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Es olvidar el sufrimiento y
tratar al otro mejor de lo que se merece, sin pedirle nada a cambio. Es un regalo de
amor que se elige dar al ofensor.
El perdón es una orden de Dios. Así como fuimos perdonados por El, a través del
sacrificio de Su Hijo Jesucristo, también debemos hacerlo nosotros. Perdonar no es
una debilidad, no es falta de dignidad; es un acto de misericordia, donde los
mayores beneficiados somos nosotros, porque al perdonar evitamos que crezca en
nuestro corazón amargura, ira, rencor, resentimiento y venganza, sentimientos que
traen sufrimiento, dolor y quitan el gozo de vivir.
¿Por qué tengo que dar el primer paso si soy el ofendido? No hay que esperar a que
el ofensor se acerque a pedirnos perdón, porque mientras más tiempo pase, más
meditaremos en la ofensa, más crecerá, más dolor causará. Más bien, lo más pronto
posible y aunque no tengamos el deseo de hacerlo, tomemos la decisión de
perdonar, no porque el otro lo merezca, sino porque queremos sanar el corazón,
sacar el dolor y vivir en libertad.
Aceptar que en otras ocasiones hemos ofenddo y maltratado a otros nos facilitará
tomar la decisión de perdonar.
“Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” Juan 8:7
Es muy fácil herir a las personas que más amamos. Ofendemos cuando nuestras
palabras o acciones van en contra del bienestar del otro. Aunque hay ofensas
evidentes, existen o
Tras que pueden pasar desapercibidas, como cuando dejamos de cumplir una
promesa, cuando llevados por el enojo decimos cosas que no sentimos, o
simplemente cuando ignoramos las necesidades del cónyuge.
Es por eso que si nos damos cuenta que hemos lastimado, intencionalmente o no,
los sentimientos del otro, debemos acercarnos arrepentidos, con una actitud
humilde, confesar nuestra falta y pedir perdón. Este será el primer paso para sanar
el dolor que causamos y abrir la puerta a la restauración.
Perdonarnos
Reflexión:
Propóngase pedir perdón y perdonar a su cónyuge antes que acabe el día, así
obedecerá a Dios, no acumulará amargura en su corazón, modelará la compasión en
vez de la venganza y su hogar recibirá los beneficios de la reconciliación, como son
la paz, la armonía y la alegría.
JUGUEMOS A LAS ATRAPADAS
Reglas
El rencor, el odio, el coraje, son como enfermedades que nos marcan y nos paralizan, nos
roban la felicidad, amargan la existencia, provocan dolor, frustración y acaban con la armonía y
la paz a nuestro alrededor.
Guardar estos sentimientos es como cargar toda la vida una mochila muy pesada de cosas que
no nos sirven.
Un secreto infalible para quitar esos sentimientos de nuestra vida es el perdón y la
reconciliación, porque son caminos que nos ayudan a restaurar nuestro significado de Vida,
nuestra seguridad y nuestra capacidad de socializar con los demás.
Perdonar es liberarnos de sentimientos negativos que son un estorbo en nuestra vida, que nos
roban la paz interior y que provocan muchas enfermedades. Es vaciar la mochila…
Si hay no hay muchas personas que necesitan perdonar, se les pide que en una hoja escriban
una frase que para ellos representa el perdón; de lo contrario se puede hacer una...
Relajar el cuerpo. Inhalar—exhalar, Sentir los pies, las pantorrillas, los muslos pesados, el
vientre, la espalda, los pulmones, los latidos del corazón, aflojar la garganta, sentir el rostro, el
cerebro no piensa nada.
Imaginar a la persona que te ha ofendido, decirle todo el daño que te ha hecho. Que tu no
podías defenderte, que abusó de su autoridad, que no debió meterse en tu vida, etc. Si quieres
pégale, saca toda tu ira, tu coraje, tus frustraciones en contra de esa persona. Luego dile que
ya no va a seguir haciéndote daño, que has tomado la firme decisión de nunca más dejarte
ofender por él o ella. Dile que le perdonas de corazón, que ya no le guardarás resentimiento.
Una vez que has logrado perdonar, siente la paz en tu interior, siente la alegría de no cargar un
peso innecesario en tu vida. Ocupa esas energías que desgastaste odiando para realizar cosas
productivas, abrázate y sé feliz.
CONCLUSIÓN