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Nombre: Dharma Martínez

Nombre: Carmen Cecilia Quintero


Nombre: Karin Luepke
La raíz del lenguaje
Es irracional y de carácter mágico.
Jorge Luis Borges
(Prólogo a El otro, el mismo)

Amor y pasión enceguecedores en El Rey Lear de William Shakespeare

El relato El Rey Lear salió a la luz inicialmente en 1135 en el libro “Historia de los
Reyes de Britania” de Geoffrey de Monmouth y continuó apareciendo con diversas
modificaciones a lo largo de la Edad Media. Sin embargo, el universalmente
conocido dramaturgo William Shakespeare, según el texto Narrative and Dramatic
Sources of Shakespeare (Bullough, 1961) inspiró su brillante tragedia en aquella
primera aparición de la trama del Rey Lear; la cual no guardaba un final trágico y
tampoco incluía en paralelo la fantástica historia del conde de Gloucester. Esta
última, de acuerdo con Bullough, tiene como precedente la obra The Countess of
Pembroke’s Arcadia (Sidney, Sir Phillip, 1590); más aún “Shakespeare enriquece y
complejiza la trama de relaciones entre los caracteres” (López, C, 2014) del
cuento de Sidney, conservando la dicotomía del bien y el mal. Así, la obra de
Shakespeare contiene dos historias que comparten la tragedia de los padres
traicionados por sus hijos a causa de las ansias de poder, en contraposición al
amor de los hijos sinceros, traicionado por el delirio aristócrata de los progenitores.

Ambos argumentos se basan en la cosmovisión del mundo isabelino, pero Lear y


Gloucester tienen caracteres prerromanos. La motivación de los actos de estos
personajes se basa en la sacralidad de la jerarquización isabelina, en la que el
orden de las cosas está dictado por un poder superior paternal, el Dios-Rey-Padre.
De manera que, cualquier actuación que desobedezca esa jerarquía es un
atentado contra los valores que configuran al Rey como padre y a la figura
paternal como Dios. Consecuentemente, las acciones que dominan los efectos
factuales que dan sentido a “la estructuración antitética de los caracteres

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principales” (3 versiones del rey Lear) de la tragedia, son reacciones a: la traición,
al amor filial y al poder monárquico.

El drama se origina en la abdicación del soberano Lear: “Sabed que he dividido el


reino en tres partes y que estamos decididos a librar a nuestra avanzada edad de
todo asunto y preocupación, descargándolos en hombros más jóvenes y
vigorosos, para así, exentos de todo peso, poder arrastrar nuestros pasos hacia la
muerte” (Shakespeare, W., 2019, p.118) Con este pretexto para repartir la
herencia, inicia el drama, con la pregunta que el Rey hace a sus hijas para definir
la repartición de su reino “Decidnos, hijas mías, pues es ahora nuestra voluntad
desprendernos del gobierno, posesiones y cuidados del Estado, ¿cuál de vosotras
nos ama más?” (Shakespeare, W., 2019, p.118)

Las dos hijas mayores, Regania y Gonerila, interesadas en el dinero y el poder,


adulan al Rey, lo que Lear confunde con amor. En contraposición, a la pregunta
de su padre: “¿Qué podéis decir para merecer una parte aún más opulenta que la
de vuestras hermanas?” (Shakespeare, año, p. 119) la respuesta de su hija
menor, Cordelia, la que en realidad sentía por él un puro amor filial, es: “Nada, mi
señor” (Shakespeare, 2019, p. 119). La hija menor se siente incapaz de expresar
su amor, que da por conocido: “porque sé que mi amor es más pesado que mi
lengua” (Shakespeare, 2019, p. 119). Esta es la primera vez que el Rey es
enceguecido por sus pasiones; acostumbrado a su corte de aduladores: “Tan
joven y tan fría”. (Shakespeare, 2019, p. 119). Así, deshereda a Cordelia y la priva
del amor paternal que él mismo confiesa haber sentido hasta ese instante, y la
traiciona. El Rey de Francia, segundo pretendiente de Cordelia decide acogerla y
hacerla reina, a pesar de la maldición promulgada por Lear. Al mismo tiempo, el
conde de Kent intenta cambiar la opinión del Rey, por lo cual es proscrito.

En esta obra lo emocional, desde la mirada del amor y de la traición, es la fuerza


que protagoniza la obra. Esos dos sentimientos recurrentes son tratados por
Shakespeare con tal maestría que nos deja la sensación de que esta narrando
una historia de comportamientos humanos del siglo XXI.

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Tarde se arrepienta Lear por no reconocer los reales sentimientos de sus hijas y
recobra la vista para enceguecerse luego en la locura: “¡Maldito el que se
arrepiente demasiado tarde! ¡Oh, señor, habéis venido ¿Es ese vuestro deseo?
Hablad, señor. Preparad mis caballos. ¡Ingratitud, diablo con corazón de mármol, y
más odiosa que un monstruo marino cuando te muestras en el rostro de un hijo!”
(Shakespeare, 2019, p. 136)

Como historia paralela, se presenta la del conde de Gloucester, quien, antes del
destierro de Kent, le presenta a su hijo bastardo Edmundo, el mismo que quiere
quitar las riquezas del conde de las manos del hijo legítimo Edgar. Para lograr su
cometido engaña a su padre. Es la primera vez que Gloucester se enceguece,
creyendo el ardid, un poco apabullado por la culpa del abandono al “hijo natural” e
impelido por el dolor que le causa la alevosía de parte del hijo a quien tanto ha
amado. Esta es la primera traición de Gloucester a su hijo. La pasión de la ira, la
ceguera, le ganan al amor una vez en la tragedia: “el rey traiciona un instinto
natural: es el padre contra el hijo.” (Bloom, 2014) Edgar se ve impelido a huir
hacia el bosque, dolido, traicionado y confundido, debe encarnar la figura de un
vagabundo que ha perdido el juicio.

En su afán de protagonismo, poder y riquezas, las hijas mayores de Lear


comienzan a cuestionar sus decisiones, argumentando que no tiene juicio de valor
debido a su senectud. Ante la circunstancia, Kent actúa encubierto para servir al
Rey, pues la frialdad y ambición de Gonerila y Regania se hace cada vez más
evidente. Lear pierde la razón por el desamor, por la herida del desprecio; es la
tercer vez que no ve, que no ha visto Lear. La locura se traduce en el
barroquismo de la desgracia, en el que se encuentran el delirante Rey, con Edgar
como vagabundo, traicionándose a sí mismo. Ante su ceguera inicial por el ardid
de su medio hermano, se castiga de la peor forma posible.

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Por su parte el rey de Francia decide conquistar el reino. Al ser testigo de las
traiciones y el detrimento de cualquier forma de amor filial, el conde Gloucester
siente aversión al ambiente cruel y despiadado que forman las hijas y sus
esposos. Allí, pronostica a manera de oráculo cambios significativos en el orden
de las cosas. Después, confiesa a Edmundo su voluntad de ponerse a favor del
reinado francés, ocasión que el bastardo no desaprovecha para entregarlo al
duque de Cornwall: “cuando caen los viejos, los jóvenes medran” (CITA DE
DHARMA). Derrotado por el cinismo de su hijo ilegítimo e insensible, el Conde de
Gloucester cae en manos de Cornwall y este le arranca los ojos. Es la tercera vez
que enceguece el conde y no recuperará la vista, ya que la impresión de la
revelación de su hijo al final, le causa la muerte.

Gracias a un criado el duque sufre una herida mortal, por tanto, el conde queda
libre y en medio de la desesperanza se encuentra con Edgar, el hijo que por amor
sigue actuando como vagabundo, haciendo lazarillo físico y emocional de su
padre. Finalmente, Lear se encuentra con Cordelia, le pide perdón por su terrible
injusticia para con ella. Sin embargo, el alivio pasa pronto, ya que son apresados
ambos con la orden directa de Edmundo de asesinarlos. Mientras tanto, éste
seduce a las dos hermanas, causando una pugna de ego entre las dos, la cual
logra que se traicionen hasta la muerte. Por último, cuando Edgar revela su
identidad para enfrentar a su malvado hermano, lo hiere de muerte, pero es
demasiado tarde, porque, aunque logra que se arrepienta de su brutalidad,
Cordelia ya ha sido ahorcada.

Ahora bien, es notable que Shakespeare dibujó paralelamente al relato original del
Rey Lear, la historia del Conde de Gloucester por motivos semióticos y
semánticos. En primer lugar, dado que Edmundo es significante de la ruptura del
orden social y su ordenación con los otros signos (encarnados en cada uno de los
personajes), genera el acto que nos convierte en receptores del mensaje
transgresor en la trágica ironía. Así, aunque la obra inicia con un carácter
alegórico moralizante, termina siendo una burla constante al sistema semiótico

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cultural que reproduce el poder monárquico paternalista. Sumado a esto, el
significado del amor se modifica ampliamente con la actuación de Edgar, no
solamente el aprecio al padre, sino el amor desligado de la vivencia material,
Entonces, el amor de Edgar es de alguna manera apego a la experiencia de la
vida, así lo expresa “No estamos en lo peor mientras podamos decir que algo es lo
peor”. (CITA DE DHARMA)

El filtro del amor y la traición, como elementos literarios hacen referencia a los
sentimientos propios de la especie humana. A pesar de que como hombres 1 nos
resistimos, se plantea en la obra que: “Aunque la sabiduría de nuestra humana
condición puede explicar estos fenómenos, la propia naturaleza queda azotada
por los efectos posteriores. Los afectos se enfrían, la amistad languidece, los
hermanos se separan” (Shakespeare, 2019, p. 127) Y ante la impotencia, gana
nuestro instinto pasional, que también nos traiciona; en el Acto V, Escena III el
Rey Lear, entra con Cordelia muerta y dice “¡Que la peste os alcance a todos,
traidores, asesinos! Yo podría haberla salvado, y ahora se ha ido para siempre.
¡Cordelia, Cordelia! ¡Quédate un poco más!” (Shakespeare, 2019, p. 127)

Como plantea Bloom: “locura, ceguera, amor y tragedia se amalgaman en un


gigantesco desconcierto.” (Bloom, 2014, p. 510)

1
Se trata en este caso del sustantivo general que reemplaza a “humanos” para evitar cacofonía y
que incluye a hombres, mujeres…

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Referencias

Además de las referencias proporcionadas en el curso se usaron las siguientes


fuentes:

Bloom, H. y Segovia, T. (2014). “El rey Lear” en Shakespeare. La invención de lo


humano. Barcelona: Anagrama, pp. 504-545.

Bullough, G. (1961). Narrative and Dramatic Sources of Shakespeare. London:


Rontbafe/Kegan Paul, vol. VII.

Borges, J. (2016). Miscelánea. Barcelona (España): Penguin Random House


Grupo Editorial S.A.S.

Castro Arenas, M. (2002). Tres Versiones De El Rey Lear Y Otros Estudios


Literarios. Panamá: UB, Universal Books.

Hernández, L. (2012). Sobre El Rey Lear. Veracruz México: Universidad


Veracruzana, UV, pp.665-669.

Es.wikipedia.org. (2020). ElectronPdf. Recuperado el 20 de octubre de 2020, de:


https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Especial:DownloadAsPdf&page=El_rey_Lear&action=show-download-
screen

López López, C. (2014). Fuentes y antecedentes en El rey Lear: Del final feliz al
sentido trágico. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 3(1), pp.
331-349.

Moliner, M. (2007). Diccionario de uso del español (3ª ed.). Madrid: Editorial
Gredos.

Shakespeare, W. Sevillano, M. Alfonso López, J. y Ruiz de Luna González, P.


(2019) Tragedias. Madrid, España: Edimat libros, S. A.

Sidney, P. (1987). The Countess of Pembroke’s Arcadia. London: Peguin Books.

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