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1. Introducción
2. La literatura del siglo xviii
3. La periodización literaria del siglo xviii
4. La prosa del siglo xviii
5. La poesía del siglo xviii
6. El teatro del siglo xviii
7. Conclusión
1.- INTRODUCCIÓN
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Alcance limitado. En España, esta corriente de pensamiento afectó solamente a una
minoría de políticos, intelectuales y periodistas, pero fue rechazada por el pueblo y la
nobleza, apegados a valores del pasado como el estilo barroco.
Carácter moderado. Frente al radicalismo de otros países -como es el caso de Francia-,
en España nunca se cuestionaron algunos aspectos básicos, como la monarquía
absoluta o los dogmas religiosos.
Apoyo de la monarquía. Las ideas de los ilustrados fueron apoyadas por la monarquía,
sobre todo, durante el reinado de Carlos III. Las reformas que se iniciaron fueron, por
tanto, impuestas desde el poder absoluto.
La producción de la primera mitad del siglo XVIII deriva de las tendencias barrocas, y
los modelos que gravitan sobre la prosa son Quevedo y Gracián.
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El género narrativo en prosa apenas fue cultivado en el siglo XVIII. La novela picaresca
acaba por desaparecer. El salmantino Diego Torres Villarroel convirtió su Vida en obra
literaria, relatada de forma parecida a la novela picaresca, aunque él no pretende
pasar por pícaro, ya que Villarroel la escribió para justificar su persona y su obra
literaria. En ella describe sus viajes , pero interesa más la descripción de la vida
universitaria. Tejida a base de recuerdos es ajena al espíritu de obras como Guzmán de
Alfarache o el Buscón.
La mayor parte de la prosa del siglo XVIII aparece teñida de didactismo, ya que incluso
en la novela se concede más interés al fin educativo que al libre vuelo de la
imaginación o la belleza del estilo. De ahí que lo más positivo de la producción de la
época haya que buscarlo en el campo de la investigación, y no en el de la pura creación
literaria.
Tres son las grandes figuras de la segunda mitad del siglo, en quienes la adhesión a las
corrientes europeas se alía a un gran amor a España y a su mejor tradición cultural:
Feijoo, Cadalso y Jovellanos.
Fray Benito Jerónimo Feijoo comenzó a escribir su obra ilustrada a los cincuenta años.
Se rebela contra el criterio de autoridad aplicado a temas científicos e inicia una tarea
investigadora apoyada en la razón y la experiencia. Con ella quiso conseguir dos
objetivos:
· Deshacer los errores populares basados en la tradición o en la rutina.
· Combatir una idea de la ciencia, la de las universidades de la época, que
daba por válidas las afirmaciones científicas de la Biblia, Aristóteles o Santo Tomás sin
someterlas a crítica y experimentación racional.
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clasificación temática es imposible ya que trata de Astronomía, Geografía, Derecho,
Filología, Filosofía, Matemáticas…
Feijoo mostraba una actitud crítica y tenía afán de difundir conocimientos prácticos.
Por todo esto es considerado el pionero de la Ilustración española.
En la segunda mitad del siglo XVIII destaca la figura de José Cadalso. Hombre de vasta
cultura europea, a los veinte años había realizado diversos viajes por Inglaterra,
Francia, Alemania e Italia. Su inteligencia y noble espíritu, junto con su atractivo
temperamento, finamente irónico, le granjearon el aprecio de cuantos le conocieron.
Todo ello, unido a las circunstancias heroicas de su muerte, en el asalto a Gibraltar,
hacen del gran ensayista una de las figuras más sugestivas y simpáticas de nuestro
siglo XVIII.
Entre las obras capitales de Cadalso están Las Cartas Marruecas, que sigue la veda
abierta por las Lettres personnes de Montesquieu o las Cartas chinas de Goldsmith, en
los que se utilizan, las opiniones de un extranjero de distinta civilización para poner de
relieve, por contraste, los defectos de la sociedad occidental. En la obra de Cadalso, el
africano Gazel comunica también, en forma epistolar, a Ben Beley, un antiguo maestro
suyo, sus impresiones sobre España, país que conoce de la mano de Nuño Núñez,
español enamorado de su patria, pero libre de todo prejuicio nacional.
Cadalso se vale de ellas para trazar un amplio cuadro de la vida económica, social y
cultural del país, subrayando las causas de la decadencia nacional y los remedios más
indicados para combatirla.
Según él, el motivo principal del fracaso de España reside en las continuas guerras que
la han arruinado, dejando yermo al país y destruyendo el hábito del trabajo, a lo que
han contribuido también “los muchos caudales adquiridos rápidamente en Indias”.
Esto a su vez a dado lugar a un considerable atraso científico y a que la cultura
española haya degenerado en superficialidad, pedantería y superstición. Lejanos ya los
tiempos de “los inmortales príncipes”, Don Fernando y Doña Isabel, la nación, tras el
lamentable gobierno de los Austrias, es ya sólo “el esqueleto de un gigante”.
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Las Cartas Marruecas son el producto de un espíritu inteligente y culto que acierta a
ver, como nadie en el siglo XVIII, los diversos aspectos de la sociedad de su tiempo,
señalando defectos y apuntando remedios con la sana intención de un verdadero
patriota.
Los eruditos a la violeta es otra de las obras de Cadalso escrita en prosa donde
encontramos una sátira contra la superficialidad en los intelectuales y eruditos de la
época. En ella se presenta el debate entre lo “nacional” y lo “extranjero” o, lo que es lo
mismo, el enfrentamiento tan del siglo XVIII entre las tradiciones y el progreso.
Pero Cadalso también se adelantó a su tiempo con una novela Noches lúgubres, que
gozo de una fama extraordinaria no en el siglo XVIII, sino en el XIX, y que es
considerada como un antecedente del Romanticismo. Se relaciona con un episodio
sentimental de Cadalso, quien empieza a escribir la obra a imitación de las Nigths
Toughts de Edward Young. Sin embargo los temas que sus protagonistas discuten
(Tediato y Lorenzo) están dentro de la corriente de la Ilustración: la razón y lo
irracional, la naturaleza de la justicia, etc...El protagonista medita sobre sus
adversidades y sobre la condición humana y aprende a aguantar filosóficamente sus
infortunios.
Gaspar Melchor de Jovellanos es el más señalado de todos los ilustrados del siglo, por
lo polifacético y prolífico de su obra.
La finalidad de los periódicos del siglo XVIII no pudo ser informativa (dadas
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las dificultades de comunicación y lo tardío de la llegada de las nuevas
noticias), sino que fue educativa y divulgativa.
Escrito en prosa, la Poética (1737) del aragonés Ignacio de Luzán (1702-1754), debe
citarse como uno de los textos que más influyó sobre la poesía ilustrada de su época.
En los cuatro libros que la componen1, establece una serie de principios para encauzar
la literatura posterior en verso: sencillez en la forma, frente a las exuberancias
posbarrocas; elevación estilística sin excesos ornamentales; utilidad de los temas
tratados. Luzán seguirá los principios horacianos del Arte poética y propondrá una
primera reforma de la poesía española, inspirada, aunque no anclada, en las modas
francesas que dominan este siglo.
Su práctica poética no está, sin embargo, a la altura de su teórica. Escribió poemas
épicos y alegóricos que, pese a mostrar un nuevo enfoque del tema, no ofrecieron
modelos de verdadero interés a las generaciones posteriores
Aunque ataca al siglo XVII, calificándolo como un periodo de corrupción literaria, sabe
apreciar ciertas bellezas que otros críticos de la época no alcanzaron a ver. Calderón le
parece monótono y a menudo inmoral, pero reconoce la elegancia y la habilidad
técnica de sus obras (“un inmenso depósito de preciosidades poéticas, naturalidad y
buen estilo”).
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Libro 1: consideraciones poetas Siglo de Oro para concluir que está la poesía útil o de
mera diversión. Libro 2: examende los géneros poéticas y conclusión de que hay que huir
de la afectación y buscar la naturalidad. Libro 3: división de poesía dramática, épica y
lírica. Importancia de la dramática (respeto tres unidades, separación comedia y
tragedia). Libro 4: finalidad de la epopeya y ejemplo de Homero y Virgilio
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Alborg, y Joaquín Arce
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corresponde con formas y contenidos ilustrados. En medio están Ignacio de Luzán, y
Feijoo, que inauguran lo que había de constituir el núcleo del pensamiento y de la
creación estética en la segunda mitad de la centuria: la actitud crítica y la tendencia
neoclásica.
En la poesía del Siglo de las Luces suelen establerse cuatro etapas, con el fin de poder
apreciarla con mayor claridad:
La Poesía postbarroca: Este tipo de poesía se da durante toda la primera mitad del
siglo. Se trata de una continuación de la poesía barroca y una imitación constante de
los maestros de ese movimiento: Góngora y Quevedo. Así el sevillano Álvarez de
Toledo manifestó un gusto por la metáfora complicada, las alusiones clásicos y el
hipérbaton. Destaca también Alonso Verdugo Castilla, conde de Torrepalma, figura
fundamental en los círculos intelectuales y artísticos (Academia de la Historia, de la
Lengua, del Trípode, y del Buen gusto), que debió su fama al poema Deucalión,
ampliación del libro I de la Metamorfosis de Ovidio, en octavas un tanto gongorinas.
Poesía rococó: Entre 1750 y 1770 aproximadamente nos encontramos con una nueva
forma de hacer poesía, concretada por la Poética, que recoge ya las nuevas tendencias
europeas. Los rasgos que la definen son:
-Enfrentamiento con el estilo barroco.
-Vuelta a los modelos clásicos (griegos y romanos) y del Renacimiento español.
-Los temas más destacados son: pastoriles, el amor, visto de una forma sensual y
tierna, los placeres de la vida: el vino, las fiestas, el cuerpo femenino, etc...
Nicolás Fernández de Moratín (Moratín padre), fue un eje principal de una academia
burguesa, no aristocrática, abierta a la literatura extranjera, que se conoce como el
grupo madrileño y que tiene su centro en la Tertulia de la Fonda de San Sebastián. A
pesar de su apasionada defensa del neoclasicismo, lo mejor de su lírica es de carácter
nacional y tradicional, como Fiesta de los toros en Madrid, quintillas de ambiente
caballeresco y morisco, con tono popular y sencillo; Oda a Pedro Romero, torero
insigne;…además escribe 26 sonetos y tres sátiras, entre otros. Como muestra del
interés ilustrado por el erotismo y del conocimiento moratino del Madrid nocturno, su
Arte de las putas.
Citaremos también, el grupo salmantino se desarrolla en el ambiente universitario y
humanista de esta ciudad, en la década de los setenta. Lo integran Meléndez Valdés,
Fray Diego González y por poco tiempo, Cadalso. Su poesía es mayoritariamente
anacreóntica, con una legorización del amor en la que éste se envuelve de una
escenografía clave: fuentes, bosques, arroyos y grutos. Introducen elementos
mitológicos, el aire de fiesta con alabanza al vino y la danza. En 1776, Jovellanos les
escribe desde Sevilla la famosa Carta de Jovino a sus amigos salmantinos, en la que les
exhorta a que abandonen la poesía amorosa e intrascendente y cultiven otra de
enaltecimiento de la patria. Hablamos ya de…
Poesía ilustrada: Desde 1770 hasta 1790, aproximadamente, la poesía española del
XVIII se llena de los grandes temas que preocupan a los ilustrados: la amistad y la
solidaridad, la búsqueda de la felicidad y del bien común, la importancia de la
educación, el papel de la mujer en la sociedad, la crítica de las costumbres.
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Los autores se someten estrictamente a las reglas, piensan que existen unas normas
que marcarán lo que debe ser una obra literaria correcta.
La finalidad de la poesía, entienden, que debe ser didáctica. Esto explica la abundancia
de fábulas género muy útil para conseguir el ideal ilustrado de "enseñar
entreteniendo".
Como ya hemos anotado, en la segunda mitad del XVIII, la posición crítica frente a
nuestro teatro nacional, iniciada por Luzán de forma ponderada, adquiere una
virulencia extraordinaria en nombre de la razón y de las tres unidades.
Durante el reinado de Carlos III, semejantes opiniones llegaron a tener validez oficial y
provocaron la prohibición en 1765, de uno de los géneros más característicos de la
literatura barroca: los Autos Sacramentales, considerados por uno de aquellos críticos
(Clavijo y Fajardo) como irreverentes y de mal gusto.
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Hasta mediados de siglo, la producción escénica sigue la técnica barroca, como la obra
de Antonio Zamora No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague y
convidado de piedra, versión del Burlador de Tirso y un paso más en la evolución del
mito hacia el personaje de Zorilla.
Las nuevas teorías dan lugar a la aparición de un teatro basado en el francés. Corneille
y Racine serán los modelos preferidos para la tragedia, Molière para la comedia.
A pesar de esta opinión, parece que hubo un hecho incuestionable: la enorme difusión
y arraigo que el espectáculo teatral tuvo a lo largo de todo el siglo XVII. Nunca fueron
tan abundantes las representaciones ni jamás se escribió, teorizó ni polemizó tanto
sobre el teatro como en aquellos años. Recordemos la memoria de Jovellanos.
Por eso los ilustrados lo quisieron emplear como escaparate, pero tropezaron con la
resistencia del público, que llenaba los locales para aplaudir obras del siglo XVII. Contra
ellos se cebaron críticas y sátiras, pero fue en vano, porque el público prefería sus
desarreglos imaginativos y aventureros a los muy razonables dramas neoclásicos.
De este teatro destacaremos dos obras: una tragedia de Vicente García de la Huerta,
Raquel por ser una de las más interesantes y discutidas de la época, y El sí de las niñas,
de Moratín hijo, por el sonoro éxito de público pese a ser una obra de tendencia
neoclásica.
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6.1. Raquel de Vicente García de la Huerta3
El asunto aparece en varias crónicas medievales y había sido ya dramatizado por Lope
de Vega. Está escrita en endecasílabos heroicos (acentos en segunda, sexta y décima) y
respeta las tres unidades. Hay críticos que la consideran como una comedia heroica y
no puramente neoclásica.
Antes de Moratín hijo no fueron muy felcies los intentos de creación de una comedia
según las reglas. El último periodo del siglo XVIII conoció el auge de la llamada comedia
sentimental dentro de la que destaca El delincuente honrado de Jovellanos. Este drama
respondía a la función didáctica que exigía la Ilustración donde los hechos sociales
importaban más que la estética.
Para Moratín ees fundamental la finalidad docente de la comedia. En sus obras pinta,
sobre todo, a la clase media y trata de reflejar sus problemas más específicos, la
educación, la familia, las relaciones sociales...El tema fundamental para Ruiz Ramón,
del teatro de Moratín es “la falta de autenticidad como forma de vida”.
El sí de las niñas es la culminación de su producción dramática y la obra con la que
abandona los escenarios. En ella, Don Diego, tío de Carlos, cede a éste la mano de su
prometida, Doña Paquita, al saber que ambos ya estaban enamorados. Es el mismo
argumento de Entre bobos anda el juego, de Francisco de Rojas, pero así como ésta
está concebida con intención cómica y su protagonista es un personaje grotesco, El sí
de las niñas ofrece un tono dulzón y emotivo que se adapta perfectamente a su
propósito moralizador.
Su estructura formal se ajusta a las normas del neoclasicismo. Se respetan las tres
unidades: el lugar es siempre el mismo, la posada de Alcalá de Henares. El tiempo va
de las siete de la tarde a las cinco de la mañana y la acción se centre únicamente en el
episodio de la concertación de las bodas de Doña Francisca.
Su contenido participa por igual del racionalismo del XVIII y del prerromanticismo, ya
que los derechos sentimentales de los dos personajes jóvenes se defienden con
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La obra relata los amores del rey Alfonso VIII con una judía de Toledo, Raquel, famosa por su
hermosura y por su ambición de poder, que provocan el desorden político y, consiguientemente, el
disgusto y malestar de todos por la pérdida de autoridad del monarca. Asistimos a la sublevación popular
ante el catastrófico estado en que se ve sumido el reino. Los nobles y el pueblo se unen en contra de
Raquel y en defensa de su soberano. El final se resuelve con la muerte de la hermosa judía durante la
ausencia del rey a manos de su consejero Rubén, consejero que es ajusticiado por el monarca cuando se
produce su regreso a la corte.
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argumentos de índole intelectual. El viejo razona su decisión de ceder la mano de Doña
Paquita, pero su generosa renuncia se halla envuelta en un tono de melancolía que
refleja la nueva sensibilidad de comienzos del XIX.
7.- CONCLUSIÓN.
De lo dicho se desprende que en la literatura, como en la cultura toda, del siglo XVIII va
a predominar lo político y lo social. La literatura de los dos siglos anteriores, a pesar de
su densidad, puede estudiarse en la obra de las grandes figuras. En el siglo XVIII es
importante, en cambio la acción del grupo, la aparición de ciertos movimientos o
corrientes de opinión, de las que el escritor con frecuencia es siempre expositor o
intérprete. La literatura se socializa, por decirlo así; va movida por la aspiración al bien
común.
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afán de reformismo de España a través de la educación será un tema al que recurrirá la
afamada Generación del 98.
La mala suerte del siglo XVIII es su emplazamiento cronológico. El conocido como Siglo
de las Luces queda, paradójicamente, a la sombra áurea del siglo anterior.
BIBLIOGRAFÍA:
-José Luis Alborg: Historia de la Literatura española, Volumen III, siglo XVII, Gredos,
Madrid, 1983
-José Miguel Caso González, Historia de la Lit. española Vol. III, S. XVIII, XIX y XX,
Everest, León, 1995 y Vida y obra de Jovellanos, Rotedic. Madrid, 1993. “Ilustración y
neoclasicismo” en Historia de la Literatura Española de Francisco Rico, Ed. Crítica.
-Francisco Ruiz Ramón, Historia del teatro español, desde sus orígenes hasta 1900,
Cátedra, Madrid, 20
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