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Eje 3:

CONTEXTO HISTORICO.
El término de Segunda Revolución Industrial designa el conjunto de transformaciones socio
económicas interrelacionadas que se produjeron aproximadamente entre 1870 y el comienzo de la Primera
Guerra Mundial, en 1914. Durante este periodo los cambios se aceleraron fuertemente. El proceso de
industrialización cambió su naturaleza y el crecimiento económico varió de modelo. Los cambios técnicos
siguieron ocupando una posición central, junto a los ocurridos en los mercados, en su tamaño y estructura.
Las innovaciones técnicas concentradas esencialmente, en nuevas fuentes de energía como el gas, el
petróleo o la electricidad; nuevos materiales y nuevos sistemas de transporte (avión y automóvil) y
comunicación (teléfono y radio) indujeron transformaciones en cadena que afectaron al factor trabajo y al
sistema educativo y científico; al tamaño y gestión de las empresas, a la forma de organización del trabajo,
al consumo, hasta desembocar también en la política.

1- LA SEGUNDA REVOLUCION INDUSTRIAL Y SUS CONSECUENCIAS DE LUIS MARTÍN.


 La industria europea y junto con Estados Unidos y Japón, alcanzó su periodo comprendido entre
1850 y 1870-1873.
 Se inicia una segunda fase del desarrollo económico que, con profundas y duraderas
consecuencias en casi todos los campos de la actividad humana, conocemos con el nombre
genérico de segunda revolución industrial.
 Llamamos revolución industrial pero fue en realidad una revolución, una ruptura brusca, de
aparición súbita y vencimiento inequívoco de oposiciones, o interpretarla como una evolución,
como una consecuencia lógica y predecible de desarrollos anteriores, y por tanto dotada con unos
patrones de continuidad, progresividad y asunción.
 La revolución industrial participo de ambas cosas, ya que por sus variables, aquellos hechos o
fenómenos que la hicieron posible, se desarrollaron lentamente en el tiempo; por otro lado, lo que
podríamos llamar punto de condensación de esas variables, su irrupción en un tiempo y en un
espacio determinado, fue de tal naturaleza y representando tal impacto, que muy bien podemos
hablar de ruptura o de emergencia de un sistema de producción diferente y diferenciado de lo
conocido hasta aquel momento.
Sus principales características son:
 La primera fuente de energía es la producción de acero. Los procesos de refinado eran lentos y
costosos, seria gracias a las mejoras introducidas para resolver el viejo problema.
 Por otro lado, su elasticidad, dureza y resistencia, lo hacían posible para martillos, yunques, raíles,
clavos y otros objetos expuestos a la rotura, al desgaste y a los golpes. Esto se hizo posible gracias
a las máquinas y motores más ligeros y pequeños, pero más precisos, rígidos, y más rápidos. Esta
combinación de resistencia y firmeza hacía del acero un excelente material de construcción, sobre
todo para la de barcos, en donde el peso de la embarcación y el espacio disponible para el
cargamento eran y son de capital importancia.
 Sin embargo, los nuevos países industrializados como Rusia, Japón o Italia hicieron descansar su
nuevo status sobre la industria siderúrgica.
 Una segunda fuente de energía que ira cobrando progresiva importancia y propagación, es el
petróleo. Si bien el carbón continuaba siendo la materia prima predominante en la creación de
energía, en diversos países y en Estados Unidos, la industria petrolífera alcanzo tasas muy altas de
inversión y crecimiento.
 Por otro lado, la combustión del petróleo y de sus derivados permitió conquistar todas las
potencialidades del principio de motor de combustión interna, pudieron ahorrar combustible y
tripulación al tiempo que aumentaban los pasajeros y la carga. El precio del petróleo iba bajando a
medida que se descubrían nuevas fuentes de suministros y la industria iba perfeccionando sus
métodos de refinado y sus técnicas de distribución.
 La electricidad, otra fuente de energía, trajo consigo modificaciones en las condiciones de vida y de
trabajo de grandes sectores de la población. La facilidad de transmisión y la versátil convertibilidad
favorecieron su rápida difusión y la hicieron casi insustituible. Estos fueron los inventos gracias a la
electricidad: la lámpara, los motores eléctricos
 Las centrales eléctricas comenzaron a funcionar a principios de los ochenta, para suministrar
energía para la iluminación. La electricidad transformo la fábrica, abrió nuevos horizontes a la
industria casera y a los pequeños talleres, y modifico los modos de producción, haciendo posible
una nueva división del trabajo.
 Otra característica fue la revolución de los transportes y de comunicación: la aplicación del petróleo
a barcos y buques permitió un ahorro de costes, un aumento de su capacidad de carga y en
número de pasajeros, lo que revirtió en una mejora considerable de la navegación fluvial y
marítima. Antes de 1914, el automóvil era un lujo, las carreteras no se habían desarrollado o
estaban en malas condiciones. Sin embargo, un suceso social y tecnológico notable ocurrido allano
el camino a la llegada del automóvil: la moda de la bicicleta. Esta moda parece haberse iniciado en
Francia a finales de la década de 1860. Pronto se produjo un florecimiento de este vehículo, sobre
todo tras el invento de la cubierta neumática, convirtiéndose durante muchos años en el transporte
del obrero, ideal para trayectos cortos en zonas urbanas y en pequeños ámbitos campesinos. A
consecuencia de la popularidad de la bicicleta se renovaron las carreteras, se imprimieron mapas.
El trafico interior dentro de las ciudades mejoro con la aparición de los tranvías a fines del siglo
pasado y de los ferrocarriles subterráneos eléctricos. El estudio de la revolución de los transportes
y de la comunicación quedaría incompleto sin la mención de otros descubrimientos notables y cuyo
impacto social, no sólo económico, se reveló formidable (teléfono, telegrafía, telégrafo, máquina de
escribir, maquinas calculadores).
 En el campo del periodismo y las artes gráficas empezó a trabajarse en producir diferente tipos
como: La aparición o consolidación del periódico popular. Periódicos muy baratos que se
mantenían gracias a un aumento notable de las tiradas y a la introducción de una idea revolución y
la publicidad comercial. Se extendió el periódico ilustrado, se asiste a un desarrollo de la historieta
como genero expresivo. Todo ello hizo posible que la imagen abandonara su habitual sumisión del
texto, convirtiéndose en protagonista. La tarjeta postal se difunde, facilitando la ampliación de la red
de correspondencia y el estrechamiento de los lazos que unen a la parentela o al grupo de amigos,
al tiempo que estimula el coleccionismo y la formación del álbum de recuerdos. Además, tiene
lugar lo que podríamos llamar democratización del retrato a través de la fotografía. La fijación, la
posesión y la comunicación en serie de la propia imagen se vuelven posibles para el hombre del
pueblo.
 También posibilitará el despegue y consolidación de otros sectores como: la construcción y la
alimentación. El logro principal durante el periodo 1880-1900 fue el desarrollo del esqueleto o
armazón interior, hasta el punto que el edificio de enorme altura, el rascacielos, se convirtió en una
posibilidad práctica. En Europa, el primer edificio construido, en hormigón armado y los primeros
puentes en hormigón armado. La dieta alimenticia estuvo condicionada por las insuficiencias
técnicas que impedían un mejor aprovechamiento de los recursos. Sin refrigeración en el hogar, las
familias no podían depender de carne fresca o de productos lácteos. Para conservar la mantequilla
durante los largos meses invernales, era preciso tratarla con salmuera o sal. No se conocía la
conserva en lata y muy pocos granjeros utilizaban hielo para la conserva de alimentos. Estas y
otras circunstancias irían cambiando al compás de los nuevos avances en la conservación y
distribución de los géneros alimenticios: uno fue la refrigeración. Está resulto valiosa para el
pescado y para los productos lácteos, pero las industrias de la carne, de la volatería (aves
comestibles) y la panificación se contaron entre las primeras que recurrieron a la refrigeración en el
proceso y la distribución de alimentos. El éxito de la refrigeración mecánica señalo, el comienzo de
una nueva era para el almacenamiento en frio. Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Argentina
y Alemania encabezaron la construcción de edificios mecánicamente provistos de refrigeración. El
rápido desarrollo de la industria y el comercio de la fruta fue una característica notable de la
agricultura mundial. Los mercados para los frutos frescos y perecederos, aumentaron. Manzanas,
peras, melocotones y otros frutos se convirtieron en mercancías de transporte corriente. La
refrigeración no tardo en contribuir a eliminar inconvenientes. También la aparición del enlatado y el
secado permitieron una mayor difusión del consumo durante el año. La pasteurización, la
aplicación de este proceso a la conservación de la leche mejoro las propiedades de esta e
inmortalizo el nombre de Pasteur. El mismo método elimino varias enfermedades transmitidas al
hombre por la leche de vaca. Se convirtió en un proceso esencial para la venta de leche en el siglo
XX. Las prácticas tradicionales de la industria láctea experimento profundos cambios. Se
multiplicaron las fábricas de queso y se construyeron plantas para la elaboración de leche
concentrada y condensada. La industria alimenticia se diversificó, provista de nuevos métodos que
permitieron economizar alimentos hasta derrochados y facilitaron grandes incrementos en la
producción de artículos perecederos, tan esenciales para la salud como fuentes de elementos
nutritivos clave. Todo ello contribuyó a acceder a una dieta más rica, diversificada y saludable. Al
mismo tiempo, contribuyó a crear un considerable desequilibrio entre los índices de natalidad y
mortalidad.
 Aparecerá una nueva concepción del ocio y del tiempo libre, un mayor grado de socialización y
nuevas formas de diversión que están relacionadas con los cambios tecnológicos y el desarrollo
económico-social.
La segunda revolución industrial se caracterizó por la aparición de nuevas industrias y nuevos sectores,
resumida a tres sectores:
1. El siderúrgico: implicaba fábricas con nuevas dimensiones, exigía el ciclo productivo completo,
desde el mineral hasta el laminado, los lingotes, los cables, etc.; requería grandes inversiones de
capital, imponía la concentración y obligaba a una nueva organización del trabajo que fue
característica principal de este periodo. La hegemonía británica en este sector termino hacia 1890,
siendo sustituida por Estados Unidos y Alemania, que aumentaron el número de sus fundiciones y
altos hornos, la producción de hierro y de acero.
2. La industria química: es la transformación de la materia para usos productivos. La metalurgia, es
una rama de la química aplicada, y entre los nuevos materiales que llegaron con el principio del
siglo aparecieron aceros y metales no ferrosos, como el aluminio. Las fabricaciones de vidrio y de
papel son ramas de la industria química, así como las del cemento, el caucho y la cerámica.
3. La electricidad: En el siglo XIX, la electricidad no era más que una curiosidad científica, un juego
de laboratorio. Como resultado, de la gran extensión de las investigaciones y de los experimentos,
se convirtió en una forma comercialmente rentable de energía, dando paso a sectores e inventos
eléctricos en el campo de las comunicaciones como el telégrafo, el cable, el teléfono, en el de la
química ligera y en los procesos metalúrgicos. Finalmente, la iluminación. La invención de la
lámpara fue crucial, porque por primera vez la electricidad no sólo se mostraba útil para la industria
y el comercio, sino para los hogares. Los logros más importantes se dieron en Alemania, donde el
progreso de la industria de fabricaciones eléctricas fue espectacular. Las empresas eran grandes,
bien financiadas y recibían una fuerte ayuda del mercado de capital y de los grandes bancos de
inversión. Sus productos eran ingeniosos, de solida factura y de precios competitivos. Como
resultado, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, las exportaciones alemanas eran las
mayores del mundo.
2- La consolidación del gran capitalismo:
Una de las claves más importantes de este periodo fue la internacionalización de la economía. La libertad
de los intercambios y de los movimientos de capitales, el desarrollo del patrón oro internacional (es un
sistema monetario que fija el valor de la unidad monetaria en términos de una determinada cantidad
de oro) y el crecimiento del volumen de los intercambios fueron factores de integración de la economía
mundial. Hubo una Integración relativa y asimétrica con los países productores de materias primas y de
productos primarios; sin embargo siguieron siendo dependientes de los países ricos o industrializados. A
fines del siglo XIX, Estados Unidos había alcanzado y superado a Gran Bretaña en el campo de la
producción de bienes manufacturados. La participación de Alemania y Japón modifica de manera profunda
la estructura del mercado mundial y las corrientes de intercambios internacionales.
Por otro lado, la aparición de nuevos productos y su creciente expansión, como los bienes de equipo y la
evolución de las estructuras empresariales del aparato productivo, entre las que cabe destacar: la
emergencia de las grandes empresas multinacionales, fueron factores que determinaron las relaciones
económicas internacionales y colocaron en mejor o peor situación a unos países y a otros. A esta etapa
del desarrollo económico, corresponde a una profunda conversión y reestructuración de las empresas, que
buscaban mayores dimensiones y capacidad de producción. Todo ello implicaba crecientes inversiones de
capital y una organización del trabajo más rigurosa. Seria Alemania la nación que, tras Estados Unidos,
dominaría en el campo de la producción industrial en los sectores más modernos y competitivos, en el
comercio exterior y en la implantación de grandes empresas internacionales. La mundialización de la
economía, las nuevas estructuras productivas y los cambios tecnológicos, precisaron y propiciaron lo que
podíamos llamar homologación de los trabajos y bienes productivos, si bien este proceso solo se
generalizaría después de la Primera Guerra Mundial. Eran necesarios equipos y aparatos que permitieran
trabajos de precisión y lograran la estandarización necesaria para que las piezas fueran intercambiables.
La enorme producción condujo a una mayor especialización y a la búsqueda de mercados de ámbito
mundial. Se redujeron muchos monopolios, pero se crearon otros. Y los métodos de producción existentes
cambiaron, estableciéndose la necesidad de una inspección de las piezas de acuerdo con una escala
organizada, es decir, el control de calidad. En resumen, la introducción, difusión y especialización de las
máquinas y herramientas hicieron posible el desarrollo de todo el complejo e intrincado sistema de la
producción en serie (Fordismo y Taylorismo) y el modelo de partes intercambiables al que hoy asociamos
con la Era Moderna.
Los principales países en insertarse en este proceso fueron: Alemania, Estados Unidos y Japón; luego,
Rusia y España.
Modelo alemán: Se reforzó la cohesión económica, hubo una unificación de la moneda, extensión de la red
ferroviaria, la economía experimentó una expansión muy rápida como la fundación de numerosos bancos,
de sociedades accionistas y grandes consorcios industriales. Tras estallar la crisis bursátil de 1873 siguió
un largo periodo de depresión, que se caracterizó por la caída de los precios, numerosas quiebras, una
disminución de la actividad industrial y graves dificultades en el sector agrícola. La desaparición de
numerosas empresas llevó a una mayor concentración industrial y bancaria, y el abandono del
librecambismo, tras la adopción del proteccionismo en 1879 que convirtió a Alemania en un bloque
económico. A partir de 1880, Alemania volvió a experimentar una fuerte expansión industrial y empezó a
dirigir su atención hacia los países de ultramar: China, Turquía y África. Esta reactivación se consolido en
los años noventa y desde entonces el crecimiento no cesó hasta 1914. La concentración del mercado
financiero en manos de un reducido número de grandes bancos de negocios permitió la financiación de
empresas. Sin sacrificar su agricultura (con la ayuda del Estado y agrupados en poderosas asociaciones,
los agricultores extendieron las superficies cultivadas y mejoraron la productividad), Alemania se convirtió
a partir de 1900 en la segunda potencia industrial del mundo. La industria representaba más de la mitad en
la renta nacional. Los sectores más dinámicos eran el minero, el siderúrgico, las industrias mecánicas,
químicas y eléctricas.
Modelo de Estados Unidos: Desde 1870 hasta la Primera Guerra Mundial, tuvo un desarrollo económico
espectacular que precipitó la expansión agrícola hacia las regiones deshabitadas o en manos de los
indios. Estados Unidos se convirtió en la primera potencia industrial del mundo y en el país de las ciudades
gigantes. Esta rápida industrialización iba a dar al país una fisonomía nueva: el artesano desaparecerá, se
creaban sociedades gigantes que pronto adquirieron la forma de trusts (varias empresas que producen los
mismos productos se unen formando una sola empresa. Esta tiende a controlar un sector económico y
ejercer en lo posible el poder del monopolio) y alcanzaron un poder considerable, se impuso la división del
trabajo y el especialista, la inmigración creció de manera arrolladora y apareció una nueva clase social: las
masas de obreros. Frente a este peligro, se votaron diversas leyes destinadas a proteger la libre
competencia contra las actividades monopolísticas y controlar la actuación de los grandes trusts, se creó
un banco central que limitaba la influencia de los poderosos sectores financieros y se fortaleció la
independencia y competencia del aparato administrativo público.
El Modelo Japonés: Japón abierto a las relaciones con el exterior a partir de 1853. Las transformaciones
fueron rápidas: la apertura del acceso a los distintos oficios, adquisidor de técnicas modernas, declaración
de obligatoriedad en la enseñanza primaria, multiplicación de la prensa periódica, elaboración de una
Nueva Constitución, emergencia de empresas industriales, construcción de ferrocarriles y de industrias
metalúrgicas por el Estado, radical aumento del comercio, elevación generalizada del nivel de vida,
explosión demográfica, formación del imperialismo japonés, ferrocarriles, rutas terrestres, compañías de
navegación, desarrollo de las extracciones mineras y grandes empresas, formación de la mano de obra y
de trabajadores cualificados, instalación de talleres estatales, fueron algunas de las tareas promovidas por
las nuevas autoridades y financieras en gran parte por el tesoro Público. Se extendió y mejoro la red
financiera, tanto nacional como privada. En 1882 se creaba el Banco de Japón y en 1900 nacía el Banco
Industrial de Japón para atender los asuntos industriales. Tras la victoria en la guerra de 1905 contra Rusia
y los tratados firmados con los principales países occidentales entre 1911-1912, Japón aumenta su
industrialización y sus intercambios comerciales, refuerza su liderazgo en el Pacifico y se convierte en una
verdadera potencia mundial.
El Modelo Ruso: En Rusia, tanto la situación económica como la social atribuyen, un atraso bastante
pronunciado. Su limitado desarrollo económico se había basado en las exportaciones de trigo y de
cereales en general. La exportación de cereales no dejaría de crecer, dando el enorme potencial
económico de Rusia. El proceso de industrialización fue más rápido y disperso a partir de la década de
1890. Tendido ferroviario, industria textil e industria de construcciones mecánicas, fueron los sectores más
dinámicos, con destino casi exclusivo al consumo interior. Como consecuencia del enorme incremento
demográfico y la conversión del sector agrario, en un importante mercado para los productos industriales.
Pero a pesar de su rápida industrialización, como potencia industrial no cambio mucho, los resultados
derivados de la industrialización de ninguna manera podían compensar su atraso.
El Modelo Español: En una situación peor estaba España, no se verifico ninguna transformación de la
economía nacional, ni un efectivo desarrollo industrial. Pérdidas sus colonias, España no consiguió
acrecentar su renta nacional a la par, a lo que hacían los países industrializados. La principal industria era
la tradicional industria textil, localizada en Cataluña donde la mecanización se había iniciado en el siglo
XIX. El mercado interior era el principal destinatario de esta industria. Otro recurso potencial del desarrollo
industrial lo constituían los enormes depósitos de hierro y de minerales no ferrosos, cuya utilización se
veía limitada debido a la escasez de carbón y combustible del que se consumían cantidades modestas, la
mitad de las cuales era importada de Inglaterra. Todavía en 1910 más del 70% de la población activa
obrera estaba empleada en la agricultura. Ni los beneficios acumulados a través del sector agrario, ni los
estímulos externos derivados de las inversiones de capital extranjero y de las exportaciones, bastaron para
mejorar la renta nacional española o para conseguir su reestructura, orientada hacia la modernización de
la economía. España se encontraba en una situación preindustrial. Los avances en el proceso
industrialización y el general progreso económico no impidió que periódicamente aparecieran fenómenos
de crisis y recesión económica que impulsaron una serie de teorías y reflexiones sobre la nueva situación
y los efectos, deseados e indeseados, de la industrialización.

3- Consecuencia de la segunda revolución industrial:


 Consecuencias económicas: A partir de 1873, se inicia un periodo de descenso general de los
precios. Aunque la producción de oro disminuyo, fue más decisivo el triunfo del patrón oro y la
desmonetización de la plata, ejerció un efecto deflacionista. Este descenso de los precios no
estuvo acompañado de una reducción de la expansión de la producción y de los intercambios. Por
el contrario, en todas las ramas de actividad se asistió a crisis más o menos profundas de
superproducción. Por otra parte, la competencia entre el hierro y el acero provoco dobles empleos
y sobre equipo hasta el triunfo del acero. El elemento esencial fue la puesta en explotación
acelerada de inmensas zonas vírgenes que gracias a los progresos de los transportes, podían
inundar Europa de productos agrícolas a bajo precio. Esta fase se puede dar por concluida en
1896. A partir de este año y hasta 1914 se inicia una nueva etapa, más compleja. El desarrollo
proseguía e incluso se aceleraba, la economía mundial se diversificaba y se transformaba. Durante
esos años se extiende un nuevo periodo de alza de precios, alza moderada que coincidió con un
aumento mucho más fuerte de la producción de oro y con la consolidación del triunfo del oro frente
a la plata. El receso de la crisis económica dio paso a un periodo de crecimiento y fomento del
comercio como Alemania y Estados Unidos superaron en la competencia internacional a Reino
Unido. Alemania parecía arrastrar en su desarrollo a una gran parte de Europa y a Francia, ya que
las relaciones económicas entre los dos grandes rivales fueron adquiriendo una importancia
creciente. Alemania y Francia, rivalizaron para equipar a crédito los Estados balcánicos, donde
construyeron ferrocarriles y puertos. Por otro lado, los países nuevos desempeñaron un papel cada
vez más importante en el desarrollo mundial, este fue el caso de los dominios británicos o de
América Latina. Durante este periodo, hicieron su aparición una serie de fenómenos que iban a dar
a la economía del siglo XX unas características muy diferentes a las del siglo XIX: un primer
fenómeno fue el advenimiento de las grandes unidades económicas. Esta novedad se produjo en
aquellos países que alcanzaron la primera industria, Estados Unidos y Alemania, mientras que
Gran Bretaña y Francia permanecían a la zaga en este terreno. Al hablar de concentración
industrial es preciso distinguir al menos dos tipos de organización: los trusts, que sugirieron en
Estados Unidos y los carteles, que se desarrollaron en su mayor amplitud en Alemania. Los
primeros fueron a menudo el producto de individualidades poderosas. Hay que mencionar la
generalización del crédito y las nuevas formas que adopto. El siglo XIX, se desarrollaron nuevas
operaciones de crédito, los bancos vinculaban cada vez más su suerte a la de las grandes
empresas industriales, a las que sostenían y en cuya gestión participaban a menudo. En esa
dinámica, el crecimiento y la concentración de las instituciones de crédito seguía los mismos pasos
y en no pocas ocasiones precedía a la concentración y la organización en carteles de la industria.
• Consecuencias político-sociales: A partir de 1880, se hacen evidentes las manifestaciones
de esta poderosa fuerza expansiva, se produce un estallido imperialista que se distingue de la
expansión colonial anterior, pero se conecta con formas maduras de capitalismo industrial, que
multiplican el poderío, la capacidad expansiva y militar de los países europeos en primer lugar y
luego en Estados Unidos y Japón. Pero no todos asumieron una actitud de resignación o de
entusiasta adhesión a la política del imperialismo y ante la perspectiva de un conflicto armado. El
mayor número de opositores surgió de las filas del movimiento obreros, que adquirirá una nueva
dimensión y diversas tendencias o corrientes a partir de los años sesenta. Hasta ese momento, las
organizaciones sindicales, habían canalizado las protestas y reivindicaciones de una parte de los
trabajadores, tratando de obtener el reconocimiento legal de los sindicatos y la abolición de la
desigualdad oficial entre patronos y obreros. Los sindicalistas británicos, orientados hacia la acción
política, trataban de obtener el acceso de los obreros al electorado. El sindicalismo se fue
consolidando en los países más desarrollados, con una orientación de corte más económica y
social que política, centrándose en las reivindicaciones laborales inmediatas. Fueron los partidos
obreros los que levantarían la bandera de la lucha política y de la revolución social. El marxismo
triunfo en los partidos socialistas de Europa continental. En los dos países occidentales, Inglaterra
y Francia, en donde las estructuras económicas y sociales eran más avanzadas y la lucha política
se desarrolla en el marco de instituciones liberales y parlamentarias más arraigadas, el marxismo
aun ejerciendo una notable influencia, no tenía una posición predominante ni exclusiva en el campo
socialista. En Inglaterra era fuerte el movimiento de organización sindical, pero en el plano político
se expresaba apoyando las corrientes reformistas de los partidos tradicionales (el cartismo), las
tendencias radicales del partido liberal. En Francia, la situación era compleja por la presencia de
antiguas tradiciones de lucha popular, de ideales igualitarios y socialistas, y de múltiples
organizaciones. En otros países, como Italia y España, la difusión y la hegemonía del marxismo en
el movimiento popular y la débil organización de los obreros industriales, se oponía la persistencia
de tendencias anarquistas. Fue Alemania, donde a través del prestigio y la fuerza de la social-
democracia, el marxismo triunfo más plenamente. Un problema decisivo fue el de las relaciones de
los partidos y organizaciones socialistas con las instituciones del Estado burgués, las formas de
participación política y de alianza con otras fuerzas se convirtieron en el tema central del debate.
Resultado de todo ello fue la aparición de diversas tendencias o perspectivas, desde la más
ortodoxa y que mantenía la lucha de clases y el carácter revolucionario del partido, hasta otra de
carácter revisionista, que sostenía la necesidad de colaborar con las fuerzas progresistas de la
burguesía: renunciar a la perspectiva de la dictadura del proletariado y desarrollar las instituciones
democráticas. Un aspecto que va a adquirir una importancia creciente fue: la intervención social de
los gobiernos y el intervencionismo estatal. El Estado desempeñara un papel cada vez más notable
en la vida económica y social. Esta intervención se produjo en gran medida bajo el imperativo de
las preocupaciones sociales. El primer ejemplo de ello lo constituye la reglamentación del trabajo y
sobre todo el de las mujeres y niños.
• Consecuencias culturales e ideológicas: Una de las características fundamentales de la
segunda revolución industrial y consecuencia del desarrollo de nuevas técnicas derivado de la
aplicación de conocimientos científicos, más que de la experiencia empírica, fue que la educación
formal pasara a ser más importante que el aprendizaje de taller. La educación, fue adquiriendo una
importancia mayor como clave de la ascensión profesional y social. La alfabetización se presentaba
como elemento impulsor del conocimiento.
La segunda fase de la industrialización de 1840-1895 de Hobsbawm Capitulo 6.

La primera fase de la industrialización británica, la textil, había llegado a sus límites. Iba a comenzar una
nueva fase de industrialización que proporcionaría un sostén mucho más firme para el crecimiento
económico: las industrias de base: el carbón, el hierro y el acero. La época de crisis para la industria textil
fue la del advenimiento del carbón y del hierro, la época de la construcción ferroviaria.

Hay dos razones que explican este proceso:


- La primera era la creciente industrialización experimentada por el resto del mundo, que suponía un
mercado en rápido crecimiento para aquellos productos de base que sólo podían ser importados
del “taller del mundo” y que aún no producían en cantidad suficiente los países que se estaban
industrializados. El índice de expansión de las exportaciones británicas fue mucho más elevado
entre 1840 y 1860.
- La segunda razón poco tiene que ver con el crecimiento de la demanda, ya que obedece a la
presión de las grandes acumulaciones de capital hacia las inversiones rentables, presión
perfectamente ilustrada por la construcción de ferrocarriles.

Desde todos los puntos de vista, ésta fue una transformación revolucionaria; más revolucionaria, en su
forma, que el surgimiento de la industria del algodón, ya que representaba una fase de industrialización
mucho más avanzada, una fase que llevaba la vida del ciudadano ordinario fuera de las pequeñas zonas
industriales de la época. El ferrocarril llegaba hasta algunos de los puntos más alejados del campo y hasta
los centros de las mayores ciudades. Transformó la velocidad del movimiento; Reveló las posibilidades del
progreso técnico, porque los ferrocarriles eran más avanzados y omnipresentes que la mayoría de las
otras formas de actividad técnica.
El ferrocarril iba varias generaciones por delante del resto de la economía; en 1840 se convirtió en una
suerte de sinónimo de lo ultramoderno, como debía suceder con lo atómico después de la segunda guerra
mundial.
La mayoría del país tenía fácil acceso al transporte acuático por mar, río o canales, y esta forma de
transporte era la más económica para productos en grandes cantidades. La velocidad era algo de
importancia relativa para los productos no perecederos, mientras mantuviera un flujo regular de
suministros, los perecederos estaban confinados a la agricultura y a la pesca.
La economía no proporcionaba objetivos para una inversión industrial a esta escala, mientras que los
hombres de negocios estaban cada vez más decididos a gastar su peculio de forma totalmente
improductiva, como por ejemplo, en la construcción de los gigantescos edificios municipales, horribles y
costosos, con los que las ciudades del norte comenzaron a demostrar su superioridad a partir de 1848,
prueba no solo de su creciente opulencia, sino del aumento de su capacidad de ahorro por encima de las
necesidades de reinversión de las industrias locales. La salida más evidente para el excedente de capital
la constituían las inversiones en el exterior; las exportaciones de capital prevalecieron sobre las
importaciones incluso a fines del siglo XVIII. Las guerras proporcionaron préstamos a los aliados británicos
y la época de postguerra préstamos para restaurar gobiernos continentales reaccionarios.

Como siempre en épocas de saturación de capital, gran parte de él se invirtió de forma temeraria, estúpida
e insensata. Los ingleses con excedentes de capital, entusiasmados por los proyectistas, contratistas y
otras gentes que no hacían beneficio con la actividad de los ferrocarriles, sino planificándolos o
construyéndolos, no se acobardaron ante sus costos, elevados, que hizo que la capitalización por milla de
línea ferrea en Inglaterra y Gales fuera tres veces más cara que en Prusia, cinco que en los Estados
Unidos y siete que en Suecia. Buena parte de este capital se perdio en las quiebras.

Otra buena parte fue menos atraído por una estimación racional de pérdidas y ganancias que por la
atracción romántica de la revolución tecnológica, que el ferrocarril simbolizo tan maravillosamente y que
convirtió en soñadores a los de otro modo sensatos ciudadanos. Pero allí estaba el dinero para ser
invertido y si en conjunto no reporto grandes beneficios, si produjo algo más valioso: un nuevo sistema de
transporte, un nuevo medio de movilizar acumulaciones de capital de todas clases para fines industriales y
sobre todo una amplia fuente de empleo y un gigantesco y duradero estímulo para la industria de
productos de base en Gran Bretaña. Desde el punto de vista individual del invasor, los ferrocarriles fueron
con frecuencia otra versión de los préstamos americanos.
Desde el punto de vista de la economía, considerada en su conjunto, fueron una solución admirable para
la crisis de la primera fase del capitalismo británico. Complemento de los ferrocarriles fue el barco a vapor,
sistema de transporte iniciado en los Estados Unidos hacia 1800 pero incapaz de competir seriamente con
el barco de vela, cada vez más eficaz, hasta la transformación revolucionaria de los productos de base,
pilares de la economía industrial, que la era del ferrocarril inauguraba.

El balance de la construcción de ferrocarriles en los años 40 del siglo XIX. En Gran Bretaña significo una
inversión y el empleo directo. La construcción de ferrocarriles supuso asimismo un estímulo crucial a la
exportación de productos de base para las necesidades de esa construcción misma en el extranjero. La
construcción mundial del ferrocarril prosiguió cada vez a mayor escala por lo menos hasta la década de
1880, los ferrocarriles se construyeron en gran parte con capital británico, materiales y equipo británico y
por contratistas británicos. Esta notable expansión reflejaba el proceso gemelo de industrialización en los
países adelantados y la apertura económica de las zonas no desarrolladas, que transformo el mundo en
aquellas décadas victorianas, convirtiendo a Alemania y a los Estados Unidos en economías industriales
superiores pronto comparables a Gran Bretaña, abriendo a la agricultura de exportación zonas como las
praderas norteamericanas, las pampas sudamericanas o las estepas de Rusia meridional, rompiendo con
flotillas de guerra la resistencia de China y Japón al comercio extranjero y echando los cimientos para las
economías de países tropicales y subtropicales basadas en la exportación de minerales y productos
agrarios. Las consecuencias de estos cambios no se dejaron sentir en Gran Bretaña hasta después de la
crisis de 1870.

Puede advertirse tres consecuencias de este cambio en la orientación de la economía británica:


1- La primera es la revolución industrial en las industrias pesadas, que por primera vez
proporcionaron a la economía suministros abundantes de hierro y de acero. En cuanto al carbón
este aumento fue conseguido sustancialmente por métodos familiares, sin recurrir a mecanismos
que ahorraran mano de obra, por lo que la expansión en la producción de carbón supuso un
notable incremento del número de mineros. Esto tenía que reflejarse no solo en el carácter del
movimiento obrero británico sino en la política nacional, ya que los mineros, concentrados en
aglomeraciones dedicadas a una sola industria, constituían uno de los pocos grupos de obreros
manuales y en el campo casi los únicos, capaces de determinar la suerte de los distritos
electorales. El hecho de que el congreso de los sindicatos se adhiriera al eslogan socialista de
nacionalización de las industrias en fecha tan temprana como en 1890, obedecía a la presión de
los mineros, debida a su vez a su insatisfacción general, totalmente justificada, en especial por la
torpe despreocupación en que tenían los propietarios la seguridad y salubridad de los obreros en
semejante ocupación, malsana. El gran incremento en la producción de hierro se debió a mejoras
no revolucionarias, y a un notable aumento de la capacidad productiva de los altos hornos que
tendió a mantener la capacidad de la industria muy por delante de su producción, provocando así
una tendencia constante a la baja del precio del hierro, aunque este sufriría, por otras razones,
grandes fluctuaciones de precios: a mediados de los años 80 la producción británica era inferior a
la mitad de su capacidad potencial. La producción de acero se vio revolucionada por la invención
del convertidor Bessemer en 1850, el horno de reverbero en la década de 1860 y el proceso de
revestimiento básico a fines de la de 1870. La nueva capacidad de producción masiva de acero
reforzó el impulso general dado a las industrias de base por el transporte, ya que tan pronto como
estuvo disponible en cantidad, comenzó un proceso a gran escala de sustitución del hierro, menos
duradero, DE TAL MODO QUE FERROCARRILES, BARCOS DE VAPOR,, REQUIRIERON DE
HECHO UN DOBLE CONSUMO DE HIERRO EN ALGO MAS DE UNA GENERACION. Pero al
igual que sucedió con el carbón y con la notable expansión del transporte que llego con el hierro, el
acero y el carbón proporcionaron empleo para los parados y para los obreros de difícil ocupación:
trabajadores no cualificados extraídos del excedente de población agrícola. Así pues la expansión
de estas industrias fue doblemente útil: proporciono a la mano de obra no cualificada un trabajo
mejor pagado y al drenar el excedente rural, mejoro la condición de los jornaleros del campo
restantes, que comenzaron a mejorar a partir de 1850. El surgimiento de las industrias de base
proporciono un estímulo comparable para el empleo de mano de obra cualificada en la vasta
expansión de la ingeniería, la construcción de máquinas, barcos, etc. en 1914 constituían la mayor
categoría de obreros varones. Ellos reforzaron en gran medida una aristocracia laboral que se
consideraba a sí misma en mejor posición que la mayoría de la clase obrera.
2- La nueva etapa fue una mejora notable del empleo en general, y una transferencia a gran escala
de mano de obra de los trabajos peor pagados a los mejor remunerados. Esto tiene que ver con la
mejora general en el nivel de vida y la remisión de las tensiones sociales durante los dorados años
medios victorianos, ya que el índice de salarios de muchos obreros no aumento de modo
significativo, en tanto que las condiciones de vivienda y comodidas urbanas seguían siendo malas.
3- La tercera consecuencia fue el notable aumento de la exportación de capital británico. Hacia 1870
se invirtieron en el extranjero y principalmente en Estados Unidos, de modo que el sorprendente
crecimiento de las propiedades extranjeras británicas pudo haberse conseguido sin mucha más
exportación de capital, mediante la reinversión de intereses y dividendos. Esta emigración de
capital no fue más que una parte del notable flujo de beneficios y ahorros en busca de inversión
que, gracias a las transformaciones del mercado de capital en la época del ferrocarril, no se
interesaba ya en los anticuados bienes de raíces o valores del gobierno, sino en participación
industriales. Negociantes y promotores estaban ahora en condiciones de obtener capital no ya de
socios potenciales o de otros inversores informados, sino de una masa de inversores despistados
que esperaban obtener beneficios para su capital en cualquier parte de la dorada economía
mundial, y lo encontraban por medio de sus agentes habituales y de corredores de bolsa, quienes
con frecuencia pagaban a aquellos para que les canalizaran tales fondos. La nueva legislación que
hizo posible las sociedades por acciones de responsabilidad limitada, estimulo nuevas inversiones
aventuras, ya que si la compañía en cuestión iba a la quiebra el participante solo perdía su
inversión, no toda su fortuna como venía ocurriendo hasta entonces. Económicamente, la
transformación del mercado de capitales en la nueva era del ferrocarril, las bolsas de Manchester,
Liverpool, fueron todas producto de la manía de los años 40, fue un medio valioso, no esencial, de
movilizar capital para invertir en grandes empresas más allá de las posibilidades individuales de los
socios, o para establecer empresas en lugares remotos del globo. Sin embargo, socialmente
reflejaba otro aspecto de la economía de los años medios de la época victoriana: el crecimiento de
una clase de rentiers, que vivía de los beneficios y ahorros procedentes de las acumulaciones de
las dos o tres generaciones anteriores.

Gran Bretaña entró con los ferrocarriles en el periodo de la plena industrialización. Su economía ya no se
sustentaba, en peligroso equilibrio, sobre la estrecha plataforma de dos o tres sectores pioneros, el textil,
sino que descansaba en la producción de materias básicas, lo que a su vez facilito la penetración de la
tecnología y organización modernas o lo que pasaba por ser moderno a mediados del siglo XIX, en una
amplia variedad de industrias. Gran Bretaña acertó en no producir de todo, sino solo aquello que eligió
producir. Había sobrepasado la crisis original de las primeras fases de la Revolución industrial y aún no
había comenzado a sentir la crisis del país industrial pionero que deja de ser el único “taller del mundo”.

Una economía industrial plenamente industrializada requiere continuidad, aunque solo sea la continuidad
en ulterior industrialización. Uno de los reflejos de la nueva situación en la economía, en la vida social y en
la política, fue la disponibilidad de los ingleses para aceptar sus revolucionarias formas de vida como
naturales o por lo menos irreversibles y adaptarse a ellas, las dos más importantes, los patronos y los
obreros. Establecer una economía industrial no es lo mismo que manejar la existente y las considerables
energías de la clase media británica en el medio siglo. Política y socialmente esto significó un notable
esfuerzo para dotarse de confianza y orgullo en su tarea histórica y una larga batalla contra la aristocracia
para rehacer las instituciones de Gran Bretaña de forma conveniente para el capitalismo industrial. Las
reformas de la década de 1830 y la implantación del librecambio en 1846 consiguieron estos objetivos.
Hacia los años dorados, la clase media había vencido en su lucha, aunque le quedaban algunas batallas
por librar contra la retaguardia del viejo régimen. La reina misma era un pilar visible de la respetabilidad de
la clase media, y el partido conservador, órgano de todos aquellos que no simpatizaban con la Gran
Bretaña industrial, fue una minoría política permanente que carecía de ideología y de programa. El
movimiento de los miserables (jacobinos, cartistas, socialistas, primitivos) desapareció, dejando a exiliados
extranjeros como Karl Marx tratando de sacar partido del radicalismo liberal o del sindicalismo. Pero
económicamente el cambio fue espectacular. Los fabricantes capitalistas de la primera fase de la
revolución industrial fueron una minoría pionera que trataba de establecer un sistema económico en un
marco que no les era favorable: estaban rodeados de una población escéptica ante sus esfuerzos,
empleaban a una clase obrera no habituada a la industrialización y hostil a ella y luchaban por levantar sus
fábricas a partir de un modesto capital inicial, reinvirtiendo los beneficios, y a través de la abstinencia, el
trabajo duro y la explotación de los pobres.

La clase patronal mismo no estaba completamente familiarizada con las reglas del juego industrial, o bien
no quería atenerse a ellas. Estas reglas querían que las transacciones económicas fueran gobernadas por
el libre juego de las fuerzas en el mercado que produciría los mejores resultados. Estas consideraciones
no fueron aplicables a los obreros. Estos aún se veían atados, por largos e inflexibles contratos, como los
mineros “contratados por años del nordeste, con la compulsión no económica del truck (pagos en especie,
o compras forzosas en los almacenes de la compañía) o con sanciones, aherrojados por una ley de
contratación que les hacía reos de cárcel por romper su contrato de trabajo. Los incentivos económicos
como el pago por resultados, no eran en absoluto frecuentes, excepto en ciertas industrias y para
determinados tipos de trabajo, aunque el trabajo a tanto la pieza era en aquella época la forma de pago
más conveniente para el capitalismo.

El único incentivo reconocido era el beneficio; a los que no lo obtenían como empresarios o
subcontratistas, no les quedaba otro recurso que el trabajo al ritmo señalado por la máquina, la disciplina,
la manipulación de los subcontratistas, o si eran demasiado hábiles para dejarse manipular. Sabían que
los salarios más altos y menos horas de trabajo podían aumentar la productividad, los patronos
continuaron desconfiando, y en vez de ello se aplicaron a comprimir los salarios y alargar las jornadas. A
las sociedades obreras se las creía o bien condenadas al fracaso o casi inmediata to o se las tenía por
vehículos de la catástrofes económica. Aunque dejaron de ser formalmente en 1824. Hasta la época del
ferrocarril, el capitalismo ni siquiera les ofrecía su propia supervivencia. Podía colapsar. Podía ser
destruido. Fuera de unas pocas zonas pioneras, incluso en los textiles el peso principal de la
industrialización no se dejó sentir hasta después de las guerras napoleónicas. En la época de la gran
huelga general cartista de 1842, todos los adultos podían acordarse de los tiempos en que habían hecho
aparición en la ciudad la primera hilandería y los primeros telares mecánicos.

La década de 1840 todo esto comenzó a cambiar, y a cambiar con rapidez, aunque más por acciones a
nivel local, no oficiales, que por cualquier legislación u organización a escala nacional. Los patronos
comenzaron a sustituir los métodos extensivos de explotación tales como el aumento de la jornada y la
reducción de salarios, por los incentivos, que significaban todo lo contrario; sin necesidad de presión
legislativa y como se fue extendiendo la misma tendencia en el norte industrial. Los patronos en los años
50 y 60 abogaban por salarios altos y trataban de atraerse a los obreros con reformas, regentaban viejos y
florecientes negocios que ya no se veían amenazados por la bancarrota a causa de la fluctuación del
comercio. Los patronos nuevo modelo eran gentes como los hermanos Bass (cervecerías) Lord Elcho
(carbón y hierro). A fines de 1860 estos cambios se hicieron más visibles, porque fueron más formales y
oficiales. En 1867 la legislación fabril desbordado por primera vez las industrias textiles, e incluso comenzó
a abandonar la ficción de que su único objetivo era proteger a los niños, ya que los adultos eran
teóricamente capaces de protegerse a sí mismos. Incluso en los textiles, donde los fabricantes sostenían
que las leyes de 1833 y 1847 constituían injustificadamente y ruidosas interferencias en la empresa
privada, la opinión se reconcilio con ellas. A las sociedades obreras se les otorgo lo que suponía su
estatuto legal moderno a partir de entonces fueron aceptadas como partes permanentes y no nocivas por
ellas mismas de la escena industrial.

Pero el síntoma más evidente del cambio fue político: la Reforma Act de 1867, por importantes cambios
legislativos acepto un sistema electoral que dependía de los votos de la clase obrera. No introdujo la
democracia parlamentaria, pero significaba que los dirigentes de Gran Bretaña aceptaban su implantación
futura, cosa que las reformas subsiguientes obtendrían cada vez con menor alboroto. Veinte años antes se
había luchado contra el cartismo porque se creía que la democracia significaba la revolución social. Los
dirigentes de Gran Bretaña no recibieron bien a la reforma. Por el contrario, a no ser por las agitaciones
de las masas, nunca hubieran llegado a tanto, aunque su disposición a hacerlo en 1867 contrasta
sorprendentemente con la masiva movilización de fuerzas que realizo contra el cartismo en 1839, 1842 y
1848. Sin embargo, estos dirigentes estaban dispuestos a aceptarla, porque ya no consideraban a la clase
obrera británica como revolucionaria. La veían escindida en una aristocracia laboral políticamente
moderada, dispuesta a aceptar el capitalismo, y en una plebe proletaria políticamente ineficaz a causa de
su falta de organización y de liderazgo. Los grandes movimientos de masas que movilizaban a todos los
trabajadores pobres contra la clase empresarial, como el cartismo, estaban muertos. El socialismo había
desaparecido de su país de origen.

El descubrimiento de que el capitalismo no era una catástrofe temporal sino un sistema permanente que
permitía determinadas mejoras, había alterado el objetivo de sus luchas. Ya no había socialistas que
soñaban en una nueva sociedad. Ahora había sindicatos que trataban de explotar las leyes de la
economía política para crear una escasez de su tipo de trabajo e incrementar así los salarios de sus
miembros.

El ciudadano británico de clase media que contemplara la escena a principios de la década de 1870 podía
muy bien pensar que todo se hacía con la mejor voluntad. Así como la primera fase de la industrialización
se encallo en la depresión y en la crisis, del mismo modo la segunda fase engendro sus propias
dificultades. Los años que van de 1873 a 1896 son conocidos por los historiadores de la economía como la
gran depresión. En lo que concierne a la clase trabajadora, no puede compararse con el cataclismo de los
años 30 y 40 del siglo XIX o de los 20 y 30 del actual. Pero si depresión significa un penetrante acumulo
de dificultades y sombrías perspectivas en el futuro de la economía británica. Tras su esplendoroso
avance la economía se estancó. Aunque el boom británico de 1870 no estallo en pedazos de modo tan
dramático como en los Estados Unidos y Europa central, entre los restos de financieros en quiebra y altos
hornos enfriándose, colapso. A diferencia de otras potencias industriales, esta gran prosperidad británica
no se reproduciría. Precios, beneficios y porcentajes de interés cayeron o se mantuvieron bajos. Unos
pocos “booms” febriles de escasa entidad no pudieron detener este largo descenso que no pudo
remontarse hasta mediados de la década de 1890. Y cuando de nuevo el sol económico de la inflación se
abrió paso a través de la niebla, alumbro un mundo muy distinto. Entre 1890 y 1895 tanto los Estados
Unidos como Alemania sobrepasaron a Gran Bretaña en la producción de acero. Durante la gran
depresión Gran Bretaña dejo de ser el taller del mundo y paso a ser tan solo una de sus tres mayores
potencias industriales. La gran depresión no puede explicarse en términos puramente británicos, ya que
fue un fenómeno a escala mundial, aunque sus efectos variaran de un país a otro y en algunos como
Estados Unidos y Alemania fue un periodo de extraordinario adelanto en vez de estancamiento. Sin
embargo, señala globalmente el fin de una fase de desarrollo económico, la primera se refiere a la fase
británica de industrialización y el inicio de otra. En términos generales, la gran prosperidad de mediados de
siglo se debió a la industrialización inicial de las principales economías adelantadas fuera de Gran Bretaña
y a la apertura de las zonas de producción de materias primas y productos agrícolas hasta inexplotadas,
por inaccesibles o no desarrolladas.
Por lo que se refiere a los países industriales aquel boom fue algo así como una difusión de la revolución
industrial británica y de la tecnología sobre la que esta se basaba. Por lo que respecta a los productores
de materias primas, significo la construcción de un sistema de transporte global basado en el ferrocarril y
en la mejora de la navegación, capaz de unir regiones de explotación económica relativamente fácil y
diversas zonas mineras con sus mercados en el sector del mundo urbanizado e industrializado. Ambos
procesos estimularon la economía británica.
La gran reducción de los costos tanto en la industria como (gracias a la revolución de los transportes) de
las materias primas, habría de reflejarse más pronto o más tarde, cuando produjeran las nuevas plantas,
funcionaran los nuevos tendidos férreos, y las nuevas regiones agrícolas se pusieran en explotación en
una caída de los precios. Apareció como una deflación que en veinte años redujo el nivel general de
precios y que era a lo que se referían la mayor parte de los hombres de negocios cuando hablaban de la
persistente depresión. Sus efectos fueron catastróficos, en determinados sectores de la agricultura, por
fortuna componente menor de la economía británica. Tan pronto como los flujos masivos de productos
alimenticios baratos convergieron en las zonas urbanas de Europa en la década de 1870, cayó la base del
mercado agrícola no solo en las zonas receptoras, sino en las regiones competitivas de productores de
ultramar.

El descontento de los granjeros populistas del continente norteamericano, el retumbar más peligrosos del
revolucionarismo agrario en Rusia de los años 1880 y 1890, por no hablar de la chispa de inquietud agraria
y nacionalista que sacudió Irlanda en la época del parnellismo y atestiguan de sus efectos en zonas de
agricultura campesina o de granjas familiares, que estaban a la merced directa o indirecta de los precios
mundiales. Los países importadores, dispuestos a proteger a sus agricultores con aranceles, como
hicieron algunos después de 1879, pensaban que tenían alguna defensa. La agricultura británica quedo
devastada por haberse especializado en cereales que resultaron incompetitivos, pero no era lo importante
como para conseguir proteccionismo y con el tiempo cambio a productos sin competencia o sin posibilidad
de competencia, por parte de los productores extranjeros.

De nuevo desaparecieron los beneficios inmediatos de la primera fase de la industrialización. Las


posibilidades de las innovaciones técnicas de la época industrial original (británica) tendieron a agotarse, y
ello de forma muy notable en los países que durante esta fase se había transformado más. Una nueva
fase de tecnología abrió nuevas posibilidades en la década de 1890, pero mientras tanto es comprensible
que se produjeran ciertos titubeos. Esta situación resultaba más preocupante porque tanto la nueva como
la vieja economía industrial se enfrentaban con problemas de mercados y márgenes de beneficio análogos
a los que habían sacudido la industria británica 40 años atrás. A medida que se llenaba el vacío de la
demanda, los mercados tendían a saturarse, pues aunque era evidente que se habían incrementado no lo
habían hecho con suficiente rapidez para mantenerse a la par de la múltiple expansión de producción y
capacidad en productos manufacturados. A medida que declinaban los beneficios de los pioneros
industriales, los hombres de negocios buscaban una salida. Y mientras la buscaban, las masas de las
clases trabajadoras cada vez más nutridas, en las economías industriales se unían a la población agraria
en algaradas por la mejora y el cambio, tal como habían hecho en la época correspondiente de la
industrialización británica. La era de la gran depresión fue la de la emergencia de los partidos socialistas
obreros por toda Europa, organizados en una internacional marxista. En Gran Bretaña el efecto de estos
cambios globales fue en unos aspectos mayor y en otros menor que en otras partes. La crisis agraria
afecto a este país pero no a Irlanda solo marginalmente y desde luego el flujo de las crecientes
importaciones de alimentos y materias primas tenía sus ventajas. Por otra parte, lo que en otros lugares no
fue más que un simple traspié y cambio de ritmo en el progreso de la industrialización afecto más
gravemente a Gran Bretaña. En primer lugar, porque la economía británica había sido llevada a una
expansión ininterrumpida en el extranjero, especialmente en los Estados Unidos. La construcción de la red
mundial de ferrocarriles distaba mucho de haberse completado en la década de 1870; la ruptura en el
desafortunado boom de la construcción de principios de la década de 1870 tuvo el efecto suficiente en las
exportaciones británicas de capital en dinero y productos para hacer por lo menos que un historiador
sintetiza la gran depresión. Los rentistas británicos se habían habituado tanto al flujo de rentas
procedentes de Norteamérica y de las zonas no desarrolladas del mundo, que la falta de pago de sus
deudores extranjeros en los años 1870 por ejemplo el colapso de las finanzas turcas en 1876.

Pero la ruptura no fue solo temporal. Revelo que ahora existían otros países capaces de producir para
ellos mismos, incluso quizá para la exportación, cosa que hasta entonces solo había sido factible para
Gran Bretaña. Pero revelo que Gran Bretaña tan solo estaba preparada para uno de los varios métodos
posibles de hacer frente a la situación. A diferencia de otros países, que volvieron a los aranceles
proteccionistas tanto para su mercado interior agrícola como para el industrial por ejemplo, Francia,
Alemania, y los Estados Unidos. Gran Bretaña se asió firmemente al librecambio. Rehúso emprender una
concentración económica sistemática, formación de trusts, carteles, sindicatos, etc. tan característica de
Alemania y de los Estados Unidos en los años 1880. Gran Bretaña estaba demasiado comprometida con
la tecnología y organización comercial de la primera fase de la industrialización como para adentrarse en
la senda de la nueva tecnología revolucionaria y la dirección industrial que surgieron hacia 1890. Por ello
solo pudo tomar un camino, el tradicional, ahora adoptado por las potencias competidoras: la conquista
económica de las zonas del mundo hasta entonces inexplotadas. En otras palabras: el imperialismo.

La época de la gran depresión inicio así la era del imperialismo, ya fuese el imperialismo formal del reparto
de África en la década de 1880, el imperialismo semiformal de consorcios nacionales o internacionales que
se encargaron de la dirección financiera de países débiles, o el imperialismo informal de la inversión en el
extranjero. El imperialismo no era algo nuevo para Gran Bretaña. Lo nuevo era el fin del monopolio
británico virtual en el mundo no desarrollado y la consiguiente necesidad de deslindar formalmente las
zonas de influencia imperial frente a competidores potenciales.
En una forma u otra los negocios requerían cada vez más del estado no solo que les echara una mano,
sino que los salvara. La política internacional entro en una nueva dimensión. Después de un largo periodo
de paz general, las grandes potencias se lanzaron una vez más hacia una época de guerras mundiales.

A todo esto, el fin de la época de expansión indiscutible, trajeron un cambio fundamental para la política
británica. En 1870 Gran Bretaña había sido liberal. El grueso de la burguesía británica, el grueso de la
clase obrera políticamente consciente e incluso la vieja ala whig de la aristocracia terrateniente,
encontraron su expansión ideológica y política en el partido de Gladstone, quien ansiaba la paz, la
reducción de gastos, la reforma y la total abolición del impuesto sobre la renta y la deuda nacional. Hacia
mediados de los 1890 el gran Partido Liberal se escindió: virtualmente todos sus aristócratas y una amplia
sección de sus capitalistas devinieron conservadores o unionistas liberales que habían de fusionarse con
los conservadores. Asomaba ya un partido laborista independiente, respaldado por los sindicatos e
inspirado por los socialistas. En la cámara de los comunes se sentaba por primera vez un proletario
socialista tocado.
El nacimiento de las sociedades industriales---María Inés Barbero.
 El nacimiento de las sociedades industriales se llevó a cabo debido a una serie de cambios y
transformaciones que se dieron desde mediados del siglo XVIII.
 Las sociedades preindustriales utilizaban como base de su economía la agricultura y otras
actividades rurales, pero, gracias a esas transformaciones que propiciaron el comienzo de una
nueva era, la agricultura se fue utilizando de una forma más comercializada permitiendo así el inicio
del desarrollo de las sociedades industriales. Estas se basan en una gran urbanización y en una
nueva economía, que no solo ocasionaron un gran aumento en producción, sino también en la
población. Hubo demasiados cambios tanto en la forma de vivir, como en la demografía, la política,
los transportes, la comunicación y una gran cantidad de innovaciones tecnológicas que
ocasionaron esta ruptura, propiciando el inicio de “La revolución industrial”.
 La revolución industrial sería un conjunto de cambios y transformaciones en la base de la
economía, en la realización y organización del trabajo, en las innovaciones tecnológicas que
permitieron una mejor producción y claro como consecuencia la transformación de las sociedades
que se vieron influidas en todos estos cambios. La llamada “segunda revolución industrial” se utilizó
ese término para recalcar la utilización de las innovaciones recién utilizadas o fueron una
actualización o una ramificación de las innovaciones creadas en la primera revolución industrial.
 El nacimiento de la industria moderna comienza con las formas tradicionales de producción
industrial: la artesanía. Los artesanos eran contratados por un comerciante o empresario que les
otorgaban la materia prima y los recursos para que realizaran los productos, pagándoles una
mínima cantidad de salario, pero los campesinos aceptaban ya que era un trabajo complementario
porque la mayoría se dedicaba aun a la agricultura. Además se dio otro tipo de organización
industrial que se le llamo “protofabrica” en la cual la principal forma de trabajo era centralizada, es
decir, cada quien en una parte, realizando la misma actividad, ya sea por cuestiones económicas o
de técnicas. Después surgió la industrial fabril se caracterizó por la mecanización de la producción.
Estas permitieron economizar la fuerza manual y la realización de procesos más rápidos y con
menos esfuerzo. Se comenzó a utilizar distintas fuentes de energía, primeramente la energía
hidráulica, después la energía del vapor y luego la electricidad. El uso de las máquinas y la
utilización de fuentes de energía trajeron como consecuencia la obligación de cambiar la
organización del trabajo, que dio origen al sistema de fábrica, en el cual se contrataba a los
trabajadores para realizar una tarea específica en el lugar que sea asignado. El empleado
tradicional, si no el llamado obrero industrial, que no era dueño de los productos ni de la materia
que manejaba. Este tipo de organización fue necesaria ya que era imposible para un trabajador
sostener por sí mismo el mantenimiento de una sola máquina.
 LAS NUEVAS FORMAS DE ADMINISTRACION DEL TRABAJO:
 TAYLORISMO Y FORDISMO
 El taylorismo se basa en la aplicación de métodos científicos de orientación positivista y
mecanicista al estudio de la relación entre el obrero y las técnicas modernas de producción
industrial, con el fin de maximizar la eficiencia de la mano de obra de las máquinas y herramientas,
mediante la división sistemática de las tareas, la organización racional, y el cronometraje de las
operaciones. Fue un sistema de organización elaborado por Frederick W. Taylor. Y el fordismo
tiene como los elementos más característicos la línea de montaje, la producción en serie, la
estandarización e intercambiabilidad de las piezas. Otros aspectos de sus ideas son la exportación
como medio importante de expansión comercial; el principio de la participación en los beneficios de
todo el personal y un sistema de ventas a crédito que permitía a todos sus trabajadores poseer un
automóvil.
CONCLUSION O COMENTARIO GENERAL
 Todas las innovaciones influyeron enormemente en lo que la sociedad actual, y parte de esas
innovaciones son aun utilizadas y se han ido mejorando. Como es el caso de la electricidad que
aún sea una de las principales fuentes de energía. Pero ahora existe una fuente de energía que se
descubrió gracias a la industria química, aunque hoy ya no sea llamada así. Esa fuente de energía
es la energía nuclear que consiste en la separación o el choque de pequeñas partículas.
 Las formas de trabajo son prácticamente las mismas solo que ya está totalmente globalizada.
 Todo lo que la sociedad es ahora es una consecuencia del ayer, y de la forma en la que se utilicé lo
que ya tenemos para realizar o crear algo mejor. Por eso es importante el conocer esa transición
que existió entre la sociedad anterior y la actual para poder formar parte de cuando la sociedad
actual realice esa transición a la sociedad futura.

4- La Paz Armada (1870-1914) :fue un periodo de la historia política de Europa que se extiende desde el
fin de la Guerra Franco-Prusiana hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial y que se caracteriza por el
fuerte desarrollo de la industria bélica de las potencias y por la creciente tensión en las relaciones
internacionales. Esta carrera armamentística entre las potencias europeas, ayudadas por el crecimiento de
la Belle Époque de finales del siglo XIX, fue una de las causas más notorias de la Primera Guerra
Mundial. Las continuas tensiones entre Estados a causa de conflictos tanto nacionalistas como
imperialistas dieron lugar a que cada Estado destinara gran cantidad del capital estatal a la inversión de la
industria de armamento y al fortalecimiento del ejército, todo este excesivo gasto militar desembocaría a la
larga en quiebras nacionales.
Belle Époque (del francés: «Época Bella», con un matiz, además de estético, de pujanza económica
y satisfacción social) es una expresión nacida antes de la Primera Guerra Mundial para designar el
periodo de la historia de Europa comprendido entre las últimas dos décadas del siglo XIX,
convencionalmente desde 1871, y el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914. Esta época posterior
al Romanticismo se caracteriza por profundas transformaciones sociales: éxodo rural a las ciudades, gran
crecimiento demográfico, una burguesía cada vez más conservadora. Es la época de la Revolución
industrial en Inglaterra y algo después en otros países europeos, una época en la que se da un progreso
técnico con nuevos inventos y un desarrollo de la industria y el comercio nunca visto hasta ese momento.
Esta época posterior al Romanticismo se caracteriza por profundas transformaciones sociales:
 Éxodo rural a las ciudades
 Gran crecimiento demográfico
 Una burguesía cada vez más conservadora
Es la época de la Revolución industrial en Inglaterra y algo después en otros países europeos, una época
en la que se da un progreso técnico con nuevos inventos y un desarrollo de la industria y el comercio
nunca visto hasta ese momento.

¿Qué es la Modernidad?
La formula de Marx todavía sirve para comprender los diferentes carriles y velocidades de cambio en los
ámbitos tradicional y en el productivo de la sociedad. La modernidad, en el sentido productivo
infraestructural, comienza en las décadas de 1890 y 1900, una época de innovaciones tecnológicas
masivas, la segunda ola de la Revolución Industrial que iniciada poco más de un siglo antes. No es difícil
comprender como estas innovaciones se extienden al desarrollo científico e informático posmoderno. El
modernismo en el sentido cultural o superestructura, ocupa el mismo periodo de principios de siglo: la
heroica primera fase de experimentación modernista en literatura, música, artes visuales y arquitectura.
Modernismo.
Movimiento artístico en todas las disciplinas estéticas que acaeció entre los años 1890 y 1910. Se trata de
una réplica potente e integral contra los parámetros del neoclasicismo.
 En Francia fue conocido como Art Nouveau
 En Alemania como Jugendstil
 En Austria como Modern Style
 En Gran Bretaña se destacaron el escritor esteticista y decadentista (Oscar Wilde)
 En Paris refulgía la figura bohemia y apasionante del pintor Henri Marie Raymond Toulouse-
Lautrec.
 En la ciudad de Barcelona, el movimiento modernista, se aboco específicamente a las artes
plásticas. Dos de sus figuras principales fueron: Nonell y Rusiñol
En literatura se hacen notorios los rasgos distintivos de este conjunto heterogéneo de artistas: la
autonomía, la repulsa contra lo burgués, la actitud bohemia, la subjetividad o singularidad discursiva con
independencia de las demandas del mercado.

5- “El desarrollo del capitalismo liberal” segunda mitad del siglo XIX. Sus formas y consecuencias”
Ciencia, arte y mentalidades en el siglo XIX de Francisco Villacorta y Teresa Raccolin.
Ciencia:
 A lo largo del siglo XVII sobre las bases las ciencias naturales y sus métodos alcanzaron el centro
de la vida intelectual, hasta llegar a fundamentar un nuevo tipo de cientificismo, en el que los
principios fueron la experimentación y del análisis matemático, más que la razón filosófica
abstracta. Se convirtieron en la nueva guía de las ciencias humanas y hasta de la creación
artística.
 El laboratorio fue otro de los instrumentos de progreso científico más importantes del siglo XIX. Nos
referimos a la institucionalización de ese método en todo un conjunto de nuevos procedimientos
sistemáticos y reglamentados de hacer y difundir la ciencia. El laboratorio fue el centro de
confluencia de una red de intercambio científico y de relaciones personales e instituciones entre
grupos de trabajo, organismos, entre países, que sentaron las bases de una comunidad científica
de carácter internacional. Tres fueron los modelos académicos dominantes, difundidos desde sus
países de origen a todos los sistemas universitarios del mundo occidental: en Francia, la ciencia,
significó una organización centralizada y burocratizada de la enseñanza, a un desarrollo científico
confiado a un plantel de instituciones científicas extrauniversitarias, antiguas o de nueva creación,
como el Instituto y el Colegio de Francia, el Museo de Historia Natural y sobre todo las nuevas
escuelas, con la Politécnica y a la inspiración cientifista y enciclopédica que presidió su
implantación, incluido el apoyo activo del Estado y de la opinión pública a las reformas, una ciencia
concebida como instrumento esencial del progreso humano.
 A partir de la segunda mitad del siglo, las instituciones científicas alemanas se alzaron al primer
puesto de la producción científica mundial, y esa posición se mantuvo hasta el siglo XX. Alemania
significo, la concentración en el ámbito universitario de toda la actividad científica realizada en el
país, conforme al modelo de la universidad berlinesa. Sus principales pautas organizativas fueron:
un régimen de regulada libertad académica, de autogobierno universitario, una definición precisa y
competitiva de las principales funciones académicas, que favoreció el desarrollo de la
investigación.
 Comenzó a ser disputada por el sistema universitario-industrial de la ciencia estadounidense.
Solo a partir del siglo XX la supremacía de este modelo comenzará a ser disputada por el régimen
universitario anglosajón, de tipo descentralizado y plural, muy diverso del rígido sistema de
jerarquías académicas de titularidad estatal única de las universalidades alemanas, con mayor
capacidad de adaptación a las necesidades crecientes de una formación profesional basada en la
ciencia aplicada, frente a la orientación de estas hacia la investigación básica y con mayor
flexibilidad para responder a las necesidades múltiples del sistema industrial.
 el Empirismo presidio la mayor parte de los avances de la técnica industrial y del conocimiento
médico, en tanto que la ciencia teórica abstracta, se mantuvo anclada de raíz filosófica. No
obstante, la ciencia fue adquiriendo un carácter cada vez más positivo y utilitario, cada uno recibió
del otro un importante acicate y hasta descubrimientos esenciales para su propio desarrollo.
 El avance científico en el siglo XIX fue la difusión creciente del método analítico a todos los campos
del saber. Esto fue posible por los avances producidos en el campo de las matemáticas. Las
posibilidades del nuevo método se manifestaron en los campos de la mecánica y la astronomía.,
por ejemplo: Pierre de Laplace “Tratado de mecánica celeste (1799-1825)”. Sin embargo, el modelo
newtoniano de explicación del universo se convierte en el paradigma científico por excelencia del
siglo. El avance en el conocimiento de los fenómenos eléctricos y magnéticos fue en el primer
tercio del siglo XIX como la fabricación de la primera pila eléctrica por Alexandro Volta en 1800. Las
investigaciones de Michael Faraday hicieron avanzar todos los campos de la ciencia física como el
de la electromagnética, con el desarrollo de la inducción, que permitió la puesta a punto de los
primeros generadores y los primeros motores eléctricos. Esto lo llevo a formular en sus últimas
obras la hipótesis de que la energía eléctrica no era otra cosa que estas tensiones
electromagnéticas. Habrá que esperar 30 años hasta su plasmación en forma matemática por el
físico ingles James Maxwell. Los estudios acerca de la energía mecánica y el calor cobraron nueva
fuerza en las primeras décadas del siglo XIX, como consecuencia de las necesidades prácticas de
aplicación a las actividades industriales de la maquina a vapor. Todas estas investigaciones
condujeron a la formación de las leyes de la termodinámica. Estos avances llegaron a través del
químico sueco Jons Berzalius, quien descubrió los pesos atómicos. A partir del concepto fue
posible traducir las constantes generales de la combinación química y las propiedades físicas de
los elementos en una tabla periódica, realizada Dimitri Mendeleiev en 1869. La ciencia físico-
química de los años 1860 estuvo marcada por los trabajos del inglés Maxwell, quien realizo la
síntesis de los conocimientos del siglo acerca de la luz, la electricidad y el magnetismo, completo la
teoría cinética de los gases, mostro con mayor claridad las posibilidades del método de análisis
matemático en el avance científico y culmino el edificio mecanicista de la ciencia del siglo XIX.
Maxwell llego a la conclusión que la luz era un fenómeno electromagnético.
La naturaleza y el hombre:
 Nuevos espacios geográficos continentales, marítimos y hasta submarinos fueron conquistados por
la ciencia en las grandes expediciones científicas de toda la centuria. La corteza terrestre fue
estudiada sistemáticamente, y se dieron pasos de gigante en el conocimiento del origen y en la
datación de los estratos rocosos y de sus fósiles vegetales y animales.
 La tercera década de siglo (1830) el geólogo inglés Charles Lyell expuso en sus Principios de
geología, la hipótesis de los cambios geológicos por la acción de las fuerzas exógenas y
endógenas de la naturaleza, contrapuesta a la interpretación clásica. La paleontología fue una de
las ocupaciones de los naturalistas, después de un siglo de intensa fiebre coleccionista y
clasificatoria, que prosiguió en los inicios del siglo XX. Las reflexiones de los naturalistas
comenzaban a centrarse en el fijismo o evolucionismo de las especies vivientes.
 El naturalista George Cuvier, padre de la anotomía comparada, y sobre todo el paleontólogo
Richard Owen, se emplazaron en la primera corriente, el naturalista Erasmus Darwin, los botánicos
Jean-Baptiste de Lamarck y Etienne Saint-Hilaire, el geólogo Lyell, en la segunda. Charles Darwin
para sus investigaciones acerca de la selección natural y para el avance de la hipótesis adaptativa
en la constitución de la morfología compleja de los seres vivos y en la transmisión de los caracteres
adquiridos. Se incorporó a ellos el evolucionismo extremo de Ernst-Haeckel, quien lo emplazo en el
modelo mecanicista del siglo con su ley biogenética. Del evolucionismo partieron múltiples líneas
investigadoras en el campo de la biología y en el de las humanidades y las ciencias sociales. Al
mismo tiempo, otras investigaciones estaban adentrándose en el conocimiento concreto: el de la
generación espontánea y el de la teoría celular. El descubrimiento de la célula fue el resultado de
una larguísima cadena de observaciones empíricas, que pasaron desde el análisis e identificación
de los tejidos y órganos al estudio de los embriones y en último extremo, a su unidad celular. Ya
con la ayuda del nuevo microscopio acromático, fueron los eslabones iniciales. Rudolf Virchow y
Claude Bernard harán avanzar el conocimiento de los mecanismos de reproducción y de
interacción celular, así como de sus relaciones con el medio interno en el que vive. El embriologo
Oscar Hertwig descubrirá en el núcleo celular el fundamento de la reproducción vegetal y animal. Y
finalmente, el mecanismo de la división celular quedó aclarado cuando el científico alemán Wilhelm
Waldeyer-Hartz descubrió la existencia de los cromosomas. Todos los experimentos en la primera
mitad de siglo, los de Louis Pasteur en los años 50 y 60 se orientaron a aislar los cultivos de
laboratorio del medio atmosférico, al que la experiencia investigadora acumulada señalaba como
causante de la aparición de los organismos vivientes. Los efectos de todas estas investigaciones
fueron destacados en el campo de la medicina animal y la humana. Permitieron una mejor
compresión de los mecanismos de contagio de las enfermedades y el desarrollo de investigaciones
más sistemáticas sobre los principales agentes patógenos. Abrieron el camino a la esterilización de
la leche y los alimentos conservados y a la asepsia del medio, procedimientos que a la larga se
mostraron determinantes en la prevención de las enfermedades. Desde 1867 el fenol comenzó a
ser utilizado como antiséptico en los hospitales. la medicina en el siglo XIX dio pasos gigantes: en
la cirugía, en los materiales quirúrgicos, en las sustancias farmacéuticas activas, en el cultivo y la
preparación de nuevas vacunas. Especial relieve tuvo el descubrimiento de las facultades
anestésicas de ciertos productos, lo que permitió vencer el dolor en las operaciones quirúrgicas.
Tras ensayos previos con otras sustancias, el cloroformo se impuso de manera general desde
1847.
Las artes: El siglo XIX fue un tiempo de encuentros y enfrentamientos entre las tradiciones del pasado y
las necesidades del presente. El proceso fue lento y mostró una Europa capaz de analizarse a sí misma,
que terminó demoliendo sus cimientos políticos, económicos, sociales y culturales. Los antecedentes
pueden rastrearse a partir de la Ilustración e históricamente enmarcada entre el estallido de la doble
revolución y la primavera de los pueblos en 1848. En ese periodo se desarrollaron las transformaciones
económicas y sociales derivadas del cambio del modo de producción, y el liberalismo. Se inició un lento
pero inexorable ascenso. Ideas como las de revolución, democracia y libertad, a las cuales Francia
proporciono el modelo, pero saltaron de sus fronteras hacia el resto de Europa y terminaron impulsando
cambios en la totalidad de los continentes. Las fuerzas conservadoras resistieron utilizando los
mecanismos tradicionales de represión o probando una síntesis entre libertades individuales y
autoritarismo político.
Romanticismo: Fue en Francia la guardiana de la cultura clásica desde la decadencia política de Italia. En
el siglo XVIII, en los años de la Regencia, la aristocracia impusó el rococó (es un movimiento artístico
nacido en Francia, que se desarrolla de forma progresiva entre los años 1730 y 1760. es definido como un
arte individualista, antiformalista y cortesano, por el artista Ronald Rizzo. Se caracteriza por el gusto por
los colores luminosos, suaves y claros. Predominan las formas inspiradas en la naturaleza, la mitología, la
representación de los cuerpos desnudos, el arte oriental y especialmente los temas galantes y amorosos.
Es un arte básicamente mundano, sin influencias religiosas, que trata temas de la vida diaria y las
relaciones humanas, un estilo que busca reflejar lo que es agradable, refinado, exótico y sensual). Fue un
arte puramente francés se propagó entre las cortes europeas y en algunos sectores burgueses. Estos
rápidamente lo abandonaron, en nombre de formas más realistas y severas afines con su ideología
racionalista, defensora del progreso. Los filósofos iluministas intentaron dar a la época un sustento más
racional, en nombre de la mesura y el equilibrio. Como reacción a un pasado cargado de excesos, el
barroco, y a un presente caprichoso, el rococó, se abrieron hacia fuera para estudiar otras culturas,
aprovechando los datos aportados por los viajeros. Desde entonces reapareció la Edad media,
demonizada durante siglos. Aunque el gótico fue un producto francés, había sido considerado como obra
de barbaros, incapaces de aprehender la claridad del arte clásico. A partir del siglo XVIII debió revisarse el
concepto de barbarie. Con el camino abierto, el primer análisis desemboco en el interés estético, el
segundo en el emocional. De allí, lo tomo el romanticismo, que vio en la Edad Media una fuente inagotable
de motivos de regeneración. Se intentó estudiar con más objetividad la propia cultura; en 1741, el
arquitecto Germain Soufflot reconoció la importancia del sistema constructivo del estilo gótico.
Según George Rudé El Romanticismo: Sus formas características fueron más literarias y artísticas. Comenzó
como un movimiento literario en Alemania en la última década del siglo XVIII. Tuvo cuatro fases principales:
 Unos 30 años antes que la revolución francesa; los elementos comunes eran el sentimiento, la
naturaleza, y el culto del gótico o del pasado medieval, por ejemplo los temas religiosos de Wesley, en
Inglaterra. En Francia estaba Rousseau con Confesiones, la crítica de arte de Diderot; en Alemania el
Werther y Weltschmerz de Goethe, esta fase se considera apolítica.
 Esta fase estuvo localizada en Alemania e Inglaterra y comenzó en otros países alrededor de 1798.
Llego en un momento de desilusión entre los poetas y escritores respecto a la revolución francesa.
Este sentimiento era fuerte en Alemania, donde los escritores románticos como Muller, Novalis,
acompañaron su evocación del gótico y del pasado medieval germano con un retorno a la cristiandad
y denuncias del ateísmo francés y la tiranía napoleónica
 La tercera fase comenzó con la importación del romanticismo desde Alemania e Inglaterra a Francia,
después de la publicación de la novela Madame de Stael, de Allemagne. Las meditations de Lamartine
y los primeros poemas de Hugo y Vigny. Durante este periodo “La Restauración”, el romanticismo fue
políticamente conservador o lentamente liberal. En Inglaterra en cambio, siguió siendo conservador.
 La última fase, y más productiva, en las revoluciones de 1830. Con la ascensión al trono de Carlos X
en Francia, los poetas comenzaron a moverse hacia la izquierda. Fue el periodo más radical y
futurista, muchos poetas, escritores, músicos y pintores se aliaron los movimientos liberales
revolucionarios. En Francia, Víctor Hugo, escribió Hernani; la pintura revolucionaria de Delacroix, las
historias de Francia de Michelet; Manzoni y Mazzini en Italia, los hermanos Grinn en Alemania, en
Rusia de la Oda a la muerte de Pushkin. Todos estos románticos tenían un compromiso liberal o
radical.
 El romanticismo fue un movimiento de rebelión.
 “Cuando el romántico escribe no está posando como víctima del destino, lo está haciendo como
víctima de la sociedad”.
 Los historiadores ven el romanticismo como un fenómeno histórico dentro de ciertos límites en el
tiempo y en el espacio. Algunos lo han relacionado con algún contexto social particular.
 Hobsbawn niega que el romanticismo pueda ser clasificado como burgués o como anti burgués,
porque dependiendo de la época, fue las dos cosas.
 De un lado, el movimiento romántico o prerromántico más temprano, en los finales del siglo XVIII,
popularizo los sentimientos y actitudes de la clase media y sirvió para glorificar las virtudes simples y
caseras en contraste con una sociedad aristocrática, artificial y corrupta.

Gran Bretaña-Estilo nacional al Romanticismo:


-El Reino Unido fue el primer país que buscó crear un arte nacional. La revolución política del siglo XVIII y
la transformación económica que se estaba gestando la convirtieron en el país más moderno de Europa.
Su arte pictórico y musical dependía desde hacía dos siglos de los aportes continentales. Solo la literatura
había mostrado en el pasado un gran desarrollo con William Shakespeare había dejado el terreno
sembrado. La relación entre el romanticismo inglés y la realidad del país es innegable, el movimiento
estuvo ligado desde su origen al desarrollo de la burguesía moderna y finalizo con su ascenso económico
y político. Su mundo de valores e ideales desplazo la frivolidad de las costumbres cortesanas y permitió
preparar el camino hacia el poder. El arte fue el mejor espejo que tuvo la sociedad burguesa para mirarse
satisfecha. Cuando el romanticismo conquisto el continente europeo después de 1820, se convirtió en un
modelo a seguir. La preocupación de la burguesía por mejorar y ascender socialmente la obligo a
instruirse. Los nuevos hábitos de lectura, a los que se agregó el gusto por la música, permitieron a la mujer
asumir un rol fundamental dentro del romanticismo: fue musa inspiradora, depositaria de la virtud y heroína
trágica, y dejo una cuota de sentimentalismo femenino en la sensibilidad de la época. La novela por
entregas amplió el público a través de los periódicos y de los diarios. Su ejemplo fue “Pamela o la virtud
recompensada” de Samuel Richardson. En el campo de la pintura, los encargos reales, las fiestas de la
corte y la gran aristocracia habían tentado a los músicos y pintores flamencos, italianos y germanos.
Coincidiendo con su transformación, los burgueses necesitaron sus propios representantes y estos
aparecieron cuando la sociedad maduró política y económicamente. William Hogarth, mostro su talento
para criticar las costumbres licenciosas en obras como “La carrera de un liberto” y para captar la vida de
las clases populares, como en “La calle de la ginebra”. Pero fue en el retrato como imagen de la sociedad
donde sobresalió con aguda penetración psicológica. Tras él, un grupo excepcional de retratistas como
Joshua Reynolds, William Ramsay y Thomas Gainsborough fijaron los prototipos sociales de la nobleza
terratenientes y la gran burguesía. Fue este último, quien un día “asqueado de los retratos, deseoso de
tomar su violín y refugiarse en algún delicioso pueblo donde podría pintar paisajes” sentó las bases de la
escuela paisajista. Una importante cantidad de artistas de provincias e incluso aficionados realizaron un
exhaustivo recorrido de la campiña y sus ruinas, de las montañas y las costas como William Turner y John
Constable. El romanticismo estaba asentado en Gran Bretaña. Mostraba un pintoresco emocional donde el
hombre se sentía integrado a su ambiente. El neoclasicismo tuvo poca influencia. La circulación de
láminas sobre las ruinas de Italia fue curiosidad y una moda arqueológica producto del gusto por el
exotismo. Incluso el éxito de los dibujos “a la grieta” de John Flaxman no estuvo impulsado por la
nostalgia, sus líneas netas y delicadas tomadas de la cerámica griega fueron elegidas por el moderno
industrial Wedgood para decorar las piezas de porcelana de su fábrica de Etruria.
Racionalismo e Idealismo en el Romanticismo Alemán: el relativismo de la Ilustración le permitió a
Johann Herder definir la cultura y el arte como expresiones cohesionadas del carácter nacional, secular e,
incluso, individual, y a Denis Diderot, sostener que el valor estético de una obra de arte necesita la
educación, el estudio y conocimiento de las normas. Particularismo y universalismo resultaron respuestas
válidas para el relativismo que hacia 1750 colocó a Alemania en un callejón sin salida. Arnold Hauser
sostiene que en los orígenes comunes del romanticismo del siglo XVIII cada sociedad logro respuestas
diferentes, a veces, antitéticas, de acuerdo con el carácter de su propia burguesía. Estas contradicciones
incluso se verificaron en las distintas etapas de la vida y obra de los artistas. Goethe, conocedor de la obra
filosófica del Iluminismo, leyó a Homero y a Ossian, a Shakespeare y Friedrich Klopstock, a Rousseau y la
Biblia, amó la catedral de Estrasburgo y las ruinas romanas. El romanticismo fue el marco utilizado por las
burguesías para construir su imagen y su mundo de valores. E. H. Carr sostiene que no fue un estilo ni
una ideología sino el modo de vida que adoptaron los hombres y las mujeres en las últimas décadas del
siglo XVIII. La clase media alemana fue administrativa y profesional, más ligada a la burocracia y a los
servicios estatales que al mundo de los negocios. La fragmentación territorial y política, que hacía de los
Estados Alemanes celosos custodios de su independencia, conspiraba en contra de la burguesía como
clase, sus intereses estaban tan divididos como los Estados a los que pertenecían. La política alemana fue
cosa de los príncipes, los burgueses acompañaron sus decisiones. A pesar de la calidad de las
universidades, los intelectuales y artistas que deseaban dedicarse a sus propias actividades encontraron
dificultaron. Gottfried Lessing “en un jornalero literario, ordeno bibliotecas, hizo oficio de secretario, realizó
traducciones”. Goethe, superviso obras de ingeniería, controló la restauración de castillos y la traza de
jardines, sirvió como enviado diplomático y observador de guerra y dirigió las instituciones y actividades
culturales del Ducado. En los años 1970, un grupo de jóvenes constituyo el grupo Sturm Drang (tempestad
y violencia), con el ánimo de destruir todas las reglas que aprisionaran la libertad de creación. Sus
integrantes (Friedrich von Klinger, Lenz, Herder, Goethe y Schiller) produjeron una literatura totalmente
burguesa pero fueron críticos de esta clase, por su inacción contra el despotismo de los príncipes que ellos
condenaban. Tuvieron un ideario ingenuo y exaltado, decidido partidarios de la libertad absoluta, no
salieron nunca de sus marcos burgueses. El Strurm und Drang, influido por Jean-Jacques Rousseau
convirtió el emocionalismo en irracionalismo y lo transformo en estandarte de lucha. Años después cada
uno siguió su camino. Herder prefirió la expresión espontanea a la imitación de las grandes obras del
pasado. Desecho la formación estética para la comprensión del arte, rescato la literatura popular y sentó
las bases para la consideración nacional de una cultura alemana. Goethe dejo aflorar su postura clasicista.
Entre 1786 y 1790 realizo una serie de viajes a Italia que reforzaron su interés por la Antigüedad. Bajo la
influencia de Johann Winckelmann, el crítico neoclásico, sintió la influencia de su naturaleza amable y
armoniosa que podía servir como modelo para el arte. Comenzó a trabajar la idea de la obra artística como
entidad organiza, en la cual la universalidad debía contener los particularismos, y estos, a su vez, mostrar
la totalidad. Schiller, Alemania debía ser capaz de producir una literatura nacional de validez universal.
Schiller constituyó el punto de equilibrio, el enlace entre el clasicismo y el cambio revolucionario. Del
pasado le quedo la mirada ingenua, la fuerza de lo natural y lo espontaneo, pero acepto la Grecia clásica
como un verdadero modelo para la formación del arte y la cultura. Su armonía podía servir como reflejo
para que los hombres equilibraran sus propias experiencias, capacidades y emociones. Muchos artistas
saludaron el advenimiento de la Revolución Francesa con la esperanza de que pusiera fin a las
inquietudes que habían agitado el siglo. Después de 1792, fueron pocos los que mantuvieron esa posición.
Horrorizados por la violencia revolucionaria, algunos se volcaron políticamente hacia posiciones mas
conservadoras, exigiendo un retorno a la razón. En los primeros años del siglo XIX y hasta la caída de
Napoleón el arte quedo sumergido en un más de contradicciones, no solo había que liberarse de las reglas
sino de los enemigos y del autoritarismo.

El romanticismo maduro (1790-1840):


-Los suceso de la década de 1790, especialmente la Revolución francesa, aceleraron la difusión del
romanticismo. Vencida la razón, fue reemplazada por el escepticismo y la desesperación. Los artistas,
desilusionados, volvieron su mirada al pasado medieval y a la naturaliza en busca de inspiración. Al
cosmopolitismo ilustrado opusieron el carácter nacional de las artes. Buscaron formas más espirituales de
vida, plantearon el conocimiento por medio de los sentimientos y la intuición. En los años de la guerra, la
interioridad del sujeto, el yo, sirvió como refugio. En 1814, Francisco de Goya resumió con dolor lo
sucedido. En los desastres de la guerra pinto la imagen del entierro de una muchacha bella y luminosa, la
verdad, ante quien llora desesperada una mujer, la justicia. Muerte, desolación, guerra, torturas, guerras y
desesperanza fueron las realidades que el arte convirtió en motivos. Tumbas, cementerios, campos de
batalla, espacios vacíos, soledad, fueron el repertorio que lego el arte romántico. Ante la insoportable
presión del presente, los artistas se fugaron hacia la Edad Media, a la que concibieron como una edad
heroica, cargada de nobles valores. Don Quijote volvió a cabalgar. En Gran Bretaña, a salvo de la guerra,
los primeros resultados sociales de la Revolución Industrial impulsaron a los artistas hacia formas
imaginativas. A partir de 1780, la rica tradición celta presto a los románticos sus hadas, sus brujas y sus
fantasmas. Shakespeare fue definitivamente rehabilitado. Las fuerzas oscuras del inconsciente
constituyeron otro de los temas. Se buscó consuelo en el cristianismo primitivo y justicia en el Antiguo
Testamento. La vuelta, inspirada en Miguel Ángel, se asoció con la idea del artista como genio. Los
románticos crearon una imagen de si mismos basada en la autocomplacencia del rechazo por parte de la
sociedad. La naturaleza como imagen especular fue abordada por los románticos ingleses. Las tranquilas
y pintorescas telas de John Constable y las poesías de William Wordsworth glorificaron la campiña y los
logros de los agricultores laboriosos, ambos logran efectos emocionales. La naturaleza en lucha y la fuerza
de los elementos fueron pintadas por William Turner con una paleta de colores luminosos, a veces
iridiscentes, y una modernidad en la pincelada y las formas que aun hoy llama la atención, Percy Shelley
canto, como poeta, imágenes similares. En la época pos napoleónica, con la aparición de las primeras
luchas sociales, Walter Scott reinstalo la Edad Media con la novela histórica. Los héroes del pasado eran
preferibles a los proletarios del presente. La pintura acompaño su obra con la creación de la hermandad
prerrafaelista, inspirada por el crítico John Ruskin. Las figuras de la caballería adoptaron el refinamiento de
Sandro Botticelli y solo parecen tener relación con la época por ser su negación. Los artistas alemanes
presentaron motivos semejantes, pero teñidos de idealismo. Una actitud más contemplativa presto rasgos
metafísicos a su pintura y a su literatura. Personajes con los ojos abiertos interrogando al espectador,
como los de Otto Runge, o vueltos de espalda, contemplando la inmensidad de la naturaleza como obra
de Dios, en el caso de Kaspar Friedrich, dieron a la pintura una sensación cósmica. Cuando Fichte
identifico a Dios con el orden moral del universo, encamino el arte hacia el ideal, impulsando un panteísmo
que le impidió volver a la realidad. Por su misma idealidad, la música respondió de manera brillante al arte
romántico alemán, Franz Schubert y Robert Schumann, desarrollaron la idea a través de la sinfonía y de la
música de cámara. El lirismo marco las nuevas formas del impromptu, los poemas sinfónicos, los valses y
las fantasías, mientras la canción recogió la tradición pastoril y popular que comenzaba a interesar.
Beethoven, en quien el lirismo se convirtió en verdadera dramaticidad. Su pensamiento musical de raíz
sinfónica se mostró igualmente capaz de lograr una unidad estilística notable entre las sinfonías y la
música de cámaras, como lo demuestra su sonata Patetica de 1799, en la que los elementos oscuros y
demoniacos, operando dialécticamente con la forma clásica de la sonata, logran un impacto genial. Sus
estructuras sinfónicas proponen que se compensan con la amplitud y cierto lirismo de los movimientos
lentos. Amante de la libertad de ultranza, el artista acometió una verdadera audacia al componer la
Tercera sinfonía entre 1803-1805. Dedicada originalmente a Napoleón Bonaparte, Beethoven no planteo
allí el culto al héroe sino su propio ideal heroico. Compuso otras ocho sinfonías, infinidad de sonatas, tríos,
cuartetos, conciertos y abordo la opera. En todas esas obras su genio se destacó de manera especial.
Represento más que ninguno de ellos el cambio de una época, el ansia de libertad y sus contradicciones.
El romanticismo italiano se inició durante la época napoleónica. En su producción literaria, Ugo Foscolo
unió la lucha personal por la libertad y la creación artística. Su obra “los sepulcros” despertó la conciencia
del pasado y de sus grandes hombres. En esta misma senda siguieron Alessandro Manzoni y Silvio
Pellico. Los italianos compartieron con polacos y rusos el exilio en Suiza, Francia o Inglaterra. En una Italia
dividida y dominada por las fuerzas extranjeras, el joven Giuseppe Verdi demostró como la obra de arte
podía ser símbolo y agente movilizador de la realidad: una de sus piezas, Nabucco, se convirtió en un
himno a la libertad. España produjo una floración más tardía como resultado del enfrentamiento entre el
absolutismo y los liberales. En Don Álvaro o la fuerza del sino, el Duque de Rivas hizo hincapié en el papel
del destino: José Zorrilla retomo viejos temas como la justicia, la venganza y la muerte en Don Juan
Tenorio y más tarde la lírica, con José de Espronceda y Gustavo Becquer. A fines de los años 20 el
movimiento se internalizo, producto del ir y venir de viajeros, refugiados y exiliados. Paris los atrajo con su
vida bohemia, el prestigio de sus luchas y de sus artistas. La ópera si bien se desarrolló en toda Europa,
encontró en la capital francesa su centro de difusión. Las arias melódicas de Donizatti, Bellini, Carl-María
Weber, Rossini, encontraron un público amplio y abierto, predispuesto tanto al drama como a la ironía. El
despliegue teatral, escenografía, vestuario, música, texto, dio los meros pasos hacia la concepción de la
obra de arte total desarrollada unas décadas después. Importantes artistas, músicos y concertistas
convergieron en Paris en el momento en que una Francia aletargada por la política de la reacción iba a
demostrar que todavía podía batallar. A mediados de 1820 la burguesía liberal reinicio la lucha por el
poder y los artistas, mezclados con ella, se sumaron en defensa de las libertades de expresión. Ambos
dieron al romanticismo francés ese carácter libertario y político inmortalizado por la paleta de Eugene
Delacroix en “La libertad conduciendo al pueblo”. El propio Víctor Hugo, participe de las barricadas de
1830, declaro que la libertad es hija de la libertad política. Como Gericault y Delacroix en sus primeros
años iniciaron un camino sin retorno: el del compromiso del arte con la realidad. En los años siguientes
mucho lo abandonaron, como Delacroix, pero algunos no lo olvidaron como Víctor Hugo, Ingres. A
comienzos de los 40, la tensión había disminuido. Los continuadores del movimiento parecían haber
perdido tanta inspiración. Una mirada melancólica cubrió el continente, un duro mucho tiempo. Una nueva
generación, la de los realistas, se aprestaba a comenzar su carrera
La época del realismo: el papel de la objetividad: hacia 1850, los epígonos del clasicismo estaban
aferrados a los decadentes modelos del pasado, mientras que los románticos se extraviaban por las vías
de la evasión. Los artistas que tomaron su lugar, los realistas, se propusieron trabajar sobre el presente,
sobre lo real, incluyendo en este concepto la idea de progreso. Las revoluciones de 1848 marcaron el fin
del romanticismo porque crearon nuevos problemas y plantearon nuevos interrogantes. Gran parte de
Europa occidental fue afectada por ellas y en el centro se agitaron las nacionalidades. En 1848 termino
con el orden que Europa había instalado en 1815. Las ideas democráticas-republicanas tomaron cuerpo y
los sectores populares entraron en acción. Si bien la macana revolucionaria fie dominada pocos meses, su
influencia posterior quebró la unidad del siglo. A partir de 1830, la aparición del ferrocarril acorto las
distancias y multiplico las comunicaciones. Europa se cubrió de vías férreas, se instalaron el telégrafo y el
teléfono. La industria se revoluciono y la ciencia hizo progresos extraordinarios. Todas las formas del
quehacer humano se transformaron. La filosofía le dio un marco adecuado: el positivismo, que asentó la
idea de progreso. Las viejas sociedades agrarias comenzaron su lenta regresión. La nueva sociedad
industrial y urbana se proyectó al futuro. Organizo exposiciones internacionales para mostrar sus logros, y
el uso de los nuevos materiales, como el hierro y el acero, ya no se limitó al mundo de la maquina sino que
se extendió a puentes, estaciones y bibliotecas. Pero tanta confianza en el porvenir tenía un reverso. La
sociedad industrial movilizo como nunca antes una nueva clase social, el proletariado, que dejo atrás al
trabajador manual. Estos obreros industriales estaban excluidos de las ventajas del progreso. Fueron la
fuerza de trabajo del modo de producción capitalista, pero no los destinatarios de sus beneficios. En la
década de 1840, Proudhon escribió que el principal resultado de los ferrocarriles será crear una población
de trabajadores degradados. Los nuevos problemas reclamaron otras soluciones en el arte. La
arquitectura, despreocupada por las cuestiones de representación y expresión, probo los nuevos
materiales en todos los estilos que encontró a su paso, llenando a Europa de edificios neo: neogótico,
neorromanico, neoclásico, neoegipcio. El resto de las formas y géneros artísticos buscaron acercarse a la
realidad. En la década del 30, algunos artistas anticiparon el problema: Stendhal combino la idealización
romántica (personajes femeninos) con precisas descripciones de la realidad y la naturaleza en su novela
“Rojo y negro”; Lamartine encontró la solución en la política, no en la literatura. Fue la naturaliza, la que
permitió a la pintura salir de su atolladero. El pasaje fue logrado por Theodor Rousseau, quien logro
deshacerse del sentimentalismo aprovechando lo visible de la naturaleza: su pura materialidad. En 1846,
junto con Jules Dupre, Narcisse Diaz de la Peña y Dauvigny, formo la escuela de Barbizon, primer
movimiento importante de paisajismo francés. Para captar la realidad, salieron a pintar al aire libre donde
tomaban sus bocetos. Todo era sometido a un examen escrupuloso y luego sintetizado para dar cohesión
al proceso creativo. Desde ese pasaje de la naturaleza al taller (observación, análisis, síntesis)
construyendo una imagen paisajista que representaba un trozo de naturaleza detenido en el instante. La
pintura de género constituyo otro de los motivos fundamentales del realismo. Escenas de la vida cotidiana
y trabajadores sorprendidos en medio de su jornada como Courbet o campesinos realizando sus labores
como los Millet fueron tratados con precisión y objetividad. Fueron los años en los que la fotografía enseño
al ojo a ver de otro modo la realidad. Los realistas no hicieron pinturas socialistas, pero si pintura social. Su
simpatía por los trabajadores explotados fue innegable. La literatura siguió un camino semejante. Desde el
romanticismo de los años 30, en la siguiente década se desembarazo del emocionalismo para abordar la
realidad sin limitaciones. En Francia, Honoré de Balzac y algo después Flaubert mostraron las miserias y
grandezas de su tiempo. La vida estrecha de provincias, la venalidad de las profesiones, la envidia por la
posición social y la perversión de ciertos círculos encontraron en estos hombres a sus intérpretes. El
presente se convirtió en el verdadero tema de los realistas. En Inglaterra, Charles Dickens fue el más
agudo representante del realismo. Por ejemplo, su obra Tiempo difíciles es una genuina fotografía literaria
sobre las consecuencias de la revolución industrial. La miseria, el trabajo de los niños, la insipidez de la
enseñanza y la soberbia de la burguesía benefactora representaron la otra cara del progreso. En España
presento una novela de ambiente rural, entre el romanticismo y el realismo, en autores como José María
de Pereda, Emilia Pardo Bazan o Armando Palacio Valdez. El verdadero realismo mostro una intensa
calidad con Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas con Clarín. El primero abordo la realidad de la naturaleza
en toda su dimensión, mostrando una permanente superación literaria a medida que su propia vida y su
perspectiva se transformaban políticamente. Así paso de los grandes frescos de la vida burguesa, como
Fortunata y Jacinta a mostrar su solidaridad con los sectores obreros populares, y aun con los marginales
como ocurre en Misericordia. Clarín, como amigo Pérez Galdos, puede ser considerado un realista crítico.
Proveniente de la burguesía, fue capaz de escribir contra ella, denunciando su mediocridad y limitaciones.
Lector de Stendhal y de Flaubert, en la Regenta describió con notable maestría psicológica la asfixia de
una ciudad provinciana y la hipocresía de la sociedad positivista y burguesa, capaz de matar todo lo vivo y
autentico. En algunos países se produjeron obras tardías y en otros tomó un carácter peculiar de acuerdo
con las características nacionales. En Rusia, Serguei Turgueniev mostró preocupación por el atraso de su
país e inicio una nueva manera de concebir la realidad: el nihilismo. Leon Tolstoi realizo un análisis
impresionante de la sociedad rusa en obras como Guerra y Paz. Fedor Dostoievski indago en las
profundidades del hombre y desnudo su naturaleza enfermiza. Estos artistas no compartieron un credo
político, tampoco los unió un lenguaje o un estilo comunes, pero aceptaron la idea de que la obra de arte
debía nutrirse de la realidad y volver a ella.
El impresionismo: un fresco de la vida moderna: los impresionistas en 1874, obtuvo una crítica adversa
y sarcástica de Louis Leroy. Desde hacía diez años, un grupo de jóvenes artistas trabajaba en Francia
siguiendo las pautas del realismo. Los hombres y mujeres que se agruparon en torno de la figura del ya
consagrado Edouard Manet fueron Claude Renoir, Alfred Monet, Alfred Sisley, Camille Pissarro, Berthe
Morisot, Edgar Degas, Jean Bazille y Caillebotte. Manet admirador de Courbet, ya había presentado obras
en el Salón oficial, pero en 1863 fue rechazado por intentar exponer pinturas consideradas escandalosas.
Sus contactos familiares permitieron que sus quejas llegaran a Napoleón III, quien por simpatía creo el
Salón de los Rechazados, donde a partir de entonces expusieron todos los artistas no aceptados por los
jurados oficiales. Los jóvenes impresionistas no constituyeron ni una escuela ni un estilo. Cuanto más, un
grupo con intereses comunes. Manet no fue su maestro sino su líder, nunca se consideró impresionista y
su estilo podía variar de obra en obra, desde la pintura al aires libre hasta la imitación de maestros como
Goya y Velázquez. De criterios amplios, invitó a los jóvenes a discutir problemas artísticos y cotidianos en
las tertulias del Café Guerbois. Cuarenta años estas reuniones de la bohemia serian indispensables para
resolver cuestiones artísticas. A ellos se acercaron poetas como Baudelaire, Mallarmé, Verlaine y
novelistas como Emile Zola, músicos como Jacques Offenbach y Halevy, artistas del mundo de la ópera y
pintores de otras tendencias que apreciaban estas discusiones como forma de intercambiar experiencias.
Los impresionistas representaron como nadie la idea del artista flaneur, cuya mirada de paseante,
apartándose ficticiamente del compromiso directo con el motivo, creo un clima de distanciamiento donde el
ojo se posaba con igual jerarquía en el detalle o en el tema principal. Degas y Manet fueron perfectos
flaneurs cultos, adinerados, elegantes y conocedores de todo lo que ocurría. Sin embargo, Manet tomo
una clara posición frente a las matanzas de la Comuna, y dejo dos litografías y algunos dibujos que
muestran los cuerpos muertos junto a las barricadas y las tropas del gobierno disparando a la multitud. Los
años 70 fueron años de luto para Francia y de desesperanza para los impresionistas. Las secuelas de la
guerra franco-prusiana en la que murió Bazille, la Comuna y el juicio a Courbet y la humillación por la
pérdida de Alsacia y Lorena, afectaron a todos los franceses. Los impresionistas tuvieron que luchar contra
la mediocridad de salones, jurados y coleccionistas. Fueron años de miseria para los obreros franceses y
para los artistas y sus familias. Monet, Renoir y Pissarro sobrevivieron gracias a la colaboración de
quienes, como Caillebotte, Manet y Degas, disponían de fortunas familiares. Críticos y galeristas
contribuyeron a sostenerlos, a través de la difusión, las exposiciones o consiguiendo compradores para
sus obras. Sin embargo, fue la época más fecunda como grupo. A pesar de las adversidades, nada quedo
sin registrar: las costas de Normandía y Provenza, la cuenca del Sena con sus puentes de hierro cruzados
por el ferrocarril, escenas de la vida cotidiana, el bullicio de las calles parisinas. La bohemia, los cafés, el
circo, los cabarets y el teatro, especialmente la Opera, fueron temas no solo abordados por el grupo
francés sino por generaciones de artistas extranjeros que aprendieron de ellos. En 1882, cuando
comenzaron a ver los frutos de su esfuerzo, el grupo se disolvió. Desde hacía unos años exponían
individualmente, la crítica y el público habían empezado a responder. Cada artista eligió su camino. Entre
los más afamados, Pissarro y Sisley se mantuvieron fieles a los principios originales, Renoir después de
una crisis recupero la forma que se le escurría entre los pinceles, Manet condecorado por el gobierno,
murió en esos años. Solo Monet llevo su pintura a extremos insospechados, sus ojos, acostumbrados a
observar la realidad exterior, construyeron una visión subjetiva que lo coloco al borde de la abstracción.
Muchos artistas se acercaron al grupo a lo largo de esos años. Los más talentosos, después de hacer su
aprendizaje, buscaron sus propias formas de expresión. La primera tendencia que se desprendió fue el
divisionismo, puntillismo, por la forma de la pincelada o neoimpresionismo. Creado por Seurat, decidido
positivista, fue un intento de aplicar al arte las leyes de la ciencia. Coloco sobre la tela el color puro a
través de pequeños puntos que impedían ver la forma, excepto que el espectador se alejara y el proceso
fisiológico del ojo la recompusiera. Otra tendencia fue la constructiva, en la que Paul Cezanne, ayudado
por los impresionistas a liberarse del romanticismo, utilizo color y luz en sentido opuesto a ellos. Si los
impresionistas pintaron objetos evanescentes, Cezane mostro la estructura y la materialidad a través de
pequeños planos de color-luz. Sus formas trabajadas con facetas cromáticas cercanas mostraron un
soporte geométrico que conduciría al cubismo. Ya en vida fue reconocido por sus jóvenes colegas como el
iniciador del arte contemporáneo. Gauguin fue un simbolista que solo tomo de los impresionistas el gusto
por el color. Su rechazo por la civilización occidental lo llevo a buscar en las islas del pacifico sur el
símbolo de una humanidad perdida. La última tendencia del siglo fue la búsqueda expresiva de Vicent van
Gogh. El impresionismo, al liberar su paleta, pudo volcar en la tela, a través del color, la intensidad de sus
pasiones. En música, la incorporación de nuevos instrumentos, la transformación en el uso de las escalas
y ciertas audacias formales hicieron que hombres como Claude Debussy, Gabriel Faure o Ravel fueran
catalogados como impresionistas, junto con Rodin y Rosso, en escultura Marcel Proust, en la literatura, se
asociaron más por su aire de época que por su resultado de sus obras.
La situación en las últimas décadas del siglo XIX: A partir de 1850 la renovación del arte pasó por el
realismo. Sin embargo, el romanticismo nunca fue totalmente vencido y se volvió contra aquel apenas
pudo. Al volver a la Edad Media, los románticos habían planteado que la naturaleza era un símbolo visible
del orden espiritual. Este concepto desplazado por el realismo se refugió en la ficción y lo imaginario. Su
herencia fue recogida por Richard Wagner. Esta corriente espiritualista, que tuvo relación con el
esoterismo, fue patrimonio de hombres como Sar Peladan y los Rosacruces del Templo, quienes hicieron
un culto del mito y los iniciados. Sus temas de carácter místico abarcaron desde el Evangelio hasta la
androginia, pasando por los misterios, la iniciación y lo diabólico. Otros pintores como Odilón Redon,
Gustave Moreau y Pierre Puvis de Chavannes en Francia, Bocklin en Suiza, Hans von Marees en
Alemania o Burne-Jones en Inglaterra, tomaron de Henri Bergson la idea del conocimiento por la intuición
y se abocaron a la creación de un arte cargado de significaciones, donde el mito fue el motivo y el símbolo,
su expresión. Agrupados bajo el nombre de simbolistas se mezclaron con muchos de los planteos del art
nouveau. La tendencia encontró ecos en toda Europa, como lo demuestra la proliferación de grupos: los
nabis, los XX y Libre Estética. El poeta Jean Moreas, Proust, el decadentista D` Annunzio y ciertas obras
de Rodin se emparentaron con ellos. Por sus consecuencias, el movimiento más interesante fue el
prerrafaelismo, fundado en la última etapa del romanticismo inglés, cuya estética se basaba en el gothic
revival. Dante Gabriele Rossetti, Burne Jones, John Millais y otros formaron una hermandad bajo la mirada
atenta de John Ruskin, sus obras se cargaron de alusiones literarias y místicas. Su encuentro con Morris,
el renovador del arte decorativo, les permitió cambiar de rumbo. Se conocieron en Oxford, cuando Morris
estudiaba con el arquitecto Webb y Madox-Ford. Su experiencia lo llevo a organizar el movimiento Arts
and Crafts, para la renovación del arte y la decoración. Seguidor de Marx, Morris se preocupó por acercar
el arte al pueblo y rescato los aspectos creativos de la artesanía frente a la deshumanización de la
máquina y la enajenación del trabajador. La paradoja fue que sus exquisitos productos realizados
artesanalmente solo podían ser comprados por la burguesía adinerada. En cambio, su idea de renovar las
artes aplicadas gano una rápida aceptación. Art Noveau, Modern Style, modernismo, Liberty, Jugen Stil y
Secession fueron los nombres que adquirió la tendencia en cada país. A pesar de ciertas diferencias todas
mostraron el espíritu fin de siglo. El art nouveau no tiene un solo origen y un único fundador. A partir de la
búsqueda de Morris, muchos artistas de varios países sintieron la necesidad de conferir al arte una función
social y de utilizarlo en todos los niveles de la creación. Los artistas del movimiento no solo se
preocuparon por el diseño de objetos de uso cotidiano, por la cartelería publicitaria o el diseño y la
ilustración de libros. Se interesaron por elaborar un mensaje estético para un público cada vez más amplio.
Pero tal como sucedió con los productos de Morris, al convertirse en moda, al refinamiento logrado y los
altos precios alcanzados los alejaron de las posibilidades de las masas. La arquitectura fue la única
actividad que marco un avance claro en este sentido. Influida por las corrientes en boga, en la
construcción de viviendas domesticas o ligada a los modelos clásicos por imposición de los Estados, los
nuevos materiales, hierro, acero y hormigón, la obligaron a buscar respuestas para los desafíos de la
sociedad industrial. Estados unidos en plena expansión económica aporto novedades decisivas; William
Le Barón Jenny, educado en Paris, construyo en América el primer rascacielos. La Escuela de chicago, y
Sullivan, para quien la forma sigue a la función, fundió arquitectura e ingeniería. La literatura y la música
pudieron elegir entre las formas más variadas. El teatro, los conciertos y la opera aumentaron su público.
Los grandes compositores como Georges Bizet y Giuseppe Verdi siguieron el camino ya trazado y una
corriente que profundizo el realismo, el verismo, de ambiente rural o popular iniciada por escritores como
Giovanni Verga, dio impulso a una ópera de signo trágico, Giacomo Puccini retomo el camino de la Grand
opera al enlazar la formas tradicionales con el verismo. Entre la última década del siglo XIX y la primera
del XX hubo una continuidad innegable. A pesar de las diferencias entre positivistas y anti positivistas, la
civilización occidental siguió teniendo confianza en el progreso, sin ver las fuerzas complejas que anidaban
en su interior. La Gran Guerra destruiría esa confianza, así como las vanguardias artísticas romperían los
aspectos formales heredados de la Antigüedad.
El arte americano: cambios y respuestas: la aplicación de las reformas ilustradas provoco en la América
española el comienzo de una ruptura que culminaría con los procesos independentistas. Entre las medidas
tomadas, la abolición de los gremios y las cofradías tuvo una profunda influencia sobre la producción del
arte local. Se fundaron las primeras academias que impusieron en el continente las nuevas condiciones
del neoclasicismo, que choco desde un principio con la historia y la conciencia tradicional americanas. Las
bellas artes (arquitectura, pintura y escultura) fueron encuadradas en la dialéctica civilización/barbarie. En
el primer término fueron incluidas las normas del buen gusto europeo y en el segundo, la tradición colonial,
aquella derivada del barroco nativo. Este, que tantos frutos había dado, fue relegado y sustituido por las
normas de la Real Academia de Bellas Artes que intento imponer sus preceptos entre los artistas del
Nuevo Mundo. Los académicos españoles no consideraban pertinentes la fundación de este tipo de
instituciones en América puesto que los encargos eran supervisados directamente desde Madrid. La
pérdida de las tradiciones termino por influir en la decadencia de otras artes decorativas, como la platería.
Los planteos de la Ilustración, con su minusvaloración del arte mestizo, impusieron un programa ajeno a
los últimos tres siglos de arte colonial, en el que había sido fundamental el mestizaje entre las formas
adquiridas y la riqueza del arte indígena. La recuperación del pasado prehispánico ya en épocas de la
independencia se caracterizó por su falta de vitalidad. Al enfrentar la tarea de construir las nuevas
naciones, buscaron sus modelos culturales en Gran Bretaña o en Francia. Estos dos países estaban
desarrollando un arte revolucionario como el romanticismo, peor no dirigieron su mirada hacia el sino al
arte académico que patrocinaban las burguesías dirigentes. Incluso un motivo romántico como la
búsqueda de los orígenes nacionales, que en América llevo a la revalorización del indio, mostro una
idealidad universal que hizo imposible su asimilación con los prototipos de la realidad. Los nuevos países
mantuvieron las artes en un papel subordinado a los modelos foráneos. Las excepcionales fueron Brasil,
donde la corte de los Braganza se exilió durante el periodo napoleónico y dio un impulso notable a las
artes, y Cuba y Puerto Rico, pertenecientes a España hasta 1898, donde pervivió un arte de formas
acordes al sentir popular. Recién en torno de 1850, época de la segunda fundación de las academias, la
llegada de artistas extranjeros y el viaje de aprendizaje a Europa permitieron el inicio de un cambio en el
panorama de la plástica. Las academias sufrieron los avatares de las políticas y las luchas nacionales, que
obligaron a veces a los artistas a un exilio tras otro, dejando su huella y formando discípulos en las
grandes capitales por donde pasaban. Durante la primera parte del siglo XIX, el retrato y la pintura
histórica fueron los géneros que la burguesía gobernante necesito para afirmar la idea de lo nacional.
Simón Bolívar, José de San Marín o Bernardo de O`Higgins fueron retratados infinidad de veces y sus
batallas formaron parte de los encargos oficiales de todos los gobiernos. Hacia mediados del siglo un
nuevo tema, el paisaje fue consiguiendo adeptos gracias a la actividad de los pintores viajeros, algunos de
los cuales no eran artistas sino geógrafos o naturalistas. Ellos enseñaron a los americanos a mirar hacia
adentro. Recorrieron el continente por la curiosidad documental y dejaron una serie de pinturas de notable
valor estético. Desde la llegada de la misión Francesa en 1816 a Rio de Janeiro, artistas como el alemán
Juan Mauricio Rugendas, los franceses Armand Julien Palliere y Henri-Nicolas Vinet o el británico Emeric
Vidal, pintaron los paisajes de las distintas regiones americanas. La supervivencia del fervor popular
reemplazo en cierta medida al más poderoso comitente que había tenido la América española: La Iglesia.
Mientras esta iba perdiendo terreno, la aparición de retablos de tipo y factura más primitivos, las imágenes
de devoción, encontraron su lugar en los sectores populares y en las regiones más alejadas de los centros
urbanos. Al mismo tiempo, la cerámica, los textiles y el mobiliario de madera de estilo colonial aseguraron
la supervivencia de la rica tradición y de los antiguos métodos artesanales americanos, y tuvieron su
público en aquellos sectores que permanecieron fieles a la hispanidad. Recién hacia 1870, en coincidencia
con el periodo de fundación de las últimas academias de arte, se pudo apreciar una renovación más
profunda, aunque una independencia en las búsquedas creativas. Los artistas comenzaron a viajar
regularmente a Europa para consolidar su aprendizaje en importantes academias italianas o francesas.
Eduardo Sivori, Ángel Della Valle, Juan Manuel Blanes, Ernesto de la Cárcova. Impactados por los temas
sociales, algunos adhirieron al romanticismo, otros al realismo o al naturalismo. Sus obras se caracterizan
por un cierto eclecticismo estilístico, en el que se notan las influencias de Courbet y de los pintores
italianos del realismo social. El neoclasicismo literario nació en la América española en las últimas
décadas del siglo XVIII, de acuerdo con los modelos franceses del siglo anterior, pero igual que en la
plástica se desplazó al siglo XIX ligado a la construcción política de las nuevas naciones independientes.
Muchos escritores del periodo compartieron sus trabajos literarios con los de la fundación de repúblicas.
Andrés Bello, José Joaquín de Olmedo, Heredia, Varela, vivieron entre la opción política y la literaria. Su
obra, de estructura clásica, tampoco pudo evitar la seducción ejercida por las costumbres, el exotismo y la
amplitud de los espacios americanos, de esta dualidad se fue desprendiendo un temprano
protorromanticismo dentro de los moldes clásicos. A medida que las luchas políticas se volvieron
complejas, el romanticismo tomo la forma del liberalismo literario y en concordancia con lo ocurrido en
Francia se convirtió en romanticismo político. Esto implico la ruptura con España o Portugal, las antiguas
metrópolis, cuyas culturas fueron rechazadas por un tiempo prolongado como sinónimos de atraso y
reacción. La primera manifestación de esta actitud fue la publicación en el Rio de la Plata de La Cautiva de
Esteban Echeverría a su regreso de un viaje a Francia, donde había sido testigo de los sucesos en el Paris
de 1830. Así se inicia el romanticismo pleno que incorporo la sublimación del yo a la calidad protagónica y
dramática del paisaje. La irrupción del pasado en la figura del indio, pero la concepción política, se
profundizara con las obras del exilio montevideano: el matadero escrita en 1840, recién publicada en 1871
y Dogma Socialista en 1846. A partir de ese momento, la literatura y la política conformaran una síntesis
que llegara hasta fines de siglo. En torno de Echeverría se agrupo en Buenos Aires el Salón de Marcos
Sastre que cobijo a la generación del 37, sus miembros, entre los que se destacan, además de Sastre,
Gutiérrez, Alberdi, Mármol, Mitre y Sarmiento, los dos últimos, futuros presidentes de la argentina,
constituyeron el núcleo romántico conocido como los proscriptos por su enfrentamiento con el gobierno de
Juan Manuel de Rosas, y su vida de exiliados. Esa lucha política, el conocimiento de otras culturas, el
dolor del desarraigo, dieron a estos hombres su fuerza y rasgos distintivos. Sarmiento es la figura
emblemática de esta generación, en la que el individualismo romántico se encarnó en la tarea titánica de
construir una nación, con todas sus contradicciones. Facundo, Recuerdos de provincia o la utópica
Argirópolis mezclan la pasión, los ideales, el análisis de la realidad y los proyectos para el futuro en una
obra que se resiste al encasillamiento. En Brasil, la aparición del romanticismo coincidió con la formación
del imperio. Sus caracteres pueden homologarse con los ya descriptos para el Rio de la Plata, aunque
mantuvo siempre mayores diferencias regionales y fue uno de los primeros en plantear la cuestión de la
negritud y la pobreza como temas en la literatura americana. Después de un aporte en las primeras
décadas del siglo XIX, con la difusión a partir de 1840 de los franceses Víctor Hugo, Lamartine se
consolido en el resto de América Latina. Las temas se compartieron: la pasión, el amor, la exaltación del
yo y la lucha política, pero cada nación mostro sus especificidades de acuerdo con los particularismos
regionales o con la epopeya, la narrativa en todas sus formas y el ensayo, en el que se incluyen ideólogos,
lingüistas e historiadores. Dentro de la narrativa, se diferenciaron las leyendas y las tradiciones (Ricardo
Palma en Perú), la la gauchesca (Hilario Ascasubi, en Argentina) y el nativismo, que en Brasil y Haití se
consolido como una fuerte corriente antiesclavista. Las gestas americanas cuyo protagonista fue el indio o
el gaucho desbordaron lirismo, como Tabaré del uruguayo Juan Zorilla de San Martin, o una mayor crítica
social, como en Martin Fierro, del argentino José Hernández, la novela abarco la forma histórico-política en
Amalia del argentino José Mármol, los valores políticos-costumbristas en El zarco del mexicano Ignacio
Altamirano o la pura forma lirico-amorosa en María, del colombiano Jorge Isaacs. Hacia fin de siglo, al
amparo de ciudades más cosmopolitas y de intercambios más fluidos con Europa y Estados Unidos,
apareció la novela naturalista influida por Emile Zola. A partir de entonces se ahondo en las nuevas
problemáticas derivadas de la inmigración, de los cambios producidos por la mundialización económica y
las trasposiciones culturales.
En poesía, un neorromanticismo impregnado de simbolismo que recogió las experiencias de los
parnasianos y de los poetas malditos franceses permitió el surgimiento de escritores de la calidad de los
cubanos José Martí y José María de Heredia, el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera o el colombiano José
Asunción Silva. Ellos prepararon el camino para el primer movimiento americano que revirtió sus
influencias hacia Europa, especialmente España: el modernismo. La necesidad de dar un carácter más
libre y autónomo a la palabra llevo al nicaragüense Rubén Darío, su iniciador, a definirlo como un
movimiento de entusiasmo hacia la libertad y la belleza. Sus viajes como diplomático convirtieron a Darío
en el modelo seguido por poetas y escritores y en la figura más representativa de las letras americanas.
Su posición esteticista liberó la escritura de su carga extraliteraria. Desde la publicación en 1888 de Azul,
en Chile, tanto la lírica como la prosa remontaron vuelo movilizando a poetas de la talla del uruguayo Julio
Herrera y Reissig, del argentino Leopoldo Lugones, del mexicano Amado Nervo o del peruano José
Santos Chocano. Estos hombres lo trasladaron y le dieron cohesión definitiva en las primeras décadas del
siglo XX. Como en el caso iberoamericano, las colonias dependientes de Francia y Gran Bretaña
mantuvieron un estrecho contacto con sus metrópolis, pero la menor normatividad de ambos países
produjo un mayor gradualismo en las transformaciones del área cultural. Los pintores nacidos en las
colonias británicas trabajaron para ambas costas del Atlántico e incluso alguno de ellos consiguió
relevantes posiciones en una ciudad como Londres, donde no escaseaban artistas de calidad. Nombres
como John Singleton Copley o West dan cuenta de las afinidades del gusto y de las estrechas relaciones
que no se rompieron aun después de la independencia. El público se inclinó a géneros como el retrato, la
pintura de costumbres y paisaje. Hacia 1850 surgió una escuela de pintores luministas que por primera vez
dieron cuenta de la amplitud y la especificidad del paisaje americano. En los territorios del actual Canadá
se repitieron las condiciones del arte académico europeo: cuadros con temas históricos, paisajísticos y
figurativos. En Estados Unidos encontramos seguidores de David. Sus discípulos americanos mantuvieron
vivo el gusto por el neoclasicismo, al que se apegaron tanto la escultura como la arquitectura, que se
nutrió del vocabulario de Grecia y Roma para sus edificios públicos (el Capitolio). Esto no impidió la
continuidad del llamado estilo colonial para las viviendas campestres de las grandes familias americanas y
la aparición del revival arquitectónico representado por una moda neopalladiana o neogótica, común tanto
a la región de cultura francesa como a la británica. Después de terminada la Guerra Civil (1861-1865) se
acrecentó la fama de Winslow Homer, quien había estado como pintor en el frente. Emparentado con el
romanticismo del que tomo la fuerza dramática, este solitario se convirtió en el más notable pintor de
temas marinos, género al que transformo en símbolo de la lucha del hombre frente a la naturaleza. El arte
americano se volvió más cosmopolita. La participación en las exposiciones industriales y el mayor contacto
a través de los nuevos sistemas de comunicación terminaron por borrar los últimos vestigios de
aislamiento, y la sociedad norteamericana estuvo en condiciones de mostrar su producción junto a la que
llegaba del exterior. Hacía tiempo que los artistas viajaban a Europa para realizar estudios de arte, primero
prefirieron las academias alemanas, pero a partir de la década del 50 la meta fue Paris. El
acostumbramiento a la vida bohemia y la propia necesidad de crecimiento hicieron el resto: los
norteamericanos adoptaron el impresionismo y algunos representantes vivieron y aprendieron entre los
impresionistas franceses. Sin embargo, la mayor transformación del arte norteamericano se produjo en la
arquitectura, donde las nuevas formas de vida de una sociedad industrial en rápido crecimiento hicieron
necesario repensar el tema de la vivienda urbana. Ayudado por las posibilidades de los nuevos materiales
como el hierro y el hormigón armado nació el rascacielos. Después de la independencia y la guerra contra
Inglaterra en 1812, los estadounidenses buscaron otros modelos literarios: Francia, muchos de cuyos
ideales podían compartir, o España, que con su anacronismo teñido de medievalismo fascinó a escritores
románticos como William Prescott o Washington Irving. A través de la sátira, comenzó su carrera como
costumbrista analizando el mundo anglosajón, tanto americano como británico. Pero después de un viaje
por Italia y España quedo atrapado por el exotismo de sus culturas. En 1831 publico Columbus, seguido al
año siguiente por la famosa colección de Cuentos de la Alhambra. Otros escritores volcaron su mirada
hacia el propio país de espacios inconmensurables, ríos caudalosos, montañas monumentales y costas
infinitas, propiciando una novela de aventuras rica en costumbres y tradiciones, que dio importancia al
papel de la naturaleza. Así nacieron El último de los mohicanos y la pradera de Cooper y Dick de Herman
Melville.
La poesía contó con un lírico excepcional que adelanto la aparición del simbolismo: Edgar Allan Poe. Su
primer libro de poemas, Tamerlán, se publicó en 1827. Le siguieron otros de gran calidad. En la década
del 30, cuando abordo la narrativa, su enorme talento para este género quedo demostrado. En 1838
publico Aventuras de Arthur Gordon Pym y en 1840, Relatos grotescos y arábigos, bajo la influencia de
Irving y Prescott. Su pluma se soltó al trabajar lo fantástico y lo exótico. En 1843 asombro con una obra
maestra de la intriga, el crimen de la calle Morgue, primera en un género, el policial, que se difundía con
gran éxito hasta nuestros días. Su literatura represento la incorporación estética de lo ilógico y lo irracional
y la apertura hacia una subjetividad apasionante. El más claro exponente del nuevo país del norte fue Walt
Whitman, él fue quien comprendió a través de su escritura y de su militancia política la evolución y las
potencialidades de la democracia americana y el coraje y la audacia de su sociedad civil. Pensaba que
para el hombre americano nada era imposible, uno de los leimotiv de su Canto a mí mismo. Pero entendió
que el futuro no era solo de ese hombre sino de la unión de su voluntad con la de otros, anticipando el
nuevo papel de las masas. Tres mujeres pueden destacarse en el ámbito de la literatura romántica
estadounidense: Harriet Stowe, Emily Dickinson y Louise May Alcott. La primera abordo el problema de la
esclavitud en una novela clásica en su género: La cabaña del tío Tom. La segunda, poeta de gran lirismo y
delicadeza formal, dio a conocer muy pocos poemas, su obra se pudo apreciar por la publicación de más
de cuatrocientos poemas en los que irradia una pasión contenida y una humanidad que se pregunta por el
destino del hombre y su inagotable deseo de saber. Por último, con su afirmación de la conducta humana
recta y con sus preferencias conceptuales, Alcott trato de entender las contradicciones de la realidad sin
perder su romanticismo inicial. En sus obras, un penetrante análisis psicológico se adelantó a
concepciones novelísticas que se desarrollarían posteriormente, con Mujercitas y su saga, se fue
adentrando en el realismo sin perder la nota idealista de sus primeras obras. De ahí su éxito al describir
los problemas de la familia con una cuota equilibrada de felicidad y dolor, se convirtió en un icono de la
sociedad estadounidense.
La incorporación de los cambios sucedidos por la conquista del oeste que convirtieron a Estados Unidos
en un país de costa a costa, y luego de la fractura que significo la Guerra de Secesión (1861-1865) los
escritores norteamericanos, pudieron objetivar su propia realidad. Comenzaron así los movimientos
realistas y naturalistas, con los que se cerró el siglo XIX. Los escritores realistas de todas las tendencias
fueron hombres que vivieron a caballo de los dos siglos y dejaron una serie de continuadores que
prolongaron parte de sus logros. Entre los más destacados se encuentra Mark Twain que alcanzo rápida
fama mundial. Aventurero, periodista, gran observador de la realidad y dueño de un humor incomparable
escribió con la misma soltura relatos de viaje, novelas y sátiras. Su fama se inmortalizo al publicar Las
aventuras de Tom Sawyer. Sus protagonistas son seres entrañables que representan el valor de lo
cotidiano, producto de su medio. Se levanta la figura cosmopolita de Henry James, quien vivió gran parte
de su vida en Europa pero volviendo su mirada crítica a su país de origen, como lo demuestra si
Washington Square. Intento no contaminar la novela con el punto de vista del narrador y ser objetivo. Jack
London fue un gran narrador de historias cortas, aunque escribió novelas. Descuidado en el estilo, de
escritura rápida, le sobraba imaginación para incorporar temas como los lugares lejanos, el oeste, las
zonas heladas del ártico, las profundidades de los ríos sureños, pobló su literatura de cazadores,
balleneros, vagabundos, viajantes de un mundo más agreste, más brutal. Se destacan El hijo del lobo y
otros cuentos, Relatos del Lejano Norte y Martin Eden.
Las percepciones metropolitanas y la emergencia del Modernismo.
RAYMAND WILLIANS. Texto.
Las condiciones y relaciones de la metrópoli de principios de siglo se intensificaron y extendieron. Las
grandes aglomeraciones metropolitanas, que continúan la transformación de las ciudades en vastos
conurbanos, todavía están creciendo históricamente. En los antiguos países industriales, ha sido notorio
un nuevo tipo de división entre el “centro” de la ciudad (atestado y a menudo abandonado) y los suburbios
y urbanizaciones en expansión de las afuera.
Lo que quiere decir el autor:
Los cambios impuestos por la Revolución Industrial y el fuerte aumento demográfico experimentado en el
siglo XIX repercutieron necesariamente en la fisonomía de las ciudades. Tanto la existencia de núcleos
urbanos superpoblados y llenos de humo, incitaron a las gentes de mas nivel económico a vivir en los
extrarradios, en torno a su jardín. Pero en poco tiempo el ferrocarril, también transformaría la fisonomía de
estas zonas.
La ciudad del siglo XIX es consecuencia de una serie de transformaciones históricas:
 Aumento general de la población, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo (las ciudades
absorben mano de obra que procede de las zonas rurales)
 Organización del trabajo: la construcción de grandes fábricas cerca de las fuentes de energía
obliga a la concentración de la población en puntos concretos.
 Desarrollo del transporte como elemento modificador del paisaje.
La ciudad, ahora deja de ser un viejo núcleo perfectamente abarcable y definido por la relación entre
edificios utilitarios (casas, talleres, almacenes) y representativos (palacios, iglesias).
Las características de la nueva ciudad son:
 Separación funcional y creación de barrios burgueses, con calles amplias, ordenadas y limpias, y
zonas obreras, donde se apiña gran cantidad de población
 Importancia de las vías de comunicación, que les confieren un carácter dinámico
 Importancia de las zonas verdes y de las fábricas como configuradoras del paisaje urbano (planes
de ciudades satélites (nace para oponerse al crecimiento desordenado de las ciudades. La
superficie debía tener un límite, de tal manera que los habitantes pudieran llegar al campo o al
trabajo sin utilizar un medio de transporte); ciudades jardín (la vuelta a la naturaleza y a un tipo
de vida natural); ciudades maquinistas (conciben la estructura en función de la maquina, de la
circulación y el transporte); ciudad lineal (preocupación por los problemas del tráfico, preconizo la
ampliación de las calles principales de la capital y el establecimiento de líneas de transporte
comunitario, elevadas o subterráneas (Arturo Soria); ciudad industrial ( concibió la ciudad en
función de tres elementos nuevos: la gran industria, el hormigón armado y la sociedad socialista.
Separa radicalmente las diferentes funciones de la ciudad, es decir, vivienda, trabajo, diversión y
transito (Tony Garnier).
 El desarrollo urbano motivara la creación de leyes que recojan los deseos de mejora de las clases
trabajadoras y las aspiraciones de las clases medias por conservar sus privilegios.
TEXTO.
Por otra parte, dentro de los tipos más antiguos de metrópolis, aun persisten y florecen diversas clases de
movimientos vanguardistas. No obstante, las condiciones culturales de la metrópoli cambiaron de manera
decisiva.
Las tecnologías e instituciones más influyentes, aunque aun centradas en esta o aquella metrópoli, se
extienden y dirigen más allá de ellas hacia áreas culturales diversas mediante una transmisión inmediata.
 En primer lugar, difícilmente puede haber un contraste más grande que el existente entre las
tecnologías e instituciones de lo que todavía se llama “arte moderno” (escritura, pintura, escultura,
teatro, en diarios y revistas minoritarios, pequeñas galerías y exposiciones, salas teatrales del
centro de la ciudad) y la producción efectiva de la metrópoli de finales de siglo XX en cine,
televisión, radio y música grabada. Por ej. Los analistas conservadores todavía reservan las
categorías “arte” o “las artes” para las primeras tecnologías e instituciones, con una asociación
constante donde puedan desplegarse a menudo como “logro” nacional.
 En segundo lugar, la metrópoli ha cobrado un significado mucho más amplio, en la extensión de un
mercado organizado y global de las nuevas tecnologías culturales. No todas las vastas
aglomeraciones urbanas, y ni siquiera todas las grandes ciudades capitales, tienen este carácter
cultural metropolitano. La verdadera metrópoli es hoy la moderna metrópoli transmisora de las
economías técnicamente avanzadas y dominantes.
De tal modo, la conservación de categorías como “moderno” y “Modernismo” para describir aspectos del
arte y el pensamiento de un mundo indiferenciado del siglo XX, es hoy, anacrónica (que está de acuerdo
con la época presente o que no corresponde a la época en que se sitúa) y en él peor arcaica (muy
antiguo). Lo que explica su persistencia es materia de un complejo análisis, pero se destacan tres
elementos:
1. Una Persistencia Fáctica, en las antiguas tecnologías y formas pero con extensiones seleccionadas
a algunas de las nuevas, de las relaciones especificas entre artes minoritarias y privilegios y
oportunidades metropolitanas.
2. Hay una perdurable hegemonía intelectual de la metrópoli en su dominio de las más serias
editoriales, diarios y revistas, e instituciones intelectuales, formales e informales. Las formas
intelectuales y artísticas en que tienen sus principales raíces corresponden, por razones sociales
en formulaciones básicas de “minoritario” y “masivo”, “de calidad” y “popular”, a ese periodo más
antiguo, de principios del siglo XX, que para ellas es lo perennemente “moderno”.
3. El producto central de ese periodo anterior, por razones que deben examinarse, fue un nuevo
conjunto de “universales”, estéticos, intelectuales y psicológicos, que pueden contraponerse a los
“universales” más antiguos de culturas, periodos y creencias especificas, pero que en ese carácter
se resisten a cualquier otra especificidad, de cambio histórico o diversidad cultural y social.
Hay varias posibles salidas de este estancamiento intelectual, que tiene tanto poder sobre toda una
dimensión del pensamiento filosófico, estético y político.
Pero es útil que nos enfrentemos a esta curiosa condición de estasis cultural, curiosa porque es una
estasis que se define en términos dinámicos y empíricamente precarios, identificar algunos de los
procesos de su formación:
 ver un presente más allá de “lo moderno”
 ver como se formo, en el pasado, ese “moderno” absoluto.
Para esta identificación, son básicos los hechos de la transformación de la ciudad en metrópoli.
Podemos ver como de qué manera ciertos temas del arte y el pensamiento se desarrollaron como
respuesta especifica a los nuevos tipos de ciudad decimonónica en expansión y luego observar como
atravesaron una diversidad de transformaciones artísticas reales, de principios del siglo XX: el momento
del “arte moderno”.
Durante y después de esta guerra.
Así como el modernismo no es un movimiento unificado o una escuela, tampoco se lo puede asociar con
un arte único. Ha influido prácticamente en todas las artes en grados variados:
 La poesía
 La pintura
 La arquitectura
 La ficción
 El drama
 La música
1- El primer tema que tomara el autor como ejemplo es la Literatura Inglesa de Gran Bretaña que
atravesó las primeras etapas del desarrollo industrial y metropolitano.
Wordsworth: ciudad moderna como “multitud de extraño”
¡Oh, Amigo! Hubo un sentimiento que perteneció
A esta gran ciudad, por derecho exclusivo;
¡Cuantas veces, en las atestadas calles,
Me tope con la multitud y me dije:
“¡El rostro de cada uno
De los que pasan a mi lado es un misterio!
Asi mire, y no deje de hacerlo, oprimido
Por pensamientos sobre el que y el adonde, el cuándo y él cómo,
Hasta que ante mis ojos las formas se hicieron
Una procesión clarividente, como deslizamientos
Sobre silenciosas montañas, o apariciones en sueños.
Y todo el lastre de la vida conocida,
El presente, y el pasado; la esperanza, el temor, todos los sostenes,
Todas las leyes del hombre que actúa, piensa, habla,
Me abandonaron, no conociéndome, ni conocidos.
Lo evidente aquí es la rápida transición, desde el hecho mundano de que las personas de la calle atestada
son desconocidas por el observador, hasta la hoy característica interpretación de la ajenidad como
“misterio”. Los modos corrientes de percibir a los otros se consideran avasalladas por el colapso de las
relaciones normales y sus leyes: una pérdida del “lastre de la vida cotidiana”. Se ve a los otros como en
una clarividencia o como en los sueños.
2- El segundo tema tiene que ver con el del individuo solitario y aislado dentro de la muchedumbre.
Podemos advertir cierta continuidad en cada uno de ellos a partir de motivos románticos más generales.
La aprehensión general del misterio y de formas extremas y precarias de conciencia. La intensidad de una
autorrealización paradójica en el aislamiento. El poema de Thomson “La condena de una ciudad”, aborda
el tema como “Soledad en medo de una gran ciudad”.
Es la Ciudad de la Noche, pero no del dormir,
No hay en ella dulce sueño para la mente fatigada,
Las horas se arrastran despiadados como años y siglos,
Una noche parece un infierno sin fin. Esta horrible tensión
Del pensamiento y la conciencia que no cesa,
O que el estupor de un momento no hace sino aumentar,
Esta, más que maldita, enloquece allí a los desdichados.
En general, es la ampliación de la asociación entre el aislamiento y la ciudad a la alienación en su sentido
subjetivo: desde el sueño o la pesadilla a través de las distorsiones del opio o el alcohol, a la verdadera
locura.
Puede también hacerse hincapié más social que psicológico en la alienación en la ciudad:
Se apiñan como si no tuvieran nada en común, nada que ver uno con otro.
La indiferencia brutal, el aislamiento insensible de cada uno en sus
intereses privados se vuelven más repulsivos y ofensivos cuando más se apiñan
estos individuos dentro de un espacio limitado. Y, por más que uno sea consciente
de que este aislamiento del individuo, el egoísmo estrecho es en todas
partes el principio fundamental de nuestra sociedad, en ningún lado es tan
vergonzosamente descarado, tan autoconsciente como aquí, en el apiñamiento
de la gran ciudad. La disolución de la humanidad en monadas
llega aquí a su último extremo.

3-El tercer tema por la “impenetrabilidad” de la ciudad de Fielding.


Quienquiera considere las ciudades de Londres y Westminster, con la reciente
Vasta ampliación de sus suburbios, la gran irregularidad de sus edificios,
La inmensa cantidad de callejuelas, callejones, plazoletas y pasajes, ha
De pensar que, si se las hubiera concebido con el propósito mismo del ocultamiento,
No podrían haber sido mejor ideadas.
En este caso se trataba de la preocupación por el delito urbano. El “Londres oscuro” de fines del siglo XIX
y en particular East End (es una zona de Londres, situada en la parte este de la ciudad, y una de sus
partes más importantes es Whitechapel), se veían como madrigueras de la delincuencia (como por
ejemplo: Jack el Destripador fue un asesino en serie de identidad desconocida que cometió varios
crímenes en 1888, principalmente en el distrito de Whitechapel, en Londres —así como en las áreas
empobrecidas de los alrededores); y una importante respuesta a ello fue la nueva figura del detective
urbano. En los cuentos de Conan Doyle sobre Sherlock Holmes, hay una imagen recurrente acerca de la
penetración, por parte de la inteligencia racional aislada, de una zona oscura del delito es una ciudad
impenetrable (por razones físicas, la niebla londinense por razones sociales, zona atestada, laberíntica y
ajena). Pero en general, hubo que esperar hasta la década de 1930, para que algunos de los verdaderos
habitantes de esas zonas oscuras pusieran por escritos sus propios puntos de vista, que incluía pobreza y
la mugre pero también, en aguda contradicción, la buena vecindad y el sentido comunitario que eran las
reales respuestas obreras.

4- El cuarto tema, el poeta Wordsworth no solo vio la ciudad alienada sino nuevas posibilidades de
unidad:
Entre las multitudes
De esa enorme ciudad, a menudo se veía
Conmovedoramente expuesta, más de lo que es posible
En otras palabras, la unidad de los hombres.
Lo que puede verse, como sucedía con Dickens, como uniformidad aislante, se advertía también en
Engels, como ámbito de nuevos tipos de solidaridad humana. La interpretación de la muchedumbre
humana como “masa” o masas”. Las masas podían verse en poemas de Wordsworth.
Esclavos sin respiro de bajos intereses
Que viven en medio del mismo flujo perpetuo
De objetos triviales, disueltos y reducidos
A una sola identidad.
Pero la masa y masas se convertirían en las palabras heroicas y organizadoras de la solidaridad obrera y
revolucionario. (Aquí surgen primero el socialismo utópico, socialismo científico, anarquismo)

5- Un quinto tema, El Londres de Dickens puede ser oscuro. La idea de la ciudad preindustrial y
premetropolitana como lugar de luz y aprendizaje, asi como de poder y magnificencia, se resumo con
insistencia en la luz física: las nuevas iluminaciones de la ciudad. Esto es evidente en Le Gallienne en
1890:
Londres, Londres, nuestro deleite,
Gran flor que solo se abre de noche,
Gran ciudad del sol de medianoche,
Cuyo día comienza cuando acaba el día
Lámpara tras lámpara contra el cielo
Abren un súbito ojo brillante,
Brota una luz a uno y otro lado,
Lirios de hierro del Strand.

Vanguardia, modernismo, posmodernismo.

El siglo XX ha presenciado una sorprendente proliferación de movimientos dedicados a experimentar con


nuevos lenguajes visuales. El termino vanguardia suele usarse para describir estas tendencias. No hay
una única identidad para la vanguardia y esto se debe a dos razones: primero, diversos movimientos
produjeron formas de arte muy diferentes y segundo, no todos los artistas de vanguardia han compartido
las mismas creencias políticas.

Pero todos los movimientos de vanguardia se mofan de la tradición y de los preceptos académicos en la
búsqueda de la novedad. Desafían la convención y presentan una actitud rebelde hacia la autoridad.
Resulta interesante notar que vanguardia fue en su origen un término militar que se refería a la parte
delantera de un ejército. Se la usaba en Francia en el siglo XIX para describir a los grupos políticamente
progresistas o socialistas.

El concepto de vanguardia está estrechamente ligado a dos importantes fenómenos del siglo XX: el
modernismo y el posmodernismo. El modernismo se suele emplear para describir una tendencia
internacional que se desarrollo en los últimos años del siglo XIX y luego afecto a la mayor parte del arte del
siglo XX. El modernismo no es un “movimiento”. De hecho, comprende muchos movimientos diferentes:

 El simbolismo: Movimiento francés de fines del siglo XIX tipificado por las obras de Odilon Redon y
Moreau, cuyas pinturas podían transmitir aspectos de la psiquis antes que las superficies visibles
de la realidad. El sexo, la muerte, las escenas exóticas, las criaturas monstruosas y misteriosas,
los motivos mitológicos, la decoración floral y lo mágico eran rasgos recurrentes del arte
simbolista. El ensueño a menudo era inseparable de la atmosfera pesadillesca, como sugiriendo
que la mente alberga simultáneamente a la serenidad y el temor.
 El impresionismo: Movimiento que se origino en Francia a fines de la década de 1860. Su nombre
deriva de un cuadro de Monet titulado Impresión: salida del sol 1872, donde el artista pintaba su
percepción de la luz por el color. Todos los artistas impresionistas estaban fascinados con la
relación entre el color y la luz. Deseaban captar la impresión visual causada por una escena y no
les interesaba dar un informe factual de ella. El impresionismo está asociado con un estilo
espontaneo de pintura donde la pincelada a menudo es visible, y emplea una paleta luminosa. El
impresionismo molesto mucho al aseverar que el artista pinta lo que percibe y no el mundo solido.
También fue poco convencional en su elección de temas, tomados de la naturaleza o de escenas
urbanas y no de la historia, la mitología o la religión. Algunos de los principales pintores
impresionistas fueron: Manet, Degas, Renoir, Sisley.
 La decadencia: término utilizado para describir una declinación moral y artística. Denota un
movimiento visual y literario que se desarrollo a fines del siglo XX en Inglaterra y Francia. Era
antiburgués, creía en el rol aislado del artista y prefería los temas asociados con la obsesión
sexual, la muerte y la perversión. La decadencia se asocia con la idea del fin de siecle (fin de
siglo), expresión empleada para describir las ansiedades de una cultura que llegaba al fin de una
etapa y enfrentaba otra nueva.
Hacia el inicio del siglo:
 El fauvismo: Fauves (“bestias salvajes”) fue el término acuñado por el critico Louis Vauxcelles para
describir las pinturas de Henri Matisse, exhibidas en Paris en 1905. Esos artistas usaban colores
puros y muy contrastantes y manejaban el pincel con energía para representar poderosos
sentimientos e intensas emociones. El fauvismo suele asociarse con el expresionismo pero es
menos severo y transmite una visión del mundo más alegre y entusiasta.
 El cubismo: Estilo inventado por Pablo Picasso y Georges Braque hacia 1907-08. Diversos
aspectos del mismo objeto se muestran simultáneamente desde diferentes ángulos. Se rechazan
las leyes de la perspectiva: en lugar de crear la ilusión de la tridimensionalidad, el cubismo pinta las
cosas en términos del espacio bidimensional de la tela. El cubismo analítico o hermético 1908-12
se basa en el análisis de objetos en sus partes componentes y emplea colores apagados que a
menudo logran que resulte difícil reconocer los objetos. El cubismo sintético, iniciado por Braque
hacia 1912, introduce trozos de papel en la pintura. A partir de entonces, tanto Picasso como
Braque, experimentaron con el collage y las técnicas de medios mixtos. Para 1912, el cubismo se
había convertido en un estilo internacional.
 El postimpresionismo: termino inventado por Roge Fly en 1910 para describir la obra de los
pintores de la generación que sucedió al impresionismo. Esos pintores creían que el impresionismo
había abierto nuevos enfoques del arte, pero buscaban soluciones más “formales” para la pintura.
Vincent Van Gogh aplicaba pinceladas decididas de colores primarios. Su manejo del pincel y su
uso audaz del color influyeron mucho en el desarrollo del fauvismo.
 El futurismo: Movimiento de vanguardia fundado en Italia en 1909. Sus artistas, en especial
Giacomo Balla, estaban fascinados con la tecnología moderna. Trataban de dar una sensación de
dinamismo con líneas enérgicas, y captar la sensación de velocidad representando varias
imágenes de la misma figura en diversas posiciones en una sola tela.
 El constructivismo: Movimiento abstracto que se origino en Rusia en 1913. Con Vladimir Tatlin,
Naum Gabo, Popova, Pevsner. Creían en la importancia de la materia prima, en especial, el vidrio,
la madera y el cable, pensaban que el arte debía reflejar los desarrollos de la tecnología moderna.
Las esculturas se “construían” con materiales y técnicas industriales. Las pinturas a menudo
empleaban formas abstractas que recordaban la tecnología industrial.
 El imaginismo:
 El vorticismo
En el periodo hasta y durante la Primera Guerra Mundial (1914)
 El expresionismo
 El dadaísmo: Movimiento internacional que floreció entre 1915 y 1922. Su centro principal era el
Cabaret Voltaire en Zurich, donde el poeta Tristan Tzara yh otros se reunían y realizaban
alborotadas representaciones. El dadaísmo atraía no solo a los artistas visuales sino también a
escritores y músicos. Se oponía al elitismo del arte tradicional y promovía un “antiarte” que
intentaba molestar a la burguesía. Deseaba expresar el lado irracional de la vida y jugar con ideas
absurdas de manera humorísticas y sorprendentes. Los artistas de ese movimiento empleaban una
variedad de medios y técnicos tales como el collage, el relieve en madera y el fotomontaje.
 El surrealismo: Movimiento lanzado en 1924 por el manifiesto surrealista de Bretón y derivado en
parte del legado del dada. Hay dos tipos principales de cuadros surrealistas: pinturas que muestran
imágenes oníricas con el uso de técnicas convencionales y otras que experimentan con técnicas
innovadoras. En todo el arte surrealista, los mundos de lo inconsciente y lo irracional tienen un rol
clave. La sexualidad, el erotismo y el cuerpo humano se representan en una variedad de maneras
poco convencionales para desplazar las nociones convencionales de moralidad y la tiranía de la
razón.
En líneas generales, el modernismo se caracteriza por la innovación y la experimentación en las artes. Los
artistas modernistas deseaban distanciarse de las convenciones del realismo. No creían que el arte
pudiera o debiera ofrecer una reflexión objetiva de la realidad. Tampoco pensaban que lo que
denominamos realidad sea un mundo fijo compartido y reconocido por todos. El mundo que le interesa al
modernismo es de cambio más que de tradición, de impresiones pasajeras y huidizas antes que de formas
inmutables. El arte modernista rechaza el realismo y desea que reconozcamos que la obra de arte es un
artificio, una construcción. Pone mucho acento en los recursos y técnicas empleados para producir una
obra particular, y en el rol de la forma, más que el contenido, para transmitir ciertos mensajes.
Pero no todos los artistas veían el mundo moderno a través de las mismas lentes. Por ejemplo, algunos
artistas eran entusiastas en cuento a la tecnología y la consideraban como un símbolo celebrador de la
energía humana. Otros la rechazaban como a una fuerza deshumanizadora. Algunos apreciaban la ciudad
moderna como a una mina de novedades. Otros la veían como una ciénaga atestada donde imperaba la
depravada. A aquellos a quienes la modernidad les resultaba excitante y progresista les gustaba
representar el mundo como lleno de movimiento, color y luz. Pero los artistas menos optimistas pintaban
escenas urbanas dominadas por la distorsión y los excesos. El mismo espacio moderno podía ser
interpretado como limpio y excitante o como decadente y miserable. Pero todos los artistas debieron
confrontar un fenómeno básico: una transformación drástica de la experiencia occidental ocasionada por la
industrialización, la urbanización y los efectos devastadores de la Primera Guerra Mundial. Los cambios
económicos, políticos y tecnológicos amenazaban despojar al individuo de toda autonomía. Los artistas
respondieron a esa amenaza de diversas maneras.
Otros artistas y teóricos modernistas se rehúsan a ver el mundo moderno y su arte en términos
financieros. Pretenden separar el “gran” arte de las culturas “masiva” y “popular”. Creen que, en el mejor
de los casos, el arte moderno debería estar guiado por el deseo de constante experiencia. El arte debe
reinventarse a si mismo todo el tiempo. E, idealmente, debe ayudarnos a reinventar nuestra propia
percepción del mundo. Las divergencias entre artistas y críticos modernistas demuestran que el mismo
objeto o imagen puede interpretarse de maneras muy contrastantes según la disposición de cada
observador. Algunas obras modernistas sugieren que el mundo moderno fundamentalmente un mercado.
Todo es manejado por mercados e instituciones financieras. Por ejemplo, la famosa pintura Olympia de
Edouard Manet, recuerda grandes obras del pasado, como los desnudos femeninos pintados por Tiziano,
Giorgione o Velázquez.
Algunos han criticado al modernismo por adoptar una visión tan subjetiva del mundo. Piensan que si no
podemos compartir nada con nadie, estamos condenados a la soledad y el aislamiento. Quedamos
atrapados en la cárcel del yo individual y somos incapaces de actuar colectivamente. Muchas figuras
modernistas transmiten un sentido de la alienación. Las obras teatrales y novelas de Beckett y Kafka, las
pinturas de Munch, las esculturas de Giacometti muestran esta tendencia. Pero la impotencia de esas
figuras no las hace inútiles en lo social o lo político. S u separación del mundo y su incapacidad para
entender lo que los rodea nos obliga a reflexionar sobre condiciones que son en verdad muy reales. El
modernismo rechazaba la idea de un único significado pero aun confiaba en la capacidad del arte para
ofrecer profundas percepciones sobre lo que significa o puede significar ser humano. Por estas y por otras
razones, a menudo se ha criticado al modernismo como un fenómeno elitistas, cuyas obras más
celebradas son simplemente inaccesibles para la comprensión del público.
¿Cuál es la diferencia entre el modernismo y la modernidad?
La primera manera y la más sencilla es hacerlo en términos de las nuevas tecnologías, producidas en
escala masiva para el consumo masivo. En los hechos, la modernidad significa nuevos medios de
transporte (el automóvil, el ómnibus, el avión, el tractor y el subterráneo), nuevos medios de comunicación
(el cine, la fotografía, los rayos X, el teléfono, la máquina de escribir, el grabador), nuevos materiales (el
hormigón armado, el acero, el vidrio pulido, las pinturas al oleo ya mezcladas, el plástico, las tinturas y las
fibras artificiales), nuevas fuentes de energía (el petróleo y la gasolina, la electricidad, el motor de
combustible interna, el motor diesel y la turbina de vapor). Todas estas tecnologías dan lugar a una
experiencia cualitativamente distinta, la de “ser moderno”. El habitante occidental del siglo XX se introduce
a toda velocidad en ámbitos completamente nuevos, no solo geográficos, sino interpersonales,
emocionales y culturales. (En lugar de ver la acogedora campiña o vastos paisajes, los viajeros y los
habitantes urbanos se enfrentan a un collage caleidoscopio de imágenes y sonidos. Lo que antes estaba
contenido en espacios separados, ahora se mezcla).
LA TRANSFORMACIÓN DEL ARTE DE HOBSBAWM EN LA ERA DEL IMPERIO.
Trata acerca de las reacciones y transformaciones encaminadas hacia la innovación y la experimentación
que tuvo el arte a consecuencia de la crisis de identidad que experimento la sociedad burguesa de entre
1870 y 1914. La figura del arte en la alta cultura se vio amenazada, ya que en este nuevo periodo aparece
un actor antes dormido “ el pueblo común”, ya no solo es la alta cultura, quien presta interés, sino que
este sector más amplio de la sociedad ,manifiesta una mayor atención a la cultura gracias a su incremento
en tamaño y riqueza .Este cambio constante y en busca de una revolución que estaba viviendo el arte por
la combinación de las tecnologías y el descubrimiento del mercado de masa: el cine, la innovación, el jazz,
no habían triunfado todavía, combinada con el ataque que estaba sufriendo las obras clásicas traería
múltiples consecuencias:
- Las actividades culturales como símbolo de estatus dominaron las clases medias ricas, pero en
este periodo lograron expresar las aspiraciones y logros del estrato más amplio ya que
económicamente era más accesible adquirir productos como el caso del piano, para demostrar que
la cultura y la modernidad los habían alcanzado. Además la cultura no solo representaba ahora las
aspiraciones individuales sino también colectivas las cuales simbolizan objetivos y logros políticos.
- Aumento el número de personas que quisieron lograr el sustento económico mediante su trabajo
como artistas creativos. Hubo un congestionamiento de esta profesión la cual paso a ser un trabajo
rutinario más que creativo, pero pagado que era lo importante. La publicación creó al menos una
nueva forma de arte visual que conoció una época dorada en 1890 con el cartel.
- Gracias a la mayor posibilidad de movimiento, La creación artística se internacionalizo, abarco un
área más extensa en la civilización occidental lo que trajo como consecuencia que esta gran cultura
fuese una mezcla de producción nacional e importada.
- -El éxito del arte en este periodo se vio reflejado sobre todo en el área económica, debido a la
democratización cultural y en menor medida en cuanto a sus logros creativos. Pero no todo el
tiempo fue de éxito, en un momento determinado el arte no de sentía cómodo en la sociedad
burguesa, los resultados de esta no eran los que se tenían en expectativa. La democratización de
la cultura debido a la educación de masas fue suficiente para que las elites buscaran nuevos
símbolos de estatus cultural más exclusivos , además el “porque” fundamental en esta crisis del
arte era la desigualdad entre lo que era moderno y lo contemporáneo; en principios esta
desigualdad no era evidente, sectores influyentes de la clase media flexibilizaron un tanto sus
gustos lo cual podría mostrarse como una convergencia , el hecho que claramente la hacía notaria
era la utilización de los mismos “términos” para describir la innovación cultural, social y estética
,además era muy natural que los hombres con ideas “avanzadas” ,se sintieran atraídos por estos
artistas que atacaban a las convenciones burguesas que cada vez iban quedando más obsoletas.
Cabe destacar que también había una conexión entre la modernidad política y artística lo que hacía
aún menos evidente esta desigualdad. Un ejemplo muy ilustrador de esta situación fue el
surgimiento del movimiento “Arts And Crafts”(Artes y Oficios) cuyo objeto de producir “artes
aplicadas” es decir utilizables en la vida real y que constituyeran a cambiar el ambiente de la vida
cotidiana, lo vinculaban con las instituciones públicas ya que eran estas las que podían llegar a
hacer posible este proyecto. esta ideología socio-estética culmino cuando apareció un nuevo estilo
conocido como “Art Nouveau”(arte nuevo) que mezclaba la tecnología moderna con el sentido
decorativo(llevado hasta el extremo) y el pragmatismo del artesano, este nuevo movimiento tubo
una rápida desaparición < el sueño de un arte para el pueblo se veía enfrentado con la realidad de
un público fundamentalmente de clase media y alta que aspiraba a un arte avanzado >. Ya no se
encontraba ni atractivo, ni sugerente, ni inspirador a los movimientos de masas organizadas
comprometidos a tareas positivas pero rutinarias. Luego del art Nouveau , vino el arte de
“Vanguardia” cuya base era la utopía de funcionalismo , el retorno a la pureza de la línea ,la forma
y sobre todo una austeridad en cuanto a los elementos decorativos .Lo que hizo que los artistas de
vanguardia avanzaran no fue su visión de futuro sino la visión invertida del pasado.
Los contemporáneos estaban en una convicción de que esta crisis del arte reflejaba una crisis aún
más profunda la de la sociedad burguesa liberal que había entrado en un proceso de destrucción
de las bases de su existencia, sistema de valores…etc. Pero paradójicamente fue esta sociedad
burguesa liberal representada en el mundo de los negocios la que “salvo” a la vanguardia del
abismo en que se encontraba debido a que empezó a avanzar en direcciones que la gran parte del
público no quería ni podía seguir, esto ya que veía que las técnicas de la vanguardia eran eficaces
en la publicidad, tenía un valor practico para el diseño industrial y la producción de masa
mecanizada.
A pesar de que estos movimientos de vanguardia constituyeron una ruptura en la historia del arte no
consiguieron la revolución cultural a la que aspiraban.
Finalmente el arte del siglo XX fue revolucionado, pero no por quienes se dedicaron afanosamente a la
tarea de lograrlo. Los empresarios cuyos intereses apuntaban hacia un mercado no burgués se dieron
cuenta que al modificar, transformar y profesionalizar las formas tradicionales de entretenimiento (que
hasta entonces no habían sido tomadas muy en cuenta) popular haciendo uso de la tecnología y mercado
de masa dominaría y transformaría todas las formas de concepción de arte en el siglo XX. El ejemplo más
trascendental es el del “cine” que era totalmente nuevo en su forma de producción, en la de presentar la
realidad y en su tecnologías la primera forma artística que jamás hubiese existido en una sociedad no
industrial y no tenía precedente en ningún tipo de arte anterior, es decir era total y completamente nuevo y
sobre todo revolucionador. El arte de la época era un reflejo, de lo que se estaba viviendo en la nueva
sociedad burguesa instaurada, es decir, una crisis de identidad, debido a que todo era muy nuevo y de
futuro confuso, esto es lo que impulso a la actividad cultural a abrirse un camino no siempre fructífero y si
expuesto a las disensiones de ese público burgués que reclamaba un arte “avanzado” para lograr llegar a
esta innovación y revolución que rompiera con todos los cánones establecidos, lo cual a pesar de todos
los esfuerzos no logro en mano de los creadores artísticos, sino que esta revolución del arte del siglo XX
estuvo a cargo de quienes nunca se pensó y contra los cuales siempre lucho la actividad cultural es decir
los empresarios quienes gracias a la tan criticada sociedad burguesa liberal tubo las armas para poder
crear un arte que fuera total y completamente nuevo sin ningún precedente que se le pareciera, por ende
creo que esta lucha tan afanada en que se mantuvieron estos artistas por conquistar a este nuevo
mercado no hizo más que desconcentrarlos a mi parecer su principal tarea , esta es el crear por el solo
hecho de que la actividad cultural se enriqueciera y enriqueciera a quienes gustaban de este sin ningún fin
más que el de sentir placer y admiración por las nuevas creaciones. Además al estar tan cegados en esta
búsqueda de revolución no se percataron de que sigilosa e inteligentemente los empresarios burgueses
con el fin de conquistar el mercado de masas se sumaron a esta carrera de la cual fueron los victoriosos.

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