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La literatura del siglo XVIII 1

Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato

LA LITERATURA DEL SIGLO XVIII


1. LA ILUSTRACIÓN
Se denomina Ilustración al movimiento filosófico y político característico del siglo XVIII, también llamado
Siglo de las Luces. Las ideas principales de la Ilustración son:
 Racionalismo: el conocimiento ha de basarse en la razón y no en la tradición o la fe. Esta tendencia
impulsa los descubrimientos científicos y los inventos.
 El principio de utilidad general: los avances científicos, el ansia de saber y las reformas sociales de
la época tienen como fin la utilidad para todos.
 Concepción materialista y burguesa del mundo: la idea de utilidad y de progreso es la nueva
ideología de la Ilustración. Se cree que el progreso, la mejora constante de las condiciones de vida,
hará posible la felicidad en la Tierra. En el terreno religioso se extiende el deísmo (creencia en un
ser superior, pero no en una religión concreta) y el ateísmo.
 La Enciclopedia: hacia 1769 la filosofía de las Luces se ha convertido en una verdadera creencia
para la minoría ilustrada. Se publican en Francia los volúmenes de la Enciclopedia que, en forma de
diccionario, pretende ser un resumen del saber de la época.
Los principios ilustrados acaban por tener una repercusión directa en la vida social con la propagación de
ideas como la eliminación de la esclavitud, de la servidumbre y de la tortura, la condena de la guerra, la
tolerancia religiosa, la libertad económica, la supresión de los privilegios de nacimiento, la igualdad de
derechos, la extensión de la enseñanza, etc.

2. LA ESTÉTICA ILUSTRADA: EL NEOCLASICISMO


En las artes se vuelve a los modelos clásicos greco-latinos a través del clasicismo francés. Es el llamado
Neoclasicismo, según el cual también las obras de arte deben estar sujetas a la razón.
El Neoclasicismo se caracteriza en literatura porque se vuelven a aceptar las normas o reglas para la
creación artística. El valor de una obra depende de su utilidad y del respeto a las normas clásicas, que es lo
que se considera “buen gusto”.
Hacia finales del siglo se produce una revalorización del individualismo, la naturaleza, el instinto y el
sentimiento. Las ideas de Rousseau serán básicas para la difusión de esta sensibilidad. Esta corriente
anticipa el Romanticismo.

3. LA PROSA DEL SIGLO XVIII


3.1. Características de la prosa del siglo XVIII
 Intención didáctica y divulgadora: la mayor parte de las obras del siglo XVIII pretenden divulgar las
ideas ilustradas y contribuir a la reforma de la sociedad.
 Dominio de la prosa: la mayor parte de las obras están escritas en prosa.
 Aparición de nuevos géneros: en este siglo aparecen los primeros periódicos y revistas
especializadas, las misceláneas de curiosidades, los almanaques, calendarios y pronósticos
(parecidos a los horóscopos actuales), la literatura por entregas, etc. Todo ello muestra el
crecimiento del consumo literario y la ampliación del público lector.
 Desaparición de la prosa narrativa: la prosa narrativa, sin embargo, desaparece a principios del
siglo XVIII y son pocas las novelas que se publican en el resto del siglo. Sólo pueden mencionarse
narradores como Diego de Torres Villarroel o José Francisco de Isla.
 Aparición del ensayo: el ensayo, exposición escrita de intención didáctica sobre muy diversos
temas, fue el género literario en prosa preferido por los escritores de la Ilustración. Con sus
ensayos, los autores del siglo XVIII pretendían defender las nuevas ideas del Siglo de las Luces.

3.2. Prosistas ilustrados


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 Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro (1680-1768): fue un avanzado en la defensa de las nuevas
ideas ilustradas en la España de la época. En sus obras arremete contra las supersticiones y contra
la ya agotada cultura barroca.
 Ignacio Luzán (1702-1754): Destaca, sobre todo, como autor de la Poética (1737), el texto retórico
más importante del siglo. En ella establece las normas que deben cumplir las normas para ajustarse
a los ideales clasicistas.
 José Cadalso y Vázquez (1741-1782): cultivó también la poesía y el teatro, pero destacó
especialmente como prosista. Sus tres obras principales son:
o Cartas marruecas, conjunto de cartas que se cruzan entre sí dos marroquíes y un español y
en las que se critican diversas costumbres españolas (la nobleza inútil y parasitaria, el
excesivo número de religiosos, el menosprecio de la ciencia y el conocimiento…).
o Noches lúgubres, obra dialogada en la que el protagonista, enloquecido por la muerte de
su amada, intenta desenterrar su cadáver para morir junto a él prendiéndole fuego a su
casa.
o Los eruditos a la violeta, sátira de la educación superficial y de los individuos que
aparentan tener muchos conocimiento cuando, en realidad, son unos ignorantes.
 Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811): es el más sobresaliente de los ilustrados españoles,
compuso poemas y teatro, pero destaca como escritor de textos en prosa, en los que abordó los
problemas más importantes del país y expuso sus ideas de reforma para resolverlos: Memoria
sobre espectáculos y diversiones públicas; Informe sobre la Ley agraria; Memoria sobre
educación pública…

4. LA POESÍA ILUSTRADA
El ambiente general del siglo no favorece una creación poética emotiva y original. La falta de renovación
interior, la carencia de autenticidad, la repetición de esquemas y expresiones y el afán didáctico
determinaron unas formas poéticas sin fuerza expresiva y que solo responden a la idea del “buen gusto” y
la utilidad.

4.1. Géneros poéticos neoclásicos


 Anacreóntica: composición de metro corto y estrofas breves, de tono festivo y alegre, que exalta el
amor y los goces sensuales.
 Idilio: composición de carácter pastoril y artificioso, que son influencia del Renacimiento.
 Sátira, epístola y oda: géneros de la poesía entendida como actividad social.
 Fábula: composición poética cuyos protagonistas son animales, plantas o seres inanimados, con
una enseñanza moral. Responde a la preocupación didáctica del siglo. Pertenecen a esta época los
dos fabulistas más famosos de la poesía castellana: Iriarte y Samaniego.

4.2. Periodos de la poesía del siglo XVIII


 Primera mitad del siglo XVIII: tradición barroca. Se imita a Quevedo y Góngora. Destacan: Álvarez
de Toledo, Torres y Villarroel o Gerardo Lobo.
 Segunda mitad del siglo XVIII: poesía neoclásica. Se basa en los principios estéticos y normativos
de la época y que se reflejan en la Poética de Luzán: “La poesía es imitación de la naturaleza con
doble finalidad: utilidad y deleite”. Sus temas son filosóficos, desarrollan ideas políticas, criterios
morales o reflejan la preocupación reformista.
 Finales del siglo: poesía prerromántica. Aparece una nueva poesía, compuesta por poetas jóvenes,
próximos a las ideas de la Revolución Francesa: Nicasio Álvarez Cienfuegos, Manuel José Quintana,
José Marchena, José María Blanco-White y Alberto Lista. Aunque están todavía dentro de la
estética neoclásica ya se percibe lo sentimental: puntos suspensivos, frases entrecortadas,
exclamaciones, léxico emotivo, etc.
4.3. Poetas neoclásicos
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Los autores cultivan esta poesía en todas sus vertientes y se les suele encuadrar en dos grupos o escuelas:

 Escuela salmantina:
o José Cadalso: publicó sus poemas con el título Ocios de mi juventud. Son interesantes sus
sonetos: “Sobre el poder del tiempo” y “Renunciando al amor y a la poesía lírica con motivo de la
muerte de Filis”.
o Jovellanos: aconsejaba cultivar temas serios. Sus sátiras encierran un hondo afán de reforma
social.
o Juan Meléndez Valdés: es el poeta más destacado del siglo. Son famosas sus Anacreónticas, una
poesía sensual, epicúrea, cuyos temas giran en torno a la alegría del amor envuelta en una
escenografía delicada y elegante. Por influencia de Jovellanos tratará temas de carácter moral,
como en la epístola: El filósofo en el campo o a un ministro sobre la beneficencia.
 Escuela madrileña:
o Nicolás Fernández de Moratín: su poema, en quintillas, titulado “Fiesta de toros en Madrid”, es
de gran valor plástico.
o Leandro Fernández de Moratín: hijo del anterior, escribió poesía satírica para criticar las malas
costumbres y la ignorancia y poesía lírica (Elegía a las musas).
o Los fabulistas: cultivan una poesía plenamente didáctica. Los principales autores don Tomás de
Iriarte y Félix María de Samaniego.

5. EL TEATRO NEOCLÁSICO
El teatro barroco siguió siendo el preferido por el público durante mucho tiempo. Por ello, el teatro
neoclásico tuvo que ser impuesto desde el poder (por ejemplo, se prohibieron en 1765 los autos
sacramentales). Poco a poco, las obras ilustradas ocuparon las carteleras teatrales, aunque el género
dramático de mayor aceptación popular fue el sainete, visto también con suspicacia por los ilustrados.

5.1. Características generales del teatro neoclásico


a) La separación de géneros para evitar la confusión.
b) El respeto a la regla de las tres unidades: una sola acción, un solo lugar y un tiempo de 24 horas.
c) La verosimilitud como meta del planteamiento del drama.
d) Temática útil, problemas de la vida social de los que pudieran sacarse una enseñanza.
e) Estructura configurada en tres actos.
f) Predominio de la comedia y la tragedia.

5.2. La tragedia neoclásica


El gusto por la tragedia clásica se observa en las muchas adaptaciones y traducciones que se hacen
para la escena española. Varios autores intentaron este género, entre ellos Nicolás Fernández de Moratín;
su única obra representada fue Hormesinda, que trata de un episodio histórico en la época de Don Pelayo.
Jovellanos utiliza este mismo tema en su tragedia Pelayo. Pero el autor más reconocido es Vicente
García de la Huerta, y una de sus obras más originales es La Raquel, estrenada en 1778 en el Teatro del
Príncipe. Está ambientada en el Toledo de Alfonso VIII y cuenta los amores de éste con la judía Raquel.
Sigue el esquema neoclásico en estructura y contenido, pero es menos moralizante, de ahí su valor
artístico.

5.3. La comedia neoclásica


Fue el género teatral de mayor éxito y el que mejor expresa las ideas ilustradas. Nicolás Fernández
de Moratín con La Petimetra e Iriarte con El señorito mimado hicieron incursiones en el género. Pero
destacó entre ellos Leandro Fernández de Moratín.
Leandro Fernández de Moratín escribió sólo cinco comedias. En las cinco censura las malas
costumbres. En El viejo y la niña, El barón y El sí de las niñas se desaprueban los matrimonios concertados.
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La comedia nueva o El café satiriza las obras teatrales que gustaban al público de la época. La mojigata
critica la falsa piedad, la hipocresía religiosa y la mala educación de los jóvenes.
Entre su producción destaca El sí de las niñas, cuya estructura responde al esquema neoclásico. Se
desarrolla en una posada de Alcalá de Henares, entre las siete de la tarde de un día y las cinco de la mañana
del día siguiente.
El argumento se basa en el matrimonio forzado de una joven con un hombre mayor, y el tema
principal es la mala educación que recibían las mujeres y la autoridad mal ejercida. El pensamiento
ilustrado se hace patente en el triunfo de la virtud, la razón y la obediencia y en una fina ironía que
envuelve los diálogos, la descripción y el planteamiento de los personajes.
El teatro de Moratín se caracteriza por el respeto a las reglas de las tres unidades y por la intención
de ser verosímil. La verosimilitud explica el empleo de una lengua sencilla y adecuada a cada personaje, así
como el uso de la prosa o del verso breve.

5.4. Los sainetes


Mención aparte requiere un teatro popular que se desarrolla al mismo tiempo que el teatro
neoclásico: los Sainetes, cuyo autor más representativo es Ramón de la Cruz. Los sainetes eran unas obras
breves de carácter cómico que se representaba en los entreactos de las obras mayores.
En estas obras se puede apreciar una España de majos, petimetres, aguadores, castañeras o
barberas, una España popular, costumbrista y paródica. Fue Ramón de la Cruz un observador minucioso,
agudo y pintoresco aunque, a veces, demasiado elemental. Sus Sainetes más conocidos son los titulados
Plaza Mayor, La casa de Tócame-Roque y Todo el año es carnaval.

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