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1. Factores de la Revolución Industrial.

Los fenómenos históricos suelen tener múltiples causas, siendo complejos y no espontáneos.
Para comprender un cambio tan profundo como la Revolución Industrial, es necesario
considerar diversos factores que, además, se entrelazan y retroalimentan mutuamente. Las
sociedades humanas experimentan constantes evolución. Sin embargo, en ocasiones, estos
cambios son tan drásticos y se producen en un corto periodo de tiempo, lo que lleva a
denominarlos revoluciones.

1.1La Revolución Agrícola


Iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra, introdujo cambios fundamentales
en la agricultura que llevaron a una verdadera transformación. Estos cambios incluyeron la :
• Adopción de sistemas de cultivo más eficientes, como el sistema Norfolk, que permitió
una mayor producción al alternar cereales y plantas forrajeras.

• La incorporación de nuevos cultivos como maíz y patatas también contribuyó a la


productividad y la preservación de los recursos del suelo.

• Además, se implementaron innovaciones tecnológicas, como la sembradora Jethro Tull,


el arado Rotherham y las trilladoras mecánicas,

• Uso de nuevos fertilizantes como el guano.

Sin embargo, la Revolución Agrícola también trajo cambios en la estructura de propiedad de


la tierra, especialmente con las leyes de cercamientos (Enclosure Acts), que privatizaron
tierras comunales mediante subasta. Este proceso resultó en la concentración de tierras en
manos de unos pocos, ya que solo los más ricos podían comprarlas, mientras que los
pequeños propietarios campesinos se vieron obligados a perder acceso a esas tierras.
Muchos de ellos, incapaces de competir con los grandes propietarios, se convirtieron en
jornaleros o emigraron a las ciudades en busca de empleo. Estos cambios en la propiedad
de la tierra favorecieron el proceso de industrialización.

1.2: La Revolución Demográfica


Durante el siglo XVIII, Inglaterra experimentó un notable crecimiento demográfico,
destacando por un aumento significativo de la población, especialmente impulsado por
mejoras en la disponibilidad de alimentos. Este aumento poblacional generó un ciclo de
retroalimentación positiva al proporcionar más mano de obra para la agricultura.
+El crecimiento de la población se atribuyó a dos factores principales: un aumento en la
natalidad (alcanzando el 37‰) debido a una mejor salud y fertilidad de la población,
impulsada por una alimentación mejorada y perspectivas económicas favorables. Además, la
anticipación de la edad de matrimonio permitió a las mujeres casarse a edades más
tempranas, brindándoles más años para concebir y, por ende, tener más hijos.
Simultáneamente, la mortalidad disminuyó (de 32 a 20‰) gracias a mejoras en la dieta,
avances médicos como la vacuna contra la viruela inventada por Jenner en 1796 y mejoras
en la higiene, como la generalización del jabón y la potabilización del agua. La esperanza de
vida promedio aumentó a alrededor de 50 años.
Con una alta tasa de natalidad y una disminución en la mortalidad, el crecimiento
vegetativo experimentó un aumento, marcando una transición demográfica hacia el
modelo clásico.

1.3: Las Nuevas Fuentes de Energía


La Revolución Industrial marcó un cambio crucial en las fuentes de energía utilizadas para
alimentar las máquinas. Inicialmente, se empleaba energía animada, como el trabajo humano
o animal, pero rápidamente se adoptaron fuentes inanimadas, como la hidráulica (fuerza de
la corriente de los ríos) y, de manera significativa, el carbón. Esto, junto con la necesidad de
mayor mano de obra y su control, condujo a la concentración de los trabajadores en
fábricas, reemplazando gradualmente el sistema de producción artesanal individual con el
sistema fabril o de producción en serie.
La industria textil fue pionera en la mecanización, introduciendo innovaciones como la
lanzadera volante de John Kay (1733), nuevas hiladoras (como la Spinning Jenny) y telares
mecánicos. Otros sectores, como la agricultura y la metalurgia, también experimentaron
mecanización en etapas posteriores.
El avance crucial se produjo en 1769 con James Watt, quien perfeccionó la máquina de
vapor. Esta máquina, símbolo de la Revolución Industrial, utilizaba combustibles como
madera y carbón para calentar agua y generar vapor, proporcionando la energía necesaria
para el funcionamiento de las máquinas. La adopción de la máquina de vapor redujo los
costos de producción, aumentó la eficiencia y los beneficios, marcando un hito definitivo
en la transformación industrial.

2.1 El Sistema Fabril: La Industrialización


Las máquinas impulsadas por vapor, al operar continuamente sin descanso, impulsaron una
producción masiva, aumentando la productividad en la era industrial. Con el tiempo, estas
máquinas no solo aumentaron la cantidad, sino que también mejoraron la calidad del
producto, reduciendo su costo y generando una mayor demanda. Este ciclo positivo condujo
a la expansión del mercado y a una oferta que respondía a la creciente demanda.
Las fábricas, al integrar más máquinas, crecieron en tamaño y requerían una cantidad
significativa de trabajadores para operar, mantener y supervisar la producción en serie. Este
cambio en la escala de la producción llevó a la necesidad de importantes inversiones de
capital para establecer y mantener las fábricas. Este modelo de producción en serie,
caracterizado por la concentración de grandes capitales y cantidades de mano de obra, se
conoce como el sistema fabril, representando el nuevo paradigma de la producción
industrial.

2.3 LA INDUSTRIA ALGODONERA


La industria textil inglesa, como motor de los cambios tecnológicos iniciales, se destacó
principalmente en el procesamiento del algodón, un tejido de origen vegetal fácil de trabajar
y más económico que otros materiales. La aplicación de la máquina de vapor a las
operaciones textiles llevó a que Inglaterra se convirtiera en el principal exportador mundial
de productos algodoneros. Este liderazgo se atribuyó al control colonial de las
importaciones de materia prima desde la India y Norteamérica, junto con el aumento de la
producción y productividad durante la industrialización.
La industria algodonera desempeñó un papel crucial al estimular diversos sectores
económicos, como la agricultura (a través del cultivo del algodón), la siderurgia (por la
necesidad de hierro para construir máquinas), la minería (debido a la demanda de carbón
como combustible), la industria química (particularmente por los tintes) y la metalurgia para
la mecanización. Esta interconexión demuestra cómo la industria algodonera influyó
significativamente en el desarrollo y la diversificación de otros sectores durante la
Revolución Industrial.

2.4 EL CARBÓN Y EL ACERO


El carbón desempeñó un papel central como combustible durante la Revolución Industrial y
gran parte del siglo XIX. No solo fue utilizado en la máquina de vapor, sino también en el
proceso siderúrgico para la obtención de hierro, que requiere altas temperaturas. El carbón
de coque, con un mayor poder calorífico, reemplazó rápidamente al carbón vegetal,
proporcionando más energía.
La producción de carbón experimentó un crecimiento extraordinario para satisfacer la
creciente demanda. Este aumento estimuló la minería, que se benefició de innovaciones en
seguridad, como la introducción de vagonetas y raíles para transportar mayores cantidades.
Además, impulsó el sector siderúrgico, que requería carbón de alta calidad para producir
hierro de manera más eficiente mediante altos hornos.
La siderurgia necesitaba abastecer una amplia demanda de maquinaria, herramientas,
construcción naval, entre otros. Con mejoras en la extracción y el proceso de fundición,
como el convertidor Bessemer que permitió la producción de acero en 1856, las fábricas se
establecieron cerca de las minas de carbón de las cuales dependían.
El desarrollo simultáneo de la máquina de vapor, la minería y la siderurgia sentó las bases
para otra revolución: la del transporte, marcada por la aparición del ferrocarril.

2.5 LOS TRANSPORTES


. Hasta la llegada de la industrialización los transportes de mercancías dentro de Inglaterra se
limitaban a los caminos usando carretas y a los ríos y canales artificiales, que se
desarrollaron sustancialmente a lo largo del s. XVIII. En 1807 Fulton aplicó una máquina de
vapor a un buque, creando el primer barco de vapor, más rápido, seguro y con mayor
capacidad. Pero la auténtica revolución de los transportes vino con el ferrocarril, diseñado
por Stephenson en 1829 combinando una máquina de vapor con ruedas metálicas para la
tracción (la locomotora) sobre raíles metálicos. El ferrocarril se convirtió en la piedra
angular de la industrialización. De hecho, los historiadores usan su desarrollo como uno de
los principales indicadores del proceso industrial. Su efecto multiplicador fue incalculable,
facilitando no solo el transporte y el comercio sino que también sirvió de estímulo a otros
muchos sectores: desarrolló la ingeniería civil para su diseño y construcción, benefició a la
industria siderometalúrgica, facilitó el transporte pesado hasta ahora imposible, redujo el
tiempo del transporte y por tanto abarató el precio de las mercancías, potenció la creación de
grandes sociedades de capital necesarias para su construcción y mantenimiento, y fomentó
el movimiento de personas cambiando radicalmente nuestra perspectiva del mundo. Los
transportes se convirtieron en clave para el desarrollo, haciéndose más rápidos y seguros,
con mayor capacidad, y, por tanto, más baratos y asequibles al reducir su coste y los riesgos
que implicaban hasta ahora.

2.6 EL COMERCIO
En el siglo XVIII, Inglaterra ya poseía una economía de mercado, donde la producción se
destinaba principalmente a la venta, marcando un alejamiento significativo de la economía
de subsistencia. Su posición en el mercado exterior era destacada, siendo el comercio con
otros estados europeos y sus numerosas colonias en América, África y Asia crucial.
Los cambios más significativos se manifestaron en el mercado interior. El aumento de la
población generó un incremento en el número de compradores, impulsando la demanda.
Además, la capacidad adquisitiva, incluso de los campesinos, se vio favorecida gracias a la
revolución agrícola. Paralelamente, la mecanización y la revolución en los transportes
contribuyeron al aumento tanto en la cantidad como en la frecuencia de los intercambios
comerciales.

3. DISFUSIÓN DE LA INDUSTRIALIZACIÓN
En el siglo XIX, la industrialización se expandió de manera desigual por Europa, Estados
Unidos y Japón. En Francia y Bélgica, la presencia de ricos yacimientos de carbón, una
agricultura desarrollada, una red de transportes avanzada y un activo comercio favorecieron
el proceso, diferenciándose de Inglaterra por el papel destacado del Estado en el desarrollo
económico. Alemania, con abundantes materias primas como hierro y carbón, experimentó
un desarrollo industrial significativo desde mediados del siglo XIX, impulsado por la
concentración de capital financiero en grandes bancos, destacando en sectores siderúrgicos y
químicos. La unión aduanera, como el Zollverein, y el enfoque en ciencia y tecnología
convirtieron a Alemania en una gran potencia industrial.
En Europa meridional, como Grecia, Italia y España, la industrialización fue más lenta y
limitada, concentrándose en puntos industrializados como Cataluña y el Piamonte, mientras
que la mayoría de las áreas permanecían predominantemente rurales. En Europa oriental, la
industrialización fue incipiente hacia finales del siglo XIX, con algunos puntos en el imperio
austrohúngaro o ruso, donde la persistencia del Antiguo Régimen tuvo un impacto duradero.

4.1. LIBERALISMO Y CAPITALISMO


En la Revolución Industrial, no solo hubo cambios en el sistema productivo, sino también
en el modelo económico, pasando del mercantilismo al liberalismo. En el liberalismo
económico, se destacan tres principios fundamentales:
- la propiedad privada como base,
- la libertad de empresa, contratación y regularización,
- y un mercado libre autorregulado por la ley de la oferta y la demanda.
La Escuela Clásica del liberalismo, surgida en el siglo XVIII en Gran Bretaña, estableció
estas bases, siendo Adam Smith el principal exponente. En "La riqueza de las naciones",
Smith enfatizó el individualismo del liberalismo, argumentando que la búsqueda del
interés propio por parte de los
argumentando que la búsqueda del interés propio por parte de los individuos generaba
desarrollo económico, y que los intereses contrapuestos se regulaban en el mercado a través
de la ley de oferta y demanda. Smith abogaba por la eliminación de medidas
proteccionistas y monopolios en favor de un libre mercado.
Otros economistas clásicos incluyen a :

- Thomas Malthus, quien previó conflictos y mortandad para equilibrar la población a los
recursos debido al crecimiento demográfico.
- David Ricardo, que consideraba el trabajo como una mercancía abundante, limitando los
salarios al mínimo para subsistir.
- John Stuart Mill, por su parte, destacaba la importancia de la iniciativa individual, la
acumulación de capital y un libre mercado basado en la competencia.

4.2. EL CAPITALISMO
El capitalismo, como sistema económico que implementa la ideología del liberalismo
económico, se basa en la propiedad privada de los medios de producción y de los
productos resultantes, siendo estos propiedad de la burguesía o capitalistas. Los
asalariados, trabajando para los capitalistas, reciben un salario a cambio. Las relaciones
entre la burguesía y el proletariado se autoregulan en el libre mercado, determinando
aspectos como salarios y jornadas laborales según la oferta y la demanda, siendo el interés
particular el estímulo económico principal.
El objetivo central del capitalismo es la obtención del máximo beneficio :
- fomentando la iniciativa particular,
- la libre competencia entre empresarios,
- mejoras tecnológicas para aumentar la productividad
- la reducción de costes salariales para mejorar la competitividad en los mercados.
Este sistema, donde la búsqueda del máximo beneficio no tiene límites, presenta un
problema sistémico identificado por algunos economistas, entre ellos Marx. Para aumentar
beneficios, la producción se incrementa constantemente, superando eventualmente la
capacidad de demanda. La sobreproducción resultante provoca una caída de precios al
haber más oferta que demanda, reduciendo los beneficios empresariales y aumentando el
desempleo debido a despidos. Estos economistas previeron que este tipo de crisis sería
inherente a un sistema sin regulación, manifestándose periódicamente en ciclos de 10 a 20
años.

4.3 LIBERCAMBIO Y PROTECCIONISMO


La aplicación del liberalismo económico al comercio internacional se materializa en el
librecambio, donde los países no imponen aranceles (impuestos en las fronteras) a los
productos adquiridos de otras naciones. Gran Bretaña, como principal productor con
productos altamente competitivos y abundantes, fue un ferviente defensor de este sistema,
ya que necesitaba vender sus productos para mantener beneficios. Argumentaba que las
empresas de todos los países deberían competir libremente sin intervención estatal.
En contraposición, el proteccionismo aboga por que cada Estado imponga aranceles a las
importaciones extranjeras, encareciendo así los productos foráneos en comparación con los
nacionales. Este enfoque tiene como objetivo estimular la producción local, generando
empleo y riqueza interna. También actúa como defensa para países cuyas producciones son
menos competitivas debido a la falta de tecnología o desarrollo industrial en comparación
con naciones más avanzadas.
A medida que la industrialización se generalizó, todos los países, incluyendo a Inglaterra,
eventualmente adoptaron medidas proteccionistas para hacer frente a una competencia
internacional cada vez más intensa.

5.1 LA SOCIEDAD URBANA


Con la industrialización y la organización fabril, se produjo un significativo fenómeno de
concentración de población en las ciudades, marcado por un éxodo rural debido a la
reducción de oportunidades laborales en el campo causada por la mecanización.
Este crecimiento urbano no fue homogéneo y llevó a la consolidación del modelo de
segregación urbana. En este modelo, se observan:

• barrios residenciales bien planificados, con amplias avenidas, servicios públicos como
iluminación y seguridad, y la concentración de comercios y oficinas, habitados
principalmente por la clase acomodada y burguesa.
• En contraste, surgieron también barrios obreros caracterizados por una falta de
planificación urbana, calles estrechas y tortuosas, condiciones habitacionales insalubres,
construcciones deficientes y escasos servicios públicos. Estos barrios albergaban a la clase
trabajadora de las fábricas, conformando el proletariado. Este fenómeno contribuyó a la
estratificación social y acentuó las disparidades entre las diferentes clases sociales.

5.2 . LA SOCIEDAD DE CLASES


La Revolución Industrial generó cambios profundos en la estructura social, dando lugar a
una nueva configuración conocida como la sociedad de clases. A diferencia del modelo
estamental donde el nacimiento determinaba la posición social, en este nuevo modelo, la
riqueza se convirtió en el principal factor y las clases sociales eran modificables según la
fortuna de cada individuo.
• Clase alta: Formada por la aristocracia agrícola en declive y principalmente por la
burguesía, la élite social, cultural, política, artística y económica. Sus valores, como
la propiedad privada, el trabajo, el ahorro, el individualismo, el liberalismo político y
económico, y la familia, influyeron en toda la sociedad. La burguesía mostraba su
estatus con símbolos de prosperidad.

• Clase media: Inicialmente minoritaria, experimentó un aumento considerable a lo largo del


siglo XIX y XX. Compuesta por personas con formación, pero con un nivel de
riqueza más modesto y que no realizaban trabajos manuales. Sus aspiraciones se
centraban en enriquecerse para ascender a las clases altas.

• Clase baja: La más humilde, sin propiedades y trabajando a cambio de un salario. Con la
industrialización, surgió el proletariado, integrado por antiguos artesanos y
campesinos que migraron a las ciudades para trabajar en las fábricas. Con
condiciones de vida y trabajo precarias, especialmente para mujeres y niños, el
proletariado se convirtió en la fuerza laboral predominante, siendo explotado en las
fábricas. Estas condiciones precarias dieron origen a movimientos obreros como el
anarquismo y el marxismo a lo largo del siglo XIX.

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