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NEUROCIENCIA COGNITIVA Y REGULACIÓN EMOCIONAL

Diego Maximiliano Herrera

En los últimos años, y con las nuevas técnicas de neuroimágenes, se han descubierto funciones del
cerebro, y localizaciones funcionales que hasta el momento se hipotetizaban, o se desconocían
por ejemplo etiologías de patologías que suponían ser psicológicas, pero la neurociencia y los
avances tecnológicos han permitido estudiar de un modo profundo la dinámica, y estructura de
nuestro funcionamiento cerebral y evidenciar la dinámica neurocognitiva de algunos trastornos, y
en especial, tema que desarrollare aquí, las emociones.

¿Qué son las emociones?

Las emociones son respuestas, reacciones que todos los mamíferos experimentamos, dependen
de varios sistemas cerebrales, los cuales están identificados. Esta reacción o respuesta emocional,
se suscita ante determinados estímulos, que de acuerdo a nuestro desarrollo evolutivo y cerebral
(homo sapiens sapiens), pueden ser estímulos internos, o bien, común a otros mamíferos,
estímulos externos.

Las emociones básicas son alegría, tristeza, miedo, ira. Estas emociones, como mencionamos
anteriormente, se desencadenan o gatillan ante estímulos específicos, pero también de acuerdo al
modelado y la historia del individuo, pueden activarse con estímulos idiosincráticos,
condicionados, aprendidos a lo largo de su historia evolutiva, ontogenia.

Los sentimientos es que tienden a ser más duraderos que las emociones, ya que dependen de
otros sistemas cerebrales.

Los sentimientos implican un procesamiento emocional, es decir, al activarse las emociones, las
funciones cognitivas superiores que se hallan en la corteza cerebral, específicamente en este caso
vamos a mencionar la corteza prefrontal, corteza temporal superior, occipital angular bilateral,
procesan esas emociones, generando estados afectivos más duraderos, como el amor, la
compasión, la lástima, el enojo. La característica de los sentimientos es que tienden a ser más
duraderos que las emociones, ya que dependen de otros sistemas cerebrales, y son reforzados
sistemáticamente en el caso del amor por ejemplo.

Las respuestas emocionales se relacionan con distintos sistemas cerebrales como se menciono
anteriormente, entre ellos el sistema límbico, también llamado “segundo cerebro”. Este sistema,
cuenta con más de quinientos millones de años de evolución, el cual nos ha permitido sobrevivir
en diferentes ambientes, adaptarnos, y seguir evolucionando como especie. Este sistema se
encuentra presente en los mamíferos, como primates, ballenas, delfines, etc.

Hace apenas cien mil años hemos desarrollado las funciones cognitivas superiores, incrementando
el volumen de nuestro cerebro, en especifico agrandándose la corteza prefrontal que atañe a las
funciones ejecutivas, como el auto monitoreo, el planeamiento, la flexibilidad y el control
impulsivo, pero en sí, nuestra corteza es bastante nueva en relación con sistemas cerebrales más
antiguos que poseemos.
Un sistema de tantos millones de años (límbico) ¿porque habría de cambiar o modificarse si nos ha
permitido la supervivencia? Justamente la función de las emociones tiene que ver con esto,
sobrevivir. Los problemas se producen cuando las emociones no se pueden regular, o se intentan
controlar, o son procesadas de manera errónea y disfuncional por nuestros sistemas superiores,
(nuevos en tiempos evolutivos), reforzando y reactivándolas constantemente, por ejemplo en los
ataques de pánico, donde una respuesta de miedo que bien podría ser funcional por ejemplo al
estar frente a un leopardo en la selva, ocurra al pensar o ver un animal o encontrarse dentro de un
ascensor, y esa respuesta de miedo continúe, por feedback de sistemas superiores.

La activación emocional tiene varias manifestaciones, conductuales, fisiológicas, y cognitivas


(atención, pensamientos), ya que nuestra corteza cerebral tiene conexiones neurales al sistema
límbico, pero no tantas como desde el sistema límbico a corteza.

Una vez activadas las emociones, estas tienen un tiempo de duración si no son reforzadas, por
ejemplo, el sistema de alarma (miedo), amigdalino, una vez activado por un estresor, y luego de
retirar el estresor, las manifestaciones fisiológicas, conductuales y cognitivas duran
aproximadamente 40 minutos hasta “apagarse” y disminuir actividad, volver al umbral normal de
alarma normal.

Pero si las emociones continúan…y perduran…

¿Cómo regularlas?

Justamente se hace referencia a la regulación, y no al control, ya que hay evidencia científica, que
el hecho de intentar controlar (ejemplo: no permitir la manifestación de una emoción como la
tristeza), con mecanismos evitativos, aumenta aún más todavía la sensación displacentera, y la
emoción intencionalmente evitada. Por lo que el término correcto y la operación a realizar es la de
regulación. Como el volumen de una canción, la idea no es “apagar” las emociones, ya que son
parte de nuestro cerebro, y como se mencionó anteriormente , un cerebro muy antiguo, la tarea a
realizar y lo más funcional es regularlas, en la analogía mencionada anteriormente, seria bajar el
volumen de una canción, pero no apagarla, porque primeramente es imposible realizarlo, y
segundo, seria disfuncional e iría en contra de la función del diseño de nuestro cerebro: La
supervivencia, y el juicio para llegar a ella.

La aceptación y la conciencia de las emociones en el momento oportuno es la clave para la


regulación.

Hay numerosas técnicas de regulación emocional, cognitivas, y conductuales, citando una


conductual, por ejemplo ante el aumento de la ansiedad producto de la activación de alarma
amigdalino que puede gatillarse frente a un examen, un procedimiento que funciona para
disminuir la ansiedad es la técnica o maniobra de valsalva, que reduce el ritmo cardíaco por medio
de la activación del nervio vago, la técnica implica en contraer los músculos en especial los
abdominales unos segundos y luego relajarlo, realizar esta operación varias veces y con los
músculos de las piernas, y los brazos, tanto como la mandíbula, de esta manera se produce una
reducción de la ansiedad, debido a que el sistema límbico “interpreta” que se ha realizado algo
ante el estímulo de peligro , correr, huir, luchar, lo que serian conductas funcionales ante la
activación de la señal de peligro.

Otras formas de regular este tipo de emociones es la respiración diafragmática, inhalando


profundamente, reteniendo unos segundos el aire y exhalando, de esta manera, la amígdala
tiende a desactivarse, parte del sistema de alarma, y la percepción de ansiedad disminuye. Pero la
aceptación y la conciencia de las emociones en el momento oportuno es la clave para la
regulación, optando por un repertorio conductual de respuesta diferente.

Justamente la corteza prefrontal tiene conexiones con el sistema límbico, y puede inhibir la
activación de la respuesta de miedo o ansiedad. Hay que mencionar que el sistema límbico con
respuestas automáticas es 300 milisegundos más rápido que incluyendo el procesamiento cortical,
por eso a veces se automatizan y se jerarquizan respuestas automáticas.

El hecho de recordar situaciones placenteras, utilizar palabras estimulantes de ánimo placentero,


ver imágenes de momentos de tranquilidad, de alegría, también genera una activación emocional
de alegría o placer, regulando el sistema emocional. Otras áreas cerebrales implicadas en estas
emociones son el cíngulo posterior y el precuneus.

También se ha verificado las técnicas de saturación de memoria corto plazo a partir de


interrupciones a través de las manos y el seguimiento y nombramiento de dedos, esto más que
regular una emoción permite reprocesarla, pero este tema no estaría dentro de la temática de la
regulación, lo que si es conveniente reestructurar algunas vivencias para disminuir la probabilidad
de activación emocional ante un estimulo condicionado por ejemplo.

El mindfulness, es un tipo de meditación con evidencia de cambios neurológicos que se utiliza


mucho para la regulación emocional, consiste en centrarse en la respiración y aceptar las
emociones, como los pensamientos, dejarlos fluir, sin juzgar ni intentar controlarlos.

Estudios recientes sugieren que aumenta la materia gris en la corteza prefrontal, y se promueve
neurogénesis en el hipocampo. Es una práctica recomendada.

Conclusiones

Conocer cómo funciona nuestro cerebro, los sistemas subyacentes a las emociones, toma de
decisiones, procesos cognitivos superiores, nos permiten avanzar en el camino de la regulación
emocional, aplicar estos conocimientos y aplicarlos en diferentes áreas como la educación, el
aprendizaje, los vínculos sociales. Esto es la neurociencia cognitiva aplicada, utilizar el
conocimiento del cerebro y realizar operaciones concretas utilizables por todos. De nada sirve
hablar del cerebro y conocer las partes, sino se brindan herramientas para modificar y solucionar
problemas. La terapia neurocognitiva, justamente provee esos métodos y técnicas, que son para
desarrollar más extensamente en otro tipo de presentación.
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Eduardo Keegan

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