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Sujeto y Objeto en el TS

Fundamentos del Trabajo Social (Universitat de València)

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1. EL OBJETO DEL TRABAJO SOCIAL


- ¿Qué es el objeto del Trabajo Social?
- ¿Por qué es importante la definición del objeto en una disciplina?
- Define el objeto y habla de sus objetivos y metas. Menciona también los objetivos
del objeto en el Trabajo Social
- ¿Por qué es tan importante para nuestra disciplina definir el objeto?
- ¿Para qué sirven los objetivos de una profesión? ¿Cómo han evolucionado los del
Trabajo Social?
Según Kisnerman el objeto es aquello con lo que trabaja una disciplina para conocerlo-
transformarlo, en Social Diagnosis, Mary E. Richmond señaló que este era: “la tentativa para
definir con mayor exactitud posible la situación y la personalidad de un ser humano en una
carencia social cualquiera, no sólo en relación con otros seres humanos de los que depende o que
dependan de él, sino también en relación con las instituciones sociales de su comunidad”.
Determinaba así el objeto: situaciones originadas por carencias. El objeto se constituye por y en
una red de relaciones, como una expresión de lo social. La forma como se lo define determina en
gran medida qué hay que hacer para abordarlo. Los problemas suelen surgir como personales o
de un grupo reducido de personas, pero siempre son sociales.

Llamamos situación a un sistema integrado de elementos, hechos, relaciones y condicione,


dados en un tiempo y espacio concretos. Los elementos son todos aquellos medios o recursos
sobre los cuales tenemos control y que facilitan la acción. Los hechos son todos aquellos sucesos,
acontecimientos reales, que como procesos construyen el problema. Y las condiciones son todas
aquellas circunstancias sobre las cuales no tenemos control. El espacio está configurado por el
lugar donde acontecen los procesos sociales. Y finalmente, una situación tiene un pasado, a partir
del cual se fue construyendo este presente, que exige respuestas hacia el futuro. Es el contexto
sociocultural el que da un significado al problema.

Esa realidad compleja se hace concreta cuando escindimos de ella, mediante el análisis,
conjuntos significativos de hechos dotados de un sentido y una lógica interna. Esto es nuestro
proceso constructivo del objeto en la práctica.

Una situación se hace problema social cuando afecta a un colectivo de personas. Es ese
estado una dificultad que no puede resolverse por sí misma, lo que permite tomar conciencia de
su existencia. Como necesidad reclama satisfacción y moviliza a actuar. Una situación problema
es una situación límite, para superarla existen una serie de dificultades como son la falta de

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recursos necesarios y el desconocimiento de la causa de los hechos o de los medios para


abordarlos. No tienen una única causa, sino que opera una multicausalidad.

Los problemas sociales son siempre emergente de una estructura socioeconómica, cultural
y política. Están instalados fundamentalmente en lo relacional. Reflejan una sociedad en la que
está mal distribuida la riqueza, el poder y las oportunidades. El trabajador social debe ir
deconstruyendo la situación construida, hasta determinar con las personas involucradas, el origen
del proceso. Solo así podrá construir el objeto en que se trabajará. Cualquier demanda que se nos
haga, es un punto de partida para nuestra intervención.

Precisar el objeto de intervención es delimitarlo y nos permite definir objetivos y la


intervención con los actores, de acuerdo con la institución en la que trabajamos, los
conocimientos y la experiencia que tenemos y la significación y valoración que le den al problema
los sujetos implicados.

Desde el trabajo social se ha rechazado siempre la denominación de “cliente” ya que implica


una relación comercial. Preferimos hablar de sujetos, actores sociales capaces de ser
protagonistas en la modificación de las situaciones, en las relaciones que establecen. Esto supone
una concepción del sujeto, ya que concordamos que con sus conductas, creencias, valores,
confianzas, temores, proyectos, frustraciones, etc., configuran esa unidad de atención, en la que
confluyen familias, grupos o conjuntos de personas que viven en un espacio local. Todas estas
relaciones hacen que se construyan como tales socialmente, con capacidad de reflexionar y
resolver creativamente los problemas de la propia existencia.

Un fin en el campo del trabajo social es aquello que queremos lograr en última instancia
con el objeto. Una profesión tiene fines intrínsecos-extrínsecos. Los primeros están dirigidos hacia
ella misma, como proceso de construcción de conocimientos. Los segundos, requieren
necesariamente del trabajo interdisciplinario, pues excede la propia profesión.

Los objetivos dan dirección y sentido a la acción. Son el para qué queremos hacer
determinadas acciones con el objeto. Surgen como demanda que la realidad plantea en cada
momento histórico y en cada sociedad-cultura determinada. Son etapas intermedias para lograr
los fines. El Trabajo Social definió como objetivos la adaptación de los hombres al medio, con el
fin de evitar y corregir las disfunciones sociales. Hoy se plantea la organización de grupos
humanos para transformar situaciones problemas, buscando elevar la calidad de vida de la
población con la que trabajamos. Para ello, el Trabajo Social puede educar socialmente
desarrollando las capacidades de las personas para enfrentar con éxito sus dificultades resolver
sus problemas, articulando a los actores con los sistemas que les puedan facilitar recursos,
servicios y oportunidades; promoviendo el funcionamiento efectivo de estos sistemas y
contribuyendo al desarrollo y mejora de las políticas sociales. Enfrentar la solución de los
problemas sociales, educar socialmente construyendo la responsabilidad, la solidaridad y la
participación social, y organizar a la población fortaleciendo el protagonismo popular, son los
objetivos que hoy nos corresponde asumir.

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Como la intervención del Trabajo Social se enmarca en política social de una institución, los
objetivos generales corresponden a esta, mientras que los particulares deben señalar cómo el
Trabajo Social procurará contribuir a lograrlos. Los fines son siempre a largo plazo, los objetivos
y las metas a mediano y corto plazo. Los tres se van fijando a medida que se construye la realidad,
son parte del proceso de la misma.

Los objetivos al dar intencionalidad o direccionalidad a la acción, apuntan a deconstruir los


obstáculos que surgen en la práctica, a la búsqueda de un cambio creativo en el sentido de que
cada respuesta a una situación es original, porque los actores en cada situación son distintos y
significan sus necesidades y problemas de forma distinta, como es única la relación que en ella y
con ellos establecemos.

Debemos tener en cuenta que, “el trabajo social ha elaborado a lo largo de su historia
distintas concepciones de su objeto de estudio. El pluralismo cognoscitivo así lo ha justificado y
la ausencia de una teoría rigurosamente sistemática mantiene el debate abierto”. Puede
identificarse una primera definición del objeto del trabajo social “centrado en el hombre y, en
relación a él, en las formas de previsión y control del comportamiento humano para adaptarlo a
la sociedad dentro de la cual se desenvuelve. El hombre era el objeto, en tanto en él concurrían
problemas sociales, y el objetivo se centraba en paliar las disfunciones sociales”. (Red, 1993)

Una segunda conceptualización del objeto del trabajo social, entendido como “el ser
humano en situación total” es la que plantea Bowers, a partir del análisis de las definiciones de
trabajo social formuladas hasta finales de los cuarenta, el objeto del trabajo social de casos podía
ser: a) cualquier individuo, la persona que solicita ayuda, b) una clase particular de individuo, tipos
de personas como “personas desordenadas socialmente”, “personas con problemas”, etc., c) algo
relacionado con el individuo, pero que es capaz de ser abstraído e identificado aparte de él, se
afirma que son las relaciones sociales las que constituyen el objeto del trabajo social. En resumen,
según Bowers, el objeto del trabajo social lo constituyen el individuo y sus relaciones sociales.

El concepto de “persona en su situación” como unidad gestáltica ha sido desarrollado


también por M.Richmond que dedicó un extenso capítulo de su Social Diagnosis a la familia como
grupo que era necesario conocer en la situación individual, además del conocimiento necesario
de las instituciones de la comunidad y otros grupos y miembros del ambiente total de la persona.
Este tipo de conceptualización ha sido criticado por diversos autores en nuestro país, ya que se
mueve excesivamente en torno a la persona que sufre desajustes, sin relacionar todos los
elementos que deben configurar el objeto: lo personal, el medio, la situación, los objetivos y los
modos de intervención profesional. Dicho en otras palabras: el objeto del trabajo social puede ser
entendido como “la repercusión en las personas de los problemas sociales”.

A partir de la década de los sesenta, comienza a tomar fuerza un nuevo planteamiento del
objeto del trabajo social, centrado en la respuesta a las necesidades sociales, a través del empleo
de ciertos recursos. En general, el objeto de intervención profesional lo constituyen las

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necesidades sociales, situándose en el espacio generado por el proceso de tránsito entre la


necesidad su satisfacción.

En España, la idea de satisfacer necesidades, vinculada o no con la solcion de problemas, se


extiende de forma generalizada entre el cuerpo profesional más tardíamente que en otros países
de nuestro entorno, a través de la difusión del libro Introduccion al bienestar social, de Las Heras
y Cortajarena, que fue la primera obra editada por la FEDAAS. Considerada por la mayoría de los
profesionales de esos años como la obra de referencia del trabajo social español, constituyó un
aporte y un avance para construcción del Estado de bienestar. El objeto del trabajo social fue
definido por las autoras de la siguiente manera: “el campo de la intervención profesional es la
acción social; su objeto las necesidades sociales en su relación con los recursos aplicables a las
mismas; su objetivo el bienestar social; y su marco operativo, los servicios sociales”.

Esta tendencia a la burocratización, la gestión y la tecnocracia que el trabajo social estaba


experimentando en España a finales de los ochenta, produjo algunas reflexiones críticas sobre la
necesidad de definir nuevamente el objeto del trabajo social, y a tomar en consideración la
importancia de las necesidades no materiales, propias de las sociedades industriales avanzadas,
tales como la soledad, el desarraigo, la incomunicación, etc. La crítica más elaborada
corresponde, sin duda, a la realizada por T. Zamanillo, cuando afirma que desde los servicios
sociales no existe una respuesta adecuada a estas nuevas necesidades, pero sí la hay desde el
trabajo social que desde sus inicios ha tratado de conocer, comprender y tratar a la persona en
su situación. Finaliza con una nueva propuesta de definición del objeto del trabajo social: “todos
los fenómenos relacionados con el malestar psicosocial de los individuos, ordenados según su
génesis socioestructural y su vivencia personal”.

No obstante las matizaciones anteriores, realizadas a la definición del objeto como binomio
necesidades-recursos, siguen siendo frecuentes las referencias en nuestro entorno al hecho de
que es la dinámica entre necesidades y recursos lo que constituye el objeto del trabajo social. De
acuerdo con estos planteamientos, el objeto de intervención del trabajo social es el hombre
determinado por una necesidad que emprende su búsqueda para satisfacerla, poniendo en
juego su dinámica humana y su experiencia de la movilización social.

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2. LAS NECESIDADES HUMANAS


- Explica la teoría humanística o jerárquica según Maslow y la teoría del desarrollo a
escala humana.
- Concepto de necesidad. Tipos de necesidades existentes por impulso.
- ¿Qué es la necesidad? ¿Qué tipos hay? Pon ejemplos.
- Define y explica los modelos y criterios para llevar a cabo la delimitación de aquellas
necesidades sociales que no son satisfechas.
- Define el término de necesidad y explica una de sus teorías.
- Explica brevemente la teoría universalista de las necesidades humanas.
- Explica la relación de las necesidades con los recursos sociales.
Para muchos autores la satisfacción de las necesidades humanas es la razón de ser del
trabajo social. En los orígenes de la profesión el factor decisivo que legitimaba la acción
profesional fue cualquier problema social derivado de una situación de necesidad o carencia de
los individuos, grupos o comunidades.

Hasta el momento el acento estaba puesto en los problemas sociales. Pero a partir de la
década de los sesenta se observa en la literatura de Trabajo Social que los conceptos de problema
y de necesidades sociales se identifican y se utilizan indistintamente. Tal identificación es
producto de la evolución conceptual que va haciendo la profesión, desde lo individual a lo social.

La respuesta inmediata a las necesidades sociales debe venir en parte por los servicios
expertos del trabajo social, a través de los cuales los trabajadores sociales están disponibles para
ayudar en las condiciones psicosociales resultantes.

A partir de la década de los sesenta existe pues, un claro acuerdo sobre “la razón de ser
esencial del trabajo social”. Esta es “la satisfacción de necesidades sociales”.

Las necesidades sociales se pueden medir y evaluar. En España esta idea ha tenido fuerza
desde 1977, se hacía necesario acuñar un concepto cuantificable, medible, reconocible y
aplicable: la satisfacción de las demandas de la población en términos de necesidad social
material, tales como alimentación, vivienda, educación, sanidad, etc., proporcionaba el
instrumento científico empírico que los trabajadores sociales precisaban. Se relacionaba la
disciplina con el sistema de servicios sociales y de bienestar social que le proporcionaba su marco
jurídico.

En las III Jornadas Nacionales de Asistentes Sociales, celebradas en 1977, se concretaron y


se aprobaron los “informes teóricos” de la siguiente forma: “el campo de intervención
profesional es la acción social; su objeto, las necesidades sociales en su relación con los recursos
aplicables a las mismas; su objetivo, el bienestar social; y su marco operativo, los servicios
sociales”

La relación de las necesidades con los recursos sociales se plantea como un conflicto que
debe ser resuelto. Este se presenta históricamente desde el momento en que las necesidades
humanas, para su satisfacción, trascienden las posibilidades de la propia persona, requiriendo una
intervención pública e institucional. Esta es, pues, la circunstancia que da a las necesidades

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humanas un carácter social y empuja a la sociedad a destinar recursos sociales para la satisfacción
que dichas necesidades requieren.

El binomio necesidades-recursos sociales genera un continuo desequilibrio dinámico que,


en las sociedades donde los recursos no están al servicio de las necesidades sociales, adquiere
una forma negativa. Por el contrario, dicen, es positiva en aquellas en las que exista una
planificación social basada en el servicio de los recursos a las necesidades sociales.

Nida Aylwin de Barros define el objeto en términos de “problema social”. Este es “un
obstáculo para la obtención de una meta e implica una relación entre un sujeto y un objetivo”.
El problema social viene definido por “la dificultad existente en una sociedad para satisfacer las
necesidades básicas de sus miembros”; se produce en las relaciones individuo-sociedad, y sus
consecuencias preocupan y repercuten en grupos amplios del conjunto social.

A pesar de su sistematicidad y evidente rigor, las explicaciones que expone sobre el


problema social no se alejan mucho de las ya expresadas por otros autores, fundamentadas en el
concepto de necesidad o carencia.

El acento que esta autora pone en el origen estructural de todos los problemas sociales la
identifica con la concepción sociológica propia de los autores de la “reconceptualización”. El
problema social se reduce a la necesidad básica, término, que por sus diversas dificultades
conceptuales, ya señaladas, contribuye a un reduccionismo importante en la disciplina.
Reduccionismo, además, que muestra su imagen residual. En efecto, necesidad o carencia son
términos que implican un significado negativo sobre las condiciones en que se desenvuelven los
individuos, a saber: la falta de algo.

Una dimensión desarrollista que implique fines definidos como, promoción y educación
social, acción social, etc., no se encuentra representada en todo objeto que acentúe conceptos
como, problema social, carencia o necesidad. Una dificultad adicional es la imagen que la
disciplina proyecta de sí misma en su interrelación con otras. Los fines del trabajo social, reducido
su objeto a la dimensión residual, serán fundamentalmente asistenciales.

Nos encontramos ante una cuestión de ontología, en otras palabras, por identificar el tipo
de hechos o fenómenos que son o pueden ser objeto de investigación por parte del Trabajo Social.
La pregunta inicial podría ser: ¿cuál es el elemento del todo social en que se fija el Trabajo Social?,
o en otras palabras: ¿cuál es lo que determina su conocimiento y acción?

Problema social o psicosocial, necesidad, carencia, situación problemática o cualquiera de


los conceptos manejados, hacen referencia a una noción que puede ser abstraída teóricamente
en el concepto de malestar.

El Trabajo Social, desde sus inicios, ha tenido que enfrentarse con las cuestiones del
malestar psicosocial de los individuos y con las opciones de cambio o reforma que implica la
solución de los problemas que comporta ese malestar. El objetivo, que no el objeto, de la
intervención profesional es, por tanto, contribuir a la posibilidad de transformar ese malestar en
una mejora de la situación, ya que el deseo de superación de ese malestar promueve el cambio
y la innovación en los sujetos.

El concepto de malestar significa el conflicto, lo desfavorable, contraproducente,


intolerable, contrario. Como concepto eje del Trabajo Social, el malestar presenta las siguientes

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propiedades con respecto a los otros términos en uso: no se trata de un término empírico y
perceptible, por tanto, no es real y cuantificable. En otras palabras, no es un reflejo fiel de la
realidad como el de necesidad. En cualquier caso, la presencia del trabajador social siempre es
requerida para el cambio de situaciones problemáticas en otras más adecuadas para la persona
que supongan su crecimiento y autonomía.

Los conceptos acuñados hasta el momento se incluyen como constitutivos del trabajo
social, como son los de necesidad, carencia y problema, en su dimensión negativa, y recursos, en
su dimensión positiva constituyen elementos de la materia. Es decir, son elementos necesarios
para la construcción del objeto, pero no forman el objeto en sí mismo. El acuerdo al que se ha
llegado a lo largo de la historia del Trabajo Social respecto a esta cuestión ha de ser respetado
como una de las ideas-elementos constitutivos del Trabajo Social y nos facilita la tarea de
definición: la interacción de los problemas individuales y sociales, ámbito que nos acerca a ese
segmento de la experiencia humana que ha de ser acotado.

Ese planteamiento ordena el objeto en el ámbito de interacción entre lo objetivo y lo


subjetivo del problema, porque, aunque todos los problemas del individuo son psicosociales no
siempre le afectan de la misma manera.

El malestar que estudia la disciplina de Trabajo Social debe contar con la vivencia o padecer
de los hombres que soportan tal estado. En Trabajo Social este es un criterio quien dirige la
práctica. Con frecuencia se hace referencia al mismo desde la expresión “necesidades sentidas”.
Las necesidades sentidas marcan la orientación y límites de la intervención profesional. Todos
estos conceptos orientan al trabajador social a valorar los factores de protección y de riesgo en
los que se encuentra la persona.

Respecto a las teorías relacionadas con las necesidades humanas podemos decir que la
teoría humanista o jerarquica de Maslow nos explica que hay una jerarquía de necesidades
humanas. Defiende que conforme se satisfacen las necesidades más básicas (parte inferior de la
pirámide) los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados. Solo se atienden las
necesidades superiores cuando se han satisfecho las básicas. El punto más bajo de la pirámide es
el de las necesidades fisiológicas, seguidas por las de seguridad, las sociales, las de autoestima y
las de autorrealización.

La teoría del Desarrollo a Escala Humana propuesta por Max-Neef distingue las
necesidades en absolutas y/o instrumentales o satisfactorias. Por un lado, las necesidades
absolutas son el conjunto de condiciones de carencia y privación claramente identificadas y de
validez universal, no precisan de justificación y son necesarias para el desarrollo de la persona
física y psíquica para sobrevivir. Por otro lado, las satisfactorias son los modos particulares que
cada sociedad o sistema utiliza para satisfacer las necesidades universales, no son un fin en sí
mismo, sino un medio. Por tanto, de esta teoría derivan dos posturas, la primera es que las
necesidades absolutas son finitas, pocas y clasificables y la segunda es que estas necesidades son
las mismas en todas las culturas y en todos los periodos históricos, lo que cambia es la forma o
los medios utilizados para la satisfacción de estas necesidades.

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La teoría universalista de las necesidades humanas propuesta por Doyal y Gough y Max-
Neef, esta teoría consiste en la consideración de la concepción de la persona como agente social
que es capaz de participar activamente en la sociedad para conseguir sus fines y objetivos, por
tanto estos autores afirman que se tiene que superar la imposibilidad de poder actuar y participar
en la sociedad. Las necesidades que propone son:

- Básicas o primarias: son los factores objetivos indispensables para la supervivencia y la


integridad psicofísica de las personas, para Doyal se caracterizaban por ser objetivas y
universales.
- Intermedias: son las que permiten satisfacer las necesidades básicas y los objetivos más
específicos y también se consideran objetivas y universales.´

Para poder llevar a cabo la delimitación de aquellas necesidades sociales que no son
satisfechas, desde la perspectiva funcionalista se siguen determinados modelos y criterios que
podemos sintetizar siguiendo a Bradshaw de la siguiente forma:

- Necesidad normativa: se define la necesidad mediante el establecimiento de valores


normativos por parte del experto.
- Necesidad percibida: se define la necesidad mediante procedimientos de obtención de
información diseñados para reconocer las necesidades en una población determinada.
- Necesidad expresada: la necesidad se puede identificar atendiendo a los
comportamientos de las poblaciones. Estos comportamientos se pueden mostrar en las
listas de espera de determinados servicios sociales o bien en el volumen de las demandas
para acceder a unos servicios específicos.
- Necesidad comparativa: se define la necesidad comparando la situación entre dos tipos
de población: la que es objetivo de la investigación respecto a sus demandas y la de otro
grupo con características similares.

El concepto de necesidades sociales establece que podemos identificar problemas


sociales como la exclusión, la marginación o la pobreza, entre otros, en la medida que estos
fenómenos impida cubrir las necesidades básicas o de nivel superior de ciertas personas o
colectivos.

Las necesidades que intentan satisfacer los servicios sociales son las de integración social
de las personas, la prevención de la exclusión social de personas en situación de riesgo y la
distribución de recursos materiales, sociales y culturales a los colectivos con menos
oportunidades. Se crean mecanismos para cubrir las necesidades de estos colectivos y para
sensibilizar al resto de la comunidad hacia la integración de todos sus miembros.

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3. LOS PROBLEMAS SOCIALES


- Define qué es un problema social. A continuación, explica brevemente cómo se
define, quién, dónde y cuándo.
- ¿En qué consiste el problema social? Explica las dos perspectivas (objetiva y
subjetiva)
- ¿Para qué es útil la definición de problema social?
- ¿Qué es problema social? Nombra y explica sus posibles perspectivas.
- ¿Qué es un problema? ¿En qué se diferencia de un problema social?
- ¿En qué circunstancias se define un problema social? ¿Dónde se define?
¿Cómo sabemos que existe un problema social? Las respuestas generadas poseen
grandes diferencias entre sí.
Dos perspectivas responden a esa pregunta pero con diferencias importantes, en la
funcionalista es el o la profesional experto/a quien accede al conocimiento sobre los
desequilibrios de la sociedad, en la participativa, la definición se da en el dialogo entre
profesionales e integrantes de la comunidad o colectivo con el que se trabaja.
Existen otras perspectivas que critican la misma pregunta en vez de responderla, son el
socioconstruccionismo y la situada, ya que hacen alusión a una realidad social en la cual
parece que los problemas sociales existen independientemente de los seres humanos.
Finalmente, la posición de la acción colectiva no responde normativamente a la pregunta,
se centra en redefinir significados sociales, es decir, se dedica a construir explicaciones
alternativas a las tradicionales por medio de la acción de colectivos afectados directamente
por una situación que se considera injusta.
Desde la perspectiva funcionalista es relevante poder situar, describir, estudiar y
diagnosticar lo problemas sociales que se presentan por medio de diferentes demandas
sociales y desarrollar formas efectiva de combatirlos.
“Un problema social surge cuando hay condiciones o prácticas que comportan una
falta de harmonía con los valores sociales de una sociedad determinada” (Clemente Díaz)
En la literatura especializada se describen diferentes condiciones en las que surgen
los problemas sociales. Condiciones como la desviación de ciertos grupos sociales por lo que
respecta a las normas mayoritarias, la transformación o evolución de unas prácticas sociales
determinadas, los desacuerdos por lo que respecta a las reglas de convivencia o los conflictos
de valores e intereses entre grupos, son razones por las cuales pueden surgir problemas
sociales.
Ya hemos visto que desde la perspectiva funcionalista es el mismo sistema el que
regula o reajusta los desequilibrios, produciéndose por este motivo el cambio social. El
conocimiento sire como guía para la identificación de los problemas sociales. Por tanto, será
imprescindible disponer de los recursos y los medios, y también de las técnicas y metodología
necesarias para poder llegar a un conocimiento objetivo del sistema social. El funcionalismo

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aporta un papel relevante al conocimiento de una sociedad, ya que eso hará posible
emprender acciones encaminadas a mejorar el desarrollo y el funcionamiento.
Si, como hemos visto, el conocimiento objetivo de la realidad social es fundamental
para guiar la acción en el ámbito de los problemas sociales, para el funcionalismo las
instituciones sociales, tanto los servicios sociales como las ONG, las asociaciones y los grupos
de apoyo, ocupan un lugar privilegiado.
Hay autores como López Cabanas y Chacón que sugieren que los servicios sociales
substituyen el vacío que se ha creado en las sociedades contemporáneas por lo que respecta
al cuidado de las personas que no se pueden valer por sí mismas, como los niños, la gente
mayor o los discapacitados que tradicionalmente eran atendidos por las familias y el “apoyo
natural” de los grupos sociales y comunitarios. Dado que en las sociedades contemporáneas
los vínculos familiares y comunitarios se han debilitado es necesario que la sociedad cree
mecanismos institucionales para atender a estas personas, a partir de servicios
especializados.
Por tanto, en las conceptualizaciones sobre los servicios sociales, desde estas
perspectivas se afirma que tienen por objeto cubrir necesidades humanas en las situaciones
de carencias y que contribuye al bienestar y al desarrollo de los individuos y de los grupos en
la comunidad y en el entorno social.
Una definición de los servicios sociales que se completa con lo que se ha dicho hasta
ahora es la presentada por el Consejo de Europa que afirma que los servicios sociales son:
todos los organismos que tienen la misión de aportar ayuda o asistencia a individuos,
grupos o comunidades con el fin de facilitarles la integración en la comunidad; se excluyen
los servicios que se ocupan únicamente de asegurar un cierto nivel de vida por medio de la
atribución de prestaciones en dinero o en especie.
Los servicios sociales atienden y toman medidas para resolver o mejorar algunos de
los problemas sociales a escala comunitaria y de colectivos específicos. Por tanto, uno de los
conceptos asociados al de los servicios sociales es el de problema social.
En la literatura especializada en problemas sociales de la perspectiva funcionalista se
trabaja desde una red de conceptos que son fundamentales en las comprensiones de la
realidad social. Dos conceptos que están fundamentalmente vinculados al estudio de los
problemas sociales son necesidades sociales y calidad de vida.
El concepto de necesidades sociales establece que podemos identificar problemas
sociales como la exclusión, la marginación o la pobreza, entre otros, en la medida que estos
fenómenos impida cubrir las necesidades básicas o de nivel superior de ciertas personas o
colectivos. Las necesidades que intentan satisfacer los servicios sociales son las de
integración social de las personas, la prevención de la exclusión social de personas en
situación de riesgo y la distribución de recursos materiales, sociales y culturales a los
colectivos con menos oportunidades. Se crean mecanismos para cubrir las necesidades de
estos colectivos y para sensibilizar al resto de la comunidad hacia la integración de todos sus
miembros.

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La construcción de calidad de vida considera tanto las necesidades como las


preferencias, y también los recursos de grupos o personas para identificar los problemas
sociales. Es un concepto multidimensional y, generalmente, se desglosa en diferentes
componentes para evaluarlo. Según López Cabanas y Chacón hay un acuerdo relativo sobre
cuáles son las áreas que se tienen en cuenta en este concepto: salud, educación, trabajo,
actividades de tiempo libre, situación económica, entorno físico y social, vida familiar,
vivienda, justicia, etc. estas áreas se estudian incorporando criterios como el de satisfacción
y percepción que se miden mediante indicadores que se definen para cada componente de
los que se evalúan.
Las perspectivas conflictivas consideran que la sociedad actual está estructurada sobre
la base de relaciones de explotación y dominación. En estas relaciones, mientras ciertos
grupos sociales se ven obligados a vender su fuerza de trabajo, otros sacan beneficio de la
fuerza productiva de los primeros. Por medio de diversos mecanismos jurídicos e ideológicos
esta situación es perpetua, reproduciendo las relaciones asimétricas de poder que permiten
que el sistema capitalista continúe existiendo.
Los problemas sociales no se entienden como un producto de los desequilibrios
sociales, sino que, por el contrario, son la consecuencia de las asimetrías presentes en la
sociedad, la cuales generan diversas formas de exclusión social. Las perspectivas conflictivas
asumen que es necesario buscar el cambio social, ya que parten de la idea de que vivimos
actualmente en un sistema social injusto que genera desigualdades crecientes entre las
personas; por tanto, es necesario emprender acciones que cuestionen e incidan en la
transformación de este sistema.
Tomando como marco de comprensión la concepción conflictiva de la sociedad, en
este apartado se mostrará lo que proponen las perspectivas participativas de
investigación/intervención para definir qué es un problema social. La importancia de estas
perspectivas radica en el hecho de que constituyen uno de los espacios sociales en los cuales
se pueden cuestionar valores y significados dominantes, proponiendo articulaciones entre
teoría y práctica para transformar la realidad en contextos locales.
Las perspectivas participativas, como la educación popular o la psicología
comunitaria, hacen la apuesta de estar al lado de las comunidades y agrupaciones con quien
se actúa, estableciendo un compromiso explícito con estos grupos hacia la transformación de
condiciones de vida injustas. Así pues, aunque estas ideas provienen de la perspectiva de los
profesionales que intervienen, lo que propone es precisamente la ausencia de protagonismo
de estos profesionales, la centralidad de su relación con las personas integrantes de grupos
sociales o comunidades, para así estar al servicio de las personas en lo que necesiten y quieran
cambiar para acceder una vida digna.
Para articular la teoría y la práctica por medio de propuestas concretas, tal y como
propone la concepción conflictiva de la sociedad, se discutirá: para qué se define un
problema social, por qué se define, cómo se define, quién lo hace, cómo y dónde. Por tanto,
se ilustrará la relación entre el concepto de ideología y el concepto de concienciación.

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También se verá como el dialogo constituye una herramienta clave de conocimiento valido
de la realidad y de creación de pensamiento crítico.
¿Para qué define un problema social?  La utilidad de definir un problema social es
hacerlo servir para problematizar las condiciones locales de vida, para que no se consideren
como naturales. Esto posibilita empezar a ampliar los juicios sobre lo que se puede cambiar i
lo que es posible hacer para conseguirlo.
Definir un problema social ayuda a ver lo que no es natural y que es debido a unas
condiciones de vida injustas, relacionadas con la estructura social desigual. Es decir, esta
definición es una herramienta útil en el proceso colectivo de concienciación de las relaciones
de dominación y de las formas de ocultar estas. La ideología funciona como una falsa
conciencia que enmascara las relaciones de dominación a las que están sujetas algunas
personas en la sociedad y promueve la naturalización de las situaciones de opresión por parte
de los grupos excluidos.
Concienciación implica revelar elementos ideológicos presentes en la vida social, de
forma que las personas se den cuenta de situaciones injustas y, a partir de esto, se puedan
movilizar para hacer acciones para revertir estas situaciones.
¿Por qué se define un problema social?  La definición de los problemas sociales
presupone una visión de ser humano como ser activo, capaz de poner en práctica acciones
transformadoras de su realidad colectiva, y que con esto adquiere control y dominio creciente
sobre su vida.
Reconocer una situación como problema y, más todavía, hacerlo buscando potenciar
los aspectos positivos y las fuerzas del grupo o sistema social, en vez de centrare en los déficits
o debilidades para resolver esta situación, es un primer paso en la lucha por la transformación
social.
Definir un problema social significa asumir la propia indignación por lo que ocurra, es
decir, la ya mencionada problematización y desnaturalización de situaciones cuotidianas y
estructurales; simultáneamente, impulsa hacia la participación para su solución, o al menos,
el combate. El proceso relativo de aprender cómo se tienen que utilizar los recursos
disponibles solamente podrá desencadenarse a partir de la definición de una situación o
acontecimiento como problema social. Por eso este paso es tan importante para las
perspectivas participativas.
¿Cómo se define un problema social?  La relación entre los que intervienen y los
que son de la comunidad o colectivo con el que se trabaja produce un cambio en el estado de
las cosas. Esta relación se define como un dialogo crítico y democrático en el que se busca la
reflexión crítica sobre la realidad y su transformación por medio de acciones concretas
definidas por los grupos. Se establece una relación sujeto-sujeto, en contraposición a la de
sujeto-objeto de conocimiento que se constituye a partir de la lógica científica.
La premisa fundamental es que en este dialogo se evidencian las verdaderas
relaciones sociales que están enmascaradas, ya que sirven como una herramienta
epistemológica para comprender las relaciones sociales. Cada uno, educadores y educandos,

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por su parte, tienen un conocimiento limitado de lo real, ya que son producto de la relación
dialéctica entre estructura social y conciencia.
Los oprimidos y oprimidas tienen una conciencia que naturaliza diversas relaciones de
dominación. En el dialogo en que participan diferentes voces, se descubren cuáles son los
problemas reales que afectan a las personas y cuáles son las causas por lo que respecta a la
reproducción de ciertas relaciones de dominación. De esta forma, es posible movilizarse hacia
la transformación social, ya que hay una conciencia de posibilidad de cambio de condiciones
de vida, al encontrar su origen histórico.
¿Quién define qué es un problema social?  Como se ha dicho anteriormente, las
perspectivas participativas, por medio del dialogo promueven el protagonismo de los y las
integrantes de un colectivo o lugar particular. Esto tiene consecuencias concretas que se
pueden observar en la práctica. La primera es que defiende que lo idóneo es que las personas
afectadas sean las que definan los problemas sociales que viven y, a partir de esto, soliciten
ayuda a los interventores y las interventoras en asuntos específicos que sean de su
competencia.
Esta definición la podrían haber hecho los miembros de un grupo organizado, a partir
de asambleas locales o incluso partiendo de una iniciativa individual que tuviese eco en otros
integrantes de la comunidad. Después de definir qué problema se quiere atacar, se llamaría
a los y las profesionales y se les explicaría lo que se espera.
Pese a esto, la entrada de los profesionales en el proceso no siempre ocurre de esta
forma a causa de diferentes razones: una de estas es que los miembros de la comunidad u
organización desconocen las personas interventoras o los servicios que se prestan, e incluso
si puede haber mecanismos de reproducción de la ideología que dificulten que las personas
interesadas entiendan diversas situaciones que les afectan como problemas sociales que se
pueden atacar.
También es posible que el o la profesional llegue al sitio en cuestión a ofrecer sus
servicios. Si este es el caso, será necesario emprender un proceso de investigación en que se
les pregunte a miembros de un grupo organizado o a múltiples habitantes de un barrio qué
situaciones creen que necesitan intervenciones.
¿En qué circunstancias se define un problema social?  La respuesta ideal sobre
cuando se define sería “cuando la comunidad sienta la necesidad, la exprese y busque ayuda
específica del interventor o de la interventora si es que la necesita”. Aunque no siempre
pasa de esta forma ya que a veces la inminencia de un desastre puede traer definiciones y
acciones que la comunidad no se propone ejecutar.
En la medida posible, lo recomendable es escuchar a los miembros de la comunidad,
negociar con ellos y encontrar soluciones conjuntas. Aunque un proceso se caracterice por un
gran respeto al ritmo y las prioridades de quien se supone que serán los protagonistas del
proceso, siempre habrá negociaciones necesarias referentes a esto. Gran parte de los
desacuerdos se relacionan con el hecho de que las distintas personas que están involucradas
tienen diferentes concepciones de tiempo y visión de futuro.

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¿Dónde se define un problema social?  En principio, el proceso para definir un


problema social tiene que desarrollarse en la misma comunidad o colectivo afectado. Esto
puede facilitar la participación y progresiva involucración de cada vez más personas. Como
se trata justamente de potenciar el protagonismo de estas personas, es de gran importancia
que las y los interventores dediquen tiempo para dirigirse al lugar en cuestión.
El intercambio entre comunidad y academia puede y debe ser un espacio fructífero de
producción de conocimientos y aprendizajes mutuos. Montero y Giuliani proponen que se
invite a miembros del grupo o comunidad a los espacios académicos ya que tiene efectos muy
positivos: hay un conocimiento mutuo de los espacios sociales a los que pertenecen las
personas que están involucradas, sensibiliza los interventores los estudiantes hacia los
problemas vividos y definidos por la comunidad, se legitima el hecho de que las personas no
académicas tienen mucho que enseñar al estudiantado universitario y se potencia a los
protagonistas de la acción abriéndoles espacios de prestigio socialmente legitimados a causa
del saber que generan. Por tanto, se recomienda hacer ambas acciones, y también, la
discusión en lugares públicos u organismos gubernamentales.
La perspectiva socioconstruccionista cuestiona los fundamentos epistemológicos
positivistas al asumir la naturaleza sociohistórica y colectivamente construida del
conocimiento científico. Lo que es definido como problema social no remite a una esencia ni
condición necesaria preexistente en la sociedad, sino que es producto de prácticas y discursos
colectivos. Esta perspectiva apuesta por la desnaturalización de los fenómenos sociales. Por
esta razón, el socioconstruccionismo se considera el dispositivo desconstruccionista, en la
medida que su quehacer permita mostrar tanto las prácticas y discursos mediante los cuales
un cierto fenómeno deviene problema social, como los efectos que esto produce.
Por tanto, la perspectiva socioconstruccionista muestra como por medio de las
convenciones lingüísticas construimos nuestra realidad social se preocupa por la forma en la
que se consigue que determinadas explicaciones del mundo se conviertan en objetivas.
Las corrientes socioconstruccionistas han desarrollado estudios que enfatizan los
efectos que pueden tener, en las prácticas sociales, los discursos de verdad producidos desde
el saber científico. Se trata de problematizar/desnaturalizar, de poner en duda, la atribución
de los estatus de categorías naturales a ciertas entidades por el simple hecho que forman
parte de nuestro lenguaje común. Con esto, se consigue poner de manifiesto el papel que
ocupan las construcciones culturales y las convenciones lingüísticas en la generación de una
serie de evidencias que, como los problemas sociales se imponen a nosotros con la fuerza de
las mismas cosas. El objetivo es disipar el pretendido carácter natural de unos problemas
sociales determinados, resituándolos en una dimensión histórica y sociocultural determinada.

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3. EL SUJETO
- ¿Cuáles son las diferentes formas de sujeto según Kisnerman?
- ¿Qué es el hombre sujeto en el trabajo social?
- ¿Qué es una institución?
- Define el término grupo ¿Qué es para el Trabajo Social?
- Explica qué se entiende por sujeto y su relación con “ciudadano” para el Trabajo
Social.
- Explica brevemente qué es el sujeto del trabajo social desde la perspectiva
tradicional y la actual ¿Qué es un grupo? Enumera las características que hacen que
este funcione correctamente.
- ¿Cómo ha evolucionado la concepción del hombre para el Servicio Social?
En los orígenes de la profesión, los trabajadores sociales del mundo entero llamaban a las
personas con quienes trabajaban “los casos”; a veces también se decía “caso social”. Esta palabra
designa a una persona con dificultades sociales o de relación, y se llamaba Servicio Social de Caso
al método de intervención.

El término cliente fue introducido por Mary Richmond, quien pensaba que la palabra caso
estaba muy impregnada del vocabulario médico y que resultaba reductora, pues considerada más
la enfermedad que la persona aquejada de un mal.

El usuario, en el derecho civil francés, es la persona que tiene un derecho real de uso sobre
un bien o una cosa que pertenece a otra persona. También se dice de aquellos que recurren a un
servicio público o que utilizan un espacio público. Este término se ha difundido en el T.S, sobre
todo, en los servicios que dependen del Estado, y tienden a reforzar la idea de derecho.

El término beneficiario también es de uso reciente y designa a la persona que recibe una
prestación, un subsidio, o una ayuda financiera del Estado o de otro organismo público.

Estos 2 términos pueden entenderse como un intento de disminuir es peso estigmatizante


de la ayuda social (asociada a términos tales como pobre, indigente, asistido, etc.) y restituirle
una afirmación del derecho de cada uno a utilizar el bien común disponible para todos.

Para el Servicio Social Tradicional el hombre era objeto en tanto en él ocurrían problemas
sociales, y para lo cual el objetivo era adaptarlo a una sociedad equilibrada. Para el Servicio Social
reconceptualizado, el hombre es un transformador del mundo, un hacedor de sí mismo y del
mundo. Por lo tanto sujeto.

El hombre objeto está impulsado por los demás, está masificado, cosificado, en situación
de dependencia. El hombre sujeto es un ser en el mundo y con el mundo, es un programador de
su vida, en la que totaliza sus proyectos. Es un ser libre. Mediante la praxis se centra en y con su
realidad. Además, es hacedor de su cultura.

Humanización y deshumanización, sujeto y objeto son realidades contradictorias en


relación dialéctica. El hombre deshumanizador condena a la masificación, a la marginalidad, a la
esclavitud. El hombre objeto es él mismo y al mismo tiempo la imagen introyectada de sus
opresores. El hombre objeto es el hombre alienado (propio de otro, ajeno), ya que está
subordinado a un poder ajeno al hombre mismo. A nuestro criterio, la alienación es el

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sometimiento a formas de control que establecen un mundo de seudo valores que deforman
nuestra forma de ser.

El hombre sujeto es el hombre que se descubre en el mundo, el que da sentido al mundo y


a las cosas. El que se encuentra en sí y en los demás con los otros. Es el que rechaza ser esclavo.
Es el hombre trascendente hacia un mundo mejor: el hombre que amando expresa una comunión
de hombres.

El Servicio Social reconceptualizado pretende constituirse en un humanismo en acción real.


El hombre es para la disciplina un sujeto que busca reapropiarse de su esencia, un punto de
partida en tanto que el hombre vive en y con el mundo en grupos y comunidades, y un punto de
llegada en tanto intenta lograr al hombre un ser de la praxis transformadora de la realidad.
Ámbitos en los que actúa el hombre sujeto:

 GRUPO: situación básica en la que los hombres viven, todo individuo está implicado en
un grupo. Es una estructura móvil de miembros implicados en un pertenencia. Existe una
ligazón que se establece mediante la interacción. Los miembros implican reciprocidad,
complementariedad y comunicación. Es también un área de trabajo en la que se
concretan situaciones problemas, siendo sus miembros los sujetos de la acción. Un grupo
siempre está inserto en una institución o formando parte de una comunidad. Debemos
trabajar con grupos preformados, o sea aquellos constituidos sin intervención del
profesional, sean institucionales o no. Los primeros son formales, producto directo de la
organización social que impone normas explícitas a su funcionamiento. Los segundos son
informales ya que surgen como resultado de las interacciones, en la conjunción de
esfuerzos para lograr respuesta a necesidades o proyectos. Nos interesan los grupos
centrados en la tarea (de estudio y acción).

Kurt Lewin y su teoría de grupos: puntos esenciales:


- El grupo es una estructura que emerge de la interacción de los individuos y que provoca
cambios en ellos.
- La interacción psicosocial está en la base de todo grupo. - La relación que se establece
es llamada ”dinámica” que proyecta el grupo hacia adelante. El grupo es un campo de
fuerza social.
- El comportamiento de los miembros está siempre determinado por la estructura de la
situación presente.
- El grupo es un medio que concreta teoría y práctica, investigación y acción. Solo es válida
la teoría comprobada mediante la experiencia. La historia de todo grupo es un
encadenamiento de hechos observables y mesurables. Las acciones que realizan los
miembros de un grupo hace que todo grupo sea un sistema de roles, los que representan
modelos de comportamiento.

Nos interesan como roles el portavoz y el líder. El primero es el vocero, denuncia o pone en
evidencia los aconteceres del grupo. El líder es el depositario de lo positivo del grupo, orienta al

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grupo a la consecución de la tarea y es situacional, no lo ejerce de forma permanente. En muchos


casos se convierte en paternalista manipulando a los miembros. Sin embargo, en el Servicio Social
reconceptualizado nos interesa fomentar el liderazgo colectivo como proceso de organización,
como instrumento de trabajo en vista de un objetivo. Esto concreta a un grupo como interjuego
de roles que se adjudican y se asumen. El asistente social solo asume el rol de coordinador en el
sentido de animador, ayudando a los miembros del grupo a reflexionar y a actuar.

Ningún grupo está en constante equilibrio. Entre los impulsos de dependencia y ser
independiente existe una relación dialéctica. El conflicto en el grupo surge en la ambivalencia
entre poder y dependencia. Nosotros, los asistentes sociales, también somos personas iguales a
los miembros del grupo, con un instrumental mayor para abordar la realidad, tenemos nuestra
necesidad de dependencia y de poder. Destacamos la necesidad de mayor humildad en el
profesional, de no invadir culturalmente a los grupos. El Servicio Social debe crear una dinámica
interna que coloque a los miembros de un grupo de manera activa, crítica y responsable en
situación de abordar sus dificultades y problemas con sentido de cambio y una dinámica externa
que les permite interrelacionarse con los otros grupos en movimientos globales de cambio.

El intergrupo es consecuencia del proceso de maduración de los grupos, tal como lo


entendió el Servicio Social Tradicional. El intergrupo es un grupo representativo, ya que todos sus
miembros fueron elegidos por todos los miembros de otros grupos, instituciones o sectores de
una comunidad. La realidad nos muestra que la mayoría de los intergrupos son imagen de la
estructura vigente con una jerarquía de poder y de prestigio. Un grupo como organización es
eficiente cuando ha logrado establecer el diálogo entre sus miembros, una organización se define
como un grupo de identidad. La organización es una integración que nos contiene como
miembros por ser de una comunidad portadora de valores sociales con los que nos sentimos
identificados. La organización representativa es el vehículo de la reivindicación y la que concreta
una democracia como “control del poder por el sujeto colectivo”. Como grupos de base son la
expresión del pueblo (sindicatos, cooperativas, juntas vecinales, etc).

 INSTITUCIÓN: estructura formal de relaciones y servicios, nivel de complejidades dado


por las relaciones e roles que la integran. Se divide en sectores de actividad, estos pueden
ser:
- Finales: si las necesidades hacen al objetivo de la institución (por ejemplo, en un hospital,
las distintas especialidades médicas).
- Intermedios: si son complementarios de la prestación final (por ejemplo, el Servicio
Social, farmacia)
- Generales: si constituyen la infraestructura que posibilita el funcionamiento de la
institución (por ejemplo, la administración).

La relación entre los distintos sectores está regida por un sistema explicito de normas y
valores, el que señala los mecanismos de adjudicación y asunción de roles. Una institución es
regulativa cuando normaliza el funcionamiento de otras instituciones y actúa a través de ellas, y
es operativa cuando cumple tareas por sí mismas en forma sistemática y efectiva. La dinámica es
que las acciones deben partir de los grupos que la integran. A mayor inmadurez de sus miembros,
mayor estereotipia, rutina, alienación y rigidez de la estructura y mayor promoción de ansiedades
psicóticas.

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La institución de nuestro tiempo: entendemos que debe ser una comunidad de trabajo con
una estructura dinámica, interdisciplinaria a cuyas necesidades esté atenta y abierta, con una
administración circular o participativa, cuya base sea la comunicación entre todos los sectores,
actuando como grupo operativo regulador y en la que la representatividad asuma la autogestión
del gobierno, que esté al servicio del hombre y no tome a los hombres como cosa poseída por la
institución.

 COMUNIDAD: unidad geográfica de asociación organizada de las actividades humanas, en


la que sus miembros hacen sus consumos y utilicen sus servicios.

Las tipologías funcionalistas se centran en los contenidos culturales y distinguen entre


comunidad folk y urbana de Robert Redfield. Para este, la transición de una a la otra supone tres
procesos:

a) La desorganización de la cultura.
b) La secularización.
c) La individualización; y se produce cuando disminuye el relativo aislamiento de la sociedad rural
y aumenta su relación con el centro urbano.

En un enfoque estructural pero mecanicista, Max Weber llama comunidad a una relación
social cuando se inspira en el sentimiento subjetivo de los partícipes de construir un todo. Las
divide en abiertas y cerradas. Es abierta al exterior cuando la participación en la acción social es
recíproca, y cerrada cuando la participación es negada. Este enfoque se vincula con los
funcionalistas. En la misma orientación mecanicista, Ferdinand Tönnies, distingue entre
comunidad y sociedad por el tipo de relación. La comunidad es un agregado de personas cuyas
relaciones son íntimas y primarias y entre las cuales el control social se basa en usos y costumbres
más que en leyes, es vida común, verdadera con su énfasis en el parentesco, la base de esta es la
familia. La sociedad, resulta de una creación artificial, es pasajera, un agregado mecánico y
artificial.

Para Mac Iver, la comunidad es una unidad social cuyos miembros reconocen como común
un número de intereses. Tales intereses llevan a la armonía y al conflicto, que es gran significado
para el proceso de una comunidad, los intereses son comunes.

Un enfoque estructural se centra en el análisis de las relaciones que se establecen en cuatro


dimensiones: social, económica, cultural y política, ya que en toda comunidad se dan grupos que
como subculturas diferentes coexisten. El análisis de cualquier comunidad como microunidad
social revela un estado de no equilibrio frente a la existencia de fuerzas y contrafuerzas en
oposición. La asociación en grupos y la coordinación entre ellos es lo que crea la comunidad, pero
la comunidad no se define por los grupos sino por la unidad de intereses. Existen unidades sociales
que conforman subculturas diferentes coexistentes en un área geográfica. La comunidad se hace,
no nace por generación espontánea. Y se hace cuando los grupos insertos en ella se proclaman
sujetos de su propio destino.

Las múltiples palabras que sirven para designar a aquel con quien trabajamos, están
sustituyéndose simplemente por el término persona. La persona se define como un ser humano,
un individuo considerado en sí mismo, un ser moral dotado de existencia jurídica.

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En el servicio social, esta concepción de la persona como ser individual estuvo presente
desde los comienzos; uno de los principios de la profesión es el de individualización o
individualización conceptualizado por Feliz Biestek, que afirma que cada persona es diferente,
merece nuestra atención particular y específica y no puede ser tratada de manera anónima o
estandarizada, pues se trata de un ser único y particular.

La persona ya no es considerada solamente en sus aspectos individuales, sino también en


su dimensión social y colectiva. La persona como ser colectivo forma parte de la sociedad en la
que vive; comparte su cultura y sus valores y está inmersa en las características sociales,
económicas y políticas del medio específico de su lugar de vida y de su época histórica.

De esta manera, el concepto de persona se ha visto enriquecido con una comprensión más
amplia y compleja del ser humano como ser social. Esta definición de la persona se apoya en las
evoluciones éticas y deontológicas de la profesión.

Así, vemos al Trabajo Social apoyándose en nuevas orientaciones éticas:

 La ética de convicción contempla, basándose en los trabajos del sociólogo Max Weber,
los principios que se intentan seguir de manera incondicional. Los fines perseguidos lo
serán sin tergiversaciones ni concesiones, con sinceridad y convicción. Principios:
o Todo ser humano posee un valor único que justifica la consideración moral hacia
él.
o Todo ser humano tiene derecho a realizarse personalmente y tiene el deber de
contribuir al bienestar de la sociedad.
o Toda sociedad, cualquiera que sea su organización, debe asegurar a sus miembros
el máximo bienestar.
o Los asistentes sociales tienen un compromiso de Justicia Social.
 La ética de responsabilidad incluye, además de los principios citados, el análisis de los
medios, de las diferentes opciones y la evaluación de las consecuencias. Incluye nuestra
capacidad de empatía, de sentir con el otro, se traduce en nuestras actitudes, en nuestras
palabras, en nuestra comunicación verbal y no verbal.
 La ética de discusión, hace referencia a la elaboración colectiva, a partir de la libre
discusión entre personas de un mismo grupo. El intercambio llevado a sus últimas
consecuencias permite alcanzar, a través de la argumentación, posiciones comunes de
consenso.

Mientras esta reflexión ética se enraíza e impregna el medio profesional, la realidad del
ejercicio cotidiano muestra enormes contradicciones y diferencias. Al trabajo habitual de
seguimiento y de ayuda a personas o familias en dificultad, se ha agregado toda una clientela
nueva de personas.

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