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Universidad Autónoma de Bucaramanga

Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes


Programa de Literatura
Tarea: Ensayo 1.
Estudiante: Dharma Maité Martínez Vargas
Docente: Nicolas Cadavid Caceres
Curso: Terror, cultura y sociedad.

Panorama de la estética del terror y el reflejo de la sociedad contemporánea.

La estética del terror para muchas personas es un concepto contradictorio, porque

tienden a identificar lo estético con lo bello, ignorando que la estética en su

definición significa una forma particular de entender la belleza. Entonces, la estética

del terror estaría conformada por una serie de manifestaciones que representan una

manera de encontrar belleza en el terror. Fundamentalmente, al hablar de estética

del horror/terror se refiere a la manera en cómo el estado emocional aterrorizado y

aterrorizante se expresa en una forma artística. Dicha manera, cumple unas

cualidades generales que se relacionan con el mecanismo de acción del miedo en

las personas, entendiendo que el miedo es la emoción que compone el estado

emocional de las mismas. Además, se tiene que “las emociones incluyen no solo

reacciones físicas, sino también creencias y pensamientos”(Carroll, N, 2005), por lo

que la estética del terror también representa las creencias culturales que sustentan

el miedo colectivo. Por consiguiente, el arte-terror de una época evidencia la

transformaciones del miedo en ese contexto y también los vínculos de las personas

con la seguridad y el peligro en una determinada realidad.

Aparte, el miedo es un factor muy determinante en la existencia humana, se puede

asumir como una de las emociones con más fuerza para modificar el

comportamiento individual y colectivo. En este punto, “de acuerdo a Burke, el


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instinto de autoconservación es mucho más poderoso que otros, por lo que

emociones derivadas de éste también se encuentran entre las más poderosas”

(Bordalejo, B,2007), de modo que el arte de terror tiene igualmente bastante poder

en la creación y modificación del imaginario colectivo. En concordancia, “ El horror

reta nuestros conocimientos, incluso aquellos que nos son más caros, justo por su

capacidad de operar desde lo desconocido desde lo innombrable...el horror se halla,

pues, en aquello que rompe la familiaridad, lo conocido”(De León Ramírez, F,2018).

Razonablemente, los arquetipos terroríficos son símbolo de lo que se nos escapa

del conocimiento y ese desconocimiento es la forma más pura de la falta de control;

este último siendo una necesidad pulsional del ser humano, cuya finitud consciente

se abruma ante la infinidad de los fenómenos que lo rodean. Entonces, de cierta

manera, la creación de arte de terror es una forma de controlar (tanto para el

creador como para el espectador) lo que nos deja indefensos, lo anómalo y

transgresor. Así, nos ofrece la posibilidad de vivir una situación que en la realidad

evitaríamos, sin correr riesgos más allá de la emoción que sentimos y esta surge

igual en el marco de la creencia de que la circunstancia no existe. De ahí, el arte de

terror es un objeto finito frente al cual en el fondo nos sentimos seguros.

Desde otra mirada, “el efecto de espejo, además es un rasgo clave del género de

terror”(Carroll, N, 2005), por lo que el contacto con estas manifestaciones son un

reto al ego y por tanto también una proposición al cuestionamiento del carácter del

ser humano. Por ende, el género es importante para el cambio progresivo de la


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sociedad y también para su entendimiento filosófico y psicológico en un tiempo

espacio particular. Sin embargo, hay unas generalidades de las representaciones

que son atemporales, porque el fondo de cualquier otra clase de temor, es sin duda

el miedo a la muerte. El fallecimiento como símbolo, tiene intrincadas todas las otras

ideas tratadas en estas obras, como por ejemplo la suplantación, la amputación, la

violación y la posesión, todos estos actos a los que tememos nos causan un

sentimiento de pérdida, de un algo que hace parte de la estructura abstracta que

define nuestro lugar en el mundo; nos desestabiliza el pequeño trozo en el que nos

identificamos y nos apropiamos del espacio.

En consecuencia, en la sociedad contemporánea las cosas que nos generan terror

también tienen que ver directamente con la pérdida, pero las cosas que se pierden

ahora se unen a unas tenencias artificiales. Continuamente, “la experiencia de que

estamos viviendo cada vez más en un universo construido artificialmente” (Žižek,

2002) nos llena de angustias de las que no siempre somos conscientes, pero que

una vez las transformamos en cuestionamientos 1 podemos elaborar un paradigma

complejo sobre lo sinuoso de la existencia contemporánea. En la que hasta lo

sibilino está distorsionado por la insensibilidad esclava de la irrealidad.

Todas estas cuestiones, generan una inseguridad interiorizada que “da origen a una

irresistible urgencia de «retorno a lo Real», de recuperar un asidero firme en una

«realidad real»”(Žižek, 2002) . Al respecto, surge una distorsión de lo que es real, no


1 ¿Existe la privacidad? ¿Mis hijos van a ser más esclavos del sistema?¿Los multimillonarios son
omnipotentes? ¿Mis datos pueden ser usados en mi contra?
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niega la realidad, pero si la transforma para trascenderla, se quiere ir a lo que va

más allá de la realidad sintética. Lo que se encuentra, muchas veces toca los límites

de lo grotesco porque lo natural no es convincente, ya no se siente real. Entonces,

éticamente y aún así con cuestionamientos, esto solo se puede conseguir y

expresar a través del arte.

Recientemente, en el mundo artístico de terror contemporáneo se ha posicionado la

generación de reacciones crudas y exasperadas a partir de lo sangriento antes que

de lo sobrenatural imaginario. Lo que, puede descender de esa necesidad psicótica

de realidad, como también de la necesidad de un grupo de insensibilidades

intestinales compuestas a partir de años de la cultura del horror en las noticias y la

violencia interna de los territorios; por sentir más. Se tiene como ejemplo de este

contenido a películas como “Atroz (2015) de Lex Ortega y México bárbaro

(2014)”(De León Ramírez, F,2018). Finalmente, en varias de estas producciones, el

lenguaje cinematográfico es pobre y la estética de su desarrollo se basa en el dolor

burdo que no demuestra su propósito dentro del supuesto mensaje de la cinta. Por

ende, el efecto del horror, el mismo que en otras expresiones lleva a la

autorreflexión (a la crisis autorreflexiva), se queda en la superficialidad de las

sensaciones orgánicas. Es decir, es la náusea que si llega a ser vómito y entonces

pierde todo el significado de su permanencia.

Por último, hay que tener en cuenta que aún cuando el sentimiento de miedo es

primitivo y está añadido a unos impulsos de autoconservación, se debe hablar de


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una distorsión del miedo, en otros casos en una evolución del miedo y eso cambia

también la configuración del horror y del terror. Dicho proceso el arte lo representa

de manera distinta en el mundo contemporáneo, porque los sentidos que adquiere

la realidad dependen de esquemas mucho más grandes e incontrolables. Por

ejemplo, además de la brutalidad exasperada, cobran valor los acercamientos más

íntimos con los hechos siniestros, el manejo de la cámara como testigo único de los

acontecimientos y la amenaza en el círculo cercano. Ahora, se puede decir que “el

terror se ha convertido en un elemento esencial en las formas de arte

contemporáneo, popular o no”(Carroll, N, 2005), pero se encuentra constantemente

en el principio de las formas narrativas del terror tradicional, es decir en “el

descubrimiento”(Carroll, N, 2005). A causa de, que son otras las figuras que asumen

la identidad del monstruo y el arte tiende a desenmascarlas en su forma más

perturbadora; dado que en la cotidianidad representan a los actores (reprimidos) de

un papel protocolario. En conclusión, el arte de terror contemporáneo pone en

evidencia a una sociedad que anhela emociones excesivas y le tiene compasión

propiciando un acercamiento personal con lo siniestro.

Bibliografía:

● Carroll, N. (2005). Filosofía del terror o Paradojas del corazón. Madrid: A.

Machado Libros.
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● Bordalejo, B.(2007). LA ESTÉTICA DEL HORROR: EDMUND BURKE, EL

HORROR TRADICIONAL Y H. P. LOVECRAFT. Institute For Textual

Scholarship And Electronic Editing.

● De León Ramírez, F. (2018). CERTAIN AESTHETICS OF HORROR,

CERTAIN HORRORS OF AESTHETICS. Brumal. Revista De Investigación

Sobre Lo Fantástico, 6(2), 229. doi: 10.5565/rev/brumal.496

● DeMonaco, J. (2013). The Purge [DVD]. U.S.A: Universal Pictures.

● Argüello G, R. (2004). Ciudad gótica. Bogotá: Ambrosía Editores.

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