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Antes que todo queremos hacer notar que el cuidado de quienes cuidan y/o trabajan
con niñes y jóvenes es fundamental, pues es bien sabido que estas formas de trabajo si
no se acompañan de conductas y actividades sistemáticas de autocuidado y cuidado
mutuo pueden provocar estrés agudo y subsecuentemente burnout.
El cuidado de quienes cuidan y trabajan con niñes y jóvenes no tiene como objetivo
único promover su bienestar, sino que estas medidas permiten a su vez realizar un
mejor trabajo de acompañamiento que efectivamente contribuya a la recuperación de
las experiencias de vulneración -en este caso- y de la restitución de sus derechos.
Es posible que algunas de las estrategias que aquí mencione sean conocidas por
ustedes e incluso les parezcan redundantes, pero es necesario ser enfática en que son
justamente esas prácticas que parecen obvias y que parecieran no tener un efecto
inmediato las más efectivas en el mediano y largo plazo.
A grandes rasgos se podrían identificar tres niveles del cuidado de los y las
trabajadoras y trabajadores, el autocuidado, el cuidado de equipo y el cuidado
institucional. Por qué es importante esta distinción, pues como decía antes el cuidado
es un continuo y requiere que todas las partes involucradas asuman responsabilidad
en el proceso.
El autocuidado refiere a las prácticas y conductas que realiza cada sujeto en su vida. Es
decir, aquellas que no son responsabilidad directa de terceros.
En primer lugar, y quiero insistir en esto, antes que cualquier otra estrategia, es
fundamental contar con una rutina estable pero no rígida. ¿Qué significa esto? Tener
un mapa orientador del día de forma transversal como horario de las comidas, un
horario para levantarse y acostarse. Decimos que esta rutina debe ser flexible para
permitirnos por ejemplo, poder juntarnos a cenar con amigues y que eso pueda
traducirse en cenar y acostarse más tarde de lo habitual. Suena obvio, lo sé, pero
muchas personas al armar una rutina esta deja de ser útil para promover su bienestar
pues se ciñen muy estrictamente a ella y les termina generando más estrés o ansiedad.
Las rutinas deben tender a incluir alimentación sana, esto no significa solo comer
lechuga, sino una alimentación que incluya todos los grupos alimentarios de forma
balanceada. Así como también incluir actividad física, que sé en este contexto no es
tan feliz porque es todo virtual, pero pueden buscarse estrategias para hacerlo más
ameno, como por ejemplo hacer con un grupo de amigues el mismo video y hacen una
video llamada mientras lo hacen, entonces así pueden reírse, tirar la talla y
simplemente acompañarse.
Para articular la vida laboral con la personal una estrategia es ponerse metas
mensuales que puedan referir a elementos que quieren sostener en el tiempo, como a
la incorporación de nuevos desafíos. Por ejemplo, tienen bueno hábitos de sueño,
pero se han aislado de sus seres queridos y no están comiendo saludablemente. Lo
ideal es claro, poder balancear todo, pero es importante ir de a poco y con firmeza
para no abrumarse y no lograr ninguno. Entonces una podría proponerse mantener
los hábitos de sueño y planificar juntarse -virtualmente- con una o un grupo de
personas una vez a la semana o quincenal. Ver cómo van con eso, y el siguiente mes
sumar mejorar los hábitos alimentarios, y así de a poco ir incorporando prácticas que
se transforman en el mediano y largo plazo en hábitos.
Otro elemento fundamental tiene que ver con darse espacios para ver cómo estamos.
Esto puede ser de forma exclusiva (sin hacer otra actividad) o bien, mientras me
ejercito o converso con una amiga, pareja, familiar o compañera. Aquí buscamos
poder, por una parte, identificar nuestras emociones, pensamientos y sentires en
general, para luego pensar cómo estos impactan nuestra vida cotidiana y nuestra
relación con otres (a nivel personal o laboral). Es importante no caer en el juego de
creer que siempre tiene que andar algo mal, no es necesario y tampoco es necesario
que todo ande perfecto. Lo relevante es poder identificar dónde estamos y cómo nos
gustaría estar para poder ir haciendo seguimiento de nuestro bienestar, para
eventualmente -si empezamos a estar peor-, poder buscar ayuda antes que la
situación se complejice o extreme.
Si no sabemos por donde empezar, existen pautas (que podemos luego compartirles)
que nos permiten evaluar, cómo estamos en diferentes ámbitos de la vida y cómo
reaccionamos cuando estamos bajo estrés, para así tener de alguna manera una línea
base y también avanzar en tomar acción sobre aquellos ámbitos en los que desde ya
no andamos bien.
Ahora bien, ¿qué podemos hacer cuando nos damos cuenta de que no estamos bien, o
que estamos estresades o desgastades?
Lo primero luego de identificar que algo no anda tan bien es comunicarlo. Decirle a
otra persona que se encuentran en ese estado permite que esa persona pueda estar
atenta a nosotres y, por ejemplo, poder mediar situaciones en las que el estrés o baja
de ánimo provoque una respuesta indeseada en alguna interacción. Esto trabajando
con niñes, jóvenes y sus familias en contextos de protección especializada es
absolutamente necesario, pues una mala reacción o un descuido en el proceso puede
tener consecuencias directas en cómo se da continuidad a la intervención, a las
posibilidades de ofrecer un ambiente seguro para elles y por cierto, promover la
interrupción de las situaciones de violencia en las que se encuentran.
Las malas reacciones no son solo aquellas en donde directamente se responde mal, o
se es incluso agresivos, sino también cuando nos despreocupamos de un caso o
dejamos de estar atentas a lo que está pasando en la vida de ese niñe o familia.
Cuando se sostuvo una interacción de esta naturaleza es una responsabilidad por una
parte disculparse con la parte afectada por nuestra conducta como también,
proponerse de inmediato estrategias para abordar el estrés y estrategias para
remediar la situación.
Si bien por el tiempo no será posible profundizar mucho en esto, nos parecía
importante poder dar al menos algunas luces sobre lo que refiere al cuidado de equipo
y al cuidado institucional.
Por supuesto que hay muchas estrategias adicionales, pero esto fue una breve síntesis
donde de verdad lo que más nos importa es comprender que el cuidado no es un hito,
sino un continuo que es necesario tener siempre presente.