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El documento discute la importancia y pertinencia de la filosofía en la educación. Afirma que la filosofía es un diálogo amplio e inconcluso que ha construido la humanidad a lo largo de la historia. Sin embargo, su importancia se ha oscurecido en sociedades donde la educación se enfoca principalmente en la inserción laboral. El documento también distingue entre "labor" y "trabajo", y propone que la juventud es una etapa para formar personas reflexivas más que para prepararlos solo para el mundo laboral. Finalmente, sugi
Descripción original:
Texto sobre el quehacer filosófico, comparando la modernidad con la antigua Grecia
El documento discute la importancia y pertinencia de la filosofía en la educación. Afirma que la filosofía es un diálogo amplio e inconcluso que ha construido la humanidad a lo largo de la historia. Sin embargo, su importancia se ha oscurecido en sociedades donde la educación se enfoca principalmente en la inserción laboral. El documento también distingue entre "labor" y "trabajo", y propone que la juventud es una etapa para formar personas reflexivas más que para prepararlos solo para el mundo laboral. Finalmente, sugi
El documento discute la importancia y pertinencia de la filosofía en la educación. Afirma que la filosofía es un diálogo amplio e inconcluso que ha construido la humanidad a lo largo de la historia. Sin embargo, su importancia se ha oscurecido en sociedades donde la educación se enfoca principalmente en la inserción laboral. El documento también distingue entre "labor" y "trabajo", y propone que la juventud es una etapa para formar personas reflexivas más que para prepararlos solo para el mundo laboral. Finalmente, sugi
Al hablar de filosofía llega a nuestra mente un entramado de ideas, teorizaciones y
problemáticas, las cuales, no obstante su imperiosa radicalidad e importancia continúan presentes e inconclusas. Y es que la filosofía, ha sido y es, ante todo amplitud e inacabamiento. Amplitud como un interminable dialogo que diversos hombres y mujeres de muy variadas culturas, épocas, lenguas e historias de vida han construido, seguramente por necesidad, pero ante todo por deseo; dialogo al que todo ser humano puede ser arribar. Inacabamiento porque su génesis es el propio hombre con su inagotable impulso de asombro y disposición a la reflexión por el sentido y los fundamentos: es decir el llamado a filosofar. El filosofar se rehúsa a abandonarnos, o mejor es el hombre quien no lo deja partir, porque el filosofar está en el hombre como su corazón mismo, en su centro. Si utilizamos el término de moda en el discurso educativo, diríamos que la pertinencia de la filosofía se ensombrece en una sociedad cuyas exigencias productivas y de mercado determinan el andar de las políticas educativas, pues suponen que el fin último y único de la educación debe encaminarse a que los egresados logren insertarse satisfactoriamente al tan codiciado ámbito laboral; desde esta lógica, la inserción laboral resulta ser la función prioritaria de la escuela. Al respecto es oportuno traer a cuento lo dicho por la filósofa alemana Hanna Arendt, quien, entre otros asuntos, se encargó de precisar el término labor diferenciándolo del término trabajo. Arendt se refiere a la distinción que Locke hace entre manos que trabajan y cuerpo que labora, como reminiscencia de la diferencia griega entre el artesano y aquellos que, como los esclavos y los animales domésticos, atienden con sus cuerpos a las necesidades de la vida. En la Grecia antigua había un desprecio por la labor solamente encaminada a la satisfacción de las necesidades primarias, un rechazo a todo esfuerzo que no dejara huella, monumento o gran obra digna de ser recordada. Fue en la época moderna, a decir de Arendt, cuando se equipara al rango del trabajo, y éste se exalta como fuente de todos los valores. Surgen entonces clasificaciones de trabajo productivo e improductivo, experto e inexperto, manual e intelectual, sin embargo, en todas ellas subyace la distinción entre labor y trabajo. Para Arendt, tanto la labor como el trabajo producen; solo que a diferencia de la productividad del trabajo, que añade nuevos objetos al artificio humano, la labor se orienta a su propia reproducción, dicho de otra forma la labor permite a sobrevivencia. Si bien es cierto, que todo joven tiene la necesidad y el derecho de poseer un conjunto de diversos conocimientos y desarrollar capacidades, habilidades, actitudes y valores que le permitan desenvolverse lo mejor posible en el ámbito universitario y/o laboral; también es cierto que la juventud es una etapa inmejorable para formarlo como persona. Camino que sin duda supone el ejercicio de su libertad, en el que prefiera la duda sobre la ciega aceptación, el dialogo sobre la silenciosa imposición, la reflexión sobre el pasivo letargo, el saber sobre la oscura ignorancia, el entendimiento sobre la aferrada creencia, la inclinación hacia la paz sobre la absurda intolerancia. Si asentimos con lo dicho hasta aquí, una cosa no menos importantes y más bien fundamental sería preguntarnos ¿Cómo hacer que los estudiantes filosofen? ¿Hay una propensión natural del ser humano a filosofar? Sin duda encontrar respuestas definitivas sobrepasa el objetivo de esta disertación, no obstante una luz al final del túnel es representada por Aristóteles, cuando afirma en las primeras líneas de su Metafísica, el deseo natural del hombre por saber, por aprender, deseo que constituye el elemento fundamental de todo proceso de aprendizaje. Para el caso del bachillerato, la experiencia nos dice que efectivamente, los jóvenes tienen no solo la disposición, sino el deseo de relacionarse filosóficamente con el mundo. En este primer momento. El objetivo medular es lograr que quien estudie, sienta el impulso que lo aproxime al saber, que redescubra ese sutil goce que el filósofo experimenta al “saborear” la realidad a través de la admiración y la reflexión por el fundamento y sentido de las cosas. Después, aquel deseo habrá de ser continuado con el más grande de los proyectos: conocerse para llegar a construirse a sí mismo. Aquella antigua aspiración socrática, hoy es vigente. Dicho en palabras de Michel Onfray, “el deseo se sostiene, vale, cuenta y pesa si da lugar al placer de hacerse paso a paso, de elaborar un proyecto y de construir, hasta donde se pueda una identidad que nos sostenga” Tomado de: ALONSO R. Maren. La lámpara de Diógenes, revista de filosofía, números 20 y 21, 2010; pp. 191-198.
Propuesta Metodologica de Ejercicios Sensoriales y Motores para La Clase de Educación Física Del Jardin Infantil "Mis Chiquillos Contentos" Del Icbf de La Comuna 11 de Cali.