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Responsabilidad social

Responsabilidad social

Convivir en la diversidad

Responsabilidad social y corresponsabilidad. Ser socialmente responsable

El valor de las buenas prácticas de ciudadanía responsable en las sociedades actuales

Referencias
LECCIÓN 1 de 5

Responsabilidad social

En un mundo cada vez más urbanizado e interconectado, las sociedades y las personas encuentran en la
convivencia una de sus preocupaciones centrales. Las manifestaciones de convivencia, ya sean armónicas
o conflictivas, encuentran elementos “potenciadores” en las disposiciones afectivas, en las capacidades de
comprensión y en el desarrollo de competencias para un buen vivir en común; y elementos “amenazantes”
ligados a los reduccionismos, fanatismos, intolerancias y diversos modos de violencias (Firoino, 2017). 

En América Latina, y en el sur global en general, grandes grupos humanos se encuentran excluidos de los
principales “beneficios del progreso” y transitan su día a día en lucha por cubrir las necesidades familiares
más básicas. La creciente desigualdad social presenta una de sus manifestaciones más crudas en los
miles de personas que mueren cada día a raíz de cuestiones vinculadas a la pobreza. En la gran mayoría de
los casos, se trata de muertes evitables (a través de recursos económicos o medios tecnológicos
existentes) que afectan principalmente a niñas y niños, mujeres y ancianos. En este sentido, Bernardo
Kliksberg (2011) destaca los principales escándalos éticos de nuestro tiempo:

El hambre inexplicable

Los niveles de productividad en los sectores agrícolas y de alimentos nunca han sido tan elevados como
en la actualidad; sin embargo, uno de cada seis habitantes del mundo padece de hambre crónica. Los
más afectados son las niñas y niños, más aún si se considera que la desnutrición en edad temprana
marca con la vulnerabilidad a esos cuerpos (física y subjetivamente) para toda la vida. Esta problemática
social pasa a ser algo más “explicable” si reconocemos que su raíz no se vincula solamente con la
producción de alimentos, sino también con la distribución y el acceso a ellos y, finalmente, con su
consumo y asimilación.

Déficit de agua potable e instalaciones sanitarias

Casi la mitad de la población mundial no tiene acceso permanente al agua potable ni cuenta con un
ambiente sano para la salud. Ante la falta de agua, muchas poblaciones consumen aguas contaminadas
(no aptas para el consumo humano) y esto deriva en enfermedades. Nuevamente, los niños son el
principal grupo afectado por este mal: se estima que casi dos millones de niños mueren cada año por
estas causas.

Las elevadas tasas de mortalidad infantil y mortalidad materna

Según cifras de Naciones Unidas, en el año 2010, murieron 8,1 millones de niños y 350.000 madres por
causas evitables vinculadas a la pobreza. Además, el 98 % de estas pérdidas ocurrió en países en
desarrollo. Estos datos, tan dolorosos, reflejan las consecuencias de la inequidad en el acceso a la salud
y de las problemáticas anteriormente mencionadas. En tal sentido, un aspecto no menor resulta al
observar que las tasas de mortalidad infantil y materna presentan mayor incidencia entre las
comunidades originarias (o poblaciones indígenas).
Los déficits en educación

Los países que lideran los rankings de progreso tecnológico y económico se caracterizan por haber
realizado y mantener inversiones sistemáticas y de largo plazo en educación. Mientras tanto, en el sur
global, cientos de millones de niños no asisten a la escuela, otros tantos desertan durante la primaria y
muchos más no finalizan sus estudios secundarios. El sesgo de género también es notorio: dos tercios
de la población analfabeta está compuesto por mujeres. Respecto a los estudios universitarios, en
América Latina, en el grupo conformado por el 20 % con mayor poder adquisitivo, 27 de cada 100 jóvenes
completa sus estudios universitarios. En contraste, apenas 1 de cada 100 jóvenes egresa de la
universidad dentro del sector integrado por el 20% con menores ingresos. A modo de ejemplo, mientras
que Finlandia invierte en educación primaria 5373 dólares por alumno, México destina 1604 y Perú 446
dólares. Argentina se caracteriza por ser uno de los países que más invierte en educación a nivel
regional; no obstante, la profesión docente se caracteriza de manera bastante similar en toda América
Latina: desjerarquización de la profesión, precarización en las condiciones económicas, limitación de las
posibilidades de capacitación y desarrollo. Como consecuencia, la mayoría de los docentes necesita
tener otro empleo.

La generación perdida

Con este término la Organización Internacional del Trabajo (OIT, como se cita en Kliksberg   2011) se
refiere a los jóvenes que no han ingresado al mercado de trabajo. Gran parte de los puestos de trabajos
que se han destruido durante las crisis económicas no se ha regenerado y este fenómeno afecta
especialmente a la población juvenil. En este caso, las cifras no discriminan tanto entre norte y sur: en
muchos países europeos y de América del Norte, la desocupación juvenil ronda o supera el 25 %. A su
vez, muchos de los jóvenes con títulos universitarios hoy ocupan puestos que antes eran desempeñados
por personas menos calificadas en términos educativos. En América Latina se estima que el 20 % de los
jóvenes se mantiene fuera del sistema educativo y del mercado de trabajo. Calificar a este grupo como

los ni, ni presenta varios problemas; principalmente, el hecho de autorresponsabilizarlos ante tal
os , p ese ta a os p ob e as; p c pa e te, e ec o de auto espo sab a os a te ta
situación, como si fuese algo buscado o deseado por ellos. Muy por el contrario, los datos señalan que
en la región son más de 14 millones los menores de 14 años que trabajan. La desnutrición y la
precariedad habitacional son otros de los factores determinantes en la deserción escolar. Excluidos del
sistema escolar, muy difícilmente estos jóvenes puedan conseguir un trabajo formal, y quedarán
“destinados” al mercado informal de trabajo, en condiciones de elevada precariedad.

Discriminación de género

En las últimas décadas, una gran cantidad de mujeres se ha incorporado en los mercados de trabajo y en
la participación pública (ciudadana, política). No obstante, existen numerosas desigualdades de género.
En América Latina las mujeres perciben un salario 30 % inferior al de los hombres por iguales
responsabilidades laborales. Menos del 10 % de los altos ejecutivos está compuesto por mujeres. Algo
similar se observa en los altos cargos de gobierno y en el sector financiero. Estas desigualdades se
profundizan al ser las mujeres quienes mayor tiempo dedican a las tareas del hogar, la educación y el
cuidado de los niños. Por lo tanto, las mujeres trabajadoras muchas veces quedan obligadas a realizar
méritos o destacarse para ser respetadas en términos laborales, a la vez que mantienen una doble
jornada laboral (doméstica y extradoméstica). A nivel general, la cultura machista está presente en
estereotipos que se reproducen en ámbitos públicos y privados, como en las escuelas, los medios de
comunicación y hasta en la propia familia. La violencia de género resulta una de las problemáticas más
dinámicas de estos tiempos y manifiesta la desigualdad de género de una manera sumamente cruel.

Cambio climático

La contaminación atmosférica, la masiva extinción de especies y la deforestación y la desertificación de


amplias regiones manifiestan una ruptura en los equilibrios ecológicos más básicos y planetarios. Se
estima que más de 50 millones de personas conforman el grupo de los llamados refugiados climáticos:
se trata de comunidades desplazadas de sus territorios a causa de huracanes, inundaciones,
desertificación, epidemias y otros efectos del cambio climático. En estas cuestiones, la inequidad norte-
sur es muy alta: por cada víctima en el norte, hay 80 víctimas en el sur. Entre los más vulnerables a estos
efectos, se encuentran los campesinos pobres y los pobres urbanos. Respecto al cambio climático, los
datos son contundentes: en la última década, se dieron 9 de los 10 años más calientes y se registraron
temperaturas records (desde 1880, año en que comenzaron las mediciones). Las olas de calor y de frío
extremo se cobran miles de muertos cada año en países de todo el mundo.
LECCIÓN 2 de 5

Convivir en la diversidad

Cada uno de los escándalos éticos mencionados constituye problemáticas sociales más que significativas,
por lo que implican en términos cualitativos y cuantitativos. Se estima que las personas que se encuentran
debajo del umbral de la pobreza destinan entre el 50 % y el 80% de sus ingresos a la compra de alimentos.
Por lo tanto, el aumento del precio de los alimentos (ya sea por inflación, por escasez de productos, por
aumento de la demanda o por la causa que fuere) es una problemática que afecta principalmente a este
grupo, sector o clase social.

En Argentina, la importancia que ha tomado la violencia de género durante los últimos tiempos parece
combinar una creciente visibilidad (reconocimiento) con un aumento de los hechos de violencia. En esta
dirección, a continuación, se presenta un artículo que refleja la importancia de poder contar con estadísticas
sobre las problemáticas sociales, tanto para diagnosticar la situación y visibilizar a víctimas y victimarios
como para discutir y diseñar posibles soluciones. 

Lectura obligatoria: “Argentina registra 86.700 denuncias por violencia de género en


2017”

ACCESO WEB

Fuente: Rivas Molina, F. (2018). Argentina registra 86.700 denuncias por violencia de género en
2017.  Publicado en El País. Recuperado de:
https://elpais.com/internacional/2018/03/08/argentina/1520524596_177942.html

Dentro de las siete problemáticas sociales mencionadas por Kliksberg (2011), pueden reconocerse, al
menos, los siguientes grupos sociales: niños y niñas pobres, madres, pueblos originarios, expulsados del
sistema educativo, trabajadores precarizados, jóvenes “ni, ni”, mujeres, refugiados climáticos, campesinos
pobres y pobres urbanos. Cabe mencionar que muchos de estos grupos hacen referencias a categorías
dinámicas y no es la idea de este texto reforzar el etiquetamiento o las estigmatizaciones, sino más bien
reconocer la diversidad de situaciones y trayectorias que atraviesan las principales problemáticas sociales
de nuestro tiempo.

En función de lo expuesto, la vinculación entre problemáticas sociales y grupos sociales resulta un aspecto
central al momento de reconocer la diversidad de actores y situaciones existentes y de pensar en posibles
soluciones sustentables, es decir, que sean sostenibles en el tiempo y que no solo beneficien a una minoría
en perjuicio de una mayoría. A continuación, se propone la siguiente actividad de repaso, en donde deberás
vincular una serie de problemáticas sociales con el principal grupo social afectado.

Realiza la siguiente actividad. Arrastra las sentencias a la categoría


correspondiente:

Niños y niñas

Hambruna (desnutrición,
Dé cit de agua potable
malnutrición)

Mortalidad por causas


evitables
Mujeres

Discriminación de género

Jóvenes y adolescentes

Exclusión del sistema


Desempleo o empleo precario
educativo
LECCIÓN 3 de 5

Responsabilidad social y corresponsabilidad. Ser


socialmente responsable

En América Latina, la Responsabilidad Social Universitaria (RSU) tiene como antecedente primero a la
Reforma Universitaria de 1918, que tuvo lugar en la Universidad Nacional de Córdoba. Uno de los aspectos
centrales de dicha reforma consistió en que las funciones universitarias de formación e investigación sean
complementadas (ampliadas) con funciones de extensión o vinculación social. Tiempo después, estas
búsquedas de soluciones a los problemas existentes en el medio social –en pos de un desarrollo más justo
y sostenible– fueron siendo acompañadas también por el accionar de empresas privadas y asociaciones
civiles, cooperativas y fundaciones, desde los ámbitos que comúnmente se denominan responsabilidad
social empresarial (RSE) y organizaciones de la sociedad civil.

La universidad, como actor social de relevancia, puede (o no) acompañar el desarrollo de la sociedad en su
conjunto y aportar en la resolución de sus problemas fundamentales. Lo mismo ocurre con los demás
actores sociales, incluyendo a los profesionales y a la ciudadanía en general. En este marco, el concepto
corresponsabilidad pretende destacar el compromiso con las dinámicas colaborativas que deberán
desarrollar todos los actores que se consideren responsables. 

 A modo de resumen parcial, podemos hacer explícito que la responsabilidad social que
proponemos como objeto de estudio, de reflexión y de práctica en la Práctica Solidaria se
orienta a formar profesionales responsables con otros, es decir, que sean conscientes del
impacto de sus actividades, de las problemáticas sociales existentes y que apuesten por el
abordaje colaborativo en pos de construir el mundo deseado (supuesto como más justo y
equitativo).
Ética y ciudadanía responsable

La responsabilidad social para ser debe ser genuina, sin parcialidades ni segmentaciones. Por lo tanto, no
se trata de implementar actuaciones responsables en un ámbito y dejar otros espacios ocultos a la mirada
de la ética. Precisamente, la ética hace referencia a la coherencia personal, profesional e institucional
(según se trate de ciudadanos, profesionales y organizaciones, respectivamente) entre acción y discurso.
No siempre es fácil mantener una plena consistencia entre lo que hacemos y lo que comunicamos
discursivamente; por ello, las nociones de ética y la responsabilidad son un fin para alcanzar y, sobre todo, el
único medio posible para construir el mundo deseado. 

Podemos encontrar tantas definiciones de responsabilidad social como autores que hablan de ello; no
obstante, la gran mayoría se refiere (implícita o explícitamente) al desarrollo sostenible o sustentable,
prestando atención a las consecuencias ambientales y sociales de la actividad humana y de las
organizaciones (Estados, empresas, etc.) (Vallaeys, De la Cruz y Sasia, 2009). 

El mundo que habitamos (y que habitaremos) no puede mantenerse como un territorio fragmentado (en lo
ideológico, lo económico, lo religioso, etc.) que se desarrolle “bien” en un sentido y “mal” en otros. Para esto,
resulta fundamental que la ciudadanía abandone su mirada fragmentada del mundo, generalmente
dominada por el desarrollo económico, en donde una persona u organización es exitosa en función de sus
ganancias, sin prestar atención a las consecuencias ambientales y sociales que subyacen (y exceden) en
cualquier negocio puntal (en el Módulo 4, se profundizará sobre nociones de ciudadanía).
LECCIÓN 4 de 5

El valor de las buenas prácticas de ciudadanía


responsable en las sociedades actuales

La responsabilidad social también puede ser entendida como una política de gestión que obliga a cada
organización a internalizar sus externalidades (impactos indirectos). La gestión cotidiana de una
organización tiene numerosos impactos sociales directos e indirectos, entre los que podemos señalar
aquellos referidos a sus procesos de tomas de decisión y solución de conflictos, al trato laboral, a la política
ambiental o a la selección de proveedores (Vallaeys, De la Cruz y Sasia, 2009). En estos casos, estamos
hablando de responsabilidad social organizacional (universitaria, empresaria, etc.), pero no resulta muy
diferente si lo pensamos a nivel personal o profesional. La siguiente cita profundiza en tal sentido:

El proceso de desarrollo integral de la persona y de la sociedad requiere tanto de una


economía ecológica y culturalmente sustentable, como de una ética pública… guiada por
un principio de corresponsabilidad solidaria fundado en la intersubjetividad y en una
conciencia de la asunción de las consecuencias y de los efectos que previsiblemente se
sigan de las acciones humanas. (Michelini, como se cita en Fiorino, 2014, p. 284). 

A partir de lo trabajado en esta lectura, es posible retomar la noción de sustentabilidad (tema que ya hemos
abordado en el Módulo 2). La siguiente actividad de repaso se propone como un elemento que aporta a una
mirada integral en torno a la responsabilidad social, la ciudadanía responsable y la sustentabilidad.

En función de lo leído, vincula cada una de las oraciones de la primera columna


con el concepto al que hace referencia. 
Destaca la colaboración entre
Corresponsabilidad
diferentes actores responsables.

Coherencia (personal, profesional e


institucional) entre acción y Ética
discurso.

Implica la gestión cotidiana de


impactos sociales directos e Sustentabilidad
indirectos (laborales, etc.)

SUBMIT

Para finalizar con el presente módulo, a continuación, se presenta un vídeo que ofrece un ejemplo de lo que
podríamos denominar una buena práctica de ciudadanía responsable. En este caso, se pueden observar
diferentes actores (profesionales de la comunicación, docentes de la escuela barrial, vecinas y madres de
los estudiantes) y las competencias que cada uno ha puesto a disposición y ha desarrollado a partir de esta
experiencia de radio comunitaria.

Video 1: Cuyum Radio Comunitaria - Godoy Cruz


Fuente: Defensoría Del Público. (2018). Cuyum Radio Comunitaria- Godoy Cruz. [YouTube]. Recuperado de:

https://www.youtube.com/watch?v=rikhDNJUBSQ&index=20&list=PLqh-tFgTpOtWctdcrzu5CjAJJCkoUbqso

El video da testimonio de la experiencia de una radio comunitaria emplazada en


el barrio La Gloria (Godoy Cruz, Mendoza), donde distintos actores articulan en
pos de garantizar y ampliar el acceso a la comunicación como un derecho
humano fundamental. 
LECCIÓN 5 de 5

Referencias

Defensoría Del Público. (15 de enero de 2018). Cuyum Radio Comunitaria- Godoy Cruz
[Video en YouTube]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?
v=rikhDNJUBSQ&index=20&list=PLqh-tFgTpOtWctdcrzu5CjAJJCkoUbqso

Fiorino, V. M. (2017). Biopolis: Políticas de la vida y ciudades de supervivencia en América


Latina. Cultura Latinoamericana, 20(2), 271-284. Recuperado de
https://editorial.ucatolica.edu.co/ojsucatolica/revistas_ucatolica/index.php/RevClat/article
/view/1655/1533 

Kliksberg, B. (2011). Los escándalos éticos de nuestro tiempo. ¿Cómo enfrentar la pobreza
y la desigualdad? Página 12 [Versión digital]. Recuperado de
https://www.pagina12.com.ar/especiales/archivo/bernardo_kliksberg/1-
los_escandalos_eticos_de_nuestro_tiempo.pdf

Rivas Molina, F. (2018). Argentina registra 86.700 denuncias por violencia de género en
2017. El País [Versión digital]. Recuperado de
https://elpais.com/internacional/2018/03/08/argentina/1520524596_177942.html

Vallaeys, F., Cruz, C. de la y Sasia, P. (2009). Responsabilidad social universitaria: Manual


de primeros pasos. Recuperado de http://bibliotecadigital.idm.oclc.org/login?
url=https://search.ebscohost.com/login.aspx?
direct=true&db=edsrep&AN=edsrep.b.idb.idbbks.11320&lang=es&site=eds-live

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