AVANCE 2 1.- VALORES Y SU PRIORIDAD EN EL EJERCICIO DE LA PROFESION (ADMINISTRACION DE EMPRESAS)
Valores para el Cumplimiento del deber: Son todos aquellos
atributos y cualidades que permiten gestionar de forma transparente, eficiente y eficaz, los compromisos adquiridos con la organización en la cual se desempeña. En esta categoría se agrupan los siguientes valores:
Responsabilidad: Es el compromiso de cumplir con las
políticas, reglamentos, obligaciones, tareas y metas impuestas por la organización, así como afrontar de forma integral, las consecuencias de sus acciones buscando el mejoramiento continuo. Transparencia en la Gestión: Es la correcta administración de recursos encaminados al cumplimiento de objetivos, sin usar el poder conferido para obtener ventajas ilegítimas, secretas y privadas. Compromiso con la Verdad: Es el deber de mantenerse con rectitud, honradez y buena fe, en todas las acciones realizadas para la organización, buscando siempre la exactitud de los hechos y la rectitud en el accionar de los colaboradores. Puntualidad: Es el esfuerzo y disciplina de estar a tiempo para satisfacer las obligaciones, antes o en el plazo señalado. Aprendizaje: Es la capacidad de adquirir conocimiento, por medio de la experiencia y la actualización constante en nuevos enfoques y procedimientos aplicables al ejercicio de la Administración de Empresas.
Productividad: Es la actitud de disposición y entrega para
generar ganancias y provecho para la organización o el proyecto encomendado.
Valores de Virtud: Son las cualidades máximas presentes de
forma constante y permanente, que forjan el desarrollo integral del ser humano, y que permiten una toma de decisiones racionales y correctas en búsqueda de la consecución de logros personales a la par de un desarrollo y bienestar común. En esta categoría se agrupan los siguientes valores:
Sentido de Pertenencia: Es el grado de identificación
personal, aprecio y fuerza cohesiva hacia el entorno en el que se desarrolla el ser humano, que lo impulsa a fomentar normas y hábitos para su preservación y bienestar. Honestidad: Es la cualidad que consiste en actuar y comportarse con coherencia respecto a lo que se piensa y siente, con fundamentos de sinceridad y justicia. Equidad: Es el impulso o sentido del deber nacido de la conciencia, que busca el bienestar general por medio de soluciones justas y diferenciadas para cada uno de los integrantes de la sociedad, organización o comunidad. Justicia: Inclinación a actuar conforme los derechos y deberes, ofreciendo a cada quien lo que le corresponde y procurando el desarrollo y bienestar de todos los colaboradores de la organización. Servicio: Disposición incondicional para ayudar, contribuir y ser útil a los colaboradores, la organización y la sociedad. Prudencia: Es la cualidad de discernir en cada circunstancia cual es el verdadero bien, actuando de forma justa y
adecuada, respetando los sentimientos, la vida y las libertades
de los demás.
Objetividad: Es el abandono de las propias creencias, ideas y
sentimientos, para poder alcanzar un estado de imparcialidad que permita tomar decisiones y emitir juicios basados en la realidad de los hechos.
Valores para la Convivencia: Son las cualidades que permiten el
desarrollo de relaciones interpersonales positivas, basadas en la aceptación de la diferencia, la interdependencia y el mutuo respeto, para lograr una cohesión social en la organización y/o equipo de trabajo. En esta categoría se agrupan los siguientes valores:
Respeto: Es la consideración y el reconocimiento hacia los
colaboradores, empleados y negociadores, como personas únicas, así como la valoración de sus ideas, necesidades e intereses. Trabajo en Equipo: Es el esfuerzo y cooperación de enfocar las habilidades y recursos personales para alcanzar un logro común, con los integrantes cohesionados de un grupo. Calidad Humana: Es el reconocimiento personal de quiénes somos, de la importancia de nuestro talento y del mejoramiento continuo, para hacer bien las cosas, hacerlas cada vez mejor, cooperar con los demás, competir con uno mismo y procurar el bienestar y la felicidad personal y del entorno. Lealtad: Es la obligación de fidelidad y compromiso que le debe el administrador de empresas a sus colaboradores, a la organización en la que participa y con las organizaciones que negocia.
Empatía: Es la habilidad de entender los sentimientos,
necesidades y motivaciones de los colaboradores,
respondiendo adecuadamente a sus reacciones emocionales
y logrando relaciones interpersonales comprensivas y cercanas.
Compañerismo: Es la concordia y buena correspondencia que
debe manejar el Administrador de empresas, con todos sus colaboradores. Autodominio: Es el dominio que debe ejercer el Administrador de Empresas, sobre sus reacciones, sentimientos e impulsos, por medio de la voluntad interior, para evitar consecuencias negativas.
Valores Empresariales: Son aquellos característicos de la
gestión empresarial que comprometen al Administrador de Empresas al logro de objetivos organizacionales, por medio del talento humano motivado y satisfecho, y la aplicación de estrategias de calidad, procurando el menor impacto posible al medio ambiente y la retribución a la sociedad y el entorno por el buen desarrollo de la organización. Los valores identificados se relacionan directamente con actividades y funciones específicas del Administrador de Empresas y con el proceso administrativo y gerencial. En esta categoría se agrupan los siguientes valores:
Responsabilidad Social Empresarial: Es el reconocimiento
personal que hace el Administrador de Empresas como parte activa en el desarrollo de la sociedad en la cual participa la organización, comprometiéndose a que todas las acciones empresariales, basadas en la ética, la legalidad y la justicia,
generen repercusiones positivas, en lo social, económico y
humano, dentro de la comunidad.
Responsabilidad por el Medio Ambiente: Es el compromiso del
Administrador de Empresas, por implementar estrategias que minimicen el impacto ambiental causado por las actividades de la empresa, que reparen el daño causado y/o realicen la reposición del gasto ecológico. Compromiso por la Calidad: Es el propósito por parte del Administrador de Empresas en aplicar sus habilidades y los procesos gerenciales para asegurar la entrega de productos o prestación de servicios con los requisitos necesarios para satisfacer las expectativas de los clientes. Consideración con el Talento Humano: Es el grado de atención que ejerce el Administrador de Empresas por el personal de la organización, considerándolo como la parte más importante y "diferenciadora" entre las organizaciones, motivándolo a trabajar hacia el cumplimiento de logros organizacionales y a su vez patrocinando el desarrollo de sus logros personales 2.- PARTICIPACIÓN QUE ESTOS PROFESIONALES TIENEN CON LA RESPONSABILIDAD SOCIAL
La relación entre el profesional independiente y la empresa es la
de un colaborador externo. En esa relación el profesional deberá tener en cuenta: 1) sus deberes para con la empresa, tal como se desprenden del contrato, explícito o no, con ella; 2) sus deberes para consigo mismo como persona y como profesional y, por tanto, 3) sus deberes para con su profesión y, en consecuencia, 4) para con la sociedad.
La combinación de todas esas obligaciones puede ser difícil, en
ocasiones, pero ahí es donde debe manifestarse la integridad y
la profesionalidad del agente. Y esto tendrá, como es lógico,
numerosas implicaciones. Por ejemplo: no debe dar prioridad a
los intereses de la empresa cuando esto lleva consigo actuar
contra sus deberes éticos como profesional, sea porque esto le llevaría a perjudicar injustamente a otras personas, a no ser objetivo, sincero o íntegro, o a causar un daño a la sociedad. Esto explica, por ejemplo, que cuando reciba una propuesta de su cliente que considera inapropiada tiene que llamarle la atención sobre los daños causados a otras personas (empleados, consumidores, medio ambiente, comunidad local, sociedad en su conjunto…), sobre la existencia de alternativas que evitarían esos daños o producirían otros beneficios, etc.
Con otras palabras: el profesional independiente puede asumir un
papel importante en la RSE de su cliente, un papel activo, que no se limite a cumplir los términos de su contrato sino que ayude a la empresa a ampliar sus horizontes, entender mejor sus responsabilidades y cambiar su cultura. Cuenta para ello con su reputación profesional, sus conocimientos y sus principios éticos, que serán los de su profesión. El código de su profesión puede ser, pues, un magnífico instrumento para protegerse de las solicitudes inapropiadas de su cliente (“lo siento, pero eso no está permitido en los principios deontológicos de mi colegio profesional”) y para adoptar una postura más proactiva a la hora de ayudar a su cliente a mejorar su sentido de RSE.
Todo esto se aplica también al profesional por cuenta ajena. Este
tiene menos grados de libertad, pero aún tiene en su favor su formación, el prestigio de su profesión, los principios éticos que la inspiran y otros medios que su organización profesional puede proporcionarle.
Todo ello podría resumirse en dos ideas. 1) La RSE no es solo
responsabilidad de las empresas y de su dirección, sino también de todos sus empleados y de los profesionales que, dentro o fuera de ellas, colaboran en sus actividades. Esto significa que esos profesionales deben tomar como propios los deberes de la RSE, tanto si las empresas los asumen como si los ignoran. 2) El profesional no debe ampararse nunca en los intereses que su cliente le manifiesta, sino que debe tener una visión amplia de su colaboración con la empresa, incluyendo los principios de su profesión y sus deberes para con la sociedad en su conjunto.
3.- PROBLEMAS ÉTICOS EN LA EMPRESA
Cualquier empresa que pretenda alcanzar una ventaja comparativa para con sus competidores debe basarse en una serie de competencias centrales, de las cuales sobresale el desarrollo de su capital humano. Pero este desarrollo no debería medirse desde lo estrictamente intelectual. La empresa actual necesita basarse en los valores personales y ética de sus miembros para formar una cultura corporativa que se convierta en una ventaja central.
En el presente la mayoría de las empresas están conscientes de
ello y han incluido regulaciones y definiciones de carácter ético en sus Códigos de Conducta. Sin embargo, la mera existencia de tales códigos de conducta es insuficiente y superficial. Su propia esencia marca sus limitaciones; pues se trata de un reglamento teórico a ser memorizado mientras que la conducta ética es resultado de la esencia del Ser individual. He aquí uno de los
problemas éticos que, en mi opinión, afectan a muchas
organizaciones, dada su incidencia en directivos y colaboradores: Doble Moral; Simulación ante Convicción.
Por otro lado, las empresas estiman, controlan y evalúan
conscientemente los beneficios económicos de cada uno de sus actos. Toda acción que conduzca directa o indirectamente a la consecución de estos objetivos estratégicos es bien recibida. La empresa de hoy no debería contentarse con eso. Se debería estimar, controlar y evaluar conscientemente el contenido, la forma y las consecuencias (buenas o malas) que cada acción traería también desde un punto de vista ético. El fin no justifica los medios. Así pues el deseo de ganar posición en el mercado, de maximizar las ganancias o de ganar a un determinado competidor, sea cual sea el valor o profundidad de los beneficios que ello acarree, no debería justificar la competencia desleal, el fraude publicitario, el pago de comisiones ocultas y demás tácticas que en nombre del éxito generalmente se utilizan. Toda empresa quiere lograr sus objetivos, pero hipotecar el prestigio y los valores morales que representan y que los demás perciben de ella no debería ser un coste a pagar. Competencia no es solo ser competitivo, sino ser competente.
Introducción al derecho internacional privado: Tomo III: Conflictos de jurisdicciones, arbitraje internacional y sujetos de las relaciones privadas internacionales
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