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-Empezar por reponer Fuensanta y el primer libro desde Hoy como nunca
-Hablar del título: oscilaciones y paradojas, en tres niveles. La secuencia de poemas del libro (a
distintos amores, sobre el pasado pueblerino y abiertos al futuro urbano?) / Cada poema en sí
mismo / a nivel micro: recurso al oxímoron y la antítesis
-Poemas a considerar:
Hielo
Eternos funerales
Lluvia terca”Ya mi lluvia es diluvio y no miraré el rayo de sol sobre mi arca..” 180
Desplazamientos en la poética:
Detalles, sensualidad, sensorialidad
Apetito indivisible:
APUNTES POEMAS
“tierra mojada” oxidada la voluntad me siento acólito del alcanfor (frío? Ascéptico) un poco
pez espada (fálico) y un poco San Isidro Labrador (ni idea) 203
“Como las esferas” muchachita… brevedad, redondez y color… 207 verde, azul o carmesí 208
Hormigas: no termino de estar seguro metáfora de qué son, pero también parece bastante jot
211-2
Idolatría
“La vida mágica se vive entera / en la mano viril que gesticula/ al evocar el seno o la cadera/
como la mano de la Trinidad/ teológicamente se atribula / si el mundo parvo… se le escapa”
214
A´nima Adoratriz: mi´angel guardián y mi demonio estrafalario 217 sangre, enagua violeta,
camino rbí. Reúne “a la clorisis virgen y azul de los Gonzagas y a la cárdena quierbra del
Marqués de Priola” 217
La resurrección de la carne. Erotismo de los cuerpos y erotismo de las almas en “El sueño de
los guantes negros” de Ramón López Velarde
ACLARAR QUE SE TRATA DE UNA LECTURA. DE NINGÚN MODO AFIRMAMOS AQUÍ QUE LA
TRAYECTORIA DE LV TERMINE EN UNA “RESOLUCIÓN”. HAY DRAMATISMO Y “ZOZOBRA”:
COEXISTENCIA DE DISTINTAS POSIBILIDADES, TENSIONES. PERO EL RECORRIDO QUE HEMOS
PLANTEADO CONSTRUYE SENTIDO Y RESULTA RELEVANTE PARA PENSAR UNO DE LOS POEMAS
MÁS NOTABLES –Y MISTERIOSOS- DE UNO DE LOS GRANDES LÍRICOS LATINOAMERICANOS DEL
SIGLO XX
Como ha señalado Octavio Paz, recuperando los aportes de Denis de Rougemont, la imagen de
Fuensanta, la amada ideal que construye López Velarde, se inscribe en una tradición que se
remonta a la poesía trovadoresca: el amor imposible, el amor por la ausente, la muerta, el
amor que nunca alcanza consumación física. Pero junto a esta línea, también es posible relevar
en la obra del poeta mexicano una serie de textos con una carga erótica notable, que implican
el cuerpo y los sentidos. Se trata de una oscilación que, como dijimos, recorre la obra poética y
diseña un yo lírico muy particular, tensionado entre “la devoción católica y la brasa de Eros”
(“El viejo pozo”).
¿Hay forma de suturar poéticamente esta “dualidad funesta” (“Treinta y tres”)? Proponemos
aquí una lectura de “El sueño de los guantes negros”, un poema publicado póstumamente, que
apunta a una reconciliación entre el erotismo de las almas y el erotismo de los cuerpos, a partir
del dogma cristiano de la resurrección de la carne. En efecto, la pregunta que suscita la
aparición de la amada “resucitada” es sobre su materialidad: “¿Conservabas tu carne en cada
hueso?”. Esta imagen de la amada muerta pero encarnada –y pasible por tanto, de ser amada
carnalmente- posibilita entonces una reconfiguración -¿póstuma?- del yo lírico y una relectura
de la obra poética.
CANFIELD: 2010
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-provincia-inmutable-estudios-sobre-la-
poesia-de-ramon-lopez-velarde/html/c3fef07f-f379-4a70-bbda-5c6148d2104d_21.html#I_0_
PAZ: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-camino-de-la-pasion-ramon-lopez-
velarde/html/ca6aa560-59d4-11e0-8928-00163ebf5e63_3.html (en Cuadrivio, 1965)
La crítica ha coincidido en señalar que el tema principal del poeta mexicano Ramón López
Velarde es el Amor (Paz, García Morales), 1 tópico que, con distintas inflexiones, atraviesa su
obra de punta a punta. Lo que proponemos aquí, entonces, es explorar su lírica amorosa
diacrónicamente, para observar algunas constantes y desplazamientos.
A partir del excelente estudio de Octavio Paz (1965), es frecuente remitir la concepción del
amor que delinean los poemas de LV a la tradición trovadoresca, tal como la ha examinado
Denis de Rougemont en su clásico El amor y occidente (ver también en este sentido la
introducción al poeta que José Emilio Pacheco incluye en su antología del modernismo. 2
Nos parece que esta es una concepción de la lírica que resulta operativa para pensar a López
Velarde. En efecto, buena parte de la poesía del mexicano –al menos, de aquellos poemas en
los que nos detendremos- tiene como tema el amor, o el deseo, y es una “invocación tuteante”
de Fuensanta o de alguna otra mujer, a la que muchas veces habla a la distancia o en ausencia
DdR parte del mito de Tristán e Iseo, una historia de “amor y muerte” para definir el amor-
pasión, la forma de amor que caracteriza la literatura –o más ampliamente, la cultura-
occidental. Se trata entonces, de un modelo de amor vinculado al sufrimiento, a la
imposibilidad de consumación a los obstáculos constantes. No el amor matrimonial, reposado,
1
“El amor es su tema” (Paz) “… ya desde su época se ha repetido que esta obra breve e irrepetible es también
limitada: prácticamente toda tiene como tema el amor (García Morales)
2
En las dos grandes ocasiones de su vida LV no parece haber hecho tangible su
pasión. LA espada de castidad volvió a interponerse entre Isolda y Tristán. La
amada –participio pasivo- no se convirtió en la amante –participio activo- quizá por
miedo a destruir su aura ambigua hundiéndola en los estragos de la fecundidad y la
domesticidad bajo las cuales la pasión original no podía perdurar. LV realizó así lo
que Denis de Rougemont llama la “posesión por pérdida”, que es el núcleo secreto
de su poesía. “
calmo, sino el amor con constantes sobresaltos, separaciones, reencuentros. El amor feliz,
como afirma, DDR, no tiene historia en nuestra literatura.
Ahora bien, de dónde viene esta forma de concebir el amor? Para eso hay que remontarse,
dice DDR, al gnosticismo –en particular al maniqueísmo- y a un reflorecimiento docetista en la
Francia del siglo XII: los cátaros. Todo gnosticismo es, en el fondo, un dualismo y, lo que está
en juego tiene que ver con un dogma central del cristianismo que es la Encarnación: la
encarnación es, en efecto, un escándalo, lógico y religioso: que un Dios asuma la materia, se
haga hombre, se haga finito, mortal, contradecía el “sentido común religioso” de la mayoría de
los pueblos antiguos. Por más que muchas veces la Iglesia católica haya condenado la carne y
la sensualidad, en nombre de una moral represiva (lo que no es una cuestión menor en LV), la
doctrina y la teología cristianas (judeocristianas) afirman que todo lo creado es bueno (Génesis
1: Dios crea todo y ve que es bueno). Afirma que Cristo se encarnó y, lo que será significativo
en LV, que es el cuerpo y el alma del hombre lo que es creado y salvado por Dios (y resucitará).
Los gnósticos, por su parte, razonaban así. El mundo es malo. Eso salta al a vista: dolor,
enfermedades, muerte, etc.
Luego, Dios no puede haber creado el mundo. Este mundo es pues obra de un Demiurgo
malvado. El verdadero Dios es solo responsable del mundo espiritual. Jesús (al que los
gnósticos aceptan) nunca encarnó: su cuerpo material era un simulacro, una apariencia
(de ahí viene docetistas, dokeo es parecer). El corolario que nos interesa de esto es que
los seres humanos estamos en realidad “presos” en nuestros cuerpos. Lo que vale de
nosotros es el alma, la chispa divina. Por lo tanto, los cuerpos no importan. Esto, en
distintas vertientes del gnosticismo, lleva a consecuencias ético-prácticas
diametralmente opuestas: o el cuerpo se somete a la ascesis (para alcanzar la
purificación) o se le permiten todos los excesos (porque es intrínsecamente corrupto, no
importa). (Pueden ver esto bellamente recreado en “Los teólogos” de Borges). Como
señala PAZ: carne y espíritu están a una distancia absoluta, inconciliable. El espíritu es invulnerable, incorruptible,
intocable. La materia, sometida al tiempo, vencida por su propio peso, cae; la materia es vulnerable y su peso es
pesadumbre, corrupción. El dualismo de López Velarde es radical y en él debe verse el fundamento de su pesimismo. a
aniquilación del cuerpo es la condición del regreso del alma a su origen. Por eso la muerte es una potencia dual. Es
enfermedad, descomposición, extinción y renacer El horror a la muerte y la fascinación por la muerte, que nos parecían una
aberración y una contradicción, dejan de ser obsesiones: poseen un sentido, forman el eje de una visión espiritual bastante
más coherente que las pobres e inconexas explicaciones de la psicología en uso O SEA, PAZ LO VE COMO UN
GNÓSTICO, UN CÁTARO. PERO, ¿NO HAY UN DESPLAZAMIENTO EN LV? ¿NO SE LLEGA A LA AFIRMACIÓN
DE LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE? AL MENOS COMO PREGUNTA.
Como afirma Martine Broda, releyendo estas hipótesis desde una perspectiva fuertemente
lacaniana: “el lugar que designa ese “Tú”(el de la dama) “es el de un no decible y no figurable.
Es el lugar de la Cosa (das Ding), del Otro absoluto del sujeto, que hace esperar la plenitud y al
mismo tiempo la afirma como imposible. Lugar de una pérdida originaria, nos dice Lacan, sin
que haya habido en ella pérdida de cualquier cosa, propiamente hablando, y pura carencia de
la que procede todo deseo “(29) “El amor de los poemas de amor parece estar animado por
una pasión que es, muy a menudo, extremadamente lúcida acerca de lo imposible” 31
Este amor imposible adquirirá distintas formas de manifestación poética, muchas de las cuales
aparecen “declinadas” en la obra de López Velarde: el amor de lejos, el amor platónico, el
amor por una muerta. (31)Este último nos interesa especialmente porque será central en la
producción lírica de LV (recordemos que Josefa de los Ríos, la mujer que de algún modo inspiró
a Fuensanta, murió poco después de editada LSD. En un nivel literal, poemas “baudelearianos”
como “Te honro en el espanto” (Z, 214 o inclusive “Z 261”, son poemas de amor literalmente a
un esqueleto, una imaginación de muerte )
El tema del amor por la muerta es introducido centralmente por Dante, y luego Petrarca
(aunque puede rastrearse hasta Orfeo y Euridice), reformulando el motivo trovadoresco del
amor de lejos, que se convertirá en un tópico tradicional, retomado de Novalis a Nerval. En
este sentido, Broda cita Rilke en lo que parece una definición de la idea de “posesión por
pérdida”: “La pérdida, por más cruel que esta sea, nada puede contra la posesión, pues la
completa, si se quiere; la afirma; en el fondo, no es sino una segunda adquisición, esta vez
totalmente interior y mucho más intensa” 52
Aquí remitimos a Octavio Paz, quien ha señalado con lucidez los elementos de la poesía
trovadoresca que recupera LV para caracterizar a su amada:
la Dama como guía espiritual (Beatriz y toda su descendencia); la unión después de la muerte (desde los provenzales
hasta los modernos: la Aurélia de Nerval, la Sophie de Novalis); la confusión entre el lenguaje del amor divino y el
humano; la metáfora hermética, los filtros pasionales (cábala, hechicería o simple embriaguez, pérdida del albedrío; todos
ellos significan: no soy yo, es otro el que habla en mí, una fuerza desconocida me mueve); la Amada como Ángel de la
muerte, imagen de la liberación del espíritu; el universo imantado por la presencia de la Dama (o sea la correspondencia
mágica entre el orden natural y el espiritual); la esterilidad (corolario de la identificación de la existencia con el Mal); e l
amor casto que no impide la búsqueda del placer carnal (consecuencia de la separación tajante entre materia y espíritu:
pederastía de varios poetas provenzales, pasiones ardientes de Dante, juergas de Quevedo y, en López Velarde, la dualidad
funesta: «Ligia, la mártir de pestaña enhiesta / y de Zoraida la grupa bisiesta»); la fidelidad absoluta
); el viaje o la peregrinación (búsqueda de la Dama lejana, descensos a los infiernos, viajes al interior de la conciencia,
amor a los espacios vacíos, regresos a la infancia y a la casa natal: el arquetipo sería la Divina Comedia); en fin:
-la inaccesibilidad por prohibición, lejanía o muerte, u otros obstáculo (matrimonio, enfermedad, separación y, sobre
todo, el cuerpo y la conciencia de la caída en el cuerpo: la espada que interponen voluntariamente entre ellos Tristán e
Isolda, los guantes negros);
-la idealización y
- la fidelidad absoluta del amante, a la Dama que no se altera inclusive si intervienen otros amoríos (por la misma razón
maniquea
-la confusión entre el lenguaje del amor divino y el humano; (veremos la identificación Fuensanta Virgen)
-su función como guía espiritual, ángel custodio o mediadora celeste. (esto vamos a verlo incluso en la
identificación con la Virgen)
A lo que Canfield suma el acto de vasallaje y el tratamiento de “señora mía” o “alta señora” típico de la
poesía cortés (especialmente en las Primeras poesías y LSD):
“Si se precisa una mediación entre el plano de la Cosa …(ï.e. lo imposible) y el de los amores
empíricos o biográficos, parece que habría que buscarlo en el nombre. Pero si los nombres de
dama senhals o apodos petrarquistas son siempre nombres falsos, tendríamos que
pregutnarnos is existe otro amor en los poemas de amor que no sea el del amor del nombre.
Es el nombre el que sostiene el amor puro”( 32) El amor por una mujer concreta se va
desplazando o transmutando en amor al nombre: allí tenemos, quizás, el origen de la obra
pero también la pérdida de cierto tipo de amor –de cierta posibilidad de consumación. EL
nombre, como decía Lacan, termina por asesinar al objeto, ocupar su lugar.
Recursos poéticos:
-prosopopeyas
-Poliptoton (o figura etimológica, l uso repetido de diferentes formas gramaticales de
una misma palabra en una sola frase.): “los amantes se miran con la mejor mirada”
(Domingos de provincia, LSD) “las finezas del amado, las finezas más finas…
(“ofrenda romántica”, LSD) –Z figura frecuente en la Biblia y en LV. Quizás le venga de
la biblia: “las parejas pares” “el amor amoroso” “goteando su gota” (“El retorno
maléfico”) “las ineptitudes de la inepta cultura”
Ante un mundo “desencantado”, donde las cosas pierden su sentido, el modernismo parece
regocijarse en los objetos, como si buscara “En mi pecho feliz no hubo cosa / de cristal
terracota o madera / que abrazada por mí, no tuviera / movimientos humanos de esposa”,
En mi pecho feliz, El son, 244). Esto se comprueba en muchas de las metáforas de LV, que se
detienen en un piano, una aguja, un barómetro, un mantón de Manila, un rebozo de seda y
parecen “animarlos”, dotarlos de singularidad, de “magia” (“Una sola cosa sabemos: que el
mundo es mágico”, afirma en una de sus crónicas, “La magia de Nervo”) o recurrir a ellos como
arsenal retórico para suscitar otras imágenes (ejemplos de todo esto “El viejo pozo”, “Tus
ventanas” “El retorno maléfico”
Biografía
Podemos proponer que, a lo largo de sus libros, LV traza una suerte de “biografía amorosa-lírica”, en la que
configura distintas mujeres.
La principal, indudablemente es Fuensanta, pero también existen otras, fundamentalmente la conocida como la
“Dama de la capital”.
Estas mujeres tienen referencias puntuales en la biografía del poeta. Vamos a mencionarlas porque permiten
pensar algunas cuestiones que me interesan, pero no hay que detenerse estrictamente en eso: lo que importa
es cómo se (re)configuran en la biografía lírica. No hay que perder de vista lo que señala Broda “no
entendemos nada si intentamos explicar el amor de los poemas a través de los amores de la vida: es él, más
bien, el que los explicaría. El amor de los poemas está dedicado solamente a un único objeto que no dispone
sino de sustitutos. Sabe, y dice, que todo amor es ya metonimia” 82
Fuensanta está inspirada Josefa de los Ríos; una parienta lejana, mayor que él, a quien el poeta conoce en su
juventud pueblerina, se enamora, y aparentemente el padre se opone al matrimonio. Muere en México en 1917).
Como veremos, sin embargo, Fuensanta es mucho más que Josefa: es la amada ideal de la tradición provenzal,
la amada imposible, muerta, la posibilidad de una vida apcible en la provincia. (él empezó a dedicarle versos y pronto a
llamarla con el nombre poético de «Fuensanta» y terminó convirtiéndola en un verdadero mito personal, el primero y el último, el
más simple y el más enigmático de sus amores, la principal protagonista de su historia.
LA “Dama de la Capital” es Margarita Quijano, una mujer a la que corteja desde su llegada a México (1914), una
mujer con intereses artísticos, que participaba de círculos intelectuales y artísticos. Sin embargo ella termina por
rechazarlo: “el enigma de amor más intenso y más indescifrable de toda la poesía mexicana”; en Villoro
se habla de un pacto de silencio entre los dos sobre las causas del rechazo; Olga Rojas hipotetiza que
simplemente LV no era atractivo para una relación real (muy reconcentrado en sí mismo)
Hay algo interesante en este sentido en el poema “Todo” : “Si digo carne o espíritu /
paréceme que el diablo / se ríe del vocablo / más nunca vaciló / mi fe si dije “yo” 305 --Z
espíritu encarnado, cuerpo y alma // Yo, varón integral (Todo, Z, 205)
López Velarde era demasiado lúcido para no saber que al evadir la alternativa, consumación o desengaño, sacrificaba a la
Fuensanta real y a la amada a una suerte de limbo perpetuo, errante entre el antes y el después. Es lo que pudo ser y de ahí
que aparezca siempre como una criatura remota, en otro tiempo y en otro espacio. Encarna la provincia y los placeres
ingenuos, pero no inocentes, de la adolescencia: es lo que fue, y volverá a ser en el «tiempo apocalíptico», en el trasmundo.
«una epístola de rasgos moribundos, colmada de dramáticos adioses». Estas líneas, aunque no son del mejor López Velarde,
expresan muy bien lo que fue ese amor: una interminable despedida.
Poemas de LV donde imagina la muerte de Fuensanta. Más que amor, dice Paz, sintió por ella devoción. (O. Paz)
“te quise como a una dulce hermana” (13, Elogio a F) “flores de pureza entre tus manos
blancos y gentiles” “besos maternales”
Comparación del amor con ella del amor entre tus abuelos “Poema de vejez y de amor” 74 “te
llamo hermana”
“nupcias incruentas“ “en connubio sin mácula yacentes” 78 Poema de vejez y de amor
Maternal Varias veces, sobre todo en los primeros poemas dedicados a la «novia ausente», el poeta
recurre a la imagen de la orfandad para describir sus sentimientos de angustia por la separación o la
pérdida (Huérfano quedará, Elogio a Fuensanta, PP; Noches de hotel, SD). Que Fuensanta sustituye a la
madre es algo que han notado ya los primeros críticos de López Velarde. «La misma Fuensanta -dice
Emmanuel Carballo- no es únicamente una individualidad femenina, Josefa de los Ríos; es una
integración paciente, siempre anhelada y nunca lograda... Fuensanta resume las diversas aspiraciones;
la mujer madre, la mujer real, la imaginada y, en última instancia, la Madre Celestial -regazo- de todos
los hombres» --Z CULTO MARIANO
Fuensanta se puede amar sólo como una hermana, como una virgen, como una madona:
“hoy que se apaga, con la dicha mía / el altar que soñè para mis bodas” (Huérfano)
Guardaré los marchitos azahares/ entre los pliegues del nupcial vestido (A un iposible)
“aquella alborada en que soñé prender a un blanco pecho una fecunda rama de azahar” 116
pero sobre todo --Z “Y PENSAR QUE PUDIMOS” 117-118 donde imagina que su vida podría
haber sido con Fuensanta
Hay algo interesante en este sentido, que señala Canfield. La idealización de Fuensanta no es
tanto un punto de partida como un punto de llegada en LV (a diferencia de los trovadores, más
semejante si se quiere en esto a Dante). Hay por lo tanto, deseos carnales por Fuensanta que
eventualmente retornan (Canfield lo lee en clave “retorno de lo reprimido”) La dualidad
alma-cuerpo parece ser realmente irreconciliable para López Velarde y Fuensanta
adquiere en su fantasía la condición de ángel asexuado. Y es necesario
repetir adquiere: porque en principio no lo es. De ahí que la tentación erótica, mil
veces reprimida y sepultada en el inconsciente, logre siempre volver a presentarse
a la conciencia con renovado ímpetu. De ahí, preguntas que constituyen un
reproche a sí mismo, como la que cierra Ser una casta pequeñez, (ver Qué será lo
que espero, LSD)
“Del seminario” 8
“Elogio a F” 13 “los senos de una Santa”: es esta tensión que lo recorre, que parece casi
profanatoria
“Ella” castos senos de nieve, que beatos se hinchan como frutas en la heredad de Cristo” “se
asemeja al excelso retrato de la Virgen pintado por San Lucas” 18
Fascinación erótica en misa !!! mujer como peligro 102 Boca flexible, ávida “Eres un peligro
armonioso para mi filosofía petulante” 102
teológicamente se atribula
“Alma en pena” 25
“EL AdióS”33-ss
“dos fantasmas seremos en tranquilo amor” carne difunta “espíritus en vela” , hecha de
perfume transparencia “una pareja fallecida en flor”“Poema de vejez y de amor”
“mano inconsútil” 89
“pers
--Z en esta línea, Canfield señala que mientras otras mujeres aparecen en LV en ambientes
precisos, Fuensanta suele moverse en ambientes oníricos, idealizados, casi no descritos. “ Es
una especie de huerto espiritual donde cada rincón que ella ocupa y cada objeto
que toca se vuelven metáfora del alma.“ Por el contrario, el ambiente en que se
mueven las otras es palpable, real, y está intensamente caracterizado. v. Domingos
de provincia, Del pueblo natal, En la Plaza de Armas, SD; El minuto cobarde, Como
las esferas, A las provincianas mártires, Jerezanas, ZO).
Interesante en este sentido contrastar “El piano de Genoveva” (que está en los
primeros poemas) con “Para tus pies”, una suerte de reescritura de aquel, dedicado
a Fuensanta. El primero trabaja con un ambiente realista, incluso con alusiones
auto-biográficas (a la muerte del padre de LV). En cambio, enPara tus pies, con las
transformaciones que el poema sufre para poder ser dedicado a Fuensanta,
desaparecen en primer lugar todos los elementos realistas y en fin todo el tono de
la evocación adquiere la distancia reverente propia de la adoración
Algo interesante que señala Canfield es que, como veremos, en Zozobra estos símbolos se
irán tiñendo de un significado más sensual que inocente-puro; transmutándose para usar
una palabra propia del propio poeta. (veremos por ejemplo en “La mancha de púrpura”,
con los pájaros, “La última odalisca” con una flor que remite al sexo “si la eficaz y viva rosa
queda superflua y estorbosa”)
Alusiones trovadorescas
La amada no está “hecha para el mundo”: “tus plantas no son hechas / para los bails frívolos
del mundo / sino para subir por el Calvario / y exento de pagano sensualismo / el fulgor de tus
ojos es el mismo / que el de las brasas en el incensiario”
ELOGIO A Fuensanta 13
Primera vez que se la menciona con el nombre (→ explicar un poco lo del nombre, a partir de
Broda)
-Amor casto “te quise como a una dulce hermana” (eran parientes lejanos con Josefa), “flores
de pureza entre tus manos blancos y gentiles” (las flores serán muy recurrentes en los poemas
a Fuensanta) “besos maternales”
-“te ha rezado mi tristeza / como en los pobres templos parroquiales / el campesino ante la
Virgen Reza” → la dama es imagen de la Dama por excelencia, la Virgen, por lo que se le puede
rezar. Amor por la Virgen: “En algunos trovadores tardíos, la figura de la dama tendía a
confundirse con la de la Virgen María. Es el momento en que la Cosa de los cristianos toma el
nombre de Nuestra Señora” (Broda, 58)
En “Ella” dirá de su amada: “se asemeja al excelso retrato de la Virgen pintado por San Lucas”
18 también en “Poema de Vejez y de amor” “tu voz es un verso que se canta a la Virgen en las
tardes de mayo” 74LSD
En el citado «Elogio a Fuensanta», ésta pertenece al pasado y el poeta dice haberla amado
como hermana, madre, incluso Virgen. Así pues, desde el momento en que aparece, Fuensanta
encarna el amor puro y la niñez, la fe inocente y los valores tradicionales, el catolicismo y la
virginidad; y se identifica con la provincia y las provincianas, con el pueblo y la casa, la madre y
las hermanas, el Santuario y la Patrona misma de Jerez.
López Velarde encarna en Fuensanta lo que Bram Dijkstra llama el culto a la «monja
doméstica» y a la «tísica sublime»
“Elogio a Fuensanta”
“Alejandrinos eclesiásticos”
“Idolatría”
“A la gracia primitiva..”
“El adiós”
LSD 1916
“Cuaresmal”
“Canonización”
“A Sara”
ZOZOBRA
El poema final, en realidad el epílogo, «Y pensar que pudimos» es una fantasía sobre lo
que hubiera sido la vida de Fuensanta y el «idólatra» de haberse celebrado esa boda ya
imposible, de haber fundado juntos un hogar. Leído desde el conocimiento de la
trayectoria completa, en el final de La sangre devota López Velarde parece prefigurar,
como vamos a ver, no sólo su siguiente libro, Zozobra, sino también sus poemas
póstumos, como «El sueño de los guantes negros», esto es, adelanta el alejamiento y
muerte de Fuensanta, no ya una muerte simbólica sino real, el presentimiento de su
propia muerte y -superando la vida no vivida- el sueño de la boda en el más allá
Sintetiza las ecuaciones vitales con las que tantas veces el poeta, y tras él la crítica, intentaron
descubrir y definir su personalidad contradictoria: sus conocidas fórmulas duales «la devoción
católica y la brasa de Eros» (“El viejo pozo” , «el León y la Virgen» (Que sea para bien), «el
vigor sensual y la atrofia cristiana», «ultramontano e islamita» (Todo, Z, 205), “barro para mi
barro y azul para mi cielo” (Dejad que la alabe..” Z 158) , “mi ángel guardián y mi demonio
estrafalario” (Anima Adoratriz) 195 “soy un harem y un hospital” (La última odalisca, 200)
Ya en El son del corazón: “un clamor pagano y nazareno” (“El son del corazón”, 234)
“lucha de la Arabia feliz con Galilea”, “Me asfixia en una dualidad funesta Ligia, la
mártir de pesaña enhiesta y de Zoraida la grupa bisiesta” (33, El son del corazón, 237)
(«la dualidad funesta» (Treinta y tres), «la moral de la simetría»,
Prototipos de mujeres
De otra parte rinde homenajes a las bailarinas internacionales de gira por la capital (Antonia
Mercé y Tórtola Valencia), Salomés que encarnan el poder sexual sobre el hombre.
Empieza con «Hoy como nunca», una nueva, aunque parece que definitiva despedida a
Fuensanta. Hay que saber que hacia 1916 Josefa de los Ríos, verdaderamente agonizante, se
había trasladado a México, donde murió en mayo del año siguiente. Prácticamente todos los
críticos han dado por supuesto que el poema se escribió después de su muerte. Puede
probarse que en realidad es algo anterior, y aunque tiene un sentido elegiaco, se trata de una
despedida en plena agonía de Josefa, un proceso que, como deja traslucir el poema, López
Velarde tuvo que seguir muy de cerca, pues también sabemos que el médico que atendió a la
enferma fue el hermano del poeta, su inseparable Jesús.
Despedida: “toda tú una epístola de rasgos moribundos / colmada de dramáticos adioses” 123
“Hoy, como nunca, es venerable tu esencia / y quebradizo el vaso de tu cuerpo” –> parece
apostar a distinguir cuerpo y alma
Reaparece mucho de lo que vimos en los poemarios anteriores: la dama que es capaz de
“presidir” y dar la paz; el blanco (una sufrida blancura), lo helado (el minuto de hielo en que los
pies que amamos han de pisar el hielo de la fúbenbra barca) 123
Sensualismo: “azul sospecha de pasión” 125 “bondades veraniegas” “te respiro como a un
ambiente frutal”
en liviana aspereza
pero tú me revelas
--> retrospectivamente aquí, su estadio anterior, con Fuensanta, aparece como un amor
desdoblado: por un lado la “liviana aspereza” (las otras mujeres, terrenales, digamos) y por otro
el “suave suspirar de monaguillo” (la idealización de Fuensanta). Lo que abre este nuevo amor
es “el apetito indivisible” 126
Sigue «Transmútase mi alma…», que a su vez abre el ciclo más numeroso de poemas, el
inspirado en la «dama de la capital». Ésta, a diferencia de la pasiva y penumbrosa «dama de la
provincia», es imaginada con metáforas vehementes, como «torbellino», «volcán» o «criatura
solar» quemante y súbita, reveladora y cegadora. Representa el peligro y al mismo tiempo la
oportunidad de escapar de Fuensanta y de asumir definitivamente la vida adulta. Pero la
oportunidad se frustra. Según los testimonios biográficos, Margarita Quijano rechazó la petición
de matrimonio por alguna razón: la decisión de quedarse soltera, la diferencia de edad o, tal
vez, la diferencia social. El ciclo se cierra con «La lágrima». El poeta se instala en un dolor y
una soledad casi voluptuosos, y añade a su personaje de perdedor la máscara del solterón que
se complace en el sabor salado de la esterilidad y en la amargura por el hijo no tenido:
“Diste muerte a mi cándida niñez toda olorosa a sacristía” “sustituir mi agua clara con un licor
de uvas” –Z símbolos de madurez y sensualidad
Frente a ella (contra las que triunfa) “motín de satiresas” (otras mujeres exclusivamente
sensuales) y “coro plañidero de fantasmas” (inmateriales, onda Fuensanta )
Espera, finalmente un “fulgurante goce” (136) (algo bastante distinto de lo que espera de F)
El león y la virgen: mucho para decir. Depende el tiempo. Leo: el que se fue de la aldea (cáncer:
la familia). Independiente, heroico, un poco egomaníaco (Maddona, Moria Casán, Fidel Castro,
Michael Jackson son de Leo). Virgo: lo sistétmico, organizado,. En cuánto al amor, Leo
representa las pasiones juveniles, todavía proyectivas; virgo, la rutina, el amor más
“matrimonial”.
Empieza con algo que puede ser un juego (imponerse el no verla por un tiempo) pero también
parece una “prueba” o un pequeño ejercicio ascético en la línea de los trovadores 140
“Tú no sabes la dicha refinada / que hay en huirte, que hay en el furtivo gozo / de adortarte
furtivamente, de cortejarte/ más allá de la sombra, de bajarse el embozo / una vez por semana,
y exponer las pupilas (…) a la mancha de púrpura de tu deslumbramiento” (ciertamente
púrpura, color más sensual)
Como queda claro en esta serie (hasta aquí) la Dama de la capital aparece como una
posibilidad de amor que espera la consumación: se la acecha , se transmuta el alma en su
presencia, se desea que la relación “sea para bien” Esa posibilidad quedará frustrada en “La
lágrima”
Pero la posibilidad no se cumple. La serie sobre el amor capitalino se cierra -un círculo dentro
de otro círculo- con «La lágrima», nuevo poema del fracaso y del no tan frecuente tema de la
soltería masculina, que junto con el de la esterilidad va a hacerse cada vez más acuciante en
su literatura. El sueño del matrimonio, presente desde los primeros poemas a Fuensanta,
vuelve a frustrarse, acaso de manera más concreta y dolorosa.
El poeta se presenta solo e insomne, en la cama, que es como una tumba, oyendo los ruidos
de los gatos noctámbulos, símbolos de lujuria y de muerte, mirando la cal de la habitación,
llorando, definitivamente encerrado, después del fracasado intento de apertura, en sí mismo, en
su propio dolor. Lo hace con gran patetismo, pero al mismo tiempo con gran pudor, con
intensidad de sentimiento e imaginación:
lágrima en que navegan sin pendones
como un florecimiento / que se vuelve cosecha 125 bondades veraniegas 126 ambiente frutal
(126) (Transmutase)
“en tu rostro se ha posado el incendio y ha corrido la lava” “Diá último de marzo”; emoción
aves, sol” Que sea para bien… 135
“una luz que cegaba al sol de agosto” (Día 13) “tu tiniebla guiaba mis latidos, cual guiaba la
columna de guego al israelita” 145 “la llamarada de tu falda” 145
“sustituir mi agua clara con un licor de uvas” 135 “mis ojos te ven / apretar en los dedos (...)
éxtasis y placeres” 135 “fulgurante goce” (Que sea para bien)
TODO
Quizás un último poema que se puede comentar es “Todo”, donde aparece está integración de
lo sensual y lo cristiano-espiritual, : el hombre no es cuerpo o alma, sino varón integral: la
persona es “santa” “a pesar del moralista” y de “la comedia que la traiciona” (ni por lo uno ni por
lo otro . Da cuenta de sus andanzas con prostitutas… pero “vivo la formidable vida de todas y
de todos / en mí late un pontífice / que todo lo posee / y todo lo bendice” (205)
HUMILDEMENTE
«Espiritual al prójimo, mi corazón se inmola / para hacer un empréstito sin usuras aciagas / a la
clorosis virgen y azul de los Gonzaga / y a la cárdena quiebra del Marqués de Priola» (229),
nueva expresión de la «dualidad funesta» entre el cuerpo y el espíritu. La «clorosis» con la que
se caracteriza la, por otra parte, violenta familia del santo jesuita Luis Gonzaga, es una
enfermedad que en la época se relacionaba con la virginidad o abstinencia sexual; Le Marquis
de Priola es -como anota Sheridan- un dramón escrito en 1901 por Henri Leon Lavedan y
estrenado en México en 1910, sobre un libertino que muere, envenenada su sangre por el mal de
la sífilis
Oscilación/Totalización:
Pero en algunos casos, esta tensión parece más bien asumida como parte de la identidad
del sujeto (en línea con lo que vimos en el último poemario con el poema “Todo”).
Ver, en este sentido “El son del corazón”: “Mis hermanos de todas las centurias /
reconocen en mí su pausa igual / sus mismas quejas y sus propias furias” 233 Y a
continuación enumera “Soy… el druida; “Soy la alberca lumínica en que nada …
Scherezada”; “Soy el suspirante cristianismo…” para culminar en “un clamor pagano y
nazareno” (234)
AMOR ENCARNADO
En «La ascensión y la asunción» López Velarde hace una de sus utilizaciones poéticas
más audaces del mundo católico, cuando juntando los dogmas de la Ascensión de Cristo
y de la Asunción de la Virgen, los aplica a sí mismo y a Fuensanta, que aparecen juntos,
en «comunión», volando y alejándose del mundo:
Habría que explicar esto con cierto detalle. Hay, evidentemente, un uso que hemos
llamado profanatorio de elementos religiosos. El amado y la amada, identificados con
Jesús y con la Virgen: ascensión y asunción. Pero LV, que algo sabía de teología, insiste
en que lo que sube al cielo son cuerpos. En efecto, ese es -si se quiere- uno de los
puntos centrales del dogma. JEsús, resucitado, Asciende al cielo en cuerpo y alma. La
tradición atribuía ese mismo destino a la Virgen María: no muere, sino que asciende
(asunción, en su caso, pq es elevada, no asciende ella). Curiosamente, aún la asunción
de la Virgen no era dogma: será declarado recién por el papa Pío XII en 1950. Hay un
libro muy interesante de Jung, Respuesta a Job , donde analiza ese dogma (el único
dogma proclamado por la iglesia católica en el siglo XX en materia de fe) y lo que dice
justamente Jung es que -además de afirmar una suerte de deidad femenina para el
cristianismo- lo que afirma ese dogma, como el de la resurrección de la carne, es que el
Dios cristiano propone la salvación de la persona total, en cuerpo y alma. De nuevo el
“escándalo” de la encarnación. Creo que esto es lo que LV volverá a plantear, más
dramáticamente, en “El sueño de los guantes negros”
En “El perro de San Roque” dirá en este mismo sentido que “adoro en la mujer el
misterio encarnado” (249)
«El sueño de los guantes negros» transcurre en una capilla que está en la ciudad de
México y al mismo tiempo en el más allá, donde se va a celebrar otro encuentro, otro
sacramento:
Lo que sigue es una boda entre Fuensanta («la prisionera del Valle de México») y el
poeta también muerto: la «novia perpetua» y el «idólatra» se reúnen finalmente en una
imaginaria resurrección. Y los discutidos «guantes negros» corresponden a un fúnebre
vestido de novia, también de viuda, y son una prenda de fetichismo funerario. La
necrofilia -acaso el término que mejor designa esa confusión de sentimientos que
Fuensanta inspiró a López Velarde- nunca se manifestó tan violentamente como en este
verso: «¿Conservabas tu carne en cada hueso?» (284). Con estas nupcias del más allá
López Velarde se inscribe en una tradición que habían recorrido antes Swedenborg o
Poe, Novalis o Nerval. La mezcla de religiosidad, amor y muerte, presente desde sus
primeros poemas, se expresa con un lenguaje visionario que, sin dejar de ser
absolutamente personal, puede conectar con cierto Lugones, incluso con una discípula
de éste y de Baudelaire, Delmira Agustini, quien en sus mejores momentos también
llegó hasta los límites mismos del modernismo. No deja de ser significativo que esta
turbadora visión de los guantes negros -la boda con la muerte en la que siempre estuvo
soñando, el poema que estuvo escribiendo siempre-, quedase al final trunco, abierto.
Nota sobre “El sueño de los guantes negros”: las palabras entre corchetes son
conjeturas propuestas en la edición de las Obras de López Velarde, realizada por José
Luis Martínez y publicada por el Fondo de Cultura Económica. López Velarde escribió
el poema a lápiz en 1920, pero no lo publicó ni lo transcribió en su momento; cuando
se intentó recuperar el texto, varias palabras del mismo se habían borrado hasta
resultar ilegibles.)
Finalmente, “El sueño de los guantes negros”, que ha sido leído como la máxima
expresión de necrofilia del poeta, el amor por la muerta en tanto muerta. Y sin embargo,
en línea con lo que proponemos, es posible otra lectura. Hay un elemento fundamental
aquí, que no puede ignorarse. La amada no está exactamente muerta (como si lo está,
por ejemplo, en Qué adorable manía, donde es un esqueleto que anda) ni se idealiza lo
que no pudo ser (como en “Mi villa”) está resucitada.
LV había dicho en su “ORación fúnebre por Saturnino Herrán” Uno de los dogmas
para mí más queridos, quizás mi paradigma, es el de la resurrección de la Carne” (en
Zonanna, 259 “Oración fúnebre” por Saturnino Herrán). Este dogma, como ha
señalado Gustavo Zonananna, remite en LV a una forma de comprensión de la
muerte que permite superar la degradación (uno de los temores que más
recurrentemente manifeista el poeta tiene que ver con la degradación del cuerpo,
véase por ejemplo “Gavota”, en el Son) y a “una forma estética de redención del a
belleza corporal” (259)
Como afirma Hans Urs Von Balthasar, quizás el teólogo católico más importante del
siglo XX: “la resurrección de la carne da la razón a los poetas:
En este sentido, en Pacheco hay una comprensión que debería matizarse con respecto al
cristianismo: “Su liturgia (la de LV) es la veneración del amor; su remordimiento, la
conciencia católica que diaboliza el mundo y la carne… su horror la fugacidad y la
corrupción de todo. “ (Pacheco) Está más cerca Paz: La resurrección de la carne
significa, entre otras cosas, la redención del cuerpo. López Velarde creía apasionadamente en
ese dogma. Ahora bien: ¿creía en la resurrección de la carne o creía que creía? Tal vez El sueño
de los guantes negros, que es el poema de la resurrección, podría responder a esta pregunta. El
núcleo de esa composición, su línea cardinal, no es una respuesta sino una interrogación:
«¿conservabas tu carne en cada hueso?». López Velarde se hace la misma pregunta que
nosotros. Y no puede contestarla: «el enigma de amor se veló entero...». La respuesta es un
misterio indescifrable. No se percibirá el sentido de esta duda terrible si no se sabe qué y quién
es Fuensanta en la mitología del poeta.
Para Paz, Fuensanta es la Dama de los trovadores, incluso en este poema:
La identificación de alma y amada, constante en López Velarde, es el rasgo esencial de la concepción del
amor entre los provenzales y, a partir de ellos, lo que distingue nuestra idea del amor de las que han
tenido otras civilizaciones.
Los dos amores de López Velarde corresponden exactamente a la Dama de los poetas provenzales.
Ambos amores reales se funden -o más bien: se disuelven- en la figura de la amada muerta y resucitada,
«la prisionera del Valle de México». Pero esta Fuensanta ya no es el amor provinciano sino la Imagen de
López Velarde. No es un arquetipo en el sentido en que lo fue la Dama para los provenzales o Beatriz
para Dante. Imagen de una conciencia dividida, manchada, Fuensanta es todo lo que el poeta quería y no
quería ser. Si es la Muerta vencedora de la muerte, también es la que esconde su verdadera identidad en la
prudencia de unos guantes negros. López Velarde busca su verdadero ser en su Imagen pero, al
encontrarla, no se reconoce en ella. Hay una distancia insalvable entre Fuensanta y él. Esa distancia no es
física sino moral
Se puede situar a LV, con O Paz y Zonnana en el posmodernismo: “Hacia 1910 comienza,
primero en España y después en América, una tendencia que podemos llamar provinciana o
criollista y que continuó durante más de 15 años. El origen de este movimiento, que coincide
con el fin del modernismo y que es tanto su postergación como su réplica, se encuentra en la
poesía simbolista francesa” (Paz 5). Paz sitúa aquí, junto a LV, al Vallejo de LHN y al primer
Borges y Molinari.
Relación de LV con Baudelaire ((6-ss) “LV siente la fascinación de la carne, que es siempre,
fascinación ante la muerte” Los dos son “poetas católicos” dice O. Paz, “no en el sentido
militante o dogmático sino en el de su angustiosa relación , alternativamente de rebeldía y
dependencia, con la fe tradicional; su erotismo está teñido de una crueldad que se resuelve
contra ellos mismos” 6
“Hay en los dos la misma oscilación entre la realidad sórdida y la vida ideal” (…); la idolatría por
el cuerpo y el horror del cuerpo; la sistemática y voluntaria confusión entre el lenguaje
religioso y el erótico, no a la manera natural de los místicos sino con una suerte de
exasperación blasfema… En una palabra, hay el mismo amor por el sacrilegio” 7
“La mujer es la llave del mundo, la presencia que reconcilia y ata las realidades disgregadas;
pero es una presencia que se multiplica y así se niega en infinitas presencias, todas ellas
mortales. Multiplicidad femenina: duplicidad de la muerte. Una y otra vez el poeta intenta
reducir a unidad la dispersión. Una y otra vez la mujer se convierte en las mujeres y el poema
en el fragmento. La unidad solo se da en la muerte o en la conciencia solitaria” O Paz 9
Capaz en esta línea recuperar lo que dice Bentivegna en Castellani crítico acerca del
“estilo encarnado”
“Los dos momentos en que se divide su obra, La sangre devota y Zozobra, están regidos por
distintas figuras de mujer. Su experiencia amorosa está de tal modo ligada a su aventura verbal
que Fuensanta, la amada juvenil, y las incognitas mujeres de Zozobra y El son del corazón,
simbolizan para la mayoría de sus críticos no solo dos clases de amor sino dos estilos de
versificación” 16 (igual matiza un poco: Fuensanta no es “una sombra metafísica”; además en
LSD aparecen otras mujeres inquietantes al lado de ella
“ese amor [por Fuensanta], hecho de elementos contrarios, es una confusión: el refrigerio y el
desamparo, lo glacial y lo cordial, no se funden pero tampoco se separan. La ambigüedad no
reside solo en el objeto de su adoración sino en sus sentimientos: amara a Fuensanta como
mujer es traicionara la devoción que le profesa; venerarla como espíritu es olvidar que
también, sobre todo, es un cuerpo. Para que ese amor dure necesita preservar su confusión y,
simultáneamente, ponerlo a salvo de su contradicción. Su amor es el constante vaivén de los
dos términos que lo forman (…) No le queda más recurso que transfigurarlo. Fuensanta se
vuelve un cuerpo inaccesible y su amor algo que jamás encarna en un aquí y un ahora. No se
enfrenta a un amor imposible; su amor es imposible porque su esencia es ser permanente y
nunca consumada posibilidad” 16
De este modo “sacrificaba a la Fuensanta real”… “Es lo que pudo ser y de ahí que aparezca
siempre como una criatura remota, en otro tiempo y en otro espacio… Es lo que fue, y volverá
a ser en el “tiempo apocalíptico” en el trasmundo. Fuensanta, mujer real, se vuelve sombras.
(…) Es la imagen de la lejanía. Es la desaparecida, el ánima en pena, la ausente con la que se
sostiene un infinito diálogo imaginario”
Creo que más que amor sentía esa confusión de sentimientos que él llama devoción (17)
Quizás matizar que en Paz parece buscarse algo así como los “sentimientos” de LV por
Fuensanta, o al menos no se explicita claramente cómo se entiende la cuestión
“Un intenso poema que no llegó a terminar, El sueño de los guantes negros, relata la reunión
de los enamorados. En la primera línea el poeta nos dice que se trata de un sueño. Su claridad
alucinante, sus colores netos y su dibujo estricto, la precisión con que emerge ese paisaje de
fin de mundo y las sensaciones que nos sobrecogen al internarnos en esas estrofas de
resonancias concéntricas, la aparición de las dos figuras fantasmales en el centro de esa
inmensa cuenca de sal y, en fin, hasta las dos o tres líneas en blanco, hacen de este poema una
verdadera visión, en el sentido religioso de la palabra: un sueño con los ojos abiertos. (…) Nada
delata su condición ultraterrena [la de la aparición femenina] excepto que surge con unos
“guantes negros” (…) El poeta se pregunta: “¿conservabas tu carne en cada hueso?”. El mismo
no lo sabe”
Reunidos al fin, enlazadas sus cuatro manos como si fuesen los cimientos de “la fábrica de los
universos”, los amantes giran en un “circuito eterno”. Ha cesado la separación pero la
verdadera unión, como lo insinúa la prudencia de los guantes negros, es imposible. El poema,
más que la consagración de un amor que se consuma, parece ser el presentimiento de una
eterna condenación.” 17 acá me puedo separar un poco de la lectura de Paz, creo
La contraposición que plante O.Paz es entre erotismo y amor (nosotros diríamos, con Bataille:
erotismo de los cuerpos y de las almas)
“Placer y muerte son las dos caras de una misma medalla. Si esta idea tampoco es original, lo
es la intensidad con que la vive y las formas que adopta en su poesía y en su vida” 20
“LV escogió el amor y, al mismo tiempo, a la soledad. Toda su vida fue leal a esta contradictoria
decisión. Su obra es el emblema de su lealtad.” quizás esta es una de las claves. Lo que
hace a LV un poeta moderno y no un mero epígono de los trovadores es su capacidad de
sostener esa tensión, de habitarla, de escribirla. De eso “El sueño…” es un monumento
contundente.
Fuensanta había sido una figura pasiva, más un ídolo que una realidad; la segunda mujer es,
simultáneamente, un cuerpo y un espíritu; un cuerpo intocable y que lo hechiza; un espíritu
que lo espanta y le abre mundos desconocidos. 22
Le reconoce una complejidad espiritual semejante a la suya
“La posesión es imposible, pero si no lo fuera, sería igual : ¿qué hay más allá de un cuerpo?
Algo que, tal vez, no es la vida ni la muerte.
La plenitud, para LV, será desde entonces un más allá: la poesía o la muerte.”
Para O. Paz la decisión de LV de no procrear tiene que ver con vivir la vida con intensidad,
como algo único (en un sentido similar, creo, a lo que dice Denis de Rougemont sobre que la
muerte hace a la intensidad de la pasión)
“Su catolicismo no excluía, según el mismo lo advierte con frecuencia, dudas y vacilaciones” 24
La tesis fuerte de Paz es que la condenación de la existencia por parte de LV entronca con el
maniqueísmo y la tradición gnóstica 25
“La dualidad materia y espíritu, alma y cuerpo, amor sensual y amor espiritual, puede ser
cristiana si esa oposición o es definitiva, quiero decir: si los dos principios no son
irreconciliables”. 25 “la Naturaleza no es el Mal: es el mundo caído”. Para el catolicismo, hay
“un puente entre los seres caídos y el pleno ser”. Para LV, en cambio, las dos mitades jamás se
funden. El espíritu es invulnerable, incorruptible, intocable. La materia, sometida al tiempo,
vencida por su propio peso, cae: la materia es vulnerable (…) El dualismo de LV es radical y en
él debe verse el fundamento de su pesimismo. Su prosa y su poesía contienen innumerables
alusiones a este tema central, que a veces adquiere la forma de una obsesión”.
“La salvación del alma no puede consistir en la redención del mundo natural que postula el
cristianismo sino en la separación definitiva de la materia y del espíritu. O dicho de otro
modo: la aniquilación del cuerpo es la condición del regreso del alma a su origen. Por eso
la muerte es una potencia dual.” 26 Es enfermedad pero es también liberación.
“El horror a la muerte y la fascinación por la muerte que nos parecían una aberración y una
contradicción, dejan de ser obsesiones: poseen un sentido, forman el eje de una visión
espiritual bastante más coherente que las pobres e inconexas explicaciones de la
psicología en uso. 26
La resurrección de la carne significa, entre otras cosas, la redención del cuerpo LV creía
apasionadamente en ese dogma. Se dirá que no es posible conciliar esta creencia con la
idea de que la existencia es el Mal. Es verdad. Repetiré que ni él se preocupó por dar a su
obra la forma de un sistema intelectual ni yo busco en ella ese rigor. 26
Acá reintroduce “El sueño de los guantes negros” afirmando que su centro es una
pregunta sin respuesta. “La respuesta es un misterio indescifrable” 26
“En el caso de LV la realidad sentimental de Fuensanta se transfigura, al correr de los años,
en realidad metafísica. La transformación es ascndente y va de la novia provinciana al
amor imposible y de este a la Muerta” 27 “Para que la idolatría de la juventud se convierta
en la religión de la madurez es menester que pase por los purgatorios del erotismo y de la
muerte. Solo muerta, ya espíritu puro, la amada puede ser realmente Fuensanta. La
pregunta de El sueño de los guantes negros posee una resonancia equívoca. ¿Fuensanta no
acaba de ser espíritu porque el poeta sigue hechizado por el tiempo y sus trampas? ¿Cuál
es el significado de esos guantes negros, cuya prudencia acentúa más su fúnebre
erotismo? Son un obstáculo, una prohibición, pero ¿qué prohíben: la unión de las almas o
de los cuerpos? Los amantes giran en un circuito eterno –imagen que recuerda un célebre
pasaje de la Divina Comedia- sin jamás fundirse, sin estar muertos ni vivos del todo, ¿en un
pasaje que es del cielo o del infierno? Y ese amor, ¿es amor a la vida o a la muerte? No es
fácil responder a estas preguntas. Todas ellas se funden en otra: ¿quién es Fuensanta?
(sintetiza a Rougemont)
El engima se aclara si se piensa que esos guantes ocultan una imperfección. Y esa
imperfección es, precisamente, l oque tienta y seduce al poeta. No es imposible saber
en qué consiste esa tentadora imperfección. (…) La imperfección de Fuensanta es un
reflejo de la pasión fatal que lo tiene prendido…”
López Velarde es un poeta del amor, en el sentido casi religioso de la expresión: la pasión del
amor. Su obra se sitúa en la vía regia de una tradición que se inicia en Provenza y que tiene
como centros de irradiación sensible ciertos nombres: Dante y Petrarca, los barrocos
españoles y los metafísicos ingleses, los románticos alemanes, Baudelaire y los ismbolistas
franceses. Y ese camino de la poesía es también el camino de la pasión: en cada una de sus
estaciones nos ha dado una Imagen de la mujer… 30
Imágenes de ida y venida: péndulo, balanza, columpio… “LV no vive su conflicto de una manera
pasiva. Su obra no es únicamente la descripción del movimiento contradictorio de su alma: es
la tentativa por crearse a sí mismo, la búsqueda de un estado que reconcilie la discordia.”.
32”Hay un poema en el que LV cree encontrar, al fin, el reposo en el movimiento: El candil.
Hay un imán que atrae los elementos contrarios, un centro: el corazón, la concordia. Buscar
ese centro fue su destino de poeta. Aunque no lo haya encontrado, nos ha dejado las huellas
de su búsqueda: sus poemas.
Su obra parte de su interés apasionado por las cosas y los hombre, en particular por todo
aquello que la poesía tradicional había juzgado insignificante o trivial. El vínculo que establece
entre el mundo y su persona es de índole amorosa: el abrazo, la metáfora cordial. “33
-devota. De esta manera, ya en el título se deja entrever el aparente conflicto discursivo que se
presenta a lo largo de casi todos los poemas que constituyen el texto.
la figura femenina es siempre la destinataria de la voz lírica; y no sólo eso, sino que es el origen
y fin último de los devaneos erótico-religiosos del locutor.
Todos los estudiosos de López Velarde coinciden en algo que es obvio y evidente: la figura de
la mujer como motor de su producción literaria
CANFIELD
Hybris de LV: irse de la provincia a la ciudad – Castigo por esa Hybris: la soltería.
”Fuensanta es esta a «impregnada / del licor de un banquete espiritual». Fuensanta es «ara mansa, ala
diáfana, alma blanda, / fragancia casta y ácida». El poema ¿Qué será lo que espero?, en contraste
con Mi prima Águeda, está construido en base a la asonancia en a-a y a una repetición masiva de
esta vocal; especialmente en los últimos versos en los cuales, además de la paronomasia entre ara
- ala - alma, se advierte la textura homófona en a, cuyo centro de irradiación fonosimbólica es el
semantema de casta, que a su vez da origen a toda la isotopía espiritual: ara, mansa, ala, diáfana,
alma, blanda” (Canfield).
Fuensanta purifica el eros. Su presencia disipa las sombras del pecado en cierne y su beso resulta inaccesible a la
lujuria. Ser una casta pequeñez, escrito en 1915 o sea en la primera etapa de la madurez expresiva del poeta, es una
sola hipótesis, una sola larga y compleja proposición condicional a la que falta el «si» inicial, como para subrayar la
imposibilidad de su realización, y en la cual se propone el regreso a la inocencia-barbarie de la infancia
El poeta se pregunta por qué no y su pregunta roza el tema del mal. Se pregunta por qué no puede ser una
pequeña cosa entre las manos de la amada, el pañuelo de las jerezanas por ejemplo, o cualquier talismán secreto que
sirva para preservar a la vez la castidad del amante atormentado y la presencia amenazadoramente precaria del ángel.
Y en la misma pregunta asoma, involuntario, un principio de respuesta: «la eficacia de tu boca». En ella, si no hay
lugar para el pecado, habrá siempre motivo de tentación y así la cola del demonio habrá teñido de ambigüedad
también a la virtud.
16
El dualismo velardeano se resuelve en dualidad . El Bien y el Mal, identificados como fuerzas distintas que
luchan entre sí en el Edén prehistórico, se reúnen para formar una sola identidad en conflicto: la del poeta y la del
útero que lo genera, la Provincia. El estado de Zacatecas se define paradigmáticamente como el encuentro de las dos
potencias en lucha: «es un cielo cruel y una tierra colorada»
´
Lo poético es la relación entre el sujeto y el sitio, la manera de ser que tiene ese
sujeto allí situado. Lo poético no es el sitio sino la situación; en este caso, no la
provincia sino la nostalgia de la provincia en el exilio ciudadano; no Zacatecas, sino
el amor perdido en Zacatecas.
En López Velarde el conflicto entre la vida que reclama y el pasado que
inmoviliza se resolverá con un triunfo final total, absoluto, del pasado y con una
recuperación de la figura materna a dos niveles: uno íntimo y otro público. En el
primer caso se trata de un proyecto personal y aparece en los poemas póstumos
de El son del corazón; constituye inevitablemente los esponsales con la Muerte:
único modo ya para recuperar el útero materno. Será objeto del cuarto capítulo. En
el segundo caso se trata de un proyecto colectivo y asume los caracteres de un
programa político: renegar del progreso, renegar del presente histórico de México y
proponer que la nación regrese al rústico paraíso de las haciendas patriarcales
agrícolas donde una vez un niño fue feliz. La madre se recupera así por
identificación con la tierra. Toda la patria es una madre acogedora, o matria. Es La
suave patria y de ella trata el último capítulo.
II La mujer ángel
La mujer plural es una irradiación de la Única y por eso se hallan en las provincianas muchos de los rasgos que
definen a Fuensanta. En primer lugar, la santidad; en segundo lugar, la virginidad; en tercer lugar, la fraternidad.
Fuensanta no es solamente la Amada, sino sobre todo la Santa, la Novia y la Hermana
En el Edén prehistórico Fuensanta era alegre… En el exilio es imagen de devoción, guía espiritual, perpetuo ideal
inalcanzable, «novia del alma» por siempre virgen y jamás esposa. Seráfica, su poder es mayor aún desde la
ausencia.
en los múltiples poemas a la Amada, el paisaje o desaparece (v. Huérfano quedará, Ella, Alejandrinos eclesiásticos,
Tema II, Tu voz profética) o se trata simplemente de un lago que abiertamente simboliza el inconsciente 20 -o, en
términos velardeanos, el alma- o bien se trata de alusiones muy generales y -se diría- despersonalizadas a flores,
pájaros y aun casas, fuentes o balcones que adquieren inmediatamente un valor simbólico. Así, el «helado
invierno» y los «marchitos azahares» de A un imposible, respectivamente símbolos del desamor y del
matrimonio frustrado. Así, las «flores de pureza» del Elogio a Fuensanta contrapuestas a «la pagana rosa de
los ardores juveniles».
En todos los poemas de La sangre devota, Fuensanta se mueve en un ambiente intangible, inefable, que apenas se
puede convocar si no a través de la alegoría. La rosa, el ruiseñor, las alamedas, el campanario de la aldea, los
perfumes, pétalos y plumas, todo, carece de importancia por sí mismo y la adquiere en cuanto se vuelve punto de
referencia de la mujer divinizada
El paisaje de Fuensanta debe ser ideal y cada objeto que toca se vuelve metáfora del alma. Entre ella y el mantón
de Manila hay una distancia enorme que salvará la evocación del poeta: ella no viste el mantón, ella no participa en la
fiesta, ella simplemente desencadena el recuerdo. En las últimas siete estrofas del poema, por otra parte, prevalece el
tono de alabanza idealizadora.
Por el contrario, el ambiente en que se mueven las otras es palpable, real, y está intensamente caracterizado
Cuando las otras hablan se refieren siempre a acontecimientos inmediatos y sus palabras tienen la gracia y el salero
de los decires populares: «que Rosa tiene novio, que Virginia se casa» (Del pueblo natal, SD); «si estos
corredores / como tumbas, hablaran ¡qué cosas no dirían!» (Para el zenzontle impávido, ZO); lo mismo
que los versos que cantan: «Si soy la causa de lo que escucho, / amigo mío, lo siento
mucho» (Jerezanas, ZO). Cuando habla Fuensanta, en cambio, mantiene el tono alegórico e irreal que usa el poeta
para describirla
En el lenguaje intensamente erótico y atormentado de En las tinieblas húmedas (SD), ya no hay trinos risueños ni
blancos vuelos sino silencio y alas oscuras. En La mancha de púrpura (ZO) no se esconde la pulsión erótica; el
símbolo coordinador es el acecho del ave; están ausentes el canto y el candor; la imagen conclusiva es «el
plumaje de púrpura de tu deslumbramiento» . Entre La sangre devota y Zozobra el poeta recorre un
camino que va, en su vida privada, de Josefa de los Ríos a Margarita Quijano, es decir, del platonismo adolescente al
amor integrador de la madurez; y, en la imaginería poética, del ave-candor al ave-pasión y del blanco al púrpura.
Este color, en efecto, predomina sobre el blanco en Zozobra.
La idealización o descarnalización del territorio de Fuensanta parece ser la segunda etapa de un proceso que
comienza con la sacralización del espacio que le atañe.
Hay sin duda un modelo petrarquesco, más presente en López Velarde que en cualquiera de los poetas de su
generación, y Fuensanta parece descender de una familia de amadas entre las cuales están Laura y Beatriz y
hasta mi dons de la poesía provenzal, la Señora que impone el vasallaje de amor y enseña el Amor Cortés. Mucho
más que en ninguna otra de las amadas de la poesía moderna, en Fuensanta opera ese modelo de la mujer ideal,
angelicada, intangible, pensamiento constante y guía moral que fue primero de los provenzales, luego con
connotados distintos pasó a los stilnovistas y luego con connotados más distintos aún pasó a Petrarca. El modelo
llega a López Velarde naturalmente a través de la mediación de los prerrafaelistas y de los simbolistas-modernistas
que recuperaron a modo suyo a los «primitivos». Las semejanzas entre Fuensanta y la Dama de la tradición las ha
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señalado en primer lugar Octavio Paz y ha elaborado con ellas una lista minuciosa, riquísima , de la cual hemos
tenido por cierto buena cuenta. Sin embargo, es necesario recordar que también Paz ve en Fuensanta una
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encarnación de la provincia , que la diferencia con la otras (Águeda, Sara, Mireya) radica para él exclusivamente en
una mayor inmediatez de la relación31 y que la Fuensanta que se identifica con la Dama es para él sobre todo la
última, la amada muerta y resucitada de El son del corazón
En Para tus pies el acto de vasallaje se explicita en el caprichoso deseo de que ella le pise el corazón. Por esta vía se
llega a la «divinización» de Fuensanta que, de ahí a poco, se transforma en «Nuestra Señora de las Ilusiones» y en la
Santa Patrona (v. Canonización, SD) a quien el poeta no sólo reza sino que, en el extremo del delirio, quisiera
venerar «en diáfano capelo / en un rincón de la nativa casa»
La dualidad alma-cuerpo parece ser realmente irreconciliable para López Velarde y Fuensanta adquiere en su
fantasía la condición de ángel asexuado. Y es necesario repetir adquiere: porque en principio no lo es. De ahí que la
tentación erótica, mil veces reprimida y sepultada en el inconsciente, logre siempre volver a presentarse a la
conciencia con renovado ímpetu.
La misma Fuensanta será vista finalmente como una «¡oscura y radiosa esperanza!» en que la tiniebla del
deseo sobrevive e irradia contra la empecinada castidad. La preferencia de López Velarde por el oxímoron no es
simplemente lúdica; responde a una necesidad semántica. Se diría que es una elección estilística que impone el
referente: es decir, sus sentimientos esencialmente contradictorios
En estos versos Fuensanta se perfila a través de una rica isotopía del frío, cuyo campo semántico coincide con el del
frío en sentido metafórico, o sea, la castidad, y por lo tanto también con la limpieza en sentido físico y
moral: «helada virtud», «cordial refrigerio», «glacial desamparo», «lecho de
doncella», «lluvia», «lino recién lavado», «cosa casta», «escarcha», etc., isotopía que se puede
rastrear incluso en otros poemas (v. A un imposible y Coses en dulce paz de PP; Tenías un rebozo de seda, Viaje al
terruño, Un lacónico grito de SD; y Hoy como nunca de ZO). Pero esta vez toda la blancura y todo el hielo del ángel
no bastan para cerrar las «fauces lóbregas del apetito» y todo el ambiente se enrarece
constituye un ejemplo clarísimo de cómo regresa todo aquello que se reprime, usando inclusive como vehículo
las mismas imágenes que habían servido para defenderse de la pulsión.
Quiere decir que en la prehistoria, o en la pre-escritura, antes de ser un ángel asexuado, Fuensanta fue una mujer
imposible y su amor se presentó como un tabú. Muchas veces López Velarde la llama «hermana» (v. Elogio a
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Fuensanta, A la traición de una hermosa, Poema de vejez y de amor) y declara explícitamente que ella le está
«vedada». Se impone entonces una pregunta: ¿Fuensanta es sublimada en la condición de hermana porque su amor
está prohibido o, al revés, la prohibición surge porque ella es, de algún modo, efectivamente, hermana? Según
Octavio Paz, este amor es imposible porque «su esencia es ser permanente y nunca consumada posibilidad», porque
la ambigüedad reside, antes que en el objeto de su adoración, en sus sentimientos y porque para hacer durar ese amor
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necesita preservar la confusión .
Nosotros preferimos tomar las declaraciones del poeta al pie de la letra. Josefa de los Ríos no era su pariente
consanguínea; pero la diferencia de edades entre ellos y la íntima relación dentro del hogar crearon la oposición de
las familias. Mientras que de niños habían jugado juntos, de adolescentes sus entrevistas adquirieron un sesgo
clandestino ACÁ ME PARECE QUE LEE EN TÉRMINOS EXCESIVAMENTE BIOGRÁFICO PSICOANALÍTICOS:
FUENSANTA SE IDENTIFICA CON LA MADRE, POR ESO ES TABÚ E IMPOSIBLE, POR ESO EL PADRE ESTÁ AUSENTE
(MUERTO SIMBÓLICAMENTE) EN LA POESÍA DE LV PERO SU PROHIBICIÓN TABÚ DEL INCESTO PERSISTE
En esta forma peculiar de fetichismo, además del enmascaramiento o la sublimación del deseo erótico, se puede
leer otro mensaje: la pequeña cosapor excelencia que la mujer lleva consigo un tiempo y que está a su merced
porque de ella depende y de ella recibe la vida o el olvido es el embrión. Podría tratarse entonces de un impulso de
regreso al útero materno, particularmente claro en las imágenes de adherencia:
Las referencias a la cualidad maternal del amor que dispensa Fuensanta son muchas, aunque no aparezcan
demasiado subrayadas en cada contexto. Por ejemplo, en ella él descubre «el sabor de los besos
maternales» (Elogio a Fuensanta, PP); sobre sus senos se puede «dormir en paz» (idem y Ella, PP);
con «instinto maternal» ella lo subiría a su regazo (Ser una casta pequeñez, SD); es la conductora, la que lo lleva
de la mano (A una ausente seráfica, PP; Poema de vejez y de amor, SD); y toda ella es blanda -su seno
es «blando» por oposición a «túrgido» (v. En las tinieblas húmedas, SD)- porque en ella lo maternal ahoga lo
erótico.
Que Fuensanta sustituye a la madre es algo que han notado ya los primeros críticos de López Velarde. «La misma
Fuensanta -dice Emmanuel Carballo- no es únicamente una individualidad femenina, Josefa de los
Ríos; es una integración paciente, siempre anhelada y nunca lograda... Fuensanta resume las
diversas aspiraciones; la mujer madre, la mujer real, la imaginada y, en última instancia, la
Madre Celestial -regazo- de todos los hombres» 46.
Y en efecto la «mariolatría» americana tiene en México un símbolo bien individualizado: la Virgen de Guadalupe, de
Extremadura, que se ha superpuesto al culto de la diosa-madre de las aztecas, Tonantzin. Guadalupe es la reina de
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los mexicanos y casi el emblema nacional .
Así, en la base de la poesía velardeana, o en la base del trauma que la genera, nos encontramos con el prototipo
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de todos los traumas psíquicos: desear a la madre sin lograr alcanzarla .
Resumiendo, se puede decir que Fuensanta, primer objeto de elección sexual del poeta, es la proyección de la
figura materna. La unión con ella significaría la armonía total, el regreso a la unidad primordial y la victoria sobre el
trauma de la separación. Pero la unión con ella, que no puede ser sino sexual, está prohibida. La eliminación de la
figura paterna es un síntoma neurótico que revela la represión del origen del tabú y completa el cuadro edípico. La
prohibición de tocar a la mujer se mantiene sin embargo en virtud de la obediencia póstuma y del remordimiento
filial. Fuensanta se puede amar sólo como una hermana, como una virgen, como una madona:
Versos endecasílabos
Rima asonante con predominancia de sonido “o”. En casi todos los versos la
rimaes e-o, con excepción de los versos 4 (“silencio”), 6 (“misterio”), 21 (Méjico), 25
(Méjico) y 33 (cementerio) donde la rima asonante es en e-i-o.
(e-o: parece recurrente lo negro y lo muerto)
IV El triunfo de la muerte
Versos endecasílabos
Rima asonante con predominancia de sonido “o”. En casi todos los versos la
rimaes e-o, con excepción de los versos 4 (“silencio”), 6 (“misterio”), 21 (Méjico), 25
(Méjico) y 33 (cementerio) donde la rima asonante es en e-i-o.
(e-o: parece recurrente lo negro y lo muerto)