su vez, sistémicas y ecológicas, con las que los proyectos
actúan con una amplitud de miradas en la ejecución.
Dicho modelo resulta coherente en lo operativo a los paradigmas que sostienen los proyectos,
especialmente con la perspectiva de Derechos Humanos y su relevancia en la sociedad
contemporánea.
Realizamos este apartado para resaltar la distinción y el aporte que propone a nivel teórico-
práctico la experiencia de Casa del Cerro, de acuerdo a sus planteamientos expresan la
intencionalidad de dar un lugar al sujeto, con rescatar su historia, tiene que ver con permitir que la
familia ponga la temática de la cual quiere hablar, es decir, la “escucha psicoanalítica”.
Complementariamente, mantener un sostén del trabajo que hacen los acompañantes también de
manera analítica, con la supervisión, con la producción, con los análisis de cada uno.
23
3.2 Aproximaciones Conceptuales.
3.2. 1 Familia(s).
Cabe señalar que no existe una definición explicita del concepto de familia en los proyectos como
tampoco en las bases técnicas que orientan su formulación, situación que coincide con los
hallazgos del componente dos de esta investigación, en cuanto a la ausencia de una definición de
familia en la mayoría de los proyectos impulsados a través de organismos colaboradores, como
tampoco en las bases técnicas que orientan el diseño de estos desde SENAME9.
No obstante lo anterior, para el caso de estos proyectos las discusiones en relación con las
nociones de familia se originan en el proceso de formulación del proyecto y se mantienen durante
toda su ejecución, siendo tensionadas por la realidad que a cada proyecto le corresponde
enfrentar. Se instala la pregunta acerca de cómo se entenderá la familia en el contexto de
vulneraciones de derechos infanto-juveniles de alta complejidad, provocando un proceso de
reflexión centrado en el tipo de intervención que se realizará con las familias. En otras palabras, la
pregunta por el tipo de intervención a realizar se confronta y correlaciona con las configuraciones
posibles de las nociones de familia.
En este sentido, una reflexión importante relacionada con la noción de familia y los enfoques de
intervención, tiene que ver con la observación crítica hacia la tendencia inhabilitadora de las
capacidades y recursos de las familias, propia de los modelos tradicionales de intervención,
cuestión que tensionó a la mayoría de los proyectos, optando por posiciones que se desmarcan de
las prácticas que operan desde la carencia, déficit de recursos o disfuncionalidad de los sistemas
familiares.
Si bien, el estado del arte indica que la familia es un sistema social caracterizado por la diversidad,
en la práctica, la comprensión de la complejidad que reviste esta pluralidad -en las formas de
hacer familia- representó un desafío transversal para los proyectos a la hora de operar con otros
sistemas formales como el jurídico/social que mantienen visiones tradicionales respecto de la
estructura de las familias, sus funciones y roles, en un plano más bien ideal.
En la intervención con familias signadas como complejas, los discursos de los equipos consensuan
la percepción que los modelos implementados y ejecutados desde el aparato público -a través de
los lineamientos SENAME- son insuficientes para intervenir reparatoriamente y con un estándar de
calidad óptimo como garante de derechos con familias altamente vulneradas. En este sentido, se
observa que el actual sistema de protección a la infancia y niñez resulta un tanto paradójico a sus
fines, por cuanto, profundiza la fractura del vínculo entre niños, niñas y adolescentes vulnerados
en sus derechos y sus familias.
9
Informe final componente 2. Estudio, Evaluación y Sistematización de los Proyectos de Intervención Focalizados en
Familias con Niños, Niñas y Jóvenes Vulnerados en sus Derechos. Pp.124.
24
Desde esta lectura, se aprecia un explícito propósito por diferenciarse del modelo tradicional,
personificado en SENAME, para desde allí establecerse como una oferta alternativa y reparadora
de las carencias y debilidades que, algunos de los profesionales como ex operadores de esas
políticas, han observado. El “proyecto” representa, entonces, la posibilidad de reivindicar la
intervención para y con sistemas familiares que permanecen en la opacidad y que requieren de
intervenciones especializadas.
En este camino reflexivo, la noción de familia que es posible construir, se corresponde con familias
vulneradas en tanto, desde su indicación como grupos vulnerables son incluidas en los sistemas de
protección más bien desde la óptica de la supervisión y control que desde la efectiva reparación de
su vulnerabilidad.
En este juego crítico, se establece como un paso inicial y gravitante- según lo analizado de los
discursos de los equipos- el reto o desafío epistemológico para deconstruir la imagen de familia
ideal, cuya acepción homogeniza sus características. Conlleva una aceptación a la diversidad
familiar en cuanto a su estructura y conformación, admitiendo lazos potenciables más allá de lo
biológico.
Bajo esta óptica, surge una imagen de la familia como “valor”, esta cuantía de las familias es
puesta justamente en las relaciones-vínculos que se establecen entre quienes conforman estos
grupos y en el significado que para cada uno/a de ellos cobra la relación.
La mirada de familia desde los recursos, exige para los equipos problematizar estas lecturas
tradicionales y aventurarse en la búsqueda de referentes que permitan potenciar el material que
cada familia trae consigo para aportar a la intervención.
3.2. 2 Vínculo(s).
El concepto de vínculo resulta central para los proyectos, ya que éstos se formulan bajo la
hipótesis de que las intervenciones que promueven el fortalecimiento de los vínculos familiares,
favorecen la restitución de derechos de los niños, niñas y adolescentes.
25
En este contexto, para los equipos el vínculo es visibilizado, en primera instancia, como un recurso
técnico en tanto modelador de un tipo de relación humana basada en el respeto, el diálogo y la
interacción constructiva. De esta manera, “vínculo” es referido al menos en tres dimensiones de
análisis crítico en las reflexiones sobre las prácticas de trabajo; la primera orientada a los vínculos
en las familias como unidad de intervención; otra a los modos y cualidades atribuidas a las
relaciones entre equipos- profesionales y los miembros de las familias y, por último, se establece
que estos vínculos (entre las familias como también entre los sujetos e interventores) se dan en un
contexto o entorno que los permea y con el cual se establecen conexiones de diverso tipo que
vinculan a los sujetos a una red de relaciones que, en el contexto de la intervención, se tornan
claves para sostener los cambios que producto del proceso se pretenden instalar.
Entre los principales postulados, nos encontramos con afirmaciones sobre la relación equipo-
familia, la que se establece sobre una base de respeto y aceptación respecto de lo que se espera
del niño, niña o joven, para desde allí integrar adultos/as, quienes cumplen con la disposición -
en este entrelazar expectativas- de construir un vínculo de trabajo con miras a la restitución de
derechos.
Desde la intervención se observa y reconoce un quiebre o deterioro en los vínculos familiares, así
como también el hecho de que las vulneraciones de derechos se inscriben como un fenómeno que
afecta a las familias transgeneracionalmente (como si fuese un circuito normativo). Tales
constataciones entregan a los interventores un contexto desde el cual comprender la situación del
niño/a índice y visualizar la necesidad de reparar los vínculos desde lo familiar.
Resaltan como un factor para fortalecer el vínculo y generar adherencia al programa con las
familias o los adultos participantes, el reconocimiento del poder en lo relativo a la participación y
decisión de las estrategias de intervención, con conocimiento activo del niño/a o adolescente. En
este sentido, resultan claves las visitas domiciliarias sistemáticas, la permanencia de los
profesionales en los casos, la unicidad y coherencia del equipo y la transparencia de los alcances
de la intervención.
Desde otro ángulo, la adherencia debe ser mutua, es decir, el equipo también debe ser capaz de
adherir a sus usuarios, pese a la diversidad e inestabilidad de la familia o el adulto significativo del
26
cual ya hemos hablado en apartado sobre problemas relacionales-vinculares. Este esfuerzo implica
respetar los tiempos y ritmos de las familias frente a los cambios propuestos, estimular la
participación activa de los sujetos en la toma de decisiones y estar abiertos a probar estrategias
nuevas como, por ejemplo, cambios de setting.
Ingredientes esenciales para el establecimiento de un vínculo con el/la profesional, prescriben una
relación que se da dentro de un marco ético de confidencialidad que da paso a la historización y
resignificación, y promueve la toma de conciencia para decidir sobre una base de voluntariedad en
la participación. Estas son semánticas opuestas-manifestación de la tensión- a las que emergen de
otros agentes partícipes del sistema proteccional.
En otro nivel destacan como supuesto base de la intervención, la mirada de la sociedad moderna
como fragmentada, proceso que habría contribuido progresivamente a la fisura de los vínculos
entre los sujetos con los sistemas sociales, derivando en procesos de exclusión profundos y
observables, sobretodo, en aquellos sectores más desventajados de la sociedad. El individualismo,
competitividad, desconfianza y otras expresiones de una sociedad de consumo, manifestarían sus
efectos en los distintos subsistemas y evidentemente en el familiar, que ha resentido fuertemente
los quiebres debilitándose en sus capacidades y habilidades para preservar los vínculos primarios
lo que de alguna manera influye en el cumplimento de sus funciones protectoras. Por tanto, el
quehacer se funda en el rescate y recuperación de los potenciales afectivos de los sujetos.
En síntesis, se puede afirmar que las referencias al vínculo nos muestran ciertas dimensiones que
son integradas en los procesos familiares de intervención, donde se implican bidireccionalmente y
con mutua afectación los sujetos (niño/familia) - interventor /a (equipo); relaciones familiares y a
nivel de la conexión de los sujetos con comunidad (territorio) y las instituciones.
Para construir estas rutas de cambio, se trabaja desde lo vincular modelando en la intervención, o
mediante ella, ciertos atributos observados en vínculos bien tratantes como: “cercanía”,
“estabilidad”, “confianza” y “respeto por el otro”. Esta propuesta no es sostenida en una lógica
unidireccional, es decir, no implica comprender la estabilidad como ausencia de movimiento
puesto que ésta se constituye en el conflicto y la contradicción de aspirar a un cambio en la
relación. Así, el vínculo es dinámico, toma movimiento en los procesos que se vayan generando
entre sujetos e interventores.
Tomando en cuenta los aspectos antes señalados podemos señalar que el vínculo, en el contexto
de la intervención promovida por estos equipos, se dibuja como una herramienta clave para la
intervención familiar con niños, niñas o adolescentes que han sufrido experiencias de vulneración
de derechos de mediana y alta complejidad. Considerar el vínculo como herramienta de
intervención implica, en la práctica, contribuir a reestablecer el quiebre que las experiencias de
vulneración de derechos puedan haber provocado en las relaciones entre los miembros de la
familia y entre éstos y su entorno a través de una intervención, que más allá de las estrategias
27
metodológicas específicas, apueste por la posibilidad de activar los recursos de los sujetos en post
de la reparación y restitución de sus derechos.
En este sentido, no sería posible enfocar la intervención hacia factores o variables que parecen
condicionantes de los malos tratos a la niñez, pues muchos de los signos y/o síntomas son
consecuencias de otras variables o condicionantes del mismo fenómeno y, en ese sentido, se
indica que esta manifestación posee una base compleja.
La enunciación antes señalada, refleja las disquisiciones por las cuales transitarán las
proposiciones reflexivas en relación a la vulneración de derechos, en primer lugar, por su carácter
complejo donde no se puede reducir su comprensión de modo unidireccional en figuraciones de
causa-efecto y en lógica casuística, donde se identifica a los responsables directos de la
vulneración.
Se suma complejidad, cuando las redes o instituciones (al menos respecto de niños y niñas
vulnerados en sus derechos) son caracterizadas por los proyectos, como ineficientes en lo que
detección refiere e insuficientes, para sostener el nivel de complejidad que enfrentan niños, niñas
10
En este sentido y tomando la mirada compleja del fenómeno de vulneración de derechos, hace sentido Morín (citado
en Labourdette, 2002) quien describe tres principios fundamentales para pensar la complejidad:
• El dialógico. Este principio asocia dos términos que son, a la vez, complementarios y antagónicos;
• El de recursividad organizada. Es el proceso de "remolino" que se produce y reproduce en cada momento. Se es
productor y producto, simultáneamente. El ejemplo paradigmático es la sociedad y el individuo. Cada uno hace al otro y
es producido por el otro;
• El hologramático. Este principio se refiere a que no sólo la parte está en el todo sino que, también, el todo está en la
parte. Así se pretende superar tanto el reduccionismo que sólo atiende a la parte, como el holismo que se fija
únicamente en el todo.
28
y jóvenes en determinados territorios, ante problemáticas tales como maltrato físico, emocional
y/o sexual, abandono físico y/o emocional.
Se quiere dejar establecido, entonces, que para los equipos la intervención familiar se sienta
sobre observaciones críticas respecto de la realidad social, política y económica que cruza las
realidades de las familias a las cuales van dirigidas sus intervenciones y no meramente a las
estrategias y/o técnicas que son implementadas para promover el logro de sus objetivos. Así, la
apuesta, en la mayoría de los casos, se propone una articulación de estrategias y técnicas que den
coherencia interna al “ser” y “hacer” y que encuentran sentido en las conexiones que establecen
con los principios y supuestos que orientan en la intervención, como veremos a continuación.
Una primera aproximación nos indica que a pesar que se adscribe al paradigma de derechos
humanos y, con ello a la Convención Internacional por los Derechos del Niño, los equipos en
general se muestran críticos ante la aplicación de sus postulados, por cuanto perciben
contradicciones históricas que tensionan su validez en el terreno práctico. Ello ha llevado a los
interventores a revisar desde dónde resulta posible actuar en coherencia con estos mandatos,
otorgando, como se ha mencionado, principal relevancia en la intervención, a la autonomía de los
sujetos /progresiva para los niños/as y plena para las familias/adultos y adultas); la relación entre
los derechos de niños, niñas y adolescentes y sus padres, preservando la importancia de los roles y
el estatus asignados a éstos y por último, también advirtiendo que la distribución equitativa de
funciones atribuidas a géneros en el contexto de la intervención, contribuye a un accionar que
posibilita poner en el centro los derechos de los sujetos.
Así mismo, se observa también que la opción por intervenir desde la autonomía y libertad de las
personas y la autonomía progresiva en el caso de los niños/as importa posibilidades de que dicho
mandato pueda entrar en colusión con otros principios o derechos, sobre todo, al enfrentarse a
29
contextos de alta vulnerabilidad. En este sentido, las contradicciones que emanan en el quehacer
son reintroducidas en la intervención como parte constitutiva de la misma.
Por otra parte, considerando que las intervenciones se desarrollan en contextos altamente
vulnerables/vulnerados, no resulta trivial el cómo los equipos entiendan la pobreza pues existe
consenso acerca de su importancia en cuanto a las explicaciones que se dan a problemas que
enfrentan las sociedades contemporáneas, como también respecto de sus fenómenos asociados:
la desigualdad y la exclusión. Como se mencionaba antes, comprensiones acerca de estos
fenómenos son relevantes por cuanto importan asumir miradas éticas y políticas que otorgaran
sentido a la intervención.
Operativamente, los principios que orientadores son criterios de intervención que dan sustento
a la necesidad de aproximación a los sujetos [niños/as y familias] desde una dimensión familiar, es
decir, se adscribe aquí a la dimensión familiar como dispositivo válido para restituir derechos
vulnerados, evitando con ello la fragmentación en la asistencia/intervención. En este sentido, se
hace necesario ajustar la estrategia a las características de la familia y el niño/a o adolescente, de
acuerdo a sus condiciones, historia, grado de complejidad, presencia de adultos responsables y
significativos, capacidad de aprendizaje y recursos existentes.
En este contexto, la intervención debe ser reflexiva con miras a generar procesos que colaboren
en construir significados, creencias que promuevan relaciones bientratantes en las familias
usuarias, reconociendo las vulneraciones del pasado como parte de la biografía familiar,
resituándolas en un contexto histórico particular.
Desde estos supuestos, las herramientas metodológicas para propiciar la reflexión, dependerán
del marco teórico que oriente la intervención pero, cualquiera sea este debe evitar imponer las
nuevas prácticas de relación, como también juicios de valor respecto de la situación de la familia.
Tomando en consideración los aspectos anteriormente descritos, se estable que una intervención
de este tipo, debería atender a los siguientes elementos:
Foco en el vínculo.
30
permanente en la interacción entre profesionales y usuarios, dado que proporciona evidencia para
los sujetos desde la experimentación de otro tipo de vínculo, basado en el buen trato.
Foco en la historia.
Como se ha señalado antes gran parte del trabajo de reflexión implica contextualizar las prácticas
actuales en una historia familiar de varias generaciones, en la cuales se ha podido observar
variadas vulneraciones y consecuentemente daño vincular que en muchos casos se observa en la
dinámica actual. Por ello, resulta fundamental propiciar el ejercicio de historizar, tanto a nivel
individual con los adultos y niños/as o adolescentes como a nivel familiar de manera de integrar en
el proceso de reparación de las vulneraciones vividas en el continuo familiar, apoyando un tránsito
reflexivo desde la culpa a la responsabilidad de los adultos/as frente al cuidado y protección de sus
niños, niñas o adolescentes.
Intervenir con la familia desde este foco implica incorporar el componente transgeneracional de la
violencia y las vulneraciones de derechos como parte de un marco de referencia que ofrece la
posibilidad comprender las problemáticas observadas en las familias (minimización /naturalización
de la vulneración, adultización de los niños, niñas o adolescentes, intermitencia de las figuras
adultas, entre otras.) en un contexto que integra las vivencias y experiencias de los adultos/as.
El foco en los recursos y potencialidades de los sujetos, contribuye a mantener los cambios a nivel
relacional que han sido trabajados mediante la intervención y deriva en una lógica que refuerza la
responsabilidad y compromiso de los sujetos frente a los cambios, lo que prospecta el desarrollo
de la autonomía de los sujetos.
Con miras al cierre del proceso, se perfilan acciones focalizadas a que familia adquiera autonomía,
es decir, que los cambios en las relaciones sean sustentables y permanezcan en el tiempo, con
independencia de la presencia/ausencia de los proyectos. Se intenciona el empoderamiento de la
familia, respecto de sus propios procesos de cambio y de la resolución de situaciones que podrían
mejorar la calidad del vínculo entre sus miembros y con ello su calidad de vida. Se advierte en este
sentido, una profunda conciencia de la permanencia temporal del interventor en la cotidianidad
de las familias, debiendo incluso reflexionar acerca determinadas acciones que pudieran, sin
intención, generar niveles de dependencia que pongan en riesgo la solidez de los resultados.
31
Acompañamiento, como estrategia de intervención.
Dimensiones en la intervención.
a) Socio-comunitaria.
Orientada a vincular a la familia con redes de apoyo formales y comunitarias. Suplas one que
apuestas y retos plasmados en los proyectos no sólo se ubican en la intervención familiar,
específicamente entre el niño, niña, adolescente o joven y el adulto/a, sino que incorpora otros
interventores, aproximándose a las redes y organizaciones, estableciendo relaciones- vínculos
colaborativos que, desde esta mirada contribuyan a la creación de vínculos habilitadores.
Esta dimensión implica situar la intervención en el contexto comunitario y barrial de las familias,
partiendo de una evaluación que realizan las familias de la efectividad de las mismas (en la
satisfacción de ciertas necesidades de los adolescentes y las familias) hasta la asociación
estratégica de los proyectos con algunas de ellas, con la finalidad de potenciar y maximizar
recursos disponibles en pro de las necesidades de los sujetos.
32
en intervención directa con los usuarios/as. Como base de este tipo de relación, se propone el
diálogo colaborativo en función del sujeto/ caso, por sobre la filiación o dependencia institucional.
Otro aspecto destacable en este sentido, se da en aquellos proyectos que consideran el trabajo en
redes desde una mirada de integración social de los sujetos, especialmente de los adolescentes y
jóvenes lo que puede desarrollarse mediante diversas estrategias como, por ejemplo, la
participación en grupos de referencia (grupos de escolarización), el desarrollo de iniciativas de su
interés mediante la autogestión, entre otras.
b) Psicoeducativa: Acompañamiento.
Ya sea con el niño, niña o adolescente o con los adultos/as, apunta a reparar y fortalecer los
vínculos intrafamiliares mediante estrategias de acompañamiento al niño y/o su familia con
énfasis en modelamiento de prácticas alternativas basadas en el buen trato que aportan
significativamente a la reparación del vínculo entre los sujetos y su entorno. Se da en distintos
ámbito familiar, escolar y social.
c) Intervención familiar.
En la base de esta intervención, está el trabajar con los recursos de las familias por sobre sus
carencias o dificultades. La intervención familiar proyecta a la instalación del cambio y a la
creación de nuevas posibilidades en la relación, atendiendo a una lógica de reparación que a
posteriori pueda redundar en la restitución de los derechos vulnerados.
Supone una lógica que parte promoviendo cambios a nivel conductual tanto, en los niños, niñas o
adolescentes como en los adultos/as, lo que colabora en el restableciendo el vínculo,
promoviendo en el adulto/a el despliegue y activación de fortalezas familiares.
d) Trabajo grupal.
Establecido como un lugar privilegiado para fortalecer y crear nuevos vínculos entre los sujetos
que forman parte del proyecto o “centro” sea entre los niños, niñas o adolescentes y/ o entre los
adultos/as. Aquí se levanta metodología de intervención que complementa el acompañamiento e
intervención familiar con el nivel colectivo, relevando la importancia de los procesos grupales en la
toma de conciencia de las problemáticas comunes y sociales, constituyéndose en una posibilidad
de retroalimentar sus procesos familiares a partir de la experiencia de otras familias, que también
se fortalecen y nutren en la interacción.
33
3.2.5 Aprendizajes y Desafíos.
Desde el paradigma de los Derechos Humanos y el deber de protección del Estado que, en el
caso de la niñez y adolescencia, se traduce en los principios planteados en la Convención de los
Derechos del niño, expresado en su proceso operativo a través del enfoque de derechos, plantea
principios y derechos fundamentales de los niños, niñas y adolescentes y define garantes que
velen por generar condiciones para su ejercicio pleno. Dichas condiciones se materializan en
normas, políticas, planes, programas y proyectos destinados precisamente a garantizar estos
derechos.
Será en estas últimas fases o pasos de operacionalización de los derechos, en su encuentro directo
con la intervención con el sujeto vulnerado, donde se produce el juego contradictorio, entre
postulados y prácticas concretas. Que emerge en las construcciones discursivas de los equipos
como un conflicto con cierta permanencia con los mandatos institucionales, que se configuran en
las condicionantes dadas en los tiempos y resultados esperados de la intervención. Sin embargo,
estas zonas de conflictos no son paralizantes para los despliegues creativos de resignificación y
reorientación de las prácticas conducentes a la restitución de derechos como intencionalidad y
horizontes de transformación.
Así cuando se llega al momento del encuentro, se dirigen los esfuerzos hacia los vínculos, que
como se pudo observar, son el recurso movilizador y articulador de sentidos de la intervención
misma. El vínculo se constituye en la bisagra que permite consistencia y coherencia con los
postulados y principios de referencias y la propia composición escénica de la intervención, sea en
el ámbito domiciliario, las redes u otros espacios de encuentros y de relaciones entre las distintas
narrativas y biografías que se encuentran en este escenario.
En este sentido, acogiendo los planteamientos vertidos, uno de los principales desafíos, sería la
generación de condiciones transversales y continuas donde los actores involucrados en los
procesos de intervención se puedan integrar los diálogos, propiciar las tramas de relaciones, entre
historias y lógicas comprensivas de la complejidad de los problemas que se presenten, para que se
movilicen los recursos personales y colectivos, en el proceso de apropiación de las singularidades
que facilitan las identidades y pertenencias.
34
3.3 Problemáticas sobre las que se intervienen.
En este apartado revisaremos, los principales problemas asociados a las dinámicas relacionales-
vinculares de las familias usuarias de los proyectos.
Una observación previa en este sentido, es que estos problemas se desarrollan en un contexto o
estructura que los posibilita y reproduce, dicha estructura estaría conformada por algunos
fenómenos sociales que en este ámbito particular colaboran con la ocurrencia de los problemas
vinculares detectados por los interventores en las familias. A este nivel, se alude como
fenómenos: la transmisión transgeneracional de la violencia y vulneraciones de derechos, el
abandono histórico de la niñez y experiencias de maltrato institucional, los que redundan en
problemáticas que se expresan a nivel relacional-vincular como la naturalización o minimización
de las vulneraciones, el estrés parental, la adultización de los niños y niñas entre otras expresiones
que revisaremos más adelante.
La importancia de identificar estos aspectos, en la base de las problemáticas que intervienen los
equipos, radica en subrayar la complejidad que reviste la intervención cuando las expresiones o
manifestaciones de vulneraciones de derechos se encuentran enraizadas a nivel sistémico,
posibilitando su presencia o permanencia y/o condicionando las posibilidades de cambio.
Por otra parte, en un nivel intermedio entre los fenómenos observados y los problemas
identificados en las familias, se revelan ciertos factores socio-ambientales como la falta de
repuesta contingente y atingente del sistema escolar para estas familias, lo que impulsa un
desacoplamiento parcial o total de los niños, niñas o adolescentes y sus familias del sistema
educativo generando ausentismo, rezago o deserción escolar.
Un segundo aspecto identificado en este nivel, se relaciona con la inseguridad material en la que
viven las familias y sus niños/as, las distinciones efectuadas por los equipos se asocian a conceptos
como “precariedad”, “desprotección”, “alimentación esporádica e incierta”, entre otros. En este
contexto, las problemáticas relacionales observadas en las familias estarían cruzadas por el estrés
que genera la imposibilidad de garantizar condiciones de sobrevivencia básicas para el desarrollo
de sus miembros.
De acuerdo con el punto anterior, las problemáticas más comunes en el ámbito relacional-
vincular de las familias, pueden ser comprendidas e intervenidas en estrecha relación con los
fenómenos que las contienen y los factores ambientales y sociales que las median. En este
contexto, en este apartado haremos un recorrido que levanta las principales distinciones que los
interventores reconocen como problemas en este ámbito.
35
Estrés parental: adultos y adultas sobrepasados por las demandas de la crianza.
La constatación que sostiene el estrés parental como una problemática en las familias usuarias, es
que la crianza en contextos de extrema vulnerabilidad social, tensiona y complejiza el desempeño
de las funciones típicamente asociadas a los adultos y adultas a cargo de la crianza de los niños,
niñas y jóvenes, promoviendo una autoimagen debilitada respecto de las capacidades y
habilidades que estos adultos tienen de sí, como cuidadores.
De acuerdo con los interventores, al indagar con los adultos/as éstos evocarían una sensación de
frustración en el vínculo con sus hijos/as, traducida en una distancia afectiva, que se ejemplifica
con frases del tipo “ya no puedo más", "no sé qué hacer" o "hasta aquí puedo llegar".
Por otra parte, se advierte que a esta sensación de incompetencia del adulto/a con su propio
desempeño, es reforzada con la experiencia de haber participado en intervenciones anteriores
centradas en la evaluación de las habilidades parentales, donde han sufrido sucesivos
cuestionamientos al desempeño de su rol como cuidador/a. Al respecto, la mayoría de los equipos
coincide en una mirada crítica respecto la efectividad del enfoque, declarando que sus criterios
son ajenos a la realidad que enfrentan las familias más deprivadas, cuestionando su validez como
categoría analítica y como patrón de evaluación de la parentalidad.
Se advierte, entonces, que las familias, y específicamente los principales cuidadores de niños,
niñas y adolescentes -madres y abuelas- se ven sobrecargadas, para poder cumplir con las diversas
demandas de su grupo familiar y además, por las intervenciones que pretenden ayudar, lo que
genera un estrés adicional en las familias.
Desde este punto de vista, las familias participantes de los distintos proyectos, al vivir situaciones
de vulneración de derechos de mediana y alta complejidad, han sido altamente cuestionadas en
sus competencias parentales por parte de los sistemas formales de protección a la infancia,
tendiéndose con ello a privatizar el fenómeno de la vulneración en las familias, reforzando su
sensación de “incompetencia” parental, obviándose con ello la responsabilidad social que implica
el cuidado y protección de la niñez.
Dinámica relacional violenta: Uso estrategias violentas para enfrentar y resolver conflictos.
La intervención, proporciona una oportunidad para introducir nuevos códigos en las relaciones
familiares, por cuanto, supone una vinculación con los niños, niñas y adolescentes y con sus
familias, basada en el respeto y el buen trato como herramienta que modela la recreación de
patrones relacionales nutritivos.
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Naturalización/minimización de las vulneraciones.
Adultización/parentalización.
Por otro lado, los equipos observan también la adultización en algunos nodos de la redes de
atención y protección a infancia, donde los niños son tratados como adultos responsabilizándolos
de conductas e incluso de las vulneraciones. En este sentido, se refiere también que los espacios,
tiempos y metodologías con que algunas instituciones abordan la atención de los niños, niñas y
adolescentes no garantiza su condición de sujeto especial de atención y protección, omitiendo
necesidades propias de su condición de niños como uso de lenguaje acorde a su edad, tiempos de
espera breves y espacio de atención acorde a su nivel de desarrollo entre otras.
Para todos los casos, en el contexto de la adultización, se establece que niños y jóvenes quedan
expuestos a situaciones propias al mundo adulto en cuanto al acceso a información, experiencias y
“toma de decisiones” que sobrepasan sus capacidades (en función de su etapa de desarrollo).
37
En el extremo, se da cuenta de niños y jóvenes que asumen el rol de proveedor en las familias y/o
directamente asumen las funciones de protección y cuidado de las figuras adultas, lo que provoca
una distorsión en la estructura familiar, en términos de jerarquía y poder.
En cuanto a la intervención, considerando esta problemática, se establece que “una de las cosas
más importantes, es tener la creatividad y capacidad de bajar al niño a su infancia (…) porque
llegan muy adultizados” como lo expresa el miembro de uno de los equipos.
Se establece que experiencias de este tipo y que conducen a la adultización de niños, niñas y
adolescentes, implicarían un factor de riesgo importante para el desarrollo de los niños y niñas.
Respecto de estas últimas, se indica que tempranamente, 14 o 15 años, inicien vida en pareja,
transformándose en madres adolescentes entrando con ello de lleno al mundo adulto.
Estas expresiones muestran la problemática del abandono y desprotección, por cuanto, opera una
lógica del tipo “te dejo de proteger, apruebo tus decisiones…ya eres grande”.
La variación en la permanencia del niño, niña o adolescente con cada adulto/a conlleva una
inestabilidad respecto de la figura de adulto/a responsable exponiendo a niños y niñas a
eventuales situaciones de vulneración, por cuanto, no se identifica por el entorno ni por el propio
niño/a quién es su referente protector.
Por otro lado, para las familias, tal variabilidad e inestabilidad acarrea dificultades relacionales y
conflictos a nivel de poder, generándose instancias de desautorización de unos con otros, límites
difusos o confusos y, en definitiva, una desorganización significativa a nivel familiar.
Los nudos críticos en el abordaje de las problemáticas y en la intervención en general, son variados
y responden a las complejidades propios de cada proyecto ,sin embargo, en este apartado se han
organizados aquellos recurrentes, conforme a cuatro siguientes aspectos o ámbitos, a saber:
Dentro de los desafíos plateados por los equipos en su quehacer con familias usuarias de los
proyectos, aparece como recurrentemente la preocupación por la adherencia de éstas a los
procesos de intervención. En este sentido, se da cuenta de dificultades tanto en la captación
(proyectos nuevos) como en la permanencia en la intervención (ambos tipos de proyectos) lo que
se evidencia, principalmente, en la etapa inicial.
38
A la base de esta dificultad, se encontraría la resistencia de las familias a una nueva intervención,
dado su historial de intervenciones previas, no siempre exitosas, lo que genera desconfianza
frente a una nueva oferta de intervención. Por otra parte, confluyen en esta resistencia o
desmotivación a la intervención, la naturalización y normalización de la violencia, fenómeno
propiciado por la transgeneracionalidad de las vulneraciones en estas familias, quienes tienden a
naturalizar las vulneraciones y con ello a refractar a la intervención. El desafío para los
interventores, radica en la co -construir el problema o necesidad de la familia a partir de la
escucha de sus miembros, articulando las expectativas de éstos con los de la intervención y los de
organismos o redes que derivan, si las hubiera.
Otro aspecto crítico en el desarrollo de la intervención fue priorizar y fortalecer los espacios de
encuentro intergeneracionales de los niños, niñas jóvenes y sus familias, los que fueron
planteados por algunos de los equipos en su diseño inicial y que a la postre fue complejo
ejecutarlos, tanto en la frecuencia planteada como en estrategia metodología propiamente tal. En
este sentido, tal como lo plantea el equipo de ACHNU, cobra importancia el desarrollo de una
apuesta metodológica que consolide un lugar de encuentro tanto para niño, niña o joven, como
para los adultos responsables o significativos del proceso pero, que a la vez signifique un lugar
para la transformación y el cambio, como espacio de re-significación y reparación del daño
asociado a las vulneraciones de derecho vivenciadas por niños, niñas y jóvenes y sus familias.
Como lo hemos señalado, la inestabilidad en los adultos/as se torna una problemática frecuente
para los equipos (especialmente para aquellos que intervienen con adolescentes) en tanto,
aumenta el riesgo del niño o adolescente, al carecer de estabilidad en el vínculo y vivenciar los
efectos de la difusión en los roles de cuidador/a entre otras situaciones que complejizan afianzar
la interrupción de la vulneración como avanzar en la reparación, introduciendo elementos de
crisis que la intervención debe ser capaz de integrar al proceso.
Para la mayoría de los equipos el trabajo y la coordinación con redes institucionales resulta un
ámbito que tensiona el trabajo con los niños, niñas y adolescentes y sus familias. Las
observaciones se dan en distintos niveles, encontrando referencias respecto de cómo el sistema
de protección conceptualiza y comprende las problemáticas de las familias de los niños,
apreciándose mirada negativa que dificulta ampliar las formas de responder a sus necesidades,
39
intereses y derechos lo que se traduce en la ausencia de respuestas, respuestas inadecuadas e
incluso maltratantes hacia los niños y sus familias.
Otras apreciaciones dan cuanta de los déficits en áreas específicas que deberían hacer de soporte
para contribuir a sustentar los cambios promovidos por la intervención familiar, concretamente se
cita en este nivel, las dificultades de acceso/ingreso contingente a tratamientos desintoxicación y
rehabilitación en consumo de drogas como también a espacios de re escolarización formal e
informal.
Del equipo
En este ámbito, la rotación de profesionales es considerado como el principal nudo crítico para la
intervención, en tanto, situación que repercute directamente en los procesos de intervención
tanto con los niños, niñas y adolescentes como con sus familias. En una intervención cuya clave es
el restablecimiento de los vínculos, la partida recurrente de los interventores resulta crítica,
toda vez que reporta una posibilidad de quiebre en la relación de confianza establecida con los
niños y sus familias, pudiendo impactar significativamente en la mantención de los cambios
alcanzados. Ahora bien, siendo la rotación una posibilidad concreta y vivida por algunos de estos
equipos, se torna necesario tomar medidas que disminuyan su ocurrencia, pero sobretodo que
cautelen los efectos que de ella, como inevitable, pudieran devenir.
En relación a la adherencia como problema que cruza la intervención, se observa que esta imprime
una preocupación permanente para los interventores. En este sentido, el desafío es justamente
legitimar esa preocupación y a partir de allí, poder implementar estrategias prácticas que
contribuyan a motivar las familias con la intervención. Este proceso de motivación cuyo correlato
se da en adherencia, se consolida adaptando la oferta del proyecto a la realidad y condiciones de
las familias, en cuanto a sus tiempos, recursos y posibilidades de participación. La principal
estrategia implementada en este sentido, es el desplazamiento de la intervención familiar al
domicilio de las familias, con mayor frecuencia durante los primeros meses de intervención, en los
cuales el foco está puesto en generar la confianza que permita establecer un vínculo de
colaboración con las familias. Otro sentido, en este ámbito, está dado por la necesidad de
mantener a los usuarios conectados con el proyecto a lo largo del proceso de intervención, en este
contexto, se considera fundamental para preservar la adherencia de los niños y las familias
promover espacios recreativos en que interventores y familias convivan como parte de una misma
comunidad, es decir, promover del propio proyecto un sentido de pertenencia que vincule a los
sujetos en contextos alternativos pero complementarios a la intervención directa.
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otros/as en el grupo, considerando que se trata de problemáticas que afectan la intimidad y
proponen a los participantes a exponer su mundo interno frente al grupo.
En relación al trabajo en redes, se trataría más bien de pensarlo en función de los vínculos sociales
que una familia pueda ir redescubriendo, dado que lo dañado es precisamente la capacidad de
confiar y desde allí habilitar la construcción de nuevos vínculos. Las familias son acompañadas en
su relación con otras instituciones pero, no sólo en función de la utilización de éstas, sino más
bien en las formas en que es posible relacionarse con ellas.
41
IV) CALIDAD Y GESTIÓN DE CALIDAD EN LOS PROYECTOS.
El presente apartado describe elementos claves respecto de la calidad y gestión de calidad que
deberían considerar proyectos de intervención social en marco de una intervención familiar
dirigida a niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos. Las propuestas que aquí se levantan
se desprenden del trabajo de sistematización desarrollado en el cuarto informe de sistematización
respecto de la información producida por los equipos interventores, específicamente, por los
directivos, tanto mediante documentación escrita como por su participación en un grupo de
discusión para directivos de los proyectos, desarrollado en el contexto de la presente
sistematización.
En este sentido, la calidad implica la preocupación permanente por mejorar cualquiera de los
procesos que se relacionan con estas variables, de modo de impactar positivamente en sus
indicadores y de esta manera generar aprendizaje y aportar valor a la intervención, al equipo que
la ejecuta y a la organización que la promueve.
Por tanto, requiere monitorear una serie de variables cuya gestión gravitará en el grado de
cumplimiento de los objetivos, considerando que la complejidad del fenómeno que se desea
impactar, muchas veces, puede restar fuerza a la intervención. Implica entonces, focalizar
atención y esfuerzos, tanto en los resultados del programa como en la manera en que se articulan
las acciones para conseguirlos.
En términos procesuales, tales acciones se llevan a cabo en todas las etapas del proyecto, desde la
elaboración de las bases técnicas para su diseño, pasando por la implementación y la ejecución,
hasta el proceso de egreso de los usuarios, incluyendo las etapas de evaluación de impacto en los
usuarios y la evaluación del proyecto en general, además de las acciones de sostenibilidad y
seguimiento de los cambios.
Desde el punto de vista estructural, tales acciones deben impactar en todos los componentes que
intervienen en el proceso: equipo, recursos, usuarios y redes, cuyo funcionamiento se respalde y
evalúe por medio de información fiable y completa.
Desde una mirada del ciclo de vida de los proyectos, hemos distinguido aspectos básicos de
calidad en la gestión que se identifican desde la fase de diseño de las bases técnicas de licitación
hasta el cierre de los proyectos, aspectos que se describen a continuación.
42
Situándonos en la etapa de diseño de los proyectos, las bases técnicas debieran considerar,
además, del foco de intervención y las principales exigencias técnico-metodológicas, la inclusión
de aspectos como: Principales indicadores a medir, Instrumentos a utilizar para dichas mediciones,
Metodología para la gestión de la calidad del proyecto (el sistema propuesto a continuación u
otro), etapas esperadas en la intervención, calendarización y descripción de reportes que deben
entregarse, procedimientos y protocolos que permitan estandarizar y comparar resultados entre
experiencias.
Respecto del diseño de las propuestas mismas, implica considerar elementos como: la generación
de indicadores que permitan medir el avance de su implementación y ejecución, Formular
objetivos realistas, basados en un profundo conocimiento de la realidad y del tipo de vulneración
de derechos que se deben abordar, una estimación de los profesionales y jornadas a cumplir,
destinados al trabajo directo con los usuarios, al registro asociado a la gestión, a actividades
planificadas de autocuidado y formación , etc. Como también la constitución de un equipo con
roles diferenciados para funciones relacionadas con la gestión de recursos, con garantizar acciones
de medición, seguimiento y evaluación, como la gestión de redes y con la ejecución de la
intervención directa.11
En la fase de implementación, implica diseñar las estrategias que permiten convocar, vincularse y
conseguir la captación y adherencia de los usuarios (con indicadores, para realizar el seguimiento
y medir su avance, como determinar metas que permitan identificar su duración y término). En
este sentido, es recordar importante recordar 12que esta fase supone actividades claves, descritas
en informes anteriores que, en síntesis, implican la instalación material (infraestructura), del
equipo y del proyecto, en el territorio. El tiempo promedio que los proyectos sistematizados
destinaron a esta fase, fue de 6 meses, lo cual resulta importante contemplar a la hora de
contabilizar el tiempo de intervención directa con las familias.
En la etapa de ejecución, implica considerar los ejes de la estructura; recursos, equipo, usuarios,
redes e información, aspectos que revisaremos en detalle más adelante, ya que constituyen claves
del modelo de gestión propuesto.
Finalmente, sea que se trate de un programa con plazo de término o uno con perspectivas de
continuidad, se deben incluir acciones en la etapa de egreso, orientadas a garantizar que los
usuarios cumplan los requisitos estipulados, mantengan los avances logrados y se traduzcan en
mejoras concretas de la calidad de vida de los mismos. Para ello, es necesario considerar la
elaboración de instrumentos de evaluación de tales hitos, así como la programación de visitas o
contactos posteriores con los usuarios, de modo de garantizar la posibilidad de evaluar tales
indicadores. Asimismo, resulta relevante generar estrategias de reingreso o alerta, en caso de
involucionar o presentar otras vulneraciones.
Cada una de estas etapas y cualquier otra que se incluya en el proceso, debe ser debidamente
documentada y contar con procedimientos y protocolos que permitan estandarizar el quehacer y
registrar sus modificaciones en pos de la mejora.
11
Este punto se describe con profundidad en el cuarto informe del componente, tópico de la Estructura como clave para
la Calidad de la intervención.
12
Para mayor detalle al respecto, consultar informe IV, Componente de sistematización.
43
Tomando en consideración lo anterior, a continuación describiremos los principales elementos
que componen una propuesta de modelo de Gestión de Calidad basada en el trabajo familiar con
niños, niñas y adolescentes victimas de vulneraciones de derechos de mediana y alta complejidad.
De acuerdo con lo observado en los equipos de los proyectos, y con fines explicativos éstos han
sido organizados en 4 ámbitos, los cuales se saben interdependientes para garantizar la calidad la
gestión de los proyectos.
La gestión del equipo implica asegurar las condiciones para contar con profesionales idóneos,
cuyos roles y funciones estén claramente delimitados, así como lo que se espera como resultado
de cada rol. Asimismo, incluye las acciones necesarias para asegurar una adecuada articulación del
equipo, enfocadas en consolidar y mantener un óptimo desempeño, basado en las capacidades de
sus miembros y en las condiciones laborales adecuadas. Estas acciones se pueden agrupar en; la
dotación del personal, el desarrollo de las personas que componen el equipo, la administración de
personas y la evaluación de su desempeño.
Para la gestión del equipo, resulta clave contar con lineamientos que permitan definir el tamaño
del equipo que se debe conformar, para asegurar una adecuada cobertura y frecuencia de
atención de los usuarios, por una parte, y por otra, la experiencia, conocimientos y habilidades con
que deben contar. Lo anterior considera, además de la profesión, la participación previa en
programas similares, la especialización en temáticas relacionadas y las competencias necesarias
para interactuar adecuadamente con el usuario.13
Descripción de Cargo.
Documentos que establecen claramente las funciones de cada rol, los resultados esperados, los
conocimientos y habilidades mínimas requeridas para ocupar el cargo y una descripción de las
capacidades que deben demostrar o desarrollar para realizar un trabajo idóneo. Su utilidad no se
limita sólo a la dotación del personal, sino que también es útil en los otros focos de la gestión; el
desarrollo, la administración y la evaluación.
A partir del análisis de los informes generados por este y otros componentes, así como los diversos
reportes generados por los equipos de los programas involucrados en esta sistematización, se
pueden extraer algunas recomendaciones para el foco de la dotación.
Roles.
La mayor parte de los equipos reconoce una tendencia espontánea a redefinir y especificar las
funciones de ciertos roles, de manera de mejorar los resultados y asegurar una adecuada
ejecución de las actividades. En términos generales se propone:
13
Para este último aspecto, se definieron competencias en el informe nº 4 del componente de sistematización;
“Aproximaciones hacia la Gestión y Calidad de los Proyectos”
44
Director del programa: Profesional de las ciencias sociales, cuya función se relaciona con otorgar
los lineamientos de la intervención, velar por la coherencia interna y el cumplimiento de los
objetivos del programa, monitorear resultados y potenciar al equipo, además de constituirse en el
interlocutor formal ante las instituciones que intervienen en la gestión del programa. En términos
de potenciar al equipo, le compete generar y gestionar actividades de capacitación y autocuidado.
Encargado/ a acompañamiento escolar: Si bien no todos los equipos lograron contar con un
miembro que cumpliera este rol, en su mayoría reconocen la necesidad de contar con un
profesional exclusivamente dedicado a la reinserción y el acompañamiento escolar, en tanto la
deserción del sistema es una de las primeras alarmas relacionadas con vulneración de los derechos
de niños, niñas y adolescentes, convirtiéndose en un aspecto clave de la intervención. Por otra
parte, los resultados del componente de “Evaluación” de esta investigación, fundamentan esta
necesidad, en tanto aquellos niños, niñas y adolescentes con menos años (promedio) de rezago
escolar, evidencian mejoras significativas en la restitución de derechos, en comparación con
aquellos niños, niñas o jóvenes con mayor cantidad de años de rezago.
Este profesional debiese contar con conocimientos específicos en educación y/o pedagogía, de
modo de asesorar el proceso de reinserción, acompañar a los niños, niñas y adolescentes, además
de mantener la vinculación directa con las instituciones educacionales del territorio en que se
implementa la intervención.
Gestor de redes territoriales (institucional/comunitaria): Otro rol que en algunos casos, logra
definirse e implementarse es el de encargado de gestionar redes, tal como se señala en el informe
final del proyecto ACHNU (PEC Recoleta) es “responsable de la inserción y vinculación del proyecto
en las redes más acordes al proceso de intervención” así como de desarrollar estrategias que
permitan dicha vinculación y aseguren la participación activa en las mismas. El perfil de este cargo,
más que por su grado académico, se debe escoger por su nivel de conocimiento del territorio y
experiencias previas en interacción con redes territoriales.
Personal Administrativo y/o contable: Con el objeto de centrar a cada rol en sus tareas más
relevantes y significativas para la intervención, se hace necesario contar con un cargo que se
encargue de los aspectos administrativos y contables del proyecto, apoyando en la recopilación y
organización de esta información, en la generación de reportes en los mismos ámbitos y en la
realización de trámites relacionados con el normal funcionamiento del programa.
45
Además de estos roles que son frecuente y claramente sugeridos en los informes de cierre de los
programas, es recurrente la sugerencia de contar con la asesoría y el apoyo especializado de
psiquiatras y abogados, a los cuales se pueda recurrir cada vez que la complejidad de cada caso,
así lo requiera. Como también, considerar profesionales para supervisión externa o asesoría
permanente en el análisis de casos, de acuerdo con la estrategia seguida por en proyecto de Casa
del Cerro.
Finalmente, se releva el aporte significativo que implica complementar el equipo con estudiantes
en práctica que puedan incorporar nuevas miradas y apoyar en diversas tareas relacionadas con la
intervención, que no alcanzan a ser cubiertas por los profesionales.
Otro aspecto observado como clave en la gestión del equipo, es la adecuada capacitación,
acompañamiento, supervisión y cualquier otra instancia que permita adquirir nuevas herramientas
a los profesionales, ampliar y profundizar sus conocimientos y poner en práctica habilidades para
el abordaje de los casos.
Si bien la capacitación especializada es una aspiración a la cual no pueden acceder con facilidad,
dado el alto costo de las mismas, es una de las primeras necesidades manifiestas, sobre todo en
aquellos equipos cuya trayectoria es reciente y donde sus miembros son, en su mayoría,
profesionales con una corta experiencia. Sin embargo, en los equipos consolidados y con mayor
experiencia, es igualmente relevante la formación especializada.
El mínimo común denominador de todos los proyectos que reportan actividades de desarrollo de
habilidades, es:
46
Actividades de difusión y publicación: Instancias en las cuales algunos o todos los
miembros del equipo participan para dar a conocer sus aprendizajes y conclusiones a una
comunidad determinada, ya sea del ámbito de intervención comunitaria, de alguna
disciplina en particular o directamente en entornos académicos.
Respecto de la administración de personas, uno de los aspectos claves se relaciona con las
remuneraciones del director y del equipo que ejecuta el programa. Tal como se señala en el
informe final del componente 3 de esta investigación14, el pago por hora de dirección, como
indicador de gestión, es el factor que tiene mayor incidencia en la restitución de derechos, lo cual
deja en evidencia la importancia que tiene la remuneración en la efectividad de los resultados de
la intervención. El pago por hora de dirección también se ve relacionado con el pago al equipo y la
rotación. Los tres aspectos aparecen como factores de protección para la restitución de derechos.
En este ámbito resulta relevante, por tanto, generar las condiciones contractuales idóneas para
que los profesionales sean bien remunerados y puedan contar con una estabilidad o permanencia
en el proyecto que impida la búsqueda de otras opciones. En este sentido, resulta interesante
destacar que en algunos proyectos (CEANIM, ACHNU) se optó por contar con un documento de
compromiso entre profesional y el empleador, que estimulara a mantener la relación contractual
durante el período de ejecución del proyecto. Si bien este instrumento no se reconoce como la
única herramienta posible para garantizar esta estabilidad en los equipos y reconociendo que no
es posible “retener a la fuerza” a los trabajadores, se observó que los equipos que lo hicieron
mostraron mediana y baja rotación en sus miembros. Sobre todo importa destacar aquí, que la
estabilidad de los interventores contribuye positivamente en el avance de los procesos de
intervención, mientras que la rotación provoca retrocesos, lo que se debe prevenir sobretodo
garantizado condiciones de trabajo que resguarden sus derechos y que promuevan su retención
mediante incentivos, reconocimientos, entre otros elementos que impactan en la calidad de las
intervenciones.
De especial relevancia resulta observar los resultados del componente 3 de esta investigación, en
el cual se evidencia que la rotación del equipo influye directamente en la efectividad de la
intervención, observándose mejores resultados en la restitución de derechos, en aquellos
programas donde la rotación fue baja.
En síntesis, los principales aspectos a controlar y realizar seguimiento en este foco, son:
14
Informe final componente 3 (versión preliminar). Estudio, Evaluación y Sistematización de los Proyectos de
Intervención Focalizados en Familias con Niños, Niñas y Jóvenes Vulnerados en sus Derechos. Pp. 21.
47
Vacaciones: Estipular períodos de descanso, aun cuando se trate de contratos a
honorarios.
Carga de trabajo por profesional: es decir, número de casos máximo por profesional de la
dupla, responsabilidades acorde al cargo y a la jornada asignada.
Contrato: Documento que respalde las condiciones laborales y la duración del mismo.
Para asegurar que cada profesional cumpla con los roles y funciones asociadas al cargo asumido,
resulta imprescindible contar con una herramienta que permita realizar seguimientos y estimar el
grado de cumplimiento de los objetivos que están asociados a dichas funciones. Por ello y en base
a la descripción de cargo, es posible estipular los objetivos individuales a cumplir por un periodo
de 6 meses, al término de los cuales, se realiza una reunión en que se revise el grado de
cumplimiento, se acuerden acciones correctivas y se fijen nuevos objetivos. La responsabilidad por
asignar y revisar el cumplimiento de los objetivos, recae exclusivamente en el director del
proyecto o en quien tenga a la persona bajo su supervisión.
De esta manera, no sólo se puede propiciar el cumplimiento de los objetivos del programa, en
base al cumplimiento de los objetivos individuales, sino que también provee de información para
el desarrollo de las personas y una base para tomar decisiones de continuidad, promoción y
desvinculación.
La gestión de recursos se refiere básicamente a los procesos que aseguran una adecuada
distribución y uso de los recursos disponibles, físicos, económicos y humanos, junto con su
optimización y mejora.
Los proyectos analizados contaron con un presupuesto limitado que contemplaba la realización de
las actividades de la intervención, asegurando la disponibilidad de infraestructura y equipo
profesional, además de los insumos pertinentes para las actividades específicas. Dicho
presupuesto responde a una planeación previa que estima las necesidades, pero que debe ir
ajustándose en la medida en que se implementa.
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En muchos de los casos, los equipos se vieron en la necesidad de contar con otros profesionales o
realizar actividades que no fueron presupuestadas, y tuvieron que buscar soluciones alternativas.
Por tanto, además de incorporar todos los ítems necesarios en el diseño del presupuesto, es
necesario focalizar la gestión de los recursos en 4 ámbitos: Financieros, humanos, infraestructura y
territorio.
Dado que el presupuesto diseñado debe ser utilizado y rendido en su totalidad, la gestión en este
ámbito no tiene mayores variables, más que ajustarse a lo presupuestado y respaldar los gastos,
de manera de generar un registro trazable y comprensible de la manera en que se utilizaron los
recursos.
Si es relevante que se realice un seguimiento de los gastos, de manera de prevenir desviaciones,
ya sea que se esté gastando más de lo destinado para una etapa determinada, o que se estén
generando ahorros por la ausencia de un ítem de gastos. Este seguimiento debe generar alertas
que permitan tomar las medidas pertinentes, de manera de corregir la desviación y prevenirlas a
futuro.
En caso de que se logre, por la gestión de la infraestructura o los recursos territoriales, un ahorro
en el presupuesto, será necesario respaldar dicha optimización y redireccionar los fondos a otros
aspectos que potencien los resultados de la intervención. Para ello, debe existir, de parte del ente
financiador, un procedimiento que permita el redireccionamiento de los fondos con un
procedimiento más menos flexible, que exija los resguardos pertinentes
En términos de los proyectos analizados, ninguno reportó grandes dificultades con la gestión de
los recursos financieros. Tampoco se generaron dificultades cuando se debió integrar
presupuestos de fuentes distintas, en caso de los proyectos complementarios. Sin embargo,
muchos de los directores señalan dificultades a la hora de reorganizar los recursos y asignarlos a
otros ítems, como remuneraciones de otros profesionales, por ejemplo.
A partir de las sugerencias de los directores, en este aspecto, resultaría óptimo incorporar al
presupuesto inicial:
Como ya se describió, dicha distribución implica designar fondos para una remuneración acorde al
mercado, a la carga de trabajo y a las responsabilidades, para lo cual resultará necesario apoyarse
en la descripción de cargo y consignar la renta en el mismo documento.
49
De acuerdo a las características del programa y las actividades planificadas, es necesario estimar
un número de casos que haga posible una dedicación adecuada a cada uno, de manera de no
sobrecargar a los profesionales ni descuidar a las familias o a los niños, niñas y adolescentes. De
acuerdo a lo levantado con los equipos un óptimo sería un máximo de 6 / 8 casos por profesional o
dupla, dependiendo del modelo implementado.
4.3.3 Infraestructura.
Parte fundamental del presupuesto es incluir fondos para arriendo y/o mantención de la
infraestructura necesaria para el funcionamiento del equipo que ejecuta la intervención. Ya sea
que este se arriende (en los casos de los programas nuevos) o que se deba acondicionar, equipar y
mantener (en el caso de los programas complementarios), se debe considerar:
Arriendo
Pago de cuentas de servicios básicos, teléfono, banda ancha.
Equipamiento (mesas, sillas, escritorios, basureros, etc.)
Aseo del lugar
Fondo para arreglos de infraestructura por desgaste.
La infraestructura debe considerar espacios para el trabajo de los profesionales y también para la
atención de las familias. También se debe considerar el arriendo de lugares especiales para
encuentros interfamiliares o celebraciones masivas.
Muchos de los equipos lograron realizar una serie de actividades, sin contar con el presupuesto, a
partir de la utilización de recursos territoriales disponibles, mediante la generación de alianzas y
convenios con entidades locales.
La disposición de espacios para encuentros masivos, o de salas en las cuales reunir a grupos de
personas. Incluso en algunos casos, consiguieron un lugar para instalarse temporalmente,
mientras buscaban otro en el cual poder funcionar de manera regular.
% de presupuesto invertido versus avance del proyecto, distribución en porcentaje, de los ítems
de gasto, % de ajuste al programa de gastos, % de ahorro (en caso que sea optimizable algún
ítem), % de disponibilidad de los documentos de respaldo de los costos asociados a las actividades
(cotizaciones, por ejemplo).
50
4.4 Gestión de la Información.
Este ámbito es gravitante en todo sistema de gestión de calidad, pues es aquel que contiene la
documentación que permita generar trazabilidad, evaluación y replicabilidad de los proyectos.
Además, permite tomar decisiones a la luz del análisis de los datos que se obtengan de los
registros, generar buenas prácticas y proponer modelos que aporten al conocimiento en la
práctica de las intervenciones sociales.
La gestión de la información debería estar centrada en dos grandes ámbitos: Información del
Proyecto y su gestión e Información de la intervención y los usuarios.
Flujos de procesos que den cuenta de la trayectoria del usuario, desde que ingresa como
participante, sujeto de atención o caso, hasta que egresa. También deben estipularse los
responsables de los procesos y los actores del equipo que intervienen en él.
Procedimientos asociados a cada una de las actividades relacionadas con este flujo de
procesos.
Documentos, informes, fichas y cualquier otra documentación que ingrese o se produzca
en relación con éstas actividades.
Reportes con las actividades realizadas con cada familia y sus integrantes (bitácora)
Registro o catastro de materiales generados o utilizados en las actividades relacionadas
con la familia y sus miembros. Cuando sea necesario, esto se debe acompañar de los
procedimientos que explican la manera de utilizar dichos materiales.
Registro del análisis de los casos que se realicen al interior del equipo (que se pueden
añadir a la bitácora).
Actas de reunión en la que registren acuerdos y decisiones que impacten el curso de la
intervención.
Informes producidos por las jornadas de reflexión o sistematización, que permitan
respaldar y generar conocimiento. En ellos se deben registrar las mejoras implementadas
a la luz de los aprendizajes.
51
Artículos, publicaciones, presentaciones y toda actividad académica o de generación de
conocimiento, que se produzca a propósito de la práctica.
De los Usuarios:
Para poder realizar el seguimiento y avance de los casos, es necesario contar con:
Las herramientas anteriores pueden constituir el medio para levantar una línea base.
Planes de trabajo conjunto, que registren las acciones a seguir, identificando claramente
aquellas sugeridas por los usuarios, aquellas en que hubo acuerdo y aquellas en que no
hubo acuerdo.
Documento de Egreso, que permita registrar las razones del egreso y otros datos
importantes, como el tiempo de permanencia en el programa, el grado de cumplimiento
de los objetivos, la fecha en que egresa, etc.
Herramientas de seguimiento, especialmente confeccionadas para conocer la
sustentabilidad de los cambios, aplicadas en un período acotado de tiempo (por ejemplo,
a los 6 meses de egresado, al año de egresado). También permiten levantar alertas
respecto de nuevas situaciones de vulneración.
4.4.3 Usuarios.
Los usuarios proporcionan indicadores de resultados, que dan cuenta del impacto real de la
intervención pero, también podrían ser una importante fuente de indicadores de estructura y de
proceso, que permitan tomar decisiones para mejorar oportunamente aspectos que no se evalúan
positivamente. Considerar a los usuarios permite mantenerlos informados de los objetivos y el
avance de la intervención que en este caso en particular apunta a la restitución de derechos, lo
cual provocará empoderamiento de sus propios procesos y por ende, una nueva manera de
potenciar el logro de este objetivo.
52
A dicha información se accede a través de:
53
V) PRÁCTICAS DE INTERVENCIÓN.
El presente apartado se dirige a describir las prácticas de intervención propuestas y ejecutadas por
los equipos en el marco de una intervención familiar dirigida a niños, niñas y jóvenes gravemente
vulnerados en sus derechos. Las prácticas que aquí se describen se desprenden del trabajo de
sistematización de la información producida por los equipos interventores, tanto mediante
documentación escrita como por su participación en jornadas de trabajo y grupos focales.
Si bien aquí caben variadas opciones y formas de intervención que surgen de diferentes
desarrollos de propuestas en base a fundamentos teórico epistemológicos diversos, es necesario
hacer notar que en este apartado la observación se inclina a relevar similitudes que permitan
generar categorías, de modo que el producto que aquí se obtiene pueda servir de base para guiar
futuras intervenciones en el ámbito16.
Si bien, no en todos los proyectos se explicita como una práctica realizada, en la mayoría de ellos,
se establece como una estrategia válida para la intervención. En este contexto, para la mayoría
de los equipos se da como una intervención clínica a nivel individual, está técnica se usa
principalmente en adolescentes, como una herramienta que permite el trabajo de todos los focos
antes mencionados.
15
Los elementos de gestión, diagnóstico, registro y evaluación han sido abordados en otros capítulos de este informe.
16
Las particularidades de la intervención desarrollada por cada proyecto se encuentran contenidas en los informes de
sistematización por proyecto.
54
Es descrita como una suerte acompañamiento terapéutico, cuyo énfasis en la mayoría de los
proyectos tiende a darse desde lo experiencial, situando el análisis y la observación a partir de lo
práctico y vivencial con una alta presencia de técnicas psicoeducativas, constituyéndose de ese
modo como un dispositivo distinto al clínico convencional.
En algunos proyectos, la psicoterapia se inicia con niño y luego se incorpora a familia con el fin de
disminuir o eliminar la problemática de vulneración interviniendo en la organización familiar.
La observación del qué hacer de los proyectos muestra esta estrategia como un elemento
fundamental de la intervención en tanto se instala como “el punto refundacional” del vínculo. La
experiencia además se inclina a recomendar que el contacto entre esta figura y el niño, niña o
adolescente sea, al menos dos veces a la semana, abarcando espacios individuales y grupales y
que este se desarrolle en diferentes espacios cotidianos para el usuario/a.
Acompañamiento escolar.
Las formas en que se desarrolla este trabajo son variadas en forma de tutorías o apoyos
complementarios al proceso educativo (formal o informal) y comprometen no sólo al niño, niña o
55
joven sino también a su figura significativa, con el proceso de enseñanza – aprendizaje del niño. A
modo de ejemplo, COSAM se caracterizó por propiciar espacios de apoyo escolar en los
domicilios, capacitando a padres y madres en cómo potenciar escolarmente a sus hijos.
En tanto, para el proyecto ejecutado por Dialoga, las tutorías educativas refieren a una estrategia
de acompañamiento educativo en complemento al proceso de reinserción al sistema de educación
formal o alternativa. Las actividades de acompañamiento educativo en la sede del proyecto y
consistieron principalmente en la utilización de fórmulas pedagógicas, motivadoras y facilitadoras
del aprendizaje, que consideran mejores oportunidades para alcanzar experiencias de logro.
Dentro de esta misma estrategia, se incorporó a reuniones de apoderados a los adultos
significativos en el proceso.
En ambos casos, tomados como ejemplos, incentiva la participación de las familias en este
proceso a fin de fortalecer la valoración familiar respecto de sus capacidades para aprender
otorgándole un espacio exclusivo a las familias y adultos responsables como soporte y
acompañamiento de su proceso de aprendizaje, de modo que estimulen, reconozcan y valoren los
esfuerzos de sus niños por re vincularse con el mundo del conocimiento, su capacidad de
aprender y recuperación la confianza en sus capacidades. Lo anterior aporta a la reinserción en
instituciones, promueve conductas pro-sociales, suma valoración del sistema familiar y
comunitario, promueve modificaciones a nivel identitario y de autoestima.
Además, desde esta estrategia, se busca movilizar recursos en las propias escuelas para reintegrar
a los niños, niñas y adolescentes en caso de deserción.
Son actividades convocantes de interés para los niños, niñas y jóvenes. Aportan, en la medida
que ofrece una actividad alternativa a conductas como la estadía en la calle o en el domicilio sin
cuidadores. Pueden ser definidas como instancias de interacción entre pares reguladas por el
acompañante, en el que se practican nuevos modos en la relación entre pares.
Una variante a este tipo de actividades, desarrollada mediante la estrategia de trabajo grupal, ha
sido el abordaje de temas propios del desarrollo de los niños; niñas o adolescentes como
sexualidad, género u otros que respondan a interés específico de los niños o adolescentes.
El propósito que subyace a estas actividades, es propiciar espacios de encuentro y reflexión entre
los niños, niñas y jóvenes, que les posibiliten desarrollar herramientas de autocuidado, que
contribuye a la mantención de los cambios.
56
5.1.1 Prácticas de intervención dirigidas a la familia.
En cuanto a la terapia familiar, en algunos casos se proyectó realizar una intervención terapéutica
más profunda con el adulto/a significativo, dirigida a lograr la resignificación de las experiencias a
través del "rescate de la memoria familiar” mediante un dispositivo de psicoterapia familiar para
abordar en profundidad las principales problemáticas asociadas a la vulneración.
Acompañamiento familiar.
El acompañamiento familiar es referido por la mayoría de los proyectos, con distinciones propias
a su modelo de intervención. Desde un acompañamiento terapéutico supone la observación de
cómo se desarrolla el vínculo entre el niño y familia, implementando un "espacio terapéutico en
terreno en el cual se observa y se interviene.”
Se debe advertir que, sea cual sea el foco que tome el acompañamiento familiar supone, al igual
que en el caso de los niños/as, una intervención estable y formalizada, con objetivos y técnicas
más o menos manualizadas que puedan orientar “los encuentros” con las familias y el
acompañante. Esta sistematicidad en la intervención, ayuda en la construcción de sentidos
compartidos entre el acompañado y acompañante.
Lo anterior puede promoverse, tomando elementos generales de la propuesta de Casa del Cerro
en función de un acompañamiento terapéutico que, como dispositivo distinto al clínico
convencional refiere a un lugar, función, espacio realizado para quien sufre. Se debe hacer la
salvedad que para este equipo en particular, esta estrategia deviene de una postura teórica
específica como el psicoanálisis, no obstante, se considera que la figura del acompañante excede
la mirada teórica y con las debidas adaptaciones, presta interesantes atributos en el contexto de
la intervención familiar genérica.
Consejerías familiares.
57
Las conserjerías promueven la auto-observación del adulto responsable en su interacción con su
sistema familiar actual, la observación crítica de las pautas de relación en su familia de origen y la
búsqueda y descubrimiento de nuevas formas de interacción en su relación familiar actual.
La estrategia familiar grupal toma distintas versiones conforme a los énfasis de los distintos
proyectos. En este sentido se recatan variaciones como los talleres multifamiliares, encuentros
intergeneracionales y jornadas vinculares.
Con distintos énfasis, en términos generales la estrategia grupal posibilita, en los padres o
adultos/as significativos el reconocimiento de vivencias similares respecto de sus hijos/as lo que
amplía el repertorio de experiencias, posibilitando revisar nuevas prácticas que partir de la
reflexión guiada. Se constituyen en nuevas posibilidades para mejorar la relación y fortalecer el
vínculo familiar, aportando a consolidar los cambios en este nivel.
Los talleres multifamiliares, son instancias de encuentro entre las familias de los proyectos con
participación de los niños, en los cuales se revisan aspectos vinculares y prácticas de crianza que
mediante el uso de técnicas experienciales potencia la expresión de sentimientos y emociones
asociados a la experiencia de las familias participantes. En el caso del proyecto ejecutado a través
de Fundación Dialoga, se reserva para este tipo de actividad la técnica de la biodanza, reportando
exitosos resultados en el proceso de vinculación de las madres y sus hijos e hijas.
Específicamente las llamadas “Jornadas Vinculares” (actividad de adultos/as y sus hijos/as) son
instancias de encuentro y diálogo intergeneracional, diseñadas a fin de construir espacios,
contenidos y significados que acerquen y pongan en contacto realidades de ambos mundos
permitiendo a las familias desarrollar estrategias de acercamiento, protección y cuidado; y a los
niños, niñas y jóvenes reconocer a estos adultos como referentes contenedores.
Encuentros Intergeneracionales de adultos/as, como una estrategia nueva que permite articular
nuevos relatos en torno a las experiencias de vida, incorporar nuevas visiones y significados para
las experiencias familiares, junto con favorecer el ejercicio de habilidades relevantes para la
interacción familiar, como la escucha activa, el respeto, la empatía y la aceptación de la diferencia.
Entre sus resultados observados fueron favorecer la interacción entre pares en la búsqueda de una
solución a sus problemas y fortalecer las competencias y habilidades para la crianza, desde el rol
de garante de derechos.
Se debe recordar que estas actividades deben ser planificadas para una fase avanzada de la
intervención, considerando que las familias deben estar vinculadas con el equipo, los otros
participantes del proyecto y con el cambio de su situación para que etas actividades grupales
puedan aportar el eje de la reparación de experiencia de vulneración de derechos, tal como se
detalló en el punto de aprendizajes y desafíos en torno al trabajo grupal desarrollado en este
informe.
58
Jornadas familiares recreativas.
Por otra parte, estas actividades aportan a garantizar el derecho a recreación de los niños, niñas y
adolescentes como de los adultos/as, contribuyendo también a generar identificación y
pertenencia con el proyecto o centro, elementos centrales para constituir del espacio de
intervención una “comunidad vinculada”.
Visita domiciliaria.
Puede darse como una de las formas que toma el acompañamiento en esta dimensión. Es
desarrollada como una forma de intervención y/o seguimiento en profundidad, que se desarrolla
en los espacios cotidianos de las familias. Se tratan temas propios a las familias, los que pueden ir
alternados por ciclos de visitas, tanto, familiares, personalizadas y/o focalizadas. Idealmente
dichas temáticas se trabajan en presencia del niño o niña, siendo deseable la incorporación de
otros/as adultos/as que también estén a su cuidado.
Video feedback.
Esta herramienta fue desarrollada por el proyecto CEANIM y pese a ser una práctica única, en su
aplicación, resulta ser un recurso de intervención destacable e innovador, principalmente para el
trabajo con familias con niños y niñas pre escolar y escolar. Las sesiones de video feedback
constituyen una forma de terapia de interacción guiada, que permite retroalimentar
audiovisualmente a las familias, quienes realizan además su propia auto-observación. Ésta se
acompaña de “consejerías parentales”, denominación utilizada para indicar las conversaciones
entre el equipo/dupla y las familias en torno a temas asociados a la crianza y el apego infantil.
Una ganancia de uso de esta herramienta está en la posibilidad del autoreporte para el adulto/a
donde verse a sí mismas, con la mediación del terapeuta, les permitía reconocer sus recursos y
aquellos aspectos a mejorar, reconociendo los avances del proceso, específicamente en la
interacción con su hijo/a, favoreciendo el desarrollo de interacciones positivas entre adultos y
niños.
59
Bitácora de acompañamiento familiar.
El maletín.
Esta herramienta fue desarrollado por el proyecto COSAM Pudahuel, y consiste en una carpeta con
subdivisiones (carpeta tipo acordeón), con diversas actividades. Éste, plasma tanto la intervención
domiciliaria como el funcionamiento dinámico y multidisciplinar del programa, donde cada
profesional establece una actividad que permanece disponible tanto para el usuario intervenido y
su familia como para el equipo interventor, generando así, tanto comunicación y dinamismo entre
el equipo como material concreto para las familias, donde puedan valorar sus procesos, avances y
cambios logrados.
Técnicas de juego.
El uso del juego como herramienta metodológica, es ocupado por la mayoría de los proyectos,
sufriendo variaciones en sus formas de acuerdo al marco teórico que sustente la intervención. No
obstante, un aspecto común a esta práctica es que aporta un espacio de diálogo y escucha no
enjuiciadora frente a las dificultades propias de la crianza.
El incentivo a las prácticas de juego en las familias tiene como consecuencia la distensión de la
relación, suma momentos gratos en la interacción en los que se fortalecen los vínculos afectivos y
se robustece la percepción de que es posible modificar positivamente la relación instalando
nuevas formas de vincularse.
60
5.3 Prácticas de intervención a nivel de actores institucionales y comunitarios.
Al analizar globalmente la intervención propuesta y ejecutada por los proyectos en este ámbito, es
posible observar que la definición del campo de acción de la intervención en el nivel de actores
institucionales y comunitarios, está dada básicamente por el límite que dibuja el sistema familiar
nuclear; dicho de otro modo, al referirse a esta dimensión se piensa en todo lo que es entorno del
sistema familia nuclear.
Desde ahí, al observar el discurso y práctica de los equipos de los proyectos, se evidencia una
primera distinción, respecto del contenido atribuido por los equipos a esta dimensión:
A partir de la sistematización, se advierte que además los equipos observan dicho entorno en dos
niveles: de un modo más global, como contexto social y político de la problemática atendida y a un
nivel operativo, en la amplitud del dominio que considerarán en la intervención.
Foco 1: Político.
Como se refirió anteriormente, entre los proyectos ejecutores se encuentran algunos de grandes
ONGs dedicadas a la infancia que generan conocimiento y opinión insumando a la política pública;
aquí nos referimos sólo a la gestión que es posible de realizar por el proyecto específico. De este
modo, ubicamos dentro del foco político todas las acciones que ejecutan los proyectos a nivel de
autoridades con el fin de visibilizar y dar importancia y prioridad a la gestión política e institucional
local en el tema de atención a la infancia vulnerada.
Se trata de un foco abordado por pocos proyectos y en algunos de éstos con bajos logros
asociados. Al parecer, la posibilidad de incidencia -al menos en tiempos breves de intervención
como el de estos proyectos- tiene directa relación con la voluntad política de las autoridades
locales y de la visión que mantiene el municipio sobre el perfil de su comuna y problemáticas
asociadas, lo que hace que por ejemplo en comunas como Macul, donde operó CEANIM, el tema
haya sido desestimado como elemento de interés.
En este foco ubicamos la totalidad de acciones realizadas por los proyectos dirigidas a incidir sobre
los actores institucionales que actúan a nivel local en la atención a niños, niñas adolescentes
vulnerados en sus derechos y sus familias. No se trata aquí meramente de la asistencia a redes de
infancia y juventud, sino del despliegue de estrategias dirigidas a potenciar cambios en la mirada
de los equipos que la conforman.
Los intentos de los proyectos son variados en forma y objetivos entre los que se cuentan
sensibilizar y visibilizar en las redes disponibles en el territorio sobre la temática de vulneración de
niños/as y adolescentes, evidenciar allí la necesidad de intervenir de manera especializada,
promover en ellas una mirada más amplia de la situación de estos y sus familias, fomentar el
reconocimiento de sus recursos, enfatizar sobre la importancia de lo vincular para el desarrollo
integral de los niños y niñas. También incluimos en este apartado el trabajo mancomunado
realizados por redes de organizaciones interventoras zonales o locales con el fin de analizar y
conocer en más profundidad el fenómeno abordado y construir estrategias de acción conjuntas.
En concreto, la estrategia de red desarrollada por Dialoga, comenzó con una primera etapa de
presentación del proyecto y su equipo ante autoridades locales, seguida de reuniones de
presentación antes directores y encargados/as de otros programas o proyectos de Lo Espejo.
Aquí el modelo de redes se orienta desde un enfoque colaborativo, que busca establecer
coordinación y alianzas con las agencias locales involucradas en el trabajo con las familias
participantes. Los diálogos colaborativos se centran en las potencialidades de las redes, aspiran a
mejorar el acceso y uso de los recursos disponibles por sobre las falencias o vacíos de los servicios,
le imprime una distinción en el proceso de acercamiento hacia las agencias locales
El sello diferenciador, es que el modo en que se busca esto es el diálogo en una relación de
respeto y escucha con los actores locales (autoridades, funcionarios municipales, instituciones,
actores de la comunidad, etc.), que logra instalar al proyecto como un servicio disponible.
Asimismo, trabajar en red es considerado como un espacio de encuentro y compañía mutua entre
los equipos que intervienen estas problemáticas, lo que contribuye al cuidado de los miembros de
la red, además, de favorecer la optimización de los recursos humano-profesionales. Bajo estas
condiciones se crea “un clima” en la relación con los “agentes” de la red que da la sensación de
compañerismo, que inclina a caminar juntos, a establecer una coordinación de miradas y
operaciones más allá de la mera derivación.
62
Si bien lo anterior tiene como un objetivo y logro reducir la situación de fragmentación
institucional existente y fomentar el trabajo compartido que permitan intervenciones
promocionales e integrales en el sujeto, también logra crear una reciprocidad que muy
probablemente induce a la permeabilidad a los agentes, y que hace intervenible la relación
previamente descrita de las familias con la red institucional. En el diálogo colaborativo, a través del
análisis de casos en red, se relevan los recursos, capacidades, potenciales y posibilidades de las
familias y los adolescentes, se promueven actitudes positivas hacia ellas-os. Con todo lo anterior,
se introduce un discurso respecto de los mismos que permea a las instituciones y cambia el foco
de observación hacia ellos, abriendo posibilidades a la construcción de un nuevo modo de
relación.
Como elemento clave del logro aquí descrito, es necesario relevar que el proyecto contempló un
encargado de redes, quien, además de planificar el trabajo en este ámbito, cumple, con participar
de distintas instancias comunales ligadas a la red de infancia. Es él quien se encarga de elaborar
una intervención en la red bajo una mirada integral e integradora.
En el marco del contexto particular de internación, el proyecto Casa del Cerro despliega esta
práctica de intervención dirigida al personal de trato directo que se encarga del cuidado de los
niños y niñas en las residencias. Este trabajo se inicia con una "capacitación de la institución" –
realizada por el acompañante terapéutico- donde dan a conocer el trabajo de acompañamiento a
toda la institución/residencia, explicitan el sentido del trabajo y las herramientas metodológicas a
utilizar (como el libro de vida), con el fin de que la propia institución y sus funcionarios puedan
replicar este trabajo. A esto se suma una "reunión mensual con cuidadoras”, en algunas de las
cuales se incluye a la familia de los niños-as, donde el acompañante terapéutico actúa como un
mediador entre la familia y la cuidadora para generar conocimiento mutuo, retroalimentación a fin
de fortalecer el vínculo niños-as y familia.
Para el proyecto ejecutado por Hogar de Cristo, su vinculación con la red de infancia de Cerro
Navia, aportó en tanto se logró construir el mapeo de actores, dividir estratégicamente los
territorios, incluir a las organizaciones y acoplar voluntades en función de una temática común,
además de reconocer los territorios con la identificación de elementos contextuales en términos
socio-culturales, económicos y políticos, comprendiendo progresivamente la relevancia que tiene
el barrio, el territorio y la comunidad, en la configuración del fenómeno calle. Cabe hacer notar la
que la Red de Infancia en Cerro Navia lleva más de 10 años de funcionamiento y que en ella
confluyen a la mayor parte de las organizaciones que trabajan con niños (Jardines Infantiles, OPD,
fundaciones orientadas al trabajo con jóvenes, etc.), lo que se presenta como un ejemplo de las
posibilidades de logro mediante el trabajo mancomunado a nivel de red.
63
Foco 3: Vinculación institucional de la familia.
Incluimos aquí todas las prácticas cuyo objetivo es facilitar la articulación de prestaciones sociales,
de salud, educativas y culturales en función de la satisfacción de necesidades y el desarrollo de
potencialidades de los integrantes de las familias de niños, niñas y jóvenes a partir de gestión de
redes institucionales. El fundamento de base se trata de que aumentar el acceso a servicios
sociales locales es una herramienta que suma a romper el aislamiento social y exclusión.
Si bien este foco fue abordado por la totalidad de los proyectos, la profundidad de la intervención
y las estrategias asociadas fueron variables. A continuación las presentamos las prácticas que
fueron relevadas por los equipos debido a su aporte y resultados.
Diagnóstico de redes.
Algunos proyectos lo consideraron como un punto inicial en su gestión de redes, mientras que
para otros fue un fruto de ésta. Se trata de la elaboración de un catastro de instituciones y
servicios de la comuna de residencia de las familias, lo que les permitía ubicar a las instituciones
territorialmente e identificar la oferta pública existente. En algunos casos, en una práctica
aconsejable, se propuso traspasar esta información a las familias a modo de guía informativa de
servicios.
Varios proyectos utilizaron algún tipo de metodología en este sentido. Aun cuando difieren en los
aspectos observados, relevan su aporte en términos de entregar una visión respecto al grado y
modo de la relación de las familias con las instituciones y de las necesidades que se derivan de
esto y de las problemáticas y necesidades que los aquejan. Dicha información actúa como un
insumo de alta relevancia en la elaboración de planes de intervención y orienta la acción del
programa en el plano institucional respecto a dicha familia.
17
La Municipalidad de Peñalolén ha desarrollado el Modelo de Atención Integral a la Familia, MAIF orientado a detectar
necesidades inmediatas de resolver, principalmente relacionadas con salud y educación, para favorecer el proceso de
vinculación de las familias con las redes a fin de garantizar el cumplimiento de las Condiciones de Derecho por medio del
trabajo intersectorial.
64
Las prácticas aquí van desde la entrega de información sobre los servicios y prestaciones
disponibles, la derivación formal del caso a la red; hasta la realización de un trabajo más
coordinado, ya sea mediante el seguimiento conjunto de los casos, la búsqueda mancomunada de
los espacios de atención requeridos en procesos de derivación asistida.
Un elemento constatado como facilitador fue la vinculación – y en estos casos, dependencia- con
el sistema municipal. En tanto el proyecto está inserto en el sistema institucional local, canaliza y
promueve la vinculación de la familia con diversas instancias de apoyo con mayor facilidad, lo que
agiliza el proceso de configurarse como beneficiario de dichos servicios. Lo anterior logra efectos
importantes en los usuarios, en tanto disminuye su percepción de desesperanza y
desconocimiento de los procesos formales para acceder a dichos servicios, mejorando su
capacidad de autonomía y de empoderarse como agente activo en la resolución de sus
necesidades.
Se trata de una forma de derivación asistida dirigida que se caracteriza por mantener un diálogo
permanente con las instituciones de la red local con las que se comparten usuarios, estableciendo
una relación colaborativa en la que se promueve una visión positiva de las familias en el análisis de
casos en conjunto. Se plantea que mantener esta relación implica asumir la corresponsabilidad de
las distintas entidades, lo que contribuye a ampliar el acceso de los adolescentes a servicios
comunitarios, pero sobre todo, a reparar la experiencia y relación del sujeto con su red de apoyo
secundaria en tanto se fortalece la vinculación entre familias y comunidad, logrando mejorar la
confianza en dicha relación, lo que permite a las familias ampliar su red de apoyo, lo que asegura
la sustentabilidad de los cambios producidos durante el período de intervención.
Se relata que las familias empiezan a observar a instancias de la red institucional local como
espacios de apoyo y acogida para las familias para obtener información y acceder a servicios. De
esta manera, por una parte se mejora la efectividad de las acciones que cada familia realiza para
su inserción y, en otro nivel, con eso potencia su empoderamiento en la experiencia de “poder”
por si misma.
65
Es necesario observar que ambos proyectos han realizado previamente un diagnóstico de la
vinculación institucional de la familia y, además realizan en paralelo acciones en el Foco2, es decir,
también ponen énfasis en la intervención sobre su red para permear su mirada acerca de las
familias, aspectos que presuponemos deben ser fundamentales para la posibilidad de éxito de esta
intervención.
En general, las acciones en esta área se dirigen al establecimiento de una conexión constante con
los establecimientos educacionales de los niños/as usuarios de los proyectos, además de
constituirse como mediadores entre familias e instituciones, con el fin de profundizar el vínculo y
aumentar la confianza.
En otros casos en que la vinculación con instituciones escolares fue más dificultosa los proyectos –
ACHNU y Dialoga- crearon sus propios dispositivos educativos para preparación para exámenes
libres con los que restituyen en un gran número de los casos atendidos el derecho a educación de
los adolescentes del proyecto.
Esto se hizo posible a través de la generación de alianzas y convenios que les permiten obtener los
recursos económicos, profesionales y espaciales para ello. Dialoga, a través de su “red de
escolarización” logra la alianza del proyecto con “Caleta Sur” para la re-escolarización de los
jóvenes. Por su parte el proyecto de ACHNU gestiona apoyos económicos desde el sector privado
a través de acciones de responsabilidad social empresarial para habilitar un Centro de Recursos
Educativos y gestiona convenios con escuelas de pedagogías para obtener estudiantes en práctica.
A través de contactos con la provincial de educación para asegurar la rendición de los exámenes.
Cabe hacer notar que la intervención en este foco entrega una serie de aportes a la consecución
de logros en niños, niñas y adolescentes. Por una parte, a nivel personal, implica la inserción en
una red, un espacio de formación normativa, una instancia de convivencia de pares. Por otra, a
nivel familiar, implica un acto que por derivada aporta a la reparación de una relación de la familia
con las instituciones educativas y genera la experiencia de compartir un deseo común entre el
niño/a y sus adultos responsables (todos desean que el niño logre su egreso escolar). Además de
lo anterior, dicho deseo es compartido con la comunidad y la sociedad, es lo que “se espera” que
el niño-a logre. De este modo, a través de la intervención en el ámbito escolar, se obtiene que
sistemas de diferentes niveles (niño, familia, comunidad y sociedad) compartan un objetivo
común, práctica que en si misma saca al niño de la posición “en contra” y pone a todos estos
estamentos en un “a favor”, lo que tiene una relevancia importantísima en la modificación del
relato identitario que sustentará la mantención de los cambios logrados mediante la intervención.
66
Foco 5: Comunitario-territorial.
Su objetivo se plantea como a ampliar redes relacionales y de apoyo de las familias intentando
romper el aislamiento social y la exclusión. Consiste en gestionar a nivel comunitario y social, la
interacción del grupo familiar con otras familias y organizaciones locales que les permitan mejorar
sus condiciones actuales de vida
Cabe hacer notar, que a partir de la sistematización se develan dos prácticas que si bien no son
relevadas por los equipos como estrategias de intervención, son posibles de ser observadas como
tales en este foco.
Primero nos referimos a consecuencias posibles del trabajo grupal con familias descrito en el
apartado de prácticas a nivel familiar ejecutado por varios proyectos. El espacio de intimidad ahí
generado, la construcción de un grupo que comparte experiencias, deja el camino llano a la
generación de sinergia entre familias participantes de modo tal que ellas mismas construyan una
comunidad que actúe cono red de apoyo. Todas ellas han vivido el mismo proceso interventivo,
han experimentado similares aprendizajes y pueden actuar en el futuro como promotores de la
mantención de los cambios producto de la intervención.
Solo un equipo en su proyecto incluye en sus líneas de acción el trabajo con la familia extensa y ni
uno de ellos relata haberla realizado. Constatamos esto aquí en tanto la apuesta por el trabajo
con la familia extensa tiene al menos dos aspectos de interés:
67
- Aparece como una posibilidad de realizar un trabajo a nivel familiar cuando la familia
nuclear no está dispuesta a participar de ello. Ello incluso si los parientes no son los
adultos/as responsables, pues permitiría trabajar con un adulto significativo con quien
reparar el vínculo, aun cuando este no correspondiera al adulto responsable.
- La familia extensa puede configurar la comunidad más cercana que aporte a la
sustentabilidad de la intervención.
Los proyectos que desde sus inicios contemplan entre sus líneas de acción la intervención en el
foco político, también ponen esfuerzos en su desarrollo, obteniendo en general algún grado de
logro en este aspecto. Del mismo modo, los que han establecido como prioritaria la vinculación y
acción en la Comunidad Escolar, ponen sus recursos en ello, en general con buenos resultados.
Los focos que se observan más débiles en cuanto a acciones son el Comunitario-Territorial y la
Familia extensa. Al respecto, es necesario hacer notar que el primero de ellos fue incluido en los
lineamientos de intervención en la mayoría de los proyectos, incluso relevando su importancia en
tanto aporte a la vinculación social de los niños, niñas adolescentes y sus familias. En la práctica,
varios de los proyectos experimentaron una serie de inconvenientes, entre los que se cuentan la
dispersión de los usuarios que dificultaba la acción en sus territorios de pertenencia, barreras y
trabas en la relación con organizaciones sociales de base, falta de tiempo y recursos para lograr
poner esfuerzos en este foco, etc. Todo lo anterior se tradujo en que este fuera uno de los ámbitos
de gestión más débiles entre las experiencias de intervención observadas.
Respecto a la vinculación con la familia extensa, es necesario hacer notar que en la mayoría de los
proyectos ni si quiera fue considerado como un foco de intervención. Entre los que lo
consideraron se relatan algunos esfuerzos iniciales e infructuosos por iniciar un contacto, sin que
se describa mayormente la acción y experiencias en este ámbito.
68
VI) MIRADA INTEGRADA DE LOS CAMBIOS PERCIBIDOS POR LOS/AS USUARIOS/AS DE LOS
PROYECTOS.
Este apartado se recoge la voz de uno de los actores claves de este proceso de sistematización
como son las familias usuarias de los proyectos. Desde el análisis de los encuentros con adultos y
adultas significativas de los niños, niñas y adolescentes participantes de los proyectos se ha
explorado sobre los cambios percibidos como producto de la intervención, emergiendo categorías
relevantes que distinguen 6 niveles del cambio y que dan cuenta del trayecto que siguen estas
familias en el transcurso de la intervención.18
6.1. Contextualización.
Para contextualizar este apartado debemos recordar, cómo hemos revisado en capítulos
anteriores, que los proyectos sistematizados presentan una amplia diversidad en aspectos tales
como: el rango etario de los niños, niñas y adolescentes, la unidad de intervención, la complejidad
de los casos, el tipo de vulneración que atienden, su modelo y fundamentos de intervención, entre
otros elementos diferenciadores.
Además de estas distinciones, se suma la diversidad de las familias usuarias. Se trata de familias
con estructuras diferentes donde el adulto/a responsable del niño, niña o joven atendido es, en
algunos casos, la madre o el padre, en otros abuelos/as, como también padres/madres sustitutas;
configuraciones en que las características psicológicas y sociales de los niños y adulto/as atendidas
son diferentes y en que los procesos de atención presentan fuertes variaciones incluso al interior
de un mismo proyecto19.
En este contexto, la primera distinción está dada por la amplia diversidad de formas en que estas
familias ingresan a los distintos proyectos:
Respecto de las problemáticas asociadas a vulneraciones de derechos, por las cuales las familias
ingresan, también son diversas en tipo y complejidad; contemplando: diversas expresiones de
maltrato, como negligencia, maltrato psicológico, físico, abandono, así como expresiones de
vulneraciones como situación de calle, explotación sexual comercial, conductas infractoras, entre
otras.
Respecto de la motivación inicial que las familias reconocen para participar de los proyectos, va
desde un interés en participar de actividades de los centros, por una preocupación por las
dificultades en las relaciones al interior de sus hogares o, en caso particular de proyectos como
18
Para mayor detalle de los contenidos asociados a este capítulo, se sugiere revisar el quinto informe de sistematización
producido por este componente.
19
Los adultos y adultas que participaron de este proceso representan sólo una pequeña muestra del total de usuarios.
De cada proyecto, los equipos seleccionaron 2 familias, bajo el criterio de que sus procesos fueron considerados
“exitosos” (en cuanto a observación de cambios en la situación inicial que dio origen a su ingreso al proyecto).
69
Casa del Cerro, por una posibilidad para facilitar el egreso de niños o niñas, de su situación de
internación por orden judicial.
A partir de la observación de las distinciones entre las familias, también es posible encontrar
elementos de confluencia, que nos permiten levantar aproximaciones interesantes respecto de
sus percepciones en torno al cambio observado en el contexto de la intervención de la cual
participaron, destacamos los siguientes.
En todos los casos es posible identificar cambios en relación a la situación que dio origen a
su ingreso al proyecto.
Los cambios relatados se dan, al menos en cada uno de los individuos atendidos
directamente por el programa, lo que impacta en la relación.
En todos los casos se alude, al menos a cambios conductuales en el niño, niña o joven y la
figura significativa atendidos, como también en la relación entre ambos.
Estos cambios son significados como “logros” por las familias.
Estos “logros” en ocasiones impactan de manera profunda; modificando las variables relacionadas
a la situación de vulneración, fortaleciendo las competencias parentales, reparando el daño
vincular y el apego, aportando al desarrollo de una capacidad reflexiva en los usuarios que les
permitirá observar a su familia como sistema y asumir de manera autónoma la prevención de
nuevas situaciones de vulneración y enfrentamiento de problemas.
En cuanto a su alcance, en algunos casos, estos cambios abarcan la totalidad del sistema familiar
modificando las relaciones al interior de éste, implicando una reorganización de roles y funciones.
Sin embargo en otros, el logro percibido tiene un alcance y profundidad menor: se trata de la
modificación de conductas disruptivas, adquirir un trato sin violencia y/o calmar la ansiedad y
preocupación presente en el hogar.
De este modo, es posible observar diferentes niveles de logro en los cambios percibido por estas
figuras. No obstante, es necesario rescatar que la observación de las experiencias de estas
familias, sugiere que en la percepción de cambios existen algunos elementos que preceden a la
intervención y que influyen en la posibilidad y estabilidad de los cambios, entre otros
encontramos: la complejidad del caso, la gravedad de la vulneración de derechos y profundidad
del daño, la relación o parentesco entre el niño, niña o joven y sus figuras significativas y las
características sociales y psicológicas tanto de los niños, niñas o jóvenes como de los adultos/as
participantes.
De este modo, la percepción de cambios de los/as usuarios/as se presenta como un efecto del
juego de elementos previos, propios de la situación de vulneración como de las características de
los usuarios y aquellos elementos/herramientas adquiridas a través de la misma intervención.
70
6.2 Niveles de cambio.
Como se grafica en la siguiente figura, estos cambios se dan en una espiral que toma logros de las
etapas precedentes como vitalizantes para avanzar hacia el cambio reflexivo, que supone alcanzar
el nivel de cambio que permite la restitución de los derechos vulnerados.
Figura Nº3: Niveles de cambio a partir de las percepciones de los usuarios (Elaboración propia).
Son referidos preferentemente por los adultos y adultas. Actúan a nivel individual y se refieren a la
generación de las condiciones mínimas necesarias en los participantes de la intervención para
poder dar inicio a la intervención.
Este tipo de cambios se aprecian como resultado del trabajo sostenido con la familia en la etapa
diagnóstica de la intervención toda vez que se ha posibilitado el establecimiento de un vínculo de
confianza interventor- intervenido, se abre la posibilidad de co-construcción de un espacio de
71
seguro y alternativo a la familia dónde “poner” las problemáticas lo que reduce el estrés e incita a
la calma, aceptando la posibilidad de “recibir” y “pedir” ayuda.
Son referidos como cambios a nivel conductual tanto en el niño, niña o adolescente como en la
figura significativa. No necesariamente implican un cambio más profundo a nivel de percepciones,
sentimientos y emociones pero, logran establecer los parámetros más básicos de convivencia que
permiten disminuir el malestar y ansiedad al interior del hogar/relación, facilitando el cese de la
producción de daño presente en la relación previo a la intervención y apaciguan la angustia
producto de esta situación.
Indicadores/Dónde observar:
Establecimiento de normas básicas de funcionamiento al interior del hogar
Establecimiento de estrategias de comunicación no violentas (disminuye la agresividad en
el trato)
Disminución del consumo, cuando lo había.
Los logros asociados a este nivel de cambio, actúan como cimiento para la modificación del
vínculo inicial y la construcción o reconstrucción de una relación afectiva, aportando
significativamente a la Interrupción del maltrato /o vulneraciones asociadas.
Se trata de cambios que se dan en la relación entre la figura significativa y el niño, niña o joven, a
un nivel más profundo, logrando modificaciones a nivel de percepciones y sentimientos acerca del
otro, observándose un restablecimiento de los afectos en la relación.
Indicadores/Dónde observar:
Aumento (relato) de espacios de encuentro entre el niño, niña o joven y el adulto/a
Relato de observación(es) positiva (s) del otro,
Aumento del diálogo en frecuencia y contenidos
Aumento en la expresión (es) de afectos
Se utiliza la inducción a la reciprocidad:" ¿cómo te sentirías tú, si no te diera permiso para
la fiesta?"
Los cambios a este nivel dan cuenta del surgimiento de sentimientos de unión y confianza. La
confianza en el vínculo construido contribuye a la reparación (afectiva) e impulsa el proceso hacia
los niveles superiores de cambio.
Los logros a nivel vincular actúan como “bisagra” entre los cambios conductuales y los cambios
observados a nivel familiar. En este sentido, se torna un momento clave para la intervención con la
familia, por cuanto, el restablecimiento/ reparación del vínculo tendrá que ir acompañado de la
mantención y/o fortalecimiento de cambios conductuales que otorguen “evidencia” y refuercen la
posibilidad de un cambio que impacte en el grupo familiar completo.
72
6.2.4 Cambios a nivel familiar.
Indicadores/Dónde observar:
Reorganización de las funciones y los roles al interior de la familia.
Fortalecimiento de los vínculos entre más miembros del grupo familiar.
Reposicionamiento del niño, niña o joven y del adulto/a en la estructura familiar (el
sistema logra replantear el modo de observar y percibir al niño/a y modifica su relación
con él o ella).
Relato que da cuenta de mayor "unión" familiar
Instalación/ re- instalación de espacios de convivencia y ritos familiares
Los cambios a este nivel refuerzan sentimientos de unión y confianza en el niño y en los
adultos/as lo que modela una nueva forma de relación en la familia, aumentando conductas bien
tratantes contribuyendo, como en los cambios vinculares, a la reparación de las experiencias de
vulneración.
Indicadores/Dónde observar:
Búsqueda o preferencia por espacios protegidos
Disminuye la impulsividad
Aumenta la tolerancia a la frustración
Aumenta la valoración del diálogo como medio de resolución de conflictos
Refieren mayor poder de decisión sobre su vida
Niño, niña o adolescente se compromete (Inicia o retoma) actividad formal de acuerdo a
edad (escuela, trabajo, etc.)
Aumentan conductas protectora en los adultos/as
Aumento de estrategias de autocuidado en los niños, niñas o jóvenes
Relato, en los adolescentes y adultos/as de identificación con valores pro social o
legitimado socialmente (mayor apego a lo normativo).
Los cambios a este nivel aportan sustentabilidad a la intervención, ya que son observables por los
implicados, reforzado la sensación de seguridad en el vínculo. En lo social, posicionan de mejor
manera al niño y la familia en general lo que favorece la mantención del cambio. Estos cambios
sientan las bases la restitución de los derechos vulnerados.
73
6.2.6 Cambios a nivel reflexivo.
Indicadores/Dónde observar:
Presencia de la capacidad de observar conductas que fortalecen o debilitan relaciones al
interior de la familia.
Capacidad de observar y analizar la dinámica familiar.
Capacidad de tomar acciones para prevenir crisis o situaciones de vulneración.
Capacidad de reconocer errores.
Desarrollo de autonomía en el enfrentamiento de situaciones problemáticas en la familia.
A partir de este tipo de cambios, los sujetos adquieren “agencialidad” en la medida que tienen
posibilidades y recursos para modificar el estado de las relaciones que establecen en la familia, lo
que impacta en la restitución de los derechos vulnerados.
Dado que este es el último nivel de los cambios identificados y supone un avance significativo
hacia la restitución de los derechos vulnerados, a continuación se revisan algunos elementos que
el análisis de los procesos con estas familias, nos permiten observan como elementos que limitan
las posibilidades de consolidar cambios del tipo reflexivo. Con fines analíticos y en el contexto del
cambio, estas indicaciones han sido denominadas como nudos críticos para alcanzar el nivel
reflexivo.
74
En casos de vulneraciones graves, específicamente en casos de explotación sexual infantil,
situación de calle y violencia física severa, se observa una notoria dificultad para nombrar la
situación de vulneración, siendo mencionada de manera inducida muy tardíamente en la
entrevista y en algunos casos, simplemente no se nombra como en otros sólo se le refiere
tangencialmente. En estos casos, sí se manifiesta de manera explícita que estos constituyen temas
tabú, de los cuales es mejor no hablar, que se deben mencionar sólo en el contexto terapéutico o
cuando no hay nadie más presente. La experiencia se posiciona como innombrable, a veces se
argumenta una incapacidad para procesar el recuerdo, en otras para no importunar a otros
miembros de la familia, en otras como algo vergonzoso impresentable ante el mundo social.
En cualquier caso, el tabú impide generar reflexión acerca del hecho y de la situación en la que se
dio y, además, impide integrar la experiencia en la historia personal y en el relato identitario
anulando con esto la posibilidad de resignificación de la experiencia, quedando como un aspecto
indecible acerca de sí mismo.
Es posible complementar estas hipótesis con los hallazgos del componente 2 de esta
investigación, que aporta una interesante mirada al respecto en cuanto se indica que, desde una
perspectiva que busca reforzar y promover el desarrollo de vínculos familiares adecuados, sin
duda que esta estrategia de silenciamiento frente a las vulneraciones experimentadas (o de las
que se ha sido testigo) constituye un desafío a trabajar. En este sentido, se establece que, el
silenciar las situaciones de daño es la antípoda del enfoque terapéutico, psicológico-psiquiátrico,
que deposita justamente en el hablar el medio para superar el daño sufrido”20
También es posible que frente a vulneraciones de la gravedad que atienden la mayoría de estos
proyectos, los sujetos involucrados desplieguen una serie de mecanismos de defensa psicológicos
orientados a protegerse psíquicamente de la experiencia. Ya se ha dicho que el proceso de cambio
a nivel reflexivo es fuerte y doloroso y puede implicar para los participantes el contacto con un
dolor originario y transgeneracional, por lo que puede que las figuras significativas no estén en
condiciones de asumirlo.
En cualquier caso, es necesario poner atención sobre los procedimientos terapéuticos utilizados,
en particular sobre la adecuación de estrategias y técnicas de intervención a las características de
los usuarios, de modo de generar planes de intervención que respondan a sus particularidades y
que faciliten logros en este nivel de cambios.
Por otra parte, en algunos casos también se refieren dificultades para que los adultos/as de la
familia que no han participado de la intervención, se incorporen a los cambios que se han
producido en el sistema. Estos miembros no logran adecuarse a las nuevas conductas de
convivencia básicas establecidas: presentan consumo problemático de sustancias, comunicación
agresiva, participan de círculos de violencia intrafamiliar. Estas situaciones “chocan” con los
nuevos hábitos y visiones de los participantes de la intervención, que sienten haber salido de esa
posición inicial. Esta constatación impone desafíos para la intervención, por cuanto, implica
elaborar estrategias que reduzcan el impacto que estas ocurrencias pueden tener sobre los
cambios y que incorporen análisis desde un marco reflexivo por sobre una mirada normativa de
los procesos de cambio.
20
Informe final componente 2 (versión preliminar). Estudio, Evaluación y Sistematización de los Proyectos de
Intervención Focalizados en Familias con Niños, Niñas y Jóvenes Vulnerados en sus Derechos. Pp.106.
75
6.3.1 Otros facilitadores y obstaculizadores de los cambios y su mantención.
En el contexto de los cambios observados por las familias, es posible señalar dos grupos de
facilitadores que limitarían el avance hacia el proceso de restitución de los derechos. Respecto de
los primeros, se destaca:
La actitud del interventor, que se aprecia como “disponible” para el sujeto, constituye una
certeza primaria que impulsa la movilización de los sujetos hacia los cambios.
En este sentido, se vuelve fundamental destacar, cómo ámbitos que antes parecían inabarcables
(en el pasado) se puede visualizar en las últimas fases del proceso, como una situación que
dificulta pero no imposibilita las opciones de cambio, lo que daría cuenta de que la experiencia de
intervención generó condiciones de contención, soporte y sustentabilidad en el afrontamiento de
estas dificultades.
Rotación de los interventores/as. Es referido tanto por los usuarios como los equipos, en
el sentido de la perdida de continuidad en la intervención y la amenaza en la consolidación
del vínculo con el interventor, elemento que se considera como un recurso clave para una
intervención basada en el fortalecimiento del vínculo.
76
VII) SISTEMA DE REGISTRO Y EVALUACIÓN.
A partir de la revisión de las prácticas utilizadas por los equipos para el registro y evaluación de la
intervención, se pueden extraer algunas ideas generales, que aportan en la generación futura de
un modelo de intervención familiar. Se ofrecen connotaciones importantes que logran validar la
importancia de este aspecto en la ejecución de un proyecto de esta naturaleza, los cuales se
describen a continuación:
Todos sin excepción, contaron con sistemas de registro de la información asociada a los procesos
de ingreso y diagnóstico de la familia, con mayor o menor grado de formalidad. Para ello se
generaban formularios a completar por los profesionales, generando sistemas ordenados, físicos y
digitales, en los cuales almacenar dicha información.
De la misma manera, todos generaron sistemas para registrar y respaldar la frecuencia y tipo de
acciones que se realizaban con la familia completa, ya sea en el domicilio o en el centro de
operaciones del programa, con el niño, niña o adolescente, con los adultos significativos, así como
con otros actores involucrados en los procesos de restitución de derechos.
Para complementar este registro, en algunos casos resultó útil contar con un sistema en el cual la
familia, el adulto responsable y/o el niño, niña y adolescente, fueran dando cuenta del procesos,
desde una perspectiva personal y subjetiva.
En función de lo anterior, resultaron altamente valoradas las instancias en las cuales pudieron
capacitarse y adquirir nuevas herramientas, sobre todo en lo que respecta a la utilización del
NCFAS-g.
77
7.1 Importancia del registro y evaluación.
Claramente constituye la manera en que se toma el pulso del programa, que permite verificar el
cumplimiento de objetivos y tomar decisiones en relación a la efectividad que tienen las
estrategias de intervención. El registro de la información asociada a dichas estrategias, sus
resultados, los avances observados, las evaluaciones intermedias realizadas a las familias y los
niños, niñas y adolescentes, aporta el sustrato para generar trazabilidad, evaluar sobre la marcha y
modificar el rumbo en caso de ser necesario.
Sin un adecuado proceso de registro, avanzarían a ciegas respecto del impacto que están teniendo
sus intervenciones. El registro permite dar cuenta del proceso con detalle y de esta manera,
focalizarse en claves asociadas a los cambios en el vínculo, en tanto son señales graduales,
reportadas de maneras diversas y cargadas de subjetividad. La única manera de identificar mejoras
en este núcleo, se encuentra en el registro acabado de las acciones realizadas, los avances, los
cambios en las condiciones del niño, niña o adolescente usuario y de la propia constatación
directa de los profesionales, respecto de estos cambios.
Tan importante como registrar, es generar sistemas organizados en los cuales se pueda almacenar
esta información y procurar un fácil acceso a ella, tanto de los profesionales que lo alimentan,
como de cualquier otro que la requiera para generar reportes y otros informes asociados al avance
de la intervención.
Resulta relevante en este caso, contar con instrumentos transversales que proporcionen
información de avance en base a indicadores estandarizados para todos los programas que estén
trabajando con el mismo foco (tal como fue el caso del NSFAS-g) así como con instrumentos
particulares que logren dar cuenta de avances en otras variables de acuerdo con la complejidad de
la vulneración, la particularidad de las familias y el territorio, e incluso en relación con estrategias
específicas, de modo de comparar la eficacia de las técnicas grupales, individuales, territoriales,
educacionales, asistenciales, entre otras.
Todos los equipos dedicaron tiempo y esfuerzos en contar con información que les permitiera
navegar con datos precisos hacia el logro de sus objetivos. En la mayor parte de los casos, al
acercarse la entrega de informes para la Fundación, aumentaba la exigencia del esfuerzo, en tanto
los procesos de recolección y sistematización de información, no estaban incorporados en sus
actividades regulares. Sin embargo, en la medida en que se detenían a revisar los resultados
obtenidos, se les hacía evidente la importancia de contar con esta información.
78
7.2 Aprendizajes y Desafíos.
Resulta necesario contar con un instrumento que unifique los resultados de los programas que se
encuentren trabajando en una misma temática (en este caso, la vinculación entre el niño, niña o
adolescente y su familia) de manera de permitir la obtención de datos globales de la población
intervenida, así como los resultados en cuanto a los objetivos planteados y los avances detectados
en cada caso. Podría ser el NCFAS-g u otro que recoja integralmente la realidad del niño, niña o
adolescente en la interacción con su familia o adulto significativo.
De la misma manera, resulta esencial que los equipos se capaciten previamente en la herramienta,
de manera de facilitar la obtención de la línea base, así como de las otros hitos de aplicación, sin
que ello retrase otros procesos de la intervención o resienta la calidad de los vínculos establecidos
entre los profesionales y las personas usuarias.
La evaluación debe incorporar distintas visiones, priorizando por las del propio usuario y las del
equipo en relación con el las actividades realizadas y los servicios prestados.
79
VIII) BUENAS PRÁCTICAS.
En este apartado se han seleccionado algunos aspectos que han sido destacados y que consignan
como buenas prácticas desarrolladas por los diferentes equipos. En este contexto, se entenderá
como “buena práctica” a toda experiencia que ha arrojado resultados positivos, demostrando su
eficacia y utilidad en un contexto concreto, en este caso particular, en la intervención de familias
con niños, niñas y adolescentes que han sido vulnerados en sus derechos.
Vinculación.
Se destaca como buena práctica asociada a la vinculación entre los sujetos y los interventores la
implementación de estrategias que privilegian una aproximación progresiva a la familia en su
contexto natural, como es el caso de la intervención domiciliara. Muchos de los equipos que no
contemplaban esta estrategia inicialmente, a medida que comprueban su importancia en el
proceso de vinculación con los sujetos, avanzan en su legitimación validándola como un espacio
privilegiado de intervención “con” las familias. Lo anterior, da cuenta de la flexibilidad y capacidad
de observación de los interventores quienes se “ajustan” a las necesidades y posibilidades de las
familias, lo que fortalece el compromiso de unos y otros fortaleciendo el vínculo entre los sujetos.
Por otra parte, en el proceso de fortalecimiento del vínculo entre los niños, niñas o adolescentes
y sus figuras familiares significativas, se relevan espacios grupales de intervención que congregan
ambos sujetos y que apuntan a producir encuentros significativos que guiados por los
interventores que refuerzan el vínculo entre ellos, tal es el caso de los talleres de biodanza o los
talleres interfamiliares promovidos por Dialoga y ACHNU respectivamente.
En post de la vinculación y reparación de los usuarios y sus sistemas familiares, se estima una
buena práctica el contemplar en el diagnóstico e intervención la detección y trabajo con las
fortalezas y recursos de los mismos sistemas familiares tratados. Se estima que esta práctica no
sólo establece como punto de inicio el respeto y validación por/del otro, sino que también vincula,
y desde allí genera adherencia de los participantes del proceso interventivo.
En relación a lo anterior, es que es posible pensar como nudo crítico la adherencia de los usuarios
a los programas, lo que se estima pudiese ser abordado por una parte desde la construcción y
planificación conjunta de las intervenciones, como lo reportan al menos tres de los proyectos
sistematizados . Aquí se vuelve particularmente importante, formalizar el acuerdo entre usuarios y
acompañantes/tratantes con la firma de este en formato documento. El participar del diseño del
plan de intervención y hacerse cargo de su concreción, los reviste de responsabilidad y
autogestión, cuestión que promueve la transformación.
En cuanto al proceso en general y desde una mirada del equipo se reconoce que la estabilidad del
vínculo, como lo profundizaremos en los siguientes apartados, va más allá de los equipos
concretos con los que trabajan niños, niñas y adolescentes y sus familias, debe haber una relación
adecuada con el programa en sí mismo, ya que este debe a su vez sostener y posibilitar aquel
vínculo. En este sentido, no es la idea una personalización absoluta de las relaciones, y para eso es
80
importante que las instituciones creen las condiciones para desarrollar un adecuado vínculo con
los niños, niñas y adolescentes y sus familias.
Buenas prácticas de los proyectos que posibilitan los anterior son: supervisiones grupales de los
casos, sistematización y documentación de la información, de manera que la información y
avances de cada usuario y familia permanezca al alcance y a disposición de todo el equipo en post
de generar diálogo y fluidez.
Equipo.
Estrechamente relacionadas con las prácticas anteriormente señaladas, que buscan favorecer el
vínculo, se encuentran las prácticas que buscan fortalecer a los mismos equipos de trabajo. Dentro
de ellas destacan tanto las supervisiones como los espacios de autocuidado. Se estima que
también es muy valiosa una práctica instalada en dos de los programas: la supervisión externa.
Esta instancia permite a los equipos meta evaluar su trabajo desde un lugar analítico y crítico,
permitiendo que aparezcan nuevas maneras de observar y pensar el trabajo.
Como se mencionó con anterioridad, en términos generales, las supervisiones buscan promover la
constante reflexión, transformando al equipo, desde un mero ejecutor a un observador, capaz de
analizar su intervención, cuestionarla y replantearla a través de una observación de segundo
orden. En este sentido, es que los programas despliegan diversas formas de supervisión, algunos
en triadas: psicólogo, asistente social y educador, otros (como ya se mencionó) con supervisores
externos expertos en ciertas áreas, y en otros casos, de forma ampliada (con todos los
profesionales del equipo), espacio que permitiría enfrentar situaciones de urgencia en algunos
procesos, discutir en torno a aspectos técnicos y éticos de la intervención y alinear a los distintos
integrantes del equipo profesional en torno a la comprensión de los fenómenos familiares y a las
formas de acompañarles e intervenir.
Finalmente, es dable señalar que el asesor metodológico es reconocido como un aporte para el
equipo y la intervención en tanto no sólo sistematiza, sino que también involucra a los
profesionales en dicha sistematización, ordenando su manera de trabajar, buscando garantizar la
calidad en la intervención. Es así que algunos de los programas refieren instancias de
sistematización en las cuales los equipos reflexionan respecto a sus fortalezas y debilidades,
buscando soluciones y estrategias que permitan su resolución, como así mismo favorecer el
aprendizaje en torno a las dificultades y desafíos que se presentan en el quehacer.
Género.
Se levanta como un nudo crítico, en tanto se constata dificultades para operativizar este enfoque
en la intervención, pese a ser referido por varios de los equipos dentro de sus marcos de
referencia. Sin embargo, entre las buenas prácticas que se observaron en los programas, se
refieren aquellas asociadas a la promoción de la igualdad o paridad de género. En este contexto,
es dable mencionar que algunos programas presentan ciertos guiños que pretenden acercarse a
dicha promoción.
En estos términos, observamos como uno de los programa busca el ingreso paritario de niños y
niñas a su programa, como también otros refieren hacer el intento de incorporar a la figura
paterna en los procesos interventivos. En relación a esto último, tres de los 16 adultos
81
significativos entrevistados para detectar cambios a partir de las intervenciones realizadas, fueron
figuras masculinas, lo que a pesar de la clara diferencia proporcional se vuelve significativo en
términos simbólicos.
Otra práctica que se considera significativa es la propuesta del proyecto ejecutado por ONG
Raíces, al intencionar un equipo mixto de trabajo, además también los hombres del equipo
trabajan temas con los usuarios que históricamente se les han asignado a figuras femeninas, como
la expresión de los afectos. Es importante destacar esta práctica, en tanto, los otros equipos se
encuentran constituidos principalmente por mujeres, lo que al enfatizar la centralidad de
promover la igualdad de género para establecer relaciones familiares más igualitarias y
democráticas, tanto entre adultos como entre niños, niñas y adolescentes, se vuelve paradójico,
ya que se estima que, para que las relaciones familiares cambien, es necesario que también
cambien las relaciones entre los géneros de manera general, pues las familias no son entes
aislados, sino que replican las construcciones de su entorno.
Redes.
Se destacan las siguientes prácticas que buscan echar mano a dicho objetivo:
Cabe destacar, en relación al último punto, que un número significativo de programas recalcan la
importancia de la vinculación con los sistemas educativos formales de los usuarios, en tanto
diversas problemáticas familiares tendrían como causa o consecuencia dificultades con aquella
red. Es desde aquí, entonces, que por ejemplo COSAM, desarrolla un plan de abordaje escolar
completo el cual busca propiciar espacios de apoyo escolar en los domicilios, capacitando a padres
y madres en cómo potenciar escolarmente a sus hijos. Además, el equipo busca movilizar recursos
en las propias escuelas para reintegrar a los niños, niñas y adolescentes en caso de deserción.
82
IX) RECOMENDACIONES GENERALES PARA UN MODELO DE INTEVENCIÓN CON FAMILIAS,
NIÑOS, NIÑAS Y JÓVENES CON VULNERACIONES DE DERECHO.
A partir de la presente sistematización, se han podido identificar a lo menos tres niveles en los
cuales existen variables que afectan las relacionales familiares propias de quienes componen la
comunidad de usuarios de las experiencias sistematizadas: las problemáticas relacionales
vinculares, factores socio -ambientales y fenómenos sociales que se encuentran mediando la
posibilidad de cambio, cada uno de ellos contiene una serie de manifestaciones que se
encuentran a la base o caracterizan la situación que conduce a la vulneración de derechos.
Frente a la complejidad de tal situación y las múltiples maneras en que se conjugan estos factores
para ir en desmedro de los vínculos, las diversas estrategias de intervención, más allá de su raíz
teórica y del modelo de intervención, conducen hacia importantes cambios que van impactando
desde lo más superficial hasta lo más profundo en las lógicas y dinámicas familiares que han vivido
situaciones de vulneración de derechos de mediana y alta complejidad.
Desde los propios usuarios ha sido posible identificar cambios que se perciben como efectos de la
intervención y que van transformando la manera en que los sujetos establecen sus vínculos y
relaciones familiares. Éstos sucesivamente van permeando los ámbitos en los cuales existían
condiciones favorables a la vulneración, reduciendo riesgo, para ser reemplazadas por otras en las
cuales paulatinamente se instala el código del buen trato.
Se reconoce también que, el proceso de cambio transita por una ruta que no está exenta de
obstáculos, aunque también existen factores que facilitan la consecución de resultados. Dentro del
mismo sistema familiar, se observan factores que permiten agilizar y consolidar los cambios
conseguidos, así como otros que amenazan su sustentabilidad y/o entorpecen el avance.
Sin embargo, también se rescatan reforzadores del proceso que han sido sindicados por los
propios usuarios y usuarias, existentes en el equipo de trabajo o que se relacionan con ellos. Gran
parte de dichos facilitadores se relacionan con la disponibilidad, constancia y apoyo permanente
que se percibe por parte de sus miembros. En este contexto, los facilitadores situados en los
equipos, se aprecian a través de las principales características que los y las usuarios/as
entrevistados señalan como indicadores de un buen servicio o una intervención de calidad.
El trabajo desarrollado nos permite concluir que una intervención familiar como la promovida por
estos proyectos, toma como eje para movilizar cambios en las situaciones de vulneración de
derechos- más allá de la vulneración específica que atienda- el fortalecimiento de los vínculos de
los sujetos que formar parte de la experiencia de intervención.
En este sentido y antes de detallar las cualidades de la intervención misma, se hace necesario
explicar/comprender la mirada de vínculo que opera en este contexto, identificando ciertos
atributos que, a lo largo del proceso, se han distinguido como claves en la intervención familiar
basada en el vínculo:
83
El vínculo excede la mirada clásica que lo circunscribe a un nivel diádico o tríadico, es
decir, va más allá de una relación particular entre las figuras significativas (madre, padre, o
ambos) y el niño, niña o adolescente, validándose la posibilidad de observarlo/distinguirlo
en distintas dimensiones, como veremos más adelante.
El vínculo es “dinámico” es decir: se establece, admite la posibilidad de quebrarse como
también de restablecerse (repararse).
A la base del vínculo, como de su reparación o restablecimiento, está la confianza.
La confianza en el vínculo se genera por cercanía, estabilidad y cambio en los factores que
amenazan su consistencia.
El vínculo se construye en “experiencias con los otros”
Se trata de un vínculo cuyo principal atributo es ser “bientrante”
Se incorpora también una mirada crítica del enfoque vincular, por cuanto se adhiere a que
ejercicio de la parentalidad y el establecimiento de vínculos familiares sobrepasa con creces el
vínculo de apego. No obstante, se toma de esta mirada la idea de que la conducta de apego no
desaparece con la infancia, sino que se mantiene durante toda la vida, identificándose viejas o
nuevas figuras, y manteniendo el estilo de proximidad con ellas (Bowlby, 1993).
Subyace también a esta forma de comprender el vínculo, la idea de Barudy y Dantagnan (2005)
respecto que ser bien tratado es una de las necesidades básicas del ser humano y que cuidar y
aceptar ser cuidado es fundamental para mantenerse vivos y en buena salud. En este sentido, se
reconoce que muchos de estos padres, madres y otros adultos/as significativos/as para los niños,
niñas y jóvenes que participaron de las intervenciones, arrastran historias transgeneracionales de
violencia y vulneraciones que impactan en el desarrollo de recursos protectores como en su
capacidad para dar y recibir cuidados, lo que de alguna forma colabora con la normalización o
minimización de las vulneraciones y la dificultad/resistencia para pedir ayuda frente a los desafíos
que le importa su propia maternidad/paternidad. Coincide con estas reflexiones Sanhueza (s/f:4)
quien plantea que “una familia en situación de riesgo social desafía el ejercicio de la parentalidad
sana y bien tratante a los profesionales, en su capacidad para realizar evaluaciones pertinentes.”
Considera, desde este punto de vista, que las familias participantes de los distintos proyectos, al
vivir situaciones de vulneración de derechos de mediana y alta complejidad, han sido altamente
cuestionadas en sus competencias parentales por parte de los sistemas formales de protección a
la infancia, tendiéndose con ello a privatizar el fenómeno de la vulneración derechos,
culpabilizando a las familias.
Los elementos antes descritos convergen en propuesta de intervención familiar que promueve el
avance desde cambios conductuales hacia cambios reflexivos en situaciones de vulneración de
derechos de mediana y alta complejidad, tomando como eje y herramienta de intervención el
vínculo. En este sentido, considerado como atributo del vínculo que éste se puede
84
observar/intervenir en distintas dimensiones, delineamos recomendaciones para la intervención
con el foco puesto justamente en el vínculo, como veremos a continuación:
En esta dimensión se requiere cercanía y estabilidad que aportan al establecimiento del vínculo
entre el sujeto y el interventor, que se define como fundamental para el éxito de la intervención.
Por lo cual, en la primera etapa de intervención con las familias se torna crucial establecer una
frecuencia de “encuentros cara a cara” que aseguren generar las condiciones básicas para
establecer una relación de confianza, que permitan calmar la ansiedad inicial ante la intervención,
instalando elementos que permitan construir cambios del tipo base21. Se puede pensar en un ideal
de entre 2 o 3 encuentros por semana, durante los primeros tres meses de intervención,
alternando encuentros con los niños/as y los adultos/as. De preferencia estos “encuentros” se
darán en contextos naturales de las familias como el domicilio o la escuela, evitando o
disminuyendo en la medida de lo posible, la atención de “box”.
Se debe ponderar en esta dimensión, que el establecimiento de confianza lidia con experiencias
previas de intervención en las familias, las que muchas veces no han logrado más que generar
pérdida de confianza, al ser levantadas desde un esquema de observación que van de la
inhabilidad parental- cuestionamiento de capacidades- culpabilización de las figuras significativas,
primando estrategias de control y supervisión que refuerzan la resistencia inicial de las familias a
la intervención.
La idea es cambiar ese esquema en la relación sujeto/interventor, para establecer el vínculo con
los sujetos y vencer las resistencias propias a ser “intervenido”. El nuevo esquema propone como
estrategias la escucha- historización de las experiencias de victimización- reconocimiento de
recursos y capacidades y la responsabilización frente al cuidado de los niños, niñas y adolescentes.
Una vez establecido el vínculo de confianza con los sujetos, es posible avanzar en los niveles de
cambio mediante un proceso coordinado que rescate el valor del vínculo como herramienta
disponible para la intervención. En este sentido, y tomando como atributo el que el vínculo se
construye en “la experiencia con el otro” la intervención debe propiciar la continuidad de los
encuentros entre las familias y los interventores con una frecuencia, idealmente, de un mínimo
de una vez por semana durante los primeros 12 meses de intervención, posterior al periodo de
establecimiento del vínculo, alternado estos encuentros con actividades descritas en el apartado
de estrategias, según planificación.
21
Que implica disminución en frecuencia e intensidad de la ansiedad y rabia producto de la situación problema.
Aumento de la calma para poder iniciar una actividad reflexiva. Creencia en la posibilidad de cambio (posibilidad de
modificar la situación actual).
85
En este sentido, se pueden implementar estrategias como: alterar los responsables de los casos,
establecer al equipo completo como interventor frente a las familias o crear protocolos de
traspaso de casos ante la partida del interventor. No obstante lo anterior, desde la lógica del
vínculo, se recomienda generar acciones o rituales de cierre y despedida que cumplan con dar un
lugar formal a la partida, lo que contribuye significar la partida del interventor como un hito del
proceso de intervención y no del proceso cambio que lleva adelante la familia.
Así, el contexto de una intervención que promueve el vínculo como herramienta, supone
importantes desafíos para los equipos, en tanto, conlleva una serie de elementos que
progresivamente contribuyen a:
El límite de la relación entre los usuarios y los interventores también es un aspecto relevante de
esta dimensión, por cuanto, se debe establecer que este vínculo entre sujetos, se articula en
función del niño, niña o adolescente que ha sido vulnerado en sus derechos y que el encuentro
entre la familia o adulto/a deviene de un acuerdo mutuo (formalizado en el plan de intervención)
orientado a interrumpir, reparar y restituir esos derechos, por lo cual, aquellas conductas que
pongan en riesgo la integridad de los niños/as o de otras figuras que participan del proceso, deben
ser puntualizadas desde el comienzo y reforzadas en el proceso de intervención como aspectos
necesarios de revisar, explicitando la responsabilidad que adquiere el interventor en cuanto a la
protección y garantía de derechos de los niños, niñas y adolescentes.
Finalmente, desde esta dimensión se hace necesario advertir la importancia del cierre de la
relación entre sujetos e interventores, donde aparecen varios aspectos que resulta importante
repasar para entender por qué - desde una intervención basada en el vínculo- los procesos de
cierre y egreso de las familias deben estar claros desde el inicio de la intervención, aspecto que no
fue suficientemente desarrollado en las experiencias sistematizadas.
En primer lugar, resulta vital que las familias conozcan los tiempos asociados a la intervención y las
causales, sea cual fuera, por las cuales es posible la “desvinculación” de la intervención. En el
supuesto que se cuente con un periodo acotado de tiempo para la intervención, como fue en la
mayoría de estos proyectos (ideal entre 24-36 meses de intervención directa, considerando
complejidad de las vulneraciones) y ese fuera el motivo de egreso de una familia, se recomienda
iniciar un proceso de cierre que contemple al menos 3 meses antes del “egreso” del proyecto.
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Lo anterior considerando que , este proceso supone una serie desafíos para la familia como para
los interventores que apuntan básicamente a evaluar y autoevaluar (en el caso de los usuarios)
los niveles de cambios logrados, donde el énfasis está precisamente en “mostrar” como logros,
los cambios desde la situación inicial que dio origen al ingreso al proyecto. Sin embargo, lo
medular de este proceso está en pensar el cierre, como un proceso de desvinculación entre el
interventor (proyecto) y el sujeto de intervención, si este cierre no se prepara, se corren riesgos
importantes que pueden amenazar la mantención de cambios, en tanto las personas no se
encuentren suficientemente preparadas para afrontar su partida, derivando en una sensación de
quiebre del vínculo establecido.
En este contexto, el proceso de cierre debe ser progresivo generando condiciones para que los
sujetos sientan esta “desvinculación” como elemento propio de la intervención. Se aconseja
acompañar el proceso de cierre y egreso de ritos formales que simbolicen en la partida un avance
más del proceso y ayuden a consolidar la autonomía de los sujetos.
Se sugiere, además, dejar establecidas sesiones de seguimiento, idealmente a los tres y seis mes
de formalizado el cierre.
Considerando que la intervención familiar en este contexto apuesta por el fortalecimiento de las
capacidades de los cuidadores para proteger y satisfacer las necesidades de sus niños, niñas o
adolescentes de manera contingente y permanente; desde una intervención que pone el foco en
los vínculos, se parte precisamente por reconocer que los sujetos tienen instaladas ciertas
capacidades, es decir, a modo de factores protectores estas capacidades muestran una ruta por
dónde activar los recursos de las familias. Esto se torna posible, más allá de los referentes
teóricos específicos a los cuales se adscriba, con la inclusión de una mirada o enfoque de recursos,
la que debe ser considerada como referente en cualquier iniciativa en esta materia.
Dicho elemento se establece como la idea fuerza sobre la que se sostiene la generación del
vínculo: los equipos promueven la inserción y adherencia de las familias mostrando que existe la
posibilidad de cambios en la situación de vulneración y que tanto adultos/as como niños, niña o
adolescentes pueden hacerla factible. Esto, para las familias, se pone como un punto de inflexión
en una historia de relación con instituciones interventoras que sienten que no creen en ellos,
modificando el código de comunicación con este nuevo equipo interventor, estableciendo una
lógica de activación de los recursos de las familias y abriendo la posibilidad de asentamiento de
los cambios de base antes descritos.
En el proceso que se empieza a instalar en las familias cobra especial énfasis en las etapas iniciales
la contención, apoyo, actitud de escucha no enjuiciadora y la presencia constante. Se trata
construir confianza en la relación con el interventor, a través, de empatía y la instalación de una
mirada de proceso que centrada en lo positivo (recursos) abre la posibilidad de que esta adulta/o
avizore un cambio en la situación inicial, “aprendiendo” a mirar lo favorable en la relación con el
niño/a y “comprender” lo desfavorable.
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va más allá de los focos, objetivos, alcances y posibilidades que debe tener un proyecto de este
tipo.
En atención al orden del proceso, una vez que se verifica el perfil con el niño, niña y adolescente,
se comparten expectativas respecto de lo que quieren trabajar (o cómo podrían ayudarles) y se
explicita su voluntad de participación como criterio de ingreso al programa, toda vez que el
contexto no es coactivo. Luego de elaborado el diagnóstico y completados los contenidos del
plan de trabajo integral (PTI). Éste debe ser visado por el usuario/a (tanto niño, niña o
adolescente, como con los adultos/as que se incluirán en la intervención). Ello colabora en que
tanto los niños y niñas como los adultos/as responsables, no sólo conocen el trabajo sino que se
hacen cargo del mismo, mediante el cumplimiento de los compromisos allí estipulados.
Resulta importante que asociado al plan de trabajo, se formulen con la familia, indicadores
intermedios o de proceso, estableciendo hitos de (auto) evaluación del proceso/cumplimiento
plan.
Pese a lo anterior, se debe considerar para evaluar el tiempo de la intervención, el nivel del
cambio observado y las posibilidades de su mantención por parte de la familia de manera
autónoma al equipo. En este sentido, introducir el seguimiento al egreso, como fase formalizada
de la intervención, ayudaría a establecer una desvinculación progresiva de la ayuda recibida, al
tiempo que integraría insumos específicos para evaluar la perdurabilidad del cambio como
también la necesidad de reforzar aspectos críticos que puedan amenazar la continuidad de éstos.
Se ha señalado previamente la centralidad del vínculo que establece el equipo con los usuarios/as
como elemento fundamental de la intervención, frente a lo que evidencia la necesidad de
reparación de la relación entre las familias y las instituciones. Aquí, las familias habrían enfrentado
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una historia de interacciones con la institucionalidad, donde se ha acumulado una experiencia
previa que ha tenido como consecuencia la construcción de una relación caracterizada por la
desconfianza y descalificación mutua que, claramente, se instala como un obstaculizador de los
logros en la intervención.
En su contacto inicial, los equipos interventores a los ojos de los y las usuario/as, son vistos como
parte de un sistema institucional con el que mantienen una relación hostil desde donde el equipo
enfrenta el desafío vencer resistencias iniciales para generar confianza. El aprendizaje de los
proyectos muestra que se trata de un camino largo, que tarda al menos 6 meses caracterizados
por un trabajo paulatino, sistemático y estable de insistir en visitas, llamados, estando presente en
espacios cotidianos. Esta presencia debe caracterizarse por una mirada aceptadora, empática y
acogedora que permita a niños, niñas y adolescentes sentir que no son juzgados, sino aceptados y
que su contraparte es capaz de creer en ellos. Todos ellos son elementos cruciales en el logro de
cambios a nivel de base, conductual y vincular. Pero, además, la experiencia muestra que estos
elementos son básicos a la hora de construir un vínculo con la familia que luego puede constituirse
como experiencia reparadora de la relación con las instituciones, en tanto, la intervención
potencie herramientas que permitan su despliegue en nuevos ámbitos institucionales.
Además de ello, si ambicionamos logros sustentables en esta dimensión, se requiere instalar una
relación constructiva entre familias e instituciones. Entre las experiencias sistematizadas, es
posible rescatar como recomendaciones la elaboración de estrategias de vinculación con las
instituciones que maximizan su eficacia en la medida que contemplen:
Lo relevante aquí es contemplar una intervención sobre ambas partes de la relación, así con la
familia analiza la experiencia previa en su inserción comunitaria e institucional en una intervención
dirigida a generar aprendizajes y obtener herramientas para la mantención de la relación con la
red; y por otra parte, actúa sobre los equipos que intervienen en el ámbito institucional
induciendo una mirada positiva sobre las familias, abriendo con ello la posibilidad de percibir
recursos y potencialidades en las familias.
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Siguiendo el esquema anterior y poniendo énfasis en que la intervención es contextual/territorial,
la estrategia con las organizaciones debe superar la mirada sobre los déficits y centrarse en las
posibilidades de construcción que emergen de un enfoque que –del mismo modo que observa el
potencial de las familias- observa las posibilidades que emergen del trabajo colaborativo en la red.
Una forma de acción en este sentido son las conversaciones colaborativas en red que instalan
relaciones de encuentro, compañerismo, colaboración y reciprocidad en la red. Esto se hace
posible a través del diálogo en instancias grupales e individuales con los equipos que conforman la
red en encuentros, reuniones y análisis de casos.
Otra manera de ampliar la mirada hacia los recursos consiste en ampliar la red institucional
estableciendo "vínculos estratégicos" con otras entidades que permitan acceder a los recursos
requeridos para la intervención. Experiencias aquí relevadas muestran la posibilidad de cubrir
demandas de atención a las que la red actual no ha dado respuesta a través de la generación de
alianzas con otras instituciones: universidades, instituciones educativas formales e informales,
incluso empresas mediante acciones de responsabilidad social empresarial. A través de dicha
acción, en un nivel concreto, lo que observamos es que se crean espacios y dispositivos para la
tutoría escolar de los niños, niñas y jóvenes atendidos. Pero lo más relevante para este análisis, es
que lo que hacen las experiencias recién mencionadas es crear recursos donde no los había.
Lo recién destacado implica modificar el modo de observar este nivel de intervención, pasando
desde la visión de un entorno institucional y comunitario que está dado, es decir, donde lo que se
hace es ocupar los recursos que ya existen, a observarlo como un espacio de intervención más que
como una herramienta, y es desde esa visión donde este se vuelve un ámbito intervenible,
modificable, en el que se pueden construir grupos de apoyo, organizaciones comunitarias, redes
de organizaciones, alianzas de organismos, convenios institucionales, acciones de responsabilidad
social empresarial, e incluso espacios físicos. Cuando la intervención en este nivel es concebida
como algo por crear, incide en el modo de abordar la intervención, amplía la mirada de redes,
aumenta la profundidad con que se aborda cada foco e incluso genera nuevos espacios donde los
usuarios y usuarias puedan ser actores sociales validados en su comunidad, generando con esto
aportes a la mantención de logros a nivel de actitudes.
Se hace necesario también, aumentar la vinculación con las redes comunales disponibles, así como
los canales de derivación a otros programas institucionales que funcionen en el entorno de los
usuarios, de manera de potenciar su autonomía y proveer de otras plataformas que permitan la
sustentabilidad del cambio conseguido, en ausencia de su intervención.
Aquí se instala el desafío de observar constantemente el proyecto en los dos niveles que se sitúa
su acción: como una entidad interventora situada en un entorno (comunidad- comuna- zona) en
que interactúa con otras entidades formales e informales y, en otro nivel, como unidad
interventora que actúa sobre niños-as y sus familias.
De allí se desprende una intervención que “saca el programa a la calle”. En ese sentido hay un
fuerte avance en el énfasis que dan los proyectos a la visita domiciliaria. Si además queremos
incidir en la comunidad, se precisa ocupar sus espacios, redes, recursos, que los niños niñas y
jóvenes estén presentes en la acción comunitaria local, que sean parte y con eso fortalecer la
integración y, por derivada, la comunidad. Lo anterior requiere observar e incluir a la familia
extensa, vecinos, redes de apoyo informal, tanto actual como potencial. Todo lo anterior en el
afán de generar una estrategia de trabajo con redes que releve el valor del territorio, la vida
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comunitaria y las relaciones colaborativas tanto a nivel de actores institucionales como
comunitarios.
Aquí, es donde la intervención en este nivel actúa como soporte de la intervención en tanto
construye espacios de interacción de la familia que operan incentivando de manera implícita o
explícita la mantención de los cambios logrados. Esto por una parte aporta en tanto construye un
medio social que le permite a los usuarios-as mantener una imagen integrada de sí mismos,
obtener reconocimiento social de sus logros, desenvolverse en un medio que valora la interacción
no violenta y la protección a la infancia y que actúa como una red de apoyo y protección, todo lo
cual sostiene una intervención psicosocial que potencie el desarrollo integral y pro social de dichos
niños y niñas y de sus familias.
Relevamos aquí el desafío de generar comunidad al interior del proyecto, de manera que los
grupos de trabajo se conviertan en grupos de apoyo que desarrollen paulatinamente su
autonomía. Para esto es posible recomendar técnicas tales como sacar la intervención fuera del
centro, ocupar recursos comunitarios, generar instancias de encuentro e interacción entre los
participantes en espacios no supervisados por el equipo del proyecto, utilizar técnicas de
intervención que pongan la comunicación entre los participantes fuera de espacio físico
institucional, darles capacidades de organización de reuniones, incentivarlas a generar
organización comunitaria. Todo lo anterior dirigido a fortalecer entre los sistemas familiares
participantes las relaciones de sostén y apoyo mutuo, estimulando la conformación de grupos de
autoayuda sustentables en el tiempo.
Desde aquí también se desprende como sugerencia que los proyectos sean localizados
territorialmente y que su acción incluya también las redes de comunas aledañas que forman parte
del espacio habitual de habitabilidad de los sujetos intervenidos.
Desde una mirada de gestión pero, con foco en el vínculo, se advierte que éstos atributos
observados en las dimisiones de la relación sujeto- interventor, entre los miembros que
conforman las familias y entre las familias y el entorno (instituciones, organizaciones comunidad y
territorio) deben encontrar un correlato con las prácticas que se desarrollen para preservar un
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importante y final dimensión donde juega el vínculo, esto es entre los interventores y la institución
de la cual forman parte.
En este sentido, ya se ha señalado que existirían elementos de gestión en los proyectos, por
ejemplo, la rotación que pueden producir "quiebres" en el proceso de intervención, frente a los
cuales se deberá prever fórmulas que puedan prevenir los riesgos asociados a la partida o
rotación de los profesionales. Sin embargo, lo anterior no es del todo posible, si no se revisa la
centralidad del vínculo en la dimensión interventor- institución, desde la cual se promueve la
intervención con las familias.
Como en todas las demás dimensiones, el establecimiento del vínculo en este ámbito descansa en
estabilidad del mismo y en la confianza que los interventores puedan desarrollar con la institución
u organismo de la que forman parte aportando, además en este contexto, a generar sentido de
pertenencia y reforzar su identificación con la institución.
En este contexto, una primera sugerencia tiene que ver con el establecimiento de condiciones
laborales claras y seguras que puedan contribuir a generar estabilidad en vínculo. Esto no sólo
implica respetar el marco jurídico laboral vigente sino que lo trasciende, al considerar, por
ejemplo, el desgaste que importa para los equipos la alta carga emocional que reporta el trabajo
con vulneración de derechos a este nivel de complejidad, como ha sido latamente descrito por la
literatura respecto del desgate profesional y Burnout.
En este sentido, se han descrito en capítulos previos algunos aspectos que desde la mirada del
vínculo, resultan claves para asegurar un vínculo bien tratante en el dominio equipos -
institución, que se traduce como mínimo mediante las siguientes acciones.
En cuanto a la conformación del equipo esta variará según sus características particulares, no
obstante, se sugiere que respecto de la jornada laboral y en relación a los profesionales de
atención directa, se pueda privilegiar la contratación de jornadas parciales que contribuyan a la
mantención de espacios libres de contaminación temática.
De acuerdo a las características del programa y las actividades planificadas, es necesario estimar
un número de casos que haga posible una dedicación adecuada a cada uno, de manera de no
sobrecargar a los profesionales ni descuidar a las familias o a los niños, niñas y adolescentes. En
función a lo levantado con los equipos, un óptimo sería un máximo de 6 / 8 casos por profesional
o dupla, dependiendo del nivel de complejidad de las vulneraciones atendidas.
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Respecto de la administración de personas, uno de los aspectos claves se relaciona con las
remuneraciones del director y del equipo que ejecuta el programa. Tal como se señala en el
informe final del componente 3 de esta investigación, el pago por hora de dirección, como
indicador de gestión, es el factor que tiene mayor incidencia en la restitución de derechos, lo cual
deja en evidencia la importancia que tiene la remuneración en la efectividad de los resultados de
la intervención. El pago por hora de dirección también se ve relacionado con el pago al equipo y la
rotación. Los tres aspectos aparecen como factores de protección para la restitución de derechos.
Por otra parte, se considera como necesario para cautelar el vínculo en esta dimensión, acciones
antes descritas, que van en la línea de proveer capacitación y formación continua a los
profesionales, como del autocuidado de los equipos.
Respecto del autocuidado, las estrategias anteriores aportan significativamente en este ámbito,
no obstante, se considera necesario incorporar planes de autocuidado anual que integren a los
aspectos ya mencionados, prácticas de mutuo cuidado en aspectos concretos como encuentros
inter equipos, jornadas de reflexión y también cuestiones concretas como celebración de
cumpleaños, conmemoración de días claves para el proyecto e institución, etc.
Todos elementos confluyen a generar un vínculo saludable entre los interventores y su institución,
lo cual impacta significativamente en el trabajo que se desarrolle de manera directa con los
sujetos.
Finalmente, cabe señalar que, si bien es cierto, estas apreciaciones no agotan las posibilidades de
mejorar continuamente la intervención, representan aquellos aspectos que surgen directamente
de la sistematización de la experiencia de intervención bajo modelos alternativos al de Estado y
relevando la experiencia de los usuarios/as entrevistados para este proceso de sistematización. En
este sentido, si bien se ha construido información suficiente y relevante que permita confluir en
un modelo de intervención familiar en niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos,
este se plantea como un avance dentro de un proceso de observación de la política de atención a
la infancia vulnerada y su bajada operativa en la intervención social que debe ser enriquecido en el
diálogo con otras experiencias y complementado con la profundización en el estudio y diseño de
estrategias cuyo desarrollo en estas experiencias ha sido débil, tal como el enfoque de género.
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X.- BIBLIOGRAFÍA.
BARUDY, J. Y DANTAGNAN, M. (2005). Los Buenos Tratos a la Infancia. Barcelona: Ed. Gedisa.
BERGER, M. 1992, en Barudy, J. (2001). “El tratamiento de las familias en donde se producen
abusos y malos tratos infantiles. Texto de las primeras jornadas de trabajo sobre el tratamiento
familiar en situaciones de malos tratos y abuso a la infancia”. Mallorca, España, 22 y 23 de
noviembre del 2001) disponible en:
http://www.intervencionencrisis.cl/pdf/est_inv/violen/vp_barudy.pdf
FUNDACIÓN SAN CARLOS DE MAIPO (2011).Claves para el Trabajo con Familias con Niños, Niñas y
Jóvenes en Situación de Vulnerabilidad: Sistematización de Proyectos de Intervención en el ámbito
de restitución de derechos de niños, niñas y jóvenes gravemente vulnerados en la Región
Metropolitana.
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