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Minorías étnicas y representación política.

El español, a diferencia de otras lenguas, no es lo mismo “ser una minoriaminoría” y “estar


en minoría” nunca es lo mismo. Quien está en minoría puede tratar de alcanzar la mayoría,
pero quién es una minoría sólo puede convertirse en una minoría mayoritaria; entonces,
podrá invocar su condición de mayoría y, en su caso, hacerla valer frente a nuevas minorías
mediante, el instrumento legitimador, la representación política y su teórica capacidad para
recoger, a través del voto, opciones políticas supuestamente plurales. La democracia
representativa y la constitución son las dos caras de un mismo proyecto acerca de las
relaciones entre el individuo y la comunidad, que, en su medida, ha sabido dar respuesta
satisfactoria a la pluralidad, sin embargo, dentro de la perspectiva de los “iguales”.
(Caamaño, 2004)

Las democracias actuales, en tanto que estructuras de poder mediadas por cambios como la
globalización y el auge de los movimientos sociales, están siendo cada vez más
cuestionadas e interpeladas, especialmente por aquellos que han sido históricamente
excluidos del poder, para que reflejen con fidelidad todos los segmentos sociales que la
componen, tales como, las mujeres, los grupos étnicos y los pueblos indígenas. Sin
embargo, los problemas que los mecanismos de representación política presentan frente a
este reclamo de las minorías, tanto étnicas como de género han evitado que la participación
política de estos grupos se de con satisfacción. Los principales obstáculos frente a una
participación política de las minorías son; la dispersión demográfica de la población
indígena, las agrupaciones políticas nacionales excluyen la presencia indígena en las listas
electorales de los partidos, la falta de poder económico y social de los pueblos indígenas
afecta el desempeño de campañas electorales, la prevalencia de estigmas y consideraciones
racistas en los medios y la cultura dominante también impide la identificación de los
votantes indígenas con candidatos indígenas. (Valdés (Wekull) y Millaleo, 2014).

De igual manera, la prolongación de formas de dominación racial en las sociedades


latinoamericanas en general se ha convertido en una ventana abierta para constantes
vulneraciones a comunidades étnicas, de manera que resalta la necesidad de mecanismos,
que funcionen, y garanticen a estos grupos sus derechos como ciudadanos del Estado, que
los debe acoger y resguardar su calidad de minoría con firmeza tratando de evitar las
consideraciones etnocéntricas, que son las principales perjudicantes para los grupos étnicos
minoritarios. Así pues, Colombia como un Estado social de derecho, entendido este como
un Estado de bienestar, tiene sus bases sobre cuatro principios fundamentales: el respeto
por la dignidad humana, el trabajo, la solidaridad y la prevalencia del interés general. De
igual manera, Colombia es un Estado multicultural y pluralista, que ha logrado, con mucho
esfuerzo, reconocer su diversidad de población y velar por ella. (Herrán, 2009)

En 2009, el Programa para el Desarrollo de la ONU (UNDP) realizó un estudio en 79


países, donde 40% de ellos habían tomado medidas especiales para asegurar la
representación de los pueblos indígenas en sus respectivos parlamentos (Citado en Valdés y
Millaleo, 2014). En este orden de ideas, en Colombia, los pueblos indígenas y
afrodescendientes, después de muchos años lograron, a través de la Constitución de 1991,
el reconocimiento de identidad y pensamiento propio, en una propuesta por una Nación
Multicultural donde les fueran reconocidos sus derechos ancestrales, también un estado que
estuviera fundado en la dignidad y respeto por la diferencia; y sus demandas en la
Asamblea Nacional Constituyente apuntan a un reconocimiento y aceptación a la pluralidad
jurídica, la autodeterminación y el territorio. No obstante, estas políticas publicas son
ineficientes frente a las necesidades de estos grupos, pues nunca se ha reconocido el
derecho de estos a pertenecer a unos territorios ancestrales, que deben ser protegidos y
preservados de manera especial.

“En Colombia, la Constitución Política admite que “habrá un Numero Adicional de


Dos Senadores elegidos en circunscripción nacional especial por comunidades
indígenas”. En lo referente a la Cámara de Representantes señala que se “elegirá en
circunscripciones territoriales y en circunscripciones especiales. (...) La ley podrá
establecer una circunscripción especial para asegurar la participación (...) de
Representantes de los grupos étnicos (...).” (Valdés y Millaleo, 2014, p.7).

Así esta Constitución trajo consigo un gran avance en materia de reconocimiento y


reivindicación de minorías étnicas, pasando así a una heterogeneidad dentro del estado que
no estaba contemplada antes, dando así cabida a la diferencia como una característica que
debe ser respetada, escuchada y empoderada.

“[…] los genes colombianos tienen un 60% de origen indígena y afro, es decir este
es un pueblo mestizo, con un origen indígena y afro, entonces ¿donde esta la
minoría? Aquí lo que no hay es conciencia y lo que tenemos que reivindicar es
nuestros ancestros, yo creo que esto dignifica nuestra realidad mestiza y la
posibilidad de tener estados plurinacionales en América del sur y sociedades
interculturales, es decir sociedades que sean capaces de reconocer los avances
científicos y tecnológicos de la modernidad, pero también de retomar sus mitos y
tradiciones culturales para pensar la vida y el futuro, creo que ese es el gran reto que
tiene la sociedad colombiana y yo no creo que seamos una minoría. […] Nosotros
no somos una minoría, lo que somos es una gran mayoría, aquí la minoría son otros,
yo no se quien será de sangre azul, pero son muy poquitos. (Herrán Pinzón, O,
2004, p. 202-203)

El real problema de la participación y representación política de los pueblos indígenas, las


minorías étnicas y raciales, se localiza principalmente en la perpetuación de conductas de
exclusión y desigualdad. Pero por otro lado, estas conductas están siendo cada día más
rechazadas y contrarrestadas por movimientos sociales que buscan una reivindicación y un
cambio en el orden estatal, junto a demandas políticas por parte de las organizaciones
indígenas, que en gran medida han manifestado en los últimos años que pueden hacer la
suficiente presión política para que los gobiernos hagan profundos cambios en los temas de
representación y participación de las minorías, como una deuda que tienen los Estados a la
modernidad y a la diferencia racial y reconsideren el papel de estos grupos como elementos
claves de la ciudadanía, la integración y la cohesión social, la gobernabilidad y estabilidad
democráticas de los países de América Latina y el Caribe (Bello y Rangel. 2000, p.28)
Referencia Biblográfica:

 Valdés (Wekull), M., & Millaleo, S. (2014). Mecanismos de Representación


Política y Pueblos Indígenas en Chile. In Programa de Derechos Indígenas
Fundación Chile 21 (1st ed., pp. 1-22). Santiago de Chile. Recuperado de:
https://www.mapunet.org/documentos/mapuches/paper1-Chile%2021def.pdf

 Caamaño, F. (2004). Representación o participación de las minorías: sobre la


determinación de algunos espacios constitucionales útiles a las políticas del
reconocimiento. Fundamentos: Cuadernos monográficos de teoría del estado,
derecho público e historia constitucional, (3). Pp. 1-26. Recuperado de:
https://www.unioviedo.es/constitucional/fundamentos/tercero/pdf/Representacion_o
_Participacion_de_las_Minorias.pdf

 Herrán Pinzón, O. (2009). LAS MINORIAS ÉTNICAS COLOMBIANAS EN LA


CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE 1991. Prolegómenos. Derechos y Valores, XII
(24),189-212. Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/876/87617269013.pdf

 Bello, A. y Rangel, M. (2000). Etnicidad, Raza y Equidad en América Latina y El


Caribe. Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Recuperado de:
https://www.cepal.org/publicaciones/xml/4/6714/Lcr_1967_rev.21.pdf

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