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La ética del empresario y la responsabilidad social de

las empresas. Su papel en los negocios.


En el desarrollo exitoso de los negocios inciden múltiples factores, pero
existen dos variables que a nuestro juicio son vitales y que están
estrechamente vinculadas entre sí y con el resto. Ellas son: el comportamiento
ético que deben tener los empresarios, directivos, especialistas, trabajadores y
la responsabilidad social que deben ejercer las empresas que intervienen en el
mismo.

Estas temáticas han tenido un florecimiento en el ambiente académico y


empresarial y están siendo tratadas desde diferentes perspectivas, orientadas
en muchas ocasiones a las pautas que traza la competencia y la propia
evolución del concepto de desarrollo, para las diversas organizaciones que
conforman la sociedad, a las cuales se presenta el reto de: ¿cómo generar
bienestar en sus miembros y contribuir a mejorar las condiciones del entorno
donde están enclavadas, respetando los intereses de las partes interesadas con
las que interactúa?

Una de las vías para lograr armonizar este propósito lo constituye el hecho de
desarrollar en sus directivos, especialistas y trabajadores un comportamiento
ético basado en valores universalmente aceptados como son: justicia, equidad,
integridad, lealtad, vocación de servicio, que la ayuden y comprometan con la
sociedad, a partir de un liderazgo que tenga por base la ética y el trato justo a
sus trabajadores, que estos sean capaces de responder y actuar en
consecuencia, donde la responsabilidad juega un papel protagónico.

El comportamiento ético de los empresarios debe reinar en el proceso de toma


de decisiones, y estar como denominador común en todas las actividades o
acciones que desarrollen, logrando con el mismo sensibilizar, comprometer,
educar y ser motivo de referencia para el resto de los miembros de su
empresa, con su actuación acorde a los valores identificados y compartidos;
estos elementos son imprescindibles para ejercer un liderazgo real en todos los
niveles de dirección.

Teniendo en cuenta la importancia de una conducta ética en los integrantes del


tejido empresarial, se realizó una intervención en la Asamblea general de
Asociados el 18 de abril de 2019, donde se abordaron entre otros elementos
algunos tips o consejos que se deben tener en cuenta para ejercerla
correctamente en el ámbito laboral, sin que se conviertan en una camisa de
fuerza o una verdad absoluta, pues estamos conscientes que pueden
ejemplicarse muchas más.
· Ser coherentes: Que exista relación entre lo que piensas, dices y actúas es la
base para ganarte el respeto del resto de las personas y ser ejemplo, siempre y
cuando lo que pienses, digas y ejecutes esté acordes a los valores reconocidos
y compartidos por la sociedad donde te desempeñas.

· Respeta tus decisiones: La toma de decisiones debe estar basada en el


conocimiento tanto técnico como de las circunstancias donde se desenvuelvan,
dando valor a las mismas mediante el seguimiento y la asunción de las
consecuencias que se deriven. Si tú quieres marcar la diferencia, dale valor a
tus decisiones.

· Asume las consecuencias de tus actos: Las decisiones que tomamos o las
acciones que ejecutamos, cuando tienen un impacto positivo, presumimos de
las mismas, pero en ocasiones muchas de ellas no generan el resultado
deseado y se convierten en errores, fracasos o consecuencias negativas, en
esos casos nos queremos alejar de las mismas, enterrarlas en el olvido y no
nos damos cuenta que asumirlas, enfrentarlas y buscarles alternativas de
solución son parte también del comportamiento ético que debemos tener.
· Diferencia lo correcto de lo incorrecto: Ser capaz de identificar aquellos
hechos o acciones que afecten los valores y las normas sociales compartidas
por los miembros de tu empresa o sociedad y combatirlas enérgicamente hasta
corregirlas y revertir la situación, es un comportamiento necesario para los
negocios.

· Promueve la justicia: Buscar que en las decisiones que tomes o en las


acciones que ejecutes esté presente el respeto a la legalidad, así como analizar,
enfrentar y actuar de manera transparente y sin favoritismos, determinadas
situaciones que se generan en los negocios, incluso conflictos que se producen
entre los miembros de la empresa, buscando siempre mediar en ellos en
interés de los valores y las normas legales aprobadas.

· Evita expresar criterios de las personas ausentes: En ocasiones emitimos


opiniones negativas de personas con las que interactuamos y que no están
presentes y no tenemos el valor de expresarlo de frente y mirando a los ojos.
Esa práctica no es aconsejable para un buen manejo de los negocios.

· No defraudes la confianza que depositan en ti: No divulgar información o


decisiones que te comunican en un ambiente colaborativo y de confianza , es
una conducta esencial en los negocios, siempre y cuando dicha información
esté acorde a los valores, reglas y normas aceptadas y compartidas por la
sociedad. Ser reservado, no notificar información sensitiva sin autorización
del implicado también contribuye al éxito.
· Respeta las opiniones ajenas: Escuchar los planteamientos del resto de los
miembros de la organización de manera pausada, sin fanatismo, promoviendo
un intercambio basado en las experiencias y visualizando estas opiniones
como oportunidades de mejora son un elemento dinamizador en el éxito de los
negocios.
· Cumple siempre tu palabra. Llega a las citas que acordaste a tiempo y
preparado, y entrega tu trabajo en tiempo y forma. Haz que tu reputación
como alguien fiable te acompañe. En un entorno de incertidumbre, tus clientes
y colegas apreciarán la estabilidad que representas.

· Ayuda a las personas: Una misión fundamental de cualquier directivo es,


además de alcanzar buenos resultados económicos, lograr que el lugar de
trabajo sea un espacio en el que los trabajadores puedan desarrollarse como
personas. Un buen ejecutivo debe eliminar las acciones que puedan mover a
otros a actuar de manera egoísta. Para ello es necesario desarrollar una cultura
del diálogo en la empresa, y crear confianza y compromiso con el resto del
equipo.

Todo este actuar ético se manifiesta a través de acciones socialmente


responsables que deben desarrollar las empresas no como elementos aislados
sino como parte de su programa estratégico de desarrollo y del compromiso
con la implementación de sistemas de gestión normalizados como
herramientas para llevar a planos superiores los resultados del negocio. No
podemos hablar de un comportamiento ético si no somos responsables
socialmente y viceversa, por lo que son dos categoría indisolubles.

La responsabilidad social de las empresas es un concepto que posee disímiles


expresiones y enfoques en la literatura académica actual, los cuales hemos
tomado como referencia unido a las experiencias que hemos obtenido con su
aplicación práctica, para llegar a una definición que asumimos como:

Responsabilidad Social Empresarial (RSE): Las decisiones o acciones que se


ejecuten de manera ética, consciente, transparente, proactiva y lícita por las
organizaciones, encaminadas al bienestar de sus miembros, las partes
interesadas con las que interactúa y el entorno donde se desempeñan,
buscando la mejora continua y asumiendo las consecuencias y
comprometiéndose con las soluciones de las que lo requieran.

Para ejercer una correcta responsabilidad social empresarial es vital


comprender el enfoque dialéctico que se genera con ella y alrededor de ella,
por tal motivo la analizamos en dos dimensiones: la interna y la externa.

La dimensión interna de la responsabilidad social empresarial , está orientada


al funcionamiento interno de la Organización, o sea cómo se gestiona la
misma para alcanzar los objetivos trazados, el trato que se le brinda a sus
trabajadores, los valores compartidos, las relaciones laborales que se
manifiestan, las prácticas operacionales que implementan y las condiciones de
infraestructura (materiales, financieras, humanas) que poseen para lograr
materializar su objeto social, o sea la organización debe mirarse por dentro
primeramente para saber si está siendo consecuente con los postulados de
ética y responsabilidad, ya que a veces nos encontramos con instituciones que
realizan acciones caritativas o benéficas muy reconocidas y sin embargo a su
interior son violados los derechos de sus integrantes o contaminan el medio
ambiente con su proceso productivo.

La dimensión externa: Toda organización para ejercer una correcta acción de


responsabilidad social, debe tener en cuenta las necesidades, problemáticas
del entorno o comunidad donde se desempeña, conocer el ámbito
sociocultural que le rodea, las expectativas que tienen los ciudadanos para con
su desempeño, incluso identificar hasta las opciones de mejora que se
pudieran implementar en aras de alcanzar una sociedad próspera y sostenible.

La clave para que las empresas ejerzan efectivas acciones de responsabilidad


social está en la habilidad que posean las mismas para efectuar una
combinación positiva de ambas dimensiones, o sea apoyarse en aquellos
aspectos fuertes de su funcionamiento, en las potencialidades que a lo interno
poseen para enfocarse en lo que a esa
sociedad/entorno/país/sector/comunidad/familia necesita realmente, solo así
estaremos seguros de estar utilizando los recursos financieros, materiales y
humanos del que disponen, en el destino de impacto que se requiere, pero para
eso hay que tener una visión integral de sí mismo y del entorno que te rodea,
sin esa combinación se corre el riesgo de que nuestras acciones de
responsabilidad social no tributen al bienestar inmediato y futuro de la
sociedad.

Es importante tener presente que los planes de acciones de responsabilidad


social que se elaboren en las organizaciones no solo tengan esta combinación
positiva que ya hemos planteado, sino que también tienen que tener implícitos
el respeto a la legalidad establecida, uno de los principios fundamentales,
unido a un análisis de riesgos que siempre tiene incluida toda acción humana a
la que está dirigida y es en ese sentido que debemos enmarcar los indicadores
para medir el impacto de los planes de acción de responsabilidad social. Bajo
este enfoque es que se genera una dialéctica interesante, pues si la sociedad
donde vive el trabajador mejora, entonces sus condiciones de vida mejorarán y
este a su vez va a estar más comprometido y motivado a desempeñarse
correctamente, lo que generaría una mejora en la organización y si esta es más
efectiva, entonces la sociedad incrementa su prosperidad y se genera un ciclo
de desarrollo dialéctico entre ser humano-organización-sociedad.

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