Está en la página 1de 8

“Juan Manuel de Rosas.

La construcción de un
liderazgo político.”
Reseña por Jimena Medina

Fradkin, Raúl O. y Gelman, Jorge.


“Juan Manuel de Rosas. La construcción de un liderazgo político.”
Buenos Aires, Edhasa, 2015, 475 páginas.
Tipo de tapa: Rústica c/solapas – Dimensiones: 155 x 225 mm
$ 675.00 – US$ 18,93 – Código de ISBN: 978-987-628-359-5

Presentación de los autores


Raúl O. Fradkin es Profesor de Historia por el Instituto Nacional Superior del
Profesorado Joaquín V. González, la Universidad Nacional de Luján y la Universidad
de Buenos Aires. Se desempeña como investigador del Instituto Ravignani. Ha dictado
cursos y seminarios de postgrado en diversas universidades y ha publicado
numerosos artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales. En lo que
lleva de su carrera como historiador ha publicado y/o compilado más 10 libros
relacionados a la Historia Argentina.

Jorge Gelman es Doctor en Historia por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias


Sociales de París. Profesor de Historia Argentina en la Universidad de Buenos Aires.
Se desempeña como investigador del CONICET en el Instituto Ravignani. Fue
presidente de la Asociación Argentina de Historia Económica y coordina la Red de
Estudios Rurales, dedicada a analizar la historia agraria argentina. Ha publicado
numerosos libros y artículos sobre temas de historia colonial y del siglo XIX.

Ubicación de la obra
“Juan Manuel de Rosas. La construcción de un liderazgo político” es una biografía
que aporta un nuevo enfoque sobre la figura de Rosas, sosteniendo que su liderazgo
no fue un rasgo natural ni producto de su posición económica sino una construcción.
Los autores expresan que no es una biografía convencional, además de informar
sobre la figura individual de Rosas se incluye la investigación sobre el contexto político
y social de la época. Este último punto es de suma importancia porque apelan a que

1
las biografías realizadas hasta 1980 no tenían en cuenta el contexto y la participación
de las clases populares que forjaron el liderazgo político de Rosas, el cual se fue
conformando en las confrontaciones que se fueron dando a raíz de la ruptura del
orden colonial.
Para explicar los distintos momentos de la construcción, del ya mencionado liderazgo,
repasan la historia a lo largo de 10 capítulos con gran claridad explicativa,
desmitificando la visión que sostiene a Rosas como un tirano seguido por las clases
populares y contraponen su visión que versa sobre cómo fue ganando el seguimiento
del pueblo, formándose como líder político, leyendo la compleja coyuntura de la época.

Resumen expositivo del texto


El libro tratado se inicia con una introducción en la que plantean el interrogante: ¿Para
qué otra vez Rosas? Lo responderán, en este primer apartado, haciendo un repaso
por la historiografía argentina del siglo XIX y XX.
Exponen que durante el siglo XIX los escritores pusieron en la palestra el debate sobre
Rosas como una figura de luces o de sombras, sin término medio. Estos tópicos
siguieron vigentes hasta el siglo siguiente.
Durante la mayor parte del siglo XX, expresan los autores, los investigadores
simplificaron la historia reduciendo su foco de interés a la figura de Rosas,
desatendiendo al contexto social que lo llevó a conformarse en un líder. En este siglo,
marcan el punto de inflexión hacia 1980 cuando John Lynch escribe una biografía de
Rosas situándolo y relacionándolo con el contexto de la época. Aunque tardó en
manifestarse, este tipo de investigación, abrió un nuevo panorama en la historiografía
argentina.
Por último, Gelman y Fradkin, expresan que ellos decidieron escribir sobre Juan
Manuel de Rosas porque hay mucho por debatir y discutir sobre su figura en relación a
la situación de la sociedad rioplatense luego de la Revolución de Mayo.

En el primer capítulo denominado “Familia y ambiente social” los autores se proponen


reconstruir el panorama de la infancia y, sobre todo, el rol de su padre quien lo lleva a
participar de la esfera pública, aunque aun tímidamente.
Esto es porque Rosas participa, por ejemplo, de las invasiones inglesas, pero no como
líder miliciano ni defendiendo los derechos de los paisanos. Explican que no hay
evidencias acerca de un liderazgo ya formado frente a las clases populares,
sosteniendo su hipótesis inicial.

2
Hacia 1810 todavía no era parte de la élite dirigente, aunque tampoco queda
totalmente relegado de ella. Era un propietario, pero aún no se situaba como uno de
los principales, explican los autores.
En esta época, para Fradkin y Gelman, no aparecen aún los rasgos característicos
que se utilizan comúnmente en la historiografía para explicar su liderazgo.
Para llegar a estar conclusiones utilizan como fuente las cartas de Juan Manuel de
Rosas a su padre, como también textos escritos anteriormente sobre el tema que se
encuentran listados al final del capítulo bajo el rótulo de “notas”.

En el capítulo II llamado “¡Odio a los eternos tumultos!” se explica el punto de inflexión


que significó el año 1820, en la figura de Juan Manuel de Rosas, puesto que es el
momento en que irrumpe en la esfera pública comenzando su construcción,
posicionándose como líder militar, frente a los conflictos en la campaña.
Los autores utilizan una gran parte del capítulo a desentrañar el término “anarquía”,
muy utilizado por los historiadores para denominar ese período, ellos expresan que se
no se trata de una anarquía como tal, sino del final de las formas de poder supremo
producidas en la Revolución, postulando la existencia de un supuesto vacío
institucional que habría de ser llenado por los famosos caudillos.
Particularmente este capítulo denota la influencia de Jorge Gelman, puesto que se
despliegan vastas explicaciones respecto de los diversos puntos de conflicto que
atravesaba la sociedad rural rioplatense, de allí provienen los “eternos tumultos”.
El liderazgo que construye en este período se relaciona con el aspecto militar (aunque
aún experimentaba dificultades para ordenar a sus tropas), expresan los autores que
Rosas supo leer bien el contexto de la época puesto que posicionarse como líder de
las milicias era lo más relevante para insertarse en la esfera política.

El capítulo III se titula Rosas y “la feliz experiencia de Buenos Aires” donde se abarca
el período de 1821 a 1825 en el cual Juan Manuel va a tener apariciones intermitentes.
Esta época fue de reordenamiento político, económico y hasta arquitectónico para la
zona rioplatense, postulan los escritores.
Respecto de lo político, Rosas renuncia como jefe del Regimiento 5º de las milicias,
pero continuará siendo un referente en este ámbito. Además, cobraría relevancia su
intervención en el tratado de paz con Santa Fe por su importancia estratégica. Con lo
que va ganándose lugar, muy lentamente, en la política porteña.
En lo económico es una etapa de ascenso. Destacan su relación con la familia
Anchorena, la cual se fue estrechando durante este período y le sirvió a Rosas para

3
afianzarse económicamente de la mano de la expansión ganadera, por lo que se iría
formando como líder también en este aspecto.
Este apartado resalta, una vez más, el conocimiento de los autores sobre la historia
agraria de nuestro país porque indagan en datos cuantitativos para generar un análisis
cualitativo del contexto rural y la expansión ganadera que llevaría a Rosas a
posicionarse como hacendado.

El período que abarca de 1826 a 1829 se aborda en el capítulo IV, el cual se


denomina “Rosas, federal”. Es una etapa intrincada debido a la cantidad de conflictos
que se suscitan, pero que finalmente llevará a Rosas a posicionarse como gobernador.
Este capítulo, me pareció muy rico en cuanto a nueva información porque los autores
indagan sobre el papel de la sociedad rural, indígena y el fenómeno del bandolerismo,
los cuales no habían sido tenidos en cuenta en la historiografía relacionada a Rosas.
Respecto de los temas que se expresan en el desarrollo, comienzan por la posición
destacada, en la campaña, que tomó Rosas durante la presidencia de Rivadavia. Esta
posición se consolidaría cuando López lo nombra comandante general de Milicias de
la Campaña. Así se iría afirmando en una posición conflictiva frente al gobierno
construyendo su identidad política.
Luego del fusilamiento de Dorrego, Rosas se ponía al frente del levantamiento rural,
comenzaba a dirigirlo efectivamente y se convertía en el líder de los federales
porteños, de allí el nombre del capítulo. Finalmente explican cómo pasa Rosas a
convertirse en gobernador y agregan un punto importante respecto de su mandato: la
promesa de restaurar a la población rural.

En el capítulo V se indaga sobre el primer gobierno de Rosas de 1829 a 1832.


Expresan los autores que este mandato de Rosas se estructuró tanto en lo
institucional como en lo legal, contraponiéndose a versiones clásicas de la
historiografía que explican “la era de los caudillos” por la ausencia de instituciones.
Cuentan que el mismo Rosas, redactaba en sus cartas su poca simpatía por Dorrego,
pero sabía perfectamente que si quería legitimar su gobierno debía posicionarse como
heredero de él. También sabía que debía adoptar el federalismo para instaurar una
relación sólida con las provincias y así llegar al orden político y social que, en
conclusión, era su fin último.
Además, era central asociarse con algunos grupos indígenas que aceptaban negociar
con el gobierno porteño, aunque no descartaba el uso del poder coercitivo frente
aquellos que mostraran resistencia.

4
Así los autores explican que este gobierno de Rosas fue de conciliación porque
buscaba, por un lado, restringir la autonomía y belicosidad de los sectores populares,
pero al mismo tiempo, no dejaron de tomarse medidas que mostraban al gobernador
como su protector y benefactor. Aunque hacia 1832 ya no sería gobernador.

El capítulo VI trata sobre la etapa de 1832 a 1835 donde hay tres temas a destacar: la
expedición contra los indios, la Revolución de los Restauradores y un regreso con
gloria.
La expedición contra los indios fue la “campaña del desierto”, allí Rosas consideraba
que se debía proteger a los “indios amigos” para mantener su fidelidad, pero no hay
que olvidar fue un exterminio de pueblos originarios. A lo largo de la expedición, Rosas
se quejó de la falta de apoyo del gobierno de Buenos Aíres, en especial desde que los
conflictos estallaron públicamente entre las facciones rosista y antirrosista.
Es en este apartado donde comienza a cobrar importancia la figura de Encarnación, la
esposa de Rosas, lo que llama la atención de los escritores por la sociedad de tipo
patriarcal de la época. De todos modos, para Gelman y Fradkin, ella fue una
participante activa de la esfera política porteña movilizando a diversos sectores para
que se posicionen como fieles a su marido, lo que sería crucial en el regreso de Rosas
al poder cuando triunfó con tan sólo 4 votos en contra y 9316 a favor.
De esta manera, los historiadores completan el cuadro de convulsión política que vivía
Buenos Aires en ese período.

El Capítulo VII, se puede dividir en dos partes, se denomina “Entre la suma del poder
y la gran crisis de fines de los años treinta”.
La suma del poder hace referencia a la consolidación del liderazgo de Rosas frente a
las provincias, ocupando el puesto de gobernador de Buenos Aires por segunda vez.
En esta etapa de liderazgo se vale de una mezcla entre violencia y consenso.
Haciendo foco sobre Buenos Aires, los autores analizan las cartas de Rosas a los
gobernadores de las provincias para explicar que, en este momento de su vida,
despliega y aprovecha su carisma, su picardía y el contexto económico, presionando a
los gobernadores de manera sutil.
Acerca de la gran crisis de fines de los años 30, explican que comenzaron las guerras
lo que generó una crisis política por lo que el rosismo radicaliza su facción desechando
toda posible disidencia dentro de ella.
Es interesante destacar que los autores hacen énfasis sobre “los indios amigos” que
jugaron un papel decisivo en las batallas de Rosas quien, hasta ese momento de
crisis, trató de gobernar equilibrándose entre la élite y clases populares, pero que

5
luego lo hará a partir de una red clientelar proveniente de los sectores intermedios o
populares.
En el Capítulo VIII se explica cómo pasó de genio tutelar de Buenos Aires a jefe
supremo de la Confederación, durante el período de 1840 a 1852. Esto conlleva
abordar las consecuencias de la crisis política que se había analizado en el período
anterior.
El final de la crisis se marcaría con el acuerdo que Rosas firmó con los franceses a
fines de 1840 que retiraba del conflicto al eje articulador de los movimientos opositores
que se habían expandido.
El liderazgo de Rosas en este momento estaba puesto sobre las provincias y se
construyó a partir de una combinación de recursos institucionales, el uso de la
coerción y una importante red de vínculos personales.
El triunfo de la confederación rosista provocó nuevos enfrentamientos que tuvieron un
costo altísimo, lo que alejó a Rosas del sector más pudiente de Buenos Aires, que lo
toleraban de mala gana o lo despreciaban.
Los autores explican que la adhesión a Rosas volvería cuando quisieron acabar con
su vida a través de un dispositivo, por correspondencia, el cual falló. Por lo que Rosas
mostraba su liderazgo imponiendo normas y penas severas a la indisciplina social.
En 1852 se sitúa su caída que fue seguida por una extrema violencia represiva, y forjó
un nuevo orden político marcado por la brecha social.

El Capítulo IX se llama “Un hombre solo, el farmer”, donde se comienza explicando


cómo fue el exilio de Rosas a Europa para luego pasar a desarrollar el período de la
“pax rosista” de 1840 a 1852 cuando Rosas ya había logrado construir un sólido
liderazgo al mando de la confederación.
Otro punto que se aborda en este apartado es la vida privada de Rosas, sus vínculos
personales. Aquí los autores detallan aspectos de la relación con su padre, la cual fue
conflictiva; la gran cantidad de romances que se le adjudican; la vida de su hija
Manuela, fruto de la relación con Encarnación Ezcurra.
Un factor decisivo para construir su liderazgo y difundir la adhesión fue la red de
vínculos, que armó Rosas, con personajes de todas las clases sociales, los autores
también indagan en este tema.
El nombre del capítulo nace en relación a su exilio en Inglaterra donde pasó a ser el
“farmer”, un hombre solitario hasta su muerte.

6
El último capítulo de este libro es el número X en el que se aborda “el sistema de
Rosas y su dinámica histórica”, es decir, los principales rasgos que caracterizaron su
forma de gobernar y de relacionarse con distintos actores sociales y políticos.
A modo de cierre, los autores plantean sus conclusiones resumiendo los distintos
aspectos desplegados a lo largo del desarrollo.
Para explicar el liderazgo rosista retoman la red de vínculos que el dirigente había
conseguido armar dividiéndose entre las clases populares y la élite porteña. En este
capítulo vuelven a apelar a la historiografía para desmitificar cuestiones que
radicalizaban la postura de Rosas hacia un sector u otro.
Un punto que destacan es la relación de Rosas con los grupos indígenas pampeanos
los cuales, creen los autores, fueron de gran relevancia para construir el liderazgo que
plantean desde el título del libro. Pero el hecho central, de la construcción, es que
Rosas heredó la estructura institucional naciente en la década de 1820 y se apoyó en
ella para construir y consolidar su hegemonía.
Concluyen los autores que todos estos aspectos formaron un entramado que
consolidaría a Juan Manuel de Rosas como un líder.

Luego se dedican más de 20 páginas a la sección de Bibliografía, en la que se hallan


múltiples publicaciones ordenadas alfabéticamente. En este apartado se da cuenta de
las influencias de la historia agraria argentina presente en la formación de los autores.

La última sección está dedicada a los “agradecimientos” donde en un breve párrafo


muestran su gratificación hacia sus colegas.

Comentarios y críticas
La obra de Fradkin y Gelman plantea una mirada sobre Juan Manuel de Rosas
sesgada por su formación en la historia agraria.
Considero, es de suma importancia esta obra porque si bien es una biografía se
incluye el contexto de la época que explica a detalle cómo se fue construyendo el
liderazgo de Rosas, sosteniendo en todo momento la hipótesis planteada desde el
inicio con argumentos sólidos y consistentes, detallando la coyuntura política,
económica y social que muy bien supo leer Rosas en su momento.
También abre la mirada del lector, a este período, al incluir a las clases populares en
su indagación y su relación con Rosas. Tal vez lo que le falta a esta obra es incluir una
mirada desde las provincias porque como expresé en el desarrollo, el foco siempre
estuvo en analizar la historia desde Buenos Aires.

7
Haciendo un contraste con la historiografía tradicional abren el debate argumentativo
sobre un período del que mucho se ha escrito, pero aún falta por investigar.

Conclusiones
Tanto la obra de Di Meglio (reseñada en el cuatrimestre anterior) como la de Fradkin y
Gelman, incluyen a las clases populares en su explicación sobre la historia, esto me
parece de suma relevancia en mi formación como docente porque significa romper con
la historiografía tradicional y abrir la mirada hacia una historia social, es decir, no sólo
a los grandes hombres sino a todo el pueblo que acompañó a esos hombres en sus
decisiones.
El profesor Calos Ferrera escribe: “Si lo que pretendemos es una sociedad inclusiva,
tenemos que promover una historia inclusiva” 1 y este tipo de bibliografía creo que
enriquece la posición de una historia inclusiva en mi formación.

1
FERRERA, Carlos “Las funciones de la escuela secundaria y la enseñanza de la Historia: formar
ciudadanía”. Página 8.

También podría gustarte