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Estrategias para el autocuidado

Antes que todo queremos hacer notar que el cuidado de quienes cuidan y/o trabajan
con niñes y jóvenes es fundamental, pues es bien sabido que estas formas de trabajo si
no se acompañan de conductas y actividades sistemáticas de autocuidado y cuidado
mutuo pueden provocar estrés agudo y subsecuentemente burnout.

El cuidado de quienes cuidan y trabajan con niñes y jóvenes no tiene como objetivo
único promover su bienestar, sino que estas medidas permiten a su vez realizar un
mejor trabajo de acompañamiento que efectivamente contribuya a la recuperación de
las experiencias de vulneración -en este caso- y de la restitución de sus derechos.

Existen diversas estrategias que permiten la promoción de nuestro bienestar en


contexto de intervención con niños, niñas y adolescentes que han sido vulnerados en
sus derechos. Que por lo demás son estrategias que pueden ser aplicadas no solo en
ese contexto sino que en otros en donde el trabajo implique cuidar y atender a otra
persona para promover su bienestar.

Es posible que algunas de las estrategias que aquí mencione sean conocidas por
ustedes e incluso les parezcan redundantes, pero es necesario ser enfática en que son
justamente esas prácticas que parecen obvias y que parecieran no tener un efecto
inmediato las más efectivas en el mediano y largo plazo.

El autocuidado entonces no puede pensarse como una práctica en forma de hitos en


donde actúo cuando ya me encuentro altamente estresado o estoy expresando
conductas asociadas a estrés como irritabilidad, deprivación de sueño, patrones
compulsivos, entre otros. Si no por el contrario, debe ser una práctica constante que
implica un trabajo personal como colectivo. El bienestar de las personas con las que
trabajamos requiere de un esfuerzo colectivo.

A grandes rasgos se podrían identificar tres niveles del cuidado de los y las
trabajadoras y trabajadores, el autocuidado, el cuidado de equipo y el cuidado
institucional. Por qué es importante esta distinción, pues como decía antes el cuidado
es un continuo y requiere que todas las partes involucradas asuman responsabilidad
en el proceso.

El autocuidado refiere a las prácticas y conductas que realiza cada sujeto en su vida. Es
decir, aquellas que no son responsabilidad directa de terceros.

El cuidado de equipo refiere a las prácticas de trabajo entre quienes comparten


espacios, más allá si por ejemplo son del mismo equipo.

El cuidado institucional refiere a las estrategias que desarrolla la institución


empleadora (en este caso siempre hablaremos de institución pues es un organismo
colaborador de sename) a fin de asegurar por una parte que sus dependientes de
forma individual como colectiva pueda desarrollar sus propias prácticas de cuidado,
como también para contribuir con otras medidas que no son posibles de llevar a cabo
de forma independiente por sus trabajadoras y trabajadores.
Hoy nos referiremos al autocuidado, pero podemos enviar material sobre los otros dos
niveles.

En primer lugar, y quiero insistir en esto, antes que cualquier otra estrategia, es
fundamental contar con una rutina estable pero no rígida. ¿Qué significa esto? Tener
un mapa orientador del día de forma transversal como horario de las comidas, un
horario para levantarse y acostarse. Decimos que esta rutina debe ser flexible para
permitirnos por ejemplo, poder juntarnos a cenar con amigues y que eso pueda
traducirse en cenar y acostarse más tarde de lo habitual. Suena obvio, lo sé, pero
muchas personas al armar una rutina esta deja de ser útil para promover su bienestar
pues se ciñen muy estrictamente a ella y les termina generando más estrés o ansiedad.

Las rutinas deben tender a incluir alimentación sana, esto no significa solo comer
lechuga, sino una alimentación que incluya todos los grupos alimentarios de forma
balanceada. Así como también incluir actividad física, que sé en este contexto no es
tan feliz porque es todo virtual, pero pueden buscarse estrategias para hacerlo más
ameno, como por ejemplo hacer con un grupo de amigues el mismo video y hacen una
video llamada mientras lo hacen, entonces así pueden reírse, tirar la talla y
simplemente acompañarse.

En el contexto laboral propiamente tal y vinculado a las rutinas, especialmente en


contexto de cuarentena es necesario tener siempre claro los objetivos a alcanzar en el
mediano y largo plazo. Esto se traduce por ejemplo en contar con planes de trabajo
con niñes y jóvenes realistas pero desafiantes, que les permita a ustedes poder
distribuir su carga de trabajo con una perspectiva diaria como también mensual y
anual.

Para articular la vida laboral con la personal una estrategia es ponerse metas
mensuales que puedan referir a elementos que quieren sostener en el tiempo, como a
la incorporación de nuevos desafíos. Por ejemplo, tienen bueno hábitos de sueño,
pero se han aislado de sus seres queridos y no están comiendo saludablemente. Lo
ideal es claro, poder balancear todo, pero es importante ir de a poco y con firmeza
para no abrumarse y no lograr ninguno. Entonces una podría proponerse mantener
los hábitos de sueño y planificar juntarse -virtualmente- con una o un grupo de
personas una vez a la semana o quincenal. Ver cómo van con eso, y el siguiente mes
sumar mejorar los hábitos alimentarios, y así de a poco ir incorporando prácticas que
se transforman en el mediano y largo plazo en hábitos.

Otro elemento fundamental tiene que ver con darse espacios para ver cómo estamos.
Esto puede ser de forma exclusiva (sin hacer otra actividad) o bien, mientras me
ejercito o converso con una amiga, pareja, familiar o compañera. Aquí buscamos
poder, por una parte, identificar nuestras emociones, pensamientos y sentires en
general, para luego pensar cómo estos impactan nuestra vida cotidiana y nuestra
relación con otres (a nivel personal o laboral). Es importante no caer en el juego de
creer que siempre tiene que andar algo mal, no es necesario y tampoco es necesario
que todo ande perfecto. Lo relevante es poder identificar dónde estamos y cómo nos
gustaría estar para poder ir haciendo seguimiento de nuestro bienestar, para
eventualmente -si empezamos a estar peor-, poder buscar ayuda antes que la
situación se complejice o extreme.
Si no sabemos por donde empezar, existen pautas (que podemos luego compartirles)
que nos permiten evaluar, cómo estamos en diferentes ámbitos de la vida y cómo
reaccionamos cuando estamos bajo estrés, para así tener de alguna manera una línea
base y también avanzar en tomar acción sobre aquellos ámbitos en los que desde ya
no andamos bien.

¿Qué otras cosas podemos hacer para promover nuestro bienestar?


Siempre es bueno contar con actividades concretas que nos permitan buscar la calma y
darnos un respiro del agobio en el que nos encontramos en un momento determinado.
Estas funcionan en la medida que se suman a las estrategias más estables que les
mencioné antes.

1) Elongar en las mañanas y luego de situaciones estresantes, esto permite volver


al cuerpo (salir de la mente) y oxigenarnos para ver con más calma lo recién
ocurrido.
2) Escribir las situaciones que les produjeron estrés ese día y pensar en qué de esa
situación requiere una conversación con las partes involucradas y cómo las
formas de una también incidieron en que se produjera la situación estresante.
3) Programar una cantidad realista de actividades o productos a realizar en un día.
Conversarlo con las jefaturas y equipo, a fin que el resto sepa en qué están
pero que también les permita a cada una finalizar el día con logros concretos.
Saber hacer esto toma tiempo y es importante de a poco identificar cuanto
tiempo le toma a cada uno hacer cada tarea, ya sea una sesión, un informe,
planificar una intervención, sostener una reunión sobre, u otro. Aquí prima la
honestidad, ser honesto y honesta sobre cuánto nos toma cada tarea, más allá
de la expectativa ajena sobre nuestros plazos.

Ahora bien, ¿qué podemos hacer cuando nos damos cuenta de que no estamos bien, o
que estamos estresades o desgastades?

Lo primero luego de identificar que algo no anda tan bien es comunicarlo. Decirle a
otra persona que se encuentran en ese estado permite que esa persona pueda estar
atenta a nosotres y, por ejemplo, poder mediar situaciones en las que el estrés o baja
de ánimo provoque una respuesta indeseada en alguna interacción. Esto trabajando
con niñes, jóvenes y sus familias en contextos de protección especializada es
absolutamente necesario, pues una mala reacción o un descuido en el proceso puede
tener consecuencias directas en cómo se da continuidad a la intervención, a las
posibilidades de ofrecer un ambiente seguro para elles y por cierto, promover la
interrupción de las situaciones de violencia en las que se encuentran.

Las malas reacciones no son solo aquellas en donde directamente se responde mal, o
se es incluso agresivos, sino también cuando nos despreocupamos de un caso o
dejamos de estar atentas a lo que está pasando en la vida de ese niñe o familia.
Cuando se sostuvo una interacción de esta naturaleza es una responsabilidad por una
parte disculparse con la parte afectada por nuestra conducta como también,
proponerse de inmediato estrategias para abordar el estrés y estrategias para
remediar la situación.

Si bien por el tiempo no será posible profundizar mucho en esto, nos parecía
importante poder dar al menos algunas luces sobre lo que refiere al cuidado de equipo
y al cuidado institucional.

En relación con cuidado de equipo, es importante contar con mecanismos de


comunicación claras, en donde cada una tenga claro cuáles son las tareas y metas que
debe cumplir. No es posible sostener una relación laboral saludable sin claridad sobre
qué se espera de mi y qué de eso lo puedo hacer sin apoyo y para cuál de esas labores
necesito de apoyo.
Asimismo, es importante buscar que las jefaturas sostengan una comunicación
transparente, en donde se pueda estar en conocimiento de procesos institucionales
relevantes y saber los procesos de toma de decisión tanto en el proyecto como en la
institución en general. Esto permite dar por una parte claridad sobre qué en qué
temas puedo aportar directamente y en qué decisiones o en qué niveles de las
decisiones ya no.
Por último sobre esto, es importante -sobre todo en el contexto de pandemia- contar
con espacios de participación libre en donde se pueda compartir con el resto de los
integrantes del equipo más allá de las reuniones por temas “oficiales”. La confianza de
los equipos no se da sólo por hacer bien un trabajo, sino también y muy
importantemente por conocerse. Esto NO significa que seamos todes amigues, sino
saber de la otra persona, poder hablar de otros temas más allá de lo laboral y así
estimular también que ante un momento de estrés o ante la necesidad de apoyo en
algún ámbito de la vida, la persona lo podrá comunicar.

Ahora si cerrando, sobre el cuidado institucional. Es menester que las instituciones


nos provean de los apoyos necesarios para poder ejercer nuestro trabajo y también
poder cuidarnos. Para eso, en el contexto del trabajo de intervención, ejemplo de ello
son contar con espacios de supervisión permanente, no con el fin evaluativo, sino por
el contrario, una supervisión que nos permita ver nuestros puntos ciegos y también los
temas que abordamos con fuerza.
Otro ejemplo, fundamental es no enviar correos, mensajes o hacer llamadas fuera del
horario laboral a menos que haya una emergencia. Aquí algo central es la definición
de emergencia, que varía de espacio a espacio, pero lo relevante es que todes la
conozcamos. Enviar un correo a las 22horas, a las 24 o en la madrugada puede verse
inofensivo, pero genera que nuestros compañeres no puedan desconectarse
completamente en horarios de descanso, incluso cuando no esperamos que nos
contesten de inmediato.

Por supuesto que hay muchas estrategias adicionales, pero esto fue una breve síntesis
donde de verdad lo que más nos importa es comprender que el cuidado no es un hito,
sino un continuo que es necesario tener siempre presente.

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