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Resumen
En este artículo, el autor analiza un tema de suyo añejo y complejo: cómo enfrentar con éxito
la pobreza. Alrededor de esta problemática, analiza los porqués del fracaso tanto del Estado
mínimo como del planificado para resolver la inequidad social. Asimismo, se cuestiona sobre
el nuevo papel que los Estados actuales deberán asumir con el fin de poder lograr una capa
cidad de gestión más eficiente, productiva y justa para todos los niveles y actores sociales.
Para ello, el autor propone alternativas que coadyuven tanto a restructurar radicalmente las
funciones tradicionales del Estado como a superar la “falsa antinomia” Estado-mercado-so
ciedad. Sólo con esta nueva redefinición del Estado— el “Estado inteligente”— se podrá, por
fin, lograr lo que los clásicos tanto persiguieron: el bien social.
Abstract
This article analyses an old and com plex topic: how to successfully face poverty? Around this
problem it examines the reasons for the failure of the minimal state as well as of the planning
state to resolve social inequalities. Likewise, it addresses the question of the new role which
modern states have to adopt in order to achieve a more efficient, productive and fair policy
making capacity for all levels and social actors. To do this, the article proposes alternatives
contributing to radically restructure the traditional functions of the state as well as to superse
de the “false antinomy” State-market-society. Only with such a new redefinition of the state
— the “intelligent state”— it will be possible, at last, to achieve what so many classics pursued:
social welfare.
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lógicas” simultáneas en numerosos campos del conocimiento, que
están generando modelos conceptuales renovados para compren
der los fenómenos y una nueva ola de tecnologías basadas en co
nocimientos de amplísimas posibilidades. Los avances en campos
com o las telecomunicaciones, la microelectrónica, la biotecnología,
la ciencia de los materiales, las máquinas-herramienta, la informática
y la robótica entre otros, están transformando las matrices produc
tivas básicas. La capacidad de producir bienes y servicios se ha ex
pandido y multiplicado rápidamente. Al mismo tiempo hay una re
volución de las expectativas: se han comenzado a multiplicar los
sistemas de base democrática, donde la población puede elegir a sus
representantes, y hay un reclamo generalizado por una participa
ción creciente. Los pueblos esperan tener una influencia real y en
aumento en los esquemas de toma de decisiones, y hay un amplio
movimiento hacia la constitución de formas nuevas y más activas de
organización de la sociedad civil.
Sin embargo, el inmenso potencial de capacidades productivas
no se está transformando en mejoras en las difíciles condiciones de
vida de amplios sectores del planeta. Hay una brecha enorme entre
aquéllas y la vida cotidiana. También hay un desfase entre los avan
ces en materia de democratización, la obtención por los habitantes
de los países de “ciudadanías democráticas” que les aumentan po
tencialmente sus niveles de participación, y la situación de exclusión
social y por ende de “ciudadanía social” degradada de muchos de
ellos que crea imposibilidades múltiples para una participación or
gánica. El escenario social sobre el que llamó la atención mundial
la histórica Cumbre Social de Copenhague, provoca profundas inte
rrogantes sobre el futuro.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, 1 300 millones de habi
tantes del planeta reciben un ingreso menor a un dólar por día, ha
llándose por tanto en situación de pobreza extrema. Dos qu intas par
tes de la población mundial carece de servicios sanitarios adecuados
y electricidad.1 Según informa el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo ( p n u d ) ha habido un aumento marcado en el
número de pobres que vieron disminuir sus ingresos. Entre 1965 y
'Ja m e s D. Wolfensohn, “1.3 Billion People Living on a Dollar a Day”, The W ashington
Post, 13 de octubre de 1995.
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La pobreza mundial sigue siendo particularmente discriminatoria
hacia las mujeres y los niños. Según los datos de la o i t , las mujeres
están desproporcionadamente representadas entre los pobres, los
desempleados y los subempleados. Los niños son altamente vulne
rables a los avances de la pobreza. Hay una distancia pronunciada
entre los logros alcanzados por la tecnología médica moderna y las
tasas de mortalidad infantil en áreas pobres. Una tercera parte de los
niños de los países en desarrollo están malnutridos. La mortalidad
infantil en niños menores de 5 años es de 97 por mil, casi seis veces
mayor que la de los países desarrollados. Entre otras regiones, según
los datos suministrados por u n i c e f , perecen por año en América La
tina y el Caribe 600 000 niños por causas evitables.5 Forzados por las
circunstancias, son parte creciente de la mano de obra en diversos
países, en condiciones deplorables de explotación. Se ha extendido
el problema de poblaciones de niños viviendo en las calles en nu
merosas ciudades, y los niños pobres se han constituido en un blan
co preferido de los narcotraficantes.
Las fuertes tensiones sociales acumuladas en todas las áreas refe
ridas, y otras añadibles, son espacio favorable para procesos de de
bilitamiento del tejido social, como la desintegración de la familia y
el ascenso de la criminalidad. La familia, institución central de gran
parte de las sociedades, dadora de normas morales, educación bási
ca, salud preventiva, afectos fundamentales, modelos de referencia,
etcétera, se ve seriamente deteriorada por los problemas sociales y
tiende a generar el abandono de su figura masculina. Por otra parte,
en diversas sociedades se observa un marcado ascenso de las cifras
de criminalidad. Así, entre otros casos, la revista The Economist
indica que casi todas las ciudades de América Latina son hoy más
inseguras que hace diez años.6
Todas las carencias mencionadas van conformado “círculos per
versos” de pobreza. Las dificultades nutricionales iniciales de ca
rencia de marcos familiares sólidos, las limitaciones para acceder y
perm anecer en la escuela, la marginación del mercado de trabajo,
etcétera, van conformando una situación de exclusión social que se
autorreproduce.
' Carol Bellamy, Directora Ejecutiva de unicef, Tercera Conferencia Americana sobre la
Infancia, Chile, 9 de agosto de 1996.
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9 Robert Solow, “The Labor Market as a Social Institution”, The R oyer Lectures, University
o f California, Berkeley, 1989.
10 Bin, cepal, pnud, In form e d e la C om isión L atin o am erica n a y d e l C arib e sobre el
D esarrollo Social, 1995.
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práctica, los objetivos económicos a corto plazo han seguido prevaleciendo, sea cual sea el
precio social y ecológico de esa miopía". Introducción a La in teg ración en A m érica Latina,
unfsco , 1995.
Shadid Burki, Sebastián Edwards, A m érica L atin a y la crisis m ex ic a n a : nu evos desafíos.
Banco Mundial, 1995.
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industrias de punta es hoy conocimiento puro, y la tendencia irá cre
ciendo en esa dirección según todo parece indicar. Lester Thurow
sostiene que el siglo xxi será “un siglo de conocim iento intensivo”,
y que el conocimiento “se ha convertido en la única fuente de ven
tajas competitivas relativas sostenibles a largo plazo”.15 Entre otras
cosas, indica que las computadoras casi no utilizan recursos natu
rales y se basan en conocimiento. Consecuentemente, señala: una
empresa que invierte hoy en la educación de sus integrantes obtiene
una tasa de retorno sobre la inversión que es el doble de aquella que
invierte en planta y equipo. Robert Reich, ex secretario de Trabajo
de Estados Unidos resalta el peso decisivo de la educación destacan
do que “los ganadores de esta nueva economía globalizada y volátil
serían aquellos que puedan identificar y resolver problemas, ma
nipular y analizar símbolos, crear y manejar información”. Reco
mienda a su propio país: “invertir en la educación y capacitación de
nuestra gente; buenas escuelas públicas y excelentes universidades
públicas en el más verdadero sentido de la palabra: accesibles a to
dos, sostenidas por todos”.16Jacques Delors resalta el trascendental
papel histórico de la educación en nuestro tiempo: “de ella depende
en gran medida el progreso de la humanidad [...] Hoy está cada vez
más arraigada la convicción de que la educación constituye una de
las armas más poderosas de que disponemos para forjar el futuro”.17
Los países de punta a nivel económ ico y tecnológico han multiplica
do sus presupuestos en educación, ciencia y tecnología. Japón acaba
de aumentar en un 50% su ya elevado presupuesto para ciencia y
tecnología de los últimos cinco años. Será en el próximo quinquenio
de 155 000 millones de dólares. El financiamiento gubernamental de
la ciencia y la tecnología del año 2000 será el doble del asignado en
1992. En la República de Corea la inversión en educación asciende
a 10% del producto bruto, nivel muy superior al del mundo en desa
rrollo. Israel está realizando desde 1994 una nueva reforma de su
avanzado sistema educativo que ha significado un aumento de 33%
en términos reales en los recursos asignados para educación, que
" Lester C. Thurow, “Preparing Students for the Coming Century", E d u cation Review, The
W ashington Post, 7 de abril de 1996.
16 “Changing Degrees”, W ashington Post, 2 de febrero de 1997.
17Jacques Delors, “Formar a los protagonistas del futuro", C orreo d e la UNESCO, abril de
1996.
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En las regiones cívicas de Italia y en contraste con Nápoles, la
confianza social ha sido, desde hace mucho tiempo, un ingre
diente clave de su carácter distintivo, que ha sostenido el di
namismo económico y el desempeño gubernamental. Se re
quiere, a menudo, la cooperación entre el poder legislativo y
el poder ejecutivo, entre los trabajadores y los gerentes, entre
los partidos políticos, entre el gobierno y los grupos privados,
entre las pequeñas firmas y otras cosas por el estilo. Y, sin em
bargo, la contratación y el monitoreo en tales casos son a me
nudo costosos o imposibles, y la imposición ejercida por una
tercera parte es impráctica. La confianza lubrica la coopera
ción. Y la cooperación en sí genera confianza. La constante
acumulación de capital social es una parte crucial de la historia
que está detrás de los círculos virtuosos de la Italia cívica.
Birdsall, Ross, Sabot, “La desigualdad com o limitación del crecimiento en América
Latina”, Gestión y p o lítica pú blica, cide , México, primer semestre de 1996.
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Cuadro 1
Evolución de la distribución del ingreso. Brasil
1% más rico 8 15
25% más pobre 16 12
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apreciables a su favor en las dos últimas regiones que a su vez han
crecido mejor y más sostenidamente que las anteriores.
Cuadro 2
Participación de la población en el ingreso nacional
(en porcentaje)
S u d e s te E ste A m é r ic a
P o b la c ió n A s iá t ic o A s iá t ic o Á fr ic a L a t in a
20 Joseph E. Stiglitz, “Some Lessons from the East Asian Miracle”, R esearch Ohserver, The
World Bank, agosto de 1996.
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21 Klaus Deininger, Lyn Squire, “Measuring Income Inequality: A New Data Base’’, The
W orld B a n k E con om ic Review, 1996.
22 Hongyi Li, Lyn Squire, “Explaining International and Intertemporal Variations in Income
Inequality”, The W orld Ban k, junio de 1996.
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capital humano y capital social y el mejoramiento de la equidad,
además de fines en sí mismos desde la perspectiva de las sociedades
democráticas, son necesarias para que el crecimiento económico
pueda tener bases firmes. Así, Jam es Wolfensohn ha planteado “sin
desarrollo social paralelo, no habrá desarrollo económ ico satisfac
torio”.21*23 El Banco Interamericana de Desarrollo ( b i d ) destaca respec
to al caso de América Latina:
21Jam es I). Wolfensohn, "hl gasto social es clave”, Clarín, Buenos Aires, 23 de febrero
de 1996.
2* bid , Progresos eco n ó m ico y social. Informe 1996.
2' Amartya Sen, “Development Thinking at the Beginning of the 21st Century”, D evelop
m ent T hinking a n d P ractice C onference, inn, Washington, septiembre de 1996.
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lln abordaje usual del tema sobre cómo reformular el Estado para
facilitar y promover el desarrollo social, pasa por trabajar directa
mente sobre sus estructuras organizativas, hacer más eficiente su