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Michael Apple y la escuela democrática.

Un proyecto necesario.

Nombre: Agatha Pabla Yáñez.

Pedagogía en Cs.Naturales.
Educación, Sociedad y
Desarrollo Humano.

Rodrígo Elías Pavez.

23 de Junio del 2020.

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Introducción

En la discusión sobre las maneras de educar, en cuanto a la manera de afrontar la posición


del estudiante en el aula, en la literatura especializada se reconoce dos ideas que resultan a la vez
antagónicas entre sí. Por un lado, un paradigma conductista enfocado en una lógica de castigo y
recompensa y otro el otro, un Democrático, enfocado en la construcción de comunidad a través
del razonamiento crítico. El primero, como fue planteado por su precursor Burrhus Frederic
Skinner (1994) en sus estudios sobre el condicionamiento de la conducta de un ser vivo, funciona
a través de estímulos que refuerzan o inhiben una acción frente a la cual son aplicados,
estableciendo el aprendizaje como un cambio medible en la lógica del comportamiento. Luego
está, el paradigma de la Escolaridad Democrática, que es homologado por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con la seguridad humana, la cual “es una
preocupación por la vida y la dignidad humanas” (PNUD citado en Magendzo et al, 2012, p.
348). Se entiende por seguridad humana no solo la ausencia de violencias, sino que también es de
considerar el acceso a todos los recursos vitales, la educación, la salud, la habitación de un país
con un Estado de Derecho, adquiriendo así mismo completo respeto por los Derechos Humanos
del individuo, otorgándole bienestar y oportunidades de ser un aporte a su comunidad a través de
su propio desarrollo pleno y humano.

El precursor educativo que plantea este último es Michael W. Apple, un teórico especializado en
educación y poder, políticas culturales, teoria del curriculum e investigación; educador crítico y
el desarrollador de la Escuela Democrática. A nacido en New Jersey, Estados Unidos, el 20 de
agosto de 1942. Creció en una familia humilde con padres políticos radicales y trabajo en una
universidad para pagar los inicios de su educación, y en la actualidad es profesor John Bascom
Emeritus de Currículum e Instrucción y Estudios en Políticas Educacionales, desde 1970 hasta la
actualidad. Así, por más de treinta años ha trabajado con educadores, uniones, grupos disidentes
y gubernamentales para la democratización de las políticas y prácticas educativas. Este es
precisamente su proyecto como precursor, en cuanto busca instaurar el sistema de la educación
democrática por medio del currículum oculto en el aula de la escuela a través de la crítica al
neoliberalismo en aras de la equidad, la no-discriminación y la formación de ciudadanos críticos

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y conscientes de la sociedad; para así ser partícipes de su reforma a través de la participación en
su educación.

Su trabajo se remonta a 1974, con su libro Evaluación educativa: Análisis y


responsabilidad, presentado en una conferencia en abril del año anterior en Madison patrocinada
por la escuela de la Escuela de Educación en la Universidad de Wisconsin. Posteriormente ha
presentado una serie de trabajos sobre el capitalismo, la discriminación sistemática, la inequidad
y cómo lidiar con ello en la democracia. Otros trabajos de su autoría que destacan son Ideología
y currículum en 1979; Educación y Poder en 1982; Cultura y Reproducción económica en
Educación en 1982; Maestros y textos: Una relación política entre clase y género en la
Educación en 1986; El curriculum: Problemas, Política y posibilidades en 1988; Conocimiento
oficial: Conocimiento democrático en una era conservadora en 1993; Políticas culturales y
educación en 1996; ; El estado y las políticas de educación en 2003; Ideología y currículum en
2004; Educar como Dios manda: Mercado, estándar, Dios, y la inequidad en 2006; Escuela
democráticas en 2007; Educación y poder en 2011 y ¿Puede la educación cambiar la sociedad?
en 2013, entre otros.

Es por su gran aporte a la educación que se le considera uno de los más importantes
precursores del siglo XX, y su enfoque como educador marxista es uno de los motivos de ello.
Michael Apple, según el mismo (1998), creció en una familia sumamente politizada, y en la
misma siempre tuvo influencias socialistas, comunistas y anti racistas. En el regazo de sus
abuelos se crió con historias sobre la lucha de clase de los obreros y asistió a una escuela en una
de las ciudades mas pobres de Estados Unidos, con un estudiantado mayoritariamente
afroamericano e inmigrante. Este entorno le llevo, siguiendo el ejemplo de su madre, a implicarse
en la lucha social contra el racismo y la discriminación sistemática de cualquier tipo, hasta
convertirse en presidente sindical de profesores y profesoras, comprendiendo la implicancia de la
educación, como de otros medios, en la transformación de la sociedad.

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La Escuela Democrática

El trabajo de Michael Apple plantea que “las escuelas democráticas, como la democracia
misma, no se producen por casualidad.” (Apple y Beane, 2000, p.24), pues son un trabajo
constante que requiere la participación de todos los estamentos de la comunidad educativa,
buscando la implicación de los mismo en la formación de las prácticas y el currículum de la
escuela. Las ideas de Apple se basan en la observación del sistema gubernamental de EE. UU,
donde las esferas de poder, al igual que en otros países donde impera el neoliberalismo y la
economía por sobre la agenda social, deciden sobre los libros de texto y el material, tanto físico
como intelectual. La premisa supone que al establecer un espacio educativo donde todos pueden
participar, el estudiante se implica en la justicia democrática desde temprana edad, y además, es
posible construir un currículum académico acorde a los grupos que lo revisaran, sin perpetuar la
idea del otro, correspondiente a las minorías raciales, sexuales y étnicas, en cuanto son estos
mismos quienes hacen valer sus puntos de vista. Así, Apple para la creación de su escuela
democrática, cuestiona y problematiza el rol de la educación en un sistema controlado por la
economía, por su vinculación a los gobiernos de derecha, y como los que alguna vez fueron
espacios para el surgimiento del conocimiento docto y autónomo, se transforman en formas de
control en un sistema que le corrompe.

Para revisar lo anterior es necesaria la idea de concebir la educación democrática, como


una educación para la democracia. Para ello es necesario comprender en primer lugar, dos
cuestiones, qué es la democracia y que es la escuela. En principio, la democracia en su noción
teórica responde a su etimología griega por sus orígenes en dicha cultura; Demokratía se
compone de, dêmos griego para el español gente, y krateîn griego para el español gobierno, que a
su vez deriva de Kratos que significa poder, y que está en conjunción con la terminación -ia; que
otorga cualidad. Se trata así de una palabra que indica la posesión del poder como una cualidad
del pueblo, conformado por la gente. Una vez entendido dicho concepto es necesario aplicarlo al
espacio escolar. La escuela funciona, en este contexto, como una pequeña sociedad con su propio
sistema democrático para la toma de decisiones sobre la misma. En esta el educando experimenta

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el funcionamiento de la sociedad, diversa y democrática para luego integrarse en la misma como
un ciudadano crítico y participativo para la administración justa de la misma.

Respecto a la problemática de la discriminación, es necesario cambiar la sociedad. Apple


señala que (1989, p.176)
para reconstruir las instituciones de nuestra sociedad entorno a los principios del bien
común, y no de la privatización y la codicia, le gente [...] ha de estar convencida de que la
organización actual, y la emergente, de gran parte de nuestras instituciones económicas,
políticas y culturales no es igualitaria ni justa.

La democracia debe servir al pueblo a través de la justicia y los principios modernos de


igualdad, pero es la modernidad misma la que, con la expansión del capitalismo y del
neoliberalismo, a pervertido dichos principios y esto no deja a la educación al margen. Es
necesario construir una democracia para educar, en la que los estudiantes tengan la posibilidad de
cuestionar los principios establecidos antes que reproducirlos, pues el sentido común que lleva a
buscar respuestas rápidas no permite la verdadera formación crítica del estudiantado.

La mirada crítica para educar y ser educado

Es entonces que Apple planea cambiar la escuela para integrarle a la nueva modernidad, a
través de dos paradigmas, uno es “crear estructuras y procesos democráticos mediante los cuales
se configure la vida en la escuela. La otra es crear un currículum que aporte experiencias
democráticas a los jóvenes.” (2000, p.24). Respecto al primer planteamiento se trata de la
comprensión de que es la democracia, y de cómo este ideal donde el gobernado es quien controla
a su gobernante, pues este último solo hace uso del poder por concesión del primero. Para ello es
necesario entender de primer plano, quienes son los miembros de la comunidad educativa y como
todos ellos deben tener un lugar en el consejo escolar, ya que las políticas y prácticas de la
escuela, como de un gobierno, deben responder a los intereses y necesidades de la sociedad, o
todos los estamentos en este caso. En relación a esto último, los autores (2000) señalan que es el
estado quien debe actuar como ente fiscalizador, pues la verdadera democracia hacia la igualdad

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en la escuela participativa sólo es posible lograrla gracias a la intervención del estado para coartar
las discriminaciones sistemáticas de índole económica, racial, de género, o la que fuese. Esto es
así ya que, al ser la decisión local la que decide excluir, no puede existir una democracia que
vaya contra los ideales y la moral de esta.

El segundo paradigma, es llamado el currículum democrático. Si por un lado la noción de


acuerdos y creación de estructuras está relacionado a la vida cotidiana del estudiante en su
escuela, mientras que el currículum oculto va a trabajar en la formación crítica y espiritual del
educando. Las escuelas poseen sus currículum que abordan los conocimientos oficiales, descritos
en Apple (1996) como los acuerdos para formación intelectual comprendida en los temas
abordados por el currículum explícito. Ahora, el planteamiento de la estructuración de los
desafíos y cuestionamientos en los que se basan los cursos son creados en una lógica hegemonía
establecida por la diestra política a través de la llamada política del sentido común, que
comprende una manera única de percibir la realidad y por ende, de abordar los problemas; es lo
que critica la teoría. Para Apple (1996) la educación democrática es formación crítica, y para ello
debe generar cuestionamientos a través de la observación de la realidad particular reconociendo
la existencia de múltiples miradas generadas por las múltiples maneras de abordar la vida. De
este modo se reconoce, y da la importancia, a las problemáticas de grupos minoritarios como los
gays, pobres, lesbianas, afroamericanos, mujeres, transgéneros, indígenas, migrantes, etc; y les
considera para formar la opinión crítica, en contra de la hegemonía derechista que permite la
supremacía de un grupo político de alto nivel socioeconómico.

El currículum oculto

Respecto a lo anterior, el curriculum oculto es un espacio de posibilidad para controlar


este paradigma en cuanto es un lugar de entrega y adquisición de un punto de vista particular del
docente que dicte el curso en cuestión. Esto es así porque si bien el currículum explícito se ve
enmarcado por el libro de texto; el principio de la retórica docente que se crea en la práctica de la
pedagogía hablada se basa en el arte de la persuasión al entregar e interiorizar una lección en el
estudiante. Apple (1996) señala que no existen realmente visiones completamente progresistas en

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cuanto pueden existir docentes, por ejemplo, mujeres que crean en políticas conservadoras sobre
la economía y que sin embargo están sumamente implicadas en el feminismo y la lucha contra la
discriminación de género. El curriculum oculto será precisamente las maneras e ideas que puedan
expresarse en el aula sin explicitar y que sin embargo no dejan de estar presentes.

Sin embargo, no es del todo un espacio de liberación, pues es también un punto donde el
docente en su práctica comunicativa puede persuadir a un estudiante, o al aula completa, sobre lo
correcto e incorrecto en la sociedad. Y si estos no son agentes críticos, puede significar un medio
para la represión, la censura y la perpetuación de la discriminación sistemática, las ideas
económicas liberales, entre otros aspectos que pueden existir en la problemática de la clase
dominante en relación a las minorías. Cuando se trata de la pedagogía democrática, no es solo el
acto de educar por educar, pues resguarda una labor social y política, esto es así pues las ideas de
la democracia responden al paradigma de la educación de mercado y la segregación en cuanto
comprenden que la escuela es multi estamental en la sociedad, la política y la conformación del
individuo como ciudadano.

La cultura como paradigma educativo

La relación entre cultura y economía se basa en la dialéctica; una idea de manipulación


consciente de la enseñanza por un grupo minoritario de personas con poder que ejerce el control
en el principio constitutivo.

Se trata de un sistema que perpetúa la desigualdad, en cuanto lo que la escuela conserva y


distribuye no sólo es propiedad económica, sino también propiedad simbólica, llamada capital
cultural. Este es un término usado en la sociología para referir la acumulacion de conocimientos o
experiencias que darán cabida a conocimientos específicos o habilidades que otorgan a una clase
social, normalmente privilegiada, una ventaja educacional por sobre otra. La inequidad y su
aporte a este concepto se da en cuanto las sub-sociedades con distinta circulación de capital
cultural nacen desde la familia central del individuo. Es así que se genera una brecha
significativa, entre el manejo de conocimientos y la exposición a nuevas vivencias que

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enriquezcan la experiencia particular de cada individuo, que se justifica en el capital cultural
previo de los padres y en el traspaso del mismo. Si bien la educación en el hogar es una primera
formación innegable, resulta de la misma manera un espacio de segregación que mantiene el
conocimiento docto en círculos de las altas esferas económicas de la sociedad, y así mismo,
dejando en desventaja a los estudiantes cuyos padres no poseen en gran cantidad dicho capital.

Neoliberalismo y el capital cultural

Respecto a esto, el nivel socioeconómico vuelve a jugar un rol importante en la educación


formal puesto que esta reproduce una estructura propia de desigualdad ya existente en la
sociedad, incidiendo en la capacidad de medir y evaluar. Según (Apple en Fajardo, 2016) “para
que el neoliberalismo tenga éxito, todos los docentes deben ser obligados a enseñar lo mismo, ya
que hay que entregar evidencia de que está haciendo cosas buenas”. Ya que mientras exista la
diferencia entre escuelas burocráticas y colegios des privilegiados sin financiación, respecto al
currículo, no podrá evaluarse de igual manera a todos. Es por esto que Apple en Fajardo (2016)
señala que no existe certeza de que el Neoliberalismo mejore la educación, sino que, por el
contrario, en realidad aumenta la segregación y favoreciendo a la minoría privilegiada.

La ilusión del neoliberalismo en educación está construida en la noción de la lógica de


mercado para la misma. Al hallarse en la lógica de consumo, la educación se convierte en un
producto que puede ser elegido. Esta supuesta libre elección se respalda en la educación como
producto que entregan las escuelas para el consumo del público, permitiendo así la competencia
entre escuelas en aras de alcanzar la llamada educación de calidad, motivo donde se justifica así
misma. Mas esto es una ilusión, pues con este sistema se crean escuelas para ciertos grupos
sociales, según cuánto pueden pagar los padres del estudiante. Apple (2016) plantea al respecto
que la verdadera manera de hacer funcionar la lógica neoliberal en la educación es que todas las
escuelas impartan las mismas lecciones, pero es en este mismo punto donde nace el problema de
la cultura y la noción de la elección de un sistema mejor para un estudiante mejor.

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Existe un gran foco denominado cultura, el cual forma parte del círculo “vicioso” del
conflicto de la calidad educativa; por su conexión a la relación economía-educación
respectivamente. La educación se concibe como un fenómeno cultural, siendo esta misma la que
incide en el proceso de aprendizaje en cuanto,
la cultura aprendida tiene su fuente en la propia realidad de los seres humanos, es un
producto social; el conocimiento así generado se socializa y se vuelve común. Esto se
entiende porque aparte de las realidades estrictamente personales, existen realidades
sociales que corresponden a formas de interpretación del mundo, compartidas por los
miembros de un grupo en un contexto dado (Martinez, 2008).

Este es el motivo por el cual se entiende al capital cultural y su adquisición como un arma
de doble filo. Si bien el mismo puede ser un espacio de crecimiento para el individuo de manera
externa a la formalidad y sus limitaciones, es también un espacio que puede ensanchar aún mas
la brecha entre clases, ya que la adquisición de experiencias de índole clásico o que generen un
material cultural significativo para la educación académica formal, serán menores en un entorno
empobrecido en comparación a uno con profesionales universitarios que puedan compartir y
generar dichas experiencias a los niños y adolescentes en su formación informal.

La educación crítica contra la inequidad

En cuanto al capital cultural, Pierre Bourdieu (1979,; lo entiende como un instrumento de


poder a nivel de individuo bajo la forma de un conjunto de cualificaciones intelectuales
producidas por el medio familiar y escolar prácticamente desde la formación de la consciencia,
este concepto de capital cultural se relaciona tanto a la educación desde el exterior, como con los
procesos que definen lo que serán los resultados educativos.

Se propone que a partir de estudios académicos vinculados al capital cultural, tanto como al
desempeño de los estudiantes en la educación estamental y posteriormente a las posibilidades de
obtener resultados positivos a nivel de educación superior, al tratar de explicar las diferencias en
el rendimiento académico se evidencian ciertas diferencias y/o características que identifican y

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explican, el déficit de ciertas competencias académicas, las que coinciden en sus capacidades de
ingreso y permanencia en el sistema educativo.

Mas resulta innegable que en un sistema de mercado y de poderes, el manejo y la expansión


de la cultura cabe a una suerte de moneda de cambio.

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Conclusión

Según Apple (2003); La problemática se centra en el conocimiento trasmitido por la


escuela, la cuál se considera una pieza fundamental para entender el papel del sistema educativo
como el importante instrumento de selección y/o segregación social. Para ello, desvela el
carácter social y político del currículum, que sin embrago aquí se mostraría neutral y objetivo. El
curriculum realmente se fórmula en virtud de los intereses de los grupos sociales hegemónicos, es
de aquí, por ejemplo, que los problemas de rendimiento y pleno fracaso escolar se vinculan de
manera efectiva a problemas culturales, sociales y políticos, enmarcando la temática con el
problema sobre el currículum, el conocimiento escolar, las instituciones como el mecanismo vivo
de selección social.
La educación es fundamentalmente política, por lo tanto, nunca será neutral, así entramos en una
contradicción con lo cual consideramos el conocimiento oficial, puesto que este mismo se
excluye de otra clase de conocimientos. De esto surgiría el currículum oculto que respecta de las
relaciones sociales que se dan en la escuela, prácticamente estamos enseñando cosas distintas a
niños distintos, como ente político al igual que quien nos imparte la enseñanza.

La educación es política no sólo por el hecho de quien, y como nos imparten la enseñanza,
que en ese momento como docente, pierden sus facultades, pierden creatividad actuando muchas
veces como marionetas; sino que como nos referimos antes, también por cuestiones de
burocracia, dinero y poder. Los movimientos políticos que tienen poder son las fuerzas motrices
del currículum, las fuerzas motrices que impulsan a la escuela, los movimientos sociales son
quienes transforman la educación.

El problema con esto surge cuando la cultura a la que se expone un individuo se ve


coartada por su nivel socioeconómico y su posición cultural, y una posible respuesta, que sin
embargo es un bien necesario para la formación.

Resulta entonces la necesidad de una reforma sustancial en el sistema, en cuanto en la era


de la expansión y del consumo, las desigualdades se ven acrecentadas. El sistema educativo no

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funcionará nunca de manera justa porque, al influir la cultura en el aprendizaje y este, estar
dictado

por una economía, no estará cumpliendo su función como desarrollador humano, así siendo
necesario reconstuir el sistema en la democracia y la libre participación crítica.

La importancia de la educación crítica de mano de la cultura y la adquisición de capital en


la misma, se posible revisar la teoría del aprendizaje cognitivo de la pedagogía científica de
Piaget por la cual el capital cultural y el medio en que se desenvuelve el estudiante en su infancia
es determinante para la posterior integración de aprendizajes. Este es otro motivo por el que la
educación debe ser laica, pública y democrática.

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Bibliografía

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de sexo en educación. Barcelona, España: Paidós.
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Magendzo, Toledo, Gutierrez. (2012). Descripcion y analisis de la Ley sobre Violencia
Escolar (N° 20.536): dos paradigmas antagónicos. Estudios Pedagógicos, vol 39 (N°1), pp. 377-
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Fajardo, M. (8 mayo, 2016). Michael W. Apple y su dura crítica al sistema de educación
de libre elección: "Creo que Chile es un experimento (educacional) fallido". El Mostrador.
Recuperado de https://www.elmostrador.cl/cultura/2016/05/18/experto-de-eeuu-creo-que-chile-
es-un-experimento-educacional-fallido-aunque-no-soy-un-romantico-respecto-de-lo-que-
reemplazo/

Apple, M. (2003). Argumentando contra el neoliberalismo y el nuevo conservadurismo: luchas


por una democracia crítica en educación., (págs. 85-86-87).

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