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Sujeto y Objeto en el TS
Esa realidad compleja se hace concreta cuando escindimos de ella, mediante el análisis,
conjuntos significativos de hechos dotados de un sentido y una lógica interna. Esto es nuestro
proceso constructivo del objeto en la práctica.
Una situación se hace problema social cuando afecta a un colectivo de personas. Es ese
estado una dificultad que no puede resolverse por sí misma, lo que permite tomar conciencia de
su existencia. Como necesidad reclama satisfacción y moviliza a actuar. Una situación problema
es una situación límite, para superarla existen una serie de dificultades como son la falta de
Los problemas sociales son siempre emergente de una estructura socioeconómica, cultural
y política. Están instalados fundamentalmente en lo relacional. Reflejan una sociedad en la que
está mal distribuida la riqueza, el poder y las oportunidades. El trabajador social debe ir
deconstruyendo la situación construida, hasta determinar con las personas involucradas, el origen
del proceso. Solo así podrá construir el objeto en que se trabajará. Cualquier demanda que se nos
haga, es un punto de partida para nuestra intervención.
Un fin en el campo del trabajo social es aquello que queremos lograr en última instancia
con el objeto. Una profesión tiene fines intrínsecos-extrínsecos. Los primeros están dirigidos hacia
ella misma, como proceso de construcción de conocimientos. Los segundos, requieren
necesariamente del trabajo interdisciplinario, pues excede la propia profesión.
Los objetivos dan dirección y sentido a la acción. Son el para qué queremos hacer
determinadas acciones con el objeto. Surgen como demanda que la realidad plantea en cada
momento histórico y en cada sociedad-cultura determinada. Son etapas intermedias para lograr
los fines. El Trabajo Social definió como objetivos la adaptación de los hombres al medio, con el
fin de evitar y corregir las disfunciones sociales. Hoy se plantea la organización de grupos
humanos para transformar situaciones problemas, buscando elevar la calidad de vida de la
población con la que trabajamos. Para ello, el Trabajo Social puede educar socialmente
desarrollando las capacidades de las personas para enfrentar con éxito sus dificultades resolver
sus problemas, articulando a los actores con los sistemas que les puedan facilitar recursos,
servicios y oportunidades; promoviendo el funcionamiento efectivo de estos sistemas y
contribuyendo al desarrollo y mejora de las políticas sociales. Enfrentar la solución de los
problemas sociales, educar socialmente construyendo la responsabilidad, la solidaridad y la
participación social, y organizar a la población fortaleciendo el protagonismo popular, son los
objetivos que hoy nos corresponde asumir.
Como la intervención del Trabajo Social se enmarca en política social de una institución, los
objetivos generales corresponden a esta, mientras que los particulares deben señalar cómo el
Trabajo Social procurará contribuir a lograrlos. Los fines son siempre a largo plazo, los objetivos
y las metas a mediano y corto plazo. Los tres se van fijando a medida que se construye la realidad,
son parte del proceso de la misma.
Debemos tener en cuenta que, “el trabajo social ha elaborado a lo largo de su historia
distintas concepciones de su objeto de estudio. El pluralismo cognoscitivo así lo ha justificado y
la ausencia de una teoría rigurosamente sistemática mantiene el debate abierto”. Puede
identificarse una primera definición del objeto del trabajo social “centrado en el hombre y, en
relación a él, en las formas de previsión y control del comportamiento humano para adaptarlo a
la sociedad dentro de la cual se desenvuelve. El hombre era el objeto, en tanto en él concurrían
problemas sociales, y el objetivo se centraba en paliar las disfunciones sociales”. (Red, 1993)
Una segunda conceptualización del objeto del trabajo social, entendido como “el ser
humano en situación total” es la que plantea Bowers, a partir del análisis de las definiciones de
trabajo social formuladas hasta finales de los cuarenta, el objeto del trabajo social de casos podía
ser: a) cualquier individuo, la persona que solicita ayuda, b) una clase particular de individuo, tipos
de personas como “personas desordenadas socialmente”, “personas con problemas”, etc., c) algo
relacionado con el individuo, pero que es capaz de ser abstraído e identificado aparte de él, se
afirma que son las relaciones sociales las que constituyen el objeto del trabajo social. En resumen,
según Bowers, el objeto del trabajo social lo constituyen el individuo y sus relaciones sociales.
A partir de la década de los sesenta, comienza a tomar fuerza un nuevo planteamiento del
objeto del trabajo social, centrado en la respuesta a las necesidades sociales, a través del empleo
de ciertos recursos. En general, el objeto de intervención profesional lo constituyen las
No obstante las matizaciones anteriores, realizadas a la definición del objeto como binomio
necesidades-recursos, siguen siendo frecuentes las referencias en nuestro entorno al hecho de
que es la dinámica entre necesidades y recursos lo que constituye el objeto del trabajo social. De
acuerdo con estos planteamientos, el objeto de intervención del trabajo social es el hombre
determinado por una necesidad que emprende su búsqueda para satisfacerla, poniendo en
juego su dinámica humana y su experiencia de la movilización social.
Hasta el momento el acento estaba puesto en los problemas sociales. Pero a partir de la
década de los sesenta se observa en la literatura de Trabajo Social que los conceptos de problema
y de necesidades sociales se identifican y se utilizan indistintamente. Tal identificación es
producto de la evolución conceptual que va haciendo la profesión, desde lo individual a lo social.
La respuesta inmediata a las necesidades sociales debe venir en parte por los servicios
expertos del trabajo social, a través de los cuales los trabajadores sociales están disponibles para
ayudar en las condiciones psicosociales resultantes.
A partir de la década de los sesenta existe pues, un claro acuerdo sobre “la razón de ser
esencial del trabajo social”. Esta es “la satisfacción de necesidades sociales”.
Las necesidades sociales se pueden medir y evaluar. En España esta idea ha tenido fuerza
desde 1977, se hacía necesario acuñar un concepto cuantificable, medible, reconocible y
aplicable: la satisfacción de las demandas de la población en términos de necesidad social
material, tales como alimentación, vivienda, educación, sanidad, etc., proporcionaba el
instrumento científico empírico que los trabajadores sociales precisaban. Se relacionaba la
disciplina con el sistema de servicios sociales y de bienestar social que le proporcionaba su marco
jurídico.
La relación de las necesidades con los recursos sociales se plantea como un conflicto que
debe ser resuelto. Este se presenta históricamente desde el momento en que las necesidades
humanas, para su satisfacción, trascienden las posibilidades de la propia persona, requiriendo una
intervención pública e institucional. Esta es, pues, la circunstancia que da a las necesidades
humanas un carácter social y empuja a la sociedad a destinar recursos sociales para la satisfacción
que dichas necesidades requieren.
Nida Aylwin de Barros define el objeto en términos de “problema social”. Este es “un
obstáculo para la obtención de una meta e implica una relación entre un sujeto y un objetivo”.
El problema social viene definido por “la dificultad existente en una sociedad para satisfacer las
necesidades básicas de sus miembros”; se produce en las relaciones individuo-sociedad, y sus
consecuencias preocupan y repercuten en grupos amplios del conjunto social.
El acento que esta autora pone en el origen estructural de todos los problemas sociales la
identifica con la concepción sociológica propia de los autores de la “reconceptualización”. El
problema social se reduce a la necesidad básica, término, que por sus diversas dificultades
conceptuales, ya señaladas, contribuye a un reduccionismo importante en la disciplina.
Reduccionismo, además, que muestra su imagen residual. En efecto, necesidad o carencia son
términos que implican un significado negativo sobre las condiciones en que se desenvuelven los
individuos, a saber: la falta de algo.
Una dimensión desarrollista que implique fines definidos como, promoción y educación
social, acción social, etc., no se encuentra representada en todo objeto que acentúe conceptos
como, problema social, carencia o necesidad. Una dificultad adicional es la imagen que la
disciplina proyecta de sí misma en su interrelación con otras. Los fines del trabajo social, reducido
su objeto a la dimensión residual, serán fundamentalmente asistenciales.
Nos encontramos ante una cuestión de ontología, en otras palabras, por identificar el tipo
de hechos o fenómenos que son o pueden ser objeto de investigación por parte del Trabajo Social.
La pregunta inicial podría ser: ¿cuál es el elemento del todo social en que se fija el Trabajo Social?,
o en otras palabras: ¿cuál es lo que determina su conocimiento y acción?
El Trabajo Social, desde sus inicios, ha tenido que enfrentarse con las cuestiones del
malestar psicosocial de los individuos y con las opciones de cambio o reforma que implica la
solución de los problemas que comporta ese malestar. El objetivo, que no el objeto, de la
intervención profesional es, por tanto, contribuir a la posibilidad de transformar ese malestar en
una mejora de la situación, ya que el deseo de superación de ese malestar promueve el cambio
y la innovación en los sujetos.
propiedades con respecto a los otros términos en uso: no se trata de un término empírico y
perceptible, por tanto, no es real y cuantificable. En otras palabras, no es un reflejo fiel de la
realidad como el de necesidad. En cualquier caso, la presencia del trabajador social siempre es
requerida para el cambio de situaciones problemáticas en otras más adecuadas para la persona
que supongan su crecimiento y autonomía.
Los conceptos acuñados hasta el momento se incluyen como constitutivos del trabajo
social, como son los de necesidad, carencia y problema, en su dimensión negativa, y recursos, en
su dimensión positiva constituyen elementos de la materia. Es decir, son elementos necesarios
para la construcción del objeto, pero no forman el objeto en sí mismo. El acuerdo al que se ha
llegado a lo largo de la historia del Trabajo Social respecto a esta cuestión ha de ser respetado
como una de las ideas-elementos constitutivos del Trabajo Social y nos facilita la tarea de
definición: la interacción de los problemas individuales y sociales, ámbito que nos acerca a ese
segmento de la experiencia humana que ha de ser acotado.
El malestar que estudia la disciplina de Trabajo Social debe contar con la vivencia o padecer
de los hombres que soportan tal estado. En Trabajo Social este es un criterio quien dirige la
práctica. Con frecuencia se hace referencia al mismo desde la expresión “necesidades sentidas”.
Las necesidades sentidas marcan la orientación y límites de la intervención profesional. Todos
estos conceptos orientan al trabajador social a valorar los factores de protección y de riesgo en
los que se encuentra la persona.
Respecto a las teorías relacionadas con las necesidades humanas podemos decir que la
teoría humanista o jerarquica de Maslow nos explica que hay una jerarquía de necesidades
humanas. Defiende que conforme se satisfacen las necesidades más básicas (parte inferior de la
pirámide) los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados. Solo se atienden las
necesidades superiores cuando se han satisfecho las básicas. El punto más bajo de la pirámide es
el de las necesidades fisiológicas, seguidas por las de seguridad, las sociales, las de autoestima y
las de autorrealización.
La teoría del Desarrollo a Escala Humana propuesta por Max-Neef distingue las
necesidades en absolutas y/o instrumentales o satisfactorias. Por un lado, las necesidades
absolutas son el conjunto de condiciones de carencia y privación claramente identificadas y de
validez universal, no precisan de justificación y son necesarias para el desarrollo de la persona
física y psíquica para sobrevivir. Por otro lado, las satisfactorias son los modos particulares que
cada sociedad o sistema utiliza para satisfacer las necesidades universales, no son un fin en sí
mismo, sino un medio. Por tanto, de esta teoría derivan dos posturas, la primera es que las
necesidades absolutas son finitas, pocas y clasificables y la segunda es que estas necesidades son
las mismas en todas las culturas y en todos los periodos históricos, lo que cambia es la forma o
los medios utilizados para la satisfacción de estas necesidades.
La teoría universalista de las necesidades humanas propuesta por Doyal y Gough y Max-
Neef, esta teoría consiste en la consideración de la concepción de la persona como agente social
que es capaz de participar activamente en la sociedad para conseguir sus fines y objetivos, por
tanto estos autores afirman que se tiene que superar la imposibilidad de poder actuar y participar
en la sociedad. Las necesidades que propone son:
Para poder llevar a cabo la delimitación de aquellas necesidades sociales que no son
satisfechas, desde la perspectiva funcionalista se siguen determinados modelos y criterios que
podemos sintetizar siguiendo a Bradshaw de la siguiente forma:
Las necesidades que intentan satisfacer los servicios sociales son las de integración social
de las personas, la prevención de la exclusión social de personas en situación de riesgo y la
distribución de recursos materiales, sociales y culturales a los colectivos con menos
oportunidades. Se crean mecanismos para cubrir las necesidades de estos colectivos y para
sensibilizar al resto de la comunidad hacia la integración de todos sus miembros.
aporta un papel relevante al conocimiento de una sociedad, ya que eso hará posible
emprender acciones encaminadas a mejorar el desarrollo y el funcionamiento.
Si, como hemos visto, el conocimiento objetivo de la realidad social es fundamental
para guiar la acción en el ámbito de los problemas sociales, para el funcionalismo las
instituciones sociales, tanto los servicios sociales como las ONG, las asociaciones y los grupos
de apoyo, ocupan un lugar privilegiado.
Hay autores como López Cabanas y Chacón que sugieren que los servicios sociales
substituyen el vacío que se ha creado en las sociedades contemporáneas por lo que respecta
al cuidado de las personas que no se pueden valer por sí mismas, como los niños, la gente
mayor o los discapacitados que tradicionalmente eran atendidos por las familias y el “apoyo
natural” de los grupos sociales y comunitarios. Dado que en las sociedades contemporáneas
los vínculos familiares y comunitarios se han debilitado es necesario que la sociedad cree
mecanismos institucionales para atender a estas personas, a partir de servicios
especializados.
Por tanto, en las conceptualizaciones sobre los servicios sociales, desde estas
perspectivas se afirma que tienen por objeto cubrir necesidades humanas en las situaciones
de carencias y que contribuye al bienestar y al desarrollo de los individuos y de los grupos en
la comunidad y en el entorno social.
Una definición de los servicios sociales que se completa con lo que se ha dicho hasta
ahora es la presentada por el Consejo de Europa que afirma que los servicios sociales son:
todos los organismos que tienen la misión de aportar ayuda o asistencia a individuos,
grupos o comunidades con el fin de facilitarles la integración en la comunidad; se excluyen
los servicios que se ocupan únicamente de asegurar un cierto nivel de vida por medio de la
atribución de prestaciones en dinero o en especie.
Los servicios sociales atienden y toman medidas para resolver o mejorar algunos de
los problemas sociales a escala comunitaria y de colectivos específicos. Por tanto, uno de los
conceptos asociados al de los servicios sociales es el de problema social.
En la literatura especializada en problemas sociales de la perspectiva funcionalista se
trabaja desde una red de conceptos que son fundamentales en las comprensiones de la
realidad social. Dos conceptos que están fundamentalmente vinculados al estudio de los
problemas sociales son necesidades sociales y calidad de vida.
El concepto de necesidades sociales establece que podemos identificar problemas
sociales como la exclusión, la marginación o la pobreza, entre otros, en la medida que estos
fenómenos impida cubrir las necesidades básicas o de nivel superior de ciertas personas o
colectivos. Las necesidades que intentan satisfacer los servicios sociales son las de
integración social de las personas, la prevención de la exclusión social de personas en
situación de riesgo y la distribución de recursos materiales, sociales y culturales a los
colectivos con menos oportunidades. Se crean mecanismos para cubrir las necesidades de
estos colectivos y para sensibilizar al resto de la comunidad hacia la integración de todos sus
miembros.
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También se verá como el dialogo constituye una herramienta clave de conocimiento valido
de la realidad y de creación de pensamiento crítico.
¿Para qué define un problema social? La utilidad de definir un problema social es
hacerlo servir para problematizar las condiciones locales de vida, para que no se consideren
como naturales. Esto posibilita empezar a ampliar los juicios sobre lo que se puede cambiar i
lo que es posible hacer para conseguirlo.
Definir un problema social ayuda a ver lo que no es natural y que es debido a unas
condiciones de vida injustas, relacionadas con la estructura social desigual. Es decir, esta
definición es una herramienta útil en el proceso colectivo de concienciación de las relaciones
de dominación y de las formas de ocultar estas. La ideología funciona como una falsa
conciencia que enmascara las relaciones de dominación a las que están sujetas algunas
personas en la sociedad y promueve la naturalización de las situaciones de opresión por parte
de los grupos excluidos.
Concienciación implica revelar elementos ideológicos presentes en la vida social, de
forma que las personas se den cuenta de situaciones injustas y, a partir de esto, se puedan
movilizar para hacer acciones para revertir estas situaciones.
¿Por qué se define un problema social? La definición de los problemas sociales
presupone una visión de ser humano como ser activo, capaz de poner en práctica acciones
transformadoras de su realidad colectiva, y que con esto adquiere control y dominio creciente
sobre su vida.
Reconocer una situación como problema y, más todavía, hacerlo buscando potenciar
los aspectos positivos y las fuerzas del grupo o sistema social, en vez de centrare en los déficits
o debilidades para resolver esta situación, es un primer paso en la lucha por la transformación
social.
Definir un problema social significa asumir la propia indignación por lo que ocurra, es
decir, la ya mencionada problematización y desnaturalización de situaciones cuotidianas y
estructurales; simultáneamente, impulsa hacia la participación para su solución, o al menos,
el combate. El proceso relativo de aprender cómo se tienen que utilizar los recursos
disponibles solamente podrá desencadenarse a partir de la definición de una situación o
acontecimiento como problema social. Por eso este paso es tan importante para las
perspectivas participativas.
¿Cómo se define un problema social? La relación entre los que intervienen y los
que son de la comunidad o colectivo con el que se trabaja produce un cambio en el estado de
las cosas. Esta relación se define como un dialogo crítico y democrático en el que se busca la
reflexión crítica sobre la realidad y su transformación por medio de acciones concretas
definidas por los grupos. Se establece una relación sujeto-sujeto, en contraposición a la de
sujeto-objeto de conocimiento que se constituye a partir de la lógica científica.
La premisa fundamental es que en este dialogo se evidencian las verdaderas
relaciones sociales que están enmascaradas, ya que sirven como una herramienta
epistemológica para comprender las relaciones sociales. Cada uno, educadores y educandos,
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por su parte, tienen un conocimiento limitado de lo real, ya que son producto de la relación
dialéctica entre estructura social y conciencia.
Los oprimidos y oprimidas tienen una conciencia que naturaliza diversas relaciones de
dominación. En el dialogo en que participan diferentes voces, se descubren cuáles son los
problemas reales que afectan a las personas y cuáles son las causas por lo que respecta a la
reproducción de ciertas relaciones de dominación. De esta forma, es posible movilizarse hacia
la transformación social, ya que hay una conciencia de posibilidad de cambio de condiciones
de vida, al encontrar su origen histórico.
¿Quién define qué es un problema social? Como se ha dicho anteriormente, las
perspectivas participativas, por medio del dialogo promueven el protagonismo de los y las
integrantes de un colectivo o lugar particular. Esto tiene consecuencias concretas que se
pueden observar en la práctica. La primera es que defiende que lo idóneo es que las personas
afectadas sean las que definan los problemas sociales que viven y, a partir de esto, soliciten
ayuda a los interventores y las interventoras en asuntos específicos que sean de su
competencia.
Esta definición la podrían haber hecho los miembros de un grupo organizado, a partir
de asambleas locales o incluso partiendo de una iniciativa individual que tuviese eco en otros
integrantes de la comunidad. Después de definir qué problema se quiere atacar, se llamaría
a los y las profesionales y se les explicaría lo que se espera.
Pese a esto, la entrada de los profesionales en el proceso no siempre ocurre de esta
forma a causa de diferentes razones: una de estas es que los miembros de la comunidad u
organización desconocen las personas interventoras o los servicios que se prestan, e incluso
si puede haber mecanismos de reproducción de la ideología que dificulten que las personas
interesadas entiendan diversas situaciones que les afectan como problemas sociales que se
pueden atacar.
También es posible que el o la profesional llegue al sitio en cuestión a ofrecer sus
servicios. Si este es el caso, será necesario emprender un proceso de investigación en que se
les pregunte a miembros de un grupo organizado o a múltiples habitantes de un barrio qué
situaciones creen que necesitan intervenciones.
¿En qué circunstancias se define un problema social? La respuesta ideal sobre
cuando se define sería “cuando la comunidad sienta la necesidad, la exprese y busque ayuda
específica del interventor o de la interventora si es que la necesita”. Aunque no siempre
pasa de esta forma ya que a veces la inminencia de un desastre puede traer definiciones y
acciones que la comunidad no se propone ejecutar.
En la medida posible, lo recomendable es escuchar a los miembros de la comunidad,
negociar con ellos y encontrar soluciones conjuntas. Aunque un proceso se caracterice por un
gran respeto al ritmo y las prioridades de quien se supone que serán los protagonistas del
proceso, siempre habrá negociaciones necesarias referentes a esto. Gran parte de los
desacuerdos se relacionan con el hecho de que las distintas personas que están involucradas
tienen diferentes concepciones de tiempo y visión de futuro.
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3. EL SUJETO
- ¿Cuáles son las diferentes formas de sujeto según Kisnerman?
- ¿Qué es el hombre sujeto en el trabajo social?
- ¿Qué es una institución?
- Define el término grupo ¿Qué es para el Trabajo Social?
- Explica qué se entiende por sujeto y su relación con “ciudadano” para el Trabajo
Social.
- Explica brevemente qué es el sujeto del trabajo social desde la perspectiva
tradicional y la actual ¿Qué es un grupo? Enumera las características que hacen que
este funcione correctamente.
- ¿Cómo ha evolucionado la concepción del hombre para el Servicio Social?
En los orígenes de la profesión, los trabajadores sociales del mundo entero llamaban a las
personas con quienes trabajaban “los casos”; a veces también se decía “caso social”. Esta palabra
designa a una persona con dificultades sociales o de relación, y se llamaba Servicio Social de Caso
al método de intervención.
El término cliente fue introducido por Mary Richmond, quien pensaba que la palabra caso
estaba muy impregnada del vocabulario médico y que resultaba reductora, pues considerada más
la enfermedad que la persona aquejada de un mal.
El usuario, en el derecho civil francés, es la persona que tiene un derecho real de uso sobre
un bien o una cosa que pertenece a otra persona. También se dice de aquellos que recurren a un
servicio público o que utilizan un espacio público. Este término se ha difundido en el T.S, sobre
todo, en los servicios que dependen del Estado, y tienden a reforzar la idea de derecho.
El término beneficiario también es de uso reciente y designa a la persona que recibe una
prestación, un subsidio, o una ayuda financiera del Estado o de otro organismo público.
Para el Servicio Social Tradicional el hombre era objeto en tanto en él ocurrían problemas
sociales, y para lo cual el objetivo era adaptarlo a una sociedad equilibrada. Para el Servicio Social
reconceptualizado, el hombre es un transformador del mundo, un hacedor de sí mismo y del
mundo. Por lo tanto sujeto.
El hombre objeto está impulsado por los demás, está masificado, cosificado, en situación
de dependencia. El hombre sujeto es un ser en el mundo y con el mundo, es un programador de
su vida, en la que totaliza sus proyectos. Es un ser libre. Mediante la praxis se centra en y con su
realidad. Además, es hacedor de su cultura.
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sometimiento a formas de control que establecen un mundo de seudo valores que deforman
nuestra forma de ser.
GRUPO: situación básica en la que los hombres viven, todo individuo está implicado en
un grupo. Es una estructura móvil de miembros implicados en un pertenencia. Existe una
ligazón que se establece mediante la interacción. Los miembros implican reciprocidad,
complementariedad y comunicación. Es también un área de trabajo en la que se
concretan situaciones problemas, siendo sus miembros los sujetos de la acción. Un grupo
siempre está inserto en una institución o formando parte de una comunidad. Debemos
trabajar con grupos preformados, o sea aquellos constituidos sin intervención del
profesional, sean institucionales o no. Los primeros son formales, producto directo de la
organización social que impone normas explícitas a su funcionamiento. Los segundos son
informales ya que surgen como resultado de las interacciones, en la conjunción de
esfuerzos para lograr respuesta a necesidades o proyectos. Nos interesan los grupos
centrados en la tarea (de estudio y acción).
Nos interesan como roles el portavoz y el líder. El primero es el vocero, denuncia o pone en
evidencia los aconteceres del grupo. El líder es el depositario de lo positivo del grupo, orienta al
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Ningún grupo está en constante equilibrio. Entre los impulsos de dependencia y ser
independiente existe una relación dialéctica. El conflicto en el grupo surge en la ambivalencia
entre poder y dependencia. Nosotros, los asistentes sociales, también somos personas iguales a
los miembros del grupo, con un instrumental mayor para abordar la realidad, tenemos nuestra
necesidad de dependencia y de poder. Destacamos la necesidad de mayor humildad en el
profesional, de no invadir culturalmente a los grupos. El Servicio Social debe crear una dinámica
interna que coloque a los miembros de un grupo de manera activa, crítica y responsable en
situación de abordar sus dificultades y problemas con sentido de cambio y una dinámica externa
que les permite interrelacionarse con los otros grupos en movimientos globales de cambio.
La relación entre los distintos sectores está regida por un sistema explicito de normas y
valores, el que señala los mecanismos de adjudicación y asunción de roles. Una institución es
regulativa cuando normaliza el funcionamiento de otras instituciones y actúa a través de ellas, y
es operativa cuando cumple tareas por sí mismas en forma sistemática y efectiva. La dinámica es
que las acciones deben partir de los grupos que la integran. A mayor inmadurez de sus miembros,
mayor estereotipia, rutina, alienación y rigidez de la estructura y mayor promoción de ansiedades
psicóticas.
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La institución de nuestro tiempo: entendemos que debe ser una comunidad de trabajo con
una estructura dinámica, interdisciplinaria a cuyas necesidades esté atenta y abierta, con una
administración circular o participativa, cuya base sea la comunicación entre todos los sectores,
actuando como grupo operativo regulador y en la que la representatividad asuma la autogestión
del gobierno, que esté al servicio del hombre y no tome a los hombres como cosa poseída por la
institución.
a) La desorganización de la cultura.
b) La secularización.
c) La individualización; y se produce cuando disminuye el relativo aislamiento de la sociedad rural
y aumenta su relación con el centro urbano.
En un enfoque estructural pero mecanicista, Max Weber llama comunidad a una relación
social cuando se inspira en el sentimiento subjetivo de los partícipes de construir un todo. Las
divide en abiertas y cerradas. Es abierta al exterior cuando la participación en la acción social es
recíproca, y cerrada cuando la participación es negada. Este enfoque se vincula con los
funcionalistas. En la misma orientación mecanicista, Ferdinand Tönnies, distingue entre
comunidad y sociedad por el tipo de relación. La comunidad es un agregado de personas cuyas
relaciones son íntimas y primarias y entre las cuales el control social se basa en usos y costumbres
más que en leyes, es vida común, verdadera con su énfasis en el parentesco, la base de esta es la
familia. La sociedad, resulta de una creación artificial, es pasajera, un agregado mecánico y
artificial.
Para Mac Iver, la comunidad es una unidad social cuyos miembros reconocen como común
un número de intereses. Tales intereses llevan a la armonía y al conflicto, que es gran significado
para el proceso de una comunidad, los intereses son comunes.
Las múltiples palabras que sirven para designar a aquel con quien trabajamos, están
sustituyéndose simplemente por el término persona. La persona se define como un ser humano,
un individuo considerado en sí mismo, un ser moral dotado de existencia jurídica.
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En el servicio social, esta concepción de la persona como ser individual estuvo presente
desde los comienzos; uno de los principios de la profesión es el de individualización o
individualización conceptualizado por Feliz Biestek, que afirma que cada persona es diferente,
merece nuestra atención particular y específica y no puede ser tratada de manera anónima o
estandarizada, pues se trata de un ser único y particular.
De esta manera, el concepto de persona se ha visto enriquecido con una comprensión más
amplia y compleja del ser humano como ser social. Esta definición de la persona se apoya en las
evoluciones éticas y deontológicas de la profesión.
La ética de convicción contempla, basándose en los trabajos del sociólogo Max Weber,
los principios que se intentan seguir de manera incondicional. Los fines perseguidos lo
serán sin tergiversaciones ni concesiones, con sinceridad y convicción. Principios:
o Todo ser humano posee un valor único que justifica la consideración moral hacia
él.
o Todo ser humano tiene derecho a realizarse personalmente y tiene el deber de
contribuir al bienestar de la sociedad.
o Toda sociedad, cualquiera que sea su organización, debe asegurar a sus miembros
el máximo bienestar.
o Los asistentes sociales tienen un compromiso de Justicia Social.
La ética de responsabilidad incluye, además de los principios citados, el análisis de los
medios, de las diferentes opciones y la evaluación de las consecuencias. Incluye nuestra
capacidad de empatía, de sentir con el otro, se traduce en nuestras actitudes, en nuestras
palabras, en nuestra comunicación verbal y no verbal.
La ética de discusión, hace referencia a la elaboración colectiva, a partir de la libre
discusión entre personas de un mismo grupo. El intercambio llevado a sus últimas
consecuencias permite alcanzar, a través de la argumentación, posiciones comunes de
consenso.
Mientras esta reflexión ética se enraíza e impregna el medio profesional, la realidad del
ejercicio cotidiano muestra enormes contradicciones y diferencias. Al trabajo habitual de
seguimiento y de ayuda a personas o familias en dificultad, se ha agregado toda una clientela
nueva de personas.
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