Durante la formación académica de la mayoría de estudiantes del área de la salud se nos ha enseñado una medicina defensiva en donde se hacen los procedimientos con encarecido encargo de anotar todos los detalles posibles sin dejar vacíos para tener protección legal y “cuidarse las espaldas” en casos de una demanda. A esta práctica cada vez más común se le conoce como medicina defensiva. En mi experiencia personal recuerdo las cátedras de ciencias morfológicas, Salud Pública y Semiología en donde se nos hacía hincapié en los aspectos médicos legales de nuestras prácticas profesionales y como cuidarnos de las posibles demandas que pudieran darse durante el ejercicio de nuestra profesión. En tanto el consentimiento informado se reducía a un formulario en el que la persona nos daba luz verde para “cualquier procedimiento” mientras se infería de forma subliminal una renuncia de sus propios derechos dejando a este vulnerable. El verdadero objetivo de este evento no debería ser tomado con ligereza en la práctica médica el consentimiento informado es un momento donde el médico educa al paciente en un lenguaje que este comprenda, el médico expone todos los riesgos, beneficios, posibles complicaciones, etc. El objetivo principal es que en la medida de lo posible el paciente o su representante legal tomen la mejor decisión que convenga para ellos de acuerdo a sus intereses de forma integral. Esto es muy importante porque desde el punto de vista biológico se puede considerar que una elección es mejor que otra, pero como individuo y como seres sociales siempre hay consideraciones que van más allá desde el simple hecho de la efectividad. El avance de la ciencia y la medicina más que algo necesario es crítico para alcanzar el bienestar del mayor número de personas posibles este hecho puede llevar a muchos profesionales a violar los derechos más fundamentales de un paciente por ende es crucial mantener en constante conocimiento la importancia del respeto a la integridad de cada ser humano. Existen otros casos donde las condiciones de pobreza, desastres naturales, emergencias donde no quedan muchas opciones por elegir en casos excepcionales el médico debe conducirse por el simple principio “Primero no dañar”. B.- Relación Médico – Paciente En el transcurso de la historia la relación médico-paciente ha sido muy dinámica desde la visión paternalista donde el médico era un ente de autoridad incuestionable conocedor de todas las posibilidades quien escogía la mejor y no era cuestionado hasta un modelo autónomo con predominio de los intereses del paciente donde hay consideraciones más profundas apegadas a la realidad del mismo. En este último el médico es un facilitador que puede sugerir o trabajar en conjunto con el paciente para llegar a una decisión sin que esta afecte la libertad del mismo. La adecuada relación médico paciente puede determinar el curso de resolución de diversas patologías no solo por el hecho que condiciona el apego al tratamiento sino porque desde la historia clínica los fenómenos de transferencia y contratransferencia pueden limitar la obtención de información crucial para un adecuado diagnostico y por lo tanto un tratamiento bien razonado. En la clase de psicología se nos enseña que para una adecuada relación en cualquier ámbito humano es necesaria la empatía y otro conjunto de valores. Yo pregunté a mi docente ¿Cómo cultivamos esa empatía? Mi docente sonrío y me dio una respuesta un contundente y es que la empatía se aprende en el seno de nuestra familia, si alguien no es empático no hay libro de texto que se lo pueda enseñar, podemos aprender a mimetizar el comportamiento, pero sin una empatía que provenga desde lo más profundo de nuestro ser es difícil poder estar en sintonía con aquellos que sufren. Por esa razón es importante que tratemos de comprender las distintas realidades de cada paciente y que nuestras propias falencias no se interpongan en el ejercicio humano de nuestra profesión. Tener empatía es clave para una buena relación médico paciente, sin embargo, aunque nosotros seamos incapaces de ponernos en el lugar de otra persona y compartir su sufrimiento es necesario como responsabilidad moral y ética actuar de acuerdo a estos principios. En la película Amar la Vida este escenario está claro en la forma en como los profesionales del hospital no son capaces de sintonizar con el contexto de dolor y sufrimiento de la actriz principal. Están tas acostumbrados a la rutina que pierden de vista el propósito final de la medicina y el ser humano solo se convierte en otro recurso inanimado carente de dignidad y valor “en un cuerpo enfermo”. C.- Realización de un examen físico dentro de la Ética El respeto al pudor de cada paciente es algo en lo que pocas veces se hace hincapié y aquí retomamos el argumento de la falta de empatía. El paciente no solo sufre y se siente indefenso también tiene vergüenza y su estado emocional deteriorado lo vuelve incluso más sensible ante el actuar desconsiderado de los profesionales de la salud. Muchas veces se hacen procedimientos innecesarios, examinación innecesaria, en los hospitales escuelas estudiantes mal capacitados haciendo exploración de pacientes sin tomar en consideración el pudor del mismo, no es que sea malo el querer aprender, pero cada examen debe ir justificado, orientado y valorado ante la luz de que el paciente es un ser humano y no solo un cuerpo que carga con una patología determinada. Así que para una mejor atención se tiene que tomar en cuenta el ambiente, privacidad y estado general del paciente, respetar al mismo y no intentar disuadirlo de sus decisiones sin considerar como este se siente. En la película podemos observar el trato desconsiderando hacía el paciente, aunque de forma sincera y en mi experiencia podría decir que tales tratos desgraciadamente solo fueron pálidamente representados en especial porque allí se muestra una realidad generalizada que por mala que sea es leve en el primer mundo. En contraste con nuestros servicios de salud el trato recibido en un hospital de primer mundo seria como el trato de la realeza en comparación con los nuestros. Se observa como se hace esperar a un paciente que esta sufriendo más de lo necesario, no se respeta su pudor, prácticamente se les humilla con determinados procedimientos y no se hace lo mínimo para reducir el malestar que a estos les genera. D.- Muerte Digna Durante el trascurso de la historia los seres humanos hemos romantizado la muerte, si bien la esperanza de vida ha aumentado de forma increíble sigue siendo casi imposible resignarse a la idea de todos y cada uno de nosotros va a morir. No sabemos a ciencia cierta si nuestro innato instinto de autopreservación o si el deseo divino del que la Biblia habla donde Dios pone en el corazón del hombre un anhelo por vivir por siempre sean la causa por las cuales amamos tanto la vida y huimos de la idea de muerte. Este temor a la muerte ha llevado muchas veces a los médicos a realizar maniobras heroicas por salvar la vida los pacientes y en muchos casos esto ha sido la razón de increíbles avances que nos tienen hoy en día contando esta historia. Sin embargo, la vida per se no es suficiente. La bioética abre el debate de ¿Hasta qué punto es correcto qué yo alargue la vida? El hecho que tengamos maquinas que pueden suplantar aparatos corporales para mantener la vida eso no necesariamente implica que siempre sea la mejor alternativa. La vida no es suficiente y aquí hay que aplicar el concepto de salud como proceso continuo de bienestar biopsicosociocultural. Una persona que solo está sobreviviendo sin ninguna calidad de vida es una persona que anhela el cese de su sufrimiento así que al final debemos cuestionarnos hasta que punto es prudente prolongar el dolor de un paciente tratando de frenar lo que es obviamente inminente. El ejemplo de la película que se analiza deja claro este hecho. 8 ciclos de quimioterapia agresiva que arrasan de manera voraz todo lo que es una persona llevándola hasta lo más degradado y patético que puede ser un ser humano ¿Para qué? Para intentar detener un cáncer metastásico que claramente contra toda evidencia para la tecnología conocida hasta ahora tiene un curso ominoso e inminente. Es casi un veredicto inamovible y pese a todo este conocimiento los médicos se esfuerzan por preservar la vida de esta paciente aún sabiendo que mantenerla vida no cambiará el curso de su enfermedad sin importar que tratamientos se empleen y lo único que se logra es dilatar más su sufrimiento. De esta forma nos damos cuenta que como el proceso fisiológico que es, también un paciente tiene derecho de decidir hasta que punto y cuanto sufrimiento es capaz de tolerar.