Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
está aquejada de una permanente polarización y de una ausencia de cultura
democrática, reflejo de una sociedad desarticulada y con falta de cohesión.
La Administración Pública presenta similares síntomas de parálisis e
ineficiencia. Un marco jurídico caracterizado por anacronismos, dispersión
reglamentaria y falta de coherencia normativa, una ausencia de recursos y una
cultura de gestión pública obsoleta, caracterizada por el normativismo antes
que por el enfoque de políticas públicas son algunos de los problemas
estructurales que presenta el sector público en Haití. La inseguridad jurídica
se acrecienta si tenemos en cuenta la ausencia de archivos, registros y
catastros.
Desarrollo Humano
Haití es el país más pobre del hemisferio occidental y uno de los más pobres
del mundo. Califica como un país de bajo desarrollo humano, con un Índice de
Desarrollo Humano (IDH) es 0.493 en 2015, en la posición 163 entre 188
países, y último de los países del Caribe.
Es uno de los países más densamente poblados del Caribe con 388.6
hab./km², de mayor desigual de ingresos en América latina y el Caribe, y uno
de los más desiguales del mundo. Para 2012 presenta un registro de 59% de
la población bajo pobreza y el 24% en condiciones de pobreza extrema, lo que
en términos absoluto indica que 6.3 millones de haitianos no están en
condiciones de cubrir sus necesidades básicas y 2.5 millones presentan
dificultad para cubrir sus necesidades alimenticias -el 80% de las zonas
rurales.
La desigualdad social alcanza mayor magnitud en la zona rural, entre 2001
y 2012 el coeficiente de Gini disminuye en la zona urbana de 0.64 a 0.59 y se
incrementa de 0.49 a 0.56 en la zona rural. Como resultado, en 2012, el 1%
de la población más rica contaba con un ingreso de aproximadamente 50
veces del 10% de la población más pobre.
2
En materia de educación, los haitianos tienen el más bajo nivel escolar de
la región, con 5.2 años promedio; y una esperanza de 9.1 grados para los
estudiantes que comienzan. Sólo el 28.5% de la población adulta ha
completado algún curso de la enseñanza secundaria, y el 51% de la población
mayor de 15 años es analfabeta.
En materia de salud, presenta los peores indicadores entre los países del
Caribe; la esperanza de vida es de 63.1 años; la tasa de mortalidad infantil es
de 52.3 y 78.4 por cada mil nacidos vivos menores a 1 y 5 años
respectivamente; la tasa de mortalidad de adultos es de 26% para los hombres
y 22% para las mujeres. En adición, el 35% y 14% de los niños de 1 año no
están inmunizados contra el sarampión y la difteria-tétano-tosferina
respectivamente.
3
Medición del desarrollo humano
4
Rica, y los 5 con menores valores, asimismo en orden decreciente, Honduras,
El Salvador, Nicaragua, Guatemala y Haití (tabla 1).
Los países con la peor situación en este sentido son Haití y Guatemala que,
por una parte, exhiben los niveles más bajos de desarrollo humano y, por la
5
otra, presentan una baja eficiencia del recurso económico en el alcance de
este desarrollo.
Contexto Actual
6
1990 los avances medidos por el índice de desarrollo humano de Haití son
inferiores al promedio regional y al de los países de bajo desarrollo humano.
Haití es también uno de los países del mundo donde las hay mayores
desigualdades; cuando se tienen en cuenta las desigualdades en materia de
educación, ingresos y salud, el índice de desarrollo humano ajustado arroja un
valor de tan solo 0,3046. Pese a que el país obtuvo una puntuación media de
0,1466 en cuanto al Índice de Instituciones Sociales y Género, lo que indica
que hay pocos motivos de discriminación en el marco jurídico del país,
persisten marcados niveles de desigualdad de género en las esferas pública y
privada, como demuestra el hecho de que el país ocupa el puesto 144 en el
índice de desigualdad de género. Por ejemplo, a pesar de que se ha aprobado
que se reserve a las mujeres una cuota del 30 % de todos los cargos electivos
o por nombramiento, solo el 2,7 % de los miembros actuales del parlamento
son mujeres. La violencia de género continúa afectando a una de cada tres
mujeres y niñas haitianas, cuyo acceso a espacios seguros y a una protección
jurídica efectiva sigue siendo limitado debido a la fragilidad del sistema judicial
del país.
La tesis de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), de
"transformación productiva con equidad" de finales de los 80, destaca dentro
de los esfuerzos por articular lo que los autores denominan una "concepción
actualizada del desarrollo"; crecer, mejorar la distribución del ingreso,
consolidar los procesos democratizadores, adquirir mayor autonomía, crear
condiciones que detengan el deterioro ambiental y mejorar la calidad de vida
de toda población; en fin, "la transformación de las estructuras productivas de
la región en un marco de progresiva equidad social".
Hacia finales de los años 80 existían las condiciones necesarias tanto desde
el punto de vista político y social como teórico conceptual para avanzar hacia
una adecuada revalorización de la dimensión humana del desarrollo. No es
casual que en 1990 se publiquen tres informes sobre el tema: Informe sobre
7
el Desarrollo Mundial, del Banco Mundial; Desafío para el Sur, de la Comisión
Sur y Desarrollo Humano, 1990, primero de los 11 informes sobre el tema que
ha publicado el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),
hasta hoy.
8
La Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) para Haití fue de US$1,080 millones
en 2014, la más alta de todo el Caribe. Entre los principales socios donantes
se encuentra Estados Unidos; el Fondo Especial del BID; Instituciones de la
Unión Europea; Canadá e IDA., con un aporte total fue de US$829 millones.
De este total US$400 millones se destinó a Proyectos de Infraestructura
Social; US$151 millones en Proyectos de Infraestructura Económica; US$105
millones en Ayuda Humanitaria; US$75 a la Producción; US$43 millones a
Proyectos Multisectoriales; y US$55 millones a Programas de Asistencia
Social.
Haití ha recibido la mayor ratio de financiamiento concesional como
miembro de Petrocaribe, sobre todo en los años siguientes al terremoto de
2010.A través del Programa recibió US$1,577,657,383.90 entre 2008–2016,
para la realización de 385 proyectos (Bureau Monetisation, 2016), que se
especializaron en las áreas de educación, apoyo presupuestario, salud,
agrícola, agua y saneamiento, social, energía, seguridad, infraestructura,
vivienda, deporte, infraestructura económica y turismo.
En septiembre de 2015, Haití avanza la cooperación comercial con China
firmando 4 protocolos para proyectos de transporte: a) Construcción de la
carretera nacional No. 5 -Carrefour, Joffre, Gonaives y Port de Paix (US$185
millones); b) Mejora y ampliación de la carretera Malpasse - Port-au-Prince
(US$140 mills); c) construcción de un teleférico entre Labadee y la Citadelle y
d) un proyecto de rehabilitación y expansión del aeropuerto internacional
Toussaint Louverture (US$290 millones).
También tiene encaminado proyectos de cooperación binacional con la
República Dominicana, y/o triangulada con el auspicio y/o financiamiento de
otros cooperantes. Entre los principales: a) Aumento de la capacidad de
restauración y adaptación en las reservas de la biosfera de frontera compartida
(Alemania). b) Actividades de prevención y tratamiento del VIH/SIDA (Estados
Unidos). c) Conocimiento sobre Seguridad Alimentaria y Prácticas
generadoras de ingresos (FAO). d) Apoyo a la Secretaría Ejecutiva de
9
Comisión Mixta bilateral dominico – haitiana (PNUD). e) Desarrollo Local
Transfronterizo (PNUD). f) Programa de Apoyo al desarrollo de la cooperación
económica y comercial, a las iniciativas transfronterizas de desarrollo local y
al fortalecimiento de la cooperación institucional. (UE).
Situación económica
La situación a partir de los noventa —que empeora gravemente con el golpe
militar y el consiguiente embargo internacional— se traduce en un colapso del
sistema fiscal, la destrucción de sectores claves de la economía como el textil
o los productos manufacturados, y el desajuste en el gasto público y los
principales indicadores macroeconómicos. Pese a la reactivación de la ayuda
internacional, los eventos de 2004 se reflejaron en un fuerte impacto en la ya
maltrecha economía haitiana. Fue sin embargo durante este periodo transitorio
en el que se han asentado las bases para la estabilización macroeconómica,
en estrecha cooperación con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La política fiscal es uno de los ejes más necesitados de reestructuración en
Haití. La profunda debilidad del sistema impositivo se ilustra en una carga
tributaria del 8% del PIB frente a unas necesidades de financiación pública del
25%. Esto condujo a que las autoridades recurrieran sistemáticamente al
financiamiento del Banco de la República de Haití (BRH, el banco central) para
cubrir el déficit público. Los ajustes realizados por el Gobierno transitorio y
continuados por el actual Gobierno, con la cooperación del FMI, han permitido
una reducción sustancial de la financiación por parte del BRH del déficit
público. Igualmente, el congelamiento del gasto público durante este tiempo
ayudó a que se ajustara dicho déficit.
Respecto a la política monetaria, las autoridades mantuvieron una línea
restrictiva durante el periodo transitorio para evitar los repuntes inflacionarios.
La inflación y estabilidad de los precios constituye así en el actual marco
macroeconómico uno de los mayores riesgos. Si bien se consiguió durante la
10
fase de transición mantener la inflación —gracias a la reducción del gasto
público y, especialmente, al no recurrir a la financiación monetaria del déficit
público— actualmente se constatan tensiones inflacionarias que son
contrapunto a las expectativas de desarrollo económico.
Haití ha conocido una larga historia de deuda externa y diversos procesos
de reestructuración de la misma. La situación actual continúa siendo un gran
obstáculo para el desarrollo del país. No obstante, se han empezado ya a dar
los primeros pasos en términos de recuperación macroeconómica. Según el
FMI Haití ha llevado a cabo un importante inicio de transición para superar la
inestabilidad política y económica. De hecho, el Consejo de Administración del
FMI aprobó un acuerdo trienal a favor de Haití para la Facilidad para la
Reducción de la Pobreza y el Crecimiento (FRPC) en apoyo al programa
económico del actual Gobierno.
En esta misma línea, a partir del mes de noviembre del pasado año Haití se
convirtió en el trigésimo país beneficiado por la iniciativa de condonación de
deuda para países pobres del FMI y del Banco Mundial (BM; un 15% del total
de la deuda, cifrado éste en unos 1.300 millones de dólares, condonada). La
contraparte gubernamental será la necesidad de implementar en un plazo
breve de tiempo una serie de reformas estructurales para que este alivio sea
irrevocable. No obstante, lo anterior, los diferentes escenarios de crecimiento
económico están supeditados a la situación de seguridad en el país, el
fortalecimiento de la Administración Pública, la construcción de un Estado de
Derecho que provea seguridad jurídica y una gestión económica transparente
y eficiente.
Es preciso señalar que, más allá de la positiva estabilización
macroeconómica del país, la situación de las infraestructuras económicas de
base es una barrera crítica para la reactivación económica y muy
especialmente para la participación del sector privado, tanto doméstico como
exterior. Actualmente las expectativas apuntan a un tímido crecimiento
económico. Si bien dichas cifras (en torno a un 1,5% o 2,5% según las fuentes)
11
no son suficientes en sí para justificar el inicio de un proceso de desarrollo
económico sostenible y mantenido, sí es cierto que es preciso señalar el punto
de inflexión que representa.
Situación social
Haití es un país con una situación social extremadamente grave, marcado
por una pobreza endémica, crítica y profundamente inequitativa. Los niveles
de pobreza de Haití son tres veces superiores a los de la media de América
Latina y el Caribe. Haití ocupa el puesto 153 de 188 en el Índice de Desarrollo
Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD). La pobreza en Haití, que afecta al conjunto del país, es especialmente
grave en las zonas rurales, así como en zonas especialmente castigadas, tales
como las bolsas suburbanas del área metropolitana de Puerto Príncipe,
marcadas por el hacinamiento y la degradación del medio de vida.
Existen dos factores que han contribuido especialmente a esta realidad: el
primero, la profunda reestructuraron del marco socioeconómico provocado por
la recesión económica dilatada en el tiempo y la crisis de los sistemas de
producción tradicionales. A continuación, el proceso de rápida urbanización,
desordenada y caótica, ha creado las condiciones de un subdesarrollo tanto
rural como urbano.
La totalidad de indicadores sociales internacionalmente reconocidos
presenta lecturas críticas. La situación alimentaria refleja un cuadro
preocupante, con uno de cada dos haitianos por debajo del umbral de ingreso
necesario para proveerse de la ración diaria de 2.240 calorías. Las tasas de
malnutrición y otras complicaciones ligadas son igualmente alarmantes:
aproximadamente el 20% de los niños de menos de cinco años acusan un
retraso en el crecimiento debido a la malnutrición crónica. La mortalidad infantil
en Haití representa dos tercios de la totalidad de decesos de niños de 0 a 5
años en toda el área del Caribe. La prevalencia de enfermedades como el
VIH/SIDA así como otras de tipo tropical o la tuberculosis, presenta niveles de
12
los países menos desarrollados, más propios del África Subsahariana. El
acceso al agua potable en el conjunto de Haití es muy deficiente, siendo a su
vez los servicios de evacuación y tratamiento de aguas residuales
prácticamente inexistentes, o gestionados sin ninguna planificación ni
orientación comunitaria.
La educación en Haití, si bien recoge ciertas mejoras en las tasas de
escolarización, así como una equidad de género en el acceso a la educación
digna de aplauso, presenta una serie de graves problemas. La oferta escolar
en Haití es principalmente privada, siendo una gravosa carga para las familias
haitianas al tiempo que una amenaza constante de riesgo de abandono
escolar; éste es, en efecto, uno de los mayores problemas, la escasa
permanencia en la escuela junto con la baja calidad de la educación recibida.
La degradación medioambiental en Haití alcanza unos niveles críticos,
superando su problemática con mucho las preocupaciones de tipo ecológico,
para impactar directamente en el medio de vida y posibilidades de desarrollo
del país. La mayor parte del territorio se encuentra sometido a una profunda
erosión, deforestación y pérdida de la cobertura vegetal. En poco más de 10
años (de 1987 a 2000) la tasa de cobertura forestal se ha reducido a la mitad.
Actualmente se calcula que la cobertura forestal no supera el 2% del total del
territorio del país (cuando en los años veinte cubría el 60%). 25 de las 30
cuencas hidrográficas que componen la geografía del país están degradadas,
perdiéndose cada año cerca de 30 millones de toneladas de suelo.
La situación geográfica del país, unida a la degradación medioambiental, la
presión demográfica y la debilidad socioeconómica, hace que Haití sea uno de
los países más vulnerables del mundo a los riesgos naturales, siendo no sólo
fuente de crisis de índole humanitaria, sino un obstáculo clave para el
desarrollo del país. A su vez, la problemática de la equidad de género en Haití
es compleja y afecta de manera transversal al desarrollo del país. Se constata
una “feminización” de la pobreza, así como condiciones desiguales tanto en la
estructura económica y social como en la participación política.
13
Socios locales e internacionales estratégicos
Uno de los rasgos que caracteriza a Haití respecto de los potenciales socios
locales e internacionales es la gran desproporción en la presencia e
importancia entre ellos, a favor de los últimos. La situación de extrema pobreza
y desarticulación social hace que muchos de los socios locales
tradicionalmente identificados en otros países —como universidades,
sindicatos, etc.— sean extremadamente débiles en Haití o sencillamente
inexistentes. Por el contrario, la enorme presencia de la comunidad
internacional hace que la posibilidad de cooperación con dichos socios sea
muy amplia, así como las necesidades de coordinación con los mismos.
Dentro de los socios locales, el Gobierno se perfila como el interlocutor local
privilegiado. Goza de especial importancia el Ministerio de Planificación y
Cooperación Externa (MPCE), cuyo mandato consiste por un lado en coordinar
los esfuerzos de desarrollo del país por parte de todas las estructuras
gubernativas y, por otro, en ser el interlocutor con la Cooperación Internacional
para sumarla a dicho proceso de coordinación y planificación.
Igualmente, importante por razones obvias es el Ministerio de Economía y
Finanzas (MEF). De cara a los objetivos estratégicos de la Cooperación
Española en Haití, los Ministerios sectoriales gozan de relevancia a la hora de
implementar la programación prevista. Es preciso referir que, dada la debilidad
de las colectividades territoriales, a nivel local, el Gobierno central sigue siendo
también el socio principal. Fuera del ámbito gubernamental, la debilidad y
desarticulación del tejido social hacen de facto imposible la identificación de
socios no gubernamentales, tales como universidades, iglesias, ONG, etc.
Composición Sectorial
En el papel dominante del sector de los servicios en la economía de Haití,
destaca el renglón “comercio, hoteles y restaurantes” como la principal
actividad, con una participación de 28.6% del producto interno bruto (PIB) y la
14
mayor contribución al crecimiento económico -un promedio de 4.4% en los
últimos 5 años.
La participación el sector agrícola en el PIB, aunque descendente, sigue
siendo importante para el empleo y la seguridad alimentaria; el 80% de los
hogares en la zona rural, depende de la actividad (50% de manera exclusiva).
Es una agricultura de secano -solo el 10% de los cultivos son de regadío-, y la
producción depende en gran medida del volumen y la distribución de las
lluvias. Entre 2014 y 2015, los cultivos fueron afectados por la sequía.
El maíz, el sorgo, los bananos, las judías, los guandules y una variedad de
tubérculo constituyen los principales bienes de producción agrícola para el
mercado interno, y de venta transfronteriza e informal al mercado de la
República Dominicana. Se exporta cacao, café, los aceites esenciales, el
mango, las pitas y cuerdas y caña de azúcar.
El sector de la industria representa 18.9% del PIB. La rama de la
construcción (10.4% del PIB) ha tenido buen desempeño en la última década,
sobre todo en el periodo 2010-2014 con el proceso de reconstrucción que tuvo
lugar a raíz del terremoto, en que la actividad tuvo una participación decisiva
en el crecimiento de la economía –a partir de 2015, el crecimiento se ralentizó,
en parte debido a la caída de los fondos obtenidos a través del acuerdo
Petrocaribe.
El sub sector manufacturero se ha mantenido con importancia relativa y
cierta estabilidad en los últimos años. Los reglones de la manufactura textil -
vestido y el cuero-; los productos minerales no metálicos y metalúrgicos, y la
industria química representa el 95% del valor añadido del sector. También se
produce alimentos, bebidas y tabaco. La actividad genera un aproximado de
40 mil empleos; Estados Unidos es el principal mercado de la rama textil,
gracias a las iniciativas "HOPE" y "HELP", que han contribuido a estimular las
exportaciones.
La participación del valor agregado al PIB generado por el sub renglón
“explotación de minas y canteras” es marginal -0.2% del PIB, pese a que Haití
15
dispone de un gran potencial minero; se atribuye a la falta de regulación
adecuada que no se capte la inversión necesaria a la explotación a gran
escala.
El país más pobre de América Latina: los retos del desarrollo humano
en Haití
Haití ocupaba el lugar 129,2 de un total de 182 países, en el último Informe
sobre desarrollo humano publicado por el Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD) desde hace veinte años. Dicho lugar hace referencia al
16
índice de desarrollo humano (IDH), que constituye un indicador para medir el
grado de desarrollo y progreso de un país en función de tres criterios
fundamentales:
a) Riqueza (medida en términos de PIB per cápita);
b) Educación (según tasas de analfabetismo y escolarización); y,
c) Salud (estimada por la esperanza de vida al nacer).
17
subsahariana esta probabilidad es mayor. Tal y como se describe en el informe
La infancia en peligro: Haití, «en 2004, de los 58.000 niños y niñas de este
grupo de edad que murieron en la región, 11.000 —el 19 %, o
aproximadamente 1 de cada 5— eran haitianos».
18
De estos datos se desprende la precariedad del sistema educativo haitiano,
que ha carecido de la inversión necesaria durante décadas y ha contado con
un gasto público exiguo. La mayor parte de los colegios se encuentran en mal
estado, si no destruidos tras el terremoto, con un mantenimiento prácticamente
inexistente y aulas colapsadas de alumnos. Además, a ello se une que la falta
de gasto público en educación se ha traducido en pocos recursos y bajos
salarios para los maestros, que en muchas ocasiones ni siquiera cobran. Por
eso, aunque las familias se esfuercen y sacrifiquen los pocos recursos de que
disponen en la educación de sus hijos, en gran medida este esfuerzo es en
vano si el sistema público sigue tras el terremoto tal y como funcionaba antes
del mismo. Además, la pobreza generalizada obliga a muchos niños a trabajar
desde muy temprana edad, a ocuparse de las tareas domésticas mientras sus
padres trabajan.
Otros deben trabajar porque son huérfanos, en un país donde la tasa de
orfandad es muy elevada. Antes del terremoto se calculaba en unos 2.000 los
niños y niñas que vivían en las calles de Puerto Príncipe, muchos de ellos
huérfanos o arrancados de sus familias por la miseria o la violencia.
Después del terremoto las cifras aumentaron de modo dramático. Muchos de
esos niños son víctimas de abusos sexuales o de explotación laboral. Además,
también se ven obligados a formar parte de bandas armadas, o en ocasiones
se trata del único camino que encuentran para sobrevivir en un escenario tan
hostil como el de las calles haitianas, en barrios llenos de miseria como Cité
Soleil.
La perspectiva planteada hace pensar que el ODM (Objetivo de Desarrollo
del Milenio) relativo a la educación universal resulta inalcanzable, por lo que
no cabe más que rehacer el sistema educativo haitiano, no para dejarlo como
estaba a finales de 2009, sino para crearlo de nuevo. La educación se concibe
como uno de los grandes retos del nuevo Haití que ya se está reconstruyendo.
Una educación que deberá tener en cuenta los estudios primarios tanto como
los secundarios, y la formación profesional, y que deberá enseñar a los
19
jóvenes a ganarse la vida de modo digno. Gran parte de la joven población
haitiana necesita de un sistema educativo que funcione para encontrar un
horizonte de empleo y esperanza más allá de la violencia y la miseria del
pasado. Por ello, no cabe esperar, sino que la educación puede y debe
empezar en los campos de desplazados, y debe ser incorporada a la
planificación de las agencias internacionales y ONG, al igual que debe ser una
de las prioridades de los planes de desarrollo del país en las próximas
décadas.
20
de muchas organizaciones y agencias internacionales, y la confianza en la
cooperación internacional, también están en juego.
21
todos los niveles, y alcanzan menores niveles de educación formal. Los altos
precios de los alimentos también son resultado de problemas logísticos,
elevados costos de producción, una estructura de mercado inadecuada y la
reciente inflación y devaluación de la moneda.
Las tasas actuales de malnutrición aguda registradas son de un 4 % a nivel
nacional. Además, aunque la tasa de malnutrición infantil crónica entre los
niños menores de 5 años va disminuyendo desde 1995, desde 2012 se halla
estancada en alrededor del 22 % (19,9 % entre las niñas y 24,0 % entre los
niños), si bien afecta cuatro veces más a los niños del quintil más pobre de la
población que a los del quintil más rico. Las tasas de anemia también se sitúan
en niveles alarmantes, ya que afectan al 66 % de los niños menores de 5 años
(64,8% entre las niñas y 67,8% entre los niños) y al 49 % de las niñas y mujeres
de entre 15 y 49 años. Un 32 % de las mujeres que dan a luz son menores de
20 años, y un 2 % son menores de 15 años; la maternidad precoz es un factor
importante de la malnutrición.
22
subvenciones agrícolas locales. La mala calidad del suelo y el limitado acceso
a crédito e insumos de calidad obligan a los pequeños agricultores a adoptar
prácticas insostenibles. La incapacidad para mantener unos medios de
subsistencia decentes en el sector agrícola provoca la emigración de jóvenes
a las zonas urbanas, ya congestionadas, o al extranjero, lo que está dando
lugar a la expansión de las zonas urbanas y a una reducción de la mano de
obra en algunas zonas rurales.
De todos los países del mundo, Haití es el tercero más vulnerable al cambio
climático y sus sistemas alimentarios se ven gravemente afectados por
fenómenos climáticos extremos y otros fenómenos recurrentes. Entre 1975 y
2012, los daños y pérdidas anuales debidos a fenómenos meteorológicos
fueron, en promedio, equivalentes al 2 % del PIB; el terremoto de 2010 causó
daños estructurales valorados en el 120 % del PIB, y el huracán Matthew en
2016 causó daños equivalentes al 32 % del PIB. Los huracanes, las sequías y
otros desastres también tienen grandes impactos en la seguridad alimentaria,
afectando aproximadamente a 300.000 personas cada dos años.
La degradación ambiental y la deforestación provocadas por prácticas
agrícolas y energéticas insostenibles —especialmente el uso de carbón—
agravan el impacto de los desastres naturales. Las desigualdades de género
relacionadas con los roles de género que la sociedad asigna a mujeres y
hombres y consolida determinan la manera en que mujeres, hombres, niñas y
niños se ven afectados y su capacidad para hacer frente al cambio climático.
23