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Delitos contra el patrimonio económico

ARTICULO 244. EXTORSION.  El que constriña a otro a hacer, tolerar u omitir alguna cosa, con el
propósito de obtener provecho ilícito o cualquier utilidad ilícita o beneficio ilícito, para sí o para un
tercero, incurrirá en prisión de ciento noventa y dos (192) a doscientos ochenta y ocho (288)
meses y multa de ochocientos (800) a mil ochocientos (1.800) salarios mínimos legales mensuales
vigentes.

 Sala de Casación Penal


NÚMERO DE PROVIDENCIA: SP1750-2018
FECHA: 23/05/2018
PONENTE: FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

Tema: EXTORCION - Provecho ilícito / EXTORSIÓN- Diferente a constreñimiento


ilegal / CONSTREÑIMIENTO ILEGAL - Configuración: cuando se presenta
coerción patrimonial para el cobro de una deuda legalmente contraída y
exigible / CONSTREÑIMIENTO ILEGAL - No se configura / EXTORCION -
Configuración: no la determinan los medios violentos empleados sino el carácter
ilícito del provecho

“la Sala encuentra necesario precisar sobre la interpretación que con autoridad ha
reiterado respecto del elemento normativo del tipo penal de extorsión, descrito en
el artículo 244 del Código Penal como «El que constriña a otro a hacer, tolerar u
omitir u omitir alguna cosa, con el propósito de obtener provecho ilícito o
cualquier utilidad ilícita o beneficio ilícito, para sí o para un tercero…», que
su configuración no la determinan los medios violentos o intimidatorios a
los cuales se acuda para exigir el pago de la obligación, sino el carácter
ilícito del provecho que se busca, por la naturaleza indebida del pago,
entendida como la inexistencia de una obligación civil. Distinto será si por la forma
como pretende ejecutarse el pago se incurre en conductas de más grave entidad
delictiva, como un secuestro, la muerte, etc.

Sobre el tema también la Corte Constitucional (C 284, 27 jun. 1996), al examinar


la exequibilidad de la expresión "una extorsión o.…" contenida en el artículo 33 de
la Ley 40, señaló que:

(…) a nivel de la dogmática penal, se considera que la única diferencia


específica entre la extorsión y el constreñimiento ilegal -clásico delito contra la
libertad personal y la autonomía individual- es la búsqueda de obtención de
provecho económico, a tal punto que la extorsión puede ser definida como un
constreñimiento ilegal con finalidad económica. Al respecto dijo la Sala Penal de
la Corte Suprema de Justicia en la sentencia anteriormente citada:
"Precisamente lo que distingue el tipo de delito contra la autonomía
personal descrito en el citado artículo 276, del ilícito de extorsión, es el elemento
subjetivo del tipo contenido en la expresión "con el propósito de obtener provecho
ilícito". La referencia subjetiva traslada la misma conducta del campo de la
autonomía personal, además al del patrimonio económico" 1.

Por tanto, sin desatender el hecho de que el constreñimiento ilegal es, por
disposición del mismo artículo 182 del Estatuto Punitivo, de naturaleza subsidiaria
—«El que fuera de los casos especialmente previstos como delito…»—, los
demás elementos descriptivos que comparte con el delito de extorsión —
constriña a otro a hacer, tolerar u omitir u omitir alguna cosa— conducen
necesariamente a afirmar que el diferenciador -«con el propósito de obtener
provecho ilícito o cualquier utilidad ilícita o beneficio ilícito, para sí o para
un tercero…»- determina si la situación fáctica se ajusta al delito contra el
patrimonio económico o afecta únicamente la autonomía personal, sin que, so
pretexto del carácter pluriofensivo de la extorsión, resulte jurídicamente razonable
que la ilicitud del provecho, la utilidad o el beneficio se haga depender de los
medios a través de los cuales se ejercite el constreñimiento, interpretación que no
se extracta de los contenidos normativos, conforme lo ha decantado esta
Corporación”.

ARTICULO 246. ESTAFA.  El que obtenga provecho ilícito para sí o para un


tercero, con perjuicio ajeno, induciendo o manteniendo a otro en error por medio
de artificios o engaños, incurrirá en prisión de treinta y dos (32) a ciento cuarenta
y cuatro (144) meses y multa de sesenta y seis punto sesenta y seis (66.66) a mil
quinientos (1.500) salarios mínimos legales mensuales vigentes. 

En la misma pena incurrirá el que en lotería, rifa o juego, obtenga provecho para
sí o para otros, valiéndose de cualquier medio fraudulento para asegurar un
determinado resultado. 

 Sala de Casación Penal


ID: 544904
NÚMERO DE PROCESO: 44071
NÚMERO DE PROVIDENCIA: SP11839-2017
CLASE DE ACTUACIÓN: CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA: SENTENCIA
FECHA: 09/08/2017
PONENTE: GUSTAVO ENRIQUE MALO FERNÁNDEZ

1
CSJ SP, 8 ab. 1986.
Desde antaño la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, en
decisión proferida el 16 de septiembre de 1976 2, se pronunció sobre el delito de
Estafa en juegos de suerte y azar.
«Desde antaño y en reiteradas ocasionas la Sala ha tenido la
oportunidad de pronunciarse en torno a los elementos que agotan el
punible de estafa. Así por ejemplo, en CSJ SP, 4 may. 2005, rad.
19139, se citó una decisión del año 1972, en la que se precisó:

“Es esencial para la comisión del delito de estafa que el provecho


ilícito con el correspondiente perjuicio de otro sea obtenido por
medio de artificios o engaños que induzcan a la víctima en el error.
En reciente providencia la Corte ha precisado los siguientes
elementos como estructurales del delito de estafa: “a) Despliegue
de un artificio o engaño dirigido a suscitar error en la víctima;
b) Error o juicio falso de quien sufre el engaño, determinado por
el ardid; c) Obtención, por ese medio, de un provecho ilícito; d)
Perjuicio correlativo de otro, y e) Sucesión causal entre el
artificio o engaño y el error, y entre éste y el provecho injusto
que refluye en daño patrimonial ajeno”.

(…)

Entonces, la inducción en error exige una serie de maquinaciones


fraudulentas previas –cuando no se trata de aprovechar el anterior
error ajeno- las cuales deben estar plenamente acreditadas. No
puede hablarse de estafa en donde no se dé esa condición. Así
como tampoco puede hablarse de este delito cuando con
posterioridad a la obtención del bien patrimonial, surge el artificio o
el engaño tendiente a otros fines”. CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA, Cas. feb. 22 de 1972. (Resaltado fuera del texto original)

En decisión más reciente3 se reiteraron los mismos elementos del tipo,


precisándose que éstos deben suceder en orden cronológico y
guardando una secuencia causal inequívoca hasta la obtención del
beneficio patrimonial así: (i) empleo de artificios y engaños sobre la
víctima; (ii) que ésta incurra en un error como consecuencia directa de
la maniobra engañosa; (iii) como efecto de la treta el afectado
voluntariamente se desprenda de su patrimonio o de parte de éste y,
(iv) quien desplegó el fraude, logre para sí o para otro, un beneficio
económico. La ausencia de alguna de estas características impide la
adecuación de un hecho concreto dentro del tipo penal de estafa.

2
Gaceta judicial Tomo CLII No. 2393, págs. 623 – 629.
3
CSJ SP 125 oct. 2012, rad. 27460.
Valga resaltar que si los actos previos a la obtención del provecho
patrimonial no conducen de manera incuestionable y concatenada, uno
al otro, o se presentan en un orden distinto al relacionado, o la cadena
causal se rompe, trastoca o invierte no podrá hablarse del delito de
estafa4.

En esa medida, la conducta en cuestión implica prácticamente un vicio


del consentimiento de la víctima como producto de una concepción
errada de la realidad, la que a su vez ha sido consecuencia del engaño
por parte del agente que ejecuta la maniobra encaminada a ese fin. Lo
anterior implica que el engaño debe anteceder o ser concurrente
con el desprendimiento patrimonial del afectado y no
sobreviniente a éste.

Se tiene entonces que la imputación objetiva de este delito solo es


posible siempre que se despliegue un engaño precedente o
concurrente, idóneo para lograr que la víctima caiga en una visión
equivocada de la realidad que la lleve a ejecutar un acto dispositivo
sobre su patrimonio, generador de un perjuicio para sí y,
coetáneamente, de un beneficio de la misma índole para quien la
induce en error».

2. Una de las modalidades usuales de engaño es la que se despliega a


través de la celebración de un contrato revestido de legalidad,
circunstancia que no descarta que se configure la estafa pese a que
dichos acuerdos se rijan por el principio de buena fe, puesto que una
de las partes puede inducir en error a la otra, frente a cualquiera de los
elementos de la obligación, esto es, la capacidad, el consentimiento, el
objeto y la causa del contrato, artificio que se configura en el
momento de su celebración con el objeto de defraudar –obtener
un provecho indebido-.
(…)

Situación distinta se presenta cuando no habiendo engaño sobre los


elementos del contrato, una de las partes se sustrae a su
cumplimiento, lo cual sucede en una fase posterior a la contractual y
puede obedecer a varias causas no necesariamente vinculadas al
delito de estafa pero sí con consecuencias adversas en el ámbito civil,
en tanto no siempre el incumplimiento malicioso o voluntario de una
obligación comporta el delito de estafa, puesto que puede estar
ausente el ánimo engañoso y fraudulento.

Así lo ha entendido la Corte:

4
CSJ SP, 8 jun 2006. rad. 24729.
Resulta diáfano que bajo la óptica penal y civil se presenta una acción
del contratante al incumplir lo pactado que acarrea perjuicio para el
otro, sin embargo, en sede penal el análisis ha de ser cuidadoso ya
que no se trata de confirmar el simple nexo causal entre el
incumplimiento con el consecuente daño como para predicar el ilícito,
sino que es necesario para verificar la existencia de la inducción en
error por la prestación negocial del agente sea a la postre la
motivadora de la desposesión patrimonial de la víctima. (CSJ SP 30
nov 2006, rad. 21902)

Es claro que al incumplir lo pactado el contratante realiza un proceder


antijurídico en cuanto el contrato el ley de las partes pero dado el
carácter subsidiario y de ultima ratio del derecho penal, tales
incumplimientos no ingresan en la órbita protectora del ius puniendi del
Estado y en ese orden de ideas, no se debe confundir el nexo de
causalidad (engaño o inducción en error y provecho ilícito) que se debe
dar entre los elementos configuradores de la estafa, con la existente
entre el incumplimiento del deudor y el consecuente daño para el
acreedor. (CSJ SP, 8 oct 2014, rad. 44504).

El incumplimiento de las obligaciones contractuales trasciende la


responsabilidad civil cuando una de las partes al momento de adquirir
el compromiso, engaña a la otra sobre su capacidad de pagar,
haciéndole creer que si está en condiciones de hacerlo, circunstancia
que de haber sido conocida por la contraparte, lo hubiera llevado a
desistir del negocio».

Ahora bien, establece el artículo 5º de la Ley 643 de 2001 que son de suerte y
azar «aquellos juegos en los cuales, según reglas predeterminadas por la ley y el
reglamento, una persona, que actúa en calidad de jugador, realiza una apuesta o
paga por el derecho a participar, a otra persona que actúa en calidad de operador,
que le ofrece a cambio un premio, en dinero o en especie, el cual ganará si
acierta, dados los resultados del juego, no siendo este previsible con certeza, por
estar determinado por la suerte, el azar o la casualidad»; indicando el parágrafo de
la norma en cita que «El contrato de juego de suerte y azar entre el apostador y el
operador del juego es de adhesión, de naturaleza aleatoria, debidamente
reglamentado, cuyo objeto envuelve la expectativa de ganancia o pérdida,
dependiendo de la ocurrencia o no de un hecho incierto».
De conformidad con lo expuesto, se comete el delito de estafa cuando se
despliega el engaño a través de la celebración del contrato de juego de suerte o
azar, induciendo en error a la víctima frente a cualquiera de los elementos del
convenio, quien motivada por el error, ejecuta un acto dispositivo sobre su
patrimonio, generador de un perjuicio para sí y, coetáneamente, de un beneficio
de la misma índole para quien la induce en error; requiriéndose para ello la
existencia del ánimo engañoso y fraudulento sobre alguno de los elementos del
contrato, en el momento en que el sujeto pasivo de la conducta se adhiere al
compromiso.

Un ejemplo de esta modalidad de estafa se presenta cuando el sujeto activo del


delito, mediante engaño, le hace creer a la víctima que de salir favorecido con el
sorteo le será entregado el premio ofrecido, a sabiendas de que ello no ocurrirá.
Así, logra que la víctima se despoje de su patrimonio y pague el precio convenido,
prestación que recibe y que finalmente ingresa a su patrimonio de forma indebida.
En este punto, es de vital importancia resaltar que la configuración del delito de
estafa exige una sucesión causal entre el artificio o engaño y el error, y entre éste
y el provecho injusto que deriva del daño patrimonial ajeno, luego entonces, el
artificio o engaño debe configurarse en el momento de la celebración del contrato
con el objeto de defraudar, y no con posterioridad a la obtención del bien
patrimonial.

En consecuencia, el delito de estafa se consuma en el momento mismo en que el


sujeto activo del delito obtiene el provecho ilícito – cuando la víctima realiza la
apuesta o paga el derecho a participar-, como consecuencia de haber inducido en
error al jugador por engaños.

…el delito de estafa, caracterizado por ser un tipo de resultado, “...se


consuma con la obtención del provecho ilícito, por lo que mientras él no
se produzca, o no se obtiene una ventaja de contenido patrimonial, no
resulta posible afirmar que la conducta típica ha tenido cabal
realización, ni por ende, se ha consumado.” 5
5
“CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sent. del 4 de abril de 2001, rad. N° 10.868.”
“Si el bien jurídico protegido es el patrimonio económico, de allí se
deriva que el momento de consumación de la estafa solo puede ser
aquel en que se materializa la defraudación patrimonial buscada a
través de los medios artificiosos o engañosos independientemente del
momento en que se produzcan.”6

“...el delito de estafa… es de ejecución instantánea, en la medida en


que la infracción se perfecciona en «el lugar en donde el agente
incorpora a su haber patrimonial bienes o derechos que hasta ese
momento pertenecían a la víctima o a un tercero, y de los cuales el
estafado se desprende, no por expresión de su libre voluntad, sino de
su distorsionada comprensión de la realidad, situación a la que se llega
a través del ardid, el engaño, las palabras o los hechos fingidos»”… 7
(CSJ AP, 2 Nov. 2006, Rad. 25965).

 Sala de Casación Penal


ID: 641614
NÚMERO DE PROCESO: 50719
NÚMERO DE PROVIDENCIA: SP3486-2018
CLASE DE ACTUACIÓN: CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA: SENTENCIA
FECHA: 22/08/2018
PONENTE: FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

“Para efectos de tener el comportamiento de los acusados como constitutivo de


estafa cuando celebraron la negociación con la empresa Hernán Yepes Martínez
& Cía. S.A., diríamos que esa operación contractual, desde sus inicios, fue
planificada como el mecanismo para inducir exitosamente en error a la
víctima y obtener de ella provecho ilícito por medio de la entrega inicial de
dos cheques, los cuales fueron efectivamente pagados para reafirmar la
confianza de la víctima, y, posteriormente de un tercer cheque, ocultando la real
situación económica de la empresa, por lo que no sería canjeado por falta de
fondos.

Desde esa óptica, todo indica que la celebración del contrato tuvo desde un
principio como subrepticia motivación embaucar al proveedor de insumos
alimenticios para obtener provecho ilícito aprovechándose de una serie de
negocios no fallidos que vieja data se venían realizando con el mismo.”

Así mismo, cabe recordar que la Corte ha precisado 8 que cuando “los actos
previos a la obtención del provecho patrimonial no conducen de manera

6
“CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sent. del 18 de mayo de 2001, rad. N° 10.868.”
7
“CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Auto del 27 de junio de 2006, rad. N° 2006.”
8
CSJ SP 12 oct. 2012, rad. 27460.
incuestionable y concatenada, uno al otro, o se presentan en un orden distinto al
relacionado, o la cadena causal se rompe, trastoca o invierte no podrá hablarse
del delito de estafa”9.

Por tanto, que “la imputación objetiva de este delito solo es posible siempre que
se despliegue un engaño precedente o concurrente, idóneo para lograr que la
víctima caiga en una visión equivocada de la realidad que la lleve a ejecutar un
acto dispositivo sobre su patrimonio, generador de un perjuicio para sí y,
coetáneamente, de un beneficio de la misma índole para quien la induce en
error”.

ARTICULO 249. ABUSO DE CONFIANZA.  El que se apropie en provecho suyo o de


un tercero, de cosa mueble ajena, que se le haya confiado o entregado por un
título no traslativo de dominio, incurrirá en prisión de dieciséis (16) a setenta y
dos (72) meses y multa de trece punto treinta y tres (13.33) a trescientos (300)
salarios mínimos legales mensuales vigentes. 

La pena será de prisión de dieciséis (16) a treinta y seis (36) meses y multa hasta
de quince (15) salarios mínimos legales mensuales vigentes, cuando la cuantía no
exceda de diez (10) salarios mínimos legales mensuales vigentes. 

Si no hubiere apropiación sino uso indebido de la cosa con perjuicio de tercero, la


pena se reducirá en la mitad.

 Sala de Casación Penal


ID: 245161
NÚMERO DE PROCESO: 37465
CLASE DE ACTUACIÓN: CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA: SENTENCIA
FECHA: 11/09/2013
PONENTE: JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ

En relación con el momento consumativo de la conducta definida como abuso de


confianza, asimismo la jurisprudencia ha dejado sentado que se trata de un delito
de comisión instantánea, en cuanto se consuma cuando el sujeto agente se
apropia en provecho propio o de un tercero, de la cosa mueble ajena, cuya
custodia o tenencia se le ha confiado o entregado a título no traslativo de dominio:

“Sobre el abuso de confianza, la jurisprudencia desde antaño tiene establecido


que se trata de un punible de comisión instantánea, cuya consumación ocurre en
el momento mismo en que el agente efectúa un acto externo de disposición de la

9
CSJ SP, 8 jun 2006. rad. 24729.
cosa o de incorporación de ella a su patrimonio, con ánimo de señor o dueño, esto
es, con animus rei sibi habendi, o como otros expresan, cuando procede uti
domine .

Tal criterio ha sido reiterado en varias ocasiones, como ocurrió con los autos del
18 de febrero de 1998 y del 16 de diciembre de 2002 . En ese último se señaló lo
siguiente:

“El delito de abuso de confianza, por ser de comisión instantánea, se consuma en


el momento en que el infractor ejecuta un acto externo de disposición del bien con
el ánimo de incorporarlo a su patrimonio”.
Ahora, cuando la intervención se produce como empleado y no a título personal,
se descarta que lo realizado hubiese sido un delito de abuso de confianza, por el
contrario evidenciando un caso de un hurto agravado por la confianza. Un ejemplo
resulta pertinente para ilustrar lo que viene de sostener la Corte: Cuando el cajero
de un banco toma para sí parte o el total de los dineros depositados en la entidad
financiera por un cuentacorrentista cualquiera, lo que está realizando son actos de
apoderamiento material de cosa mueble ajena, es decir, dicho comportamiento
configura el delito de hurto agravado por la confianza y no el de abuso de
confianza, pues el empleado bancario no recibe el dinero del cliente a título no
traslativo de dominio ni en virtud de la confianza que éste ha depositado en él, a
quien las más de las veces ni siquiera conoce, sino en desarrollo del contrato de
cuenta corriente del banco con el cliente, por la condición de empleado del
establecimiento de crédito y debido a la confianza que los directivos de la entidad
financiera depositaron en él para contratarlo laboralmente y desempeñar la función
encomendada como recaudador y pagador de recursos dinerarios. En razón de
esto, cabe sostener que en tales condiciones la víctima del hipotético delito contra
el patrimonio económico no sería en manera alguna el usuario del sistema
financiero, sino la entidad bancaria en cuyo nombre el empleado recibe los
recursos de contendido económico y posteriormente los incorpora a su haber
patrimonial.

Frente a la diferencia entre los delitos de abuso de confianza y hurto agravado por
la confianza, la corte sostiene que:
‘Si hay similitudes entre el delito de hurto agravado por la confianza y el delito de
abuso de confianza, también se presentan notorias diferencias; se emplea un
verbo rector distinto; en el hurto el autor carece de poder jurídico sobre la cosa,
mientras que en el abuso de confianza la detenta a título no traslaticio de dominio;
en el primero hay una relación de confianza de carácter personal con el
propietario, mientras que en el segundo es indispensable entre ellos un nexo
jurídico que los relacione con el bien.’ .
“Así mismo, conforme con las configuraciones típicas, mientras en el abuso de
confianza existe un poder o vínculo jurídico con el objeto, el título no traslativo de
dominio, que implica la obligación de restituir la cosa confiada o entregada al
sujeto, en el hurto agravado se establece una relación de carácter personal
-confianza- con el dueño, poseedor o tenedor.
“Por eso, se sostiene que en el abuso de confianza ‘la cosa ha debido entrar a la
órbita del agente "por un título no traslaticio de dominio", vale decir, que en ese
delito el sujeto tiene sobre el bien un poder precario reconocido por el
ordenamiento, mientras que en el delito de hurto agravado por la confianza el
agente carece por completo de poder jurídico sobre el objeto, aun cuando aparece
vinculado por razones de confianza personal con el dueño, poseedor o tenedor’.
(se destaca) .

“Últimamente las diferencias se afrontan desde una perspectiva que involucra al


bien jurídico, a la ontología de la conducta y al sentido normativo de la misma, de
acuerdo con la cual el principio de lesividad permite encontrar diversas respuestas
punitivas en los delitos contra el patrimonio económico, atendiendo a la gravedad,
a la modalidad y a la intensidad del ataque al bien jurídico, que de ninguna manera
significa abandonar el concepto de relación del sujeto con la cosa como núcleo
diferenciador de ellas.

‘Así se puede explicar, mediante una primera aproximación, la razón por la que,
pese a su similitud y a proteger un mismo bien jurídico, los delitos de abuso de
confianza y hurto agravado por la confianza terminan distinguiéndose como
expresiones de sentido que responden a diversas estructuras ontológicas y a una
concreta modalidad de afección, las cuales el legislador extrae de la realidad y las
sanciona de manera diversa, como corresponde a sus perfiles óntico y valorativo.

‘Por eso, nótese que la apropiación, como núcleo rector del tipo penal del abuso
de confianza, contiene un juicio de valor que hace énfasis en la relación que surge
entre la víctima y los bienes (la mera tradición), mientras que en el hurto, el
apoderamiento, si bien también corresponde a una expresión jurídica, mira más a
la ontología de la conducta, a una relación fáctica.

“En síntesis, en el abuso de confianza el sujeto se apropia de la cosa mueble que


le fue entregada o confiada por un título que no traslada el dominio que sobre ella
tiene su propietario, poseedor o tenedor; en el hurto agravado por la confianza el
sujeto se apodera de la cosa mueble respecto de la cual entra o tiene contacto
material en razón de la buena fe depositada en él, por su propietario o tenedor. “La
confianza en la conducta furtiva agravada puede provenir de una relación laboral,
de la amistad, del parentesco o de servicios gratuitos, siendo esencial que esa
relación entre el dueño o tenedor y el sujeto sea la que facilite o posibilite el
apoderamiento, porque lo que caracteriza al comportamiento es la defraudación
de la confianza depositada en él”
DELITOS CONTRA LA LIBERTAD, INTEGRIDAD Y FORMACION SEXUALES

ARTICULO 205. ACCESO CARNAL VIOLENTO.  El que realice acceso carnal con
otra persona mediante violencia, incurrirá en prisión de doce (12) a veinte (20)
años.

 Sala de Casación Penal


ID: 654580
NÚMERO DE PROCESO: 52284
NÚMERO DE PROVIDENCIA: SP4195-2018.
 CLASE DE ACTUACIÓN: CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA: SENTENCIA
FECHA: 26/09/2018
PONENTE: EYDER PATIÑO CABRERA

La violencia exigida para que se configure el delito tipificado en el artículo 205 del
Código Penal no se restringe a la física. La jurisprudencia de esta Corporación ha
sostenido que por violencia «se entiende la fuerza, el constreñimiento, la presión
física o psíquica –intimidación o amenaza- que el agente despliega sobre la
víctima para hacer desaparecer o reducir sus posibilidades de oposición o
resistencia a la agresión que ejecuta» (cfr. CSJ SP, 26 oct. 2006, rad. 25743).
Tampoco «está perfilada por parámetros a partir de los cuales se establezca tal
circunstancia, pues basta que la víctima pierda la libre autodeterminación de su
sexualidad, así no medien golpes» (cfr. CSJ SP10292-2017, rad. 48529)

CSJ SP, 23 ene. 2008, rad. 20413, manifestó:


En lo que al primer aspecto se refiere, la Corte ha señalado que el factor de la
violencia en el delito de acceso carnal violento debe ser valorado por el juez desde
una perspectiva ex ante, esto es, teniendo que retrotraerse al momento de
realización de la acción y examinando si conforme a las condiciones de un
observador inteligente el comportamiento del autor sería o no adecuado para
producir el resultado típico, y en atención además a factores como la seriedad del
ataque, la desproporción de fuerzas y el estado de vulnerabilidad de la persona
agredida .
Ahora bien, es cierto que tradicionalmente se ha distinguido en las modalidades
jurídicamente relevantes de violencia entre la llamada violencia física o material y
la violencia moral. La primera se presenta si durante la ejecución del injusto el
sujeto activo se vale de cualquier vía de hecho o agresión contra la libertad física o
la libertad de disposición del sujeto pasivo o de terceros, que dependiendo las
circunstancias de cada situación en particular resulte suficiente a fin de vencer la
resistencia que una persona en idénticas condiciones a las de la víctima pudiera
ofrecer al comportamiento desplegado.
La violencia moral, en cambio, consiste en todos aquellos actos de intimidación,
amenaza o constreñimiento tendientes a obtener el resultado típico, que no
implican el despliegue de fuerza física en los términos considerados en
precedencia, pero que tienen la capacidad de influir de tal manera en la víctima
para que ésta acceda a las exigencias del sujeto agente, a cambio de que no le
lesione grave y seriamente la vida, integridad personal, libertad o cualquier otro
derecho fundamental propio o de sus allegados.

Para efectos de la realización típica de la conducta punible de acceso carnal


violento, sin embargo, lo importante no es especificar en todos y cada uno de los
casos la modalidad de la violencia empleada por el agresor, sino la verificación
desde un punto de vista objetivo y ex ante que la acción desplegada fue idónea
para someter la voluntad de la víctima.
Por ejemplo, cuando el infractor, con el propósito manifiesto de acceder
sexualmente a una persona en un lugar despoblado o solitario, le apunta en la
cabeza un revólver que ésta no sabe que se encuentra descargado y le dice que si
no obedece a sus exigencias le disparará, lo trascendente ante dicha situación no
consiste en valorar que se presentó determinado tipo de violencia (que sería moral
en este caso), sino que, desde el punto de vista de un espectador inteligente
situado al momento de realizarse la acción, la misma resulta suficiente para
obtener el resultado típico previsto en la norma (es decir, el acceso carnal sin el
consentimiento o aquiescencia de la víctima).

Idéntica situación ocurriría en el evento de que, bajo las mismas condiciones, el


sujeto agente no decidiera amenazar a la otra persona con un arma de fuego, sino
que procediera a golpearla hasta vencer su resistencia, es decir, a someterla
mediante el empleo de la fuerza física.

Es más, dado que la acción constitutiva del delito en comento debe ser entendida
en un sentido normativo y no ontológico, en la medida en que comprende una
actividad compleja que no se reduce a la realización del simple acto de acceso
carnal ni de un simple acto de agresión, es innegable que las modalidades de
violencia son susceptibles de adaptarse a todo tipo de combinaciones y variantes,
dependiendo de la manera en que se desarrollen las circunstancias de cada caso
en particular (por ejemplo, cambiar de amenazas a vías de hecho y luego volver a
las amenazas), e incluso su concurrencia ni siquiera tiene que ser concomitante a
la perpetración de la acción que configura el acceso, siempre y cuando la violencia
objetivamente valorada ex ante sea la que determine su realización.

El acusado ejerció actos de fuerza que, aunque no tuvieron la capacidad de dejar


huella en el cuerpo de la víctima, sí lograron minar su autodeterminación.

 Magistrado ponente: LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA


SP075-2020
Radicación 56245
Acta 017
En el delito de acceso carnal violento, el elemento normativo de violencia
contemplado en la estructura de este delito se concreta cuando el victimario ejerce
fuerza, constreñimiento, presión física o psicológica para reducir las posibilidades
de oposición o resistencia de la víctima, quien ante el ataque puede reaccionar
defendiéndose o tratando de huir o también puede padecer un estado de
conmoción psíquica que enerva cualquier otro tipo de respuesta. Una persona que
sufre ataques violentos no siempre reacciona, sino que puede quedar paralizada
inhibiéndose cualquier acción de defensa. Así quedó consignado en la sentencia
SP5395 del 6 de mayo de 2015, en el radicado 43880: “Ante un ataque violento no
siempre se reacciona mediante actos materiales de defensa, pues ello también
puede ocasionar en la víctima un estado de conmoción síquica que enerva
cualquier respuesta de esta índole”.

En este caso la Corte reiteró que la posición del ad quem cuando sostuvo:
“Denótese que, en un primer momento el procesado desplegó sobre la ofendida
actos de violencia física al tomarla con su fuerza y capacidad física superiores a
los de esta y obligarla a ingresar un lugar, donde aprovechando la soledad y lo
boscoso del sitio, la besó a la fuerza y la desvistió, para seguidamente penetrarla
con su asta viril, por la vagina, el ano y la boca; conducta que, inequívocamente,
representa un acto de total sometimiento físico, dada la desproporcionalidad de las
fuerzas, en tanto que, se trataba de una joven de 18 años de edad, frente a un
hombre que, como el procesado, para el momento de los hechos tenía 44 años,
siendo mayor en estatura y fuerza corporal; para luego, en un segundo momento,
propinarle manotazos en el rostro cuando le practicaba el obligado sexo oral, a la
par que le advertía que no lo fuera a delatar, expresión con la cual, el encartado
pasó al despliegue de la violencia moral, lo que generó, como lo reseñó en su
relato la víctima, que sintiera miedo, sentimiento que la invadió durante todo el
asalto sexual”. Estas circunstancias lograron demostrar las especiales
circunstancias de vulnerabilidad que la afectaban a la perjudicada y de las cuales
se aprovechó el agresor.

ARTICULO 206. ACTO SEXUAL VIOLENTO. El que realice en otra persona acto
sexual diverso al acceso carnal mediante violencia, incurrirá en prisión de ocho (8)
a dieciséis (16) años.

LA VIOLENCIA EN LOS DELITOS SEXUALES: SENTIDO Y ALCANCE


AUTOR: JOSÉ FERNANDO BOTERO BERNAL

Acto sexual violento

La materia de prohibición contenida al interior del tipo penal consagrado en el art.


206 del C.P. (28) radica en ejecutar en otra persona actos erótico sexuales
diferentes al acceso carnal, es decir, actos con una motivación libidinosa en el
cuerpo de otra persona, tales como tocamientos, besos (29) , masturbaciones,
coito perineal (30) .

Sobre dicha materia de prohibición —tipo objetivo— es necesario precisar que


implica, de un lado, que los actos sexuales deben recaer sobre el cuerpo de la
víctima debido al empleo de la locución ‘en’ —en otra persona—, que significa
sobre (31) ; de no ser así, por ejemplo: se obliga a la víctima a acariciar el cuerpo
de un tercero, o masturbarse sobre el cuerpo del victimario sexual (32) , se dirigen
palabras con contenido sexual hacia la víctima, no es posible pensar en la figura
en comento, sino en la conducta típica vertida en el art. 182 del C.P.

Y, de otro lado, tales actos sexuales deben tener una especial motivación: la
satisfacción de la libido (33) , de carecer de dicha motivación debe acudirse a la
conducta vertida en el art. 226 C.P. —injurias por vías de hecho— (34) .
Así mismo, y siendo ello un requisito más del tipo objetivo, tales actos eróticos
sexuales, efectuados sobre el cuerpo de la víctima, deben hacerse a través de la
violencia, la cual se ejerce con el fin de vencer cualquier resistencia proveniente
de la víctima sexual. Violencia entendida, al menos antes del actual art. 212A,
como fuera señalada en el acceso carnal violento.
Por último, valga la pena resaltar dos acotaciones: la primera, el tipo subjetivo de
los actos sexuales violentos se agota con la presencia del dolo y la segunda, tanto
la presente figura típica como la anterior permiten la tentativa.

Revisar en:
http://legal.legis.com.co/document/Index?
obra=rpenal&document=rpenal_0a6c09cb23f90262e0530a0101510262

ARTICULO 207. ACCESO CARNAL O ACTO SEXUAL EN PERSONA PUESTA EN


INCAPACIDAD DE RESISTIR.  El que realice acceso carnal con persona a la cual
haya puesto en incapacidad de resistir o en estado de inconsciencia, o en
condiciones de inferioridad síquica que le impidan comprender la relación sexual
o dar su consentimiento, incurrirá en prisión de doce (12) a veinte (20) años.

 Sala de Casación Penal


ID: 516111
NÚMERO DE PROCESO: 35864
NÚMERO DE PROVIDENCIA: SP15378-2016
CLASE DE ACTUACIÓN: CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA: SENTENCIA
FECHA: 26/10/2016
PONENTE: EUGENIO FERNANDEZ CARLIER
INCAPACIDAD PARA RESISTIR
Para el delito de acceso carnal o acto sexual en persona puesta en incapacidad de
resistir, no es menester que la “incapacidad de resistir”, el “estado de inconciencia”
o las “condiciones de inferioridad psíquica” en las que haya sido puesta la víctima
se extiendan por un determinado lapso, sino que es suficiente que con ocasión de
tales estados “no pueda comprender la relación sexual o dar su consentimiento”,
además que tampoco demanda el precepto que una vez superada la perturbación
de los procesos psíquico-volitivos se espere del sujeto pasivo una inmediata
reacción en determinado sentido.
En palabras de la Corte: En cualquiera de las formas señaladas en el tipo penal,
en las cuales el agente coloca a la víctima para poder ejecutar el coito o el acto
sexual ilícitos, se menoscaba la capacidad de autodeterminación de la víctima ora
porque no alcanza a comprender la relación o no tiene capacidad cognitiva para
asentir libremente en su realización.

Así, la puesta en estado de inconsciencia es la perturbación de los procesos


síquicos internos, básicos o complejos, afectivos o intelectivos que impiden al
destinatario de los agravios disponer, en un momento determinado, de las
facultades provenientes de su conocimiento y de su contexto social, desquiciando
su capacidad para asimilar estímulos y actuar de manera coherente con los
mismos.

Desde la perspectiva estrictamente jurídica, la inconsciencia es


despersonalización, aunque sicológicamente la víctima oponga relativa resistencia
acorde con su inteligencia normal y su afectividad constante, a las agresiones
físicas o que atentan contra los principios y virtudes forjados durante su existencia,
es decir, para su configuración no se requiere que quien entre en ese estado
quede en el coma profundo, anterior a la muerte, sino que, simplemente, suficiente
es la alteración de la capacidad cognitiva que le impida comprender lo que ocurre
a su alrededor.
(…)
Así, los estados de inconsciencia que tienen importancia para el derecho penal
son el sueño, la fiebre, la ebriedad, la sugestión hipnótica y la intoxicación por
drogas, sin que su origen deba auscultarse en alteraciones patológicas, en cuanto
apenas pueden constituir una etapa pasajera e incluso fugaz, padecida por una
persona normal, su médula desde la perspectiva jurídica es la alteración que
causan en el recto juicio y el influjo negativo en el proceso de autodeterminación y
toma de decisiones.

De lo anterior se desprende, que para la estructuración del tipo penal de acceso


carnal o acto sexual con persona puesta en incapacidad de resistir no se exige
que el sujeto pasivo llegue al estado de inconsciencia plena, suficiente es que a
consecuencia de la bebida embriagante o sustancia tóxica suministrada se altere
su proceso síquico al punto que no comprenda lo que ocurre a su alrededor
aunque por acto reflejo, producto de su formación precedente, oponga resistencia
al asalto sexual.
Por otra parte, la Sala destaca que tampoco es un raciocinio acertado el exigir de
la víctima, una vez consumado el coito y recobrada la normalidad se sus funciones
intelectivas y volitivas, algún tipo de reacción como las que echa en falta el ad-
quem (gritar, pedir auxilio, etc.), dado que si de acuerdo con la jurisprudencia
comportamientos como esos no son exigencia válida en los delitos sexuales
caracterizados por la violencia para su ejecución , menos en atentados de la
estirpe del analizado, en los cuales lo relevante para predicar su configuración es
el sometimiento o reducción del sujeto pasivo a “incapacidad de resistir”, “estado
de inconciencia” o “condiciones de inferioridad psíquica”, por cuya virtud se le
enerva su libertad para “disponer de su cuerpo para la satisfacción de su
sexualidad, con ocasión de la cual puede elegir con autonomía, sin interferencias
de su voluntad, el momento, la persona y el placer que desea” .

 Sala de Casación Penal


ID: 651611
NÚMERO DE PROCESO: 51692
NÚMERO DE PROVIDENCIA: SP5330-2018
CLASE DE ACTUACIÓN: CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA: SENTENCIA
FECHA: 05/12/2018
PONENTE: EYDER PATIÑO CABRERA

Para que se configure el delito es preciso acreditar (i) un acceso carnal; (ii) que la
persona sobre la cual se cometió se encontrare en estado de inconsciencia,
padeciera trastorno mental o se hallare en incapacidad de resistir; (iii) que el sujeto
activo, no calificado, conociera esa condición y hubiese abusado de ella.

Ninguna dificultad existe en torno a la comprensión del vocablo acceso, pues para
ello basta remitirse al canon 212 del Código Penal, conforme al cual se entenderá
por tal «la penetración del miembro viril por vía anal, vaginal u oral, así como la
penetración vaginal o anal de cualquier otra parte del cuerpo humano u otro
objeto».

El precepto 210 no descarta la posibilidad del delito imperfecto por el dispositivo


amplificador de la tentativa.

EL TRASTORNO MENTAL.

Según la Organización Mundial de la Salud , el trastorno mental se caracteriza por


«una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones,
la conducta y las relaciones con los demás». Al respecto, la Corte ha sostenido
que ese estado:

…como expresión de inimputabilidad, puede ser de carácter transitorio o


permanente, eventos en los que las afectaciones no solo recaen en la capacidad
de compresión sino en las facultades volitivas, es decir, en la libre
autodeterminación o eventos de involuntabilidad y que corresponden a variadas
manifestaciones, desde luego, sujetas a reconocimiento a través de prueba
pericial médico científica. (Cfr. CSJ AP, 25 nov. 2008, rad. 30546).

Así mismo, que:

…la condición especial del sujeto pasivo se asemeja a la figura de la


inimputabilidad del procesado en sede de la categoría de la culpabilidad, es decir,
tiene que ver con la capacidad psíquica por parte de la víctima de comprender las
implicaciones del acceso carnal o del acto sexual cometido, así como de
determinarse de acuerdo con esa comprensión (en analogía con las facultades
mentales que alrededor de la realización del injusto consagra el artículo 33 de la
ley 599 de 2000). (Cfr. CSJ SP, 6 may. 2009, rad. 24055).

De igual forma, de cara a la comprensión de la víctima sobre el acto sexual, en


CSJ AP, 27 jun. 2012, rad. 38591 manifestó:

…la esencia del injusto no reposa basilarmente en la capacidad de la persona


para comprender la conducta sexual, sino en la trasgresión de las condiciones
normales en las que puede dar su aquiescencia para la misma, ya que es esta
última esfera ontológica el objeto de custodia del bien jurídico tutelado en esta
clase de ilícitos, pues un aspecto esencial de la dignidad humana es el respeto y
la protección de la libre expresión de la voluntad, entendida como la capacidad y
posibilidad concreta en un momento dado de elegir, decidir libremente, externa e
internamente, entre actuar o no hacerlo .

En otras palabras, si bien es cierto la Corte, cuando hace referencia a la hipótesis


de trastorno mental, vincula tal condición a la ininmputabilidad, no puede
restringirse el concepto a la capacidad de comprensión de la realidad, como lo
hace el casacionista, sino que este se conjuga necesariamente con las facultades
volitivas, se reitera, con la libre autodeterminación:

“De lo anterior se deduce que para efectos de la estructuración de la conducta


punible de acceso carnal o acto sexual abusivos con incapaz de resistir, en cuanto
al trastorno mental atañe, solo basta que esté acreditado pericialmente en el
proceso ese estado psíquico, sin que se precise de alguna exigencia adicional,
como la planteada por el defensor, quien considera que este presenta varios
grados y que solo el más grave de ellos permitiría tipificar el delito.

En este orden de ideas, que el trastorno mental sea grave o leve es


intrascendente para efectos del juicio de adecuación típica, pues lo cierto es que
esas condiciones psíquicas que se pregonan de la víctima, son suficientes para
impedirle determinar el alcance de sus actos.”

Conforme a lo expuesto, para la Sala bastaba que se probara pericialmente la


perturbación psíquica del sujeto pasivo, que no requería particularidad alguna,
esto es, permanente o transitoria, leve, moderada o grave, pues la represión
comprendía la trasgresión de las condiciones normales en las que la víctima
pueda dar su aquiescencia.

Frente a este tema hay que hacer una aclaración: Las personas con discapacidad
no deben ser privadas de la oportunidad de experimentar su sexualidad, tener
relaciones sexuales o tener hijos. Teniendo en cuenta que las personas con
discapacidad pueden tropezar con dificultades para casarse y para fundar una
familia, los Estados deben promover el establecimiento de servicios de orientación
apropiados. Las personas con discapacidad deben tener el mismo acceso que las
demás a los métodos de planificación de la familia, así como a la información
accesible sobre el funcionamiento sexual de su cuerpo.

De manera pues, que con el propósito de garantizar a las personas con


discapacidad el ejercicio de sus derechos, entre ellos, el de la sexualidad, para
lograr el reproche penal de la conducta punible de acceso carnal con incapaz de
resistir no basta demostrar que el sujeto pasivo padecía discapacidad mental, sino
que esa alteración le impidió comprender y consentir la relación sexual, al punto
que el autor aprovechó esa condición de vulnerabilidad para perpetrar el acto
carnal que, en condiciones normales, habría sido rehusado por la víctima. Lo
contrario –insiste la Corte- implica limitar injustificadamente sus derechos.

En lo que concierne al conocimiento de la discapacidad y al abuso de esa


condición por parte del autor de la conducta punible, importa puntualizar que se
trata de dos componentes que van íntimamente atados, pues el conocimiento, sin
abuso sobre el sujeto pasivo, hace atípica la conducta. Es indefectible que para
que opere la reprensión punitiva se demuestre, no solo que hubo un acceso carnal
y que el sujeto pasivo padece un trastorno mental, sino que ese estado psíquico
haya «desempeñado un papel decisivo de forma que el autor se haya
aprovechado de la incapacidad» de la víctima para «comprender el significado y
alcance de su conducta» .

ARTICULO 209. ACTOS SEXUALES CON MENOR DE CATORCE AÑOS. El que


realizare actos sexuales diversos del acceso carnal con persona menor de catorce
(14) años o en su presencia, o la induzca a prácticas sexuales, incurrirá en prisión
de nueve (9) a trece (13) años.

 Sala de Casación Penal


ID: 665036
NÚMERO DE PROCESO: 45718
NÚMERO DE PROVIDENCIA: SP1714-2019
CLASE DE ACTUACIÓN: CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA: SENTENCIA
FECHA: 15/05/2019
PONENTE: LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

Las conductas exhibicionistas ejecutadas por el procesado, que traspasaron el


ámbito del pudor, de simplemente tener gusto por estar desnudo en su casa de
habitación, a ejecutar actos masturbatorios para que la menor lo observara
satisfaciendo de esta forma sus pervertidos apetitos sexuales y que sin duda
buscaban incitar en la menor conductas sexuales no propias de su edad para muy
probablemente pasar a conductas sexuales más complejas, éstas se tipifican en el
delito contemplado en el artículo 209 del Código Penal por cuanto este tipo penal
se configura cuando i) se realizan actos sexuales diversos del acceso carnal con
menor de 14 años; ii) se realizan esos mismos actos en presencia del menor, y iii)
se induce a éste a prácticas sexuales, y en este evento la conducta ejecutada por
Jaime Jiménez Osorio se enmarca dentro de la segunda modalidad…”.

En conclusión, como el acusado lo fue por realizar actos sexuales diversos del
acceso carnal en presencia de una menor de 14 años, conducta que se incluye
dentro de las tres que pune el artículo 209 del Código Penal.

ARTÍCULO 210-A. ACOSO SEXUAL.  El que en beneficio suyo o de un tercero y


valiéndose de su superioridad manifiesta o relaciones de autoridad o de poder,
edad, sexo, posición laboral, social, familiar o económica, acose, persiga,
hostigue o asedie física o verbalmente, con fines sexuales no consentidos, a otra
persona, incurrirá en prisión de uno (1) a tres (3) años.

 Sala de Casación Penal


ID: 659997
NÚMERO DE PROCESO: 50967
NÚMERO DE PROVIDENCIA: SP834-2019
CLASE DE ACTUACIÓN: SEGUNDA INSTANCIA
TIPO DE PROVIDENCIA: SENTENCIA
FECHA: 13/03/2019
PONENTE: PATRICIA SALAZAR CUELLAR

Aclaraciones sobre la estructura del delito de Acoso sexual: de una parte, el


concerniente al sujeto activo de la conducta y a la jerarquía que ostentaba sobre la
víctima; y, de otro, el relativo a los verbos rectores sobre los cuales se manifiesta
la conducta típica.

Sobre el primero de tales aspectos, es preciso acotar que el Acoso sexual es un


delito especial propio, en tanto que sólo podrá ser autor quien ostente determinada
calificación de «superioridad manifiesta o relaciones de autoridad o de poder,
edad, sexo, posición laboral, social, familiar o económica», siendo elemento
esencial del tipo la persecución de fines sexuales no consentidos, con idoneidad
de influir en la formación de la voluntad y libertad sexuales de la víctima.

Sobre dicho tópico se presentan especiales dificultades de concreción de la


tipicidad, en tanto la norma de prohibición revela un amplísimo margen en el que
se puede cometer el delito en función de las relaciones de todo orden establecidas
entre el acosador y su víctima.

La Corte ya ha percibido esta dificultad en la determinación del tipo penal,


advirtiéndose que, dada su textura abierta, el legislador buscó superar las
relaciones convencionales de jerarquía surgidas en los ámbitos laborales,
educativos o de salud y la relación de dependencia y subordinación que de los
mismos dimana, para contemplar cualquier condición de superioridad manifiesta
que pueda existir de parte del perpetrador hacia la víctima, lo que se desprende de
las razones de superioridad manifiesta o en relaciones de autoridad o de poder,
edad, sexo, posición laboral, social o económica.

El acoso sexual es manifestación de un abuso de poder, sustentado en la


asimetría de la subordinación como determinante en la aquiescencia del trato
sexual, sin importar el escenario en el que la relación se desarrolle. Por ello, la
Sala ha precisado que las circunstancias concretas en que se desenvuelva el
acoso, determinará la presencia o no de las condiciones de subordinación y
desigualdad determinantes en el trato violento, aflictivo de la libertad sexual: Tan
variado catálogo imposibilita que pueda aventurarse un listado de hechos que,
aunque fuese a título ejemplificativo, delimiten en cuáles circunstancias es factible
ejecutar el delito, sin que ello impida, desde luego, sostener que no existe
discusión acerca de la materialidad del punible en escenarios de trabajo y que la
esencia de la conducta radica en las posibilidades que surgen de la asimetría
entre la víctima y el agresor, en cuanto permite a este último subyugar,
atemorizar, subordinar, amedrentar, coaccionar o intimidar a la primera,
permitiéndole agraviarla, humillarla o mortificarla.

En virtud de la amplitud de los escenarios en los que se podría manifestar aquella


relación de subordinación, desigualdad o predominio, es posible concebir la
hipótesis de que entre un funcionario público y un usuario del servicio al que aquel
se encuentra vinculado, pueda presentarse una relación de sometimiento
sustentada en la autoridad o el poder que conduzca a un abuso materializado en
un acoso sexual.
Por otro lado, para la estructuración del tipo penal en cuestión se requiere de la
habitualidad o permanencia de las conductas dirigidas a los fines sexuales no
consentidos, lo que se desprende de los verbos alternativos previstos para su
realización: «acose, persiga, hostigue o asedie física o verbalmente».

De manera que su caracterización se encuentra definida por la presencia de unas


situaciones típicas que, en modo alguno, pueden responder a una conducta
aislada sino a una actividad persistente, incesante y continua, tendiente a doblegar
la voluntad de la víctima, sin que en ese propósito, importa resaltarlo, sea
relevante que se logre o no la finalidad perseguida, puesto que se trata de un
delito de mera actividad que no requiere para su consumación del resultado en lo
que al cometido sexual respecta. El acoso sexual, en sus varios verbos rectores,
dice relación con una suerte de continuidad o reiteración, que no necesariamente,
aclara la Corte, demanda de días o de un lapso prolongado de tiempo, pero sí de
persistencia por parte del acosador.

Ello, estima la Sala, para evitar que por sí misma una manifestación o acto aislado
puedan entenderse suficientes para elevar la conducta a delito,
independientemente de su connotación o efecto particular, en el entendido que la
afectación proviene de la mortificación que los agravios causan a la persona.

Lo anterior no impide, según también se aclaró por la Corte, que actuaciones


materializadas en un solo acto puedan afectar, de distinta manera, el bien jurídico
tutelado de la Libertad, integridad y formación sexuales a través de otra norma de
prohibición, resaltándose, eso sí, en lo que atañe a la conducta de Acoso sexual,
que no se precisa de la prolongación en el tiempo sino de la persistencia en los
actos de acoso, persecución, hostigamiento o asedio.

Así se dijo que: Desde luego, es posible advertir que el bien jurídico tutelado –
libertad, integridad y formación sexuales-, puede verse afectado con un solo acto,
manifestación o roce físico, pero se entiende que para evitar equívocos el
legislador, dado que aplicó un criterio bastante expansivo de la conducta, estimó
prudente consagrar punibles solo los actos reiterados, persistentes o significativos
en el tiempo, y así lo plasmó en la norma con la delimitación de dichos verbos
rectores, compatibles con la noción de acoso. De haberse pretendido sancionar
penalmente hechos aislados o individuales, bastaba con así referenciarlo a través
de verbos como “insinuar”, “manifestar”, “solicitar” o “realizar”, como así sucede en
la ley penal española, donde a más de circunscribirse el delito a ámbitos laboral,
docente o de prestación de servicios, directamente se sanciona a quien “solicitare
favores de naturaleza sexual para sí o para un tercero” . Se resalta, eso sí, que el
asedio, entre otros verbos contemplados en la norma examinada, no reclama de
prolongación en el tiempo, sino de insistencia en el actuar, que se traduce en la
inequívoca pretensión de obtener el favor sexual a pesar de la negativa reiterada
de la víctima

ARTICULO 213. INDUCCION A LA PROSTITUCION. El que con ánimo de lucrarse o


para satisfacer los deseos de otro, induzca al comercio carnal o a la prostitución a
otra persona, incurrirá en prisión de diez (10) a veintidós (22) años y multa de
sesenta y seis (66) a setecientos cincuenta (750) salarios mínimos legales
mensuales vigentes.

 Sala de Casación Penal


ID: 628805
NÚMERO DE PROCESO: 48192
NÚMERO DE PROVIDENCIA: SP122-2018
CLASE DE ACTUACIÓN: CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA: SENTENCIA
FECHA: 21/03/2018
PONENTE: FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

Inducir, único verbo rector que describe la conducta a la que se alude, según la
definición de la RAE, proviene del latín inducĕre, que significa conducir, e indica
mover a alguien a algo o darle motivo para ello; provocar o causar algo.

Atendiendo a esos conceptos y al bien jurídico objeto de tutela, la libertad e


integridad sexuales, en la especie concreta de prohibición de la explotación
sexual, puede advertirse que el tipo penal de inducción a la prostitución abarca
desde las acciones tendientes a promover el comercio carnal o la prostitución,
hasta el ejercicio efectivo de uno u otra inducidos por un tercero. Por tanto, que se
debe catalogar entre los denominados delitos de simple actividad, en la medida en
que basta con que se busque persuadir a la persona de involucrarse en alguna de
las mencionadas actividades, para que se entienda consumada la conducta, con
independencia de que el resultado se produzca o no.

No obstante, es claro que no cualquier comentario, oferta o promesa configura el


tipo penal, como del propio significado de la acción de inducir se extrae, pues será
necesario que la propuesta u ofrecimiento resulte categórica, convincente, capaz
de motivar en el receptor de la misma la idea razonable de la gravedad de la
iniciativa de involucrarse en las actividades de explotación de la sexualidad para
obtener el pago de sus servicios, por ende que la propuesta es real. No se trata,
en consecuencia, de que la persona objeto de la inducción llegue a tener trato
sexual con los demandantes determinados o indeterminados de los servicios, ni
siquiera que acepte o se comprometa en la actividad con quien la induce, si no
que el sujeto encamine su conducta, con acciones claramente persuasivas,
idóneas, a motivar en el destinario de la propuesta su incursión en el comercio
sexual, aún si el receptor de la oferta la rechaza. Ello, por cuanto, se reitera, en los
delitos de mera conducta no hace falta un resultado material para que se entienda
cumplida la tipicidad consumada .

Un entendimiento distinto de la conducta, llevaría a que el juicio de desvalor


recaiga no en el comportamiento dirigido a estimular la explotación sexual de la
víctima, sino sobre el resultado, cuando, según queda expresado en la
jurisprudencia, y particularmente en los Convenios internacionales, a lo que debe
encaminarse la legislación interna es a castigar las distintas formas de fomento de
la explotación sexual, aún antes de que las víctimas incursionen en esas prácticas.

Este artículo, difiere del constreñimiento a la prostitución caracterizado por


conminar, obligar o coaccionar a la víctima (sin importar la edad de ésta), para
comerciar sexualmente con su cuerpo, conducta que lleva intrínseca la violencia
física o moral tendiente a doblegar la voluntad de quien se prostituye.

ARTICULO 214. CONSTREÑIMIENTO A LA PROSTITUCIÓN. El que con ánimo de


lucrarse o para satisfacer los deseos de otro, constriña a cualquier persona al
comercio carnal o a la prostitución, incurrirá en prisión de nueve (9) a trece (13)
años y multa de sesenta y seis (66) a setecientos cincuenta (750) salarios mínimos
legales mensuales vigentes.

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