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FORTALECIENDO
LA CONYUGALIDAD
Área Post Matrimonial
Esta fue una de las tantas preguntas que los apóstoles le hicieron a Jesús. A ellos les interesaba
conocer sobre como orar, sobre quien se sentaría a su derecha en el reino, pero también les
interesaba saber sobre una de las cosas más difíciles de lograr para el ser humano, difícil incluso
para los cristianos.
A esta pregunta Jesús respondió “Hasta setenta veces siete” que en otras palabras significa
“siempre” No cabe duda que es difícil perdonar una vez, no se diga dos veces, pero Jesucristo nos
deja en su enseñanza que no una, ni dos, ni siquiera siete veces debemos perdonar, debemos
hacerlo siempre Y no 70 veces siete en toda nuestra vida a todas las personas, sino 70 veces 7 a
cada persona.
No podemos evitar los conflictos, nunca se ha podido, hay guerra entre los países, conflictos en las
ciudades y dificultades en las familias. Dios sabe entonces que tendremos desavenencias con los
que nos rodean y que por nuestra debilidad y pequeñez nos será difícil perdonarnos por eso es que
nos brinda en su Palabra la oportunidad de ir avanzando en el camino del perdón.
INTRODUCCION
El origen más frecuente de la ruptura de una relación matrimonial, son las heridas que nos
hacemos y que no sanamos. Pueden ser muy pequeñas, quizás por tonterías, el problema es que,
se acumulan, se ocultan, se piensa que el tiempo lo borra todo, no le prestamos atención, y esta
no es la solución, porque estas, más tarde o más temprano, sutilmente afloran al punto, que en
cierto momento no podemos ya controlarlas. No es suficiente pedirse disculpas, es necesario
perdonarse de corazón. Si nos fijamos solo en la acción, no podremos perdonar, puesto que se
perdona solo a la persona. Es preciso recordar que Dios nos perdona siempre, y que nosotros
perdonamos de verdad, cuando olvidamos de corazón, dejamos que cicatrice la herida y reponemos
a la otra persona a su lugar original.
LAS HERIDAS Y NUESTRA COMUNICACIÓN
Normalmente el motivo principal por el que dejamos de comunicarnos es porque hemos sido
heridos. Puede ser que recordemos la herida claramente o que la tengamos en un oscuro rincón de
la memoria.
Nos volvemos como el niño que se ha quemado, que no queremos que se nos hiera otra
vez. Así cuando tocamos algún tema en el que alguno de los dos ha sido herido, o somos prudentes
en lo que decimos, o nuestra capacidad de escucha baja a cero, o bien nos ponemos en guardia o a
la defensiva.
Casi siempre las pequeñas heridas son las que bloquean nuestra comunicación. Esto puede
deberse a que:
-Evitamos los incidentes graves y mejor no tocamos el tema.
-A veces tratamos de evitar esos pequeños choques de la vida diaria y no queremos darle
importancia.
-Una pequeña herida distorsiona los sentimientos y empezamos a buscar motivos pues
creemos difícil aceptar que lo que nos hizo la pareja fue sin darse cuenta y, al no sentirnos
amados, se influye en el contacto (físico y verbal) de ese día.
Las pequeñas heridas que se esconden, más tarde afloran en formas sutiles, que
difícilmente podremos controlar. Y después de varios años habremos juntado gran cantidad de
heridas, y entonces:
-Cada vez los temas de discusión son más delicados.
-Cada vez son más las cosas que nos molestan.
-Cada vez es más frecuente el malhumor y las molestias.
Puede ocurrir que nos acostumbramos a este estado de cosas, pues vemos que a otras
parejas les sucede lo mismo. Al irse acumulando las heridas, es fácil que nos volvamos egoístas y
retraídos.
LA DISCULPA SIMPLE
Ocultar una herida o solo haber ofrecido disculpas, es como caminar con una bomba de
tiempo, porque la persona puede hablar o actuar libremente, pero un movimiento en falso puede
producir una explosión.
El tiempo puede procurarnos anestesia, pero no curación. La curación es algo personal, y
solo puede darse en la relación personal.
A veces confundimos el perdón con una disculpa:
-“No es nada”
-“No tiene importancia “
-“No te preocupes “
Con frecuencia utilizamos la palabra: “disculpa” ó “lo siento”, de manera puramente
formal, sin mucho convencimiento, como decimos: de la boca para afuera, por educación, para
mantener el control de la situación, defendiéndonos de esta manera.
No es fácil pedir perdón a causa del orgullo, generalmente nos dejamos dominar por él, en
ocasiones preferimos que el agua nos llegue al cuello y nos ahogamos para no pedir perdón.
Pensamos que al pedir perdón a la otra persona, le estamos dando la razón o cediendo
nuestros derechos y nos mantenemos firmes en nuestros criterios, porque nos hacemos débiles a
los ojos de la otra persona, es lo que sentimos.
Ocurre que el orgullo o el sentirnos heridos en lo más hondo de nuestro ser nos impide ser
capaces de perdonar y optamos por la salida más fácil: esperamos que nos pidan perdón antes de
perdonar o simplemente esperamos que el tiempo nos haga olvidar o decimos: yo puedo perdonar
sin que me lo pidan
Mientras mantengamos vivo nuestro dolor, alimentado por nuestra rabia o culpabilidad,
nunca se completará el proceso de sanación, por eso es necesario conocernos a nosotros mismos,
evaluarnos, reconocer nuestras fallas y nuestro grado de culpa, aceptarlo con sinceridad, serenidad
y humildad para poder llegar a la sanación, si yo me encasillo en que la culpa no es mía, el proceso
de sanación no podrá completarse
“No existe perdón sin reconciliación y el perdón busca en fin de cuenta una nueva convivencia de
personas entre ellas reconciliadas “ Anselm Grun
El perdonar es fuente de paz y de amor para la familia. Y que sin ello es muy difícil, por no decir
imposible, mantener el vínculo familiar. No se puede vivir esta experiencia maravillosa del hombre
que ama, sin el recursos espiritual, que nos refiere directamente a nuestro Dios, por EL es el amor y
todo amor viene directamente de El, como nos dice San Juan. Por ello este apóstol insiste en que
no es posible amar a Dios si no amamos antes al hermano, es decir si no nos amamos
mutuamente como hermanos.
Y este amar profundo, es también la fuente del perdón y la alegría que implica a los que se aman el
perdonarse.
¿QUE ES PERDONAR?
Perdonar es abrir una válvula de escape para permitir la salida del malestar acumulado por
el rencor y el resentimiento. Cuando una persona perdona, no está ayudando a quien la ofendió, se
está ayudando a si misma, porque se está deshaciendo de los sentimientos negativos y está
recuperando el equilibrio y la paz interior.
Al perdonar, recuperamos la comunión e intimidad con Dios.
Para perdonar sólo se necesita la disposición y el deseo de hacerlo.
Perdonar significa aceptar a tu consorte en su totalidad, tanto lo bueno como lo malo, y en
su realidad, sin deformaciones, sin rechazo y sin complacencia orgullosa.
¿QUE ES LA RECONCILIACION?
La reconciliación es la única puerta de entrada para una profunda comunicación entre dos
personas. Es la manera más segura para obtener paz y felicidad. No se pueden entender ni conocer
el uno al otro, ni crecer en intimidad y amor si no se practica la reconciliación frecuente. La
reconciliación es el proceso normal de crecer en intimidad.
Ya habrás descubierto que no eres una isla, y que no quieres encerrarte en ti mismo, en un
círculo vicioso de orgullo, narcisismo y egocentrismo, tienes que salir fuera de ti mismo, y de que no
puedes vivir solo porque necesitas en gran manera amar y ser amado.
La verdadera reconciliación es la prueba de la autenticidad de si mismo, y se da cuando
dices: “por favor, perdóname”, porque pedir perdón es hacerse vulnerable y necesitado. Le das a tu
consorte el poder de rechazarte. Es pedirle que te dé algo que tú no mereces ni lo has ganado. Tu
consorte podría razonablemente rechazarte.
Por eso, cuando hay problemas en una pareja, ambas partes tienen que perdonarse uno al
otro, y la reconciliación empieza cuando uno de ellos pide perdón con sinceridad verdadera y
humildad. No hay otro camino para una reconciliación efectiva.
-Con la reconciliación, tonificas la armonía en las relaciones.
-Con la reconciliación dejas atrás el pasado, recuperas la paz interior y fortaleces tu
energía personal.
CONCLUSION:
Bibliografía:
(1) “Los pasos del Perdón”: por Salvador Gómez
(2) Texto: La reconciliación – Autor anónimo
(3) Semana del Abrazo en Familia, campaña año 2003, La paz comienza en casa. (Pág.7 a 10)
(4) Cara a Cara por P.Gabriel Calvo (Pag. 89 a 93)