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El arte y la ciencia de la escritura de guiones

Philip Parker

Índice

Agradecimientos iv
Introducción 1

1.- La confusión creativa 7


2.- Una matriz creativa 12
3.- Las herramientas del oficio 40
4.- El desarrollo de una idea para la pantalla 57
5.- De las historias a los temas 76
6.- Revelar la forma y la trama 97
7.- Las exploraciones de género y estilo 151
8.- La reescritura 191
9.- El negocio de la pantalla 198
10.- Breves palabras finales 213

Apéndice A – Otras lecturas 214


Apéndice B – Los contactos 216
Índice 217
Introducción

Ésta es la historia de cuatro cafés, dos guionistas y ese enredo que llamamos vida.

Un joven guionista irrumpe en un ajetreado café metropolitano, donde el aire está inundado de lenguas
diversas que, animadamente, conversan sobre acontecimientos varios, el amor y la partida del último tren
a casa. El personal del establecimiento pasa velozmente a su lado con la mente puesta en demasiadas
cosas. Se intercambian las miradas. Se vociferan órdenes de toda índole. Se rompe un plato.
Tan sólo es un momento de distracción. El trajín y el bullicio continúan. Por la mente del
guionista transitan pensamientos de reuniones, películas y encuentros.
‘¿Qué quiere?’ Un encargado reluciente, entrado en carnes, con la cara en blanco, desapegada,
acapara el enfoque.
‘Dos cafés, afuera’, es la respuesta.

EXT. CAFÉ – DE DÍA

FRANK, viste ropa cara, informal, seguro de sí, se sienta a solas,


esperando y observando. Frank lo ha visto y oído todo, pero la vida
todavía quema en cada palabra y en cada gesto.

DARREN (Fuera de cámara)


El café tardará diez minutos. Con suerte.

DARREN, se sienta frente a Frank. El estilo informal y urbano de


Darren no oculta la intensidad de su ímpetu juvenil.

FRANK
¿Cómo va el guión?

DARREN
Lo entrego el viernes. Y mi vida no está muy organizada. ¿Qué tal la
tuya?

Dos escenas, dos enfoques sobre el acto de escribir. El primero es de corte novelístico, mientras que el
segundo incorpora los principios de un guión para la pantalla. Ambos parten de un encuentro que tuve la
semana pasada. Opté por emplearlos aquí para ilustrar algunas de las razones fundamentales que me
decidieron a escribir este libro y sumarlo a la extensa cantidad de textos que versan sobre la escritura de
guiones.
La primera razón consiste en intentar diferenciar claramente la escritura de guiones de otras
formas de escritura dramática. La escritura de guiones posee sus propias características y limitaciones,
únicas en el hecho de la escritura, y ciertamente existe un arte de su buen uso. Escribir para la pantalla no
es lo mismo que escribir una novela, ni se asemeja a la escritura para la radio o el teatro, si bien, a juzgar
por los lugares donde muchos productores y agentes buscan nuevos guionistas, nada hay de malo en
pensar que son la misma cosa.
La segunda de las razones es atrapar y describir la presión a la que los guionistas se ven
sometidos, dado el contexto que les impone la industria y las condiciones que rodean el desarrollo de esta
actividad que finalmente deriva en la traducción de la escritura a la pantalla. Los plazos son algo común a
muchas actividades de la vida. Con todo, pocos esperarían que su imaginación y capacidades
consiguieran llegar a millones de personas después de trabajar con ese apremio en tan frenético ambiente.
En tercer lugar, pretendo afirmar rotundamente que el incidente descrito arriba no reproduce
cómo sucedieron las cosas, ni las palabras exactas pronunciadas. En el pasado demasiada gente ha
repetido el aforismo ‘la realidad supera a la ficción’, cosa que implica en cierto modo que podemos
prescindir de la ficción. Con ello extraviamos la idea fundamental. Si pudiéramos comprender la vida a
resultas de mirarla únicamente, la ficción tendría escaso sentido, y muy particularmente el drama. Sin
embargo, la vida no es tan simple y la esencia del drama no consiste en presentar algo que nos es extraño,
sino en ayudarnos a asumir las incertidumbres de la vida al tiempo que aumentar nuestra perspicacia en su
interpretación.
Las escenas iniciales de esta introducción fueron escritas no para captar lo que aconteció sino
para presentarle dos personajes y su mundo. Los cafés, por cierto, no llegaron a los diez minutos; antes
bien logramos agarrar uno no solicitado por el cuello tras quince minutos de espera. Frank, que no es su
verdadero nombre, es un guionista ya consolidado autor de series para la televisión muy influyentes y
guiones para largometrajes de gran éxito en Hollywood. Nuestra conversación se desarrolló en torno a la
disminución de las voces que se ven y se escuchan en la televisión y en las películas. Fue una
conversación sobre la gente y su necesidad de obtener aprobación, reafirmación y desafíos a través de esa
forma que se ha convertido en el centro de nuestra vida dramática en las postrimerías del siglo XX, la
pantalla. Se trata de una forma dramática que depende de escritores que conciben guiones para audiencias
masivas, escritores que han sido marginados en los nuevos medios, y públicos cuyo mundo no se ve
representado en las pantallas.
La conversación en el café fue breve pero me hizo recordar a otros guionistas y otros momentos
en que el dolor y el reto inherentes a la escritura de guiones fueron del dominio público: cuando Jimmy
McGovern escribió acerca de la agitación emocional presente en su vida, que subyacía en la creación de
Cracker; cuando Linda La Plante, la creadora de Prime Suspect (Principal sospechoso), vapuleó a ‘los
entrajados’ de la industria de la televisión por contratar graduados ‘Oxbridge’ con titulaciones en lengua
inglesa para convertirlos en editores de guiones; cuando en tiempos recientes un aspirante a guionista
lloró al advertir de qué trataba realmente el guión que habían redactado, siendo así que ahora tendrían que
escribir con ello en mente a fin de que el trabajo desarrollase todo su potencial.
Estas efusiones denotaban pasión desaforada, una pasión que bulle en el corazón de todo proceso
creativo. Y adopta muchas formas: la pasión por granjearse el reconocimiento, la pasión por comunicar,
la pasión por acometer y resolver aquellos problemas de los que otros huyen, la pasión de inspirar, la
pasión por conmover y resultar conmovido por las experiencias humanas. Pero quizás la mayor entre
todas ellas sea la pasión por intentar aprehender, siquiera parcialmente, ese monumental enredo que
llamamos vida y hacer de él algo comprensible.
Los guionistas llevan a cabo esta labor en la forma más industrializada de escritura dra mática
inventada hasta la fecha. A nadie le importa que una obra de teatro dure cinco minutos o una hora más, o
menos, que otra obra dramática. Pero alguien eliminará una secuencia completa o una línea de diálogo de
un guión si es un segundo más extensa de lo previsto para su inclusión en televisión o si impide que el
cine incorpore otra producción a su programa. En la radio, los escenarios y la esfera de la acción sólo
están limitados por la imaginación del oyente. En pantalla sucede que el contable de producción sugiere la
restricción de las localizaciones y del reparto para ahorrar dinero. Puede que estas sean preocupaciones
mundanas pero bien pueden destruir una obra dramática si no son manejadas con tino.
La escritura de guiones como una forma de escritura diferenciada ha evolucionado
progresivamente a lo largo del pasado siglo, desde que era un mero conjunto de anotaciones breves
destinadas a servir de guía para el rodaje y la edición hasta la elaboración de guiones complejos capaces
de jugar con el tiempo y el espacio así como de trabajar con personajes que sólo pueden ser vistos en
pantalla durante unos pocos segundos o visionados durante veinte años. No obstante, es una forma de
escritura que, incluso a finales de los años ochentas, no se enseñaba en las escuelas de cine y televisión
europeas. Todavía vivimos en una cultura donde la escritura de guiones no está reconocida como un arte
independiente, o una disciplina diferenciada, por muchas de las personas más influyentes que financian y
realizan gran parte de la televisión y el cine que vemos. Tal vez así lo prefieren, lo cual bien podría ser el
caso. Y con todo se trata de un área de la escritura contemporánea que cotidianamente trasciende al
lenguaje y la cultura para millones de personas, que se emplea para abordar temas e inquietudes que de
otro modo pasarían desapercibidos, y que actúa como un punto de referencia válido en las vidas de
muchos individuos.
Puede que algunos digan que los guionistas son los bardos, narradores de historias de la tribu, en
nuestros días. Sin embargo, hace mucho tiempo que la tribu se dispersó y que no se prenden las fogatas
comunales. El temor a lo que pueda haber en el valle vecino ha sido reemplazado por un temor a lo que
podríamos hacernos unos a otros y al planeta que habitamos. Vivimos en un mundo de extraños, con más
conocimiento y conciencia de nuestras propias limitaciones. Éste es precisamente el mundo que recrean
los guionistas, no para un puñado de amigos y familiares oriundos de un lugar común conocido, sino para
un público integrado por un millón de extraños que moran en un universo sujeto al cambio permanente.
La manera como cada guionista aborda esta situación es única y muy suya. Cómo los guionistas emplean
el lenguaje común y las convenciones que hemos desarrollado y entendemos constituye la esencia de este
libro.
El arte y la ciencia de la escritura de guiones es un manual práctico sobre la escritura de
guiones. Con todo, espero que también proporcionará al lector un mayor entendimiento de otros dos
aspectos esenciales del proceso de la escritura de un guión. El primero de ellos es un sistema teórico
sólido que sirve para comprender cómo funcionan los guiones en su totalidad. Entre los mayores peligros
que se ciernen sobre quienquiera que se dedica a la enseñanza, el análisis o el inicio de la escritura de
guiones en el contexto actual, hallamos los distintos intentos orientados a convertir un aspecto del guión
en el central, el más importante. Confío que la matriz creativa le permitirá entender cómo todos los
elementos primordiales que integran un guión son interdependientes e igualmente importantes. El
segundo es el reconocimiento de que la escritura de guiones es un proceso creativo humano. Ningún libro,
profesor, curso o taller puede aportar todas las respuestas que conducen a la redacción de un buen guión.
Un guionista siempre vierte su propio yo en el proyecto y rellena los espacios vacíos que no cubre la
matriz creativa. Y al hacerlo así escribe su propio y único guión.
En este contexto no existen la corrección y la incorrección a la hora de escribir un guión.
Conozco varios centenares de guionistas de éxito que nunca han leído un libro sobre la escritura de
guiones ni han asistido a cursos sobre la materia. De igual manera, sé que en la nueva generación de
guionistas de éxito predominan quienes sí lo han hecho. Esto amplía nuestra información sobre la historia
de los cursos de escritura de guiones, pero nada nos dice acerca de la escritura misma. Así las cosas, la
escritura en sí misma es la clave del éxito de un guión. Para escribir usted necesita algo de esa pasión,
alguna idea de lo que trata de comunicar y algún entendimiento sobre la manera de expresar todo eso en
la página en blanco. El arte y la ciencia de la escritura de guiones le ayudará con los dos últimos
aspectos de la escritura, si bien el primero sólo a usted le atañe.
La conversación afuera del café prosiguió desde el preciso momento en que aceptamos ese café
no reclamado. Cinco minutos después detuvimos a un camarero y le preguntamos si existía alguna
posibilidad de obtener un segundo café. Rápidamente desapareció el camarero en el interior del
establecimiento, deshaciéndose en disculpas y con la firme intención de traernos el café que faltaba. En
este momento otro camarero apareció portando dos cafés. Obviamente, éste era nuestro pedido original,
de modo que procedimos a beber los dos cafés. Era buen café. Abandonamos el establecimiento poco
tiempo después, con la certeza de que aparecería un cuarto café al cabo de no más de veinte minutos. La
vida es un caos repleto de momentos y contingencias impredecibles. La escritura de guiones consiste,
pues, en usar parte de este caos para crear algo que resulte inspirador, y pueda entretener e informar a
millones de extraños. Es una actividad solitaria que tiene lugar en el seno de una industria colectiva
diseñada para elaborar productos para el consumo del gran público.
El arte y la ciencia de la escritura de guiones constituye un intento para proporcionar un marco
de referencia desde el que pueda ordenarse el caos así como para entender por qué la escritura de un gran
guión entraña tanta dificultad si bien es algo tan fabuloso cuando se produce. Puede que muchas personas,
cuando ojeen el libro y descubran tan pulcras listas y ordenados sistemas, interpretarán que se trata de un
conjunto de fórmulas y prescripciones para la escritura de guiones, de suerte que temerán entonces la
muerte de la escritura original en sí misma. Esto equivale a decir que aprender lo que es una frase
comporta automáticamente la incapacidad de escribir una frase original.
Una de las principales razones por las que quise escribir este libro fue la frustración que siento
ante los modos simplistas con que últimamente y de manera creciente suele abordarse la cuestión de la
escritura de guiones, así como la toma de conciencia del poder destructivo de la ignorancia cuando se
entromete en los procesos creativos. Con demasiada frecuencia he oído a los nuevos guionistas expresar
su desesperación al verse obligados a trabajar bajo las andanadas de mensajes confusos que reciben de
personas que desconocen el alcance y las consecuencias nocivas de sus palabras. Demasiadas veces he
visto cómo ideas buenas quedaban mutiladas hasta lo irreconocible, o bien eran despreciadas por personas
que ignoran los fundamentos básicos del lenguaje de la pantalla. No puedo esperar que un solo libro, o un
conjunto de libros, y una vida entera dedicada a la docencia de esta materia, eviten que estas cosas
sucedan. No obstante, sí espero que en este libro algunas personas encuentren suficiente perspicacia y
conocimientos, y que procedan con más cautela, y más valentía, para así crear excelentes guiones.
En este sentido, el libro constituye una celebración de la escritura de guiones pues al revelar su
ciencia, las cosas que todos sabemos y compartimos, revela su arte, la contribución única que cada guión
es capaz de introducir en nuestras vidas. Para hacer justicia a los varios aspectos que concurren en la
escritura de guiones he dividido El arte y la ciencia de la escritura de guiones en tres partes bien
diferenciadas.
La primera parte, del capítulo 2 al 4, tiene por objetivo eliminar la confusión que existe
cotidianamente derivada de la falta de un enfoque coherente respecto de la escritura de guiones, la falta de
prácticas de trabajo bien entendidas así como de criterios claros para definir qué es una buena idea para su
desarrollo en la pantalla.
El capítulo 2, ‘Una matriz creativa’, proporciona el marco teórico y algunas definiciones nuevas
para que se pueda entender cómo operan los numerosos elementos que componen un guión. Este capítulo
abarca los fundamentos esenciales relativos a la historia, la estructura, el tema, el género y el estilo.
El capítulo 3, ‘Las herramientas del oficio’, establece los formatos básicos de la escritura de
guiones, desde las ideas y las propuestas preliminares hasta los guiones y los documentos propios de los
formatos televisivos. Asimismo resalta los problemas inherentes a cada formato y las cuestiones que
pueden surgir en cada una de las fases del desarrollo de un guión.
El capítulo cuarto, ‘El desarrollo de una idea para la pantalla’ le proporciona los medios para
trabajar una fuente de inspiración hasta hacer de ella un guión perfectamente acabado. Aborda los
requisitos necesarios para que una idea sea buena y aplicable a la pantalla, cuánta documentación e
investigación previa es necesaria y hasta qué punto debería desarrollarse la idea antes de proceder a la
escritura del guión y mostrarlo a otra persona.

La segunda parte del libro, de los capítulos 5 al 7, presenta los pormenores de un enfoque cuyo fin no es
sino la creación de guiones para el cine, la televisión u otros formatos. Esta sección se concentra
alrededor de los elementos esenciales que integran la matriz creativa.
El capítulo 5, ‘De las historias a los temas’, supone una mirada a las maneras con que el espectro
de relaciones establecidas entre la historia y el tema apuntalan las opciones creativas en diferentes
guiones. Explora con todo lujo de detalles el rol de los personajes y la cuestión ‘¿De qué trata el guión en
realidad?’.
El capítulo 6, ‘Revelar la forma y la trama’, explica las distintas estructuras dramáticas a
disposición de los guionistas y el papel que juegan los interrogantes activos a la hora de dar forma a la
trama. Este capítulo asimismo expone varios de los bloques que integran la construcción de un guión,
desde una toma hasta una secuencia, y las ventajas de la edición o el montaje en paralelo.
El capítulo 7, ‘Las exploraciones de género y estilo’, aborda estos dos elementos del guión, que
tan a menudo aparecen entrelazados, y analiza por separado sus funciones respectivas a la hora de definir
y unificar el texto. Este análisis proporciona una serie de marcos de trabajo muy necesarios para
comprender el género y el papel que desempeñan la localización, el sonido, la edición o montaje y, de
manera crucial, el tono, cuando se trata de definir el estilo de un guión.

En la tercera parte de este volumen, integrada por los capítulos 8 y 9, el lector encontrará una visión
global de lo que ocurre una vez que se ha escrito el primer borrador, así como algunos pensamientos
acerca de aspectos diversos del negocio de la escritura de guiones.
El capítulo octavo, ‘La reescritura’, detalla las diversas etapas del proceso de reescritura de un
guión y apunta algunas formas para evitar determinados errores harto comunes.
El capítulo noveno, ‘El negocio de la pantalla’, se centra en las maneras con que los guionistas
logran vender sus trabajos y los problemas derivados de las estructuras de producción y desarrollo que
actualmente prevalecen en las industrias del cine y la televisión.

El arte y la ciencia de la escritura de guiones está dirigido a todo aquel que sienta inclinación por la
escritura de guiones, desde el neófito hasta el profesional más experimentado, tanto a directores y
productores como a quienes se dedican a la docencia de éste y otros temas afines. La combinación de
teoría y práctica, junto con mi deseo de reflejar las incertezas siempre presentes de la escritura, pueden en
ocasiones entrar en conflicto con otros enfoques prácticos más sencillos. No obstante, y dado que una
combinación de emociones, raciocinio y experiencias compartidas es indispensable para la composición
de un gran guión, espero que tal combinación de distintos aspectos de la teoría y la práctica posibilitará un
mayor entendimiento de la esencia de la escritura de guiones tal como se ha esbozado en esta
introducción. Este libro puede leerse de principio a fin, pero su empleo cobra mayor sentido cuando sirve
para enriquecer cualquier proyecto o discusión emprendidos tras su lectura, y cuando se emplea como
herramienta de consulta para la futura escritura de un guión.
Espero sinceramente que disfrute de la lectura de El arte y la ciencia de la escritura de guiones y
que, de uno u otro modo, le ayude a entender los ingredientes básicos de todo buen guión. Con todo, antes
de que esto sea posible será menester que aclaremos ciertas confusiones de naturaleza creativa.

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